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DIOS SALVA PECADORES / Oskar Arocha © Poiema Publicaciones, 2016 A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de La Biblia de Las Américas (LBLA) ©1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Las citas marcadas con la sigla RV60 pertenecen a La Santa Biblia, Versión Reina-Valera ©1960 por las Sociedades Bíblicas Unidas; las marcadas con la sigla TLA, a La Traducción al Lenguaje Actual ©2000 por las Sociedades Bíblicas Unidas; Las marcadas con la sigla NBLH, a La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy ©2005 por The Lockman Foundation. Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio visual o electrónico sin permiso escrito de la casa editorial. Escanear, subir o distribuir este libro por Internet o por cualquier otro medio es ilegal y puede ser castigado por la ley. Poiema Publicaciones e-mail: info@poiema.co www.poiema.co mailto:info%40poiema.co?subject=kindleDSP http://www.poiema.co/ Contenido Agradecimientos Prólogo por Miguel Núñez Introducción I. La salvación planificada 1. La salvación antes del principio 2. Unidos a Cristo en la cruz II. La salvación lograda 3. La caída y la misericordia 4. El León de la tribu de Judá 5. El Profeta mayor que Moisés 6. El Sacerdote de eterna salvación 7. El Siervo sufriente exaltado 8. La esencia de la cruz 9. La propiciación 10. La redención 11. La reconciliación III. La salvación aplicada 12. El llamado 13. El nuevo nacimiento 14. La fe 15. El arrepentimiento 16. La justificación 17. La adopción 18. La santificación 19. La preservación y la perseverancia 20. La glorificación Conclusión Notas Lista de abreviaturas Obras importantes (en Notas de texto) BAGD The Bauer, Walter Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 3ra edición BDB The Brown, Driver, Briggs Hebrew and English Lexicon BDF Blass, F., A. Debrunner y R.W. Funk. A Greek Grammar of the New Testament and Other Early Christian Literature EBC Serie Expositors Bible Commentary ICC Serie The International Critical Commentaries Louw- Nida Greek-English Lexicon of the New Testament NAC Serie The New American Commentary TDNT Theological Dictionary of the New Testament Biblias y versiones AT Antiguo Testamento BJ Biblia de Jerusalén NBLHNueva Biblia Latinoamericana de Hoy ESV English Standard Version KJV King James Version LBLA La Biblia de las Américas LXX Septuaginta (Antiguo Testamento) NASB New American Standard Version NT Nuevo Testamento NTG Nestle-Aland Novum Testamento Graece, 27 ma edición NIV New International Version NVI Nueva Versión Internacional RV60 Santa Biblia, Versión Reina Valera Agradecimientos Sobre todas las cosas doy gracias a Dios mi Padre y a Jesucristo mi confianza, mi pasión, mi redentor y mi Dios. Él puso en mi corazón una pasión por la Escritura y todo aquello que nos ha revelado en cuanto a la salvación de los pecadores. Gracias a Dios he tenido padres, hermanos, amigos, estudiantes, maestros y mentores que enaltecen la supremacía de Cristo y su obra redentora. ¡Gracias Dios! Gracias Papi y Mami, porque desde pequeño me enseñaron la verdad y la modelaron con humildad y excelencia. Gracias amada mía, mi única, por tu apoyo incondicional. Gracias a Luis, mi hermano y mejor amigo, y a Juan José y Carlos, mis compañeros de teología. Gracias a todos los que me ayudaron en la redacción final: Jairo, Sandra, Toribio, Isaías, Lázaro, Papi, Mami, Patricia, Luis y Yadín. Gracias al Reformed Baptist Seminary y a la Academia Ministerial de la Gracia que por muchos años me dieron la oportunidad de enseñar cada uno de estos temas, y a los estudiantes que con sus excelentes comentarios y preguntas me sirvieron para que el documento final se adaptara y atendiera a los aspectos más importantes del tema. Gracias a todos que han permitido que este proyecto se convirtiera en una realidad. Quiera Dios que sea de bendición a muchos. ¡Te amo Jesús! ¡Gracias Dios! Oskar E. Arocha @oskararocha Prólogo por Miguel Núñez Dios Salva Pecadores es el título de esta obra. Creo que todo cristiano verdadero puede afirmar esta gran verdad independientemente de su trasfondo doctrinal o denominación. Podríamos diferir en cuanto a cómo Dios lleva a cabo la elección y la salvación de los hombres, pero todo creyente que ha nacido de nuevo afirmaría que ciertamente es Dios quien salva a los perdidos. Sin embargo, un buen número de hijos de Dios que afirma la verdad que acabamos de mencionar no entiende de qué manera la salvación fue planificada por Dios desde los tiempos eternos y cómo fue lograda por la vida, muerte y resurrección de Cristo. Otros creen entenderla, pero tienen algunas lagunas o tienen un entendimiento incompleto acerca de ciertos hechos relativos a la salvación de su alma. Las razones por las que pasa esto pueden variar. En algunos casos, no se ha enseñado lo suficiente acerca de un tema tan crucial como la salvación de los hombres; en otros casos, la enseñanza se ha limitado a aspectos muy específicos de la redención, dejando de lado enseñanzas vitales de la salvación de nuestras almas. Hay grupos que entienden cómo Cristo logró la salvación en favor nuestro, pero carecen de entendimiento de cómo esta salvación es aplicada de manera individual a los hombres. Si estás en cualquiera de esos grupos, este libro es para ti. Por otro lado, creo que un buen número de creyentes ha logrado entender la salvación, pero no ha logrado comprender la historia redentora. Una cosa es entender lo que Cristo hizo el viernes por la noche y el domingo por la mañana y otra cosa es entender lo que Dios planificó desde la eternidad pasada. Si no has entendido bien la historia de la redención desde antes de la creación del mundo hasta la venida del mundo venidero, entonces, esta obra es para ti también. Comprender la salvación de los hombres significa poder trazar la historia desde Génesis hasta Apocalipsis con un enfoque en la materialización de aquello que Dios pensó cuando solo existía la Trinidad. ¡Qué extraordinaria es esa verdad! Si quieres tener un entendimiento claro, conciso y preciso de la teología bíblica de la salvación, este libro es un excelente recurso. Si limitamos el entendimiento de la redención del hombre a los hechos acontecidos entre el viernes cuando Cristo murió y el domingo cuando resucitó, no solamente terminaremos con una idea incompleta de la historia redentora, sino que con toda probabilidad terminaremos también con ideas incorrectas acerca de cómo Dios planificó dicha redención. De una forma amena y resumida, Oskar Arocha te da un panorama que va desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Desde que Dios eligió el hombre hasta que Dios lo salva después de que él cayó y se perdió en medio de la historia. Este es un libro doctrinal, pero también es un libro que narra aspectos importantes de una historia: la historia de la redención. Una de las fortalezas de este libro es que hace de esta historia complicada algo que tú puedes entender con relativa facilidad y brevedad sin tener que incursionar en grandes textos de teología sistemática; te permite entender el mejor regalo que Dios haya podido darle al hombre —su salvación. Este libro nos ayuda a ver lo que el Padre ha hecho en favor nuestro, lo que el Hijo obró por gracia para beneficio del hombre y lo que el Espíritu Santo hace en el proceso de la redención de los descendientes de Adán. Al terminar esta libro, podrás comprender el rol de la Trinidad en favor de nuestra salvación. Dios obra la salvación de los hombres (Dios solamente), pero la fe del hombre y su arrepentimiento son importantes en este proceso. Entender cómo la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre interactúan ha ocupado la mente de los teólogos por todos los siglos y aún no se ponen de acuerdo. Y probablemente no podremos hacerlo de este lado de laeternidad, pero como bien afirma el autor de este libro, no hay dudas de que Dios obra soberanamente en el hombre, lo que este termina haciendo el día de su salvación: el hombre cree y se arrepiente o el hombre se arrepiente y cree. Es un proceso dual, simultáneo e inseparable. En la sección de la salvación aplicada, podrás revisar algunas de estas verdades de una manera resumida y sencilla. Nuestra salvación no culmina el día que conocemos a Cristo. Esto es algo que este libro te ayudará a entender. Hay todo un recorrido de santificación, perseverancia (vista desde la perspectiva humana) o de preservación (vista desde la perspectiva divina) hasta entrar en la gloria. El entendimiento de todo esto ocupa gran parte de la sección que trata de cómo la obra de Cristo es aplicada a nuestras vidas de forma individual. Aplaudo el esfuerzo de unir estas ideas de una manera fluida. Entiendo que será un gran aporte para la iglesia latinoamericana, hecho por alguien que ha estado enseñando la doctrina de la salvación a personas que se han estado formando para pastorear iglesias en nuestra región, y que lo ha hecho por varios años. Esto es el fruto de su trabajo. Gracias, Oskar, por contribuir en el fortalecimiento de la iglesia hispana. A medida que puedas ir entendiendo estos conceptos de una mejor manera, podrás disfrutar mucho más tu relación con Dios y tu vida de salvación. A partir de ese momento podrás tener un mayor gozo y una gratitud creciente hacia ese Dios que ha hecho todo lo necesario para rescatarte de su condición de perdición. Entender nuestra salvación no es solo un asunto doctrinal o de teología bíblica, sino que es un asunto de aplicación práctica. La falta de obediencia del creyente, de acuerdo a las palabras de Cristo, es un problema de falta de amor hacia Él. Pero la falta de amor hacia Jesús está íntimamente relacionada con una falta de gratitud por lo que Dios hizo en favor nuestro; y esa falta de gratitud puede relacionarse con una falta de entendimiento acerca de los conceptos expresados en este libro. Esa es la razón por la que celebro la llegada de este libro al número de obras en español, escritas por hispanos para el mundo hispanohablante. Lee esta obra, entiende mejor la salvación que se te ha dado, celebra con gratitud la obra de Cristo en tu favor y seguramente podrás disfrutar mejor la vida abundante que Cristo compró para ti y para mí. Introducción Las verdades del evangelio de Jesucristo pueden ser resumidas en tres palabras: “Dios salva pecadores”. Los pecadores no se salvan a sí mismos en ningún sentido, sino que la salvación es de principio a fin íntegra y completa; la salvación es del Señor, a quien le pertenece la gloria por siempre, amén 1 . Cristo vino a este mundo a salvar a pecadores, porque Él dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lc 5:31-32). Planificada, lograda y aplicada La redención de los pecadores inicia desde antes del principio y concluye con la maravilla de la gloria venidera, y todos los temas entre estos dos puntos se unen entre sí teniendo a Cristo Jesús como centro unificador. Esos temas pueden ser agrupados en tres grandes secciones: la redención planificada, lograda y aplicada 2 ; planificada por el Padre, lograda por el Hijo y aplicada por el Espíritu Santo. Los primeros dos capítulos desglosan la enseñanza bíblica desde el punto de vista de la planificación, mostrando que en la mente de Dios, aun antes que existiera el tiempo, la redención había sido planificada. Los capítulos 3 al 11 detallan la redención lograda. Esta segunda sección puede ser dividida a su vez en dos subsecciones: la primera que acude al contenido del AT (capítulos 3 al 7) y la otra que acude al del NT (capítulos 8 al 11). Desde el punto de vista del AT, el centro siempre fue el Mesías. Desde la caída de Adán, y confirmado en cada generación por medio de hombres y mujeres de Dios, el Mesías fue anunciado como la Simiente prometida, el Rey, el Profeta, el Sacerdote y el Siervo ungido de Dios. Desde el punto de vista del Nuevo Testamento, el énfasis se da en el acto histórico de Cristo crucificado en Gólgota como expiación por los pecados y de los resultados completamente logrados: la propiciación, la redención y la reconciliación. Los capítulos 12 al 20 describen la redención aplicada. Es aplicada porque el Espíritu Santo aplica en los pecadores todas aquellas divinas bendiciones espirituales otorgadas y garantizadas en Cristo: el llamado, el nuevo nacimiento, la fe, el arrepentimiento, la justificación, la adopción, la santificación, la preservación y perseverancia y, finalmente, la glorificación. Para todos aquellos por los que Cristo murió en la cruz y logró redención, en un momento de sus vidas, de manera soberana y sobrenatural, el Espíritu aplica estas bendiciones. En cuanto al propósito El objetivo de este libro es servir de introducción a los 20 temas más importantes de la salvación de Dios expuestos en la Biblia. Es una introducción porque solo desarrolla los detalles más importantes de cada tema. No es superficial, pero sin duda deja abiertas las puertas para que el interesado pueda profundizar más. La premisa es que una introducción a los 20 temas más importantes de cualquier doctrina debe dejar nuestros pies bien plantados. Mi anhelo y oración a Dios es que esa meta educativa sea lograda a través de este libro. Es una introducción bíblica, en contraste con una académica o histórica. El desarrollo fluye desde el punto de vista bíblico y exegético, sin dedicarle tanto tiempo a los conceptos teológicos o a la historia de la doctrina. En ese sentido, no se encontrarán términos teológicos tales como arminianismo, calvinismo, dispensacionalismo o “teología del pacto”, sino que más bien dialogará con los textos bíblicos más relevantes, el fundamento gramatical y exegético que estructuran su correcta interpretación y el apoyo académico de autores clásicos y recientes. Esta introducción es profundamente doxológica, no meramente intelectual. A pesar de que el lector que más se puede beneficiar del contenido es uno que ya tiene algún conocimiento bíblico básico de la salvación de Dios, el propósito más profundo es que en cada capítulo la enseñanza bíblica produzca doxología cristocéntrica. Ruego a Dios que a todo lector le suceda tal como le sucedió a Pablo en Romanos 11, esto es, que luego de ser persuadido del conocimiento de Dios y de la gloria de la cruz, estalle como él en alabanzas a Cristo y pueda decir: ¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor?, ¿o quién llegó a ser Su consejero?, ¿o quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén (Ro 11:33-36). Una palabra para los maestros Sin duda, la soteriología (doctrina de la salvación) me apasiona, porque anhelo ver a más personas enseñar la gracia de Dios, a más creyentes tener una fuerte fe y firme esperanza en Dios, y a más pecadores venir a los pies de Cristo. En ese sentido, el contenido de cada capítulo puede ser usado de distintas maneras para lograr diversos objetivos. El contenido, independiente a las notas al pie, puede servirle al lector para iniciarse en estudios acerca de la salvación. También puede servirle para iniciar una reflexión, un serie de estudios en grupos pequeños o una conversación. Además, si desea profundizar o usar el libro como texto académico para una clase introductoria en seminarios o institutos bíblicos, las notas al pie tienen detalles adicionales de autores y de comentarios al texto original, y el Índice de las Escrituras sirve como guía para profundizar todo el contenidobíblico. Si un pastor lo desea usar como tema de predicación, tan solo hace falta que desglose las citas bíblicas, agregue ilustraciones en puntos claves y aplicaciones prácticas para allanar el camino de los hermanos y visitantes. Yo mismo lo he usado de esa manera y gracias a Dios he visto buenos resultados. Finalmente, antes de iniciar, te ruego que alabes a Dios con estas hermosas palabras: Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20-21 ¡Alabado sea siempre el nombre de Cristo, nuestro Salvador y Rey! Parte 1 La salvación planificada 1 La salvación antes del principio En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gn 1:1). Con estas palabras inician nuestras Biblias. Antes del principio no había nada, ni siquiera el tiempo, solo el Creador, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y entre ellos había gloria perfecta e inefable (Jn 17:22-24). Antes del principio este Consejo Eterno divino planificó todo, incluyendo nuestra salvación: … participa conmigo en la aflicciones del evangelio, según el poder de Dios, quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad 1 , y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús… 2 Timoteo 1:8b -10 En su comentario de las epístolas pastorales, Thomas Lea concluye que aquí el apóstol Pablo resalta dos verdades importantísimas: primero, que Cristo es presentado como el único mediador de la gracia redentora, y segundo, que Cristo era desde antes del principio del tiempo 2 . El pasaje dice que antes del principio la Trinidad había acordado un plan para redimir al hombre de sus pecados. Nos dice que en la mente de Dios la gracia había sido otorgada en Cristo, y en el tiempo la manifestación sobre el monte Calvario vino a ser la realización de lo previamente determinado. El apóstol Pedro también dijo que Jesús “estaba preparado desde antes de la fundación del mundo” (1P 1:18-20), y el apóstol Juan dijo de Jesús que fue “el Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo” (Ap 13:8) 3 . Estos y otros pasajes revelan que el Dios trino había determinado que Dios el Hijo (Jesús) efectuara la obra redentora. El Señor Jesús también dice esto. Repetidas veces declara haber recibido de parte del Padre la comisión de redimir y rescatar. En su discurso del Pastor y las ovejas dijo: “Tengo autoridad para dar Mi vida y para tomarla de nuevo, este mandamiento recibí de Mi Padre” (Jn 10:18). En otra ocasión dijo: “Esta es la voluntad del Que me envió: que de todo lo que Él (Padre) me ha dado yo no pierda nada” (Jn 6:36-39). Y cuando oraba en Getsemaní le dijo al Padre: “Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. Y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera” (Jn 17:4-5). La idea que Juan quiere trasmitir va más allá de las simples palabras. En una sociedad cuya cosmovisión fue extensamente influenciada por griegos intelectuales como Platón, quienes consideraban imposible unir la gloria divina con la encarnación 4 , Juan conecta la encarnación con la deidad, la gloria divina, la redención y la preexistencia del Hijo. Juan logra conectar con aquel mismo fundamento con el que empezó su evangelio: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1:1). Y al unir todos los conceptos queda explícitamente exaltado el enfoque de la existencia del Verbo, no solo desde antes del principio, sino también como una divina naturaleza “supracósmica”, es decir, que lo trasciende todo. Las profecías también nos ilustran lo que había en la mente de Dios en cuanto a la salvación. Por medio de los profetas del AT el Espíritu reveló que ya el Padre había determinado quitarle la vida al Hijo (Is 53:10) y el Hijo había determinado cargar con el pecado (Is 53:4-6); el Padre le había preparado cuerpo (Heb 10:5-7; ver Sal 40:1-17) y, después de ser desfigurado, sería enaltecido, levantado y en gran manera exaltado (Is 52:13-15). En resumen, antes del principio Dios el Padre se propuso enviar al Hijo al mundo con el fin de redimir, el Hijo se propuso aceptar, adquirir y asegurar tal comisión, y el Espíritu se propuso aceptar la encomienda del Padre y aplicar los méritos adquiridos por el Hijo. Salvación antes del pecado Cuando contemplamos esta asombrosa verdad, una pregunta común es: “¿Cómo Dios determinó proveer salvación si aún no existía el pecado?”. No sabemos, porque no es el enfoque de la revelación divina. El texto no dice. Sin embargo, sería una gran pérdida si no viéramos que la salvación determinada y planificada antes del principio ilustra poderosamente lo teocéntrico que Dios es. Por eso el Hijo dijo: “Padre, glorifica a Tu Hijo, para que también Tu Hijo te glorifique a Ti” (Jn 17:1-5). “¡Oh, profundidad del conocimiento de Dios! […] ¿quién ha conocido la mente del Señor?” (Ro 11:33-34). El predeterminado consejo fue revelado para fortalecer la plena certeza de nuestra esperanza: que pronto estaremos con Cristo. Y ¡cuán útil es que meditemos en cómo esta hermosa y asombrosa verdad manifiesta la grandeza y la eternidad del amor de Dios! “Porque en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4:10). Antes del principio Dios nos amó y demostró este amor en la persona de Jesús, en el monte Calvario. ¿Cómo no hemos de confiar y adorar a Aquel que es soberano y conocedor de todo? ¿Cómo no alabar al Cordero que fue inmolado desde antes de la fundación del mundo? ¿Cómo no gozarnos en Dios, que trasciende el tiempo y todo lo creado? Él nos amó primero. Nos amó antes del principio. 2 Unidos a Cristo en la cruz 1 La realidad espiritual más importante de nuestra relación con Dios es que hemos “muerto con Cristo” (Ro 6:8). ¡Es sorprendente! La Palabra revela que estábamos unidos a Cristo en la cruz y que unidos a Él ahora podemos recibir de Dios Padre toda bendición espiritual (Ef 1:3, 7; 2Co 1:20; Fil 4:19; 2Ti 1:1). Esta relación es presentada en la Escritura como una relación de representación. En la primera carta a la iglesia en Corinto esta relación es comparada con nuestra relación de representación en Adán, cuando dice: “Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1Co 15:22). Kistemaker destaca que el texto griego de la primera frase, la frase de Adán, está en tiempo pasado; sin embargo la segunda frase está en futuro 2 . Esta evidencia gramatical es importante porque en sentido cronológico, cuando este pasaje fue escrito, ya ambos acontecimientos habían ocurrido. Así que, en la historia de la redención, aun desde que Adán pecó y la promesa de gracia fue revelada, todos aquellos que han depositado su confianza en el Mesías fueron representados y han tenido un bendito futuro asegurado desde ese momento, para siempre. Por otro lado, otro pasaje en Romanos dice: “Tal como por una transgresión resultó la condenación […] así también por un acto de justicia resultó la justificación” (Ro 5:18). Estábamos unidos a Cristo en ese “acto de justicia” expresado en el Calvario, pero hay más. Según Mounce la construcción gramatical de la frase “acto de justicia” se refiere normalmente a un pronunciamiento más que a una acción. Indica un proceso completado más que un solo acontecimiento. Y unido a frases del contexto tales como “el juicio” en el verso 16, el autor está apuntando a una “sentencia de justificación”. 3 En otras palabras, la unión con Cristo no solo conecta específicamentea la cruz de Cristo, sino también, en un sentido integral, a todo aquello que fue logrado por él: vida, muerte, resurrección y gloria (ver Ef 2:4-7; Ro 6:8). Extraordinariamente trascendental Nuestra unión a Cristo en la cruz es trascendental porque cuando Cristo fue crucificado, ya la unión había sido decidida antes de la fundación del mundo. El Padre nos bendijo “en Cristo, según nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo” (Ef 1:3) y esa gracia “nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad” (2Ti 1:9). Esta realidad se ilustra como si en cada momento pasado, presente y futuro el Padre nos observara a través de unos anteojos llamados ‘crucificados juntamente con Cristo’. Y no importa si fue 2000 años antes de Cristo con algún creyente de Ur de los Caldeos (Abraham), o si fue en el momento exacto en que la sangre fue derramada en el Gólgota, o si es 2000 años después, el Padre considera a los suyos “muertos con Cristo”. Ante lo extraordinario de esta realidad espiritual, algunos teólogos de siglos pasados hablaron de esta unión como una unión “mística” 4 , no porque sea mágica, sino porque no tenemos palabras para explicar tan maravillosa realidad. La Escritura dice que cuando Cristo murió en la cruz, todos aquellos por quienes murió murieron juntamente con Él, y cuando resucitó, resucitaron con Él (Ro 6:6-8). “Aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia han sido salvados), y con Él nos resucitó” (Ef 2:4-6). ¿Quiénes murieron juntamente con Cristo? Entonces, si Cristo conocía y tenía una relación existente con aquellos por quienes murió, ¿quiénes fueron aquellos que murieron juntamente con Él? 5 Esa pregunta nunca falta en este tema. La Escritura responde, sin mencionar nombres o apellidos, que cuando Cristo murió en la cruz, aquellos por quienes murió Dios les llamaba Su linaje, Su pueblo, Sus ovejas y Su Iglesia. En el anuncio profético de la muerte de Jesús, el profeta Isaías declara: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje” (Is 53:10). En el anuncio profético de Su nacimiento el ángel del Señor dijo: “llamarás Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). En el conocido discurso del Pastor y las ovejas Jesús dijo: “Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas […] y pongo mi vida por las ovejas” (Jn 10:14, 16). Y en su discurso sobre el diseño del matrimonio según Dios, el apóstol Pablo dijo: “Amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella” (Ef 5:23-25). Estos distintos títulos (linaje, pueblo, iglesia y ovejas) aluden a los redimidos que murieron juntamente con Cristo, y aun así nosotros no sepamos sus nombres, Dios sí los sabe. Jesús dijo: “Yo conozco a Mis ovejas […] así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre, y doy Mi vida por las ovejas” (Jn 10:14-15). Dios las conoce por sus nombres, son Suyas y las ama en Cristo, que dio Su vida por ellas. Es maravilloso considerar cada titular: » Linaje habla de hijos y de una descendencia pura que proviene del Progenitor o Padre. » Pueblo introduce un concepto de comunidad y un lugar de desarrollo y disfrute ilustrado por Israel en la tierra de Canaán. » Iglesia presenta la relación más íntima, la unión de un hombre y su mujer, donde dos vienen a ser una sola carne. » Ovejas conecta al rebaño indefenso y en riesgo, pero que tiene un Pastor que guía, ama y protege. Nos remonta a David que dijo: “Jehová es mi Pastor, nada me faltará” (Sal 23:1), y al patriarca Jacob que dijo: “De allí es el Pastor, la Roca de Israel” (Gn 49:24). Estos redimidos que individualmente se relacionan a Dios en Cristo son gente de cada pueblo, lengua, tribu y nación (Ap 5:9). Ellos conforman un solo pueblo, un solo rebaño, un solo Israel, una sola iglesia, una sola nación, y todos bajo un solo Rey, Jesucristo, el Rey de gloria. Y sabiendo que somos de Dios, unidos indivisiblemente en Cristo, podemos, entonces, estar seguros de toda bendición y toda promesa. Tenemos una esperanza viva para vivir con gozo pleno. ¡Podemos fijar nuestras esperanzas plenamente, con gozo celestial, en Cristo, tanto que seamos así las personas más libres sobre la tierra! Parte 2 La salvación lograda 3 La caída y la misericordia En el sexto día de la creación dijo Dios: “Hagamos al hombre” (Gn 1:26). Dios creó al hombre y a la mujer a Su imagen y semejanza. Dios también los bendijo (Gn 1:26-28) y, a pesar de haberlos creado “un poco menor que los ángeles” (Sal 8:5; Heb 2:5-9), los coronó de gloria y majestad para señorear sobre la grandiosa creación. Al final del relato de la creación, la palabra dice que “ambos estaban desnudos […] y no se avergonzaban” (Gn 2:25), dando a entender la pureza de la relación entre el hombre y la mujer, y la de ellos con toda la creación, como resultado de su directa relación con Dios 1 . El hombre y la mujer eran la cúspide de la perfecta creación de Dios. Pero la serpiente era astuta. La serpiente era astuta Génesis 3:1 dice: “La serpiente era astuta más que todas las bestias del campo que Jehová había creado” (Traducción del autor). Esto indica que la serpiente fue el antagonista, y el énfasis del pasaje es su astucia. El texto no se enfoca en definir a la serpiente como una bestia del campo 2 , sino que no había nada creado con más astucia. Es decir, la serpiente fue más astuta que todo lo creado. Y no solo fue más astuta que todos los animales, sino que la narrativa muestra que aun fue más astuta que el hombre. Si la historia en Edén hubiera terminado en el verso 13, la serpiente hubiera vencido. Su gran astucia fue necesaria porque la serpiente sabía que no era suficiente con solo comer del árbol. Sin embargo, para derrocar al hombre de su investida majestad, la serpiente sabía que las acciones de Adán y Eva debían ser voluntarias y en rebelión al Creador. Esta gran astucia se evidencia en sus tácticas: » Habló a la mujer . Determinó hablar con la mujer, a pesar de que el hombre estaba “con ella” (Gn 3:6). » Menospreció la palabra de Dios . Conocía la palabra de Dios y la tergiversó. Dios había dicho: “De todo 3 árbol del huerto podrás comer” (Gn 2:16), pero la serpiente dijo: “…de ningún ” (Gn 3:1). » Menospreció el carácter de Dios . Les dijo: “Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán ojos” (Gn 3:5 NBLH). Con esas palabras sugirió que Dios no les había dado toda la verdad, ni total libertad, ni plena experiencia, esperando que ellos menospreciaran en sus corazones la bondad de Dios y logrando sembrar la incredulidad dentro de ellos. El astuto plan de la serpiente funcionó, y tan pronto cambió el corazón de Adán y Eva hacia Dios, vieron el árbol como algo magnífico. El verso 6 dice: “La mujer vio que era bueno para comer […] que tenía buen aspecto y era deseable”. Tan pronto cayeron los dos pilares de su relación con Dios, esto es, Su palabra y Su bondad, los malos deseos de su mismo corazón se vieron arrastrados y seducidos. El deseo fue concebido y pecaron: ella tomó, comió y dio a su marido, que también comió. La relación con Dios había sido quebrantada. Por el pecado cometido, sus ojos fueron abiertos y conocieron que estaban desnudos. Luego agregaron a su necedad haciendo lo que todo pecador intenta hacer: por miedo a ser condenados, se esforzaron por cubrir su pecado con delantales de hojas. El profeta Job resalta el error de este primer intento de “salvación por obras” cuando dijo: “¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán?” (Job 31:33a ). ¡Qué infantil! ¡Tratar de cubrir una condena cósmica con un par de hojas! Pero así somos. Confrontados por Dios para misericordia Ellos sabían lo que habían cometido y, cuando reconocieron la presencia de Dios, se escondieron (Gn 3:8). Sucedió casi como por instinto, pues evidentemente no confiaron en sus ‘maravillosos’ delantales de hojas. Y es interesantenotar una ilustración en su conducta, porque la narrativa muestra una representación física del problema espiritual: estando avergonzados y atemorizados porque habían roto la pureza de su relación con Dios, se cubrían y se escondían de Él. Entonces, fueron confrontados por la presencia y la palabra de Dios, por medio de varias preguntas: “¿Dónde estás? ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? ¿Qué es esto que has hecho? (a la mujer)”. A cada pregunta dieron respuestas verdaderas de lo que había sucedido, si es que solamente contamos el sentido estricto de las palabras, pero entre líneas se justificaban: “la mujer que me diste […] me dio del árbol” y “la serpiente me engañó” (Gn 3:8-13). Este diálogo de confrontación revela dos verdades cruciales que existen a partir de ese día como resultado de la muerte del corazón (alma) y el cuerpo. La primera verdad es que el corazón del hombre está muerto. Tan pronto entró el pecado, entró la muerte espiritual. A partir de ese momento sus deseos no serían para Dios, sino para la carne y el mundo. Ellos mismos lo demuestran, porque tan pronto encontraron placer en lo prohibido, pecaron tomando y comiendo, pecaron tratando de cubrir sus pecados, pecaron tratando de esconderse de la presencia de Dios, tuvieron pavor de confesarse ante Dios y pecaron tratando de justificar sus malos actos. Desde el momento de la caída, la humanidad ha sufrido una especie de “esquizofrenia moral”. 4 La segunda verdad es que Dios ha sido misericordioso. Dios les había dicho: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Gn 2:17), pero algo ocurrió, porque eso no fue exactamente lo que sucedió. ¿Qué sucedió? A pesar que lo justo era la muerte súbita del alma y del cuerpo, Dios, en su paciencia, aplazó la muerte del cuerpo dándole al hombre una promesa (Gn 3:15) y la oportunidad del arrepentimiento. 5 La paciencia de Dios se ve aún con mayor claridad cuando contrastamos el trato de Dios hacia la serpiente. Para el hombre hubo paciencia y misericordia, pero para la serpiente solo rigurosa condenación. Dios confrontó al hombre y le dio una promesa, pero a la serpiente le hizo inmediata condena y le dijo: “Maldita serás” (Gn 3:14). Dios “no perdonó a los ángeles que pecaron” (2P 2:4; Heb 2:5, 16). Finalmente, hay un contraste más a considerar que revela redención y esperanza. El contraste es entre Caín y Adán. Caín también fue confrontado y se le mostró paciencia, pero su reacción fue que “se levantó contra su hermano Abel y lo mató”. Y luego cuando Dios le dijo: “¿Dónde esta tu hermano Abel?”, Caín mintió diciendo, “no sé” , por tanto el Señor le dijo: “Maldito eres” (Gn 4:1-11) 6 . En cambio, luego de que Dios diera la promesa a Adán y a Eva, la narrativa muestra evidencias de fe en ellos y aceptación de parte de Dios. En respuesta a la promesa de que un hijo de Eva (la simiente) destruiría a la serpiente, Adán “le puso por nombre Eva a su mujer, porque era la madre de todos los vivientes” 7 . Y en sustitución de los delantales de hojas que habían cocido para cubrirse, el Señor Dios les “hizo vestiduras de piel […] y los vistió” (Gn 3:20-21). Fueron vestidos por Dios como señal, hasta que llegara el día del cumplimiento de la promesa, el día en que la simiente habría de aplastar la cabeza de la serpiente mientras 8 la serpiente habría de herirla en el calcañar, en la cruz. Y hasta ese día glorioso, la alabanzas y la esperanza de inmortalidad en el ser humano descansaban en la futura victoria del Mesías prometido. 4 El León de la tribu de Judá Jesucristo es el Rey de gloria, el Rey redentor. Jesús vino al mundo como el prometido Rey eterno, el Hijo de Dios, el hijo de Adán y de Abraham, del linaje de Judá y de David, para, por medio de la muerte, vencer y humillar a todos sus enemigos, estableciendo para Sí mismo y para la gloria del Padre un reino y un pueblo leal a Su imperio. Esta realidad es presentada desde el inicio de la historia hasta el final, desde Génesis hasta Apocalipsis. Cuando Adán y Eva pecaron en Edén, les fue prometido un hijo redentor, el “Mesías”. Adán, a quien se le había conferido todo dominio (Gn 1:26), ahora yacía derrotado por el adversario (Gn 3:8- 20). Pero Dios prometió que Su Hijo sería más fuerte que el adversario para obtener una aplastante victoria final (Gn 3:15; Ro 16:20). El Mesías prometido La esperanza de Abraham descansó en la promesa divina de un futuro Mesías rey gobernante. El Señor le dijo a Abraham: “Tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Gn 22:17-18; ver Gn 26:4 a Isaac; Gn 28:14 a Jacob; Gá 3:16). Esta fue la esperanza de Jacob, pues él profetizó sobre su descendencia aquellas cosas que habrían de suceder “en los días venideros” 1 (Gn 49:1) diciendo: Cachorro de león es Judá [ …] Se agazapa, se echa como león [ …] El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Aquel a quien pertenecen todas las cosas (SILOH), y a Él sea dada la obediencia de los pueblos […] ¡Tu salvación espero, oh Señor! […] el Poderoso de Jacob […] el Pastor, la Roca de Israel. Génesis 49:10-11, 18, 24 Moisés también escribió aquella profecía de Balaam destinada para los “días venideros” (Nm 24:14). La profecía presenta a este gobernante León de la tribu de Judá: Su reino será “exaltado”, devorará “a las naciones que son Sus adversarios” y saldrá “de Jacob” (Nm 24:7, 8, 19). Así lo entendieron las generaciones hasta Moisés y todo Israel después de ellas porque el escriba de las Crónicas de los reyes de Judá habló sobre Judá y de su descendencia así: “Judá prevaleció sobre sus hermanos, y de él procedió el príncipe” (1Cr 5:1-2), y también el salmista: “[El Señor] desechó también la tienda de José […] escogió a la tribu de Judá” (Sal 78:67). Esta esperanza también la podemos ver en creyentes que no fueron grandes profetas o líderes del pueblo y que vivieron antes de la dinastía de los reyes en Israel. Ana, la madre de Samuel, oró y dijo: “Los que se oponen al Señor serán quebrantados […] el Señor dará fuerza a Su rey, y ensalzará el poder de Su ungido” (1Sa 2:1, 10). 2 Más adelante, Dios ilustró al futuro rey ungido en la persona de David y su reino. Luego por medio de David ratificó la promesa y fue aún más específico en cuanto a la descendencia. Durante la coronación de Salomón limitó la llegada del Mesías a un futuro hijo de él: Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré Su reino. Él edificará casa a Mi nombre, y Yo estableceré el trono de Su reino para siempre. Yo seré padre para Él y Él será hijo para Mí. 2 Samuel 7:12-14 David habló de un día más allá de la muerte de Salomón en que Dios levantaría de Su descendencia a un Rey con un reino eterno, que edificaría casa final para el nombre del Señor y que sería Hijo de Dios (ver Sal 2:7-12). Siglos después el profeta Isaías declaró que este Hijo nacería de una virgen como señal retroactiva 3 del disgusto del Señor contra la incredulidad del rey Acaz (Is 7:14). Sobre ese niño estaría el nombre de Dios mismo (Emmanuel: Dios con nosotros). Además: …la soberanía reposará sobre Sus hombros; y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre Su reino. Isaías 9:6-7 Unos 600 años después, basado en esta doctrina y cultura profética mesiánica de miles de años, las expectantes multitudes que iban delante de Jesús gritaban a las puertas de Jerusalén: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mt 21:5-9, 15; Mr 11:9-10; Jn 12:13; ver Hch 13:22-23). El Mesías en retrospectiva Esta historia del Mesías que comenzó en Edén es resumidade manera magistral por el autor del libro de Hebreos. El autor en su primer capítulo toma exclusivamente textos del AT que apuntan a Cristo como Hijo de Dios, Dios mismo, Creador y Rey eterno, para luego resaltar que así como Adán fue creado un “poco inferior a los ángeles”, también Jesús lo fue (Heb 2:1-9). Y que Jesús, participando de “carne y sangre”, es aquel que anuló “mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo”, para “librar” a los que “estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida” (Heb 2:14). Por medio de la muerte, Jesús logró vencer al diablo, morir por todos nosotros, comprar nuestra libertad, restaurar todas las cosas y ser coronado de gloria y honor como supremo Rey. Estas verdades señaladas por el autor de Hebreos y que exaltan a Jesús como Rey conforman aquella misma promesa que fundamentaban la fe de Adán, Abraham, Moisés, David y todo aquel que creyó. Ellos pusieron su confianza en un futuro descendiente que aplastaría a la serpiente y a todos sus enemigos. Luego, en el cumplimiento del tiempo, Jesús nació en Belén, vivió una vida perfecta y logró por medio de Su muerte y resurrección la redención de Su pueblo. La victoria fue lograda y lo que ahora vislumbramos es el aumento de las fronteras de Su reino hasta aquel día de nuestra esperanza, donde Jesús restaurará todas las cosas según la victoria del Calvario. Un día Él volverá montado sobre un caballo blanco con espada afilada para herir a las naciones, con un victorioso nombre escrito en Su manto y en Su muslo: “Rey de reyes y Señor de señores” (Ap 19:15-16). 5 El Profeta mayor que Moisés 1 El fundamento de la temática Profeta-Mesías se desarrolló en Sinaí, aquella montaña de Dios donde acampó el pueblo el primer día del tercer mes después de la salida de Egipto. Allí el Señor desplegó ante el pueblo grandes maravillas e hizo con ellos un pacto temporal conocido como el antiguo pacto. Las primeras palabras del pacto prometían un “reino de sacerdotes y una nación santa” (Éx 19:5-6), pero terminó siendo para Israel un reino con 2 sacerdotes y una nación incrédula con una constante necesidad de purificación. El Profeta de Sinaí ¿Qué pasó? Sinaí fue diseñado por Dios como un lugar de adoración, porque le dijo a Moisés: “Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, adorarán a Dios en este monte” (Éx 3:12). La intención de Dios en ese lugar era exaltar Su majestad y revelar a plena luz del día el corazón del hombre delante de Él 3 . En otras palabras, la narrativa de Sinaí debe ser entendida en el contexto de que el Señor revela a Israel Su persona, carácter y promesas, y también de que es descubierta la conducta espiritual de Israel, que resultó como reacción a esa revelación. El pueblo llegó a Sinaí y allí Dios les reveló Su pacto. Fue un pacto fundamentado en la gracia 4 , que demandaba lealtad y señalaba un glorioso propósito final para Israel (Éx 19:4-6). El pueblo aceptó las palabras (Éx 19:7-8) y allí el Señor probó 5 sus corazones (Éx 19:9; 20:20). Por medio de Moisés, el Señor ordenó al pueblo que se consagrara y se alistara porque al tercer día descendería a la vista de todo el pueblo, y cuando sonara “largamente la bocina”, ellos debían “subir al monte […] al encuentro con Dios” (Éx 19:10-13, 17). Pero el pueblo no puso su confianza en Dios ni en la promesa de Su pacto, y “no subieron” (Dt 5:5). El pueblo se quedó “al pie del monte”; no se acercaron a adorarlo, sino que se quedaron a “distancia” (Éx 19:17; 20:18-21). La relación espiritual entre el pueblo y Dios era eso: una ‘relación a distancia’. Sus corazones fueron expuestos y hasta reconocieron que no estaban aptos para acercarse a Dios en tal condición espiritual 6 . Por esa razón, pidieron al Señor y el Señor aceptó reconfigurar el pacto para que no murieran (Éx 20:18-21; Dt 5:21-29). Entonces, allí les dio leyes, un sacerdocio y un tabernáculo, a fin de que pudieran adorar “a distancia” hasta que llegara el cumplimiento del Profeta prometido como Moisés (Éx 20:18-21; Dt 18:15-19). El Profeta prometido alcanzaría todo aquello que fue inalcanzable para el pueblo, aun para Moisés como mediador. Así, al final, por medio del Profeta-Mesías, el pueblo sería para Dios un reino de sacerdotes y una nación santa. La evidencia mesiánica más clara está detallada en Deuteronomio 18:15-18. 7 Mientras el enfoque central de Éxodo 20:18-21 y Deutero-nomio 5:23-27 apuntan a la realidad de que el pueblo no estaba apto para acercarse a Dios, Deuteronomio 18 se concentra en el oficio del Profeta mediador que el pueblo necesitaba. Allí Moisés recuerda al pueblo que la promesa del futuro Profeta mediador como Moisés fue “conforme a todo lo que pidieron al Señor en Horeb el día de la asamblea ” (Dt 18:16). 8 Pero ¿por qué esperar por otro como Moisés si Moisés estaba disponible? Porque aunque Moisés había sido fiel por 40 años (Nm 12:6- 8), nada pudo lograr para alcanzar el perdón de los pecados del pueblo (Éx 32:30-35), sino todo lo contrario. Al final, hasta el mismo Moisés se contaminó con la incredulidad del pueblo (Nm 20:1-12; Dt 3:26). El Profeta prometido ¿Quién sería el futuro Profeta prometido? El mismo Pentateuco presenta que este profeta sería tal como Moisés, pero en términos exclusivamente escatológicos 9 y mesiánicos (Dt 34:10; ver Hch 3:20-23; 7:37-38). Sería un profeta como Moisés, pero mucho mayor. Sería el Mesías prometido. La narrativa de más de 40 años en el desierto obliga a considerar que la necesidad en Horeb estaba más allá de Moisés, y que tal Profeta prometido tendría que alcanzar todo lo que fue inalcanzable para Moisés. Sería alguien que no solamente pudiera acercarse a Dios y llevara un mensaje al pueblo, sino alguien que no pudiera ser corrompido por el pueblo, que pudiera cargar el pecado del pueblo sobre Sí (Éx 19:4) y darles un nuevo corazón para acercarse al Señor en adoración. Según Moisés, solamente una persona podía lograr esa obra monumental: el Señor mismo. La respuesta está claramente expresada al final del Pentateuco en Deuteronomio 29:2-4; 30:6: Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Ustedes han visto todo lo que el Señor hizo [ …] aquellas grandes señales y maravillas. Pero hasta el día de hoy el Señor no les ha dado corazón para entender , ni ojos para ver, ni oídos para oír […] el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. ¿Pudiera ser que el profeta mesiánico haría las justas obras que solamente son atribuídas al Señor Dios? Y considerando que sería un profeta “de tus hermanos” (Dt 18:15), ¿sería la misma persona que Dios prometió a los patriarcas, en quien serían “benditas todas las naciones de la tierra” (Gn 22:17-18; 26:4)? ¿Sería el hijo de Eva, el destructor de la serpiente y el conquistador de la muerte (Gn 3:15)? ¿Sería aquel Rey de la tribu de Judá de quien profetizó Jacob (Gn 49:10)? ¿Sería aquel glorioso Rey de Israel de quien profetizó Balaam diciendo: “Su reino será exaltado” (Nm 24:7, 14-19)? ¡Sí, el profeta mayor que Moisés es el Mesías, Cristo el Señor! En aquel memorable sermón justo debajo del Pórtico de Salomón, el apóstol Pedro dejó la respuesta más contundente en cuanto a Jesús como prometido Profeta-Mesías: …Jesús , el Cristo designado de antemano […] de quien Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. Moisés dijo: El Señor Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos […] asimismo todos los profetas que han hablado desde Samuel y sus sucesores también anunciaron estos días. Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con sus padres, al decir a Abraham: Y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. Para ustedes en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a Su Siervo, le ha enviado para que les bendiga, a fin deapartarlos de sus iniquidades . Hechos 3:20-26 Jesús vino al mundo como el supremo Profeta esperado para lograr aquello que el más grande de los profetas no pudo lograr. Vino de parte de Dios y guio al pueblo especial de Dios a ser una nación de santos adoradores. En Cristo creyeron los antiguos y fueron aprobados. Los patriarcas le juraron eterna alianza y fueron aceptados. Los padres confiaron en Él y les fue contado por justicia (Heb 11:1-6). 6 El Sacerdote de eterna salvación En Su encarnación, Cristo Jesús fue ordenado Sacerdote a favor de los hombres frente a Dios para presentar ofrenda y sacrificio por el pecado. Y como Sacerdote, logró una labor que fue imposible para Moisés, Aarón y todos los demás: entró a la presencia de Dios para alcanzar el perdón de pecados de Su pueblo. Desde entonces, después de haber obtenido con Su propia sangre eterna redención en el más perfecto tabernáculo (Su cuerpo), Jesús intercede hoy y siempre como nuestro eterno Sumo sacerdote. (Heb 5:1-4; 9:11-13; Éx 32:30-35). El Sacerdote de Sinaí Tal como con el Profeta-Mesías, la temática central del sacerdocio se desarrolló en Sinaí, pero no en el “día de la asamblea”, sino cuando Moisés subió al monte y bajó con dos tablas de piedra sobre las que Dios escribió los diez mandamientos (Éx 32:15-16; 34:28). La narrativa de Éxodo 32 al 34 es clave, porque está ubicada estratégicamente entre las direcciones para instituir el tabernáculo (Éx 25 – 31) y la construcción del mismo (Éx 35 – 40). De esa forma, Moisés indica que lo narrado en Éxodo 32 al 34 describe la ocasión, contexto y propósito del tabernáculo. ¿Qué pasó allí? Cuando Moisés subió al monte, dejó al pueblo a cargo de Aarón y de los líderes ancianos (Éx 24:11- 18), pero todos cometieron el terrible pecado de la idolatría (Éx 32:1-6). A causa del pecado, el Señor se propuso destruirlos a todos (Éx 32:7-10), pero Moisés intercedió ante Dios a fin de que, por amor a la gloria de Su nombre y de Sus promesas, desistiera la destrucción. El Señor aceptó (Éx 32:11-14). Luego Moisés descendió, y cuando vio al pueblo en idolatría desenfrenada, quebró las tablas de piedra y castigó al pueblo (Éx 32:15-19). A pesar del castigo, otros continuaban fuera de control (Éx 32:25). Moisés se vio obligado a pronunciar un llamado de lealtad a Dios para así detener el desenfreno. Se puso en pie a la puerta del campamento y dijo: “¡El que esté por el Señor, venga a mí!” (Éx 32:25-26). Fue sorprendente el silencio de los ancianos a este llamado 1 , y solo los levitas se levantaron y respondieron al llamado matando a espada hasta que el desenfreno terminara. Más de tres mil hombres murieron. Ese día el Señor Dios los bendijo y fueron consagrados a precio de sangre 2 como sacerdotes al servicio de Dios 3 (Éx 32:27-29). Después de cesar la idolatría, Moisés subió una vez más a Dios y oró. Intercedió pidiendo un perdón condicionado 4 a favor del pecado del pueblo diciendo: “Este pueblo ha cometido un gran pecado […]perdona su pecado, pero si no, bórrame del libro” (Éx 32:31-33). El Señor rechazó la petición (Éx 32:33), les hirió con una plaga (Éx 32:34-35) y declaró a Moisés: “Anda, sube tú y el pueblo […] y enviaré un ángel delante de ti […] pero Yo no subiré en medio de ti, Israel, no sea que te destruya” (Éx 33:1-3). Esa fue la peor de las noticias, y el pueblo se entristeció (Éx 33:4-6). Por esa causa, Moisés subió de nuevo a la presencia de Dios e hizo intercesión por el pueblo, pidiendo al Señor que Su favor estuviese con el pueblo, así como había estado con él, y que cambiara de parecer para que Su presencia estuviera con ellos (Éx 33:12-17). En respuesta, el Señor aceptó estar en medio del pueblo por Moisés (no por el pueblo 5 ) y dijo: “Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión del que tendré compasión” (Éx 33:19). A esto, Moisés hizo al Señor una plegaria final: “Por favor, si he hallado gracia delante de Ti, Señor, por favor Señor, ve en medio nuestro, aunque 6 este pueblo sea de dura cerviz; y perdona nuestro pecado” (Éx 34:9) * . A esta petición, Dios aceptó diciendo: “He aquí, Yo voy a hacer un pacto delante de todo tu pueblo” (Éx 34:10a ) ** . Por tanto, mediante la intercesión de Moisés y por la gracia divina, el Señor confirmó Su decisión de habitar en medio del pueblo dándole una vez más los diez mandamientos y estableciendo el tabernáculo como aquel medio divino para que el Santo Dios repartiera Su amor en medio de un pueblo incrédulo de dura cerviz. También Moisés testificó de la intención de Dios poniendo un velo sobre su brillante rostro para que el pueblo no fijara su vista en aquello que se habría de desvanecer (Éx 34:29-35; 2Co 3:12-13). De esa forma, lo que inicialmente pretendía ser un encuentro personal con Dios terminó siendo un encuentro mediado por un altar, un tabernáculo y un conjunto de sacerdotes (Éx 19:4-6). Hasta un nuevo pacto prometido La narrativa cuenta que tan pronto Dios aceptó y estableció normas para habitar en medio de un pueblo duro de corazón, Él mismo les estaba mostrando a Moisés y al pueblo que el tabernáculo, el sacerdocio de la tribu de Leví y el pacto en Horeb eran temporales, eran pasajeros. El pacto, el tabernáculo, el sacerdocio levítico, los sacrificios y las ofrendas fueron instituidos de manera temporal hasta la llegada de un nuevo pacto, con un nuevo tabernáculo, un nuevo linaje sacerdotal y con un Cordero sacrificial inmolado que realmente redimiera con Su sangre para Dios un reino de sacerdotes (ver Ap 5:9-10). Esa futura esperanza fue descrita por Moisés en sus últimos días de vida cuando habló de un pacto “además 7 del pacto que Él [Dios] había hecho con ellos en Horeb” (Dt 29:1-4). La diferencia distintiva sería que aún Dios no les había dado en Horeb un “corazón para entender”. Un día, cuando el Señor hiciera “volver de la cautividad”, “el Señor circuncidaría” el corazón para que lo amaran (Dt 30:1-6). En palabras del profeta Jeremías, que escribió de un futuro nuevo pacto, encontramos la misma relación entre lo sucedido en Sinaí y la futura promesa. El profeta habló de días venideros, después de la cautividad (“Restauraré su bienestar”, Jer 31:23), de un nuevo pacto que sería “no como el pacto que hizo con sus padres”, sino un pacto en que Dios se comprometía a obrar en sus “corazones” y “perdonar su maldad” (Jer 31:23-34) 8 . También el Rey David, conociendo que la perfección no vendría por medio del sacerdocio levítico, profetizó de un nuevo Sacerdote, Dios y Rey diciendo: “Dijo el Señor [Yavé] a mi Señor [Adonai]: siéntate a Mi diestra hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies […] El Señor [Yavé] ha jurado y no se retractará: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Sal 110:1, 4) 9 . Y finalmente, años después de la muerte y resurrección de Cristo, el autor de Hebreos recordó que tal Sacerdote “vino a ser fuente de eterna salvación”, que fue “fiador de un mejor pacto”, que, “[como] permanece para siempre, es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos” (Heb 5:5-10; 7:1-28). El Sacerdote prometido es nuestro Sumo sacerdote para siempre y Su nombre es Cristo Jesús, el Señor. * Traducido por el autor. ** Traducción propia del autor. El orden escogido de las palabras es clave para lograr una mayor claridad en el pasaje porque resalta cada pronombre en su justa medida. 7 El Siervo sufriente exaltado Isaías 52:13 al 53:12 contiene el cuarto 1 y último poema 2 del Siervo, comúnmente conocido como “El Siervo Sufriente”. El mensaje central del poema revela una divina intención de lograr la gran exaltación del Siervo de Dios (Is 52:13; 53:10-12), a través de Su profunda y sufriente muerte expiatoria a favor de nuestros pecados (Is 53:4-9), como la cúspide de la final liberacióndel pueblo de Dios, cuando “todos los confines de la tierra vean la salvación del Dios nuestro” (Is 52:10 RV60). En el contexto previo, el Señor exhortó a Su pueblo sufriente a que levantara su semblante caído porque la redención estaba cerca (Is 52:1-6), porque cercano estaba aquel día en que el mensajero anunciaría la victoria de su Rey, y los centinelas verían al Señor llegando a Sion para restaurar, consolar y establecer Su Reino (Is 52:7-12). Es un mensaje de exuberante gozo por el triunfante retorno conocido como el “Nuevo Éxodo”, dada su similitud a cuando Israel “descendió a Egipto” (Is 52:4) y desde allí fue salvado. 3 De esta manera, la profecía une bajo un mismo suceso la redención y la exaltación del Rey, porque el pueblo bajo opresión de las tinieblas sería redimido cuando Dios llegara a Sion, obtuviera la victoria y fuera exaltado y coronado Rey. Entonces, en aquel momento de gloria, Su pueblo redimido proclamaría: “¡Tu Dios reina!” (Is 52:7). Mi Siervo En ese contexto de opresión, redención y coronación se desarrolla el poema del Siervo dividido en cinco estrofas con tres versículos para cada estrofa 4 (Is 52:13 – 53:12). El poema identifica al Siervo con el pronombre “Él”, pero ¿quién es Él? En el libro de Isaías podemos encontrar la frase “Mi siervo” con referencia al profeta Isaías (Is 20:3), o al rey David (Is 37:35) o al pueblo de Israel (Is 44:21). Sin embargo, podemos estar seguros que en Isaías 52 – 53 aquel llamado “Mi Siervo” no es ninguno de estos, porque 5 : 1. Según Isaías 53:9, el Siervo sufre y muere aunque “nunca hizo maldad ni hubo engaño en Su boca”, pero repetidas veces Israel 6 (Is 40:2; 42:18-25), David (2Sa 12:13; Sal 51:1-6) e Isaías (Is 6:6-7) son considerados pecadores a causa de sus transgresiones. 2. Aunque fuera de los poemas del Siervo hay referencias explícitas que conectan al Siervo con Israel, los poemas se distinguen precisamente por el hecho de que dentro de ellos el “Siervo” es presentado como un individuo 7 . 3. En todo el libro de Isaías cuando los pronombres “nos”, “nuestro” o “nosotros” son introducidos de manera abrupta (Is 53:1), siempre es el profeta hablando de parte del pueblo de Israel con quien se identifica 8 . ¿Quién es el Siervo? Es Aquel que será “enaltecido, levantado y en gran manera exaltado” (Is 52:13), y tanta será Su gloria que “asombrará a muchas naciones y los reyes cerrarán la boca 9 ” (Is 52:15). Pero primero Él debe sufrir en gran manera, pues antes de Su gran gloria, “Su apariencia será desfigurada 10 ” (Is 52:14; ver Lc 24:26; Hch 3:18). Varón de dolores El capítulo 53 comienza con dos preguntas: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?” y “¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?”. De la primera pregunta se infiere que los acontecimientos antes descritos serían inesperados, y tal como había sido profetizado, muchos en incredulidad lo descartarían 11 . Pero de la segunda pregunta se infiere que a otros se les revelará la verdad y creerán 12 . El camino del Siervo fue inesperado y más aun ante el contraste de la gran gloria prometida y ante la realidad del profundo sufrimiento. El profeta lo describe como un Renuevo tierno en tierra seca, de aspecto inatractivo, insignificante y sobre todo indigno de poner sobre Él nuestra esperanza (Is 53:2). En ese momento de humillación no vimos en Él un Salvador y mucho menos un Rey exaltado porque Él cargaba toda aflicción, vergüenza y pena sobre Sus hombros. Tanta fue Su carga que, así como quien tiene delante un cuerpo descuartizado y sangriento voltea su rostro por el horror, así lo despreciamos y le llamamos “Varón de dolores”. Tan extensa fue Su carga por nuestros pecados que ciertamente aparentaba que le pertenecían. Tan fuerte abrazó sobre Sí mismo nuestras penas que por un momento era indistinguible saber que la corrupción que cargaba no era Suya 13 , y le consideramos como “azotado, herido de Dios” (Is 53:4), pero estábamos equivocados. No fue por Sus pecados, sino por los nuestros. El verso 5 lo repite cuatro veces 14 : » Herido por nuestras transgresiones. » Molido por nuestras iniquidades. » El castigo por nuestra paz fue sobre él. » Por sus heridas hemos sido sanados. El lenguaje usado no permite una mejor manera para describir un sacrificio expiatorio de sustitución. Tenemos la más explícita presentación de sustitución penal expiatoria en todo el AT y quizás en toda la Escritura: Él tomó nuestro lugar y por causa de nuestros pecados fue castigado; como resultado tenemos eterna paz y salvación. Nosotros pecamos, pero no fuimos heridos, sino Él. Él sufrió nuestro dolor. Nosotros le dimos la espalda a Dios y como ovejas nos descarriamos, pero para nuestro asombro el Señor tomó todas nuestras iniquidades y las cargó sobre Él. Ciertamente Él fue oprimido y afligido, pero “no abrió Su boca” 15 (Is 53:7). No se defendió, ni le huyó al dolor. Su asombrosa conducta es comparada a un cordero en silencio que es llevado al matadero. Es una metáfora que dice que el Siervo de Dios es el excelso “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29). Como parte de Su opresión, fue juzgado injustamente y condenado por una generación indiferente a la realidad de que fue castigado hasta la muerte en sustitución por “la rebelión de Su pueblo” (Is 53:8 RV60). No entendieron, no les importó, y considerándole criminal, hasta dispusieron darle sepultura de hombre malvado que según las costumbres era en una fosa común. Pero no sucedió así, sino que fue sepultado como un rico 16 . Ese pequeño detalle es relevante porque 17 este Siervo “no hizo ningún mal” (Is 53:9) y fue inocente ante Dios de todos los cargos en Su contra. En otras palabras, como evidencia del favor divino, Dios intervino en contra de las intenciones humanas. Declaró histórica y universalmente la inocencia del Siervo, asegurandose de que su sepultura no fuera como la de un criminal, sino como la de un hombre rico 18 . ¡Victoria final! Detrás del Cordero inmolado estaba la voluntad de Dios, porque dice la Escritura: “quiso el Señor quebrantarle” (Is 53:10, ver Is 46:10). Es evidente la premeditada intención detrás de los hechos, pero el quebrantamiento no es la meta, sino tan solo el medio. Porque por medio de la expiación Dios planificó 1) prosperar al Siervo con muchos hijos, riquezas y un triunfo victorioso; 2) dar eterna satisfacción al Siervo cuando viera al final la sonrisa de Dios; y 3) justificar a muchos y cargar con sus iniquidades (Is 53:11). ¡Cuán poderosa sustitución expiatoria! Por medio de cargar sobre Sí nuestro pecado y castigo, Dios le ha exaltado como Rey supremo y ha provisto para nosotros eterna salvación gloriosa en Él. 8 La esencia de la cruz Dijo el apóstol Pablo: “Jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de Jesucristo” (Gá 6:14), porque la cruz es la vida y el gozo del cristiano. No hay ira tan profunda que la cruz de Cristo no apacigüe, ni transgresión tan grave que no quite, ni sufrimiento tan profundo que no pacifique, ni mancha tan sucia que no limpie. No hay pecado que no borre, ni deuda tan grande que no pague. ¡Oh, excelsa cruz de Cristo! En la cruz fue la muerte expiatoria de nuestro Señor Jesucristo, pero ¿cuál es la esencia de la cruz? La esencia es que Cristo murió haciendo expiación penal en sustitución por nosotros. Dios, en Su Palabra, presenta esta esencia en tres elementos imprescindibles, mostrando que la muerte expiatoria de Cristo fue una muerte s ustitutoria , penal y satisfactoria . Sustitutoria La sustitución señala un glorioso intercambio: Cristo tomó nuestro lugar. Nos tocaba ser humillados y avergonzados como Él lo fue, recibir el castigo que Él recibió y sufrir lo que Él sufrió. Él murió la muerte que nos tocaba morir. Aquí coinciden todos los pasajes que hablan de este tema. El apóstol Pablo escribió a los hermanos en Corinto: “Al Que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado” (2Co 5:21). Tambiéndijo a los de Galacia: “Cristo nos redimió […] haciéndose maldición por nosotros” (Gá 3:13). El autor de Hebreos escribió: “Para que Jesús […] gustase la muerte por todos.” (Heb 2:9). El apóstol Juan en su carta dijo que Jesús “es la propiciación por nuestros pecados” (1Jn 2:2). Jesús dijo de Sí mismo: “el Hijo del hombre vino […] para dar Su vida en rescate por muchos” (Mr 10:45; Mt 20:28). El apóstol Pedro escribió que “Cristo padeció por nosotros […] Él mismo llevó nuestros pecados […] por Su herida hemos sido sanados […] padeció por los pecados, el Justo por los injustos” (1P 2:21-24; 3:18); en su comentario a la epístola de Pedro, el doctor Thomas Schreiner dice: “La frase ‘Cristo padeció por nosotros’ se refiere al sacrificio vicario [sustitutorio] de Cristo, enfatizando que la idea es explícitamente expresada en el verso 24 y luego en el verso 18 del próximo capítulo 1 ”. La evidencia de la sustitución es extensa y además está fundamentada por la gramática misma de las conjunciones usadas. En todos estos pasajes antes citados encontramos una de estas dos palabras griegas: u`pe.r (jypér) o avnti, (antí). La gramática y el contexto de cada uno de estos pasajes definen estas conjunciones, que han sido traducidas como “por” 2 , a ser entendidas como “en lugar de”, “en favor de” o “en vez de” 3 . Así que en estos pasajes vemos la descripción explícita de que la muerte de Cristo fue, en esencia, sustitutoria, es decir, en lugar de aquellos por quienes murió. Penal El elemento penal de la muerte de Cristo significa que Su muerte fue aquel castigo prescrito como pena a todo aquel que se rebela en contra de Dios y viola Su ley 4 . Y cabe señalar que el problema del hombre con Dios no mejora con un cambio de conducta. Tampoco pudiéramos asumir que la vida de Cristo fue tan solo un gran ejemplo a seguir y que desafortunadamente terminó en las manos sangrientas del Imperio Romano. Su muerte no fue una corrección, ni una calamidad, ni una disciplina, sino un castigo penal. ¿Por qué castigar? Porque Dios ha atado la gloria de Su nombre a Su justicia y Su justicia demanda que toda maldad sea pagada. Él ha declarado y no se retractará: “Yo pagaré” (Dt 32:35; Ro 14:19). La muerte es el castigo que merece el pecado. La justicia de Dios demanda castigo y el castigo es la muerte. La Palabra dice: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Gn 2:17), “el alma que pecare morirá” (Ez 18:20), “la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23), “cualquiera que maldijere a su Dios llevará su iniquidad […] ha de ser muerto” (Lv 24:15-16), “maldito todo el que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gá 3:10). Por tanto, sabemos que solo hay dos opciones: o paga el pecador, o paga Cristo, y si paga Cristo somos “hechos justicia de Dios en Él” (2Co 5:21), porque en Él fue anulado “el acta de los decretos que había contra nosotros […] clavándola en la cruz” (Col 2:14). Satisfactoria El elemento de satisfacción es nuestra garantía de que no hay manera que se pague dos veces por un mismo pecado. Cuando Cristo murió por los pecados, todos los pecados fueron pagados y la justicia de Dios fue satisfecha. Dios quedó satisfecho por completo, porque una compensación completa fue realizada. Así lo expresa el autor de Hebreos: Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos… Hebreos 9:27-28 El pasaje muestra que, en ambos casos, el nuestro y el de Cristo, hay un aspecto finito: Los hombres “mueren una sola vez” 5 . El caso del hombre es grave porque sus oportunidades para prepararse para el juicio terminan cuando muere, pero, entonces, Cristo es introducido para llevar los pecados. En medio de la explicación, el autor vuelve e inserta la misma extraordinaria frase “una sola vez” 6 , a fin de que no quede duda de que la obra de Cristo en la cruz logró satisfacer el juicio de Dios. El apóstol Juan resalta la misma garantía en su evangelio. Cuando llegó el momento de Jesús terminar Su obra y lograr la redención y la salvación para los suyos, Jesús dijo: “Consumado es” (Jn 19:30). Con esas últimas palabras Jesús selló la obra que finalizó el castigo, y la justicia de Dios quedó satisfecha. Por tanto, podemos estar seguros de que “tenemos paz para con Dios” (Ro 5:1), que habiendo Dios entregado a Su Hijo por nosotros, sabemos también que “nos concederá con Él todas las cosas” (Ro 8:32) y que nada ni nadie “nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro 8:37-39). Una mesa de tres patas Como se dijo al principio, la esencia de la cruz contiene estos tres elementos imprescindibles, mostrando que la muerte expiatoria de Cristo fue una muerte 1) Sustitutoria, 2) Penal y 3) Satisfactoria. Esta unidad inseparable la podemos ilustrar con una mesa de tres patas. Si le quitas una de las patas a la mesa, la mesa se cae. De igual manera, si solo suspendemos uno de los elementos, hemos perdido la esencia de la cruz. Si no es penal, entonces Dios no es santo y Cristo murió en vano. Si no satisfizo a Dios, entonces Jesús no tiene poder y aún estamos en nuestros pecados. Si no es en sustitución por los pecadores, entonces Dios no es Justo porque castigó a Jesús, el inocente y sin pecado. La esencia de la cruz es completamente gloriosa y nos invita a unirnos a las hermosas palabras de los creyentes del segundo siglo: ¡Oh, la excelencia, la gentileza y el amor de Dios! ¡Oh, dulce intercambio! ¡Oh, inescrutable creación! ¡Oh, los inesperados beneficios: que la maldad de muchos sea llevada sobre el Justo, y la justicia de Uno sea para la justicia de muchos impíos! 7 Gracias damos al Padre que derramó toda su ira por nuestros pecados sobre Jesús. Y gracias a Jesús que puso su vida en sustitución por la nuestra. Por eso sabemos que Dios quedó satisfecho y ya “no hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Ro 8:1). 9 La propiciación: el resultado de la cruz, I Propiciar es pacificar la ira del ofendido. Cuando Cristo murió en la cruz absorbió toda la ira de Dios, y resuelto el problema de la ira tenemos paz con Dios. El punto neurálgico es la ira de Dios, porque la ira se interpone entre Dios y nosotros al punto que, si no es propiciada, ni siquiera podría iniciarse una relación entre Dios y el pecador. Pero, por medio de Cristo, “a quien Dios puso como propiciación” (Ro 3:25), Dios es justo justificando al impío que cree, y “habiendo sido justificados […] tenemos paz para con Dios 1 ” (Ro 5:1). La ira de Dios no es un enojo arbitrario, pasión salvaje o temperamento descontrolado tal como la de los dioses de las otras naciones 2 , sino que Dios se enoja porque ama 3 . La ira de Dios es una constante oposición contra toda injusticia y contra toda rebeldía (Ro 1:18) 4 por Su santa determinación de justamente castigar toda maldad (Ro 2:6- 9) 5 . La ira de Dios es Su santa voluntad establecida que reacciona contra todo lo que le deshonra. Es la manifestación del disgusto de Dios porque han ofendido Su grandeza inescrutable 6 y, cuando se manifiesta, su resultado es juicio, condenación y muerte. Esa ira fue la que Cristo absorbió en la cruz cuando vino a ser nuestra propiciación. En el Antiguo y en el Nuevo La Escritura testifica de la ira de Dios tanto en el AT como en el NT, pero, más importante aún, ambos proclaman la propiciación. El NT siempre presenta la propiciación en un contexto de principios y argumentos que resaltan la ira, el amor y la obra redentora de Cristo. El AT, por otro lado, ilustra la propiciación. Por ejemplo, Números 16:41-50 describe a Dios airado y diciendo: “¡Apártense […] los consumiré en un momento! 7 ” ¿Por qué tanta ira? Fue a causa del pecado del pueblo que “murmuró 8 ” con un corazón mal agradecido. Pero, en medio de la inaplazable destrucción, la ira de Dios fuepropiciada por medio de los instrumentos del altar que Dios mismo les había concedido. Ese día “se hizo expiación 9 por el pueblo” cuando la ira de Dios fue pacificada. La propiciación también fue ilustrada en las ceremonias y los instrumentos del tabernáculo. Por ejemplo, la ley habla del “propiciatorio” (Éx 25:17-22; Lev. 16:1-3, 13-15) 10 , una lámina fina de oro que cubría el Arca del pacto y que funcionaba como un símbolo 11 pacificador entre el Santo Dios y el pueblo pecador, para allí Dios habitar en medio del pueblo y darle instrucciones. La necesidad de propiciar El NT tiene cuatro pasajes que describen la propiciación (Ro 3:24-25; Heb 2:16-17; 1Jn 2:2; 4:10). Sin embargo, Romanos 3:24-26 es el más importante y es el que más desarrolla el significado de este concepto. “Es considerado el texto crucial a estudiar. Pablo le ha dedicado pesada artillería para demostrar la ira de Dios y el juicio contra el pecador” 12 . El texto dice: …la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús. El contexto señala que todos somos igual de pecadores condenados, pero que por medio de la redención Dios gratuitamente justifica en Cristo, a quien exhibió públicamente como propiciación. El resto del pasaje explica el propósito (¿para qué?) y la razón (¿por qué?). ¿Cuál fue el Propósito? Fue “para demostrar su justicia”. Es en el acto de la propiciación que Dios combina su naturaleza, “Dios justo”, junto con su carácter, “Dios misericordioso”, y justifica al impío. En otras palabras, ya que Dios es justo, condena y castiga el pecado y abomina cualquier concepto que declare “justo” al pecador (ver Pro 17:15); y ya que es misericordioso, perdona a aquel que únicamente merece condenación y castigo. ¿Qué hace Dios para armonizar estas verdades? 13 Satisface Su justicia en la propiciación por medio de la sangre de Cristo, es decir, justifica al impío creyente (Ro 4:3-8) y logra Su intención, de que “Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús” (Ro 3:26). ¿Cuál fue la razón? Fue “por causa de haber pasado por alto los pecados pasados”. ¿Qué necesidad había de que Dios manifestara su justicia de tal manera? ¿Que necesidad había de hacer una exhibición pública? La idea es que algo que define a Dios estaba en juego: Su justicia. Dado que Dios anteriormente pasó por alto y perdonó a muchos que creyeron, la historia parecía presentar a Dios como uno que aceptó el pecado, y que sin juicio absolvió al impío. Por ejemplo, ¿qué derecho tenía Dios de perdonar a Abraham si Abraham era un impío (Gn 15:6-7; Neh 9:7; Ro 4:1-4)? ¿Con qué derecho el Profeta Natán dijo al adúltero y asesino David: “El Señor ha quitado tu pecado; no morirás” (2Sa 12:13; Sal 51:1-6; Ro 4:4-8)? Por esa causa fue necesaria una propiciación pública. La redención pública como propiciación por medio de la sangre de Cristo fue prueba y firme demostración de que todo castigo merecido a causa de los pecados fue tratado en base a todas las demandas de la santidad de Dios. Toda la ira producida por el pecado de Abraham, David y todo el que murió juntamente con Cristo descansó sobre el Calvario y Dios quedó satisfecho. La propiciación redefine la justicia porque para el hombre la justicia termina cuando es alcanzada la conformidad con la ley y, en tal caso, lo justo sería que todos reciban inmediata y eterna condenación. Pero la cruz muestra una justicia superior, porque por medio de la cruz Dios revela que lo “justo” es que Él sea libre para condenar (Ro 3:1-8) 14 o para salvar gratuitamente (Ro 3:21-24) al pecador 15 . Sabemos que esta es Su suprema meta porque fue logrado al mayor costo posible: la vida de Su único Hijo, Jesús. Los hechos de la propiciación muestran lo teocéntrica que es la salvación de los pecadores. Sin Dios tener más juez que el amor por Su propia gloria, derramó sobre la cruz toda la merecida ira divina hasta una completa satisfacción. Como resultado de eso, nosotros somos beneficiados; ya ninguna ira hay para todo aquel que murió juntamente con Cristo. En todo esto, Dios es justo cuando justifica al impío, y nosotros somos bendecidos. 10 La redención: el resultado de la cruz, II La redención es el rescate 1 o la liberación que alguien otorga mediante el pago de un monto determinado. En la cruz Cristo entregó Su vida para rescatarnos. Allí fuimos redimidos porque Él pagó el costo; fuimos comprados por gracia infinita. El pago lo hizo Jesús. Pagó con Su vida, con Su preciosa sangre derramada, la cual vale más que diez mil universos. Señalado desde los tiempos antiguos La teología de redención en el AT es extensa. Contiene una combinación de historias, ceremonias, aspectos culturales, símbolos y declaraciones explícitas, todas señalando a una redención final como la única solución y fundamento de la esperanza del creyente. Por ejemplo, hay tres palabras de donde fluye mucha de esta riqueza: » En Levítico 25:47-54 la palabra hebrea lag (gâʼal ) era usada cuando algo o alguien (una casa, un familiar o un predio) era redimido mediante el pago realizado de su respectivo costo. » En Éxodo 13:11-15 la palabra hebrea hdp (pâdâh ) significa redimir, pero ligada a un concepto de sustitución. En el texto anterior, por ejemplo, se rescataba un asno ofreciendo la vida de un cordero a cambio; pero también los levitas sirvieron como sustitutos para redimir a los israelitas (Nm 3:11-13), o se daban cinco siclos 2 de plata por un israelita de un mes de edad (Nm 18:16). » Éxodo 18:1-12 usa la palabra hebrea lcn (nâtsal ) cuando Moisés le contó a su suegro Jetro de “lo que el Señor había hecho con Faraón”, y ese acto de Dios Moisés lo describió con estas palabras: “los había librado (redimido) el Señor” (Éx 18:8). Sabemos que el lenguaje de redención fue muy valorado por Israel, pero ¿tenía eso algún significado o enseñanza espiritual para ellos en cuanto a su salvación? Sí, pues la redención en la narrativa, las ceremonias y los símbolos apuntaban a la obra de salvación de Dios necesaria para tener comunión con Él y, al final, estar con Él para siempre 3 . Así fue expresado por Dios mismo cuando les dijo: “Los libraré [nâtsal ] […] redimiré [gâʼal …] y tomaré por pueblo, y Yo seré el Dios de ustedes, y sabrán que Yo soy el Señor” (Éx 6:6-7). También fue reconocido por el pueblo cuando cantó alabanzas al ser rescatado del Mar rojo, porque dijo de la obra de Dios: “En Tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido, los has guiado a Tu santa morada, al monte 4 de Tu morada, [… a Tu] santuario. El Señor reinará” (Éx 15:13, 17-18). Dios les dijo, y así ellos también entendieron, que todo apuntaba a la meta divina: conocer y morar eternamente con Dios. Rescatados y comprados La Escritura presenta al pecador como uno que es esclavo. La cautividad es causada por el pecado y es necesario que alguien pague por su liberación porque los enemigos del pecador, la muerte y las huestes de maldad, toman ocasión de esa esclavitud para destruirle (1Co 15:53-57). La esclavitud no es material, sino que ilustra la cautividad espiritual causada por el pecado y se manifiesta en la realidad del pecador como pena, culpa y castigo. La única esperanza del pecador es que alguien fuera de él lo redima, porque el precio del pago es imposible para él, pero posible para Aquel en quien tenemos “redención mediante Su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de Su gracia” (Ef 1:7). En la cruz fue realizado el pago completo y fue comprada la libertad en Cristo 5 . Los pasajes más relevantes del NT usan una de dos palabras griegas. La primera es lu,tron (lytron ), que se define como el precio
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