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Historia de la Psicología en Uruguay Gobiernos, psicologías, subjetivaciones Historia de la Psicología en Uruguay Gobiernos, psicologías, subjetivaciones Jorge Chavez Bidart Título Historia de la Psicología en Uruguay. Gobiernos, psicologías, subjetivaciones Autor Jorge Chavez Bidart 2022, Editorial Azafrán para la presente edición en español Derechos cedidos por Jorge Chavez Bidart Facebook https://www.facebook.com/editorialazafran/ Instagram @azafraneditorial Correo editorialazafran@gmail.com Coordinación editorial y revisión Javier Rey Diseño de cubierta y portadillas Ana Inés Puig Diseño editorial, armado y maquetado Ana Inés Puig y Javier Rey Esta edición de 100 ejemplares fue cuidadosamente diseñada, impresa y encuadernada de modo artesanal por Azafrán Editorial en Montevideo, desde el mes de Octubre de 2022. ISBN 978-9915-41-385-3 Licencia Copyleft Tanto el autor como los editores habilitan la reproducción total o parcial de la presente obra, sugiriendo y agradeciendo la notificación, de ser posible, de estas acciones. Tal reproducción queda habilitada con fines de lectura, estudio y recreación, pero no con fines económicos. Dedicado : Con amor a Emma, Guillermina y Claudia. 9 Agradecimientos: A la educación pública en general y a la Universidad de la República por permitir y defender el acceso público al conocimiento. A la Facultad de Psicología de la Universidad de la República por impulsar la formación de posgrados, promoviendo que sus docentes estén cada vez mejor formados y calificados, a la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba y especialmente a su Programa de Doctorado por apoyar la realización de este estudio. Agradezco a quienes me recibieron y permitieron realizar largas estadías en sus bibliotecas y espacios de trabajo. En primer término, a las maestras, bibliotecarias de la Biblioteca Pedagógica Central Maestro Sebastián Morey Otero y de la Hemeroteca Elbio Fernandez y la Sala de Investigación del Museo Pedagógico y Biblioteca Pedagógica. A Juan Gil y Angela por recibirme y posibilitar investigar en la Biblioteca de la Facultad de Medicina y en Archivo del Departamento de Historia de la Medicina. A Ana de Souza, ex-directora de la Biblioteca de Facultad de Psicología y del Archivo Histórico de la Facultad de Psicología y a las autoridades del Instituto Interamericano del Niño. A Carlos Pérez, maestro de las primeras horas y a Arthur Arruda Leal Ferreira de la Universidad Federal de Río de Janeiro por acompañar la elaboración de este trabajo y especialmente por su afecto y amistad. A todos quienes integran y han pasado por por el Grupo de Investigación Estudios de la Gubernamentalidad, Ciencia, Tecnología y Subjetividad de la UdelaR y especialmente a los compañeros del programa de Fundamentos Históricos y Políticos de las Prácticas en Psicología y del curso de Historia de la Psicología. A Gabriela López por su trabajo en la corrección de estilo. A Javi y Ana, quienes desde su tarea editorial habilitaron a que este trabajo procedente de la formación pública sea de libre acceso para todos quienes se interesen en conocer una versión del pasado de la psicología. 11 Índice Introducción ..................................................................................................... 15 1. Gobernar, las raíces de la conducción .................................................... 23 2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad ........................49 2.1 Espiritualismo, psicología y espiritismo 57 2.2 El arribo del positivismo 62 2.3 Educar al pueblo, construir una nación 65 2.4 Educación y positivismo, base del proyecto modernizador 74 2.5 Pedagogía, psicología y la nación como horizonte 86 2.6 Pedagogía y psicología ensamblados al proyecto educativo 98 3. Ciencia, gobierno y psicología experimental ........................................ 105 3.1 La universidad positivista 110 3.2 El gobierno liberal y el positivismo 112 3.3 Cambia la población, se transforma el gobierno 121 3.4 Los rumbos del gobierno educativo 126 3.5 La Psicología: de ciencia metafísica a ciencia positiva 133 3.6 El primer laboratorio de psicología en América del Sur 142 4. Estado moderno y subjetivación de la ciudadanía ..............................153 4.1 El complicado arribo al siglo XX 158 4.2 El Batllismo y el país unificado 162 4.3 La estatalización del gobierno 166 12 Historia de la Psicología en Uruguay 4.4 Matriz de ciudadanía y subjetivación del ciudadano 170 4.5 La racionalidad política en práctica 174 4.6 Devenir ciudadanos 182 5. La psicología en la construcción de ciudadanía ..................................211 5.1 Reformas y conservadurismo 214 5.2 Crisis escolar: la ciencia al rescate 221 5.3 Educación cívica y encauzamiento moral 228 5.4 Mujeres desobedientes 234 5.5 Eugenesia e higiene: cuidado y conducción 240 5.6 Medicalización, educación y ciudadanía 246 5.7 La psicología en el proyecto nación 257 6. Psicología: gobierno y medicalización de la infancia ........................287 6.1 El centenario: cien años del gobierno propio 290 6.2 El gobierno de la infancia 304 6.3 La educación, herramienta de la corrección moral 325 6.4 Higienismo aplicado: infraestructuras y capacidades mentales 333 6.5 Psicología: proyectos, experiencias y potenciales expertos 349 7. El entramado psi: heterogeneidad e hibridación ................................ 377 7.1 Gobernar los gobiernos: una tarea sin fin 380 7.2 El destino de la nación: la infancia y su protección 386 7.3 Psicología: de la deficiencia mental a la conducta irregular 404 7.4 Psicología aplicada: extensividad y precisión 414 13 7.5 Laboratorios de psicopedagogía en la enseñanza pública 429 8. Formación y profesionalización en psicología ....................................447 8.1 El normotipo del niño y el adolescente uruguayo 451 8.2 El Centro de Estudios Psicológicos de Montevideo 477 8.3 La Clínica Médico Psicológica 490 8.4 La Licenciatura en Psicología y la psicología universitaria 499 8.5 Expertos y profesionales: controversias con la psiquiatría 528 9. Conclusiones ............................................................................................... 535 9.1 Genealogía y estratos 538 9.2 Racionalidades de gobierno y psicologías 545 9.3 La psicología, el gobierno y los sujetos 551 Referencias Bibliográficas .......................................................................... 555 Introducción 17 Introducción Los estudios sobre los conocimientos disciplinares en sus más variadas versiones, sean sobre la creación, internacionalización y recepción, o aquellos enfocados en las formas en que un colectivo los aplica, legitima y los convierte en verdades, son realizados desde una amplia variedad de perspectivas, generando un sinnúmero de narrativas que, en algún momento de su elaboración, utilizan como un recurso válido, recostarse sobre el pasado del conocimiento, especialmente sobre su historia. En el caso de la psicología, los estudios históricos de la disciplina han elaborado un camino propio donde es posible reconocer objetos, perspectivas y tradiciones historiográficas bien disímiles (Klappenbach, 2006), que contrastan con aquellas primeras experiencias de los años 80 y 90 del siglo XX a nivel regional y local, destacadas por su carácter endogámico, una débil conexión al circuito académico internacional y, por ende, ajenas a las diferentes problematizaciones y controversias que se daban en la historiografía de la psicología1. Durante ese período, la historia de la psicología como campo académico emerge como necesidad en la enseñanza de la profesión, por lo que las producciones tuvieron un 1 Ver Ash (1983), Danziger (1984, 1993), Furumoto (1989). 18 Historia de la Psicología en Uruguay fuerte sesgo sobre lo que se ha definido como modalidades celebratorias o sesgadas sobre la historia interna de la disciplina,característica que se dio a nivel internacional (Danziger, 1993). Posteriormente, el interés por las condiciones sociales y culturales de los saberes, la articulación con desarrollos de las ciencias humanas y sociales, el diálogo con los desarrollos de la historiografía en general, de la historia de las ciencias, de la historia social y cultural, de la arqueología de los saberes y los estudios de recepción, entre otros, posibilitaron redefinir la historiografía de la psicología, configurando un amplio campo de investigación (Massimi, 1996; Vezzetti, 2007). El presente estudio se inscribe en el marco de lo que se conoce como historia crítica de la psicología (Danziger, 1984), enfocado especialmente en la pregunta que formuló Nikolas Rose (1998) ¿De qué manera debería hacerse la historia de la psicología?, a la que responde: «una historia crítica de la relación entre lo psicológico, lo gubernamental y lo subjetivo» (p. 41). Para acercarnos al entramado relacional elaborado a partir de la articulación de estas dimensiones en el Uruguay, utilizaremos una perspectiva genealógica (Nietzche, 1888, Foucault, 1988) desestimando la búsqueda de sus orígenes y las continuidades históricas, sin pretender construir un relato oficial, sino con el interés de proporcionar un enfoque que sume al campo heterogéneo de la psicología y a la multiplicidad de sus historias. Desde una perspectiva genealógica se aborda la articulación entre el conocimiento y prácticas de la psicología, las tecnologías de gobierno y los procesos de subjetivación en el Uruguay moderno. La hipótesis planteada es que a partir del estudio de los ensambles entre las tecnologías de gobierno y las prácticas psicológicas, a la vez que reconocemos los fundamentos de estas prácticas, podremos visualizar los procesos de traducción de la racionalidad política de gobierno en el campo de la psicología y también identificar y caracterizar los modelos subjetivos propuestos desde las prácticas psicológicas. El período en que situamos nuestro estudio va de 1830 a 1960, entendiendo que durante ese período comienzan a desplegarse aquellas acciones tendientes a gobernar, incluidas en lo que consideramos los pasos iniciales en el proceso de gubernamentalización (Foucault, 2006) 19 Introducción del país. Ese proceso de gubernamentalización referido a la gestión y conducción de la vida de la población y a cada una de las personas tuvo como correlato la construcción del Estado y la expansión de sus acciones (Filgueira, Garcé, Ramos y Yaffé, 2003). Si bien nuestro estudio no se focaliza en la formación del Estado, más bien en las prácticas de gobierno y específicamente en la articulación del saber «psi» con esas prácticas, nos parece adecuado considerar esta periodización, ya que refiere a un despliegue de acciones que alineó a instituciones, actores, procedimientos y técnicas, con cierta racionalidad compartida y que buscaron alcanzar objetivos de gobierno. Este libro es una adaptación de la tesis doctoral Genealogía de las prácticas en el campo de la psicología y su relación con las tecnologías de gubernamentalidad en el Uruguay moderno. Un enfoque desde los Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad defendida en el 2020 en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), dirigida por el Prof. Dr. Arthur Leal Ferreira de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Las fuentes relevadas para el estudio fueron fundamentalmente documentación escrita, en su mayoría documentación bibliográfica y hemerográfica y documentación de archivo, especialmente documentos oficiales de instituciones educativas, médicas y de la psicología. Los establecimientos donde realizamos la búsqueda y recolección de materiales entre los años 2013 y 2016 fueron: • Archivo de la Cátedra de Historia de la Medicina • Archivo del Departamento de Historia de la Medicina • Archivo Histórico de la Facultad de Psicología • Biblioteca de la Facultad de Medicina • Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación • Biblioteca de la Facultad de Psicología • Biblioteca del Instituto Interamericano del Niño • Biblioteca Nacional del Uruguay • Biblioteca Pedagógica Central Maestro S. Morey Otero • Hemeroteca Elbio Fernández. Sala de Investigación del Museo Pedagógico y Biblioteca Pedagógica 20 Historia de la Psicología en Uruguay Se relevaron documentos digitalizados, por lo que fue de gran aporte el Proyecto Anáforas de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República, que cuenta con un invaluable repositorio de documentos, imágenes y materiales del pasado, situado en: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/ En lo que respecta a documentos digitalizados, también fue de continua consulta la biblioteca digital Internet Archive, situada en: https://archive.org/ El enfoque teórico utilizado en este trabajo articula los aportes de la historia crítica de la psicología (Danziger, 1984, 1993; Rose, 1998), los estudios de la gubernamentalidad (Foucault, 2006, 2007; Castro Gómez, 2010; Rose, O Malley, Valverde, 2006) y los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (Callon, 1980, 1987, 1995; Latour, 1999, 2001, 2008; Law, 1987, 1999, 2009). Desde esta perspectiva se estudiaron las prácticas de gobierno, prestando atención a las relaciones y ensambles entre elementos de diferente naturaleza con el objetivo de llevar adelante acciones de gobierno, y en esos entramados nos focalizamos sobre el saber y las prácticas de la psicología. Entendemos la idea de gobierno como la acción de conducir o guiar las conductas (Dean, 1999) y tomamos la noción de gubernamentalidad de Foucault (2006) para incluir en esta idea, tanto la conducción de las personas y sus relaciones por parte de diferentes saberes y sus expertos, como la gestión de las cosas, los territorios, la administración del comercio y otras actividades. A la vez que se despliegan estas acciones, se construyen las bases para la futura racionalidad del Estado moderno y se propone una singular composición subjetiva para la población a gobernar. Los entramados creados en torno a los procesos de gubernamentalización se hunden en las raíces de la historia del país, y sumergirse en busca de sus procedencias exige involucrarse con los estratos más lejanos de una historia que, aunque corta, resulta sumamente compleja. Es en ese devenir, desde los estratos más simples en términos de gobierno hasta aquellos más complejos en tanto proliferación de múltiples gubernamentalidades, en que la psicología pasó de la inexistencia absoluta a formar parte de los regímenes de prácticas del gobierno, a la vez que de un escaso repertorio de conocimientos y 21 Introducción prácticas, pasó a constituirse en una disciplina autónoma y reconocida socialmente. Nos proponemos ubicar en ese devenir, la presencia de la psicología, sus rasgos singulares, sus articulaciones con diferentes prácticas de gobierno, su involucramiento en los procesos de subjetivación, lo que nos exige «desprender uno a uno, los diferentes estratos de significado e intentar una genealogía de sus asociaciones» (Latour, 1998, p. 285). Las historias de la psicología pueden centrarse en los aspectos internos de la disciplina o pueden prestar atención a su carácter relacional en busca de encontrar sus procedencias, es justamente desde este último enfoque, que intentamos dar cuenta del devenir de las psicologías en relación a otros elementos, como saberes, prácticas, infraestructuras, leyes, artefactos técnicos, entre otros. También prestamos especial atención a la articulación de la psicología con proyectos de un país porvenir y, en ese horizonte, nos propusimos reconocer las proposiciones de la psicología para el tipo de sujetos con los que era deseable contar en la futura nación. Desde esta perspectiva, el trabajo sobre el pasado de la disciplina también es un trabajo sobre su presente, ya que conocer cómo se han producido losprocesos de subjetivación en los que ha participado la psicología, sus aportes a la construcción subjetiva de la infancia, de mujeres y hombres, de sus ideales y valores, de sus comportamientos y sensibilidades, resulta un elemento indispensable para el trabajo actual de la psicología, tanto sobre sí misma como sobre las acciones que involucran a otros. 1. Gobernar, las raíces de la conducción 25 1. Gobernar, las raíces de la conducción «...en cuarenta y cinco años; dieciocho revoluciones! Bien puede decirse, sin exageración, que la guerra es el estado normal en la República» Varela, 1876, p. 16 El énfasis con el que José Pedro Varela1, a finales del siglo XIX, sintetizó y expuso las particularidades de ciertos aspectos de la convivencia social, brinda una imagen un tanto indómita e ingobernable de nuestros antecesores. El categórico enunciado no necesita de ornamentos para expresar el modo en que se resolvían las disputas en aquellos tiempos; a pesar de esto, también es difícil sostener la idea de enfrentamientos inacabables sin considerar la posibilidad de que tales acontecimientos emergieron en un escenario donde la convivencia pacífica también fue parte de la existencia de las personas. Las palabras de Varela reflejan el difícil periplo que durante cinco décadas resultó el intento de ordenar un territorio y conducir a las personas con la pretensión de construir una nación y, especialmente, la de construir modalidades de gobierno, tanto para gobernarse a sí mismos como para gobernar a todos. 1 José Pedro Varela (1845-1879) fue un periodista y político uruguayo que se destacó por su labor transformadora en el campo de la educación. Integró un colectivo de personas interesadas en la educación, la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, y desde ese colectivo, desplegó su actividad de reflexión y transformación sobre la educación en el Uruguay. 26 Historia de la Psicología en Uruguay Un acontecimiento fundante del proceso de gubernamentalización del Uruguay fue la jura de la constitución de 1830. Varios autores destacaron las falencias de la carta jurídica que impidieron generar condiciones para gobernar. Alberto Zum Felde2 (1967) criticó su carácter teórico, el no haber considerado la vida real de la población e instalar el centralismo político y administrativo. Pivel Devoto3 y Ranieri de Pivel4 (1956), le adjudican responsabilidad en el lento proceso de institucionalización del país y, por ende, en el ejercicio del gobierno. A estas dificultades en el propósito de instalar un gobierno, se sumó la injerencia de países limítrofes (Argentina y Brasil), el escaso desarrollo económico, la ausencia de clase media que procurara la estabilización social y por otro lado, la presencia de diversos tipos subjetivos, como el gaucho, al que se lo vinculó con una imagen de desorden y anarquía. La población quedó dividida entre los de la ciudad y los del campo. La población rural elegía representantes cada tres años, «representantes» ilustrados y dedicados a deliberar, quedando por fuera del registro político una gran fuerza activa del país, una masa rural que no solo representaba un sector de la población, sino que, de la misma manera que el patriciado componía un universo existencial urbano que creaba y recreaba, el sector rural también componía su propio universo. Dejar fuera del espectro político y, concretamente, de las prácticas de gobierno a ese sector, significó aislar un modo de entender y vivir lo político, lo económico y lo moral, que se nucleó en torno a la impronta del caudillismo. 2 Alberto Zum Felde (1887-1976) fue ensayista, crítico e historiador, nacido en Argentina y radicado de muy niño en Uruguay. En sus ensayos incursionó en la filosofía, su formación en filosofía, historia y sociología fue autodidacta. Se destacan de sus obras: Proceso histórico del Uruguay: esquema de una sociología nacional (1919), Estética del 900 (1929) y el Proceso intelectual del Uruguay: crítica de su literatura (1930). Su obra se encuentra en: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Alberto_Zum_Felde/ doku.php 3 Ernesto Pivel Devoto (1910-1997) fue historiador y político, perteneciente al Partido Nacional. Fue Ministro de Instrucción Pública entre 1963 y 1967. 4 Alcira Ranieri de Pivel (1914-2006), historiadora, autora de varias obras historiográficas, tanto de autoría propia como en coautoría con Pivel Devoto. 27 1. Gobernar, las raíces de la conducción El intento de ordenamiento jurídico rápidamente fue puesto en cuestión. En 1831 sucedió la matanza de Salsipuedes5 y hasta 1834 se dieron enfrentamientos que expresaron la disputa entre campaña y ciudad. En 1836, chocaron las fuerzas de Fructuoso Rivera6 y Manuel Oribe7, representando sectores antagónicos de los que surgieron, primero, las divisas partidarias y posteriormente, los partidos políticos denominados «tradicionales»: el Partido Colorado y el Partido Blanco, posteriormente Partido Nacional. El enfrentamiento local adquirió ribetes regionales, volviéndose un conflicto internacional al involucrarse Brasil, Argentina, Francia, Inglaterra e Italia en la figura de Giuseppe Garibaldi. Se desató lo que se conoce como la Guerra Grande, culminando casi 20 años después, en 1851. El complejo escenario de esos años puso en cuestión la posibilidad de construir una identidad nacional autónoma, y más para un país que no contaba con tradición estética, intelectual y política definida; sin embargo, existió cierta conciencia de esa dificultad. El 15 de octubre de 1838, 5 El 11 de abril de 1831, 40 indígenas fueron muertos, 300 hechos prisioneros y otros tantos escaparon y fueron perseguidos. Los charrúas, pobladores autóctonos de estas tierras, fueron víctimas de un plan de exterminio, una «solución» basada en el sable y la lanza propia de la época: «Esta ideología del exterminio se fue gestando desde la época colonial y está íntimamente relacionada con una lucha cuasi civilizatoria con los siguientes relieves económicos» (Borges, 2010, p. 35). 6 Fructuoso Rivera (1784-1854), militar y político. Integró las fuerzas artiguistas durante un tiempo, hasta la invasión portuguesa (1816), donde comienza a distanciarse de Artigas y acercarse a la causa portuguesa (1820). Su condición de caudillo y su rol de garante del orden en la campaña le valieron el apoyo de comerciantes y doctores de la capital. Fue el primer presidente del país en las elecciones de 1830 y fundador del Partido Colorado. 7 Manuel Oribe y Viana (1792-1857) participó de la resistencia artiguista frente a la invasión portuguesa; exiliado en Argentina preparó su regreso con el apoyo de Juan Manuel de Rosas en lo que se conoce como el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales, liberando Montevideo de las fuerzas brasileñas. A pesar de enfrentarse a Rivera, fue nombrado por este como Ministro de Guerra y Marina, siendo luego presidente del país en el período de 1835-1839 y fundador del Partido Blanco, posteriormente conocido como Partido Nacional. 28 Historia de la Psicología en Uruguay apareció el periódico El Iniciador. Andrés Lamas8 y Miguel Cané9 fueron sus dirigentes, y en su primera página impresa, a la vez que caracterizan su tiempo, propusieron el horizonte de su empresa: Tal vez parecerá estraño que cuando el ruido de las armas solo es interrumpido por los himnos fúnebres del dolor y por los gemidos del llanto, aparesca el anuncio de un ensayo periódico, puramente literario y socialista: tal vez se fulmine sobre nosotros una mirada desdeñosa al vernos ocupados de las letras cuando la política llena todas las cabezas, conmueve todos los corazones: ¡que importa! esa estrañeza y ese desdén serán injustos: —la injusticia no puede desalentarnos (sic). Un pueblo ignorante no será libre por que no puede serlo:- un pueblo para ser ilustrado es necesario que cultive las ciencias, las artes; que tenga una razón, una conciencia propia: que sepa como, porqué, y para quevive (sic) (Cané, 1838, p. 1). La conquista de la libertad intelectual resultaba, para los actores de la época, la continuidad de la conquista de la libertad política; era el paso siguiente para la emancipación absoluta y construir una «personalidad nacional» propia: Dos cadenas, nos ligaban a España; una material visible, ominosa; otra no menos ominosa, no menos pesada, pero invisible, incorpórea, que como aquellos gases incomprensibles que por su sutileza lo penetran todo, está en nuestra legislación, en nuestras letras, en nuestras costumbres, en nuestros hábitos, y todo lo ata, 8 Andrés Lamas (1817- 1891), escritor, diplomático y político, estudió abogacía y se interesó por los estudios históricos. Fue fundador del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, en 1843, integró el Poder Legislativo y fue fundador del Instituto de Instrucción Pública. 9 Miguel Cané (1812- 1863), escritor y político argentino, se interesó por los estudios históricos, fundando junto a Juan Bautista Alberdi una Asociación de Estudios Históricos y Sociales. Su oposición al gobierno de Rosas la desplegó activamente desde la prensa escrita en la ciudad de Montevideo. 29 1. Gobernar, las raíces de la conducción y a todo le imprime el sello de la esclavitud, y desmiente nuestra emancipación absoluta (Cané, 1838, p. 1). Con claridad se manifestaba que el testimonio de la libertad y la independencia se encontraba en la conquista de las ideas propias, en la producción intelectual e industrial, en las leyes y en la construcción de una matriz de ciudadanía10, rasgo fundamental para construir una identidad nacional. El deseo era más fuerte que las condiciones disponibles para concretarlo; sin embargo, el rumbo hacia dónde dirigir la construcción de la nueva nación comenzaba a trazarse, y el conocimiento11 se disponía como objeto a gobernar. Habitualmente se sostiene que el conocimiento, en sus diferentes versiones y con cierta especificidad el conocimiento científico, se constituyó en Europa, y desde ese lugar central se dispersó globalmente. Esta manera de concebir la movilización del conocimiento relega a los espacios de recepción a una disposición contemplativa y sin incidencia. Sin embargo, claramente los receptores locales y las condiciones de recepción resultan 10 Utilizaremos la idea de matriz de ciudadanía para ubicar a la ciudadanía como una condición emergente de una multiplicidad de prácticas, como negociaciones, disputas y consensos entre diferentes actores, que inciden en la organización y gestión de las formas de convivencia social. Queremos destacar su carácter dinámico y contingente, a la vez que su tendencia a la consolidación. La concepción de ciudadanía ha sido entendida habitualmente como la posesión de derechos. Marshall (1950) divide esos derechos en civiles, políticos y sociales y concibe la plena expresión de estos en un Estado liberal democrático. Esta concepción se afirma en la idea que el Estado asegure esos derechos, por lo que se denomina como ciudadanía pasiva o privada (Kymlicka y Norman, 1994). Esta concepción clásica ha recibido críticas tanto desde sectores de la derecha como de la izquierda política, y desde el feminismo, en ese sentido es y ha sido una noción en disputa. Con la idea de matriz de ciudadanía se intenta no caer en el esencialismo, y subrayar su carácter dinámico y contingente, en tanto refiere a la singularidad de los procesos históricos, sociales y políticos de cada país. 11 Utilizaré conocimiento, como síntesis de una variedad de prácticas y actores heterogéneos involucrados en la creación, transmisión, legitimación y recepción de las diferentes formas de saber. 30 Historia de la Psicología en Uruguay singulares, lo que en definitiva, a la vez que recepcionan, se convierten en condiciones para la transformación de ese conocimiento. Esto no invoca una cuestión de oposición de saberes locales al saber universal europeo, sino, como lo plantea Latour (1992), es cuestión de conexiones. En el caso de Europa y las diferentes zonas colonizadas en América, África o Asia, todos los elementos que fueron transportados y movilizados hacia los centros europeos, datos, mediciones, mapas y diferentes elementos, acercaron mundos y pensamientos distantes y también permitieron que estos centros regionales supieran más sobre otras regiones, conociendo su localización y siendo incluidos en alguna red codificada desde las lógicas comerciales, geopolíticas o de circulación de conocimientos. Al decir de Latour (1992): «quien incluya y quien quede incluido, quien localice y quien sea localizado, todo ello depende, no de una diferencia cognitiva o cultural, sino del resultado de una lucha constante» (p. 217). Esta tesis es tomada por Raj (2007), quien plantea que la recepción del conocimiento científico tuvo el inesperado efecto de hacer visible aspectos culturales específicos de las zonas de contacto, en aquellas zonas donde se dio el encuentro entre dos culturas. Tomaremos este concepto para abordar la circulación de conocimiento en esta zona del sur de América, desestimando la idea que los actores locales fueron carentes de agencia y estableciendo de este modo la singularidad de una historia local del conocimiento y su aplicación, tanto en las formas de gobernar, en el campo intelectual y de la ciencia. Desde esta perspectiva, la Escolástica, como filosofía inicial, a nivel local no tuvo una recepción y posterior circulación similar a otras zonas en la misma época. Se diseminó continuando el plan de creación de las universidades españolas12, arribando a Montevideo con la fundación en 1726 del Colegio de San Bernardino y la primera cátedra de filosofía por parte de los franciscanos (Ardao, 1945/1994; Otero, 1908). A fines del siglo XVIII, la Escolástica se retrajo frente al avance del espíritu científico, habilitando el ingreso del pensamiento cartesiano a la Universidad de Córdoba. 12 Lima (1551), México (1553), llegando a la región con la fundación de la Universidad de Córdoba (1623). 31 1. Gobernar, las raíces de la conducción La falta de organicidad de la iglesia hizo que la recepción de la Escolástica fuese débil y no se arraigara en el ámbito local; incluso la instalación de la Iglesia fue diferente al resto de América, ya que cumplió un papel fundamental en el proceso revolucionario, alineado al accionar independentista de la revolución artiguista: «fue elemento de cohesión revolucionaria y criolla; la revolución artiguista tuvo dirigentes eclesiásticos que aplaudían la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable» (Segundo y Rodé, 1969, p. 123). Esto muestra que, desde los primeros tiempos, la confluencia de los sectores político y religioso, que en otros territorios configuraron una amalgama desde donde se desplegó la actividad de gobierno, a nivel local destacaron por su errático relacionamiento, débil y desconfiado, prefigurando un futuro marcado por la división entre ambas instituciones. En esa mediación conflictiva jugó un papel fundamental el sector intelectual del país. El medio intelectual local era pobre en esa época; destacó la figura de Dámaso Antonio Larrañaga (1771-1848), quién se formó en la Escolástica pero esta doctrina no llegó a pesar demasiado en su ideario. Arturo Ardao13 (1945/1994), expresa que: «políticamente actuó, en general, como un enciclopedista típico» (p. 35). Su tesis, reflejando el sentido enciclopédico, versó sobre «toda la filosofía» y constó de doce partes, una de ellas: psicología. La psicología correspondía a una metafísica del espíritu y sostenía: «contra Descartes que la esencia del alma no consiste en su pensamiento actual, sino en su facultad de pensar. Es creada por Dios en el momento de ser infundida al cuerpo» (Ardao, 1971, p. 21). En relación al origen del conocimiento, rechazaba las «ideas innatas» de Descartes y sostenía que la idea mental depende de los sentidos, mostrando su lado empírico-naturalista.13 Arturo Ardao (1912-2003), filósofo e historiador de las ideas. Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República. Sus obras pueden encontrase en: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Arturo_Ardao/ doku.php?id=presentacion 32 Historia de la Psicología en Uruguay El enciclopedismo, específicamente la Ideología14, arribó a la cátedra de filosofía alrededor de 1830. Desde la cátedra y los periódicos se irradió este nuevo pensamiento, con el objetivo de fundamentar la nueva institucionalidad promovida en el país. El pensamiento local reflejaba una composición híbrida y desde ahí se elaboraban las bases de una modalidad de gobierno que sintetizaría posteriormente varias líneas, al decir de Ardao (1945/1994): «el liberalismo político que venía de la Enciclopedia y el liberalismo económico que venía de la Fisiocracia; la secularización del Estado; la Enseñanza pública, laica y popular, el credo social y humanitarista» (p. 51). El pasaje de la ideología fue breve, pero representó el cambio de una filosofía colonial hispánica a una filosofía moderna de procedencia francesa, afirmando las ideas de ciencia y de progreso propuestas por el naturalismo racionalista y el empirismo moral, llevando consigo el germen del positivismo. Posteriormente, luego de su paso por Buenos Aires, arribó a Montevideo el sansimonismo, filosofía social francesa. Juan Bautista Alberdi dictó el curso Filosofía Contemporánea en el Colegio Oriental de Humanidades donde se creó la primera Cátedra de Economía Política, a la que el gobierno le brindó el carácter de universitario. Estos dos cursos resultaron sobresalientes en el campo del conocimiento del momento, filosofía contemporánea y economía política, esta última a cargo del profesor Marcelino Pareja, brindando el contenido de: el socialismo utópico (Ardao, 1971, 1945/1994). Otro intelectual destacado fue Teodoro Miguel Vilardebó (1803-1857), que junto a Larrañaga y José Manuel Pérez Castellano (1743-1815), introdujeron el pensamiento científico occidental en el Uruguay. En 1830, Vilardebó se doctoró en medicina en París y en 1831 en cirugía, doble titulación atendiendo al decreto que exigía el título de cirujano para ejercer en Montevideo. Vilardebó regresó al país en agosto de 1833; fue el primer doctor en medicina y cirugía del Uruguay. Mañé Garzón 14 La ideología fue la heredera del pensamiento enciclopedista luego de la Revolución Francesa y se caracteriza como la segunda etapa del iluminismo francés. Abre un camino de «escepticismo religioso precursor del que iba a caracterizar al próximo positivismo» (Ardao, 1962, p. 40). 33 1. Gobernar, las raíces de la conducción (1989), historiador de la medicina en Uruguay, expresa que: «Montevideo en 1833 contaba con unos 25 médicos, todos ellos extranjeros y con títulos muchas veces no muy confiables» (p. 245). La configuración heterogénea del «cuerpo médico» determinó el inicio de confrontaciones en torno al ejercicio de la medicina, en las que Vilardebó se involucró. Al integrar la Junta de Higiene creada en 1836, a raíz de la epidemia de escarlatina, se vio envuelto en una disputa sobre las modalidades de intervención. Vilardebó demostró que muchas de las muertes ocurrieron frente a la impericia de algunos médicos que utilizaron tratamientos inadecuados, por lo que: «propuso una serie de medidas que parecían por entonces excesivas y nadie quiso compartir la responsabilidad de llevarlas a la práctica» (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 234). Esta y otras acciones de similar índole revelan a Vilardebó como el primer higienista. La no recepción de los planteos de Vilardebó evidencia que la salud de la población no había cuajado aún como un campo de problematización (Foucault, 1999) del gobierno y tampoco, la vida biológica de la población como objeto a gobernar. Durante varios años, el médico uruguayo debió luchar por la reglamentación de la profesión, una lucha que lo enfrentó a comadronas, enfermeros y «aficionados» que ejercían de manera ilegal la medicina y que daban cuenta de un entorno mezquino y pobre culturalmente. Schiaffino (1940), describe a Vilardebó como un: …hombre sencillo que dejando de lado los procedimientos fáciles que le hubieran rendido el ciento por ciento de su trabajo en el ambiente lugareño de la época, prefirió labrarse una cultura excepcional y emplear para el exiguo medio criollo, una preparación análoga a la que le hubiera exigido su permanencia en una ciudad de las más adelantadas en cultura del viejo mundo (p. 6). Un ejemplo claro de la complejidad del entorno, su carácter aldeano y falto de iniciativa, que desborda el ámbito de la salud, queda plasmado en la débil presencia de la instrucción primaria y en la lenta construcción de un sistema de educación como fundamento del proyecto de nación. En 1821, Dámaso Antonio Larrañaga promovió la fundación de la 34 Historia de la Psicología en Uruguay Sociedad Lancasteriana y la creación de una escuela gratuita para niños pobres, donde se prohibían los castigos corporales y se enseñaba el catolicismo. Años después se crearon las primeras escuelas en los pueblos de campaña, gratuitas, pero no obligatorias, y se creó la Escuela Normal para la formación de maestros. En los años 1830-1831, los alumnos que concurrían a las escuelas públicas ascendían a un número de 1.600. La «independencia» en el campo del conocimiento fue un camino lento, así lo muestra la creación e instalación de la Universidad. Según expresa Ardao (2008), fue resuelta: «a través de un proceso jalonado por tres actos fundamentales: la ley del 33, el decreto del 38 —actos jurídicos— y la inauguración del 18 de julio de 1849 —acto material—» (p. 21). El 11 de junio de 1833, a iniciativa de Larrañaga, se crearon a través de un decreto 7 cátedras (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956) o 9 (Ardao, 2008); lo importante a destacar es que las cátedras no guardaron una institucionalidad que las uniera, ya que la creación estuvo condicionada al funcionamiento de la mayoría de las mismas, lo que se logró en 1836. En mayo de 1838, el presidente Oribe decretó: «Queda instituida y erigida la casa de estudios generales establecida en esta capital, con el carácter de Universidad Mayor de la República y con el goce del fuero y jurisdicción académica que por este título le compete» (Ardao, 2008, p. 22). Finalmente, el 15 de julio de 1849 el Poder Ejecutivo dictó un decreto que, en virtud de la ley de 1833 y el decreto de 1838, instala e inaugura la Universidad; 16 años llevó poner en marcha la casa de estudios superiores. La Universidad contenía toda la enseñanza pública; tuvo a su cargo la Enseñanza Primaria, la Enseñanza Secundaria y la Enseñanza Científica y Profesional. En setiembre de 1847 se creó el Instituto de Instrucción Pública, encargado de: «promover, difundir, uniformar, sistematizar y metodizar la educación pública, y con especialidad la enseñanza de primaria» (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 243). Este instituto tuvo el cometido de dirigir y mejorar la enseñanza primaria e inspeccionar las enseñanzas secundarias y científicas. La lenta consolidación del sistema educativo estuvo signada por las luchas y guerras que seguían siendo frecuentes en el territorio nacional. En ese marco, se dieron los primeros pasos de organización de un «débil» sistema educativo, que puso de 35 1. Gobernar, las raíces de la conducción relieve las dificultades de gobernar y la necesidad imperiosa de conducir las conductas de la población sobre ciertos intereses comunes, algo que aún llevaría su tiempo. Un primer paso fue realizado por el Secretario del Instituto de Instrucción Pública, el Dr. José Palomeque. Motivado por una nota del Ministerio de Gobierno alertando sobre la frecuencia con que los maestros abandonaban sus escuelas, se dispuso a recorrer el interior del país y observó la situación en que se encontraban las escuelas. Entre losaños 1854 y 1855, visitó 30 escuelas del interior; la matrícula no alcanzaba a un millar de estudiantes, eran exactamente 899 en una población de 129.000 habitantes de las 11 ciudades que visitó. En el informe evidenció la deplorable situación en que se encontraban las escuelas: los maestros no estaban formados, no existían buenos libros, se enseñaban rudimentos de escritura, lectura, las primeras cuatro reglas fundamentales de la aritmética, nociones de gramática castellana y la doctrina cristiana. Palomeque informaba: «Los profesores impagos, los alumnos sin textos, los establecimientos sin útiles ni materiales que les sirvan...» (Acevedo, 1923, p. 344). Palomeque propuso una serie de medidas para revertir la deplorable situación de la educación, tendiendo a organizar el sistema escolar, formar maestros, establecer la obligatoriedad de la educación, atender la educación femenina y especialmente constituir una «fuerte» dirección del sistema escolar. La propuesta no fue considerada, a pesar de los elogios de las autoridades. La situación caótica del sistema educativo refleja la incapacidad de gestionar los rumbos del país de manera eficiente, y expone la débil estabilidad de las redes que forman y sostienen las prácticas de gobierno. Una red fuerte y densa en el centro administrativo de la capital, que deja entrever su debilidad, en tanto se aleja del núcleo donde se planifican las acciones de gobierno. Aún queda mucho camino para que las prácticas de gobierno cubran todo el territorio nacional, y aún mucho más para que alcance el pensamiento y las conductas de la población. Una nota de un maestro rural de 1854, Bonifacio Montes de Oca, pinta de manera clara los problemas sobre los cuales debía dirigirse la práctica de gobierno: 36 Historia de la Psicología en Uruguay Cuarenta y siete niños cuenta la escuela. Ninguno de ellos sabe leer correctamente. Ninguno sabe escribir con ortografía. Ninguno sabe colocar en orden los sumandos para hacer la operación más elemental de la aritmética. Y en cuanto a la moralidad, el estado de la escuela es el más lamentable. (Acevedo, 1923, p. 345). La «moralidad» asoma en el horizonte del gobierno como aquello que debe transformarse para dejar atrás lo que las clases dirigentes llamaron «cultura bárbara», caracterizada por la práctica y justificación de la violencia física, y definida por José Pedro Barrán (2004a) como: «el gran método de dominio del Estado sobre sus súbditos y de los amos (padres, maestros, patrones) sobre sus subordinados (hijos, niños y sirvientes)» (pp. 14-15). Un tipo de «sensibilidad» que tuvo su apogeo entre 1800 y 1860 y que se caracterizó por los excesos en el ocio, el juego, la sexualidad, la violencia. Sin embargo, para enfocarse en ese horizonte de las conductas y la moralidad de la población, los actores interesados en conducir el gobierno primero deberían ordenarse y estabilizar las condiciones para gobernar y a la vez consolidarse como sectores que promovieran e impusieran cambios en las conductas de las personas a través de la elaboración y promoción de una nueva «sensibilidad». Producir modalidades de comportamiento que brindaran cuerpo al proceso «civilizatorio», implicaría resolver las desavenencias que llevaron a la internacionalización de un conflicto local, la Guerra Grande (1839- 1851). Un problema enraizado en lo más hondo de la identidad nacional, sintetizado en el conflicto entre caudillos y doctores; pero que en definitiva expresaba el enfrentamiento entre el campo y la ciudad. Cada sector involucraba diferentes mundos, que podían caracterizarse en formas de relacionamiento entre autoridad y población, flujos de mercado, acumulación de capitales, propiedad del territorio, entre otros elementos. Un nuevo período de luchas se inició en 1851 y duró hasta la paz de abril de 1872. Zum Felde (1967) lo describe de esta manera: «la lucha de los bandos tradicionales, disputándose el poder en medio de violencias terribles que exacerbaban hasta el crimen los odios enconados. Los partidos tienen empeñada lucha a muerte, sin cuartel, sin humanidad» 37 1. Gobernar, las raíces de la conducción (p. 191). Después de 20 años de vida, el país no encontró un modo de gobernarse incapaz de conjugar las fuerzas en un mismo sentir y accionar, la mirada sobre la Constitución se volvió ineludible y en 1854 se planteó la idea de reformar la constitución. Manuel Herrera y Obes15 manifestó sobre el tema: El mal de nuestra constitución actual está en que no se cumple: en que es una mentira en la práctica; en que ella es impotente para luchar con nuestras tendencias indomables a la desorganización; en que nadie la acepta sino para cobijar sus malas pasiones; en que los hábitos de nuestra tradición revolucionaria son más fuertes que los más sanos preceptos del orden y de disciplina; en que las preocupaciones y las pasiones selváticas hacen la base de nuestras costumbres: en una palabra, en que no estamos preparados para la existencia política que nos hemos dado. (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 59) Se deberá esperar hasta 1860 para que un presidente logre finalizar su mandato. Bernardo Berro16, el séptimo presidente desde 1830, fue un dirigente de origen blanco que se caracterizó por su mirada hacia el futuro. Reconocía plenamente que el proyecto de la república carecía de republicanos y en ese sentido, dos puntos centrales formaron parte de su administración: la educación del pueblo para la vida democrática y el nacionalismo como ideal superador de las divisiones partidarias. A pesar de vislumbrarse la posibilidad de cierto avance, el destino de Berro no fue el mejor. Sus reformas vinculadas a la Iglesia, como la secularización de los cementerios y la definición del matrimonio como 15 Manuel Herrera y Obes (1806-1890), político del Partido Colorado que se inició bajo la influencia de Fructuoso Rivera. Ocupó varios cargos de gobierno y en 1850 asumió el rectorado de la Universidad hasta 1852; continuando el rectorado de Lorenzo Fernández, ocupó nuevamente el Rectorado entre 1854 y 1859. Fue senador y ministro de Relaciones Exteriores. Fallece en 1890, cuando su hijo Julio Herrera y Obes ocupaba la presidencia de la República. 16 Bernardo Prudencio Berro Larrañaga (1803-1868) fue presidente de la República entre 1860 y 1864, perteneció al Partido Blanco y se reconoce como uno de los primeros presidentes que intentó organizar administrativamente el Estado. 38 Historia de la Psicología en Uruguay un contrato civil, fueron muy controvertidas. La Iglesia percibió el riesgo creciente de que se desestimara la religión católica como religión de Estado y, en defensa de los derechos agraviados de la Iglesia, el caudillo Venancio Flores inició en 1863 una revolución conocida como Cruzada Libertadora, iniciando un gobierno de facto que culminaría en el tratado de la Triple Alianza, acuerdo entre Argentina, Brasil y Uruguay que llevaría a una guerra con Paraguay durante 5 años17. Transcurrieron tres años de la dictadura de Venancio Flores y «los doctores» intentaron un nuevo levantamiento, a través del cual Bernardo Berro procuró recuperar el poder. En febrero de 1868, junto a algunos seguidores, se levantan al grito de «¡Vivan los blancos!» y es apresado por un grupo de colorados. Venancio Flores, al enterarse del levantamiento, sale hacia el Cabildo y es emboscado por un grupo de hombres que lo hieren de bala y lo asesinan a puñaladas. Berro es llevado al Cabildo donde se encontraba el cadáver de Flores, se lo instó a confesar, y afirmó no tener nada que ver. Fue llevado al calabozo y torturado hasta morir. Dos presidentes mueren el mismo día y los partidos quedan más divididos que antes (Barrán, 2011; Borges, 2010, Zum Felde, 1967). La Asamblea General eligió como presidente al Gral. Lorenzo Batlle18. Su gobierno concentró las facciones coloradas y fue enfrentado por los caudillos que en el interior del país veían con desconfianzaal gobierno central. La revuelta más importante durante ese período fue conocida como «Revolución de las Lanzas», dirigida por Timoteo 17 La guerra fue una masacre, de 1:300.000 habitantes sobrevivieron 300.000, mujeres y niños en su mayoría. Sarmiento definía la guerra como el enfrentamiento entre «civilización contra barbarie». Paraguay, por esos tiempos, lejos estaba de la barbarie. Paraguay nacionalizó sus tierras en un 98 % del Estado y fueron otorgadas a quienes las trabajaran, creó fundiciones de metal con las que construyó su ferrocarril y astilleros, construyó telégrafos eléctricos, líneas de navegación a vapor, mientras que, por estas tierras, no se había logrado mantener un gobierno por tres mandatos consecutivos o que la educación llegara al pueblo. 18 Lorenzo Batlle (1810-1887) ocupó la presidencia durante 1868 y 1872 y su presidencia se caracterizó por la exclusión del Partido Blanco. 39 1. Gobernar, las raíces de la conducción Aparicio19 (1870-1872). En 1872 se firmó la Paz de Abril, otra vez bajo la bandera de la orientalidad, sin vencidos y vencedores y negociando el reparto político de las jefaturas del interior del país. El escenario sociopolítico recibía nuevos actores durante el período de caos provocado por la Revolución. En 1871 se creó la Asociación Rural del Uruguay (en adelante ARU), nucleando a los estancieros empresarios y ricos hacendados en su mayoría extranjeros, con el objetivo de presionar coordinadamente al gobierno ante las situaciones de anarquía que se vivían en el campo. Este sector de hacendados se ubicó en el litoral del país, donde se encontraban las tierras más fértiles. Al norte y centro del país la tierra estaba en manos de sectores vinculados al poder político local (Finch, 2005). En la ciudad de Montevideo, por su parte, surgía un movimiento político de jóvenes universitarios, blancos y colorados, conocido como principismo. Al decir de Ardao (1950): «más que una escuela, un temperamento» (p. 51). Al igual que la ARU y los comerciantes reunidos en la Bolsa de Comercio, los principistas culpaban a los partidos tradicionales y caudillos de ser los causantes del caos del país. Los principistas desentonaron con las necesidades de su tiempo; en un país ingobernable, los jóvenes universitarios generaron una desconfianza inexplicable sobre el Estado, absurda considerando el frágil desarrollo institucional y, en definitiva, instalando una oposición férrea entre individuo y estado (Barrán, 2011; Mariani, 1968). Desde una base espiritualista, sostenían que el cambio individual propiciaría el cambio de la sociedad y sus intereses se centraron en el mantenimiento de las garantías individuales. Se opusieron a los caudillos, representantes para los jóvenes montevideanos de la barbarie y el caos; decían que se rodeaban del «populacho rural y suburbano» y resultaba una gente «canalla e insolente». Por el otro lado, la «gente honrada» estaba representada en los jóvenes doctores. «El odio no es ahora de partidos sino de clases» (Zum Felde, 1967, p. 197). Los principistas instalaron 19 Timoteo Aparicio (1814-1882), caudillo (político/militar) del Partido Blanco, participó en múltiples enfrentamientos contra los gobiernos de Berro, enfrentándose con el ejército de Flores y al gobierno de Lorenzo Batlle; gran parte de su vida estuvo dedicada al accionar revolucionario. 40 Historia de la Psicología en Uruguay el liberalismo político como una tradición que el país recuperaría en momentos venideros. La conflictividad, la crisis política sumada a las crisis económica y financiera, atacaban el endeble desarrollo del país y gestaban las condiciones para el establecimiento de nuevas alianzas. El quiebre de bancos, corridas financieras y suspensión de pagos de deuda pública interna y externa supuso instalar el papel moneda y quitar el oro como valor de transacción, afectando a los sectores que comerciaban con el oro: el alto comercio, los hacendados y los acreedores británicos (Barrán y Nahum, 1984). Las transformaciones financieras fueron amenazas a las clases más ricas, y la ARU jugó un papel estratégico. Desde la Revista de la ARU se esbozó un proyecto de país que exigía asegurar la propiedad privada a través del alambramiento de los campos, permitiendo el desarrollo agrícola y la refinación del ganado ovino y vacuno. Construir caminos y puentes, instalar el ferrocarril, mejorar el sistema jurídico administrativo, establecer una fuerza militar ligada al poder central, eran algunas de las propuestas tendientes a ordenar el campo y debilitar la dispersión del poder en el territorio nacional, en manos de caudillos locales. Barrán y Nahum (1984), entienden que: «Las clases altas y el Imperio Británico hartos ya de la «anarquía» pusieron sus gritos en el cielo y sus esperanzas en el Ejército y el Coronel Lorenzo Latorre» (p. 18). La presencia extranjera no es algo casual; el Imperio Británico continuaba con su política expansionista respondiendo a la consolidación del capitalismo internacional. Un ejemplo de esto fue el transporte ferrocarrilero. La inversión en ferrocarriles implicó una nueva orientación en la relación entre las grandes metrópolis y los países dominados, fue una forma de canalización de capitales excedentarios de Europa y lograr utilidades superiores a las alcanzadas en el viejo continente. Estas inversiones fueron directamente sobre sectores públicos y, sumados a la colocación de productos manufacturados de la metrópolis, configuraron una segunda etapa de la «imposición colonial» que había comenzado con una primera etapa extractiva (Williman, 1992). De 1869 a 1876 se construyeron 7 recorridos ferroviarios uniendo 10 localidades, fueron las primeras acciones dentro de un proyecto mucho más ambicioso. 41 1. Gobernar, las raíces de la conducción En el Estudio sobre los ferrocarriles sudamericanos y las grandes líneas internacionales, realizado por Juan José Castro (1893) bajo el auspicio del Ministerio de Fomento y enviado a la Exposición Universal de Chicago en 1893, se expresa que existían dos grandes proyectos en construcción: el ferrocarril intercontinental y el ferrocarril inter-oceánico sudamericano. El primero tenía el objetivo de vincular desde Canadá al Río de la Plata a los pueblos de América, y el segundo tenía el objetivo de acercar Europa a las naciones del Pacífico, del Plata y el Brasil. Castro (1893) en su informe plantea: «La República O. del Uruguay por su situación geográfica y por el trazado y las condiciones técnicas de sus ferrocarriles, está llamada a ocupar una posición ventajosa en la ejecución de los dos proyectos indicados (sic)» (p. 5). Las aspiraciones del Imperio se alinearon a las de las clases altas del país y se hizo necesario mantener el orden para movilizar los intereses comerciales que eran cada vez más evidentes, para eso se necesitaba una figura con la autoridad suficiente. El coronel Lorenzo Latorre20 asumió ese papel y el 9 de marzo de 1876, al abandonar el poder Pedro Varela, el país quedó al mando de Latorre (Fernández Saldaña, 1968). Las memorias de la dictadura de Latorre evocan que, en el comienzo de su gobierno, existía una situación desalentadora: ...exceso de mendicidad, pobreza, falta de hábitos de trabajo, y sobre todo, estado lamentable de la instrucción. Dice la memoria de la Jefatura de San José del año 1879: Existiendo en el Departamento 8.189 niños de 5 a 15 años solo asisten a las escuelas 1.220, o sea el 14 % próximamente. Esa inmensa mayoría de niños que se cría sin recibir instrucción alguna se encuentra principalmente en la campaña y debe atribuirse ese mal no solo a la incuria y abandono de sus padres, sino a las largas distancias y escasez de Escuelas Rurales (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 402). 20 Lorenzo Latorre (1844-1916), militar y político. presidente de facto durante 1876 y 1879, iniciando el período denominado militarismo. Volvió a la presidencia ente 1879y 1880. 42 Historia de la Psicología en Uruguay Latorre atrajo sobre sí el interés de comerciantes, inversores extranjeros y estancieros, generando la alineación de intereses de militares y las clases altas; como resultado emerge un nuevo orden, dando comienzo a un período de diez años en la historia del país denominado por la historiografía local como militarismo21. Durante este período, principalmente en el gobierno de Latorre, se sientan las bases para iniciar la construcción de un Estado fuerte, moderno y centralizado. Las ideas esbozadas por la ARU se plasmaron en un gobierno que sustituyó las divisas tradicionales por la coalición de grupos económicos fuertes y el poder real y coactivo en la figura del ejército. La clase superior urbana, dedicada al comercio y a los saladeros, se agrupó en la Bolsa de Comercio y su apoyo al golpe del 10 de marzo les valió la inmediata cancelación del pago de la deuda estatal (Barrán, 1968). La vuelta de la circulación del oro reagrupó intereses y restableció la confianza entre el gobierno y el colectivo de comerciantes, generando la nueva alianza. El poder central residente en Montevideo, e imagen de un Estado que se iba fortaleciendo, comenzó por afirmarse a partir de la incorporación de recursos técnicos. La especialización, la instrumentación técnica, el uso de conocimientos y habilidades para realizar acciones de conducción comenzó a ser el denominador común en varios dominios del ejercicio de gobierno; se prefigura, de esta manera, la articulación entre ciencia y política en la práctica de gobierno. La tecnificación del ejército fue un elemento que ayudó a consolidar el poder central; el uso del fusil Remington de manera monopólica por parte del ejército exigió de conocimientos especializados y la preparación previa para su uso. Esta doble característica (especialización y monopolio) 21 La nominación de militarismo con la que se define la forma de gobierno del período que va de 1860 a 1886, a la vez que expresa la hegemonía de los militares en el control del gobierno, invisibiliza las alianzas con sectores fuertes del país que comenzaban a jugar un papel cada vez más destacado en la conducción de los destinos de la nación. Eran los sectores ganaderos más ricos y los grupos vinculados a las finanzas y la exportación, relacionados fuertemente al comercio y la banca inglesa. Sin desconocer esta realidad, tomaremos el término militarismo como un ensamble que conjugó el interés de sectores de poderío económico y fáctico del país. 43 1. Gobernar, las raíces de la conducción hizo de las armas el símbolo del fortalecimiento del gobierno frente a un contexto lábil y siempre dispuesto al enfrentamiento. En razón de esto, el orden y control del espacio rural no se hizo esperar. En octubre de 1876 se promulgó el Reglamento General de Policías Rurales. La policía, junto al ejército, llevó adelante un plan sistemático para terminar con la anarquía en el campo. El plan consistió en la desaparición y aniquilación22 de todo aquel que resultara una amenaza para Latorre, de su gobierno y sus aliados de turno. Los beneficios del sangriento plan se reflejan en las consideraciones de Domingo Ordoñana, dirigente de ARU, en una misiva que envió a don Francisco X. de Acha, secretario de Latorre: Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van resolviendo para ella los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad...Es grande la confianza que va inspirándonos la administración del coronel Latorre, porque encontramos en ella condiciones de aptitud con arreglo a las necesidades y soluciones modernas, porque los trabajadores de los campos no vivimos tanto de reformas y ardientes libertades patrióticas cuanto de libertad y reformas administrativas que dejen en paz y sosiego al trabajo... Ahora, redondeando mi pensamiento, diré a usted que la campaña a la cual vivo vinculado por lazos de armonía, los más íntimos, necesita saber si el sosiego del que hoy disfruta con la justicia que se sigue haciendo contra los malhechores podrá disfrutarlo mañana. (Acevedo, 1926a, p. 23) La relación de fuerzas en el interior del país se modificó de manera que los propios caudillos locales debieron considerar seriamente continuar con sus prácticas de enfrentamiento o enrolarse a la propuesta de ordenamiento. Plegarse a las fuerzas del orden significó mantener la autoridad, participar del monopolio en el uso de las armas y adquirir legitimidad. Es así que la autoridad del caudillo se suplantó por la de jefe político, por el Juez Letrado 22 Para tomar verdadera dimensión de la violencia y crudeza con la que Latorre llevó adelante su dictadura, ver el profundo estudio realizado por el Dr. Eduardo Acevedo (1934) en Anales Históricos del Uruguay, tomo IV. Montevideo: Casa Barreiro y Ramos. 44 Historia de la Psicología en Uruguay Departamental y el Inspector de Enseñanza; la representación estatal ganó un nuevo dominio a partir de la redistribución de su autoridad en figuras que lo representaron. La Dirección General de Estadística, el 15 de enero de 1878, en un informe enviado al Ministerio de Hacienda expresó que: La campaña volvió a ser habitable y los hacendados pudieron entregarse con seguridad al trabajo y mejorar así las condiciones de la propiedad y de la producción, como lo atestiguan las 6.646 toneladas de alambre para cerco introducidas en la República durante el año 1877 contra 2.141 toneladas introducidas en el año 1875 (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 404). La policía rural, el cercamiento de los campos y el Código Rural constituyeron los puntos sobre los que comenzó a tejerse la red de intereses entre quienes conducían el gobierno. Cada uno de estos nodos propició diagramar un nuevo territorio con límites claros, con orden en la circulación y pautas de comportamiento. Frente a los bienes del territorio se definieron usos, restricciones y castigos a quienes no acataran los reglamentos. Se instituyeron actores autorizados para salvaguardar el territorio y un marco normativo que diagramó y limitó las acciones y las formas de estar y circular por el espacio. Se creó una nueva territorialidad, codificada por la necesaria normatividad que exigía implementar técnicas de disciplinamiento. El dominio del territorio codificado por el Estado comienza a establecer las primeras líneas de ordenamiento, referidas a la existencia y convivencia de las poblaciones rurales. Se discriminan los nuevos espacios a gobernar, se les adosan dispositivos de poder y de seguridad y se justifica ese accionar, en el caso del espacio rural, en defensa de la propiedad privada. Se dio por vez primera una ampliación de los dominios de la gubernamentalización, excediendo los círculos centrales de la gestión de gobierno, para incluir el territorio en su extensión y algunos comportamientos, que fueron codificados desde el aparato jurídico-normativo del Estado. Los establecimientos, procedimientos y técnicas ligadas a la administración del Estado se perfeccionaron. Se crearon más de 200 45 1. Gobernar, las raíces de la conducción agencias de correo diseminadas por todo el territorio, desplazando por medio de la estatización de este servicio, a los comerciantes que en las diferentes localidades realizaban esta función. En materia de justicia, se establecieron Juzgados Letrados Departamentales en varios departamentos del país; se promulgó el Código del Procedimiento Civil y de Instrucción Criminal (1878) y se creó el Registro de Embargos e Interdicciones. Se produjo la secularización del Registro Civil, por lo que los nacimientos, las defunciones, matrimonios y legitimaciones varias serían ahora controlados por el Estado. De esta manera, el Estado hace para sí todo un aparato normativo que no solo le permitió regular determinados flujos de la vida de la población, sino que comenzó a saber más de ella23, condición imprescindible para gobernar. La población del paísascendía a 438.245 personas según el censo de 1879, en su gran mayoría concentradas en la capital del país, que a su vez presentaba entre un 50 y 60 % de población extranjera24. El crecimiento demográfico impactó en la urbanización de la capital y accionó el interés del gobierno sobre problemas como el trabajo, la marginalidad y especialmente, la higiene urbana. En 1874, desde la Revista de la Asociación Rural, Domingo Ordoñona escribe: No se comprende que en medio de tanto lujo, tanto fasto, tanto urbanizar -escribía- no se haya elevado la idea del campo por el campo (…) Quisiéramos que se comprendiese en Montevideo, que 23 La creación del Registro de Estado Civil, en 1879, resulta del empuje del francés Adolphe Vaillant, quien se convirtió en jefe de la Mesa de Estadística General en la década de 1870. La Mesa de Estadística se creó en 1836, anexa al Ministerio de Hacienda; a pesar de que el nuevo Estado se interesó en recopilar información estadística y demográfica, no obtuvo resultados significativos, lo que provocó el cambio en 1879 (Duffau y Pollero, 2016). 24 La primer oleada migratoria a mediados de 1830 movilizó entre 40.000 y 45.000 inmigrantes en su mayoría franceses. La segunda oleada, entre 1850 y 1860, fue de españoles e italianos, en un número entre 70.000 y 75.000 personas. En 1865 se creó la Comisión de Inmigración y se impulsó el fomento y protección de la inmigración extranjera, a la vez que se incentivó la llegada de trabajadores, básicamente a través de propagandas en ciudades mediterráneas (Duffau y Pollero, 2016, p. 217). 46 Historia de la Psicología en Uruguay hay en el país inmensas aplicaciones para el dinero con provechos positivos (Duffau y Pollero, 2016, p. 190). La respuesta a tales exigencias llegaron a través del entramado entre sector financiero, rural y militar. Lorenzo Latorre presentó renuncia en marzo de 1880 y sentenció su pasaje por el gobierno diciendo: «Al retirarme a la vida privada llevo el desaliento hasta el punto de creer que nuestro país es un país ingobernable...» (Méndez Vives, 2011, p. 21). En 1882 asumió como presidente Máximo Santos, militar de carrera y Ministro de Guerra de Latorre. El gobierno de Santos contrastó con el perfil serio y cuidadoso financieramente del gobierno de Latorre, también por la cercanía al Partido Colorado y la aceleración en la laicización del Estado (Vázquez Franco, 1969). El gobierno de Santos se fue desgastando, a la vez que se fortalecieron figuras políticas relevantes y decisivas para el futuro del país, a saber: José Pedro Ramírez y José Batlle y Ordóñez. El avance de sectores de la política no quiere decir que los militares hayan asumido en su totalidad los roles políticos, al decir de Real de Azúa (1969a) sobre Latorre y Santos: «ambos gobernaron con el cuantioso elemento civil colaboracionista que desde el pleno asentimiento hasta complicadas justificaciones y reservas optó por respaldar la gestión de la autoridad de turno» (p. 11). La alianza entre militares, sector financiero y sector rural creó las condiciones para que el Uruguay ingresara en la órbita capitalista promovida por Gran Bretaña25. El ferrocarril y el frigorífico conectaron la estancia-empresa con el mundo, y en ese macrocircuito el mercado dinamizó el movimiento de capitales tanto como su acumulación. Con ello, también surgió el afán de riqueza y confort material para algunos y para muchos la pobreza. Este proceso impactó en la conformación de nuevas identidades sociales y también en el debilitamiento de identidades 25 Real de Azúa (1991) plantea que la política expansionista de Gran Bretaña para Sudamérica se proponía asegurar la paz que permitiera una irrestricta expansión mercantil: «una acción externa movida por el acicate de grandes centros de poder económico-financiero y de las doctrinas neoimperialistas buscando la incorporación de grandes o estratégicos dominios territoriales con fines de inversión empresaria o de extracción de materias primas» (Real de Azúa, 1991, p. 356). 47 1. Gobernar, las raíces de la conducción autóctonas como la del hombre criollo. El país se modernizaba y la civilización moderna emergía del desarrollo industrial. Según plantea Ares Pons (1986): «La victoria de la modernidad significa no solo profundas transformaciones económicas y sociales; implica también... una revolución en el plano del espíritu, un desplazamiento del centro de gravedad de la vida humana» (p. 101). Las transformaciones económicas y sociales tuvieron su explicación en las luchas y conflictos que se establecieron en el campo del pensamiento y la cultura. El entramado que el comercio británico promovió se convirtió en un actor fundamental en el proceso civilizatorio. En la red comercial no solo circularon bienes materiales y capitales financieros, también circularon las nuevas ideas anglosajonas con un dinamismo que transformó el pensamiento de la época. Las nuevas doctrinas que palpitaron en la base de la modernización del país marcaron el rumbo hacia la modernidad, transformaron las formas de gobernar y renovaron el universo subjetivo de la población a través de acciones e ideas innovadoras. La Universidad, las corrientes de pensamiento y la reforma escolar explican gran parte de esos cambios, cambios en el pensamiento que implicarían el cambio de sensibilidad. 2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad 51 2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad El proceso de gubernamentalización durante las cinco décadas siguientes a 1830 amplió el espectro de incidencia del Estado, multiplicando los dominios a gestionar y engrosando el repertorio de dispositivos de poder que involucraron procedimientos, tecnologías y nuevos agentes, como los jueces, policías, legisladores, administradores, entre otros. El ejercicio del gobierno comenzó a refinarse a través de la fundamentación de sus acciones, ya no solo por medio de actos de violencia sino incluyendo el debate de ideas, que significó racionalizar el rumbo de la práctica de gobierno. Planificar los rumbos que debía tomar la conducción del gobierno volcó la reflexión sobre el tipo de personas necesarias para materializar el proyecto de país que los diferentes sistemas de ideas proponían. Conducir las conductas, instrumentar reglas y procedimientos, encauzar comportamientos, tendieron a construir una nueva sensibilidad. Esto generó las condiciones para la movilización de conocimientos innovadores, promoviendo conexiones con el ámbito de la política. La Universidad ocupó un lugar destacado en ese proceso, gran parte de la actividad intelectual del país se desarrolló dentro de la institución y, si bien las primeras corrientes de pensamiento fueron reflejo del 52 Historia de la Psicología en Uruguay proceso intelectual argentino, los primeros rasgos de singularidad en el pensamiento local se expresaron en la Universidad y la primer filosofía de la incipiente cultura uruguaya fue el espiritualismo ecléctico. Esta corriente ganó fuerza en Francia, donde Víctor Cousin1 fue su principal exponente. Se caracterizó por el intento de conciliar los sistemas antiguos —Descartes, Kant y la escuela escocesa—, rescatando lo mejor de cada uno y formando la escuela ecléctica. Tomó del empirismo y el racionalismo elementos para proponer que a través de la experiencia interna, y especialmente la razón, se llega a alcanzar lo absoluto. La dimensión psicológica sostenía la ontología de la doctrina y de esta ontología surgía el libre albedrío como base de la moral. Esta corriente filosófica fue recibida con beneplácito por los principistas, cultores de la libertad y la razón, como expresión del individualismo total (Ardao, 1950; Mariani, 1968). En 1848, el Instituto de Instrucción Pública determinó que el texto filosófico que debía seguirse era el Cours de Philosophie de Eugenio Geruzez2. En ese momento, los cursos se dictaban en el Gimnasio Nacional y estuvierona cargo del Dr. José de la Peña3, graduado de la Universidad de Córdoba. Al año siguiente, fue nombrado catedrático de Filosofía de la recién inaugurada Universidad, donde dictó el mismo 1 Víctor Cousin (1792-1867), filósofo francés que se constituyó en el líder del eclecticismo. Arturo Ardao (1950), en el exhaustivo estudio sobre el espiritualismo y el positivismo en Uruguay, expresa que enriqueció el movimiento con: «aportes escoceses de Royer-Collard con elementos del idealismo romántico alemán, en especial de Schelling y Hegel, y del cartesianismo francés, cuyo influjo llegó a ser el dominante» (p. 17). 2 Geruzez (1799-1865) fue autor de obras didácticas y el Curso de Filosofía; se basó en la obra de Cousin, aunque se nutría de otros autores como M. Daniron, Garnier, Jouffroy, Laromiguiere y Cardillaic, la plana mayor del espiritualismo ecléctico. 3 José Luis De la Peña (s/d), clérigo y profesor argentino, doctor en filosofía y sagrada teología. Fundó en 1847 un establecimiento escolar llamado Gimnasio donde se propuso impartir enseñanza primaria y secundaria. El Estado lo incluyó en su órbita y lo nominó Gimnasio Nacional, en 1849 pasó a llamarse Colegio Nacional y al instalarse la Universidad, pasó a formar parte de ella (Ardao, 1950). 53 2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad curso basado en el texto espiritualista recomendado por el Instituto de Instrucción Pública. De la Peña no estuvo de acuerdo con la utilización de ese texto, consideraba que Geruzez no era el mejor en la materia y que su texto era incompleto, y tenía un formato de catequesis inapropiado para los estudios superiores. De la Peña fue remplazado en la cátedra de filosofía por Plácido Ellauri4 (1815- 1893), en 1852, y continuó la orientación espiritualista hasta 1877, cuando durante el gobierno de Latorre fueron suprimidos los cursos de preparatorio. Este corte se dio cuando llegaban a Uruguay los primeros planteos del positivismo. De todas maneras, el espiritualismo se configuró por varias décadas como la filosofía que proporcionó a una minoría ilustrada los elementos necesarios para mantener cierta cohesión moral e intelectual en un contexto bélico permanente. Acompañaba los ideales del principismo, en tanto concepción teórica distanciada del entorno anárquico que reinaba en esos tiempos, y por tanto, también distante de cualquier planteo científico o sociológico positivo. Un rasgo que caracterizó al espiritualismo local fue su sesgo racionalista, reflejando el carácter ecléctico de la doctrina y también la postura antidogmática de los intelectuales locales, favorecida además por una Universidad que no hizo de la Escolástica y del pensamiento religioso su principal bandera; tanto es así, que la Facultad de Teología nunca logró funcionar en la Universidad, ya que no contó con alumnos. La Universidad fue seno del pensamiento liberal, e irradió hacia la sociedad sus posturas y debates filosóficos. Una de las formas de extender el halo universitario fue la creación de «clubes». En 1868 se creó el Club Universitario, auspiciado por los profesores universitarios y especialmente por Ellauri; del seno de este espacio surge el club Racionalista en 1872, desde donde se profesó la «fe racionalista». Un racionalismo que poco tenía que ver 4 Según Ardao (1962), Ellauri fue uno de los intelectuales más destacados de su tiempo, ayudando a configurar la mentalidad de toda una época. Se formó con De la Peña durante 1849-50 y lo sustituye en el 52. Se doctoró en jurisprudencia en 1854. Estuvo a cargo de la cátedra hasta 1877 hasta el gobierno de Latorre, volviendo a la misma en el período de 1883 a 1888. Fue rector de la Universidad (1871-73 y 1975-77) y presidente del Instituto de Instrucción Pública. 54 Historia de la Psicología en Uruguay con el espíritu científico y naturalista, sino más bien con el deísmo racionalista propio de la metafísica clásica y que se enfrentaba con la institución de la iglesia y su dogmatismo. Es de esta hebra racionalista que crecerá el espíritu laico, base de las futuras reformas escolares (Ardao, 1962). La presencia de la iglesia se caracterizó por un proceso de debilitamiento progresivo, contrario a lo acontecido en otras partes de América. Esta debilidad se debió a su tardía instalación en el territorio, a la falta de un clero nacional, a la hibridación con el pensamiento liberal y al accionar en las luchas independentistas, pero además se le suma a esto, que muchos sacerdotes fueron masones, constituyendo lo que se conoce como el catolicismo masón (Ardao, 1962; Claps, 1969a). La masonería dirigió su actividad sobre la sociedad civil, teniendo su apogeo durante 1860 y 1864 en la presidencia de Berro. Se alió fuertemente con el liberalismo en la lucha anticlerical y en la afirmación de los principios liberales. Uno de los más destacados masones fue Carlos de Castro5, líder de la masonería nacional, encargado de la cátedra de Economía Política y luego rector de la Universidad (1867-1869). Tanto en su cátedra6 y con los encargados posteriores, como en las cátedras de Filosofía y Derecho, el liberalismo fue la doctrina que se consolidó y brindó las coordenadas del pensamiento político y social para el país (Ardao, 1962; Claps, 1969a; París de Oddone, 2009). Según Claps (1969a): «La Universidad se convierte así en baluarte del liberalismo doctrinario y se enfrenta a la iglesia y al poder político en defensa de esos principios, entre los que figura, como esencial, su autonomía» (p. 136). La crítica al dogmatismo teológico se continuó con el aporte del positivismo y este se vinculó, desde primeras horas, a la Universidad, ya no tanto como una doctrina oficial de la casa de estudios, sino como sostén de una fuerte crítica que finalmente impulsó la transformación de lo que se conoció como la Universidad Vieja. Ardao (1950) identifica 5 Carlos de Castro (1835-1911), abogado y político. Ocupó cargos en el Poder Ejecutivo y como Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Venancio Flores (1865-1868). Fue rector de la Universidad durante 1867 y 1869. 6 Carlos De Castro traducía el economismo ultraliberal italiano de Génova y Turín; en Italia realizó una larga estadía. 55 2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad las primeras huellas del positivismo en el Uruguay en las ideas filosóficas de dos intelectuales que pasaron por el país: el argentino Juan Bautista Alberdi y el francés Amadeo Jacques (1813-1865). Entre 1838 y 1840, Alberdi expuso su ideario en la prensa de Montevideo. Afiliado a las ideas de Saint-Simon (1760-1825), maestro de Augusto Comte (1798-1857), Alberdi se acercó a través de él a lo que luego devendría en el positivismo. Su pensamiento estuvo motivado por preocupaciones realistas y utilitarias, más que metafísicas. Amadeo Jacques por su parte, recaló en el Uruguay en 1852 por un corto tiempo para seguir a la Argentina, donde fue designado rector del Colegio Nacional de Buenos Aires y, en el gobierno de Mitre, fue el responsable de la reforma de los programas de secundaria. Amadeo Jacques fue discípulo de Víctor Cousin (1792-1867), por lo que su primera incursión fue en la filosofía espiritualista, de la que posteriormente se apartó. Junto a Jules Simon (1814-1896) y Émile Saisset (1814-1863), publicaron el Manual de Filosofía. Este manual cuenta con una sección de Psicología escrita por Amadeo Jacques (Dagfal, 2009; Gotthelf, 1969). Cuando se instaló en Uruguay ya era adepto al positivismo, y durante el año que permaneció en el país se vinculó a la Universidad y dictó cursos de física, química y mecánica. Este viraje en sus intereses, y específicamente en su enseñanza, lo expresó en una carta diciendo que para el Uruguay del momento: «sería inútil y casi ridículo traer especulaciones metafísicas y que lo que más convenía era una enseñanza práctica, sobre todo de las ciencias de aplicación directa a la agricultura, al comercio, a la industria»
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