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(1) Jorge Chavez Bidart - Historia de la Psicología en Uruguay Gobiernos, psicologías, subjetivaciones 1 (2022)

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Historia de la Psicología 
en Uruguay
Gobiernos, psicologías, 
subjetivaciones
Historia de la Psicología 
en Uruguay
Gobiernos, psicologías, 
subjetivaciones
Jorge Chavez Bidart
Título Historia de la Psicología en Uruguay. Gobiernos, psicologías, subjetivaciones
Autor Jorge Chavez Bidart
 2022, Editorial Azafrán para la presente edición en español
Derechos cedidos por Jorge Chavez Bidart
Facebook https://www.facebook.com/editorialazafran/ 
Instagram @azafraneditorial
Correo editorialazafran@gmail.com
Coordinación editorial y revisión Javier Rey
Diseño de cubierta y portadillas Ana Inés Puig
Diseño editorial, armado y maquetado Ana Inés Puig y Javier Rey
Esta edición de 100 ejemplares fue cuidadosamente 
diseñada, impresa y encuadernada de modo artesanal
por Azafrán Editorial
en Montevideo, desde el mes de Octubre de 2022.
ISBN 978-9915-41-385-3
Licencia Copyleft 
Tanto el autor como los editores habilitan la reproducción total o parcial de la presente 
obra, sugiriendo y agradeciendo la notificación, de ser posible, de estas acciones. Tal 
reproducción queda habilitada con fines de lectura, estudio y recreación, pero no con fines 
económicos.
Dedicado :
Con amor a Emma, Guillermina y Claudia.
9
 
Agradecimientos:
A la educación pública en general y a la Universidad de la República por 
permitir y defender el acceso público al conocimiento. A la Facultad de 
Psicología de la Universidad de la República por impulsar la formación 
de posgrados, promoviendo que sus docentes estén cada vez mejor 
formados y calificados, a la Facultad de Psicología de la Universidad 
Nacional de Córdoba y especialmente a su Programa de Doctorado por 
apoyar la realización de este estudio.
Agradezco a quienes me recibieron y permitieron realizar largas 
estadías en sus bibliotecas y espacios de trabajo. En primer término, a 
las maestras, bibliotecarias de la Biblioteca Pedagógica Central Maestro 
Sebastián Morey Otero y de la Hemeroteca Elbio Fernandez y la Sala 
de Investigación del Museo Pedagógico y Biblioteca Pedagógica. A Juan 
Gil y Angela por recibirme y posibilitar investigar en la Biblioteca de la 
Facultad de Medicina y en Archivo del Departamento de Historia de la 
Medicina. A Ana de Souza, ex-directora de la Biblioteca de Facultad de 
Psicología y del Archivo Histórico de la Facultad de Psicología y a las 
autoridades del Instituto Interamericano del Niño.
A Carlos Pérez, maestro de las primeras horas y a Arthur Arruda Leal 
Ferreira de la Universidad Federal de Río de Janeiro por acompañar la 
elaboración de este trabajo y especialmente por su afecto y amistad. A 
todos quienes integran y han pasado por por el Grupo de Investigación 
Estudios de la Gubernamentalidad, Ciencia, Tecnología y Subjetividad 
de la UdelaR y especialmente a los compañeros del programa de 
Fundamentos Históricos y Políticos de las Prácticas en Psicología y del 
curso de Historia de la Psicología. 
A Gabriela López por su trabajo en la corrección de estilo.
A Javi y Ana, quienes desde su tarea editorial habilitaron a que este 
trabajo procedente de la formación pública sea de libre acceso para todos 
quienes se interesen en conocer una versión del pasado de la psicología.
11
 
Índice
Introducción ..................................................................................................... 15
1. Gobernar, las raíces de la conducción .................................................... 23
2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad ........................49
2.1 Espiritualismo, psicología y espiritismo 57
2.2 El arribo del positivismo 62
2.3 Educar al pueblo, construir una nación 65
2.4 Educación y positivismo, base del proyecto modernizador 74
2.5 Pedagogía, psicología y la nación como horizonte 86
2.6 Pedagogía y psicología ensamblados al proyecto educativo 98
3. Ciencia, gobierno y psicología experimental ........................................ 105
3.1 La universidad positivista 110
3.2 El gobierno liberal y el positivismo 112
3.3 Cambia la población, se transforma el gobierno 121
3.4 Los rumbos del gobierno educativo 126
3.5 La Psicología: de ciencia metafísica a ciencia positiva 133
3.6 El primer laboratorio de psicología en América del Sur 142
4. Estado moderno y subjetivación de la ciudadanía ..............................153
4.1 El complicado arribo al siglo XX 158
4.2 El Batllismo y el país unificado 162
4.3 La estatalización del gobierno 166
12
Historia de la Psicología en Uruguay
4.4 Matriz de ciudadanía y subjetivación del ciudadano 170
4.5 La racionalidad política en práctica 174
4.6 Devenir ciudadanos 182
5. La psicología en la construcción de ciudadanía ..................................211
5.1 Reformas y conservadurismo 214
5.2 Crisis escolar: la ciencia al rescate 221
5.3 Educación cívica y encauzamiento moral 228
5.4 Mujeres desobedientes 234
5.5 Eugenesia e higiene: cuidado y conducción 240
5.6 Medicalización, educación y ciudadanía 246
5.7 La psicología en el proyecto nación 257
6. Psicología: gobierno y medicalización de la infancia ........................287
6.1 El centenario: cien años del gobierno propio 290
6.2 El gobierno de la infancia 304
6.3 La educación, herramienta de la corrección moral 325
6.4 Higienismo aplicado: infraestructuras y capacidades 
mentales 333
6.5 Psicología: proyectos, experiencias y potenciales expertos 349
7. El entramado psi: heterogeneidad e hibridación ................................ 377
7.1 Gobernar los gobiernos: una tarea sin fin 380
7.2 El destino de la nación: la infancia y su protección 386
7.3 Psicología: de la deficiencia mental a la conducta irregular 404
7.4 Psicología aplicada: extensividad y precisión 414
13
 
7.5 Laboratorios de psicopedagogía en la enseñanza pública 429
8. Formación y profesionalización en psicología ....................................447
8.1 El normotipo del niño y el adolescente uruguayo 451
8.2 El Centro de Estudios Psicológicos de Montevideo 477
8.3 La Clínica Médico Psicológica 490
8.4 La Licenciatura en Psicología y la psicología universitaria 499
8.5 Expertos y profesionales: controversias con la psiquiatría 528
9. Conclusiones ............................................................................................... 535
9.1 Genealogía y estratos 538
9.2 Racionalidades de gobierno y psicologías 545
9.3 La psicología, el gobierno y los sujetos 551
Referencias Bibliográficas .......................................................................... 555
Introducción
17
Introducción
Los estudios sobre los conocimientos disciplinares en sus más variadas 
versiones, sean sobre la creación, internacionalización y recepción, 
o aquellos enfocados en las formas en que un colectivo los aplica, legitima 
y los convierte en verdades, son realizados desde una amplia variedad 
de perspectivas, generando un sinnúmero de narrativas que, en algún 
momento de su elaboración, utilizan como un recurso válido, recostarse 
sobre el pasado del conocimiento, especialmente sobre su historia.
En el caso de la psicología, los estudios históricos de la disciplina 
han elaborado un camino propio donde es posible reconocer objetos, 
perspectivas y tradiciones historiográficas bien disímiles (Klappenbach, 
2006), que contrastan con aquellas primeras experiencias de los años 
80 y 90 del siglo XX a nivel regional y local, destacadas por su carácter 
endogámico, una débil conexión al circuito académico internacional y, 
por ende, ajenas a las diferentes problematizaciones y controversias que 
se daban en la historiografía de la psicología1. Durante ese período, la 
historia de la psicología como campo académico emerge como necesidad 
en la enseñanza de la profesión, por lo que las producciones tuvieron un 
1 Ver Ash (1983), Danziger (1984, 1993), Furumoto (1989).
18
Historia de la Psicología en Uruguay
fuerte sesgo sobre lo que se ha definido como modalidades celebratorias 
o sesgadas sobre la historia interna de la disciplina,característica que 
se dio a nivel internacional (Danziger, 1993). Posteriormente, el interés 
por las condiciones sociales y culturales de los saberes, la articulación 
con desarrollos de las ciencias humanas y sociales, el diálogo con los 
desarrollos de la historiografía en general, de la historia de las ciencias, 
de la historia social y cultural, de la arqueología de los saberes y los 
estudios de recepción, entre otros, posibilitaron redefinir la historiografía 
de la psicología, configurando un amplio campo de investigación 
(Massimi, 1996; Vezzetti, 2007).
El presente estudio se inscribe en el marco de lo que se conoce como 
historia crítica de la psicología (Danziger, 1984), enfocado especialmente en la 
pregunta que formuló Nikolas Rose (1998) ¿De qué manera debería hacerse 
la historia de la psicología?, a la que responde: «una historia crítica de la 
relación entre lo psicológico, lo gubernamental y lo subjetivo» (p. 41). Para 
acercarnos al entramado relacional elaborado a partir de la articulación de 
estas dimensiones en el Uruguay, utilizaremos una perspectiva genealógica 
(Nietzche, 1888, Foucault, 1988) desestimando la búsqueda de sus orígenes 
y las continuidades históricas, sin pretender construir un relato oficial, sino 
con el interés de proporcionar un enfoque que sume al campo heterogéneo 
de la psicología y a la multiplicidad de sus historias.
Desde una perspectiva genealógica se aborda la articulación entre 
el conocimiento y prácticas de la psicología, las tecnologías de gobierno 
y los procesos de subjetivación en el Uruguay moderno. La hipótesis 
planteada es que a partir del estudio de los ensambles entre las tecnologías 
de gobierno y las prácticas psicológicas, a la vez que reconocemos los 
fundamentos de estas prácticas, podremos visualizar los procesos de 
traducción de la racionalidad política de gobierno en el campo de la 
psicología y también identificar y caracterizar los modelos subjetivos 
propuestos desde las prácticas psicológicas.
El período en que situamos nuestro estudio va de 1830 a 1960, 
entendiendo que durante ese período comienzan a desplegarse aquellas 
acciones tendientes a gobernar, incluidas en lo que consideramos los 
pasos iniciales en el proceso de gubernamentalización (Foucault, 2006) 
19
Introducción
del país. Ese proceso de gubernamentalización referido a la gestión y 
conducción de la vida de la población y a cada una de las personas tuvo 
como correlato la construcción del Estado y la expansión de sus acciones 
(Filgueira, Garcé, Ramos y Yaffé, 2003). Si bien nuestro estudio no se 
focaliza en la formación del Estado, más bien en las prácticas de gobierno 
y específicamente en la articulación del saber «psi» con esas prácticas, 
nos parece adecuado considerar esta periodización, ya que refiere a un 
despliegue de acciones que alineó a instituciones, actores, procedimientos 
y técnicas, con cierta racionalidad compartida y que buscaron alcanzar 
objetivos de gobierno.
Este libro es una adaptación de la tesis doctoral Genealogía de las prácticas 
en el campo de la psicología y su relación con las tecnologías de gubernamentalidad en 
el Uruguay moderno. Un enfoque desde los Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad 
defendida en el 2020 en la Facultad de Psicología de la Universidad 
Nacional de Córdoba (Argentina), dirigida por el Prof. Dr. Arthur Leal 
Ferreira de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Las fuentes relevadas para el estudio fueron fundamentalmente 
documentación escrita, en su mayoría documentación bibliográfica y 
hemerográfica y documentación de archivo, especialmente documentos 
oficiales de instituciones educativas, médicas y de la psicología. Los 
establecimientos donde realizamos la búsqueda y recolección de 
materiales entre los años 2013 y 2016 fueron: 
• Archivo de la Cátedra de Historia de la Medicina
• Archivo del Departamento de Historia de la Medicina
• Archivo Histórico de la Facultad de Psicología
• Biblioteca de la Facultad de Medicina
• Biblioteca de la Facultad de Humanidades 
y Ciencias de la Educación
• Biblioteca de la Facultad de Psicología
• Biblioteca del Instituto Interamericano del Niño
• Biblioteca Nacional del Uruguay
• Biblioteca Pedagógica Central Maestro S. Morey Otero
• Hemeroteca Elbio Fernández. Sala de Investigación 
del Museo Pedagógico y Biblioteca Pedagógica
20
Historia de la Psicología en Uruguay
Se relevaron documentos digitalizados, por lo que fue de gran aporte 
el Proyecto Anáforas de la Facultad de Información y Comunicación de la 
Universidad de la República, que cuenta con un invaluable repositorio 
de documentos, imágenes y materiales del pasado, situado en: 
https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/
En lo que respecta a documentos digitalizados, también fue de 
continua consulta la biblioteca digital Internet Archive, situada en: 
https://archive.org/
El enfoque teórico utilizado en este trabajo articula los aportes de la 
historia crítica de la psicología (Danziger, 1984, 1993; Rose, 1998), los 
estudios de la gubernamentalidad (Foucault, 2006, 2007; Castro Gómez, 
2010; Rose, O Malley, Valverde, 2006) y los estudios sociales de la ciencia 
y la tecnología (Callon, 1980, 1987, 1995; Latour, 1999, 2001, 2008; Law, 
1987, 1999, 2009).
Desde esta perspectiva se estudiaron las prácticas de gobierno, prestando 
atención a las relaciones y ensambles entre elementos de diferente naturaleza 
con el objetivo de llevar adelante acciones de gobierno, y en esos entramados 
nos focalizamos sobre el saber y las prácticas de la psicología. Entendemos 
la idea de gobierno como la acción de conducir o guiar las conductas (Dean, 
1999) y tomamos la noción de gubernamentalidad de Foucault (2006) para 
incluir en esta idea, tanto la conducción de las personas y sus relaciones por 
parte de diferentes saberes y sus expertos, como la gestión de las cosas, los 
territorios, la administración del comercio y otras actividades. A la vez que se 
despliegan estas acciones, se construyen las bases para la futura racionalidad 
del Estado moderno y se propone una singular composición subjetiva para la 
población a gobernar.
Los entramados creados en torno a los procesos de gubernamentalización 
se hunden en las raíces de la historia del país, y sumergirse en busca de sus 
procedencias exige involucrarse con los estratos más lejanos de una historia 
que, aunque corta, resulta sumamente compleja. Es en ese devenir, desde los 
estratos más simples en términos de gobierno hasta aquellos más complejos 
en tanto proliferación de múltiples gubernamentalidades, en que la psicología 
pasó de la inexistencia absoluta a formar parte de los regímenes de prácticas 
del gobierno, a la vez que de un escaso repertorio de conocimientos y 
21
Introducción
prácticas, pasó a constituirse en una disciplina autónoma y reconocida 
socialmente. Nos proponemos ubicar en ese devenir, la presencia de la 
psicología, sus rasgos singulares, sus articulaciones con diferentes prácticas 
de gobierno, su involucramiento en los procesos de subjetivación, lo que nos 
exige «desprender uno a uno, los diferentes estratos de significado e intentar 
una genealogía de sus asociaciones» (Latour, 1998, p. 285).
Las historias de la psicología pueden centrarse en los aspectos internos 
de la disciplina o pueden prestar atención a su carácter relacional en 
busca de encontrar sus procedencias, es justamente desde este último 
enfoque, que intentamos dar cuenta del devenir de las psicologías en 
relación a otros elementos, como saberes, prácticas, infraestructuras, leyes, 
artefactos técnicos, entre otros. También prestamos especial atención a la 
articulación de la psicología con proyectos de un país porvenir y, en ese 
horizonte, nos propusimos reconocer las proposiciones de la psicología 
para el tipo de sujetos con los que era deseable contar en la futura nación.
Desde esta perspectiva, el trabajo sobre el pasado de la disciplina 
también es un trabajo sobre su presente, ya que conocer cómo se han 
producido losprocesos de subjetivación en los que ha participado la 
psicología, sus aportes a la construcción subjetiva de la infancia, de 
mujeres y hombres, de sus ideales y valores, de sus comportamientos y 
sensibilidades, resulta un elemento indispensable para el trabajo actual 
de la psicología, tanto sobre sí misma como sobre las acciones que 
involucran a otros.
1. Gobernar, 
las raíces de la 
conducción
25
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
«...en cuarenta y cinco años; dieciocho 
revoluciones! Bien puede decirse, sin 
exageración, que la guerra es el estado 
normal en la República» 
Varela, 1876, p. 16
El énfasis con el que José Pedro Varela1, a finales del siglo XIX, sintetizó 
y expuso las particularidades de ciertos aspectos de la convivencia social, 
brinda una imagen un tanto indómita e ingobernable de nuestros antecesores. 
El categórico enunciado no necesita de ornamentos para expresar el modo 
en que se resolvían las disputas en aquellos tiempos; a pesar de esto, también 
es difícil sostener la idea de enfrentamientos inacabables sin considerar la 
posibilidad de que tales acontecimientos emergieron en un escenario donde 
la convivencia pacífica también fue parte de la existencia de las personas.
Las palabras de Varela reflejan el difícil periplo que durante cinco 
décadas resultó el intento de ordenar un territorio y conducir a las 
personas con la pretensión de construir una nación y, especialmente, 
la de construir modalidades de gobierno, tanto para gobernarse a sí 
mismos como para gobernar a todos.
1 José Pedro Varela (1845-1879) fue un periodista y político uruguayo 
que se destacó por su labor transformadora en el campo de la educación. Integró 
un colectivo de personas interesadas en la educación, la Sociedad de Amigos de 
la Educación Popular, y desde ese colectivo, desplegó su actividad de reflexión y 
transformación sobre la educación en el Uruguay.
26
Historia de la Psicología en Uruguay
Un acontecimiento fundante del proceso de gubernamentalización del 
Uruguay fue la jura de la constitución de 1830. Varios autores destacaron 
las falencias de la carta jurídica que impidieron generar condiciones para 
gobernar. Alberto Zum Felde2 (1967) criticó su carácter teórico, el no 
haber considerado la vida real de la población e instalar el centralismo 
político y administrativo. Pivel Devoto3 y Ranieri de Pivel4 (1956), le 
adjudican responsabilidad en el lento proceso de institucionalización 
del país y, por ende, en el ejercicio del gobierno. A estas dificultades 
en el propósito de instalar un gobierno, se sumó la injerencia de países 
limítrofes (Argentina y Brasil), el escaso desarrollo económico, la ausencia 
de clase media que procurara la estabilización social y por otro lado, la 
presencia de diversos tipos subjetivos, como el gaucho, al que se lo vinculó 
con una imagen de desorden y anarquía.
La población quedó dividida entre los de la ciudad y los del campo. 
La población rural elegía representantes cada tres años, «representantes» 
ilustrados y dedicados a deliberar, quedando por fuera del registro político 
una gran fuerza activa del país, una masa rural que no solo representaba 
un sector de la población, sino que, de la misma manera que el patriciado 
componía un universo existencial urbano que creaba y recreaba, el sector 
rural también componía su propio universo. Dejar fuera del espectro 
político y, concretamente, de las prácticas de gobierno a ese sector, 
significó aislar un modo de entender y vivir lo político, lo económico 
y lo moral, que se nucleó en torno a la impronta del caudillismo.
2 Alberto Zum Felde (1887-1976) fue ensayista, crítico e historiador, nacido 
en Argentina y radicado de muy niño en Uruguay. En sus ensayos incursionó en la 
filosofía, su formación en filosofía, historia y sociología fue autodidacta. Se destacan 
de sus obras: Proceso histórico del Uruguay: esquema de una sociología nacional (1919), Estética 
del 900 (1929) y el Proceso intelectual del Uruguay: crítica de su literatura (1930). Su obra se 
encuentra en: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Alberto_Zum_Felde/
doku.php
3 Ernesto Pivel Devoto (1910-1997) fue historiador y político, perteneciente 
al Partido Nacional. Fue Ministro de Instrucción Pública entre 1963 y 1967.
4 Alcira Ranieri de Pivel (1914-2006), historiadora, autora de varias obras 
historiográficas, tanto de autoría propia como en coautoría con Pivel Devoto.
27
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
El intento de ordenamiento jurídico rápidamente fue puesto en 
cuestión. En 1831 sucedió la matanza de Salsipuedes5 y hasta 1834 
se dieron enfrentamientos que expresaron la disputa entre campaña y 
ciudad. En 1836, chocaron las fuerzas de Fructuoso Rivera6 y Manuel 
Oribe7, representando sectores antagónicos de los que surgieron, 
primero, las divisas partidarias y posteriormente, los partidos políticos 
denominados «tradicionales»: el Partido Colorado y el Partido Blanco, 
posteriormente Partido Nacional. El enfrentamiento local adquirió ribetes 
regionales, volviéndose un conflicto internacional al involucrarse Brasil, 
Argentina, Francia, Inglaterra e Italia en la figura de Giuseppe Garibaldi. 
Se desató lo que se conoce como la Guerra Grande, culminando casi 20 
años después, en 1851.
El complejo escenario de esos años puso en cuestión la posibilidad de 
construir una identidad nacional autónoma, y más para un país que no 
contaba con tradición estética, intelectual y política definida; sin embargo, 
existió cierta conciencia de esa dificultad. El 15 de octubre de 1838, 
5 El 11 de abril de 1831, 40 indígenas fueron muertos, 300 hechos prisioneros 
y otros tantos escaparon y fueron perseguidos. Los charrúas, pobladores autóctonos 
de estas tierras, fueron víctimas de un plan de exterminio, una «solución» basada 
en el sable y la lanza propia de la época: «Esta ideología del exterminio se fue 
gestando desde la época colonial y está íntimamente relacionada con una lucha 
cuasi civilizatoria con los siguientes relieves económicos» (Borges, 2010, p. 35).
6 Fructuoso Rivera (1784-1854), militar y político. Integró las fuerzas artiguistas 
durante un tiempo, hasta la invasión portuguesa (1816), donde comienza a distanciarse 
de Artigas y acercarse a la causa portuguesa (1820). Su condición de caudillo y su rol 
de garante del orden en la campaña le valieron el apoyo de comerciantes y doctores 
de la capital. Fue el primer presidente del país en las elecciones de 1830 y fundador 
del Partido Colorado.
7 Manuel Oribe y Viana (1792-1857) participó de la resistencia artiguista 
frente a la invasión portuguesa; exiliado en Argentina preparó su regreso con el 
apoyo de Juan Manuel de Rosas en lo que se conoce como el Desembarco de los 
Treinta y Tres Orientales, liberando Montevideo de las fuerzas brasileñas. A pesar 
de enfrentarse a Rivera, fue nombrado por este como Ministro de Guerra y Marina, 
siendo luego presidente del país en el período de 1835-1839 y fundador del Partido 
Blanco, posteriormente conocido como Partido Nacional.
28
Historia de la Psicología en Uruguay
apareció el periódico El Iniciador. Andrés Lamas8 y Miguel Cané9 fueron 
sus dirigentes, y en su primera página impresa, a la vez que caracterizan 
su tiempo, propusieron el horizonte de su empresa:
Tal vez parecerá estraño que cuando el ruido de las armas solo es 
interrumpido por los himnos fúnebres del dolor y por los gemidos 
del llanto, aparesca el anuncio de un ensayo periódico, puramente 
literario y socialista: tal vez se fulmine sobre nosotros una mirada 
desdeñosa al vernos ocupados de las letras cuando la política llena 
todas las cabezas, conmueve todos los corazones: ¡que importa! 
esa estrañeza y ese desdén serán injustos: —la injusticia no puede 
desalentarnos (sic).
Un pueblo ignorante no será libre por que no puede serlo:- un 
pueblo para ser ilustrado es necesario que cultive las ciencias, las 
artes; que tenga una razón, una conciencia propia: que sepa como, 
porqué, y para quevive (sic) (Cané, 1838, p. 1).
La conquista de la libertad intelectual resultaba, para los actores de 
la época, la continuidad de la conquista de la libertad política; era el paso 
siguiente para la emancipación absoluta y construir una «personalidad 
nacional» propia:
Dos cadenas, nos ligaban a España; una material visible, ominosa; 
otra no menos ominosa, no menos pesada, pero invisible, 
incorpórea, que como aquellos gases incomprensibles que por su 
sutileza lo penetran todo, está en nuestra legislación, en nuestras 
letras, en nuestras costumbres, en nuestros hábitos, y todo lo ata, 
8 Andrés Lamas (1817- 1891), escritor, diplomático y político, estudió 
abogacía y se interesó por los estudios históricos. Fue fundador del Instituto Histórico 
y Geográfico del Uruguay, en 1843, integró el Poder Legislativo y fue fundador del 
Instituto de Instrucción Pública.
9 Miguel Cané (1812- 1863), escritor y político argentino, se interesó por 
los estudios históricos, fundando junto a Juan Bautista Alberdi una Asociación 
de Estudios Históricos y Sociales. Su oposición al gobierno de Rosas la desplegó 
activamente desde la prensa escrita en la ciudad de Montevideo.
29
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
y a todo le imprime el sello de la esclavitud, y desmiente nuestra 
emancipación absoluta (Cané, 1838, p. 1).
Con claridad se manifestaba que el testimonio de la libertad y la 
independencia se encontraba en la conquista de las ideas propias, en la 
producción intelectual e industrial, en las leyes y en la construcción de una 
matriz de ciudadanía10, rasgo fundamental para construir una identidad 
nacional. El deseo era más fuerte que las condiciones disponibles para 
concretarlo; sin embargo, el rumbo hacia dónde dirigir la construcción 
de la nueva nación comenzaba a trazarse, y el conocimiento11 se disponía 
como objeto a gobernar.
Habitualmente se sostiene que el conocimiento, en sus diferentes 
versiones y con cierta especificidad el conocimiento científico, se constituyó 
en Europa, y desde ese lugar central se dispersó globalmente. Esta manera 
de concebir la movilización del conocimiento relega a los espacios de 
recepción a una disposición contemplativa y sin incidencia. Sin embargo, 
claramente los receptores locales y las condiciones de recepción resultan 
10 Utilizaremos la idea de matriz de ciudadanía para ubicar a la ciudadanía 
como una condición emergente de una multiplicidad de prácticas, como 
negociaciones, disputas y consensos entre diferentes actores, que inciden en la 
organización y gestión de las formas de convivencia social. Queremos destacar 
su carácter dinámico y contingente, a la vez que su tendencia a la consolidación. 
La concepción de ciudadanía ha sido entendida habitualmente como la posesión de 
derechos. Marshall (1950) divide esos derechos en civiles, políticos y sociales y concibe 
la plena expresión de estos en un Estado liberal democrático. Esta concepción se 
afirma en la idea que el Estado asegure esos derechos, por lo que se denomina como 
ciudadanía pasiva o privada (Kymlicka y Norman, 1994). Esta concepción clásica 
ha recibido críticas tanto desde sectores de la derecha como de la izquierda política, 
y desde el feminismo, en ese sentido es y ha sido una noción en disputa. Con la idea 
de matriz de ciudadanía se intenta no caer en el esencialismo, y subrayar su carácter 
dinámico y contingente, en tanto refiere a la singularidad de los procesos históricos, 
sociales y políticos de cada país.
11 Utilizaré conocimiento, como síntesis de una variedad de prácticas y actores 
heterogéneos involucrados en la creación, transmisión, legitimación y recepción de las 
diferentes formas de saber.
30
Historia de la Psicología en Uruguay
singulares, lo que en definitiva, a la vez que recepcionan, se convierten 
en condiciones para la transformación de ese conocimiento.
Esto no invoca una cuestión de oposición de saberes locales al saber 
universal europeo, sino, como lo plantea Latour (1992), es cuestión de 
conexiones. En el caso de Europa y las diferentes zonas colonizadas en 
América, África o Asia, todos los elementos que fueron transportados 
y movilizados hacia los centros europeos, datos, mediciones, mapas 
y diferentes elementos, acercaron mundos y pensamientos distantes 
y también permitieron que estos centros regionales supieran más sobre 
otras regiones, conociendo su localización y siendo incluidos en alguna 
red codificada desde las lógicas comerciales, geopolíticas o de circulación 
de conocimientos. Al decir de Latour (1992): «quien incluya y quien 
quede incluido, quien localice y quien sea localizado, todo ello depende, 
no de una diferencia cognitiva o cultural, sino del resultado de una lucha 
constante» (p. 217). Esta tesis es tomada por Raj (2007), quien plantea 
que la recepción del conocimiento científico tuvo el inesperado efecto de 
hacer visible aspectos culturales específicos de las zonas de contacto, en 
aquellas zonas donde se dio el encuentro entre dos culturas. Tomaremos 
este concepto para abordar la circulación de conocimiento en esta zona 
del sur de América, desestimando la idea que los actores locales fueron 
carentes de agencia y estableciendo de este modo la singularidad de una 
historia local del conocimiento y su aplicación, tanto en las formas de 
gobernar, en el campo intelectual y de la ciencia.
Desde esta perspectiva, la Escolástica, como filosofía inicial, a nivel 
local no tuvo una recepción y posterior circulación similar a otras zonas 
en la misma época. Se diseminó continuando el plan de creación de las 
universidades españolas12, arribando a Montevideo con la fundación en 1726 
del Colegio de San Bernardino y la primera cátedra de filosofía por parte de 
los franciscanos (Ardao, 1945/1994; Otero, 1908). A fines del siglo XVIII, 
la Escolástica se retrajo frente al avance del espíritu científico, habilitando 
el ingreso del pensamiento cartesiano a la Universidad de Córdoba.
12 Lima (1551), México (1553), llegando a la región con la fundación de la 
Universidad de Córdoba (1623).
31
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
La falta de organicidad de la iglesia hizo que la recepción de la 
Escolástica fuese débil y no se arraigara en el ámbito local; incluso 
la instalación de la Iglesia fue diferente al resto de América, ya que 
cumplió un papel fundamental en el proceso revolucionario, alineado 
al accionar independentista de la revolución artiguista: «fue elemento 
de cohesión revolucionaria y criolla; la revolución artiguista tuvo 
dirigentes eclesiásticos que aplaudían la libertad civil y religiosa en toda 
su extensión imaginable» (Segundo y Rodé, 1969, p. 123). Esto muestra 
que, desde los primeros tiempos, la confluencia de los sectores político 
y religioso, que en otros territorios configuraron una amalgama desde 
donde se desplegó la actividad de gobierno, a nivel local destacaron por 
su errático relacionamiento, débil y desconfiado, prefigurando un futuro 
marcado por la división entre ambas instituciones. En esa mediación 
conflictiva jugó un papel fundamental el sector intelectual del país.
El medio intelectual local era pobre en esa época; destacó la figura de 
Dámaso Antonio Larrañaga (1771-1848), quién se formó en la Escolástica 
pero esta doctrina no llegó a pesar demasiado en su ideario. Arturo 
Ardao13 (1945/1994), expresa que: «políticamente actuó, en general, 
como un enciclopedista típico» (p. 35). Su tesis, reflejando el sentido 
enciclopédico, versó sobre «toda la filosofía» y constó de doce partes, 
una de ellas: psicología. La psicología correspondía a una metafísica del 
espíritu y sostenía: «contra Descartes que la esencia del alma no consiste 
en su pensamiento actual, sino en su facultad de pensar. Es creada por 
Dios en el momento de ser infundida al cuerpo» (Ardao, 1971, p. 21). 
En relación al origen del conocimiento, rechazaba las «ideas innatas» 
de Descartes y sostenía que la idea mental depende de los sentidos, 
mostrando su lado empírico-naturalista.13 Arturo Ardao (1912-2003), filósofo e historiador de las ideas. Profesor 
Emérito y Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República. Sus obras 
pueden encontrase en: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Arturo_Ardao/
doku.php?id=presentacion
32
Historia de la Psicología en Uruguay
El enciclopedismo, específicamente la Ideología14, arribó a la cátedra 
de filosofía alrededor de 1830. Desde la cátedra y los periódicos se 
irradió este nuevo pensamiento, con el objetivo de fundamentar la nueva 
institucionalidad promovida en el país. El pensamiento local reflejaba una 
composición híbrida y desde ahí se elaboraban las bases de una modalidad 
de gobierno que sintetizaría posteriormente varias líneas, al decir de 
Ardao (1945/1994): «el liberalismo político que venía de la Enciclopedia 
y el liberalismo económico que venía de la Fisiocracia; la secularización 
del Estado; la Enseñanza pública, laica y popular, el credo social y 
humanitarista» (p. 51).
El pasaje de la ideología fue breve, pero representó el cambio de 
una filosofía colonial hispánica a una filosofía moderna de procedencia 
francesa, afirmando las ideas de ciencia y de progreso propuestas por 
el naturalismo racionalista y el empirismo moral, llevando consigo el 
germen del positivismo. Posteriormente, luego de su paso por Buenos 
Aires, arribó a Montevideo el sansimonismo, filosofía social francesa. 
Juan Bautista Alberdi dictó el curso Filosofía Contemporánea en el 
Colegio Oriental de Humanidades donde se creó la primera Cátedra 
de Economía Política, a la que el gobierno le brindó el carácter de 
universitario. Estos dos cursos resultaron sobresalientes en el campo del 
conocimiento del momento, filosofía contemporánea y economía política, 
esta última a cargo del profesor Marcelino Pareja, brindando el contenido 
de: el socialismo utópico (Ardao, 1971, 1945/1994).
Otro intelectual destacado fue Teodoro Miguel Vilardebó (1803-1857), 
que junto a Larrañaga y José Manuel Pérez Castellano (1743-1815), 
introdujeron el pensamiento científico occidental en el Uruguay. En 
1830, Vilardebó se doctoró en medicina en París y en 1831 en cirugía, 
doble titulación atendiendo al decreto que exigía el título de cirujano 
para ejercer en Montevideo. Vilardebó regresó al país en agosto de 1833; 
fue el primer doctor en medicina y cirugía del Uruguay. Mañé Garzón 
14 La ideología fue la heredera del pensamiento enciclopedista luego de la 
Revolución Francesa y se caracteriza como la segunda etapa del iluminismo francés. 
Abre un camino de «escepticismo religioso precursor del que iba a caracterizar al 
próximo positivismo» (Ardao, 1962, p. 40).
33
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
(1989), historiador de la medicina en Uruguay, expresa que: «Montevideo 
en 1833 contaba con unos 25 médicos, todos ellos extranjeros y con 
títulos muchas veces no muy confiables» (p. 245).
La configuración heterogénea del «cuerpo médico» determinó el 
inicio de confrontaciones en torno al ejercicio de la medicina, en las 
que Vilardebó se involucró. Al integrar la Junta de Higiene creada en 
1836, a raíz de la epidemia de escarlatina, se vio envuelto en una disputa 
sobre las modalidades de intervención. Vilardebó demostró que muchas 
de las muertes ocurrieron frente a la impericia de algunos médicos que 
utilizaron tratamientos inadecuados, por lo que: «propuso una serie de 
medidas que parecían por entonces excesivas y nadie quiso compartir 
la responsabilidad de llevarlas a la práctica» (Pivel Devoto y Ranieri 
de Pivel, 1956, p. 234). Esta y otras acciones de similar índole revelan 
a Vilardebó como el primer higienista. La no recepción de los planteos 
de Vilardebó evidencia que la salud de la población no había cuajado 
aún como un campo de problematización (Foucault, 1999) del gobierno 
y tampoco, la vida biológica de la población como objeto a gobernar.
Durante varios años, el médico uruguayo debió luchar por la 
reglamentación de la profesión, una lucha que lo enfrentó a comadronas, 
enfermeros y «aficionados» que ejercían de manera ilegal la medicina 
y que daban cuenta de un entorno mezquino y pobre culturalmente. 
Schiaffino (1940), describe a Vilardebó como un:
…hombre sencillo que dejando de lado los procedimientos fáciles 
que le hubieran rendido el ciento por ciento de su trabajo en 
el ambiente lugareño de la época, prefirió labrarse una cultura 
excepcional y emplear para el exiguo medio criollo, una preparación 
análoga a la que le hubiera exigido su permanencia en una ciudad 
de las más adelantadas en cultura del viejo mundo (p. 6).
Un ejemplo claro de la complejidad del entorno, su carácter aldeano 
y falto de iniciativa, que desborda el ámbito de la salud, queda plasmado 
en la débil presencia de la instrucción primaria y en la lenta construcción 
de un sistema de educación como fundamento del proyecto de nación. 
En 1821, Dámaso Antonio Larrañaga promovió la fundación de la 
34
Historia de la Psicología en Uruguay
Sociedad Lancasteriana y la creación de una escuela gratuita para niños 
pobres, donde se prohibían los castigos corporales y se enseñaba el 
catolicismo. Años después se crearon las primeras escuelas en los pueblos 
de campaña, gratuitas, pero no obligatorias, y se creó la Escuela Normal 
para la formación de maestros. En los años 1830-1831, los alumnos que 
concurrían a las escuelas públicas ascendían a un número de 1.600.
La «independencia» en el campo del conocimiento fue un camino 
lento, así lo muestra la creación e instalación de la Universidad. Según 
expresa Ardao (2008), fue resuelta: «a través de un proceso jalonado por 
tres actos fundamentales: la ley del 33, el decreto del 38 —actos jurídicos— 
y la inauguración del 18 de julio de 1849 —acto material—» (p. 21). El 
11 de junio de 1833, a iniciativa de Larrañaga, se crearon a través de un 
decreto 7 cátedras (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956) o 9 (Ardao, 
2008); lo importante a destacar es que las cátedras no guardaron una 
institucionalidad que las uniera, ya que la creación estuvo condicionada 
al funcionamiento de la mayoría de las mismas, lo que se logró en 1836. 
En mayo de 1838, el presidente Oribe decretó: «Queda instituida y erigida 
la casa de estudios generales establecida en esta capital, con el carácter de 
Universidad Mayor de la República y con el goce del fuero y jurisdicción 
académica que por este título le compete» (Ardao, 2008, p. 22). Finalmente, 
el 15 de julio de 1849 el Poder Ejecutivo dictó un decreto que, en virtud de 
la ley de 1833 y el decreto de 1838, instala e inaugura la Universidad; 16 
años llevó poner en marcha la casa de estudios superiores. La Universidad 
contenía toda la enseñanza pública; tuvo a su cargo la Enseñanza Primaria, 
la Enseñanza Secundaria y la Enseñanza Científica y Profesional.
En setiembre de 1847 se creó el Instituto de Instrucción Pública, 
encargado de: «promover, difundir, uniformar, sistematizar y metodizar 
la educación pública, y con especialidad la enseñanza de primaria» 
(Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 243). Este instituto tuvo el 
cometido de dirigir y mejorar la enseñanza primaria e inspeccionar las 
enseñanzas secundarias y científicas. La lenta consolidación del sistema 
educativo estuvo signada por las luchas y guerras que seguían siendo 
frecuentes en el territorio nacional. En ese marco, se dieron los primeros 
pasos de organización de un «débil» sistema educativo, que puso de 
35
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
relieve las dificultades de gobernar y la necesidad imperiosa de conducir 
las conductas de la población sobre ciertos intereses comunes, algo que 
aún llevaría su tiempo.
Un primer paso fue realizado por el Secretario del Instituto de 
Instrucción Pública, el Dr. José Palomeque. Motivado por una nota 
del Ministerio de Gobierno alertando sobre la frecuencia con que los 
maestros abandonaban sus escuelas, se dispuso a recorrer el interior del 
país y observó la situación en que se encontraban las escuelas. Entre 
losaños 1854 y 1855, visitó 30 escuelas del interior; la matrícula no 
alcanzaba a un millar de estudiantes, eran exactamente 899 en una 
población de 129.000 habitantes de las 11 ciudades que visitó. En el 
informe evidenció la deplorable situación en que se encontraban las 
escuelas: los maestros no estaban formados, no existían buenos libros, 
se enseñaban rudimentos de escritura, lectura, las primeras cuatro reglas 
fundamentales de la aritmética, nociones de gramática castellana y la 
doctrina cristiana. Palomeque informaba: «Los profesores impagos, los 
alumnos sin textos, los establecimientos sin útiles ni materiales que les 
sirvan...» (Acevedo, 1923, p. 344).
Palomeque propuso una serie de medidas para revertir la deplorable 
situación de la educación, tendiendo a organizar el sistema escolar, 
formar maestros, establecer la obligatoriedad de la educación, atender 
la educación femenina y especialmente constituir una «fuerte» dirección 
del sistema escolar. La propuesta no fue considerada, a pesar de los 
elogios de las autoridades.
La situación caótica del sistema educativo refleja la incapacidad de 
gestionar los rumbos del país de manera eficiente, y expone la débil 
estabilidad de las redes que forman y sostienen las prácticas de gobierno. 
Una red fuerte y densa en el centro administrativo de la capital, que deja 
entrever su debilidad, en tanto se aleja del núcleo donde se planifican las 
acciones de gobierno. Aún queda mucho camino para que las prácticas 
de gobierno cubran todo el territorio nacional, y aún mucho más para que 
alcance el pensamiento y las conductas de la población. Una nota de un 
maestro rural de 1854, Bonifacio Montes de Oca, pinta de manera clara 
los problemas sobre los cuales debía dirigirse la práctica de gobierno:
36
Historia de la Psicología en Uruguay
Cuarenta y siete niños cuenta la escuela. Ninguno de ellos sabe 
leer correctamente. Ninguno sabe escribir con ortografía. Ninguno 
sabe colocar en orden los sumandos para hacer la operación más 
elemental de la aritmética. Y en cuanto a la moralidad, el estado 
de la escuela es el más lamentable. (Acevedo, 1923, p. 345).
La «moralidad» asoma en el horizonte del gobierno como aquello 
que debe transformarse para dejar atrás lo que las clases dirigentes 
llamaron «cultura bárbara», caracterizada por la práctica y justificación 
de la violencia física, y definida por José Pedro Barrán (2004a) como: 
«el gran método de dominio del Estado sobre sus súbditos y de los 
amos (padres, maestros, patrones) sobre sus subordinados (hijos, niños 
y sirvientes)» (pp. 14-15). Un tipo de «sensibilidad» que tuvo su apogeo 
entre 1800 y 1860 y que se caracterizó por los excesos en el ocio, el 
juego, la sexualidad, la violencia. Sin embargo, para enfocarse en ese 
horizonte de las conductas y la moralidad de la población, los actores 
interesados en conducir el gobierno primero deberían ordenarse y 
estabilizar las condiciones para gobernar y a la vez consolidarse como 
sectores que promovieran e impusieran cambios en las conductas de 
las personas a través de la elaboración y promoción de una nueva 
«sensibilidad».
Producir modalidades de comportamiento que brindaran cuerpo al 
proceso «civilizatorio», implicaría resolver las desavenencias que llevaron 
a la internacionalización de un conflicto local, la Guerra Grande (1839-
1851). Un problema enraizado en lo más hondo de la identidad nacional, 
sintetizado en el conflicto entre caudillos y doctores; pero que en definitiva 
expresaba el enfrentamiento entre el campo y la ciudad. Cada sector 
involucraba diferentes mundos, que podían caracterizarse en formas 
de relacionamiento entre autoridad y población, flujos de mercado, 
acumulación de capitales, propiedad del territorio, entre otros elementos.
Un nuevo período de luchas se inició en 1851 y duró hasta la paz 
de abril de 1872. Zum Felde (1967) lo describe de esta manera: «la lucha 
de los bandos tradicionales, disputándose el poder en medio de violencias 
terribles que exacerbaban hasta el crimen los odios enconados. Los 
partidos tienen empeñada lucha a muerte, sin cuartel, sin humanidad» 
37
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
(p. 191). Después de 20 años de vida, el país no encontró un modo de 
gobernarse incapaz de conjugar las fuerzas en un mismo sentir y accionar, 
la mirada sobre la Constitución se volvió ineludible y en 1854 se planteó 
la idea de reformar la constitución. Manuel Herrera y Obes15 manifestó 
sobre el tema:
El mal de nuestra constitución actual está en que no se 
cumple: en que es una mentira en la práctica; en que ella 
es impotente para luchar con nuestras tendencias indomables 
a la desorganización; en que nadie la acepta sino para cobijar 
sus malas pasiones; en que los hábitos de nuestra tradición 
revolucionaria son más fuertes que los más sanos preceptos del 
orden y de disciplina; en que las preocupaciones y las pasiones 
selváticas hacen la base de nuestras costumbres: en una palabra, 
en que no estamos preparados para la existencia política que nos 
hemos dado. (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 59)
Se deberá esperar hasta 1860 para que un presidente logre finalizar 
su mandato. Bernardo Berro16, el séptimo presidente desde 1830, fue 
un dirigente de origen blanco que se caracterizó por su mirada hacia 
el futuro. Reconocía plenamente que el proyecto de la república carecía 
de republicanos y en ese sentido, dos puntos centrales formaron parte 
de su administración: la educación del pueblo para la vida democrática 
y el nacionalismo como ideal superador de las divisiones partidarias.
A pesar de vislumbrarse la posibilidad de cierto avance, el destino 
de Berro no fue el mejor. Sus reformas vinculadas a la Iglesia, como la 
secularización de los cementerios y la definición del matrimonio como 
15 Manuel Herrera y Obes (1806-1890), político del Partido Colorado que se 
inició bajo la influencia de Fructuoso Rivera. Ocupó varios cargos de gobierno y en 
1850 asumió el rectorado de la Universidad hasta 1852; continuando el rectorado de 
Lorenzo Fernández, ocupó nuevamente el Rectorado entre 1854 y 1859. Fue senador 
y ministro de Relaciones Exteriores. Fallece en 1890, cuando su hijo Julio Herrera 
y Obes ocupaba la presidencia de la República.
16 Bernardo Prudencio Berro Larrañaga (1803-1868) fue presidente de la 
República entre 1860 y 1864, perteneció al Partido Blanco y se reconoce como uno 
de los primeros presidentes que intentó organizar administrativamente el Estado.
38
Historia de la Psicología en Uruguay
un contrato civil, fueron muy controvertidas. La Iglesia percibió el riesgo 
creciente de que se desestimara la religión católica como religión de 
Estado y, en defensa de los derechos agraviados de la Iglesia, el caudillo 
Venancio Flores inició en 1863 una revolución conocida como Cruzada 
Libertadora, iniciando un gobierno de facto que culminaría en el tratado 
de la Triple Alianza, acuerdo entre Argentina, Brasil y Uruguay que 
llevaría a una guerra con Paraguay durante 5 años17.
Transcurrieron tres años de la dictadura de Venancio Flores y «los 
doctores» intentaron un nuevo levantamiento, a través del cual Bernardo 
Berro procuró recuperar el poder. En febrero de 1868, junto a algunos 
seguidores, se levantan al grito de «¡Vivan los blancos!» y es apresado por 
un grupo de colorados. Venancio Flores, al enterarse del levantamiento, 
sale hacia el Cabildo y es emboscado por un grupo de hombres que lo 
hieren de bala y lo asesinan a puñaladas. Berro es llevado al Cabildo 
donde se encontraba el cadáver de Flores, se lo instó a confesar, y afirmó 
no tener nada que ver. Fue llevado al calabozo y torturado hasta morir. 
Dos presidentes mueren el mismo día y los partidos quedan más divididos 
que antes (Barrán, 2011; Borges, 2010, Zum Felde, 1967).
La Asamblea General eligió como presidente al Gral. Lorenzo 
Batlle18. Su gobierno concentró las facciones coloradas y fue enfrentado 
por los caudillos que en el interior del país veían con desconfianzaal 
gobierno central. La revuelta más importante durante ese período 
fue conocida como «Revolución de las Lanzas», dirigida por Timoteo 
17 La guerra fue una masacre, de 1:300.000 habitantes sobrevivieron 300.000, 
mujeres y niños en su mayoría. Sarmiento definía la guerra como el enfrentamiento 
entre «civilización contra barbarie». Paraguay, por esos tiempos, lejos estaba de la 
barbarie. Paraguay nacionalizó sus tierras en un 98 % del Estado y fueron otorgadas 
a quienes las trabajaran, creó fundiciones de metal con las que construyó su 
ferrocarril y astilleros, construyó telégrafos eléctricos, líneas de navegación a vapor, 
mientras que, por estas tierras, no se había logrado mantener un gobierno por tres 
mandatos consecutivos o que la educación llegara al pueblo.
18 Lorenzo Batlle (1810-1887) ocupó la presidencia durante 1868 y 1872 
y su presidencia se caracterizó por la exclusión del Partido Blanco.
39
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
Aparicio19 (1870-1872). En 1872 se firmó la Paz de Abril, otra vez bajo 
la bandera de la orientalidad, sin vencidos y vencedores y negociando 
el reparto político de las jefaturas del interior del país.
El escenario sociopolítico recibía nuevos actores durante el período de 
caos provocado por la Revolución. En 1871 se creó la Asociación Rural 
del Uruguay (en adelante ARU), nucleando a los estancieros empresarios 
y ricos hacendados en su mayoría extranjeros, con el objetivo de presionar 
coordinadamente al gobierno ante las situaciones de anarquía que se vivían 
en el campo. Este sector de hacendados se ubicó en el litoral del país, donde 
se encontraban las tierras más fértiles. Al norte y centro del país la tierra 
estaba en manos de sectores vinculados al poder político local (Finch, 2005). 
En la ciudad de Montevideo, por su parte, surgía un movimiento político 
de jóvenes universitarios, blancos y colorados, conocido como principismo. 
Al decir de Ardao (1950): «más que una escuela, un temperamento» (p. 51). 
Al igual que la ARU y los comerciantes reunidos en la Bolsa de Comercio, 
los principistas culpaban a los partidos tradicionales y caudillos de ser los 
causantes del caos del país.
Los principistas desentonaron con las necesidades de su tiempo; 
en un país ingobernable, los jóvenes universitarios generaron una 
desconfianza inexplicable sobre el Estado, absurda considerando el 
frágil desarrollo institucional y, en definitiva, instalando una oposición 
férrea entre individuo y estado (Barrán, 2011; Mariani, 1968). Desde 
una base espiritualista, sostenían que el cambio individual propiciaría el 
cambio de la sociedad y sus intereses se centraron en el mantenimiento 
de las garantías individuales. Se opusieron a los caudillos, representantes 
para los jóvenes montevideanos de la barbarie y el caos; decían que 
se rodeaban del «populacho rural y suburbano» y resultaba una gente 
«canalla e insolente». Por el otro lado, la «gente honrada» estaba 
representada en los jóvenes doctores. «El odio no es ahora de partidos 
sino de clases» (Zum Felde, 1967, p. 197). Los principistas instalaron 
19 Timoteo Aparicio (1814-1882), caudillo (político/militar) del Partido 
Blanco, participó en múltiples enfrentamientos contra los gobiernos de Berro, 
enfrentándose con el ejército de Flores y al gobierno de Lorenzo Batlle; gran parte 
de su vida estuvo dedicada al accionar revolucionario.
40
Historia de la Psicología en Uruguay
el liberalismo político como una tradición que el país recuperaría en 
momentos venideros.
La conflictividad, la crisis política sumada a las crisis económica 
y financiera, atacaban el endeble desarrollo del país y gestaban las 
condiciones para el establecimiento de nuevas alianzas. El quiebre de 
bancos, corridas financieras y suspensión de pagos de deuda pública 
interna y externa supuso instalar el papel moneda y quitar el oro como 
valor de transacción, afectando a los sectores que comerciaban con el 
oro: el alto comercio, los hacendados y los acreedores británicos (Barrán 
y Nahum, 1984). Las transformaciones financieras fueron amenazas 
a las clases más ricas, y la ARU jugó un papel estratégico.
Desde la Revista de la ARU se esbozó un proyecto de país que exigía 
asegurar la propiedad privada a través del alambramiento de los campos, 
permitiendo el desarrollo agrícola y la refinación del ganado ovino y 
vacuno. Construir caminos y puentes, instalar el ferrocarril, mejorar el 
sistema jurídico administrativo, establecer una fuerza militar ligada al poder 
central, eran algunas de las propuestas tendientes a ordenar el campo y 
debilitar la dispersión del poder en el territorio nacional, en manos de 
caudillos locales. Barrán y Nahum (1984), entienden que: «Las clases altas 
y el Imperio Británico hartos ya de la «anarquía» pusieron sus gritos en el 
cielo y sus esperanzas en el Ejército y el Coronel Lorenzo Latorre» (p. 18).
La presencia extranjera no es algo casual; el Imperio Británico 
continuaba con su política expansionista respondiendo a la consolidación 
del capitalismo internacional. Un ejemplo de esto fue el transporte 
ferrocarrilero. La inversión en ferrocarriles implicó una nueva orientación 
en la relación entre las grandes metrópolis y los países dominados, 
fue una forma de canalización de capitales excedentarios de Europa y 
lograr utilidades superiores a las alcanzadas en el viejo continente. Estas 
inversiones fueron directamente sobre sectores públicos y, sumados a la 
colocación de productos manufacturados de la metrópolis, configuraron 
una segunda etapa de la «imposición colonial» que había comenzado 
con una primera etapa extractiva (Williman, 1992). De 1869 a 1876 
se construyeron 7 recorridos ferroviarios uniendo 10 localidades, fueron 
las primeras acciones dentro de un proyecto mucho más ambicioso.
41
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
En el Estudio sobre los ferrocarriles sudamericanos y las grandes líneas 
internacionales, realizado por Juan José Castro (1893) bajo el auspicio del 
Ministerio de Fomento y enviado a la Exposición Universal de Chicago 
en 1893, se expresa que existían dos grandes proyectos en construcción: 
el ferrocarril intercontinental y el ferrocarril inter-oceánico sudamericano. 
El primero tenía el objetivo de vincular desde Canadá al Río de la Plata 
a los pueblos de América, y el segundo tenía el objetivo de acercar 
Europa a las naciones del Pacífico, del Plata y el Brasil. Castro (1893) 
en su informe plantea: «La República O. del Uruguay por su situación 
geográfica y por el trazado y las condiciones técnicas de sus ferrocarriles, 
está llamada a ocupar una posición ventajosa en la ejecución de los dos 
proyectos indicados (sic)» (p. 5).
Las aspiraciones del Imperio se alinearon a las de las clases altas del 
país y se hizo necesario mantener el orden para movilizar los intereses 
comerciales que eran cada vez más evidentes, para eso se necesitaba una 
figura con la autoridad suficiente. El coronel Lorenzo Latorre20 asumió ese 
papel y el 9 de marzo de 1876, al abandonar el poder Pedro Varela, el país 
quedó al mando de Latorre (Fernández Saldaña, 1968). Las memorias de 
la dictadura de Latorre evocan que, en el comienzo de su gobierno, existía 
una situación desalentadora:
...exceso de mendicidad, pobreza, falta de hábitos de trabajo, 
y sobre todo, estado lamentable de la instrucción. Dice la 
memoria de la Jefatura de San José del año 1879: Existiendo 
en el Departamento 8.189 niños de 5 a 15 años solo asisten a 
las escuelas 1.220, o sea el 14 % próximamente. Esa inmensa 
mayoría de niños que se cría sin recibir instrucción alguna se 
encuentra principalmente en la campaña y debe atribuirse ese 
mal no solo a la incuria y abandono de sus padres, sino a las 
largas distancias y escasez de Escuelas Rurales (Pivel Devoto 
y Ranieri de Pivel, 1956, p. 402).
20 Lorenzo Latorre (1844-1916), militar y político. presidente de facto durante 
1876 y 1879, iniciando el período denominado militarismo. Volvió a la presidencia 
ente 1879y 1880.
42
Historia de la Psicología en Uruguay
Latorre atrajo sobre sí el interés de comerciantes, inversores extranjeros 
y estancieros, generando la alineación de intereses de militares y las clases 
altas; como resultado emerge un nuevo orden, dando comienzo a un período 
de diez años en la historia del país denominado por la historiografía local 
como militarismo21. Durante este período, principalmente en el gobierno de 
Latorre, se sientan las bases para iniciar la construcción de un Estado fuerte, 
moderno y centralizado.
Las ideas esbozadas por la ARU se plasmaron en un gobierno que 
sustituyó las divisas tradicionales por la coalición de grupos económicos 
fuertes y el poder real y coactivo en la figura del ejército. La clase superior 
urbana, dedicada al comercio y a los saladeros, se agrupó en la Bolsa 
de Comercio y su apoyo al golpe del 10 de marzo les valió la inmediata 
cancelación del pago de la deuda estatal (Barrán, 1968). La vuelta de la 
circulación del oro reagrupó intereses y restableció la confianza entre el 
gobierno y el colectivo de comerciantes, generando la nueva alianza.
El poder central residente en Montevideo, e imagen de un Estado que 
se iba fortaleciendo, comenzó por afirmarse a partir de la incorporación 
de recursos técnicos. La especialización, la instrumentación técnica, el 
uso de conocimientos y habilidades para realizar acciones de conducción 
comenzó a ser el denominador común en varios dominios del ejercicio 
de gobierno; se prefigura, de esta manera, la articulación entre ciencia 
y política en la práctica de gobierno.
La tecnificación del ejército fue un elemento que ayudó a consolidar 
el poder central; el uso del fusil Remington de manera monopólica por 
parte del ejército exigió de conocimientos especializados y la preparación 
previa para su uso. Esta doble característica (especialización y monopolio) 
21 La nominación de militarismo con la que se define la forma de gobierno del 
período que va de 1860 a 1886, a la vez que expresa la hegemonía de los militares 
en el control del gobierno, invisibiliza las alianzas con sectores fuertes del país que 
comenzaban a jugar un papel cada vez más destacado en la conducción de los 
destinos de la nación. Eran los sectores ganaderos más ricos y los grupos vinculados a 
las finanzas y la exportación, relacionados fuertemente al comercio y la banca inglesa. 
Sin desconocer esta realidad, tomaremos el término militarismo como un ensamble 
que conjugó el interés de sectores de poderío económico y fáctico del país.
43
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
hizo de las armas el símbolo del fortalecimiento del gobierno frente a un 
contexto lábil y siempre dispuesto al enfrentamiento. En razón de esto, 
el orden y control del espacio rural no se hizo esperar. En octubre de 
1876 se promulgó el Reglamento General de Policías Rurales. La policía, 
junto al ejército, llevó adelante un plan sistemático para terminar con la 
anarquía en el campo. El plan consistió en la desaparición y aniquilación22 
de todo aquel que resultara una amenaza para Latorre, de su gobierno y 
sus aliados de turno. Los beneficios del sangriento plan se reflejan en las 
consideraciones de Domingo Ordoñana, dirigente de ARU, en una misiva 
que envió a don Francisco X. de Acha, secretario de Latorre:
Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se 
van resolviendo para ella los problemas de seguridad en la vida 
y en la sociedad...Es grande la confianza que va inspirándonos la 
administración del coronel Latorre, porque encontramos en ella 
condiciones de aptitud con arreglo a las necesidades y soluciones 
modernas, porque los trabajadores de los campos no vivimos tanto 
de reformas y ardientes libertades patrióticas cuanto de libertad 
y reformas administrativas que dejen en paz y sosiego al trabajo... 
Ahora, redondeando mi pensamiento, diré a usted que la campaña 
a la cual vivo vinculado por lazos de armonía, los más íntimos, 
necesita saber si el sosiego del que hoy disfruta con la justicia 
que se sigue haciendo contra los malhechores podrá disfrutarlo 
mañana. (Acevedo, 1926a, p. 23)
La relación de fuerzas en el interior del país se modificó de manera que 
los propios caudillos locales debieron considerar seriamente continuar con 
sus prácticas de enfrentamiento o enrolarse a la propuesta de ordenamiento. 
Plegarse a las fuerzas del orden significó mantener la autoridad, participar 
del monopolio en el uso de las armas y adquirir legitimidad. Es así que la 
autoridad del caudillo se suplantó por la de jefe político, por el Juez Letrado 
22 Para tomar verdadera dimensión de la violencia y crudeza con la que 
Latorre llevó adelante su dictadura, ver el profundo estudio realizado por el Dr. 
Eduardo Acevedo (1934) en Anales Históricos del Uruguay, tomo IV. Montevideo: Casa 
Barreiro y Ramos.
44
Historia de la Psicología en Uruguay
Departamental y el Inspector de Enseñanza; la representación estatal ganó 
un nuevo dominio a partir de la redistribución de su autoridad en figuras 
que lo representaron.
La Dirección General de Estadística, el 15 de enero de 1878, en un 
informe enviado al Ministerio de Hacienda expresó que:
La campaña volvió a ser habitable y los hacendados pudieron 
entregarse con seguridad al trabajo y mejorar así las condiciones 
de la propiedad y de la producción, como lo atestiguan las 6.646 
toneladas de alambre para cerco introducidas en la República 
durante el año 1877 contra 2.141 toneladas introducidas en el 
año 1875 (Pivel Devoto y Ranieri de Pivel, 1956, p. 404).
La policía rural, el cercamiento de los campos y el Código Rural 
constituyeron los puntos sobre los que comenzó a tejerse la red de 
intereses entre quienes conducían el gobierno. Cada uno de estos nodos 
propició diagramar un nuevo territorio con límites claros, con orden 
en la circulación y pautas de comportamiento. Frente a los bienes del 
territorio se definieron usos, restricciones y castigos a quienes no acataran 
los reglamentos. Se instituyeron actores autorizados para salvaguardar el 
territorio y un marco normativo que diagramó y limitó las acciones y las 
formas de estar y circular por el espacio. Se creó una nueva territorialidad, 
codificada por la necesaria normatividad que exigía implementar técnicas 
de disciplinamiento.
El dominio del territorio codificado por el Estado comienza a establecer 
las primeras líneas de ordenamiento, referidas a la existencia y convivencia 
de las poblaciones rurales. Se discriminan los nuevos espacios a gobernar, 
se les adosan dispositivos de poder y de seguridad y se justifica ese accionar, 
en el caso del espacio rural, en defensa de la propiedad privada. Se dio por 
vez primera una ampliación de los dominios de la gubernamentalización, 
excediendo los círculos centrales de la gestión de gobierno, para incluir 
el territorio en su extensión y algunos comportamientos, que fueron 
codificados desde el aparato jurídico-normativo del Estado.
Los establecimientos, procedimientos y técnicas ligadas a la 
administración del Estado se perfeccionaron. Se crearon más de 200 
45
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
agencias de correo diseminadas por todo el territorio, desplazando 
por medio de la estatización de este servicio, a los comerciantes que 
en las diferentes localidades realizaban esta función. En materia de 
justicia, se establecieron Juzgados Letrados Departamentales en varios 
departamentos del país; se promulgó el Código del Procedimiento Civil 
y de Instrucción Criminal (1878) y se creó el Registro de Embargos 
e Interdicciones. Se produjo la secularización del Registro Civil, por 
lo que los nacimientos, las defunciones, matrimonios y legitimaciones 
varias serían ahora controlados por el Estado. De esta manera, el Estado 
hace para sí todo un aparato normativo que no solo le permitió regular 
determinados flujos de la vida de la población, sino que comenzó a saber 
más de ella23, condición imprescindible para gobernar.
La población del paísascendía a 438.245 personas según el censo de 
1879, en su gran mayoría concentradas en la capital del país, que a su vez 
presentaba entre un 50 y 60 % de población extranjera24. El crecimiento 
demográfico impactó en la urbanización de la capital y accionó el interés del 
gobierno sobre problemas como el trabajo, la marginalidad y especialmente, 
la higiene urbana. En 1874, desde la Revista de la Asociación Rural, Domingo 
Ordoñona escribe:
No se comprende que en medio de tanto lujo, tanto fasto, tanto 
urbanizar -escribía- no se haya elevado la idea del campo por el 
campo (…) Quisiéramos que se comprendiese en Montevideo, que 
23 La creación del Registro de Estado Civil, en 1879, resulta del empuje del 
francés Adolphe Vaillant, quien se convirtió en jefe de la Mesa de Estadística General 
en la década de 1870. La Mesa de Estadística se creó en 1836, anexa al Ministerio 
de Hacienda; a pesar de que el nuevo Estado se interesó en recopilar información 
estadística y demográfica, no obtuvo resultados significativos, lo que provocó el 
cambio en 1879 (Duffau y Pollero, 2016).
24 La primer oleada migratoria a mediados de 1830 movilizó entre 40.000 
y 45.000 inmigrantes en su mayoría franceses. La segunda oleada, entre 1850 y 
1860, fue de españoles e italianos, en un número entre 70.000 y 75.000 personas. 
En 1865 se creó la Comisión de Inmigración y se impulsó el fomento y protección 
de la inmigración extranjera, a la vez que se incentivó la llegada de trabajadores, 
básicamente a través de propagandas en ciudades mediterráneas (Duffau y Pollero, 
2016, p. 217).
46
Historia de la Psicología en Uruguay
hay en el país inmensas aplicaciones para el dinero con provechos 
positivos (Duffau y Pollero, 2016, p. 190).
La respuesta a tales exigencias llegaron a través del entramado entre 
sector financiero, rural y militar. Lorenzo Latorre presentó renuncia 
en marzo de 1880 y sentenció su pasaje por el gobierno diciendo: 
«Al retirarme a la vida privada llevo el desaliento hasta el punto de creer 
que nuestro país es un país ingobernable...» (Méndez Vives, 2011, p. 21).
En 1882 asumió como presidente Máximo Santos, militar de carrera 
y Ministro de Guerra de Latorre. El gobierno de Santos contrastó con el 
perfil serio y cuidadoso financieramente del gobierno de Latorre, también 
por la cercanía al Partido Colorado y la aceleración en la laicización del 
Estado (Vázquez Franco, 1969). El gobierno de Santos se fue desgastando, 
a la vez que se fortalecieron figuras políticas relevantes y decisivas para 
el futuro del país, a saber: José Pedro Ramírez y José Batlle y Ordóñez. 
El avance de sectores de la política no quiere decir que los militares hayan 
asumido en su totalidad los roles políticos, al decir de Real de Azúa (1969a) 
sobre Latorre y Santos: «ambos gobernaron con el cuantioso elemento 
civil colaboracionista que desde el pleno asentimiento hasta complicadas 
justificaciones y reservas optó por respaldar la gestión de la autoridad de 
turno» (p. 11).
La alianza entre militares, sector financiero y sector rural creó las 
condiciones para que el Uruguay ingresara en la órbita capitalista 
promovida por Gran Bretaña25. El ferrocarril y el frigorífico conectaron 
la estancia-empresa con el mundo, y en ese macrocircuito el mercado 
dinamizó el movimiento de capitales tanto como su acumulación. Con 
ello, también surgió el afán de riqueza y confort material para algunos 
y para muchos la pobreza. Este proceso impactó en la conformación de 
nuevas identidades sociales y también en el debilitamiento de identidades 
25 Real de Azúa (1991) plantea que la política expansionista de Gran 
Bretaña para Sudamérica se proponía asegurar la paz que permitiera una irrestricta 
expansión mercantil: «una acción externa movida por el acicate de grandes centros 
de poder económico-financiero y de las doctrinas neoimperialistas buscando la 
incorporación de grandes o estratégicos dominios territoriales con fines de inversión 
empresaria o de extracción de materias primas» (Real de Azúa, 1991, p. 356).
47
1. Gobernar, las raíces de la conducción 
autóctonas como la del hombre criollo. El país se modernizaba y la 
civilización moderna emergía del desarrollo industrial. Según plantea 
Ares Pons (1986): «La victoria de la modernidad significa no solo 
profundas transformaciones económicas y sociales; implica también... 
una revolución en el plano del espíritu, un desplazamiento del centro 
de gravedad de la vida humana» (p. 101).
Las transformaciones económicas y sociales tuvieron su explicación 
en las luchas y conflictos que se establecieron en el campo del 
pensamiento y la cultura. El entramado que el comercio británico 
promovió se convirtió en un actor fundamental en el proceso 
civilizatorio. En la red comercial no solo circularon bienes materiales y 
capitales financieros, también circularon las nuevas ideas anglosajonas 
con un dinamismo que transformó el pensamiento de la época. Las 
nuevas doctrinas que palpitaron en la base de la modernización del país 
marcaron el rumbo hacia la modernidad, transformaron las formas 
de gobernar y renovaron el universo subjetivo de la población a través 
de acciones e ideas innovadoras. La Universidad, las corrientes de 
pensamiento y la reforma escolar explican gran parte de esos cambios, 
cambios en el pensamiento que implicarían el cambio de sensibilidad.
2. Cambiar el pensamiento, 
transformar la 
sensibilidad
51
2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad 
El proceso de gubernamentalización durante las cinco décadas 
siguientes a 1830 amplió el espectro de incidencia del Estado, 
multiplicando los dominios a gestionar y engrosando el repertorio de 
dispositivos de poder que involucraron procedimientos, tecnologías y 
nuevos agentes, como los jueces, policías, legisladores, administradores, 
entre otros. El ejercicio del gobierno comenzó a refinarse a través 
de la fundamentación de sus acciones, ya no solo por medio de 
actos de violencia sino incluyendo el debate de ideas, que significó 
racionalizar el rumbo de la práctica de gobierno.
Planificar los rumbos que debía tomar la conducción del gobierno 
volcó la reflexión sobre el tipo de personas necesarias para materializar 
el proyecto de país que los diferentes sistemas de ideas proponían. 
Conducir las conductas, instrumentar reglas y procedimientos, encauzar 
comportamientos, tendieron a construir una nueva sensibilidad. Esto 
generó las condiciones para la movilización de conocimientos innovadores, 
promoviendo conexiones con el ámbito de la política.
La Universidad ocupó un lugar destacado en ese proceso, gran parte 
de la actividad intelectual del país se desarrolló dentro de la institución 
y, si bien las primeras corrientes de pensamiento fueron reflejo del 
52
Historia de la Psicología en Uruguay
proceso intelectual argentino, los primeros rasgos de singularidad en el 
pensamiento local se expresaron en la Universidad y la primer filosofía 
de la incipiente cultura uruguaya fue el espiritualismo ecléctico.
Esta corriente ganó fuerza en Francia, donde Víctor Cousin1 fue su 
principal exponente. Se caracterizó por el intento de conciliar los sistemas 
antiguos —Descartes, Kant y la escuela escocesa—, rescatando lo mejor 
de cada uno y formando la escuela ecléctica. Tomó del empirismo y el 
racionalismo elementos para proponer que a través de la experiencia 
interna, y especialmente la razón, se llega a alcanzar lo absoluto. 
La dimensión psicológica sostenía la ontología de la doctrina y de esta 
ontología surgía el libre albedrío como base de la moral. Esta corriente 
filosófica fue recibida con beneplácito por los principistas, cultores de la 
libertad y la razón, como expresión del individualismo total (Ardao, 1950; 
Mariani, 1968).
En 1848, el Instituto de Instrucción Pública determinó que el 
texto filosófico que debía seguirse era el Cours de Philosophie de Eugenio 
Geruzez2. En ese momento, los cursos se dictaban en el Gimnasio 
Nacional y estuvierona cargo del Dr. José de la Peña3, graduado de la 
Universidad de Córdoba. Al año siguiente, fue nombrado catedrático 
de Filosofía de la recién inaugurada Universidad, donde dictó el mismo 
1 Víctor Cousin (1792-1867), filósofo francés que se constituyó en el líder del 
eclecticismo. Arturo Ardao (1950), en el exhaustivo estudio sobre el espiritualismo 
y el positivismo en Uruguay, expresa que enriqueció el movimiento con: «aportes 
escoceses de Royer-Collard con elementos del idealismo romántico alemán, en 
especial de Schelling y Hegel, y del cartesianismo francés, cuyo influjo llegó a ser 
el dominante» (p. 17).
2 Geruzez (1799-1865) fue autor de obras didácticas y el Curso de Filosofía; 
se basó en la obra de Cousin, aunque se nutría de otros autores como M. Daniron, 
Garnier, Jouffroy, Laromiguiere y Cardillaic, la plana mayor del espiritualismo 
ecléctico.
3 José Luis De la Peña (s/d), clérigo y profesor argentino, doctor en filosofía 
y sagrada teología. Fundó en 1847 un establecimiento escolar llamado Gimnasio 
donde se propuso impartir enseñanza primaria y secundaria. El Estado lo incluyó en 
su órbita y lo nominó Gimnasio Nacional, en 1849 pasó a llamarse Colegio Nacional 
y al instalarse la Universidad, pasó a formar parte de ella (Ardao, 1950).
53
2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad 
curso basado en el texto espiritualista recomendado por el Instituto 
de Instrucción Pública. De la Peña no estuvo de acuerdo con la utilización 
de ese texto, consideraba que Geruzez no era el mejor en la materia y que 
su texto era incompleto, y tenía un formato de catequesis inapropiado 
para los estudios superiores.
De la Peña fue remplazado en la cátedra de filosofía por Plácido 
Ellauri4 (1815- 1893), en 1852, y continuó la orientación espiritualista 
hasta 1877, cuando durante el gobierno de Latorre fueron suprimidos 
los cursos de preparatorio. Este corte se dio cuando llegaban a Uruguay 
los primeros planteos del positivismo. De todas maneras, el espiritualismo 
se configuró por varias décadas como la filosofía que proporcionó a una 
minoría ilustrada los elementos necesarios para mantener cierta cohesión 
moral e intelectual en un contexto bélico permanente. Acompañaba 
los ideales del principismo, en tanto concepción teórica distanciada del 
entorno anárquico que reinaba en esos tiempos, y por tanto, también 
distante de cualquier planteo científico o sociológico positivo.
Un rasgo que caracterizó al espiritualismo local fue su sesgo 
racionalista, reflejando el carácter ecléctico de la doctrina y también la 
postura antidogmática de los intelectuales locales, favorecida además por 
una Universidad que no hizo de la Escolástica y del pensamiento religioso 
su principal bandera; tanto es así, que la Facultad de Teología nunca 
logró funcionar en la Universidad, ya que no contó con alumnos.
La Universidad fue seno del pensamiento liberal, e irradió hacia la 
sociedad sus posturas y debates filosóficos. Una de las formas de extender 
el halo universitario fue la creación de «clubes». En 1868 se creó el Club 
Universitario, auspiciado por los profesores universitarios y especialmente 
por Ellauri; del seno de este espacio surge el club Racionalista en 1872, desde 
donde se profesó la «fe racionalista». Un racionalismo que poco tenía que ver 
4 Según Ardao (1962), Ellauri fue uno de los intelectuales más destacados 
de su tiempo, ayudando a configurar la mentalidad de toda una época. Se formó con 
De la Peña durante 1849-50 y lo sustituye en el 52. Se doctoró en jurisprudencia en 
1854. Estuvo a cargo de la cátedra hasta 1877 hasta el gobierno de Latorre, volviendo 
a la misma en el período de 1883 a 1888. Fue rector de la Universidad (1871-73 y 
1975-77) y presidente del Instituto de Instrucción Pública.
54
Historia de la Psicología en Uruguay
con el espíritu científico y naturalista, sino más bien con el deísmo racionalista 
propio de la metafísica clásica y que se enfrentaba con la institución de la 
iglesia y su dogmatismo. Es de esta hebra racionalista que crecerá el espíritu 
laico, base de las futuras reformas escolares (Ardao, 1962).
La presencia de la iglesia se caracterizó por un proceso de 
debilitamiento progresivo, contrario a lo acontecido en otras partes de 
América. Esta debilidad se debió a su tardía instalación en el territorio, a 
la falta de un clero nacional, a la hibridación con el pensamiento liberal y 
al accionar en las luchas independentistas, pero además se le suma a esto, 
que muchos sacerdotes fueron masones, constituyendo lo que se conoce 
como el catolicismo masón (Ardao, 1962; Claps, 1969a).
La masonería dirigió su actividad sobre la sociedad civil, teniendo 
su apogeo durante 1860 y 1864 en la presidencia de Berro. Se alió 
fuertemente con el liberalismo en la lucha anticlerical y en la afirmación 
de los principios liberales. Uno de los más destacados masones fue Carlos 
de Castro5, líder de la masonería nacional, encargado de la cátedra de 
Economía Política y luego rector de la Universidad (1867-1869). Tanto 
en su cátedra6 y con los encargados posteriores, como en las cátedras 
de Filosofía y Derecho, el liberalismo fue la doctrina que se consolidó 
y brindó las coordenadas del pensamiento político y social para el país 
(Ardao, 1962; Claps, 1969a; París de Oddone, 2009). Según Claps 
(1969a): «La Universidad se convierte así en baluarte del liberalismo 
doctrinario y se enfrenta a la iglesia y al poder político en defensa de esos 
principios, entre los que figura, como esencial, su autonomía» (p. 136).
La crítica al dogmatismo teológico se continuó con el aporte del 
positivismo y este se vinculó, desde primeras horas, a la Universidad, 
ya no tanto como una doctrina oficial de la casa de estudios, sino como 
sostén de una fuerte crítica que finalmente impulsó la transformación 
de lo que se conoció como la Universidad Vieja. Ardao (1950) identifica 
5 Carlos de Castro (1835-1911), abogado y político. Ocupó cargos en 
el Poder Ejecutivo y como Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de 
Venancio Flores (1865-1868). Fue rector de la Universidad durante 1867 y 1869.
6 Carlos De Castro traducía el economismo ultraliberal italiano de Génova 
y Turín; en Italia realizó una larga estadía.
55
2. Cambiar el pensamiento, transformar la sensibilidad 
las primeras huellas del positivismo en el Uruguay en las ideas filosóficas 
de dos intelectuales que pasaron por el país: el argentino Juan Bautista 
Alberdi y el francés Amadeo Jacques (1813-1865). Entre 1838 y 1840, 
Alberdi expuso su ideario en la prensa de Montevideo. Afiliado a las ideas 
de Saint-Simon (1760-1825), maestro de Augusto Comte (1798-1857), 
Alberdi se acercó a través de él a lo que luego devendría en el positivismo. 
Su pensamiento estuvo motivado por preocupaciones realistas y utilitarias, 
más que metafísicas.
Amadeo Jacques por su parte, recaló en el Uruguay en 1852 por 
un corto tiempo para seguir a la Argentina, donde fue designado rector 
del Colegio Nacional de Buenos Aires y, en el gobierno de Mitre, fue 
el responsable de la reforma de los programas de secundaria. Amadeo 
Jacques fue discípulo de Víctor Cousin (1792-1867), por lo que su primera 
incursión fue en la filosofía espiritualista, de la que posteriormente se 
apartó. Junto a Jules Simon (1814-1896) y Émile Saisset (1814-1863), 
publicaron el Manual de Filosofía. Este manual cuenta con una sección 
de Psicología escrita por Amadeo Jacques (Dagfal, 2009; Gotthelf, 
1969). Cuando se instaló en Uruguay ya era adepto al positivismo, y 
durante el año que permaneció en el país se vinculó a la Universidad 
y dictó cursos de física, química y mecánica. Este viraje en sus intereses, 
y específicamente en su enseñanza, lo expresó en una carta diciendo 
que para el Uruguay del momento: «sería inútil y casi ridículo traer 
especulaciones metafísicas y que lo que más convenía era una enseñanza 
práctica, sobre todo de las ciencias de aplicación directa a la agricultura, 
al comercio, a la industria»

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