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Febbraio - Características de la Subjetividad en Evaluación

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CARACTERÍSTICAS DE LA “SUBJETIVIDAD” EN LA EVALUACIÓN DE 
PACIENTES INTELECTUALMENTE DEFICIENTES 
 
XV Congreso Nacional de Psicodiagnóstico. XXII Jornadas Nacionales de ADEIP. 
Psicodiagnóstico, demandas actuales y calidad de vida. Mesa Redonda: “Discapacidad 
y calidad de vida. Aportes de la evaluación psicológica”. 
 
 Prof. Andrés Febbraio 
 
El presente trabajo tiene dos objetivos básicos a desarrollar, en primer término algunos aspectos 
o características de los pacientes intelectualmente deficientes y lo que las mismas promueven 
en las personas vinculadas a estos (padres, hermanos, otros familiares y la sociedad) y en 
segundo término la importancia de la subjetividad durante el proceso de evaluación psicológica 
en estos casos. 
El término “subjetividad” se utiliza aquí en relación al sujeto y no al conocimiento, entendiéndose 
subjetividad como la transparencia del ser de los objetos, quedando solo un sujeto, el ser, uno 
mismo y comprendiendo la experiencia como el cúmulo de hechos vividos que nos constituyen 
y acompañan durante toda la vida. 
Todo proceso de evaluación implica el intento, a través del material ofrecido por el paciente y 
recavado por las técnicas, de compresión de ese sujeto en su singularidad. Implica un marco 
teórico que permite comprender de una determinada manera y no de otra. Es un intento de 
construcción de ese paciente en un sujeto descriptible a partir de entender su sentido particular 
y singular. 
Básicamente el diagnóstico es un recorte especial que realizamos del Sujeto con el fin de 
determinar y comprender que le sucede. Es un recorte de sentido. Recorte en tanto que implica 
un tipo de estudio particular del objeto –modelo. Es un lenguaje consensuado para posibilitar un 
espacio de entendimiento entre profesionales. 
Pero fundamentalmente “es el lugar donde se pone en juego lo que le sucede a un sujeto y 
nuestra capacidad para inferirlo, entenderlo y explicitarlo”. 
Por eso cuando se habla de evaluación, se esta haciendo referencia a un “proceso” en el cual se 
expresa la singularidad de un sujeto y que sin dicho proceso solo se determina un mero 
diagnóstico, pero no un psicodiagnóstico. 
El proceso psicodiagnóstico intenta comprender cómo es ese sujeto, que le sucede y cómo se 
ha originado su padecimiento. 
Según las técnicas que utilicemos en el proceso de evaluación serán las teorías que debemos 
respetar para arribar a nuestro conocimiento. 
Se partirá de la idea de que frente a un déficit cognitivo, una vez evaluado el mismo, y con 
apoyatura en las posibilidades cognitivas de ese sujeto, podemos seguir nuestro camino de 
comprensión del “déficit” en la singularidad de esa persona. 
La discapacidad mental provee al psicodiagnosticador el mejor ejemplo de unión entre las 
técnicas psicométricas y proyectivas. Es absolutamente necesario hacer mediciones sobre 
funciones, capacidades y aptitudes e inferencias sobre el desarrollo emocional constitutivo y 
dinámico de esa persona. 
Comienza aquí un proceso diferente a cualquier otro que requiere de nuestra comprensión. 
El “retraso cognitivo” siempre es evidente y esto constituye en el proceso de construcción y 
desarrollo de una persona algún grado de padecimiento, como así también para la familia. 
El saber, el conocimiento, las capacidades cognitivas implican para la cultura un bien preciado, 
con lo cual este niño no viene con un pan debajo del brazo; por el contrario pareciera traer una 
nota en sus manos que dice “fallado”. 
 
Este solo hecho desencadena una serie de situaciones muy particulares que hacen a la temática 
del niño con déficit y su familia: 
 
- Un niño con una constitución neurológica y/o genética diferente. 
- Una familia que espera un hijo sano pero donde nace un hijo con problemas, lo que 
implica un impacto al narcisismo y a la ilusión propia que rodea la situación de gestación 
y nacimiento de un niño. Un desafío a la capacidad de aceptación de las diferencias y la 
capacidad para solucionar problemas. 
- La pérdida de una ilusión que lleva indefectiblemente al enfrentamiento con una realidad 
no deseada y posteriormente a una situación de “duelo”. 
- La aparición de sentimientos contrapuestos como la tristeza, la culpa, la desilusión, la 
bronca, la impotencia, el rechazo, la lástima, entre otros. 
- Los miedos frente a lo nuevo o desconocido. 
- La vergüenza por los propios sentimientos encontrados hacia el niño. 
- Las dificultades aumentadas de no saber que hacer con un niño de estas características. 
- El comienzo de un proceso de aprendizaje nuevo para el cual no se esta preparado, 
salvo por las experiencias previas de frustración, aceptación y resolución de conflictos. 
- La lástima familiar y social (la discriminación explícita u oculta). 
 
Esta breve descripción deja en claro una situación particular tanto para el niño como para la 
familia. 
El proceso normal de desarrollo se ve alterado por cuestiones del orden de lo orgánico y de lo 
anímico; pero sin dejar de tener en cuenta el peso de lo social y cultural que aún con los grandes 
avances conseguidos en las últimas décadas no deja de producir efectos negativos. 
 
Ahora bien, el proceso psicodiagnóstico implica una serie de evaluaciones que hacen entre otras 
a la reconstrucción y dinámica del aparato psíquico en desarrollo. Es aquí donde se debe tener 
en claro que el desarrollo emocional presenta en todo sujeto con “retraso” algunas 
particularidades. Todas estas características están incluidas en los ejes diagnósticos 
tradicionales del psicodiagnóstico, sin embargo es importante repensarlas y explicitarlas. 
Cualquiera sea la edad del sujeto a evaluar, cuando se presenta un retraso intelectual es 
aconsejable el examen individual y familiar. La inclusión de técnicas vinculares y grupales 
(familiares) es imprescindible para una mejor evaluación y comprensión del desarrollo singular 
de ese paciente. 
A lo largo de estos años en el trabajo con pacientes intelectualmente deficientes he utilizado 
dentro del proceso psicodiagnóstico, el Test de la familia kinética para cada uno de los 
integrantes de la familia (padre, madre y hermanos), el Test de la Bolitas para el grupo familiar 
y/o la Hora de juego diagnóstica familiar. 
 
En función a lo expuesto y retomando los objetivos de evaluación, se podrían organizar de la 
siguiente manera: 
 
1) Un niño con un desarrollo intelectual deficiente. 
2) Una constitución psíquica diferente en relación a la dinámica y desarrollo del mismo. Las 
mismas se encuentran en relación al tipo de retraso y al tipo de familia y dinámica 
particular. 
3) El deseo del hijo idealizado vs. la realidad del niño intelectualmente deficiente. Aquí se 
hace referencia a la importancia de las características de la familia, la madurez 
emocional de los integrantes, sus posibilidades de resolución de conflictos, la capacidad 
de aceptación, integración y reparación. Por eso es de particular importancia la 
evaluación de los padres en estos aspectos para una mejor comprensión del caso y 
posterior orientación. 
4) La aceptación y reparación de la “desilusión” en un nuevo objeto de deseo y amor. 
5) La capacidad de aceptación de la diferencia. Es decir la posibilidad de aceptación del 
niño como es. La construcción de una representación y su internalización. 
6) La proclividad de las familias a procesos de seuda-aceptación o construcción de 
defensas primarias y representaciones idealizadas o devaluadas. Es muy común la 
tendencia de las familias a la idealización (ejemplo: es un regalo de cielo) o la 
devaluación (ejemplo: es un castigo de dios). Cuando los aspectos religiosos no son 
actos de verdadera fe, tienden a ser solo parte de un pensamiento mágico e inmaduro 
que dejan a la familia y el niño inmersos en una situación infantil sin resolución. Lo que 
obstaculiza el desarrollo y los estanca en una resignación pasiva. 
7) Los efectos en el niño mientras la familiarealizaba esta operación de reconstrucción y 
reorganización. Los efectos de la privación de afecto durante los primeros momentos de 
vida del niño y/o a posteriori. 
8) Los peligros que se somete al aparato psíquico según el tiempo transcurrido entre la 
reconstrucción y la aceptación. 
9) El desconocimiento de los cuidados, los temores a lo diferente y el alargamiento de los 
plazos del desarrollo. Capacidad para compensar. 
10) La construcción singular y particular del aparato psíquico del niño retrasado. 
11) El proceso de acompañamiento durante el crecimiento. El proceso de acompañamiento 
difiere del niño “normal”, en tanto las fases del desarrollo presentan otras 
particularidades. Para ello las familias deben desarrollar una capacidad de espera y 
tolerancia a la frustración distinta a lo habitual. 
12) La fortaleza yoica y su funcionamiento emocional (niveles de adaptación). 
13) El funcionamiento vincular del niño retrasado al momento de la evaluación. 
14) La dependencia de por vida de este tipo de personas a su familia. Temática que excede 
el trabajo actual, motivo por el cual no se desarrolla; al igual que el punto siguiente. 
15) Que se entiende por salida exogámica en estos casos. 
 
Bibliografía: 
EDGERTON, R. (1980). Retraso mental. Madrid: Morata. 
FIERRO, A. (1983). Inteligencia y retraso mental: el enfoque procesual y microanalítico. Siglo 
Cero, 86. 48-57. 
VERA, A. (1994): Introducción a la Psicología de la Deficiencia Mental. Valencia: Promolibro. 
INGALLS,R. P. (1982): Retraso Mental. La nueva perspectiva. México: Manual Moderno. 
FEBBRAIO, A. (1999) La Hora de Juego Diagnóstica y el Diagnóstico Diferencial. Programa de 
Actualización en Técnicas Proyectivas en los ámbitos clínico, laboral y forense. Posgrado. 
Facultad de Psicología. UBA. 
CELENER, GRACIELA Y COLS. (2002) Las Técnicas Proyectivas. Actualización e Interpretación 
en los Ámbitos Clínico, Laboral y Forense. Tomo I. Parte 2. Capitulo I “Desarrollo y Actualización 
de la Evolutiva Gráfica. Criterios de Interpretación de las Pautas Evolutivas en las Técnicas 
Proyectivas Gráficas”. Autor: Andrés Febbraio. (Paginas 109 a 152). Capitulo III “Nuevas 
Aportaciones a la Hora de Juego Diagnóstica” Autor: Andrés Febbraio. (Paginas163 a 179). Lugar 
Editorial. Buenos Aires. Argentina.

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