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Steckler - Constitución subjetiva y discapacidad

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CONSTITUCION SUBJETIVA Y DISCAPACIDAD 
Claudio O. Steckler 
 
Me propongo describir algunas puntuaciones relevantes sobre distintos autores y sus 
decires sobre la constitución subjetiva. En principio, resulta prudente destacar un primer 
punto de complejidad que abordamos cada vez que nos ocupamos del tema. Se trata de 
la cuestión del origen, de aquello que se inicia con algo, lo cual en sí constituye un punto 
de partida problemático. 
Cuando hablamos de constitución subjetiva, nos referimos a una serie de operaciones 
que producen de modo iniciático condiciones psíquicas no existentes hasta el momento. 
Se trata en este sentido de la puesta en marcha del psiquismo, más precisamente del 
aparato psíquico. La noción de “aparato”, fue el modo como Freud se imaginó el 
funcionamiento de la mente. Sin embargo, las diversas operaciones que intentaremos 
describir y que dan lugar al inicio del funcionamiento subjetivo, son abordadas por 
diversos autores, con diferentes lógicas y consideraciones, a través de distintos discursos 
inherentes a sus teorizaciones y recorridos clínicos. 
Es decir, desde Freud hasta la actualidad, la constitución del psiquismo a representado un 
ámbito de indagación para muchos y de importantes revisión para otros, a partir no solo 
de los desafíos que la clínica cotidiana, sino fundamentalmente de las trascendentes 
revelaciones que nos aportan el trabajo con niños y la observación metódica y sistemática 
de bebes y niños pequeños, donde a esta altura contamos con una colección importante 
de indicadores que nos revelan y muy desde el principio, un recién nacido mucho más 
activo y participativo en su propia constitución que lo que se pensaba en tiempos de 
Freud. 
Primer inflexión a no perder de vista: El niño desde que nace, participa activamente en su 
propia constitución subjetiva. Por ejemplo, al succionar fabrica su propio alimento, en este 
sentido, una de los primeros indicadores que se evalúa en un recién nacido es si está 
presente el reflejo de succión, cuestión decisiva para que pueda alimentarse pero además 
y también, para que pueda obtener poniendo su parte, la leche que lo nutra. Primeros 
sorbos de cultura, que le aportará información nutricional y además información…libidinal. 
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Este es una de las ideas que introduce Piera Aulagnier, de quien nos ocuparemos 
adelante. 
Estamos entonces en tiempos donde acontecen los orígenes del sujeto psíquico, ¿ pero 
cuales son las condiciones que dan lugar a su emergencia ? Silvia Bleichmar, trabaja de 
un modo diría tan apasionado como minucioso, en toda su obra esta problemática, 
interrogándose sobre la dimensión temporal, es decir la cuestión del tiempo y de los 
tiempos allí en el lugar de los hechos mismos. La pregunta que la impulsa apunta a 
interrogar las condiciones que preexisten al clivaje que da lugar a la represión originaria y 
funda el inconsciente produciendo la división en sistemas (consciente, preconsciente e 
inconsciente).Destacamos en este sentido que se trata de operaciones reales, concretas y 
específicas que deben acontecer entre ese recién nacido y su madre para que la 
emergencia de un psiquismo saludable sea posible. 
Freud concibe la puesta en marcha del aparato psíquico, a partir una primera vivencia de 
satisfacción, un primer momento inicial experimentado entre el pecho y el bebe, donde la 
primera mamada vivida con placer inaugura una huella inicial, sobre la que se edifica toda 
la arquitectura psíquica posterior. Evidencia de ello, sería para el autor, la observación de 
la succión al vacío mientras el bebe duerme, que daría cuenta de la reproducción de ese 
primer momento de placer vivido y ahora evocado de modo persistente por vía 
alucinatoria. Se trata de un aparato psíquico que se constituye por “apuntalamiento 
anaclítico”, es decir apuntalado, en una única función vital, la nutrición y a su vez basado 
en una sola parte del cuerpo: (y de una sola persona: el bebe), la boca que en las 
sucesivas experiencias de placer iría libidinizandose. Ahora bien, la pregunta sería que 
evidencia tenemos para suponer en el orígen que un recién nacido alucina ? entendiendo 
la alucinación como una producción mental compleja, cuanta complejidad le suponemos 
al psiquismo de un recién nacido aún a penas emergente …? 
Recordemos que lo que estamos intentando decir es que el psiquismo se produce, no 
viene “de fábrica”, frente a lo cual destacamos la dimensión temporal, en una perspectiva 
donde su construcción se edifica en un proceso que incorpora gradualmentee 
información, contemplando la progresiva adquisición de pautas madurativas y su impacto 
en la amplificación de una experiencia de complejidad creciente. 
Piera Aulagnier, nos recuerda que la principal tarea del aparto psíquico es la actividad de 
representación. Es decir el psiquismo trabaja produciendo representaciones cuyas 
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particularidades tendrán que ver con los procesos psíquicos involucrados. Serán las 
representaciones ideicas o discursivas en el proceso secundario, las representaciones 
fantaseadas en el proceso primario y las representaciones pictogramáticas, en el proceso 
que la autora propone agregar al modelo Freudiano: el proceso originario. Entonces el 
psiquismo trabaja creando representaciones, marcas, huellas, en distintos niveles y 
dinámicas de funcionamiento mental. El segundo aspecto que la autora describe y 
considero relevante mencionar, consiste en pensar la puesta en marcha de la actividad de 
representación (que sería como pensar el punto de partida del psiquismo), a partir de una 
situación de doble encuentro, entre el recién nacido (con su corporeidad) y su madre 
quien acude a “la cita” con su cuerpo pero también con sus procesos psíquicos. Esas 
vivencias son fundantes del psiquismo que se pone en marcha a partir de la construcción 
de las primeras representaciones que hacen cuerpo. En este sentido, la propuesta se 
aleja de la concepción “anaclítica” freudiana, en la medida que ahora incluimos un modelo 
polisensorial amplificado que contempla toda la corporeidad, no solo del recién nacido 
sino además y simultáneamente también de su madre. Se trata de una situación de 
encuentro, vivencia que sembrará en todo el cuerpo del infans -tramo por tramo- la 
cualidad de placer involucrada por la madre, en la presentación que hace del mundo al 
bebe, en esos primeros encuentros. Aquí lo que cuenta es el “como”, “como” lo mira, 
“como” le habla, “como” lo abraza, más precisamente la tonalidad afectiva entreverada en 
cada uno de los momentos en los que está con su bebe, en los momentos calmos y 
también en esos otros momentos en donde de lo que trata es de su manipulación a los 
efectos de preservar su cuidado físico. Es menester agregar que la ampliación del modelo 
metapsicológico freudiano, que la autora la propone, surge porque el modelo anterior le 
resultaba acotado para dar cuenta de las fallas en la capacidad de simbolización en la 
relación que la persona psicótica adulta mantenía con su lenguaje. Sumado a ello, Piera 
Aulagnier, nunca trabajó con niños sin embargo, su propuesta suele ser permeable a la 
hora de pensar la patología grave tanto en la infancia como en la adolescencia. 
En buena medida, la originalidad del pensamiento de Winnicott está dada porque su punto 
de partida a sido el encuentro “en vivo y en directo” con el niño para partir de allí, 
repensar la teorización psicoanalítica tradicional. Su obra es inmensa, por lo que aquí 
solo nos limitaremos a puntualizar algunos aspectos que consideramos relevantes por el 
aporte clínico que nos brindan. Lo que hasta el momento describimos como constitución 
psíquica ó subjetiva ó constitución del aparato psíquico, lo denomina: desarrollo 
emocional ó proceso de maduración. Brindándole una consideración muy importante al 
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papel del ambiente, y enfatizando lo que podríamos llamar un trabajo en equipo, desdeel 
comienzo de la vida, se trata de lo que ocurra entre el bebe y su madre, donde ambos, 
tendrán mucho trabajo por hacer pero juntos. El primer, paso consiste en la adaptación 
casi plena de la madre a lo que el bebe necesita, presentando así condiciones que le 
permiten al infans, sentirse el creador de ese primer objeto que calma su estado de 
necesidad. La madre, llega en el momento justo para que el niño encuentre allí lo que 
necesita, siendo tan justo “el momento”, que practicamente no hay diferencia temporal 
entre la emergencia de la necesidad y el encuentro del objeto. La operación repetida en el 
tiempo y sostenida en la continuidad de la experiencia, le permite al niño forjarse una 
huella confiable de la madre, con la que tolerar cada vez mejor, la introducción gradual de 
pequeñas demoras en la presentación del objeto frente al estado de necesidad. La 
transición permite la desadaptación creciente de la madre al niño y a su vez la 
desadaptación creciente, habilita la transición entre un estado de ilusión y un estado de 
desilusión que hace un lugar posible a la emergencia del jugar como practica 
constituyente y a la vez constitutiva de la experiencia humana. El jugar es un concepto 
introducido por Winnicott por donde también rebalsa su originalidad, sustrayendo de la 
idea de juego -más ligada al juego de reglas, pero también podríamos decir a su 
evocación simbólica- su praxis misma, en este caso se trata de un “verbo sustantivado”, 
que podríamos ubicar como un: jugar jugando, interesa aquí no tanto “a qué juega” sino 
más bien: como juega y más aún si juega. El acento queda puesto en el jugar mismo 
como un modo vital, humano y originario de ningún modo ligado a ninguna otra cosa en 
su origen que no sea el jugar por el jugar mismo. ( placer, alegría). 
Acompañado por estas últimas consideraciones Ricardo Rodulfo, introduce las raíces más 
hondas del jugar en la constitución psíquica misma. Acompañado por una serie de 
retratos de niños reales, en tanto observables en la vida cotidiana, construye una 
secuencia de trabajos psíquicos, donde el niño es el protagonista, en la medida que 
jugando con los materiales que el ambiente le presenta - donde en el origen encuentra el 
cuerpo de la madre y el suyo en una serie que le permitirá hacerlo propio - inscribe sus 
primeras representaciones psíquicas ligando su cuerpo a una subjetividad incipiente. 
Introduce algunos conceptos como el de superficie, banda, envoltura, tubo, trabajo 
psíquico, que resultan un apoyo relevante en la clínica proponiendo al analista frente a 
un niño interrogarse “ en qué trabajo psíquico anda ? ” como un modo posible de 
orientarse frente a circunstancias, donde algunos de estos trabajos a través de los cuales 
el niño se constituye pueda, estar pendiente u obturado en su tramitación. 
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Hasta aquí hemos presentado un puñado de consideraciones acerca de la constitución 
psíquica, contemplando algunas ideas de distintos autores de modo muy resumido. 
Hemos sido algo descuidados en la utilización de la terminología en cuestión, sin prestar 
demasiada atención al detalle de las diferencias epistemológicas que dan cuenta de la 
emergencia de cada uno de algunos de los conceptos mencionados. Por tal motivo hemos 
utilizado de modo deliberado y sin demasiadas precisiones los conceptos de constitución 
del psiquismo, constitución de la subjetividad y del aparato psíquico incluso desarrollo 
emocional temprano, en todos los casos para referirnos a la misma cosa, prescindiendo a 
su vez de un tratamiento conceptual de mayor exactitud por no responder a los intereses 
del presente trabajo. 
 
Ahora bien, ¿que ocurre con los procesos de construcción de la subjetividad cuando el 
cuerpo se ve afectado de modo tal, que la afección lo discapacita impidiendo o 
restringiendo el ejercicio de algunas de sus funciones? 
El desarrollo emocional, tiene un punto de partido bastante claro en cada uno de los 
autores referidos: se trata de la producción de las primeras inscripciones del cuerpo. 
Representaciones que dan origen al psiquismo en las primeras situaciones de 
intercambio entre el bebe y su madre. Los puntos de vista en la medida que avanzan 
sobre la experiencia se van amplificando; desde el encuentro inaugural boca-pecho hasta 
la polisensorialidad que habilita todos los registros sensitivos presentes, para captar la 
información en la situación del doble encuentro, y desde la experiencia del encuentro a un 
verdadero trabajo en equipo entre el bebe y su madre que permite la construción de las 
primeras huellas seguras que hacen de esta madre un ser confiable. En todos los casos, 
se trata de los primeros andamiajes simbólicos del cuerpo, un cuerpo real que requiere de 
una serie de operaciones psíquicas concretas, para fijar las primeras representaciones 
que permiten una progresiva apropiación de sus facultades. Esto implica una laboriosa 
construción psíquica para que el niño avance a través de sus trabajos de inscripción en 
una experiencia, donde cada tramo de la superficie corporal pueda ser libidinizado. 
Pensando el amplio territorio de la discapacidad solemos observar dos modalidades que 
en principio nos dividen las aguas. 
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En una de ellas se trata de las fallas en el cuerpo presentes desde el origen de la vida y 
que acompañan el crecimiento y desarrollo del individuo con todos los procesos de 
subjetivación que venimos haciendo referencia más arriba. (lesiones neurológicas 
secuelares perinatales, malformaciones y síndromes genéticos, etc) Por otro lado, 
encontramos aquellas afecciones corporales que se presentan en determinado momento 
de la vida, muchas veces de modo disruptivo, constituyendo un acontecimiento que parte 
la vida de ese ser humano en dos, instalando un antes y después que requiere una 
tramitación psíquica agregada. (Traumatismos por accidente con secuelas, amputaciones, 
avc, etc). 
La discapacidad desde el vamos… 
La falla en el cuerpo si bien puede estar presente desde el mismo momento que un bebe 
llega al mundo, la detección no siempre coincide con ello. En algunos casos, cuando se 
trata de problemáticas que se hacen visibles a los ojos, la revelación de la situación no 
suele demorarse y en la primera revisión que realizan los neonatologos surge los 
primeros datos “observables” que dan cuenta de ella; cuando así sucede la información 
brindada a los padres sobre la situación del bebe no tarda en comunicarse. 
Otro suele ser el caso, cuando se trata de patologías que no se dejan ver de entrada y 
que comienzan a manifestarse, muchas veces de modo sutil, con el crecimiento del niño. 
En estos casos la “visibilidad” depende de diversos factores, desde las características 
propias de la problemática hasta las posibilidades de su detección; atentos no solo a sus 
manifestaciones concretas sino además a la avidez del observador. Son frecuentes en 
estos casos, situaciones donde el niño presenta durante los primeros tiempos de 
asistencia al jardín de infantes común, dificultades en los aprendizajes o en su 
desenvolvimiento social, cuyo estudio revela al tiempo un trastorno temprano del lenguaje 
y la comunicación ó incluso una patología genética poco visible no detectadas a una edad 
más temprana. 
Esta disyuntiva nos presenta un aspecto de la realidad que merece ser considerado. Se 
trata de la circunstancias de la detección de la patología de base pero además del 
momento del proceso de crecimiento y desarrollo en el que se informa a la familia de la 
situación. Hemos observado en algunas ocasiones, que cuando la madre recibe la 
confirmación del diagnóstico del niño más allá del primer año de vida, su relación 
temprana con el bebe transcurre de un modo espontáneo sin ser mediatizada por una 
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condición preexistente; lo cual facilita en los intercambios que dan lugar a los procesos de 
constitución subjetiva la presentación del mundo acompañadapor una cualidad de afecto 
próxima al principio de placer y lejos de fantasmas que puedan mediatizar la experiencia. 
Dicho de otro modo, la situación le permite a la madre una conexión más directa con ese 
bebe real cuya falta en el cuerpo, será parte de su existencia pero no condición 
significante que lo defina como sujeto frente al otro. Sin embargo, cuando la familia toma 
conocimiento de la situación en los tiempos posteriores pero cercanos al nacimiento, 
debemos contemplar que necesariamente el impacto producido, presentará una condición 
agregada de índole traumático, que la madre llevará a las primeras y reiteradas 
situaciones de encuentro con su bebe. En esta perspectiva, para la madre, esa dosis de 
extrañeza que le presenta el bebe en su estado de necesidad y interpreta adjudicándole 
sentidos que lo introducen en el mundo simbólico, se verá interpelada por los afectos que 
la emergencia del trauma movilizan. El narcisismo parental está dañado, se abre delante 
de sí, la necesidad de construir respuestas singulares a tamaña falla. Una situación jamás 
previsible de antemano y que llevará muchísimo tiempo tramitar atravesando el proceso 
de crecimiento y la experiencia total que el vivir mismo construya a su paso. 
La discapacidad tardía ó adquirida… 
Al referirnos a un modo “tardío”, ponemos el acento en aquellas situaciones donde la 
discapacidad emerge durante la vida del individuo y de modo muchas veces disruptivo, o 
bien como secuela de algún traumatismo ó bien como resultado de alguna patología 
emergente por lo general no ligada a ninguna situación anterior. 
Estas son situaciones que caen en la lógica de : algo que se tenía y con lo que se contaba 
se pierde. Un cuerpo sano con los trabajos psíquicos de subjetivación muchas veces 
afianzados, que debe ahora enfrentar un proceso muy complejo de reinscripción en 
términos de representación psíquica, que cursará junto a un trabajo de duelo que permita 
inscribir algo de la perdida acontecida. Nótese la complejidad del proceso que se abre, 
reinscripción del cuerpo, mas inscripción de una perdida en lo real del cuerpo. 
En estos casos, la dimensión temporal vuelve a cobrar relevancia, el momento de la vida 
donde la discapacidad irrumpe, amplifica perspectivas de subjetivación de las mas 
diversas. Suele ser de mayor trabajo de elaboración en adultos quienes al confrontarse 
con la perdida ó bien de alguna parte de su cuerpo o en particular del ejercicio de sus 
funciones, ingresan en estados depresivos y en ocasiones melancólicos que complejizan 
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el sufrimiento psíquico y por consiguiente los procesos de subjetivación de la falta y sus 
consecuencias en la vida cotidiana. Sin embargo, debemos aquí y una vez más destacar 
que siempre se tratará de la singularidad de lo que cada individuo pueda hacer con 
aquello que se le presenta, ello dependerá en buena medida, del alcance de los trabajos 
psíquicos tramitados previos al acontecimiento, que dio lugar a la perdida y sin dudas del 
potencial lúdico disponible para la simbolización de la nueva realidad acontecida. 
La dimensión traumática está en juego en cada uno de los casos. La discapacidad 
presenta un plus -a la manera de un exceso- que obliga en la vida de todos los días 
consideraciones no pensadas de antemano sin ella. En muchos casos –por ejemplo-
regular la tensión entre la limitación real y la limitación imaginada constituye un capítulo 
específico de atención cada vez y en cada momento, si bien la falla es en lo real del 
cuerpo, la amplísima brecha que separa a unas y a otras personas, con fallas semejantes, 
suele estar dada por lo que cada una logra hacer con ella. En esta perspectiva, son 
múltiples las variables con las que el individuo se enfrentará en la tramitación de la 
realidad que le ha tocado, me refiero tanto a condiciones emocionales de las que pueda 
haber aprendido en el hacer de su propia experiencia como así también a la cotidiana 
emergencia cada día de lo contingente que el vivir mismo tiene. 
 
Bibliografía: 
AULAGNIER, P. (1997).La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Buenos 
Aires: Amorrortu editores. 
FAINBLUM, A. (2004).Discapacidad. Una perspectiva desde el psicoanálisis. Buenos Aires. 
Editorial Tekné. 
FREUD, S. (1920).Más allá del principio de placer. En: Obras Completas. t. XVII. Buenos Aires: 
Amorrortu editores. 
RODULFO, R (1996). El niño y el significante. Un estudio sobre las funciones del jugar en la 
constitución temprana. Buenos Aires: Paidós Psicología Profunda. 
WINNICOTT, D, W. (1999). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa Editorial. 
 - (1993) Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del 
desarrollo emocional. Buenos Aires: Paidós Psicología Profunda. 
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