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Chile y su contexto 3

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UNIVERSIDAD DEL DESARROLLO
CURSO: ACTUALIDAD
JUAN MANUEL ASTORGA
CHILE Y SU CONTEXTO, III PARTE.
Consumo de drogas:
En Chile ha aumentado el consumo de drogas en personas de todas edades, especialmente en la población juvenil. Al abuso tradicional de alcohol y tabaco, se han agregado el consumo de marihuana, solventes volátiles, tranquilizantes, estimulantes y derivados de cocaína (pasta base y clorhidrato).
Los jóvenes y adultos jóvenes entre 18 y 31 años son quienes más consumen drogas. Los consumos se inician a temprana edad, la mayoría de los consumidores las usa por primera vez antes de los veinte años.
La mayoría de las personas considera que es fácil o muy fácil acceder a la droga, especialmente marihuana y en el norte, cocaína y pasta base. Ahora es más fácil contactarse con el mundo de la droga.
En términos generales, hay diferentes tipos de droga:
1. drogas o sustancias estupefacientes:
Son, en general, aquellas que causan "estupor"; esto es, una disminución de las facultades intelectuales acompañada de cierto aire o aspecto de asombro o indiferencia. Según el diccionario, es aquella sustancia narcótica que hace perder la sensibilidad. Ejemplos comunes de estas drogas: Cannabis sativa (cáñamo índico) o su resina; coca en hojas; cocaína y sus sales, entre ellas clorhidrato de cocaína y sulfato de cocaína o pasta base; heroína; y morfina.
2. drogas o sustancias sicotrópicas:
En general, son aquellas que estimulan el organismo por la vía de la alteración mental del sujeto que las ingiere, de tal manera que su comportamiento varía y cambia en relación con su normal forma de ser. Ejemplos comunes de sicotrópicos son: Mescalina, anfetamina, barbital, meprobamato y temproporex.
Obesidad:
Según el Ministerio de Salud, el 67% de los adultos chilenos presenta exceso de peso, es decir, están fuera de sus rangos normales según su peso ideal. En el caso de los menores de seis años, el registro del Ministerio de Salud indica que el 10% padece obesidad, índice que se eleva al 25% cuando los niños llegan a primer año básico.
Así, Chile es el quinto país con más obesidad en el mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), después de Estados Unidos y México, que lideran el ranking.
En la población adulta, existen muchos métodos para identificar si se tiene exceso de peso, pero entre los más utilizados, está el llamado índice de Masa Corporal que es la relación que existe entre la altura y el peso. Esta relación es calculada a partir de una ecuación matemática donde se divide el peso por la talla al cuadro. La OMS (Organización Mundial de la Salud) define como obesidad cuando el IMC es igual o superior a 30 kg/m². También se considera signo de obesidad un perímetro abdominal aumentado en hombres mayor o igual a 102 cm y en mujeres mayor o igual a 88 cm. 
La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial prevenible y que se caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo. Esta acumulación se debe principalmente a un desequilibrio entre la ingesta alimentaria, es decir, lo que comemos y el gasto calórico.
Según datos de la OMS, cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. En Chile, se muere una persona cada hora por enfermedades vinculadas a esta enfermedad o a la diabetes o hipertensión, que tienen directa relación con los hábitos alimenticios.
Chile, al igual que muchos países en el mundo, presenta un aumento en el número de casos de niños con sobrepeso y obesidad. Las cifras actuales muestran que este problema constituye uno de los principales problemas de salud pública. Datos provenientes de numerosos estudios muestran que variables como la edad, el nivel socioeconómico, así como la región del país, tienen una enorme influencia en la frecuencia del problema, encontrándose que en la medida que va aumentando la edad, la prevalencia de obesidad es mayor. 
La principal causa de sobrepeso y obesidad en las personas está determinada por un exceso en la ingesta de energía por sobre el gasto de ella, mediada por factores sociales, genéticos, ambientales. Sin embargo, el rápido aumento de niños con obesidad durante los últimos años apunta a que los factores genéticos no son la causa fundamental del problema, ya que el patrimonio genético de las poblaciones ha sido relativamente estable en el tiempo. Por eso, si bien la genética puede ser importante, el sobrepeso y la obesidad son actualmente la expresión de factores ambientales inadecuados como son los mediados por una inadecuada alimentación y la falta de actividad física.
El cambio del modelo económico en la gran mayoría de los países, Chile entre ellos, ha contribuido a la modificación de los estilos de vida, incorporando hábitos que han modificado la dieta tradicional chilena. Esta nueva forma de alimentarse se caracteriza por un consumo importante y frecuente de alimentos ricos en calorías, grasas, especialmente grasas saturadas, grasas trans, sal y azúcares simples. Estos alimentos suelen ser de bajo costo, de fácil acceso, se anuncian en forma muy atractiva en los medios de comunicación y tienen atractivas presentaciones que han sido diseñadas especialmente para los niños. Estos patrones alimentarios, asociados a una disminución en la actividad física (menor cantidad de juegos al aire libre, aumento de horas de TV y computador, automatización de la vida) han permitido que parte de la energía proporcionada por la dieta se ahorre, contribuyendo al depósito de grasa corporal y al desarrollo de la obesidad.
Un rol deficiente de las familias en inculcar conductas alimentarias responsables en los niños, una cultura sedentaria cada vez más extendida, y campañas y programas educativos insuficientes para promover de forma activa una vida saludable, son algunos de los factores que explican los altos niveles de obesidad infantil que registra el país. 
De acuerdo con los resultados del último Simce, el 44% de los niños de 11 años presenta sobrepeso, y los especialistas señalan que esa cifra podría alcanzar pronto el 50%. Esto implica una serie de riesgos para esos menores, debido a que su condición física los expone tempranamente a desarrollar enfermedades de distinto tipo, como problemas cardiovasculares, diabetes y cáncer. También supone una importante sobrecarga para el sistema de salud, como ya se puede apreciar en los países desarrollados, donde los costos directos asociados a la obesidad se estiman en un 5% de los costos totales en salud. De hecho, quienes padecen esta patología incurren en mayores gastos médicos (25% superior) en relación a personas con peso normal.
Depresión:
Una o hasta dos de cada diez personas en Chile -es decir, entre el 10% y 20% de la población-, sufre algún trastorno del ánimo durante su vida. Lo anterior, presenta como principales características, una visión negativa de sí mismo, del mundo, de los demás y del futuro, que puede llevar incluso al deseo de morir. Con estos conceptos se define la depresión.
Dolores, fatiga, mala digestión, mareos o preocupaciones excesivas son parte de los síntomas que afectan a todo tipo de personas sin distinción de edad, cultura o posición económica. La depresión actualmente se asocia principalmente al alto nivel de estrés al que está sometida la ciudadanía, además de la poca preocupación por llevar una vida saludable y activa. 
La depresión, para el Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, es “una alteración patológica del estado de ánimo, caracterizada por un descenso del humor que termina en tristeza, acompañado de diversos síntomas y signos que persisten por a lo menos dos semanas”.
Sus causas son múltiples. La investigación clínica ha demostrado que las personas se enferman de depresión, en algún momento de sus vidas, debido a que tienen una predisposición biológica (en parte genética y en parte adquirida a través de la vida) a la que se suman factores ambientales que elevan sus niveles de estrés.
Lasituación en Chile es preocupante. Si bien, el Ministerio de Salud indica que la depresión es causal de más del 40% de las licencias médicas, casi en su totalidad estas son rechazadas. A esto además debemos sumarle el factor de estigma social que representa la licencia psiquiátrica. En suma, las personas deprimidas en Chile terminan con otro problema más: sin su sueldo.
Por otro lado, existe el problema del alto costo que significa asistir a psicólogo. 
La psicoterapia tiene la modalidad de a lo menos, una sesión por semana, por un período que puede ir desde los tres meses a más de un año y cada sesión, tiene un costo que fluctúa entre los $30.000 y $60.000. En el caso de una persona con depresión severa o mayor, deberá gastar mensualmente $140.000 en psicólogo y $30.000 en psiquiatra. Total al mes: $170.000.
En cuanto a las coberturas, en el mundo privado, las isapres tienden a sólo brindar atención psicológica por 6 a 8 sesiones con el plan a elección. En el caso de reembolsos con psicólogos externos al plan, devuelven prácticamente nada. Siguiendo con nuestro ejemplo, la persona en tratamiento por depresión severa, tendría reembolso de $3.500 aproximadamente por su sesión de psicoterapia.
La depresión se categoriza en endógena y exógena. La diferencia entre depresión endógena es que la endogena es causada por desórdenes bioquímicos internos del deprimido y la exógena, es, la causada por un fenómeno externo cual puede ser problemas económicos, sentimentales o de cualquier otro tipo.
Accidentes:
¿De qué mueren los jóvenes? Muy mayoritariamente mueren de madrugada. Pero no de cualquier día. Pierden la vida del jueves al viernes, del viernes al sábado y del sábado al domingo. Concentran sus partidas mayoritariamente esos días entre las 03:00 y las 06:30 horas de la madrugada. El factor común de estas tragedias es la fatal combinación después de varios combinados. Manejar curado y a exceso de velocidad. La culpa nunca la tienen los problemas mecánicos, tampoco no ser experto al volante. La culpa la tiene el que tomó alcohol y pisó el pedal. 
Vinos, piscolas, vodkas, cubas libres y cervezas están presentes en todos los festejos imaginables, desde bautizos hasta cumpleaños. Cualquier evento se acompaña mejor con un trago. O con varios. La alegría multiplica sus colores con unas copas. La pena se ahoga en alcohol. El olvido es más rápido si es “on the rocks”. No importa si los efectos de la borrachera son peores que la razón por la que se decide tomar. Pero, sabemos, sí importa. Además del comprobado efecto de generar una depresión no selectiva en el sistema nervioso central, destilados y fermentados deterioran la función psicomotora, la percepción sensorial y modifica el comportamiento.
Nunca mienten las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. El 23% de las defunciones por accidentes de tránsito con conductores intoxicados afectan a jóvenes de entre 15 y 24 años. Los choques en calles y carreteras son hoy la principal causa de muerte entre los 10 a 24 años. El alcohol está presente en el 35% de todas las muertes de conductores menores de 20 años. Cada año mueren casi 400 mil jóvenes de menos de 25 años como consecuencia de colisiones y varios millones más sufren heridas o quedan discapacitados.
La gran mayoría de las muertes y traumatismos se producen en los países de ingresos bajos y medianos. Le siguen países en vías de desarrollo. Chile es uno de ellos. A nivel mundial, América Latina tiene el porcentaje más alto del total de muertes atribuibles al consumo de alcohol, el 4.5% comparado al 1.3% de regiones desarrolladas. ¿Cómo lograron ellos reducir sus estadísticas? Con un cóctel de los buenos: políticas claras, fiscalización implacable, sistemas de transporte nocturno eficiente y campañas preventivas al hueso. 
Las naciones que lograron disminuir la incidencia de muertos por consumo de alcohol cuentan con leyes que limitan la venta por zonas, horarios, edad y hasta cantidad. En Suecia, por ejemplo, el estado monopolizó la venta. Systembolaget (“la compañía del sistema”) es la única que puede vender alcohol de más de 3,5 grados. El sistema está pensado para controlar el abuso. Además del horario limitado, los dependientes no le venden a los clientes si piensan que ya están bebidos, si no pueden verificar si tiene más de 20 años de edad o si sospechan que está comprando en nombre de terceros. En otros países europeos hace más de una década están prohibidas las famosas “promos” del 2x1 o packs de alcohol+bebida+hielo. Además, los impuestos son altísimos. 
En naciones que redujeron considerablemente las estadísticas de muertes por esta causa incrementaron los recursos y el personal destinado a la fiscalización de botillerías, bares y supermercados. Se implementó un eficiente sistema de transporte público nocturno y de bajo costo. Estacionamientos abiertos las 24 horas, a precios razonables y con buenos sistemas de vigilancia desincentivan el uso del auto cuando se va a salir a beber.
También se han implementado campañas preventivas. Varias han golpeado duro y han sido objeto de fuertes debates éticos. Hoy nadie las cuestiona. Pero siguen impactando por su crudeza. 
Conducir bajo los efectos del alcohol es un tema sensible de abordar. En público se condena pero en privado es aceptado socialmente. El que no maneja no siempre está dispuesto a evitar que el que bebió lo haga. El que toma y conduce lo hace pensando “por qué justo me va a pasar algo a mi”. Aunque tiene incidencia mayor en jóvenes, este hecho cruza todo el espectro imaginable de protagonistas y va desde menores de 18 años hasta adultos cuya licencia no fue renovada. No escapan de la lista personajes públicos y en la que se cuentan, entre tantos otros, diputados, escritores, embajadores, y periodistas. Por cierto, me incluyo. 
El Estado retomó una antigua propuesta para cambiar el sistema de sanciones a los conductores que infrinjan la ley al manejar bebido. Pero, además de esa, no hay otra línea de acción en la que nos estemos moviendo para ir en la dirección de los países que disminuyeron la pesadilla de muertos por alcohol. Nueve de cada diez accidentes pueden prevenirse. 
VIH - SIDA
Un total de 5.816 casos de VIH Sida fueron constatados en nuestro país durante 2017, lo cual supera en un 96% a los 2.968 detectados en 2010. 
El grupo de riesgo más afectado por la estadística es el de personas que tienen entre 15 y 25 años de edad. La cifra (96%) supera ampliamente el 66% (5.200 casos) informado por la administración anterior del Minsal, durante el periodo de la ex presidenta Michelle Bachelet.
Estas cifras alarmantes demuestran que el VIH Sida estaría fuera de control en Chile. Estos números apuntan a que hay por lo menos 50 mil personas infectadas que lo desconocen.
En el país hay unas cien mil personas contagiadas con el virus, y que de ellas, el 50% no sabe sobre su condición: por cada persona diagnosticada con VIH hay otra contagiada que ignora su situación.
La primera alarma la dieron los especialistas em 2016, pero reclaman que entonces no fueron escuchados. La segunda alerta llegó el 2017 con el informe de Onusida que avisaba sobre un crecimiento del 34% en el número de casos nuevos para nuestro país entre 2010 y 2016. 
Según encuestas de comportamiento, el 60% de las personas dice que nunca se había hecho el examen, el 70% era usuario de drogas recreacionales, principalmente marihuana y menos del 20% utilizaban condón como medida de prevención.
En sintesis, el VIH se ha disparado en un 100%. 
El por qué del aumento
Conocemos de sobra las campañas contra el tabaco. Sus advertencias están en cajetillas, bares, restoranes y estaciones de servicio. Son directas, no dudan en mostrar a un anciano agonizando o a un recién nacido sufriendo por conseguir una bocanada de aire. Hemos progresado en las campañas contra el consumo de drogas. Se está haciendo lo mismo para prevenir el cáncer de mama y también para disminuir el consumo de sal pero, ¿por qué Chile no tiene campañas permanentes cuando se trata del contagio deVIH? ¿A qué le tenemos miedo? Ambas preguntas tienen dos tipos de respuesta. Vamos primero con las formales para luego meternos en el asunto de fondo.
Una de las razones que se siempre se esgrimió es que la mortalidad causada por el virus del Sida era cada vez menor. La nueva generación de fármacos combaten muy eficazmente la agresividad del virus. Además, tenemos acceso garantizado a ellos gracias al plan AUGE.
Otro argumento es que en Chile se ha reducido prácticamente a cero la transmisión por transfusiones. La sangre es controlada con rigurosos exámenes que detectan el VIH. Además y diferencia de otros países latinoamericanos, en Chile se usan modernas terapias farmacológicas que prácticamente anularon la herencia de las mujeres embarazadas a sus hijos en gestación.
En nuestro país, como ocurre en las naciones europeas donde se ha conseguido algo similar, el Sida ya no se llama así. A la enfermedad se le denominaba antes con esa sigla porque el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida significaba en la práctica una progresiva baja de las defensas que abría las puertas a múltiples infecciones. Una gripe podía matar al contagiado. Pero el avance de la medicina permitió aislar el Virus que generaba la Inmunodeficiencia Humana, es decir, el patógeno que produce la enfermedad, y por lo tanto de Sida pasó a llamarse VIH. Cambio de nombre para un problema que, muertos más, muertos menos, sigue siendo igualmente grave.
A pesar de los argumentos formales que ya vimos, en nuestro país prevalecen dos tendencias que llaman a preocuparse. La primera es el alto nivel de contagios que existen en la comunidad homosexual. El 87,6% del total de infectados corresponde a hombres. La mayoría contrajo el virus manteniendo relaciones con personas del mismo sexo. El otro es el aumento de los casos en mujeres que han contraído el VIH de sus maridos. Lo mismo ocurre con parejas jóvenes heterosexuales. Es la famosa “doble vida”. Es aquí mismo donde empiezan a jugar los verdaderos argumentos del por qué no tenemos campañas contra el VIH que sean permanentes, directas y efectivas.
Nos sobran ejemplos concretos de las trabas morales (y también presiones de ciertos sectores religiosos) que han intimidado y censurado a las autoridades que, cuando de sexo se trata, prefieren pedir permiso a pedir perdón en sus decisiones. Pero del pudor y el temor pasamos al doble estándar cuando pretendemos negar hechos estadísticamente probados. El contagio del VIH en Chile aumenta porque en pareja uno de los dos tuvo sexo al margen de su relación formal y mintió sobre ello. Esa otra relación pudo haber sido a la rápida, a escondidas, improvisada y… sin condón. El 87% del contagio en Chile es a través de las relaciones sexuales.
Esta es la primera gran paradoja. Los adultos, es decir, los más informados y que le dicen a los jóvenes sobre cómo ser responsables, son los que más se resisten a adoptar conductas de protección. Los adolescentes en cambio, en permanente formación y evolución, son mucho más permeables a ser influidos por los medios de comunicación y por ende por las campañas. 
Considerando que a nivel estadístico es en el segmento del adulto-joven donde se está empezando a generar una tendencia de mayor contagio, es precisamente ahí donde la lógica indica que deberían focalizarse las estrategias de prevención. 
Los estudios demuestran que no más del 50% de los jóvenes usan condón en su primera vez. Algo bien preocupante porque sociedades como la nuestra tienen una fuerte inclinación a empujar hacia una temprana iniciación sexual. 
El desafío de las autoridades es concentrar esfuerzos en el cambio de las conductas sexuales de riesgo. Una paradoja, porque modificar esas conductas es más simple que conseguir que alguien deje de fumar o que cambie radicalmente sus hábitos alimenticios. 
Al día de hoy, las pocas campañas han sido de mucho amedrentamiento y de muy poca información y, cuando la entregan, sobra el eufemismo y falta el mensaje claro. “Uso correcto del preservativo” en lugar de “ponte de esta forma el condón”. Para qué decir de conceptos como “si quieres evitar el Sida, abstente de relaciones sexuales”. Es como decir “si no quieres ser atropellado, no salgas de tu casa” en lugar de explicar cómo cruzar de manera segura la calle.
Hasta ahora, lo que hemos visto han sido spots que funcionan como videoclip pero no como plan de salud pública. Y cuando se vuelven agresivas, meten miedo, lo que tampoco sirve. Esto no es una campaña para prevenir muertes por accidentes de tránsito, que sensibilizan del puro susto. El Sida de hoy no equivale a la muerte. Un buen tratamiento garantiza una sobrevida más que digna. 
Aquí las estadísticas:

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