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Michelle M Pillow 3 El Príncipe Oscuro

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AAggrraaddeecciimmiieennttooss 
 
Hola mis hermosas bellezas agradeceros el trabajo y el esfuerzo. 
Gracias a todas por tan maravilloso trabajo y por estar siempre a nuestro 
lado cuando las necesitamos y ser un constante apoyo de cariño y buenos deseos 
por confiar en nuestra labor. 
Dios las bendiga, un beso enorme. 
¡¡¡Gracias!!!! 
Os mando mil besos… y bendiciones de vuestra amiga 
la loba y todas las amigas de letras 
 
 
33 
 
SSttaaffff 
INVESTIGADORA COORDINADORA 
de traducción 
CORRECCIÓN 
 y revisión 
 
AYNE MISTRAL HATHOR 
TRADUCTORAS 
 
EMMA B RAVEN TAEVA EUGENIA NENA LADY SEXY SARA 
 
CORRECTORAS 
 
 
DISEÑADORA DE PLANTILLA 
 
 
 
 
 
 
44 
 
AArrgguummeennttoo 
EEll PPrríínncciippee OOssccuurroo 
SERIE DRAGON LORDS 03 
DE 
MICHELLE M. PILLOW 
 
Fuera del fuego... 
La ladrona intergaláctica, Olena Leyton es una de las mejores piratas espaciales en la 
historia. Surcar los altos cielos en busca de aventura está en su sangre. Cuando su equipo se 
dispersa perseguidos por la ley y un accidente de su nave, que estalla en una bola de llamas, 
Olena, herida, se ve obligada a buscar refugio en una nave de Novias Galácticas. 
Haciéndose pasar por una ruborizada novia “ordenada por email” para eludir a los 
cazadores de recompensas que la persiguen, Olena se encuentra a sí misma embarcada hacia 
el planeta primitivo de Qurilixen. 
Pero, el ser una novia no es algo que Olena toma en serio. 
 
Hacia las Llamas... 
El príncipe Yusef de Draig, Es el capitán de la Avanzada. 
Lleva una vida sencilla lejos del palacio. Él sabe desde el primer momento en que ve a su 
ardiente seductora que va a poseerla y convertirla en su novia para siempre. Sin embargo, 
Yusef se entera de que jugar con fuego siempre dejará a un hombre quemado. Pero, como las 
pasiones son más poderosas que este príncipe oscuro, él no está dispuesto a renunciar a su 
novia sin luchar. 
 
55 
 
 
 
 
66 
 
IInnddiiccee 
Agradecimientos ................................................................................... 2 
Argumento ............................................................................................ 4 
Capítulo Uno ........................................................................................ 7 
Capítulo Dos ....................................................................................... 23 
Capítulo Tres ...................................................................................... 37 
Capítulo Cuatro .................................................................................. 47 
Capítulo Cinco .................................................................................... 61 
Capítulo Seis ....................................................................................... 79 
Capítulo Siete ..................................................................................... 99 
Capítulo Ocho .................................................................................. 115 
Capítulo Nueve ................................................................................. 128 
Capítulo Diez .................................................................................... 141 
Capítulo Once ................................................................................... 155 
Capítulo Doce ................................................................................... 170 
Capítulo Trece .................................................................................. 182 
Capítulo Catorce .............................................................................. 196 
Capítulo Quince ............................................................................... 212 
Capítulo Dieciséis ............................................................................. 228 
Capítulo Diecisiete ........................................................................... 245 
Capítulo Dieciocho ........................................................................... 259 
Dragon Lords ................................................................................... 273 
Continua Con… ............................................................................... 274 
 
 
 
77 
 
CCaappííttuulloo UUnnoo 
Los ojos calculadores de Olena Leyton echaban chispas de fuego por la rabia, 
cuando vio su reflejo en un pedazo de vidrio roto en el suelo. Tragó saliva, 
frunciendo el ceño de disgusto por el líquido que se filtraba en la herida del 
brazo. Presionando sus dedos hasta que rasgo su camisa, maldijo, sintiendo un 
pedazo de metal incrustado en lo más profundo de su piel. Apretó los dientes, 
clavando los dedos en la herida para extraer una irregular tira metal, ella lo 
miró antes de tirarlo al suelo. 
Su brazo siguió supurando, pero ella lo ignoró. Ahora no había tiempo 
para debilidades. Ella estaba en un cajón de almacenamiento de algún muelle 
del espacio. La gran puerta de metal abierta desde la que entraba una brisa 
fresca del exterior, la hizo temblar al chocar la capa de sudor en su piel. Se 
inclinó hacia adelante, ella entornó los ojos tratando de leer la dirección de la 
etiqueta en una de las cajas. 
Cuadrante X, 
Earthbase 5792461. 
¡Cuadrante x! Ella soltó un largo suspiro. Su barco realmente había ido 
fuera de curso. Mirando a lo largo del exuberante campo exótico que acababa 
de correr tres millas, respiró con calma. El corazón le martilleaba en el pecho, 
parecía haber corrido una carrera, tenía dolor en su brazo. Había estado 
demasiado cerca de no poder escapar. 
Malditos caza recompensas, que trataron de quitarle lo que legítimamente 
ganó. Dispararon hasta su barco, dispersaron a su tripulación y ahora ella 
estaba varada en el Cuadrante X. Las cosas no podían ser mucho peor. 
 
88 
 
Olena estaba equivocada. Con el ceño fruncido, miró como una bola 
naranja de fuego iluminó en la distancia. Maldijo y cerró los ojos mientras ella 
saludaba el último aliento de su nave. Con ese tipo de faro, los 
cazarrecompensas en todo este planeta los seguirían como moscas en el 
estiércol, por no mencionar los cuerpos de seguridad locales. 
¿Les iba a gusta tener en sus manos a esta pequeña pirata? 
—No va a pasar, — se quejó Olena oscuramente. Ella miró a su alrededor. 
Ella había estado en peores lugares que este. 
Cierto es que por lo general tenía a su tripulación con ella. 
Al ver una fila de artesanía de lujo pequeñas y el transporte de personas 
alineados para pre-vuelo en mantenimiento, ella sonrió. ¡Oh, esto era casi 
demasiado fácil! Poniéndose en pie, al instante lo lamento. 
Su cabeza estaba pesada y se tambaleó sobre sus pies. Parpadeó para no 
perder el conocimiento, miró su brazo. Su sangre se había derramado en el 
suelo, manchando el spandex negro de sus pantalones y cayendo sobre sus botas 
de cuero. Necesitaba un médico y rápido. Pero lo peor de todo, no estaba en 
condiciones de volar. Ella podría desmayarse durante el despegue por la 
gravedad. 
Arrastrándose sigilosamente hacia adelante, comenzó a buscar en las 
ventanas de los transportes personales por un kit de primeros auxilios para ella. 
La gente rica que eran dueños de estas embarcaciones tenía siempre un buen 
suministro de analgésicos. En este momento necesitaba ambos. 
Al ver un equipo, Olena miró a su alrededor. El lugar estaba vacío. 
Con una patada, estrelló la ventana y abrió el transporte. En unos 
momentos, tenía su brazo vendado y un par de pastillas disolviéndose en su 
garganta seca. Ella trató de tragárselas. 
— ¿Quién está ahí? 
 
99 
 
Olena se congeló en su búsqueda de una botella de licor, maldiciendo en 
silencio. ¡Malditos guardias de seguridad del muelle! ¿Por qué no encontraban 
un trabajode verdad? 
Olena se acerco despacio para asomarse por la borda del transporte. El 
guardia de seguridad apareció a la vista. Maldijo otra vez. Su brazo no estaba en 
condiciones para la autodefensa. Mirando hacia abajo de su cintura, vio que su 
arma estaba vacía. Ella había disparado todas sus municiones para poder salir 
de uno de los laterales de metal del barco. 
La escotilla se había atascado en el suelo. 
Al oír unas pisadas procedentes desde la otra dirección, se puso tensa. Una 
mujer apurada cerca de ellos, cubierta por un manto de piel abundante de pies 
a cabeza, cargando con numerosas maletas. Mientras Olena miraba, ella 
cambió su equipaje y sacó el manto de su alrededor, temblando, como si tuviera 
miedo a la soledad y la oscuridad de la noche los muelles. Olena sonrió. Ella no 
podría ser capaz de pilotar, pero esta mujer rica definitivamente tenía su propio 
vehículo. 
Olena oyó el movimiento del guardia. Se detuvo para sonreír a la señora 
rica. La mujer se sacudió por la sorpresa al verlo, pero logró con un gesto débil 
saludarlo de vuelta. El guardia pareció conocerla, porque él la saludó con la 
mano y señaló hacia los muelles. Olena miró el transporte. Vio un abrigo y se 
lo deslizó sobre los hombros abrochándolo para ocultar su atuendo de pirata. 
Entonces, agarrando un sombrero, se lo puso en su llameante cabello rojo con 
una cola de caballo metiéndolo hasta quedar totalmente oculto. 
Había algunas bolsas con dibujos de flores estaban en el asiento trasero y 
ella agarró cuatro de ellas. Las cargo sobre sus hombros, tratando de no 
estremecerse ante el dolor, ya que comenzó a caminar después de la mujer de la 
capa. Ella sonrió inocentemente al guardia de seguridad que había olvidado su 
investigación y que se iba de nuevo a monitorear la habitación. Él la saludó con 
 
1100 
 
la mano, apuntando hacia la misma dirección de los muelles que le había 
indicado a la otra mujer. Olena sonrió brillantemente como si ella supiera lo 
que él estaba señalando. 
Tomó el tablón reservado para primera clase, volvió a ver a la mujer rica. 
Ella estaba al lado de un hombre uniformado con un portapapeles. Su capucha 
estaba abajo, su pelo castaño con un aspecto muy respetable recogido en un 
moño. Olena entrecerró los ojos al ver los aretes de diamantes brillando en las 
orejas de la mujer. Al instante su mente calculo el valor de ellos. ¡Oh le 
encantaría llevar sus manos a ellos! Podría este pequeño desvío merecer la 
pena. 
Olena puso una sonrisa en su rostro astuto cuando vio un grupo de 
mujeres en la nave de carga espacial, debajo de una pancarta que decía, Galaxy 
Novias en letra cursiva. Cargando sus bolsas nuevas, ella se acercó. 
—Perfecto, señorita... ah... Aleksander, — el hombre de uniforme estaba 
diciendo a la mujer rica. — ¡Bienvenida a bordo del vuelo con destino a su 
futuro! 
Olena no puso atención a lo que la mujer respondió mientras ella puso 
las bolsas en el suelo. Se volvió a buscar su pistola en el cinturón. 
—No, señorita. La Corporación Novias Galaxy le debe. — El hombre 
respondió a lo que había dicho la señorita Aleksander. 
Tirando a la primera identificación que encontró, Olena rápidamente 
empujó la capa para cubrir sus armas. Empujó el equipaje cerca, pateándolo 
suavemente por el suelo con el pie. 
Al mirar por encima del hombro, le pareció oír las sirenas de aire fuera 
del muelle. Ellos iban a ir investigar la explosión. Ella sólo podía esperar que la 
explosión que había hecho su barco fuera irreconocible. 
—Quiero evocar el derecho de la ley de privacidad. Si alguien pregunta, 
Yo no estoy aquí, — dijo la dama rica. 
 
1111 
 
— ¿La policía?— el hombre preguntó sorprendido aunque la idea no 
parecía afectarle. Obviamente, tenía una cuota que cubrir y Olena sabía que 
estas empresas se caracterizaban por mirar hacia otro lado. 
Olena no oyó la respuesta de la mujer, pero vio que el hombre inclinada la 
cabeza en comprensión. Trató de acercarse más tomando otro vistazo a los 
pendientes. 
—Voy a hacer una nota, Señorita eso no será un problema. — El hombre 
comenzó a escribir en el archivo de la señorita Aleksander. 
—Y por cierto, ¿a dónde vamos?— -preguntó la mujer, otra vez su voz fue 
suave y firme. 
Olena se acercó más. Ella sabía lo que era Galaxy Novias. 
Eran una empresa que vendía mujeres a los bárbaros para matrimonio por 
la escases de mujeres en su planeta. Una vez a ella le habían pedido hacer una 
carga a Shanghái, de novias de una raza inferior de humanoides. Fue uno de los 
pocos trabajos que ella había rechazado. Ni siquiera ella podría sacar partido de 
la entrega de mujeres infelices para hombres que chorreaban babas de sus... 
bueno... 
El hombre se rió entre dientes. 
—La mayoría de las mujeres piden privacidad al venir aquí. Debe haber 
algún loco del cual usted está tratando de huir lejos. 
La mujer tragó saliva, pero no dijo nada. 
El hombre se río con buen humor y contestó: 
—Usted va para Qurilixen señorita. 
La mujer asintió con la cabeza antes de marcharse, después una androide 
llevó sus bolsas. Al instante, Olena volvió a poner una dulce sonrisa al 
trabajador uniformado. Estuvo a punto de ruborizarse en respuesta. 
 
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—Hola—murmuró con el tono sensual de una zorra que ella sabía volvía 
locos de deseo a los hombres y así podía distraerlos instantáneamente. 
Haciendo pucheros con sus labios ella dijo: — ¡Oh, estas bolsas son tan pesadas! 
¡Yo nunca pensé que iba a poder con ellas todo el camino hasta el muelle yo 
sola! 
— ¿Está usted aquí para un reemplazo de última hora?— el hombre 
preguntó, su respiración empezaba a jadear por la mirada que le dirigió ella a 
él. Viniendo hacia delante tomó sus maletas y se trasladó hacia adelante. 
—Oh, gracias, —dijo ella. Olena parpadeó inocentemente. 
—Estoy tan feliz de haber venido a tiempo. Rick en la oficina me dijo que 
estaría bien. ¿Este es el vuelo con destino a Qurilixen, no es así? 
—Sí, si señorita conozco a Rick. — (Mintiéndole el trabajador). —Es 
buen hombre. 
— Pues sí que lo es, — Olena se rió con un movimiento de su mano y sus 
ojos batiéndolos juguetones. 
—Firme aquí, — dijo entregando el portapapeles. —Estamos cortos de 
chicas por lo que estamos más que contentos de que usted viniera; sus exámenes 
de salud se llevarán a cabo durante el vuelo, tendrá la habitación 209 en la 
plataforma dos, Es al final del pasillo hasta la parte posterior, al lado izquierdo. 
El despegue del buque es mañana a las 9:00 AM. 
—Eso es perfecto, — susurró poniendo su ID en la parte superior del 
portapapeles. Para su sorpresa, era su verdadero nombre. Fue demasiado tarde 
para tomar un alias, por lo que firmó con su nombre. El hombre miró a la 
identificación y se la devolvió. 
— ¡Oh!, — dijo Olena; Ella bajó la mirada hacia la etiqueta del hombre. 
 
1133 
 
—Rick me dijo que podía pedir mi derecho a la ley de privacidad, que se 
lo pidiera a Bernie quien vería personalmente que mi privacidad no fuera 
violada. 
— ¿Alguna persona la sigue? — preguntó el hombre. 
—Oh, ¿es tan obvio? — Olena hizo pucheros tratando de no reírse por la 
mirada de protección del hombre. Ella se secó las lágrimas falsas de los ojos 
muy abiertos y sorbió los mocos. 
—No, señorita—respondió Bernie en un tono de auto-importancia. 
Haciendo una señal a un androide para que recogiera sus maletas para ella. —
Simplemente parece ser que hay muchas mujeres con ese problema 
últimamente. 
****** 
Un mes más tarde... 
Olena suspiró descansando en el asiento con comodidad. 
Un androide le masajeaba los pies en la silla de pedicura y otro frotaba el 
cuello con las dos manos mientras le peinaban su cabello. Mirando alrededor 
del salón de belleza, había memorizado casi cada uno de los nombres de las 
novias. Era una vieja costumbre que la había salvado más de una vez. 
Además, ¿qué otra cosa iba a hacer durante todo el mes de el viaje 
espacial? ¿Planear su futuro con un marido bárbaro? ¿Tejer para él y sus 
futuros hijos un suéter?No, gracias. No era probable. Nunca iba a pasar. 
Las novias se estaban preparando para el Festival de cría esa noche en 
Qurilixen. Era la noche de la oscuridad y al otro lado del planeta luz y era 
 
1144 
 
considerado la única noche que sus hombres podían elegir una novia. Olena 
tenía intención de encontrar un pobre bárbaro para casarse con ella. Qué 
manera más fácil de establecerse durante unos meses mientras se trazaba su 
fuga. Además de obtener gratis alojamiento y comida. ¿Quién podría resistirse? 
Olena interiormente se reía de las otras mujeres a bordo del buque novia 
Galaxy. Todos ellas eran idiotas, con sus esperanzas de un matrimonio real. Sí, 
como si alguien alguna vez encontrara el verdadero amor al final de un cristal 
brillante. Olena sabía que estas mujeres eran tontas y no tenía nada que ver con 
el amor. Cuando se trataba de hombres, no conocían el significado de la 
palabra. 
Olena se rió entre dientes formando una sonrisa en sus labios. ¿Por qué 
los hombres de Qurilixian llamaban a su ceremonia de boda “Festival de cría”? 
Era tan ridículamente obvio. No tenía nada que ver con amor y todo que ver 
con un planeta lleno de hombres calientes sin mujeres de su especie, que lo que 
necesitaban era desahogarse. Infiernos, era fácil decir “Te amo” a unas pocas 
mujeres de su propio planeta. ¿De qué otra manera estos pobres bastardos iban 
a echarse un polvo? 
Olena saco sus pies fuera del agua y le dio al androide un suave empujón. 
Poniendo los pies en el borde de la silla vio al androide teñir sus uñas de los 
pies con esmalte permanente. Ella no podía dejar de pensar en cómo los 
hombres de Qurilixian podían ser en un planeta de tierra de tipo guerrero 
medieval. 
Las mujeres en Qurilixian eran raras, siendo uno de los planetas que sufrió 
la radiación azul. A lo largo de generaciones, ha alterado la genética de los 
hombres para producir casi nada más que fuertes herederos varones. 
Tal vez voy a encontrar un príncipe y hacer todo un culto a mis pies, 
Olena musitó con una sonrisa caprichosa. 
 
1155 
 
El hecho de que no tuvieran mujeres de su propia especie, hacía a los 
servicios de corporaciones como novias Galaxy tan valiosos para ellos. Se 
podrían utilizar portales para robar novias, pero hoy en día la comisión 
intergaláctica rechazaba dichas prácticas. A cambio de un poco del mineral de 
las minas de Qurilixian que se encontraba en sus cuevas. El mineral era una 
fuente de energía ideal para las naves espaciales de la comisión intergaláctica, 
casi inútil para Qurilixian ya que no eran conocidos como exploradores. 
Tiempo atrás cuando podía, ella esperaba al menos tener un espacio en el 
puerto para poder anclar en el planeta. Si su situación no fuera tan grave, 
habría sido divertido. 
El planeta de Qurilixen estaba en el borde exterior del Cuadrante y Olena 
estaba familiarizada con el territorio. Una vez escapó de un cazador renegado 
hace unos años volando en un cinturón de asteroides que corría por la parte 
externa. Ella había visto el planeta marrón rojo brevemente y casi se detuvo allí 
para reparaciones. A pesar de que no aterrizó, un pirata siempre recordaría el 
planeta. Nunca sabía cuándo le vendría bien esconderse allí. 
Cerró los ojos brevemente mientras el androide acabado dándole un 
masaje a sus pies. 
Los hombres de Qurilixen adoraban a muchos dioses, gustándoles también 
las comodidades técnicas modernas pero de hecho preferían cocinar sus 
propios alimentos, sin la ayuda de un simulador. Mientras con la tripulación 
adecuada ella estaba segura de que podría haber timado al reino supersticioso y 
darle todos sus objetos de valor en un mes de tiempo. 
El viaje no había sido tan malo. Ella había viajado en empeores 
alojamientos. La nave era buena, sólo que la compañía que ella se había 
permitido en el último mes de viaje habían sido de otras mujeres. Ellas fueron 
puestas en cuarentena, para garantizar que nada indecoroso sucediera, lo que 
 
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causó que algunas de las mujeres se refirieran en broma a sus cuarteles como el 
harén. 
Las novias eran mimadas como un valioso cargamento. Pero después de un 
mes de viajar con torcidas risitas, Olena no estaba segura de que lo de Shanghái 
hubiera sido una de sus mejores ideas. Ella habría echado a las novias por un 
cubo pequeño oxidado de un buque en un segundo lunar. 
El Personal eran todos androides y eran asignados a cada pasajero y ella lo 
había utilizado en extremo, pasando su tiempo haciendo travesuras sólo para 
verlos recogiendo. Nunca se quejaron. Tan pronto como tuviera un nuevo 
buque, Olena iba a asegurarse de recibir una docena de estos pequeños con ella. 
Había unidades de cocina en cada uno de sus sectores que podían hacer 
casi cualquier delicia culinaria. Olena después de haber pasado hambre, 
agradecía con gusto toda la comida. Además en el barco había una unidad 
médica. Ella había entrado aquella primera noche, escribió su número de 
habitación y segundos después su brazo estaba listo sin siquiera una cicatriz 
para demostrarlo. 
Sí, su alojamiento podría haber sido mucho, mucho peor. Podría haber 
estado atada en una bodega de la prisión a merced de cierto ingenioso caza 
recompensas que lo más probable hubiera tratado de obtener un anticipo de su 
salario de su cuerpo. Entonces, ella tendría que matarlo, ella estaría 
desamparada, la nave se estrellaría... desastrosamente. 
Oyendo a Gena hacer referencia, de nuevo, a sus pechos mejorados 
genéticamente, Olena forzó una sonrisa falsa y rió como el resto de ellas. Oh, 
sí. Esto se estaba poniendo tedioso. 
Menos mal que estarían desembarcando en pocas horas. 
—Los príncipes no podrán resistirse a mí. Tal vez me voy a casar con los 
cuatro de ellos sólo por diversión, — dijo Gena. La mujer arrojó su cabello 
 
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castaño rojizo haciendo un examen a su nuevo cuerpo. Ella había sido plana 
cuando llegó y ahora tenía dos embarcaciones de lujo gigantescas. 
Olena miró hacia abajo. Ella se había aprovechado de los servicios, 
eliminando el pelo en las piernas y las axilas de manera permanente. Ella no se 
preocupó mucho por alterar el cuerpo, aunque le quitaron una molesta verruga 
en la parte trasera. 
— ¿Cómo sabrás que son los Príncipes?— llegó el cínico razonamiento de 
Pia Korbin. Olena miró a su derecha. De todas las mujeres, le gustaba más la 
sarcástica Pia. —He oído que todos los hombres llevan disfraces. Usted podría 
terminar con un guardia real. 
—O un jardinero, — una morena que le ofreció una sonrisa. 
—Tengo entendido que no llevan prácticamente nada en absoluto, — dijo 
Olena, sólo para obtener una exclamación de las mujeres. —Salvo la máscara y 
algunas pieles. 
Ellas no estarían decepcionadas. Ellas casi se reían otra vez por la 
emoción. 
—No te puede engañar la realeza, — La engreída Gena anunció, 
sacudiendo sus cabellos. — ¡Se ve en la forma en que se mueven! 
Olena giro sus ojos captando su reflejo en un espejo. Débilmente, ella le 
devolvió la mirada a la bella androide que termino de rizar sus cabellos. Por un 
momento se quedó inmóvil mirándose, no reconocía a la mujer con la túnica de 
algodón blanca de pieles. Volviendo la cabeza hacia un lado y luego al otro, ella 
frunció el ceño mientras se estudiaba. Los lados estaban empujados en un nudo 
único en el centro en cascada por la espalda en rizos. Parecía una niña rica 
mimada y eso la hizo sentirse incómoda. 
—Vamos Olena, — una mujer se echó a reír deteniéndose para apoyarse 
en el hombro. —Vamos a estar listas. 
 
1188 
 
—Tú sigue adelante, — dijo Olena incapaz de apartar los ojos lejos. —
Estaré allí en un minuto. 
Tragando se sacudió el trance y fue a seguir a las otras hacia el pasillo que 
conducía a sus habitaciones. Ella respiró hondo diciéndose que no importaba. 
¿Qué era un matrimonio? poco si le ayudaba a recuperar su libertad. No era 
como si ella tuviera planes de casarse por amor o felicidad. Como todo lo 
demás en su vida, esta aventura sólo era un medio para un fin.A continuación, se obligo a mirar el lado bueno, miro abajo a sus uñas 
pintadas y pensó, ¡No toda una tripulación recibe un tratamiento de estos! 
 ** ** ** 
Olena se estremeció, incómoda de pie con su tradicional bata Qurilixen 
de seda y gasa. Por lo menos era negra, un color perfecto con su estado de 
ánimo negro. Se sentía como una de las esclavas que estaban preparadas para el 
bloque de subasta de Phatar. 
La insinuante túnica colgada a baja altura sobre el escote para dar a los 
hombres una amplia vista de sus pechos blanco pálidos. La inexistente falda 
agarrada fuertemente a su cintura y las caderas, sólo se ensanchada alrededor 
de sus piernas en tiras finas. Un cinturón cruzado pasaba a través de su espalda. 
Pero en lugar de bucle en la parte delantera seguía a los lados, manteniendo las 
muñecas abajo como cadenas de seda a mitad de camino del brazo cerrando por 
encima de los codos. Contribuían a gran medida un efecto a la subasta de 
esclavos que parecía para lo que los hombres iban. 
¿Que era el matrimonio de todos modos, si no la esclavitud voluntaria? 
pensó. Ella casi sintió lástima por el hombre que la recogería. Él realmente no 
tenía idea de donde se estaba metiendo. 
 
1199 
 
La brisa soplaba por encima de la línea de novias que esperaban, estaban 
de pie en fila en el pasillo que salía del buque de puerto. Olena era la primera 
esclava en la subasta y se le proporcionó una visión amplia de lo que estaba 
pasando abajo. Al instante ella hizo un balance de su entorno primitivo. 
Debajo de ella los hombres gritaron de placer cuando su vestido voló 
alrededor de los muslos. Olena era demasiado orgullosa para empujar la falda 
hacia abajo. Dejó que el viento soplara en donde quisiera, con la barbilla 
levantada en el aire se negó a sonreír. 
De pie frente a ella, hombro con hombro en dos largas líneas, estaban los 
solteros más silenciosos. Sus cuerpos formaban un pasillo de carne desnuda. 
Olena ya habían sido informada de que iba ir a través de ellos para que los 
hombres pudieran echar un vistazo a ellas. 
Como la falda sopló a su alrededor otra vez, revelando sus atléticos 
muslos, pensó dejar que ellos tuvieran una buena mirada de ella. 
El planeta marrón rojizo estaba rodeado de un verde-azul atardecer. Las 
estrellas comenzaban a mostrarse, un ojo desde arriba hacia abajo, ya se 
enmarca con un gran foco lunar. Los árboles alienígenas crecían altos con 
hojas colosales. Se alzaban sobre la superficie del planeta con troncos de casi 
más de cuatro metros del tamaño de la nave espacial de novias Galaxy. El 
bosque se extendía alrededor de ellos por un lado, viendo en la distancia una 
montaña que se elevaba ante ellos. 
Olena podía ver el suave resplandor de luz del fuego, un crujido gigantesco 
de la hoguera mientras las llamas lamían la noche estrellada, enviando chispas 
de cenizas al aire fresco. Detrás de los ruidosos hombres, cerca de la espalda, 
los hombres casados se sentaban en el trono con sus esposas firmemente sobre 
sus regazos. Las mujeres casadas se reían al ver a los bárbaros también jóvenes 
participar en el festival de este año y posar para las novias potenciales. El olor 
a madera quemada se mezclaba con el perfume de la naturaleza exótica. Las 
 
2200 
 
parejas se besaban y se acariciaban entre sí libremente y nadie más que las 
novias lo notaron. 
Música y risas resonaron en los campamentos. Los suelos estaban con 
grandes tiendas de campaña en pirámide. Las antorchas encendidas iluminaban 
los caminos de tierra. Las cintas y banderas flotando en la brisa en muchos 
colores brillantes. Olena no se impresionó. 
Los silenciosos novios bárbaros eran más grandes de lo que ella había 
anticipado, aunque Olena era una mujer dura quería dar marcha atrás al ver 
tales hombres. Se rumoreaba que eran guerreros muy orgullosos. Algunos 
parecían una torre de casi siete pies de altura. ¿Su orgullo sería igual que su 
arrogancia? Y ella sabía exactamente como jugar a ser arrogante. 
Los solteros estaban completamente desnudos a excepción de tres cosas, 
un taparrabos de piel envuelto a la cintura para dejar al descubierto sus 
musculosas piernas y pecho, joyería consistente en una pulsera de oro 
alrededor de sus bíceps y un vigoroso collar de cristal sobre sus gargantas, unas 
máscaras de cuero negro que ocultaban sus rostros desde el labio superior hasta 
la frente. 
La luz del fuego iluminaba como aceite brillante su carne. Desde su sólido 
cuello hasta las musculosas piernas eran la perfección. Sus bronceados cuerpos 
eran como estatuas con sólo sus pulmones en expansión y contratación para 
demostrar que se movían. Estaban esperando pacientemente por las novias que 
caminaran, para poder elegir a su compañera. 
Al instante, Olena vio su lujuria. Como piedras brillantes y febriles sus 
ojos en las rendijas de sus máscaras. Sus miradas eran como acaloradas, como 
metal liquido metal, posesivos, dominantes, seguros. 
Sí, Olena reflexionó, sin sentir ninguna culpa por lo que estaba a punto de 
hacer. Subasta de esclavos. 
 
2211 
 
** ** ** 
Yusef de Draig se quedó mirando la cabeza roja de la zorra en la parte 
delantera de la línea nupcial. No necesitaba confirmar su instantánea atracción 
por ella mediante la comprobación para ver si el cristal comenzaba a brillar en 
su cuello. Sabía desde el momento en que salió a la terraza que iba a ser suya, 
incluso si tuviera que saltarse la tradición y la magia él quería reclamarla. 
Mirando hacia abajo vio que tales medidas drásticas no serían necesarias. 
Una sensual sonrisa curvó la comisura de su boca. La magia de los dioses estaba 
de acuerdo con él. La ardiente mujer estaba destinada a ser su esposa. 
El negro de su vestido se levantaba audazmente alrededor de su cuerpo 
atlético y ella ni siquiera trató de mantenerlo a raya. Vio el orgullo en sus 
brillantes ojos color esmeralda cuando ella se quedó muy quieta. Sus labios 
fruncidos con lo que pudo haber sido un desdén de burla por el asunto. Sonrió. 
Sí, definitivamente había fuego y a Yusef siempre le encantaba jugar con 
antorchas. 
** ** ** 
Olena suspiró. Siguiendo la señal del piloto de empezar a bajar, ella 
encabezaba la procesión por el largo pasillo. Las zapatillas suaves en sus pies se 
sentían incómodas, ella no podía esperar por sus botas. 
El aburrimiento comenzaba cuando... ¡bam! Ella quedo sin aliento, 
capturada por un hechizo. 
Unos ojos grises y peligrosos la desafiaron, resplandeciendo en el rostro 
oscuro de un hombre. 
 
2222 
 
Este hombre era tan diferente a sus compañeros a su lado. Su mirada 
posesiva le envió escalofríos por su piel de una manera que nunca había 
conocido; tuvo que sacudirse para asegurarse de que todavía respiraba. 
El hombre sonrió con una sonrisa sensual y oscura que había visto tantas 
veces antes. Ella no se dejó engañar. Este hombre la quería. Él estaba por 
apostar su reclamo con su magnetismo animal. A pesar de que le molestaba su 
sonrisa de confianza se agitó por su poder. 
Me sorprende que no se haga pis en mi pierna para marcar su territorio, 
pensó. 
Cuando pasó junto a él, tuvo la audacia hacerle de una reverencia a ella. 
Olena gruñó ferozmente contra él chasqueando los dientes en un 
descarado modo ordenándole moverse de su paso en un intento por frustrar 
los planes del macho vanidoso. Sin embargo pronto se recuperó y vio la luz 
inconfundible de audacia en su mirada. Su máscara cambió a medida que las 
cejas se levantaron en aceptación de su desafío. Otra vez se inclinó, soplando un 
beso sólo para ver su cara en llamas. 
 
 
2233 
 
CCaappííttuulloo DDooss 
Olena estaba demasiado enojada para comer el gran festín frente a ella. 
¡La presunción de ese hombre! Pensando que vendría a él de buena gana, sólo 
porque él lo deseaba. Oh, ella sabía lo que él quería de ella. Estaba muy claro 
en su lujuriosa mirada. 
Con enfado se reconoció a sí misma que era muy guapo, tenía una lasciva 
mirada. 
Temblando por su enfado con él por esaoscura sonrisa, Olena suspiró. 
Un gran buffet fue preparado en grandes mesas de madera repartidas 
donde las novias fueron dirigidas. Era un verdadero festín de dos cerdos asados 
con cuernos, panes de color azul de Qurilixen con queso batido, frutas 
extrañas, y pasteles. Olena agarró un trozo de cerdo, dando un mordisco para 
demostrase a sí misma que no estaba angustiada por este último giro de los 
acontecimientos. 
Mirando más allá vio a los matrimonios darse de comer el uno al otro a la 
luz del fuego. Ninguno de ellos molestaba a las novias que comían en 
aislamiento. El estilo era obviamente pelo largo para ambos sexos. Las mujeres 
usaban vestidos de fluido material. Los hombres vestían camisa y una sencilla 
túnica y pantalones, definitivamente parecían de la edad media. 
Los sirvientes llevaban cántaros llenos de un extraño vino de bayas 
Olena saludó con entusiasmo a uno de ellos. El cabello rubio claro del 
hombre le caía sobre los hombros mientras se inclinaba. Los criados estaban 
 
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más plenamente vestidos que los solteros que estaban allí. Levantó su copa 
apenas dándole un segundo vistazo. 
—Él parece un sirviente peculiar, — dijo Pia reflexionando a su lado. 
Olena lo miró bebiendo mientras lo hacía. La mujer miraba con sospecha 
mientras observaba al hombre rubio caminar a la distancia. 
Olena miró al gigante rubio. Parecía un siervo, para ella no muy bueno 
por la forma en que se le cayó un poco de vino en el suelo mientras se alejaba, 
pero un sirviente no obstante. 
—Ellos son una especie peculiar, — murmuró Olena en secreto buscando 
al extraño forastero. Ella se pasó los dedos distraídamente por el pelo, tocando 
la horquilla en forma de luciérnaga que se había puesto en sus cabellos. Las fría 
piedras negras le trajeron un poco de consuelo. 
Después de haber sido puesta en cuarentena con un grupo de mujeres 
chismosas estaba lista para un buen reto. 
Sonrió sabiendo que a los hombres se les prohibía tener sexo esta noche. 
Eso sólo podía funcionar a su favor. Ella tendría al bárbaro oscuro dando 
vueltas en círculos antes de que supiera que le golpeó. 
Pia rió suavemente y asintió con la cabeza. — ¿Usted está de acuerdo con 
todo esto?— 
— ¿Qué estás haciendo aquí de cualquier manera?— Olena preguntó con 
curiosidad. —No pareces ser el tipo de mujer que quieren venir aquí. 
—Beneficios de libertad— fue la enigmática respuesta de Pia. Sus ojos se 
oscurecieron por un momento y Olena se preguntó por esa mirada. Esta mujer 
estaba definitivamente ocultando algo. Antes de que pudiera comentarlo, Pia 
dijo: —Creo que voy a seguir a aquel siervo. Está tramando algo. 
Pia se paró, de repente los novios estaban ante ellas, acercándose a la mesa 
de la plataforma. No se habían cambiado ya que venían a reclamar a sus novias. 
 
2255 
 
No todas las novias habían sido elegidas, Olena sonrió al ver a Gena aún 
sentada sola con una mirada de horror en su rostro aturdido. 
—Yo soy Yusef. 
Olena alzó la vista. Ella había estado fingiendo no darse cuenta del 
guerrero oscuro que venía a por ella. Bostezó a propósito, mirándolo. Ella 
sintió a Pia pasar su lado e ir alrededor de la mesa. 
—Vamos—dijo Yusef, su acento dulcemente oscuro como su mirada. 
Levantó la mano para tomar la suya. Era una mano fuerte, con dedos largos. 
Vio a lo largo de la palma callos y se estremeció. Solo en pensar como se 
sentiría sobre su piel. 
Olena miró sobre su piel bronceada como si fuera un pedazo de carne y 
ella un inspector de salud. Su pecho estaba cortado y cincelado por el esfuerzo 
de mucho trabajo duro y formación. Al ver sus grandes brazos, sabía que nunca 
sería capaz de ganar a este hombre en una pelea justa. Él la aplastará si ella 
incluso se atrevía. 
Había en él orgullo o arrogancia que acompañaba a tal hermosura. Pero la 
confianza no la detuvo. A ella le gustaba un hombre que conociera su propio 
valor. Estar atrapada con él por unos meses podría no ser tan malo. Incluso 
podría ser francamente agradable. 
Acabado su examen se encogió de hombros como si no fuera gran cosa y le 
dijo: —Claro nene ¿por qué no? 
Una sonrisa burlona vino a la boca de el por sus palabras. Olena tomó 
despacio otro trago de vino. Su expresión no era lo que ella esperaba. 
Sin apartar la mano, Olena se levantó de su silla y caminó alrededor de la 
mesa por sí misma. Su pelo voló ligeramente por el viento, los mechones rojos 
seductores contrastaban con el negro de su vestido. Dejó que sus caderas se 
balancearan ligeramente sabiendo por experiencia que él la estaría mirando. 
 
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A pesar de que parecía estar en calma, el corazón le latía muy rápido. Su 
voz le hizo sentir escalofríos en su piel e hizo que su sistema nervioso se 
estremeciera. 
La asombró que Yusef sólo la observara bajar desde la plataforma al suelo, 
sus ojos color esmeralda brillaron con travesura, cuando ella dijo suavemente: 
—Bueno vamos ¿no? Vamos a acabar con esto. 
Yusef se acercó lentamente por la escalera, deteniéndose ante los ojos de 
ella como ella lo había hecho con él. Tenía una mirada atrevida, que no dejó 
ninguna duda de que la desnudaba con su mente. La confianza de Olena vaciló 
un poco. Se lamió los labios. 
— ¿Ya terminaste?— preguntó, su voz salió un poco dura. Olena 
encubriendo sus emociones con facilidad, pasando de un rol a otro a pesar de lo 
que sentía en su interior. Era la única manera que una pirata de los cielos altos 
podría sobrevivir. 
—No—respondió él con obstinación, y permaneció observándola a sus 
anchas. 
Los brazos de Olena estaban cruzados sobre el pecho. Él miró a sus 
cremosos pechos, empujando hacia arriba y entre sí por su movimiento 
desafiante. 
El cristal en el cuello palpito y Olena descubrió que su cuerpo estaba 
tratando de palpitar con él. Entrecerró los ojos mirando fijamente la piedra. 
Algo no estaba bien. 
Su cabeza estaba comenzando a nublarse de placer. ¿Qué eran 
exactamente estos bárbaros? Ella miró hacia atrás a la mesa donde más novias 
estaban, sus ojos vidriosos mientras la seguían con indiferencia. 
Olena sonrió, recordando todo lo que había aprendido de las costumbres 
Qurilixen. Audazmente camino hacia adelante, llegó a agarrar la piel cubriendo 
su virilidad. Para su sorpresa ya estaba a la mitad de su excitación. 
 
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Apretándola, ella preguntó: — ¿Lo quieres aquí, bárbaro?— Yusef se puso 
rígido. Su aliento quedo atrapado por el asombro por lo que había hecho 
agarrarlo en público. Su audacia lo excitaba, pero también sabía que no era este 
el lugar. Él no deshonraría a su familia o su nombre actuando como un 
campesino inculto. Leyendo la malicia en sus ojos, él sabía que estaba 
burlándose de él. 
Olena lo esperaba, con su ceja levantada peligrosamente en su frente, 
cuando poco a poco se lamió los labios. La excitación por debajo de sus dedos 
se sacudió un poco. Ella sonrió. 
Antes de que ella supiera lo que estaba pasando, Yusef se inclinó y la 
levantó por encima del hombro. Olena tragó saliva. La arrojó como si fuera 
nada más que una pluma. Su estómago se tambaleó lo que la hizo perder el 
aliento. La mano de Yusef se movía sobre sus muslos por las tiras delgadas de 
material tocando con valentía su piel desnuda. Su otro brazo envuelto 
alrededor de sus piernas colgando, atrapándola contra él. 
Yusef se alejó con su premio de batalla, sonriendo como un tonto. 
Al ver a su amigo cercano Agro señalándole con el dedo y riéndose, saludó 
con desenfado. Un grito de diversión cuando se acercó a las parejas de casados. 
Olena no podía quedarse atrás, empezó a pasar sus uñas sobre la curva 
muscular de la espalda, rascando suavemente caminos por su espalda. Se 
estremeció bajo sus brazos y sonrió con malicia. Su corazón latía de manera 
constante en su pecho, golpes maravillosamente eróticos al lado de su pierna. 
Sin perder el aliento pasaron a través de todo el campamento hasta el otro 
extremo del campo. Manteniéndola en su hombro, abrió una solapa de la 
tienda gris donde la llevó al interior.Él no dejaba de aferrarla y a ella le 
gustaba la solidez de su cuerpo. 
Olena empujo hacia arriba sobre su hombro para mirar alrededor. Sus 
brazos enrollados alrededor suyo, sosteniéndola por debajo de su espalda, 
 
2288 
 
abrazándola fuertemente contra su pecho. Su cara pegada cerca de su 
estómago, mientras respiraba el perfume femenino de ella. 
Una cama cubierta de pieles estaba en medio de la tienda, con cadenas 
atadas a los cuatro postes. Entre ellas podría entrar su mano pensó. Luego 
mirando a los tres rincones de la pirámide, vio un humeante y caliente y muy 
acogedor baño. Olena se estremeció. Había pasado mucho tiempo desde que 
había tenido un baño de agua. El buque novia Galaxy tenía una unidad de 
descontaminación, que básicamente chupada los gérmenes y el aceite de la piel 
en un soplo de aire rápido. 
La tienda tenia antorchas encendidas en candelabros. Le dada una luz gris 
misteriosa a las paredes y brillaban sobre el enorme gigante quien la abrazó con 
mucho abandono. Al tocarlo con las uñas ligeramente sobre los hombros, se 
volvió a mirar hacia otro lado. 
En la segunda curva a su izquierda, vio una mesa repleta con alimentos y 
bebidas. Si ella recordaba bien era los regalos de la familia de este hombre. Si él 
no tenía familia, entonces había hecho el mismo los dulces de chocolate. 
Cómo son muy trabajadores ellos, pensó con ironía. 
Poco a poco Yusef se volvió con ella en sus brazos. Olena se puso más 
nerviosa, pero no se lo demostró. El la bajo de su espalda tranquilamente 
deslizándola por el pecho. Abrazándola con sus enormes brazos alrededor de 
su cintura estrecha. Su pecho toco su cara y sonrió mirándola con picardía. 
Yusef disfruto del contacto con la mujer entre sus brazos. 
Su cuerpo suave se amoldaba fácilmente al suyo. Su exótico aroma a canela 
se propagaba por sus sentidos lo que impulsó en su sangre el deseo y la lujuria 
tumultuosa. Su cuerpo ardía en deseos de probar su sexo. Ella lo deseaba 
también. Lo olió en ella flotando alrededor como un perfume para tentarlo en 
una locura bestial. 
 
2299 
 
De pronto sus piernas estaban alrededor de su cintura y ella bajó dejando 
pasar sus pechos por sus labios. Con un movimiento rápido el podría haberla 
tomado allí. 
Olena se puso nerviosa, preguntándose si estaba llevando todo demasiado 
lejos. Era un hombre después de todo y no tenía un arma para defenderse. 
Pero viendo la resistencia en su rostro y conociendo la penalidad por él, era 
genial para ella como pareja así que se relajó. Era sólo un juego, un juego de 
Piratas y Olena estaba decidida a ganar. 
Moviendo sus caderas, ella dijo con voz ronca y una mueca formándose en 
los labios, — ¿No se supone que me pregunte algo, Yusef? 
Yusef sonrió simplemente diciendo, —Escoge. 
Olena le sonrió, pero con una emoción que no podía sentir en su corazón 
temblando. El calor de su cuerpo estaba empezando a fundirse por la piel de 
sus extremidades y la estaba volviendo loca con su aroma erótico y poderoso. 
Pero una vez que Olena eligiera el curso de acciones no podría retractarse. Eso 
era lo que la hacía tan buena en su oficio. Eso era lo que la convirtió en una de 
los ladrones más buscados de la historia galáctica. 
—Bueno si usted insiste, — ronroneó ella. Pasando los dedos en su pelo 
negro suavemente, ella agarró mechones alrededor de sus dedos; su piel parecía 
más oscura entre sus blancas manos. Tomó mucho más tiempo de lo necesario 
para quitar la máscara de la cara sin desatar las correas. 
Cuando Olena vio su rostro por primera vez todo lo que había planeado 
momentáneamente la abandono. Era impresionantemente guapo. 
Él la miraba fijamente con los ojos más magníficos que había visto nunca y 
ella había visto muchos. Su color gris oscuro cambio ante su mirada, cambiado 
a amarillo. 
Ahora, eso fue algo que ella no había visto desde hacía un tiempo. Este 
hombre era un cambia formas. 
 
3300 
 
La idea la atrajo un poco y ella sabía que tenía que tener mucho cuidado. 
Los cambia formas podrían ser sumamente peligrosos, dependiendo de lo que 
pasara. Era su genética defensiva, no era como si él se convirtiera en un lindo y 
peludo conejito. No, por lo general se trasformaban en fuertes bestias 
guerreras. 
— ¿Por qué no me dejas abajo? — Murmuró ella con picardía arrojando la 
máscara detrás de la cabeza, — ¿así puedo desenvolver mi premio? 
Yusef se contuvo, pensando lo que pensaría ella y la estudió con sus ojos 
serios. El rostro de Olena no se distancio. Él sintió que su corazón latía 
deprisa, casi como si tuviera miedo, pero no podía oler el miedo en ella. Sus 
ojos lo miraban siempre con travesura, aunque adivinó que su mirada era con la 
intención de ocultar sus emociones a los demás. Su novia era un poco 
misteriosa. Él sabía que ella estaba tramando algo, aunque no podía decir qué. 
Tendría que tener cuidado hasta descubrir de que se trataba. Pero mientras 
tanto, él sólo tenía que esperar y disfrutar con ella de un sexo salvaje y caliente. 
Yusef la bajó al suelo, dejándola sentir toda la longitud de su pene duro y 
caliente, entre ellos su deseo se encendía hasta alcanzar llamas de calor que se 
extendían por todo su cuerpo. 
Para su diversión, se estremeció un poco al sentir tanta intimidad entre 
ellos y perdió un poco de su compostura. 
Olena trago saliva, sus ojos trataban de no agrandarse a medida que sentía 
la longitud de su pene duro, peligrosamente pegado a su estomago. Sus 
pezones le dolían, alzándose para él como pequeños traidores. No se suponía 
que lo tenía que desear. La idea era conseguir que él la deseara. Una vez que 
ella lo tuviera totalmente frustrado por la necesidad, sería masilla en sus manos 
y le daría todo lo que ella quisiera tan sólo por la posibilidad de obtener una 
satisfacción plena que nunca llegaría. 
 
3311 
 
Para su horror él la dejó ir, con las rodillas todavía temblando por el deseo 
haciéndola estremecerse mientras intentaba mantenerse en pie. Yusef le sonrió 
con arrogancia. Apretó sus puños de forma automática queriendo borrar la 
insolente sonrisa de su cara. Cuando vio sus ojos con esa mirada penetrante, se 
hizo hacia atrás y sonrió en su lugar. 
— ¿Y bien?— Le preguntó saludándolo con la mano. —Vamos a ver. 
—Creía que querías desenvolver tu premio, — Yusef expresó. Su voz otra 
vez hizo que su cuerpo se estremeciera de deseo. Su acento Qurilixen dulce y 
suave salió de sus labios firmes. Olena tragó. Los labios se movían de una forma 
que ella sabía que sería capaz de hacerla doblar las puntas de sus pies por sus 
besos solo con mirarla haciendo latir deprisa su corazón. 
Olena dio un paso adelante, obligando a sus piernas a estar quietas. 
Ladeando la cabeza, se humedeció los labios y lo miró otra vez. 
Ella alzó las manos a su pecho duro acariciándolo a lo largo de él hasta 
llegar a la cintura de su taparrabos. Cuando sus dedos llegaron a su estómago y 
a los músculos apretados de él, él le agarró por las muñecas capturándola entre 
sus manos. 
— ¿Qué?— Olena hizo pucheros débilmente como de burla — ¿Estas 
avergonzado? Estoy segura que todo está bien. 
—Usa tu boca, — ordenó sin morder el anzuelo. 
Olena se quedó atónita pero nunca lo demostró. Tragó saliva, dejó que la 
empujara hacia abajo hasta su cintura. Agachándose, le puso su cara entre sus 
muslos. 
Yusef sabía que estaba haciéndola explotar como un volcán en erupción 
que parecía estar hirviendo a fuego lento en su interior. Tal vez era su pelo 
rojo llameante, o tal vez era la forma en que parecía tan segura ella de tener el 
control de la situación. 
 
3322 
 
Cualquiera que fuera la razón quería empujarla manteniéndola excitada 
hasta llegar a una explosión de pasión. Sabía que él le hacía hervir la sangre a 
esa pequeña zorra y para él sería una gran recompensa. 
Yusef gimió al ver las curvas exuberantes moviéndose hacia abajo como 
seda, más allá de su alcance. Tenía las manos a los lados por lo que no podía 
alcanzarla. Ligeramente sintió un beso en suabdomen y a continuación, el 
arrastre de la lengua. Su estómago se puso tenso. Lo que fue una gloriosa 
tortura. 
Olena le besaba con su boca sobre su piel. Conteniéndose volvió la cabeza 
hacia atrás en una lluvia de ondas de color ardiente. Cuando ella se puso ante 
él, de pie junto a su boca y el pelo de ella ligeramente alborotado en su espalda 
y hombros, ella le guiñó un ojo con picardía. 
Incapaz de contener su curiosidad, ella miró hacia abajo. Sus ojos se 
abrieron antes de que pudiera ocultar su asombro ante su gran pene, era algo 
que no había visto antes. Al parecer, este oscuro guerrero bárbaro era grande 
por todos lados. 
Yusef se acercó a ella, extendiendo sus brazos mientras sus manos 
permanecían encadenadas alrededor de sus muñecas. El broche que agarraba 
las pieles en la cintura se soltó con un movimiento audaz. Olena se estremeció 
ante el puro poder de él. Con un rápido movimiento agarró el extremo de la 
piel con sus propios labios y se lo llevó a la boca como un perro salvaje, 
echándolo a un lado. 
Antes de que ella supiera lo que estaba ocurriendo, él la besó. Fue un beso 
que le robó el aliento y le detuvo el corazón en el pecho. Fue un beso lleno de 
pasión desatando su deseo. Aquí estaba un hombre que sabía lo que quería y 
fue a por ello sin dudar. Antes de que ella supiera lo que estaba haciendo, 
Olena le estaba besando la espalda. 
 
3333 
 
Olena gimió. La habían besado antes, pero como ahora nunca, como si 
fuera la única y última mujer en la galaxia. Con los brazos hacia los lados, no 
podía luchar contra él. Pero para su vergüenza se dio cuenta de que si no fuera 
por su dominio sobre sus brazos, ella no habría luchado contra él, al contrario 
lo animó. 
Enojada más con ella que con él, por su pérdida de control, lo golpeó 
fuertemente. Yusef se echó hacia atrás, con el labio sangrando. Parpadeó, 
aturdido. En cuanto toco sus labios hinchados, vio el rastro de su sangre 
manchándolo. Ella se humedeció los labios, retándolo a que la castigarla. 
Para su asombro, dijo: —No has dicho por favor. 
—Por favor—gruñó bajo su aliento, su mirada ardía con pasión. Dando un 
paso hacia delante de nuevo, volvió al besarla sólo que esta vez él la mordió a 
ella. Olena quedó sin aliento, levantó su pierna para darle una patada que el 
logro esquivar. El dejó caer sus brazos, sólo para forzarla a abrazarlo. Su pierna 
no alcanzó su objetivo en su lugar el movimiento fue frotar íntimamente el 
lado desnudo de la cadera. 
—Déjame ir, — exigió acaloradamente Olena, luchando contra él 
probando la sangre entremezclada en sus labios, no sabía cuanta era suya o de 
él. 
—Por favor—susurró, inclinándose para lamer su herida. Presionando 
ligeramente su mandíbula con la de él dijo de nuevo: —Por favor. 
Olena no pudo rechazar el sonido continuo de las palabras seductoras de 
él. El fuego de la pasión pálpito entre ellos, pero esta vez ella no pudo 
ignorarlo, cuando una vez más él la reclamo. Su beso fue más tierno y dulce. 
 Ella se derritió en sus brazos, olvidando su lucha con él haciéndola sentir 
sin fuerzas para luchar contra el deseo que sentía por él. 
No podía pensar en seguir su lucha por la ternura y pasión que sentía. Lo 
deseaba, como nunca había deseado a nada ni a nadie. 
 
3344 
 
Yusef sintió que se derretía en sus brazos. Separándose de sus labios, él la 
miró a los ojos nublados por la pasión. Sabía que ella lo deseaba casi tanto 
como él quería poseerla a ella. 
Muchas Preguntas rondaban en su cabeza. Quería saber quién era, por 
qué había venido a su planeta. Sabía que era parte de su destino que la llevaran 
a Qurilixen, pero quería conocer las otras razones. ¿Estaba escondida de algo? 
¿Estaba buscando algo? Sabía que había algo más del mismo modo que 
instintivamente sabía que no iba a obtener las respuestas fácilmente. 
—Ahora— susurró acaloradamente contra sus labios. —Vamos a ver lo 
que he ganado. 
Olena se estremeció, demasiado aturdida por la sensación de sentir sus 
labios moverse. 
Empezó a acariciar su piel. Haciendo que su mente se cubriera por una 
espesa niebla de deseo que le nublaba toda razón, se había introducido en su 
cerebro durante ese último beso y ahora esa niebla no quería que ella pensara, 
sólo sentir lo que su dueño deseaba de ella. 
Sus manos se perdieron sobre su vestido quemándola atreves de la seda 
como si no existiera. Él flexionó los dedos dejando que sus manos la acariciaran 
por todos lados, caricias que llegaron a sus caderas, sobre su cintura para llegar 
a acunar naturalmente alrededor de sus hermosos pechos. Los globos suaves se 
ajustaban perfectamente a sus manos y él los tocó como si ya le pertenecieran. 
Olena quedó sin aliento demasiado aturdida para moverse. El mantuvo los 
ojos fijos en los suyos. El pasó sus dedos por el cuello delicado, sus dedos eran 
tan fuertes que podrían haberla estrangulado si él hubiera querido. Sin 
embargo no le causaron dolor, excepto una agonía agridulce por su toque 
suave. Su sangre hervía, era como lava ardiente entre sus piernas, una 
sensación de desesperación y anhelo. 
 
3355 
 
Tomando el vestido con fuerza, Yusef se lo arranco. El tejido se rompió 
con fuerza lo que la hizo saltar por la sorpresa. El aire caliente de la tienda 
golpeó su piel desnuda cuando el vestido fue arrojado a un lado. Sus pezones se 
irguieron dulcemente, tentándole. 
Yusef dio un paso atrás, tomando fuerza para poder respirar. Tenía la piel 
blanca y sin defectos. Tenía un aspecto tan puro contra su piel bronceada. Sus 
Bragas con encaje abrazaban sus caderas, burlándose de él como una barrera. 
¡Oh, cómo le gustaría morderlas hasta hacerlas desaparecer! Tenía pecas en los 
hombros, como puntos de luz y besos ligeros. Se prometió que su boca besaría 
todas y cada una de ellas con el tiempo. 
Su cuerpo estaba bien construido, musculoso y fuerte, pero dulce y suave 
al igual que sus ojos juguetones. Había dureza en su mirada inocente, pero 
Yusef podría sentir más profundamente dentro de ella que era mera apariencia 
y sabía que no era cierto, no todo era lo que ella quería aparentar. 
Se podría decir que ella trabajaba duramente por los callos en sus manos, 
aunque no tenían aspecto tosco. Llegó a la conclusión de que esta mujer sabía 
cómo usar un arma. Instintivamente supo cual era su dedo de disparar, como si 
hubiera disparado con frecuencia. 
Olena permaneció inmóvil, viendo como la devoraba con los ojos. La hizo 
excitarse al ver su deseo por ella, sintió su descarado fuego caliente. Una ola de 
culpa se apoderó de ella porque sabía que iba a sucumbir ante él. Sabiendo que 
estaría utilizándolo ya que lo dejaría tan pronto como tuviera la oportunidad. 
Él era sólo un medio para un fin y su fin era salir del exilio de un planeta. 
Pensando en ello, parpadeó para quitarse la niebla deseo, y luchar contra 
ella. 
Sabía que sus sentimientos tenían algo que ver con el cristal alrededor de 
su cuello, así como el vino que le habían dado a beber. Ella había probado 
exquisitas mezclas de hierbas antes. 
 
3366 
 
A los Psiquiatras les gustaba usarlas, ya que abrían la mente y soltaban la 
lengua, a pesar de que eran ilegales en muchos cuadrantes. Cerrando los ojos, 
se puso tensa en su resolución. Este hombre había tratado de drogarla, trató de 
quitarle su voluntad. 
Sus ojos brillaban con una inocencia que no se sentía. 
—Te gusta lo que ves— Su respuesta fue un gruñido bestial. Él no apartó 
la vista. Llevando un dedo a los labios, ella sintió la sangre seca en ellos. Las 
cintas todavía abrazaban sus brazos y las dejó. 
Ella se quitó los zapatos. Chupándole el dedo, con los ojos cada vez más 
abiertos, se volvió a posar ante él con timidez. 
Yusef tragó ya torturado por lo que se avecinaba. Sin embargo, no pensó 
en detenerse. 
Olena parpadeó y le murmuró en tono más sensual, 
—Creo que estoy muy sucia, Yusef. Tal vez debas venir y darme un baño. 
 
 
3377 
 
CCaappííttuulloo TTrreess 
Yusef no pudo evitar el fuerte deseoque encendió su cuerpo ante su 
pedido. Sabía que iba a lamentarlo. Sus instintos guerreros le decían que fuera 
prudente, que esa mujer era astuta, y que iba a causarle problemas. Sin hacer 
caso de sus propios instintos, dejó que su lujuria llevase sus pensamientos y se 
acercó a la zorra desnuda que le miraba descaradamente. 
La horquilla en forma de luciérnaga en sus rizos brillaba cuando ella se 
movía. Las pequeñas gemas negras centelleaban como estrellas, parpadeándole 
maliciosamente. Alcanzándola, él deslizó una mano por su mejilla, atrapando su 
barbilla, sus dedos acercándose a su sensible oreja. 
Olena se quedó inmóvil, no permitiendo que su cuerpo temblara con la 
gentil caricia. Lentamente, él le paso la mano por el hombro y luego bajó por 
su brazo. Tomando el extremo desgarrado su cinturón que colgaba de las cintas 
de sus brazos, él se echó hacia atrás, guiándola a ella por las cintas hacia el baño 
humeante. 
Olena dejó que él la mirara, sin avergonzarse de su cuerpo. Ella no era 
tonta. Sabía que al fin y al cabo, él querría lo mismo que todos los hombres 
querían. Quería su sumisión completa. Ella nunca accedería. Había sido la 
esclava de un hombre una vez. Una vez fue suficiente. 
Yusef no se daba cuenta de su confusión. Cuando él la miró, ella le sonrió 
con una amplia y deliciosa sonrisa. Tirando de ella, intentó besarla. Sus labios 
llenos y exuberantes le llamaban. Se apretaban cuando hablaba, rogando ser 
 
3388 
 
tocados. Él vio el corte hinchado donde sus dientes la habían mordido y sintió 
la irritación a juego con la de él en su propio labio. 
Olena pasó a su lado, traviesamente superando los labios que él le ofrecía. 
Se sacó las medias y se metió en el baño. Desnuda y de pie delante de él, 
esperó. Yusef no tuvo que oír ninguna orden. Se metió en la amplia bañera, 
uniéndose a ella. Lentamente ellos se metieron dentro del agua caliente. Con 
sus espaldas en lados opuestos, se daban la cara. Las piernas de ella estaban al 
lado del costado de él. Olena cerró los ojos, momentáneamente contenta de 
disfrutar del agua. 
Pronto, los dedos de él estaban en los pies de ella, elevándolos hasta su 
pecho para poder enjabonarlos. Su toque suave la sorprendió, dejando su 
mente embelesada por el placer. Las manos de él siguieron deslizándose hacia 
su pantorrilla. Cuando tocó íntimamente la curva de su rodilla, ella se puso 
rígida, sintiendo cosquillas. Abriendo los ojos, empezó a lavarlo, como él estaba 
haciendo con ella, y también se encontró de pronto con sus muslos velludos. El 
jabón se deslizaba deliciosamente erótico por sus pieles. Su toque seguía 
trabajando concentrado en la tarea, calentando y encendiendo fuego donde 
fuera que pasara. Después de los muslos descubrió las caderas, y de las 
deliciosas caderas descubrió su estómago y de su plano estómago llegó a los 
pechos. 
Yusef se tomó su tiempo, provocando los pechos de ella, aprendiendo su 
tacto, probando su respuesta. Estaba complacido. Cuando pasó el pulgar por 
su sensible botón, el cuerpo de ella se estremeció de placer. 
Para sorpresa de Olena, se fijó que estaban de rodillas en el agua caliente, 
sus manos trazando círculos en los hombros de Yusef. La boca de él estaba a 
corta distancia, entreabierta, dispuesta a besarla pero conteniéndose. Él pasó 
sus grandes manos por la espalda de ella, atrayéndola más cerca de su pecho 
con el masaje. Los mechones negros de su pelo llegaban hasta sus hombros. 
Las oscuras puntas estaban húmedas por donde ella había pasado. La textura de 
 
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él la tenía fascinada. Era una sensación hipnótica para sus dedos. Ella no 
parecía encontrar la voluntad para dejar de tocarlo. El olor de él, el jabón, se 
metía en sus sentidos. Era una locura. Lo sabía. Estar con él iba contra 
cualquiera de las normas de su vida. Iba a arruinar su equilibrio vital. Pero no 
podía hacer nada para parar, tal y como era imposible parar el paso del tiempo 
o el cambio de estaciones. Él era el calor del desierto para su frío ártico. 
Nunca sobrevivirían juntos, pero ahí estaban, tocándose, sintiéndose, 
acariciándose, quemándose. 
Su ternura rompió el bloque de hielo en el que ella había colocado su 
corazón hacía años. Ella no podía luchar con este tipo de pasión. Él no le pedía 
nada, sólo daba. ¿Cómo podía ella rechazar tal regalo? Nadie la había tratado 
jamás como si ella fuera delicada, como si fuera una mujer de verdad. 
El deseo la abrumó, asustándola. 
Yusef la miro a sus ojos verdes y vio como había desaparecido esa mirada 
maliciosa en ella y su agonía del dolor en los ojos que lo miraban. En aquel 
momento, era como si se hubiera alzado un velo, desnudando el alma de ella 
para él. Él olió el deseo de ella por él, pero también el miedo hondamente 
enterrado. Los ojos de ella se humedecieron con las lágrimas mientras ella 
miraba profundamente los ojos grises de él. Cualquier cosa que estuviera 
planeando para engatusarlo, metiéndose en el baño, no iba a hacerlo. 
Olena no sabía si era por ese hombre, por el vino en sus venas o por el 
cristal que brillaba cada vez más intensamente y que la llamaba. Sólo sabía que 
su cuerpo no iba a ser el mismo nunca más. Mientras su deseo había empezado 
a responder al de él de forma natural, ella olvidó sus planes, olvidó que no 
debía hacer eso. Olvidó odiarlo. Lentamente, Olena se inclinó hacia adelante, 
sus brazos enroscándose lentamente alrededor de él mientras le besaba. Yusef 
la sujetó, disfrutando de haberla dejado tomar el primer paso. Sus labios 
estaban abiertos y eran dulces, vertiendo en él una tierna vulnerabilidad. El 
cuerpo de ella se apoyó más firmemente en el de él mientras él se apoyaba en la 
 
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bañera para aguantar el peso. Las piernas de ella se ajustaron a la cintura de él, 
cuidándose de no permitir que su erección la tocara. Yusef gruñó con la boca 
entreabierta sobre la de ella. Los labios de ella le enloquecieron mientras gemía 
contra él. Él encontró sus caderas, y naturalmente atrajo su cuerpo hacia él, 
buscando calmar el deseo que ella había provocado. Hizo una pausa en su beso, 
abriendo su boca mientras la deslizaba a ella hacia su erección. El agua la 
acariciaba, más ardiente cerca de su erección. 
Yusef súbitamente se separó. Si seguían por ese camino y finalizaban el 
acto, el Consejo lo iba a detectar. Si él quebrantaba la ley, su boda sería 
desautorizada y él estaría obligado a vivir el resto de su larga vida solo. Hasta 
que ella públicamente declarara que lo quería rompiendo su cristal, no podía 
reclamarla. 
Olena, demasiado apasionada en sus recientemente descubiertos 
sentimientos, se puso a acariciarle el cuello con la nariz. El pulso de él se 
disparó con sus besos. 
—No— ordenó él. —Para. 
¡Para! Su mente clamaba sin podérselo creer. ¿Me acaba de decir que 
pare? ¡A mí nadie me dice que pare! 
—No podemos hacer esto— dijo él, sintiéndose como un imbécil mientras 
decía esas palabras. Él había querido acariciarla, pero la apartó de su piel 
rechazándola. Los labios de ella se deslizaron por la barbilla hasta su boca. Sus 
grandes ojos esmeraldas miraron de hito a hito a los grises de él. 
— ¿Por qué no? — Preguntó ella, persistente — ¿Quién va a enterarse? 
—Yo lo sabría— contestó él orgullosamente. —El Consejo lo sabría. 
Olena se encogió de hombros, moviéndose para volver a besarlo. Su 
cuerpo estaba en un punto que no le importaba nada el Consejo ni el recién 
descubierto sentido del honor de su hombre. Hacía justo un momento, cuando 
 
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él intentaba meter su erección más profundamente entre sus muslos, ¿dónde 
estaba su honor y su temor ante el Consejo? 
—Bésame— pidió ella, sus ojos encendidos con el escudo travieso para 
bloquearle a él. —Ahora. 
—Di por favor— bromeó él. 
Los ojos de ella se endurecieron. Toda la vulnerabilidad había 
desaparecido cuando lo miró. Su sonrisa se torció peligrosamente a un lado. 
Una ola de amargura y desesperación se rompió dentro de ella, hundiéndose en 
su corazón. Ella erauna idiota. Este hombre era bueno, tenía que admitirlo. Le 
había hecho admitir su deseo sólo negándole el suyo a ella. Con una encantador 
mueca en sus labios, Olena se adelantó. 
Yusef la miró, pensando que seguramente era una de las más bellas 
criaturas del mundo. La espuma del jabón colgaba de sus pechos, atrayendo sus 
ojos. Nunca sabría como reunió la voluntad suficiente para detener sus avances. 
Sus brazos desnudos extendidos por encima de la cabeza. En algún momento 
durante su juego los brazaletes se habían caído al agua. Yusef tragó mientras sus 
pechos cremosos se balanceaban con el movimiento de sus brazos. Olena llevó 
los dedos a sus cabellos, y sacó la horquilla de luciérnaga de entre sus rizos. 
Con una sacudida, su cabello se soltó por encima de su piel como pistas de 
fuego. Su vasta y seductora mirada se concentró en la de él. La respiración de 
él se cortó. Ella observó su mirada y se dio cuenta de que la batalla estaba 
siendo ganada por ella. Él no iba a rechazarla de nuevo. Inclinándose hacia 
adelante, besó levemente sus labios. 
— ¿Por favor…?— Ella se echó hacia atrás con un puchero. Sus ojos se 
endurecieron y clavó la punta del clip de su cabello en el cuello de Yusef. 
Bajando las alas de la luciérnaga, ella inyectó un producto somnífero, tan fuerte 
que podría haber tumbado a un elefante, en el sistema sanguíneo de él. 
 
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Yusef se puso rígido, sintiendo el pinchazo. Sus brazos se levantaron para 
agarrarla. Al instante, su visión se volvió borrosa y sus manos cayeron al agua 
provocando una gran salpicadura. No podía moverse. Mientras se desmayaba se 
las arregló para soltar una palabrota, sus oscuros ojos brillando ardientemente. 
Mientras su visión se desvanecía aquel encantador y traicionero ser le vigilaba, 
y él vio como su sonrisa vacilaba antes su dura mirada. Le hizo un saludo, 
meneando el dedo insolentemente frente a él, mientras decía oscuramente —
Yo nunca digo por favor, marido— Olena sacó la aguja de su cuello. La herida 
se mostraba como una punzada roja, pero no goteaba. Él estaría ausente por el 
resto de la noche. Poniéndose en pie, ella no sonrió mientras se volvía a colocar 
la horquilla en el cabello. 
Cuando acabó de sujetarse los rizos, volvió a mirar a Yusef, fijándose en su 
cuerpo desnudo durante largo rato. Era increíble. Su toque era de fuego y el 
cuerpo de ella cantaba con lo que él le hacía. Tendría que ser cuidadosa. El 
bárbaro había estado a punto de conseguir que a ella se le fuera la cabeza. 
Sin molestarse en vestirse y sabiendo que él estaría fuera de combate hasta 
la mañana, se inclinó para levantarle los brazos por encima de los lados de la 
bañera, asegurándose que así no se ahogaría. No estaría bien añadir el asesinato 
a su larga lista de crímenes. Él era demasiado pesado para moverlo más allá del 
borde de la ducha, así que ahí lo dejó ella. 
Con pasos largos atravesó el suelo cubierto de pieles; Olena no se molestó 
en secar su cuerpo húmedo. Dejó un rastro largo, mientras se dirigía hasta la 
mesa cargada de comida. Cogió la jarra de barro y tomó un largo trago, para 
intentar calmarse los nervios. Vaciando media jarra, la volvió a dejar con una 
exclamación. Entonces, viendo un cuchillo encima de una bandeja con fruta 
cortada, lo cogió. 
Miró a Yusef. Volvió a acercársele, su cara endurecida, su corazón aún 
más, y estrechó el cuchillo en su firme mano. Al estar justo en la bañera, se 
paró encima de donde reposaba él. Su puño se volvió blanco alrededor de la 
 
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hoja mientras estudiaba cómo el pecho de él subía y bajaba con su respiración 
poco profunda. 
—Casi me superaste— le dijo suavemente, apuntándole con el cuchillo, su 
expresión llena de ira mientras le fulminaba con la mirada. Sus ojos se 
estrecharon, mientras juraba vehementemente —Nunca más. — Olena movió 
el cuchillo en su mano y lo sujetó firmemente. Entonces inhaló 
profundamente, apretó los dientes y se clavó el cuchillo en su antebrazo con un 
movimiento brusco y rígido. Se le escapó un gemido entre los labios y al 
momento dejó caer el arma al suelo. La sangre dejaba rastros púrpuras bajando 
por su brazo. Cayó al suelo, estrechándose el apéndice herido y rehusando 
llorar. Por un momento sólo se balanceó, desnuda y helada en el suelo, 
esperando que lo peor del dolor inicial se pasara. Mientras la agonía que se 
había auto infligido empezaba a abatirse, cogió un pedazo de tela que había 
cerca y se lo enroscó alrededor del corte para parar el sangrado. 
Mirando a Yusef, hizo un gesto de asentimiento con la cabeza al hombre 
tendido y profirió —Por el Código Pirata, Yusef. No vas a superarme nunca 
jamás. 
 
 
Tras limpiar el desastre, y lavar el cuchillo, Olena se pasó la noche 
dormitando. Ocasionalmente un grito apasionado de alguna tienda cercana la 
despertaba. En ningún momento se durmió completamente mientras vigilaba 
el pecho de Yusef subir y bajar a la luz de la antorcha. El dolor que él le 
provocaba cedió después de una hora, para dejarle con una sensación aún más 
terrible que la que sentía en la herida del brazo. 
Yusef no se movió. Olena sabía que iba a estar dolorido cuando se 
despertara por haber estado toda la noche en esa incómoda posición, sin 
mencionar que iba a estar furioso. Realmente ella no podía culparlo. 
 
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Ella estaría también furiosa si él le hubiera hecho lo que ella le había 
hecho a él. 
Cuando el amanecer empezó a penetrar en la tienda, las antorchas ya se 
habían consumido. Olena había memorizado todas las líneas del rostro y 
hombros de él. Cuanto más miraba, más atractivo lo encontraba. No 
importaba. Las pulsaciones que sentía en su brazo le servían de recordatorio 
de que no podía permitirse que él la afectara. 
Oyendo unos pies arrastrándose cerca de la entrada de la tienda, Olena 
bostezó, sacando su cansado cuerpo de la cama. Cogiendo el cubrecama de piel, 
se lo puso alrededor de los hombros y fue dando traspiés a ver quién era. 
Apartando la entrada a un lado, el sirviente pareció sorprendido de ver a una 
mujer medio desnuda abriéndola la entrada. Parpadeando, intentó mirar por 
encima de su hombro. —Está tomando un baño— Olena sonrió con 
naturalidad al hombre, dejando que le subiera un sonrojo a la cara que no 
sentía en absoluto. La mentira le salió casi demasiado fácilmente, mientras 
continuaba, —Debería estar aquí en un momento. 
—Muy bien, mi señora— murmuró el sirviente. Sus amables ojos 
marrones miraron hacia abajo, educadamente rechazando mirar a la bella 
mujer casada. Estaba vestido con una túnica sencilla y unos bombachos 
marrones; su cabello apartado de la cara en una cola. Levantando las manos 
que llevaba ocupadas con ropa, dijo, —Sus ropas, señora. El Consejo me pidió 
que le dijera que debería estar lista e ir a verlos tan pronto esté vestida. 
— ¿Yo?, — dijo ella rechinando, confundiendo lo que él quería decirle. 
¿Cómo podían saber lo que ella había hecho? ¿Eran esos mutantes telepáticos 
también? Eso no se le había ocurrido. 
—Sí, mi señora, — dijo el sirviente, —Usted y su señoría. 
— ¿Su Señoría?— preguntó Olena, mirando por encima de su hombro. 
Cogió la tela negra que él le tendía e hizo lo posible por no dejar caer el 
 
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cubrecama. Una sonrisa curiosa apareció en su rostro. ¿Un caballero, no? —Sí, 
sí, esté tranquilo que ya le diré a su…ah….señoría que se apresure. 
—Muy bien, mi señora, — contestó el criado. La entrada de la tienda gris 
cayó de nuevo en su sitio incluso antes de que él hubiera acabado de hablar. 
Olena se giró, mirando a su esposo con otros ojos. ¿En qué situación había 
ido a parar realmente? Yusef era un caballero, ¿no? Eso significaba que tendría 
dinero y usualmente los hombres con dinero tenían cosas, cosas como 
aeronaves y joyas y otras cosas valiosas que tendrían un buen precio en el 
mercado negro. 
Si su tripulación todavía la estaba buscando, como ella sabía que seguro 
estaban en ello, entonces estarían aún más contentos de recibirla si ella cargara 
un montón deregalos. Sería un bonito gesto de agradecimiento por su lealtad. 
Tal vez podría llevarlos a Quazer para unas merecidas vacaciones. Tal vez 
podría incluso borrarles de los traseros las marcas de esclavitud que llevaban. 
Intentó no sonreír. 
Dejando las prendas en la cama, rebuscó con una mano. Su brazo herido 
todavía le dolía cuando lo movía. Encima de su túnica había una chaqueta 
negra, demasiado grande para que ella se la pusiera. Estaba hecho de un 
material suave como el algodón, de fino tejido y con un borde sencillo. Un 
broche en forma de dragón sujetaba la chaqueta por delante. La chaqueta iba 
por encima de otra túnica y un par de pantalones estrechos, todo en negro 
severo. En el pecho de la chaqueta había el emblema de un dragón bordado en 
plata. 
Olena hizo una mueca, cuando llegó a su ropa. —Ugh, otro vestido. 
Su vestido era a juego. Antes de ponérselo, se sacó con cuidado el vendaje 
de la herida. El corte estaba rojo e irritado pero, por el bien de su honor, no 
iba a poder hacerse nada durante tres días. Sólo entonces podría desinfectarlo y 
 
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que se curara. Desgarrando su vestido de boda que estaba en el suelo, rasgó la 
seda negra en tiras y se envolvió el brazo. 
El vestido de túnica abrazaba estrechamente su cintura, bajando mucho 
en el escote de forma muy elegante. Con decoraciones en plata en los hombros 
y el cuerpo, seguía estrecho por la espalda hasta la acampanada falda. Ella 
también tenía un dragón en el pecho, una versión similar pero más pequeña del 
dibujo en la túnica de Yusef. Las mangas colgaban amplias desde los codos hasta 
el suelo, dejando sus antebrazos a la vista. Estaba contenta de que el corte fuera 
lo suficientemente alto para quedar oculto de la vista por las mangas. 
Deslizándose en las botas que habían entregado con el conjunto, suspiró 
confortable. Si nunca volvía a ver un par de zapatillas, sería demasiado pronto. 
Todo le caía perfectamente, pero se entretuvo poco en maravillarse por eso. 
Peinó su pelo con los dedos, enroscando la mayoría en un práctico rodete 
en la parte de atrás de la cabeza. Iba despacio debido a su brazo herido, pero se 
las arregló para conseguirlo. Entonces, colocando el clip de luciérnaga encima 
de su peinado, oyó un gruñido. 
Olena se quedó inmóvil, tragando saliva y súbitamente asustada. Dejó caer 
su mano al costado. Lentamente, se giró. No era un sonido producido por un 
hombre. 
 
 
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CCaappííttuulloo CCuuaattrroo 
Girándose en el momento justo a tiempo para ver un destello de piel 
marrón, Olena jadeó de miedo. Yusef había despertado en un estado de ánimo 
semejante a un dragón. Bueno, como dragón, no era necesariamente cierto. Era 
literalmente un dragón humano. Ella había sospechado que era un cambia 
formas, pero no estaba preparada para verlo de primera mano. 
Los ojos dorados de fuego miraron como las garras de Yusef como dedos, 
agarraban sus brazos. Ella gritó de dolor mientras apretaba en su corte. Su 
hermoso cabello negro era el mismo, pero su frente se había puesto rígida y 
tiró hacia adelante, con lo que una cresta se veía debajo de la línea del pelo en 
la nariz. Su respiración se hizo entrecortada con un gruñido sordo en la parte 
posterior de la garganta. Toda su carne se había vuelto tan fuerte como una 
armadura y sería casi imposible de atravesar con un cuchillo. Sin embargo, ella 
le hubiera gustado tener un cuchillo. Le habría dado una oportunidad de 
defenderse. 
—Ah, — jadeó Olena mientras la apretaba más fuerte. 
Olena apretó los ojos, tratando de no gritar cuando él la hirió. La 
humedad empañando su visión y ella lo agarro con fuerza, negándose a mostrar 
debilidad. Su aliento golpeó contra su piel, que la excitaba demasiado fácil por 
su demostración de poder. 
Las fosas nasales de Yusef se dilataron. Al mirar el rostro pálido de Olena, 
él olía su miedo. No lo detuvo. Él hizo todo lo posible para no arrancar su 
 
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traicionera cabeza, ya que aplastó el brazo entre sus manos, magullando su 
carne. Luego, cuando olio el olor de la sangre, se detuvo. Se inclinó hacia 
adelante, husmeando en su cuello. 
Él continuó siguiendo el olor de la sangre, bajando el brazo. Al descubrir 
que la fuente estaba bajo sus manos, se detuvo. Él luchó por controlarse, 
pensando que podría haberlo arrancado con su garra. 
El agarre se hizo menos rígido en su brazo y Olena podía respirar de 
nuevo. Cuando abrió los ojos, el estaba de vuelta como ella lo conocía. Había 
visto cambia formas antes, pero nunca como él. Él era tan poderoso, tan fuerte 
que se sintió mal con ella misma. El corazón le latía y no todo de miedo. Tenía 
la extraña urgencia de saltar sobre él y besarlo. 
Yusef estaba mirando el brazo. Su rostro desencajado por la ira, exigió con 
vehemencia: — ¿Por qué? 
Olena no vaciló a la luz de su indignación expresada. Ella podía manejar 
esto mejor que su ternura. El latido de su brazo le trajo consuelo y la 
normalidad. 
—Me drogas, te drogo, — declaró. —Nosotros estamos a mano. Justo es 
justo. 
— ¿Qué?— preguntó con indignación. 
Yusef la dejó ir antes de que él cambiara de nuevo y le arrancara la 
garganta delicada de su cuello. Le dolían los brazos de su incómoda noche en el 
baño, pero no le daría el placer de verle estirar los músculos. —Yo nunca te 
drogué. 
—No mientas, — dijo Olena en advertencia. —Sé exactamente lo que 
había en esa copa. Aliento A Maiden mezclada con un poco de raíz última de 
 
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Ember. Esto hace que la víctima sea agradable y manejable. Demasiado malo 
para ti, sé lo que hace y pude luchar con ella. 
—Es una bebida tradicional, — se defendió Yusef, —no es una droga. 
—La tradición de Niza, dragón. ¿Por qué no saltaste la drogadicción y 
llegaste directamente a la violación? 
Ella no creía que fuera posible, pero su mirada se ennegreció. —Escucha, 
estamos a mano, — gruñó. Su brazo le palpitaba y ella no quería nada más que 
agarrarlo. Se abstuvo. —No tratas de drogarme y no te drogaré, ¿trato? 
—Nosotros no violamos, — gruñó Yusef profundamente ofendido, por la 
insinuación. Su cabello cayó hacia adelante sobre sus hombros mientras su 
pecho desnudo dejó escapar el aliento. —El cristal escoge el emparejamiento. 
Con el cristal, el vino hace que la mente se abra. Por eso es contra la ley 
aparearse esta noche. La voluntad de la mujer debe ser libre, para que pueda 
elegir libremente. El vino ayuda a conectar para iniciar el fundamento de una 
vida buena. Ayuda a... — Yusef detuvo. No quería decirle que abrió los puertos 
entre el entendimiento, para que algún día fuera capaz de leer los pensamientos 
del otro y sentimientos. Ya podía sentir el principio del despertar de sus 
emociones, a pesar de que eran demasiado agitadas para obtener una buena 
lectura de ellas. 
Olena arqueó una ceja. —Por favor continúa con esta lección preciosa en 
la lógica dominada por los hombres. 
Yusef frunció el ceño. En cambio, él dijo: —Huelo a sangre. — Olena 
palideció. Ella trató de ocultar la mirada, pero él la atrapó. — ¿Estás herida?— 
Yusef preguntó, temeroso de lo que le había hecho a ella en su ira. 
Olena miró hacia la manga. Un hilo de sangre hizo un viaje lento por la 
parte posterior de su brazo. Poco a poco puso la mano para que no pudiera 
verlo. 
 
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—No, — mintió Olena. —Estoy bien. 
—Déjame ver. 
—Estoy bien, — dijo ella, cada vez más incómoda. —Oye, parece que 
vamos a pasar muchas horas juntos, así que ¿te importa si cortamos este 
escenario poco agradable hasta más tarde? No dormí muy bien y tengo una 
migraña malvada. Además, un criado vino por nosotros y dijo que te dijera que 
el Consejo está dispuesto a vernos tan pronto como nos vistamos. 
Olena hizo un gesto a su ropa sobre la cama. Yusef se dio cuenta de que 
estaba frente a ella completamente desnuda. Estaba empezando a sentir un 
escalofrío. Ella se mantuvo evitando su mirada mientras se puso la ropa. Yusef 
se habría reído por la demostración de modestia después de haber sido testigo 
de su actuación

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