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Bribany, Gina La Empatia Cuantica

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1
La Empatía
Cuántica
 
 
 
La forma de crear éxito y felicidad
 
 
GINA BRIBANY
 
 
 
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Derechos reservados © 2012
 
 
Todos los derechos reservados. Este libro y ninguna de sus partes pueden ser usadas o reproducidas en
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de vista expresados en este libro vienen del autor y no necesariamente reflejan los puntos de vista del
editor y el editor por este medio no se hace responsable por los mismos
 
El autor de este libro no ofrece consejos de medicina ni prescribe el uso de técnicas como forma de
tratamiento para el bienestar físico, emocional, o para aliviar problemas médicas sin el consejo de un
médico, directamente o indirectamente. El intento del autor es solamente para ofrecer información de una
manera general para ayudarle en la búsqueda de un bienestar emocional y spiritual. En caso de usar esta
información en este libro, que es su derecho constitucional, el autor y el publicador no asumen ninguna
responsabilidad por sus acciones.
 
ISBN: 978-1-4525-5557-7 (sc)
ISBN: 978-1-4525-5558-4 (e)
 
Stock fotos son de Thinkstock.
 
Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica
 
Balboa Press fecha de revisión 7/26/2012
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http://www.balboapress.com
Agradecimientos del autor 
Doy gracias a todos los que colaboraron en el proceso de elaboración del libro y
a quienes creyeron en mí, impulsándome e inspirándome a seguir adelante.
 
Gracias, más por favor.
 
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Notas del autor 
Cuando comencé a escribir el libro me encontré con una curiosa connotación
lingüística: la palabra EMPATIZAR no existe en español. Usé la frase sentir empatía
o ser empático en su lugar. En inglés se usa Empathize para señalar la ACCIÓN de
la empatía, sin embargo, en español solo existe la empatía como experiencia o como
algo que se siente, mas no como algo que se acciona. Desde mi perspectiva esta
palabra debería ser incluida en el español porque señala la acción de la empatía y
no el sentimiento. Esto puede connotar una asociación sobre la empatía como algo
que se experimenta simplemente, mas no como algo que se puede accionar o realizar
deliberadamente.
En mi nueva propuesta sobre la empatía cuántica aludo a la posibilidad que
tenemos de “EMPATIZAR”, es decir de conectar con aquello que deseamos, sin
importar cuán lejos, grande o imposible pueda parecer, lo puedes alcanzar a través
de la empatía cuántica.
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Contenido
Agradecimientos del autor 
Notas del autor 
Introducción 
Capítulo I La Empática Cuántica 
Capítulo II Nuestro Orígen Empático 
Capítulo III Espejos del Pensamiento 
Capítulo IV El Poder Creativo del Espíritu 
Capítulo V Espejos Emocionales 
Capítulo VI La Ley de Correspondencia 
Capítulo VII La Empatía Interior 
Capítulo VIII Reflejando Nuestra Salud 
Capítulo IX El Vacío como Espacio Potencial de Creación 
Capítulo X Trascendiendo el Tiempo y el Espacio 
Capítulo XI La Técnica de la Empatía Cuántica 
Capítulo XII Espejos de Actitud 
Guía de Afirmaciones 
Contacto 
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Introducción 
He descubierto que para cuando estés leyendo este libro habrás establecido una
conexión con su contenido sin saberlo. Este libro ha llegado a tus manos como un
reflejo de tu interior y tus expectativas. Lo creas o no he viajado en el tiempo para
poner este libro en tus manos. Lo he realizado a través de un proceso llamado
empatía cuántica.
El tiempo es tan relativo a la experiencia, como la felicidad a nuestra conciencia.
La búsqueda de la felicidad, siendo una constante humana, ha codificado sus caminos
en un lenguaje tan sencillo que no logramos entenderlo.
“La verdadera felicidad se encuentra en aquello que nunca ha venido, nunca se
ha ido; simplemente es” . Yogi Bhajan
Mediante este libro descubrirás una nueva perspectiva del mundo, mediante la
cual puedes conectar y manifestar todo el éxito y la felicidad que deseas en tu vida.
En esta nueva perspectiva retomo los últimos descubrimientos sobre cómo ocurre
la empatía a nivel neurológico para observarla desde el punto de vista cuántico.
Hablaré sobre el poder creativo que nos ha sido otorgado y cómo el proceso de la
empatía que ocurre en nuestro cerebro puede ser trasladado a todos los niveles de
nuestra existencia, utilizándolo como método para manifestar la realidad que
queremos.
Este proceso lo he llamado la técnica de la empática cuántica y se basa en el
fenómeno de la empatía, que según los últimos descubrimientos científicos, ocurre en
nuestro cerebro a través de las neuronas llamadas neuronas espejo, las cuales se
encienden y generan conexiones a través del reflejo de la realidad que observamos.
Explicaré este proceso creativo desde diferentes perspectivas que nos ayudarán a
comprender cómo funciona y por qué somos los creadores de nuestra realidad.
Brindaré las herramientas y el modo de utilizarlas, para que cada quien construya su
propio camino, pero nuestro punto de partida será el mismo: despertar.
Bienvenidos a este viaje.
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Capítulo I
La Empática Cuántica 
LA EMPATÍA HA SIDO CONOCIDA comúnmente como la posibilidad de ponerse
en los zapatos del otro, comprender lo que el otro siente o experimenta, sea físico,
emocional o mental. Esta perspectiva ha sido explicada desde diferentes disciplinas
como la filosofía y la psicología. Sin embargo, últimos estudios de la neurología
sobre cómo se manifiesta la empatía en los seres humanos revelan aspectos
fascinantes sobre las conexiones neuronales en nuestro cerebro.
Este fenómeno de la empatía a nivel neuronal constituye la base de mi teoría sobre
la empatía cuántica en la cual planteo la posibilidad de crear nuestro éxito y
felicidad, conectando con aquello que deseamos.
El primer experimento sobre la empatía a nivel neurológico se realizó en la
universidad de Parma en Italia. El experimento consistió en poner a un chimpancé
frente a un cacahuate, conectado a una máquina de resonancia magnética, para
observar qué sucedía a nivel neuronal. El chimpancé se encontraba tratando de abrir
el cacahuate y ciertas neuronas se encendían en su cerebro; de repente un humano
entró en el laboratorio y tomó unos cacahuates del otro extremo de la habitación, los
abrió y se los comió. Cuando el chimpancé observó que el humano estaba haciendo
lo que él estaba intentando hacer, las mismas neuronas se encendieron en el
chimpancé. Al estudiar la resonancia magnética los científicos se dieron cuenta de
que las neuronas que alumbraban en el cerebro del chimpancé cuando éste realizaba
la acción, eran las mismas que alumbraban cuando el chimpancé veía al humano
realizar la acción. En ese momento pensaron que la máquina se había dañado, pero
después de varios experimentos con humanos descubrieron que así es como se
produce la empatía y a estas neuronas les otorgaron el nombre de neuronas espejo.
Este descubrimiento constituye uno de los descubrimientos más importantes de la
actualidad, incluso muchos aseguran que las neuronas espejos harán para la
fisiología lo que el ADN hizo para la biología, ayudarán a explicar y a comprender
muchas habilidades mentales del ser humano y su potencial misterioso.
En la empatía observamos a otros realizando una acción y encendemos las mismas
neuronas que enciende el que está realizando la acción. Es decir que la acción y la
observación representan lo mismo en el lenguaje del cerebro.
Pienso quesiendo el cerebro una unidad tan inteligente, sabe lo que hace y si para
el cerebro, lo que observa y lo que hace son la misma cosa, es porque así es en
realidad.
Después de este primer acercamiento se han realizado múltiples experimentos
entre humanos, demostrando las conexiones neuronales en la empatía.
Cuando observamos a otro ser vivo experimentando dolor, felicidad o cualquier
otro sentimiento, al igual que realizando una acción, las mismas neuronas que se
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encienden en el cerebro de esa persona que observamos se encienden en nosotros y
por eso se les llama neuronas espejo, porque reflejan las mismas conexiones
neuronales en nuestro cerebro.
Sin embargo, el fenómeno de la empatía no sólo se limita a la observación. Un
caso de empatía interesante ocurre cuando varios bebés se encuentran en un mismo
espacio y estando cada uno en su cuna, uno de los bebés comienza a llorar; los otros
bebés automáticamente comienzan a llorar también y esto ocurre como una respuesta
empática.
La empatía ocurre también a nivel ideológico. Nos identificamos con quienes
comparten nuestras mismas creencias y también podemos llegar a sentir empatía con
las emociones de otros a través de la parte del cerebro llamada ínsula.
He encontrado un factor revelador en estos descubrimientos sobre el fenómeno de
la empatía que contiene un potencial creativo invaluable.
He observado la empatía desde el punto de vista cuántico y me ha hecho llegar a
la conclusión de que la empatía no sólo ocurre entre seres humanos; el fenómeno de
la empatía ocurre entre dos energías, cualquiera que sea su manifestación física.
Aunque los objetos no poseen neuronas, poseen partículas que se comportan de
acuerdo con nuestras expectativas y ésta es otra forma de empatía que he llamado
Empatía Cuántica. Esta responde al mismo principio de la empatía entre los
humanos, la diferencia es que en lugar de las neuronas, los objetos poseen átomos y
éstos, al igual que las neuronas, reflejan las expectativas del observador, generando
el mismo efecto espejo.
El término “cuántico” viene de la mecánica cuántica que constituye una de las
últimas y principales ramas de la física que explica el comportamiento de la materia
y la energía.
La empatía es un fenómeno que ocurre a todos los niveles de nuestra existencia,
por eso la llamo empatía cuántica porque se manifiesta en la materia y en la energía
a través de una ley de correspondencia que conecta con las cosas y también puede
manifestar cosas.
Uno de los postulados de la física cuántica afirma que los electrones de un átomo
pueden cambiar de una órbita a otra sin moverse a través del espacio que las separa;
en un momento está en la órbita A y al siguiente está en la órbita B, aparece o
desaparece y a esto se le llama “salto cuántico”. Si el electrón absorbe energía,
puede saltar a una órbita superior y si libera energía, puede pasar a una órbita
inferior. En palabras sencillas, un salto cuántico es un cambio de estatus de un
conjunto de circunstancias a otro que ocurre de manera inmediata, como un gran salto
de un punto a otro, sin fases intermedias.
Esto trasladado a nuestro día a día quiere decir que si absorbemos energía
podemos saltar a órbitas superiores, vibrando con la prosperidad, la salud y la
felicidad, pero si perdemos energía, podemos pasar a una órbita inferior, vibrando
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con la tristeza, la enfermedad y la limitación; ambos saltos pueden ocurrir de un
momento a otro. No necesitamos de procesos largos y desgastantes para alcanzar el
estado que queremos; la física revela la posibilidad de realizar este salto con tan
solo cambiar nuestra frecuencia energética.
Así es como la empatía cuántica trasciende las barreras del tiempo y el espacio
dando saltos cuánticos hacia la realidad que queremos vivir.
Según los últimos descubrimientos de la ciencia, cuando imaginamos algo,
nuestras neuronas se encienden de manera idéntica que cuando lo estamos viendo
físicamente. Nuestra mente no diferencia entre lo que vemos y lo que imaginamos,
las dos cosas son reales. Lo que hace que la mente no diferencie entre lo que ve y lo
que imagina, es el hecho de que la mente está programada para leer energía e
información y tanto las acciones en el plano físico como en el plano de la
imaginación, son energía e información. Esto me llevó a desarrollar la técnica de la
empatía cuántica para manifestar lo que deseamos en el plano físico.
La mente que sólo observa tiene una respuesta natural a pensar en lo que está
observando y por eso se encienden las mismas conexiones neuronales. De la misma
forma, la mente que sólo imagina tiene una tendencia natural a accionar lo que está
imaginando. Esto ha sido observado en algunos experimentos cuando el observador
en muchos casos alcanza a detectar las intenciones del sujeto observado y enciende
las mismas conexiones neuronales, incluso antes de que el sujeto observado
complete la acción, como si viajara al futuro, prediciendo lo que va a pasar.
Esto sitúa al tiempo en perspectiva pues elimina la necesidad de observar la
acción físicamente antes de que se enciendan las neuronas en nuestro cerebro y
plantea la posibilidad de obtener el mismo resultado al invertir el orden de la
empatía, imaginando primero lo que queremos que suceda, para que lo que
imaginamos ocurra después en el plano físico.
El método de la visualización está siendo utilizado cada vez más en las prácticas
deportivas como método de preparación, pues se ha demostrado científicamente que
cuando el deportista repasa sus movimientos a través de la visualización, obtiene
mejores resultados. Esto ocurre porque cuando imaginamos que corremos una
carrera, que practicamos una jugada o un salto atlético, nuestro cerebro está
generando las mismas conexiones que cuando la actividad se realiza físicamente y de
hecho los mismos músculos que están involucrados en los movimientos se mueven
idénticamente cuando lo imaginamos. Esto prepara al cerebro para que reconozca
estos movimientos, haciéndolo más fácil para el deportista cuando la actividad se
realiza físicamente.
Lo más interesante es que desde la perspectiva cuántica esto trasciende los
confines de nuestro cuerpo físico de tal forma que cuando nos imaginamos y sentimos
en prosperidad, en salud, en amor a través de la repetición, lo podemos manifestar
en nuestra vida.
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Estamos siendo llamados a modificar la manera como hemos venido creando
nuestra realidad. Cada vez más experimentos y disciplinas confirman que no
necesitamos de la acción física para poder crear lo que queremos. Estamos en una
nueva era de consciencia donde se nos están brindando todas las herramientas para
crear a través del poder del pensamiento. Esto no significa que nos sentaremos a
esperar que las cosas sucedan sin actuar en consecuencia, la acción es importante.
Lo que significa es que tus experiencias no están determinadas únicamente por tus
acciones, sino también por tus pensamientos. Así que para cambiar de la pobreza a
la prosperidad, no necesitas trabajar duro y sin descanso, primero necesitas conectar
con la prosperidad desde tu interior a través de tus pensamientos y esto cambiará la
experiencia, porque en este caso, las acciones son sólo el resultado de tus
pensamientos.
Es un error pensar que puedes cambiar la realidad sólo modificando tus acciones.
Esto sólo te traerá frustración y más de la misma experiencia y te dirás a ti mismo,
“por qué me sucede esto si he hecho todo bien”. El error está en que has modificado
el vaso, más no el contenido del vaso. Cuando modificas tus creencias sobre tí
mismo y sobre cómo deben ocurrir las cosas, las experiencias cambiarán por sí solas
y tus acciones serán guiadas por un nuevo esquema de pensamiento que te llevará al
éxito.
Para ayudarte a comprender cómo funciona la empatía cuántica y desarrollar la
técnica iremos en un fascinante recorrido por los diferentes elementos que la
componen llegando así a descubrir su potencial creativo.
Este recorrido incluye diferentes perspectivas, filosóficas, científicas,
psicológicas y espirituales,las cuales me he dado a la tarea de investigar con el
objetivo de demostrar que independientemente de la perspectiva el resultado es el
mismo: somos lo que pensamos.
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Capítulo II
Nuestro Orígen Empático 
SOMOS CREADORES POR NATURALEZA Y para comprender nuestra capacidad
creadora debemos recordar nuestro origen divino. Nacimos de un hombre y una
mujer. Somos el resultado de una empatía entre femenino y masculino, entre positivo
y negativo, entre el ying y el yang. Somos el resultado de una correspondencia, de
una empatía.
Dios como creador contiene estos dos aspectos creativos en sí mismo, él es
masculino y femenino al mismo tiempo, no tiene un sexo. Esta es la razón por la cual,
él, por sí solo, puede dar vida. Nosotros, al estar hechos a imagen y semejanza de
Dios, también poseemos esta cualidad, nuestro espíritu no tiene sexo, es masculino y
femenino al mismo tiempo. La división de los sexos aparece en nosotros sólo como
humanos, es decir sólo al nivel del cuerpo físico, pero nuestra esencia, nuestro
espíritu es asexuado. De hecho, según la teoría de la rencarnación alternamos de
sexo entre vidas; en unas nos manifestamos como hombre y en otras como mujer
porque nuestro espíritu posee los dos aspectos de la creación.
Según algunas corrientes espirituales, cuando nuestro cuerpo humano comienza a
formarse como mujer o como hombre lo que sucede es que un aspecto de nuestra
energía creadora (masculino o femenino) asciende para formar parte de nuestro
cerebro y nuestro aparato fonador, mientras que el otro aspecto desciende para
formar parte de nuestro aparato reproductivo y definir nuestro sexo. Las mujeres
manifiestan su aspecto femenino en los órganos reproductores, mientras la parte
masculina la constituyen el cerebro y el habla. En el hombre ocurre lo contrario, el
aspecto masculino se manifiesta en sus órganos reproductores y su aspecto femenino
en el cerebro y el habla.
De aquí viene la sabia afirmación de que la palabra es creadora, pues la palabra
es la expresión de uno de estos dos aspectos creadores de nuestra esencia divina.
A lo largo de la historia la separación de los sexos ha dado lugar a innumerables
estereotipos sociales. Desde niños vestimos a los niños de azul y a las niñas de
rosado y esto se constituye tristemente en una limitación. Desde pequeños les
negamos la posibilidad de elegir. ¿Quién decidió los colores y por qué? Las
mujeres, por ejemplo, ya usamos pantalones al igual que los hombres y es aceptado
socialmente, pero no lo fue durante mucho tiempo y aún en la actualidad, algunos
hombres todavía evitan usar camisas de color rosado o violeta porque sienten que
pierden su virilidad.
Todas estas creencias limitan nuestra capacidad de crear y alimentan nuestra idea
de la separación. Esto no quiere decir no identificarse como mujer o como hombre,
quiere decir que somos mujeres, pero no feministas, somos hombres pero no
machistas. El reafirmar nuestro aspecto femenino o masculino en realidad no nos
brinda ninguna ventaja. Por el contrario, quienes logran equilibrar estos dos aspectos
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dentro de sí, liberándose de los estereotipos sociales, recuperando la capacidad de
expresarse en libertad y sin limitaciones, aumentarán su capacidad creativa porque
estarán más conectados con su esencia, crearán empatía desde su interior.
Así, cuando negamos un aspecto de nuestra esencia, estamos negando nuestra
capacidad de crear. Estamos negando el poder de nuestras palabras y de nuestros
pensamientos.
Se ha hablado mucho del poder del pensamiento. Yo recuerdo haber leído sobre
este tema cuando tenía alrededor de 13 años. También recuerdo que antes de ir a
dormir jugaba con el poder de mi pensamiento y pedía cosas, cosas de niños, pero
siempre sucedían al día siguiente. Esto funcionó hasta que crecí lo suficiente como
para dejar de creer en mi poder creador. Comencé a adoptar lo que los adultos
llamamos “realismo”. Entonces mis poderes dejaron de funcionar.
Mis pensamientos ya no surtían el mismo efecto. ¿Qué había sucedido?
Comencé a perder esa conexión directa con la energía creadora, dejé de creer que
era posible obtener aquello que quería con sólo pensarlo, comencé a dudar de mi
propio poder y eso se manifestaba en una sensación de duda, de incredulidad; esa
certeza de antes ya no estaba. La había remplazado por el tan valorado “realismo” de
los adultos. Afortunadamente, con el paso del tiempo logré conectarme nuevamente
con mi potencial creativo y continuar mi camino de crecimiento.
Es curioso que todas las historias y cuentos infantiles siempre aludan a que la
inocencia de un niño es lo que hace que la magia suceda. Esa inocencia en realidad
es la conexión que traemos con nuestra fuente original. En el mundo esotérico se dice
que los niños conservan su visión y conexión con la fuente de origen mucho más
vivida y clara hasta los 7 años de edad. Después de esta edad tienden a ir cerrando
sus ojos a ese mundo espiritual y abriéndolos aún más al mundo material. Sin
embargo, esa conexión nunca se rompe, simplemente se duerme, se oxida, pero
siempre tenemos la posibilidad de despertarla y de limpiar esos canales que nos
conectan con nuestro mundo espiritual y que nos permiten recobrar la confianza y
certeza en nuestro poder. Esta certeza nadie te la puede dar, simplemente la sientes
dentro de tí. Esta certeza despierta o duerme en tu interior y está conectada con la
pregunta existencial de quiénes somos.
No somos nuestro nombre, ni somos nuestro cuerpo; nuestro nombre y nuestro
cuerpo son sólo una parte de nosotros, pero no son quienes somos; nuestro género es
sólo nuestro género y tampoco somos nuestra profesión. Hay quienes afirman que
somos chispas divinas, otros que somos energía y otros que somos vacío. No hay una
respuesta única, cada quien cree en lo que decide creer, pero mi invitación es a que
lo experimentes por ti mismo; no dejes que nadie te lo cuente, nadie mejor que tú
mismo para saber quién eres.
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Capítulo III
Espejos del Pensamiento 
EL TÉRMINO PENSAMIENTO ES COMÚNMENTE utilizado para definir todo lo
que la mente puede generar, incluyendo las actividades racionales o las
abstracciones de la imaginación; todo aquello que sea de naturaleza mental es
considerado pensamiento, bien sean estos abstractos, racionales, creativos,
artísticos, etc.
La teoría tradicional del pensamiento lo define como la actividad y creación de la
mente, es todo aquello que es traído a existencia mediante la actividad del intelecto;
es decir mediante nuestra capacidad de desarrollar representaciones mentales de la
realidad y de relacionarlas entre sí.
Cuando analizamos, comparamos o generalizamos estamos pensando, pero cuando
imaginamos también estamos pensando. La imaginación es la parte creativa del
pensamiento y es la parte que nos permite romper paradigmas, crear nuevas maneras
de relacionarnos, de interpretar el mundo y de cambiar nuestros patrones de
comportamiento. La imaginación es el boleto a nuestro futuro; es nuestra pantalla
creativa, es nuestra máquina del tiempo.
Los poderes de la mente han sido cuestionados y descalificados durante décadas
por quienes señalan su poca inherencia en la realidad que manifestamos. Sólo las
corrientes espirituales han reconocido estos poderes de la mente y los han explicado
desde una perspectiva filosófica, invitando a su desarrollo a través de actividades
como la meditación y de la concentración.
Afortunadamente hoy día la física cuántica confirma lo que las corrientes
espirituales vienen sosteniendo hace milenios; que somos capaces de crear nuestra
realidad. La física cuántica ha demostrado científicamente cómo existe una
interrelación entre el pensamiento y la realidad, abriendo campo incluso a teorías
que antes parecían de ciencia ficción en las cuales podemos hablar de universos o
realidades paralelas.
Los últimos descubrimientos de la física cuántica sobre el átomo revelan la
fascinante interrelación entre nuestra realidad y nuestra consciencia de la siguiente
manera: la física cuántica afirma que la materia de la quese componen los átomos es
prácticamente inexistente. La materia que compone al átomo NO es estática y
predecible como creía la ciencia clásica. Dentro de los átomos y moléculas, las
partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es “vacío”. ¿Será el mismo vacío
del que hablan los budistas en sus técnicas de meditación desde hace milenios?
La física cuántica ha llegado a afirmar que los átomos no son cosas, son
TENDENCIAS. Esto quiere decir que, las partículas que conforman nuestro entorno
son maleables, flexibles, no son cosas determinadas o finalizadas; son posibilidades
de la consciencia. La física cuántica no puede medir el átomo como cosa, sólo
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calcula posibilidades.
En otras palabras, el átomo no es una realidad terminada sino un mundo de
posibilidades infinitas. Y si todo lo que vemos, incluyéndonos a nosotros mismos,
está conformado por átomos; estamos entonces en una continua posibilidad de
transformación; nos renovamos segundo a segundo, al igual que nuestro entorno.
Después de esta explicación la pregunta inmediata es: ¿quién elige de entre esas
posibilidades? La física cuántica dice que nuestra conciencia está íntimamente
relacionada en la elección de estas posibilidades y que el átomo se comporta de
manera diferente cuando hay un observador.
Amit Goswani, profesor de física en la universidad de Oregón, afirma que el
comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el
observador: “cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo
hace, como una partícula”. Entonces las expectativas del observador influyen en la
realidad observada. Esto plantea una interacción entre esas partículas que nos
componen y que nos rodean y nuestra consciencia. Dicho de otro modo, nuestras
expectativas determinan la realidad que vivimos. Si esas partículas actúan de
acuerdo con nuestras expectativas, quiere decir que se rigen por una ley de
correspondencia y esa correspondencia es un reflejo de nuestras expectativas lo que
constituye otra forma de empatía cuántica.
Esto se observa claramente en la psicología, cuando asumimos un rol
determinado, como el rol de victima, por ejemplo, siempre habrá quien asuma el de
victimario; cuando asumimos el role de madre, siempre habrá el que se comporte
como hijo, etc.
Leí hace mucho tiempo una historia sobre esto. Se trataba de una anciana que iba
caminando con muchos paquetes en ambas manos y se dirigía hacia su casa, pero a su
paso se encontraban dos hombres mal intencionados que fácilmente tomarían ventaja
de la pobre anciana, robando sus pertenencias a la más mínima oportunidad. Sin
embargo, la anciana al verlos, en vez de asumir la posición de víctima y verlos con
rechazo, comenzó a hablarles amorosamente y les dijo: que afortunada soy,
muchachos denme una mano; estos paquetes están muy pesados. Aquellos hombres,
acostumbrados a ser temidos y vistos como victimarios, reaccionaron
desconcertados ante la amistosa invitación de la anciana y le ayudaron con los
paquetes, sin tomar ventaja de ella en absoluto; la acompañaron hasta la puerta de su
casa y luego se retiraron, a lo que ella dio las gracias con una sonrisa en su rostro.
El rol que asumimos en cada situación de nuestra vida nos plantea una
correspondencia; al asumir un rol dejamos planteada una expectativa y así es como
cumplimos las expectativas de los otros y ellos las nuestras. No hay víctima sin
victimario, ni ganador, sin perdedor, ni amada sin su amado. Esto representa otra de
nuestras tantas formas de crear nuestra realidad.
Entonces comienza a preguntarte cuál es el rol que estás asumiendo en cada
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situación y encontrarás la razón de por qué los demás actúan como lo hacen.
¿Cuáles son nuestras expectativas? ¿Son éstas conscientes o inconscientes?
Los últimos estudios sobre el cerebro en la neurología nos pueden ayudar a
responder esta pregunta. Estos experimentos en el cerebro se realizan con
tomografías. Se conectan electrodos al cerebro humano, para determinar en qué parte
de éste se produce cada una de las actividades de la mente. Entonces se miden las
actividades eléctricas en el cerebro mientras se produce una actividad mental ya sea
racional, emocional o espiritual y así se sabe a qué área del cerebro corresponde esa
facultad.
Mediante este método se ha llegado a comprobar que cuando vemos un
determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro. Lo
interesante es que de la misma forma cuando se le pide al sujeto que cierre los ojos e
imagine el mismo objeto, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, la observación
en este experimento es que el cerebro refleja la misma actividad eléctrica cuando
“ve” que cuando “imagina”.
“La explicación es que el cerebro no hace diferencias entre lo que “ve” y lo que
“imagina” porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es
tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina
quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿Y tú qué sabes?”. Entonces si para el
cerebro es tan real lo que ve como lo que siente o imagina esto nos lleva a la
conclusión de que fabricamos nuestra realidad con lo que pensamos, lo que sentimos
y lo que imaginamos. De aquí nacen los tres aspectos de la creación para la técnica
de la empatía cuántica: la repetición, lo visualización y el sentimiento.
Desde esta base, si nos damos a la tarea de analizar nuestro patrón de
pensamientos podemos llegar a comprender por qué nuestra realidad es como es.
Decimos afirmaciones a diario; desde que nos levantamos estamos decretando
nuestro día sin darnos cuenta y asumimos roles inconscientemente.
Muchas personas desean cambiar su realidad, mejorar situaciones de depresión,
de angustia, problemas económicos, sentimentales y tienen un deseo auténtico de
cambiar esa realidad. Comienzan a realizar afirmaciones positivas día y noche sin
ver mayores resultados y desisten de la tarea porque piensan que no sirve para nada.
Incluso llegan a pensar que se están mintiendo a sí mismos y que resulta más lógico y
benéfico expresar cómo se sienten realmente en el momento presente y no como
quieren estar. Las expectativas no corresponden con esos pensamientos y deciden
abandonar la tarea.
Lo que éstas personas no comprenden es que las células de su cuerpo están
habituadas a esos pensamientos y sentimientos negativos no sólo por haber sentido
esa emoción por mucho tiempo, sino también porque en el ADN tienen la memoria
de sus antepasados, memoria que dicta cómo reaccionan ante ciertas situaciones. Es
lo que en términos psicológicos llamaríamos el inconsciente. Esta memoria nos dice
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por ejemplo que debemos reaccionar con tristeza cuando alguien se muere, o con
enojo cuando algo no sale como esperamos. Así, cuando esas personas comienzan a
cambiar todo esto por afirmaciones y sentimientos positivos, en un principio lo
sienten sin sentido, las sienten mentirosas, falsas porque están habituados a una
conexión diferente y como cualquier cambio requiere un proceso de ajuste.
Es como cuando nos asignan nuestro nombre en la infancia; al principio no nos
identificamos con él, pero la repetición es lo que hace que se imprima en nuestro ser
hasta aprenderlo a decir y luego hacerlo parte de nosotros. En ese proceso de
hacerlo parte de nosotros ocurre algo interesante y es que comenzamos a
identificarnos con ese nombre; nuestro nombre es un mantra poderoso que cuando
alguien lo pronuncia inmediatamente respondemos con nuestra atención. ¿Pero qué
sucede cuando nos ponen un apodo?, al principio decimos: no, ése no soy yo, no nos
identificamos con él, pero con el tiempo y la repetición terminamos respondiendo a
ese apodo como a nuestro propio nombre.
Las parejas suelen hacer esto con regularidad, comienzan a llamar a su novio o
novia con adjetivos o nombres como muñeca, amor, cariño, rey, princesa y
comienzan a responder a esos nombres como propios. En la niñez quién no
experimentó ser llamado por su nombre completo cuando los iban a regañar; esto se
convertía en un códigoy ya sabíamos que algo malo había pasado. Esta es la magia
del poder de la palabra, nuestra necesidad de nombrar las cosas y las personas
radica en que facilita nuestra conexión con ellas. Nos conectamos con lo que
nombramos.
Este proceso sucede con las afirmaciones. Al principio nuestro cuerpo las siente
como una experiencia falsa, algo desconocido y esto se debe a que aunque el deseo
de cambiar la realidad es auténtico, todavía existe una desconexión entre lo que se
afirma y lo que se siente. Las neuronas están estableciendo nuevas conexiones que
les son extrañas y las deben aprender y memorizar, para que nuestro cuerpo las
sienta coherentes con lo que somos, especialmente cuando ya existe otra asociación
negativa que se ha establecido anteriormente. Esta desconexión responde a una
fuerza de repulsión. Cuando se trabaja la afirmación opuesta positiva a lo que nos ha
venido generando determinada situación, comienza una lucha entre la voluntad y
nuestra emoción. La fuerza del espíritu (voluntad) es la que se encarga de envolver
el pensamiento del material emocional necesario para que ese pensamiento llegue
exitosamente al cerebro y genere la acción.
La determinación en nuestras intenciones y la repetición es lo que irá construyendo
esta nueva conexión. Las neuronas liberarán la química correspondiente y luego las
células se irán habituando a otras emociones y se irán abriendo a ellas poco a poco
hasta que las incorporan en la memoria celular. Estas células se irán expandiendo
hasta que cada vez serán más y más las células que estén esperando con los
receptores abiertos la emoción de amor, de optimismo, de felicidad que se convierte
en su nueva fuente de energía.
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Esta fuente de energía puede ser de baja o de alta vibración. Cuando estamos
entusiasmados, enamorados o simplemente alegres, esa energía es claramente de una
vibración más elevada que la de la tristeza, la melancolía, el enojo o el odio y
cuando digo claramente me refiero a que lo podemos experimentar por nosotros
mismos. La experiencia de cansancio y agotamiento siempre acompañará a una
persona triste o enojada con la vida. Mientras que la vitalidad y la fuerza física
siempre acompañarán a una persona entusiasta, alegre y positiva porque es el
alimento que estamos proporcionando a nuestro cuerpo emocional, físico y
energético.
 
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Capítulo IV
El Poder Creativo del Espíritu 
EN LA ACTUALIDAD YA SE habla de que somos almas en un cuerpo físico. Esta
es una manera simple de describir nuestra verdadera esencia. Sin embargo, podemos
expandir nuestra consciencia un poco más al conocer más detalles acerca de eso que
llamamos alma, para así comprender mejor quiénes somos.
Según corrientes esotéricas y clarividentes avanzados (aquellos quienes han
despertado su visión a los mundos sutiles) describen que además de nuestro cuerpo
físico, poseemos otros cuerpos que son imperceptibles a nuestra visión física.
Tenemos un cuerpo “Vital” o etérico, un cuerpo de “Deseos” y un cuerpo “Mental”.
Sólo los clarividentes pueden ver algunos o todos estos cuerpos que nos
componen. Sin embargo, todos hemos experimentado con alguno de nuestros sentidos
estos cuerpos alguna vez, ya sea consciente o inconscientemente.
Intentaré dar una breve explicación en palabras simples sobre la existencia y
composición de estos cuerpos, para poder entender mejor cómo funciona nuestro
poder creativo.
El cuerpo Vital o Etérico es el más cercano a nuestro cuerpo físico; éste sobresale
una pulgada y media sobre nuestra piel siguiendo la misma forma del cuerpo físico.
De materia mucho más sutil, el cuerpo Vital tiene como función conservar y dar la
energía necesaria al cuerpo físico para que éste pueda producir la acción. El
descanso al dormir es muy importante porque es cuando el cuerpo Vital puede
reparar los tejidos del cuerpo físico. Podríamos decir que el cuerpo Vital es como la
batería del cuerpo físico.
Hablo con seguridad de la existencia de este cuerpo porque desde niña he tenido
la habilidad de verlo y puedo dar fe de ello. Lo veo como una luz que sigue el
contorno del cuerpo físico; algunas personas poseen mayor luminosidad que otras y a
veces puedo percibir algunos tonos de color.
Cuando se nos duerme un brazo o una pierna y sentimos un cosquilleo, estamos
experimentando la ausencia del cuerpo Vital en esa parte de nuestro cuerpo físico,
por eso no lo podemos controlar o mover como cuando está en su estado normal. El
cuerpo Vital abandona el brazo o la pierna del cuerpo físico a causa de la falta de
sangre circulando ya que la sangre es la que conecta nuestro cuerpo Vital con nuestro
cuerpo físico.
Seguramente alguna vez has experimentado el haber despertado y poder observar
tu cuerpo físico pero no poderte mover, sientes una desesperación y deseo de pedir
ayuda o llamar a alguien pero no te escuchan; en ese momento has experimentado la
desconexión de estos dos cuerpos. Has despertado antes de que el cuerpo Vital entre
completamente en el cuerpo físico y hasta que esto sucede el cuerpo físico no podrá
moverse. Esto solía pasarme cuando era adolescente, generalmente en estados de
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cansancio extremos, me quedaba dormida y al despertar me enfrentaba a este
fenómeno. La forma más rápida de conectar estos dos cuerpos de nuevo es
concentrándose en la respiración, esto facilita que el cuerpo Vital entre
completamente en el cuerpo físico, hasta que permite el movimiento.
El cuerpo de Deseos o Emocional es de naturaleza aún más sutil que la del cuerpo
Vital. El cuerpo de Deseos es como un ovoide que cubre nuestros cuerpos físico y
Vital. Este ovoide se compone de energía de deseo, es lo que nos da nuestra parte
instintiva y esa energía puede ser de baja o de alta vibración. Deseos de venganza o
de dañar a otros es energía de baja vibración en cambio deseos altruistas y
desinteresados de ayudar a otros, al igual que la compasión, constituyen la energía
de alta vibración. La función del cuerpo de deseos es dar la energía necesaria al
cuerpo Vital para que éste a su vez imprima la energía que da movimiento al cuerpo
físico. Es por eso que el Deseo es tan importante porque cuando deseamos algo
verdaderamente, ese es el impulso que se traduce en energía en el cuerpo Vital y ésta
a su vez pasa a ser movimiento en el cuerpo físico.
El cuerpo de Deseos muestra diferentes colores, dependiendo de la vibración que
predomine en él. Algunos clarividentes avanzados describen este cuerpo como
vórtices que se despliegan formando un ovoide. Se dice que cuando experimentamos
sentimientos de miedo, esto hace que nuestro cuerpo de Deseos abra sus ‘paredes’,
dando entrada a energías de baja vibración que terminan por debilitarlo y es cuando
experimentamos pánico y la incapacidad de movernos porque hemos bloqueado el
deseo de hacer cosas y de actuar en el mundo.
Por último, tenemos el cuerpo Mental. Este es de naturaleza aún más sutil que los
tres anteriores y es el encargado de nuestros pensamientos abstractos, concretos y de
nuestra imaginación. Este cuerpo es otro ovoide alrededor de los otros tres cuerpos.
La función del cuerpo Mental es captar las verdades universales que le son
transmitidas de planos superiores e integrarlas con el entendimiento racional,
traduciéndolas en situaciones concretas y proporcionando una interpretación de cada
situación en consonancia con las leyes universales.
Los conocimientos que nos llegan del plano espiritual de nuestro ser se
manifiestan como intuiciones; podemos recibir imágenes o vibraciones que después
transformamos en pensamientos concretos y nos permiten mirar al interior de la
auténtica naturaleza de las cosas, al contrario del entendimiento lineal que parte de
la concepción racional del cerebro físico.
La unión de estos tres cuerpos es lo que comúnmente llamamos aura o alma.
He podido ver el aura de muchas personas de forma muy sutil; he observado
diferentes colores y en algunos casos sombras como en forma de nebulosa que
parecen suspendidas muy cerca a la zona del corazón y de otros órganos como signos
de bloqueo energético.He trabajado el desbloqueo de estas energías a través de las
terapias de sanación con Reiki.
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Seguramente has experimentado esto que llamamos aura. Aunque no la hayas visto,
has estado junto a alguien que posee tal energía de armonía y paz que emana esto a su
alrededor y te has sentido envuelto por esta energía de paz y tranquilidad. En ese
momento has logrado sentir estos cuerpos y su energía que trascienden más allá de sí
mismos.
Estos cuerpos son los vehículos que hemos construido a través de nuestra
evolución espiritual y este último cuerpo, el mental, siendo el más joven de todos, es
él que nos hace justamente humanos, lo que nos diferencia de las otras especies de la
naturaleza porque nos da la capacidad de crear conscientemente; es lo que nos hace
individuos con un libre albedrío. A través de este vehículo nos han entregado las
riendas de nuestra vida, lo que los animales aún no poseen.
¿Entonces de qué nos sirve conocer todos estos cuerpos? Nos sirve para
comprender cómo funcionamos en el mundo y al incorporarlos en nuestra
consciencia podemos obtener mejores resultados en nuestro proceso de creación.
Estos cuerpos que nos conforman funcionan a través de la misma ley de
correspondencia que funciona la empatía. Cada cuerpo hace parte de una cadena de
conexiones correspondientes. El cuerpo Mental concibe la idea; esta pasa al cuerpo
de Deseos donde toma fuerza, luego pasa al cuerpo Vital donde se carga de energía
que va tomando forma y por último se imprime en el cuerpo físico como acción y
movimiento.
Una vez en el cuerpo físico, lo experimentamos como una emoción; esta emoción
va al cerebro y del cerebro a las células. Una vez en nuestras células, éstas traducen
esta energía y la extienden en todo nuestro cuerpo, el cuerpo extiende esta energía
hacia la sociedad y ésta al planeta tierra y el planeta tierra hacia el sistema solar y
éste a su vez la extiende hacia el universo.
Pero ahí no termina este fascinante proceso. Somos el microcosmos del
macrocosmos; contenemos y nos contienen; damos y recibimos. El ser humano recibe
energía de dos fuentes, de la tierra y del universo. El universo trasforma esta energía
y la envía de regreso hacia nosotros en forma de oxigeno y así comienza el viaje de
esta energía hacia su fuente original, pasando de regreso por nuestra sangre; de la
sangre al cuerpo Vital, del Vital al de Deseos, después al Mental y del Mental hacia
nuestro ser supremo. Es un continuo fluir. Es como la respiración humana, pero
trasladada a la escala del universo.
El universo entero funciona a través de una ley de correspondencia.
No puedo evitar emocionarme al punto de encharcar mis ojos cuando hablo de
esto; me genera una sensación profunda de recogimiento al narrar este fluir de la
vida que es tan mágico y que pasa desapercibido ante nuestros ojos. Comprender
esta correspondencia abrirá nuestra consciencia positivamente.
También debo mencionar los siete chakras o centros de energía que se encuentran
a lo largo de nuestra columna vertebral y que son los encargados de conectar nuestro
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cuerpo físico con nuestros otros cuerpos espirituales. Cada uno de estos siete
chakras tiene un color característico que varía en brillo e intensidad de acuerdo con
el equilibrio que posea. Cada chakra está relacionado con el área del cuerpo u
órganos en los cuales se encuentra ubicado. Una enfermedad del corazón, por
ejemplo, está relacionada con el desequilibrio del chakra del corazón.
Hablar de nuestros cuerpos y de los chakras es un tema bastante extenso que no
ahondaremos en este momento, pero el traer a nuestra consciencia la existencia de
estos cuerpos, centros energéticos y su interrelación, es de suma importancia para
trabajar el poder del pensamiento porque vemos que éste no trabaja por sí solo; se
apoya en los otros vehículos para poder manifestar en la materia.
Es por esta razón que las afirmaciones por sí solas trabajan sólo una parte de
nuestro proceso creativo. La segunda parte le corresponde a la emoción y la tercera
parte a la imaginación. A esto le podemos llamar la trinidad del pensamiento
creativo. En el aspecto teológico de la trinidad (el Padre representa la intención y el
poder de la palabra; el hijo representa el amor, el sentimiento, la emoción que se le
imprimen a las palabras y el Espíritu Santo representa la concepción en nuestra
imaginación). La trinidad del pensamiento creativo también refleja los tres aspectos
de Dios: voluntad, sabiduría y actividad. La voluntad es el poder de nuestro espíritu;
la sabiduría verdadera viene del corazón que se manifiesta con la emoción y la
actividad que comienza con la imaginación.
De aquí nacen los tres aspectos de la técnica de la Empatía Cuántica que son la
repetición o la palabra, la visualización o la imaginación y el sentimiento o la
emoción. Creamos con la unión de estos tres aspectos porque manifiestan los tres
cuerpos sutiles en el físico, representando así los tres aspectos del creador.
Cuando decimos que las palabras son creadoras, lo son literalmente porque vienen
del aspecto femenino o masculino del espíritu que ha ascendido para formar el
aparato fonador humano. Por eso las afirmaciones llevan mayor fuerza diciéndolas
en voz alta que mentalmente.
Las palabras son nombres que se le han asignado a las cosas, a las emociones o
situaciones, al igual que a nosotros se nos asignó un nombre. En ambos casos
funcionan de la misma manera. Cuando decimos salud, estamos llamando la salud y
ella responde; cuando decimos amor, perdón, el amor y el perdón responden.
Llamamos a las cosas por su nombre y éstas cosas responden por su nombre.
Podrás decir que estas son sólo cosas abstractas, emociones que no pueden
responder a un llamado. Pero el hecho de que no las podamos ver con nuestra visión
física, no quiere decir que no existan. No podemos ver las emociones, pero las
podemos sentir a veces con tal intensidad que hasta nos agobian, ¿cómo puede
agobiarte algo que no existe? Lo cierto es que las emociones son energía, como lo
somos nosotros y todo lo que nos rodea.
La escritura de las palabras, por otro lado, imprime aún más fuerza a las
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afirmaciones. La escritura es la impresión simbólica de lo que decimos y al
imprimirse deja un recuerdo energético que sigue vibrando en el papel. Podríamos
decir que nuestro inconsciente es el papel de nuestra mente en donde se escriben
nuestras memorias. De la misma forma cuando escribimos las afirmaciones en un
papel estamos plasmando una impresión de lo que queremos que alcance una energía
aún más física de manifestación en el plano físico porque ya no sólo la estamos
pensando sino que además la estamos viendo.
La escritura fue creada justamente como medio de comunicación, para trasmitir
mensajes a distancia y para dejar un precedente una memoria de lo que se pensaba y
se comunicaba. Después aparecieron los contratos escritos, donde se deja plasmado
un compromiso y donde el hecho de estar escrito representa la prueba de aceptación
de lo que ahí se escribe.
Escribiendo afirmaciones positivas de lo que quieres ser o alcanzar, como por
ejemplo: Yo soy salud, yo soy felicidad y prosperidad, no sólo le brindará mayor
poder creativo a tus intenciones, sino que te ayudarán a ser más preciso en lo que
quieres pedir al universo. Llévalas contigo a todos lados para repetirlas durante el
día y mantén una en tu mesa de noche para realizar tus ejercicios en la mañana y en
la noche.
Experimentos del científico japonés Masaru Emoto con las moléculas de agua
corroboran el fuerte contenido energético y la influencia de las palabras en nuestra
vida. Con un microscopio electrónico y una diminuta cámara, el científico fotografió
las moléculas en dos contenedores de agua mientras los llevaba a punto de
congelación. Él había colocado palabras como “Amor” o “Te odio”, en pequeñas
etiquetas que pego a cada uno de esos contenedores, encontrando que en uno el amor
provocaba formas moleculares bellas, mientras que en el otro, el odio, generaba
caos. Luego puso música metálica y música clásica,mostrando el mismo patrón de
comportamiento en las moléculas de agua; en una se veía el caos y en la otra armonía
respectivamente.
Imaginen lo que este experimento puede hacer a nuestro cuerpo si el 80 % de
nuestro cuerpo está compuesto de agua. Lo que escuchamos trae una vibración y nos
determina. La importancia de esto no sólo en nuestras vidas sino en nuestro proceso
creativo radica en que debemos rodearnos de la mejor calidad de energía para
nutrirnos de esa energía y usarla en la consecución de nuestros sueños.
Es importante para mí mencionar que todos estos experimentos de los que hablo
son la perspectiva científica de fenómenos que han sido explicados ampliamente en
la antigüedad por otras corrientes espirituales, a través de la visión clarividente de
seres iluminados o iniciados que han leído todo esto en la memoria de la naturaleza y
que afirman que tenemos la capacidad de comprobarlos por nosotros mismos cuando
alcancemos niveles de consciencia más elevados que nos permitan trascender
nuestra visión física del universo.
Volviendo a la trinidad creativa, podemos observar que hay quienes sin conocer
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estos aspectos de la trinidad del pensamiento creativo (la palabra, la emoción y la
visualización) logran cambiar su realidad. Estas personas seguramente han
desarrollado estos tres aspectos de manera intuitiva, poniendo emoción en sus
oraciones y afirmaciones he imaginando los escenarios sin saberlo conscientemente.
Recordemos que las imágenes que nos rodean, la música que escuchamos, todo
nuestro alrededor está cargado de mensajes, afirmaciones y energía que a través de
la repetición terminan influenciando nuestra realidad. Por eso debemos hacer uso de
nuestra consciencia para ayudarnos con todas las herramientas a nuestro alcance.
Escuchar música relajante, de la nueva era o música clásica, eleva nuestro patrón
vibratorio y con esto podemos conectar más fácil con energías superiores, escuchar
el mensaje de nuestros guías y volvernos más intuitivos dando un salto cuántico hacia
la realidad que deseamos manifestar.
La mejor manera de trasformar nuestra realidad es comprender cómo funciona y
cuáles son las leyes que la determinan, para así crear la realidad que queremos
conscientemente.
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Capítulo V
Espejos Emocionales 
LAS EMOCIONES TAMBIÉN CONSTITUYEN RESPUESTAS empáticas. Las
emociones responden empáticamente a los pensamientos. Cuando pensamos algo
positivo existe una reacción empática de una emoción también positiva que es la que
terminas conectando y experimentando.
Sin embargo, existe una falsa creencia con la cual todos hemos crecido. Se nos ha
enseñado que cuando experimentamos una emoción simplemente esa emoción ha
llegado a nosotros. Se nos ha enseñado que la emoción está asociada a las
situaciones que vivimos. Pero no se nos ha explicado que nosotros somos los que
escogemos esa emoción. Se nos ha enseñado a identificar el tipo de emoción y a
nombrarla, pero no sabemos cómo generar emociones conscientemente, porque se
tiene la creencia de que las emociones no se pueden crear, solamente sentir y esto es
un error.
Esto nos ha llevado a responder a nuestras experiencias de manera inconsciente;
las emociones que sentimos no son más que recuerdos de otras experiencias
similares y ya no tenemos emociones nuevas y originales, sino memorias de esas
emociones.
Esta concepción sobre las emociones nos limita a ser tan sólo lectores de la
realidad y no los creadores de ella.
Las nuevas explicaciones de la neurología apoyan los planteamientos de la
psicología respecto a la importancia de nuestra primera experiencia con las cosas y
con las personas y como esta primera experiencia nos determina.
Pero ¿en qué radica la importancia de la primera experiencia? En realidad la
importancia no solo radica en el hecho de ser la primera experiencia sino también en
la intensidad de ésta. Nuestras primeras experiencias son importantes porque
construyen la base de las asociaciones que vendrán con nuestras experiencias
futuras, representan el primer contacto con el mundo y ese primer contacto deja una
impresión, por eso me gusta la frase que dice que no hay una segunda oportunidad
para dar una primera impresión. Si has crecido en una familia castigadora, donde
solucionaban todo a los gritos, por ejemplo, siempre vas a tender a sentirte
regañado, gritado y castigado por todo y por todos porque esa conexión neuronal
está establecida y ha sido construida por reacción, no por creación, pues siendo un
niño no sabías cómo crear deliberadamente. Ahora puedes hacerlo, puedes crear
nuevas impresiones y conexiones y esto te permitirá ser diferente. Nuevas y mejores
conexiones pueden ser construidas deliberadamente con nuestra intención.
El cerebro está acostumbrado a trabajar desde la reacción y no desde la creación.
Es decir que reaccionamos ante los estímulos de nuestro entorno a través de la
percepción de nuestros sentidos y según lo que vamos experimentando, así mismo
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vamos reaccionando, sin tener control de los estímulos, solo de nuestra reacción.
Con la técnica de la empatía cuántica utilizamos el otro aspecto del cerebro que es
su poder creativo, aplicando estímulos internos (la visualización creativa), los
cuales generan los mismos resultados que los externos (porque la mente no
diferencia entre lo que ve y lo que imagina) con la diferencia de que los estímulos
internos pueden ser planeados y controlados estratégicamente para alcanzar el
resultado que esperamos.
En realidad experimentamos las emociones que escogemos experimentar. Muchos
podrán decir, bueno nadie escoge la tristeza o la rabia por sí mismo, pero por
absurdo que parezca también escogemos las emociones negativas. Esto ocurre
porque hemos memorizado asociaciones entre lo que vivimos y las emociones. Estas
asociaciones han sido aprendidas e incorporadas en nuestro esquema emocional y
mental y ante cada situación escogemos la emoción correspondiente, como ponernos
tristes, por ejemplo, cuando alguien se va o el enojarnos cuando perdemos algo.
La realidad es que somos generadores de emociones y no simples receptores de
ellas.
Digamos que alguien te hace un regalo, tú tienes dos opciones; puedes recibirlo
con gratitud y ponerte feliz o puedes sentirte ofendido porque te parece muy poco.
Las dos emociones son posibles, tú eres el que escoge cómo quieres experimentar
esa energía. Lo que nos hace escoger una emoción y no otra es la proyección de
nuestras expectativas; son nuestras creencias más arraigadas y nuestras asociaciones
las que determinan que emoción experimentaremos. El vaso puede estar medio vacío
o medio lleno, todo depende de cómo decidas verlo. De aquí viene la importancia de
conocernos y sanar, para comenzar el proceso de creación libre de interferencias,
con claridad mental para poder crear una nueva realidad.
El asumir una actitud positiva no es suficiente, lo digo por mi propia experiencia.
De hecho esta es la razón por la que la mayoría de las personas abandonan la tarea
de crear el mundo que desean y terminan resignándose con lo que tienen, porque no
saben cómo crear las emociones por ellos mismos; sólo reconocen la vieja
asociación y no saben que pueden cambiar esa asociación aprendiendo una nueva,
como lo hicieron la primera vez.
De hoy en adelante puedes elegir generar tus emociones de manera consciente.
Puedes crear esta realidad tomando consciencia de esto y apoyándote con la
siguiente afirmación:
De hoy en adelante generaré mis emociones de manera consciente.
Escogeré emociones positivas como mi experiencia de vida.
(Repítelo, visualízalo y siéntelo).
Si te cuesta trabajo sentir la emoción positiva, al principio puedes evocar un
recuerdo, buscar actividades, personas, imágenes o películas donde puedas conectar
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con ese sentimiento, cosas que te generen esa sensación de ser aceptado, de ser
amado y avívalas al máximo en tu interior al tiempo que visualizas y repites las
afirmaciones.
Cuando experimentamos una emoción hay un órgano de nuestro cuerpo llamado
hipotálamo que fabrica respuestasquímicas a partir de estas emociones que
experimentamos. La vieja creencia de que el cerebro era el que mandaba la señal al
corazón está revaluada. Al nivel físico, primero sentimos y luego pensamos.
El corazón manda la señal al cerebro y una vez en el cerebro, el hipotálamo
reacciona generando neurohormonas (neuropéptidos), substancias que son liberadas
a través de la glándula pituitaria hasta la sangre. Una vez en la sangre se conecta con
las células que tienen esos receptores en su exterior. Lo curioso es cada una de estas
células se encuentran esperando recibir estas neurohormonas de tristeza, alegría,
pesimismo, positivismo, etc. Tiene miles de receptores rodeando su superficie, como
abriéndose a esas experiencias emocionales.
Imagina una célula con los receptores abiertos para recibir lo que nosotros
mismos enviamos, química de amor, de desamor, de odio, etc. Las células trabajan
para nosotros; el conjunto de ellas conforma tejidos y órganos y funcionan con la
química que nosotros mismos fabricamos. Por consiguiente nuestro cuerpo y nuestra
salud es el resultado de lo que sentimos y lo que pensamos. Pero si fabricamos la
enfermedad, también podemos fabricar la cura.
Una profesora de la universidad de medicina de Georgetown Candance Pert,
poseedora de patentes sobre péptidos modificados o neurohormonas explica este
fenómeno de la siguiente forma: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia.
Una entrada de un neuropéptido (neurohormona) en una célula equivale a una
descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.
Esta explicación nos confirma que reproducimos a escalas microscópicas lo que
sucede en el macrocosmos. Nos reflejamos hacia adentro y hacia afuera. Reflejamos
en nuestras células nuestros pensamientos y emociones y reflejamos en el planeta
tierra nuestros pensamientos y emociones.
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Capítulo VI
La Ley de Correspondencia 
NO HAY DUDA DE QUE somos parte de una unidad perfectamente sistematizada
que trabaja a través de una ley de correspondencia; nos reflejamos en otros y otros
se reflejan en nosotros. Es como si ubicáramos dos espejos uno frente al otro, lo que
veríamos sería un reflejo y multiplicación infinita del uno en el otro; por eso digo
que somos el microcosmos del macrocosmos porque así como las células hacen
parte de nosotros, nosotros somos las células del universo. A esto le llamo
correspondencia.
Nuestras células conforman tejidos, esos tejidos órganos, esos órganos sistemas
(sistema circulatorio, sistema nervioso, etc.) y esos sistemas nuestro cuerpo; nuestro
cuerpo y espíritu conforman nuestro ser, nuestro ser es parte de una familia, nuestra
familia parte de una sociedad; esa sociedad hace parte de una región, esa región
parte de un planeta y este planeta a su vez hace parte de un sistema solar y este
sistema solar es parte del universo, en el que como seres humanos tenemos un
objetivo y una misión.
Si analizamos la organización del átomo (el microcosmos) nos daremos cuenta
que se asemeja extraordinariamente a la del universo (el macrocosmos), unos
electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones).
Por eso decimos que somos el microcosmos del macrocosmos y en nuestro nivel de
organización humana somos interdependientes unos de otros; estamos llamados a
desarrollar determinados talentos y objetivos para poder funcionar como sociedad.
Unos somos escritores, otros doctores, cantantes, mensajeros, carpinteros, etc. Nos
complementamos unos a otros, en un acto de correspondencia que responde a un
fenómeno de empatía no sólo entre humanos sino también entre especies y entre
energías. La tierra nos brinda los elementos que permiten nuestra existencia y
nosotros a su vez generamos gas carbónico para las plantas; esto nos hace parte de
un sistema natural y varios sistemas naturales hacen parte de un planeta que
llamamos Tierra.
Me baso en esta perspectiva cuántica para afirmar que somos reflejos de nuestro
entorno así como nuestro entorno es un reflejo de nosotros porque contenemos y nos
contiene. Somos parte de una correspondencia. Somos producto de la empatía entre
dos energías. Sucede todo al mismo tiempo. Por eso el budismo habla de que los
objetos que vemos no son reales tal como los vemos porque los vemos separados de
nosotros y no lo están; estamos unidos a todo y a todos y todo esta unido a nosotros;
no necesitamos sujetar la mano de otro para estar unidos a él o ella porque existen
redes energéticas, de material tan sutil que no podemos percibir físicamente, pero
que nos conectan con todo lo que nos rodea, aún después de los confines de nuestra
piel. Somos parte de un todo, de una unidad sistemática inteligente que interactúa de
manera empática a través de una ley de correspondencia.
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Nuestro cerebro tiene la función de generar substancias a partir de nuestras
emociones y nuestras células tienen la función de responder como receptoras
habituándose a “recibir” cada uno de los químicos de esas emociones: química de
alegría, tristeza, ansiedad, ira, generosidad, pesimismo, cualquiera que sea, nuestras
células se habitúan a determinadas emociones y crean hábitos de pensamiento.
Esto nos llevaría a decir que vivimos en el pasado recreando las mismas
experiencias una y otra vez. Literalmente lo hacemos, desde el ámbito físico hasta el
plano espiritual. Nuestro cerebro está recreándose continuamente, repasando las
mismas conexiones una y otra vez.
Cada nuevo pensamiento crea una nueva conexión y estas conexiones neuronales
se van expandiendo hacia nuestras células y se refuerzan a través de la repetición.
Así es como realizamos asociaciones automáticas espontáneas entre lo que vemos y
lo que sentimos, porque esa correlación ha sido grabada en la memoria celular a tal
punto que se vuelve automática. Incluso cuando aprendemos algo como manejar un
auto, una vez que lo incorporamos en nuestra memoria, lo hacemos automáticamente
y pareciera que ni lo pensáramos, simplemente lo hacemos. En realidad sí lo
pensamos pero ese pensamiento conoce la ruta y la recorre en milésimas de segundo
que parece que el pensamiento se suprimiera y se produjera sólo la acción.
Cuando tenemos una experiencia negativa como ser engañado, por ejemplo, hace
que cada que vez que nos relacionemos con alguien asociemos el amor con engaño y
si no interrumpimos esa conexión, seguirá afianzándose en la memoria celular hasta
convertirse en nuestro historia de vida. Pero si re-significamos esa experiencia
podemos crear una nueva asociación positiva acerca del amor de tal forma que
cuando nos relacionemos nuestras expectativas sean positivas al igual que nuestra
experiencia.
Interrumpir esas conexiones quiere decir desaprender y reaprender nuevas formas
de vivir las emociones. Esto es lo que en la actualidad se conoce como
reprogramación. Este ejercicio de reprogramación consiste en tomar conciencia del
patrón de pensamientos predominante que queremos cambiar, desaprenderlo y
aprender uno nuevo.
Al igual que la memoria celular, tenemos memoria humana y esas memorias deben
ser reprogramadas. Somos en menor escala la representación del universo.
Contenemos al universo y el universo nos contiene a nosotros.
Nos encontramos en una era del cambio de un despertar de consciencia a todos los
niveles del universo. Lo que en astrología se llama la era de Acuario y que trae
según los astrólogos, una energía de cambio, de transformación y de despertar
espiritual.
Así como nosotros enviamos mensajes a nuestras células, en nuestro proceso de
cambio con nuestros pensamientos y emociones, el universo y nuestros guías también
están generando cambios; existe una inteligencia divina que está enviando mensajes
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de unidad, de amor y de compasión a nivel mundial; está generando pensamientos de
solidaridad y sentimientos de compasión, a través de las crisis ecológica mundial y
las guerras porque quiere cambiar la programación de destrucción actual. Esta
energía envía mensajes para que nosotros como células de su cuerpo la recibamos y
nos habituemosa ella, trabajando cada uno como parte de una familia (tejido), de
una sociedad (órgano) desde nuestras actividades diarias, acogiendo esa nueva
química, esa nueva energía de amor y de unidad.
Una prueba de esto son las imágenes de la medición de la vibración del planeta
tierra antes y después del evento del 9/11. Un experimento llamado (GCP) (Proyecto
de Concientización Global) que se venía desarrollando antes de este acontecimiento
con el uso de “Random Event Generators” (Generadores de Eventos Aleatorios), que
son mini computadoras que producen secuencias aleatorias de unos y ceros, que en
palabras simples podemos decir que miden la vibración. El experimento consistía en
ubicar estos medidores energéticos en diferentes lugares a lo largo y ancho del
planeta tierra para medir su vibración cuando grandes grupos humanos realizaban
actividades de unión y fraternidad. Estando estos lectores conectados y sin ser ese el
propósito del experimento lo que observaron fue que el día del ataque a las Torres
Gemelas la energía disminuyó a niveles muy bajos, especialmente mientras los
aviones impactaban las Torres; sin embargo, también pudieron observar que estos
niveles aumentaron drásticamente los días siguientes a este evento, demostrando así
que las expresiones de solidaridad y de hermandad que, sin importar la cultura o
religión, se desplegaron alrededor de todo el mundo reflejaban un aumento
significativo en la vibración de la Tierra.
Esto es una prueba más de la existencia de una correspondencia entre nosotros y
nuestro entorno; es una prueba más de que no estamos separados y de que existe la
posibilidad de crear a través de la empatía, porque esta ocurra espontáneamente,
pero también podemos inducirla y esto constituye los dos tipos de empatía cuántica
que desarrollaré más adelante: la empatía espontánea y la empatía progresiva.
¿Cómo podemos entonces responder a este llamado del universo y alinearnos con
esta energía?
Como lo mencioné al comienzo del libro todos los caminos nos llevarán al mismo
lugar; la diferencia está en el tiempo que nos tome llegar. Está en nosotros escoger si
queremos ir a pie, en auto o en avión. Todos terminaremos por aprender la lección,
algún día nos graduaremos en la escuela de la vida, pero tenemos la opción de vivir
como co-creadores o como seguidores.
La empatía ocurre en positivo y en negativo, funciona espontáneamente por una ley
de correspondencia, estés consciente de ella o no. Esto quiere decir que cada vez
que dices “no quiero sentirme triste”, evocas el sentimiento e imágenes de tristeza y
el cerebro responde con la química de la tristeza. Te sentirás aún más triste y
conectarás con cosas que te pondrán más y más triste. De la misma forma ocurre con
nuestro entorno, cuando dices: “No hay trabajo para mí, la situación está muy
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difícil”, evocas esa sensación de estar desempleado y pasando dificultades y el
cerebro del universo responde, reflejando la energía de dificultad y desempleo a tú
alrededor y tú, como célula del universo, recibirás cada vez más dificultades y
seguirás desempleado.
Somos energía vibrando a una determinada frecuencia y de acuerdo con la
frecuencia en que vibremos será nuestra experiencia. Todo aquello en lo que
pensamos, todo aquello de lo que hablamos y también lo que criticamos, tiene una
frecuencia positiva o negativa, y al centrar nuestra atención en aquello que queremos,
comenzamos a vibrar en su frecuencia, conectamos con la energía de las cosas.
Cuando algo te es indiferente, muere por inanición, pero todo aquello a lo que
dediques tu atención irá creciendo y encontrando el camino hacia tí. Es así de
simple, lo semejante atrae lo semejante porque es el instinto natural de la existencia.
Cuando centras tu atención en una planta, por ejemplo, la cuidas, la riegas, le hablas,
la planta crece y hasta dá frutos. Pero si te olvidas de ella, morirá con el paso de los
días.
La ley de la atracción de Abraham es una ley que dice que atraemos a nosotros
todo aquello en la que centramos nuestra atención.
Les contaré mi experiencia aplicando la ley de la atracción que constituiría más
adelante el descubrimiento del primer principio de la técnica de la Empatía
Cuántica.
Cuando escuché sobre la ley de la atracción, compré los audios y comencé a
escucharlos y a ponerlos en práctica. En aquel entonces estaba rondando por mi
mente la idea de abrir un café. Esa idea había surgido después de hablar con un
amigo sobre la posibilidad de abrir un negocio. Yo estaba trabajando en un
periódico y me iba bastante bien; había ahorrado por tres años con la idea de abrir
un centro de terapias alternativas de sanación. Este amigo muy exitoso
económicamente me aconsejó que mejor me inclinara por otro tipo de negocio que se
ajustara más a la economía que vivíamos, porque el centro de terapias alternativas
no lo consideraba un buen negocio. A partir de esa conversación y pensando que
debía dejarme guiar por un experto, decidí que un café sería lo que abriría y que el
café me daría el dinero necesario para más tarde abrir el centro de terapias
alternativas que tanto quería.
Me enfoqué en cuerpo y alma a buscar el lugar ideal; estudié el mercado del café
hasta volverme una experta. Los precios de los locales comerciales eran bastante
costosos y pedían como requisito experiencia y estabilidad económica para poder
rentar cualquier lugar y yo no tenía ni lo uno ni lo otro. Pero tenía la ley de la
atracción y la apliqué.
Comencé la búsqueda por todos lados, en todas las zonas de la ciudad; apliqué a
un lugar y no aceptaron mi aplicación; luego encontré otro e hice una cita, no llevaba
nada preparado; ese día fue algo accidental, estaba en la zona y cuando vi el aviso
de ‘Se renta’ llamé. La persona que contestó me dijo que podía mostrarlo ya si
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quería. Llegué al lugar y me mostraron el local; era el espacio perfecto y la zona
cumplía con los requisitos de lo que buscaba. Entonces pregunté qué necesito hacer
si quiero rentarlo y la señora que mostraba el local me llevó inmediatamente con uno
de los jefes.
Era un negocio familiar y uno de los dueños se encontraba esperándome, me hizo
pasar y me dijo: Entonces ¿está usted interesada en el local? Sí, respondí y él
preguntó ¿Qué negocio piensa poner? Un café, respondí, y le expliqué el concepto
que había desarrollado. Terminando mi explicación le pregunté: ¿Cuáles son los
requisitos para rentar? Su respuesta me dejó perpleja. Él contestó muy serio,
diciendo: “Nada, usted dice que quiere poner un café y que tiene el dinero para
hacerlo y nosotros le creemos”. Yo estuve tentada a mirar hacia las esquinas de la
habitación para ver dónde estaba la cámara escondida, me parecía inverosímil. Pero
era real. Él me dijo “Llena esta forma con tus datos y puedes hacer una cita para
ultimar detalles”. La mayoría de los lugares pedían dos y hasta tres meses de
depósito para tomar el local. Entonces hice la pregunta y él me contestó: “Solo
pedimos un mes, pero si usted no tiene todo eso podemos hacerlo con la mitad.
Entonces comencé a pensar, esto no puede ser tan bueno y comencé a averiguar hacía
cuánto habían desocupado el local, porque a lo mejor estaban desesperados por
rentarlo. El local había sido desocupado hacia sólo un mes y el anterior arrendatario
tenía una tienda de bicicletas, pero el negocio había crecido tanto que había tenido
que mudarse seis bloques más abajo en la misma calle, a un local más grande.
Saliendo de aquella cita fui a cerciorarme de que lo que el señor me había dicho era
cierto y efectivamente lo fue; el anterior arrendatario había movido su almacén de
bicicletas por las razones que ya me habían dicho.
Estaba emocionada y asustada al mismo tiempo, todo estaba a mi favor y después
de muchos preparativos y planes me rentaron el local y me dieron tres meses gratis
para hacer modificaciones y preparar la apertura. Finalmente logré materializar
aquello que tanto pensé y planeé. Renuncié al periódico para dedicarme al café.
Tenía tanta seguridad de que el café funcionaría que un día una amigame preguntó y
¿qué harás si no funciona? Y yo, sin la más mínima duda en mi mente o en mi
corazón, le contesté: Es un hecho, va a funcionar. No pienso en ese escenario porque
esto funcionará.
Hice todo lo que se debía hacer, publicidad en varios medios, servicio al cliente,
calidad en el producto, precios muy razonables, planeación y un colchón de 10
meses; todos mis ahorros para sostener el proyecto hasta que volara por sí solo.
El café fue tomando fuerza y a la gente le encantaba el producto; el diario más
importante de la ciudad, el Times Union sacó un artículo sobre uno de mis platos. Y
a la semana siguiente el café estaba lleno de lectores que querían probarlo.
Sin embargo, después de siete meses y aunque el café tenia entradas regulares,
todavía tenía que poner dinero de mi bolsillo para cubrir los gastos. Mis ahorros se
empezaron a agotar. Pero cuando la gente preguntaba cómo iba todo, yo les decía que
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excelente, que estaba mejorando cada día más; puse una foto del café, completamente
lleno de clientes y la puse en un lugar de tal manera que la veía todos los días, pero
al cabo de los meses comencé a sentirme cansada, las jornadas eran largas y
extenuantes; no tenía descanso, adelgacé más de lo que hubiese querido y la
economía estaba en su peor momento. Recibí ayudas de todos lados y formas, el
dueño del local redujo la renta a la mitad para que yo pudiera quedarme. Saqué
especiales, ofrecí domicilios, repartí volantes, traje música en vivo y hasta repartía
ejemplos del café y comida en la calle y gustaban; sólo me faltó pararme de cabeza y
al final tuve que cerrar el café.
Terminé sin dinero, con una terrible desilusión. Pero sobre todo con una pregunta
agobiante ¿Por qué no había funcionado? La economía no era suficiente razón para
mí porque sé que eso es sólo una excusa; no hay nada imposible para el universo, no
importan las circunstancias. ¿Qué había hecho mal? Antes de cerrar, un experto en
este tipo de negocios vino a visitar el café y a darme su opinión. Después de pasar
casi todo el día observando y comiendo los productos que vendía, me dijo: “El
concepto es muy bueno, a la gente le gusta, los precios son los correctos, el local y la
zona están bien, pero lo mejor es que cierres, la economía está muy mal, es mejor
que no te endeudes, no sé, tal vez este tipo de comida no es para esta zona”. Él
tampoco le encontraba una explicación muy lógica al porqué no estaba funcionando y
terminó adjudicándolo a la economía.
Así como todo se me había facilitado al comienzo lo fue al final; tenía un año más
de contrato, que debía pagar según los términos legales, pero el dueño del local, a
quien continúo agradeciendo, me dijo que me olvidara de eso. Vendí los equipos en
menos de dos semanas y quedé sin deudas.
Fue una gran experiencia, aprendí muchísimo, logré traer a la realidad algo que
imaginé, tuve el coraje de perseguir y lograr materializar un pensamiento en menos
de un año. Pero ¿por qué no había funcionado?
Me encontraba sin rumbo, triste y con un gran sin sabor. Había apostado toda mi
energía en ese proyecto, había hecho todo lo que se suponía debía hacer, apliqué la
ley de la atracción y no había funcionado. ¿Por qué? La respuesta a esta pregunta la
vine a descubrir sólo hasta hace poco.
Cuando centras tu atención en algo que quieres, decretándolo, poniendo tu
intención, deseo, emoción y tu imaginación en ello lo puedes conseguir, siempre y
cuando no existan interferencias del inconsciente y ésta es la parte que nadie explica
de la ley de la atracción. Aunque logré abrir el café tal como lo visualicé, conseguí
cosas que otros consideraban imposibles y convertí ese pensamiento en una realidad
material, hubo dos cosas que pasaron desapercibidas para mí en ese momento, pero
que se constituirían en la base de la técnica de la Empatía Cuántica que desarrollaría
más adelante.
Lo primero que paso desapercibido para mí fue que el café no era mi deseo
último, era el camino hacia algo más; es decir, yo había utilizado la ley de la
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atracción para construir el COMO, cuando el COMO, debe ser del dominio del
universo; el universo sabe cuál es el mejor camino y el más conveniente hacia tu
objetivo final y cuando tratamos de decirle al universo cómo llegaremos a eso,
estamos entorpeciendo nuestra creación, especialmente porque los COMOS que
escogemos generalmente están determinados por nuestra mente inconsciente.
Mi verdadero deseo era ser sanadora, dar conferencias, escribir libros y abrir mi
centro de terapias alternativas, pero en lugar de visualizar el centro que quería,
decidí visualizar y construir el camino hacia él. El café representaba el cómo, no el
destino final y desde su origen el café, como energía, sabía que iba ser abandonado
por su creadora, pues no era mi objetivo final. La ley de la atracción funcionó a la
perfección; construí un camino y ese camino me llevó a donde estoy ahora, pero el
café como tal no funcionó porque no era el fin.
El segundo aspecto que no contemplé y el cual sembró los primeros pinos de mi
acercamiento hacia la creación de la técnica de la Empatía Cuántica fue el
comprender que la ley de la atracción dice que atraemos a nosotros todo aquello en
lo que pensamos, pero no explica que hay una parte de nuestra mente que es
inconsciente y que nuestros pensamientos inconscientes también tienen la capacidad
de atraer. Logré descubrir que en medio de todos esos pensamientos positivos y toda
esa energía positiva que sentía tan fuerte en mí ser, existía un pensamiento muy
escondido en mi interior del cual no era consciente. Ese pensamiento, aunque muy
escondido, fue lo suficientemente fuerte como para atraer su misma energía.
Logré hacer consciente este pensamiento después de haber jugado un partido de
tenis de mesa. Siempre me han gustado los deportes y el tenis de mesa se ha
convertido en mi práctica preferida. Había asistido a un torneo que organizó la
ciudad, en el cual resulté ganando sólo un partido de cinco. Me sentía una perdedora,
me ofusqué muchísimo conmigo misma; había generado expectativas alrededor de mi
desempeño porque siempre recibía buenos comentarios de otros jugadores y de mi
entrenador, quienes decían que tenía mucho futuro y que había mejorando muchísimo.
Cuando me senté a analizar el porqué me había enojado tanto, comencé a recordar
que había experimentado esa misma sensación de frustración muchas veces en mi
vida, no sólo con eventos deportivos sino en mis estudios en la universidad. Recordé
un semestre que me propuse ganar una beca por desempeño académico y estudié,
esforzándome y concentrándome en alcanzar ese objetivo sin descanso. Al final
conseguí estar entre las mejores, pero no fue suficiente para ganar la beca. En mi
exploración de este sentimiento, fui aún más atrás en la época de la escuela cuando
era niña y recordé que quería izar bandera; izar bandera significaba que tu
desempeño era bueno y me esforcé poniendo todo de mí, pero obtuve el mismo
resultado, no fue suficiente y mis lágrimas comenzaron a brotar sin parar; acababa de
descubrir que en el fondo de mi ser me acompañaba la sensación y el pensamiento de
‘no ser lo suficientemente buena’; esa sensación la reconocía muy bien, la había
experimentado en varios eventos durante mi vida. Siempre me había ido muy bien,
pero no lo suficientemente bien; siempre lograba lo que me proponía, pero no al
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nivel que quería; siempre había algo que faltaba porque el pensamiento de no ser lo
suficientemente buena estaba ahí y yo no era consciente de ello.
Terminé por descubrir que había desarrollado esa creencia a partir cosas que
habían hecho mis padres en mi infancia. Aunque no guardaba ningún rencor por esas
experiencias, los recuerdos y su aprendizaje inconsciente estaban ahí y me había
hecho daño. Así que decidí hacer un proceso de perdón y crear mi nueva
programación. Hoy reconozco que soy lo suficientemente buena para todo lo que me
propongo en la vida.
Entonces descubrí que la ley de la atracción no funciona tan sólo con imaginar y
sentir en el presente lo

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