Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Fundamentación epistemológica, estructura y metodo -- EDITORIAL Mcxico arqmmi E v i ) i COlOmbm D w m l l i c o v m n u i i m lndice de contenido Pi-esentación Prólogo - Introducción P R I M E U PARTE . CRfTICA A LA CONCEPCION CSASICA DE LA CIENCIA Cap. 1. Naturaleza de Ea ciencia 27 Gap. 2. Chis% eri la concepción d&ca de la ciencia 39 Cap. 3. El m M o en la ciencia 49 S E G m A PARTE HACIA UN NUEVO PAL4DTGM.A EN PSICOLO6;fA Cap. 4. Una ~ ~ 6 n humankta dd hombre 65 Cap. 5. Fidelidad a la n a d e z a d a objeto estudiado 83 Cap. 6. - Problemas y fcmm del conmr en picologia . 91 Cap. 7." La estructuia como "datum" fundamental en p o ; . . ~ ~ 101 Cap, 8 . AnáIisis desintepdor . 109 Cap. 9- * Limitaciones de las dcnicas rnatzmhticaa en el &u&o del hombre 117 Cap f O. El probfana del mébodo Cap. 1 1. Búsqueda de una clave metodológica Cap 12, El " ~ o g o " como método Indicc analítico Introducción CONTaETO GENERAL En el nGmero de septiembre-octubre de 1975, b revista The Hu- mnist publicii una dec3aracih -A Statrment by 186 Leading Scien- &r- contra la astrología. La decIaraci6a consta de cuatro paites; la primera, de una p@a de extensibn, es la d&l&aci6n propiamente dicha. Siguen, luego, 186 firmas de astránomos, fisicm, matemáticos e individuos de otras profesiones no especificadas, entre d o s dieciocho premios Nobel. %r iiltimo, hay dos artículos que explican más detalla- damente el "procesa" contra la -logia. Esta declaracihn que, p r la mpetabfiidad de quienes la h a n , pareciera evidenciar la pmici6n inobjetable y deckión definitiva de la ciencia (al estilo del Roma Eocuda cama finita), suscit6, por el con- trario, toda una ola de criticas posteriores. Lo que en estas criticas -se censura a el tono "'religioso" del documento, la debilidad e ignorancia que d e j a n los argumentos y fa manera autoritaria en que se presentan. Efectivamente, muchos se preguntan: ¿para qué son necesarias 186 firmas cuando se poseen fuertes y s6lidos argumentos? Pero lo más grave es que sea literalmente cierto que algunos de estos eminentes cientifi- cm "no saben de qué están hablando". En efecto, ante un represen- tante de la BBC de Londres que quiso entrevistar a algunas de los Premios Nobel, &tos declinaron la solicitud afirmando que 'hunca habían estudiado la astrología y no t d a n idea de sus daalles" (dr. Feyerabend, 1978, pág. 91). Todo esto ba hecho pensar a más de uno en el famoso MdIetar MaleJeccarutn que el Papa Tnocencio VTTT publid en d ano 1484 contra la brujeria. Hay @o paralelismo entre a m h . El Papa hace pre- ceder a t e libro -preparada por los más eminentes estudimm de k 4pcica, de 1- fenbrnenm, etiología, aspectos legales y aspectos tcolbgicos de la brujeh- de una bula, habla con toda la autoridad de su sagrada y máxima kvestidura y, en nombre de Dios, condena y lestigmatiza todos los fenómenos hechiceros y de brujería como provenimta de los demonios. Para los que creían en la autoridad papal, ese pronuncia- miento cstnba respaldado por la autodad divina y era total y ahsolu- tamentt cierto. Ea el caso de los 186 cientificos que se manifestaron mntra la astrologia, tampoco cabe duda alguna -para los que creen en la infa- fibilldad de la ciencia- de que los fenómenos e ideas que propug- na la astrología han quedado definitivamente juzgados p r la ciencia y condenados como absolutamente f a h , Hay, sin embargo, una notable diferencia entre ambos casos. El Papa y sus.asesores conocian lo que ataban tratando, pues eran Ias per- sonas que más sabían acerca de esos fm6menos. Por ello, descnien, examinan y rebaten con argmentos cada uno de los fmómenos, Esos autores conocen la materia, hacen una concreta qosic ión de los ar- gumentos de sus opitores y arguyen en contra de eIIm con base en el mejor conocimiento disponible de la 6poca. Esto no parece ser así -por confesión propia- en d caso de los cimtEbicm. Por lo que se refiere a la brujda, hubo que esperar varios siglos para que los hechos condenada fueran mejor conocidm y revaloriza- dos, gracias a los estudia de Mcsmer y otrcis investigadores de los fmó- menos hijmdiicos. Sin embarga, muchos de 10s mEdicos que prestnciaroia las primeras ope&iones bajo hipnosis se negaron a creer que fueran indoloras. La astrología, en cambio, que ha sido cultivada por inás de tres m3 años y representa la cadena hist6rica m& larga de gmeraIiza- &mes empiricas, no va a necesitar esperar tanto tiempo ,para que la misma ciencia que la condenó confirme muchos de, sus aaertm. De hecho, parece ser que, según algunos atudioms (J, H. Ntlson y L. Watmn), los conceptos modernos de astronomía y fíica eapacial incluyen extensos 6cplasmas" planctarios, a& como una atmbsfcra solar que se -tiende en el espacio mucho mas allá de la Tierra. Los plasmas intet-actiian con el Sol y entre si. Esta interacción lleva a una dcpcn- dencia de la actividad solar respecto de la posición de Im planetas. As!, viendo los planetas se pueden predecir ciertas formas de la actividad solar con gran precisi6n, La actividad svlar influencia, a mi vez, la calidad de ciertas d a l e s radiales de onda corta; de aquí, que también se puedan predecir fluctuaciones en esta calidad a partir de la posi- + ción de 1ce planetas. Por otro lado, se conme muy bien Ia profunda idumcia de la aaixidad solar sobre la d a (dr. FeyerabendI 1978, pág. 93). Introducción . 15 \ En Ia psicología cogntmitiva hay un principio que ha sido confir- mado por incontables mudios: las granda estrategias de descubrimiento w son transferibles de una disciplina a otra. Este principio lo ilustran Eos risibles edres de lógica y de juicio cometidas por científicos y sabios distinguidos cuando se aventuran fuera de sus propias disciplinan. EL PROBLEMA: NECESIDAD DE UN SIEVO PARADIGMA PARA LA COMPRENST6N DEL HOMBRE La declaracibn de los 186 científicos es, quizá, un hecho más de los muchos que han inducido a diferentes representantes de las ciencias que se relacionan con e1 comportamiento humano (psicología, peda- gogía, antropologia, sddogía, historia, economía, etc. ) a clamar por una augua metodología para el estudio de sus f;en6menos. En efecto, ef concepto ~dicional de ciencia y su método, parece constrcflir y aprisionar nuestro pensamiento cuando trata de comprender la conducta humana. Se necesitaría, por Io tanto, -un sistema logico, una metodologia ftgil y fIexible capaz de adaptarse y captar la ~tructura de Eas vivencias profundas que se dan en el ser humano y que dan razón de str de su canportamiento externo. 0 En lo referente a Ia psicología, se puede a f h m r que &a cuenta con una historia de teorías hecha de cambios de puntos de vista, de cambics de dominas y de cambios de imagen; cambios, todos, que tra- 1 tan de emular las ciencias naturales, sobre todo, a la fisjca./Dufante mucho tiempo el método de Ia psicología ha sido calcado 'dd de la fisica. Es ciertamente incréíble que una ciencia tan joven coma la psi- cología restrinja su pensamiento a lo que otras han pemado, hallado, elaborado u organizado en formulaciones t e ó r i c ~ , declaraciones proga- máticas o estipulaciones metodológicas. En consecuencia, resuita compre&i%le que, ante esta serie de hechos, en las trcs ÚItimas decadas se haya ido d m 1 B a n d o y afianzando una nueva "fuerza" en psicdo@a, que presenta diferentes facetas: de protes- ta, de desafio, de complemento, de rrctensión o de alternativa. La razOn bLica que sustenta esta nueva orientaci6n -humanista- es que por tste camino la psicoIogia se: habia ido concentrando en el -dio de las f u n c i w s deI-hot7~bre, mientras perdía de vista al hombre mimo; se dedicaba a lo secundario y periftrieo y descuidaba lo primario y esencial, es decir, todo aquello que es m& estrictamente h.umano. La pricología humanista representa una nueva y mh amplia f i I 6 f í í de la ciencia y comparte, conotras tendencias filosóficas de origen - europeo, una "jvoluci6n" en la fdmfia de la ciencia. En mucho1 aspectos, el eIemento';diacrfti& - -.. -.- que,se da entre la pi- cdogía humanista y las otras orientacienes psicológicas ea de orden mc- todol6gico. La orientación humanista se ubica en el problma que se debe ( eshrdiar y en el pleno a su naturaleza (d ser humano mmo d. -m); las otras orientaciones están más centradas en sus tdcnicas i metodol6gicas, las cuales han sido consideradas como la hita ota para lograr algo confiable. EListlein decía que la "formulación de un problema es mucho más importante que su solucih, la cual puede ser una mera cuestih de destseza matemática o experimental"'; que "plantear nuevas i n m gantes, nuevas pibilidades, ver los viejce prnblmas desde nutvus án- gulos, rcquim imaginación creativa y .mmca un aoence red en la cimcia'" Maslow, 1970, p6g. 18; cursivas nuestras), L+ i&oIatda del método proviene de l ~ k s g ~ a n d e ~ multados que su uso ha proporcionado en el campo de las ciencias naturales; pero &m beneficios no se pueden atribuir al mbodo en si, sirlo a su alto nive1 de decuaciOn al objeto de estudio de Ias "ciencias naturales, que es más bien, pasivo y esthtico. Por otm parte, la a d e d 6 n anterior serh, en d i o , ñnfima en rdaci6rr con el objeto dc estudio de Ia psim1ogia (vida psiquica htima y m correspondiente mariifestaci6n extema) y, en general, con el obje- to que estudian todas las ciencias humanas, 1 Todo esto aconsejaría el uso de una gran haginaci6n y valor para idear nuevas formas rnetndoI6gicas más finas y apropiadas a la did- C mica y estructura psíquicas, En sus escritos, ha demostrado que no debemos los aspec- tos negativos de la práctica de la "cien& nonnaP' a los grandes cien- tificos, creadores de paradigmas, descubridores o moluuonarios, sino n la gran mayaria de científicos mediocres que todo lo resuelven cm el uso de Ia paciencia, pncamciCin, cuidado y lentitud para no come- ter m e s ; ea decir, que todo parece un constante actuar sumergidos en el miedo. La bzstoria muestra que lo que ayer naa asustakm por considerarlo revolucianaño, hoy se considera s6Ío una buena intuición, mañana iiqp a ser una doctrina anticuada y poco depu& Jerá juzgada como repre- siva y hasta prrra supsición. Por esto, no deja de ser lamentable 1á conducta de muchos invec- tigadores curp ciclo de vida htelectnd, tanto en la ciencia como en la metaci- se asaneja, más bien, ai compontamiento de los corales marinos: mientras son jdeacs nadan libremente en el octano, pero m& adelante se v u k scdeQtarins y se calwfican; así viven se- ep su nicho. La tradición, cicntifica .ofrece también un nicho tranquilo y pacifico a los investigadores que han aceptado sumisamente los cánones me- todológicos consagrados por ella. Sin cm-o, no aceptar nada corno defllitivo es Ia &mcia de la investigación. Todo será perfectible, por muy acabado que aparezca, por d mismo espíritu humano que ha hecho avanzar la ciencia hasta e1 punto donde ahora se encuentra. El progreso de Ia Ciencia, y en gene- mi, dcl conocirnicnto, implica bastante m& que una gradual acumu- l a U h de datas, hechos y técnicas cientificas. Quizg, la psicoIop-ia, en su orientación positivista y experimentalista, haya pecado gravemente en este sentido. La riqueza de hechos no es neccsanamente una fi- queza de pensamiento. Necktarnos encontrar d rnttodo para organizar y estructurar ese material m podemsas sintesis tebricas y no quedamos perdidos en una inmensa masa de datos inconexos y dkpems. Aunque cs cierto *amo afirma Kuhn- que cn cada Epoca una comunidad .--- - - científica adopta un !,p-mu-ileterminado, ts decir, un cuerpo de - -- -- creencias, presupuestos, regIas y procedimien- que definen como hay que practicar la ciencia, no es rncnos cierto que un paradigma se impo- ne a otro m la medida en que ofrece una respuesta a la Crisis reinante y demue&ra mayÓr capacidad de resolver los problemas importantes que vive esa comunidad. : En d caso de la psicología, e1 paradigma con que ha labarado hasta ahora, ha alcanzado los límites de su utilidad en muchas áreas y sc im- pone la necesidad de hallar otra, No obstante, cstamm en un periodo de tmmición en d que las insuficiencias del usado can pa- t entes, pero no .es clara la articulaciDn del nuevo paradigma que deberá sustituirlo. De aqui que la lucha entre paradigrnas sea siempre muy aguerrida. En general, siempre se acusa al nuevo paradi- que busca status y aceptaci&n, de no ser "cientifico", 10 cual equivale a a c w l e simple- mente de no aceptar los cfiteños y reglas establecidos, es decir, de ho ser como el anterior. Es lógico que si cs obro paradigma, tiene que ser y presentame en forma difercntc. For otro lado, ningún par~digma puede defenderse a si mismo con base en Ios criteria sobre los qur: se funda, ya que se apoyaría en una a,rgumentaci&n Circular. Chn la aparición del picoanáIlsis surgieron ejemplos muy claros de ato. Se Ie acusaba de no ser "cientXjco", a 10 cual respondían al- gunos psicoanalistas diciendo que ' la ciencia no era psicodinfunica". Se dan con igual frecuencia muchos casos cn el campo de las ciencias s~cioecon6micas en los paises socialistas, donde se acusa a los e r i c e disidentes de ser "anticientikasJ" en esa área, porque van contra b .i;s;ón socialy eclin6rnica aceptada y sostenida por la comunIad MARCO DE REFERENCIA Y PRESUPUESTOS BASICOS En un &dio de fondo epistemológico y metodológico como htc, parece evidente que no debiera haber prmupuesto alguno. Sin embar- go, como nuca actuamos sin algunos pmupucsta y sin un marco de referencia quc dé sentido a lo que decimos, conviene hacerlos patentes para apreciar mejor su posible influencia en nuestro pensamiento. Ante todol hay una realidad que consideramos eomreta y evidente: que todo ser humano esti ubicado en un tiempo y un espacio determi- nados y que es e1 s d t a d o de una historia personal, familiar, social y cultural única e Irrepetible. Este hecho hace que el individuo vea las cosas d d e un punto de vista que no coincide totalmente con el de nin- gún otro ser humano. En nuestro caso, nuestra historía personal nos ha llevado a ver las realidad= humanas en forma menos positivista y materialista y m5s cargadas de valorcs y de espíritu; en forma menos atomista y d t i c a y m& en sus acpecta de significación, elación con el contato* la totalidad y el proceso. En la conciencia de ata realidad esta claramente implicito cierto perspectivismo; es decir, que cada uno de nosotras tiene un punto de vista del univemoaque la realidad se compone de innumerabIes puntos de vista, y Cada individuo y cada epoca escoge solamente aquel o aqne- llos que se acomodan más a su capacidad receptiva, y que es absurdo pretender la posesión gnoseológica absoIuta de la realidad. Así pues, es fácil detectar que hay cierto intento de obligar a la naturaleza a que encaje dentro de unos Emites preestablecidas y relati- vamente infiexibles, y a los fenbmenos que no encajan cn ellw frecuente- mente ni siquiera se les considera. El método que hemos cscogido para elaborar este estudio -que se describe m& adelante- nos Ilevaxá a tomar un alto nivel de concien- cia dt los prenipuestus aceptados, así como a considerarlos únicamente coma una hlp6tesjs guía, sin que esto impfique circularidad; o mejor dicho, sí implicará circulandad, pero no será viciosa; impficarrt íini- camate 'cinteracción'' entre los presupuestos y aqumentos examinados. En general, no queremos negar que la realidad, vkta desde otro punto de vista, se presente con determinadas caracteristicas, propiedades o matices interesantes y 6tiles; s61o queremos afirmar y probar que esta- mos viendo esa mt.sna realidad -la realidad humana- bajo un nuevo sistema de relacione y desde un punto de vista que nac parcce más rico, más fhrtil, m& coherente y más acorde con el resta de los conocimientosaceptados por m d&5phas. 3IETODO DE ESTUDIO Consideramos de capitaI importancia en toda investigación fijar bien el metoda que se ha dc utilizar. De ello se derivará una más f á d com- prensi6n del proceso y contenido de la misma. En nuestro caso, to- rnarnos el tbmino "método" en su sentido ~ o E ó g i w estricto (me& M&), es decir, el camino que se debe r e c m para llegar a la meta deseada. Cada ciencia exige su pro lo método, de acuerdo con la naturale- za d e l m d e estudio. Nuestro --E- o jeto, en la medida en que es de na tuzeza epistemalógica y rnetodol6gica, se centra en la misma cstrut- tura del canocimiento en si y en d proce~o por medio del cual se logra. So puede, por consjguiente, apoyarse en un mEtodo que, a su vez, ne- caitc una justlficaci0n ulterior. El único instrumento de investigaciiin gnoseol6gica de que disponemos es la ~eJlexiLn,~ ya que el crinocimkn- to es un acto interno, un acto psíquico; y los actos internos y psíquicos sOIo son captabIes conscientemente por medio de la reflexión; no hay otm mcdio. La reflcxiún la eiltendemos, también, en su sentido estricto, como m a vt6dtQ de la potencia cognoscitiua sobre si mima, que da por re- sultado ma obsmacih interior de la corriente de !a conciencia; es, por le tanto, urra reversión del pensamiento sobre sí-con d cual el hombre cEnoce ses pro@ conocer. 6 p - w - puede tener niveles diferentes de qite'cidad. Si exigimos un alto nivel critico y e s p ~ ~ m m las diferentes etapas del proceso, podernos considerado como un "método", el rnktodo de la refl8xa'bn crítica. Esta metodología de la d & 6 n m'th terrdi.ia tres etapas (cfr. De Alejandro, 1974, pág. 78) : 1. En un primer movimiento, el entendimiento se U W E U ~ sobre SZ mimo y dirige su atención al yo en cuanto mnoctdor. 2. En un segundo momento, la visión intelectual Interna $8 fija y toma como objeto de su atención eI acto mismo por el que el sujeto actua: entonces el yo p i m a alyo, y a t o succdc por una vcrdadcra y auténtica reflexión. 3. Un tercm momento que comiste en tl embltcimiento de las condicionas lógicas implícitas cn el acto de pensar, que Ia reflexión nos revela como esencialmente dhádcs, Aqtú entendemos el concepto de "lógica" en el sentido aristotélico, ya que sera precisamente la lb gica aristotdica la que guiará la estructura critica de todo nuestro es- tudio. * El método de la reflexión crítica puede ser tnriquecido can notables aportes del _-.-.__._..-r-. d o d o fenomenológico; . - - -- y as! lo h m m . El m&odo- fenomenolOgico eleva, sobre tdo, _el_~jcel c_r$ico - - = de la investigación gnoseol6gica. AdemAs, sus .+.. reglas - negativa nm ayudan en una triple eiiminacibn O c c r e d ~ ~ ~ i 6 n ' ' (epoché) : primeramente, dc todo lo subjetivo (deseos, sentimientos, actitudes personales, ecc.) ; en segundo témina, de las posiciones tehitas [hipótcsh, tearías o conocimientos) ; y, en tercer lugar, en la exclusiiin de la. fredicz'órt (lo enseñado y aceptado hasta el momento), Igualmente son muy GtiIes sus principales reglas pon'fivm: la que nos prescribe ver iodo lo dado, ya que tendemos a ver sólo la parte que nos interesa y confirma nuestras ideas; y la regla que nos aconseja describir el objeto en la infinita ;vmiedad y complejidad de sus parters. . &Creernos que el mttorXo de la reflexlh critica, vigorizado y forta- lecido con las prescripciones del método fenomcnol6~e0, es el más adc cuado para nuestro estudio. ALCANCE DE ALGUNOS THtMINOS Dado que una de las mayores camas de incomprensión entre los hombres -incluso entre pensadores distinguidos-, e el mal usa de los timinos, en a t e estudio trataremos de usar los t&rminos m& h p o r - . tanta con qxcial cuidado y esmero. En pera l , preferirnos la aigni- ficaci6n etimológica a cualquier otra, pues pensamos que ésa se debe conservar, y si aparecen realidades nuevas, deberán acufimse vocablos nuevos para'desig-nar~as. En caso de usar un término con signifikado a connotaciones diferentes a su sentido etimolbgico, aparecer& entre comi- Ilas y, oportunamente, se explicará. A continuación precisamos algunas tkminas que son clave en este estudio. Intuicio'n. El conocimiento a un hecho, no una teoría ni una hi- pótesis; es un hecho anteñor y sup&or a toda especuIación y fdosofía. Es más, estas se dan porque p d t e n a l p o s conocimientas que necesi- tan expzicación. La intuición (de in-tueri = ver dentro] la encendernos como la o i n h intelectual inrnedidíz d¢ la naturaleza de una cosa que, por consiguiente, produce e u i d m d &, pw esto mismo, la Última instancia de validación y criterio atirno de verdad. En ella se apoya y a eIla se reduce toda demústraci0n, verificaciiin o confirmación, ya sea empírica o I6gica- t Epistemolo,$a. En la lengua griega cl termino "epistane" se deriva del prefijo "ep?' (sobre) y de la viejisima r& "st" que significa fir- meza, solidez, estabilidad. Esta rajz ha pasado a formar parte de innu- merables vocablos en las lenguas latinas. De esta manera, aplicado al conocimimto, este t h n i n o vt-ndria a indicar la . - -. solidez . - - -. - y firmeza de - I I U ~ -_ tro canachieato-y a determinar las posibilidades, s i ~ c i i i 6 r i y validez +---- de sus contenidos en cuanto representan Ia natural- p relaciones de lo d. Midodo. También Cste es es témino cuyo aIcance varía mucho entre diferentes autores y, por ello, p e r a frecuentes confusiones y anta- gonismos, especialmente en relación con el problema de si las ciencias humanas deben usar el mismo método que las ciencias naturales o si necesitan uno propio. En su sentido ehológico, el vocablo griego "método" compues- to por dos eIementm: metú (con) y Bdhs (vía, camino, sendero). El antagonismo entre los diferenta autores proviene de la confusiOn entre los términos' "método" y "ttcnical'. Algunos excluyen toda .ttcnica del concepto de método, reduciendo éste a pura lógica formal; de esta ma- nera, habda, 16gicamente, un so10 método para todas las ciencias. Oaos incluyen en d concepto "método" las reglas más generales y reservan cl concepto '"tCnrcaYy para las reglas QI& especificas, Pero, jen dónde te- minan las -las generales y comienzan las apecEficas? En efecto, estas últirnas pueden m específicas de las ciencias humanas, especificas de una ciencia humana y, también, apecificas de un área o sector de mna ciencia humana. Nos parece m& lógico usar d támino "mitodo" -y asi 10 haremos en este atudio- con un dto nivel de peczsidla y ad~cunci th al objeto mpecifico de estudio, de tal manera que seiiale un camino lo suficiente- mente preciso para que, partiendo de un t~minzu a quo, se pueda 1Iegar al tmminus ad quem, pues ésa sería la finalidad del método: guiamos por un camino seguro y eficaz- Pamdi'gma Este vocablo -u; utilizaremos con cierta freeucn- cia- ha tenido siempre un significado &m y pacifico: su sentido eti- mol6gico (fim&ieigms) e~ el de ~-od&&@dn, +@T. En 10s iIrItimos tiempos, especiaImente despub de la obra de Kuhn / 1978, original 1962), se ha pmtado a ciertas confusiones. N m t r m lo usare- mos en su sentido eb010gica (aunque poniendo énfasis en su connata- cirin mlucionaria, aspecto que no expresa el drmino "modelo"), que es el significado principal que le atribuye también K u h : un paradig- ma, en el campo de h ciencia, seria una realización científica univer- salmente reconmida que, durante cierto tiempo, proporciona moddas de &1&& y soluciones a una comunidad determinada (p5g- 13). Z SIGNIFICADO Y RELEVANCIA DEL ESTUDIO Mzlrio Bunge, en m obra La invebigacidn chtáfica (1975), señala, con la claridad y d hfasis que lo caracterizan, una serie de ideas sobre la importancia de la hvestigaci6n teorética en psicología, que, por la pertinencia de las mismas a nuestro estudio, hacemos plenamente nues- tras. Es una peculiaridad de la ciencia contemporánea d qae la actividad UmtEfica mis importante -1a másprofunda y la mhs fecunda- se eenw en torno a deorfaois y no en torno a recolecci6n de datos, las clasi- ficacionts de bs mismos o hip6tesis sudtas. . . La infancia de toda ciencia se caracteriza pm su concmtraci6n sobre la búsqueda de va- riables rekvantes, datos singulares, clasificaciones t h i p ó t e sueltas que establezcan relaciones entre esas variables y expliquen aqudlos datos. Mientras la ciencia permanece en ese estadio &empírico carece de unidad 16gica.. . La dimensión y Ia adecuación relativas del trabajo teorético miden, pues, el grado de progreso de una ciemcia. . . Por esta radn, Izt fwicologz'a y la socioIogía, a pesar de su enorme accrve de datos empíricos y generalizaciones de bajo nivel, siguen considerándose aún en un estadio mbdesarrodEado porque no abundan en teorías lo sufi-. cientemente amplias y profundas como para dar raz6n del material empírico disponible. Pero en ése como en otros departamentos de la irivatigaci5n, la teorización se considera frecuentemente como un lujo, y no se admite como ocupación decente m& que la recolección de datm, o sea, la d~czipciiin. Y esto hasta el punto de que es& de moda m esas ciencias oponer la teofia (como especulación) a la investigación (entendida como acarreo de datos). Esta actitud pdeociatifica, sos- tenida por un ti@ primitivo de filosofía empirista, es en gran parte la causa del a t r m ds lar &ncicss del hombre. En realidad, ese punto de vista ignora que l a dafos no tienen sentido ni pueden ser r e l m t e s más que en un contexto teorético, y que h acumulacibn al azar de datos, e incluso las generakm-ones que no son míir que condensaciones de datos, son en gran pmts pura pkrdid~ de tiemfio si no van acornpa- %das por una elaboración tcorética capaz de manipular m resultados bruta y de orientar la investigación ( p.@. 41 3 4 1 6 ; cursivas nuestras). Examhmdo diferentes tipos de investigaciones se puede constatar, h a i t a b l a n a t t con cierta frecuencia, que medir y contar son, algunas =es, susti- dd p e d e n t o , y que quien se cuitra prccipitadamm- te en la acum&Ón de datos no tiene tiempo o preparacibn para ser mítico. Por esta r-n, solía decir Einstein que Ea ciencia mnsr5tía m mar ieorias- Fs evidente que cuanto más alto queramos que wba * d edificio de la ciencia, m& profiindos y &lidos deberán ser los cimien- tos en que se apoya. ANTECEDENTES DEL ESTUDIO Y SUGERENCIAS PARA OTROS POSTERIORES Hay algunos estudios que han precedido al que ahora presentamos en el planteamiento y análisis parcides del problema que nos ocupa. El que tiene un área de mayor coincidencia con el nuestro es el de Giorgi (E970b). Su enfoque es fenomenolgico y contrapone la psicología entendida desde un punto de vista humanista a la psicología concebi- da como ciencia. natural. Este autor destaca la importancia que juega el enfoque que sc adopta, y termina señalando los elementos básicos de un paradigma cimtifico y humanista para la psicologia. El mismo pro- blema ha sido míudiado por Martíncz ( 1976). Las diferericias fundamentales e irrcductiblles entre las ciencias natu- rales y Ias ciencias del hombre & puestas de relieve en Giorgi (1966) y en el simposio sobre el hombre y la ciencia del hombre (Coulsan- Rogers, 1968), en donde con un enfoque intdisciplinario, se lucha por un modeIo de cien& que vea al hombre como persona. La subjetivi- dad y relatividad de toda ciencia, sea natural o humana, se presentan con abundante argumentación en Martínez ( 1975 y 19811ia). Giorgi y otros ( 197 1 ) , Giorgi (1970a) y Rogers ( 1964) han reaIiza- do diferentcfi estudios sobrc la aplicacihn de b metodología fworneno- lógica cm la in~esti~gación p"col6gica. Una descrjpciOn de la concepción humanista del hombre se halla en los estudios de Rogers (1965b) y Martinez ( 1977 y 1980b) ; en este Último se contrapone la concepcibn humanista a las mncepcionm newtoniana y darwhiana del hombre. El estudio de KeIIy (1969) trata de abrir el horizonte de investigaci6n a todos I a aspectos humanos de mayor reIevancii Nlport ( 1968) dacri- be las métodos idiográficos que mayor ayuda pueden ofrecer en esta tarea, y Stverin (1973) transmie en forma antol6gica hgmentos de muy diferentes autores que pueden contribuir a estudiar y comprender al hombre como persona En cuanto a nuestras posibles sugerencias para estudios postmiore sobre ata &ea, todo nos lleva a concretarnos en una sola recomen- dacibn: que se dediquen los mejores esfuerzos a estructurar m forma orgAnica, coherente y lógica -y, en Ia medida en que la mate~ia de estudio lo permita, también axiomatizada- un paradigma hurnmista para la psicología, que merezca, a la vez, completo respeto por su siste- rnatiñdad dticidad y rigor I+as y sea un instrumenta eficaz en la comprensión de los serm humanos cmm personas. L Primera parte Crítica a la concepción clásica de la ciencia En los dtas' en que psdla silenciarse una Idea dlciendo que era contraria a la nligibn, la teologla era le inayor fuente individual de fafacias. Hoy. cuando todo pensamiento humano puede desacredi- tarse calificdndolo de no-ciontifico. el poder ejercido previamente por la teoio- --- gis ha pesado a i a ciencia: así, la ciencia ha llegado a ser l a mayorfuente indívidual da errores. a- Horrendas cosas oe están diciendo en nombre de la ciencia y se las cree porque \ se wp>ne que facienciaes la vasarograda. Naturaleza de, la ciencia EL HOMBRE, ANIMAL CLASIFICADOR Y ORDENADOR La ciencia, como 10 indica m nombre, es esencialmente conocirnitn- to; e1 ser humano accede a el a travk de la actividad de s t ~ facurtad más distinguida, la inteligencia, Ia cual tiene la propensián innata a buscar regularidades y la capacidad básica de ordenar las cosas, según sean semejantes o diferentes, de acuerdo con su n a t d e z a y características. Eate ordenamiento puede ser muy simple, c m o cuando sc trata de agrupar dos plantas en una misma familia, o mucho m& compleja, come la intuición de N m n qne consistih en advertir precisamente la semejanza 3 u e nadie anta habIa v i s t w entre la caida de una man- zana y la osdaci6n dc la Iuna en su Orbita alrededor de la tierra. Consi- derada de esta manera, Ja ciencia no se reduciría a un simple registro de los hechos, sho, más bien, conshtiria en el intento de descubrir o ponm orden en los mismos. este probIema tiene muchos nombres. En el lenguaje de la psico- logía conductista es un problema de generalización o equivalencia de gthulos. En la terminología de la psicología dc la Gestalt es un pro- blema de contacto entre procesos perceptualcs y huellas de 1s memoria: el llamado "paso H~ffding". Entre los filósofo&, el problema general- mente se formula en tE&os de '~uiversa1e.s'' y de "abstracción a partir de particulares". Para Bmner y sus asociados, es c1 problema de la categorización. En la tecnoIogía de computadoras, se les denomina 1< reconocimiento de caracteres. . . o pautas" (Neisser, 1976, p5g. 60). La cicncia empieza con Ia creencia de que el universo está ordenado, o mejor, de jue puede ser ordenado por el hombre. Esta ordenación con&* 2'7 28 Primera parte. Concepción clásica de la ciencia en disponer las cosas según grupos, no de cosas identicas, sino de mas que parecen ser o comportarse de mudo semejante (Bronoivski, 1978, pág. 65). La ciencia no seria, por consiguiente, un simple conocimiento, &O un mocimiento de determinado gEnero, un conocimiento que busca Ie- y a generales relacionando ciertos hecha particulares. Su objeto sería ordenar los hechos particdares mcuadrándolus en la estructura de una ley general. De esta manera, cada ley de b ciencia; buscando a tientas la igualdad dcbajo de los hechos, reuniría un númem diseminado de los mismos y ampliaría el ordm y la midad del univtrso, Vista as!, la cien- cia sería un proceso de creaddn de nuevos conceptos que unificanan. nuestra representación dcl universo. En 1780 eldoctor John B m m declaró que todas las enfermedades tenían una, de dos causas. O bien se debían a IR tensihn de las pafies sblidas dd cuerpo, o a su relajamiento. Por tanto, sólo habría dos ti- pm de tratamiento : uno, soporifero para la ttnsión, y otro estimulante para el relajamiento. El soporifcro que recomendaba el doctor Brown rra el Iáudano y el cstirriulante, el whiskcy. Ksta teoria se coniact: aún hoy día COII cl riomtire dr: "ieoríü brounniana". Aqui vemos un esfuerzo por ordenar la infinita variedad de iis en- fermedades en relación con sus causas y, por lo tanto, un intento de crear ciencia en este sentido. EE Cxito tan limitada de esta teoría se debió a que 10s hechos (enlemedades) no fueron suficientemente observa- dos. De esta clase de l;imitaciones se deriva fa instancia del mktodo. De donde se deduce que no todos los caminos wn igualmente adecuados para lograr e1 fin perseguido. Bertrand Russe11 señala que la esencia de la ciencia reside en la "fiexsecuciún sistemdtica del conocimiento" (1 975, pag. 109). Para dgunos científicos, como por ejemplo Eiristein, la ciencia no busca tanto eI orden y la igualdad entre las cosas cuanto unos apectos todavia m& generales, tales como "la simetrfag', 'la amania", "la be- lleza" y "la elegancia", aun a expensas, aparentemente, de su adecrraciiin empírica. Einstein coincide en esto con e! concepto pitagórico de M- Craktys, corno rdz de la armonía. Recordemos que para la mente griega la belleza ha tenido siempre una significaci6n c n t m e n t e objetiva. La belleza es verdad; constituye un carácter fundamental de la realidad. Así es como Ektein vio la teoría general de la relatividad. Sin embar- go, Feigl d a t a que m 1920, en una confaencia t&da en Praga, m- tando él presente, ~ i n s t & a f i d que si ciertas observaciones ecpectda "no concuerdan cuantitativamente con 10s principios de la relatividad g m d , entonca mi teoría se duciria a polvo y cunizas" (cfr. Feyer- abend, 1975, &s. 27,571. Cap. 1. Nafuraleza de la ciencia 29. Puiterionnente señalamos que la ciencia parece tmcr por objeto, 9 algunos estudiosos, descubrir d orden multo del universo. Convie- m puntualizar que aqui hay un presupuesto implicitu: la mmcia de quc el universo tiene un orda . Para muchos hombm de ciencia el univeiso está constituido por un maravilioso y perfecto mecanismo de relojcrfa, tanto en la astmne d a del macrocosmos como en los más recónditos sectores donde se esconde Ia vida del microcosmos. Esta apreciación fue muy generdiza- da. rnostrándosr; con especial énfasis, a lo largo de toda Ia era ncwto- niana. Pero, iqu6 significaría esto para hombres que, como RusselI, afir- man: "pienso que cl mmdo externo puede ser una ilusión p m , si &e, se compone de acontecimientos cortos, pequeñm y casuales. El orden, la unidad y la continuidad son invenciones humanas, como 10 con los cat&Iogos y las mticlopedias.. ."; y que nucstra vida diaria dcsenvuehe en "el rcino del caos por el que estamos quizi rodeados?' '1975, pAg. 81). Ea H e mismo autor quien rtsponde a esta pregunta: "las Últimas dudas metaf'ícas que acabamos de considerar no tienen relación con Toc usos práctims de la ciencial"ibíidem). Ciertamente, los nisos prdcticos de la ciencia nos simpmcan la vida p nos brindan comodidad y otros beneficios, sin haber respondido a las numerosas interrogantm que plantea la naturaleza profunda, por ejem- plo, de la electricidad, la Iuz,. ias diferentes formas de energía, ctc. Kuhn entiende por "ciencia normal*' la inuertigrnción basada f h e - mente en uno o mlis IO~TOS científicos antcriom, que determinada cc- munidad cienmca reconoce durante un tiempo como fundamento para m práctica ulterior (1978, pág. 33). Aunque esta especie de defini- ción utiliza dos F t c e e1 t h i n o que trata de definir, expresa, no obs- tante, en conjunto, un concepto comprensible. Cuando esta "&cia normal" reúne Ias condiciones anteriom, Kuhn ae refiere a ella con el t h h o de paradigma. El paradigma es un modelo o patrón que ha sido aceptado y que ha ganado su stam por- que tiene más isxito quc otros en la soIución de los problemas que e? gnipo que 10 usa considera importantes. Tener más éxito no quiere decir que sea plenamente exitoso en la solucibn de un probIema o que 10 sea natablementt con un gran número dc ellos. F,s, por consipien- te, una teoría cientrfica que será declarada inválida Unicamente cuando aparezca otra mejor que la sustituya. Esta sustitucih implica, a su vez, que se ha realizado una mparaci6n de ambas teorías con la natu- raleza y de eIIaa entre sí. CRITERIOS DE STATUS CIENTf FICO Más arriba a f h a m m que la ciencia es, en iiltimci anasis, conoci- miento, como lo indica su nombre. Pem amamos qee mele ser cm- siderada como conocimiento de un gEncro determinado, conocimiento de leyes gmmoles obsemadas en c m partionlam. Me rasgo difem- ciaría eI conocimiento cientijico del canocimiento refeido a un caso, hecho o individuo particular, Ya ios fil6sofos escolástico^ solían repetir que scien tia non est individuorum. Según esta oritntacián, las ciencias serían -utilizando la t e d o - logra de Windelband- disciplinas nomot6ticas, es decir, que studiarian solamente leyes de amplia aplicacj6r1, preferiblemente universales, y la individualidad sería estudiada solamente por la historia, el arte o la bio- grafía, cuyos métodos son idiográfkos. ?- Na obstante, el estudio de la jnriividudidad puede alcanzar t m b i h ,' una Lcnni~malidad'~ O gene-lidad en d@n a;specto y en alguna me- \ dida, nada despreciable en cuanto a su importancia y utilidad. Par \ ejemplo, d estudio profundo de un individuo puede evidenciar una es- ] tructura pcrsonal cnri un conjunto de rasga y dispasiciones peculiares , que, aunque pertniecen Únicamente a esa v a , dacriben y pueden I predecir e incluso ayudar a LLcontrolar" su conducta a 1s largo de un I extenso penoda de su vida. Aquí tendríamos un tipo de universalidad "temporal" -porque se extiende a muchas situaciones cn el tiempo-, que puede ser más Util en relación con el individuo, que la univena- lidad "espacial" o 'kxtensional", referida a un elemento dc muchas sujetos. Par otro lado, es posible que la naturaleza del objeto R=? &&a, tan impetiile e heprodircible como la explusion de una estrella nova, Ia erupcihn de un volcán, un tcrmuto, d e t d a d a rrvolucihn política o el fenómeno de doble personalidad. En casos similares, a la cieticia no le queda otra alternativa que estudiar m s casos hitos a si, ayudada, naturalmente, por m mejor equipo teórico. Can base en estas reflexiones pdcmos p~cguntarnos que otras carac- t d c a s , ademh de la univemdidad, suden exisjne a determinado cuerpo de conocimientos, para poder mnsiderarFs como "científico". El número y alrrance de estas carac~eristicas varia mucho de acuerdo con lo que cada autor espera de la ciencia. N o se le txigzn las mismas cualidada a t d a s las i r e a o parcelas del saber, por Ia iiencjtla razón de que es su misma naturaleza la que st lo impide. Sin embargo, no por eso se las excluye simplemente de formar parte deI conocimiento científico. AS, por ejemplo, se suelen señalar como caracteristicas del saber científico la predi&dn de evcntos y cl control de los mismos. .' Cap. 1. Naturaleza da la ciencia 31 Si uno de 10s objetivos de la ciencia consiste en dsrribir el universo en un lenguaje ordenado, es con la finalidad de que podamce prever los resultados de diferentes aIternativas de acútin, entre las cuales tene- ww que escoger. Lo que buscamos, tanto en la ciencia coma en nuestra rlda cotidiana, es un sistema de predicción, una especie dc adivino, can eI fin de c07~frular el futuro, de escoger y orientar nuestra acci6n. Sin embargo, una ciencia tan sor~ticada como la astronomía, que puede predecir m mucha perfección futuros eventos del sistma soIar, m e en absoIuto de la capacidad de contmhlos;iguaIrnentq la g e h g b ha llegado a un alto nivel en su capacidad dc explicar el pasada pl$ico, pero muy paco puede aportar en cuanta a la predicción de terremotos y menos aún puede intervenir en el control de los mismos. Otra característica, objeto de frecuente discusión, es la comunica- bilidad de la ciencia. Si un conocimiento no es comunicable --suele d- no es científico, La razón principal de dto es que el cono- cimiento se considera como algo intersubjetivo que debe gozar de cierto wnsenso entre. la comunidad cientifica En gnoseoIogía se cstudis un tipo de conocimiento estrictamente pmonal, cl conocimiento uiuencz'al, el compmdcr (Verstshen) profun- do, tan frecuente en las disciplinas humanas y tan experhentado y mido por h psicó1ops clínicos y por los artistas. Esros hombres puc- den captar una realidad singular y particular a un gran nivei de profun- didad, y comprender lo% nexos y las complejas interrelaciones que constituyen ese ser individual, asi como tener uga vivencia muy peculiar casi mística que les lleva a una cierta identificacihn con el objeta de estudio. En este caso, el sujeto posceda un conocimiento cierto, pero m clmtffico; es decir, hablando cdmol6gicamente, un cmocimieafo no- conocedor, cosa absurda. Por otro lado, el motivo de la incomunicaldidad de la cicncia puede ser simpIementc a Parte mbiecti et non a pmte 7ei y la consecuencia seria la mhm: eosa iiógica. Si el objeto de. Ia ciencia es la poscsi6n de la verdad, convendria po- x r énfasis en que habría que buscarla donde y como qu im que &a se mnrentre y considcrarla,como un proceso de investigación entre o w , pero no superior de por sí; únicamente podemos expresar una psefe- rmda por 19 método cmpirim científico sobre otros tipm m6s intuitivos de investigación. Russell, por ejemplo, dice que la ciencia como perse- lmcibn de la verdad será igual, pero no superior, al arte (1975, pág. 8) . En cuanto a1 hecho de que se de cierta iniermbjetividad o consenso, mordernos que Galileo estaba solo con sus teorías y que 1m "sabios" Jd tiempo, los doctores en teología y doctores utroqw iure, calificaran -ms teorla wmo "absurdas y filosóficamente falsas'" Y mucho t iemp I 32 Primera parte. Concepclbn cibica de la ciencia antes, el astrbnomo Ptolomeo habfa considerado la idea de que la tierra se movia como extraiia, vieja e "increiblernenre ridícula". Igualmente, el gran viajero griego Piteas de Massilea fue considerado durante mu- chos sigla como un gran "menthmo" por sus relatos acma de una isla cn el nortc que tenia, corrio características, ti mar congelado y el sol brillaba a media noche. Pero no cs riemario mirar tan atrás m el tiempo; cn nuestro mismo siglo tenemos casos similares. En 1950, por ejemp10, VeIikovsky pu- blic6 la obra WorLds in Cotlision, un libro altamente heterodoxo desde cl punto de vista científico, que aceptaba y se apoyaba cn idcas del Antiguo Testamento, de los Vedas, de 10s Mayas y de la mitoIogía greco- romana, para sostaer que una serie de eventos catastr6ficos que suct- diemn en la tierra cntre los siglos xv y w a.c. sc dcbimn al paso repetido de la tierra a travts de la cola de un cometa que finalmente chmb con Marke y, despub de perder la cola, su cabeza se convirti6 en el planeta Venus. La reacción negativa de los mtrónomos, científicos y grupa acad4micos intcresadoc fue tal que la editorial MacMiZlan tuvo que renunciar, par el boicot de que fue objeto, a sus derechos edit* risles y suprimir el libro (aunque era entonccs el de mayar venta en los Estados Unidos), y Vclikovsky recibió toda claqt de improperios. Sin embargo, el gran público a q t 6 el libro con interés y se convirtió en un best seller. En dicicmbre de 1962, el explorador e s p a d norte- americano Mariner 11 confinnb las predicciones de V&kovsky sobre Venus: "su temperatura incandescente" de superficie era de 426" C "y sus nubes estaban repletas de hidrocarburos (petróleo)". Pero cstos su- cesos no reabrieron la. discusihn, como era lógico, entre 10s científicos. Sencillamente hablaron de una "curiosa coincidencia" (cfr. Velikovsky, 1980, pág. 15-17). A& como el que canta extra cortsrn, por muy bien que lo haga y sea el único que está cn 10 cierto, siempre da Ia impresión de tstar "desen- tonado", así las comunidadtc "científicas'" censuran duramente al que rompe la "armonía" del paradigma aceptado y condividido, aun cuando d o sea para corregir fdilacias inveteradas. Fa gen&, la gran rnayoris de esos hombres destacados y, sobre todo, las que han dado origen a las reaoluciun~s chtificrss (como Co- p&rnico, Xewton, Darwin, Plmck y otros), se han quedado solos duran- te mucho tiempo y, eñl repetidas circunstancias, se les comideró como faltos de "sentido cm6n" (y con razbn, pues ese sentido común estaba errado) y alirnadas (cosa igualmente Qerta en cuanto separados del común pensar y obrar). Por ato, Max Plmck escribió con tristeza en su Autobiograjfk que "una nueva vedad cientíEics no triunfa por medio del conven+iento de sus oponente, hcitndciles ver la luz, sino, Cap. 1. Naturaleza de la ciencia 33 más bien, porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva m c i ó n que se familiariza con ella". Así, PUB, la intersubjdvidad o consenso entre determinada comu- d a d de cientificos contemporáneos, como desea Kuhn, puede ser algo *He, pero no necesariamente indxspensabIe en si. Bronowski pone el fundamento de la ciencia en d &todo que litüi- za, cs decir, en la unión del mttodo lbgico-deductivo (cuyo uso habla W e c i d o durante toda la Edad Media) con el mhtodo empirico- nsductivo que desarrolló Francis Bacon: ... la superioridad y grandeza de la ciencia reside en Gltirno t ( 5 h en que en d a se juntan 10 racional y lo empírico. La ciencia es dato empírica y ref ledn que se dan cmsktencia de modo recíproca,. . La uni6n de los dos métodos es la base misma de Pa ciencia. Whitehead, que ya puso de relieve este hecho, sitúa la fecha de la rwolución científica m el momento en que Galileo y sus contempmáneos se dieron cuenta de que los métodos, el empírico y e1 l6gim, no tienen smtido separados, y que han de ir reunidos. Se* Whitehead, la Edad Medía era tan lbgica en sus especulaciones sohe la natu- raleza como lo somos nosotros. No es como racionalistas que lcs aventajamos; n u m &tos materiales resultan de Juntar a su lógica, a cada paso audaz de la d n deductiva, una vuelta inexcmble a los duros hechos ernpirioos ( 1 978, págs. 37,109). Esta pmicibn de 7miitchead cmnldlividida por Bronowski, se pmcnta como aigo muy atractivo y lógico, pero merece algunas reflexiones en cuanta a su historia. Si la d n del rnaodo lógico con eI empirico atribuye a GaIiieo, debi&ramos aceptar que numeroshos txitm de civilizaciwcs antiguas fueron fruto Únicamente de1 m6todo 16gic0, del empirismo puro o del azar. La ingenieda v id de lm romanos, por ejm- $0, pu&a en evidencia sobre todo en sus puentes; la hidr&ulicq. pa- tentizada en sus acueductm y sistemas de agua corriente y surtidores de las ciudades; la ingenieda de la constnrcci6n en obras como el Co- k y la refinada témica utilizada en d Panteón (enteramente en pie despuk de dos mil años) ; los ingeniosas sistemas dc Calefacción de la rivienda, etc., no pueden explicarse satisfactoriamente sin una utiliza- cih continua de lo racional y lo emplrico. LIo mismo tendrbos que decir -caminando hacia atrás m el t i c m p e de las obras que la ciencia griega reaiizó m todos los campos de k te& humano. Todavía suscita hoy n u m admiración, p6r ejem- plo, el mbtodo que empleó Eupaluio de Megara, hacia el ano 625 a.c., en Ia comtrwcción de un túnel de unos 1500 metros de largo para pasar un acueducto a travb de una colina y U w a r e1 a%pa a la ciudad d t Samos, Dicha pforacibn se neaiu6 por ambos extremos y m .el encuentro h u b un ermr mínimo -para ese tiempo- t q . 0 d&--diitz- - #.. ==m\ .' c,o '+= .P 4 . 34 Primera parte.ConcepciOn clásica de la ciencia ciOn ( 9 m.) como de nive1 (3 m.) Tdcs de Meto, can el apork de datos astrnn6micos de los babilonim, predijo un eclipse de sol en el año 585 a.c. Aristarco de Sama% hacia el aíb 210 &C., nsb un genial método para deteminar las dimedones y las distancias del sol y de la luna, y concluy6 que e1 d debía d a r , por lo menos, 18 veces más lejos que 1a luna y que tenia que ser, por lo menos, 300 vecB m& gran- de que la tierra; por do, un cuerpo de este tamko t d a que ser el centro de gavedad del cosmcs. Él fue rambiCn el primero en mtener que la tierra se m 6 alrededor del sol, lo cual hizo que lo acusaran de impiedad por Kaber "turbado el d e . de las dioses". Herón de Ale- jandría, en d siglo r d.C., entre muchos ingeniosos aparatos, camtmy6 una authtica máquina de vapor que se movia a reacción; y en un bar- co griego, hundido hacia d año 82 a.c., se encontró un mecanismc -mecanismo de Antikythera- que es una aaihtica computadora as tronómica de tipo bastante avanzado, que usaba parta mecánicas para aliozrar cálculos tedi- (cfr. D e Santillana, 1961 ) . Y una de. Ias in- vencionts griegas, que los grabes perfeccionaron despuh, de gran lms tendencia y utilidad, fne el astrolabio. Este aparato dio muy buenos resultados en la medicibn de la altura del sol y de las &ellas, así como en el cáiculo de las latitudes, y durante mucho tiempo fuc el reloj de h K i o y h regla de cálculo del mundo. - Remontándonos todavía mhs en el tjernpo, nuestro asombro no ts menor al considerar las maravillas que nos dejaron las civilizaciones egipcia y asiria -todavia lroy incxpficables. en cuanto a ciertas tácni- cas utilizadas & la construcción de pirámides y mausoleos- y, en el lejano oriente, lo prodigimo, por ejempIo? de la medicina china, tan aturtiads hoy y tan vieja como el Emperador Amarillo, que vivid m el tercer milenio antes de Cristo. Quiz4, nin@n sabio de la antigüedad señaló y estableció mejor la importancia de iinir el rn6todo racional con d empirico, de como lo hizo Ep6crates entre los griegos. Hipócram (460377 a.c.), "padre de la medicjna'" que codiiicb gran parte de Ias setenta abras que componen el "corpus hipou5h" y que se ocupan de la prActica rnJdica, mri- bió en sus Preceptos : Debe atenderse, en la prhctica rnbdica, no fundamentalmente a laP teorlmis pIakbl.es, sino a k expm-en& combinada con h raxlfn. . . Apmebo la teada si sienta sus basa en los acontecimientos y deduce sus conclusiones de acuerdo aon los hbmenris. Porque si la teoría sienta sus bans en hechos claros, rse ve qiiri &de en el dominio del intelecto, que, a su m recibe sus impre- sionm de o- fuentes.. . Pero si no comimza a partir de una impresi6n clara, sino de rma f i c c i h plausible, induce a menudo a situaciones dolorasas y molestas. T+oa Im que así actilan se p i d e n en un calIejÓn ain salida. Cap. 1. Naturaleza de la ciencia 35 Con base en todas estos hechos y en muchisimtxs rnk que p i r í a m o s amnciar, sería más acorde con Ia realidad sostener que : a ) tanto en Ia época de los babilonim, egipcios y fenicios, como, sobre todo, entre 7- griegas y romanos existi6 un auténtico uso de procedimientos 16gico d o n a I e s y empíricos, aunque con un prevaleciente ihfasis en sus as- peaas pragmáticos; b ) los griegm -especialmente los pitagbricos- lwaron esta ciencia a un orden más racional, con lo cual adquiere. un d o r más absoluto; c ) esta primera concepclbn parece olvidarse y eclip- sarse en l a sigIos siguientes y no es redescubierta y restaurada sino hasta Ea Epoca de1 Renacimiento, y d ) esta ciencia, a partir de W e o y riebido a una serie de factores positivos que trajo consigo la época rena- aendsta y la aparición de la imprenta, c o m d a acurnalm y divulgar i r i ~ hallazgos en foma continua y nklemática, casa que no pudieron hacer las Uvihacioncs antiguas. Esto seria mis 16gico que la afirma- ciOn de que todas las creaciones anteriorts a Galileo f u m fir8cien- tifincas. Karl Popptr, m b o representante del racionalkm crítico, ubica la esencia de la ciencia exclusivamente en su mfoqua cdtko y, más precjsamente, pone como criterio de demarcación entre la ciencia y la ceudociencia, la refutabilidad de un sistema teórico: . . .la racionalidad de la ciencia no &de en su hdbito de apeIar a datos empfricos en apoya de m dogmas -pues m lo hacen tambih los a d 1 0 - ps--, sino exclusivamente ea al enfoque crítico, en una actihid que supone el nrso crítico, entre otros argurnenms, de datos empiricos: (especialmm~ en las refutaciones). Para nosotros, por consiguiente, la ciencia no tiene nada que ver can Ja búsqueda de la certeza, de la probabilidad o de la confiabi- lidad. No nqs interesa establecer que las teorías cientifica rron seguras, ciertas e probables. Consco'intes de nuestra falibilidad, s61o nos interesa ~ r i t i ~ a r h y someterlas a prueba, con la esperanza de dtsnibrir m que estamos equ iw &, de aprender de nuestros mores y, si tmemos 8Uerte, de lograr teorías mejores, . . Supongamos que nos hemos propuesto deliberadamente vivir en este de+ conocido mundo nuestro, adaptamos a é i todo lo que podarno$ aprovechar las opoaunidades que encontremos en tl y expIicarlo, si es posible (no necwi- tamos s u p e r que lo es) y hasta donde sea posible, can ayuda de 1- y teorías explicativas. Si nos hemos propriesto esto, entonces no hay pro&- miento más racionaI que el método de! ensayo y del error, de ia conjetura y lb ~qhtuciún; d e proponer teorías intdpidamente; de hacer todo'Ia posible por probar que son errheaa, y de aceptmh tentafiuamsnte, s i nuestros es- fumo~ criticos fracasan (1967, págs. 64, 265, 266; curaivas nuestras}. De ata manera, Popper resme toda su posici6n dinnando que el crit& para esiablecer el status científico de una teoría es su refuta@ lidad, lo cual- equivaIe a decir que toda teoría debe ofrecer la posibilidaci 6 Primera parte. Conapciirn clásica de la ciencia de someter a prueba o contrastar el contenido de la misma y utilizar, para ello, todos los pmcechicntos asequibla a un enfoque crítico. Para entender Ia justa posición de esta teoria, es ne&o poner especial atención. La prueba "confirmadora" a "refutadoral' scría mal entendida si se considerase solamente cn mtido empírico. A partir de datos empíricos se puede inferir la refutación de una teoría y esto cuan- do la inferencia es purarnmte dedzctim. De esta manera, una teoria o hipótesis jamás podrá ser "verificada" stticto m u , pua siempre. será posible su futura refutación con base en rnk datos, observaciones y "p"mentos; sélo podrá ser cc~orroborada" o "conFirmadEt" --si las; pruebas son positivas- por las mismas. Sin embargo, una hip6tesis o teoría sí puede ser d u t a d a definitivamente con baa en las deducciones imosteniblts que se pubdan derivar lógicamente de ella. De estc modo, sabemos que las teorías refutadas son falsas, mientras que las no refu- tadas puedm ser vtrdaderas. Para Popper ( 1967 1 ninguna prueba o regla puede garantizar la verdad de una gentralízación inferida a partir de observaciones verda- d% P r repetidas que estas sean. El éxito de la ciencia: no se basa tn reg1a.s de inducción, sino que depende de la suerte, d d ingenio y de las reglas puramente dednctivas de argumentación dtica. La Znduc- cidn, es decir, la inferencia basada en muchas observaciones, es un mito. No es un hecho psicd¿gico, ni un hecho de la vida cotidiana, ni un pmcedimicnto científico: as upra cuesdidn de fe. Todas las leyes y tcorias son conjeturas o hipótesis de ensayo q u ~ se aceptan provisionalmente, pro tampme, mientras mistan las más severas p m e k de c o n ~ c i ó n que searnm capam de planear, ptro que se rechazan si no las resisten. Sin embargo, en nin@n c&o ni en ningún sentido, la tearia a Ia hi- p6tesis se infiere de los datos empiricos. No hay una inducci6n psicolb- gica, ni tampoco una induccibn Ibgica. E& posición escompartida por muchos ~ i m ~ c o s , especialmente de la rscuela indoeuropea de Metaciencia que trabajan en el área de las ciencias humanas. El profesor Lmchoten, de la Universidad de Utrecht, por ejemplo, ha aclarado con amplia y precisa indagacidn experimental que Iw renlltadm descubjertos en una situación A no pueden ser decla- rados válidos p m una sjtuaSÓn B, en mto no se haya probado me- diante el a d k k fenomenoliigico la idmtiducl es6mctural de las situacio- nes A y B, casa prácticamente imposible. Amqtie paraca extraño, d mismo Hume justificaba la inducción en funaiin de la codtsmbre y eI hábito, pero pensaba que no se podía justificar lógicame~~tr, que no habia ningtln: argumento Iógic~ válido que nos permitiera stabIecer "'que Ios casos dt los cuales no hemos te- nido ninguna exprimca se asemejan a aqutDos de los que hemos tenido Cap. T . Naturaleza de la denda 57 experiencia". Por consiguiente, "aún después de o k a r la conjunción hcuentc o constante de objetos, no tenemos ninguna iaz6n para tx- m e r uria inferencia concerniente a algún objeto, aparte de aquellos de los que hcmos teriido experiencia...". Pues "si se dijera que tcne- mos experiencia en esto'" decir, si se afirmara que Ea experiencia nos m s a que los objetos constantemente unidos a otros mantienen tal conjunción- entonces, dice Hume, '%mularía nuevamente mi pre- m t a : ~ p o r qut, a partir de esta experiencia, ex t r ímms una conclwi6n que va más alla de los ejemplos pasados, de los cuales hemos tenido experiencia?". En otras palabras, e1 intento de justificar la practica de la inducciOn apelando a la experiencia, conduce a un rcfltso in nitum. Como resultado de esto, podemos decir que las teorias nunca -3ueden sa infere'das de enunciados observacionales, ni pueden ser ju- f icadas racionalmente por &tos ( Popper, 1967, págs. 53-54; cursivas numtras) . E1 mismo Kant afirma, en su Critica de la razón pura, que la uni- versalidad empírica no es m& que una extensión arbitraria del valor, pe se pasa di: un valor que corresponde a la mayor parte de los casos, al que cosrcsponde a todos ellos { 1973, 1, pág. 149). Tanto Arist6telcs como el mismo Bacon entendían por inducción, no tanto Ia inferencia de leyes universales a partir de la okrvación de muchos casos particulares, sino un mitodo mediante el cual iieganm a un punto en el que podemos intuir o percibir lu esencia o la veda- dera naturaleza de 1% casas que mciema 40 univmsd y estoI al fin p al cabo, es sipo de la necesa&. De esh. manera, será la agudeza intdectud del Científico la que Ia observación intelectual de muchos casos para intuir la esencia o n&d-, a bien le bastará cm muy pocos. ~ r i n t a n o considera que la buena descripción dc tsn ejemplo individuai puede hacer evidente la esencia sin que haya necesidad dc acumular más casos particulares. El método de Jean Piaget -apoyado bhicamentc en esta lógica- fue con- siderado durante mucho tiempo por numerosos investigadores positivis- t a ~ como no científico, debido a quc no seguia ciertos cánones clásicos. Sin embargo, en 1956, el famoso cientifico atómico Oppenheirner, al hablar a la American Psychological Association, lo propone como un modelo para iniciar la invetigacibn en algunas áreas de Ias ciencias humanas. Con base en lo expuesto anteriormente, y por o t m razones que aiíadirernos en los próximos capítulos, parece ser que el criterio para definir la ciencia puede variar mucho en relaci6n con el tiempo o épocas histiiricas y también con las perspectivas, intereses y deseos de las pa- sonas. En la Edad Media, la teología fue "la reina de las cien*' y 38 Primera parte. Concepci6n clásica de la ciencia la mima f d d a no era sino una m d a tkologiae. En el Renaci- miento, y durante todo el siglo wr, el modelo de la cieacia siguió la orientación baconiana, galileiana, newtoniana y darwiniana, es de- cir, tom6 un derrotero estrictamente @tivista, En este sigla, EimtW1, Planck y Heisenberg, entre otros, con la teoría g e n d de la relatividad, la mecanica cuántica y el principio de indetedacihn, dinamitaron las basa de a a ciencia poB;hkta, mecmi&ta y d e t e r m i n i y volvieron a intr~ducir la filsofia en b misma rdz del concepto de cien&. ~Cuhl s e 4 por fin, la naturaTeza de la ciencia? Creemos que no es posible llegar a una p ic i6n definitiva sin considerar Ta luz que sobre este problema moja Ia consideración del teorema de Godel y las ideas de Tarski, camo veremos más adelante. Crisis la concepción clásica de la ciencia LA CAUSALIDAD UNIVERSAL NEWONIANA La canccpci6n clásica de la denda, su origen, d m 1 1 0 , influencia ai la cultura, crisis y colapso se pueden observar mejor siguiendo Ia que ha sido considerada como la ciencia por cxedencia y a la que todas !as demás "debían" imitar: la fhica. Su desmIIo triunfal comienza con Francis Bacon y Galileo, se consolida con Newton e impera $0- nosamente hasta comienzas del siglo xx, cuando entra en crisis con la demolici6n de la causa1ida.d y el determinismo, En la metodolog3a baconiana Ias leyes de la natrrraieza st encontra- ban seleccionando un fenómeno, elencando sus características, midih- doIas en su variedad de situaciones, anaE&dolas para encontrar pautas sistemáticas y formalizando algunas proposiciones teortticas. Newton tomó de los experimentos dc Gaiileo y otros itaIianos algu- nas nociones gendes mbre el comportamiento de los cuerpos: que se mueven en Enea r~cta, que van a una velocidad uniforme, que conti- nGan moviéndase así a mam que una fuerza las d~p lace , ecc. Según LJewton, dadas Ia situacibn y las veIocidades de todos IOB cuerpos ce- ]&es en un momento dada, podemos predecir todos sus movimientos a partir de ecte instante hasta. el infinito. Newton mpwo que las normas generdes que parecen obedecer los cuerpos de tamafío medianamente grande son verdad para cada par- t icda d t materia, sea cual sea su cIase y tamaño. Despub de haber decidido poner m pdctica esta idea, construyó por si mismo un nuevo miverso hecho con íos fragmentos mb pequeños de la materia, cada uno de los cuda sigue las mismas leyes o axiomas. Este universo es una cumtm~C2&n como e1 universo abstracto de la geometría que EndL . . des constmyó a partir de SUS axiomas. Cada una de esta?, ' I 40 Primero parte. Concepción dbsica de la ciencia ~ ' c u i a s del universo de Newton atrae a todas las dem& partículas iguales con una fuerza que depende sólo de su distancia; esta f u m decrece de tal manera que cuando la distancia sc dobla, la fuerza dis- minuye hasta una cuarta parte dc su intensidad; y, en general, cuando se altera la distancia, la fuerza se altera i n v m e n t e ai cuadrado de la distancia. A lo hrgo del siglo xnr, Darwin bus& una expiicacidn mecanikta de ia evolucihn: el mecanismo de la dtcci6n natural. El medio am- biente es la causa de que los animales mejor adaptados al mismo, so- brevivan frente a sus rivales en esta lucha por la existencia. De &a manera, Darwin introducía la idea de causatidad en su teoría de la evoIuci6n. Así, el método de Newton, basado en la exflicacitín cawd y me- cdnica de los fenómenos, que consideraba ai principio de causa y efecto como su principio ordenador y rector, se fue convirtiendo en el método de toda ciencia. La creencia de que d universo a una miquina, iievb a muchos investigadores y hombres de ciencia a intentar repetir la hazaña de Newton comtmytndo uri modelo similar para sus respectivas ciencias (economía, psicología, sociología, etc.). Adam Smith, Jeremy Benthan, Stuart Mi, Hartley, Mesrner, Freud, y otros, cada una a su m- nera, dedicaron toda su vida a esta espanza. Pero esta concepción &ca de la ciencia estaba minada internamente y tal situación la Ue- varía gradualmente a tomar conciencia de eUo, a entrar en crisis y a desembocar én un ruidoso colapso. En cuanto a la arbra~egia bnconiana, Reynolds (1971, pág. 142) señaIadm desventajas que la acompañan siemprt, p m especialmente en las ciencias socidcs. En primer lugar, el número de datos que pue- den reunirse es tehicamente infinito, y la faIta de consenso entrc los cientificos en cuanto a cudles son las variables importantes ha dado como mdtado tener que medir una lista sin fin de características. Por esto, un científico que adopte esta estrategia no podria -hablando r i gwmen te - superar el primer paso. En segundo lugar, ci proble- ma de enconhar estmcturas interesantm cntre los datos recogidos es abrumada^, pues hay t an ta que todas merecedan una seria conside- racih. En cstt pracedimiento metodolúgico, siempre se ha puesto knfasis ai la medida y císantificacidn, a tal grado que su precisión estadíctica y decimal UtpO a ser sinónimo de conocimiento científico, aunque los pmbIemas por mtar fueran dt poca importancia y hasta trivial=. Ciertammtt, m respuesta aproximada y modmta a un pobkrnra importante es mucho más Ú t i i quc una sespuata precisa, elegantc y C Cap. 2. Crisis 41 .mtificada dada a un problema trivial. Lo que no merece estudiame m hay razón que obligue a hacerla bien. Por otra parte, Russell nos rmrcrda que "la tCcnica matemática es poderosa, y los hombres dc &&a mtán naturalmente ansimos de aplicarla siempre que sea posi- 9; pero una ley puede ser muy cimf%fica sin s e cuantitativd' ( 1975, *. 55). El empirkmo supone y acepta gratuita y &&ente la idea de -e la experiencia sensorial nos da una mejor imagen deI mundo que pasamienta Iógico c intuitivo. La rwolución científica dei siglo xm, y su consiguiente afianza- ziiento, se fue apoyando cada vez más en una base que no era tan icjgica como parecía: la idea dc una cauddad universal. La ciencia es toda astronomía y menos un juego de billar, aunque en el siglo xnt _.e cxinsñuyese toda una teoda del comportamiento de los gases a par- tzr de e?. Pero también aquí, como en toda el campo regido por Ia -da ley de la termodinimica, hay una puerta abierta. Efectivamen- q podría ocurrir que un recipiente Ueno de agua puesto al fuego, ai vez de henii, se helasre, pues no está demostrado por ninguna de las k p de la fisica que el he& sea imposible; sóIo la segunda ley de la ter- n d n á m i c a demuestra que es altamente imp~obable. LA CRISIS DE LA CAUSALDAD Y EL DETERMINISMO FfSICOS La &is y el rechazo de la causalidad utüvmai tuvo un proceso h r i o ~ o y complejo. Cuando a mediados del siglo pasado se abserv6 q e el planeta Uranb sufría retraw, berr ier , con solo papel, lápiz * las leyes de Newton a su dispssicibn, cdcdó d6nde podía haber otro planeta que, con su f u a gravitatoria, alterase la órbita de Umo. Cumdo se cnfocb el gran telescopio de B e r h hacia ese punto, apareció danmente Neptuno. Esto no podia menos que provocar una mayor ad- miracidn por Newton y sus leyes. Bastantes años más tarde, el mismo EevexTicr descubri6 que también d pIaneta Mercurio sufria alteraciones gravitatorias; pero, por donde- quiera que buscó en el cspacio, no pudo haliar un nuevo Neptuno para culparle de la irregularidad. Este problema sóIo se aclaró con un es- tudio profundo de los mpwstos fundamentales de la fjlo~ofíí de Newton, en especial de su concepto de tiempo. Será Einstcin el que demuestre que el tiempo y el espacio (quc Newtmn crey6 absoltstos) no tienen smtido, en F~~ica, independientemente del obsewador; que un su- W s d o considerar d espacio y el tiempo como dados absolutamente e 42 Primera parte. Ccnceptión clúsiea de la ciencia idhticm para todos los observadm. No podemos comparar d títmpo en dan lugares distintos sin enviar una seña2 dc uno a otro, el recomido de cuya distancia toma en sí mismo un tiempo determinado. En con- secuencia, Eulstein mostró que no hay un "unhe& ahora"; sólo hay un "aqui y ahora" para cada observador, de tal manera que d espacio y el tiempo e s t h inextricabIemente unidus entre si y d t u y e n aspec- tas de una misma realidad (Bronowski, 1978)'. De esta maner% el espacio y el tiempo piden w valor axiomAtico, es deck el valor que Elevaría en sí mismo Ia garantía de su fimtza y solidcz, y se convierten en hipótesis básicas3 que se Im mantiene tanto como se puedan sostener las consmerrcias derivadas de ellas. Max Planck dio un paso fundamental cuando, en 1900, descubri6 .que Ia energía, como la materia, no es continua, sino que aparece siem- pre camo conjunto o qumta dc determinadm tamaños. D d e un principio, las ideas de la mecánica cuántica no podian concordar con la macánica cláGca de las partículas. Babia que reconocer propiedades casi fanthticas a un electrón siempre que emitía o akorbia un quan- ttsm de energia. Estos átomos e s t h ya muy lejos de los de Dem6crit0, que tenían ganchos y agujeros para relacionarse. Las dificultades au- mentaron hasta que, en la segunda década del siglo xx, se empez6 a ver que no podía formularse simplemente una teoría para describir los acontecimientos micrmópicos y esperar mantenerla rígidamente en el maco clásico de Ea cansalidad. En €927 Heisenberg demostrd que toda dcscfipción de la natura- Icza contiene una incertidumbre esenda-! s inamovible. Así, cuanto m% cuidadosamente intentamos calcular la posición de m apartícula funda- mental, por ejemplo, de un electrdn, menos segurcis estaremos de su velocidad. Cuanto m& exactamente intentenias estimar su velocidad, menos seguros c s t m o s de SU posiuhn exacta. Por lo tanto, nunca podremos predecir el futuro de una partícula con absoluta seguridad, porque en realidad no podemos estar completamente seguros de su p e m t e (Brono~vski, 1978, pAgs. 75-76). Este hecho es interpretado por muchas autores como Ia bancrmota del dererrninlsnatr fh i to , EI principio se aplica a partícuIas y amnte- cimientos mimópicos ; pero estos acontecimientos tan pequefm no son ni modo alguuo insignificantes. Son precisamente aquelfos tipos de a c o n t d e n t a s que se producen en los nervios y el cerebro, como también GII Im penes, l a cuales llevan las d d a d e s que heredamos, y, en general, soa la base que constituye toda materia del c o s ~ y todo tipo de mmhicñta p forma de m4a. Entrar al fondo del pmblcma de la carnalidad lleva, 16picamente, al terreno de la metaifsca- Las Icyes causala no pueden demostrame * Cap. 2. Crisis 43 qkicammte, pero Ea g m mayoría de los cientüicos siguen pensando d a t e y mando hablan dt una rdaci6n entre p y q es porque =en que p, de alguna rnmem, causa q, aunque no haya ninguna evi- de que así suceda. En los: mwimicntos de los cuerpos, por +plo, coa gravitación mutua, no hay nada que pueda llamarse causa nada que pueda considerarse efecto; s61o hay una fórmula que desig- Ia relación entre ellos. Por &o, muchas mudas fdm6ficac se oponen a la tesis de Taine de que " t d o conwimiento Eientifico es, en +, un conocimiento causaI" y a la vieja definiciún tradicional de k c i a como cogna'lio rerum per causas, o a la de Kosambi como "cono- &ento de la necesidad'" y piensan, & bien, que la ciencia no debe -ponerse dar respuestas a los porqué, sino sólo a los cómo, o sea, m tiene que limitarse a producir descripciones máximamente complc- y económicas de los fen6menos actuaIes y posibIes. Bertrand RusseII señaIa que la palabra "causa" est5 muy ligada con b c i o n e s engañosas, y la razón de que Ia física haya cesado dc buscar camas es que, en realidad, no hay tales cosas: . . .la ley de causdidad.. . a una reliquia de una edad pasada que sobrevive, como la rnonaqula, S610 porque se supone, erróneamente, que no haec daño (1953, phg. 387). AC'rITrnES ANTE u CRISIS Aquellas personas acostumbradas a pensar siempre con base en un determinismo fijo y m una carnalidad universal, recibieron un impacto pzicol6gico desconcertante con la llegada de &a rwolucibn cientifica. Por eso, suelen seguir objetando de la siguiente manera: ipor qué te- nemos que suponer que debido a que la ciencia nopuede descubrir la m c t u r a de la causalidad en la naturaltza, esta m c t u r a ya no mis- te? {Por qué no podemos continuar sosteniendo d punto de vista de puc el futuro esta en t e o h determinado, por más que los &nauis puedan en la práctica predecirlo o no? dPor qué titíene. que significar que no existe un mecanismo perfectamente adecuado que y que nu&m telescopios y rnicroscopioe son demasiado poco penetrante pam *-er su funcionamiento exacto? Para &S preguntas Bronomki tiene una respuesta: ... esta es una argumentaci6n interesante pero, creemos, bastante patkt'rica, porque Lo que realmente dice cs qac el que hace la pregunta tiene que escogef entre la ciencia y !a cmalidad, y que prefiere inclinarse por la causalidad. Puesto que ata Iltima no es más que uno de las instrumentos de la ciennP, nos parece absurdo aferrame a ella ciegamente cuande parece wn toda eri- Z 44 Primera parfe, Cancepcibn el6siea de la ciencia dencia que no funciona ya como instrumento. Desde luego, cada uno es libre de prefcrir m mtfculo de fe fauodto.. . Pero, no creemos que esta fe sea algo mas que un apoyo confortable y de rutinaria su$e~st i~Óa (1978, pagi- na 81; cursivas nuestras). Así como él rnecanicismo tuvo que retirarse ante I*, incapacidad de dar una explicacidn científica del mundo hace casi doscientos aiios, con Ia llegada de Ea rica cuhtica el ddemintsmo y la camdidad tikm que ser aba~rdofaados o, cuando menos, ~omp¿etamente redefinidos. De esta manera la ciencia se irá centrando cada vtz más en el descubri- miento de estructuras ordenadas en los sistemas dinámicos y tratará de encontrar y f o m d m las propiedades invariables de estos crirnplejos sistemas. En sentido estricto, hoy no wisten ya ciencias exactas; existe la ciencia y, por otro lado, mkte el sentido comh, y ambos tienen que aprender a m'milar en su5 m6todos e ideasi básicas la incertidumbre fundamental de todo cotsacipnignto. Heisenberg había dicho que "quicn quiera llegar hasta el fondo de cualquier discipIina tcndrá que dar, m& pronto o más tarde, con las fuentes human~icas" (Serrano, 1975, pág. 6). Henry Margenau, Pre- mio Nobel dc Física, destaca este punto y lo ponc como eIernento dia- crítico entre fa ciencia del siglo xnr y la del sido xx: , . .la primera era fáctica, se ocupaba de descubrir datos siempre mas exactos y confiables y la determinacibn de las constantes de la naturaleza hasta un creciente número de lugam decimalcs. La nueritra es una aventura hurnanq prei?ada de desafIos e ideas, esperanzas y frustraciones, y sus conceptos tras- cienden cn sumo grado d dominio de los hechm mcnsurables (1969, pág. 3). Pero he Einstein el primero en tomar en serio la filosofia. La relatividad equivale a comprendm d universo, no como m i e s de acon- techmimtos, sino como relaciones. A menudo suden citarse ejemplos de Ia mecánica cuantica para demostrar que el mismo acto de obser- var afecta a las pequeñas partículas que estarnos mirando. A&, Op- penhcimer advierte : ... toda i m m c i 6 n para tomar una medida o para w d i a r lo que s u d e en el mundo atómico, crea, no obstante todo el orden de este mundo, una siniaah mima, ímica, no plenamente previsible (Bugentnl, 1967, $E. 61, Igudm* una pardeda micm~c6pica puede dtsviarse de su tr'a- yectoria qm&m por la acci6n de Ia luz destinada a localizarla; un tem6metm inh-uhtcide en un liquido para mgdir su temperatura, la altera; Im rnmimimtos de la aguja magnetita de un instrumento de me- # Cap, 2. Crisis 45 -52611 eléctrica inducirán una comente nuwa en el circuito, y la presión -ea de un paciente puede aumcntar por cl solo hecho de tomar k e n c i a de que se la e s t h midiendo. También resulta a c i l efectuar, en Ias eimcias sociales, un sondeo i5e la opinián y formular la pregunta de forma que no predisponga Ias -estas. En psicología, por ejemplo, el procedimiento de plantearse m mimo las preguntas ha resultado ser sumamente falible: no se pue- 5 escrutar ;a propia mente y pretender uno mismo que no esth obser- -do. Con todo, ninguna de estas dificultades es tan fundamental x m o la que Einstein reveló. En todm estos cjernplm, la obseiuacibn a inaoduce meramente en el experimento. Pero la reIatividad profun- 5 más y demostró que las observaciones son la matm'a prima de h -Lpncia (Bronowski, 1978, pág. 1 13 ) . Quizá en e1 examen de1 principio de incertidumbre de Htixnbtrg S donde el punto critico se obsewa con mayor claridad, ya que en el =do físico existe no sólo una retroalimentación entre procews ob- -+os, sino una retroalimentación entre el conocedor y lo conocido, una rendición que bien podríamos llamar retrodinaentclnóta epistemdógica. - 9 mismo proceso de percibir una entidad zttbrnica -como stñalamos-, T así en principio toda entidad, ocasiona un cambio en la que se Fci- ti y este cambio, tan demostrado por Heísenberg y es incdculabb c imprerits8ble como tambih ietabk En con- con la retsoali- rwtaci6n dacubierta en ingeniería, la retrohentación epistemológica carece de elemento6 de control (cfr. Margenau, 1969, pág. 21 ) . Si a esto añadmm la otra gran limitación que tiene toda ciencia y -e golpea, sobre todo, a las ciencias naturales en su ilusa pretemión ?e "plena objetividad" (ya que cuando cree someterlo todo a verifica- c6n y objetivación, 1c queda siempre tspe &BÓn totalmente intacto y ,renuente a todo control, verificación u objetivacih: el proceso de per- crpn'6n y comprmk6n de Im datos y de Im resuItados de la investiga- ción, cuyo intento generda un regrao Fm i91;finitum], podernos concluir que las ciencias naturaIes son también I r ~ k ~ m y, por lo tanto, no ab- dutas, sino sólo vemirnilq probables y estadisticamente indetemina- Hcs. No ~ t a r n t w aqui lejos de la posición de Protágoras cuando, en el *lo v a.c., decia: pdnton chrerndton métron ánthropo éinai (e1 hom- bre ec la medida de todas las cosas). Einstein decía cm frecuencia -en oposición a Ia mecánica cuánti- ca y en apoyo a fa creencia en fa existencia de un mundo absolutamente causal- que "Dim no juega dados con el Universo". Esta creencia se fue debilitando en 61 hasta que, hacia cl fin de su vida, finalmente admitió la coherencia Iógica de la teoría cuhntica y Ia consistencia de su abru- madora confirmaci6n experimental. f Segunda parte Hacia un nuevo paradigma en psicología V n hombre no cdnoce ni siquiera su -a ciencia, si sólo esa ciencia sabe". WHETEHEAD: TheAimsofEducatíon Una concepción humanista del hombre Muchos siglas anta de que comenzara la m actual, un sahkta se Wí preguntado: ~ q u d er el hombre? Aún hoy día estamo5 tratando de bmcm una respuesta adecuada a esta urgente interrogante. La fil&a griega cre6 una imagen del hombre centrada cn la ziir- tud y la rrazbn: el hombre alcanzaba la virtud a trads del uso de la & y siguiendo sus demandas. El pensamiento cristiano le aííadi6 los concepto$ amor y pecado. E1 Renacimiento introdujo los aspectm de poder y votuntad, plasmando la imagen política del hombre. Los si- glos x m y xm racionalizaron el interés de los hombm por la propiedad, las cosas y d dinmo. Ia imagen freudiana de la primera mitad del. siglo xx cnfatizó el aspecto i r n p t ~ h i ~ ~ , irrclctonal e incomcimk de1 'ser humano, y la psicologia conductista puso eI acento en la presión que tjcrccn los factores am b k t a k s . El estudio del hombre puede ser realizado desde muy diferentes hgulos y perspectivas cornplanqtarios entre d. Su riqueza resdta siempre inagotable y desafiante. Nuetm enfoque es uno, psicoI6gico. La psicología del siglo xx ha seguido, básicamentete, t res orientacio- nB: la psicoanalitica, la conduccistn y, más recientemente, la humanista Señalaremos Ia génesis de las dos pLimeras y tratarema de p-tar una caracte&acii>n m& detallada de la tercera, con el fin de d a r e cer la natumleza del ob+to que estudia la psicología y sefltar, con
Compartir