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Introducción a la epistemología freudiana

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POR UNA EPISTEMOLOGÍA FREUDIANA 1.? 
l más allá del saber en donde se sitúa la metafísica.
6 Para hacerla
1 explicita, conviene volver a la !:_C�i!)�_!caci_ó_n d� c!�ntificidad ale-
\ gada por F�ud �da. vez que quiere aelimrse. �ste es el eje de
lá presente invest1gac16n. . 
Pero conviene no restablecer, a través de la seducción de .una
fonnalización del saber freudiano, la tentación de completar los 
logros freudianos. En ese caso, el ordenamiento epistemológico 
restablecería la estrategia de las síntesis filosofantes, simplemente 
1 desplazada y disfrazada de lenguaje positivo. Freud se defendió 
muy pronto contra semejantes tentativas.7 Mostraremos que pre­
cisamente lo que se les puede reprochar a la mayoría de los en­
foques anteriores del saber analítico es dejarse llevar por un afán 
de acabamiento! La fidelidad a la letra en la que se define el 
saber freudiano nos protegerá contra esa tentación. 
Pero aquí surge un nuevo obstácu lo: esta fidelidad a la idio-
sincrasia histórica de Freud ¿no tendrá por resultado reducir el 
mensaje revolucionario de que es portador? De hecho, una intro­
�ducción a la epistemol�a freudianl!Jnttg�na, tal cc;>Iñ_oJ� .. clf­cunscribimos, otorga u� _papel. con�_der:a e. !'_ la --�!men�§.�. _histó- . 
�� ¿no está expuesta, pór7o tanto, a aplastar lo inédito freu­
diano bajo el peso de los modelos históricos de que deriva? De 
hecho, después de recordar los elementos históricos en los pre­
facios de exposiciones sobre el psicoanálisis, se añade apresura­
damente que Freud es otra cosa. Es cierto que lo inédito freu­
diano rebasa notablemente sus modelos, pero precisamente no 
habría que temer ninguna relativización del mensaje freudiano si 
� se lo coloca en su horizonte. 
.
, 
. Por tal!.«.>, h�b!érlllllQS�doJ1�blar .. 1'ª.�.de introducción h�a la epistemología f reudiana. Y de hecho, veremos que &i&mieñt�te�ce hincapié, en las páginas siguientes,� 1 R � r de la genealogía del saber freudiano. Pero 
CODYlCDe exte rse acerca de la aceptación y el alcance de esetámino de hw6rico. No se trata de los datos factuales con los que teDdrfa que contar el psicoanálisis. No podríamos conten· -� :"°' � � el.balance de los hechos y de los procedimientos -¡, � disponibles -proyecto por lo demás infinito• 4i �- : ::.! envoltura histórica del wber freudiano, la 
S • al,oz la ª · Bao es un poco lo que suele hacerse cuando� �• � hiatórica" tradicional en que aparecen como
4t-. 
! �.t.•!.•:,-...,,... 
e--,- íM¡ 1-���•1.�-:�d (1911), 
op; cil., pp. 49",
<?t.-5"'&t,tifj• "' e Mli!"i&l Md& ......
POR UNA EPISTEMOLOGÍA l'REUDIANA 
mete�ros . unos nombres o!vidados que alimentan la inagotable 
crónica pintoresca del cammo y de los allegados freudianos. �'!!�J!.d�mo� mucho más radicalmente �r histórico el modo .5
de constituc!ón gen�alógico del saber J�_udiano. Aquí,' uri caif · -
logo de las mfluenc1as no podría bastar. Nos _E!_oponemos. pues. 
lla�a.r mo_del�s. las redes de desc;iframie_�to __ establecidas en _JIJJª practica c1cnt1f 1ca ordenada__;. hablaremos en ese sentido del mo­
dcJo _brü�_kian� f ��ja�o _en _la prácticá.]é-la i�atol):l<>:-f.i�iologí?,_ por lfrnst_ 1\i:_ucke. del_!D�<i.tl<:> h�r_baxtiano a pr�sito del modelo de " 
descif_r_alllicnt�_ del psiqu!S_!!)_<? �n_ Herbart,10 o def' modelo helm- ·::
�Itzfa!J� J?ª!� designar la inves_tig_ac!§.!_l __ c_odifí�ada_ por Hehn):ioltz 
en la encruc11ada de la física y ��l�Ji�iología.11 Si esos modelos 
se relacionan con nombres propios, es porque, en la organización
del campo de saber que nos interesa, irradian a partir de sus pro­
tagonistas. Freud no los imita, los asimila por aprendizaje de su 
práctica, pues en cierto modo están integrados en ella. Hablare­
mos_ ��..!'!/erent� __ p_ara d_e_signar _esas redes que, en cambio, no 
están simplemente incfucidas de prácticas de efectos epistemoló-
,;. gicos, sino que se presentan como teorías, l}leto.�ologíª�- venia- i­
deras filosofías de las ciencias, incluso doctrinas -1azón por la ?. 
cúa! �� escrioen en ismo� Como por ejemplo el machismo, que t -� 
es la infatigable teorización de la práctica de los sabios por Emst t 
Mach,12 como el monismo de Emst Haeckel, }J.Ue eleva la ciencia iL 
al rango de cóncepcíóri ... del mundo.u . .:. 
-sna evocación de los precedentes se quedó en la modesta fase 
de "reseña histórica", fue precisamente por no haber seguido 
hasta el final, en sus efectos complejos, la filiación de Freud con 
la episteme de su tiempo. Por eso se tiene la impresión de que 
hay que dar un salto arbitrario para pasar del origen de Freud 
a su realización . Se pasa, sin haber comprendido muy bien por 
qué prestigio, de un Freud profundamente sumido en los proble­
mas de su tiempo, hijo dócil de ese saber, al Freud emancipado 
convertido en sí mismo, "fundador del psicoanálisis". Bruscamen-
te, al parecer, el mundo del origen ha desaparecido. ¿Dónde que-_
dó, cómo encontrarlo en el mundo nuevo as{ emergido? 
ésa es la tarea previa de una epistemología f reudiana: llev,a!
a cabo un trabajo preciso de localización histórica que nos lleva 
a través de transiciones y rupturas, hasta la frontera en que lt .r::.
• V� in/ra, segunda parte, cap. 1.
1n V� in/ ra, segunda parte, cap. 2.
11 V"5C infra, segunda parte, cap. 3. 
1: Viase in/ra, primera parte, cap. 3. 
u V6ue in/ra, passim. en particular el capítulo final.

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