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Actualidades Pedagógicas Actualidades Pedagógicas Volume 1 Number 63 Article 13 January 2014 Lectura crítica y formación para los medios Lectura crítica y formación para los medios Actualidades Pedagógicas Universidad de La Salle, actualidadespedagogicas@lasalle.edu.co Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/ap Citación recomendada Citación recomendada Pedagógicas, A.. (2014). Lectura crítica y formación para los medios. Actualidades Pedagógicas, (63), 9-12. doi:https://doi.org/10.19052/ap.3145 This Editorial is brought to you for free and open access by the Revistas científicas at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Actualidades Pedagógicas by an authorized editor of Ciencia Unisalle. For more information, please contact ciencia@lasalle.edu.co. https://ciencia.lasalle.edu.co/ap https://ciencia.lasalle.edu.co/ap/vol1 https://ciencia.lasalle.edu.co/ap/vol1/iss63 https://ciencia.lasalle.edu.co/ap/vol1/iss63/13 https://ciencia.lasalle.edu.co/ap?utm_source=ciencia.lasalle.edu.co%2Fap%2Fvol1%2Fiss63%2F13&utm_medium=PDF&utm_campaign=PDFCoverPages https://doi.org/10.19052/ap.3145 mailto:ciencia@lasalle.edu.co Actual. Pedagog. ISSN 0120-1700. N.º 63. enero-junio del 2014, pp. 9-12 9 Editorial Lectura crítica y formación para los medios Durante el proceso de investigación sobre estilos de aprendizaje y lectura crítica de medios, realizado entre 2008 y 2009, el grupo de coinvesti- gadores conformado por estudiantes de comunicación reveló la urgencia por recibir una formación que superara el dominio de técnicas e instrumentos y desarrollar en ellos capacidades para leer los diversos códigos subyacentes a los lenguajes mediatizados. Al proceso de educación para los medios se le han hecho apuestas im- portantes desde los años cuarenta con los movimientos de educación popular en Latinoamérica y, más recientemente, con los estudiosos de media literacy; su eje central radica en un entrenamiento de los sentidos para desentrañar lo que Roland Barthes denominaría lo obtuso, lo no evidente. Una conclusión común a todas las investigaciones y metodologías imple- mentadas en la educación para los medios es que esta ha de ser multimodal, pluridimensional e hipermediática, es decir, debe formar desde distintos án- gulos para percibir los múltiples lenguajes, formatos, sustratos e interfaces entre los cuales la escuela se encuentra inmersa hoy. Ya Jesús Martín Barbero (1996), Jorge Huergo (1999), Manuel Castells (2009), entre otros, han insistido durante más de una década en la descen- tración cultural de la lectura lineal de textos e imágenes, a fin de motivar una transformación sustancial en la educación (transformación que tarda en darse) para educar no solo la vista, sino también los sentidos, en esas otras formas como se percibe la realidad. Para Mario Kaplún, la necesidad de formar a los miembros de una comu- nidad en procesos comunicativos supera la mirada simplista de una alfabe- tización mediática y la Unesco (2008) lo ve también así, al considerar las competencias de alfabetización mediática en relación con la competencia social y ciudadana, la competencia cultural y artística, el tratamiento de la in- formación y la competencia digital; de igual forma, establece que la educación Editorial Daysi Velásquez Aponte 10 para los medios requiere procesos educativos con modelos pedagógicos diferentes a los tradicionales. Para ello, la misma Unesco (2008) propone competencias alfabetiza- cionales en las cuales formar primero a los maestros. En este sentido, expe- riencias concretas de educación, como las aplicadas por la Fundación Ómar Dengo, en Costa Rica, desde la década de los ochenta, vienen evidenciando que no basta con la adquisición del código escrito; las nuevas generaciones comprenden un universo reticular y complejo mediatizado por las tecno- logías de información y comunicación, la convergencia tecnológica y las yuxtapuestas cultura mediática, virtual y digital. José Martínez de Toda (2006) plantea una educación para los medios desde seis dimensiones que se han ido reconfigurando con el avance tecno- lógico. Para este comunicólogo, se debe formar al sujeto desde: 1) la alfabe- tización mediática, 2) la conciencia, 3) la acción, 4) la crítica, 5) la dimensión social y 6) la más relevante, la creatividad. 1. La alfabetización mediática necesariamente ha de incluir el lenguaje audiovisual y digital. Es quizá la dimensión más trabajada por los movimientos de medios alternativos y populares en los cuales se pueden hallar vertientes que nutren los medios escolares. Saber hacer medios implica conocer de fondo los lenguajes, los formatos y los sustratos. De ahí la razón por la cual es la primera dimensión que se va a trabajar. 2. La segunda dimensión está referida a la adquisición de la conciencia, con la cual se desentrañan los códigos de las intenciones de autores y entidades emisoras. También incluye saber cómo cifrar los códigos para lograr una respuesta más acertada y, por lo tanto, más vincu- lante con quien escucha, lee, participa del proceso comunicacional. Esta adquisición de conciencia involucra identificarse como parte de una sociedad pluricultural y reconocer en la polifonía de voces la audiencia o público al que se dirige, haciendo del proceso de lectura de medios más complejo y menos superficial. Pasa del desentrañamiento de códigos, a la comprensión política, económica, cultural y social del contexto. 3. En su tercera dimensión, Martínez de Toda propone la escuela como formadora de lectores activos; reconoce que no hay receptores pasivos de mensajes mediatizados y llama la atención en esta dimensión sobre Actual. Pedagog. ISSN 0120-1700. N.º 63. enero-junio del 2014, pp. 9-12 Lectura crítica y formación para los medios 11 la necesidad de identificar las actitudes del interlocutor; en las que se incluye la no respuesta, el silencio y la apatía como formas de partici- pación. Identificar esas otras formas permite también reconocer otros modos de comunicar en el ámbito escolar como parte del universo comunicativo en el cual intervienen los elementos paralingüísticos no verbales. 4. La dimensión crítica, la más trabajada para Latinoamérica en la década de los sesenta, y sobre la cual se plantean múltiples didácticas y posturas pedagógicas, es la dimensión más cuestionada y la que suscita más debates. El sujeto crítico, ideológicamente, acude a las tres dimensiones anteriores y plantea posturas desde las cuales puede no solo hallar y descifrar el mensaje no evidente, sino que también le provee al sujeto de elementos suficientes para razonar, argumentar y, por lo tanto, crear. 5. La quinta dimensión es la social. Junto con las otras plantea posi- bilidades de acción no solo como reacción a mensajes, información y sentidos canjeados, sino que además permite, por su parte, la reconfi- guración de elementos que serán nuevamente circulados modificando en últimas los entornos sociales. 6. La última, vista por Martínez de Toda y por quienes hemos aplicado el modelo multidimensional, es la mirada estética de la creación. El sujeto creativo logra hacer una lectura crítica de los medios, los mensajes, los códigos y los lenguajes que lo rodean y le permiten la creación, a partir de la cual promueve en otros esa nueva forma de entender la realidad. Como José Martínez de Toda, Gutiérrez y Tyner, en España y Estados Unidos; Fuenzalida, en Chile; Quiroz, en Perú; Orozco, en México; Barbero, Ruiz y otros, en Colombia, también han propuesto la educación para los medios desde múltiples miradas. Escucho a maestros y estudiantes quejándose del “tradicional” sistema educativo, de las tareas y de las evaluaciones que riñen con la flexibilidad de los medios masivos, los modelos informáticos, las plataformas digitales, los dispositivos móviles, etc., pero veo también la pasividad con la cual consu- men la información circundante. Editorial Daysi Velásquez Aponte12 pensado y había esc rito sobre el maestr o investig ador, el sa ber pedag ógico, la f ormación , la sistem atización. En ese marco , me parec ía que ten ía mucho que decir y, al mism o tiempo, que todo había sido ya dicho, debatido, reafirmad o. Por otr o lado, de lo primer o que me acordé al recibir la invitación fue de M ichael Ap ple, a quie n había escu chado —v aya coinci dencia— justament e en Bogo tá (2006). Apple ne gaba al m aestro inv estigador, asignando a los inve stigadores la tarea d e ser la m ano que r elata lo qu e le pasa a l maestro. Apple, en un tono coloquial, había des tacado qu e los maes tros no te nían tiemp o ni para i r al baño y que la pro puesta de investigar era sumar le una car ga más, q ue no pod ían sobrel levar. Ant e esta pos tura, me asombró tanto el s ilencio de los maest ros que e staban es cuchando la confer encia, que eran muc hos, como mi propi o fervor p or plantea r que el ma estro esta ba en con diciones d e investig ar e inves tigarse, si n necesita r a un inv estigador que fuera el mediador entre él y la realida d. Tambié n, mi prop ia historia se hizo pr esente. Ha bía sido m aestra inv estigadora , aun antes de conoce r esa categ oría; simp lemente h abía sido a sí… La in vestigació n y la doc encia habí an estado unidas de sde mis p rimeros p asos. Desd e mis prim eras clases , me salí d el program a, buscand o que lo q ue iba a enseñar fu era real y tuviera qu e ver con la experie ncia de los estudiant es; desde e l principio disfruté e nseñando , me dediqu é a apren der antes que a en señar y tr ansité por otras dis ciplinas, a fin de bu scar una visión má s amplia, m ás multid isciplinari a y, al mis mo tiemp o, vincula da con la experienc ia, la mía y la de lo s otros. E n mis prime ras clases de sociolo gía en la u niversidad , relaciona ba los tem as del pro grama co n hechos de la vida real, con u na películ a, con una novela, co n un texto de filosof ía, con sit uaciones q ue había v ivido. Rec ordaba mi experienc ia como es tudiante a prendiend o la vida d e las abeja s, sin ente nder para qué y a p unto de sa lirme de l a carrera po r el sin se ntido. Eso me afirm aba en ha cer otra c osa. Sin n inguna re ferencia te órica, hice enseñanz a reflexiva, poniendo sobre la m esa mi exp eriencia, b uscando q ue la expe riencia de los otros fuera el an cla para lo que estába mos traba jando, pro moviendo la constr ucción de conocimi ento del g rupo en su conjunto. Al mismo tiempo, ha cía investi gación so cial e inte ntaba com partir en las clases lo que est aba viend o en los p royectos e n los que es taba traba jando. A p oco andar , descubrí la investi gación crí tica, impu lsada por la vergüen za que me embargab a después de mis in cursiones por la inv estigación tradicion alpensado y había es crito sobr e el maest ro investigad or, el sabe r pedagóg ico, la form ación, la s istematiza ción. En e se marco, me parecí a que tení a mucho que decir y, al mism o tiempo, que todo había sido ya dicho, debatido, reafirmad o. Por otr o lado, de lo primer o que me ac ordé al re cibir la in vitación f ue de Mic hael Appl e, a quien había esc uchado — vaya coin cidencia— justament e en Bogo tá (2006). Apple ne gaba al m aestro inv estigador, asignand o a los inv estigadore s la tarea de ser la man o que rela ta lo que l e pasa al m aestro. Ap ple, en un tono colo quial, hab ía destaca do que los maestros no tenían tiempo n i para ir a l baño y q ue la prop uesta de i nvestigar era sumar le una car ga más, qu e no podía n sobrelleva r. Ante es ta postura , me asom bró tanto el silencio de los ma estros que estaban e scuchando la confe- rencia, qu e eran mu chos, com o mi prop io fervor p or plantea r que el m aestro est aba en con diciones d e investig ar e investig arse, sin n ecesitar a un investi gador que fuera el m ediador en tre él y la realidad. También, mi propia historia se hizo pres ente. Hab ía sido ma estra inve stigadora, aun antes de conoc er esa cat egoría; sim plemente había sido así… La investiga ción y la docencia habían es tado unid as desde mis prime ros pasos . Desde m is primeras clases, me salí del pr ograma, b uscando q ue lo que iba a ense ñar fuera real y tuv iera que v er con la e x- periencia de los estu diantes; d esde el pri ncipio dis fruté ense ñando, me dediqué a aprender antes que a enseñar y transité p or otras d isciplinas, a fin de b uscar una visión má s amplia, m ás multidi sciplinaria y, al mism o tiempo, vinculada con la ex periencia, la mía y la de los o tros. En m is primera s clases d e sociolog ía en la un iversidad, relacionab a los tema s del prog rama con hechos de la vida re al, con un a película , con una novela, co n un texto de filosofí a, con situ aciones qu e había viv ido. Recor daba mi ex periencia como estu diante apr endiendo la vida de las abejas, sin enten der para q ué y a pun to de salir me de la c arrera por el sin sen tido. Eso m e afirmaba en hacer otra cosa. Sin ningu na referen cia pensad o y había escrito so bre el mae stro inves tigador, el saber ped agógico, l a formación , la sistem atización. En ese m arco, me p arecía que tenía muc ho que de cir y, al m ismo tiem po, que to do había sido ya dicho, debatido, reafirmad o. Por otr o lado, de lo primer o que me acordé al recibir la invitación fue de M ichael Ap ple, a qui en había escuchado —vaya c oincidenc ia— justa mente en Bogotá ( 2006). Ap ple negaba al maestro i nvestigad or, asigna ndo a los investigad ores la tar ea de ser l a mano qu e relata lo que le pas a al maestro . Apple, en un tono c oloquial, h abía desta cado que los maest ros no ten ían tiemp o ni para ir al baño y que la p ropuesta d e investig ar era sum arle una c arga más, que no po dían sobre llevar. An te esta po stura, me asombró t anto el sil encio de l os maestr os que est aban escu chando la conferenc ia, que era n muchos , como mi propio fer vor por pl antear qu e el maest ro estaba en condic iones de in vestigar e investiga rse, sin ne cesitar a u n investigad or que fue ra el med iador entr e él y la r ealidad. T ambién, m i propia h istoria se hizo prese nte. Había sido maes tra invest igadora, a un antes d e conocer esa categ oría; simp lemente h abía sido a sí… La in vestigació n y la docen cia habían estado un idas desde mis prim eros pasos . Desde m is primera s clases, m e salí del p rograma, buscando que lo qu e iba a en señar fuer a real y tu viera que ver con la experien cia de los estudiante s; desde e l principio disfruté e nseñando , me dediq ué a apren der antes que a ense ñar y tran sité por o tras discip linas, a fin de buscar una visión más ampl ia, más mu ltidisciplin aria y, al m ismo tiem po, vincul ada con la experienc ia, la mía y la de los otros. En mis prim eras clase s de socio logía en l a universi dad, relac ionaba los temas de l program a condo así… La invest igación y la docenci a habían e stado unid as desde m is primero s pasos. D esde mis p rimeras clases, me salí del pr ograma, b uscando q ue lo que iba a ense ñar fuera real y tuv iera que v er con la e xperiencia de los estu diantes; d esde el pr incipio dis fruté ense ñando, me dediqué a aprender antes que a enseñar y transité por otras disciplina s, a fin de buscar un a visión m ás amplia, más mult idisciplina ria y, al mi smo tiemp o, vincula da con la exp eriencia, l a mía y la de los otr os. En mis primeras clases de sociología en launiv ersidad, r elacionaba los temas del progr ama con Quiero subrayar como elemento clave para resignificar la relación edu- cación-comunicación qué es la multidimensionalidad de la educación para los medios, con la que se estimula la creatividad y se logra la apropiación crítica de información para generar conocimientos. Este elemento implica desempeñar roles activos y diversos que permitan el disfrute de la experien- cia educativa inmersa en procesos mediáticos. Referencias Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza. Fuenzalida, V. (1986). Educación para la comunicación televisiva. Santiago de Chile: Ceneca-Unesco. Huergo, J. (2000). Comunicación/educación: itinerarios transversales. En Comuni- cación- educación: coordenadas, abordajes y travesías. Bogotá: DIUC Universidad Central-Siglo del Hombre. Huergo, J. y Fernández, M. (1999). Cultura escolar, cultura mediática/intersecciones. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Kaplún, G. (2012, 16 de octubre). Entrevista personal con la autora. Encuentro de Felafacs, Universidad de Lima, Perú. Kaplún, M. (1985). El comunicador popular. Quito: Ciespal. Kaplún, M. (1997). De medios y fines en comunicación. Chasqui (58). Recuperado de http://chasqui.comunica.org/kaplun.htm Martín Barbero, J. (2002). La educación desde la comunicación. 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