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Globalizacion y literatura en America central

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GLOBALIZACIÓN Y LITERATURA EN AMÉRICA CENTRAL: 
ESCRITORES Y EDITORIALES 
 
Magda Zavala 
 
A manera de prólogo 
 
Llegué a los estudios literarios por la literatura que se dice en voz alta, la que se 
hace saber a otros por la oralidad. Mi abuelo Laudencio González Prendas, nacido 
en fecha imprecisa en la última década del siglo XIX, era un excelente narrador 
de historias. Por él aprendí el arte verbal y el gusto por los juegos de lenguaje, 
cuando nos deleitaba con anécdotas y relatos salpicados de refranes en la pampa 
guanacasteca, lejana del Valle Central, en Costa Rica. La escuela y la Biblioteca 
Municipal de mi pueblo me enseñaron la escritura y el arte literario escrito, 
mientras que en la calle encontré una banda de lectores de revistas ilustradas y 
novelas del oeste (estadounidense), con los que integré una cofradía de 
solidaridad, a la que caracterizaba la lealtad en el canje y préstamo de estos 
libros. Con las amigas, conocí los textos de Corín Tellado, que luego fueron 
familiares en las revistas “femeninas”. Supe desde entonces las distancias y 
proximidades de las tres esferas1 de producción literaria. 
 
Globalización y cultura en América Central 
 
La globalización y el nuevo momento en la vida literaria mundial, actuando sobre 
el escenario de la posguerra o pospacificación en América Central2, cambia y 
 
1 La teoría literaria de la escuela francesa ha reflexionado, principalmente, sobre dos esferas: la literatura del 
campo restringido o gran literatura, también llamada literatura culta, y la literatura del circuito amplio o 
literatura de masas (cfr. Bourdieu, 1995:214). Aunque también existe una larga tradición de estudios de 
literatura popular, hay pocos análisis sobre las relaciones entre las tres esferas de producción y circulación de 
lo literario. 
2 En América Central de la posguerra, los sorpresivos cambios de la vida económica y política en la segunda 
mitad del S. XX, con su correlato en el plano de la cultura, la llamada “tercera revolución tecnológica” 
(Alvarez:2000:244), ha impactado el arte de diversas maneras, si bien se expresa sobre todo en los ámbitos 
de la tecnología de la información y la comunicación, el desarrollo de la biotecnología, la ingeniería genética 
y la robótica, entre otros. 
Nos corresponde ahora describir e interpretar los caminos mediante los cuales se manifiesta este nuevo 
momento de la vida social en América Central, y consecuentemente, identificar cómo se concibe y organiza 
la producción de lo literario este período. 
Es sabido que en el ámbito internacional al acabar la década de 1970 y durante la era Reagan/Bush colapsan 
los supuestos que habían sustentando los diferentes movimientos artísticos durante las etapas anteriores de la 
modernidad: la resistencia, automarginación y crítica del campo artístico frente al mercado. El mercado 
parece estar ganando el pulso que entrabaron hace tres siglos. 
La globalización llega (económica y discursivamente) a América Central cuando se sostenían guerras 
populares contra dictaduras ancestrales, contra al neocolonialismo que se expresaba por distintas vías (desde 
el asistencialismo, hasta las invasiones) y por el derecho a la autodeterminación. Estas guerras quedaron 
truncas por una “pacificación” muy discutible que eliminó los sujetos populares del escenario y dejó 
instalados los ejércitos y las cabezas políticas tradicionales en cada país. 
El corolario de toda esta situación es un desorden decepcionado en los sectores populares que se empobrecen, 
pierden derroteros, abonan la mendicidad y la delincuencia en las ciudades o se deciden por la migración 
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trastoca esas evidencias. La literatura cibernetizada, o transmitida en soporte 
electrónico, crea otra esfera más, con un circuito específico de lectores. Habría 
que hablar ahora de cuatro esferas de transmisión de lo literario, cada una con su 
lógica, y de las interacciones entre ellas. 
 
En este marco, la dinámica de las editoriales metropolitanas y, sobre todo, de los 
consorcios, cobra presencia protagónica. Por su acción, el sitio desde donde se 
hace la literatura pierde importancia y hasta se transforma en una marca que hay 
que borrar. Los escritores ya no son más autoridades intelectuales, sino que se 
asemejan, de manera sorprendente, a las estrellas del espectáculo masivo, en una 
sociedad que se define cada vez más por someter la realidad a los espectáculos y 
por crear realidades espectaculares3, que se manifiestan en escenarios selectos 
unos, amplios otros. Si se ubica un lector en las vías cibernéticas, no importa 
donde viva; desde cualquier punto es testigo de múltiples espectáculos, 
preparados para cualquier observador con un perfil capaz de acceder a ellos y de 
descifrarlos. 
 
En América Central de la posguerra ha habido cambios sustanciales en el campo 
literario. Durante el período de conflicto, la ruptura ideológica determinó la 
existencia de campos literarios opuestos, con sus agentes e instituciones propios, 
dentro de una misma nación4. En la actualidad, ha habido movimientos 
importantes que procuran integrar un solo campo, olvidando las antiguas 
contradicciones; sin embargo, la identidad misma de un campo diferenciado ha 
perdido vigencia. Los escritores buscan menos ser reconocidos por sus pares en 
un país, o varios, de la región y cada vez más figurar a escala internacional, por lo 
menos en el circuito metropolitano que consume literatura en español. 
 
En el momento anterior, existían editoriales sensibles a la solidaridad y a los nuevos 
horizontes estéticos, con orientaciones culturales propositivas frente a los órganos 
oficiales de publicación del Estado. Algunas correspondían a instituciones culturales 
independientes y otras mezclaban fines comerciales con objetivos más amplios. 
Entre ellas podemos mencionar a la Editorial Oscar de León Palacios y Editorial 
Nueva narrativa, en Guatemala; a Guaymuras, en Honduras; Signo Editores en 
Nicaragua; Editorial signos de Panamá; Guayacán, en Costa Rica y Canoa Editores, 
en El Salvador. Paralelamente, se desarrollaba la importante labor de las editoriales 
universitarias y de EDUCA, lamentablemente en la actualidad casi extinta, que 
 
(hacia Costa Rica en el caso de los nicaragüenses y hacia los Estados Unidos, en toda América Central). 
Mientras, los sectores gobernantes muestran uno de sus peores momentos, en cuanto a que pierden capacidad 
de respuesta autónoma frente a los organismos internacionales y los países regentes de la globalización y se 
dedican, en mucho, a promover privatizaciones aceleradas e incautas. 
3 “(...) el espectáculo moderno era ya, esencialmente: el dominio autocrático de la economía mercantil que 
había alcanzado un status de soberanía irresponsable y el conjunto de técnicas de gobierno que acompañan 
ese dominio” (Debord: 1999:14). 
4 En ese período, todavía escasamente estudiado desde el punto de vista de la teoría de la institución literaria, 
derechas e izquierdas establecían cada cual su propio canon, sus instituciones de apoyo y sus redes de 
alianzas internacionales. En estas condiciones, los conflictos y la lucha por las posiciones eran prácticas 
cotidianas. Igualmente, el desarrollo de solidaridades y alianzas. 
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ofrecían a un sector de los autores (principalmente, habitantes de sectores urbanos, 
cercanos a grupos de influencia, reconocidos o apoyados por autoridades 
culturales...) la posibilidad de publicar sus libros sin costo alguno, lo cual sigue, en 
cierta medida, vigente. 
 
Las editoriales ligadas a los Estados, antes y después del período de guerra, 
merecen un capítulo aparte, que está por escribirse. La Editorial Costa Rica, por 
ejemplo, tiene en sus manos la posibilidadde crear el canon literario del país, pero 
no cuenta con los criterios, las políticas y los procedimientos para garantizar la 
calidad de su selección. Así, los grupos de escritores formales e informales, y sobre 
todo estos últimos, gracias a influencias diversas, mantienen el control de la 
institución. Es claro que muchos autores deben recurrir a pequeñas editoriales para 
ver sus libros editados. Además, la publicación en una editorial del Estado tampoco 
es garantía de circulación ni de reconocimiento, dada la heterogeneidad cualitativa 
de los textos publicados y el escaso alcance de la distribución. 
 
Sin duda, habría que estudiar detenidamente la dinámica de las instituciones 
homólogas en la región, para dar cuenta del nexo entre las políticas de Estado y la 
vida literaria. Se podría saber entonces de qué sectores sociales, ideológicos y 
partidarios provienen los autores seleccionados por ellas, a qué grupos de influencia 
cultural pertenecen, qué líderes generacionales los protegen, cuáles instituciones 
privadas los patrocinan o impulsan y otros detalles necesarios para comprender 
apropiadamente sus posiciones en la vida literaria. Probablemente los resultados 
darían algunas sorpresas y varias comprobaciones previsibles. 
 
La globalización y los hechos literarios 
 
La internacionalización enfática de los mercados y el desarrollo de una tecnología 
informativa de largo alcance, permite una más amplia circulación de bienes, 
contradictoriamente, en un circuito selecto, pero de composición cultural 
heterogénea. Esta nueva dinámica de los bienes simbólicos alcanza al arte y la 
literatura de un modo tal, que acaba a escala planetaria con lo que se ha llamado 
“soberanía del arte”. Recordemos que “ autonomía y soberanía son dos notas que 
caracteriza al arte desde inicios de la modernidad”5, tal y como lo soñaron los 
románticos alemanes de Jena, al terminar el siglo XVIII, y por lo que lucharon 
grandes autores, como Flaubert y Baudelaire, con tanto ahínco y consecuencias 
estéticas. 
 
En este nuevo período de la cultura, cambian las necesidades y perspectivas de la 
vida literaria también en América Central, probablemente de manera similar a lo que 
ocurre en otras latitudes de América Latina y en los países con condiciones próximas 
en la vida cultural, política y económica. Ahora los mercados literarios metropolitanos 
 
5 “Dar un sentido soberano a la subversión estética de toda comprensión implica sobrepasar el estatuto 
marginal que hace de lo estético un simple modo de discurso entre otros. El arte se hace soberano cuando la 
experiencia de su negatividad revela también la negatividad que oculta lo que no es arte, sino discurso 
funcional”(Menke, 1997:193). 
 
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promueven la selección del canon y de modelos estéticos representativos en las 
distintas artes, invirtiendo por primera vez, de manera evidente y celebrada, la 
dinámica de consagración que ahora es de afuera del Estado nación hacia adentro.6 
Esta evidencia golpea la autoestima colectiva y deja sin vigencia o disminuidas a 
las instituciones de consagración internas, que en lo literario son, como bien 
sabemos, editoriales y concursos locales, grupos de críticos nacionales, revistas, 
libreros, cenáculos y academias, entre otros. Éstos funcionaron, como les 
correspondía, hasta aproximadamente el primer quinquenio de la década de los 
años noventa. Al respecto, indica Óscar Alvarez, extendiendo la observación a 
América Latina: 
 
 “El éxito literario ya no depende solamente de la calidad del texto, sino también de 
las técnicas de mercadeo y publicidad, así como de la capacidad “maquiavélica” del 
escritor y de sus promotores para capturar premios literarios, que se convierten en 
un medio de aumentar las ventas.(...) Si bien la crítica siempre fue el lado más débil 
de la literatura latinoamericana, ahora simplemente dejó de existir. Fue sustituida por 
la reseña periodística, el elogio, el ataque o la simple publicidad (Alvarez, 2000: 
250)”. 
 
Aunque estos hechos parecen evidentes en la Centroamérica actual, no dudo que 
esté ocurriendo lo mismo o parecido, aunque tal vez más sutilmente, fuera de 
nuestras fronteras regionales. En este período, el mercado ha logrado vencer gran 
parte de la resistencia histórica que tuvieron los artistas y escritores en la 
modernidad. Indudablemente, las leyes de la economía predeterminan hoy de 
manera más directa los modelos de escritura, producción del libro y procesos de 
circulación de lo literario, que se acogen en parte a los moldes productivos de la 
literatura de los medios de comunicación masiva o literatura industrial, al decir de 
Bourdieu, y se desproblematiza en sus contenidos7. 
 
Para tener un lugar en la literatura de los países metropolitanos, y ya no en los 
campos literarios de cada país en particular, que parecerán ahora demasiado 
estrechos y sin interés para los autores, el (la) escritor (a) busca transformar su 
escritura o la proyección de su imagen, de acuerdo con las recomendaciones de los 
especialistas del mercadeo; asimismo, se preocupa por acudir a asesores que lo 
ayuden a identificar matrices temáticas y técnicas que le aseguren viabilidad en el 
mercado y acceso a premios internacionales. 
 
A la caza de oportunidades, un buen grupo de escritores parece deponer ideales, 
propósitos íntimos, necesidades sociales, dolores y denuncias, o asumir solo 
aquellos que cuentan con una recepción favorable de antemano. Es de suponer, por 
ejemplo, que está bien visto denunciar el machismo y la contaminación del medio 
 
6 Costa Rica presenció, a fin de siglo XIX, una fuerte polémica entre nacionalistas y cosmopolitas, en la que 
parecen haber vencido los nacionalistas. Al acabar el siglo XX, sin duda los resultados serían diferentes, si 
consideramos la capacidad de respuesta de la clase política de los intelectuales ante el discurso neoliberal. 
7 El libro de Laura Esquivel La ley del Amor(1995) y Afrodita(1998) de Isabel Allende nos ofrecen 
ejemplos paradigmáticos. 
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ambiente, pero no así, mostrar al mundo el trasiego de órganos, la prostitución 
infantil, las contradicciones de una pacificación en que los acuerdos jamás terminan 
de llegar a real término, el etnocidio y el crecimiento desmesurado de la delincuen-
cia, indicador de mayores desigualdades sociales. Por otra parte, para decepción de 
aquellos escritores que defienden el arte por el arte, tampoco la escritura de la 
vanguardia estética tiene oportunidad. 
 
Por lo tanto, es posible apreciar en el panorama literario del presente en la región 
sectores que tienden a separarse cada vez más, entre quienes producen una 
literatura de pretensión cosmopolita, de tendencia posmoderna u otra, en la 
perspectiva del mercado, y quienes restan valor a la difusión transnacionalizada y 
continúan creando una literatura de urgencia, que tiene ahora menos posibilidades 
de ver la luz editorial. Y hay quienes también siguen intentando la síntesis entre 
ambos, expectativas que tienen sobre todo los nuevos sujetos de la literatura 
regional. 
 
En este contexto, un sector importante del arte, y del campo artístico, renuncia a la 
marginalidad activa y denunciante que había marcado el período anterior y desea 
aprovechar las posibilidades individuales que ofrece el mundo internacionalizado. 
Esta tendencia se muestra claramente en las Artes Plásticas o Visuales y empieza 
a tener manifestaciones en lo literario. 
 
Globalización literaria 
 
En lo literario, la globalización se expresa de diversas maneras: en el lenguaje y 
los temas de la escritura; en los sujetos sociales que tienen ventaja y poder para 
aprovechar las nuevas alternativas de producción, en las instituciones promotoras 
y sus funciones, en los “habitus” y metas de los escritores, en los sitios desde 
donde se escribe, en el nexo cada vez más estrecho entre cibernéticay literatura. 
 
Es posible reconocer en la literatura centroamericana de hoy, las siguientes 
tendencias que parecen ser formas de adecuación al nuevo momento: 
 
Eco o elusión del contexto. 
 
El mercado internacional requiere ciertos temas y repele otros. En concreto, le 
interesa la generalidad, a lo sumo, los universales humanos o las grandes 
reivindicaciones, y no así la especificidad cultural y la literatura de problematización. 
El individuo, visto de manera aislada y simple, también ofrece asuntos que caben en 
este marco, de ahí la búsqueda de autobiografías, biografías y memorias. 
En América Central, la literatura fuertemente politizada de las décadas de 1970 y 
1980 quedó atrás hacia el fin del siglo XX, aunque sigue publicándose literatura 
testimonial. Todavía en los últimos años aparecen novelas de esta tendencia; por 
ejemplo, El misterio de San Andrés (1996) de Dante Liano; Milagro de la paz 
(1995) y Siglo de O(g)ro (1998), de Manlio Argueta, solo para mencionar algunas. 
También, resuenan muestras de poesía testimonial en El Salvador (José Roberto 
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Cea), en Honduras (Roberto Sosa, José Antonio Funes) y Guatemala (Ana María 
Rodas, Francisco Morales Santos), entre otros. 
 
Es sabido que interesan a las empresas editoriales metropolitanas los escritores 
que representan, con su práctica en el campo literario y su escritura, las 
expectativas que el lector cosmopolita tiene sobre la literatura latinoamericana. En 
el caso de García Márquez, su correspondencia con el realismo mágico; en Jorge 
Amado el exotismo criollo y la exuberancia; en Vargas Llosa la ingeniería narrativa 
puesta al servicio de la novela histórica, tan cotizada en los medios de 
comunicación. En Centroamérica, se ha venido desarrollando una importante 
producción de literatura histórica. Luego de Asturias, no hubo un movimiento de 
realismo mágico importante, como sí lo ha habido de novela histórica, 
especialmente, en Nicaragua (Sergio Ramírez, Julio Valle Castillo, Ricardo 
Pasos...).En Costa Rica, destacan los textos de la escritora chilena radicada en 
Costa Rica, Tatiana Lobo, del dramaturgo Daniel Gallegos y de José León 
Sánchez. 
 
De manera simultánea, empiezan a quedar atrás los temas políticos del presente. 
Entre La mujer habitada (1998) y Sofía de los presagios (1992), de Gioconda 
Belli, existe una distancia significativa en el orden de la escritura y sus intenciones. 
Mientras la primera se asienta en los conflictos políticos del pasado remoto y los 
propios de la segunda mitad del siglo XX en Nicaragua, la segunda novela los 
ignora casi por completo. El tema político vuelve a cobrar vigencia cuando se le ve 
con distancia, en memorias y otros relatos autobiográficos, tal y como ocurre en El 
país bajo mi piel(2001) de Belli. Un salto cualitativo ha ocurrido. 
 
 
Balance entre las tendencias estéticas. 
 
La dinámica de la vida cultural salvadoreña de hoy, según dicen sus escritores, 
enseña que las divergencias del pasado no terminaron al acabar el conflicto bélico. 
Posteriormente, mediante actividades literarias y otras, se ha rescatado en El 
Salvador el testimonio de colectividades deprimidas8. Es curioso que sea en ese 
mismo país en donde esté surgiendo una teorización contra o antitestimonial, como 
lo muestra Rafael Lara Martínez en el artículo “La tormenta entre las manos”, 
aparecido en la Revista Voces. Aparentemente, mucho quedó sin resolver en el 
terreno estético y no ha habido suficientes oportunidades de evaluar los avances de 
la literatura regional en este nuevo período. Algo similar sucede en Nicaragua, donde 
es claro el interés de los escritores jóvenes por evaluar la literatura del período 
sandinista y señalar sus distancias y cuestionamientos. 
 
 
8 “ ASTAC y el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJE), así como varias asociaciones de mujeres 
promueven concursos de testimonios con el propósito de grabar en la memoria del país lo que la historia oficial 
busca olvidar.”(Castrillo: 1997: 6). Los escritores que se encuentran en esta tarea asumen que la superación de la 
guerra no se da con un simple olvido colectivo, con la desmemoria, sino con la evaluación ponderada y ética de 
las causas que llevaron a la violencia política. 
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Por otra parte, siguen teniendo vigencia en algunos países de la región los grupos 
conducidos por guías o maestros generacionales, claramente asociados con los 
partidos políticos y las instituciones culturales de los Estados. Estos núcleos mueven 
influencias importantes, capaces de construir y destruir escritores y definir modas 
estéticas. 
 
 
Literatura de la nación en crisis 
 
Un fenómeno nuevo en la literatura centroamericana de la última década es la 
aparición de una literatura de repudio de la patria (por cierto, en ocasiones 
equiparada con la madre)9 que se manifiesta sobre todo en novela. Es el caso de 
El asco (1997) de Horacio Castellanos, El Emperador Tertuliano y la legión de 
los superlimpios (1991) de Rodolfo Arias y Mundicia (1991) de Rodrigo Soto. 
Estas novelas aparecieron por primera vez en pequeñas editoriales locales. Son 
parte de una serie de textos que se expresan en el período de la globalización y 
parecen responder, en cierta medida, a sus expectativas culturales, en lo relativo a 
la identificación de los individuos con una patria originaria. 
 
 
Crítica y espectáculo literario. 
 
La aparición de escritores estrellas, con una difusión espectacular, hace que los 
críticos cedan al espejismo y se ocupen casi exclusivamente de ellos. Queda en el 
olvido un amplio espectro de escritores, entre los que abundan los que 
corresponden a minorías étnicas, mujeres, grupos que reivindican opciones 
eróticas diversas, sectores alternativos y otros. De este modo, la crítica es también 
víctima y cómplice de las estrategias de publicidad literaria. 
 
Los estudios literarios se alejan así de la pretensión de cientificidad que la animó 
hace unas cuantas décadas. Lejos de buscar en la realidad las distintas series 
textuales, correspondientes a las distintas esferas al inicio mencionadas, y de 
proponer con rigurosidad, la delimitación de conjuntos de textos, de acuerdo con 
sus proximidades estéticas y otras, sin ceder a las exclusiones y olvidos- 
voluntarios e involuntarios-, la crítica parece simplemente avalar y refrendar la 
obra que le señalan las empresas y la publicidad literaria. En América Central 
pesan también las rencillas de aldea o los cobros políticos, que invisibilizan a 
algunos escritores. 
 
Los mismos escritores que escriben crítica olvidan de mencionar en sus 
repertorios a representantes de los grupos emergentes, como hace Sergio 
Ramírez en su artículo de la Librusa10, quien no recuerda mencionar entre los 
 
9 1 Es así claramente en Cruz de olvido(1999) de Carlos Cortés; había un antecedente de este hecho en Los 
compañeros(1976) de Marco Antonio Flores. 
10 Http://www.librusa.com/entrevista_sergio_ramirez.htm 
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novelistas de la actualidad a las escritoras, ni en poesía, la aparición de un fuerte 
movimiento poético en el área maya, en el que destaca Humberto Ak´abal11. 
 
 
Literatura y cibernética. 
 
La literatura cibernetizada empieza a aparecer en América Central, sobre todo 
con las experiencias que proponen los escritores centroamericanos que viven en 
los Estados Unidos. Para ellos, la posibilidad de una escritura virtual, con recursos 
de la alta tecnología fue más temprano una realidad accesible; no sucede del 
mismo modo para los escritores que producen desde la región. En la actualidad, 
empiezan a aparecer librerías virtuales y cada vez más escritores instalan su 
página web, con el propósito de vencer la invisibilización. 
 
El uso de las vías virtuales le permite al escritor aspirar a una circulación sin libro 
impreso a escala internacional. Sin embargo, el escaso desarrollode la tecnología 
en América Central, presagia a esos escritores una recepción limitada entre los 
suyos, si solo usa esta vía, y una todavía poco predecible difusión en otras 
latitudes, en que su nombre es desconocido. 
 
Los hechos hasta aquí señalados llevan a los escritores a la aspiración de ocupar 
un lugar en la literatura mundial, lo que parece indicar que los campos literarios 
internos han dejado de ser un marco de referencia deseable para ellos. La 
presencia de consorcios editoriales en América Central es uno de los rasgos que 
más dinamizan el presente de la región y se convierte en el medio por el cual los 
escritores creen posible conquistar el mercado mundial. 
 
Consorcios editoriales y escritores. 
 
Quizás, el aspecto más relevante de la vida literaria mundial del nuevo período es 
la producción mercantil del escritor desde las empresas editoriales 
transnacionalizadas. Como nunca antes, las editoriales son condición de 
producción, reconocimiento y consagración de los escritores (as). Ellas concentran 
todo un amplio proceso que antes tenían en sus manos diversos sujetos sociales: 
los talleres literarios y la academia, los cenáculos, las editoriales locales y 
regionales y los críticos. 
 
 
11 “Hacia la última década y con el fin de las hostilidades bélicas en la región, la producción literaria se 
diversifica, acaban los enfrentamientos descalificadores de tendencias opuestas, aparece con fuerza una 
producción literaria de mujeres, especialmente identificada con los valores de la reivindicación de género; 
hace irrupción una literatura todavía muy minoritaria, que pregona la diversidad de opción sexual e, 
igualmente, otra sensible a la luchas por el medio ambiente. Un componente de relevancia es el surgimiento 
de la literatura de autor indígena en la zona maya. 
Con todo ello, se muestra el efecto de la corriente epocal de la posmodernidad y de las luchas sociales más 
recientes” (Zavala, 1999-2000: 9-10). 
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Los consorcios editoriales, ubicados en circuitos geográficos y culturales 
específicos, siguen tácticas de reclutamiento de escritores bastante simples, pero 
muy eficientes. A mi entender, las principales son: 
 
-Construcción de escritores desde y por el mercado. 
 
Las empresas condicionan la escritura y la imagen del escritor para ser proyectada 
por los medios. Con ello, rápidamente, algunos personajes de los medios de 
comunicación llegan a ser escritores. 
 
 Siguiendo este procedimiento, la empresa editorial recurre a periodistas, 
presentadores de televisión y otros personajes de los medios y los apoyan de 
diversas maneras, con el propósito de convertirlos en escritores famosos12. En 
Costa Rica, solo para citar un ejemplo, dos de los premios nacionales de novela 
de los últimos cinco años se otorgaron a escritores y periodistas que escribían su 
primera novela; además, en este mismo país, Alfaguara amparó la edición de las 
primeras novelas de dos periodistas, en un lapso no mayor a tres años. 
 
Estos hechos, y sobre todo, otros, la creación prácticamente “ex nihil” del escritor, 
a partir de personajes de los medios (el escándalo de la creación de escritores)13 
parecen indicar que se trata de procesos donde se finge que se hace literatura, 
yendo mucho más allá de la pretensión tradicional de la literatura, la cual, 
mediante fingimientos, crea realidades (ficción, “ficticio”, fingere, fingir) (Marc, 
2000: 30). Es decir, se estaría muy cerca de la falsificación. 
 
 
-Atracción de autores famosos 
 
Los consorcios procuran mezclar ediciones de sus escritores orgánicos con 
publicación de autores consagrados14. Por ejemplo, Alfaguara publicó 
recientemente también una novela de Elena Poniatowska y ha publicado en 
Centroamérica textos de Sergio Ramírez. La atracción de escritores consagrados 
 
12 Este es un mecanismo enfáticamente usado en los últimos quince años. Los consorcios editoriales 
identifican entre periodistas, presentadores de televisión, artistas de la farándula y otras afines, a aquellas 
personas que pueden tener un perfil atractivo para el gran consumo: por una vida escandalosa, por su opción 
sexual minoritaria, por su belleza física, por sus habilidades como comunicador (a), por su liderazgo cultural y 
los anima a escribir (novelas, sobre todo) con la promesa de editarlos. Estos autores potenciales, según se 
dice, cuentan con el apoyo de un equipo de redacción de la editorial, al servicio de sus requerimientos como 
principiante en el oficio. Las novelas, editadas lujosamente, tienen un lanzamiento ruidoso con repercusiones 
en varias capitales del circuito cultural que determina la lengua de su escritura. Estos textos tienen asegurada 
su difusión en las librerías y, quizás, en supermercados de todo el mundo. De esta manera, el escritor nace 
famoso, no requiere trayectoria, ni formación, ni consagración entre pares. La empresa editorial los construye 
famosos por su sello. 
13 Un sonado ejemplo de la importancia que toma actualmente la producción en serie de escritores es el caso 
Ana Rosa Quintana y su novela Sabor a hiel, en España. 
14 Isabel Allende, para citar solo un caso, hace un camino muy particular que la lleva del periodismo, a la 
literatura profesional, y de allí a la literatura “light”, y luego, al simple producto mercantil, al modo de los 
ensayos con apostillas que aparecen en Afrodita. Tanto García Márquez como Vargas Llosa, antiguos 
opositores ideológicos, terminan siendo próximos o aproximados por este contexto. 
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dan “lustre” a la casa editora y garantizan la credibilidad de la empresa ante los 
conocedores. 
 
-Conversión de autores reconocidos en autores del circuito masivo. 
 
Este fenómeno ha sido común en los tiempos modernos. La relación de 
intercambio entre el circuito masivo y el restringido, aunque minoritaria, ha 
caracterizado toda la modernidad15 
 
Los escritores de los consorcios y los escritores restantes. 
 
La presencia, como “deus ex machina”, de los consorcios editoriales en 
Centroamérica, empieza a ser importante en los primeros años de la década de 
los noventa. Desde entonces al presente, ha cambiado visiblemente la dinámica 
de los campos literarios nacionales y del regional. De formaciones divididas en 
sectores ideológicos expuestos, cada uno con instituciones y sistemas de 
reconocimiento propios, ligados internacionalmente con partidarios en América 
Latina y el mundo, han pasado a ser espacios ocupados por los consorcios, 
verdaderos agentes neocoloniales. Estos hacen apariciones temporales, en 
función de: 
- El lanzamiento de escritores y libros con su sello editorial. 
- La búsqueda de libros candidatos a edición. 
- La promoción de actividades literarias, en asociación con organismos del 
Estado. 
- La puesta en escena de sus escritores famosos, o desconocidos, en gira de 
promoción editorial. 
 
Esta situación implica que las transnacionales editoras actúan como verdaderos 
motores de la actividad literaria. Varios escritores ya trabajan en función de su 
potencial acceso al sello editorial. Como derivado de todo lo anterior, tenemos dos 
tipos de escritores: los que se promueven por las vías tradicionales, con grandes 
dificultades y tropiezos para el logro de reconocimiento, y los que llegan sin 
ninguna trayectoria, del anonimato a la cima. 
 
Los objetivos sociales del arte han quedado atrás. El mercado de influencias 
(personales, sociales, políticas, familiares, e incluso, religiosas…) es hoy más 
evidente que nunca. Los escritores saben que de su uso depende el éxito. Los 
consorcios pueden mover premios nacionales y regionales. Es sabido que la 
publicación con un sello editorial transnacionalizado garantiza, casi sin duda, el 
otorgamiento de premios y otros reconocimientos de parte del conjunto de 
instituciones literarias ligadas al Estado nacional. Como es visible, las condiciones15 Sin embargo, el escritor que se propone mezclar las formas de uno y otro modelo, corre el peligro de que 
su escritura quede atrapada por las formas más simples, propias del campo masivo, sin ir más lejos. En 
América Latina, Manuel Puig logró una síntesis novedosa y atractiva, mientras que algunos de los llamados 
escritores “ light” quedan a veces más cerca del mercado que de la literatura. 
 
 
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para la promoción y desarrollo de formas cuestionables de acceso a bienes 
simbólicos están dadas. 
 
Mientras, la mayoría de los escritores están prácticamente condenados al 
anonimato. Las oportunidades editoriales abiertas por el Estado tienden a 
disminuir con la reducción neoliberal y los ajustes estructurales. Las editoriales 
locales no pueden competir con los consorcios, ni en la calidad de producción del 
texto, ni en capacidad de distribución y mercadeo. Entre la presencia local de los 
consorcios y la cibernética literaria, las pequeñas editoriales sufren un 
acorralamiento que preludia la desaparición. Y son las editoriales locales las que 
permiten la existencia del escritor independiente, el que no escribe ni para los 
consorcios, ni para los aparatos editoriales del Estado. 
 
En la relación entre las grandes empresas editoriales y del Estado nacional, el 
Estado parece perder protagonismo, pues en muchas ocasiones termina cediendo 
su espacio y preferencias, para apoyar los objetivos de las empresas; de lo 
contrario, la asociación tiene poca posibilidad de éxito. 
 
Resta una pregunta clave: ¿cuáles son los escritores locales que pueden llegar a 
los consorcios? Los que tienen una escritura más apta para la comercialización y 
los que cuentan con relaciones (posiciones en sitios de poder, contactos e 
influencias) para hacer llegar sus textos, con “valores” adicionales. 
 
Conclusiones 
 
La globalización se expresa en el ámbito literario, y de manera visible e inmediata 
en América Central, como cambio de las expectativas de edición y distribución de 
los escritores, que buscan los mercados metropolitanos. Por lo tanto, la llegada de 
las transnacionales de la edición adquiere una importancia especial. Este hecho 
ha cambiado la dinámica del campo literario y trae consecuencias a las relaciones 
del escritor con el proceso de escritura, al contacto entre los autores y de éstos 
con los organismos del Estado. Este período se caracteriza por la distorsión de las 
solidaridades ideológicas y gremiales entre los escritores. 
 
 Las transnacionales de la edición crean escritores orgánicos y atraen a otros a su 
órbita. La distancia entre los que tienen este apoyo y los que no, es abismal en 
oportunidades. Los medios de comunicación masiva intervienen de manera 
evidente en la promoción de los escritores. La crítica académica aparece un tanto 
más disminuida y sin expectativas científicas claras. 
 
 Por otra parte, las literaturas de América Central, tradicionalmente sensibles al 
contexto y a los conflictos que caracterizan a estas sociedades, empiezan a perder 
capacidad de anclaje y denuncia. Mientras las editoriales pequeñas, que han dado 
oportunidad a escritores independientes, pierden su espacio de manera acelerada. 
 
Vivimos todavía en una América Central en donde persisten sitios en los que no se 
sabe qué es una máquina computadora. Yo, que hace tiempo la uso para 
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multiplicar la capacidad de hacer literatura y comunicarme con los amigos a 
distancia, la coloco a la par del metate auténtico precolombino, donde mi abuela 
Josefa Álvarez Morera afinaba la masa de maíz, y trato de no olvidar que la 
palabra tiene un aquí, un ahora y un porqué que prefiero inalienables. 
 
 
 BIBLIOGRAFIA 
 
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Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional,1999-2000. 
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literario. Barcelona, Anagrama, 1995. 
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1997. 
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Anagrama,1999. 
- Godzich, Wald. Teoría literaria y crítica de la cultura. Madrid, Cátedra, 1998. 
- Menke, Christoph. La soberanía del arte. La experiencia estética según 
Adorno y Derrida. Madrid, Visor,1997. 
- Petit, Marc. Elogio de la ficción. Madrid, Ediciones Espasa Calpe, 2000. 
- Zavala, Magda. “La literatura centroamericana en el reciente fin de siglo”. 
ISTMICA 5-6, Heredia, Departamento de Publicaciones de la Universidad 
Nacional, 1999-2000.

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