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aguas pluviales

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Qué son las aguas pluviales
La definición de aguas pluviales es muy simple, ya que son aquellas aguas precipitadas que caen al suelo y no son absorbidas por éste. Por tanto, a la pregunta de qué se consideran aguas pluviales, son aquellas que discurren libremente por el suelo urbano y terminan siendo absorbidas por el sistema de alcantarillado, es decir, los colectores de agua.
Cómo se recogen y gestionan las aguas pluviales
Efectivamente, todas las aguas pluviales son recogidas por el sistema de alcantarillado, y son incorporadas a la red de saneamiento. Por tanto, su destino final es la depuradora, quien, en episodios de lluvias intensas, presenta un aumento del caudal de agua. Conviene resaltar que la misión de las depuradoras es el aprovechamiento de las aguas residuales, aquellas que están altamente contaminadas.
La unificación tanto de las aguas residuales, es decir, las de uso doméstico, junto con las por viales, es, por tanto, un problema, ya que se está desperdiciando un agua que, en un principio, no está contaminada. Esto puede realizarse mediante una red separativa, impidiendo así mezclar un tipo de agua con otra.
Probablemente no sepas qué es una red separativa. Muy sencillo, es un sistema dual de alcantarillado. Por un lado, se recogen las aguas residuales, es decir, las de baños y cocinas. Por otro lado, se recogen las aguas pluviales, que están limpias. De esta manera, se puede favorecer un tratamiento adecuado de ambas y sin tener que sobrecargar las depuradoras
Cómo se pueden aprovechar las aguas pluviales
A decir verdad, desaprovechar las aguas pluviales es algo que podría calificarse casi de delito. En un país como el nuestro, donde hay regiones con un importante déficit hídrico, aprovechar las aguas pluviales debería ser prácticamente una obligación. Afortunadamente, existe cada vez un mayor grado de concienciación en este sentido, y las administraciones públicas están comenzando a trabajar para que se le pueda dar un uso adecuado a las aguas pluviales y no sean desaprovechadas.
El empleo que se le puede dar a las aguas pluviales es muy diverso, desde riego hasta limpieza. Para ello, se utilizan depósitos de diferente capacidad y que pueden instalarse tanto a ras de suelo como en zonas elevadas. Comprar un depósito de agua permite no desperdiciar un bien cada vez más escaso y darle una oportunidad, impidiendo que se desperdicie. Siempre hay que acogerse a la normativa que regula la recogida y bajantes de aguas pluviales. En nuestro país es el CTE o Código Técnico de la Edificación (2006).
Ventajas de la recogida y uso de las aguas pluviales
En primer lugar, la recogida y uso de aguas pluviales supone un ahorro en el agua que gastamos cada vez que accionamos el grifo. Es un aprovechamiento de un recurso, literalmente, caído del cielo y que evita el empleo de ese mismo bien que nos llega por otro medio.
Además, la compra de un depósito pluvial no supone una inversión muy elevada, por lo que en un plazo razonable de tiempo tendremos esa compra más que amortizada. Un depósito de aguas pluviales al que llegue el líquido elemento mediante los canalones y bajantes es una solución excelente en cualquier circunstancia. Contar con un asesoramiento experto permite un máximo aprovechamiento y, además, asegurarnos que se cumple con la normativa.
Esta agua pluvial, sin tratar, puede emplearse tanto en baldeo como en riego o incluso para lavado de vehículos. Si se complementa con un sistema adecuado de tratamiento y de retorno, puede emplearse tanto en cisternas como en el uso de lavadoras o lavavajillas. En estos casos la inversión a realizar es mayor, pero el gesto que estamos realizando al medio ambiente implica ya de por sí una satisfacción máxima. 
Diferencia con las aguas fluviales
Generalmente, para personas no versadas, el concepto de aguas pluviales y fluviales quiere decir lo mismo, cuando no lo es. Tal y como hemos referido en el artículo, las aguas pluviales son aquellas que precipitan en el cielo en forma de lluvia, nieve o granizo. Por el contrario, las aguas pluviales fluviales son las de ríos o caños, por lo que ahí radica la diferencia entre un concepto u otro. Es decir, un río o un arroyo no es más que un curso de aguas fluviales.

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