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Unidad 1 - PIA

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Política internacional argentina 
UNIDAD I 
Teoría y metodología de la PEA
• La PE como disciplina de estudio: herramientas para el análisis de las RRII de Argentina.
• Los problemas del relacionamiento externo de un Estado periférico y en desarrollo.
• Principales interpretaciones y propuestas sobre la PEA.
WALTZ, K. – “El hombre, el Estado y la guerra” (1970)
APUNTES DE CLASE
Waltz se pregunta sobre las causas de la guerra y de la paz. Existen 3 posibles respuestas:
· En el hombre, su sistema de creencias del decisor, ideas, percepciones (realismo).
· En la estructura de los E, sus sistemas políticos, proceso de toma de decisiones (liberalismo).
· En el sistema interestatal (neorrealismo).
Una buena PE es aquella capaz de conciliar de la mejor manera posible, las necesidades internas con las posibilidades externas, cuando genera acciones hacia el sistema. Además, es aquella capaz de hacer lo mismo con las exigencias internacionales con las posibilidades domésticas, cuando responde a acciones o estímulos provenientes de otros actores del sistema. Tiene que ser capaz de ponderar adecuadamente las imágenes.
Introducción
Las tentativas que se han realizado para eliminar la guerra, apenas han traído efímeros momentos de paz entre los estados. La paz es uno de los fines entre los muchos que simultáneamente se busca lograr, y los medios para procurarla son muchos. Cada intento de aliviar una situación implica algún conocimiento de sus causas: explicar cómo se puede lograr la paz más rápidamente requiere una comprensión de la causas de la guerra. 
Nuestros infortunios son, inevitablemente, el producto de nuestra naturaleza. La raíz de todo mal se encuentra en el hombre y, por consiguiente, él constituye en sí mismo la raíz del mal específico: la guerra. El hombre, ¿forja la sociedad a su imagen y semejanza, o es la sociedad quien le forja a él?. Rosseau acaba con la opinión que afirma que, como el hombre es un animal social, su comportamiento en sociedad puede explicarse por su pasión animal y/o su razón humana. El hombre nace y, en su condición natural, no es ni bueno ni malo. La sociedad es el elemento que degrada la vida de los hombres pero es, asimismo, el instrumento moralizador. Y la sociedad, afirma, es inseparable de la organización política.
¿Cómo puede entenderse mejor al hombre en sociedad: por el estudio del hombre o por el de la sociedad? La respuesta más satisfactoria se obtendría eliminando la palabra “o” y contestando ambos interrogantes. Si detenemos ahora nuestra atención en el problema de por qué existen las guerras, ¿haremos hincapié sobre el papel del estado, con su contenido social y económico y su sistema político, o nos concentraremos principalmente en lo que a veces se ha dado en denominar la sociedad de estados? 
Quienes destacan el primero, en cierto sentido concuerdan con Milton. Éste explica los males del mundo por la maldad del hombre; aquellos explican el gran mal de la guerra por las maldades de algunos o todos los estados. Esta afirmación se invierte a menudo: si los malos estados hacen la guerra, los buenos estados deberían vivir en paz entre ellos. Con diversos grados de justificación se puede atribuir esta idea a Platón, a Kant y a los liberales y socialistas revisionistas del siglo XIX. Ellos concuerdan con el principio mencionado, si bien difieren en la concepción de cuáles son los buenos estados y en cómo organizarlos. El mismo Rousseau no encuentra las causas principales de la guerra ni en los hombres ni en los estados, sino en el propio sistema estatal. Aunque un estado desee permanecer en paz quizá deba considerar la organización de una guerra preventiva. Esta idea constituye la base analítica de muchos enfoques sobre el equilibrio de poderes en las relaciones internacionales.
Wilson en 1916 indicó que las causas de la guerra que se libraba en ese momento eran oscuras, que las naciones neutrales desconocían el motivo de su origen. Wilson aparece ante la historia como una figura que trazó una clara línea divisoria entre los estados pacíficos y los agresivos, y atribuyó a las democracias todos los atributos de los primeros y a los estados autoritarios las propiedades de los segundos. 
En la época de la Primera Guerra Mundial, la mayor parte de los liberales ingleses creían, como Wilson, que el carácter militarista y totalitario del estado germano había impulsado a Alemania a buscar una guerra que pronto se extendería a casi todo el mundo. Al mismo tiempo, algunos liberales sostenían que no se podía considerar culpable a ningún estado por separado. Sólo comprendiendo el sistema internacional, o su inexistencia, que obligó muchas veces a los gobernantes a actuar sin preocuparse mucho por la moral convencional, se podría entender y evaluar con justicia el proceso que dio lugar a la guerra.
En la filosofía política se pueden buscar respuestas al siguiente problema: ¿dónde pueden encontrarse las principales causas de la guerra? Las respuestas producen perplejidad por su variedad y sus características contradictorias. Con el objeto de ordenar esta diversidad, las respuestas se pueden clasificar en tres grupos, según los siguientes encabezamientos: dentro del hombre, dentro de la estructura de los estados, dentro del sistema interestatal.
Los comentarios previos indican que las opiniones involucradas por cualquiera de estas imágenes pueden ser, en cierto sentido, tan contradictorias como las mismas imágenes entre sí. Los siguientes argumentos: 
a) la guerra es inevitable porque los hombres son irrevocablemente malos, y 
b) se puede poner fin a las guerras porque es posible cambiar a los hombres, 
Resultan contradictorios, pero como en cada uno de estos se considera que la causa reside en los individuos, ambos argumentos están incluidos en la primera imagen. De igual manera, la aceptación de un análisis de la tercera imagen puede llevarnos al falso optimismo de los que creen en el federalismo mundial, o al pesimismo, con frecuencia erróneamente definido, de una posición de realpolitik.
Conclusión
La guerra nunca ha brindado beneficios, quizás no desde el punto de vista de una nación o una tribu, pero sí en cuanto atañe a la humanidad en general. No obstante, las guerras se suceden. Tanto la guerra como la amenaza de ella estimulan las especulaciones acerca de las condiciones de paz. Nuestra estimación de las causas de la guerra está determinada tanto por nuestras suposiciones previas como por los sucesos mundiales. Un estudio sistemático de las posibles causas de la guerra constituye, entonces, una forma directa de estimar las condiciones de paz.
El auge de una imagen varía según el tiempo y el lugar, pero una imagen por sí sola no resulta jamás adecuada. No obstante, la firmeza con que una persona se identifica con una imagen determina su interpretación de las otras. Bismarck se sentía más inclinado que Mill a tener en cuenta el mapa de Europa: el tablero de ajedrez; Mill a considerar, más que Bismarck, las características de los pueblos y sus gobiernos: los jugadores. 
Los estadistas del siglo XX transfieren frecuentemente los métodos del político de partido a la política exterior. Woodrow Wilson, para mencionar sólo un ejemplo, comprendió claramente uno de los elementos esenciales del análisis de la tercera imagen: que la política de cada uno depende de la de todos los demás. Pero vislumbró el día en que las condiciones internas de todos los estados no significarían una posibilidad constante de guerra, sino la seguridad de la paz perpetua. El acento de Wilson sobre la segunda imagen lo condujo a efectuar interpretaciones muy particulares de la primera y la tercera pero no a ignorarlas completamente.
Según la tercera imagen, existe constantemente una posibilidad de guerra en un mundo en que haya dos o más estados tratando de promover sus intereses particulares sobre todo cuando no existe un organismo del cual puedan depender para lograr su protección. Una comprensión de la tercera imagen nos llevaría a percibir claramente que esta esperanza sólo podría estar justificadasi el interés mínimo de los estados por preservarse a sí mismos se transforma en el interés máximo de todos ellos y si cada uno de ellos pudiese confiar en que todos los demás son partidarios de esta idea. Establecer esta condición pone de manifiesto la característica utópica de las expectativas liberales y socialistas.
La importancia atribuida a una imagen frecuentemente distorsiona a las otras dos, si bien casi nunca las excluye. El primero de estos puntos de vista, sin el segundo, produce confusión. El estado natural entre los hombres es una imposibilidad monstruosa. El estado natural que continúa prevaleciendo entre los estados produce frecuentemente actitudes monstruosas, pero hasta el momento no ha hecho imposible la vida misma. No obstante, si es la anarquía la causa, tanto en la esfera internacional como en la interna, la conclusión obvia es que el gobierno constituirá la cura. El problema es, sin embargo, de carácter práctico. La fuerza necesaria para mantener la cohesión de la sociedad varía según la heterogeneidad de los elementos que la componen. Y si se intentase un gobierno mundial, podríamos morir en el intento de unirnos o llegar a vivir, después de unirnos, una vida peor que la muerte.
La tercera imagen, como las dos primeras, conduce directamente a una recomendación utópica. La relación lógica entre la tercera imagen y la recomendación de un gobierno mundial es lo suficientemente fuerte como para llevar a algunos no sólo a defender los méritos de un gobierno mundial, sino también a sostener que puede lograrse con facilidad.
La afirmación de que todas las causas pueden ser relacionadas entre sí, constituye un argumento en contra de la suposición de que existe una sola causa que puede ser aislada por el análisis y eliminada o controlada por una política preparada con inteligencia. También es un argumento en contra de la aceptación de una o varias hipótesis sin tener en cuenta cómo se relacionan todas las causas entre sí. Las recomendaciones que derivan de una imagen única son incompletas porque se sustentan sobre análisis parciales. La cualidad parcial de cada imagen conduce por sí misma a la inclusión de las demás.
En la primera imagen, la dirección del movimiento e dirige de los hombres hacia las sociedades y estados.
La segunda imagen, incluye ambos elementos. Los hombres hacen los estados y los estados a los hombres; pero este concepto sigue siendo limitado. El investigador se orienta hacia la búsqueda de nexos más amplios entre las causas, porque los estados están conformados por el medio internacional en el que actúan, del mismo modo que los hombres están conformados por el medio nacional y por el internacional.
La mayoría de los pensadores que hemos considerado en los capítulos precedentes no se han basado únicamente en las consideraciones de una sola imagen. El hecho de que nos hayamos ocupado de las consecuencias que surgen según dónde se ponga el acento, explica la complejidad de los capítulos precedentes pero dificulta la tarea de sugerir cómo pueden relacionarse las imágenes entre sí sin distorsionar alguna de ellas.
La primera y segunda imágenes en relación con la tercera
Algunos estados, y quizá algunas formas del estado, se sienten más inclinadas hacia la paz que otras. ¿Acaso la multiplicación de estados pacíficos no garantizaría la esperanza de que se pudiese extender el período de paz entre las guerras más importantes? Al poner el acento sobre la pertinencia del marco de acción, la tercera imagen subraya la confusión que caracteriza a dichos análisis parciales y a las esperanzas que frecuentemente se basan en ellos.
La tercera imagen, tal como se refleja en las obras de Rousseau, se basa en un análisis de las consecuencias que surgen del marco de la actividad estatal. La explicación de Rousseau acerca del origen de las guerras entre los estados es, en un sentido amplio, la definitiva mientras funcionemos en un sistema de naciones-estado. Es una explicación definitiva porque no se apoya en causas accidentales - la irracionalidad del hombre, los defectos de los estados -, sino en su teoría acerca del marco de acción dentro del cual cualquier accidente puede provocar una guerra.
El análisis de Rousseau explica la reaparición constante de la guerra sin explicar ninguna guerra determinada. Nos dice que las guerras pueden ocurrir en cualquier momento, y por qué sucede eso. Pero la estructura del sistema estatal no hace que el estado A ataque al estado E. Que dicha agresión tenga o no lugar dependerá de varias circunstancias especiales: ubicación, tamaño, poder, interés, tipo de gobierno, historia y tradición, circunstancias que ejercerán influencia sobre las acciones de ambos estados. Si luchan entre sí, será por motivos especialmente definidos en esa ocasión por cada uno de ellos. Estos motivos especiales constituirán entonces las causas inmediatas o eficientes de la guerra, las cuales están consideradas en la primera y la segunda imagen. Los estados se ven impulsados a agredirse mutuamente y a defendersepor la razón y/o la pasión de los pocos hombres que diseñan las políticas de los estados, y de los muchos que influye en ellos. Algunos estados, en virtud de sus condiciones internas, son más eficaces para la guerra y con frecuencia se sienten inclinados a poner a prueba su capacidad para ella. Las variaciones de los factores incluidos en la primera y segunda imagen son importantes - por cierto, cruciales - para crear períodos de paz o para interrumpirlos; las causas inmediatas de cada guerra son los actos de los individuos o los actos de los estados.
Si cada guerra está precedida por acciones que podemos identificar (o al menos, intentar hacerlo) como causas, entonces ¿por qué no podemos eliminar las guerras modificando el comportamiento individual o estatal? Primero, si se produce un efecto determinado como consecuencia de dos o más causas, no puede eliminarse permanentemente dicho efecto mediante la supresión de una de las causas. El error reside en identificar una causa donde influyen más de una. Segundo, un intento de suprimir una de las causas, descuidando las otras, puede empeorar la situación en lugar de mejorarla. Esto ilustra el papel que juega la causa permisiva: el ambiente internacional. Si hubiese sólo dos causas, los hombres y los estados, podríamos estar seguros de que la aparición de estados pacíficos no dañaría la causa de la paz mundial.
La guerra puede producirse porque el estado A tiene algo de lo cual carece el estado B. La causa inmediata de la guerra es el deseo del estado B. La causa permisiva es el hecho de que nada puede evitar que el estado B se lance a la guerra. El uso de la razón parece requerir la adopción de una doctrina de “no recurrir a la fuerza”. Es cierto que las causas inmediatas de muchas guerras son triviales. Si las analizamos profundamente veremos que la incapacidad de lograr un acuerdo que no implique el uso de la fuerza constituye la mayor insensatez.
El temor a las armas modernas y a la destrucción de la civilización humana no es suficiente para establecer las condiciones de paz identificadas en nuestro análisis acerca de las tres imágenes de las relaciones internacionales. Puede decirse que el temor es sinónimo de la paz mundial sólo si el deseo de paz existe en todos los estados y se expresa uniformemente en sus políticas. Pero la paz constituye la principal meta de pocos hombres y de pocos estados. Si fuese el objetivo más importante de un solo estado, dicha nación podría contar con, la paz en cualquier momento, simplemente mediante la rendición. El problema en una disputa determinada quizá no sea quién ganará con ella, sino quién dominará el mundo.
Jay y Hamilton encontraron en la historia de los estados occidentales la confirmación a su opinión de que entre estados soberanos existe constantemente una posibilidad de guerra. La tercera imagen, tal como fue analizada en el capítulo VI, nos brinda una base teórica para la misma conclusión. Revela por qué, sin que se produzcan cambios importantes en los factores incluidosen las dos primeras imágenes, la guerra estará siempre asociada a la existencia de estados soberanos. La conclusión obvia de un análisis efectuado sobre la base de la tercera imagen es que el gobierno mundial constituye el remedio para la guerra mundial; dicho remedio, aunque factible teóricamente, es imposible en la práctica y la tercera imagen, entonces, proporcionará un enfoque utópico de la política mundial. Pero también facilitará un enfoque realista, que podría evitar la tendencia de algunos realistas a atribuir la amoralidad, o hasta la inmoralidad de la política mundial, al carácter del hombre, para quien la maldad es innata.
Por muy buenas que sean sus intenciones, los políticos deben recordar las inferencias de la tercera imagen que pueden ser resumidas de la siguiente manera: cada estado persigue sus propios intereses - cualquiera que sea la definición de éstos - de la manera que considera más apropiada. La fuerza es un medio para lograr las metas de los estados en el exterior porque no existe un proceso coherente y fiable para reconciliar los conflictos de intereses que surgen inevitablemente entre unidades similares en una situación anárquica. Una política exterior basada sobre esta imagen de las relaciones internacionales no es moral ni inmoral, pero encierra una respuesta razonada al mundo que nos rodea. La tercera imagen describe el marco de la política mundial pero sin la primera y la segunda imagen no pueden conocerse las fuerzas que determinan la política; las dos primeras imágenes describen las fuerzas de la política mundial pero sin la tercera es imposible evaluar su importancia o predecir su resultado.
Enfoques teóricos de la PEA
APUNTES DE CLASE
Toda PE necesita nutrirse de conceptos teóricos, que le brinden racionalidad y que sirvan de guía para el accionar. Existen varias teorías posibles de PE. Las perspectivas teóricas clásicas de las RRII se caracterizan por un fuerte etnocentrismo, imposible de aplicar a algunas situaciones de los países periféricos. 
En el caso de Argentina, los aportes teóricos tardaron en aparecer, pero se destacan los aportes de Puig, Escudé y Russell. Estos comparten una visión periférica y a su vez son propias de las RRII. Existen ciertos aspectos presentes:
· Visión del sistema internacional.
· Supuestos y conceptos articulares, objetivo de la PE y cómo debe ser el vínculo entre el E y las potencias dominantes.
· Debilidades y críticas.
· Perspectivas de las RRII de las cuales se nutre.
PUIG, JC. – “La PEA: incongruencia epidérmica y coherencia estructural” (1984)
APUNTES DE CLASE
· Jerárquica: se identifican distintos actores, con distintos roles (repartidores y recipiendarios) y a su vez, la estructura es fiable.
· El objetivo de la PE es obtener mayores márgenes de maniobra, la autonomía.
· Críticas: se plantean políticas confrontacionistas y se proponen políticas de poder sin poder.
Introducción
Paradojas del régimen internacional en el último tercio del siglo XX:
Desde el punto de vista de la concentración decisional, el distanciamiento entre las súper potencias y las grandes potencias facilitó la instauración de lo que se llamo “sistema bipolar”. Esto significaba un entendimiento entre los gobiernos estadounidense soviético para la decisión de asuntos cruciales de la comunidad internacional. Pero éstos, a pesar de sus impresionantes “potenciales”, la real capacidad de que disponen para constreñir la obediencia es cada vez menor. A pesar de esto, muchos Estados siguen operando en base a una falsa percepción del régimen, cuyos lineamientos básicos son:
1. Concepción atomista de la comunidad internacional: Las teorías existentes en materia de RRII consideran al SI como el conjunto de relaciones, privilegiando las que se establecen entre los E, aunque dando una cabida cada vez mayor a otros actores.
2. Concepción del poder basado en la fuerza material: Las RRII son relaciones de poder, lo cual significa que los E más poderosos se imponen sobre los más débiles y que las reglas reflejan tales relaciones de poder. El poder del E se funda en elementos tangibles, pertenecientes a la realidad material, y en menor proporción síquica.
3. Predominio incontrastable de las grandes potencias: Si la comunidad internacional no es más que un sistema de interrelaciones entre E, y si se considera que los recursos en que se asienta son de naturaleza material, sólo las grandes potencias pueden gozar de un predominio fáctico. Los pequeños y medianos E son objetos y no sujetos de la política internacional.
Se trata, en el fondo, de una “ideologización” que mantiene, por inercia, las categorías del siglo XX en provecho de las súper y grandes potencias. Por eso, he alertado acerca de la necesidad para los latinoamericanos de desideologizar la ciencia de las RRII y establecer nuestras propias categorías de captación de los fenómenos que constituyen su campo.
En este sentido, el diagnóstico cepalino fue acertado, pero nunca fue seguido por recetas acertadas, y esto se debió en parte, a la aplicación de doctrinas tradicionales.
En Argentina, Perón demostró que era factible un desarrollo autonómico para un país periférico a condición de que el Estado controlada determinadas herramientas económicas: comercio exterior, inversión extranjera, crédito y cambios. Asimismo, que un país deseoso de autonomía no podía someterse a las directivas del FMI y por eso era necesario mantenerse al margen de él. Finalmente, que la única vía política internacional para sustentar estas posiciones era la alianza entre los gobiernos dependientes y por eso enunció la “tercera posición”, germen y origen del MNA.
El diagnóstico correcto debe ir siempre acompañado por una permanente perspectiva estratégica. Autonomizar significa ampliar el margen de decisión propia y, normalmente, implica por tanto recortar el margen de que disfruta algún otro. Salvo casos límite o atípicos, e logro de una mayor autonomía supone un juego estratégico previo de suma cero, en el cual alguien gana lo que otro pierde. 
Desmantelar la concepción tradicional es doblemente beneficiosa. En 1° lugar, proporciona a los países pequeños y medianos que recorren caminos autonomistas el marco preciso y cabalmente comprendido en el cual tendrán lugar sus maniobras; en 2° lugar, hará reflexionar a los teóricos de las RRII de los países desarrollados acerca de las dimensiones reales de los fenómenos que estudian a partir de una perspectiva distorsionada, lo cual, finalmente, deberá influir sobre los gobernantes y estadistas de esos mismos países.
Una teoría globalista
Todo grupo humano desenvuelve su propio régimen político. Decir que, dentro de un grupo humano, existe un régimen político implica reconocer la existencia de un orden de conductas de reparto. Se entiende por repartos todas aquellas conductas que tienen como resultado atribuir a hombres determinados potencia e impotencia. La potencia está constituida por todos aquellos elementos de la realidad que enaltecen y facilitan la existencia humana; importancia, en cambio, por todo aquella que la dificulta o degrada. Por eso, todo reparto tiene sus protagonistas, que son repartidores (cuando atribuyen potencia e impotencia) y recipiendarios (cuando la reciben).
Los criterios supremos de reparto son pautas fundamentales a las que se atiene el grupo y que se aplican tanto a repartidores como recipiendarios. Estos criterios surgen y se afianzan en forma espontánea en base a un proceso de psicología masiva. Pero también determinados sub-grupos o personas pueden imponerlos autoritariamente. Así, se pueden detectar siempre repartidores supremos quienes, por una parte cumplen la función de establecer criterios supremos de reparto, pero, de otra, también se ocupan de supervisar su aplicación, logrando por diversos medios, uno de los cuales es el ejercicio de la fuerza material.
Además suelen existir repartidores intermedios, los cuales cumplen una doble función: a) imponen y comprueban el surgimiento espontáneo de criterios intermedios de reparto en áreas más limitadas; b) trasmitendemandas de los recipiendarios a los repartidores supremos. El repartidores supremo, al adoptar sus decisiones, se ve comprometido a tener en cuenta las demandas y expectativas que le hacen llegar los repartidores intermedios con arreglo al poder relativo en el cual se sustentan. La ordenanza que finalmente expresa la voluntad del repartidor supremo es el resultado de un complejo cuadro decisional en el cual ingresan las demandas de diversos repartidores intermedios. Si sólo una de estas demandas es la determinante para los propósitos de la ordenanza en cuestión, en realidad se han trocado los papeles, y el repartidores intermedio deja de serlo para convertirse en supremo.
Esta concepción y su correspondiente terminología permiten superar algunos problemas que han impedido una comprensión de las características de la comunidad internacional:
1) Pueden existir repartidores supremos y criterios supremos de reparto sin necesidad de que se formalicen a través de una constitución o de leyes. Quienes contemplan la sustancia jurídico-política de la comunidad internacional se empantanan al aplicar categorías jurídicas normativas (y, por tanto, formales) a una realidad que, justamente, se caracteriza por la carencia de formalización.
Decir que el sistema política interno se diferencia del internacional porque el 1° es centralizado y jerárquico y el 2° descentralizado y coordinado, equivale a emplear categorías tal vez aceptables para una ciencia jurídica normativa, pero inadecuadas para hacer inteligible el fenómeno jurídico-política global. Un grupo humana puede tener una conducción centralizada y adaptar su comportamiento a pautas espontáneas e impuestas sin necesidad de que se sustancien a través de un gobierno formalmente organizado.
Los jusinternacionalistas que normalmente parten del supuesto de la igualdad soberana de los E y de la carencia de un gobierno internacional, deben no obstante reconocer que se dan igualmente formas larvadas de gobierno internacional, como, por ejemplo, la Santa Alianza.
2) Adoptar el reparto como elemento básico de la realidad social internacional facilita la comprensión del fenómeno en virtud del cual repartidores supremos o intermedios nacionales pueden al mismo tiempo desempeñar el papel de repartidores supremos o intermedios internacionales. Los repartos son internacionales cuando de alguna manera afectan a individuos que pertenecen a diversas poblaciones nacionales. Existen múltiples casos en los cuales los repartidores son internacionales, aun cuando desempeñan al mismo tiempo funciones como repartidores nacionales. Un ejemplo podría darse cuando las autoridades competentes de un E adoptan medidas que restringen la inmigración proveniente de otros países.
Régimen político internacional
Hablar de un régimen político equivale a suponer la existencia de un orden de repartos, lo cual, implica su constitución en base a criterios supremos de reparto. Tales criterios pueden detectarse en el régimen actual de la comunidad internacional:
a) Posesión de un potencial de destrucción masiva como regla dinámica formal: 
Potencial de destrucción masiva es el que permite destruir completamente y en forma casi instantánea al enemigo. En la actualidad, sólo 2 E han podido desarrollar este tipo de armamento, pero no cabe descartar que en el futuro otros E pudieran llegar a poseerlo. La posesión de un potencial de destrucción masiva constituye en la comunidad internacional de nuestros días un criterio supremo de reparto de carácter dinámico. Se trata de una regla de juego político aceptada para alcanzar el rango de supremo repartidor internacional.
El criterio de la posesión de un potencial de destrucción masiva impuesto y aceptado por la comunidad internacional fundamenta una suerte de gobierno del mundo de carácter dual. Los repartidores supremos internacionales aseguran el orden, por más precario que éste sea, a través del sostenimiento de los criterios supremos acordados e impuestos después de la 2GM y por nuevos acuerdos en cuestiones cruciales.
Los gobernantes de EEUU y URSS no pueden imponer su absoluta voluntad. En 1° lugar, los propios criterios en los que se asienta el régimen los constriñen y limitan porque ellos también deben respetarlos. En 2°, porque en decisiones concretas, deben tener en cuenta el creciente poder de los repartidores intermedios de organismos gubernamentales internacionales, de empresas multinacionales, y de grupos de presión y factores de poder internos que pueden no coincidir con la política que desean implementar los gobernantes de un E.
El potencial nuclear es políticamente estéril. Desde el momento en que, por sus propias características, sus poseedores afirman que sólo lo utilizarán para defenderse y no para atacar, pierde sus posibles virtudes como expresión de poder. Porque alguien es poderoso políticamente sólo cuando puede tener la certeza de que será obedecido por otros. Para lo cual, la ordenanza que se emite debe ser apuntalada por algún recurso de poder. Pero, ¿cómo puede constreñir a la obediencia el posesor de armamento nuclear si por anticipado descarta su utilización con propósitos ofensivos? En esta paradoja del mundo actual está cifrada la flexibilidad del régimen político internacional. Por una parte, la posesión del over-killing power otorga a determinadas personas el papel y las funciones de supremos repartidores internacionales, porque es el criterio dinámico aceptado para llegar a los escalones más altos de la estratificación internacional; por otra, este potencial tiene poca relevancia para la consecución de objetivos políticos.
Existen, entonces, factores de flexibilización del régimen internacional. Hay uno cuya importancia relativa se destaca y tiene que ver con la falta de correspondencia que en la actualidad se puede advertir entre el “potencial” y el “poder político”. Ello se debe a:
En primer lugar, a la esterilización política del potencial bélico de destrucción masiva. El uso de armas nucleares ha llegado a considerarse un poderoso estigma moral, especialmente con respecto a oponentes no nucleares.
En segundo lugar, respecto del armamento convencional, también ser puede advertir que los países que se defienden se encuentran en mucho mejores condiciones de los que atacan. En el conflicto malvinense esto se puede ver claramente.
Finalmente, la aparición de nuevos recursos de poder que pueden favorecer a los pequeños y medianos países. Se destacan, entre ellos, la posesión de materias primas indispensables para las grandes potencias que no pueden ser procuradas en el mundo desarrollado, al menos a os precios y condiciones que se consiguen en los países en vías de desarrollo. Estos recursos de poder adquieren su verdadera dimensión cuando los países que los poseen los utilizan conjuntamente en base a una unidad de concepción y de acción. Este tipo de estrategia no nacerá si no es a partir del reconocimiento por parte de los dependientes de su condición de tales. 
b) Impermeabilidad inter-bloques:
Al término de la 2GM se acordó que cada una de las potencias participantes comandaría un bloque, y que los bloques serían impermeables: no estarían sometidos a la posibilidad de injerencias externas, tanto del otro bloque cuanto del organismo mundial de seguridad. La impermeabilidad del E quedó así supeditada a la impermeabilidad del bloque. Se estableció así el principio de no intervención entre los bloques como norma fundamental de las relaciones entre las superpotencias. Ni la afirmación de la URSS sobre Hungría y Checoslovaquia, ni la de EEUU sobre la de Cuba y República Dominicana, fueron cuestionadas activamente por la potencia rival.
Ciertamente, el criterio de la impermeabilidad prohíbe en realidad la asistencia militar o económica masiva en términos tales que sean el factor determinante de la secesión del bloque o que alteren en forma significativa la vinculación estratégica del E cliente con la potencia dominante. Sin embargo, una vez producida la ruptura del cordón umbilical, la situación cambia. Una asistencia generalizadaes aceptable, y lo ocurrido en los casos de las secesiones yugoslava y cubana así lo demuestran.
c) Autonomización intra-bloque:
La impermeabilidad inter-bloques sólo asegura a la potencia que sus E clientes no recibirán una asistencia masiva del otro bloque. No impide ni la autonomización progresiva, ni la ruptura estratégica. Para lograrlo, el E no puede contar más que con sus propias fuerzas, y eventualmente, con las de otros países del mismo bloque o no aliados solidarios con su causa. Se trata de una política extremadamente riesgosa que sólo puede ser conducida con esperanzas de éxito por quienes conocen en profundidad los datos de la realidad social internacional.
Si se siguen estos lineamientos, es posible determinar en cada momento, con un grado de aproximación que será tanto más ajustado cuanto mayor haya sido el esfuerzo por comprender las realidades, el margen potencial de decisión autónoma de que dispone un E aunque forme parte de un bloque.
La dinámica autonomista suele ser cíclica y desarrollarse por etapas. Es un proceso que consta de avances y retrocesos. Implica un continuo ajuste de dos complejos reales: el de la realidad tal cual es y el de la realidad tal cual la perciben los protagonistas. Atendiendo tanto al ángulo visual de los protagonistas como al de la realidad social internacional, pueden caracterizarse diversas etapas en el transcurso de la dependencia a la autonomía:
· Dependencia para-colonial: El Estado posee formalmente un gobierno soberano, pero los grupos que detentan el poder efectivo en la sociedad son un apéndice del aparato gubernativo y de la estructura de poder real de otro Estado (la metrópoli o potencia dominante). El país ingresa al circuito político-económico mundial en condiciones similares a las de la colonia, sólo el hecho de contar con un gobierno formalmente soberano lo distingue de ella. Ejemplo: Estados latinoamericanos recientemente independizados.
· Dependencia nacional: Los grupos que detentan el poder real racionalizan la dependencia, y por tanto, se fijan fines propios que pueden llegar a conformar un “proyecto nacional” compartido globalmente en sus rasgos esenciales. La situación de dependencia se acepta, pero sometida a la aspiración de sacar el máximo provecho de ella. Existe un sistema nacional de decisiones, pero fuertemente condicionado por la forma de vinculación externa. Ejemplo: Generación del 80 en Argentina.
· Autonomía heterodoxa: En el contexto de la GF, los supremos repartidores nacionales del Estado que forman parte integrante de un bloque siguen aceptando la conducción estratégica de la potencia dominante, pero discrepan abiertamente con ella por lo menos en tres cuestiones importantes: a) en el modelo de desarrollo interno, que puede no coincidir con las expectativas de la metrópoli; b) en las vinculaciones internacionales que no sean globalmente estratégicas; c) y en el deslinde entre el interés nacional de la potencia dominante y el interés estratégico del bloque. El autonomista heterodoxo no acepta que se impongan dogmáticamente, en nombre del “bloque”, apreciaciones políticas y estratégicas que sólo consultan al interés propio de la potencia hegemónica. Ejemplo: Política de la tercera posición de Perón en Argentina.
· Autonomía secesionista: La búsqueda de autonomía discute con la potencia dominante permanentemente, poniendo en peligro lo que el supremo repartido considera como intereses estratégicos. El país termina cortando su cordón umbilical. Suele ser invitado o absorbido por el otro bloque. Ejemplo: Cuba.
Estas etapas no constituyen un movimiento lineal. El paso de la dependencia a la autonomía sólo se puede lograr, según Puig, en la medida en que los países avancen en materia de su propia viabilidad, lo cual supone, no sólo recursos suficientes mínimos, sino también, sobre todo, elites funcionales, decididas a emprender el camino de la autonomía.
d) Permeabilidad extra-bloques:
Los E que no pertenecen a ninguno de los bloques (principalmente los de Asia y África) no se aplican, desde luego, los criterios supremos a los que el autor hace referencia. Su pertenencia a determinadas esferas de influencia o el mantenimiento de una estricta no alineación, no provocan las drásticas medidas intervencionistas que se derivan del criterio de la impermeabilidad intra-bloque. Eso explica por qué, a partir de la 2GM, se han dado numerosas veces estos traspasos.
Indonesia, Egipto, Libia, son buenos ejemplos de tales desarrollos.
e) Prohibición del uso de la fuerza para pequeños y medios E:
Si se plantea la cuestión desde el ángulo visual del régimen internacional, se advierte que en él se puede encontrar otro criterio supremo de reparto: el de la prohibición del uso de la fuerza para pequeños y medianos E excepto en algunos casos que se encuentran legitimados colectivamente.
ESCUDÉ, C. – “Realismo periférico: fundamentos para la nueva PEA” (1992)
APUNTES DE CLASE
· Jerárquico: la estructura es rígida (hay E que crean las reglas, otros que las aceptan y otros que se rebelan ante ellas). Existe una dicotomía alineamiento-confrontación. Determinismo estratégico.
· Aprovechamiento de los márgenes de maniobra, se utilizan para confrontar. Necesidad de redefinición de la autonomía. Existen costos de hacer uso de esa libertad de acción.
· Críticas: 
· La separación entre política y economía en el desarrollo de su pensamiento.
· Determinismo estratégico, dicotomía alineamiento-confrontación.
· No se cuestionen los costos económicos derivados de la alineación política.
· Se reduce el concepto de poder a la mera posesión de recursos materiales.
Capítulo 1: la PE de Menem (1989-1992) y su sustento teórico implícito
Caracterización de la nueva PEA argentina
La PE del gobierno de Menem puede caracterizarse en 1992 en función de los siguientes parámetros:
1) Alineamiento con EEUU, en términos de aceptación realista del liderazgo norteamericano en el hemisferio occidental, e ilustrado por el envío de tropas al Golfo Pérsico, y por el respaldo otorgado en 1991 a la moción de EEUU de investigar la situación de los DDHH en Cuba. También por el anuncio de Mene del mismo año, cuando declaró que Argentina abandonaba el MNA formalmente, por el cambio de perfil de voto de ese año en la AG de ONU, que hasta entonces había sido de un marcado tinte antioccidentalista.
2) Renuncia a gestos confrontacionistas respecto del litigio de Malvinas. Restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el RU bajo una fórmula de “paraguas” para la soberanía. Se intentó demostrar que el E argentino está plenamente dispuesto a someterse cabalmente a la ley internacional. Di Tella afirmó que no sólo los intereses sino también los deseos de los malvinenses deberán ser contemplados en toda solución eventual del tema de la soberanía.
3) Continuación de la política inaugurada por Alfonsín, de resolver definitivamente todos los problemas pendientes de delimitación y demarcación de nuestra frontera con Chile.
4) Continuación de la política de integración económica con Brasil y eventualmente a través del Mercosur.
5) Disposición a permitir inspecciones brasileñas bajo la supervisión de la OIEA en aquellas instalaciones nucleares hasta ahora no sometidas a esa jurisdicción, a partir de un acuerdo en tal sentido con Brasil. Esto es un complemento del alineamiento con EEUU y una manifestación de la voluntad de evitar confrontaciones con las potencias. El canciller declaró que el gobierno estaría dispuesto a auspiciar la ratificación del Tratado de Tlatelolco y la cancelación del proyecto Cóndor II. Se busca eliminar las sospechas de que Argentina es un desestabilizador regional.
6) Limitación de la confrontación con las grandes potencias a aquellos asuntos materiales que tienen un impacto directo en la pobreza y riqueza del país, como el proteccionismo agropecuario europeo y norteamericano.
7) Un alto perfil en materia de ofertas de mediación en conflictos diversos y en lo relacionado con protagonismos varios que no resultan costosos para los intereses argentinos.
8) El altoperfil de la nueva PEA ha estado en constante evolución desde que Menem asumió. En un primer momento podía calificarse como de “bajo perfil” hacia fines de 1991. La evolución hacia un alto perfil ha estado signada por un énfasis en valores vínculos a la consolidación de orden internacional y en la vigencia de los valores de la democracia y DDHH. El nuevo principismo argentino representa un giro marcadamente occidental, en tanto:
a) Constituye una defensa de los valores de Occidente que rechaza subordinar o vincular la vigencia de los DDHH al desarrollo o a la “democratización de las relaciones entre E”.
b) Se realiza en convergencia con los EEUU y otras potencias occidentales, permitiéndose cierta diferenciación respecto de las políticas norteamericanas. Se evita intencionalmente la confrontación con las potencias y se defienden estos valores activamente sólo cuando esta defensa no genera costos políticos (que podrían traducirse en costos económicos) frente a las mismas.
Diferencias entre la PE de Menem y la de Alfonsin
Menem comparte con Alfonsín el fin de la confrontación con Chile y la continuación de la cooperación con Brasil. No obstante, se diferencia de Alfonsín en tanto ha eliminado ciertas confrontaciones en las que no estaban en juego los intereses materiales vitales de Argentina:
· Confrontaciones como la del Atlántico Sur y las del ámbito nuclear y misilístico: los beneficios para argentina eran inexistentes, a no ser que se contabilizaran las satisfacciones emocionales de la retórica belicosa.
· Confrontaciones como las de América Central, el Grupo de los 6, etc., en las que por ausencia de poder e influencia reales, la Argentina nada podía aportar para la solución concreta de los problemas denunciados, y su participación estaba motivada por una necesidad de protagonismo.
Menem, Cavallo y Di Tella partieron de la aceptación realista del liderazgo de EEUU y sólo emprendieron iniciativas que convergieron con los intereses de ese país y el nuestro, a la vez que se evitaron protagonismos que puedan resultar conflictivos.
Diferencias entre la PE de Menem y la de la dictadura militar
 El cambio de la PE de Menem es inconmensurablemente más abrupto, porque el gobierno militar:
· Violó groseramente los DDHH de los ciudadanos argentinos.
· Casi se lanzo a la guerra contra Chila a fines de 1978.
· Llevó a cabo la inconcebible invasión de Malvinas
· Avanzó raudamente hacia el dominio de la fabricación de bombas atómicas, y se rehusó afirmar el TNP y se negó a ratificar Tlatelolco.
· Apoyó materialmente un golpe de E en Bolivia.
· Fue cómplice de la guerra sucia de los EEUU en América Central.
El realismo ingenuo de los militares versus el confrontacionismo idealista de Alfonsín
La PE del régimen militar puede calificarse como basada en un realismo ingenuo. Esa lectura llevó a los militares a creer que la amenaza bélica a Chile respondía a su “realismo”, a pensar que podían retrucar los esfuerzos democratizantes de Carter auspiciando el golpe en Bolivia. Fue cabalmente una política de poder sin poder.
La política de Alfonsín frente a las grandes potencias occidentales puede calificarse de confrontacionismo idealista, pero también cayó en el realismo ingenuo al continuar con el desarrollo del Cóndor II. Esto no implica desconocer el carácter cooperativo e integracionista de su política en AL.
En cambio, la PE de Menem responde casi cabalmente al paradigma de PE para E periféricos, vulnerables y poco relevantes para los intereses vitales de los E centrales, que yo he denominado realismo periférico.
Principios básicos del realismo periférico
1. Que un país dependiente, vulnerable, empobrecido y poco estratégico para los intereses vitales de la potencia de predominio natural en su región, como Arg., debe eliminar sus confrontaciones políticas con las grandes potencias, reduciendo el ámbito de sus confrontaciones externas a aquellos asuntos materiales vinculados en forma directa a su bienestar y a su base de poder. Debe tener el perfil más bajo posible en todos aquellos temas en que la política de un país se contrapone con la de las potencias dominantes, y debe adaptar sus objetivos políticos a los de la potencia dominante en su región, a menos que dicha adaptación tenga costos materiales tangibles.
2. Que la PE debe calibrarse también en función de los riesgos de costos eventuales.
3. Que la autonomía misma debe reconceptualizarse y redefinirse en términos de la capacidad de confrontación de un E, y más precisamente, en términos de los costos relativos de la confrontación. La autonomía no es libertad de acción. La autonomía se mide en términos de los costos relativos de hacer uso de esa libertad de acción frente a una problemática determinada. Ese uso puede conceptualizarse como inversión de autonomía, cuando apunta a alimentar la base de poder o bienestar del país, o como simple consumo de autonomía, cuando apunta a la demostración exhibicionista de que un no está bajo el tutelaje de nadie.
Con Menem, por primera vez un gobierno argentino ha reconocido implícitamente que una gran potencia difiere cualitativamente de un E como el nuestro en que una gran potencia tiene intereses políticos globales, mientras que nosotros no los tenemos. Por primera vez un gobierno argentino democrático acepta un liderazgo extranjero, sin acoplar megalomanía a ese alineamiento.
Las críticas a la nueva PEA
· El abandono de la tercera posición. No requiere respuesta, al realizarse desde el dogmatismo.
· No está demostrado que estas concesiones políticas vayan a generar beneficios económicos. Pero lo que se busca no es generar beneficios sino evitar costos y riesgos de costos eventuales.
· Que es una política indigna, que atenta contra el orgullo nacional y contra el honor de la nación. Se realiza desde la derecha nacionalista y desde la izquierda (presuntamente) progresista.
La falacia antropomórfica en el discurso de las RRII
Esta falacia consiste en la idea de que la “Nación” es un todo superior a la suma de sus partes, se acerca a la idea de un “Ser Nacional” de características antropomórficas, que tiene “voluntad” y al que suelen adjudicarse una serie de atributos similares a los de los seres humanos individuales, con sistema nervioso, que sienten gozan y sufren. Es un instrumento psicocultural del nacionalismo en tanto, con ella, la cultura nacionalista penetra en la mente de manera inconsciente, gracias a una poderosa extrapolación lingüística y se convierte en un agente activo de movilización. Su popularidad demuestra la eficacia adormecedora del nacionalismo como ideología de dominación.
Las macro y micro-relaciones: algunos obstáculos para el éxito de la nueva PE
En primer lugar, en una realidad política e institucional donde la corrupción es un problema endémico bien conocido por todos, es obvio que el realismo periférico no puede obrar milagros. La corrupción es un tremendo obstáculo potencial para el desarrollo, y en el contexto del mundo que se está estructurando a partir del fin de la Guerra Fría, ella puede convertirse también en un obstáculo para las buenas relaciones entre EEUU y Argentina. La corrupción gubernamental es una violación de DDHH y esto se agudiza cuanto mayor sea el subdesarrollo y la pobreza de un país. La corrupción atenta contra las posibilidades de éxito de la nueva PEA, junto con una falta de seriedad institucionalizada en el Estado argentino. Asimismo, el hábito del gobierno de Menem de modificar leyes por decreto (de dudosa legitimidad constitucional) genera una inseguridad jurídica que también puede ocasionar un deterioro en las relaciones exteriores de Argentina.
El alineamiento y otras medidas políticas funcionales para una buena relación con los EEUU u otras grandes potencias, constituyen parte de un marco global que podemos llamar la macro-relación bilateral. La relación bilateral total está compuesta también por las micro-relaciones bilaterales, que se articulan en torno a una pluralidad de problemas puntuales. Es en estas últimas donde se juegan los auténticos intereses delpaís más débil, por lo cual en este ámbito el más débil no debe hacer concesiones gratuitas.
Capítulo 2: hacia el desarrollo de un realismo periférico
La evolución del sistema internacional (o la falacia de que los costos del poderoso equivalen a la libertad del débil)
El fin del bipolarismo de la GF nos lanza a una era de aumentada indeterminación. En esta línea de razonamiento se sigue incurriendo en la falacia básica en que desde hace décadas se cae en AL: se analizan los cambios en el sistema internacional desde la perspectiva de los cotos y beneficios para los EEUU de llevar a cabo ciertas intervenciones o vinculaciones, y desde el punto de vista de los presuntos márgenes de maniobra que estos costos y beneficios norteamericanos generan para AL, en vez de analizarse los cambios de sistema internacional desde la perspectiva de cuáles son los costos y beneficios para AL de hacer uso de esos presuntos márgenes de maniobra. Es una falacia quizá subsidiaria de la falacia antropomórfica, ya que consiste en excluir del cálculo la propia PE, mientras que a los E centrales e los percibe como limitados por este tipo de cálculos.
Existe una tendencia en el Tercer Mundo a computar la racionalidad del Primer Mundo y su preocupación por el balance de costos y beneficios como una limitación al accionar de este que amplía el “margen de maniobra” de aquél. Esto se ve reforzado por la bibliografía norteamericana que se importa acríticamente y que enfatiza los costos para los EEUU de llevar a cabo ciertas intervenciones y vinculaciones de cuestiones. 
El ejemplo más significativo de la operación de esta falacia en la PEA es el de la política del gobierno de Alfonsin hacia Malvinas. El objetivo era permanentemente mantener presentes los costos internacionales para el RU en la ocupación, sin medir los costos para Argentina, entorpeciendo las relaciones con Europa y con los EEUU (que no se contabilizó). La táctica nacional era hostigar y presionar al RU, lo que finalmente condujo a que el RU decrete una “zona de protección ictícola” en la que se venderían licencias de pesca para beneficios del gobierno malvinense. Esta renta puso el ingreso per cápita de las islas en los niveles de un emirato petrolero, generando ilusiones allí de una eventual independencia. Así, los costos de la política de confrontación fueron casi exclusivamente para la Argentina.
La falacia de extrapolar, a la Argentina, las supuestas consecuencias de una aumentada interdependencia global
La interdependencia global ha aumentado, sí, pero la interdependencia de la Argentina con el mundo ha disminuido, en sentido negativo para la Argentina, en tanto que el mundo depende mucho menos de la Argentina de lo que dependía hace cuatro, cinco o seis décadas, mientras que la Argentina depende más del mundo que en ese entonces. Por consiguiente, lo que es válido para el mundo en general, no es válido para la Argentina:
La Argentina era interdependiente con el centro del mundo mucho antes de que se utilizaran analíticamente estos conceptos, en 1928-1929. Pero esta interdependencia comenzó a disminuir cuando GB optó por deshacerse de su dependencia del mercado de alimentos argentinos. Hacia 1952 la Argentina era un mercado casi irrelevante para el RU.
La importancia de las relaciones cooperativas de largo plazo (con todos los E, pero especialmente con los poderosos)
La sabiduría comienza por comprender la importancia del largo plazo en la relaciones entre los E. Esto es algo que sólo se comprende si se toma nota del dato empírico de que la memoria histórica es un factor que continuamente influye, como condicionante, en el ánimo y en las políticas de las cancillerías de los países centrales.
El concepto de la memoria histórica está ausente de los análisis que importamos desde el exterior, pero es relevante para el realismo de un país dependiente, vulnerable y poco estratégico. Para el realismo de las potencias, en cambio, este factor es mucho menos importante.
En este sentido, el daño que las malas relaciones crónicas con los EEUU han causado a la Argentina se puede contabilizar. La llegada de la 2GM y continuado el desafío argentino a través de la neutralidad, los EEUU se cobraron todas las facturas acumuladas con el país desde la Primera Conferencia Panamericana (1889). EEUU hizo lo posible por privar a la Argentina de insumos esenciales para su economía, obstaculizó su comercio. En el proceso de toma de decisiones, la memoria histórica fue un elemento permanentemente mencionado en memorándums y minutas.
Las buenas relaciones se deben construir como un proyecto de largo plazo, con continuidad en la PE. No tanto desde la perspectiva de la generación de beneficios a través de una buena relación, como desde el punto de evitar los costos y riesgos de una mala relación política, en el largo plazo. La reducción de costos y riesgos debe ser el principal objetivo de la dimensión política de la PE de un E dependiente, y es un principio básico para el desarrollo de un realismo periférico.
En el cálculo de los costos deben incluirse las percepciones negativas generadas en países acreedores en países capaces de exportar capitales. Las percepciones negativas tienen un costo material no cuantificable en cuanto:
1. Conducen a la pérdida de inversiones potenciales, y
2. Aumentan el valor del componente político del índice del riesgo-país.
Para que se justifique una política que conduzca a la confrontación debe estar de por medio un interés material, nítido y tangible. El riesgo país es costoso para nosotros, a la vez que la posibilidad de que las confrontaciones que hoy generan imprevistos costos mañana, por sanciones o discriminaciones, es riesgosa para nosotros. Costos y riesgos sólo pueden compensarse con ganancias materiales. En este sentido, el concepto de autonomía debe redefinirse y entenderse en términos de los costos relativos de ejercer esa libertad de decisión y acción que un E mediano, aún el más dependiente, casi siempre tiene.
Estrategia política para optimizar la inserción de la Argentina en el mundo
1. Desde una posición de vulnerabilidad y dependencia estructurales y crónicas, los intersticios que hoy brinca el SI son en gran medida anecdóticos. Que la GF termine o continúe, son datos que poco afecta al subdesarrollo, a la dependencia y a la falta de relevancia que son las claves de la vulnerabilidad, y por otra parte, estos datos están sujetos a cambios, mientras que la vulnerabilidad es creciente. Por lo tanto, la estrategia de la dimensión política de la PE de un país como éste debe diseñarse en función del largo plazo y de las emergencias nacionales e internacionales que eventualmente puedan presentarse.
2. Se debe pensar en función de los intereses vitales de un país cuya viabilidad de largo plazo está amenazada por el endeudamiento y los brotes hiperinflacionarios que reflejan una crónica falta de seriedad fiscal. El único “proyecto nacional” imaginable es el de la recuperación de la viabilidad económica. Las confrontaciones en las que puede valer la pena invertir capital diplomático son básicamente confrontaciones económicas.
3. La PE debe diseñarse con vistas a las confrontaciones de orden económico, posibles o probables en el mediano y largo plazo, y con previsión de las emergencias nacionales e internacionales que inevitablemente se producen en el tiempo largo. La PE debe tener, en su dimensión política, la función primordial de reducir costos y riesgos de costos de mediano y largo plazo, posicionando favorablemente a un país como la Argentina por medio de la cooperación con las grandes potencias en todos aquellos campos en los que no está en juego el interés material de la nación. Las confrontaciones económicas deberán administrarse con prudencia y sentido de la realidad.
4. Debe recalcarse que nada se ha perdido con la abolición de la confrontación en la dimensión simbólica, pero tampoco se puede garantizar que con dicha abolición se gane algo concreto, pero al menos se reduce el riesgo de discriminaciones en el caso de una emergencia internacionalfutura que afecte a la Argentina.
5. Argentina todavía puede ser percibido como un desestabilizador regional potencialmente peligroso, que hizo la guerra de Malvinas y que en 1978 casi hizo la guerra a Chile, tiene un programa nuclear más avanzado que el de Irak, desarrollaba un misil como el Cóndor II, etc.
Hacia una teoría de la autonomía nacional de los países dependientes
Resumiendo, lo desarrollado en este capítulo hemos:
1. Identificado 2 variables en el análisis de las estrategias políticas de la PE de los países periféricos:
a. La emergencia internacional, como desencadenante potencial de premios y castigos excepcionales de parte de los E centrales frente a los periféricos.
b. La memoria histórica, como factor que forma parte del proceso de toma de decisiones.
2. Identificado una variable adicional, las percepciones en el exterior del riesgo de invertir en el país o de prestarle dinero.
3. Identificado tres falacias que se retroalimentan con la falacia antropomórfica del capítulo 1. Las primeras dos emergen de una importación acrítica de una bibliografía sobre cambios ya no tan recientes en el sistema internacional, mientras la tercera emerge de la teoría de la dependencia.
4. Hemos redefinido el concepto de autonomía en función de los costos relativos de hacer uso de la capacidad de confrontación (o decisión) que todo E mediano casi siempre tiene. En este plano, hemos distinguido entre uso e inversión de la autonomía.
5. Hemos formulado 2 hipótesis respecto de las PE de los países periféricos:
a. La hipótesis de la contradicción entre consumo y desarrollo de autonomía, y
b. La hipótesis del vehículo paradójico entre cultura política y autonomía.
6. Hemos enunciado los principios operativos de un realismo periférico, que se resumen quizás en una redefinición de la misma dimensión política de la PE, según la cual el objetivo central debe ser remover obstáculos para el desenvolvimiento económico del país, reduciendo costos y riesgos de costos eventuales y mejorando las percepciones que del país albergan aquellos que desde el exterior tienen capacidad de decisión sobre su futuro. Para ello es aconsejable eliminar toda confrontación política o simbólica que no apunte a la generación de beneficios materiales. Esa eliminación no garantiza el desarrollo el país ni el éxito de su PE global, ya que estos procesos dependen de:
a. Factores internos
b. Las micro-relaciones con las potencias centrales, que están más allá de las posibilidades del planeamiento estratégico del gobierno, y
c. La continuidad.
RUSSELL y TOKATLIAN. – “Autonomía y neutralidad en la globalización. Una readaptación contemporánea” (2010)
APUNTES DE CLASE
Visión del SI: signada por un crecente proceso de institucionalización, y por la participación activa al interior de las instituciones internacionales.
Se plantea la necesidad de un tránsito desde una autonomía antagónica (clásica, por oposición) hacia una autonomía relacional. Se intenta limitar el peso de las asimetrías, mediante la generación de una agenda con otros actores, con intereses conjuntos. Es un intento de construcción del poder compartido.
Los E periféricos tienen la posibilidad de buscar sus intereses más allá de la dicotomía “alineamiento-confrontación”. Se habla de construir esferas de cooperación con el hegemón, en contraposición a la idea de “áreas de influencia”.
Plantea 3 opciones estratégicas: multilateralismo vinculante, contención acotada, colaboración efectiva.
Crítica: las instituciones internacionales no eliminan las asimetrías de poder, sino que las replican. Son un reflejo de las relaciones de poder (desde el neorrealismo).
Introducción
La búsqueda de la autonomía fue un objetivo central que orientó la acción política de la mayoría de las fuerzas sociales latinoamericanas. Aquí proponemos una resignificación profunda de la autonomía en materia de RRII. Frente a la visión tradicional de la autonomía definida por “oposición” a un marco de relaciones externas, presentamos una definición alternativa que se construye “dentro” de un determinado contexto y que llamamos “autonomía relacional”. La búsqueda y preservación de la autonomía no compite sino que es constitutiva de otros dos propósitos también centrales de la PE: la supervivencia del país y el bienestar de su gente.
Tres significados del concepto de autonomía
1. Como uno de los dos principios del orden interestatal moderno. Implica que “ningún actor externo goza de autoridad dentro de los límites del estado” y equivale a soberanía westfaliana.
2. Como una condición del E-N que le posibilita fijar y alcanzar sus metas en forma independiente. La autonomía es una propiedad que el E puede tener o no a lo largo de un continuo en cuyos extremos se encuentran dos tipos ideales: total dependencia o completa autonomía.
3. Como uno de los intereses nacionales objetivos de los E junto a la supervivencia y el bienestar.
Autonomía, soberanía y RRII
La polisemia del concepto emana de la diversidad de enfoques teóricos utilizados para caracterizar la autonomía. No obstante, hay un aspecto que une a todos los autores: la autonomía se define como un concepto esencialmente político.
Para evitar confusiones, es conveniente reservar el concepto de soberanía para el ámbito jurídico y el de autonomía para el campo político. En consecuencia, es útil asociar la noción de autonomía a la idea de autogobierno y control, y por consiguiente, aplicarla sólo para dos de sus significados expuestos en la primera sección.
AL y la autonomía
La autonomía fue percibida a un tiempo como una situación que no era propia de los países latinoamericanos, y por consiguiente, como una meta por alcanzar. Los autores que se han ocupado de la autonomía se dividen en dos corrientes principales: el realismo de la periferia y el utilitarismo de la periferia, que tienen aspectos comunes que constituyen el núcleo de la visión realista de la periferia sobre el tema de la autonomía:
· La percepción del orden internacional como predominantemente negativo para AL, aunque reconocieron que ofrecía márgenes de “permisibilidad” que podían ser aprovechados.
· El énfasis, a diferencia de la escuela realista y neorrealista anglosajona, en la dimensión vertical del poder y, más particularmente, en el fenómeno del imperialismo y las asimetrías de poder entre EEUU y AL.
· La caracterización de las relaciones de subordinación de la región.
· Una ideología nacionalista, el reformismo en materia política, la promoción del desarrollo capitalista nacional y, por consiguiente, la asignación al E de un papel clave en el campo de la economía.
· La utilización del E-N como principal unidad de análisis.
· La concepción de la autonomía estatal como un interés nacional objetivo que puede lograrse a través de la autodeterminación racional.
Redefiniendo la autonomía
La redefinición del concepto de autonomía que aquí proponemos se establece a partir de los siguientes presupuestos:
1. Que las referencias que la literatura teórica en las RRII hace a la reducción creciente de la autonomía estatal son anacrónicas.
2. Que los factores internos desempeñan un papel importante en el mantenimiento y ampliación de los grados de autonomía de cada país.
3. La AR debe entenderse como la capacidad y disposición de un país para tomar decisiones con otros por voluntad propia y para hacer frente en forma conjunta a situaciones y procesos ocurridos dentro y fuera de sus fronteras. Esta noción se estructura a partir de contribuciones al tema de la teoría política clásica, la sociología política, la psicología filosófica y la teoría del pensamiento complejo. 
La AR como condición se refiere a la capacidad y disposición de un país para actuar independientemente y en cooperación con otros, en forma competente, comprometida y responsable. Como interés nacional objetivo (la preservación y ampliación de grados de libertad) se funda en un nuevo patrón de actividad, una nueva estructura institucional y un nuevo sistema de ideas e identidades. Como práctica, requiere creciente interacción, negociación yuna participación activa en la elaboración de normas y reglas internacionales tendientes a facilitar la gobernabilidad global y regional. 
Así, la autonomía ya no se define por el poder de un país para aislarse y controlar procesos y acontecimientos, sino por su poder para participar e influir eficazmente en los asuntos mundiales, sobre todo en organizaciones y regímenes internacionales de todo tipo. Estas organizaciones constituyen, además, el soporte institucional indispensable para el ejercicio de la autonomía. En un marco de creciente interdependencia, ellos son cada vez más útiles para afrontar problemas comunes y alcanzar propósitos complementarios, sin que los gobiernos se subordinen a sistemas jerárquicos de control. Por último, la AR exige dl agente autónomo un nuevo modo de ver el mundo y de estar con él, que da prioridad a la competencia, el compromiso, la responsabilidad y la confianza. Para ello, se requiere un cambio progresivo en la posición del sujeto de la autonomía, que conduzca a la constitución de lo que Wendt denominó “identidades colectivas”.
La AR es una condición necesaria para preservar y aumentar la seguridad y la prosperidad de nuestras naciones. Así, debe considerarse como co-constitutiva de los demás intereses nacionales objetivos que dejan de verse como opuestos, en permanente tensión o como sujetos a un incesante juego de trade off. Debe concebirse y practicarse desde una perspectiva de política mundial en la que lo actores no estatales desempeñan un papel cada vez más importante en la determinación de los asuntos internacionales contemporáneos.
Finalmente, la AR no presupone una visión idealista de la política mundial. Por el contrario, reconoce las relaciones de dominación y subordinación y las prácticas de la política de poder. Desde este punto de vista, la AR se convierte en la estrategia más eficaz para disminuir las asimetrías de poder y contrarrestar esas prácticas mediante una participación competente, activa, comprometida y responsable en los asuntos mundiales.
Implicaciones de la AR
· El primer círculo externo para el ejercicio de la AR comprende principalmente a los países de A del Sur. Su alcance más allá de la región dependerá de 2 factores ajenos: el carácter del orden mundial y la conducta que asuma EEUU frente a la región.
· El grado de autonomía de una acción de PE no debe evaluarse en función de su mayor o menor oposición a las preferencias de los grandes poderes. No es el alto o bajo nivel de oposición o confrontación lo que caracteriza la AR, sino la capacidad propia de establecer y ejecutar políticas que más contribuyan a los intereses nacionales.
· La AR tiene un fuerte componente democrático, implica un patrón de actividad que se sustenta en una creciente participación e influencia de las sociedades nacionales en las decisiones sobre temas internacionales.
· La AR abarca todas las áreas de acción estatal. En defensa y seguridad, implica una serie de avances progresivos que, partiendo de la generación de confianza, la transparencia y la empatía, conduzca a niveles supriores de coordinación de políticas, la verificación de prácticas militares, la integración productiva, el despliegue de acciones conjuntas en la propia región y la construcción de un pensamiento estratégico común. En el campo económico la AR requiere formas novedosas de articulación entre países que, sobre la base de la reciprocidad y el reconocimiento de las asimetrías, fortalezcan la interdependencia en al región y mejoren la inserción global de las naciones. En el terreno político exige la participación activa y colectiva de la defensa y promoción de la democracia y los DDHH.
La práctica de la AR
La realización de la AR permite tres opciones estratégicas. Las 3 apuntan a aumentar la capacidad para actuar independientemente y en cooperación con otros, preservar y ampliar grados de libertad y participar e influir en los asuntos mundiales, en particular a través de las organizaciones y regímenes internacionales.
· Multilateralismo vinculante: consiste en la utilización de las instituciones mundiales e internacionales para restringir el uso discrecional del poder e inducir a las principales potencias a la adhesión o el cumplimiento de las normas y reglas existentes. Se despliega en ámbitos multilaterales y requiere forjar coaliciones flexibles y diversas en el plano global. Las instituciones tiene un peso importante en la prescripción de conductas estatales, en la restricción del uso abusivo del poder y en la legitimación de las políticas que se adoptan. El campo de juego y los resultados son más abiertos en los temas políticos y económicos. Implica desafíos para la propia AL en materia de credibilidad internacional. Sería incongruente procurar el fortalecimiento de las UN sin hacer lo mismo en el plano hemisférico y subregional.
· Colaboración selectiva: involucra la construcción de lazos cooperativos con EEUU y poderes extraregionales para incidir en la forma en que ejercen su poderío e influencia y definen sus intereses, transmiten información configurar expectativas y hacer frente, en forma conjunta, a problemas comunes. Se ocupa, en lo fundamental, de temas de alta sensibilidad mutua que afectan particularmente la seguridad, el bienestar y la democracia en AL, tales como migraciones, debilidad estatal, crimen organizad y drogas ilícitas. Los países de AL, a través de instituciones como la OEA y mecanismos informales ad hoc, deberían tener como eje ordenador de esta opción estratégica la búsqueda permanente de un mayor compromiso político de EEUU para actuar junto a países de la región. La posibilidad de realización de esta estrategia depende de dos factores: de la disposición de Washington a enfrentar junto a E de AL estas cuestiones, y de la decisión y capacidad de AL para interactuar en forma cooperativa, tanto entre sí como con EEUU.
· Contención acotada: implica la creación progresiva de espacios e instrumentos regionales de acción propios que reduzcan, excluyan o prevengan la influencia o injerencia de EEUU en una determinada área geográfica o país de la región, al tiempo que favorezcan la capacidad colectiva de interacción con Washington. El énfasis está en las cuestiones de seguridad. La contención acotada posibilita a los E ampliar sus grados de libertad y los niveles de cooperación intrarregional sin confrontar o rivalizar con EEUU. En muchos aspectos, su construcción puede ser incluso funcional a los intereses de Washington en esa área. La condición de posibilidad de esta estrategia depende de la propia región, de los avances de seguridad realizados en materia de seguridad. El logro exitoso de esta estrategia posibilita la formación progresiva de una “esfera de cooperación”, entendida como un mecanismo que combina elementos formales e informales para construir y mantener el orden en una región mediante la acción concertada de un núcleo de países. Ella admite que la interdependencia, la democracia y las instituciones constriñen las arbitrariedades del poder y facilitan la cooperación entre los E. 
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