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Derrames pleurales de causa benigna INTRODUCCIÓN El derrame pleural (DP) representa 5 a 10% de los in- gresos hospitalarios en un servicio de neumología o medicina interna. Más de tres cuartas partes de los DP que se someten a una toracocentesis se deben a alguna de las siguientes causas: insufi ciencia cardiaca (IC), cáncer, neumonía y tuberculosis (TB). Son también prevalentes los DP posoperatorios (cirugía abdominal, torácica o cardiaca), postraumáticos y los relacionados con enfermedades del pericardio, cirrosis o embolia pulmonar. En este capítulo se describen las manifesta- ciones clínicas, métodos diagnósticos y tratamiento de los principales DP de causa benigna. DERRAME PLEURAL EN LA INSUFICIENCIA CARDIACA La IC es la causa más frecuente de DP en pacientes de edad avanzada. El líquido pleural (LP) procede del intersticio pulmonar, donde se genera como resultado de una insufi ciencia ventricular izquierda. No obstante, se ha demostrado que entre 15 y 30% de los pacientes con disfunción ventricular derecha aislada (p. ej., hiper- tensión arterial pulmonar) también pueden desarrollar pequeños DP trasudativos. Casi la mitad de los pacientes con IC descompen- sada tiene DP en la radiografía de tórax, una proporción que supera el 85% cuando se utilizan técnicas más sen- sibles como la ultrasonografía o la tomografía compu- tarizada (TC). En la radiografía simple, el 60% de los DP cardiacos es bilateral, el 30% unilateral derecho y el 10% unilateral izquierdo. La prevalencia de DP bilatera- les es muy superior en exploraciones ecográfi cas o TC. Más del 85% de los DP cardiacos es pequeño (≤ 1/3 del hemitórax). Además del DP, por lo regular se observan otros signos radiológicos de IC, como cardiomegalia y redistribución vascular. En ocasiones, el LP se acumula en las cisuras y simula un tumor pulmonar (seudotumor o tumor evanescente). El análisis del LP refuerza el diagnóstico de IC cuando se cumplen los criterios de Light para trasuda- do. No obstante, la toracocentesis no está indicada en un contexto clínico-radiológico característico y sólo se debe plantear si existen datos atípicos (p. ej., DP unila- teral izquierdo, DP bilateral con gran discrepancia de tamaño entre ambos lados, fi ebre, dolor torácico o fal- ta de respuesta al tratamiento diurético). Los criterios de Light clasifi can erróneamente como “exudado”, aunque por un estrecho margen, el 25 a 30% de los DP cardiacos. Esta circunstancia es más común si el pa- ciente consume diuréticos o tiene un DP hemático. Cuando se sospecha en clínica una IC pero el LP es un exudado limítrofe, se debe medir la diferencia (gra- diente) entre la albúmina del suero y el LP. Si ésta es superior a 1.2 g/dL, se considera que el sujeto tiene en realidad un trasudado cardiaco. El gradiente de albú- mina reclasifi ca más del 80% de estos “falsos exuda- dos” cardiacos. Una alternativa igual de efi caz es la medición, en suero o LP, del péptido natriurético NT- proBNP, ya que unas concentraciones superiores a 1 500 pg/mL son casi siempre diagnósticas de IC. Un http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 34)424 gradiente de proteínas suero-LP superior a 3.1 g/dL es menos útil que el gradiente de albúmina o los péptidos natriuréticos para categorizar de modo correcto los DP cardiacos. La mayoría de DP secundarios a IC se resuelve en días o pocas semanas con tratamiento diurético. Si el DP es muy cuantioso, una toracocentesis terapéutica (0.5 a 1.5 L) puede mejorar con rapidez la disnea, mien- tras hacen efecto los diuréticos. Los sujetos con DP sin- tomáticos de gran tamaño que son refractarios al tratamiento diurético se pueden benefi ciar de la inser- ción de un catéter pleural tunelizado (PleurX®) o una pleurodesis. HIDROTÓRAX HEPÁTICO El hidrotórax hepático (HH) es una complicación de la hipertensión portal que aparece en el 6% de los pa- cientes cirróticos. Se genera por el fl ujo transdiafrag- mático de ascitis hacia la cavidad pleural a través de pequeños defectos diafragmáticos. En el 10% de suje- tos, el HH no se acompaña de ascitis clínica detectable. El DP es unilateral derecho en el 80% de los casos y ocupa la mitad o más del hemitórax en dos terceras partes de los pacientes. El análisis del LP es fundamental para excluir diag- nósticos alternativos, como el empiema bacteriano es- pontáneo (EBE). El LP es un trasudado en más del 80% de ocasiones. Cuando cumple criterios de exudado li- mítrofe, se debe calcular el cociente entre la albúmina del LP y el suero: si es inferior a 0.6 se trata de un ver- dadero trasudado hepático. El EBE, una infección es- pontánea de un HH preexistente, es una entidad rara y puede no relacionarse con peritonitis bacteriana es- pontánea. El LP en el EBE es un trasudado con más de 250 neutrófi los/μL o un cultivo bacteriano positivo. El tratamiento del HH consiste de manera inicial en la restricción de sodio en la dieta, diuréticos (combina- ción de furosemida y espironolactona) y, si el DP es voluminoso, toracocentesis terapéutica para aliviar los síntomas con rapidez. Se debe valorar al paciente para trasplante hepático. Cerca de un 25% de los sujetos se vuelve refractario a los diuréticos, en cuyo caso las op- ciones terapéuticas son el empleo de una derivación portosistémica percutánea intrahepática (TIPS) o la in- serción de un catéter tunelizado pleural, bien como tratamientos puente hacia el trasplante o bien como procedimientos fi nales. El trasplante hepático es el úni- co método curativo para el HH. La pleurodesis casi siempre fracasa porque la rápida reacumulación del LP procedente de la cavidad abdominal impide una co- rrecta aposición de las membranas pleurales. El pro- nóstico del HH es grave (mediana de supervivencia de nueve meses), excepto para el 15% de pacientes en los que se puede colocar un TIPS o realizar un trasplante hepático. El EBE se trata de forma empírica con una cefalosporina de tercera generación y no es necesaria la inserción de una sonda de drenaje pleural. DERRAME PLEURAL PARANEUMÓNICO Y EMPIEMA El DP paraneumónico (DPP) es aquel que acompaña a una neumonía, absceso pulmonar o bronquiectasias. Alrededor del 20% de las personas con neumonía de- sarrolla DP en la radiografía de tórax, proporción de la que una tercera parte requerirá al fi nal la inserción de un drenaje pleural. No obstante, al menos un 20% de DP infecciosos no es secundario a neumonías, sino que guarda relación con cirugías torácicas, abdomina- les o traumatismos. En otro 5% de los casos no hay ni evidencia radiológica de neumonía ni ninguna otra causa que justifi que la infección pleural (“empiema pri- mario”). Los DPP se clasifi can en tres grupos: a) simples o no complicados, es decir, los que se solucionan con el tratamiento antibiótico prescrito para la neumonía; b) complicados, que requieren para su curación un dre- naje pleural, además de la antibioticoterapia; y c) em- piemas, fase más avanzada de un DPP en la que el LP ya es purulento. Todos los empiemas precisan un dre- naje pleural y son, por lo tanto, DPP complicados. El problema clínico estriba en identifi car en fase tempra- na aquellos DPP no purulentos que no evolucionarán de modo satisfactorio sin una sonda o catéter intra- pleural. Los pacientes con DPP suelen presentar los sínto- mas típicos de una neumonía (fi ebre, tos, expectora- ción, disnea), junto con dolor pleurítico por infl amación de la pleura parietal. En otras ocasiones, sobre todo en pacientes ancianos, el curso clínico es más indolente y consiste en síntomas generales como pérdida de peso y sudoración. Se debe sospechar un DPP en toda neu- monía que no responde a los antibióticos o cuando los parámetros de infl amación aguda, como la proteína C reactiva, no descienden al menos un 50% respecto de su valor inicial después de tres a cuatro días de trata- miento antibiótico. Los datos de la exploración física (semiología típi- ca de DP) y laradiografía simple de tórax pueden su- gerir la existencia de un DPP. Sin embargo, la radiografía simple no es una técnica sensible lo sufi - http://booksmedicos.org Derrames pleurales de causa benigna 425 ciente y en al menos un 20% de sujetos en los que ésta se interpreta como libre de LP existe en verdad DP si se realiza una ecografía o TC. En realidad, algunas series encuentran pequeños DP en la mitad de los pacientes con neumonías cuando se efectúa de forma sistemáti- ca una ecografía torácica. Es más fácil que el DP quede enmascarado en la radiografía simple cuando la neu- monía ocupa los lóbulos inferiores. Con frecuencia, los DPP están loculados y en el 15% de las ocasiones ocu- pan dos tercios o más del hemitórax. Las loculaciones, septos y ecogenicidad interna son características ultra- sonográfi cas frecuentes de los DPP complicados. En la TC, exploración que suele reservarse para pacientes con drenaje pleural incompleto o sepsis persistente, los signos sugestivos de infección del espacio pleural son la captación pleural de contraste, el signo de la pleura dividida (colección de líquido delimitada por una pleura visceral y parietal engrosada y realzada por el contraste) (fi gura 34-1), el engrosamiento liso de la pleura, la mayor atenuación de la grasa extrapleural o la presencia de loculaciones (fi gura 34-2) o microbur- bujas. La ecografía es más sensible que la TC para de- tectar loculaciones del espacio pleural. Ante la sospecha de DPP se debe realizar de forma urgente una toracocentesis guiada por ecografía, siempre que exista una mínima cantidad de LP. Si el LP aspirado es pus, se cultiva y se inserta de inmediato un drenaje torácico. En el LP que no es purulento, además del cultivo, se analizan los siguientes parámetros bio- químicos: recuento celular diferencial, pH, glucosa y lactato deshidrogenasa. Se recomienda medir el pH en una máquina de gasometría arterial, antes de cuatro horas tras la extracción de la muestra. Las muestras de LP para cultivos bacterianos se deben remitir al laboratorio tanto en un tubo que con- tenga anticoagulante como en botellas de hemoculti- vos (medios aerobio y anaerobio), ya que con la adición de estas últimas se logra incrementar la sensibilidad un 20%. La determinación del antígeno de neumococo en el LP permite diagnosticar de forma rápida el 70% de DPP neumocócicos y es en particular útil cuando la an- tigenuria en orina es negativa. Los cultivos resultan po- sitivos sólo en el 60% de LP purulentos, un porcentaje que se reduce a la mitad cuando el LP no es pus en el plano macroscópico. Los gérmenes aislados con más frecuencia en infecciones pleurales adquiridas en la co- munidad son los estreptococos no agrupables (Strep- tococcus viridans o milleri) y el neumococo, mientras que en las infecciones hospitalarias predominan los estafi lococos (con frecuencia resistentes a meticilina), enterobacterias y enterococos. Los anaerobios repre- sentan 10 a 20% de los aislamientos y coexisten a me- nudo con S. viridans, pero no con neumococo. Todo paciente con DPP debe recibir antibioticotera- pia empírica temprana que, en el caso de las infecciones comunitarias, suele consistir en amoxicilina-clavulanato. Si existen antecedentes de reacción anafi láctica a la pe- nicilina, se puede utilizar moxifl oxacino en monoterapia o bien la combinación de levofl oxacino y clindamicina. Se desconoce la duración óptima del tratamiento anti- biótico, pero se recomienda mantenerlo al menos tres semanas. Algunos expertos sugieren que la toracocen- tesis inicial sea no sólo diagnóstica sino también tera- péutica, siempre que no se trate de DP muy grandes o multiloculados que serían difíciles de evacuar en un solo tiempo y para los cuales la colocación de un drenaje Figura 34―1. Signo de la pleura dividida (split pleura) en un derrame paraneumónico complicado. Figura 34―2. Empiema multiloculado izquierdo. http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 34)426 torácico sería la elección. El cuadro 34-1 refl eja los fac- tores radiológicos y las características del LP que hacen recomendable el drenaje de la cavidad pleural, un pro- cedimiento que se efectúa a través de un catéter intra- pleural de pequeño tamaño (≤ 14 F) dirigido mediante ultrasonografía (fi gura 34-3) o, en menos ocasiones, TC. La colocación de sondas torácicas de gran calibre en su- jetos con empiema se debe considerar hoy en día una práctica obsoleta. Aunque controvertida, es frecuente la instilación a través del drenaje de agentes fi brinolíticos (urocinasa o alteplasa) en casos de empiema o DPP lo- culado. Sin embargo, la combinación de alteplasa y DN- asa (enzima capaz de reducir la viscosidad del pus) intrapleurales sí ha demostrado ser un tratamiento se- guro y con una efi cacia superior al 90% en sujetos que no responden de forma inicial a los antibióticos y drena- je pleural. En la actualidad, con estos tratamientos mé- dicos conservadores menos de 5 a 10% de los sujetos con empiema requieren al fi nal cirugía, ya sea cirugía toracoscópica asistida por video (VATS) o toracotomía con liberación de adherencias y descorticación. DERRAME PLEURAL TUBERCULOSO La TB pleural es el resultado de la invasión del espacio pleural por una cantidad relativamente baja de bacilos, liberados tras la rotura de un foco caseoso pulmonar subpleural. La mayoría de los pacientes experimenta un proceso febril agudo o subagudo, relacionado con tos, dolor pleurítico, disnea y pérdida de peso en grado va- riable. A diferencia del DPP, la cifra de leucocitos en san- gre periférica suele ser normal. El 10% de los sujetos con derrame pleural tuberculoso (DPT) está coinfectado por el virus de la inmunodefi ciencia humana. En el 20 a 25% de ocasiones la prueba de la tuberculina es negativa. El DPT es unilateral en el 95% de los casos y la mi- tad de las veces ocupa el 50% o más del hemitórax o está loculado. Coexisten infi ltrados pulmonares en el 20% de las radiografías simples y en más del 60% de las TC, casi siempre en el mismo lado del DP y con pre- dominio en los lóbulos superiores. La baciloscopia (tin- ción de auramina o Ziehl-Neelsen) del esputo muestra bacilos en el 15 a 20% de sujetos y el cultivo de esputo es positivo en el 30% de las ocasiones cuando se utili- zan medios sólidos (Löwenstein-Jensen) y en el 50% con el empleo de medios líquidos (BACTEC o MODS). Éstos son datos de consistencia sufi ciente para intentar el aislamiento respiratorio de los pacientes hospitaliza- dos con sospecha de pleuritis tuberculosa. El análisis del LP muestra siempre un exudado, con un predominio de linfocitos (> 50% del total de leucoci- tos) en el 90% de los casos. La determinación de la enzi- ma adenosina desaminasa (ADA) en el LP es el método más sencillo para establecer un diagnóstico de presun- ción, ya que se encuentra elevada por encima de 35 U/L en el 92% de los DPT, al margen de que predominen los Cuadro 34―1. Indicaciones de la colocación de una sonda de drenaje en derrames pleurales paraneumónicos ● Pus (empiema) ● Derrame pleural grande o masivo (≥ 1/2 del hemitórax) ● Derrame pleural loculado ● Identifi cación de microorganismos en la tinción de Gram o cultivo del líquido pleural ● pH del líquido pleural ≤ 7.20 ● Glucosa del líquido pleural ≤ 60 mg/dL A B Figura 34―3. A). Derrame pleural paraneumónico complicado izquierdo. B). Derrame que se drenó con un catéter 14 F bajo guía ecográfi ca. http://booksmedicos.org Derrames pleurales de causa benigna 427 linfocitos o los neutrófi los en el recuento diferencial leu- cocitario. En términos globales, el 10% de DP no tuber- culosos tiene concentraciones elevadas de ADA pleural. Es frecuente que se trate de DPP complicados o empie- mas (fáciles de diferenciar en clínica del DPT por el pre- dominio de neutrófi los en el LP o el aspecto purulento), pero también ocurre en DP malignos, en particular linfo- mas. Los valores de ADA en extremo elevados(> 250 U/L) son propios del empiema o el linfoma, pero no así de la TB pleural. En muchos países con una incidencia moderada o alta de TB, el diagnóstico de DPT se basa en el hallazgo, en un contexto clínico adecuado, de un exu- dado linfocitario con ADA elevada, lo cual evita así la realización de una biopsia pleural. En áreas con una in- cidencia muy baja de la enfermedad, la ADA es todavía útil por su altísimo valor predictivo negativo, que hace que unas concentraciones inferiores a 35 U/L descarten con gran seguridad un DPT. El estándar para diagnosticar con certeza una TB pleural es el aislamiento de bacilos tuberculosos en muestras de LP, biopsia pleural o esputo. Por desgracia, las baciloscopias del LP sólo resultan positivas en el 5% de ocasiones y el cultivo en medios sólidos en el 15 a 30%, si bien con el uso de medios líquidos se alcanza más del 60% de aislamientos. Otra ventaja de los me- dios líquidos es que los resultados están disponibles en dos semanas, en lugar de las seis semanas necesa- rias para los cultivos de Löwenstein-Jensen. En conjun- to, la biopsia pleural transparietal es diagnóstica en más del 90% de los pacientes, bien porque demuestra granulomas (80%) o porque la baciloscopia (25%) o el cultivo en medios sólidos (50%) de la pieza son positi- vos. Sin embargo, no es menos cierto que el empleo de medios de cultivo líquidos permite un diagnóstico de certeza en el 80% de los casos, cuando se combinan muestras de esputo inducido y LP. Las técnicas de am- plifi cación de ácidos nucleicos, incluido Xpert® MTB/ RIF, son muy específi cas, pero poco sensibles. El tratamiento del DPT es idéntico al de la TB pul- monar: cuatro fármacos antituberculosos durante los primeros dos meses y dos más los siguientes cuatro meses. Es recomendable la realización de una toraco- centesis terapéutica inicial en todos los pacientes con un DPT que alcance más de un tercio del hemitórax. OTROS DERRAMES PLEURALES BENIGNOS HEMOTÓRAX Hemotórax es la presencia de una cantidad signifi ca- tiva de sangre en la cavidad pleural. Por lo regular se produce por traumatismos torácicos cerrados o abier- tos, pero también los hay yatrogénicos (cirugía cardio- rrespiratoria, procedimientos pleurales, colocación de un catéter venoso central) o no traumáticos (DP malig- nos, tratamiento anticoagulante, endometriosis toráci- ca, hemoneumotórax espontáneo). Para establecer el diagnóstico es necesario que el hematócrito del LP su- pere el 50% del existente en sangre. Se puede obtener una aproximación fi dedigna del hematócrito pleural al dividir el recuento de eritrocitos del LP por 100 000 (p. ej., un DP con 1 200 000 eritrocitos/μL se corres- pondería con un hematócrito del 12%). El tratamiento inmediato consiste en transfusiones si hay sangrado signifi cativo o inestabilidad hemodinámica, y en la in- serción de una sonda de drenaje para cuantifi car las pérdidas sanguíneas y disminuir la incidencia de com- plicaciones, como hemotórax coagulado, fi brotórax o empiema. La cirugía urgente estaría indicada cuando concurre alguna de las circunstancias expuestas en el cuadro 34-2. Si el paciente está estable desde el punto de vista hemodinámico se opta por una VATS; en caso contrario, se indica una toracotomía. ENFERMEDADES DEL PERICARDIO El síndrome poslesión cardiaca es una reacción in- munológica consistente en la aparición de fi ebre, pleuropericarditis (con o sin derrame pericárdico) y en ocasiones infi ltrados pulmonares, días, semanas o meses después de un infarto agudo de miocardio (síndrome de Dressler), una cirugía cardiaca con pe- ricardiotomía, un traumatismo pericárdico o incluso un factor precipitante menor como una intervención coronaria percutánea, la inserción de un marcapasos o una ablación por radiofrecuencia. La incidencia del síndrome de Dressler es inferior al 1% y la del síndro- me pospericardiotomía del 15%. Los DP son pequeños, unilaterales, de predominio izquierdo y de naturaleza exudativa. El tratamiento consiste en ácido acetilsali- cílico (síndrome de Dressler) o antiinfl amatorios no esteroideos (AINE) y, si hay refractariedad o recidiva, corticoides. El uso profi láctico de colquicina en el poso- Cuadro 34―2. Indicaciones de cirugía urgente en el hemotórax ● Pérdida sanguínea a través de la sonda torácica > 1.5 L/día ● Pérdida sanguínea < 1.5 L/día, pero con inestabilidad hemodinámica o necesidad de transfusión continua de sangre ● Sangrado pleural > 250 mL/h durante tres a cuatro horas consecutivas http://booksmedicos.org Diagnóstico y tratamiento en neumología (Capítulo 34)428 peratorio inmediato de una cirugía cardiaca (0.5 mg/12 h durante un mes) reduce en proporción signifi cativa el riesgo de derrame pleuropericárdico posterior. Alrededor de un tercio de las pericarditis agudas y más de la mitad de las pericarditis constrictivas se acompañan de DP. En el primer caso, los DP son en su mayoría pequeños (≤ 1/3 del hemitórax) y unilaterales izquierdos, mientras que en el segundo predominan los DP bilaterales. El análisis bioquímico casi siempre demuestra exudados. La pericarditis aguda se trata con AINE hasta la resolución de los síntomas (por lo regular dos semanas) y colquicina durante tres meses (0.6 mg/ día) para prevenir las recurrencias. DERRAME POSTERIOR A CIRUGÍA DE REVASCULARIZACIÓN CORONARIA En el posoperatorio inmediato de una cirugía de revas- cularización mediante bypass aortocoronario, la ma- yoría de los pacientes presenta pequeños DP que se resuelven de forma gradual. La incidencia de DP que ocupan más de un 25% del hemitórax es del 10%. Estos DP de tamaño moderado o grande producen disnea y su localización es izquierda o, si son bilaterales, predo- minan en el lado izquierdo. Se debe realizar siempre una toracocentesis, ya que el diagnóstico diferencial incluye la IC, la embolia pulmonar, el quilotórax o el DP infeccioso. Los DP sintomáticos durante el primer mes del posoperatorio suelen deberse al traumatismo quirúrgico y el LP es un exudado, con frecuencia he- mático y eosinofílico. Los DP que alcanzan su tamaño máximo después de un mes de la cirugía son exudados linfocitarios, cuya patogenia es inmunológica con toda probabilidad y representan quizás una variante limi- tada del síndrome poslesión cardiaca. El tratamiento consiste en una toracocentesis terapéutica que, en el 20% de los casos, es necesario repetir dos o más veces. EMBOLIA PULMONAR Se observa DP en el 20% de las radiografías de tórax y 50% de las TC de individuos con embolia pulmonar. Es unilateral en el 85% de los casos y de pequeño tamaño (≤ 1/3 del hemitórax) en el 90%, por lo que pocas veces se efectúa una aspiración diagnóstica. Los DP pueden locularse en el 20% de los pacientes cuando el diagnós- tico se retrasa más de 10 días desde el inicio de los sín- tomas. El LP es siempre un exudado. La presencia de DP no altera el tratamiento anticoagulante convencional. ENFERMEDADES REUMÁTICAS AUTOINMUNITARIAS SISTÉMICAS En términos globales, las enfermedades reumáticas autoinmunitarias sistémicas representan menos del 1% de todos los DP que se someten a una toracocen- tesis. El lupus eritematoso sistémico (LES) y la artritis reumatoide (AR) son las entidades que se relacionan más a menudo con DP. La pleuritis afecta al 25% de los pacientes con LES, aunque muy raras veces es el sínto- ma de presentación de esta enfermedad. El DP es de tamaño pequeño o moderado en la mayor parte de las ocasiones y puede ser unilateral o bilateral. En caso de DP unilateral, se debe descartar un proceso infeccioso antes de atribuirlo al LES. En realidad, el DP lúpico es un diagnóstico de exclusión, por lo que siempre se lle- va a cabo una toracocentesis diagnóstica si la cuantía de LP lo permite. Los hallazgos del LP son inespecífi - cos: exudados, por lo general de predominio linfocita- rio, con concentraciones de glucosa y pH normales, y presencia de anticuerpos antinucleares (ANA) a títulos ≥ 1/160. LosANA en LP no añaden información adicio- nal a la proporcionada por los ANA séricos y además pueden ser positivos algunas veces en otros DP, como el maligno. Sin embargo, no hallar ANA elevada en el LP de un sujeto con LES hace improbable una pleuritis lúpica y obliga a buscar diagnósticos alternativos. El DP lúpico responde bien al tratamiento con AINE o corti- coides a dosis bajas. La pleuritis sintomática se observa en el 4% de los individuos con AR, aunque la prevalencia de afectación pleural es muy superior en estudios de imagen y series de necropsias. La pleuritis reumatoide es más preva- lente en varones con antecedentes prolongados de en- fermedad reumática y factor reumatoide positivo en suero. Los DP son pequeños o moderados, unilaterales (75%) y, en ocasiones, loculados. El LP es un exudado con concentraciones bajas de glucosa y pH en el 80% de los casos, valores de factor reumatoide iguales o superiores a los del suero y presencia de macrófagos en “renacuajo” sobre un fondo celular amorfo. La ma- yoría de DP reumatoides se resuelve de modo espon- táneo en pocos meses, pero en un 20% de los casos son persistentes o recidivantes. Los DP voluminosos pueden requerir toracocentesis terapéuticas e incluso la instilación intrapleural de corticoides. QUILOTÓRAX El quilotórax consiste en la acumulación de LP rico en triglicéridos y quilomicrones, que se genera por una al- http://booksmedicos.org Derrames pleurales de causa benigna 429 teración o bloqueo del conducto torácico o sus ramas. Según sea la causa, los quilotórax se dividen en cuatro categorías: a) posquirúrgicos (40%), después de cirugía de cardiopatías congénitas, reparación de hernias dia- fragmáticas, esofagectomía o resección pulmonar; b) tumorales (30%), linfomas en su mayor parte; c) causas diversas (20%), incluidos cirrosis, linfangioleiomioma- tosis, síndrome de vena cava superior o uso de dasati- nib; y d) idiopáticos (10%). Aunque el contenido lipídico confi ere al LP un as- pecto lechoso, es incluso más común su apariencia amarillenta o serosanguinolenta, en particular si el pa- ciente se halla en ayuno (p. ej., periodo posoperatorio) o desnutrido. Las características bioquímicas del LP son, en el 85% de los casos, las de un exudado linfoci- tario con un contenido de triglicéridos > 110 mg/dL. El hallazgo de un trasudado debe llevar a sospechar ci- rrosis, con paso transdiafragmático de ascitis quilosa al espacio pleural. La presencia de quilomicrones en el LP establece de forma defi nitiva el diagnóstico de quilo- tórax, pero esta medición se reserva para los casos en que la concentración pleural de triglicéridos es inter- media (50 a 110 mg/dL). El quilotórax se debe tratar de manera inicial con medidas conservadoras; sólo si éstas fracasan se indican procedimientos invasivos. Existen tres medidas terapéu- ticas distintas: a) tratar la enfermedad subyacente (p. ej., quimioterapia del linfoma, TIPS para la ascitis del cirróti- co); b) control conservador, que consiste en toracocen- tesis terapéutica o drenaje torácico para aliviar los síntomas de un gran quilotórax, un periodo de nutrición parenteral total y administración de octeótrido para re- ducir la formación de quilo; y c) tratamientos quirúrgi- cos (ligadura del conducto torácico) o paliativos (embolización del conducto torácico mediante radiolo- gía intervencionista o, en casos persistentes, pleurodesis o inserción de un catéter tunelizado crónico) cuando las medidas conservadoras previas aplicadas durante dos semanas no han tenido éxito, el paciente tiene un défi cit nutricional intenso o la pérdida diaria de quilo excede 1 a 1.5 L durante un periodo de cinco a siete días. BIBLIOGRAFÍA Breen DP, Daneshvar C: Role of interventional pulmonology in the management of complicated parapneumonic pleu- ral effusions and empyema. Respirology 2014;19:970-8. Porcel JM, Light RW: Pleural effusions. Dis Mon 2013;59:29-57. Vorster M, Allwood B, Diacon AH et al.: Tuberculous pleu- ral effusions: advances and controversies. J Thorac Dis 2015 (en prensa). http://booksmedicos.org Botón1:
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