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El descubrimiento del inconsciente

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Colección Psicología Contemporánea Vlannoni 
Freud · 
El descubrimiento del inconsciente 
. Ediciones Nuc\'a Visión 
Buenos Aires 
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Título del originul en lroncfs: 1:reud, 8dhlons du Scull, l'uda, l1Jb8 
Traducido por Jorge Jinkis y Mario Levín 
1.S.B.N. 950-602-127-9 
© 1987 por Ediciones Nueva Visión SAIC 
Tucumán 3748, Buenos Aires, República Argentina 
Impreso en la Argentina / Printed in Argentina 
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Es difícil creerlo: como Schliemann, desenterré otra 
1·roya a fa que se crefa mftica. 
Freud 
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PRESENTACION 
No es posible evaluar la importancia de un libro por su tamaño, 
ni la biografía de E. Janes por sus tres volúmenes, ni el de O. 
Mannoni por su cantidad de páginas (impuesta por exigencias de la 
colección donde se publicó originariamente en Francia). 
Actualmente, un libro sobre Freud es raro. Pero éste es sf11gu-
lar. No hallaremos en él ninguna "verdad biográfica" que 110 sea 
pertinente desde el "punto de vista de la verdad analítica". Es así 
como, por primera vez, se piensa la relación de Freud con Fliess 
desde la teoría que esa misma relación ha fundado, otorgándole de 
este modo un lugar en la constitución histórica de los conceptos. Esta 
· preocupación por los orígenes 110 persigue el establecimiento de ww 
"ruptura" entre ciencia e ideología en un dominio específico del 
conocimiento científico, sino . que Ir.ata de rescatar la originalidad 
de un pensamiento y reivindicar su carácter subversiPo frente a 
los intentos normalizadores de algunos desarrollos ideológicos. Esta 
tarea se inscribe en el campo de la reflexión psicoanalítica i11augu-
rado por la obra de /acques Laca11. No involucra 1111 rccfui:o ele 
los aportes posteriores a Frcud ni la demanda ,le una fidelidad 
ciega a su obra. No se trata de un regreso a las fuentes, sino e/el 
"retorno" de Freud en el discurso psicoanalítico co11temporá11eo. El 
autor, en un agregado a la edición francesa (El porvenir de una des-
ilusión), comenta en forma amplia las circ:w1sta11cias históricas que 
imponen esta tarea de delimitación de los co11ceptos. fidelidad. 
entonces, significará revelar la "sistematiciclad" ,lel sistema freu-
diano y descubrir ql((.' no hay !'arios Frcud. 
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Cste libro y Clefs pour l'imé1ginaire (recopifaci611 ele varios tra-
bajos dél autor) nos demuestran algo que de ningiín modo es 
obvio: que la experiencia clínica no es incompatible con la produo-
ción teórica. Algo más: la obra de O. Ma1111011i .. entre otros, nos 
hace pensar que el límite que designa como profano al análisis, se 
desplaza de la posesión de un título en medicina hacia el criterio 
de pc>rtinencia de una práctica con respecto ele la teoría f re u diana 
del inconsciente.(, 
Los Traductores 
• Los términos específicamente psicoanalíticos, salvo indicación contraria, 
fueron traducidos siguiendo el Vocabulaire de la Psychanalyse, de J. La-
plam:he y J. B. Ponlalis (PUi'). Debido a que las versiones francesa y caste-
11.,na ele la obra de Freud difieren notablemente, hemos preferido traducir 
dd francés las citas utilizadas por el aütor y dar la referencia de la cita co-
1-r.:-!·, .>11Jic,úc c11 la edición cspaiiola (Sigmund Freud, Obras Completas, 
Biblioteca Nueva , Madrid; volumen I y 11. 1948, volumen 111, 1968). Las citas 
que no provienen de esta fuente son expresamente señaladas. Todas fueron 
cotejndas con la Standard Eclition (24 vol., Hogarth, Londres, 1953°1968). 
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CUONOI ,OGL\. 
1856 6 de mayo: Nacimiento de Sigismund Freud (cambiará su 
nombre a los veintiún años por el de Sigmund). Según la 
costumbre, también recibe un nombre judío: Schlomo. Su 
lugar de nacimiento, Freiberg, en Moravia. se llama hoy Pri-
bor. Su padre, Jacobo Freud; tiene cuarenta y un años y dos 
hijos de un primer matrimonio, Manuel y Felipe. Manuel 
tiene un hijo, John, que tiene un año más que Sigismund (su 
tío) y que será más tarde su principal compañero de juego. 
La madre de Sigismund tiene veintiún años y éste es su pri-
mer hijo. Jacobo Freud es un negociante en lanas. Una le-
yenda familiar, poco segura, quiere que los Freud sean origi-
narios de Colonia. 
(En 1856, W. James tiene diez años, Nietzsche doce, Helm-
holtz treinta y cinco, Charcot treinta y uno, Brentano dieci-
ocho, Breuer catorce, Fechner cincuenta y cinco, Schopenhauer 
sesenta y ocho y Herbart había muerto hacía quince años.) 
1859 La crisis económica arruina el negocio de Jacobo. La familia 
se instala (mal) en Viena en 1860. 
1865 Sigmund entra al Gymnasium (colegio), un año adelantado. 
1870 Recibe las obras completas de Ludwig Borne; su lectura ten-
drá gran influencia en él. · 
1872 Una fotografía nos muestra a Freud en la edad ingrata; aseado, 
serio, un poco vanidoso, con un bigote incipiente, no se pa-
rece en nada a sus retratos posteriores. Vuelve a Freiberg para 
pasar sus vacaciones. 
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:,w1111w c11111 /mu/e . Fs lcl k itudo por ~u c~lilo en 11km{111. Ya 
tiene muchas lecturas en varias lenguas. Influido por un com-
pmkro (Hcinrich Braun), piensa estudiar <lerecho. Se dccic.k 
por los estudios de medicina luego de haber leído el cnsa)L' 
So/,re la 1wtllrule::a, atribuido a Gccthe. 
1:n la Universidad. c.kscubrc los prejuicios antisemitas y picn-
~" que su lugar cst¡Í ''en la cposición". Sigue los cursos di.'. 
Brcntano. 
Viaja a Manchester, Jnglntcrru. a la casa de su medio hermano 
Felipe y su sobrina Paulina. 
Primeras investigaciones personales en Triestc, sobre l.1s glün-
dulas sexuales de las anguilas. Entra al laboratorio de Bri.ickc. 
1877 Publica el resultado de trabajos de anatomía sobre el sistcnrn 
nervioso central de una larva de lampreo. 
1878 En sus investigaciones (en el laboratorio de Bri.il.:kc) casi 
tlcsc,ibrc la neurona (llamada así en 1891, por Wuldcyer). 
Traba amistad con Breucr, catorce mios mayor. que lo aymfa 
moral y matel'ialmente. (Numerosos préstamos di: dinero.) 
./R79 Sigue (sin entusiasmo) el curso de psiquiatría de Meyncn. 
Sólo se interesa en el aspecto neurológico de los problemas. 
\ 1880 Un año de servicio militar. Breuer comienza la cura e.le lkrl.i 
~ Pappcnheim {Anna O.). Frcud traduce cuatro ensayos d..: 
Stuart Mill (Sobre la cuestión obrera, Lll emancipación úc• 
lus mujeres, El Socialismo, Platón). Prefiriendo no emprender 
la práctica médica, proyecta una carrera en la investigución 
o la enseñanza. 
18,~ I Aprueba {tardíamente) los exámenes finales de medicina. 
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Debe seguir los consejos de sus amigos y profesores: sin 1\:· 
cursos materiales no puede continuar una carrera e.le · investi-
gador, y tendría que esperar mucho tiempo antes de obtener 
una cátedrn. Encuentra a Marta Bcrnays (perteneciente u una 
familia de intelectuales judíos) y quiere casarse: e.lebení gu-
narsc la vida. En noviembre, Breuer le habla del caso de Anm1 
O .. interrumpido desde junio. Frcud se asombra, se interesa, 
pero 110 es influido. 
,1 lo ubum:, y !.Ólo conoce la neurología . 
·-···· _ ... u .. , ..... ,v u.! Meyncrt (psiquiatría). Entrevé el papel 
del deseo en la amentia de Meynert, pero esta observación 
accidental nada tiene que ver con sus preocupaciones actuales. 
1884 Encargado de un estudio sobre la cocaína, descubre sus pro-
piedades analgésicas, sospecha sus cualidades nnest¿sicas. pcl'l> 
las descuida. Carl Koller las estudiará y tendrá gran éxit,•: 
esto no altera sus buenas relaciones. Imprudentemente. Freud 
utiliza la cocaína en sí mismo. Como no tiene ninguna dispo~i-
ción a la toxicomanía, no la padece ni sospecha que constituye 
un peligro. Pero sus experimentos provocan algunos perjuiciosa su alrededor. Queriendo curar a su amigo Fleischl, que es 
morfinómano, lo convierte en cocainómano y agrava su caso. 
Es criticado en los círculos médicos. Comienza a tratar las en-
f ~rmedades "nerviosas" con electroterapia, aplicando el mé-
todo de W. Erb. Al mismo tiempo pone a punto un método 
de coloración de los cortes neurológicos. publica un artículo 
sobre este tema y luego una monografía sobre la coca. Querría 
hacerse conoc~r por algún descubrimiento. 
1885 Ocupa (poco tiempo) un puesto en una clínica privada don,k 
ocasionalmente empica el hipnotismo. En abril. destruye todos 
sus papeles. Durante un instante piensa emigrar para mejo-
rar su situación. Es nombrado Privatdozent. lueio obtien.: 
una beca para realizar un viaje de estudios y elige ir a Parí::'. 
a estudiar con Charcot en la Salpetrierc. Allí obser\'a las mc1-
nifestaciones de la histeria y los efectos del hipnolismo "':' fo 
sugestión. Charcot e.ierce gran influencia sobre él. Se propom· 
para traducir sus conferencias y es aceptado. 
1886 Dej11 París por Berlín, donde se interesa en . la neurop¡1folo-
gia infantil. Nuevamente en Vientt. hará una residencia en el 
Instituto de Enfermedades Infantiles. Da una conícrcnciu ,,,. 
bre la histeria e informa lo que vio con Chan:ot: no es bi\!11 
acogido. Comienza su práctica privada: abre ~u com,dtorio 
' d domingo de Pascm1s. Se casa con Marta en se1kmbr.:. Pu-
blica la traducción de l,e<;om s11r l<'s i11t1/c1di<'s du srs1i•111c 
ll('r l'ell.\', 111, de Ch::rcot. 
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~87 Sin abandonar la electroterapia, comienza a utilizar el hip-
notismo. Nace Matilde (octubre). Primera carta a Fliess (di-
ciembre) . 
1888 Publica la traducción del libro de Bernheim: De la sugestión 
y sus aplicaciones terapéuticas. Por primera vez aplica un 
método inspirado en Breuer (a Frau Emmy von N .) , en mayo. . 
1889 Viaja a Nancy para ver a Bernheim y a Liébault. Nace Juan-
Martín, le ponen ese nombre por Charcot (diciembre). 
1891 Publica un libro sobre la afasia, donde critica la teoría de 
las localizaciones. Nacimiento de Oliverio (Oliverio, por 
Cromwell). 
1892 Artículo sobre el tratamiento hipnótico. Logra que Breuer 
colabore con él. Una paciente (Elisabeth von R.) le impone el 
método de las asociaciones libres. Publica la traducción del 
segundo volumen de Bernheim. Nacimiento de Ernesto, nom-
bre de Brücke. 
1893 Publicación de la Comunicación preliminar con Breuer. Ar-
. tículo necrológico sobre Charcot, muerto el 16 de agosto. 
Artículo sóbre las parálisis histéricas (en francés, en la Revue 
de neurologie) . 
Formulación de la teoría de la seducción traumática (que 
abandonará cuatro años más tarde) . Nacimiento de Sofía. 
1894 Artículos sobre las Psiconeurosis de defensa. Nueva traduc-
ción de Charcot (Lefons du mardi) . 
1895 Publicación de Obsesiones y fobias. Aparición de los Estudios 
sobre la Histeria. En julio, en Bellevue, análisis del sueño 
de La inyección dada a Jrma. Nacimiento de Ana (diciembre). 
1896 
1897 
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Explosión de violentos sentimientos negativos contra Breuer. 
Escandaliza a su auditorio en una conferencia sobre la etiolo-
gía sexual de la histeria. Vacaciones en Florencia. Muerte de 
Jacobo Freud (octubre). · 
Sueño significativo (edípico pero relacionado por Freud con 
la teoría del trauma) en mayo. Viaje a Italia, no va más allá de 
Perusa (su identificación con Aníbal lo hace detenerse en el 
lago Trasimeno). Descubrimiento del Edipo (octubre) . . 
l89R Prepara la /'· :copatología de la vida cotidiana y reúne ejem-
ploSc_que servirán para El chiste. Publica Los mecanismos del 
olvido. Concluye La interpretación de los sueños (excepto el 
capítulo vm . 
1899 José Popper-Lynkeus publica en Dresde Fantasías de un realis-
ta. que Freud no leerá hasta más tarde . Publicación de Los 
recuerdos encubridores. Aparición de La interpretación de 
los sueños, a la que el editor le pone la fecha de 1900. 
1900 Comienza el análisis de Dora (14 de octubre). 
J.90 T El sueño y su interpretación, resumen de La interpretación 
de los sueiivs. Escribe Sueí'io e histeria, donde relata el aná-
lisis de Dora. pero que será publicado en 190.5 con otro tí-
tulo . Las relaciones con Fliess comienzan a deteriorarse. Viaje 
a Roma. Publicación de la Psicopatología de la vida cotidiana 
( en revista) . 
1902 Viaje a Nápoles. 
/90> Primeros discípulos (Federn, Stckel. etcétera). 
1904 Viaje a Atenas. Comienza la correspondencia con Bleuler, de 
Zürich . 
1905 Tres ensayos sobre la sexualidad. El chiste en su relación con 
el inconsciente. Análisis fragmentario de una histeria (Dora). 
/907 Visita de Jung (febrero). 
Encuentro con Abraham. El delirio y los sueí'ios en la Gradiva 
de ,W. Jensen. 
1908 Visita de Ferenczi (febrero) . 
Congreso de Salzburgo (abril). Segundo viaje a Inglaterra 
(setiembre). 
1909 Análisis de una fobia de un niño de cinco afios (Juanito). 
Análisis de un caso de neurosis obsesiva (el hombre de 
las ratas). Viaje a América (setiembre) con Jung y Fe-
renczi. Conferencias en la Clark University (Worcester, Mas-
sachusetts) . 
19/0 Congreso de Nuremberg. Fundaciqn de la Sociedad Inter-
nacional. Jung es el presidente. Publicación de Cinco lec-
ciones de psicoanálisis (las conferencias pronunciadas en 
América). Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. 
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1911 Dimisión de Adler. Congreso de Weimar y de Budapest. Pu-
blicación del Presidente Schreber con el título Observaciones 
psicoanalíticas sobre un caso de paranoia autobiográficamente 
descrito. De 1910 a 1912, varios artículos sobre técnica. 
1913 Ruptura con Jung. Congreso de Munich. Aparición de Totem 
y tabú. 
1914 El Moisés de Miguel Ángel. Historia del movimiento psico-
analltico. Dimisión de Jtlng. 
1915 Realización de varios ensayos de metapsicología. 
1917 Duelo y melancolla_. Introducci6n al psicoanálisis. 
1918 El hombre de los lobos: historia de una neurosis infantil. 
1919 Más allá del principio del placer. Se pega a un niño. 
1920 Enero, muerte de Sofía. 
1921 Publicación de Psicología de las masas y análisis del yo. Con-
greso de Hagen. 
1922 Congreso de Berlín. 
1923 Diagnóstico de cáncer en la mandíbula. Primera operación. 
Publicación de El Y o y el Ello. 
1925 Autobiografía. La Negación. 
Diciembre, muerte de Abraham. 
1926 Psicoanálisis y medicina. Inhibici6n, sintoma y angustia. 
1927 El porvenir de una ilusión. 
1929 El malestar en la cultura. 
1930 Recibe el premio Goethe (Ana lo representa en Francfort y 
lee el discurso de agradecimiento que había escrito). Setiem-
bre, muerte de la madre de Freud. Escribe, en colaboración 
con Bullitt, Thomas Woodrow Wilson, que será publicado en 
1967. 
1932 Nuevas aportaciones al psicoanálisis. 
1933 Mayo, los nazis queman en Berlín las obras de Freud. 
1937 Análisis terminable e interminable. 
1938 Marzo, la Anschluss. Roosevelt y Mussolini intervienen en 
favor de Freud: Parte para Londres en junio. Trata pacientes 
casi hasta el fin. · 
> dé ,d 1c·111ti: l , muerte de Freud . Aparición del final de 
Moisés y el moTtoteísmo. 
1940 Esquema del psicomuílisis. L" escisión del Yo . 
1950 El nacimiento del psicoanálisis. (Cartas a Fliess. ) 
1951 Muerte de Marta Freud . (Conservaba todas las cartas que 
Freud Je había escrito . Sólo una pequeña parte fue publicada.) 
1954 Notas originales (sobre el análisis del hombre de las ratas). 
1967 Thomas W oodrow Wilson (por Bullitt y Freud). 
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A SúLU TlE:,E INTER~S EN SU 
RELACiúN CON EL PSICOANALISIS ... 
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La obra de Freud, si bien tiene notables cualidades literarias, no 
pertenece en primer término a la literatura: apunta a una verdad. 
Aquellos que la comentan tienen que elegir entre diferentes perspec-
tivas de acceso, según su propia concepciónde la verdad. 
La doctrina freudiana permanece abierta a las interpretaciones, 
a las correcciones y a los nuevos desarrollos, pero esta no será nues-
tra tarea. Sólo nos retendrá la verdad del propio Freud. de qué 
modo llegó a plantearse las preguntas y luego a responderlas. En ]a 
medida de lo posible, se trata de dar una idea de trabajo tal como 
lo hizo, mostrar a Freud haciéndolo, sin fingir seguirlo paso a paso 
con el pretexto de no anticiparse, ya que con frecuencia lo que con-
tinúa aclara las dificultades que eran oscuras al comienzo y permite 
describirlas correctamente. 
Quizá los biógrafos supusieron que algo en el pasado de Freud 
lo preparaba para sus descubrimientos, pero que al mismo tiempo 
fueron el azar y los encuentros los que lo condujeron a ellos. Si 
hubiese tenido más éxito con sus cortes histológicos, si su esposa 
no hubiera sido amiga de Berta Pappenheim, si sus maestros le 
hubieseri negado la beca para el viaje . . . Tantos "si" evidencian la 
rnntingencia de su carrera y nos impiden buscar la predestinación 
mítica que se atribuye a los héroes. Pero no hay duda de que ·una 
vez comprometido, por poco que fuese, en un diálogo con la his-
teria, siguió su propio camino, lejos de toda senda abierta, sin 
dejarse desviar por nada, sobre todo sin dejarse desviar por las opo-
~iciones. No es fácil entonces situar en la historia a este destino. Por 
el ambiente médico de Viena, sus aspiraciones, sus contradicciones 
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e, incluso, sus sue11os, se pu<ltu prever cutil seda la existencia <le u,, 
médico judío, pobre, apasionado por la investigación y a la espera 
de algún éxito que le diese renombre y posición. Pero no se podía 
prever su violenta oposición a ese medio en nombre del descu-
brimiento del inconsciente. Hoy tal descubrimiento forma parte de 
lo que bautizamos con el nombre de modernidad. Cuando surgió 
no tenía nada de "moderno". Freud hablando de sí mismo pudo es-
cribir: El autor de La interpretación de los sueños ha osado ubicarse 
junto con la antigüedad y la superstición popular en contra del 
ostracismo de la ciencia positiva. 1 Es parte esencial del análisis ha-
ber enfrentado el consenso y, a pesar de las apariencias, aún lo 
sigue siendo. El último texto publicado sobre Woodrow Wilson aca-
ba de provocar la misma oposición. 
Si el psicoanálisis tiene antecedentes -y evidentemente los tie-
ne-, sólo aparecen ante la mirada retrospectiva de éste. Ludwig 
Borne. por ejemplo, tuvo profunda influencia sobre Freud, que lo 
leyó a los catorce años. pero es éste quien convierte a Borne hoy en 
algo más que un simple símbolo político. El conjunto de las in-
fluencias que dejaron su huella en Freud forman un caos, es de-
cir, precisamente lo que espera un acto de creación. Las preguntas 
que hace son las que la época ni sueña hacer (o que en todo caso se 
niega a responder). Dicho de otro modo, hace la historia más de 
lo que es hecho por ella, de manera inversa a como se ubica en 
la historia el adepto a la modernidad. 
Psicoanálisis y biografía · 
Se sabe que Freud, aun cuando las superaba, nunca abandonó ni 
renegó de una sola de sus ideas. Su vida y el desarrollo de su 
pensamiento tienen la forma de una Auf hebung continua. No sólo 
conservó, superándolas, .las catarsis de Breuer o el trauma de sus 
primeras hipótesis etiológicas; podemos decir que hizo lo mismo 
con las creencias y supersticiones del pasado más remoto. Pero esto 
implica cierta manera de borrar . . . En 1885, pór ejemplo, dieci-
ocho días antes de su vigésimo noveno aniversario quema todos 
1 El delirio y los sueños en la "Gradiva'_' cíe 11''. fense11, O. C., vol. 1, p. 583. 
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J....., ., .. .,...,,...,.,. L11 adelante, hará lo mismo periódicamente. Quiere 
marcar así, en ese momento, el "gran cambio de su vida"; y en 
efecto lo es, pero no lo sabe. ¡Supone que se trata de su próximo 
matrimonio y del abandono de la investigación! · 
Veamos cómo presenta los hechos a Marta, su prometida 
(28/IV): Hoy realicé uno de mis proyectos. Un proyecto que 
muchos infortunados que aún no han nacido habrán de lamentar 
un día. Te lo diré, ya que no adivinarás a qué clase de gente me 
refiero. Se trata de mis biógrafos. Destruí todas mis notas. de los 
últimos catorce años, las cartas, las fichas científicas, los manus-
critos de mis artículos. . . Todos mis pensamientos y sentimientos 
sobre el mundo en general y sobre mí en particular fueron juzgados 
indignos de prolongar su existencia. Tendré que pensar todo de 
nuevo, y no había pocos papeles que romper . .. · En cuanto a los 
biógrafos ¡que se lamenten! No tenemos ningún deseo de facilitar-
les la tarea; cada uno tendrá razón en su manera personal de ex-
plicar la vida del héroe." 
Todos los días vemos cómo los escritores tachan (tendré que 
pensar todo de nuevo) y cómo el crítico o el biógrafo se empecinan 
en leer lo tachado. Son dos maneras opuestas de conservar. Pocas 
personas han sido tan fieles a su pasado como Freud, aun aquellas 
. que conservan piadosamente el menor documento. Pero siempre 
desconfió de la curiosidad de los biógrafos, e incluso dudó de la 
posibilidad de su empresa: No es posible ser biógrafo sin compro-
meterse con la mentira, la simulación, la hipocresía, la adulación 
e, incluso, con.la obligación de enmascarar su propia incomprensión. 
· La 11erdad biográfica es inaccesible y, aunque accediéramos a ella, no 
podríamos emplear la información obtenida (18/V /1936) .~ 
De todos modos, la relación entre la técnica analítica y el arte 
de la biografía es ambigua. Podríamos pensar que se asemejan, que 
se complementan, pero sin embargo, mantienen entre sí una oposi-
ción irreductible. Un biógrafo no analista puede constatar que es-
tamos muy poco informados sobre la vida per:sonal ·de Freud, o 
~ Sigmund Freud, carta a Marta Bernays del 28/4/1885, en Epistolario, p. 156, 
Bihliotcca Nucv.i. Madrid, 1963. 
3 /bid. Carta a Arnold Zweig, del 31/5/1936, p. 478. ILa fecha que señala 
Mannoni -18/5/1936- corresponde. según la edición española, a un;i 
carta dirigida a Stefan Zweig. N. del T.l 
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pensar (y nosotros con él) que fue más variada y plena que lo q 
percibimos detrás de su vida científica. Puede, incluso, impacien-
tarse ante tantas cartas mantenidas en secreto. Pero si las biografías 
de Freud son en general decepcionantes, no es porque el biógrafo 
haya querido restringirse a una hagiografía hipócrita ni ocultar 
secretos escandalosos. Desde el momento en que se trata de Freud, 
no se puede escribir una biografía haciendo abstracción del punto 
de vista de la verdad analítica, la que vuelve superficial y trivial 
esa perspectiva de realidad fuera de la cual la biografía no puede 
desplegar su arte. Así, las confidencias que Freud nos hace sobre 
su Juventud son el subproducto de su descubrimiento. Nada más 
fácil que dar un ejemplo: en una carta a Fliess (3/X/1897), que 
pudo escribir sin pensar en sus biógrafos y en la que da .cuenta 
de los .progresos de su propio análisis, Freud revela uno de esos 
hechos que el biógrafo recoge preciosamente: Todo me hace creer 
--escribe- que el nacimiento de un hermano un año más joven 
suscitó en mí malas intenciones y verdaderos celos in/ antiles, y 
que su muerte, ocurrida meses más tarde, dejó en mi el germen de 
la culpabilidad . .. • 
Pero lo que le pató a Freud no es notable porque haya sentido 
celos --como tantos niños- de un hermano menor cuando aún no 
tenía dos años, sino más bien porque lo recuerda a los cuarenta 
y un años, precisamente la edad en que comienza a entrever su 
complejo de Edipo (lo que aún no le había ocurrido a nadie, por 
supuesto, ni siquiera a Sófocles), y que le posibilita comprender 
de pronto sus recuerdos de infancia . . . Así, su biografía sólo ad-
quiere sentido en relación con el psicoanálisis.Cuando Freud es-
cribía: Mi vida sólo tiene interés en su relación con el psicoaná-
lisis, no era una fórmula trivial ni un subterfugio. La ilusión, la 
creencia en el "mito del héroe", la resistencia, quieren hacernos 
creer que si conociéramos mejor los detalles de la infancia de Freud, 
algunas oscuridades -¿cuáles?- se disiparían. Pero como él, 
gracias a él y en todo caso después de él, terminaríamos por en-
contrar las bases mismas del análisis al comenzar por el Edipo, 
como se las encuentra en cualquier hijo de vecino y en uno mis-
mo. . . El sujeto q~e se analiza no se inclina sobre su pasado como' 
·• Carta a Fliess del 3/10/1897, O. C., vol. 111, p. 781. 
20 
escribe sus memorias. EsllÍ menos ocupado en resti-
tuir su pasado que en superarlo, única manera verdadera de con-
servarlo. 
Recuerdos 
Entre los recuerdos que u título de ejemplos acompañan los pro-
gresos de su propio análisis, Jiguran los que no quiso revelar como 
propios y atribuyó a alguien imaginario. Así conocemos su paraíso 
perdido y Ju nostalgia que forma parte del deseo inconsciente: Era 
-hace decir a ese narrador imaginario- el hijo de padres que 
vivían felices en un comienzo y, me imagino, confortablemente en 
ese pequeño nido provincial. Cuando tenía tres aiios, el ramo in-
dustrial en el que trabajaba mi padre sufrió una tremenda crisis. 
Perdió sus recursos y nos vimos obligados a abandonar ese lugar 
e instalarnos en una gran ciudad. Largos y difíciles años han se-
guido, y nada hay en ellos, me parece, que valga la pena recordar. 
Nunca me sentí a gusto en esta ciudad. Hoy creo que siempre 
conservé la nostalgia de esos magníficos bosques nativos y uno 
de mis recuerdos rescata la costumbre de correr escapando de mí 
padre, en Ylquel entonces, cuando apenas sabía caminar . .. ~ 
Freud nunca dejó de aborrecer la ciudad de Viena, sin, no 
obstante, consentir en dejarla (allí sufrió, fue humillado y sólo alH, 
le parecía, debía desquitarse). Sufrió verdaderamente y sobre to-
do una gran pobreza. La esperanza, no de enriquecerse, sino de 
lograr una sólida seguridad, estuvo siempre presente en sus preocu-
paciones; el fantasma de ]a miseria y el hambre lo persiguió en la 
imaginación, aun cuando ya no tenía realmente nada que temer. 
Voéación 
En ese mismo artículo de 1899, cuenta cómo regresó de vacaciones 
a su país natal, y describe el estado anímico en el que se encontra-
ba en el momento de ingresar en la Universidad: Tenía diecisiete 
años cuando me enamoré instantáneamente de una muchacha de 
Los recuerdos encubridores, O . C., vol. J, p . 161. 
21 
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quim'<' ,11111s, 111i,•111l1ro ti,• /11 J11111illa ,¡111• lllt' /10,,pecl"l"'· hit• mi 
primer amor juvenil y, aunque muy intenso, lo guardaba en ab-
soluto secreto. Algunos días después, la muchacha volvió · a la 
escuela; también ella estaba de vacaciones. Esta separación, después 
de tan poco tiempo de haberla conocido, intensificó mi pasión. 
Durante largas horas paseaba solitario a través de los encantadores 
bosques de mi infancia y ocupaba mi tiempo construyendo castillo~ 
de arena. Mi ensoñación, curiosamente, no se dirigía hacia el futuro 
sino que intentaba rectificar el pasado. Si la ruina no se hubiese 
producido, si sólo me hubiese quedado en la casa, si hubiese cre-
cido y madurado como la gente de esta famiiia, como los hermanos 
de mi amada ¡y si entonces hubiese seguido a mi padre en su pro-
fesión, si me hubiese casado, casado con ella! Hubiera podido co-
nocerla íntimamente en el transcurso de todos estos a,íos, y no 
dudaba de que en las circunstancias que inventaba mi imaginación, 
la habría amado con la misma pasión ... 8 Esta joven se llamaba 
Gisela Fluss. Treinta años más tarde, después de una jornada de 
trabajo, tomando notas sobre el caso del hombre de las· ratas, Freud 
tiene un lapsus éalami. Su paciente le había hablado de otra Gisela 
y Freud escribió Gisela Fluss. Se contentó con poner un signo de 
exclamación . . . que sólo estaba destinado a sí mismo. 
Estas ensoñaciones nostálgicas orientadas hacia el pasado son 
paralelas a la dificultad de concebir el futuro. Un poco más tarde, 
en 1875, ya iniciados los estudios médicos, viaja a Manchester a la 
casa de su medio hermano y de su sobrina Pauline, para ver si 
podía encontrar una profesión como la de su padre; el algodón reem-
plazaba a la lana y Pauline a Gisela. Pero Pauline no era Gisela. 
Freud nunca pudo resignarse a estudiar medicina. Esta mala elec-
ción, hecha por malas razones, lo llevó, sin embargo, gracias 
a una pésima nomenclatura (enfermedades "nerviosas" ), no a su 
verdadera vocación, lo que probahlemente no quiere decir nada, 
sino a hacer de su vocación lo que todos conocemos. 
En la universidad extrañaba los estudios secundarios. Había 
sido un buen alumno en el Sperl Gymnasium y conservaba recuer-
dos agradables. Estas primeras miradas a una civilización perdida 
" lbul.. p. 162. 
22 
//1/111'1(//I (/(' tÚtl'II/(' /IIÚ ~ COII SllelO c¡ue 111/l g t111ll ()/ /'(/ CU.\ L/ C: 11 fu l!tcha 
f)O/' la vida. y más Larde, en ~us primeros contacLO!> con la ciencia. 
con una ironía que retrospectivamente podía permitirse, dice que 
no 1enía más que elegir aquella ciencia que esperaba sus inestinw-
h/es serJ1icios. Le parecía recordar que toda esa época estaba utra-
11esacle1 por la premonición de u11a tarea a reali=ar, premonición (JUC' 
scí/o encontró ocasió11 de expresarse claramente c:11 la liisertaciJ11 
ele/ examen fi11al: era el anhelo de aportar algo lÍ1//'a11te la vicia al 
cu11oci111ie11to de la humanidad.º 
El icma de esa disertación era: ' ·Sobre la s consideraciones c11 
lu i:kcción <le una profesión ' '. Feliz o inforLUnadamcnte no sicmpn; 
se encuentran los manuscritos lle' .los futuros grandes hombres. 
Conocemos una carta. la müs antigua de toda ::; lw; de Freud <.k qui: 
disponemos, donde habla de ese examen a u11 ,1migo de la infm1ci.1. 
precisamente a Emil Fluss . Entre o/ras cosas. 111i ¡nufesor me diju 
-~y es la primerú persona ,¡ue se atreve a clecírmelo- que pu~eía 
lo que 1/erder tan elegantemente llama L/11 estilo idiJtico l la palabra 
cxish! en francés con un sentido scmejantc , pero naturalmente se 
prefiere idiomálic:o.l , es decir. correcto y · característico id 111is11 w 
tiempo . . . Tal l'CZ hasta ahora usted mmca sospechó que: lw estado 
carteándose con w1 estilista de la lengua alemana. Como (111ligo. 
como amigo desinteresado . le ac.onsejo conserl'<II' estas carlas. atar-
las. guanlar/as bien . mmrn se sabe . .. ' El 1.:onse,io era acertado. y 
también la observación del profesor: Freud es un e~tilista a quien 
toda traducción traiciona . Pero este colegial feliz ti ene pn::ocupa· 
ciuncs demasiados serias y casi trágica::- : f.11 rnw1to a mis preorn-
¡,aciones por el futuro , usted las toma demasiado (/ la ligera: me 
dice 411c ,¡11ie11 teme a la mediocridad más que a 11i11¿<1nw otru 
cosa. ya estú a salvo de ella. Pregunto ¿a salvo de qué? Scp,uramen-
te, no a salvo de la mediocridad. Grandes espíritus lum dudado ele 
sí mismos ¿acaso se deduce entonces que cualquiera que duda de 
SL/S capacidades sea t/11(1 gran inteligencia? { . .. ] Lo /ll(lravilloso 
del 1111iJ1erso descansa e11 su multiplicidad de posibilidades; des-
p.raciadamente, no es una base sólida ¡,ara el co11oci111ie11to de nos-
otros mismos.9 No hay nada profético en esta retórica. A los dieci-
· Sohr(' /<1 psicología del colegial, O . C .. vt,I. 111. p . no. 
Carta del 16/6/187>. O . C .. \'OI. 111 . p . q75 _ 
,. 1/Ji,I .. p . q16 . 
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siete anos Freud habla como un humanista o un moralista. Su 
lucidez. su pesimismo, su desconfianza de las ilusiones, su dispo-
. sición a las reflexiones serias, todo esto pertenece al orden de las 
formas más venerables de la sabiduría y no anuncia, ni siquiera 
de lejos, nada que se parezca a la curiosidad analítica.La situación puede resumirse así: la esperanza romántica de 
que el futuro me devue!va lo perdido debe ceder su lugar al realis-
mo y a la sabiduría. ¿Pero existe algún camino en la vida que 
conduzca a la sabiduría? Freud pudo creerlo en el Gymnasium . . . 
Más tarde escribió: No tenía y desde entonces ya n11nca tuve 
predilección por la profesión médica. Me impulsaba más una cu-
riosidad por los problemas humanos que por las cosas de la natu-
raleza. Aú11 no había reconocido la importancia de los · métodos 
de observación como el mejor medio de satisfacer esa curiosidad .. 
lnf luido por un amigo de más edad, más tarde hombre polftico 
muy conocido, tuve deseos de estudiar derecho como él y compro-
meterme en una actividad pública. (Se trataba de militar en un 
partido de oposición de tipo socialista.) Sólo que en la misma 
época me atraían las teorías de Darwin que abrían extraordinarias 
perspectivas de progreso al conocimiento, y fue al .leer -cuando 
terminaba la . escuela --el magnífico ensayo sobre la Naturaleza, 
de Goethe (atribuido a Goethe) , que me decidí por los estudios 
de medicina.1º Freud habría de conservar algo de sus sueños po-
líticos y de su necesidad de militar en alguna oposición. Concibió 
· el psicoanálisis como un "movimiento", y si bien las sociedades 
' que fundó no lo expresan en sus formas, por lo menos participan 
· de ese espíritu. Por otra parte, Darwin y Goethe agregarían muchas 
malas razones a su elección, e incluso contradictorias, ya que el 
texto atribuido a Goethe representa a la Naturaleza como una 
madre que deja que sus hijos exploren sus secretos. Apenas nos 
atreveríamos a decir que éste es el más "analítico" de los dos . .. 
Fre;,:d no rechazaba investigar los secretos de la Naturaleza: con 
Brücke probó que el rigor de la ciencia positiva le convenía ; du-
rante toda su vida mostró que la relación con los pacientes le 
interesaba y. sin embargo, había algo en la medicina que no le 
pertenecía . Dirá, en una frase que por otra parte se contradice a 
sí misma: Después de c11arenta años de práctica médica me conozco 
"' Autubioll,ra/ía, O. C .. vol. 11, p . 921. 
24 
·- __ ,,..,,_, •• ~ como para saber que nunca fui un doctor en el sentido 
exacto de la palabra. 
Tuvo que postergar la terminación de sus estudios médicos e 
intentar orientarse hacia la enseñanza de la fisiología; su maldita 
pobreza. sus proyectos de casamiento (con una muchacha pobre) 
lo obligaban a resignarse. En 1822 se hace cargo de un puesto por 
tres años en el hospital de Viena. 
Este es el momento en el que Breuer le confía información sobre la 
cura de Anna O. que acaba de ser interrumpida. Freud se interesa, 
pero no imagina que este será un medio de escapar a la práctica 
médica. Habrá que esperar primero que Charcot otorgue cat~goría 
científica y médica al estudio de la histeria . Porque en el fondo 
Freud busca un compromiso complicado: escapar a la práctica 
médica, oponerse a las concepciones de la época, pero para hacerse 
teconocer por el mundo de la ciencia y la medicina. Sabemos que 
lo consiguió no sin esfuerzo. 
Freud neurólogo 
La carrera de Freud se construye entonces sobre un juego de pa-
labras: neurólogo, tratará las afecciones nerviosas.• · Pero aún no 
era un juego de palabras en su comienzo y, por otra parte, se 
convierte en neurólogo por el trabajo de laboratorio. En Trieste 
se le confía una primera investigación (identificar las glándulas 
sexuales de las anguilas, de las que nada se sabía), que resuelve 
con éxito. Brücke le encarga otras sobre el sistema nervioso de 
una larva de lamprea, que constituyó la ocasión de su primera 
publicación. Ya es neurólogo. Publica una veintena de artículos 
de neurología entre 1877 y 1897. ¡Veinte años! "'* Más tarde 
negará formalmente que el estudio de la . neurología pueda servir 
• Más técnicamente, paranomasia: relación o semejanza etimológica o for-
mal entre dos términos. [N. del T .] 
•• Una sinopsis de la totalidad de estos trabajos realizada por el mismo 
f'reud figura en el tomo XXI de las Obras Completas de Freud, editadas por 
S. Rueda, Buenos Aires, 1956. [N. del T.] 
25 
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111· p1rp11ind1'\11 p11111 In ¡11lt11l11Ml11, 11111111 11111tlr111 11 , tt'r d11 mm 11111 
ingc11uo11 . Los hcchot1 de111uc1i l!1111 (pm ll11·11cr, por lkrnhclm) qul" 
un médico general está en mejores condiciones que un neurólogo 
para abordar las "enfermedades nerviosas". Charcot constituye la 
excepción notable que hará que todo cambie . . . El libro de Freud 
sobre la Afasia (1891) y el Proyecto (1895) están entre los monu-
mentos que subsisten de los vanos esfuerzos de la época por tender 
un puente entre neurología y psicología. Por un acto de fe mate-
rialista Freud nunca abandonará la esperanza de que un día se 
encuentren las dos disciplinas, pero después de 1895 prácticame~te 
ya no intenta conciliarlas. 
¿Qué hacer con una formación que entonces consistía esen-
cialmente en verificar los diagnósticos en la autopsia, el día en que 
debe dejar el laboratorio para procurarse una clientela privada? 
Nothnagel, profesor de neurología, le dijo: Los artículos que es-
cribió no le servirán de nada. Los médicos generales, de quienes 
todo depende, son personas prosaicas y, aunque no lo digan, pen-
sarán: ¿para qué puede servirle a Freud su conocimiento de la 
anatomía cerebral? Esto 110 le ayudará a tratar una parálisis ra-
dial.11 Sin embargo, Freud sólo conoce la neurología y como neu-
rólogo intentará iniciar su práctica privada. 
Marta 
Hacía tiempo que Freud proyectaba casarse con Marta. Hubiera 
querido aplazarlo para tiempos mejores, pero ahora está decidido 
a cumplir el gran cambio de su vida . . . Sólo conocemos una 
pequeña parte de la correspondencia de Freud a Marta, pero es 
extremadamente rica en elementos pasionales: las clásicas fanta-
sías que años más tarde se llamarán "neurosis de noviazgo" (ex-
presión hoy abandonada) , los celos injustificados, las ideas de 
muerte, toda una sintomatología que más tarde alimentará la re-
flexión de Freud se encuentra allí reunida. Este casamiento entre 
dos novios pobres es, por lo menos. un casamiento burgués; los 
11 C'orrespondance, tr. fr ., 1956. LNo se encontró traducción castellana. N. 
del T.] 
26 
tU1thlt l!\!l!I thl illltl1111 (1111 i11/III 1li• illlll 111) MI II 1111111111111111 '~ 1 11 
ln t1CMllthl111I y d rlc11Mo, c11111 n1m,tll11yt·11 1111 dt·\111111 ni dr \ 111111 y 
aportan, el elemento romántico, pero el ideal perseguido es "razo 
nable". Su fuerza moral y la confianza en sí mismo es lo único 
que posee para vencer las dificultades materiales. 
Marta conserva mejor su sangre fría que Sigmund, víctima de 
síntomas que sólo podrá explicar mucho más tarde. Escribe a 
Marta (27 /Vl/1882): Ayer visité a mi amigo Ernst von Fleischl 
a quien antes, cuando aún no conocía a Marty [Marta; curiosamen-
te Freud se dirigía a ella a menudo en tercera persona] , envidiaba 
en todos los aspectos . . . Siempre lo consideré mi ideal y no des-
cansé hasta que nos convertimos en amigos para beneficiarme con 
su valor y cualidades . . . Ayer se me ocurrió pensar qué haría él 
con una muchacha como Marta, qué magnifico engarce proporcio-
naría a esa joya . . . cómo le gustaría a ella compartir la i11f/ue11cia 
e importancia de ese enamorado, cómo los nueve aí'ios que me 
lleva este hombre podrían representar en su vida años de felicidad 
sin igual. en comparación con los miserables nueve años que perderá 
a mi lado . . . Y comenzaba a preguntarme qué pensaría él de 
Marta. Entonces interrumpí bruscamente esta ensoñación . . . ¿Aca-
so por una vez en mi vida no puedo tener algo mejor de lo que 
merezco? Me quedo con Marta.'~ . 
No se trata de psicoanalizar a Freud: él mismo se encargó de 
hacerlo. Pero asombra que alguien capaz de expresar estos senti-
mientos se haya convertido enel primero que habría de aclarar 
las vueltas y complicaciones de los celos (¿quién ama a quién?). 
Dos años más tarde anticipa lo que será una dificultad real 
(29/111/1884): ¡Gran Dios, qué buena e inocente eres, mujercita! 
¿No te das cuenta que toda esta ciencia podría convertirse en 
nuestra enemiga más feroz? Si no resisto la tentación de consagrar 
mi vida -sin renunciar y sin esperar elogios- a la solución de 
problemas desvinculados de nuestra persona, más tarde sería im-
posible nuestro proyecto de vida en común; si perdiese la cabeza 
en esta empresa . .. , pero no, descarto esta posibilidad. Me siento 
animoso y estoy decidido a explotar la ciencia en lugar de dejarme 
explotar por ella.13 Esta carta está construida como la precedente: 
1 2 Epistolario. pp. 18·19. 
l:I /bid., p. 117. 
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El futuro habría de confirmar que Freud eligió la esposa que 
anhelaba. Durante largos años Marta, que la familia entera, incluido 
Sigmund, llamaría "Mamá", recibiría el amor y el respeto de to-
dos. Pero este casamiento modelo respondía a las tradiciones de 
los medios burgueses de Viena; en este campo Freud no innovaba. 
No tenía ningún interés por el movimiento feminista que recién 
comenzaba a esbozarse en aquella época. Pensaba que el ensayo 
sobre la emancipación de las mujeres de J. S. Mili, que tradujo, 
era una ensoñación utópica. Le disgustaba la relación establecida 
entre la condición femenina y los esclavos. Acusaba a Mili por 
no haberse dado cuenta de que la humanidad estaba dividida en 
hombres y mujeres . . . En este campo, como en algunos otros 
(por ejemplo, en pintura) este revolucionario que contribuyó más 
eficazmente que otros (incluido Mili) a la liberación de las muje-
res, tenía indudablemente una actitud conformista, que hoy la dis-
tancia presenta tal vez como reaccionaria. Es en su teoría donde dio 
pruebas de un espíritu verdaderamente revolucionario. Por ejem-
plo, en las últimas páginas de Análisis terminable e interminable, 
observamos la "equidad" con que trata los efectos del complejo 
de castración en el hombre y en la mujer. . . Pero era inevitable 
que la resistencia hiciera uso de fáciles argumentos ad hominem 
para atacar las concepciones científicas. 
La sabiduría 
Sin embargo, sorprende que sea precisamente Freud (es verdad 
que en 1883) quien, para criticar a Mili, observe que la capacidad 
de liberarse de los preiuicios se acompaña de una cierta disminución 
de la sensibilidad ante lo absurdo. Más tarde reconocerá que el 
sentimiento de lo absurdo puede convertirse en un medio de de-
fensa al servicio de los prejuicios, pero en todo caso este senti-
miento ya no lo hará retroceder tan fácilmente. Aquí se juega el 
valor (ambiguo) de la sabiduría. 
Es indudable que para orientarse en las dificultades de la vida; 
Freud contó primero con las formas más tradicionales de la sa- · 
28 
. ...... ........ . .. .... 111h11 , ~ 111 r111h111 p,o , dl' 1111 , td p.1 1 l 11111011111 , 11\\1 
social; al contrario, recurría a l:s te ante una sociedad que había 
frecuentado y busnido en sus lecturas . Para leer a Cervantes apren-
dió solo el castellano a una edad en la que se lucha contra tenden-
cias a la presunción juvenil. Pero ya había leído los autores anti-
guos y los de su lengua, y reconocía todo lo que les debía . ¿No Jo 
vemos acaso en París ir al Pcre-Lachaise a ver ln tumba de Ludwig 
Borne (muerto en 1837)? Freud leía a los novelistas franceses 
contemporáneos, pero nos dijo que sus verdaderos maestros fueron 
los escritores ingleses y escoceses . Es fácil adivinar la razón: tratan 
el destino humano de un modo realista, pero sobre un fondo de 
tradiciones fantásticas: la conjetura del héroe se enfrenta al desti-
no. pero con armas menos desiguales que en la tragedia antigua . La 
situación social , la educación. 13 formación de la personalidad 
constituyen parte del destino: la imagen del mundo no es un re-
fle.io inútil ni una agradable pintura de la realidad: provee coor-
denadas para orientarse . Freud no es artista; piensa que el arte 
literario vale por su contenido dramático y moral. y si sabe apreciar 
la forma, excelente estilista, es por el modo como expresa y valoriza 
el contenido; más aún. fue el primero, en 1905, que dio una teoría 
correcta del papel preponderante de la forma. Incluso aquí, el 
tradicionalismo de sus gustos contrad.ice el aspecto revolucionario 
de sus teorías. 
Antes de descubrir las insuficiencias y limitaciones de una sa-
biduría cultivada por esos medios, ya la había llevado muy lejos. 
Podemos juzgarlo por la carta del 16/IX/1883, donde cuenta la 
vida y el suicidio de un colega, Nathan Weiss. Este relato demasiado 
largo para ser citado, demasiado denso para ser resumido, comienza 
diciendo: Su vida fue tal como un escritor hubiese p0dido com-
ponerla ... y termina del mismo modo: Su muerte fue como su 
vida, co,:tada wbre el mismo modelo, reclama un novelista (como 
la sangre de Abe] a Dios) que asegure su conservación en la me-
moria de los hombres. 1 •1 ~ste relato dramático constituye la primera 
"historia de un caso" escrita por Freud, pero nada en ella anuncia 
el psicoanálisis. Simplemente. las cualidades que allí encontramos 
las volveremos a hallar intactas en las historias de los casos ana-
líticos. 
H Carta a Marta .Bernays en Epistolario, pp. 6q y 76. 
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Si hcud liublcru :.q~uido unu 1..urrc.:tu a1..,1<k1111w :,1, pm c.:Jc.:111 
plo, hubiese logrado enseñar fisiología- tal vez se hubiese afir-
mado en esta forma de sabiduría. De este modo , sólo hubiese 
aportado a la humanidad y a sí mismo la realización, una vez más. 
de un ideal muy venerable y muy antiguo. Pero no tardaría en 
encontrar a Charcot, quien habría de mostrarle todo lo que la 
sabiduría no puede alcanzar. Cuando más tarde se refiere a esto. 
utilizará una fórmula de iniciación: Introito, hic dei sunt. Pero este 
fondo de sabiduría adquirida previamente no iba a ser inútil y 
1 sabemos que más tarde consideró el estudio de la literatura como 
,\ una parte esencial del programa de formación de los analistas. 
30 
INTROITO, me DEI SUNT 
Freud se presenta como neurólogo en Salpetriere, al comienzo del 
otoño de 1885; lleva a Charcot_ sus cortes coloreados con plata 
según un método que había inventado y que maravilló a Breuer, 
pero Charcot no se interesa. Al verlo entre los histéricos, recuerda 
que fue precisamente Breuer quien le contó la historia de Anna 
O. y se la relata a Charcot. Pero ni la anatomía pura ni la psicolo-
gía pura parecen interesar a su interlocutor. Freud se siente ex-
traviado y desconfía. Por fin tiene la idea de proponerse para 
traducir libros del profesor al alemán. Esta idea ordena todo; lo 
aceptan, lo invitan, se Je confían trabajos interesantes. Rápidamente 
comprende mejor la actitud de Charcot y siente gran admiración 
por él. Charco!, que es uno de los médicos más grandes y cuyo 
buen sentido linda con el .genio, está simplemente arruinando todas 
mis opiniones y propósitos. A veces salgo de sus lecciones como 
de Notre-Dame, con una idea enteramente nueva de la perfección. 
[ ... ] No sé si un día la semilla dará su fruto, pero sé que nunca 
ningún humano me afectó tanto (24/Xl/1885) .1 • 
Charcot crea y suprime los síntomas hablando, pero no es ma-
gia; muestra que los fenómenos histéricos obedecen a leyes. Muchas 
de las demostraciones de Charcat provocaban en mí y en otros 
visitantes sentimientos de asombro y una tendencia al escepticismo 
que intentábamos justificar recurriendo a cualquiera de las teorías 
de entonces. Siempre era amistoso y paciente frente a estas du-
das, pero también inquebrantable. En una de esas discusiones ob-
, ;; Carta a Marta Bernays en Epistolario, p. 204 .31 
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Lse dirigía a Freudj; estas palabras dejaron e11 mi espíritu 1111a 
huella imborrable. 1ª En efecto, Charcot trataba las observaciones 
clínicas como hechos de los que infería conjeturas neurológicas, 
contrariamente a los clínicos alemanes que se basaban en una teoría 
fisiológica constituida para "explicar los estados mórbidos". Pero 
I sobre todo, las experiencias de Charcot obligarán a Freud a con-cebir la posibilidad de una idea "separada de la conciencia". Es 
posible constatar el efecto somático de una idea sin que el Yo lo 
sepa ni sea capaz de intervenir para impedirlo. Esta hipótesis 
parecerá menos extrafía si recordamos la diferencia familiar entre 
los aspectos psicológicos del sueño y la vigilia. No se debería ob-
. jetar que la teoría de la escisión de la conciencia, al resolver el 
' enigma de la · histeria, no pueda satisfacer a un observador sin 
1 prejuicios, ya que esta fue la solución elegida por la Edad Media 
1 cuando afirmaba que la posesión demoníaca era . la causa de lo.~ 
1 
fenómenos histéricos. Bastaría reemplazar el lenguaje religioso de 
aquellas oscuras edades supersticiosas por el lenguaje científico 
actual. 17 
( 
No se debe ver en este texto nada que anuncie el descubrimien-
to de. 1 inconsciente; se trata de algo semejante a la doble pei:sonali-
dad que se atribuía a los histéricos, y no de la existencia de un 
pe~samiento incoñsciente "normal". 
Ciertos signos muestran que F~eud, impulsado por la admira-
ción que sentía por Charcot, se identificó con un histérico. Esto 
es importante porque más tarde- influyó en la orientación de su 
búsqueda. 
-._; 
Hasta ese momento Freud había sufrido numerosas perturba-
ciones que hoy llamaríamos (muy·· vagamente, por_ otra parte) "psi-
cosomáticas". Se atribuía una afección que entonces era conside-
rada de naturaleza física e incurable: la neurastenia. :Lo vemos 
inquietarse por su herencia (la considera severa) y por las difi-
cultades que aún pudiese reservarle la vida; efectivamente, para 
Charcot la histeria es "la herencia más los agentes provocadores". 
Le escribe a Marta qilecuenta con ella para no enfeñfüirse (de 
• "Eso no impide que exista''; en francés en el texto de Freud. [N. del T.l 
10 Autobiografía, O. C., vol. II, p . 923. · 
11 Charcot (artículo necrológico escrito en 1893), O. C., vol. 1, p. 21. 
32 
-----
.. ,. NIJIIII 111' 1111,0 , :Vil q11• 1 IINll'III no tr•t•n 
hl 11 ttrlu111, p11111 que M." n1111, hlc1c II i.l 1111 ~1110 cumo 11u p.-oplo pn· 
ciente y se califique de histérico (en las cartas a Fliess). 
- También William James, casi en la misma época, se había 
identificado con un enfermo, pero era un epiléptico asilado y no 
supo hacer de esta prueba más que un "tipo de experiencia reli-
giosa", exhortándose a compartir los sufrimientos de los desgra-
ciados. Más tarde A. Brill se identificaría en Zurich con uno de los 
esquizofrénicos que atendía. Pero allí ya se conocían las ideas de 
Freud y Brill pudo tranquilizarse: los mecanismos "patológicos" 
también existen en las personas normales. Freud, que suministró 
esta escaparatoria, no disponía aún de ella en 1885. Fue necesa-
rio hacer todo el camino que le permitió escapar a la tradicional 
segregación psiquiátrica que arrojaba la "locura" sobre el enfermo 
y encerrab!l al médico en su razón impotente. Los candidatos a B 
analistas deben repetir hoy esta situación, ocupando el lugar del ., 
enfermo durante el análisis, que curiosamente en francés • se llama 
didáctico, como para negarlo. 
"Era un hombre de una brillante inteligencia" 
Cuando Freud abre su consultorio en Viena (Pascua de 1886), los 
casos que recibe se presentan como si fue~en neurológicos. Más 
tarde, escribirá: Mi arsenal terapéutico comprendía sólo dos armas: 
electroterapia e hipnotismo [al comienzo sólo electricidad], ya que 
ordenar una cura en un · establecimiento de hidroterapia después 
de una única consulta procuraba una renta insuficiente. En lo que 
concierne a la electroterapia, me guiaba por el manual de W. Erb, 
que daba descripciones detalladas sobre el tratamiento de todos 
los síntomas de las en/ ermedades nerviosas. Se vio obligado a des-
cubrir que estas instrucciones carecían de valor y esto, dice, lo ayu-
dó a desprenderse de la fe ingenua que aún conservaba hacia las au- · 
toridades. Asi, aparté el aparato aun antes que Moebius hubiese 
pronunciado esas palabras liberadoras: "Los éxitos del tratamiento 
eléctrico ( si es que los hay) se deben sólo a la sugestión que el médico 
"' También en castellano se llama "didúctico"... [N. del T.] 
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el descubridor de este efecto de " sugestión" , pero a su regreso de 
París aún continuaba buscando un tratamiento neurológico sin 
otorgar preponderancia al aspecto psicológico de los casos que 
trataba. 
La hipnosis da resultados. Charcot la emplea, pero le preocupa 
poco la terapéutica. Por el contrario, la Escuela de Nancy (Bem-
heim, Liébault) curaba por sugestión bajo hipnosis. Freud se 
interesa, pero sobre t:>do no olvida que Breuer había tratado un 
caso hasta cierto punto de un modo semejante. Lo obliga a repe-
tírselo. Breuer le leyó sus notas y después de gran resistencia acep-
ta: harán en colaboración un libro sobre la histeria. Parece que 
Breuer nunca realizó más que esta única psicoterapia, la de Anna 
O. Pero lo que había hecho era muy original. No había empleado 
la sugestión (que Freud empleó primero); los síntomas de la en-
ferma desaparecían cuando ella misma encontraba (bajo hipno-
sis) su origen o explicación. Parecería que nada preparó a Breuer 
para este tipo de terapia: dejaba que su paciente obrara libremen-
te, una joven original, cultivada, inventiva, que la histeria parali-
zaba (en sentido propio y figurado). Conocemos. su nombre ver-
dadero: Berta Pappenheim. Ella dirigía el tratamiento. 
La hipótesis que, según B~~~r, parecía explicar los hechos 
clínicos, caracterizaba la histeria por la retención de algunos re-
cuerdos. Como esa retención era similar a la aníñesiá°poshipnóti-
ca, -Breuer dio el nombre de estados hipnoides a los momentos 
de la conciencia (o de una "parte" de la conciencia) en la que 
las "ideas" .no se asocian, permanecen aisladas e impresionan como 
una "retención histérica". Detrás de cada síntoma se podía sospe-
\ char un recuerdo "retenido"; haciéndolo acceder a la conciencia 
\
1 
se eliminaba el síntoma y así se pod_í~ tratar un síntoma a continua-
ción de otro ... 
, · Breuer llamó a este método "catártico", asimilándolo etimoló-
gicamente a una purgación, lo que se hace comprensible conocien-
dv el modo en que concebía la retención psíquica. Su enferma lo 
asimilaba a una limpieza de chimeneas. El caso de Berta Pappen-
heim, que con el nombre de Anna O. figura en los Estudios sobre 
la histeria, aún se lee con mucho interés . 
is A11tobiografía, O. C., vol. 11 , p . 924. 
34 
J\ um¡11 1.: 111.i i, 110 lu c~\! po,quc 110 intenta influir sobre el pa<.:icn-
11:, el método catártico, que sólo pretende que el paciente encuentre 
lo que ya está en él, se halla en el origen del psicoanálisis. Se com-
preñdeeñfooces que, en una época en que estaba enemistado con 
Breuer, Freud haya podido decir en la Clark University: Si es un 
mérito haber introducido el psicoanálisis en el mundo, ese mérito 
no me pertenece . . . Aún era estudiante . . . cuando un médico 
vienés, el doctor fose/ Breuer, utilizó este método por primera vez 
con una joven histérica. 19 El problema está lejos de ser tan simpk. 
Con frecuencia se ha negado el carácter decisivo del aporte de 
13reuer, pero otras veces se ha subestimado la simplicidad del mé-
'.odo catártico respecto de lo que llegó a ser el psicoanálisis : 1) 
Breuer se desinteresó del problema; veremos de inmediato por qué . 
c;reud, no sin humor, pudo decir que él debía haber sido el inventor 
¡a que hacia él y no hacía Breuer se dirigían los ataques de los opo-
,itores; * 2) además Freud concibió una teoría distinta de la teoría 
de la retención y de los "estados hipnoides", que inmediatamente 
demostró ser mucho más fecunda; 3) luego, y es lo más importante, 
·!n el transcurso de su amistad con Fliess, Freud pasó por estados 
de "transferencia" que mÓdifi~aron· completamente su manera de 
p:ñsaG°4) . por último, el método catártico no era sino una tera-
pc:~tica de la histeria y nada en él hacía pensar en la posibilidad 
de ·un conocimiento teórico válido para todas las formas de pensa-
mí'!nto, normales o no. 
Si Br,euer se desinteresó . de lo que había descubierto fue por 
oscuras "ñizonesc ontra-transferenciales (nada de esto se conocía 
en esa época) : sintió mucha culpa ante las súbitas manifestacio-
nes transferenciales de~su paciente. No le había contado a Freud 
d fin de la historia de Anna O. , p·ero éste pudo, a partir de confi-
dencias parciales, reconstruirla con el tiempo. Luego sometió esta 
reconstrucción a Breuer, quien reconoció que era exacta. 
Berta había tenido un ataque de calambres abdominales (pro-
vocado por una fantasía de párto) y Freud recordó más tarde las 
palabras que Breuer le había transmitido y que al principio no 
otl "Fsicoanálisis" (Cinco conferencias) , parte cuarta del Esquema del psico-
amílisis, de 1910, O. C., vol. JI, p. 32. 
* En Historia del 111ovi111ie11to psicoanalítico, O. C., Vol. 11. p. 889. [N. 
del T.! 
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pudo comprender; Anna O. había dicho: Ahora llega el niño de . 
Breuer. El 2 de julio de. 1932 (medio siglo después) Freud le escribe 
a Stephan Zweig: En aquel momento Breuer tenía en su poder la 
llave que abre [lo que Goethe llama] la puerta de las madres, pero 
· la dej6 caer. A pesar de sus grandes dotes intelectuales, no había 
nada faustiano en su naturaleza. Atrapado por un horror conven-
cional, huyó y abandonó su paciente a un colega. Aquella pasó los 
meses siguientes en la clínica luchando por restablecerse.20 Más 
tarde Berta Pappenheim se distinguió fundando en Alemania los 
l
. primeros movimientos de asistencia social. Es seguro que técnica-
mente no estaba "curada", pero como ocurre tan a menudo -y 
en parte gracias a Breuer- había transformado una neurosis li-
teralmente paralizante en una fuente de energía utilizable. 
Diez años más tarde (1892) Freud no estaba aún en condicio-
nes de recoger la llave que Breuer había dejado caer; tampoco 
tenía idea de cómo hacerlo. En esa época, quería que se reconocie-
ra la autenticidad de los hechos histéricos e hipnóticos, encontrar-
les una explicación teórica, perfeccionar una técnica terapéutica 
con todo lo que pudiese obtener de Charcot, Bernheim ... y Breuer. 
No se podía esperar; Janet, que había entrado en Salpetriere_ 
después de la partida de Freud, ya había publicado L'automatisme 
psychologique (1889) y en 1893 publica Les accidents mentaux 
histériques; había entonces que publicar rápidamente la Comunica-
ción preliminar sobre los mecanismos psf quicos de los fenómenos 
histéricos.21 No se puede negar que en ese momento (si nos es-
forzamos por olvidar lo que siguió) hay cierta semejanza entre 
las ideas de Breuer y Janet (el problema de la prioridad no se 
plantea: Breuer trataba a Anna O. en una época en que Janet 
nunca había visto una histérica) . Los estados segundos correspon-
den parcialmente a los estados hipnoides. Pero al ocultar por así 
decir definitivamente los problemas de la histeria en el misterio 
de una "insuficiencia" que implica apelar a la organicidad, no 
vemos cómo J anet hubiese podido desarrollar su teoría. En cambio 
las posiciones de Breuer y · Freud implicaban desde el comienzo 
=0 Epistolario, p. 456. [Esta carta está fechada el 2/6/1932, en la edición 
castellana. N. del T.] 
11 El mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos (comunicación pre-
liminar), O. C., vol. J, pp. 25-32. 
36 
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p rog1ce¡os 11ccc1:1ur totl. Como o~unc u m cnutlo con los que c11trc ve 11 
un descubrimiento, Freud temía que J anet llegara antes que él si 
se le daba tiempo. Cuando recibe Névrose et idées fixes (1898), 
escribe a Fliess: Abrí el nuevo libro de /anet con el corazón pal-
pitante. Al cerrarlo encontré mi pulso normal: no tiene la menor 
idea de la solución.22 En 1893, las semejanzas se limitaban al hecho 
de que la descripción de los fenómenos obtenidos bajo hipnosis 
todavía ocupaban un gran espacio en las publicaciones pero lo 
esencial, esto es: que se obtiene un efecto terapéutico haciendo 
exEres~r en palabras la fantasía dominante, que la cura misma es 
el instrumento de la investigación y sirve para controlar hipótesis, 
era~-completaméiite extraño a Janet. Aún hoy encontramos entre 
los psicólogos algunos objetores que lamentan que el psicoanálisis 
no reserve un lugar a la "óbservación objetiva". Es volver a Janet, 
con sesenta años de atraso. 
En la Comunicación preliminar. junto a los estados hipnoides 
de Breuer, figurá la teoría freudiana de la de/ ensa, es decir, de la 
represión. Se trata de cosas que el enfermo quisiera olvidar y que 
intencionalmente mantuvo alejadas, reprimidas, fuera de su pen._ 
samiento consciente. (Esta idea ya había figurado un año antes 
en un artículo de Freud.) Freud no cree que se trate de dos teo-
rías, sino de dos tipos de histeria. Lo esenciales que el estado · 
separado (hipnoide o reprimido) ·debe volver a la conciencia pro-
vocando una descarga 3fectiva · (abreacción) , como si hubiese en-
contrado la solución de un problema o eliminado un cuerpo ex-
traño. Por la correspondencia sabemos que la noción de abreacción 
se origina en un postulado teórico inverificable, el principio-' 'de 
constancia": ]a función del aparato psíquico es la de descargar 
las excitaciones para mantenerlas en el nivel más bajo posible . 
Freud le será siempre fiel, como si fuese un acto de fe, por el 
papel importante que desempeñó este postulado en las orientacio-
nes teóricas del comienzo. Sin embarg9, cada vez tendrá menos 
aplicación práctica. Se lo conserva piadosamente en los templos 
analíticos; de hecho, se lo utiliza poco. 
Berta (~, al describir sus estados como "nub~~ 
"estupores", es sin duda la inventora de los "estados hipnoides". 
Pero se trata de explicar (la noción de inconscienteesaun muy 
2 2 Carta a Fliess del 10/3/1898, O. C .. vol. lII , p. 805. 
37 
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l una idea "incompatible". Esta idea 110 es aniquilada por ese ,echa-
\: zo, sólo es arrojada a la inconsciencia . . . Pero el resultado es algo 
: diferente de lo que el sujeto pretendía: quería desembarazarse de 
, la idea como si ella nunca hubiese aparecido, pero sólo lograba 
aislarla psíquicamente. 23 Compara esta actitud con una falta de 
valor moral, con una política del avestruz • (aquí nacerá la con-
cepción de la 'resistencia} ligada evidentemente al hecho de que en 
ese entonces su-~técnica· suponía estimulaciones y "presiones" ... ) . 
En cuanto a la noción de inconsciente, aún no está implicada en 
la i11consciencia de la · que se habla arrib_?.- La -existencia de un-·· 
inconsciente sólo puede ser presumida. Freud asume la dificultad: 
cuando los pacientes, después de reconocer la verdad 'de una 
interpretación, agregan: "Pero no puedo recordar haberlo pensa-
do", es fácil ponerse de acuerdo con ellos diciendo que se trata 
ele pensamientos inconscientes. Pero entonces ¿cómo integramos 
este hecho con nuestras concepcio11es psicológicas? ¿Debemos des-
cuidar su negativa a recqnocer, precisamente ahora que, una vez 
, realizado el trabajo [han ;~onecido la Ye.rdad de la interpretación, 
.. pero nola existencia del pensamiento], no tienen ninguna razóñ 
para mantenerla? ¿O debemos suponer que se trata de pensamien-
tos que nunca se han presentado, aunque no podían sino existir, y 
que lo esencial del trc.tamiento consistiría en la realización de un 
acto psíquico que no había tenido lugar en su momento? Eviden-
temente es imposible pronunciarse sobre este tema mientras no 
hayamos aclarado nuestras concepciones psicológicas.'!.' La clari-
ficación no eliminó completamente el problema, que reaparece en 
1937 en un artículo sobre Las construcciones en el análisis (y tal 
vez también en el artículo sobre La negación de 1925). 
Pero ya es decisiva la afirmación de lo que podemos llamar 
el axioma de identidad del psicoanálisis: Un mismo hecho de pen-
,., samiento permanece idéntico a __ si mismo, no lmporta_-que el ~ujeto 
-· -. . ----· - -
~3 La histeria, O. C., vol. I, p. 72. 
• ' ' La política del avestruz" adquiere valor conceptual en la formulación 
lacaniana de las relaciones imaginarias. (Cf. Lacan, Ecrits, du Seuil, p. 151.) 
[N. del T.] 
:, /bid., p. 127. 
38 
'" ,, . , """'' ,, " "" 1 ""'" 1 ""'' ' ,, . ,,,, . ' 1 ~,, . ,, ~ 11111111 11ltll1•.11 11\ 11 11·, ti 
IHKCI' UII im:UIIM. IClllc , y el 1,;u11ud1111c11lo de csk Íllt.;UIIM. ÍCIIIC ohlt 
gará a precisar el axioma. 
En 1923, Freud no reniega del trabajo de 1895: El método 
catártico es el precursor inmediato del psicoanálisis, y a pesar del 
modo en que se ha extendido la experiencia y de las modificaciones 
que recibió la teoría, este método sigue siendo el núcleo del psi-
coanálisis. Pero en aquel entonces sólo era un nuevo procedimiento 
médico para actuar sobre algunas en/ ermedades "nerviosas" y nada 
permitía prever que sería capaz de provocar el mayor interés ge-
neral y la oposición más violenta.2º 
Con los Estudios sobre la Histeria varios puntos se convierten 
en adquisiciones definitivas, en particular, el abandono de la hip-
nosis y la sugestión, que origina el descubrimiento del método de 
la - asociación ·;,libre". Dos observaciones decisivas sobre la su-
gestión y la hipnosis: los enfermos que defienden empecinada-
mente sus síntomas contra todas las sugestiones se muestran tan 
dóciles como el mejor médium de hospital desde el momento en que 
las sugestiones actúan sobre cosas insignificantes. En cuanto a la 
hipnosis sin sugestión, tal como la practicaba Breuer, presenta dos 
inconvenientes: sólo tiene éxito con algunos sujetos y con los otros 
los resultados no son duraderos (porque se ha evitado la resistencia 
et\...~~; 9e analizarla) . 
Otra observación importante figura al comienzo del análisis del 
caso de Elisabeth von R. No siempre -dice Freud- fui psicotera-
peuta. Como otros neurólogos, me acostumbré a referirme a los 
diagnósticos de localización y a establecer pronósticos utilizando 
electroterapia; por eso me asombra constatar que mis observaciones 1 
sobre los enfermos se leen como novelas y que no tienen el carácter . 
de seriedad propio de los escritos 'científicos. Me consuelo diciendo 
que esta situación es evidentemente atribuible a la naturaleza del 
problema y no a mi elección personal .. : Una exposición detallada 
de los procesos psíquicos, como se encuentra con frecuencia entre ' 
los novelistas, me permite llegar, no empleando más que un pequeño 
número de fórmulas psicológicas, a cierto conocimiento del desarro-
:•;; ]bid. 
~0 En realidad esta cita pertenece a : "Historia", parte I riel Esquema del psi-
coanálisis, escrito en 1910, O. C., vol. 11, p. 11 . 
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suficiente llamar a la conciencia los recuerdos olvidudos para eli-
minarlos "como cuerpos extraños" s'e completa con otra dimensión , 
aún oscura, aunque familiar. Pero esta observación no conduce a 
Freud hacia el análisis "existencial". Mantiene reunidos los dife-
rentes niveles, y considera paralelamente el aspecto existencial y el 
que más tarde llamará "metapsicológico". 
La manera de teorizar de Breuer es mucho más simple, ya que 
sólo busca leyes generales para dar cuenta del material clínico. Freud 
no se contenta con esto, necesita modelos. Y, más tarde, la metapsi-
cología no lo dispensará de hacer intervenir los juramentos, la trai-
ción, el destino, los mitos, etcétera. La metapsicología ocupará el 
lugar que los autores alemanes daban a la neurología, pero se con-
vertirá en la base teórica y en el fundamento de nuevos desarrollos. 
t 
En los Estudios sobre la Histeria, se plantean aunque tangencial-
t mente dos problemas capitales sm que aún pueda adivinarse la 
ii.1portancia que habrán de adquirir: la transferencia y la sexualidad. 
La sexualidad 
La idea de la sexualidad infantil no era accesible mientras reinara 
la teoría del trauma. Esta teoría se enuncia así: en su infancia, los 
neuróticos fueron traumatizados por tentativas reales de seducción 
sexual, a una edad en que su sexualidad aún no había despertado; 
en la pubertad, el despertar de la sexualidad vuelve patógeno el 
recuerdo del trauma. Será necesario el descubrimiento del Edipo 
para eliminar esta construcción teórica, pero ya desde los Estudios 
se reconoce clínicamente que los recuerdos "incompatibles" que 
forman el núcleo de la represión son los recuerdos sexuales. 
Breuer se muestra perplejo y ambiguo frente a este problema. 
.Escribió que no había rastros de sexualidad en Anna O. y, sin em-
bargo, debía saber a qué atenerse. 
El 8 de noviembre de 1895 (los Estudios aparecieron en mayo). 
Freud escribe a Fliess: Recíeiitémente, Breuer habló de mí en la 
Sociedad médica, exponiéndose personalmente y presentándose co-
21 La histeria, O. C., vol. I, p. 92. 
40 
11111 nm1•,·,11dú II la le.vi .~ d(' la c:tiologla sexuul. C.:uw,clo lo llamé apar- \ 
te para agradecerle, malogró mi placer diciendo: "Pero si yo no 
creo en eso". ¿Puedes comprenderlo? Yo no.28 
Sin embargo, Freud había hablado en los Estudios de ese estado 
singular en que el sujeto sabe todo sin saberlo . . . de la . ceguera 
que sorprende encontrar en las madres cuando se trata de su hija, 
en los maridos cuando se trata de su mujer, en los soberanos respecto 
de su favorito. 211 (Retomará este complejo problema de la ambi-
güedad del no-saber en 1927 y én 1938, en dos artículos sobre el 
fetichismo y sobre la escisión del yo.) 
Lo que le ocurría a Breuer ya había ocurrido antes, pero Freud 
no habría de comprenderlo hasta mucho más tarde. 
En momentos en que su teoría de la sexualidad lo recompensaba 
con una hostilidad general (1905), recuerda que tres hombres 
(Breuer, Charcot y Chrobak) le habían comunicado un saber que, 
rigurosamente hablando, no poseían.30 Breuer explioó el estado de 
una enferma por "secretos de alcoba". Charcot a propósito de un 
caso análogo exclamó: Mais dans des cas pareils, c'est toujours la 
chose génitale, toujours, toujoursl • Y Chrobak (eminente ginecó-
logo), más mundano, declaró que desgraciadamentr: no se podía dar 
a una histérica la única receta eficaz: "Penis normalis, a reno-
var ... " .. Interrogados más tarde (salvo Charcot que había muer-
to), negarán haberlo dicho. Todo esto, nos dice Freud, lo llenaba 
de asombro. No piensa que, como los otros, sabía sin saber; actúa 
como si nunca hubiese dudado de nada. Curiosamente, y de modo 
embarazoso para sus biógrafos, adopta el papel del ingenuo ante 
los "pícaros" que saben cómo manejar el no-saber contra el saber. 
No basta invocar la honestidad científica de Freud: en los otros, la 
ciencia estaba separada de un saber "mundano". Pero la "ingenui-
28 O. C., vol. JIJ, p. 759. 
29 
La histeria, "Historiales clínicos, O. C., vol. I, p. 69; nota a pie de página. 
~
0 
Historia ,Jel _movimiento psicoañalltico, O. C., vol. -u, pp. 892-893. 
• En franc~s en el texto de Freud: En estos casos se trata siempre de la 
cosa genital, siempre . . . [N. del T.] 
•• Freud transcribe la cita de Chrobak enteramente en latín:Rp. Penis normali.s 
dessim 
¡Repetatur! 
[N. del T.J 
41 
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dad", en el sentido válido de la palabra, prohibe a Frcud c~lu lormu 
de duplicidad, esta escisión, y la opone a la "honestidad" de Breuer 
fundada sobre esa dupliéidad. En todo caso, es muy simplista, y más 
angelical que analítico, suponer que Freud tuviese el alma pura 
como consecuencia de "instintos" sexuales poco exigentes. 
Tal vez la actitud ambigua de Breuer, que se parece a una falta 
e carácter, se relacione con la enemistad de Freud hacia él. Pero 
el odio de Freud fue durante un tiempo verdaderamente fuerte y, 
sin duda, inspirado por otras razones. No sólo le debía mucho, y no 
únicamente dinero, sino que a menudo invirtió de este modo sus 
afectos repitiendo, dice, la conducta que tuvo con su sobrino a los 
tres años ... · Se enemistó precisamente con aquellos hombres 
(Fliess, Jung) en quienes, en un principio, había depositado mayo-
res esperanzas. Un elemento "irracional", que la elucidación de la 
noción de transferencia aclarará más tarde, está actuando y con rara 
violencia. · 
''Mi otro yo . .. " 
La larga amistad de Freud con Fliess no sigue cronológicamente 
a su amistad con Breuer; comienza en 1887, y de un modo fulmi-
nante. Mucho más tarde, Freud le recordará a Fliess que al comienzo 
de sus relaciones no era sino "un otorrino" (en Berlín). Pero en 
1887, Freud ya lo admiraba. 
El análisis no sería lo que es sin este encuentro. La influencia 
de Charcot y Breuer pertenece a la historia de las ideas. Sin embar-
go, resultaría extraño encontrar el aporte de Fliess en esta historia: 
en efecto, ¿cómo hacer figtirar, por ejempló, lo que ha llamado "el 
papel de la mucosa nasal en la histeria"? No obstante la influencia 
de Fliess fue mayor que la de Breuer. Porque Freud aprendió con 
-~ Breuer muchas cosas, pero co Flies lizó su propio análisis y, 
de algún modo, estable.ció el modelo del análisis e suyo) que los 
analistas ulteriores no podrán sino repetir. 
Dos años más joven, Fliess estaba más adelantado en la vida 
y en su profesión . No hay duda de que Freud veía en él una imagen 
realizada de sí mismo; por otra parte, lo llamaba "mi otro yo". Con-
servamos una fotografía donde vemos juntos a los dos amigos. Si 
42 
bien los rasgos de sus rostros son diferentes, la semejanza de los 
dos personajes impresiona hasta hacer sonreír. Además, ningún ana-
lista omitiría el efecto del nombre: detrás del de Fliess, está Fleischl, 
y aun más atrás, tal vez Fluss . . . Freud, se sabe, no habría de 
descuidar más tarde estas semejanzas: explicó el amor de Napoleón 
hacia Josefina por sus vínculos afectivos con su hermano José. El 
análisis de sus pacientes (¿o el suyo?) le había demostrado la im-
portancia de estos azares. 
Conocemos relativamente bien esta amistad de Freud co~ Fliess, 
aunque no hayan sido publicadas todas las cartas. Con ella, nos 
introducimos en lá"s paradojas y sutilezas de una situación analítica 
que, por supuesto, no es reconocida como tal. Oscuramente, Freud 
trata a Fliess como un "sujet supposé savoir" (Lacan) y espera de 
él un conocimiento del cual no posee la primera palabra.• El resul-
tado es que Fliess adquirirá un saber que se podría, si11 forzar de-
masiado el sentido de las palabras -no más en todo casd que lo que 
hace Freud en el hombre de las ratas-, denominar "delirante". En 
efecto, allí reconocemos fácilmente los temas clásicos que puede 
provocar un complejo de castración mal resuelto. Son tres temas 
vinculados entre sí: 1) todos los humanos, o todos los seres vivos, 
están sometidos a· una ley de periodi_cidad precisa, según el modelo 
de períodos menstruales; 2) todos los humanos son fisiológicamente 
bisexuados, y 3) la nariz y los órganos genitales tienen la misma .' ·, \ 
estructura. En 1892, Fliess publica un libro sobre la terapia de la 
neurosis nasal refleja, donde expone estas ideas. En la situación 
transferencial en la que está ubicado, Freud las admira y las adopta. 
Es paradójico que esta actitud_ resulte mucho más fecunda que si 
las hubiese criticado y rec!lazado. Porque estas ideas están hechas 
verdaderamente -sin que aún se sepa- con la materia misma del 
análisis: Freud las aceptó como verdades científicas, como el dis-
curso de un médico y no como el delirio de un enfermo. Pero esto 
importa poco. Sólo cuenta que con estas ideas e)Jtramos en un cam-
po muy particular que no descubrió con Breuer: el campo donde ~ 
• "Sujeto que se supone que sabe." El sujeto recibe sus palabras del Otro ) 
de la demanda, que ocupa la posición del código. La presencia del Otro san-
ciona al sujeto como tal. El Otro de· la demanda designa a la madre, primer 
objeto de la necesidad, y a cualquier otro del suieto, particularmente al psico-
analista de la relación transferencia!. íN. del T .) 
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, . saber es alcanzado por los accidentes del deseo inconsciente. Gra-
cias a Freud, las ideas de Fliess tendrán un destino: la teoría de la 
bisexualidad servirá de base a las primeras explicaciones de la ho-
mosexualidad y sugerirá la noción de pulsión parcial, indispensable 
para la construcción de los Tres Ensayos; El simbolismo sexual de 
la nariz seguirá siendo el modelo de un tipo de desplazamiento que 
el análisis descubre cotidianamente. Dur.ante largo tiempo, la pe-
riodicidad estorbó a Freud, pero encontró por fin su lugar bajo la 
forma de la importante noción de repetición. · 
La periodicidad está ligada a la idea de muerte (de igual modo 
que la repetición) . En nombre de esta teoría, Fliess debió hacer 
alguna predicción imprudente que en la situación transferencial 
adquirió fuerza de orá:;ulo: Freud creía que la fecha de su muerte 
estaba fijada para 1907. En 1901, comentará su interés por los 
cálculos ejecutados por el inconsciente: Generalmente termino en 
especulaciones referidas a la duración de la vida . . ; Y que mi 
amigo de B. [erlin] haya convertido a los per:fodos de la vida en 
objeto de sus cálculos, debe haber determinado estos malabarismos 
inconscientes. Hoy, ya no estoy de acuerdo con una de las premisas 
que fundamentaban su trabajo. Por razones perfectamente egoístas, 
[vivir más tiempo] me sentiría muy satisfecho si puedo refutarlas; 
sin embargo, parece que continúo imitando sus cálculos a mi ma-
nera. 31 Decir que Freud transformó radicalmente las ideas de Fliess 
de un modo válido, no contradice la verdad, pero nunca·· se desin-
teresó de ellas completamente. Por otra parte; en esa época las 
consideraba como si fuesen suyas, hasta el grado de comunicárselas 
a.Fliess como novedades, con gran sorpresa de éste. Severo caso de 
amnesia, dice Jones. Más bien efecto lógico de una identificación 
casi total. En el transcurso de este período extraordinariamente per-
turbador, perturbador precisamente como un análisis que "marcha", 
Freud hará los descubrimientos más importantes y tendrá esas in-
tuiciones, de las que dijo que sólo se tienen una vez en la vida. El 
saber de Breuer en materia de psicoterapia significó tal vez un 
aporte indispensable que suministró una útil preparación, pero fue 
ante la ig1.1orancia de Fliess que Freud realizó los pasos decisivos. 
No hay duda de que las ideas delirantes de Fliess están en el 
origen de varias nociones psicoanalít!~as. Teniendo en· cuenta la 
31 Psicopatología de la vida cotidiana, O. C., vol. l. 
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.:1.11 tlcl ¡;11kou1 111llt,111, 11 0 puede m,ombrnt 4uc flt euJ huyo 
podido deducir verdades de ideas tan aberrantes . Tal vez recordase 
esa extraña experiencia cuando escribía en Londres, al final de su 
vida: "For a patient neve, forgets what he has experienced in the 
form of transference. It carries a greater force of conviction than 
anything he can acquire in other ways" (S. E. XXIII, p. 177) . • 
En esta relación, la muerte -aún desconocida, y mucho más 
tarde Freud se preguntará con asombro qué tipo de resistencia pudo 
sustraerla durante tanto tiempo-,

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