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MODELOS DE DESARROLLO Y LA ECONOMÍA
	En el amplio contexto de las teorías del desarrollo, los diferentes pueblos de la región de América Latina, entre ellos Venezuela, desde la época colonial hasta la actualidad han transitado en modelos de desarrollo, particularmente asociados a la economía como factor preponderante e indicador común de una dependencia estructural de la región proveniente de modelos externos, entre ellos: el capitalista, el marxista y el socialista, según su orden de evolución en las sociedades del mundo. De manera general, el propósito de la presente producción escrita se orienta en el análisis de los diferentes estilos de desarrollo en el contexto de la región.
	Respecto al modelo capitalista, Perrault (2001) expresa: “La virtud del capitalismo está en su eficacia económica. ¿Pero para beneficio de quién y a qué precio?” (p. 11). El citado texto expresa un modelo de desarrollo vinculado a la economía en sus diferentes variantes dentro de los cuales se ha inscrito la realidad de América Latina en una utópica búsqueda del desarrollo y de la autodeterminación nacional. En consecuencia, la región ha transitado en modelos capitalistas, cada uno con rasgos particulares y efectos precisos en las sociedades de América Latina. 
	Dichos modelos de naturaleza capitalista, cuyas características profundamente debatidas, han marcado el pensamiento económico latinoamericano, y en consecuencia, el desarrollo en la región, signado por la imprecisión de un concepto de estilo de crecimiento propio, modelo de desarrollo o patrón de crecimiento coherente con las realidades sociales de la región, sino por el contrario, atendiendo a “modelos” externos impuestos por la economía de países foráneos, imposibilitando condiciones socioeconómicas y las estructuras económicas idóneas para transitar hacia una senda de desarrollo humano y de crecimiento económico sostenido y productivo.
	En términos generales, desde la imposición e instauración del capitalismo en el siglo XVI en la región, se viene fraguando un proceso sistemático de expropiación y apropiación de las diferentes riquezas de las regiones latinoamericanas destinado para la acumulación de capital de intereses externos, con participación interna e impulsando una profunda y creciente vinculación económica y de otro tipo, la cual se mantiene en la actualidad, derivando en efecto transformaciones ocurridas en los cuatro últimos siglos producto de sus respuestas a las influencias económicas y políticas proveniente de las relaciones internacionales como fenómeno principal incidente favorablemente para países del otro lado del mundo y desfavorable para los países de la región a causa de la acumulación primaria del capital. 
	En ese orden de ideas, la imposición de los diferentes modelos de naturaleza capitalista desencadenó efectos en las sociedades de la región. Inicia un sistemático proceso de depredación de las riquezas naturales de los territorios representados en la extracción de incontables cantidades de materia prima y alimentos ante la demanda de los países foráneos, quienes vieron incrementar su población y la producción de la economía a expensas de la geografía territorial, profundamente marcada por procesos de urbanización y de desarrollo industrial absorbente de gran parte de la población, limitando en gran medida la agricultura como ámbito destinado a la producción de materias primas para la industria. El modelo en cuestión marcó un crecimiento hacia afuera, en detrimento de los pueblos de América Latina.
	Por su parte, el modelo neoliberal marcó el fin de la sustitución de importaciones derivado de la crisis económica latinoamericana atribuible a la crisis de la deuda externa de 1982 por causas asociadas a la insuficiencia de financiamiento externo, generando en consecuencia nefastos programas de ajuste neoliberales, particularmente inherentes a instancias estadounidenses, cuyas acciones desencadenaron la fuga de una inmensa cantidad de divisas destinadas al pago de los compromisos de deudas contraídas en años anteriores. En consecuencia, el modelo neoliberal, como afirma Ramos (2002): 
No es otra cosa que la estrategia política con la cual el capital monopólico y las burocracias políticas o élites gubernamentales de las grandes potencias se adaptan al contexto de la globalización y promueven una forma de inserción de las naciones, las comunidades y los individuos en ella y un modo particular de regulación mundial en su seno (p. 100).
	Dicha noción describe una estrategia discursiva de las intencionalidades de una clase dominante en procura de un modelo de desarrollo orientado hacia el mercado, abiertamente fundamentada en la reducción del Estado, en la liberación del comercio internacional y en el desarrollo de exportaciones. En general, el desarrollo económico bajo este modelo sería el producto de un crecimiento sostenido, cuyos efectos se distribuirían en toda la economía y en la sociedad en general, mejorando el nivel y la calidad de vida de la población. No obstante, la realidad, histórica y actual de América Latina describe que dichos modelos no son exitosos, ni en términos de crecimiento, ni desde el punto de vista social, expresado en un crecimiento débil, en una pobreza extendida, ampliación de desigualdades y vulnerabilidad como referentes del modelo neoliberal.
	Ante tales circunstancias, el modelo marxista emergió como alternativa de desarrollo. En este particular, Sotelo y otros (2003) refieren: “A Marx le corresponde el mérito de haber sido uno de los primeros en intentar explicar las ondas recurrentes de prosperidad y depresión, que caracterizan el desarrollo de las sociedades capitalistas” (p. 272). 	Según el enfoque marxista, los países capitalistas del norte (Primer Mundo) se desarrollaron marginando y sub-desarrollando a los del sur (Tercer Mundo), derivado de la explotación colonialista e imperialista en la extracción de recursos naturales y empleo de mano de obra barata, una acción deliberada y obstructiva del desarrollo del tercer Mundo, con el propósito de preservar su bienestar y niveles a expensas de éste. 
	En ese enfoque, el marxismo planteó como alternativa una vía hacia el desarrollo diferente a la del capitalismo: el socialismo. En términos de Schaff (1997): “Parece ser la única solución (al menos en potencia) para los problemas que enfrenta la humanidad” (p. 1). Para el citado autor, el socialismo conforma un régimen fundamentado en una economía parcialmente colectiva y planificada, en reemplazo del capitalismo imperante en la sociedad global. En consecuencia, el socialismo proyecta un sistema social y económico controlado por parte de la sociedad, organizada con todos sus integrantes, tanto de los medios de producción como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en los mismos. 
	Alternativamente, han emergido nuevas visiones en relación al desarrollo, entre ellas, desde 1968 el Club de Roma surgió como una organización no gubernamental preocupada por el mejoramiento del futuro del mundo a largo plazo de manera interdisciplinar y holística, teniendo entre sus principales temas de interés, el deterioro del ambiente físico. Otra visión, la del eco-desarrollo o desarrollo sostenible, emergió en 1973 como concepto en el Informe Brundtland, producto de los trabajos de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, en esencia, supone una idea de desarrollo económico y social, considerando la variable ambiental. Proyectan un modelo de desarrollo con énfasis en los estilos y características específicas de los aspectos locales, tanto ecológicos como socio-culturales, en un marco económico-productivo coherente con el entorno natural. 
	En la perspectiva de las emergentes visiones de desarrollo, la Educación Ambiental constituye un medio para el incremento de la calidad de vida en ambientes, tanto rurales como urbanos. Al respecto, para Hernández (2009): “La incorporación del paradigma de la sostenibilidad demanda un sistema de determinación y evaluación de los objetos y programasde sostenibilidad, en forma de un sistema de indicadores” (p. 1). En la práctica, los indicadores de orden sociológico desde la perspectiva ambiental, en términos del citado autor se sintetizan en tres categorías de indicadores: calidad ambiental, bienestar e identidad, enmarcados en la sostenibilidad ambiental, social y económica, en una anhelada proyección de la calidad de vida.
Circunscribiendo los referentes previos vinculados a la temática del ambiente, particularmente en el estado Barinas, específicamente en la localidad del Mercado Municipal “La Carolina”, municipio Barinas, estado Barinas, es perceptible una problemática ambiental con características inherentes a las temáticas referidas, particularmente derivadas de una situación ambiental urbana problemática en el referido espacio. En dichos espacios, además de beneficios, se percibe una complejidad en el entorno físico y humano en el que operan, así como problemas socio-ambientales derivados de su funcionamiento, los cuales inciden en su sustentabilidad como servicio comunitario. En esa perspectiva, la problemática ambiental se encuadra dentro de la gestión del referido espacio local.
	De manera general, en el referido espacio es perceptible el impacto ambiental asociado al funcionamiento del mercado, particularmente en generación de residuos sólidos, efluentes, emisiones y ruido; consumo de recursos (agua, energía y materiales), con sus consecuentes impactos ambientales. La gestión de residuos sólidos (vegetales, cárnicos, aves vivas, cartón, madera, empaques y envases plásticos). Dichos residuos requieren la gestión adecuada para evitar problemas sanitarios consecuentes de la inadecuada gestión de los desechos, tanto sólidos como líquidos.
	Por su parte, las efluentes o desechos líquidos (generados por descongelamiento de carnes, pollo y pescado, quesos, suero, agua de lavado de utensilios, entre otros) se descargan, en mayoría en diferentes áreas de las instalaciones, generando focos de contaminación propicios para la proliferación de roedores e insectos. De igual manera, las emisiones y ruido provienen de fuentes móviles tales como los vehículos de carga y particulares, los cuales generan gases de combustión y partículas de polvo antes y después del funcionamiento del establecimiento. Por último, el consumo de recursos, entre ellos, el agua, es elevado; de igual manera, consumo de energía, tanto eléctrica como de combustible es extendida en su consumo.
	A manera de conclusión, vinculando las diferentes temáticas en relación a modelos de desarrollo capitalista, marxista y socialista, en términos generales se puede reflexionar en torno a cada uno. En primer orden, el modelo capitalista, ampliamente cuestionado en la esfera global, por sus efectos nocivos para el real desarrollo, en la práctica ha contribuido con el subdesarrollo en países del denominado Tercer Mundo, conformando una manera política y económica de explotación y apropiación de diferentes riquezas de países, particularmente en los latinoamericanos, donde, desde de la colonia, sistemática han venido saqueando las riquezas de los territorios, a expensas de gobiernos sumisos y comprometidos con los intereses capitalistas mundiales, mediante un denominado proceso de globalización neoliberal que azota de miseria a los pueblos del hemisferio.
	Ante todo un panorama trágico para los pueblos de América Latina, derivado de la imposición del capitalismo en las sociedades regionales, el marxismo ha constituido una crítica viable para confrontar los ideales neoliberales, particularmente asociado a las grandes naciones imperiales, cuya práctica capitalista pretende proseguir con el saqueo irracional de territorios vulnerables desde la perspectiva social, política y económica, conformando centros para la extracción y aprovechamiento del trabajo de la población humana a cambio de su pobreza y marginación de las riquezas que por herencia histórica le corresponden. 
	En ese sentido, el socialismo como sistema social y económico aporta las potencialidades de los medios de producción, así como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicados en los mismos, fundamentado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los referidos medios de producción y distribución. En consecuencia, implica una planificación y una organización colectiva consciente de la vida social y económica. De ese modo, el socialismo aporta posibilidades reales a las nuevas visiones de desarrollo sostenible, emerge como una posibilidad real de confrontar un voraz capitalismo depredador de las sociedades sumisas del planeta, generando a su paso pobreza y dificultades ambientales que agudamente afectan al planeta.
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