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Analisis literario El encuentro

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Teresa Romero Reynoso
El cuerpo sin órganos (CsO) en “El encuentro” de Jorge Luis Borges
“El encuentro” es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges, publicado en el libro El informe de Brodie en 1970. En éste, el narrador relata que hacia 1910, cuando era niño, fue llevado por su primo al sitio la quinta de Los Laureles. En dicho lugar convivió con hombres mayores que él, quienes, como lo relata a partir de su memoria, conversaron sobre caballos de carrera, sastrería, vehículos, mujeres; además, los mismos jugaron naipes, bebieron y se enfrentaron en un duelo donde uno de ellos murió.[footnoteRef:1] Uriarte y Duncan son los nombres de las personas que el narrador menciona haber visto combatir. Para el narrador, el momento en que visualiza dicho acontecimiento es esencial. En relación a ello, se referirá la noción “cuerpo sin órganos” (SsO) ostentado en la teoría de Deleuze y Guatarri. [1: Cfr. Borges, Jorge Luis, El informe de Brodie, Alianza Editorial, 1970, p. 17. ] 
El CsO es referido como una inmanencia, como un límite inmanente. Dentro de dicha inmanencia se ubica el deseo, el cual se “define como proceso de producción, sin referencia a ninguna instancia externa, carencia que vendría a socavarlo, placer que vendría a colmarlo.”[footnoteRef:2] Un aquí y ahora. De esta manera, lo que vive el narrador personaje se concibe como una experiencia eminente, una inmanencia. Según él mismo: [2: Deleuze, G. y F. Guattari. “28 noviembre 1947. ¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos?”, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia: Pre-Textos, 2008, p. 5. ] 
Yo no estaba ebrio de vino, pero sí de aventura; yo anhelaba que alguien matara, para poder contarlo después y para recordarlo. Quizá en aquel momento los otros no eran más adultos que yo. También sentí que un remolino, que nadie era capaz de sujetar, nos arrastraba y nos perdía. No se prestaba mayor fe a la acusación de Maneco; todos la interpretaban como fruto de una vieja rivalidad, exacerbada por el vino.
El instante de la inmanencia va aunado a una situación específica, la embriaguez. No obstante, el narrador la atribuye al elemento del deseo. El deseo de mirar y de compartir, precisamente, por medio de la mirada, aquella experiencia soberana: la muerte. Aunado a la experiencia de un CsO, se ubica la población del cuerpo por intensidades, las cuales pasan y circulan. Por ello, ulteriormente solo se hallan en la memoria del narrador, así como en la permanencia de la escritura a través del cuento. El lugar donde acontecieron los hechos, funge como un espacio de trasgresión, opuesto a un mundo profano, habitual, en el que los hombres llevan una vida calculada, rutinaria, esforzándose por subsistir; por ello, se rompen las reglas: se bebe, se juega, se mata. El cuerpo se abre a lo ilimitado. El tiempo, el espacio y la personalidad de quebrantan en aquella experiencia soberana y compartida, el de la trasgresión. Hay sólo un tiempo, un espacio y una identidad. En otras palabras, “se trata de hacer un cuerpo sin órganos, allí donde las intensidades pasan y hacen que ya no haya ni yo ni el otro, no en nombre de una mayor generalidad, de una mayor extensión, sino en virtud de singularidades que ya no se pueden llamar personales, de intensidades que ya no se pueden llamar extensivas”.[footnoteRef:3] El campo de la inmanencia ya no conoce los yo. Lo interior y lo exterior forman, igualmente, parte de la inmanencia en la que se han fundido. [3: Ibidem, p. 8. ] 
Bibliografía: 
Borges, Jorge Luis, El informe de Brodie, Alianza Editorial, 1970. 
Deleuze, G. y F. Guattari. “28 noviembre 1947. ¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos?”, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia: Pre-Textos, 2008.

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