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1. INTRODUCCIÓN: DIFICULTADES DIAGNÓSTICAS Uno de los problemas fundamentales de la comorbi- lidad es el infradiagnóstico, bien por la ocultación o negación del consumo de sustancias en enfermos psi- quiátricos, bien por la no detección de psicopatología en pacientes consumidores de sustancias. Hemos de tener en cuenta que el consumo de sus- tancias produce una modificación de la patoplastia y evolución de los trastornos psiquiátricos, exacerbando o minimizando algunos síntomas, asimismo el propio paciente puede proporcionar una información sesgada sobre su trayectoria clínica. Para facilitar el diagnóstico sirve de ayuda el buscar fuentes adicionales de información (familia, pruebas analíticas y de consumo); hay que intentar establecer claramente una cronología de la aparición de los di- ferentes síntomas y su relación temporal con el con- sumo de sustancias, establecer los diagnósticos en situaciones de estabilidad en el consumo (abstinencia o consumo continuado estable) y seguir al paciente a largo plazo. En este sentido el método LEAD (Longituginal Expert with All Data) favorece la entrevista diagnóstica1 con- sistente en una evaluación longitudinal, diagnóstico no limitado a una única exploración sino evaluado a lo largo del tiempo, realizado por clínicos expertos y con todos los datos posibles obtenidos por otras fuentes de información. 2. MANEJO TERAPÉUTICO Los pacientes con comorbilidad psiquiátrica y consu- mo de sustancias pueden utilizar éstas de forma re- creacional como la mayoría de la población y a pesar que pequeños consumos de determinadas sustancias pueden ser problemáticos para algunos pacientes, a menudo se requiere ser flexible en los objetivos del tratamiento, siempre teniendo como objetivo priorita- rio aquellas sustancias que puedan desestabilizar al paciente y ser motivo de exacerbaciones clínicas o abandonos de tratamiento. Dado que la comorbilidad psiquiátrica y consumo de sustancias son interdependientes, ejerciendo una in- fluencia negativa mutua, sea cual sea el método tera- péutico utilizado deberá tener en cuenta ambas pa- tologías, para ello se recomienda un plan terapéutico individualizado; el cual deberá tener en cuenta los si- guientes puntos: • Retención en el tratamiento, el objetivo es man- tener al paciente en tratamiento a través de una relación individual personalizada con visión a lar- go plazo y que permita focalizar esfuerzos en las necesidades del paciente; es importante ayudar al paciente a encontrar un objetivo terapéutico y la relación entre este objetivo, el consumo de sustancias y la psicopatología del paciente. • Continuidad en el tratamiento, el objetivo es que el paciente tenga una continuidad de cui- dados entre los distintos recursos y programas Manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 483 19/1/09 12:56:30 Miguel Gutiérrez Fraile y Miguel Ángel Landabaso484 32 terapéuticos (hospital, comunidad terapéutica, centro de día...), para ello es esencial contar con un terapeuta de referencia que acompañe al pa- ciente a lo largo de su proceso evolutivo. • Intención y coherencia terapéutica, el plan te- rapéutico individualizado deberá ser diseñado para mantener al paciente en tratamiento y de- berá adaptarse dependiendo del nivel de seve- ridad, discapacidad o motivación del paciente y acomodarse a las diferentes fases evolutivas2. Durante tiempo se ha venido recomendando el tra- tamiento integrado, donde el abordaje del trastorno mental y de consumo de sustancias son simultáneos y realizados por un mismo equipo terapéutico, frente al tratamiento paralelo, donde dos equipos distintos tratan cada uno de los problemas, y frente al trata- miento secuencial, donde primero se aborda un pro- blema y después el otro. Sin embargo recientemente se ha publicado una revisión sobre el tratamiento de los pacientes con diagnóstico dual3 en el que los au- tores revisaban tanto los tratamientos psicosociales como farmacológicos en pacientes diagnosticados de un trastorno por uso de sustancias y un trastor- no psiquiátrico (depresión, ansiedad, esquizofrenia, bipolar, enfermedad mental severa y no enfermedad mental específica); de un total de 59 estudios sólo 36 eran randomizados, estos autores señalaban la no existencia de tratamientos que hubieran sido replicados en otros estudios y que mostrasen con- sistentemente una determinada eficacia, asimismo llamaban la atención de la necesidad de fomentar la investigación en este campo. En sus conclusiones destacaban tres cuestiones: • Los tratamientos que son eficaces para tratar determinados trastornos mentales también tien- den a ser eficaces en los pacientes con patolo- gía dual. • Los tratamientos indicados para reducir el uso de sustancias también disminuyen el uso de sus- tancias en pacientes duales. • La eficacia de los tratamientos integrados per- manece poco clara. Algo que otros autores ya mencionaban, “no hay una evidencia clara que avale un programa específico para pacientes duales frente al tratamiento habitual; ningún programa es claramente superior a otro”4; que los re- sultados negativos asociados a la comorbilidad están bien documentados, pero que los tratamientos avala- dos por una evidencia sólida son escasos5,6. Si bien hay bastante incertidumbre en la eficacia de los tratamientos, sí parece existir acuerdo en los principios que deben regir el tratamiento de la comorbilidad: com- promiso, contactos regulares, desarrollo de una alianza terapéutica: persuasión, técnicas motivacionales para mejorar la motivación al cambio; tratamiento activo, desde la reducción del daño a los enfoques orientados a la abstinencia; prevención de recaídas, identificación de las situaciones de riesgo para la recaída y el manejo de las futuras y posibles recaídas7. 2.1. MANEJO FARMACOLÓGICO El hecho de que un paciente presente una comorbi- lidad no quiere decir que necesite dos tratamientos, sino que es preciso establecer la relación entre los di- ferentes trastornos comórbidos y el impacto que cada uno puede tener sobre el empeoramiento o mejora del otro8. El abordaje farmacológico en el paciente comórbido necesita, en ocasiones, el empleo de varios fármacos con propiedades psicoactivas, que actúan sobre el trastorno adictivo y sus efectos, y sobre los síntomas psiquiátricos, donde las interacciones farmacológicas suelen ser habituales, sobre todo si tenemos en cuen- ta que la mayoría de los pacientes con patología co- mórbida son policonsumidores de sustancias y donde suelen existir patologías orgánicas (HIV, hep. B y C, TBC...) que también son tratadas con fármacos que interactúan con los tratamientos tanto para los trastor- nos por uso de sustancias como con los tratamientos psiquiátricos9. También debemos tener en cuenta que varios grupos farmacológicos utilizados para tratar síntomas o enfer- medades psiquiátricas tienen efectos sobre el consu- mo de sustancias, por lo que a veces un solo fármaco puede actuar en ambos procesos. Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 484 19/1/09 12:56:31 Manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones 485 32 En trastornos por uso de sustancias existen escasos fármacos con indicación, éstos los podemos agrupar en cuatro grupos: a. Fármacos utilizados en programas de sustitu- ción o mantenimiento, como por ejemplo la metadona (agonista), buprenorfina (agonista- antagonista). b. Fármacos utilizados en programas de antago- nistas, como naltrexona. c. Fármacos utilizados en terapias aversivas, como cianamida cálcica, disulfiram. d. Fármacos “anticraving”, donde se pueden in- cluir la naltrexona y acamprosato (en el uso en pacientes alcohólicos) y los anticonvulsivantes (topiramato, gabapeptina, pregabalina, lamotri- gina, oxcarbacepina...). Sin embargo la prescripción, en nuestro entorno, de otros grupos farmacológicos en pacientes con tras- torno por uso de sustancias con o sin comorbilidades alta, sobre todo el grupo de antidepresivos, ben- zodiazepinas y antipsicóticos10. El manejo farmacológico en este tipo de pacientes tampoco está libre de incertidumbres, fármacos o grupos de fármacos que en la literatura científica de psiquiatría aparecen con evidencias claras de su efectividad en diferentes patologías psiquiátricas, no lo parecen tanto cuando se trata de pacientes comór- bidos con un trastorno por uso de sustancias3,11-15. 2.2. MANEJO PSICOTERAPÉUTICO Las intervenciones psicoterapéuticas para el pacien- te comórbido deben incluir los siguientes objetivos: establecimiento y mantenimiento de la alianza tera- péutica, vigilancia del estado clínico, tratamiento de los estados de intoxicación y abstinencia, desarrollo y facilitación del cumplimiento, prevención de recaí- das, educación sanitaria individual y familiar, reduc- ción de la comorbilidad y de las secuelas del consu- mo e integración sociolaboral. Desde hace varios años, en estudios randomizados, se viene hablando da la eficacia de añadir, a los trata- mientos habituales, la entrevista motivacional, terapia cognitivo-conductual y la intervención familiar16-18. La entrevista motivacional favorece la motivación para el cambio y aumenta la autoeficacia, haciendo que el paciente progrese a través de las fases de cambio del proceso adictivo, el clínico debe gradualmente conseguir que el paciente se comprometa, ayudarle a examinar su consumo de sustancias y persuadirlo de los beneficios de la disminución del consumo. Las técnicas cognitivo-conductuales permiten desarro- llar estrategias de afrontamiento, entrenamiento en habilidades sociales y modificación de cogniciones erróneas y conductas que mantienen el consumo o intervienen en el trastorno mental de base. Las téc- nicas de prevención de recaídas deben tener un pa- pel destacado; están indicadas en cualquier tipo de adicción y no están contraindicadas por la presencia de un trastorno mental comórbido, la actuación com- prende el rechazo de situaciones de peligro, técnicas de resolución de problemas, habilidades sociales, re- lajación y manejo del estrés. Las intervenciones familiares pretenden mejorar la implicación familiar en el tratamiento, educando a ésta sobre la naturaleza del problema implicándola en el cumplimiento del tratamiento, en el desarrollo de actividades alternativas, en reforzar los logros del paciente evitando la hipervigilancia y las actitu- des culpabilizadoras; asimismo permite la valoración, diagnóstico y modificación de las disfunciones fa- miliares que pueden influir en el mantenimiento del consumo. Qué duda cabe que muchas de estas es- trategias terapéuticas pueden realizarse en grupos psicoeducativos, donde la confrontación con el con- sumo de sustancias no sea lo básico, sino el apoyo y la educación sobre el consumo, los síntomas psí- quicos y la medicación, fomentando el cumplimiento terapéutico. No podemos dejar de lado los aspec- tos sociales, satisfacer las necesidades sociales del paciente puede ser decisivo para comprometer al paciente en el tratamiento, si el tratamiento psicofar- macológico no va acompañado de medidas de rein- serción sociolaboral, a medio plazo, todo el esfuerzo habrá sido en vano. Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 485 19/1/09 12:56:31 Miguel Gutiérrez Fraile y Miguel Ángel Landabaso486 32 Recientemente se ha publicado19 un artículo en el que se describe un nuevo tratamiento para la comorbili- dad, denominado “Behavioral treatment for substance abuse in severe and persistent mental illness” (BT- SAS), donde se describe un programa de seis meses para grupos pequeños donde integran: • Entrevista motivacional. • Control de consumo mediante urinoanálisis en cada sesión, con recompensa económica en caso de ser negativo. • Entrevistas estructuradas en identificar pequeñas metas dirigidas a disminuir el uso de sustancias. • Habilidades sociales que permitan a los pacientes reducir la presión social para el uso de sustancias y proveer al paciente de experiencias exitosas que aumenten la autoeficacia para el cambio. • Psicoeducación sobre las razones del uso de sustancias y el peligro de ese uso en pacientes comórbidos. • Entrenamiento en prevención de recaídas focaliza- da en habilidades conductuales para hacer frente a los impulsos y a las situaciones de alto riesgo. 3. TRASTORNOS ESQUIZOFRÉNICOS Y TRASTORNO POR USO DE SUSTANCIAS La mayoría de los autores están de acuerdo en que en un paciente que consume sustancias y ante la aparición de síntomas psicóticos es necesario iniciar el tratamiento aun antes de haber diagnosticado si se trata de una psicosis inducida o de un trastorno psicótico en un paciente que consume sustancias20. 3.1. MANEJO FARMACOLÓGICO DEL PACIENTE ESQUIZOFRÉNICO CONSUMIDOR DE SUS- TANCIAS En los trastornos psicóticos inducidos, los fármacos de primera elección son los antipsicóticos de segun- da generación (olanzapina, risperidona, quetiapina, ziprasidona, aripiprazol), tanto por su menor capaci- dad de producir síntomas extrapiramidales y meno- res efectos secundarios como por su mecanismo de acción, de gran utilidad en pacientes con un trastor- no adictivo aun sin síntomas psicóticos. La clozapi- na no sería de primera elección en estos pacientes, debido a sus graves efectos secundarios hematoló- gicos, que podrían empeorar el estado orgánico de pacientes que a menudo disponen de escasos re- cursos higiénico-sociales y presentan infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Las dosis al inicio del tratamiento deben ser las ade- cuadas para controlar los síntomas. Se recomienda el tratamiento farmacológico hasta que desaparez- can los síntomas psicóticos21. El tratamiento farmacológico es, en general, similar al que se realiza en los pacientes con esquizofrenia sin trastorno por uso de sustancias. Se deben tener en cuenta una serie de consideraciones, como son la alta sensibilidad a los antipsicóticos que presen- tan estos pacientes, las interacciones recíprocas entre los antipsicóticos y las sustancias de abuso, y por último las altas tasas de incumplimiento te- rapéutico. El objetivo inicial del tratamiento de los pacientes agudos en régimen de hospitalización es el manejo de la hostilidad y la agitación y la rápida estabilización de los síntomas psicóticos, sin perder de vista objetivos a largo plazo, como intentar mini- mizar los efectos adversos, asegurar en lo posible el cumplimiento terapéutico al alta y mejorar la calidad de vida. Los estudios de eficacia de los antipsicóticos en pacientes esquizofrénicos con trastorno por uso de sustancias asociado son escasos y con serias limita- ciones metodológicas, por lo que se hace necesario una revisión crítica de los trabajos publicados hasta la actualidad22. • Antipsicóticos atípicos. Los llamados antip- sicóticos atípicos o de segunda generación han sido introducidos en la farmacopea de nuestro país en los últimos años, incluyéndose entre ellos clozapina, risperidona, olanzapina, quetia- pina, ziprasidona y aripiprazol. Dada la dificultad Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 486 19/1/09 12:56:31 Manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones 487 32 de tratamiento de los pacientes esquizofrénicos con trastorno por uso de sustancias y su con- sideración como esquizofrenias resistentes, los antipsicóticos atípicos han sido los fármacos más evaluados en estos pacientes. La clozapi- na ha sido ampliamente estudiada, y muestran una gran eficacia clínica y aproximadamente la misma efectividad en pacientes psicóticos re- sistentes con y sin trastorno por uso de sustan- cias. Sin embargo, el riesgo de agranulocitosis y la obligación de un control hemático semanal durante las primeras 18 semanas hace que los clínicos inicien el tratamiento agudo con otros antipsicóticos atípicos. Existen cada vez más evidencias del impacto positivo de los antipsi- cóticos atípicos en la reducción del consumo de alcohol,cocaína, opiáceos y nicotina en pa- cientes duales23. Estos estudios muestran que a pesar de la escasez de estudios controlados, cada vez existen más datos que evidencian que los pacientes psicóticos con un trastorno por uso de sustancias obtienen mejores resultados en el uso de sustancias cuando reciben los nue- vos antipsicóticos. Para una correcta dosificación, seguiremos las recomendaciones terapéuticas en los trastornos mentales y en patología dual21,24,25. En caso de sospecha de incumplimiento se re- comienda la utilización de antipsicótico atípico inyectable de liberación sostenida (risperidona inyectable). • Antipsicóticos clásicos. Estos fármacos están siendo relegados por los antipsicóticos de se- gunda generación en los pacientes con patología dual, principalmente por el aumento de los efec- tos extrapiramidales, la escasa eficacia y la menor capacidad de retención. Los pocos estudios rea- lizados con haloperidol, flufenazina y perfenazina no aportan datos sobre la disminución del consu- mo de sustancias de abuso en pacientes esqui- zofrénicos, a excepción de un estudio realizado con flupentixol26, que refiere una disminución del consumo de cocaína. También se ha descrito en pacientes consumidores de cocaína la necesidad de mayores dosis de AP clásicos, observándose mayor riesgo de discinesia tardía. En tratamientos a largo plazo, estos fármacos parecen incremen- tar el efecto reforzador de la cocaína. 3.2. MANEJO PSICOTERAPÉUTICO Las intervenciones psicológicas específicas para la patología dual deben incluir los siguientes objetivos: a. Establecimiento y mantenimiento de la alianza terapéutica. b. Vigilancia del estado clínico del paciente. c. Tratamiento de los estados de intoxicación y abs- tinencia. d. Desarrollo y facilitación del cumplimiento de un programa terapéutico individualizado. e. Prevención de las recaídas. f. Educación sanitaria individual y familiar. g. Reducción de la comorbilidad y de las secuelas del consumo. h. Integración de las intervenciones realizadas con la coordinación de profesionales de otras discipli- nas, organizaciones no gubernamentales, etc27. Según diversos autores28, los tratamientos psicoló- gicos en pacientes con esquizofrenia deberían valo- rarse de acuerdo con las necesidades del paciente, diferenciando al menos tres grupos: los pacientes con problemas leves relacionados con sustancias que se beneficiarían de breves intervenciones motivacionales; aquellos que se beneficiarían de intervenciones más amplias con entrenamiento en habilidades y soporte social, y un tercer grupo con graves déficit cognitivos que requerirán un entorno estructurado continuo y so- porte social por un periodo indefinido. El abordaje terapéutico de estos pacientes debe rea- lizarse mediante las técnicas específicas utilizadas en el tratamiento de las adicciones (terapias cognitivo- conductuales, prevención de recaídas, entrevistas Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 487 19/1/09 12:56:32 Miguel Gutiérrez Fraile y Miguel Ángel Landabaso488 32 motivacionales, grupos de autoayuda, intervenciones familiares, resolución de conflictos, modificaciones del estilo de vida, estrategias de refuerzo comunitario, estrategias de asertividad, etc.), modificadas específi- camente para pacientes con psicosis16,29,30. En resumen, los pacientes psicóticos con trastorno por uso de sustancias responden mejor en un progra- ma integrado que ofrezca en el mismo servicio tera- pias para ambos trastornos. Los elementos esenciales de un programa de terapia integrado son: continuidad de cuidados, tratamiento de la adicción (incluyendo farmacoterapia especializada), psicoterapia que tenga en cuenta la comorbilidad, vivienda segura con super- visión, y rehabilitación ocupacional y laboral. Todo ello repercutirá en una mayor participación y retención en el tratamiento, menor uso de alcohol y otras sustan- cias y mayores niveles de funcionamiento personal y social y una mejor calidad de vida. 4. TRASTORNOS AFECTIVOS Y TRASTORNO POR USO DE SUSTANCIAS En el trastorno por uso de sustancias los síntomas afectivos y de ansiedad son, a menudo, transitorios y están relacionados con los efectos de la sustancia o del estilo de vida del paciente; en ocasiones la desin- toxicación o los programas de mantenimiento produ- cen una mejoría del estado de ánimo. Por ello se reco- mienda el retrasar el diagnóstico de depresión clínica hasta que el paciente lleve un tiempo en abstinencia o en programa de mantenimiento sin consumos; si bien el tiempo necesario para la resolución espontánea de los síntomas permanece desconocido, algunos auto- res hablan de una semana15. Sin embargo si se apre- cia un ideación suicida se recomienda la iniciación inmediata del tratamiento antidepresivo11. 4.1. MANEJO FARMACOLÓGICO Los fármacos de elección para el tratamiento de la sintomatología afectiva en consumidores de sustan- cias serán aquellos que por su posología, tolerancia, menores efectos secundarios, interacciones y menor riesgo de sobredosis, permitan un mejor cumplimien- to. Entre éstos podemos englobar los ISRS (inhibi- dores selectivos de la recaptación de serotonina) y los antidepresivos “duales” (mirtazapina, velanfaxina, duloxetina). En una revisión y meta-análisis12 sobre la utilidad de los antidepresivos en trastornos por uso de sustan- cias con y sin comorbilidad, decían que el uso de antidepresivos en alcohol, cocaína o dependencia a opiáceos con comorbilidad depresiva necesitaba más estudios con pacientes bien definidos, dosis adecua- das y duración del tratamiento para ser concluyentes, asimismo referían que los ISRS no parecían tener ven- tajas significativas frente a los tricíclicos. De forma general, y siguiendo lo que decíamos al principio, los ISRS pueden considerarse de primera elección a dosis efectivas y por un periodo mínimo de seis semanas, manteniendo el tratamiento por lo me- nos seis meses. Si a las seis semanas no hay mejoría se recomienda asociarlo a mirtazapina o cambio a ve- lanfaxina, duloxetina y cambio a tricíclicos si con los anteriores no hay mejoría. El bupropión estaría relativamente contraindicado por su efecto proconvulsivante y los IMAOS tendrían una contraindicación absoluta por el elevado riesgo de toxicidad en caso de consumo de sustancias. En la fase de continuación se dirigirá el tratamiento a mante- ner la abstinencia y la remisión de los síntomas depre- sivos residuales, mediante el tratamiento habitual para los trastornos por uso de sustancias sin comorbilidad y el tratamiento habitual de los trastornos depresivos sin comorbilidad31. En la comorbilidad con trastorno bipolar se recomien- da seguir los protocolos descritos para el tratamiento de las distintas fases de los trastornos bipolares sin comorbilidad, pero teniendo en cuenta en pacientes comórbidos ciertos aspectos diferenciales, así en la fase aguda del episodio maníaco el tratamiento de elección serían los antipsicóticos atípicos; los pacien- tes comórbidos responden mejor a medicaciones anti- convulsivantes que al litio, siendo de primera elección el valproato y oxcarbacepina; en los últimos años se han efectuado estudios con gabapentina, lamotrigina y topiramato que muestran una relativa eficacia21,31,32. Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 488 19/1/09 12:56:32 Manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones 489 32 4.2. MANEJO PSICOTERAPÉUTICO Se recomienda seguir las pautas generales descritas en el apartado de manejo psicoterapéutico. Algunos estudios describen la eficacia de la terapia grupal focalizada en una rápida intervención en pa- cientes bipolares7,33. 5. TRASTORNOS DE ANSIEDAD Y TRASTORNO POR USO DE SUSTANCIAS Con el fin de establecer el diagnóstico de trastorno de ansiedad, es conveniente esperar un mínimo de dos semanas de abstinencia o de mantenimiento sin consumos. La intervención precoz en pacientes con trastorno de ansiedad comórbidos implicaun menor riesgo de cronicidad34,35. 5.1. MANEJO FARMACOLÓGICO El uso de medicación debe reservarse para los sín- tomas de ansiedad persistente o para los trastornos de ansiedad primarios. En pacientes comórbidos, dado el riesgo de abu- so y de interacciones de las benzodiazepinas, se recomienda como fármacos de primera elección los ISRS, así como los “duales” (mirtazapina, ve- lanfaxina, duloxetina), sobre todo aquellos que pre- senten un perfil más sedativo. En los últimos años la asociación de ISRS y mirtazapina parece tener respaldo por los efectos ansiolíticos e inductores del sueño de la mirtazapina y su utilización como alternativa a las benzodiazepinas36. Las benzodiazepinas, aunque eficaces en ansiedad no comórbida, deben ser manejadas con prudencia en el paciente comórbido, deben descartarse las benzodiazepinas de vida media corta (alprazolam) siendo preferible la utilización de benzodiazepinas de vida larga (clorazepato, ketazolam, diazepam...) a la menor dosis posible y durante un tiempo no superior a las doce semanas2,35. También los antipsicótios atípicos, con perfil seda- tivo, a dosis menores de las habituales pueden ser efectivos. 5.2. MANEJO PSICOTERAPÉUTICO Además de lo expuesto en el apartado general, son útiles las técnicas específicas utilizadas en los trastor- nos de ansiedad sin comorbilidad, como biofeedbak, relajación, desensibilización sistemática37, etc. 6. TRASTORNOS DE PERSONALIDAD Y TRASTORNO POR USO DE SUSTANCIAS Quizá cuando se unen el trastorno por uso de sus- tancias y los trastornos de personalidad en un mismo paciente la paciencia, como actitud o mejor como ap- titud, por parte del terapeuta sea algo esencial; cues- tión que habitualmente no aparece en ningún manual, pero si tenemos en cuenta que son pacientes cuyo tratamiento será a muy largo plazo con un proceso terapéutico lento y frustrante, la paciencia, puede con- vertirse en algo esencial. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los pa- cientes con un trastorno antisocial de la personalidad comórbido con trastorno por uso de sustancias acu- den a tratamiento presionados (familia, justicia...) con una escasa predisposición al cambio, donde en mu- chas ocasiones los clínicos nos convertimos en quie- nes “decidimos” su ingreso en prisión, expulsión de casa, pago de multas..., cualquier actitud impaciente en conseguir mejoras puede ser perjudicial. Además de estas consideraciones hay que tener en cuenta que en este tipo de pacientes los índices de suicidio son altos, con un tipo de demandas atípicas que pre- cisan habilidades específicas por parte del terapeuta, habilidades que requieren bastante paciencia. Cuando ambos trastornos coexisten es prioritario incidir sobre el tratamiento por uso de sustancias, bien por un tratamiento sustitutivo (programa de metadona en el caso de consumo de opiáceos) o por un tratamiento encaminado a la reducción del consumo (en el caso de consumos de otras sustan- Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 489 19/1/09 12:56:32 Miguel Gutiérrez Fraile y Miguel Ángel Landabaso490 32 cias). Así las técnicas psicoeducativas dirigidas a la concienciación sobre los riesgos asociados al consu- mo, los programas de reducción del daño, las entre- vistas motivacionales y la actuación sobre los factores psicosociales que favorezcan la abstinencia serán las estrategias más adecuadas21. 6.1. MANEJO FARMACOLÓGICO De momento no existe un tratamiento específico para los pacientes con un trastorno de la personalidad co- mórbido con un trastorno por uso de sustancias; sin embargo, la mayoría de los autores proponen que el tratamiento psicoterapéutico está indicado en prácti- camente todos los casos, y constituye el tratamiento de elección en estos casos. Los psicofármacos son utilizados, en la mayoría de los casos, para el manejo de síntomas específicos, bien de los distintos tras- tornos de personalidad o bien en aquellos síntomas comunes de los trastornos de la personalidad y del uso de sustancias, tales como la impulsividad, agre- sividad, inestabilidad emocional y la desorganización cognitiva21. Así pueden utilizarse antidepresivos (sobre todo ISRS) si se detectan síntomas depresivos o de impulsividad antipsicóticos atípicos para síntomas psicóticos tran- sitorios y para modular alteraciones conductuales; benzodiazepinas, con cuidado dado el alto índice de abuso por parte de estos pacientes, para la ansiedad y el insomnio, aunque en estos casos suele recomen- darse la utilización de antidepresivos sedantes (mir- tazapina); eutimizantes para el control de la labilidad emocional y síntomas impulsivos. 6.2. MANEJO PSICOTERAPÉUTICO En general las técnicas psicoterapéuticas basadas en modelos cognitivo-conductuales son las que presen- tan mejores resultados; más que tratar de cambiar su personalidad hay que centrarse en aquellos aspectos de la misma que resulten más problemáticos y gene- ren mayor sufrimiento2. En relación con el trastorno límite de la personali- dad, ensayos controlados aleatorizados sugieren la eficacia de la terapia conductual dialéctica en pacien- tes con TLP con consumo comórbido sobre los sínto- mas límites aunque no revelaba mejoría para el abuso de sustancias38. En otro ensayo controlado aleatori- zado en pacientes con TLP y consumo de sustancias se comparó la terapia conductual dialéctica con una terapia de validación integral siendo ambos tipos de tratamiento efectivos39. Nuevas formas de psicoterapia para el TLP están siendo sometidas a ensayos abiertos, como la tera- pia interpersonal, terapia cognitiva, terapia cogniti- vo-analítica y sistemas de entrenamiento de previsi- bilidad emocional y resolución de problemas40. Asimismo varios estudios indican los beneficios de la farmacoterapia en pacientes con TLP en la sinto- matología común con el consumo de sustancias, así un estudio que comparaba la olanzapina con pla- cebo reveló una mejoría en el funcionamiento ge- neral en el grupo tratado con olanzapina41; otro es- tudio que comparaba tres grupos, uno tratado con fluoxetina, otro con olanzapina y un tercero con una combinación de fluoxetina y olanzapina, observó un índice mayor de mejoría en depresión y agresión im- pulsiva en los grupos tratados con olanzapina o con la combinación de olanzapina y fluoxetina42. Hay numerosos estudios de casos y ensayos no controlados que hablan de la posible eficacia de otros fármacos en este tipo de pacientes, como por ejemplo risperidona43,44, ziprasidona45, quetiapina46 y sobre todo con topiramato32,47-49. 7. TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD Y TRASTORNO POR USO DE SUSTANCIAS Durante muchos años, los fármacos más utilizados en el tratamiento del TDAH, han sido los psicoes- timulantes. El metilfenidato de liberación inmedia- ta tiene escasa eficacia en el paciente comórbido dada la alta capacidad para inducir tolerancia y abuso. Sin embargo la nueva presentación de libe- ración osmótica, con una duración más prolongada Manual Psiquiatri a 30-12-8 AG.indb 490 19/1/09 12:56:33 Manejo de la comorbilidad psiquiátrica en las adicciones 491 32 mitigan, en cierta medida, la capacidad de abuso, por lo que puede ser un candidato al tratamiento en estos pacientes. Así la mayoría de los estudios de tratamiento en pacientes comórbidos se han cen- trado en la asociación TDAH y consumo de cocaína con mejoría tanto en los síntomas del TDAH como en el consumo de cocaína50. En 2002 la FDA aprobó la atomoxetina para el tratamiento del TDAH, siendo el primer fármaco no psicoestimulante, actuando a través de la inhibición del transportador presinápti- co de noradrenalina, en los pacientes comórbidos podría ser una alternativa farmacológica51. También se ha publicado la posible eficacia del velanfaxina52 y el bupropión53. En este tipo de pacientes se recomiendan las inter- venciones psicoeducativas para esclarecer deter- minadas creencias erróneas sobre el trastorno y la repercusión del consumode sustancias, asimismo es importante la realización de terapia cognitivo- conductual, tanto individual como en grupo, inician- do un análisis de las dificultades que permitan una modificación de aquellos esquemas de comporta- miento subyacentes. El terapeuta deberá estable- cer un calendario de trabajo acorde con las posibi- lidades de respuesta del paciente, aumentando la motivación para el cumplimiento y mantenimiento del tratamiento54. 8. BIBLIOGRAFÍA 1. 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