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Bioetica en Pediatria

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Bioética en pediatríaBioética en pediatría
EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIA
AMIGO LECTOR:
La obra que usted tiene en sus manos posee un gran valor.
En ella, su autor ha vertido conocimientos, experiencia y mucho trabajo. El editor
ha procurado una presentación digna de su contenido y está poniendo todo su empe-
ño y recursos para que sea ampliamente difundida, a través de su red de comerciali-
zación.
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La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor no sólo
es un delito, sino que atenta contra la creatividad y la difusión de la cultura.
Para mayor información comuníquese con nosotros:
Bioética en pediatría
JORGE ADRIÁN CHUCK SEPÚLVEDA
Egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), 
Especialidad en Pediatría Clínica. 
Especialidad en Bioética, Centro de Estudios e 
Investigación en Bioética (CEIB). 
Miembro del Colegio de Profesionistas.
Posgraduados en Bioética de México A.C.
Miembro del Comité Editorial de la Revista ETBIO. 
Ex Presidente del Colegio de Pediatría de Jalisco A.C. 
Miembro de la Federación de Colegios de Pediatría 
Centro Occidente y de la Confederación Nacional de 
Pediatría de México. CMCP: 698.
Dr. José Luis Morales Saavedra
http://booksmedicos.org
 Editora asociada:
 Lic. Vanessa Berenice Torres Rodríguez
 Portada:
 DG. Víctor Hugo González Antele
es marca registrada de 
Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
 
D.R. © 2015 Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
ISBN: 978-607-448-467-0
ISBN: 978-607-448-468-7 versión electrónica
 
Bioética en pediatría
Director editorial y de producción:
Dr. José Luis Morales Saavedra
Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.,
Av. Sonora núm. 206,
Col. Hipódromo,
Deleg. Cuauhtémoc,
06100 México, D.F.
quejas@manualmoderno.com
(52-55)52-65-11-00
info@manualmoderno.com@
Nos interesa su opinión,
comuníquese con nosotros:
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria 
Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de
esta publicación puede ser reproducida, almacenada
en sistema alguno o transmitida por otro medio
—electrónico, mecánico, fotocopiador, etcétera—
sin permiso previo por escrito de la Editorial.
 Bioética en pediatría / [coordinador] y autor Jorge Adrián Chuck 
 Sepúlveda. -- 1ª. edición. –- México, D.F. : Editorial El Manual 
 Moderno, 2015. 
 xv, 232 páginas : ilustraciones ; 23 cm. 
 
 Incluye índice 
 ISBN 978-607-448-467-0 
 ISBN 978-607-448-468-7 (versión electrónica) 
 
 1. Bioética. 2. Pediatría – Aspectos morales y éticos. 3. Pedia_ 
 tría – Ética profesional. 4. Ética médica. 5. Derechos del niño. 
 I. Chuck Sepúlveda, Jorge Adrián, autor. 
 
174.961892-scdd21 Biblioteca Nacional de México 
 
V
Colaboradores
Dra. Inés Álvarez de Iturbe
Especialidad en Pediatría, Hospital Infantil de México Federico Gómez, (HIMFG), Centro Mé-
dico ABC, México D.F. Miembro de la Sociedad Mexicana de Pediatría.
Capítulo: 11
Dra. María de las Mercedes Barragán Meijueiro
Egresada de la Universidad La Salle, Especialidad en Pediatría, Hospital Infantil del Estado de 
Sonora, (HIES). Subespecialidad en Inmunología y Alergia Pediátrica, Hospital Infantil de Mé-
xico Federico Gómez, (HIMFG), Maestría en Bioética, Universidad Anáhuac. CMCP: 4686.
Capítulos: 2, 22
Dra. María Cristina Caballero Velarde
Egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Especialidad en Pediatría y Terapia 
Intensiva Pediátrica. Maestría en Bioética, Universidad Panamericana. Ex Presidente, Academia 
Nacional Mexicana de Bioética. CMCP: 1395.
Capítulos: 5, 25
Dra. Yazmín Amelia Chirino-Barceló FAMS
Egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Especialidad en Pediatría, Hospital 
Infantil de México Federico Gómez (HIMFG). Neonatología, Universidad de Singapur. Pediatra 
Neonatóloga, Centro Médico ABC. CMCP: 4299.
Capítulos: 4, 11, 24
Dra. Constanza García Delgado
Egresada de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Especialidad en Pediatría y Genética, 
Hospital Infantil de México Federico Gómez (HIMFG), Diplomado en Bioética, Universidad 
Autónoma de México (UNAM). Médico Adscrito al Departamento de Genética, Hospital In-
fantil de México Federico Gómez. CMCP: 1144.
Capítulo: 8
Dra. Fanny Mijangos Cortázar
Egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, D.F. Especialidad en Pediatría, Hospital 
para el Niño DIF, Edo. de México. Diplomado en Bioética, Universidad Anáhuac. Directora del 
Hospital del Niño del DIF, Edo. de México. CMCP: 4496.
Capítulo: 20
Dr. Fernando Moreno Ávila
Egresado de la Universidad de Guadalajara. Especialidad en Pediatría (HIMFG), subespecialidad 
en Terapia Intensiva Pediátrica, Hospital Infantil de México Federico Gómez, HIMFG. Maestría 
en Bioética, Centro de Estudios e Investigación en Bioética (CEIB). CMCP: 2326.
Capítulo: 15
ColaboradoresVI
Dra. Yuriko Nakashima Paniagua
Egresada de la Universidad de Guadalajara. Especialidad en Pediatría, Centro Médico Nacional 
de Occidente (CMNO). Especialista en Cuidado Paliativo y Medicina del Dolor. Profesor Titu-
lar de Posgrado en Problemas Emergentes y Cuidados Paliativos Pediátricos en el Hospital Civil 
“Dr. Juan I. Menchaca” Guadalajara, Jalisco.
Capítulo: 16
Dr. Rafael Rivera Montero
Egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Médico especialista en Pediatría Clínica, 
Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN). Especialidad en Bioética, Centro de 
Estudios e Investigación en Bioética (CEIB). Profesor de Bioética, Promotor y Asesor en Bioéti-
ca e Investigación en la Secretaría de Salud Jalisco. CMCP: 436.
Capítulos: 12, 13, 19, 21, 23
Dr. Ricardo Enrique Ruiz Ramírez
Egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia, Mich. Especialidad 
en Pediatría en el Hospital para el Niño DIF, Edo. de México. Diplomado en Bioética, Universidad 
Anáhuac. Ex Presidente, Confederación Nacional de Pediatría de México. CMCP: 4823.
Capítulo: 20
Dra. Lizbeth Guadalupe Uribe Salgado
Pediatra/Neonatóloga, Adscrita al servicio de Neonatología del Centro Médico ABC. Miembro 
de la Asociación de Neonatólogos del D.F. y Valle de México. Miembro de la Sociedad Mexicana 
de Pediatría.
Capítulo: 4
Dr. Adalberto Vázquez García
Egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Médico especialista en Pediatría Clínica, 
Universidad Autónoma de Guadalajara, Especialidad en Bioética (CEIB). Profesor de Bioética 
en pregrado y posgrado en la UAG. Presidente de la Asociación de Bioeticistas de Jalisco A.C. 
CMCP: 774.
Capítulos: 17, 18
Dr. César Virgen Ortega
Egresado de la Universidad Autónoma de Guadalara. Especialidad en Pediatría en el Hospital 
General Dr. Darío Fernández México ISSSTE, Secretario del Colegio de Pediatría de Tabasco, 
Profesor de Bioética en la Facultad de Medicina de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. 
CMCP: 7108.
Capítulo: 14
VII
Prefacio
En el ejercicio de la medicina, el conocimiento que se adquiere en la facultad de medicina, la 
aplicación del mismo y la relación con la persona que acude con el médico cuando cursa con un 
problema de salud, es de fundamental importancia, pero más cuando el paciente es un niño, ya 
que la información que se obtiene generalmente proviene de terceras personas. 
El quehacer profesional del médico pediatra debe ser por vocación y hacerse realidad a 
través del acto médico y debe de realizarse también a través de la bioética personalista, en don-
de se reconoce la dignidad de la persona humana desdeel momento mismo de la concepción y 
la atención que se proporciona deberá ser satisfactoria y honesta como muestra de respeto a la 
confi anza que se nos brinda a los médicos por las personas que solicitan nuestros servicios.
La atención al paciente debe de realizarse “bien”, entendiendo como “bien” todo aquello 
que inspire y permita el desarrollo, el crecimiento total, pleno del hombre en todas sus dimen-
siones, orgánicas o corporales, espirituales, mentales, sociales, incluyendo la trascendente a un 
absoluto absolutamente absoluto.
La bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de 
la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valo-
res y principios morales. En esta defi nición se toma en cuenta la vida, la salud, los valores y 
principios morales, por lo que desde nuestro punto de vista reúne los elementos necesarios de 
la bioética como disciplina. Sin embargo, la bioética es multidisciplinaria, ya que suele haber 
intereses; médicos, fi losófi cos, educativos, jurídicos, psicológicos y sociales en donde cada una de 
estas disciplinas no se pueden valorar en una forma aislada y obligan a hacer una refl exión que 
deberá estar encaminada siempre hacia el respeto de la vida y de la persona desde el momento 
mismo de la concepción.
La razón de ser médico tiene que ver con el cumplimiento de los deberes profesionales 
hacia nuestros pacientes, así como el mantenernos fi eles a los ideales de nuestra vocación, pero 
también rechazar todo lo que se interponga en la búsqueda de lo que puede ser lo más conve-
niente para el paciente o como también suele mencionarse “la búsqueda en lo que sea del mejor 
interés para el paciente”, sobre todo en la atención a niños ya que en la gran mayoría de las 
ocasiones no son ellos los que deciden la aceptación o el rechazo de una propuesta de tratamien-
to ante un problema de salud. Asimismo, las decisiones que toman los padres o los tutores lega-
les pudieran no ser lo más conveniente para el niño. Seguramente hemos sido testigos de 
discusiones fútiles y estériles entre los padres de un niño en donde no se ponen de acuerdo en 
quien de los dos autorizará un procedimiento terapéutico propuesto por el médico tratante, 
cuando en realidad se deberá de decidir sobre lo que es más conveniente para el paciente.
Siempre he considerado que a los niños se les debe de informar directamente y de acuerdo 
a su edad, así como a el grado de desarrollo alcanzado sobre su estado de salud, es un derecho 
que tiene todo paciente que acude con nosotros solicitando atención profesional especializada 
y por supuesto a los padres también, disipando cualquier duda o cuestionamiento que pudieran 
tener. La información deberá de ser con toda honestidad y prudencia, involucrando aspectos 
clínicos, estudios si es que fuesen necesarios para documentar una hipótesis diagnóstica, pronós-
tico y sobre las medidas terapéuticas que deberán de aplicarse para la resolución y seguimiento 
del problema de salud que presenta el niño.
PrefacioVIII
En este libro hemos tratado de analizar algunos temas desde el punto de vista de la bioética 
personalista, en los que en el ejercicio de la pediatría nos encontramos frente a ellos con relativa 
frecuencia y es de nuestro interés que las decisiones que se tomen se realicen siempre en bene-
fi cio del paciente respetando su dignidad de persona a la que todos tenemos derecho ya que es 
lamentable como vemos situaciones cotidianamente en donde se trata a los niños sin el más 
mínimo respeto a su dignidad. Vale la pena mencionar también que frecuentemente el médico 
se torna en un simple medio de atención de las instituciones públicas en donde se le indica que 
es lo único que tiene que prescribir para un determinado padecimiento como si todas las enfer-
medades fueran iguales y por consiguiente coartando su libertad pero olvidándose de que “el 
buen médico trata enfermedades pero el gran médico trata pacientes” (William Osler).
Debemos de tener un conocimiento amplio de la bioética como toda una ciencia que es, o 
al menos algo de su contenido, de sus principios y alcances en un campo tan amplio como lo es 
la pediatría y nos daremos cuenta que estaremos redescubriendo una forma de pensar diferente, 
que involucra una mayor congruencia en lo relacionado a nuestra forma de ejercer el trato a los 
niños.
Los autores de los diferentes capítulos son médicos pediatras expertos y con un amplio 
conocimiento en la aplicación de la bioética personalista en lo que es el quehacer diario del 
ejercicio de esta bella especialidad que es la pediatría, en donde estamos conscientes que los 
pediatras somos los que estamos velando por el futuro generacional del país y que entre mejor 
hagamos nuestro trabajo se podrá aspirar también a un mejor futuro.
Dr. Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
IX
Dedicatoria
A mis padres: Ing. Benjamín Chuck Vega (q.e.p.d.) y 
María Concha Sepúlveda Montemayor (q.e.p.d.), por su gran ejemplo en el bien 
actuar en la vida, su gran cariño, honestidad y rectitud.
A mi esposa, María de Lourdes Navarro Fernández, por su amor, cariño y 
comprensión, apoyándome en todo momento en el devenir diario y 
en la elaboración de éste proyecto.
A mis hijos, Jorge y Luly, Paulina y Juan Pablo, y a mis nietos, quienes han sido 
uno de mis mayores apoyos y estímulos en mi vida.
A mi hermana, CD. Lilia Eugenia Chuck Sepúlveda y a su magnífi ca familia.
A mis maestros de Pediatría y de Bioética, con respeto, admiración, 
cariño y gratitud.
A la Universidad Autónoma de Guadalajara de donde he recibido siempre el 
apoyo para realizar los proyectos que me han venido a la mente.
A todas aquellas personas que de una forma u otra colaboraron en 
la elaboración de esta obra.
IN MEMORIAM
Dr. José Domingo Gamboa Marrufo, quien por azares del destino 
no logró ver la culminación de esta obra. 
Siempre mostró un gran anhelo de participar en ella y 
aportó información invaluable en el contenido de este libro. 
Dr. Gamboa, siempre estará en nuestra mente y en nuestros corazones.
XI
Contenido
Colaboradores ................................................................................. V
Prefacio .......... ................................................................................ VII
Dedicatoria ..................................................................................... IX
Capítulo 1. Algunos conceptos y consideraciones históricas 
acerca del desarrollo de la bioética y
modelos de referencia .................................................... 1
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Capítulo 2. Implicaciones bioéticas relacionadas con 
las técnicas de reproducción asistida .............................. 7
María de las Mercedes Barragán Meijueiro
Capítulo 3. El no nacido y sus derechos esenciales ......................... 23
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Capítulo 4. Ética en el niño prematuro ........................................... 27
Yazmín Amelia Chirino-Barceló FAMS, Lizbeth Guadalupe Uribe Salgado 
Capítulo 5. Dimensiones del reto bioético en la atención 
del recién nacido .......................................................... 35
María Cristina Caballero Velarde
Capítulo 6. Bioética y derechos de los niños ................................... 45
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Capítulo 7. Bioética en pediatría ..................................................... 51
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Capítulo 8. Bioética y el niño con alteración genética ..................... 55
Constanza García Delgado
Capítulo 9. Violencia y maltrato infantil ......................................... 65
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
ContenidoXII
Capítulo 10. La bioética en la aplicación de vacunas ...................... 69
Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Capítulo 11. Consentimiento informado ........................................ 73
Yazmín Amelia Chirino-Barceló FAMS, Inés Álvarez de Iturbe
Capítulo 12. Aspectos éticos de lainvestigación en pediatría ......... 83
Rafael Rivera Montero
Capítulo 13. Comités hospitalarios de bioética .............................. 93
Rafael Rivera Montero
Capítulo 14. Iatrogenia en pediatría ............................................. 105
César Virgen Ortega
Capítulo 15. Limitación del esfuerzo terapéutico.
Una herramienta para una muerte digna .................. 113
Fernando Moreno Ávila
Capítulo 16. Los cuidados paliativos, un camino para dignifi car 
la vida en su fi nal ...................................................... 127
Yuriko Nakashima Paniagua
Capítulo 17. Bioética y el niño hospitalizado ................................ 137
Adalberto Vázquez García
Capítulo 18. Bioética y los niños discapacitados ........................... 147
Adalberto Vázquez García
Capítulo 19. Bioética y religión ..................................................... 157
Rafael Rivera Montero
Capítulo 20. El niño ante el divorcio ............................................ 163
Fanny Mijangos Cortázar y Ricardo Enrique Ruiz Ramírez
Capítulo 21. Aspectos bioéticos de la conducta suicida en niños 
y adolescentes ........................................................... 171
Rafael Rivera Montero
Contenido XIIIConConConttententenididoidoido XIXIXIXIXIIIIIIIIIII
Capítulo 22. Implicaciones bioéticas del calentamiento global 
en pediatría .............................................................. 177
María de las Mercedes Barragán Meijueiro
Capítulo 23. Bioética e interculturalidad ...................................... 193
Rafael Rivera Montero
Capítulo 24. Duelo médico ante una muerte inesperada .............. 203
Yazmín Amelia Chirino-Barceló FAMS
Capítulo 25. Medicina asertiva y profesionalismo médico en 
el nuevo milenio ....................................................... 213
María Cristina Caballero Velarde
Índice ........... ................................................................................. 219
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Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Algunos conceptos y consideraciones 
históricas acerca del desarrollo de la bioética 
y modelos de referencia
La incorporación formal de la bioética a las diferentes disciplinas profesionales, en particular en 
la rama de la medicina, es un hecho observado en los últimos años como un fenómeno universal, 
ya que el asombroso progreso de la ciencia y la tecnología ha introducido problemas morales 
nuevos y obligado a estudiar con profundidad aspectos propiamente fi losófi cos; todo esto tiene 
la fi nalidad de dar respuesta a varios dilemas, algunos de ellos agobiantes.
La palabra bioética tiene un origen griego; se conforma con las raíces bios (vida) y ethos 
(comportamiento o conducta). De una manera general, con el término bioética se designa al 
estudio de los problemas morales que plantea hoy en día el desarrollo de las diversas ciencias y 
tecnologías, que pueden aplicarse a la vida humana y por tanto infl uirla o modifi carla.
Como disciplina, la bioética tiene apenas 25 años de existencia, pese a que la ética médica 
es tan antigua como la medicina misma. En todo caso, la historia de la bioética pertenece al siglo 
XX, en especial por algunos de los siguientes motivos:
1. La tecnología médica tiene cada vez más una capacidad de introducirse en las esferas esen-
ciales del ser humano, es decir, aquellas que se relacionan con la cantidad y calidad de la 
vida, el momento y la forma de su nacimiento, y la muerte. 
2. El desarrollo exponencial de los sistemas sanitarios, incluidas su creciente complejidad, 
universalidad y capacidad de consumo de recursos, es un elemento decisivo para compren-
der por qué se produjo la aparición de la bioética.
3. La progresiva adquisición de una conciencia entre las sociedades occidentales, basada en la 
necesidad de salvaguardar la autonomía de los sujetos, tanto en el espacio público como en 
el privado, en oposición a todas las instituciones sociales y estatales que, en términos his-
tóricos, han tratado de controlar la libertad personal en las diversas dimensiones de la 
existencia.
La consideración de estos factores sólo es posible desde una perspectiva multidisciplinaria que 
incluye áreas diversas como medicina, biología, derecho, ética, fi losofía, política, economía, so-
La vida es el valor fundamental de la persona en el que se fundan los 
demás valores personales y sociales del individuo. 
La salud es un bien inherente a la vida y a la persona, expresión cuantitativa de ésta y 
junto a la vida física, forma parte de los bienes o valores “penúltimos” inherentes al 
bien último y defi nitivo de la persona.
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Bioética en pediatría (Capítulo 1)2
ciología, teología, pedagogía, psicología, y otras más. En realidad, todas las ramas del conoci-
miento pueden hacer contribuciones a la búsqueda de soluciones para los dilemas de la ética 
biomédica.
Pablo Simón Lorda señala que el primer antecedente de la necesidad de revisar las bases y 
el desarrollo de la ética médica clásica debe remontarse a la promulgación en 1948 del Código 
de Nüremberg, desprendido de forma conclusiva de los procesos judiciales contra los médicos 
nazis. Este código fue el primer protocolo internacional de la historia acerca de la ética de la 
investigación en seres humanos y el embrión de la bioética, cuyo desarrollo siempre ha mostrado 
una estrecha relación con el surgimiento de confl ictos éticos en la investigación biomédica.
Otro antecedente importante se presentó 10 años después, en 1957, cuando se utilizó por 
primera vez el término “consentimiento informado” a través del Tribunal Supremo del Estado de 
California; este concepto se refería al derecho de los pacientes a recibir información acerca de 
los procedimientos médicos a los que debía someterse, esto es, a decidir de manera libre y vo-
luntaria si aceptarlos o declinarlos.
En 1961, el uso de la talidomida, un fármaco que producía graves malformaciones congé-
nitas cuando se administraba a mujeres embarazadas, reavivó la polémica sobre los procedimien-
tos de investigación y control de fármacos. Esto desembocó en 1964 en la Declaración de 
Helsinki que promulgó la 18° Asamblea Médica Mundial; en ese documento se actualizaron las 
normas éticas que debían guiar la experimentación con personas.
En 1969, Daniel Callahan y Willard Gaylin, un fi lósofo y un psiquiatra, fundaron en Nueva 
York el Institute of Society, Ethics and the Life Sciences, conocido en la actualidad como el Hastings 
Center. Es muy probable que este instituto sea hoy en día el centro de investigación en bioética 
más importante e infl uyente del mundo.
En 1971, en su libro Bioethics: bridge to the future, Rensseleaer Van Potter se refi rió por pri-
mera vez al término bioética, empleado para refl exionar sobre los retos que imponía el desarro-
llo de la biología, ya fuera en el medioambiente o en la población mundial. Poco después, André 
Hellegers fundó en 1972 el Kennedy Institute of Ethics en Washington D.C., un centro de enorme 
prestigio internacional que se encuentra vinculado con la Universidad de Georgetown.
Ese mismo año se hizo público en el mundo entero el estudio de la sífi lis de Tuskegee, a 
través de una portada del New York Times. Este informe suscitó una acalorada polémica porque 
su objetivo era observar la evolución natural de la sífi lis en una zona marginada del estado de 
Alabama (EUA); más aún, el protocolo había integrado a 400 varones de raza negra con sífi lis y 
utilizado a 200 sujetos como controles, sin notifi carles que eran parte de un estudio, sin su ex-
plícita aceptación y sin prescribirles tratamiento alguno para erradicar la enfermedad (a pesar de 
que ya existía un esquema terapéutico disponible). El resultado fue que la sociedad cobró con-
cienciade la necesidad urgente de revisar todas las normas sobre investigación en seres humanos.
En 1973, la Asociación Americana de Hospitales promulgó la primera Carta de Derechos del 
Paciente, que serviría de modelo para todas las cartas de derechos de los pacientes del mundo oc-
cidental; este texto tendría decisiva infl uencia en el campo de la toma de decisiones médicas.
A partir de 1980, los problemas éticos formulados en el área de la medicina se multiplica-
ron y la bioética se convirtió en una herramienta de trabajo insustituible en el mundo de la sa-
lubridad. El aborto, las técnicas de reproducción asistida, la eutanasia, el suicidio asistido, el 
retiro o la declinación de los tratamientos de apoyo vital, los cuidados paliativos, el sida, la inge-
niería genética, el control de la natalidad poblacional, el genoma humano, la genética clínica, el 
consentimiento informado, la investigación en seres humanos, los trasplantes, y muchos otros, 
serían en lo sucesivo objeto de atención y debate, y competencia de la bioética clínica.
Debe señalarse que en la actualidad, y desde el punto de vista didáctico, es posible distin-
guir cuatro modelos de referencia de la bioética, con base en las fundamentales aportaciones de 
Elio Sgreccia. A continuación se describen de forma sinóptica cada uno de estos modelos.
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Algunos conceptos y consideraciones históricas . . . 3
MODELO SUBJETIVISTA O LIBERAL RADICAL 
Este modelo ético tiene una gran infl uencia actual, sea en la cultura, en los medios de comuni-
cación o en las costumbres. Su punto de referencia supremo es la libertad: es lícito lo que se 
quiere libremente, lo que se acepta sin coacción y lo que no vulnera la libertad ajena. Se mag-
nifi ca la libertad hasta el punto de considerarla un absoluto, una verdadera fuente de los valores. 
Esta visión converge en una ética individualista, para la cual cada individuo se encuentra ante su 
propia verdad, diferente de la verdad de los demás y, de manera paralela, con la capacidad de 
objetar esa misma libertad.
Este modelo tiene una parte de verdad sobre el hombre y la libertad, pero considera una 
libertad sólo para algunos, con frecuencia para quienes pueden expresarla y hacerla valer; se 
trata de una “libertad de” vínculos y no de una “libertad para” un proyecto de vida y de sociedad 
justifi cados en sentido fi nalista. Puede catalogarse como una libertad sin responsabilidad.
La libertad, según algunos exponentes de este modelo, debe suponer una liberación de la 
ética, dado que implica determinar unos fi nes en el hombre, pero éstos coartarían la libertad 
misma de elección. Entendida así, la libertad es un yugo trágico y lleva al nihilismo dado que no 
supone nada antes de la libertad y dentro de ella.
Todo acto libre implica en realidad la vida del hombre que lo lleva a cabo; la vida se halla 
antes que la libertad: quien no está vivo, no puede ser libre. La libertad tiene un contenido, aspi-
ra a algo o afecta a alguien; comporta una responsabilidad.
En suma, la libertad presupone el ser y el existir para un proyecto de vida. Cuando la liber-
tad se vuelve contra la vida, atenta contra su raíz y se destruye a sí misma; cuando cancela la 
responsabilidad de la opción, se reduce a una fuerza ciega y tiende a ser un yugo para sí misma.
Al hablar de responsabilidad, se alude desde luego a la responsabilidad que surge de la li-
bertad misma y que es sometida por la razón, que evalúa medios y fi nes para un proyecto libre-
mente buscado; esta responsabilidad es ante todo interior, en oposición a la razón y a su refl ejo 
sobre la conciencia, es decir, sobre la evaluación ética de los valores que están en juego. Tal res-
ponsabilidad permanece pese a que las legislaciones no se pronuncien sobre determinados asun-
tos o lo hagan lesionando valores fundamentales e irrenunciables de la persona humana.
MODELO PRAGMÁTICO-UTILITARISTA
Surge de una larga tradición fi losófi ca, la empírica, de origen anglosajón y la ha reforzado la 
ética socialista basada en la fi losofía de la praxis y la justifi cación del utilitarismo social.
Visto desde esa óptica, el utilitarismo de la ciencia, en concordancia con su propio progreso 
y el de la sociedad, ocupa más o menos abiertamente una preeminencia en los aspectos de la 
protección del bien individual de la persona.
El principio básico que regula la valoración en el campo bioético se fundamenta en la rela-
ción costo-benefi cio, en la frecuente presuposición de que no es posible adoptar un criterio su-
perior como verdad y norma universal.
Este tipo de ética se halla presente sobre todo en la mentalidad enfocada en buscar el éxito 
científi co y los resultados en el campo social y experimental, sin proporcionar sufi ciente protec-
ción a los sujetos.
El principio basado en la evaluación costo-benefi cio es válido y obligado, siempre y cuando 
se aplique a un mismo valor. En consecuencia, si en un platillo de la balanza estuviera la vida 
humana de un individuo particular y en el platillo de los benefi cios un valor económico, social o 
científi co, el principio perdería su aplicación ética e incurriría en el utilitarismo ético de impron-
ta pragmática.
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Bioética en pediatría (Capítulo 1)4
Este tema pone en evidencia la relación entre los cuidados médicos y la economía de cada 
uno de los estados, que han de elegir entre las enfermedades que deben quedar bajo su cuidado 
y las que deben ser responsabilidad de cada uno y del sector privado. En los países en los que la 
asistencia médica se encuentra bajo tutela del estado existe el peligro de que se elija con base en 
criterios utilitaristas y pragmáticos, lo cual puede llevar a abandonar a los enfermos irrecupera-
bles e improductivos para la sociedad, con una evidente discriminación basada en la utilidad 
económica de las inversiones. Puesto que la gestión del gasto público con frecuencia está confi -
nada además a personas que no son médicos, existe el riesgo de que la socialización, inspirada 
por un pensamiento pragmático, conduzca a una ética puramente económica.
MODELO SOCIOBIOLÓGICO
Este modelo se inspira en diversas corrientes: el evolucionismo de Darwin y los neoevolucionis-
tas, la sociología de Weber y el sociobiologismo de Heisenck y Wilson. Los ecologistas y la antro-
pología cultural adoptan en ocasiones posturas análogas a las de estos autores.
Este modelo sostiene que, tal y como el cosmos, y las diferentes formas de vida están some-
tidos a la evolución, las sociedades evolucionan y por consiguiente también los valores morales 
cambian dentro de esta evolución biológica y sociológica. El impulso evolucionista, que parte 
del “egoísmo biológico” o instinto de conservación, encontró cada vez más nuevas formas de 
adaptación, cuya expresión cultural serían el derecho y la ética.
En consecuencia, en las nuevas condiciones evolutivas, en las que aparece una diferente si-
tuación del hombre en el cosmos y el mundo biológico, debe implantarse un nuevo sistema de 
valores adecuado al “ecosistema” en que se instaura.
Observada desde esta perspectiva, la vida del hombre no es sustancialmente distinta de las 
otras formas de vida y del universo, con las que vive en simbiosis, y la ética tiene la función de 
mantener el equilibrio evolutivo: la adaptación al “ecosistema”.
Es obvio que entre naturaleza y cultura existe una íntima conexión y sus límites son a me-
nudo difíciles de establecer; no obstante, para el modelo expuesto, la naturaleza se resuelve en 
la cultura y viceversa, y la cultura no es más que un producto de la evolución de la naturaleza.
Adoptar este modelo supone la reducción del hombre a un momento historicista y natura-
lista del cosmos y, por lo tanto, esta visión comporta el relativismo de toda ética y todo valor 
humano; se tratasin duda alguna de una ideología heraclitiana en la que no es posible reconocer 
norma alguna válida para el hombre de todos los tiempos. De esta forma, sería vano, y en cual-
quier caso provisional, el esfuerzo por defi nir los “derechos del hombre”.
Si es evidente que algunos componentes culturales y costumbres están sujetos a evolución, 
no menos evidente es que el hombre sigue siendo hombre, diferente de los demás seres vivos por 
naturaleza, y no sólo por complejidad neurológica, y que el bien y el mal no son conmutables, ni 
falsas y verdaderas al mismo tiempo las leyes del ser, tanto las de la ciencia como las de la moral. 
El dolor, la muerte, la sed de verdad, la solidaridad o la libertad no son elaboraciones culturales, 
sino hechos y valores que acompañan al hombre en todas las épocas históricas.
MODELO PERSONALISTA-REALISTA
Este modelo fundamenta la objetividad de los valores y las normas. El personalismo realista, sin 
negar la capacidad de autodeterminación y elección de la persona, considera de manera priori-
taria un estatuto objetivo y esencial de la persona. La persona vale por lo que es y no sólo por 
las acciones que hace.
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Algunos conceptos y consideraciones históricas . . . 5
La atención a la realidad que debe caracterizar a toda refl exión ética se especifi ca de modo 
singular en la realidad concreta de la persona humana. Por una parte, el ser humano es el objeto 
principal de la biomedicina; por otra, es también persona el sujeto de ella: investigador, médico, 
enfermera, entre otros. Por consiguiente, la persona debe constituir el centro y el criterio de las 
consideraciones de la bioética.
El personalismo hunde sus raíces en el hombre y el corazón de su libertad. El hombre es 
persona porque es capaz de refl exión, y por ello de autodeterminación, de dominio de sí; su yo 
es singular, insustituible e intransferible. El ser humano es el único ser vivo que tiene la capaci-
dad de captar y descubrir el sentido de las cosas y conferir sentido a sus expresiones y su lengua-
je consciente. La persona es mucho más que “un simple individuo de una especie”. Razón, 
libertad y conciencia no son reducibles al fl ujo de las leyes cósmicas y la evolución. El yo no 
puede limitarse a una cifra, un número, un átomo, un grupo de células o unas neuronas.
La conclusión de un análisis fenomenológico de la persona, abierto al conocimiento onto-
lógico, hace posible comprender a la persona como un ser esencialmente superior a todo lo de-
más que aparece en el universo. El ser humano tiene una categoría y una dignidad excepcionales. 
En todo ser humano, el mundo entero se recapitula y cobra sentido y al mismo tiempo el cos-
mos es trascendido y traspasado. En todo hombre está encerrado el sentido del universo y todo 
el valor de la humanidad: la persona humana es una unidad, un todo y no una parte de un todo.
La misma sociedad tiene, como punto de referencia, a la persona humana: ésta es fi n y 
fuente para la sociedad. Ante toda refl exión racional, la persona humana se presenta como el 
punto de referencia, el fi n y no el medio, la realidad trascendente para la historia misma.
En cualquier momento de la vida, en cualquier situación de sufrimiento o salud, la persona 
humana es el punto de referencia y medida entre lo lícito y lo ilícito.
En la ética personalista, los aspectos objetivo y subjetivo del individuo están implicados 
mutuamente; el valor ético de un acto debe considerarse bajo el aspecto subjetivo de la inten-
cionalidad y también en su contexto objetivo y las consecuencias. En el momento del juicio de 
un hecho prevalece la valoración de la subjetividad, pero en el momento normativo y deontoló-
gico es determinante el valor objetivo, al que hay que adecuar cada vez mejor la actitud subjeti-
va; la certeza debe buscar cada vez más la verdad.
En este modelo, el ser humano es considerado por lo que es, reconocido en su autonomía y 
abierto a la trascendencia; los valores y las normas éticas conservan su objetividad frente a la 
conciencia del sujeto.
Al margen de este modelo, como se ha mencionado ya, se encuentran el inmanentismo 
evolucionista e historicista que disuelve lo verdadero en la praxis, la persona en el estado o la 
colectividad; o bien, el subjetivismo cerrado y nihilista del hombre sin sentido y sin fi nes, una 
libertad sin responsabilidad y contenidos; por último, el homo faber o technologicus, que vive en 
lo que hace y disuelve el ser en el hacer, el fi n en todos los medios, el bien en lo útil.
CONCLUSIONES
La excelencia del hombre, el alto valor proporcionado de su ser, constituye el secreto para dis-
cernir lo permisible de lo censurable. El respeto y promoción de la persona, el carácter inviolable 
de su dignidad, son los límites infranqueables de la acción, la frontera insalvable de las técnicas 
aplicadas a la vida humana. Es por ello necesario conocer profundamente la noción de dignidad 
del hombre para afrontar con rigor los problemas bioéticos.
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Bioética en pediatría (Capítulo 1)6
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María de las Mercedes Barragán Meijueiro
Implicaciones bioéticas relacionadas 
con las técnicas de reproducción asistida
Sólo el hombre se destaca en el planeta por ser capaz de modifi car de forma consciente su mun-
do, en busca de un benefi cio real o aparente. Tiene la capacidad del utilizar la ciencia y la tecno-
logía con estos fi nes; no obstante, es preciso que el propio hombre se formule una pregunta: lo 
que técnicamente es posible, ¿será también éticamente lícito? Es por lo tanto apremiante que la 
sociedad, las autoridades, el personal de salubridad, y en particular los médicos, ginecólogos y 
pediatras, informen con profesionalismo y profundidad acerca de los “avances de la tecnología” 
aplicados a los procedimientos practicados en la actualidad, cuya única fi nalidad es el nacimien-
to de un nuevo ser humano.
Tiene particular trascendencia señalar que la bioética, dado que es una ciencia transdisci-
plinaria que analiza la conducta humana en relación con la vida misma, la salud y la responsa-
bilidad ante ésta, analiza los actos humanos y sostiene que los correctos o éticos son los que 
operan en favor de su propia naturaleza y cuyo objetivo esencial es la felicidad; por el contrario, 
los incorrectos o no éticos son los que atentan contra su propia naturaleza. En esta sección se 
analizan las implicaciones bioéticas de los procedimientos de las técnicas de reproducción asis-
tida (TRA).
El análisis bioético que se propone ahora se vincula de forma estrecha con los medios por 
los que se consigue concebir a un ser humano gracias a las TRA.
Con el uso de estas tecnologías, sólo 10 a 20% de los procedimientos logra un embrazo, es 
decir, 80 a 90% de los intentos fracasa y supone asimismo un determinado costo para la salud y 
economía; estosaspectos se analizan en este capítulo. 
Un momento históricamente crucial para los casos de infecundidad y las TRA fue el anun-
cio del nacimiento de Louis Brown, el jueves 25 de julio 1978: ella fue el primer recién nacido 
(RN) obtenido mediante TRA, es decir, a partir de un embrión formado en una “probeta de la-
boratorio” que después se inseminó en el útero de la madre. Se calcula que desde entonces más 
de 70 millones de parejas afectadas por infecundidad en todo el mundo han usado alguna forma 
de TRA. Estos procedimientos, como la fecundación in vitro (FIV) y la transferencia embriona-
ria, logran que los óvulos entren en contacto con los espermatozoides en un recipiente, en un 
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Bioética en pediatría (Capítulo 2)8
determinado medio de cultivo (similar a la trompa de Falopio). Una técnica reciente es la inyec-
ción intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI), que consiste en la inyección de un esperma-
tozoide único dentro del óvulo.
En EUA se introdujeron estas técnicas en 1996. Ese año se intentaron 60 000 procedimien-
tos por FIV y se lograron 17 000 embarazos; en consecuencia, se calcula que el 1% de los naci-
mientos en ese país nace por medio de FIV.
En 2009, 3.4 millones de niños habían nacido ya por medio de TRA en el mundo y en ese 
mismo año se preveía un incremento de su aplicación de 5 a 10% anual.
Hoy existen organismos, nacionales e internacionales, que evalúan las indicaciones de las 
TRA, ya que existen implicaciones, económicas, éticas y sociales, que afectan a las personas in-
teresadas en la paternidad, así como a las autoridades que regulan la aplicación de estos proce-
dimientos. 
Es por ello que en 1986 la Sociedad Americana de Fecundidad publicó las guías para la 
implementación ética del uso de TRA en EUA.4
Marco y colaboradores señalaron en 2001 los riesgos físicos que deben tenerse presentes 
para determinar si éticamente son adecuados los medios utilizados en las TRA; se mencionan a 
continuación:
1. Obtención de semen.
2. Estimulación ovárica.
3. Síndrome de hiperestimulación ovárica.
4. Fecundación extracorpórea.
5. Riesgos obstétricos.
6. Riesgos pediátricos.
7. Destino de los embriones.
8. Riesgos del útero subrogado.
OBTENCIÓN DE SEMEN
Toda disociación entre el acto unitivo y procreador en el ser humano es contraria a su naturale-
za ontológica. En las TRA, el semen se obtiene por medio de masturbación, punción o estimu-
lación eléctrica testicular. Algunos consideran que estos dos últimos procedimientos son éticos 
si se realizan dentro de la propia familia, en virtud de la imposibilidad eyaculadora del padre. Sin 
embargo, debe tomarse en cuenta que esto no sustituye de ninguna manera la unión natural, sino 
que tan sólo proporciona los medios para que el semen, aplicado en el tracto genital de la mujer 
(vagina, endocérvix o útero), consiga la fecundación.
Brezina et al., publicaron en 2012 la que puede considerarse una inseminación homóloga: 
se realiza con el semen proveniente del progenitor y los óvulos de la madre (se diferencia de la 
inseminación heteróloga porque los óvulos o el semen proceden de un “donador”). 
Sin embargo, en el caso de un “donador de semen” interviene una tercera persona en la 
pareja, por lo que se atenúa la paternidad del “donador”, así como la fi liación del hijo; por lo 
tanto, no se considera adecuado en términos bioéticos.
Desafortunadamente, existen hoy día más variantes de esta situación; se han notifi cado los 
casos de inseminaciones con un semen congelado post mortem; en esta situación, el padre podría 
ser anónimo o no, voluntario o no, y el nuevo ser humano no tendría la posibilidad de conocerlo, 
algo que se considera un derecho natural.
Otro escenario con más profundas repercusiones es la “donación por internet”; esta situación 
tiene en la actualidad implicaciones bioéticas graves, además de económicas, legales y sociales.
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Nadie puede negar que la “donación” o venta de esperma, y en fecha reciente de óvulos, se 
utiliza con frecuencia en los centros que aplican TRA. Los individuos que desean ser padres a 
cualquier precio, el personal sanitario y las autoridades que “regulan” estos procedimientos en-
frentan la pregunta: ¿quien cambia su semen u óvulos por dinero es una persona económica, 
emocional y socialmente estable? La respuesta es negativa y por lo tanto ¿qué mujer querría en 
un momento de análisis profundo tener como padre de su hijo a un hombre con estas caracte-
rísticas, que vende su semen a cambio de unas cuantas monedas? Y más aún, algo con mayores 
implicaciones futuras, ¿desearía esa mujer que su hijo conociera personalmente al progenitor y 
asumiera “derechos” sobre ese niño más adelante?, ¿qué sucedería en tal caso con las “obligacio-
nes parentales?
Otra situación con consecuencias éticas y legales graves es el anonimato. En el año 2002, “el 
derecho de los hijos nacidos por FIV de conocer el origen parenteral” se refl ejó en un caso de 
Inglaterra: Rose contra el Ministerio de Salud del Estado. En esa ocasión, la corte consideró 
como un derecho humano conocer su origen genético, a pesar de que se había establecido con 
anterioridad el anonimato. Ese caso llevó a determinar que todos los niños obtenidos con TRA 
desde el 1 de abril de 2005 tienen derecho legal a conocer la identidad de su padre en Inglaterra. 
Esto propició que las “donaciones”, es decir, la venta de semen, se redujeran de forma notable. 
Los aspectos éticos y legales alrededor del anonimato y la “donación” de gametos son un elemen-
to central del debate actual en el campo de TRA y sin duda se comentarán cada vez con más 
frecuencia.
De estas situaciones se derivan las diversas circunstancias que implican responsabilidad 
genética, biológica, social, legal, emocional y ética:
 ● Madre biológica es la que “aporta” su cuerpo, es decir, como “incubadora”.
 ● Madre genética es la que cede el óvulo o aporta el gameto femenino. 
 ● Madre cuidadora es la madre social.
 ● Padre biológico es el que aporta esperma o gameto masculino.
 ● Padre social es el que atiende y cuida al nuevo ser humano.
Todas estas defi niciones degradan la maternidad y la paternidad, y tienen consecuencias sociales, 
legales y emocionales, que exigen una gran consideración por toda la sociedad.
¿Qué llevó a los hombres y mujeres ingleses concebidos por TRA a demandar al estado en 
relación con su derecho natural de conocer y comprender sus orígenes, es decir, exigir conocer a 
sus padres biológicos? Puede comprenderse que fue el derecho a su identidad y sus raíces; esto 
representa un precedente muy importante en la historia que podría replicarse en cualquier lugar 
del mundo, en cualquier momento, si no se abandona la idea éticamente incorrecta de que las 
“donaciones anónimas” no pueden tener consecuencias; en realidad, los efectos no son sólo bio-
lógicos, sino también sociales, emocionales, legales y bioéticos.
ESTIMULACIÓN OVÁRICA
Si se realiza con objetivos terapéuticos y en forma científi camente adecuada, es un acto ético, 
pero es cuestionable la eticidad de la utilización de otras TRA, dada la alteración del acto 
unitivo creador, natural entre un hombre y una mujer, regida por la donación de uno hacia el 
otro por amor. Aunque en apariencia el acto es bueno, instituir un tratamiento para incremen-
tar la posibilidad de ovulación no se considera ético, porque es un acto que se opone a la na-
turaleza de la procreación, cuando incluye técnicas de reproducción asistida extracorpórea.
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Si bien existen otras posturas que sostienen que puede ser correctoen términos éticos en 
una pareja emocionalmente estable, pero infecunda o subfecunda, en estas condiciones no des-
aparece la discontinuidad y por tanto la desnaturalización del proceso de procreación de un 
nuevo ser humano.
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
Ésta es una complicación que no tiene intención iatrogénica; no obstante, es posible que se 
presente después de un tratamiento hormonal para inducir superovulación, cuando se adminis-
tran dosis muy altas de fármacos para este objetivo o se repite la estimulación ovárica en nú-
mero excesivo. 
Sus efectos posibles son trastornos de la coagulación, tromboembolia pulmonar, hemocon-
centración, hipovolemia, hipertensión arterial, embarazos múltiples, embarazos ectópicos, abor-
tos espontáneos, amenaza de parto prematuro, mayor número de hospitalizaciones, diabetes 
mellitus gestacional, riesgos obstétricos y muerte.
D´Angelo et al., en un reporte de Cochrane del año 2011, realizaron una revisión del sín-
drome de hiperestimulación ovárica en pacientes sometidas a TRA y notifi caron una incidencia 
del 10% en las mujeres que dieron su consentimiento para la FIV. Entre los mecanismos posibles 
de efectos adversos de este síndrome pueden señalarse sustancias vasoactivas secretadas por el 
ovario que afectan a la hormona gonadotropina coriónica, lo cual incrementa el fl ujo masivo al 
espacio intravascular y al tercer espacio, con hemoconcentración e incluso fenómenos trom-
boembólicos secundarios.
Las responsabilidades médicas, éticas y legales del personal sanitario, en relación con una 
mujer que desea someterse a estos procedimientos, consisten en informarla de manera integral, 
en forma escrita, detallada y sencilla, por medio del consentimiento informado, así como de 
manera verbal, clara y extensa, a través de sus médicos tratantes, acerca de todas estas posibles 
complicaciones publicadas por la comunicad científi ca en el mundo. La omisión de ello repre-
senta un grave problema bioético y legal, ya que se actuaría en esencia contra la naturaleza de su 
propia persona en su derecho a la salud y se la expondría a diversas situaciones de efectos noci-
vos contra su integridad física. Esto supondría una violación directa a su autonomía, que es un 
principio bioético primordial como paciente y que consiste en su derecho a conocer los efectos 
secundarios posibles de estos procedimientos, desde los leves hasta los graves e incluso letales, 
como la tromboembolia pulmonar o la muerte. Además, deben considerarse las implicaciones 
jurídicas porque la mujer tiene desde luego el derecho de exigir de manera legal, que los médi-
cos sean veraces en todo momento en cuanto a los posibles riesgos, en ella y en su hijo. En rea-
lidad, si los médicos no explican de manera extensa y clara, por escrito y oralmente, la 
información completa mediante el consentimiento informado, son susceptibles de denuncia le-
gal por parte de la paciente o su familia. 
FECUNDACIÓN EXTRACORPÓREA
Con este procedimiento se sustrae a la procreación humana, en su propia naturaleza, de lo 
que es propio y connatural, en cualquiera de sus variantes; por lo tanto, estos métodos no se 
consideran éticos puesto que la fecundación se realiza por medio de acciones de terceras perso-
nas e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y el destino de la persona humana. Siem-
pre debe existir una relación de igual dignidad entre padres e hijos y con estos procedimientos 
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se subordina la vida y la concepción del hijo a la efi cacia de las técnicas, sólo medible por el 
deseo o la necesidad de sentir el “derecho” a la paternidad, en detrimento de las leyes naturales 
propias del inicio de la vida humana.
RIESGOS OBSTÉTRICOS
En 1991, Wannerlhom et al., notifi caron el incremento signifi cativo del uso de TRA, con las tasas 
de embarazos múltiples y abortos espontáneos. Con posterioridad, Gissler informó el aumento 
de embarazos ectópicos, que McFaul relaciona con prematurez en embarazos únicos; otros au-
tores como Olivness también describen la relación de prematurez y embarazos múltiples. Esto 
se debe a que se han transferido tres o cuatro embriones para aumentar la posibilidad de emba-
razo, pero también se incrementa la posibilidad de multiparidad y por ende el riesgo de compli-
caciones para la madre y los hijos. En la mujer se requiere atención especial durante este tipo de 
embarazo debido a las complicaciones obstétricas y perinatales; en consecuencia, un mayor 
número de estas madres requiere hospitalizaciones; tanto Friedler como McFaul han descrito 
esta situación. Para la mujer, la posibilidad de sufrir hipertensión se incrementa, un efecto adver-
so que se ha publicado desde 1986; la diabetes mellitus también se ha referido desde 1998, así 
como la elección de cesárea por razones obstétricas de ese mismo año. Maman y otros investiga-
dores han señalado que las complicaciones obstétricas en el embrazo múltiple, así como en el 
embarazo único, se incrementan con el uso de la FIV.
El número de embriones inseminados ya está legislado en muchos países, entre los requisi-
tos para indicar el recurso de las TRA, debido a los embarazos múltiples ocasionados por la hi-
perestimulación hormonal en la mujer. Sin embargo, en EUA no hay leyes que restrinjan el 
número de embriones transferidos y las mujeres aún se exponen a numerosos riesgos de la 
multiparidad.
Aunque existen centros nacionales de reportes de TRA, en EUA no se detalla la historia 
clínica de los padres, pese a que la Federación Internacional de Sociedades de Fecundación, que 
tiene 59 países miembros, propone incluir estos datos como prioritarios.
IMPLICACIONES SOCIALES Y POLÍTICAS
Debido al incremento del costo social y al riesgo en salud de las TRA, con aumento de todas las 
complicaciones relacionadas con la multiparidad, se ha limitado la inseminación del número de 
embriones por FIV, esto por cuestiones económicas, no por razones éticas. Por ejemplo, en Ingla-
terra se calcula que el costo del nacimiento de un RN es de 3 313 libras esterlinas; en cambio, 
obtener gemelos tiene un valor de 9 122 libras y de triates de 32 345 libras. En consecuencia, en 
estos embarazos múltiples aumentan los riesgos para la salud materna y los de los RN.
En EUA se transfería en 2007 un promedio de 2.2 embriones en mujeres menores de 35 
años (3.1 en personas mayores de 40 años). Ese mismo año la multiparidad por TRA fue del 
35% en menores de 35 años y de 15% en mayores de 40 años. En 2006, el promedio de embrio-
nes transferidos en Europa fue de 1 (22%), 2 (57%), 3 (19%) y 4 (1.6%). En 2007, 79% de los 
nacimientos fue de RN únicos, 19.9% de partos gemelares y 0.9% de triates.
En 2011, el gobierno de Canadá intervino para eliminar los embarazos múltiples originados 
por implantación de más de un embrión. A pesar de ello, existen investigadores que postulan, 
como Gleicher, que es un “derecho de las pacientes” decidir cuántos embriones deben insemi-
narse.
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 Los datos recientes sugieren que la transferencia de un embrión congelado tiene un resul-
tado semejante en la tasa de éxito de embarazo, en comparación con transferir un mayor núme-
ro de embriones.
En opinión de otros científi cos, que sí han analizado todos los riesgos obstétricos y perina-
tales en casos de multiparidad, es éticamente inaceptable aceptar la inseminación de más de un 
embrión, dados las posibles complicaciones sanitarias, además de las económicas e incluso del 
costo por el servicio en salud pública; por lo tanto, es necesario analizar y refl exionar a profun-
didad los costos reales de la inseminación de varios embriones y no de uno.
RIESGOS PEDIÁTRICOS
Entre las primeraspublicaciones que se refi eren al bajo peso al nacer, y el incremento de la mor-
talidad neonatal en RN concebidos con TRA, fi guran las de Saunders et al., de 1988, quienes 
encontraron en la población australiana que los embarazos con feto único en parejas subfecun-
das que utilizaron FIV tuvieron 10% más RN prematuros que la población en general, con un 
bajo peso al nacer del 8.7% de los que nacen con TRA frente a 4.8% de los RN concebidos de 
forma natural.
Bhalla publicó en 1992, que las parejas en las que se retrasa el momento de la concepción 
más de dos años tienen 28% de mayores posibilidades de tener un RN prematuro, en compara-
ción con quienes lo conciben en menos de seis meses (12.6%).
También se ha relacionado la subfecundidad con la muerte perinatal, que es de 3.3% (IC 
95%, 1.6-6.8); en las parejas que no la padecen, la mortalidad perinatal desciende a 2.9% (IC 
95%, 1.8-4.5).
Park consideró posibles causas genéticas para la subfecundidad correlacionadas con malfor-
maciones congénitas (MC), entre ellas reordenamientos cromosómicos, inversiones y transloca-
ciones robertsonianas en los cromosomas u otras alteraciones como el mosaisismo gonadal en 
algún padre.
En cuanto a los RN tempranamente prematuros (< 28 semanas de gestación [SDG]), los muy 
prematuros (< 32 SDG) y los prematuros (< 37 SDG), Dicke et al., estudiaron a 56 556 niños 
únicos y 23 804 gemelos nacidos por FIV y concluyeron que los tempranamente prematuros se 
relacionaban tres veces más con madres muy obesas (6.1 contra 2.0%) y el doble en los muy pre-
maturos (11.5% contra 5.9%), en comparación con los RN de madres de peso normal.
En el Instituto Nacional de Perinatología en México, Beltrán et al., publicaron en 2012 un 
protocolo con dos grupos de 57 mujeres con embarazo gemelar y controles; las que concibieron 
con TRA tuvieron hipertensión arterial en 42% en comparación con 19.3% de mujeres que 
concibieron en forma natural (OR, 2.5; IC 95%, 1.07-5.8); además, los RN concebidos con TRA 
de mujeres con hipertensión arterial necesitaron mayores cuidados al nacer (49 contra 35%) 
respecto del grupo de niños de madres que concibieron de modo espontáneo.
En los RN prematuros y con bajo peso al nacer también se ha analizado la posible relación 
con MC y se ha referido una mayor frecuencia en embarazos únicos que en múltiples en RN 
obtenidos por FIV.
En cuanto al número de hospitalizaciones que ha requerido un niño a los seis años de vida, 
Ericson y Klemetti indican que los niños nacidos por FIV han necesitado mayor número de 
hospitalizaciones que los concebidos en forma natural. Los defectos visuales también se han 
notifi cado en una cohorte grande en niños nacidos por FIV.
Diferentes autores han reconocido el retraso en el desarrollo neurológico en los niños naci-
dos con TRA: Bowen et al., en 1998, Stomberg et al., en 2002, Sutcliffe et al., en 2003, Agarwal 
et al., en 2005, Lidegaard et al., en 2005, Knoester et al., en 2008.
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La evidencia que señala efectos neurológicos adversos se ha analizado en estudios de cohor-
te y se han registrado casos de parálisis cerebral, sobre todo en el grupo australiano, en el cual se 
usaron inyecciones intracitoplásmicas de espermatozoides en el óvulo.
Carson et al., publicaron en 2010, el desarrollo cognitivo después de los tres años de edad 
en niños obtenidos con TRA en un protocolo epidemiológico; en este estudio se utilizó, como 
instrumento de la Cohorte Millenium la British Ability Scale II Naming Vocabulary para compa-
rar niños nacidos sin TRA y los que sí la requirieron para nacer; no se encontraron diferencias 
estadísticas signifi cativas en ambos grupos.
Sin embargo, Middelburg KJ et al., realizaron en 2011 un protocolo prospectivo en 44 ni-
ños a los dos años de edad, concebidos con cualquier TRA. Estos especialistas encontraron me-
nores valores en la escala de Boyle (utilizada para la valoración mental, psicomotora y 
neurológica) en comparación con 77 controles concebidos de forma espontánea. No identifi ca-
ron impedimento mental, psicomotor o conductual para los concebidos por TRA, pero sí tal vez 
menores logros en aspectos neurológicos a largo plazo.
Ben–Ami et al., estudiaron en 2011 la anencefalia en una población abierta de 1 154 RN 
con 43 casos (3.7%). Nueve trastornos procedían de 78 embarazos gemelares (11.5%) y ocho de 
45 (17.8%) fueron concebidos con TRA, en comparación con 1% de los concebidos en forma 
espontánea. Se registró una correlación entre anencefalia y TRA gemelar (OR, 6.6; IC 95%, 2.8-
15.3; p < 0.01).
En fecha reciente se ha publicado un incremento de alteraciones en el sellado genómico en 
los niños nacidos con TRA.
 En 2007 Fauque et al., analizaron embriones de ratones in vivo e in vitro de óvulos fecun-
dados, que crecieron o no in vitro. Los embriones se cultivaron en medio M16 y se reconoció la 
existencia de una elevada variabilidad del blastocito en la expresión de H19 ICR y H19, que 
promueven por metilación la expresión del gen H19; éste se propuso como un sensor de cam-
bios epigenéticos causados por el uso de TRA.
Con posterioridad, Turan et al., estudiaron en 2010 a niños obtenidos por TRA e identifi ca-
ron una relación con el patrón aberrante en el sellado genómico de la metilación del DNA del 
gen H19. En la actualidad se ha demostrado que esto se correlaciona con el síndrome de Bec-
kwith-Wiedemann o el síndrome de Angelman. También existen informes de otros síndromes, 
como los de Silver Russel y el de Adams-Oliver en niños concebidos por FIV.
El niño con síndrome de Beckwith Wiedemann es portador de una afección del cromosoma 
11 y muestra en clínica hipoglucemia en el lactante, onfalocele, hernia umbilical, microcefalia, 
letargo, diastasis de rectos abdominales, convulsiones y criptorquidia. A la exploración física se 
encuentran fontanela amplia, hepatonefroesplenomegalia, talla grande y tendencia tumoral, con 
un pronóstico reservado; se han notifi cado casos de RN obtenidos por TRA.
El síndrome de Angelman se describió por primera vez en el año de 1964 y consiste en un 
defecto del cromosoma 15; es una enfermedad neurogenética con retraso del desarrollo, ataxia, 
disminución de la capacidad lingüística y excitabilidad; en la resonancia cortical hay atrofi a leve 
y desmielinización; también se conocen otros casos relacionados con TRA.
En 2009, los CDC de Atlanta publicaron una previsión del riesgo de ciertas MC en RN 
muertos (óbitos) que se correlacionaron con TRA en 2 a un 4%. Weisborg et al., encontraron en 
2010 una riesgo del 16.2% de óbitos de mujeres sometidas a TRA, a diferencias de las que con-
cibieron de manera natural de 2.3%.
Zhu comparó a parejas fecundas y halló que el riesgo de concebir un RN con MC fue de 
1.20% en comparación con las parejas subfecundas; registró además un 40% de incremento del 
riesgo, por lo que consideró que someterse a las TRA eleva las MC 50% en las parejas subfecun-
das, y 20 y 40% para tener un óbito. Todo ello se basó en el tiempo para lograr un embarazo que, 
cuanto mayor sea, más riesgo hay de MC.
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Bioética en pediatría (Capítulo 2)14
En Australia, Davies y colaboradores hallaron en 2012, en 308 974 nacimientos con MC, 
que 8.3% se relacionaba con un embrazo múltiple (p < 0.044), así como en los concebidos me-
diante inyección intracitoplásmica; con la FIV correlacionaron con las siguientes MC: cardiopa-
tías (7.7%), anormalidades musculoesqueléticas (3%), urogenitales (2.2%), gastrointestinales 
(0.8%), alteraciones del SNC (0.5%), respiratorias (0.1%), cromosómicas (0.5%), metabólicas 
(0.1%), hematológicas (0.1%), defectos múltiples (2.2%) y parálisis cerebral (0.4%).
El citrato de clomifeno es un fármaco empleadocomo primera línea en los tratamientos de 
las mujeres sometidas a TRA; se lo ha relacionado con defectos del tubo neural, hipospadias y 
craneosinostosis en un protocolo controlado de 2003 por Reefhuis; más adelante, este mismo 
autor analizó la base de datos de National Birth Defects Prevention Study de EUA, de 1997 a 
2005, y encontró que el citrato de clomifeno se correlacionaba con anencefalia, síndrome de 
Dandy-Walker, defectos septales cardiacos, coartación de la aorta, atresia esofágica, craneosinos-
tosis y onfalocele.
En el año 2011, Onal et al., realizaron en Turquía, un estudio prospectivo en 98 RN obte-
nidos por FIV y 10 controles RN no nacidos con TRA; estos especialistas evaluaron su perfi l ti-
roideo al nacer y en las semanas segunda y cuarta, concluyeron que el 10% de los niños 
concebidos por FIV tenía TSH o TRH incrementada, es decir, se consideraron portadores de 
hipertirotropinemia o hipotiroidismo subclínico, con diferencia estadísticamente signifi cativa 
con respecto a los controles (p < 1.001); en consecuencia, sugirieron valorar este aspecto en los 
RN obtenidos por FIV.
Konefal et al., informaron en 2011 el caso de un niño concebido por FIV (inyección intra-
citoplásmica de espermatozoides); el recién nacido presentó craneofaringeoma con hidrocefalia 
de 15 x 12 cm y hepatoblastoma de 15 cm, con muerte a los 30 días de vida por enclavamiento 
cerebeloso.
DESTINO DE LOS EMBRIONES
Paul et al., señalaron que, por desgracia, los padres no usan la mayoría de los embriones humanos 
y éstos se almacenan de manera indefi nida. Se ha calculado que el número de estos embriones 
es sorprendente en el mundo. Tan sólo en EUA hay 400 000 embriones crioconservados y exis-
ten implicaciones bioéticas graves, económicas y sociales alrededor de este aspecto; estos em-
briones tienen cuatro destinos posibles:
 ● Destrucción. 
 ● Donación para investigación.
 ● Almacenamiento indefi nido.
 ● Donación para transferencia uterina. 
Por lo tanto es obligatorio analizar todos los posibles destinos de estos embriones humanos. La 
National Bioethics Advisory Commission (NBCA) se expresa así: “Desde nuestro punto de vista, 
el efecto potencial benéfi co, si el embrión es sometido a proceso de investigación, se extralimita 
en la destrucción del embrión”.
La corriente bioética personalista considera que el embrión debe tratarse con respeto, ya 
que es enteramente humano; por lo tanto, tiene los derechos de un ser humano, en particular a 
la vida. En consecuencia, actos en contra de ésta, como los procedimientos en investigación, 
violan su dignidad porque lo instrumentalizan, es decir, es un “objeto” de investigación, por no 
mencionar el “derecho a quitarle la vida a otro ser humano” que es el equivalente a un homicidio 
porque es equiparable a la destrucción por cualquier medio de un embrión humano.
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La European Society for Human Reproduction and Embriology considera que “el embrión pre-
implantado es un humano y merece nuestro respeto como símbolo de una vida humana futura”.
El Health Council of the Netherlands, como aparece en el Acta Holandesa del Embrión, se-
ñala: “Desde que el ser humano se origina y tiene el potencial para desarrollar a un humano, el 
embrión tiene el valor intrínseco de éste, con las bases sufi cientes para merecer nuestro comple-
to respeto”.
El French National Consultative Ethics publicó que “el embrión o el feto tienen el estatus 
potencial de un ser humano, por lo que debemos demandar respeto universal”.
El principal obstáculo para un consenso universal inadmisible para el uso de embriones 
humanos para fi nes de investigación es que se requiere su destrucción en función de ese objeti-
vo, lo cual es moralmente incorrecto porque en diversos consensos internacionales se considera 
que el embrión es un completo ser humano, con el contenido genético de la especie humana; no 
es sólo un tejido, sino una persona humana en la que se realizarían procedimientos en contra de 
su voluntad. Además, no es diferente respecto de cualquier persona de un ser humano ya nacido. 
Para los que no le confi eren “dignidad humana al embrión” es posible preguntarse: si ocu-
rriera un cataclismo y sólo fuera posible salvar embriones de seres humanos o gatos, ¿cuáles 
deberían salvarse? La respuesta es obvia: los embriones humanos, dado que tienen mayor escala 
de conciencia y mayor valor intrínseco, y por lo tanto mayor valor moral dentro de las especies 
que viven en la tierra; nadie puede negar la supremacía de la especie humana.
El presidente del Council of Bioethics de EUA ha declarado: “El embrión es uno de nosotros, 
por lo tanto es miembro de la especie humana, no de la especie de las ranas o de las vacas, por 
lo que merece un estatus moral sufi ciente al de cualquier persona”.
El otro obstáculo para utilizar células de gametos humanas es la posibilidad de incurrir en 
explotación mercantil de ellas, no como objetivo de las TRA en otras parejas infecundas, sino 
para venta de gametos; esto no es adecuado y poco ético, dado que estas células se “cosifi carían” 
como instrumentos de venta y compra, como en cualquier tienda; dado que representan las 
inicios de la vida humana, se degradaría la esencia humana, exclusivamente con fi nes mercanti-
les y utilitaristas.
Otros aspectos bioéticos que atenúan el estatus del embrión humano son las siguientes. 
Cuando una pareja deja sus gametos en bancos para su cuidado, ¿qué pasa si se divorcia o sepa-
ra?, ¿si fallecen los padres o alguno de ellos? ¿quién tendría el derecho para decidir sobre el 
destino de los embriones? Son diversas las respuestas, al igual que las preguntas, que deben 
formularse respecto de la posibilidad de “guardar en bancos gametos humanos”. Por consiguien-
te, una decisión semejante tiene siempre implicaciones éticas en la vida de las personas, al mar-
gen de preguntarse ¿quién debe pagar por el mantenimiento en los bancos de los gametos 
humanos o embriones humanos?
La situación ética se afecta más aún si los gametos o embriones se comercializan; es el equi-
valente de vender vidas humanas, por lo que tendría que aceptarse el regreso de la esclavitud, 
esto es, la venta y compra de seres humanos.
RIESGOS DEL ÚTERO SUBROGADO
El embarazo subrogado se presenta cuando una mujer consiente en embarazarse con su propio 
óvulo pero con el esperma de otra persona distinta de su pareja, aceptando con ello que cederá 
el RN a otra persona al nacimiento.
El útero subrogado también se presenta si una pareja le traslada sus gametos a una mujer 
para concretar un embarazo; dicha mujer entrega también al RN al nacimiento.
Ambas situaciones tienen algunas de las siguientes implicaciones bioéticas.
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Bioética en pediatría (Capítulo 2)16
¿La madre biológica querrá entregar al RN cuando termine el embarazo? Se han presenta-
do casos así, ya que durante el embarazo la mujer no sólo porta dentro de sí a un nuevo ser 
humano, sino que comienza una relación fi lial muy estrecha que le da seguridad y amor al hijo; 
esto amerita analizar las posibles complicaciones psicológicas en estos casos, tanto en las madres 
que “donan” a los hijos que concibieron como en esos niños, que tendrán otros cuidadores en su 
vida. Como en el caso de la TRA, cuando comenzaron sus aplicaciones, se pensaba que no habría 
implicaciones físicas, psicológicas, sociales, jurídicas o éticas; el tiempo ha demostrado que no ha 
sido así.
Las consecuencias bioéticas que ameritan análisis profundo incluyen considerar la “cosifi ca-
ción del útero de una mujer” y de la mujer misma, ya que basta con tener el dinero sufi ciente; 
hay que tomar en cuenta que la dignidad de la mujer a la que se comprarán estos servicios se 
veráafectada, dado que el estado ideal de concebir a un ser humano es natural, con una relación 
entre un hombre y una mujer que se aman y tienen un acto unitivo por amor; en cambio, es 
posible que un embarazo con fi nes mercantilistas y económicos degrade a la persona que con-
trata y a la mujer que lo consiente, por no mencionar ya al nuevo ser humano.
En el aspecto legal existen países en los que un contrato fi rmado entre particulares para 
“rentar un útero de una mujer” no tiene valor jurídico, como en México; por lo tanto, si se pre-
sentan complicaciones en la persona que “renta su útero” no hay ninguna ley que la ampare.
Guzmán y Aparisi indicaron en 2012: “con respecto al hijo, la legalización de la maternidad 
subrogada supone mercantilizar la fi liación, ya que ésta dependerá, en última ins tancia, de una 
transacción económica. Por otro lado, la experiencia ha demostrado que el niño queda en una 
posición muy vulnerable, dado que su situación depende de las cláusulas establecidas en dicho 
contrato, lo cual no asegura, en absoluto, la protección de sus intereses y derechos”.
Desde luego, en países como EUA, la compensación por útero subrogado es de aproxima-
damente 20 000 dólares, en contraste con la India donde el costo es de 4 000 dólares; esto ex-
pone un estado de vulnerabilidad a las mujeres de sufrir riesgos sanitarios. Además, se 
propiciaría la explotación económica porque, en caso de desarrollarse complicaciones como el 
síndrome de hiperestimulación ovárica, ya mencionado con anterioridad o muerte, ¿existiría un 
precio económico que pudiera suplir su salud o su vida? La vida humana es un supravalor que 
merece ser defendido por la misma especie humana, es decir, por todas las personas. 
En la actualidad, todos los clínicos que integran el personal sanitario tienen la obligación 
ética de informar acerca de procedimientos para lograr un embarazo, con técnicas seguras para 
la madre y el niño. Se trata específi camente de los resultados tan exitosos observados después de 
35 años de experiencia, iniciados con el uso de nuevas tecnologías por Thomas Hilgins, con el 
Creighton Model Fertility Care System, y con la adición de la naprotecnología, o la Natural Pro-
creative Technology (NPT), según señalaron Than et al., en 2012 en 108 parejas. Hasta 22% de 
ellas había tenido un intento de embarazo por FIV; en el 47% se logró embarazo de hijo único, 
en el 78% con fetos de más de 2 500 g al nacer y 54% con más de 37 SDG. Estos procedimien-
tos incluyen biomarcadores y procesos muchos menos costosos respecto de las técnicas de TRA 
invasivas. El punto de mayor trascendencia ética es que se concibe en forma natural a esos niños, 
por lo que son opciones mucho más saludables, además que no provocan “producción de em-
briones humanos“ y, dado su éxito, ya se usan en EUA, Canadá, Australia, Inglaterra e Irlanda. Es 
necesario saber que los instructores de estas técnicas deben estar certifi cados y prepararse en 
libros de texto específi cos publicados desde 2004, además del entrenamiento práctico. Para ob-
tener tan buenos resultados, los instructores pertenecen a las siguientes sociedades: Fertility Care 
Centers of America o Fertility Care Centers International, que son organizaciones no lucrativas. Es 
comprensible que todos los médicos, en especial los ginecólogos y los pediatras, se informen de 
estas excelentes opciones, ya que tienen mucho mejor pronóstico para los pacientes que las TRA 
invasivas; se sugiere la lectura de las referencias citadas en la bibliografía.
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CONCLUSIONES
Debe tomarse en cuenta que, sin duda alguna, puede ser un deseo primordial y auténtico el de 
una pareja humana tener descendencia. Sin embargo, no sólo deben considerarse los costos (en 
EUA el valor por un ciclo de FIV es de 9 266 dólares; en promedio, en Canadá y Inglaterra las 
TRA oscilan entre 33 000 y 41 000 libras esterlinas, 24 000 dólares en EUA o 25 000 en Escan-
dinavia, Japón o Australia, son cifras sumamente elevadas para la mayoría de las personas), sino 
el derecho que tienen la mujer y las parejas a saber que sólo el 10 al 20% tendrá un “procedi-
miento exitoso” para el nacimiento de un nuevo ser humano. 
Hoy existe cobertura de algunos gobiernos para TRA; en otros el pago es parcial, como en 
Inglaterra que es del 25%. No obstante, cuando se analizan con profundidad los informes cien-
tífi cos de los efectos adversos en la salud de la madre y el niño, hay que considerar que cada día 
se publican más efectos adversos atribuibles a las TRA, como se ha descrito de forma detallada 
en este capítulo, algo que infortunadamente se omite en los consentimientos informados. Por 
lo tanto es prioritario que las mujeres y las parejas conozcan las posibles complicaciones en su 
salud, para que su decisión se base en información veraz, completa y actualizada; existe la posi-
bilidad de que tras identifi car todos estos riesgos no se actúe en contra de la naturaleza y se de-
cida la adopción de un niño, que podrá ser deseado, amado y respetado, tanto como el niño 
concebido en forma natural. Aun así, en caso de decidir someterse a TRA, debe tenerse el pleno 
conocimiento de todos los riesgos reales obstétricos y perinatales que implica esa decisión.
Engelstein et al., señalaron en 2012 que existen aseguradoras que consideran que las TRA 
deberían ser procedimientos electivos, es decir, no un derecho, ya que la infecundidad es una 
“circunstancia”, no una enfermedad, por lo que no debe ser objeto de cobertura por estos servi-
cios. Una de las causas que se ha debatido por años es la endometriosis como origen de la infe-
cundidad y se ha postulado que ante esta situación sí se la debe considerar como causa de una 
enfermedad, no una “circunstancia”. Sin embargo, existe el confl icto del “derecho a las TRA” 
cuando no hay causa evidente de infecundidad, sino tan sólo la edad; en consecuencia, es nece-
sario preguntarse: ¿tiene derecho a cualquier edad y a cualquier precio una mujer de ser madre? 
Cualesquiera que sean las posturas económicas de las aseguradoras y los gobiernos, ¿se actuaría 
en contra de la propia naturaleza al utilizar las TRA para estas mujeres después de los 40, 50 o 
más años? La respuesta es que se actúa en contra de la naturaleza. En diferentes informes se han 
analizado los “riesgo con bases científi cas” para tener un embarazo complicado o un hijo no sano. 
Uno de ellos es el de Schmidt y colaboradores de 2011, según el cual después de los 30 años se 
incrementan las posibilidades de infecundidad, aborto espontáneo, embarazo ectópico o triso-
mía 21. Más aún, el problema se acentúa al agregar el tiempo para lograr un embarazo en mu-
jeres mayores de 35 años, en particular el riesgo de tener un RN prematuro, todo lo cual se 
complica después de los 40 años.
La comunidad científi ca debe proponer los criterios de exclusión que deben considerar una 
edad máxima de la mujer, dada la evidencia científi ca de los riesgos mencionados, para someter-
se a TRA; además, es preciso enfatizar que la posibilidad de fracaso para concebir un hijo es de 
80 a 90% en cada intento con TRA y que esta falla se incrementa con la edad materna.
La refl exión bioética establece que las TRA extracorpóreas desnaturalizan la sexualidad 
humana y el acto en pareja, dado que se separa tanto el aspecto unitivo como el procreador en 
el acto sexual, toda vez que la transmisión de la vida se lleva a cabo separada y al margen de la 
unión entre dos seres humanos que se donan uno al otro en la unión sexual.
Para valorar la dimensión ética de un comportamiento humano, su bondad o maldad, si 
humaniza o animaliza, deben analizarse dos elementos: el fi n, lo que se quiere conseguir, aquello 
por o para lo que se realiza la acción, y el objeto moral, esto es, lo que se propone y quiere di-
rectamente con

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