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José Luis Padilla Corral
LAS VÍAS SANADORAS 
DE LAS MANOS
en M ed icin a T rad icio n al C hina
IENVENIDOS a este encuentro mágico con Las Vías 
Sanadoras de las Manos. Hoy nos acompaña en es­
ta primera sesión una música muy especial, con todos 
los versos del Tao Te King, recitados en chino. El chi­
no es bello cuando se sabe cantar bien y cuando tiene una orquesta 
adecuada. El primer poema nos recuerda que el hombre tiene que ser 
como el agua, y adaptarse a todas las cosas.
El hecho de que nos acompañe la música del Tao Te King en es­
ta circunstancia, es porque vamos a hablar de algo especialmente 
mágico: el arte de sanar a través de las manos.
¿Qué extraños, misteriosos y mágicos avatares se encuentran en 
las manos, para que, cuando se aproximan a los cuerpos dolidos, re­
sentidos, enfermizos, o a punto de enfermar, puedan calmar sus pe­
sares, sus quejares y sus daños?
Tenemos, indudablemente, que motivar a nuestras manos. Pero 
para ello tenemos que pensar claramente, sentir muy... muy intensa­
mente, y decidirnos de manera inteligente, a mover nuestras manos y 
nuestros dedos para tocar en el sitio preciso -n i más arriba ni más 
abajo-; para tocar en el lado adecuado; para golpetear, si es necesa­
rio; para suavizar, si es preciso...
Se ha perdido la habilidad de tocar los resonadores, los canales de 
energía, etc. Ni siquiera en la propia China se siguen practicando los 
masajes de los canales. No; se va a la masa, al sitio donde duele...
En cualquier caso, es necesario reseñar que, en la actualidad, el 
masaje ha quedado relegado a un arte inferior, un arte menor, de: ‘Tó­
came aquí, que me duele”, “tócame allá, que me voy”, “tócame aquí, 
que me quedo”...
* 1
9
El masaje ha pasado, a lo largo de la historia, como algo que final­
mente es “frotar y tocar donde duele”, sin más. Así, ha perdido toda la 
ritualidad mágica y todo el criterio grandioso que supone ese encuen­
tro del cuerpo con la mano.
Una de las pocas cosas que el hombre sabía y recordaba de sus 
dolores, sus penares y sus quejares, era que podía recurrir a sus ma­
nos para aliviar los síntomas que encontraba en sus semejantes. Sa­
bía que, con las manos, se podía hacer algo más que dar palmas.
Hay que recordar que el Nei Jing lo considera como una terapia 
importante. Es decir: cualquier acupuntor necesita conocer muy bien 
“El Arte Creativo de las Manos” . Si sólo se es experto en la aplicación 
de la aguja o de la moxa, no es suficiente. El saber actuar a través de 
las manos es muy importante.
1 . 4 1 t > e N e i d o t s e t e c
Cuando nos aproximamos al masaje, es como si nos acercáramos 
a la casa de Melquisedec.
Melquisedec fue un mago, un personaje mítico que aparece en el 
Antiguo Testamento -laToráh-, que recibía a una serie de personas... 
y hacía unas magias extrañas...
La acción sanadora a través de las manos tiene tal importancia, 
que debe ser considerada como un a r t e : un arte, sin duda, mágico; 
un arte conocido por la sabiduría de nuestros antepasados -como el 
caso del mago Melquisedec-.
“Un a r te su p e r io r”.
El masaje no es un arte menor. Al revés:
“E l m a s a je es un a r te m ayor”.
Lo que conocemos como “masaje”, nosotros preferimos llamarlo 
“Las Vías Sanadoras de las Manos”.
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No pretendemos sustituir una palabra por otra, puesto que esta­
mos ante dos actividades distintas.
Creemos que la palabra “masaje”, cuando se tiene el sustrato de 
la estructura energética del ser -como es el que nos proporciona la 
Medicina Tradicional China-, se queda corta. Se queda como un ama­
sijo de músculos y tendones. Y creemos que el moverse en torno al 
Soplo Vital del ser humano, es algo más sutil.
Por eso pensamos que “las vías sanadoras de las manos” cons­
tituye la expresión más correcta, en cuanto a que brinda muchas más 
posibilidades a la hora de aliviar al ser.
En el camino que les vamos a ir proponiendo, veremos una serie 
de acciones que posibilitan regular el cuerpo energético del ser hu­
mano, y nos permiten constituirnos en elementos intermediarios úti­
les y válidos para mitigar el dolor, el sufrimiento y el malestar del 
hombre de esta cultura.
Cuando empezamos a aproximarnos a este ser humano perturba­
do, conturbado, dolido, tenemos que seguir una pequeña sistemática, 
que no es rígida, pero sí nos queremos permitir la licencia de expre­
sarles cómo podría ser. Luego, ustedes realizarán las variables que 
crean convenientes.
En ese sentido, es muy importante que, cuando acuda a nosotros 
esa persona, ese ser humano afligido que pide nuestra ayuda, tenga­
mos la curiosidad -al menos- de preguntarle: “¿Qué le ocurre?... ¿Por 
qué cree que le ocurre?”. Hacer una pequeña historia acerca de sus pa­
decimientos. Que no seamos unos simples abordadores de dolores o 
de pesares, sin antes haber escuchado el lamento del corazón.
Quizás ésa sea la vía de salud que el alma tiene hacia el alma, y, 
así, poder sentir:
“¡Escucharte... doliente!
¡Escucharte... sufriente!
¡Escucharte... quejumbroso!
Y, en la medida en que te escucho,
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¡mi corazón está en tu pecho!
Y, en esa medida, puedo entender tu sufrimiento.
Y así, puedo discernir con más facilidad 
cuáles son las vías en las que debo actuar 
para que tu ser quede satisfecho.
¡Sí, te hablo a ti!
A ti, sanador... y a ti, enfermo... 
para que sepas que, a través de las manos, 
el ser ha descubierto que tiene la capacidad de situar 
ese dolor, esa pena, 
en un espacio justo para disfrutar de la existencia.
¡Para ser testimonios vivos de la Creación!”
Después de hacer -al menos- una breve historia, hay que acercar­
se con cuidado, con prudencia, con respeto, a aquella parte que due­
le -si se tratara de un dolor- o a aquella parte del cuerpo que fuera 
su equivalente energético, para calmar esa pena, ese sufrimiento 
afectivo tan propio de nuestra era, y que difícil solución encuentra en 
la Medicina Moderna. A veces, una pequeña escucha o una pequeña 
acción es suficiente para hacer retomar otra vez el impulso.
t m t e i A N P o i a A c c i ó n
Tenemos que reconocer la zona que vamos a tocar; hacernos con 
ella. Es como el que toca una tierra, y trata de ver en qué medida es 
pedregosa, rugosa, suave, dura... Hacernos con ella, para después 
decidir cómo vamos a actuar con nuestras manos.
Es importante que no haya apuro. Tiene que haber un mínimo de 
buena relación, y que la persona esté tranquila. Entonces, se pide un 
poco de silencio.
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El tratamiento puede ser en una camilla o en el suelo -pero con un 
aislante-.
Una vez que tenemos ese proceso preparado, debemos procurar, 
siempre, que el cuerpo que vamos a tocar esté caliente. El calor es 
la expresión característica de un cuerpo vivo.
Tenemos que conservar ese calor, ese Yang, esa expresión de mo­
vimiento. Para ello, la sala, el lugar donde se va a realizar la acción 
sanadora, debe ofrecer un ambiente cálido. Pero eso no es suficien­
te, porque la estancia puede estar caliente, pero el cuerpo se queda 
frío. Hay reacciones de índole desconocida que, a veces, enfrían el 
cuerpo; o éste se enfría, simplemente, por el hecho de estar acosta­
do. Y, si bien es cierto que la ropa estorba, no siempre es fácil para el 
paciente quitársela -por razones morales o por razones convivencia- 
les- Tenemos que procurar tapar ese cuerpo, para que conserve esa 
unidad de vida que es el calor. Una manta o algún otro elemento que 
nos sirva de cobertor, nos pueden resultar suficientes.
Quizás el paciente nos diga que tiene mucho calor. No importa. 
Más vale que sude. El caso es que no pierda energía. Aunque la per­
sona diga: “No; si estoy muy bien, Doctor”, nosotros vamos a mover 
energía; y claro, al mover energía, puede producirse una descompen­
sación de calor. Y el cuerpo debe estar caliente. El del sanador, tam­
bién. Al decir “caliente”, quiero decir que las manos deben tener una 
temperatura más o menos aceptable. O sea, no heladas. Y si están 
frías, pues para eso están los calentadores... el agua caliente... Se 
trata de calentarselas manos previamente.
Otra característica que debemos tener en cuenta -y que no es cos­
tosa- es el detalle de disponer de una estancia amplia, ventilada, sin 
muchos estímulos, para que, precisamente, los sentidos estén relaja­
dos y la persona no tenga más preocupación que el motivo que le ha 
hecho consultar con nosotros.
Una buena música y una iluminación adecuada pueden ser sufi­
cientes. O, a veces, si es posible, el mismo silencio -cuando lo haya, 
¡porque cada vez es más difícil!-.
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A partir de estos elementos básicos podemos empezar a pensar 
en que tenemos una opción de calmar, mejorar, aliviar, curar o sanar, 
el motivo por el cual nos consulta.
Debemos ser respetuosos, en el sentido de que no somos sustitu­
tos de ninguna terapia. No somos tampoco ninguna alternativa. ¡No! 
Somos un servicio; unos servidores útiles.
En consecuencia, debemos evitar cualquier planteamiento del tipo 
de “si debe seguir tomando un determinado medicamento, o si debe 
seguir acudiendo a su ginecólogo o a su urólogo”. Está claro que la 
persona necesita de muchos elementos para sintonizarse en esta so­
ciedad. No es nuestra función servirles de conciencia a los pacientes, 
decidir acerca de lo que tienen o no tienen que hacer. Nosotros pres­
tamos nuestros servicios, y, en esa medida, la persona tiene siempre 
libertad de hacer lo que crea más conveniente.
Por supuesto, tenemos nuestra opinión; y, si nos la piden, la dare­
mos. Pero sin que esa opinión implique: “¡Ah, no! Usted no puede se­
guir tomando esto. ¡Ah, no! Si usted hace esto o aquello...”. ¡No! No 
podemos ni debemos competir. Ni somos ningún sustituto, ni somos 
ninguna alternativa.
Somos servidores de EL ETERNO...
...HACIA EL SER HUMANO.
Y, bajo esa premisa, estamos en condiciones de respetar cualquier 
actitud terapéutica que asuma o que adopte nuestro paciente. Eso sí, 
conviene que ustedes -sanadores, terapeutas... o como quieran lla­
marse-, estén bien preparados, para que sepan en cada momento en 
qué medida es compatible, esa vía sanadora de las manos, con la 
afección que se les presenta; y que sepan, además, qué tipo de efec­
to producen los tratamientos modernos, sobre la estructura del ser. 
Así podrán determinar si hay que fortalecer, drenar, mover, cambiar o 
mutar, el Soplo de ese órgano o de esa entraña. No es tarea fácil, sin 
duda. Pero si ustedes tienen en cuenta -además de una preparación 
continuada permanentemente- una actitud de intermediario útil, ser­
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vidor, paciente y comprensivo, estarán en la vía de ser colaboradores 
eficaces en la recuperación del a r t e de vivir, en este hombre que 
busca, desesperadamente, sentirse vivo.
Estamos seguros de que sabrán incorporar a este tratamiento las 
variables que ustedes consideren oportunas. Estos no son capítulos 
cerrados; son capítulos abiertos. Son sugerencias creativas para ayu­
dar al ser humano. Bienvenidas sean cualquier tipo de variaciones 
que quieran incorporar. Eso sí: fundaméntenlas. Nosotros les dare­
mos un fundamento; les daremos una directriz, una referencia... A 
partir de ella, introduzcan variables, o incluso introduzcan nuevas re­
ferencias. Pero no actúen carentes de intención, de motivación o de 
certeza - “certeza”, en cuanto a saber por qué toman una determina­
da decisión-.
Bienvenidos todos a lo que se ha dado en llamar “masaje”, y que 
para nosotros es: Las Vías S an ad o ras de la s Manos.
Siempre a la disposición de ustedes, 
con el permiso previo del Cielo.
15
La
T e Z A P t A
pei
Cernito
AY que saber que en el Nei Jing-So Wen, cuando el 
médico de la corte, Qi Bo, describe las terapias al 
Emperador Amarillo, especifica que hay diferentes 
formas de abordar una enfermedad.
En “el país del C entro”, lo más propio para abordar la enferm edad 
es el masaje.
En “los países del S ur”, la acupuntura.
En “los países del N orte”, la moxibustión.
En “los países del Este”, las técnicas de Qi Gong.
Y en “los países del O este”, las plantas medicinales.
Según el Nei Jing-So Wen, el arte de sanar a través de las ma­
nos se corresponde con la terapia del Centro. Por ello se considera 
un “arte superior” o un “arte mayor”, ya que de la terapia del Centro 
es de donde derivan el resto de las terapias.
En cada acción contemplamos la forma, la no-forma, la intención, 
etc., sintonizando al enfermo con todas sus realidades.
Y, lo que es más importante, “China”, en chino, se dice “ZHONG 
KUO”.
ZHONG KUO significa “El país del Centro”.
El Centro tiene una función preponderante en cualquier tipo 
de terapia. Por tanto, si tuviéramos que elegir una terapia que recoja 
al resto de las terapias, elegiríamos el arte de sanar a través de las 
manos.
Es muy importante quitarse los prejuicios de que punturar o moxar 
es mejor. No. Si voy a hacer un masaje, es lo mejor. Tengo que saber 
hacerlo bien y confiar plenamente; porque, bien hecho, su efecto
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será el que tenga que producirse. Puede ser que, dependiendo de la 
afección, haya que trabajar con más frecuencia que si se hace acupun­
tura o moxibustión. Puede ser que sí, o puede ser que no. Depende.
Eso sí, lleva más trabajo físico, y una actitud más comprometida a 
través de las manos -más que otras terapias-; porque en la acupun­
tura, apenas tocas con el dedo el punto, y pones la aguja.
Como terapia del Centro -Zhong-, va a posibilitar recoger todo el 
significado del ideograma ZHONG. Y representa:
“La materia” es el cuadrado, que significa “ b o c a ” -constituido por 
los tres primeros trazos-. Y el trazo que lo atraviesa es el Soplo que 
le da la vida.
“La encarnación 
de la animosidad 
de la materia”.
Está formado por cuatro trazos:
La Boca
u
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En ese sentido, el Centro vuelve a ser un lugar muy especial. Y de 
hecho, hay resonadores “Centro” que constituyen una terapia en sí 
mismos.
En definitiva, las vías sanadoras de las manos están especial­
mente indicadas para centrar a la persona. Es la acción que mejor re­
coge y centraliza todo.
Si después, alguien sabe punturar y quiere poner el punto Zulínqí 
-o cualquier otro punto indicado para el paciente en concreto-, me 
parece muy bien, si sabe manejarlo. Pero las manos están más a 
nuestro alcance -en cuanto a que todos las pueden utilizar- y com­
prometen más. La aguja, quiérase o no, es “introducir” algo. En reali­
dad, lo que hacemos con la aguja es simplemente capturar el Qi, pero 
en definitiva, “profanamos” -entre comillas- un poco la estructura. 
Con las manos, tocamos. Ése es otro elemento importante: hay un 
contacto, más o menos intenso, del sanador con la persona.
los tote*ostsreHAs
Vamos a trabajar con los pies, que tienen cinco dedos “normalmen­
te” -a veces tienen menos o a veces tienen más-.
Tanto el pie como la mano, como los ojos, como la nariz, como la 
boca, como las orejas, son “microsistemas”.
Es decir, que en ellos está contenido todo el cuerpo. Todo el cuer­
po está en la oreja, todo el cuerpo está en el ojo, todo el cuerpo está 
en la nariz...
Todos los Canales están en la nariz, y todos están en los labios. Se 
puede trabajar en ellos también.
Todo el cuerpo está en la mano y todo el cuerpo está en el pie.
Y, por supuesto, todo el cuerpo está en la espalda: en todas las vías 
de la Vejiga y en toda la columna vertebral. La espalda, en general, es
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representante de un microsistema especial donde podemos acceder 
a regular, por ejemplo, el psiquismo.
No estamos hablando de “reflexoterapia”; simplemente, de proyec­
ción energética.
P f £
Ahora estamos en el pie. ¿Por qué en el pie?
El pie es el que va a contar nuestras historias, nuestras andanzas. 
Tus pies nos dirán cuáles son tus fracasos, cuáles son tus éxitos, có­
mo dormiste ayer, cómo te irá la vida mañana... Porque en los pies 
llevamos la huella de lo que vamos haciendo en la vida. Entonces, 
claro, cuando llegamos a un pie -sea cual sea-, primero, lo vemos: 
“¡Ah, hola!... ¡Un pie!”
V i s a t m z t c i é N
Vemos si hay cicatrices, cómo son los dedos, si hay deformidades 
de un dedo que trastornenal resto, si los pies están descompensa­
dos... Observamos si hay inicios de artrosis, si hay dolores... ¡Todos 
los detalles son importantes!
Debemos poner atención en si el estado en el que están los pies 
se corresponde con la edad del paciente. Pueden estar muy maltrata­
dos por alguna enfermedad, por alguna mala posición, por algún ac­
cidente.
Observamos si hay una concavidad buena en la zona del puente. 
Vemos si hay hinchazón o no. Si podemos ver el tendón de Aquiles, 
los maléolos, los huesos, no hay hinchazón.
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La visualización nos dice “cónno pisa” el paciente. Por tanto, lo pri­
mero, visualización; y luego, empezamos a tocar.
Si tiene callos o durezas es porque pisa mal. Determinadas zonas 
del pie se vuelven duras, porque el punto de apoyo es muy dispar -y 
todo debería ser como un acolchamiento uniforme-. Claro, de vez en 
cuando dolerán los pies. Quizás ahora no tenga problemas articula­
res, pero si no se Reparan, sí los va a padecer. Si hay callosidades, 
por mucho que se limen y se quiten, mientras no se arregle el posible 
problema en los dedos -por ejemplo-, seguirán formándose. Las du­
rezas tienen que producirse para defenderse de la mala pisada. Si un 
pie está descompensado, el otro no puede estar bien. Si un pie está 
descompensado, el otro tiende a descompensarse de una forma muy 
parecida.
Cada dedo debe tener su sitio de apoyo. Los unos no deben inva­
dir a los otros. Si es así, se producen callosidades. Luego, ya pregun­
taremos: “Oye, ¿esto es algo congènito? ¿Tu papá o tu mamá lo han 
tenido?”. O: “¿Te has caído? ¿Has sufrido alguna caída?”. Pero, lo pri­
mero, es ver el estado de conservación general de los pies y la dispo­
sición de sus dedos. Cualquier alteración en los pies puede causar 
angustia, sordera... ¡De todo! Y dices: “¡Ah! Por tus pies ya te conoz­
co. Conozco por dónde vas”.
Primero: visualización.
Segundo: una vez hecha la inspección, hay que acostumbrarse a 
ver qué tipo de pie tenemos. Tengo que identificarlo; codificar el pie 
en mis manos.
t » e N T 9F t € * C f Ó N * + + TOCAS
Una vez que hemos visto el pie, enseguida hay que familiarizarse 
con la zona en la que vamos a hacer el masaje. Las manos del sana­
dor tienen que familiarizarse: tocar.
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Primero tocar para ver con qué clase de pie nos encontramos: si es 
grande, si es pequeño, si tiene asperezas, si tiene futuros reumatis­
mos, si hay edemas o no hay edemas -es decir, si hay líquido acumu­
lado o no-. Así, también nos daremos cuenta de qué tipo de cuidado 
mantiene la persona con su cuerpo.
Habitualmente, en Occidente, se descuidan mucho los pies -se lle­
van con durezas, porque es una parte oculta-. En China, en cambio, 
se le daba y se le da mucha importancia a los pies. Aunque sea una 
parte del cuerpo oculta, tiene que ir cuidada. Las uñas, aparte del ob­
jeto ecológicamente decorativo, tienen que estar limpias.
Tomamos el pie del paciente. Lo vamos tocando.Tocamos... Nos fa­
miliarizamos con la forma. Y, enseguida, vemos lo siguiente que nos 
llama la atención: el pie es, desde el punto de vista articular, muy 
complicado, muy complejo.
l a s A e t t e u i A c t o n e e
En el pie se dan cita articulaciones de diversos tipos y tamaños. Te­
nemos el tobillo -una articulación muy compleja-, el tarso, el metatar- 
so, y las falanges. Necesita estar muy bien articulado para poder, no 
solamente pisar bien, sino llevarnos hasta donde tengamos que ir.
Las articulaciones son los lugares donde se representa la 
unión del hombre con la Creación. En definitiva, la articulación es 
la forma que tiene, el cuerpo, de representar cómo estamos uni­
dos al Universo. Eso es una articulación: una forma de mostrarnos 
que estamos permanentemente “articulados” con la Creación. Pe­
ro no de forma directa; estamos en contacto a través de intermediarios: 
músculos, tendones, sinovias, cápsulas, etc. Así nos articulamos. Y, gra­
cias a ellos, nos podemos mover con una cierta facilidad.
La articulación representa la unión del ser humano con la Crea­
ción, y su relación con ella. C ada articulación e s , en sí m ism a , un
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lugar de encuentro con el U n iver so . Eso es una articulación: el lu­
gar donde me encuentro “con”...
Cuando ese encuentro no es bueno por alguna razón, es señal de 
que, probablemente, no haya una conexión adecuada. Esto no es al­
go bueno o malo en sí mismo, sólo quiere decir que ahí está ocurrien­
do algo. Una articulación es una estructura delicadísima; ¡pero que 
muy delicada! Cualquier pequeña variación que haya -de líquido, de 
presión, de temperatura, de dilatación-, enseguida, ¡PUM!, da un sín­
toma, Y ya: “¡Ay! Me duele el dedito”... “¡Ay! Tengo no sé qué”... Una 
pequeña fisura que apenas se ve, ya te amarga la vida. Y dices: “¡Pe­
ro bueno! Parece una cosa terrible...”. Pero, a la vez, como tiene tan­
ta flexibilidad, tanto pleomorfismo, resiste una cantidad de variables 
enorme.
Una articulación es muy fuerte, pero a la vez también muy frágil. 
Resulta curioso. Es como el diamante: es muy fuerte -lo usamos pa­
ra cortar cualquier cosa- pero es muy frágil. “¡TAN!”... Le das, y te 
cargaste el diamante. “¡No puede ser! ¡Te has cargado un diamante 
de catorce quilates!”. Bueno, a la articulación le pasa un poco lo mis­
mo, pero tiene tanta capacidad de movimiento, que se adapta.
Por tanto, las articulaciones son lugares que nos permiten el 
movimiento. Sin ellas no podríamos movernos. Significan esa forma 
de articular, de comunicar, de comunicarme con la Creación. Me comu­
nico con ella de una forma o de otra, y eso me permite moverme.
Como ya habrán observado, los huesos, en las articulaciones, nun­
ca se juntan. Los huesos están separados entre sí, y sólo se mantie­
nen unidos -por así decirlo- por las fascias, las aponeurosis, los 
músculos, los tendones... Pero no se juntan. Cuando se juntan y se 
tocan -como sucede en las artrosis-, pueden doler y producir una se­
rie de problemas.
Lo importante es que todo ser articulado está desarrollando 
una capacidad de comunicación con “algo”. Y, de hecho, si un 
hueso se articula con otro es para comunicar una capacidad de mo­
vimiento.
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Igual que pasa en el carpo -ese montón de huesecillos de la ma­
no-, hay otro montón de huesecillos en el tarso del pie, que comuni­
can el tobillo con los metatarsianos -que a su vez se comunican con 
los dedos-, y que van a permitir la articulación y el andar del sujeto. 
Si no tuviéramos estas articulaciones, andaríamos muy mal. Bueno, 
en realidad no podríamos andar.
Es decir, si sólo tuviéramos rodilla y cadera, no podríamos andar, 
porque arrastraríamos toda la pierna y, finalmente, acabaríamos con el 
pie. Pero, gracias a que tenemos esta articulación, podemos caminar.
Ahora veamos cómo está la articulación. En principio, salvo que el 
paciente nos lo diga, suponemos que no tiene problemas articulares.
Lo primero que vamos a hacer, siempre que estemos en una zona 
de “masaje articular”, es mover o desbloquear las articulaciones im­
plicadas. Así, los movimientos naturales que hace la articulación, 
los hacemos nosotros para desbloquear. El pie del paciente de­
be estar relajado.
Primero, tomamos el pie y lo estiramos (agarrando los pies por 
los tobillos, estiramos suave pero intensamente hacia nosotros; los 
dos pies al mismo tiempo). ¿Por qué lo estiramos? Muy fácil: porque 
eso nos permite, a la vez que trabajamos en el pie -en su articula­
ción-, estirar la articulación de la rodilla y estirar la articulación de 
la cadera. Eso es gratificante para cualquier persona, porque la es­
tiramos. Y como siempre vamos un poco contraídos, hay que buscar 
una relajación.
Luego, vamos a los maléolos: articulación de tibia y peroné con el 
pie. Forzamos un poquito la articulación, y exploramos de paso cómo 
están las otras articulaciones. Obviamente, ejercemos la fuerza que 
podamos aplicar a cada persona. Siempre hay que forzar un poquitín, 
pero con cuidado. Hacemos hiperflexión e hiperextensión del tobillo; 
luego, movimientos hacia los lados;y finalmente, giros.
A continuación, pasamos a la articulación de los dedos con el 
metatarso. Estiramos los dedos. Casi siempre suenan, porque uno va
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andando y, sin querer, los dedos se van agarrotando; están bloquea­
dos. Estiramos y descontracturamos cada dedo. El pie se queda sua­
ve y, entonces, la energía circula.
Esos sonidos -el crujir de huesos- son contracciones y retraccio­
nes de energía que está bloqueada ahí, y tiene al músculo y al ten­
dón sujetos.
A lo largo del día vamos pisando, pisando... y, en la medida en que 
no estamos suficientemente relajados, se van creando nudos de 
energía en los lugares donde a ésta le cuesta más trabajo circular. Se 
generan pequeños estancamientos, ya que cualquier estímulo -exter­
no o interno- nos hace adoptar una actitud articular: contrayendo el 
pie, o la mano, o la espalda -por ejemplo, que es lo más frecuente-.
Al masajear la columna, suena todo aquello como “las campanas 
de Bell”. ¿Por qué? Porque se han ido acumulando ahí posiciones ca- 
racterológicas, posiciones ante el estímulo externo..., y se han ido 
acomodando en distintos lugares. A veces, son pequeñas y no due­
len; otras veces son grandes y duelen; y otras, son pequeñas y no 
duelen espontáneamente, pero duelen al tocar.
Es importante ver que, en definitiva, la energía tiene unos caminos 
establecidos, pero en las articulaciones es donde se suele bloquear y 
estancar. Por eso, para facilitar el movimiento de la energía, es ne­
cesaria esa maniobra de descontracturación.
A e r e o s i e , < /w e s r t i o »e v i p a
Si nos fijamos, la artrosis -el gran problema articular de nuestra 
cultura- se da específicamente en los países desarrollados. Las per­
sonas que viven en ellos son las que -teóricamente- más y mejor co­
men, las que mejor beben, las que mejor duermen. Pero, claro, son 
también las que más estrés tienen.
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¿Qué sucede? Pues que en esas personas se producen numero­
sas contracturas ¡nterarticulares, que reducen cada vez más los es­
pacios interóseos y aproximan las carillas óseas, y entonces, los 
huesos rozan.
En cambio, en los países -o civilizaciones o culturas- que no tie­
nen este desarrollo, la incidencia de artrosis desciende enorme­
mente. Esto indica que, en la generación de la artrosis, tiene mucho 
que ver el estilo de vida. Un estilo de vida con estrés, con tensión, 
crea micro-fuerzas de contracción que aproximan las carillas arti­
culares, provocan su roce y, por tanto, favorecen el desarrollo de la 
artrosis.
Todavía hoy, encontramos muchas personas mayores que no tie­
nen artrosis. En cambio, entre las personas de cuarenta y tantos 
años, cincuenta, sesenta incluso -el grueso de una consulta-, predo­
minan las artropatías. Entre los de más edad, no. Hoy, los mayores 
enferman de Alzheimer. Curiosamente, hoy, en ese grupo de edad, ha 
aumentado la incidencia de las perturbaciones mentales en propor­
ción a la incidencia de artropatías.
Se puede ver claramente cómo, personas relativamente longevas, 
conservan las articulaciones en buen estado. Y cuando vemos las ra­
diografías, no podemos explicarnos cómo están tan bien. En cambio, 
tal vez veamos una placa de un joven de treinta años, y encontremos 
en ella unos picos de loro... una ligera osteoporosis... Claro, influye 
-por supuesto- también, la alimentación. Antes se comía poco -más 
bien escasamente-, y lo que hubiese.
Por tanto: “Coma menos, por lo que pueda ocurrir
LA M f M e e M cenedKAi peí Pte
¡Lo que tiene que soportar el pie en una persona que viva ochenta 
años! ¡Lo que ha tenido que andar en su vida! ¡Qué horror! ¡La cantidad
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de gravedad que han tenido que soportar esos pies! ¡La cantidad de 
cabreos que llevan esos pies!
¡Si hablaran los pies!... -¡qué las piedras!, ¡los pies!-. ¡A lo que han 
sido sometidos!... ¡A lo que han sido relegados!... ¡Lo poco que se les 
ha capacitado a los deditos, a los que siempre se les ha considerado 
torpes!... ¡Con lo mucho que saben!
En los pies está toda la experiencia de muchos vinos, de muchas 
tascas, de muchos aperitivos... Porque a los sitios se suele ir andando.
Los pies tienen toda una memoria histórica que, desgraciadamen­
te, se usa muy poqo. Es la memoria cerebral del pie.
En los pies aflora la energía que sustenta la actividad del cerebro, 
que se corresponde con el reino mutante del agua. Por eso, el ma­
saje de los pies nos permite despertar la actividad cerebral.
¿Ustedes creían que el cerebro sólo estaba en la cabeza?...
«El movimiento de energía remueve las aguas tranquilas y pesa­
das de la siniestralidad del sueño, y... al moverlas... “¡Uy! ¿Qué ha pa­
sado? ¡Qué despierto estoy!”»
En el pie se acumula siempre alguna memoria de por dónde y có­
mo ha transcurrido tu vida: si ha sido dura o no... ajetreada o no... fá­
cil o difícil... Cuando vas tocando las durezas, dices: “¡Mira! Una 
dureza, otra dureza, otra dureza... ¿Y esto? ¿ Y esto por qué?”. Y así, 
puedes ir viendo cómo se ha escrito toda una historia de ti mismo en 
el pie.
En los pies hay un cerebro. Los pies son un cerebro: “el cerebro 
andante”.
El pie es una entidad enrollada, que se desenrolla para cumplir la 
bipedestación. Cuando el ser humano se pone recto, ya tiene que an­
dar. Y ahí empiezan los problemas. Es decir que, todo lo que vaya a 
ocurrir allá abajo, queda almacenado como en un cerebro que propor­
ciona información al cerebro de arriba. El cerebro de arriba también 
almacena a su vez la información, y envía descargas de estímulos pa­
ra andar de una determinada forma.
29
Si modificamos la forma de caminar, también modificamos la infor­
mación que llega a nuestro cerebro. Si modificamos la forma de aba­
jo, “el cerebro de abajo”, puesto que ahí está la “ Fuente Emergente 
del Agua” de donde va a desarrollarse el cerebro, vamos a mandar 
informaciones o microinformaciones muy precisas al “cerebro de arri­
ba”, para que se modifique “el estar” de allí abajo.
Por eso los pies suelen estar tan desmejorados: porque, habitual­
mente, los pies van por un lado y la mente va por otro.
p b c a p a P t e
No hay que confiar nunca en que un pie sea igual que el otro. No. 
Cada pie es diferente. Es decir, que puedo tener la sensación de sa­
ber cómo está un pie, pero, al observar el otro, lo normal es descubrir 
que es distinto.
En este caso está peor (se refiere al alumno sobre el que se está 
realizando la práctica): tiene más asperezas... más durezas... se ve 
que se inclina mucho hacia la izquierda, porque pisa más con ese la­
do... Es decir, se nota que el pie izquierdo está mucho más cargado. 
Es otro pie completamente distinto al anterior, aunque pertenece a la 
misma persona. Es un pie más grande, ha sufrido más, tiene más res­
ponsabilidad... Se carga mucho más hacia el lado izquierdo. Eso nos 
indicaría, si fuera una mujer, que es lábil: “lábil vegetativa-emocional”.
En principio, lo que vas descubriendo te lo callas, guardándolo pa­
ra ti. Luego, ya en la intimidad, le puedes decir al paciente:
-Tú, ¿qué pasa? Que te afectan mucho las cosas, ¿verdad?
-¡Ah!, sí, sí...
-Pues bueno... Tienes que procurar cargarte un poquito más hacia 
la derecha, a la hora de andar... Hay que rectificar las andaduras... 
Tienes que cuidarte más.
30
Entonces, cuando acuda a la siguiente sesión, vamos a trabajar 
mucho más ese pie que el otro. Si, por el contrario, se cargara más en 
el lado derecho, diríamos:
-Mucho carácter, ¿eh? Mandando mucho, ¿no? En casa manda 
usted, ¿verdad?
-¡De toda la vida!, Doctor.
Los pies nos dicen muchas cosas de la persona.
i t c e t r e s i
Si ustedes están convencidos de lo que están haciendo, no nece­
sitan ningún bálsamo entre las manos y la piel. En realidad, no hacen 
falta. Ahora bien, a veces ocurre que el paciente dice: “Me resultan ás­
peras las manos del doctor. Me resultan duras”. O a veces se desli­
zan mal. Entonces, el terapeuta va preparado: saca su pomadita, 
echa su cosita, su “polvo mágico”...
Las cremas y los aceites están bien, pero ustedes tienen que pen­
sar que,la propia secreción de las manos del sanador, y la propia se­
creción de la piel de la persona, son suficientes para un deslizamiento 
adecuado.
A veces, si la piel está muy seca, sí pueden usarse algunas cremas 
o aceites para masaje.
31
Ç e P A H A Z
EPARAR. La primera acción sanadora es R epa­
r a r . Y lo hacemos a través de G ong S u n : “La 
Ofrenda Universal”, 4B.
El cuerpo desarreglado se puede arreglar.
¿Dónde? En G ong S u n . Haciendo del hombre... una “Ofrenda Uni­
versal”.
¿Cómo? Convirtiendo el gusano retorcido -del que sólo se saca 
seda-, en un gusano capaz de transformarse en crisálida.
G ong S un
Porque su ideograma habla de gusanos. ¡De gusanos!
El hombre, en realidad, tiene dos posibilidades: ser un gusano que 
transita por la tierra, y mantenerse como un gusano - “Gusano eres y 
en gusano te has de convertir”-..., o bien, vivir primero como gusano, 
y llegar a darse cuenta de que puede ser una crisálida.
Antes de que te saquen el jugo y te conviertan en un hilo de seda 
para sustentar cualquier jersey, más vale convertirte en crisálida e ir­
te a Saturno, o a Júpiter, o a Venus, o a Neptuno, o a Urano, o a Plu- 
tón, o a Transplutón.
Ésa es la vida del ser: eres un gusano. ¡Un asqueroso gusano! ¡Pe­
ro!... ¡pero!, puedes hacer tu ovillo. Que no significa comprarse un 
apartamento en Nueva York, no. No significa eso.
“Hacerte tu ovillo” es hacer, de ti, un instrumento de Creación, 
y desarrollar una capacitación suficiente para tener un ideal 
muy claro.
35
Mientras tanto, ¡te quedas quieto!... y meditas y meditas y medi­
tas... y te conviertes en “todo un proyecto”: LA ETAPA DE CRISÁ­
LIDA.
¿Y después...? ¡Ay, después! Después, te proteges bien con el 
halo azul de lo inmaterial, para que no lleguen y te metan en agua 
hirviendo, y de ahí saquen el hilo de seda.
¡Porque así sale la seda de los gusanos! Es decir, hay que sacrifi­
carlos en época de crisálida. Y siempre puede llegar alguien que te 
sacrifique. ¿Cómo que no?... El bienestar, el placer, la venta, la com­
pra, el confort, el consumo, ¿qué son, en definitiva? Hay tantas for­
mas de venderse y convertirse en hilo de seda, que finalmente la 
crisálida desaparece.
Pero, si andas protegido y lo tienes muy claro, llegará un mo­
mento en que el ovillo se abra, y ya hayan crecido las alas de la 
mariposa. Y entonces, aparezca el inmortal.
Eso es lo que encierra, en realidad, G ong S u n , Ofrenda Universal, 
4B: la posibilidad que tiene el ser humano de convertirse en gusano 
y nutrir los cementerios -y acabar con toda la madera de las pompas 
fúnebres-, o volar por ahí como los inmortales.
Los inmortales no se suelen ver mucho porque son muy tímidos. 
Pero, en cualquier caso, ustedes tengan en cuenta que, en G ong S u n , 
van a encontrar un resonador que representa toda esa posibilidad.
¡Acuérdense de los gusanos! Cuando les duela algo, piensen que 
se pueden convertir en gusanos en cualquier momento.
Potencialmente somos gusanos. Y potencialmente somos ma­
riposas. Y todo el mundo sabe, en su actividad personal diaria, cuán­
do se está comportando como un gusano, cuándo tiene a su lado un 
gusano, o cuándo tiene a su lado a una mariposa -una “butterfly”-, o 
cuándo está al lado de un crisálido o de una crisálida.
Acuérdense de los gusanos de seda, para que no lleven una vida 
mortal de “gusanos corruptos” que conviertan a los demás gusanos 
en malévolos.
36
El gusano de moda para los que se dedican a la genética es el 
“Vermix Elegantis”. Investigan el “Elegantis” - “elegante’, de elegan­
te-, y está ciertamente de moda, pero es un gusano de verdad. Quie­
ro decir que, los gusanos humanos, no son nada elegantes.
Aclarado este punto, ustedes ya saben que, cada vez que vayan a 
G ong S u n , dicen:
Gusano puedo ser, 
pero en gusano no me he de convertir.
Mi vida será un camino hacia una crisálida, 
en la cual viviré plácidamente 
para recoger los Misterios Celestes.
Cuando los haya capturado, 
desarrollaré mis alas.
Mientras tanto, 
cuidaré de que ningún ser intempestivo 
altere mi paz.
Porque no soy de consumo.
No soy consumible 
y no me voy a consumir.
Y no permitiré 
que nadie me venda ni me compre.
Y, en esa medida, cuando llegue la primavera, 
abriré el cascarón de mi cuerpo y despegaré mis alas...
Y volaré por los campos...
Q ué bonito, ¿verdad? Es que la vida está hecha de cosas bonitas, 
y lo que sucede es que el hombre se em peña en hacerlas feas. Si nos 
acordam os de las cosas bonitas, entonces nos acordarem os siem pre 
de G ong S u n .
37
Si no creamos imágenes -que son las que crean los ideogramas: 
las ideas llevadas a la grafía- es muy difícil acordarse de cuál es la 
verdadera utilidad de ese resonador.
G ong Sun va a permitir, como resonador de apertura de “El Mar 
de Todos los Canales”-C h o n g M a i-, que toda la actividad energética 
del sujeto se dinamice. Es un resonador que, como decíamos, sirve 
para reparar.
¿Qué es lo que está perturbado? Yo no sé qué es, pero algo no va 
bien. Podemos arreglarlo.
De hecho, cuando se arregla, uno se siente mucho mejor. ¡Pero 
muchísimo mejor! En ese sentido, es muy importante que ustedes 
pierdan el concepto de que el masaje es un “arte menor”, y ganen 
en la idea de que es un “arte superior”; tan superior como cual­
quier otro arte. Es más, incluye la delicadeza creativa de las ma­
nos -cosa que no incluyen otras terapias-. Y esas manos no tienen 
que ser suaves, ni gruesas, ni anchas, ni estrechas; tienen que ser, 
simplemente, creativas; moverse de forma creativa. Porque si se 
mueven bien, crean. Si se mueven torpemente, es porque no hay 
ideas; porque no saben cómo se mueve un gusano. Si sabes cómo 
se mueve un gusano, actúas... y todo va bien. Si no sabes nada de 
gusanos, te conviertes en un reptil. Porque ése es otro destino fatal: 
que el gusano, luego, se convierta en reptil. ¡Pero reptiles de esos 
feos, malos! ¡Nada de cocodrilos ni serpientes, no! Ésos son repti­
les dignos.
Entonces, queda muy claro el papel fundamental de la mano. Que­
da muy claro lo del arte superior. Y queda muy claro que vamos a La 
Ofrenda Universal. Entonces, G ong S un valdría para arreglar cual­
quier entuerto.
¿Cómo actuar en G ong S un?
Se abordará dicho resonador con la presión del pulgar. A la vez, el 
resto de la mano va a actuar en giros descendentes sobre las Vías de
38
Luz de naturaleza Yang que descienden por el dorso del pie -Estóma­
go, Vesícula Biliar y Vejiga-.
Es decir, la palma de la mano cae sobre el dorso del pie, por don­
de descienden los canales Yang, mientras el pulgar va a G ong S u n .
Al mismo tiempo que presionamos con intensidad y profundidad en 
Gong Sun, el resto de la mano hace giros suaves en el sentido de las 
agujas del reloj. Así, toda la mano se mueve en sincronía.
G ong S un está justo a mitad de camino entre la articulación del de­
do gordo con el metatarso, y la articulación del metatarso con los hue­
sos propios del pie, ligeramente por debajo del reborde óseo, y justo 
en la línea de demarcación que hay entre la parte plantar y la parte 
lateral interna del pie -donde la piel cambia de color-.
El movimiento de las manos se realiza simultáneamente sobre los 
dos pies. Es muy completo, porque al mismo tiempo que presionamos 
sobre el resonador G ong S un con el pulgar, el resto de los dedos ha­
ce un ligero movimiento de roce sobre el dorso del pie, estimulando
39
los canales Yang. La presión se realiza de tal manera que se produz­
ca una incidencia fuerte, la cual se va a desplazar luego hacia “La 
Fuente Floreciente de la Tiene?, el 1R. Es decir, de G ong S un iremos 
a Yong Q uan. Volvemos a buscar G ong S u n , presionamos, y vamos 
hacia Yong Q uan , donde también hacemos presión con el pulgar. Lo 
repetiremos varias veces -tres o cinco; las que el sanador considere 
o sienta que ha de realizar-.
¿Por qué G ong S un conlleva la reparación?
G ong S un es el resonador de “comunicación con lo Celeste” o 
resonador “de apertura” del Canal ExtraordinarioC hong M ai - “El 
Mar de todos los Canales?’- , donde se promueve el centro y, en
40
consecuencia, a donde va a llegar toda la información del organismo 
y desde donde van a salir los impulsos y las órdenes para r e p a r a r .
La reparación es un proceso que tiene todo organismo vivien­
te para poder perseverar en sus funciones. G ong S un repara cual­
quier daño, cualquier perturbación. Con esa intención, se irá 
manejando G ong S un con precisión y con firmeza.
Una forma intencionada y culminante de “hacer”, es la de “Ofre- 
cer-Ofrendar” al Cielo todo el trabajo que se ha hecho, recogiendo el 
sentido alkímico trascendente de este resonador: Ofrenda Universal.
41
L a í p £ n t í f í c a c 4 ó n
Pe(to%h c i ú d t (a f o r n i *
MePt TACI ÓN
Sitúense en una posición de quietud y guarden silencio.
Dispónganse con las manos abiertas, de tal manera que la derecha 
esté encima de la izquierda, y junten los extremos de ambos pulgares.
Respiren despacio, y tomen como referencia “La Fusión con el So­
plef, “La Puerta del Palacio de las Emociones”.
Y meditemos en torno al:
S t N O , S t C H O , s i y NO
El SINO, como tal, representa una expresión popular que alude de 
alguna manera a lo que le ha tocado, así, por sorteo -sic-, vivir a ca­
da uno de los seres humanos. “Es tu sino”.
El SIGNO se refiere más bien a aquella actitud con la que lleva ca­
da cual su sino.
Y el SÍ, o el NO, es el pequeño margen de... ¿confianza?
¿Confianza? ¿Y por qué hay que confiar? ¿En quién? ¿Por cuán­
to tiempo?...
¡Bueno!... Volvamos al principio...
SiNO:
Con esta expresión nos referimos, en cualquier caso, a que parece 
existir un cierto “predestinatio ocurrentis de Deu” (una predestinación
45
r
ocurrente, por parte de Dios) en torno a cada individuo, que el ser hu­
mano luego interpreta como “el azar genético de las hebras beatifi­
cantes del genoma”. Bien, continuemos.
¿Y el SiGNO?
El “signo” es como la firma de cada uno, aparte ya de los signos 
celestes, terrestres, humanos, infrahumanos, suprahumanos, extra- 
humanos, extraterrestres... Cada uno se los puede apropiar según le 
convenga.
¿Que eres Piscis y estás pasando por la Casa IV, y la Luna se ha­
lla en la posición que no tiene que estar porque el Sol está fijo y en­
tonces nada...? Pues ya sabes: “Tendrás fortuna en amores y todo te 
irá bien. Y el martes será un día excelente”.
En cambio, los Escorpiones no van a poder picar a nadie. No. Lo 
tienen muy feo... Los Leos se van a poder exhibir como les gusta, así, 
“pavonosamente”, y van a rugir por todo lo alto. Y las Cabras, como 
de costumbre, van a tirar al monte. Los Aries... ¡Ah, los Aries!... No es 
su día hoy, no. No es su día, porque la Casa XIV no se ha puesto de 
acuerdo con la Casa IV, y entonces ahí va a pasar algo. Por ejemplo, 
se les va a perder un vestido o un compact disc, que es de ésos que 
vas a abrir y crees que dentro estará el disco, pero no: está sólo la 
carcasa. Ésa y otras calamidades parecidas les pueden ocurrir hoy a 
los Aries.
Por lo que respecta a los Virgos, bueno, su virginidad se va a ver 
modificada por alternancias y propuestas indecentes. Tauro seguirá el 
camino de los cornúpetas y, en fin, habrá que llevarlo como mejor se 
pueda. Los Piscis... ¡Ay, los Piscis! Los Piscis tienen que cuidar sus ri­
ñones, no vaya a ser que tengan arenillas y padezcan cólico.
¿Ven? Con un poco de imaginación, un poco de intuición, y mucha 
cara -esto forma parte de los signos, ¿no?-, pues uno puede... ejer­
cer de mayorista. Luego, cada quien -claro- tiene que aplicárselo. 
¡Son signos... y es tu sino!
Ahora bien, ¿SÍ o NO?
46
Bueno, para algunas cosas, SÍ, ¿verdad?; para otras cosas, NO.
¿Hacia dónde tiende el ser humano? ¿Hacia el “SÍ” o hacia el 
“NO”? ¿O tal vez está continuamente oscilando entre “SÍ” y “NO”? 
¿Ése es su sino, o es un signo de los tiempos el “hoy te digo que si, 
pero en el fondo pienso que no, o te digo que no pero siento que sí”1
Ya saben que en algunas comunidades extrañas -digo “extrañas”, 
por lo poco frecuentes- no existe en sus lenguajes el significado de 
“NO”.
No existe. Todo es “SÍ”. Y “NO” viene a ser como una adquisi­
ción... ¿inevitable? No tanto. Evitable pero necesaria.
Probablemente, “NO” es un acontecimiento necesario ante el de­
terioro del “SÍ”. Y, en consecuencia, “NO” aparece de forma inmedia­
ta, con una fuerza casi voraz. Pero “NO” tendría su origen en los 
guardianes. Sí, los que guardan que el “SÍ” pueda ser vehículo de ex­
pansión.
“NO” impediría que aparecieran vehículos de contracción. Dicho 
de otra manera: mientras existe el “SÍ” -que se perfila siempre como 
un decidido hacer hacia la vida, hacia el estar, hacia el convivir, 
hacia el gozar-, no hace falta “NO”. Pero cuando el “SÍ” empieza a 
ser manipulador, chantajista, inductor de intereses, “recoveador”..., es 
ahí cuando necesita el ser humano, la especie, la posición del “NO”.
“SÍ” implica expandirse en el sentido correcto, y “NO” implica evi­
tar aquellos desvíos, desvarios, desajustes, descensos de calidad del 
“SÍ”. Así que “NO” siempre debe ir acompañado de una explicación:
“NO”, porque esto me desvía de mi “SÍ”. Y si mi “SÍ” es estar en 
sintonía con mis creencias, con mi idea, con mi proyecto, con mi si­
no, con los signos que aparecen en mi vida, no puedo decir que “SÍ” 
a lo que me aparte de ello. Por eso digo “NO” a la propuesta habitual 
que me hace el entorno.
Es extremadamente importante que entiendan este concepto y lo 
apliquen: el darse cuenta de que el proceso vital sólo se expresa 
en el “SÍ”, y que, debido al deterioro de su ejercicio, tiene que
47
aparecer el “NO” para evitar -como guardián- que los factores 
deteriorantes puedan hacer fracasar el “SÍ” radiante.
Y el “NO” tiene que estar cargado de fundamento. El “SÍ” tam­
bién; pero es más instintivo, fenomenal, fenoménico, expansivo, 
expeditivo, vocacional, amoroso, enamorado. “SÍ” necesita me­
nos explicaciones.
Ustedes mismos han de meditar en torno a sus propios “SÍES”, 
porque muchos de ellos no son reales. Son comprometidos, compro­
misos, composturas.
No están vigorosos. No son vocacionales. Y, en esa medida, claro, 
se debilitan. Y hoy son fuertes... mañana más débiles... al otro inse­
guros... Así van.
Ayer nos preguntábamos: “¿Y cómo reparar un cuerpo?... Y nos 
íbamos a los pies, y allí les hacíamos un remiendo. ¡Y vaya que si re­
paramos!”
Yo espero que todo el mundo recuerde qué es G ong S u n , dónde 
está, por qué está, y para qué sirve. Para arreglar, ¿verdad? Y hoy, 
¿qué vamos a hacer? ¡Pues eso: mejorar el “SÍ”! ¡Darle vigor, para 
tener que usar lo menos posible el “NO”! Porque, si lo tenemos que 
usar, es que estamos rodeados de bichos.
Ciertamente, si el “SÍ” se fortalece, pues... ¿qué debilidad puede 
tener? Está sano. Está vigoroso. Está fuerte. El “ NO”, no tiene que ac­
tuar; actúa cuando el “SÍ” se hace detritus, cuando el “SÍ” es: “Sí, pe­
ro... Sí, pero...”
-Sí, pero... ¿qué es un “sí, pero...”?
-Pues la expresión de una persona indecisa, dudosa, insegura, in­
tranquila, impresentable... Algo así, ¿no creen?
-¿ Y cómo podremos... vigorizar el “SÍ”?
-Bueno, no es muy difícil darse cuenta, ¿verdad? Es preciso dejar 
fluir libremente el río.
Piensen en el agua...
48
¿A que necesitan agua todos los días? Para ducharse -cuando to­
que-, para preparar la comida, para regar, para beber... “¡Dame de 
beber, mujer, del agua de tu vida, que son tus besos y no tus agonías!”
Por ejemplo, ¡algo así! -por poner alguna nota cursi al asunto; o 
poética, o como quieran llamarlo-.
¡Bien! Pues... como del pie se trata, y antes de que se les ocurra 
pensar en las manos, volvamos a los pies.
Para que el “ SÍ” sea vigoroso, hay que recorrer el río, ¿no? Evitar 
que el agua se estanque. Procurar que el agua se renueve; se mue­
va. Así, el “ SÍ” será esplendoroso, majestuoso... Y cuando tenga que 
decir que “ NO” , pues que lo vea muy claro. Porque el “ SÍ” sabe de 
su posición, y apuesta por los “ NOS” necesarios -cuando apare­cen-. Incluso -como decíamos hace un momento-, cuando el “ SÍ” es 
vigoroso, las propuestas, las sugerencias internas o externas del Em­
perador Verde, Azul o Blanco... no se producen.
Como probablemente todos sepan, el agua emergente, insurgen­
te -a nivel de expresión en el pie-, surge en el dedo meñique y 
se concentra en la planta, y, de ahí, ya asciende y realiza un ex­
traño recorrido; un extraño recorrido que tiene una especial fijación 
en el maléolo interno o “hueso popular del tobillo”. Pues, en el tobillo, 
y más específicamente en su zona interior, hay un manantial de una 
actividad francamente impresionante.
Dedíquenle especial interés al dedo meñique del pie e, inmediata­
mente, pasen a la planta. Y de ahí sigan precipitadamente... y salgan 
cerquita de G ong S u n . Y de ahí, rápidamente, hagan la curva del “cir­
cuito de Montsant”, como si fuera una carrera..., hasta llegar al SINO.
¿Y cuál es el SINO? Pues eso, “La Recepción del Invitado”, o Z hu 
B in -para que quede más bonito-. ¡Z hu- B in ! ¡Y hasta ahí! ¡Ahí! Y ya, 
suavemente, dejan que fluya “El Gran Torrente". Lo cual, créanme, 
proporciona resultados excelentes.
Lo que están aprendiendo es “alto conocimiento”. Empléenlo 
bien. Apréndalo bien. Y si ya han reparado a su paciente, pues ahora
49
tendrán que ponerle en un “SÍ” vigoroso, para que no ande dando 
tumbos y no haya que operarle de algo. Para que aprenda a decir 
“NO”, como una necesidad urgente; para procurar que su “SÍ” 
sea gallardo, dulce...
Dos posturas. Dos posiciones.
Si deciden incidir con más insistencia, aparte de actuar con las ma­
nos, apliquen calor. En esta segunda opción de un “SÍ”, las punturas 
pueden ser indicadas, pero requieren de una especial habilidad y ra­
pidez, porque se trata de actuar sobre nueve resonadores y resulta 
bastante complicado.
Así que vamos a ser consecuentes. Y como este año tenemos el 
objetivo de que todos ustedes -¡todos!-, cada uno en su medida y ni­
vel, tengan la capacidad de saber atender una demanda de sufrimien­
to, una demanda de dolor, una demanda de enfermedad, aparte de 
todo lo que han estudiado, van a encontrar puntos así, muy mágicos 
-como el del que hablamos ayer y como el que acabamos de mencio­
nar hoy-, para que tengan en sus manos la disposición cierta, ¡sí!, de 
saber cómo -al menos- ser bálsamo. Cómo -al menos- dar la míni­
ma calma con el máximo de recursos.
50
D e f í n í i s
S L Ç t
Q ENEMOS que proporcionarle a la persona una con- 
textualización; un proyecto. Es lo que llamamos “De- 
U m finir a la persona en el SÍ”.
En la medida en que somos “SÍ”, somos “SÍ”, 
somos “SÍ”..., somos capaces de poder crear el “NO” suficiente o ne­
cesario como para que el “SÍ” sea fuerte.
Como comentábamos en la meditación, el “NO” surge como con­
secuencia de una debilidad del “SÍ”; y para que soportemos el “SÍ” 
adecuadamente. Para conseguir esa identificación de la persona, 
vamos a centrarnos en los resonadores de la vía del Agua, del Riñón. 
Así que seguimos en los pies.
Comenzamos colocando el dedo meñique de la mano en el dedo 
pequeño del pie del paciente.
53
Nos vamos hacia el 1R, Yong Q uan , “Fuente Floreciente de la Tie­
rra”, y seguimos hasta el 2R, R an G u , “Valle de la Aprobación”, o Long 
Y uan , “Dragón del Agua Profunda”. Este recorrido lo hacemos con el 
dedo meñique.
Después nos vamos, con el dedo anular, hacia el 3R, Tai X i, “To­
rrente Supremo” y hacia el 4R, Da Z h o n g , “Gran Campana”.
Luego, con el dedo medio, hacia el 5R, S hui Q uan , “Origen del 
Agua”.
54
A continuación, con el dedo índice, al 6R, Z hao Ha i, “Mar Lumino­
so”, y al 7R, Fu Liu, “Renovar lo Retenido”, “Retornar”, o W ai M in g , “El 
Destino Exterior”.
Ya, con el dedo pulgar, al 8R, J iao X in , “Confianza Mutua”. Y, de 
forma culminante, al 9R, Z hu B in , “Preparar la Estancia del Invitado”, 
“Homenaje a los Esposos”.
55
En Z hu B in dam os una especie de impulso con el pulgar, como lan­
zando la energía en la dirección del canal.
Así culminamos la acción sanadora de identificación.
Repetimos este recorrido tres veces, haciendo presión sobre cada 
uno de los resonadores durante unos segundos.
Otra forma de realizarlo sería utilizando sólo el dedo meñique. ¿Por 
qué? Porque el canal de Riñón, junto con el canal de Corazón, cons­
tituyen el Canal Unitario “ShaoYin”, que culmina en ese dedo. Ade­
más, el canal del Agua acoplado al Riñón, la Vejiga, forma, junto con 
el canal de Intestino Delgado, el Canal Unitario “Tae Yang”, que 
emerge también en el dedo meñique.
56
En consecuencia, en las correspondencias de cada dedo de la 
mano con cada reino mutante, el meñique se corresponde con el Rei­
no Mutante del Agua, cuyas vías de luz nos ayudan a la identifica­
ción.
Por razones similares, el anular se corresponde con el Reino Mu­
tante de la Madera; el medio, con el Reino Mutante del Fuego; el ín­
dice, con el Reino Mutante de Metal; y el pulgar, con el Reino Mutante 
de la Tierra.
Siempre que sea posible, realizaremos el tratamiento en los dos 
pies a la vez. De esta manera completamos todo el proceso de iden­
tificación: ¡el “SÍ” al proceso vital, ideológico y existencial que se 
tenga previsto para cada ser!
57
C A P A C Í J A C Í Ó N
OS pasos que hemos venido dando permiten 
que el paciente “se afirme” en su proyecto vital. 
Ahora tiene que desarrollar al máximo sus capa­
cidades. De entrada, estos tres elementos que 
tenemos -reparación, identificación y capacitación- ya nos pue­
den servir para cualquier afección. Porque cualquier afección necesi­
ta que el cuerpo se capacite... -para fabricar más glóbulos blancos, 
por ejemplo, si se trata de una infección-.
Existe la capacitación física, la capacitación mental... la capacita­
ción del tipo que sea. Cualquier organismo necesita, en su psiquismo, 
saber cuál es su “ SÍ” ; a qué tiene que decir “ SÍ” . Y cualquier orga­
nismo tiene siempre algo estropeado.
E stam os planeando u n program a preventivo
QUE, A LA VEZ, ES CURATIVO.
Vamos ahora con nuestra tercera acción sanadora: Capacitar al ser 
para que genere recursos suficientes para realizar su proyecto vital.
Para ello, vamos a facilitar el descenso del Yang y, después, el as­
censo del Yin.
La capacitación, la vamos a realizar en los pies, de una sola vez; 
toda seguida; sin interrupciones.
Be Pte¡ ei ANcitje peí see
¿Por qué en los pies, si se puede hacer también en las manos?
Porque los pies son el equivalente del hombre encamado. En
ese sentido, a ellos llegan todos los canales Yang de la pierna que
61
emergen en la cabeza -Vesícula Biliar, Vejiga y Estómago-, y salen 
todos los canales Yin de la pierna -Hígado, Bazo y Riñón-, que as­
cienden... y se van a unir con los canales Yin del brazo.
En el pie podemos captar los Canales Unitarios: los Yang, que des­
cienden del Cielo para concretarse en la Tierra, y los Yin, que ascien­
den desde la Tierra para ir hacia el Cielo.
Evidentemente, se puede hacer lo mismo en las manos: podemos 
tomar los tres canales Yang o los tres canales Yin.
En principio, lo más adecuado es hacerlo en el pie, porque toda la 
energía de la cabeza la recogemos en el pie, pues desde ella des­
cienden Vesícula Biliar, Estómago y Vejiga. Desde lo más alto, la ener­
gía llega a lo más bajo. Es como la encarnación de la materia, “aquí”. 
Y obtiene de la Tierra -véase “Tierra”, planeta y condiciones meteo­
rológicas y telúricas- la energía para sustentarse y mantenerse 
“aquí”, e irse “allá”.
En ese sentido, el lugar de anclaje del ser es el pie, más que
cualquier otra cosa. Si fuéramos cuadrúpedos -como es el niño al 
principio-, el anclaje serían las manos y los pies.
Pero, realmente, si quieres actuar sobre todos los canales Unita­
rios, aquí, para un sujeto de aquí -es decir, que vive aquí, en este pla­
neta-, es mejor trabajar en los pies. Y después, si acaso, pasar a las 
manos, para que su existencia aquí adquiera todo su sentido.
Es decir, desciende una energía del Cielo, que es la que permite 
queel ser se encarne... - ¡p la f !-... y se quede ahí, encarnado en la 
Tierra. Y después, la Tierra conserva y mantiene lo que se ha encar­
nado. Pero a su vez, eso que lo conserva y mantiene encarnado, tam­
bién le posibilita que siga sus sucesivas vidas en otros planos.
Por lo tanto, el lugar donde mejor podemos recoger toda la energía 
del ser -en principio, y desde este punto de vista- es en los pies, pa­
ra actuar globalmente en todos los sitios.
Eso, sin duda, constituye un descubrimiento. Porque no es que le 
dé prioridad a los pies con respecto a las manos, sino que le da más
62
una característica de centro: Z ho n g . Es el lugar donde estamos apo­
sentados. Nuestro sitio habitual no es ni el mar ni el viento; es la Tie­
rra. Estamos conformados para vivir en la Tierra. Evidentemente, 
aspiramos a vivir en otros lugares, pero para eso hay que capacitar­
se bien en la Tierra.
“Capacitarse bien en la Tierra”. Y en la medida en que te capaci­
tas, un día te ves volando sin ton ni son, y dices: “¡Anda! ¡A ver si me 
voy a caer!”. Justo en ese momento se te olvida, y te caes.
Bi iwsrei/Mfwro pe í Masaje
A la hora de desarrollar “el arte de sanar a través de las manos”,
debemos ser conscientes de que tenemos dos manos. Parece una 
bobada pero, normalmente, el sanador es diestro o es zurdo; lo cual 
quiere decir que tiende a usar preferentemente una mano -y la otra 
parece que estuviera tonta-. ¡Y no! Es un trabajo que -salvo que se 
tenga sólo una mano, por razones traumáticas- requiere el actuar con 
las dos manos. Punto importante.
Otro punto importante es que, con las manos, podemos adoptar 
numerosas posturas. Es decir, hay numerosas estructuras en la ma­
no -como los nudillos, como el filo de la mano, como los diferentes 
dedos-, que evidentemente proporcionan diferentes habilidades. Y 
necesitamos capacitar la mano entera para que cada parte haga lo 
que tenga que hacer.
También observamos que, considerando todos los dedos, ¡resulta 
muy curioso que todos sean tan diferentes! Porque realmente son 
muy diferentes. Fíjense en el pulgar: parece una “morcilla implanta­
da”. La masa del pulgar, en relación con la de cualquiera de los otros 
dedos, presenta una gran diferencia. Se ve que el pulgar, evidente­
mente, tiene la capacidad de contactar con todos, cosa que a los de­
más les cuesta o les resulta simplemente imposible. Los demás son
63
más torpes. Están como al servicio del pulgar. De hecho, “la pinza 
anatómica” -que así la llaman- es el movimiento más esencial, por­
que es el que nos permite agarrar, aprehender, atrapar, tomar... Es 
uno de los movimientos más importantes, por su precisión, de todos 
los que realiza el ser humano -que tiene como fundamento sobre to­
do al pulgar, por la posición que ocupa y por la fuerza que ejerce-.
La maniobra de tomar, de pellizcar, es extremadamente impor­
tante; no por el pellizco en sí sino por la habilidad de la mano. No 
hay que olvidarlo nunca. Nos va a permitir una maniobra que repre­
senta el movimiento de “punturar sin agujas”. En la vacuidad, en la 
Nada, se puede hacer eso: punturar sin agujas. Estimulamos el pun­
to de la misma forma, pero claro, ahí, el toque sobre la piel es muy 
leve, muy suave.
Ahora vamos a abordar un movimiento de energía más -¿cómo di­
ría?-... más ostentoso.
“Ostentoso”, porque el objetivo es trabajar en el pie -otra vez en 
este microsistema- toda la energía del organismo. Y eso es posible, 
porque si tomamos los tres Yang que descienden y los tres Yin que 
ascienden, inmediatamente se conectan. Y todo lo hacemos en el 
pie. Con lo cual, hemos trabajado en toda la energía. Y eso es muy 
importante.
Para ello, la mano Yin del terapeuta -la derecha- va a ir, en el 
primer movimiento, a los canales Yang del pie izquierdo del pacien­
te. Luego, en un segundo movimiento, irá a los canales Yin del pie 
derecho. La mano Yang del terapeuta -la izquierda- va primero a los 
canales Yang del pie derecho, y, en un segundo movimiento, a los Yin 
del pie izquierdo. Podríamos cambiarnos de lado, y así haríamos 
coincidir cada mano -Yin o Yang- con sus correspondientes cana­
les del pie. Pero vamos a quedarnos situados a los pies del pa­
ciente. Es decir, que en un sitio vamos a hacerlo coincidir, y en el 
otro, no.
¿Y por qué vamos a hacerlo “descoincidir”?
64
No me voy a mover porque, como terapeuta, soy el centro; el pa­
ciente es el centro; y estamos practicando la terapia del Centro.
Si no se mueve ninguno de los dos, ambos se hacen una unidad 
Z h o n g . Ahora somos una unidad; somos una sola persona. Y se crea 
un desequilibrio. ¡Claro! ¡Es que la vida es un desequilibrio! Si no hay 
desequilibrio, no hay vida. Tiene que haber un desequilibrio para que 
la balanza se mueva. Es lo que crea el movimiento. ¿Qué tipo de dese­
quilibrio favorezco en mi unión? Pues que el Yin y el Yang se activen.
La vida es un desequilibrio organizado. Si no hay desequilibrio... Si 
yo no te necesito, tú no acudes a mí. Mi desequilibrio me hace nece­
sitarte, y tu desequilibrio te hace acudir. O sea, los dos estamos desequi­
librados y, justo cuando nos encontramos, nos equilibramos. Hasta 
que ya es suficiente. “Vale. Pues tú vas para allá y yo voy para acá”. 
Y otra vez vuelve a surgir otro desequilibrio.
Entiéndase por “desequilibrio”, necesidades y servicios. Necesito, y 
tú me sirves. Luego, tú necesitas y yo te sirvo. Y así estamos en la hu­
manidad, en la vida: Existe un equilibrio en base a un desequilibrio.
¿Cómo realizaremos el masaje?
Primero, ayudamos o inducimos al descenso de la energía Yang 
por los canales de Vejiga, Vesícula Biliar y Estómago. Para ello, co­
menzando por encima del maléolo externo, vamos recorriendo los 
tres trayectos simultáneamente en las dos piernas, haciendo presión 
y, al llegar a la punta de los dedos, un ligero pellizco o arañazo.
El dedo que va a seguir la vía de luz de la Vejiga, siguiendo el tra­
yecto hasta el dedo pequeño del pie, podría ser el meñique.
¿Por qué? Porque la Vejiga forma, con el Intestino Delgado, el Ca­
nal Unitario “Tae Yang”, y el canal de Intestino Delgado emerge en el 
dedo meñique de la mano.
65
El anular realizará el sentido unitario “Shao Yang”, de Vesícula Bi- 
liar-San Jiao.
Y el índice hará la conexión unitaria “Yang Ming”, Estómago-Intes­
tino Grueso.
El dedo medio y el pulgar quedan libres; no actúan. Los unimos por 
sus extremos para formar una oquedad.
Esto, en cuanto a los tres Yang. El movimiento no tiene que ser 
muy rápido, pues, como se hacen cada vez más Yin, abajo se van 
ralentizando.
66
Al llegar a la punta de los dedos, recuerden que hacemos un mo­
vimiento como de arañazo, saliéndonos del pie.
Realizaremos esta acción en las dos piernas a la vez, repitiéndolo 
el número de veces que el sanador considere necesario, al igual que 
lo hacíamos en el caso de la reparación y de la identificación. Suge­
rimos, como referencia, realizarlo tres veces.
Ya hemos ayudado al movimiento de esas energías que descien­
den del Cielo para concretarse en la Tierra.
Y ahora vamos con el Yin.
En el Yin nos vamos a plantear lo mismo. Es decir, que disponemos 
del dedo pulgar para actuar en Bazo-Pulmón; del dedo medio pa­
ra actuar en Hígado-Maestro de Corazón; y del dedo meñique para 
actuar en Corazón-Riñón.
Por tanto, la posición de la mano será: dedo pulgar, medio y me­
ñique extendidos, y anular e índice flexionados. El meñique enca­
ja perfectamente en el territorio del riñón, el medio sigue el territorio 
de Hígado, y el pulgar sirve de guía recorriendo el territorio de Bazo.
67
Los que no actúan son el anular y el índice.
¿Que puede ser resultar difícil poner las manos así? Cierto. Al 
principio cuesta un poco de esfuerzo. Pero, mientras nos vamos 
acostumbrando, lo vamos haciendo poco a poco: “¡Ah! Éste es el 
dedo pulgar: Bazo. Éste es el dedo medio: Hígado. Éste es el dedo 
meñique: Riñón”.
Y finalmente nos vamos adaptando, y ya colocamos los dedos de 
forma automática sobre los canales correspondientes. Aveces nos 
parece que no, que no hay manera de poner la mano. Que somos 
torpes.
Pero, para los torpes, no hay ningún problema tampoco. Hay otra 
posibilidad: uno a uno. Al principio con un solo dedo, y sobre su ca­
nal. Por ejemplo, primero actuamos sobre el canal de Bazo, con el pul­
gar; a continuación actuamos sobre el canal de Hígado, con el medio; 
y finalmente actuamos sobre el canal de Riñón, con el meñique. Uno 
a uno. Pero eso sí, hay que hacerlo con un poquito de elegancia y, a 
ser posible, ir practicándolo en la forma indicada inicialmente -los tres 
a la vez y con ambas manos-.
68
Como vemos, la posición de los dedos va a tener que buscar la ma­
nera de actuar. Lo práctico va a ser un cambio de polaridad a la hora 
de actuar sobre los canales Yin, de tal forma que nuestra mano dere­
cha irá al pie derecho del paciente, y nuestra mano izquierda, al pie 
izquierdo.
Luego, para culminar, lo que hacemos es recoger todo el territo­
rio Yang -primero- y Yin -después-. Con la palma de la mano corres­
pondiente -como se ha realizado anteriormente-, abarcamos la 
zona Yang de cada pierna, realizando un movimiento hacia abajo; y, 
a continuación, abarcamos la zona Yin de cada pierna, y realizamos 
un movimiento ascendente. Participa toda la palma de la mano, y el 
pulgar va a ser el comodín que delimita los territorios Yang y Ying en 
cada movimiento. Representa el “dedo Tierra”, el “dedo Centro”, a tra­
vés del cual podemos contactar con todo. Así unificamos suavemen­
te ese descenso y ascenso de energía.
Porque siempre, como culminación de un masaje concreto e inten­
cionado como el que hemos realizado, hacemos una “suavización”,
69
un “apapachito”1, para que el paciente vuelva otra vez; para que no 
sea la única vez. Y que se cuide los pies; que se cuide un poco.
No conviene, al acabar el tratamiento, que el paciente se levante 
enseguida, sino que es mejor que permanezca un ratito acostado 
-cuatro o cinco minutos-. Lo que solemos hacer es decir: “Bueno, 
permanezca así un ratito, y cuando sienta que ya...”. Y, normalmente, 
la persona así lo hace. Se levanta y se va. A veces se queda dormi­
da; entonces uno la deja un tiempo prudencial, y después la despier­
ta suavemente.
P n e e t / e me i # pe r e / t r AHt en / r o
Si queremos completar una serie de cinco actividades -que son las 
que vamos a describir a lo largo de este texto-, lo mejor sería citar al 
paciente cinco días seguidos, para realizar las cinco actividades -ca- 
da día las cinco-. Dejarla descansar quince o veinte días. Luego, pa­
sar a una sesión por semana; y, en cada sesión, se le practican las 
cinco actividades.
Si fuera posible, este ritmo sería el ideal. Es una sugerencia, pero 
siempre hay que adaptarse al ritmo del paciente.
Después, hay que ir viendo cómo está la persona y cómo va evo­
lucionando. A lo mejor, en vez de una sesión semanal, necesita dos. 
Pero lo ideal sería hacer las cinco actividades, cinco días seguidos, 
empezando en lunes. ¿Que no se puede? Pues habrá que adaptarse; 
por ejemplo, hacerlo dos días, descansar uno o dos...
Pero hay que procurar que los cinco primeros días sí sean seguidos, 
o lo más seguidos posible. Y luego ya, dejar descansar unos días, y pa­
sar a hacerlo una vez o dos a la semana.
1 “Apapachar” sinónimo de “acariciar” (Méjico y Honduras).
70
En este caso hemos realizado todo un proceso preventivo. Po­
demos hacerle una historia clínica, o no; o simplemente partimos de 
la base de que es una persona sana, llena de problemas -que eso es 
lo normal: persona sana llena de problemas-. Y entonces, en base a 
eso, empezamos a... ¿hacer qué?
Primero: reparar lo que está desarreglado, evitando conversa­
ciones incómodas.
Segundo: reafirmarle en su proyecto, sea el que sea. Obviamos 
si estamos o no de acuerdo.
Y tercero: aumentar su capacidad, para que la persona sea capaz 
de hacer lo que tenga que hacer.
Y luego, en todo caso, le preguntamos:
-¿Qué tal se siente?
-Bien.
Y cuando pase una semana:
-¿Qué tal?
-¡Mejor!
“Bien”, no sabemos de qué. No importa. Puede ser que llegue a la 
consulta y diga: “Doctor, es que me pasa esta cosa”... o “Me está ocu­
rriendo tal situación”...
Pues ustedes, con estas tres cosas que saben, pueden hacer mu­
cho para determinados problemas. Y pueden elegir el canal de Bazo... 
o eligen el de Riñón... o eligen el descenso del Yang y el ascenso del 
Yin... Y como ven, es bastante sencillo. (Es decir, se pueden realizar 
las cinco actividades o escoger una de ellas. O incluso hacer las tres 
primeras solas, o únicamente la armonización del psiquismo, o solo la 
permanencia).
Evidentemente, adquirir agilidad con las manos... parece difícil; 
pero bueno, nadie nace sabiendo. Queremos decir, es cuestión de ir 
poco a poco, con cuidado, con mimo, despacito, sabiendo dónde
71
tenemos que tocar, dónde tenemos que apretar... Y poco a poco se va 
adiestrando el tacto.
Es decir, el masaje en sí no es especialmente difícil. Sí lo es reali­
zar las posturas y poner los dedos como hemos indicado. Pero como 
ven, no hemos hecho mucho hincapié en ello, porque sabemos que, 
en principio, resulta complicado, y que esa habilidad se irá desarro­
llando poco a poco con la práctica. Pero también, como hemos dicho, 
se puede realizar el masaje con cada dedo. Lo importante es que se­
pan manejar cada dedo, y sepan que cada uno vale preferentemente 
para una cosa o para otra. Y... no olviden la intención, que en este ca­
so es la de:
Capacitar al ser 
para que desarrolle esos recursos
QUE LE HAN SIDO DADOS POR EL ClELO 
PARA REALIZAR SU PROYECTO VITAL AQUÍ:
en la T ierra.
72
0 0 0
PCt Q</ t eho,
e t f o c t o N e s , 
f i p e e r o ç . * *
S s p t * t r v A i t i > f i i > r e H o e t o t i e e v ¿ p e c i o s
s
OS seres humanos sin duda necesitan tener un 
tipo, una clase, una forma, una manera de expre­
sar una serie de reacciones que le permitan una 
comunicación con el medio, y que podemos lla­
mar “emociones”, “afectos”... Todo esto desde un punto de vista muy 
“biocibernético-tecnológico-científico”. Pero es parte de la naturaleza 
del ser humano -quizás todavía imperfecta en ese sentido, puesto 
que los resultados no han sido muy buenos-, el que tenga esa acti­
tud de afecto, de emoción... Que luego se complica con cariño, ena­
moramiento, pasión..., en fin, toda esa serie de ungüentos que en 
unas culturas están desarrollados de una manera, y en otras, de otra.
Además, el estatus espiritual que habitualmente era ocupado por 
el “Consejo General de las Religiones” -por ponerles un nombre a to­
das-, ha dejado un espacio vacío por su mala administración y mala 
gestión -aunque todavía tratan de ejercer su poder-. Ha dejado un 
espacio vacío vocacional, y éste lo ha ocupado la tecnocracia, la téc­
nica, la ciencia... Lo cual facilita el predominio del mundo del consu­
mo, del confort, del bienestar, etc.
Y la pregunta que nos hacemos al ver “eso” -que, como les acabo 
de decir, quizás sea un defecto que tenga que depurar la especie-, 
es si “eso” quizá tenga que desaparecer.
75
Pero es importante ver que, en el mundo imperante, ya se empie­
za a pasar de esos problemas. Es como si la especie estuviera can­
sada de amarse tan mal, de amar tan mal. Y entonces, aburridamente, 
se va a una esquina y... ¡en fin!, empieza a tabular... a ver cómo se­
ría... o se compra una flauta...
Sí, sí. Es muy importante ver que la especie ya está aburrida de 
amar mal; de ver cómo sus amores, sus afectos, lo único que hacen 
es estropear “la paella”. Porque en teoría, todo lo haces “por ella”, to­
do lo haces “por él”.
“Yo lo que quiero es verte feliz, cariño”. Y el otro: “Yo lo que quiero 
es verte feliz, tesorito mío”.
Y el caso es que todo el mundo machaca la vida a los demás. En­
tonces, es mentira... ¡¡Mentira, mentira, mentira!!
Y la especie, como tal, ya empieza a estar harta, ¿no?
Eso influye enormemente en el comportamiento político, económi­
co y social de un país. ¡Qué duda cabe!
Si, económicamente, trato de mejorarel bienestar del ocio -por 
ejemplo-, pues tengo que saber los gustos emocionales psico-afec- 
tivo-sexuales del sujeto.
Si ya la especie decide no reproducirse -por ejemplo-, pues enton­
ces nos podemos ahorrar un montón de dinero en maternidad; un 
montón de dinero en “dodotis”, porque ya no hacen falta pañales.
Pero lo que sí es importante, es que el lastre del aburrimiento afec- 
tivo-emocional debe ser depurado. Porque, en esa medida, el com­
portamiento político y social de la casta humana se va a ver beneficiado.
Ahora bien, ¿en qué consiste este proceso? En anular todos los 
afectos y emociones, y sus consiguientes chantajes y presiones.
Y, por supuesto, prohibir todas esas expresiones de: ‘Yo quiero lo me­
jor para ti”, y expresiones similares. ¡Eso es mentira! ¡Eso es falso, de 
entrada!
“Quiero lo mejor para ti. ¡Conmigo!, ¡por supuesto! Si no, ¡pues 
fíjate cómo me dejas!... ¡Destrozada! Te he dado los mejores años de
76
mi vida, y mira cómo me has dejado!... ¡Tirada en la esquina... en la 
carretera!”
Y claro, hay que acabar con todo ese lenguaje, para que la espe­
cie evolucione y deje de ser una tarántula.
Habría que seleccionar los afectos y las emociones más primarias, 
pero solidarias. Es decir:
“Mira. Yo no sé si te quiero o no te quiero, pero no te voy a uti­
lizar. ¡No te voy a utilizar!
Yo no sé si te quiero o no te quiero, y me importa un bledo, pero 
me siento afectivamente a gusto contigo. Y... no te voy a utilizar”.
Es decir que podría haber un “screening”... según el cual, el mode­
lo afectivo y emocional estuviera exento, estuviera dispensado, de la 
manipulación, de la imposición y del chantaje. En ese sentido, el ego­
ísmo personal podría ser incluido en algún momento, al igual que las 
exigencias.
El afecto y el amor basados en el egoísmo, en las exigencias, en la 
manipulación y en el chantaje, tienen como final... el cementerio. ¡Sí! 
Ahí mueren todos los amores: se divorcian, se revuelcan, se endemo­
nian... Hay que tirarlos a la pira para que se quemen, para que ardan.
El panorama de la existencia humana deja mucho que desear en 
su vertiente político-económica y social, gracias a los conflictos afec­
tivos y emocionales que padece la especie: al estar llenos de egoís­
mo, de manipulación, de utilización, de renta y de beneficio.
Indudablemente, por lo que acabamos de decir, en el momento 
en que las emociones psico-afectivas cambien su orientación y se 
vean listas y libres de ese lastre optativo, exigente, manipulador, 
etc., que existe, en cuanto eso ocurra -que puede tardar miles de 
años, por supuesto, ¡pero hay que empezar alguna vez!, ¿no?-, y 
en la medida en que vaya renaciendo, naciendo o apareciendo el 
nuevo espíritu de “Inspiración Femenina”, probablemente, muchos 
de estos problemas -s i no ahora, dentro de tres mil quinientos 
años- se solucionarán.
77
Fíjense ustedes por dónde, de qué manera tan tonta, los afectos y 
las emociones, que parecen ser lo más bello del mundo -y no discu­
timos que lo sean, siempre y cuando sean de verdad-, curiosamen­
te, son lo que más hace sufrir.
¿Y cómo es posible? Si es lo más bonito y lo más bello del mundo, 
¿por qué se sufre? Porque se pierde. Cuando se gana, no se sufre.
¿Y por qué se pierde? Porque se posee. El que no posee, ¡no pierde!
Aprendan eso. Es decir, si esto es muy bueno, esto es estupendo, 
y cuando no lo tengo me entristezco y me quedo hecho polvo, es por­
que lo he sentido mío.
Cuando se instauró -en algún momento de la Historia- la propie­
dad privada y la posesión individualizada de bienes, ahí se incluyó 
también la carne humana.
Cualquier actitud o actividad posesiva de unos sobre otros, debe 
ser considerada un agravio grave contra la especie.
Cada quien tiene que pasar por un estado de reciclamiento capaz 
de poder eliminar todos los residuos de los sentimientos. Y el princi­
pal residuo de los sentimientos es la práctica sistemática de la pose­
sión y de la manipulación. ¡Y no vale buscar culpables! El principal 
culpable es el que busca culpables.
Y es responsabilidad del hombre, como ser inteligente, que 
demuestre alguna vez su inteligencia con respecto a las emocio­
nes y los afectos, porque eso es un destilado de Dios.
¡Y ese destilado de Dios merece ser tratado con el tacto adecua­
do! Y no puede ser presa de ninguna histeria o de ninguna próstata. 
¡En ningún caso! Y si así lo fuera, deberá hacerse el sujeto una recon­
versión para alcanzar una disposición, al menos, presentable.
Ahora bien, lo que tenemos que ponerle es un poco de humor pa­
ra soportarlo.
¡No busquen soluciones racionales! ¡No existen! La razón no 
es el territorio para la emoción. ¡¡Busquen soluciones inteligentes!! 
-que son diferentes- capaces de poner en evidencia una situación y
78
capaces de actuar sobre esa situación para crear un clima inteligen­
te, ¡LiBRE! No confundan “razón” con “inteligencia”. La razón es un 
aspecto de la inteligencia, muy parcial, que no debe ser llevado -en 
ningún caso- al mundo de las emociones.
Aquel que queda esclavizado por sus emociones, sus afectos y sus 
pasiones, ¡ha hecho un mal uso del destilado de Dios, que se le ha 
dado para que viva en el gozo!
La especie ha de demostrar su habilidad inteligente para saber 
coordinar, ¡con elegancia y con arte!, el destilado del amor que la 
Creación derrama cada día. ¡Y NINGÚN SER HUMANO, BAJO NIN­
GUNA PERSPECTIVA, PUEDE ARROGARSE EL DERECHO DE 
PODER DESTRUIR ESA MATERIA PRIMA, PORQUE, EN LA MEDI­
DA EN QUE UNO SOLO LA DESTRUYE, AFECTA AL RESTO!
La utilización sistemática, continuada -y mantenida durante si­
glos- de los seres humanos entre sí, por la esclavitud del amor, es un 
grave desarrollo y defecto histórico de la especie.
¡Y HAY QUE DARSE CUENTA DE ELLO!, PARA QUE ESE DES­
TILADO AFECTIVO DE LA CREACIÓN SEA TRATADO COMO TAL 
VÍNCULO ¡DE LIBERACIÓN!
¡Y, EN CONSECUENCIA, NO ADMITE NORMAS, LEYES, HORA­
RIOS O IMPOSICIONES DE NINGÚN TIPO!
Eso es parte del atrapamiento vital que tienen los seres humanos 
hacia sí mismos y, obviamente, hacia los demás.
¡NINGÚN HOMBRE NI NINGUNA MUJER PUEDE ESTAR ES­
CLAVIZADO A NADA DE OTRO! ¡DIOS NOS HA CREADO BAJO 
EL SIGNO DE LA LIBERACIÓN! ¡Y USTEDES, COMO SERES VI­
VOS Y SANADORES, DEBEN EXIGÍRSELO!
Dentro del proyecto sanador que llevamos viviendo esta semana, 
este punto es, sin duda, muy importante, y el que mayor lastre y resi­
duo deja. ¡Qué curioso, siendo el más puro!
Hemos laborado sobre la recomposición: Reparar, reestructurar. He­
mos trabajado sobre esa Identidad del “SÍ”, dándonos cuenta de que el 
“NO” es un recurso, porque hay un “SÍ” debilitado. Hemos trabajado en
79
esa fusión de ascenso y descenso de lo Creativo, para que el hombre 
alcance una posición de Capacítación.
Y después de esos tres recorridos, nos queda ahora afanarnos en 
colocar, a ese ser, bajo una guía espiritual capaz de sintonizarlo con 
ese destilado de amor que hace original a nuestra especie.
Todo eso está focalizado en la columna vertebral. Sí. En todo ese 
recorrido vital que alberga el fino hilo de Shakti-Kundalini -como 
dirían los hindúes- que, a través del líquido precioso, asciende misterio­
samente para alcanzar el “amor sin traba”, chakra por chackra, pelda­
ño tras peldaño, vértebra tras vértebra.
Quizás ahí haya que poner un empeño especial, un afán por actuar 
con ahínco, con precisión, con intención, con afecto, en la recupera­
ción de ese Amor del Eterno que nos hace bellos en la Creación, que 
nos hace útiles, que nos hace libres, a través de esa “Energía Origi­
nal” que circula por Tou M a í.
Vamos a descubrir cómo hay un lugar donde se puede realizar y 
materializar esa recomposición, esa reestructuración de lo que debe 
ser la marcha y la guía del ser, y no su esclavitud.
Los hindúes consideran que, en todo este mágico trayecto del Tou 
M a í, hay una serie de estancias que se corresponden con los cha- 
kras, que son como diferentes peldaños que conducen a diferentes 
estados de conciencia. En definitiva, a diferentes estados de amor.

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