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217
Capítulo VIII
Los conflictos en
África Centro-Oriental
Inventario de sus puntos
neurálgicos fundamentales
Recuerda, si hay tormenta habrá arco iris.
Kikuyu
mucHas Han siDo las conDicionantEs y formas violentas –y no 
violentas– de conflictos en África subsahariana, aunque siempre se ha so-
bredimensionado el de carácter étnico. Existen dos factores que han esta-
do en el centro de las fricciones y acciones desestabilizadoras y conflictos 
de corte militar-armados: las contradicciones por el poder y los problemas 
fronterizos. la región de África centro-oriental es un ejemplo de ello.
sin embargo, como hemos analizado anteriormente, la etnicidad 
ha sido utilizada de manera general y esta área no es una excepción: se 
ha alentado la identificación con –es decir, sentirse parte de– un grupo 
étnico y la exclusión de otros grupos debido a esta afiliación. El senti-
miento étnico y el comportamiento con él asociado varían en intensi-
dad dentro de los diversos grupos étnicos y países, y a través del tiempo.
En la década del noventa, la región oriental-central se convirtió 
en escenario de la regionalización de los conflictos.
a fines de los años noventa y principios del nuevo siglo, en Áfri-
ca oriental-central (incluyendo el cuerno africano) se mantenían 
guerras internas entre Estados o situaciones inestables en burundi, 
ruanda, uganda, rp del congo, sudán, somalia, Eritrea y Etiopía1.
1 En África occidental, en liberia, costa de marfil, senegal, sierra leona y nigeria. 
se llegaba a acuerdos en angola, chad, congo brazzaville, Eritrea y Etiopía.
África Subsahariana
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El nuevo siglo, aunque ha apuntado a una mejoría en cuanto a 
la superación de los conflictos en África subsahariana, ha mostrado 
nuevas acciones violentas y situaciones como las de somalia, donde 
los poderes tradicionales y los modernos se han enfrentado, así como 
ha sido escenario de intervenciones de países fronterizos, fundamen-
talmente de Etiopía, con el apoyo de poderes externos.
muchas pudieran ser las consideraciones en cuanto a las causas 
y las características de los diversos conflictos. no obstante, aborda-
remos una región que, a nuestro juicio, muestra la complejidad del 
fenómeno en la región, así como los rasgos más connotados.
Una mirada al África Central - Oriental
En la región, los enfrentamientos internos (en los diversos Estados) 
se han desarrollado a través de acciones de grupos armados que, en 
una gran parte, al inicio de los años de independencia y hasta la ac-
tualidad, han presentado un carácter secesionista o han desarrollado 
acciones por derrocar al gobierno de turno.
En África central y oriental se han mantenido como expresión de 
estos conflictos, los grupos armados, con bases étnicas o religiosas. 
asimismo, se han debatido fuertes pugnas entre el ejército y el poder 
civil; han sobresalido los casos de Etiopía, sudán, uganda, somalia, 
Zaire, ruanda y burundi.
En prácticamente la totalidad de los casos, las fuerzas opositoras 
internas han tenido bases exteriores, (más allá de sus fronteras, casi 
siempre con apoyo de los grupos étnicos emparentado o afines y, en 
ocasiones, del Estado vecino) lo que se expresa en fricciones entre 
Estados que, en ocasiones, han llegado a enfrentamientos fronterizos, 
o guerras. En este ámbito, han destacado las contradicciones entre 
Etiopía y somalia, Etiopía y sudán, Eritrea y Etiopía, uganda y su-
dán, uganda y Zaire, ruanda y Zaire, y burundi y Zaire. paralela-
mente, las potencias extrarregionales han apoyado a una u otra fuerza 
en función de sus intereses del momento.
En el caso etíope, el gobierno de meles Zenawi enfrentaba las 
acciones armadas del movimiento islamista al itihad al– islam que 
reivindicaba la independencia de ogaden, con población mayoritaria-
mente somalí, y desarrollaba actividades militares en ese territorio. 
El gobierno lo calificaba como “grupo fundamentalista y extremista 
multinacional”, (aFp, 1996) al tiempo que lo acusaba de actividades 
terroristas a lo largo de la frontera somalo-etíope y en regiones del 
interior de Etiopía.
los enfrentamientos entre el ejército gubernamental y la orga-
nización armada –con presunto apoyo somalí motivaba –ha servido 
como pretexto– que las fuerzas etíopes desarrollaran incursiones en 
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María Elena Álvarez Acosta
territorio somalí, al tiempo que algunas acciones alcanzaban territo-
rio kenyano.
las acciones etíopes complicaban la situación en somalia que, 
como conocemos, hasta hoy mantiene un conflicto interno que, en los 
últimos tiempos –año 2006-2009– ha sido objeto de la intervención 
militar etíope con el apoyo estadounidense.2
paralelamente, a mediados de los años noventa, las relaciones en-
tre Etiopía y sudán se deterioraban, pues addis abeba solicitaba a la 
oua y al consejo de seguridad de la onu que sancionara a Jartum si 
se negaba a entregar los terroristas implicados en el intento de asesi-
nato del presidente egipcio Josni mubarak, en junio de 1995.
al mismo tiempo, Etiopía acusaba a sudán de ayudar a los sepa-
ratistas del Frente de liberación oromo (Flo) y a otros grupos arma-
dos etíopes para desestabilizar el gobierno y derrocar a meles Zenawi, 
así como de apoyar a los somalíes contra Etiopía. al mismo tiempo, 
Eritrea acusaba a sudán de animar a Yemen a exigir la soberanía so-
bre las islas de Hanish.
como analizaremos posteriormente, también Etiopía y Eritrea 
mantuvieron una guerra entre 1998 y el 2000, con intermitentes incur-
siones militares después de esa fecha.
uganda y sudán también confrontaban serias contradicciones 
que condujeron a la ruptura de las relaciones diplomáticas en abril 
de 1995. El gobierno ugandés acusaba al sudanés de ayudar al movi-
miento guerrillero Ejército de resistencia del señor (lra), al que ha-
cía responsable de la muerte de centenares de personas tras el fracaso 
de las conversaciones de paz efectuadas en diciembre de 1995 (EFE/
afework Wolde Gaber, 1996).
también uganda impugnaba a sudán permitir y apoyar una ma-
sacre perpetrada contra los refugiados sudaneses en el norte de su 
territorio.
por su parte, sudán, que ha enfrentado una guerra civil desde 
1983, acusaba a uganda de sostener al Ejército popular para la libe-
ración de sudán (spla), guerrilla que actuaba en el sudeste del país.
como se observa, Etiopía, Eritrea y uganda acusaban a sudán de 
apoyar y armar a sus opositores para desestabilizar a sus gobiernos, lo 
que negaba este último que, a su vez, acusaba a uganda de lo mismo.
Desde 1986, el gobierno de museveni había enfrentado la acti-
vidad del Ejército de la resistencia del señor (lra). El ejército gu-
bernamental trataba de controlar a los insurgentes y había fracasado 
en sus intentos. las acciones armadas entre el gobierno y las fuerzas 
rebeldes ocasionaban, esporádicamente, intercambios de fuego a tra-
2 El caso somalí se analizará en un capítulo aparte.
África Subsahariana
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vés de la frontera común uganda-sudán. se acusaba a uganda de ata-
car territorio sudanés. sin embargo, algunos analistas señalaban que 
sudán daba cobertura de fuego a los rebeldes que llegaban a atacar 
posiciones militares en uganda; muchas de esas acciones ocurrían a 
pocos metros de la frontera con Zaire.
En la práctica, además de los conflictos al interior de los países, 
las fuerzas rebeldes tenían sus bases más allá de las fronteras nacio-
nales y, en ocasiones, las acciones fronterizas entre dos países han 
afectado a un tercero.
Sudán, conflicto interminable
En junio de 1989 llegaba al poder en sudán el General omar Hassan 
al bashir, tras el golpe de Estado contra sadek al mahdi. la prensa 
internacional calificaba este gobierno como régimen militar integrista 
islámico. apoyándose en el Frente nacional islámico (Fni), se inició 
la “revolución salvadora”, con un evidente derrotero islámico que, en 
la práctica, ahondaba el abismo “histórico” entre las dos subregiones 
sudanesas a partir de la filiación religiosa: el norte islamizado y el sur 
cristiano-animista. Este último,siempre marginado y con pocas posi-
bilidades de influir en los designios del país.
En el sur ha actuado el Ejército popular de liberación del sudán 
(Epls), brazo armado, dirigido por John Garang, que representaba a 
la oposición sudanesa y que ha reivindicado la autonomía de esa re-
gión. Esa última ha sido escenario de acciones de la oposición militar 
contra las fuerzas gubernamentales desde el año 1983. la guerra civil 
iniciada en ese último año había conmovido severamente al país en 
todos los órdenes, sobresaliendo la problemática de los refugiados. 
también sudán padecía la sequía que afectaba fundamentalmente a 
los pueblos ganaderos.
a principios de los años noventa, sudán enfrentaba una de las 
peores crisis económicas de su historia, mientras Estados unidos con-
gelaba la ayuda en 1990 y el Fondo monetario internacional (Fmi) 
en septiembre de ese mismo año declaraba oficialmente que lo con-
sideraba un “Estado no cooperativo”, por lo que no era elegible para 
obtener asistencia económica a gran escala.
al interior del país, se manifestaban contradicciones dentro del 
Frente nacional islámico (Fni) y entre el poder central y los rebeldes 
del sur. como hemos apuntado anteriormente, el entorno regional era 
muy tenso. las relaciones de sudán con Etiopía y Egipto eran críticas, 
así como con Eritrea y uganda.
a fines de la década del noventa del siglo pasado se firmaba un 
acuerdo de paz entre el partido opositor ummah party, brazo político 
del Ejército popular de liberación de sudán y el gobierno sudanés. 
221
María Elena Álvarez Acosta
Este acuerdo preveía la convocatoria de un referéndum sobre la auto-
determinación del sur.3
una de las fuerzas dentro del conflicto, la alianza nacional Demo-
crática (que aglutinaba a los grupos opositores del norte y del sur de 
sudán y estaba compuesta por el movimiento popular de liberación, 
que actuaba en el sur, el partido comunista, el Frente nacional islá-
mico, las Fuerzas de alianza de sudán y tres grupos más), criticaba 
dicho acuerdo, pues consideraba que no resolvía el principal proble-
ma, la cuestión básica, que era la separación entre religión y Estado.
por su parte, el presidente de sudán, omar al bashir, en diciem-
bre de 1999 declaraba el estado de emergencia, mientras disolvía el 
parlamento y aplazaba indefinidamente las elecciones legislativas.
Desde 1983, la guerra en sudán se desarrollaba entre el gobierno 
islámico y el sur no islámico –multiétnico y animista–. Diecisiete años 
después, en el año 2000, las fuerzas y los bloques contrarios habían 
variado con una composición que podía considerarse como la lucha 
entre un movimiento islámico integrista en el centro y una alianza de 
las fuerzas de oposición que lo combatía desde la periferia.
las acciones se desarrollaban en el nordeste del país, ubicación 
estratégica que limita, por un lado, con Eritrea y, por otro, con el mar 
rojo. allí se encuentran las más importantes vías de comunicación 
entre el interior y la costa, los nuevos oleoductos y otras instalaciones 
económicas claves.
En marzo de 2001 era detenido Hassan turabi –ideólogo islamita 
y opositor del presidente al bashir, quien dirigía el congreso nacio-
nal popular. turabi había establecido una alianza, caracterizada como 
frágil, con el Ejército popular de liberación de sudán. 
un grupo de trabajo internacional, compuesto por representantes 
gubernamentales de EE.uu. y noruega, organizaciones no guberna-
mentales y especialistas africanos, auspiciado por el centro para Es-
tudios Estratégicos e internacionales, proponía una nueva iniciativa 
diplomática para poner fin a la guerra: la fórmula “un sudán, dos 
sistemas”. En la práctica, no prosperaba.
En ese escenario y en el marco de la lucha contra el terrorismo y el 
apoyo de Estados unidos a países como uganda y ruanda, el primero 
comenzaba a apoyar financieramente a los rebeldes del sur. al mismo 
tiempo, los dos movimientos rebeldes más importantes del sur –el ya 
mencionado m/Epls (movimiento/Ejército popular de liberación de 
sudán), liderado por John Garang, y el Frente popular Democrático 
de sudán (FpDs), liderado por riek machar– decidían fusionarse con 
3 referendum que se realizó y que posibilitó la proclamación de la república de 
sudán del sur en el año 2011.
África Subsahariana
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el fin de concentrar sus fuerzas en la lucha contra el poder central y 
por la autodeterminación de la región.
El nuevo movimiento reforzado, que mantuvo el nombre de m/
Epls, exponía su disposición de proseguir el proceso de paz, encabe-
zado por la autoridad inter-Gubernamental de Desarrollo (aiGD) y por 
la alianza nacional Democrática que, como hemos señalado anterior-
mente, era una coalición integrada por el m/Epls y varios grupos de 
oposición del norte, de la que también formaba parte Hassan al-turabi.
sin embargo, a partir de junio de 2001 se reavivaban los com-
bates en el centro y sur del país, en torno a los campos petrolíferos. 
El régimen central, gracias a las inversiones extranjeras, se rearmó y 
continuaba enfrentando a los rebeldes. por su parte, el Frente popular 
de liberación de sudán, había ocupado algunas zonas estratégicas en 
la frontera con la república centroafricana, que le permitían abrir 
nuevas rutas de abastecimiento.
pero las riquezas petroleras del sur, vinieron a complejizar la si-
tuación. a mediados de 2001, cuatro compañías petrolíferas estaban 
produciendo más de 200 mil barriles diarios y otras empresas estaban 
realizando prospecciones de petróleo y gas natural. los ingresos por 
exportación habían permitido doblar el presupuesto militar del Go-
bierno en los dos últimos años. 
Esto explica, en gran medida, el fracaso de una cumbre regional 
para encontrar las posibles soluciones a esta guerra. El ejército lanzaba 
operaciones contra la población considerada hostil, realizando lo que al-
gunos caracterizan como limpiezas étnicas en regiones ricas en petróleo4.
Finalmente, se firmaron los acuerdos entre el gobierno central 
(norte-islámico) y el sur (negro-cristiano-animista), en machakos, en 
julio de 2002, en naivasha, en julio de 2004, y en nairobi, en agosto 
de 2004, que replantearon las bases de la estructura política de sudán 
al cuestionar la hasta entonces indiscutible dominación de los árabes 
del norte sobre el resto del país (Kabunda badi,s/f).
según Kabunda badi, el acuerdo final de paz firmado el 8 de ene-
ro de 2005 en nairobi entre John Garang, fallecido a finales de julio 
de 2005 y reemplazado por salva Kiir, y el Vicepresidente sudanés, ali 
osman mohamed taha, fue el resultado de las presiones estadouni-
denses a ambos bandos. Estos acuerdos replanteaban aspectos políti-
cos (nuevo esquema de representación política), económicos (nuevos 
criterios de distribución de riquezas), militares (reorganización del 
Ejército) y religiosos o sociales (delimitación de los espacios de vigen-
cia de la sharía o ley islámica y de las políticas de arabización). cuan-
4 los nuba enfrentaban la mayor ofensiva gubernamental desde que el régimen 
islámico de Jartum declarara contra ellos la Guerra santa en 1992. 
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María Elena Álvarez Acosta
do parecía que el conflicto llegaba al final, aparecieron en escena dos 
grupos armados de población negra, mayoritariamente musulmana: 
el Ejército de liberación de sudán (Els) y el movimiento de Justicia 
e igualdad (JEm), cuyo objetivo era lograr para el territorio de Darfur 
las mismas condiciones que había conseguido John Garang para el 
sur del país.
En febrero de 2003, la guerra se generalizó en torno a Darfur. la 
causa inmediata fue la marginación económica y social de la región. 
sin embargo, las principales denuncias de la comunidad internacio-
nal se dirigen a las milicias árabes janjawid, que apoyan al Gobierno 
frente a los rebeldes y están acusados de masacrar a la población civil. 
En abril de 2004 se declaró un alto al fuego; ambas partes se acusaban 
de violar el mismo.
El Gobierno de Jartum y los rebeldes mantuvieron una primera 
rondade conversaciones entre los días 23 de agosto y 18 de septiem-
bre de 2004, pero no hicieron más que agudizar su enfrentamiento. 
En octubre de 2004, el Gobierno de sudán y de los dos grupos rebel-
des de Darfur, –el Ejército de liberación de sudán y el movimiento 
Justicia y caridad– retomaban las conversaciones de paz en abuja.
pero debe tenerse en cuenta que el gobierno central, que había 
finalizado la guerra en el sur, concentró todos sus medios en contra de 
las fuerzas de Darfur. El gobierno no “podía” permitir que las reivindi-
caciones de autonomía triunfaran en otras partes del país.
coincidimos con Kabunda badi cuando señala que este conflicto 
se origina en la política británica de desarrollo separado, que favore-
ció en sudán –un país en la intersección entre el cuerno de África, 
África central y África del norte– a los árabes en detrimento de los 
negro-africanos, junto a la política de arabización e islamización de 
los sucesivos gobiernos de Jartum. Es, pues, un problema de desa-
rrollo desigual y de acceso al poder, que se remonta a la época de la 
colonización británica5.
una peculiaridad del conflicto de Darfur es que las divisiones re-
ligioso-confesionales no existen. En este caso, todos los integrantes de 
las fuerzas que se enfrentan son islámicos.
Hasta mayo de 2006 no se había logrado un acuerdo. Debe re-
cordarse que en esta zona existen muchos intereses vinculados a la 
actividad petrolera.
5 las principales víctimas de este conflicto son los grupos de agricultores de la 
provincia oriental de sudán (Fur, massalit, medob, Zaghawa y una decena más de 
grupos menores). se trata de una verdadera limpieza étnica a manos de las fuerzas 
gubernamentales y de las milicias nómadas janjawids (procedentes de las tribus 
árabes nómadas o de origen árabe) apoyadas por aquellas. 
África Subsahariana
224
la crisis humanitaria de Darfur comenzó a impactar en sus veci-
nos. por ejemplo, chad ha tenido que acoger a miles de refugiados. En 
la práctica, ha estado presente la problemática del “efecto dominó” o 
traspaso de la violencia más allá de las fronteras.
continuaba existiendo el peligro de que los enfrentamientos entre 
los pastores nómadas árabes y los agricultores africanos se expandie-
ra por chad, níger y posiblemente por el norte de camerún. además, 
la crisis en la región vecina, Darfur –occidente de sudán– ha generado 
tensiones en el seno del Ejército de chad, pues algunos militares po-
drían querer participar en el conflicto, en defensa de sus “hermanos” y 
por la posibilidad participar en la explotación económica de esa área.
como puede observarse, el conflicto sudanés tiene un fuerte ba-
samento de contradicciones internas que no se ha logrado superar, 
al tiempo que las acciones y los intereses de potencias externas han 
propugnado su continuación.
Etiopía y Eritrea
la guerra entre Eritrea y Etiopía6 (1998-2000) ha sido una guerra con-
vencional donde se enfrentaron dos ejércitos regulares.
Antecedentes
El territorio de Eritrea fue ocupado por los italianos en 1889. cuan-
do italia fue derrotada en la segunda Guerra mundial, Eritrea pasó 
a depender de los británicos. En 1952, las naciones unidas decidie-
ron que el territorio se federara a Etiopía, hasta que su desarrollo le 
permitiera la completa independencia. sin embargo, el Emperador 
Haile selassie violó los acuerdos aprobados y eliminó la autonomía al 
territorio eritreo (1962), al tiempo que practicó sistemáticamente un 
control brutal y, finalmente, lo anexionó.
las acciones del gobierno etíope tuvieron una inmediata res-
puesta: en 1961 se fundó el Frente de liberación de Eritrea (FlE) y, 
posteriormente, en 1970, el Frente popular de liberación de Eritrea 
(FplE). Este último fue una escisión del primero, con una posición 
más radical, y logró tomar la dirección de la lucha.
las fuerzas eritreas no solo enfrentaban al gobierno y ejército de 
selassie, sino también a las potencias occidentales que apoyaban a 
este, fundamentalmente a EE.uu.
la monarquía de Haile selassie fue depuesta en 1974. mengistu 
Haile mariam tomó el control del país. Etiopía se declaró socialista. 
En la práctica, no tomó medidas para que Eritrea avanzara hacia la 
independencia. Esto trajo consigo que los eritreos retomaran la lu-
6 ambos países comparten una frontera de mil kilómetros.
225
María Elena Álvarez Acosta
cha armada. además de los enfrentamientos armados, la población 
eritrea tuvo que hacer frente a una situación de sequía y hambruna 
catastróficas en los años ochenta. sin embargo, el FplE mantuvo el 
apoyo popular.
la caída del gobierno de mengistu en 1991 determinó que en 
Etiopía comenzara a gobernar el Frente Democrático revolucionario 
del pueblo Etíope (EprDF)7 y en Eritrea, el Frente de liberación del 
pueblo Eritreo (EplF).
En mayo de 1991, la toma de asmara por las fuerzas del Frente 
popular para la liberación de Eritrea puso fin a una guerra de 30 
años. Dos años después, el 25 de abril de 1993, el país ratificó por re-
feréndum su independencia.
aunque el EprDF, en el poder en Etiopía, reconoció inmediata-
mente la proclamación de la independencia eritrea, las contradiccio-
nes entre ambos países y la guerra marcarían el futuro8.
7 El Frente de liberación popular tigray (tplF, por sus siglas en inglés) fue creado 
en 1975. En su primer manifiesto explicó que su objetivo principal era crear la 
república independiente de tigray. ante esa visión estrecha, hubo oposición dentro 
del mismo tplF, así como en otras organizaciones y frentes que lucharon contra el 
régimen de mengistu.
En los ochenta, cuando la lucha contra el gobierno de mengistu se endureció, meles 
Zenawi creó también el EprDF, un frente más amplio bajo el liderazgo del tplF, que 
agrupaba a distintas organizaciones que representaban a las diferentes nacionalidades 
que vivían en suelo etíope. Zenawi pretendía unir a las nacionalidades etíopes en la 
lucha por la liberación de Etiopía, pero su objetivo real fue siempre la creación de un 
gran tigray que controlara al resto de nacionalidades y regiones del país.
En las elecciones de mayo de 2005 se produjo una gran derrota para el EprDF. los 
resultados oficiales, publicados un mes después de las elecciones, pusieron al EprDF 
en una posición minoritaria, con el 45% de los votos. los observadores de la uE 
confirmaron la derrota del EprDF. sin embargo, el comité oficial de las elecciones 
llevó a cabo una “investigación” y le adjudicó finalmente el 60% de los votos. los 
dirigentes de los principales partidos de la oposición fueron encarcelados y hubo 
muchos asesinatos.
El pasado año, la oposición dentro de Etiopía se radicalizó. En agosto de 2006, un 
grupo de oficiales de alto rango dirigidos por el General Kamal Galchuu se unieron 
en el Frente de liberación de oromo. En la zona de oromo se inició una auténtica 
intifada y, hace pocos meses, el olF hizo un llamamiento a todos los grupos de 
oposición para que se unieran en el frente unido de la alianza para la Democracia y 
la libertad (aDF, por sus siglas en inglés). Ver Hasan en <http://www.wpb.be>.
8 la capacidad militar del EprDF en los ochenta era relativamente escasa. Estaba 
muy relacionado con el Frente de liberación popular de Eritrea (EplF, por sus siglas 
en inglés), que tenía un fuerte nivel militar y que hizo que fuera posible la victoria 
sobre el dictador mengistu en 1991. Fueron las tropas del EplF las que liberaron 
la capital etíope addis abeba. pero el EplF era un movimiento de liberación de un 
país vecino, Eritrea, que había sido ocupado por Etiopía en 1952, anexionándosela 
en 1962. Y el objetivo del EprF era liberar Eritrea de la ocupación etíope. por eso 
se formó una estrecha alianza entre el EprDF y el tplF para derrocar al gobierno 
África Subsahariana
226
Etiopía aceptó formalmente la independencia de Eritrea, am-
bos países firmaron acuerdos bilaterales sobre comercio y seguridad. 
Etiopía podía acceder, con libre acceso al mar, al importante puerto 
de assab.
En 1998 estalló laguerra. algunos organismos internacionales 
y estudiosos de la temática han apuntado que es una guerra absur-
da, pues no es ni étnica ni religiosa, sino que se trata de un antiguo 
conflicto entre dos Estados. En la práctica, es el resultado del pasado 
colonialista y el trazado de fronteras. Es cierto que en otros países las 
contradicciones se manifiestan con otro carácter, pero subyace el mis-
mo trasfondo, que en este caso se presenta como guerra convencional 
entre dos Estados. 
Las fronteras y algo más
las actuales fronteras etíopes se demarcaron a fines del siglo XiX, 
cuando menelik ii logró derrotar a las fuerzas de ocupación italianas. 
En ese empeño, utilizó las contradicciones interimperialistas en el área. 
Finalmente, Etiopía mantuvo su independencia (Estado tapón). sus 
fronteras se trazaron con arreglo a las acciones coloniales en las áreas 
vecinas. En 1930, fue coronado Haile selassie como emperador. su go-
bierno se caracterizó por su sometimiento a los poderes colonialistas.
la frontera entre ambos países fue delimitada en la etapa colo-
nial. precisamente, al estallar la guerra en 1998, los eritreos presen-
taron un informe (14 y 29 de mayo), donde reclamaban la “frontera 
colonial”, es decir, la frontera trazada entre el reino de italia y el im-
perio de Etiopía. Esta demarcación se había precisado en tratados su-
cesivos, dentro de los que destacan el del 15 de mayo de 1902 (tratado 
anglo-ítalo-etíope), que delimitaba la parte occidental y central de la 
frontera, justo en el lugar donde se desató la guerra9.
Existen criterios divergentes en torno a la problemática fronte-
riza, pues si bien Etiopía planteaba que aceptaba la línea fronteri-
za, Eritrea acusaba a las autoridades locales de tigré de utilizar otro 
mapa que incorporaba a Etiopía esas áreas.
Después de 1952, cuando la onu le dio a Etiopía el mandato tem-
poral sobre Eritrea, la primera ignoró los tratados fronterizos anterio-
res. En el tigré se realizaron instalaciones agrícolas en la zona fronte-
etíope. una vez conseguido ese objetivo, el EplF asumió la administración de Eritrea 
y organizó un referéndum en 1993, en el que más del 98% de los eritreos votó por la 
independencia. mientras tanto, se formó en Etiopía un gobierno transitorio entre el 
EprDF y el tplF (ibíd.).
9 Debe recordarse que uno de los primeros acuerdos adoptados por la oua fue el 
respeto de las fronteras coloniales.
227
María Elena Álvarez Acosta
riza. Desde esos años, el área ha estado sometida a periódicas disputas 
y se han desarrollado acciones armadas; por ejemplo, en 1976 y en 
1981 las guerrillas del FlE enfrentaron al Fplt (Frente popular de 
liberación del tigré). Esta última agrupación también era contraria 
al gobierno central etíope en aquellos años.
¿cómo explican el conflicto ambas partes? los etíopes aducen 
que los eritreos se transformaron en un pueblo beligerante, que ha 
tomado las armas contra la mayoría de sus vecinos, incluidos sudán, 
Yemen y Yibuti.
según el gobierno del primer ministro meles Zenawi, Etiopía es 
apenas la más reciente víctima de un supuesto militarismo expansio-
nista eritreo, ante el cual su país está dispuesto a resistir10.
los eritreos, sin embargo, ven el conflicto de otra manera. para 
ellos, el gobierno de Etiopía está dominado por el grupo étnico del 
norte del país, los tigriñas, que durante 30 años han tratado de esta-
blecer el Estado independiente de tigré.
En realidad, ambos gobiernos se fundamentan en partidos do-
minados por el mismo grupo étnico, los tigriñas. De hecho, ambos 
mandatarios son parientes lejanos11.
sin embargo, además del conflicto fronterizo existen otras causa-
les que han influido en la guerra, entre ellas están las económicas y la 
necesidad de Etiopía del acceso al mar. En 1997, Eritrea introdujo su 
propia moneda (el nacfa) para asentar la libertad de sus transacciones 
económicas con el extranjero. Esta acción perjudicó a Etiopía, sobre 
todo porque desde 1991, se había acordado el mutuo librecambio y el 
libre acceso de Etiopía a los puertos eritreos. a partir de ese momen-
to, comenzaron fuertes contradicciones “económicas”, ya no existía 
unión monetaria12.
10 Desde mayo de 1998 están en guerra por la fijación de límites fronterizos de un 
territorio desértico y sin valor estratégico ni económico. las víctimas se acercan a los 
100 mil, militares en su mayoría, porque entre los conflictos vivos en África este es 
uno de los pocos con sendos ejércitos regulares en el frente (García Fajardo, 2003).
11 Ver: <http://www.bbc.co.uk/spanish/news/news000516etiopia.shtml>.
12 a partir de ese momento, empezaron a tener lugar muchos actos provocativos y 
matanzas de oficiales y soldados eritreos en la frontera, que acabaron desencadenando 
una guerra que duró de 1998 al 2000. Fue una guerra catastrófica; en el lado etíope 
murieron 135 mil soldados. De hecho, los etíopes perdieron la guerra y se vieron 
forzados a aceptar el acuerdo de argel de 2000.
El acuerdo incluía tres fases:
1. una comisión del tribunal internacional de la Haya decidiría sobre la disputa 
territorial y la localización exacta de fronteras.
2. otra comisión del tribunal internacional decidiría acerca de las reclamaciones 
de los dos partidos por confiscación o daños en las propiedades de ciudadanos 
de la otra parte.
África Subsahariana
228
otras razones podrían ser argumentadas, como el papel que pre-
tende desempeñar Etiopía en el área, con el apoyo de occidente, los 
intereses geoestratégicos por el control del territorio de Eritrea, en un 
área esencial para el comercio internacional, entre otras.
El conflicto
En mayo de 1998 se inició el conflicto. Eiopía plantea que Eritrea inva-
dió el triángulo de shirga –y ocupó badme y Zelambesa–. Esta acción 
daba respuesta a un accidente que había tenido lugar pocos días antes 
y que había causado la muerte a un eritreo. se desataron las acciones.
la oua elaboró un acuerdo de paz que implicaba un “alto al fue-
go”. sin embargo, este no pudo firmarse, pues las interpretaciones y 
demandas de los contendientes eran diferentes: los eritreos pedían el 
cese del fuego antes de firmar el tratado y los etíopes lo aceptarían 
después de la retirada de las tropas eritreas. En la práctica, todo indi-
caba que addis abeba no quería la paz, pues su objetivo era derrocar 
al régimen eritreo del presidente isaías aferwoki13.
El 12 de mayo de 2000, sin haber logrado ningún acuerdo entre 
las partes, se agravó la situación. Dos días antes de las elecciones en 
Etiopía, esta atacó a Eritrea con el propósito de recuperar los territo-
rios perdidos en 1998.
ante esta situación, el 17 de mayo de ese año, el consejo de segu-
ridad impuso un embargo de armas a los dos países14. Este embargo 
afectaba mayormente a Eritrea, pues Etiopía contaba con mayores 
efectivos humanos y materiales para la guerra15. los etíopes avanza-
ron y ocuparon grandes extensiones territoriales.
El Gobierno eritreo había aceptado una propuesta de la oua para 
un inmediato cese de las hostilidades entre ambas partes. El comuni-
3. Finalmente, una comisión de la unión africana decidiría sobre la cuestión de qué 
país había comenzado la guerra y tendría la responsabilidad de indemnizar por 
los inmensos daños causados por la misma.
las dos primeras comisiones han presentado ya sus conclusiones a favor de la 
posición eritrea y sus demandas.
13 Eritrea acusaba a Etiopía de ese objetivo y mostró las pruebas cuando 
encontraron las hojas de rutas halladas a oficiales etíopes muertos en marzo de 1999, 
que contenían instrucciones para la ocupación militar de la capital eritrea.
14 por supuesto, este embargo no fue respetado totalmente, sobre todo por Estados 
unidos, que ha apoyado a Etiopía.
15 sobre el papel, Etiopía es la más poderosa, con 250 mil hombres, más de ciento 
cincuenta carros t-54 y t-55, una treintena de cazas mig-21 y mig-23, a los que se 
añadieron en diciembre de 1998 aparatos ultramodernos. Esta flota, pilotada en gran 
parte por mercenarios rusosy ucranianos, garantiza a addis abeba la supremacía 
aérea, porque asmara no dispone más que de una decena de aviones de entrenamiento, 
italianos y finlandeses, y de ocho a diez interceptores mig-29, comprados en 1999. 
229
María Elena Álvarez Acosta
cado eritreo establecía que, tras el cese de las hostilidades, se efectua-
ra “la retirada del Ejército etíope de los territorios de Eritrea después 
de que se hubiese efectuado el despliegue de tropas de la onu bajo 
los auspicios de la oua”. también indicaba que la misión de los cas-
cos azules se extendería hasta que los límites en disputa de la línea 
fronteriza de mil kilómetros que separa a los dos países hubiesen sido 
demarcados de nuevo por los cartógrafos de naciones unidas. sin em-
bargo, Etiopía continuó con el ataque en todos los frentes (El Mundo, 
11 de junio de 2000).
El 18 de junio, tras la derrota militar infligida a Eritrea, se firmó 
un acuerdo de alto al fuego en argel. Este contemplaba el cese de las 
hostilidades y el posterior despliegue de una fuerza de interposición 
de la onu que debía controlar la franja fronteriza y delimitar la 
frontera.
un mes después de la firma del cese al fuego, se decidió establecer 
por el consejo de seguridad de naciones unidas la misión de nacio-
nes unidas en Etiopía y Eritrea (unmEE). Esta se desplegó por man-
dato del consejo de seguridad en septiembre de 2000 para supervisar 
el cese de las hostilidades, prestar asistencia para el cumplimiento de 
los acuerdos, crear una zona temporal de seguridad, verificar la reti-
rada de las tropas y coordinar las actividades humanitarias en la zona.
El mandato del consejo de seguridad de naciones unidas trató 
de establecer una franja donde se prohibía la presencia de armamento 
pesado a lo largo de la frontera entre Etiopía y Eritrea, cumpliendo 
uno de los mandatos de la misión.
Desde el año 2000 hasta el 30 de julio de 2008 en que se aprobó la 
res/1827 (2008), cuando el consejo de seguridad dio por terminado 
el mandato de la minuEE con efecto a partir del 31 de julio de 2008, 
la mayoría de las casi treinta resoluciones aprobadas por ese órgano 
hacían referencia a prórrogas del mandato, sobre todo, por la imposi-
bilidad de lograr un acuerdo entre las partes16.
además de la pérdida de vidas humanas, la guerra produjo el 
abandono de sus lugares de origen de miles de personas que se con-
virtieron en refugiados y desplazados: más de 750 mil desplazados y 
refugiados etíopes y eritreos. El 7% de la población eritrea clasificaba 
El ejército eritreo dispone también de menos blindados y cañones, pero sus 150 
mil soldados (entre ellos, un tercio son antiguos combatientes de la guerra de 
independencia, removilizados, y otro tercio, reclutas) compensan esta inferioridad 
con sofisticados medios de comunicación y observación, un mejor mantenimiento de 
los materiales y, finalmente, una movilidad y cohesión netamente superiores a las de 
los etíopes, gracias a un aguerrido encuadramiento militar (araya y piáis, 2000).
16 Ver: “Etiopía y Eritrea” (onu), Documentos. En <http://www.un.org/spanish/
Depts/dpko/unmee/unmeers.htm>.
África Subsahariana
230
como desplazada. asmara recibió otra emigración forzada: la de los 
eritreos y etíopes de origen eritreo (65 mil) expulsados por addis abe-
ba (araya y piáis, 2000).
la política de expulsión de personas de origen eritreo aplicada 
por Etiopía tras el estallido de la guerra entre ambos países en mayo 
de 1998 se convirtió en una operación generalizada y sistemática de 
detención y expulsión de todo individuo de ascendencia parcial o to-
talmente eritrea17.
El impacto económico ha sido inmenso. En Eritrea, los gastos 
militares superaron en 1999 el 30% del pib, mientras Etiopía dedicó 
el 10% de su pib a los gastos de guerra, que cuesta diariamente cerca 
de un millón de dólares al país. la precaria situación económica y so-
cial de Etiopía contribuía a la propagación de hambrunas. Es el país 
más pobre del mundo, según la clasificación del bm recientemente 
publicada. mientras tanto, la economía de Eritrea estaba totalmente 
colapsada antes de comenzar la guerra, pero, tras ella, ha quedado 
casi en estado de coma18.
la guerra entre ambos Estados repercutió en la inseguridad al 
interior de los territorios beligerantes, pero también en los de las áreas 
que tuvieron que acoger a miles de eritreos y etíopes que huían de la 
contienda bélica. En esencia, la guerra ha sido expresión de contradic-
ciones acumuladas entre ambas partes, así como del incumplimien-
to etíope de dar la independencia a Eritrea según lo indicado por la 
onu. precisamente, una de las causas fundamentales de la caída del 
gobierno de mengistu Haile mariam fue la lucha sostenida de los eri-
treos por su independencia.
El consejo de seguridad de la onu, en este caso, aprobó con bas-
tante rapidez la conformación de una misión de paz para el conflicto; 
y no es que no fuera necesario, simplemente en otros casos que tam-
bién lo requerían o se han demorado, o nunca lo han implementado. 
En esta actuación influyeron los intereses de los poderes del momen-
17 El primer ministro de Etiopía, meles Zenawi, había dicho que las personas 
expulsadas constituían una amenaza para la seguridad nacional, y que habían perdido 
la nacionalidad etíope al participar en 1993 del referéndum sobre la independencia 
de Eritrea (ibíd.).
18 la cantidad de kilocalorías por habitante y día, en Etiopía y Eritrea, es la más baja 
del mundo (1585 y 1845, respectivamente). con 210 y 110 dólares de renta anual por 
habitante, respectivamente, ambos países se sitúan entre las naciones más pobres 
del mundo, en los puestos 167 y 172 de los 174 países clasificados por el pnuD 
(programa de naciones unidas para el Desarrollo), según su Índice de Desarrollo 
Humano (ibíd.). a las consecuencias de la guerra, se unía la de la sequía: se estimaron 
en un millón y medio las personas desplazadas por la guerra o afectadas por la sequía 
en Eritrea (casi el 40% de la población) y más de 350 mil desplazados en Etiopía.
231
María Elena Álvarez Acosta
to, fundamentalmente, EE.uu. y Francia. El primero, por la “alianza” 
y apoyo que le ha dado a Etiopía, sobre todo, después de proclamada 
la lucha contra el terrorismo; el segundo, por su presencia en Djibuti.
como señala muhaman Hasan (s/f):
El régimen de Zenawi es una fuerza títere en manos del imperialis-
mo estadounidense en la región. Desde que anthony lake, el asesor 
para seguridad nacional de clinton, identificó a Etiopía como uno de 
los cuatro países (los otros eran nigeria, sudáfrica y Egipto) decisivos 
para la defensa de los intereses estadounidenses en África, el gobierno 
de Zenawi ha obtenido todos los apoyos que necesitaba.
El ejército etíope se está transformando en la actualidad en una fuerza 
mercenaria local al servicio de los estadounidenses, de forma que pue-
da ser utilizada contra cualquier país de la región. En una de las pági-
nas de internet del ejército estadounidense, barras y Estrellas (<http://
www.estripes.com/>), se podía leer el 30 de diciembre el testimonio de 
uno de los 70 instructores estadounidenses que están entrenando a los 
soldados etíopes. El sargento de primera bill Glippo es instructor en 
el campo Hurso, situado cerca de la ciudad de Dire Dawa, en Etiopía. 
Decía en la web: “la formación que estamos dando a estos soldados 
persigue prepararles para que puedan ir y luchar en somalia, Eritrea 
o donde sea” (ibíd.).
Burundi: conflictos étnicos, golpes de Estado 
y guerra civil
a mediados del año 2006, se anunciaba que el gobierno de burundi 
y el único grupo rebelde activo en el país acordaban en tanzania 
mantener negociaciones para lograr un alto al fuego permanente. 
Estas negociaciones podrían poner fin a una guerra que comenzó en 
el año 1993.
a diferencia de los otros países de la región, tanto burundi como 
ruanda se caracterizan por una cierta homogeneidad étnica –tutsis, 
hutus y tua–. sin embargo, en ambos se han manifestados situaciones 
críticas desdela independencia hasta la actualidad.
En el caso de burundi, se ha caracterizado por los conflictos po-
líticos con base étnica, los golpes de Estado que, finalmente, conduje-
ron al inicio de la guerra civil a partir de 1993. mientras tanto, ruanda 
se convirtió en protagonista de un conflicto interno que llegó a regio-
nalizarse.
la inestabilidad y violencia imperantes en burundi desde octubre 
de 1993 hacían temer el estallido de una guerra civil, que finalmente 
se ha extendido por más de 10 años y ha cobrado más de 200 mil 
muertos. los países del área observaban con preocupación el desen-
África Subsahariana
232
volvimiento de los acontecimientos, que podía tener consecuencias 
imprevisibles. pero, en la práctica, poco se hizo para tratar de solucio-
nar la situación.
la democratización y los ajustes estructurales se abrieron paso en 
África subsahariana; pero antiguas y nuevas contradicciones se man-
tuvieron y continuaron estallando. En ese mismo ámbito, los grandes 
centros de poder han sido mucho más selectivos a la hora de “ayudar” 
a determinados países a “prevenir” los conflictos. En este escenario, 
burundi siguió ocupando un nivel de prioridad muy bajo para los paí-
ses desarrollados, mientras sus condiciones socioeconómicas seguían 
siendo muy precarias y continuaba manifestando fuertes contradic-
ciones internas. la situación en burundi el 22 de marzo de 1993 era 
descrita por serge arnold (1994) de la siguiente forma:
[…] bandas armadas y milicias, aparentemente inconscientes del pe-
ligro que hacen correr a este país centroafricano vecino de ruanda, 
arreglan cuentas violentamente, respondiendo a cada asesinato con 
otro asesinato. los milicianos tutsis, acusados por los hutus de actuar 
al amparo del ejército, comenzaron a crear en bujumbura verdaderos 
“tutsi-land”, en los que se practica la “limpieza étnica” vaciando ba-
rrios enteros de su población hutu […] por su parte, los extremistas 
hutus no vacilan en recurrir a la ayuda de los siniestros “interahamwe” 
refugiados en el vecino Zaire, que fueron los principales responsables 
del genocidio de unos 500.000 tutsis y de las masacres de los hutus 
liberales en ruanda.
ante la crítica situación, el ejército se siente tentado regularmente por 
la toma del poder, en tanto la presidencia es favorable a una “interven-
ción extranjera”, temiendo que las fuerzas armadas apoyen irremedia-
blemente a los sectores tutsis más extremistas.
Características socioeconómicas y étnicas del país
a principios de los años noventa, burundi contaba con una po-
blación de 5.6 millones de habitantes, con una densidad poblacio-
nal de doscientas siete personas por kilómetro cuadrado, la que en 
determinadas áreas alcanzaba la cifra de quinientas treinta y seis 
personas. En este sentido, ocupaba el segundo lugar en África, des-
pués de ruanda. En cuanto al origen étnico, el 85% de la población 
era clasificada como hutu y el 15%, como tutsi (cervenka y legum, 
1994: 4).
la sociedad era predominantemente rural; el 94% de la pobla-
ción aún estaba vinculado a la producción agrícola, y la mayoría de 
los habitantes del país vivían en el campo. al mismo tiempo, el 70% 
de la población agraria se concentraba en el norte del país. las áreas 
urbanas eran muy reducidas: en bujumbura vivía el 4,4% de la pobla-
233
María Elena Álvarez Acosta
ción total (250 mil habitantes); en la segunda ciudad del país, Gitega, 
habitaban 25 mil personas19.
la sociedad tradicional estaba muy arraigada, y puede calificarse 
como muy conservadora y jerárquica. la mayoría de la población, con 
independencia de su afiliación étnica, ha mantenido el mismo estilo 
de vida y habla la misma lengua, el kirundi. El 60% de la población 
es católica. 
las condiciones socioeconómicas de vida eran muy precarias. se-
gún el Índice de Desarrollo Humano (iDH), burundi se ubicaba en el 
lugar 139 de los 160 países ordenados, con un 20% de mortalidad in-
fantil de niños menores de 5 años. la infección del HiV era muy alta: 
el 15,2% en bujumbura, el 14,7% en áreas provinciales semi-rurales y 
el 0,7% en las áreas rurales (pnuD, 1991b).
Los gobiernos militares
las raíces de las diferencias sociopolíticas y económicas que se han 
manifestado con agudeza en este país tienen antecedentes importan-
tes en la etapa colonial. antes de la llegada de los colonizadores, las 
elites tutsis tenían el poder político; pero la parcialidad colonial acre-
centó ese poder en los planos económico y sociopolítico con respec-
to a los hutus. como nos recuerdan Dominique Darbon y philippe 
l’Hoiry (1982: 38): “la colonización, con el fin de perpetuar el sistema 
que imponía, esperaba ratificar e institucionalizar las diferencias so-
ciales y particularmente aquellas basadas en las pertenencias étnicas”.
asimismo, la colonización integró a los tutsis en el ejército, sien-
do favorecidos –en este aspecto clave de cualquier sociedad– frente a 
los hutus, grupo étnico mayoritario en el país. En este sentido, merece 
recordarse, como señalan cervenka y legum (1994: 4), que:
las potencias coloniales, alemania y bélgica, preservaron el sistema 
en el que el poder político se concentró en las manos de los tutsis, a los 
que se les dio más fácil acceso a la educación, los recursos económicos 
y el empleo de los hutus. los tutsis se convirtieron en el núcleo de los 
cuerpos oficiales del ejército burundés que hicieron valer su papel en 
la política de burundi.
El colonialismo conformó un ejército eminentemente tutsi, posible-
mente, el sector más organizado en el país. Esto posibilitó que desem-
peñara un papel protagónico en la postindependencia. las contradic-
ciones entre los dos grupos principales que habitaban el país –tutsis y 
hutus– se acentuaron en los años posteriores a la independencia, y el 
19 Esta situación no ha tenido grandes cambios.
África Subsahariana
234
papel de los militares pasó a ocupar un lugar cimero. En estos años, 
muchas de las numerosas crisis étnicas que sacudieron al país se vin-
cularon directamente con el papel de los militares en la vida política.
las raíces de las pugnas y manipulaciones étnicas que se han 
manifestado con agudeza hasta el presente siglo no solo deben bus-
carse en el dominio colonial. como hemos señalado anteriormente, 
los tutsis tenían soberanía política sobre los hutus antes de la llegada 
de los colonizadores, quienes reforzaron las diferencias imperantes 
anteriores a su llegada. los tutsis continuaron detentando sus funcio-
nes y desempeñaron un importante papel en el cuerpo de oficiales del 
ejército belga. las contradicciones entre los dos grupos que habitan el 
país se acentuaron en los años posteriores a la independencia.
mientras que en ruanda, tras la independencia, las elites hutus 
llegaban al poder, en burundi se mantuvieron las elites de origen tut-
si. En 1962 se constituyó el reino de burundi dirigido por mwanmi 
mwambutsa iV, pero durante casi 30 años el país enfrentó regímenes 
militares.
En un breve recuento podemos plantear que en 1966 el hijo del rey 
tomó el poder20, pero cinco meses después fue depuesto por el capitán 
micombero21, y en 1976 el coronel Jean baptiste baganza22 lo derrocó 
mediante un golpe de Estado. baganza gobernó hasta 1987, en que fue 
depuesto por el mayor pierre buyoya. Este detentó el poder hasta junio 
de 1993, cuando, a través de elecciones multipartidistas, llegó al poder 
melchior ndadaye, primer hutu que alcanzaba este cargo.
a partir de 1987, bajo el gobierno de buyoya, se inició un pro-
ceso de “liberalización” política y económica, que se planteó el re-
greso de los refugiados y estableció el comité militar de salvación 
nacional. En 1989 comenzaron cambios cuando el número de hutus 
en lugares claves del gobierno, en la administración pública y la po-
lítica –no así en el ejército–, empezó a variar. En 1991, a través de la 
carta de unidad entre hutus y tutsis, se llamó a la reconciliación. la 
misma fue aprobada mediante referéndum nacional con un 89% de 
votos favorables.
En abrilde 1992, el nuevo gabinete estuvo compuesto por hutus y 
tutsis, y en mayo de ese mismo año se aprobó una nueva constitución, 
con la que se estableció el sistema multipartidista. En abril de 1993, 
20 Durante los primeros cuatro años de independencia, se sucedieron cinco primeros 
ministros.
21 proclamó la república. se plantea que purgó a los hutus que tenían cargos en el 
aparato estatal.
22 se plantea que trató de poner en práctica algunas medidas de beneficio general. 
En 1982 se efectuaron elecciones.
235
María Elena Álvarez Acosta
se efectuó en burundi la conferencia sobre unidad nacional, recon-
ciliación, Derechos Humanos y Democracia.
sin embargo, todos esos cambios –violentos o mediante acuerdos 
políticos– en algunos casos con participación popular, como el refe-
réndum, no hicieron variar la correlación de fuerzas, ni debilitaron el 
ejército, ni las aspiraciones de las elites ni, sobre todo, de los extremis-
tas de ambos bandos.
Crisis étnicas23
a lo largo de más de 30 años, el control de los gobiernos militares no 
pudo evitar las denominadas crisis étnicas. En octubre de 1965 tuvo 
lugar la primera crisis, cuando el rey mwambutsa refutó nominar un 
hutu como primer ministro. los partidos hutus habían ganado vein-
titrés de los treinta y tres asientos en las elecciones legislativas. los 
hutus integrantes del ejército y oficiales de la gendarmería trataron 
de tomar el palacio real y atacaron la residencia del primer ministro 
leopoldo bila. según algunas fuentes24, murieron quinientos tutsis y 
cerca de 5 mil hutus.
En 1969, un grupo de oficiales de las Fuerzas armadas con base 
hutu fue acusado de complot contra el gobierno, por lo que se estima 
que cientos de hutus fueron ejecutados.
En 1972, otra nueva crisis asoló el país. los hutus se sublevaron 
contra el régimen y fueron muertos entre 10 mil y 15 mil tutsis. se 
señala que el ejército tutsi masacró, sistemáticamente, entre 100 mil y 
150 mil hutus. salieron del territorio 150 mil personas como refugia-
dos hacia países vecinos, que en su mayoría mantuvieron ese status 
durante muchos años, y que se sumaban a los que habían abandonado 
el país desde la propia proclamación de la independencia y las ante-
riores “crisis” étnicas.
En agosto de 1988, once meses después de derrocado bagaza, 
estalló de nuevo la crisis étnica. algunos hutus –temiendo una ma-
sacre– lanzaron ataques contra los tutsis, por los que se estima mu-
rieron entre 2 mil y 3 mil tutsis. paralelamente, se considera que el 
ejército ultimó entre 5 mil y 20 mil hutus. miles de hutus buscaron 
refugio en ruanda.
23 por crisis étnicas entendemos los enfrentamientos entre grupos étnicos diferentes 
debido a la utilización de ese origen étnico por diversas fuerzas, en función de llegar 
o mantenerse en el poder político, pero apoyándose en los sentimientos identitarios 
de pertenencia y exaltando, exacerbando y deformando las “intenciones” y daños que 
puede ocasionar el “otro”, haciendo “imposible” la convivencia mutua.
24 En el caso de las cantidades de muertos en las diversas crisis, las cifras no están 
confirmadas, pues no existe constancia. los datos son aproximados.
África Subsahariana
236
En los años 1991 y 1992 también ocurrieron choques étnicos. En 
octubre de 1993, fue asesinado melchior ndadaye –3 meses después 
de haber jurado como presidente. Después de este asesinato, el saldo 
fue de 50 mil personas muertas. a partir de este momento, la situación 
se caracterizó por la inestabilidad y la guerra en el país.
En estos años, las tendencias extremistas se consolidaron, de am-
bas partes, al tiempo que se promulgaba una constitución multipar-
tidista y se convocaba a elecciones para el año 1993, a tono con los 
tiempos que imponían los acreedores.
Inestabilidad política y crisis étnica
El proceso democrático, también bajo las exigencias de las potencias, 
culminó con las elecciones presidenciales del 1° de junio de 1993, 
en las que melchior ndadaye del Frente Democrático de burundi 
(FroDEbu)25 obtuvo un 65% de los votos, derrotando a buyoya y su 
partido unidad para el progreso nacional (uprona). En las eleccio-
nes parlamentarias, el FroDEbu obtuvo el 72% de los votos, así como 
sesenta y ocho de los ochenta y un asientos en la asamblea; mientras 
que la unidad para el progreso nacional (uprona) obtuvo dieciséis.
algunos observadores consideraban que la uprona y buyoya, 
como partidario de la concordia nacional e iniciador del proceso de-
mocrático, debían ganar las elecciones; pero los resultados en las ur-
nas no lo refrendaron. Es indudable que muchos hutus que hasta el 
momento habían sido partidarios de uprona lo habían hecho para 
sobrevivir, y aprovecharon el momento para pasar a la FroDEbu. aun 
así, el ganador FroDEbu no tenía suficiente fuerza, con independen-
cia del apoyo popular, para desplazar a la uprona del poder real.
En el nuevo gabinete, nominado en julio de 1993, ndadaye anun-
ció un Gobierno de unidad nacional. El FroDEbu recibió trece car-
teras ministeriales, la uprona seis y otros pequeños partidos recibie-
ron uno cada uno; las dos sillas restantes fueron a manos de oficiales 
del ejército. De acuerdo con la composición étnica, había siete tutsis 
entre los veinte ministros del gabinete. El proceso parecía irreversible, 
hasta que tuvo lugar un intento de golpe por parte de extremistas mili-
tares en octubre de 1993, que condujo al asesinato de ndadaye. 
ante los enfrentamientos, el gobierno pidió la entrada de contin-
gentes de las naciones unidas, por lo menos de ochocientos soldados, 
aunque el ejército se oponía a ello. la primera ministra y los funcio-
narios del gobierno fueron protegidos por asesores militares france-
ses, lo que ocasionó gran descontento dentro del ejército.
25 tanto el FroDEbu como uprona fueron fundados en la década del cincuenta, 
por las elites hutus y tutsis, respectivamente.
237
María Elena Álvarez Acosta
algunos analistas consideran que el inspirador de la intentona 
golpista fue Jean baptiste bagaza, quien rechazó tal acusación26.
En enero de 1994, el nuevo presidente cyprien ntariyamira, del 
FroDEbu, asumió el poder; pero en abril de 1994 fue asesinado jun-
to al presidente de ruanda, Juvenal Habyarimana.
El FroDEbu tenía dificultades para controlar el país. En julio 
expiraba el período del presidente interino, no se había llegado al 
acuerdo de elegir un nuevo presidente que sucediera a ntariyamira, 
por lo que la situación se tornó explosiva, y el vacío de poder trajo 
aparejado el incremento de las contradicciones.
En mayo de 1994 se efectuó la conferencia internacional para el 
Diálogo nacional. En esta, por primera vez, se reunieron ministros, 
oficiales del ejército, líderes políticos, académicos, etc., y se planteó 
que el Diálogo nacional era la única forma aceptada como esperanza 
para resolver la crisis política. se planteó, además, la necesidad de 
desarrollar un ejército nacional en consonancia con las característi-
cas de la población y fortalecer un sistema judicial independiente, y 
prometieron hacer justicia contra los criminales y fortalecer las ins-
tituciones democráticas, el pluralismo y la lealtad a la constitución.
El más importante resultado de esta conferencia fue la firma de 
la convención nacional por trece partidos en septiembre de 1994 y la 
elección del nuevo presidente sylvestre ntibantunganya. De acuerdo 
con la convención, los partidos opositores tendrían el 45% de las car-
teras ministeriales en el gobierno, incluyendo al primer ministro, y en 
esa misma proporción en los gobiernos provinciales, administracio-
nes locales y embajadores.
sin embargo, en la segunda mitad de septiembre se desataron 
intensos brotes de violencia, agudizados tras la firma de los acuerdos 
del gobierno y de la oposición, para restablecer la estabilidad después 
del asesinato de los dos últimos presidentes del país. no obstante, en 
octubre se mantenía el vacío de poder.
Después de la muerte de ndadaye, habían muerto 50 mil perso-
nas (notimex,1994). En septiembre, ntibantunganya asumió la presi-
dencia, pero al mismo tiempo, estalló una nueva crisis política cuando 
el líder de la uprona, charles mukasi se retiró del gobierno y de 
la coalición. uprona se opuso a la elección de Jean minani –hutu– 
como presidente de la asamblea nacional. precisamente, la elección 
de Jean minani como presidente del parlamento originó sangrientos 
enfrentamientos entre hutus y tutsis, que llevó al país al borde de la 
guerra civil.
26 Desde el golpe de Estado hasta el 12 de noviembre de ese mismo año se habían 
refugiado, sobre todo en ruanda, 700 mil personas. 
África Subsahariana
238
El panorama político se caracterizaba por las acusaciones de los 
partidos opositores al partido del gobierno de organizar masacres 
contra la minoría tutsi. los síntomas de descontento civil y étnico se 
generalizaban, y algunos exigían la presencia de un cuerpo de seguri-
dad internacional para evitar una matanza.
a fines de diciembre, el presidente sylvestre ntibantunganya 
dijo que analizaría el acuerdo con el Frente para la Democracia de 
burundi (FDb), compuesto por tutsis y la uprona. Finalmente, el 
28 de diciembre, el presidente destituyó a Jean minani. En la última 
semana de diciembre, con el país bajo toque de queda, la uprona 
y el FroDEbu, más mediadores de las naciones unidas, iniciaron 
negociaciones para buscar una solución a la crisis. El FroDEbu 
y la uprona acordaron nominar a un candidato común para el 
cargo de presidente del parlamento. El 30 de diciembre disminuye-
ron los enfrentamientos interétnicos cuando el presidente del par-
lamento renunció27.
bandas armadas de extremistas hutus, leales al ex ministro del 
interior –leonard nyangoma– enfrentaban al Ejército, pues lo acusa-
ban de asesinar a los hutus. En el norte la situación era más difícil por 
la presencia de los campamentos de refugiados ruandeses. a fines de 
enero, se mantenían los asesinatos y la crisis política. Entre octubre 
de 1993 y el 31 de enero de 1995, habían muerto cinco gobernadores 
provinciales y gran cantidad de administradores de distrito.
las elites tutsis querían continuar detentando el poder, y las hu-
tus no querían permitirlo. algunos señalan que el FroDEbu, ante las 
acciones de los extremistas tutsis –que muchos señalaban que actua-
ban encubiertos por el ejército–, creó a su vez bandas extremistas. los 
civiles tutsis proseguían una lenta recuperación del poder, se apoya-
ban en milicias que financiaban y se apoderaban de la capital.
El partido para la liberación del pueblo Hutu (palipEHutu) se 
oponía a toda forma de coparticipación de poder vinculado. algunos 
analistas señalaban que esta organización recibía apoyo de los grupos 
ruandeses, y que ruanda había sido refugio para entrenarse28.
a principios de marzo se constituyó un nuevo gobierno al frente 
del cual estaba el primer ministro antoine nduwayo –tutsi–. Desde 
febrero, había una fuerte lucha en la oposición tutsi. algunos conside-
ran que el nombramiento de esta figura fue una imposición a la direc-
ción de la uprona por jóvenes milicianos del ex presidente bagaza.
27 El 5 de enero de 1995 había 195 mil refugiados de burundi en Zaire, 40 mil en 
tanzania y 6 mil en ruanda (reuter, 1994).
28 Debe recordarse que hasta 1994 en ruanda el poder estaba en manos de las 
elites hutus.
239
María Elena Álvarez Acosta
En marzo, una nueva crisis se desencadenó con el asesinato de 
Ernest Kabushemeye, ministro de Energía y alcalde de bujumbura. 
los choques étnicos no se hicieron esperar. la agencia católica al-
fazeta de bujumbura señalaba como protagonistas de la violencia a 
las milicias tutsis –saVs EcHEcs– fieles al ex dictador Jean baptiste 
bagaza, cuyo comandante era Deogratias niyonzima ex fraile domi-
nicano que se consideraba organizador de estas fuerzas paramilitares 
desde hacía un año. sin embargo, grupos de la oposición acusaron al 
gobierno y al ex ministro del interior de fomentar los desórdenes.
la situación tornaba a complicarse pues los refugiados burunde-
ses convivían con ex miembros de las Fuerzas armadas ruandesas y 
milicianos interahamwe –protagonistas del genocidio tutsi en ruan-
da–, a los que se acusaba de combatir al ejército burundés al lado de 
los extremistas hutus, y de llevar a cabo incursiones sangrientas sobre 
suelo de burundi.
El 29 de marzo, el primer ministro anunciaba un plan de acción 
para la paz y la seguridad del país. sin embargo, el curso de los acon-
tecimientos siguió rumbos violentos y no de paz y seguridad. En julio 
de 1996, buyoya orquestó un nuevo golpe de Estado, exitoso. alegaba 
la necesidad de pacificar el país y evitar una intervención regional.
Una aproximación a las causas del conflicto
precisamente la alta densidad demográfica, las precarias condiciones 
socioeconómicas de vida y la delimitación de zonas y sectores más 
favorecidos actuaban como factores estimuladores hacia la confronta-
ción y las pugnas entre los diversos sectores sociales, todo esto unido 
a la disparidad étnica. la disparidad étnica se reforzaba debido a las 
diferenciaciones ocupacionales, la actividad económica y el status po-
lítico de cada uno de los grupos. como certeramente señala michael 
Whisson (citado por cervenka y legum, 1994: 4): “la división hutu/
tutsi es una realidad social, política, económica, y a menudo letal, en 
las mentes de varios millones de personas”.
tanto los tutsis como los hutus ven las causas del conflicto de 
forma diferente. unos (hutus) señalan que las bases están en la de-
nominada purificación étnica, que tiene su apoyo en la ideología de 
la exclusión de otros grupos y el uso de la fuerza como medio para 
tomar el poder; para otros (tutsis), en la manipulación política de la 
población ignorante en la lucha por el poder. sin embargo, la mayoría 
de los estudiosos y observadores coinciden en que las causas giran en 
torno al poder. los tutsis arguyen su derecho histórico y los hutus, su 
derecho numérico.
las causas de la crisis y guerra en burundi son variadas; por 
una parte, históricas internas y, por la otra, coyunturales externas. 
África Subsahariana
240
En el plano político y étnico, los más de 30 años de independencia 
se caracterizaron por el golpismo y las crisis étnicas. resulta crucial 
dar respuesta a tres interrogantes esenciales en torno al tema: ¿cuáles 
fueron las características de los gobiernos militares? ¿En qué medida 
alentaron o disminuyeron las contradicciones entre los principales 
grupos del país? ¿cuáles fueron las consecuencias de las denomina-
das crisis étnicas?
antes y después de la independencia existió el sistema multiparti-
dista durante cerca de 6 años. sin embargo, en ese período, los hutus 
no pudieron participar en la estructura de gobierno y, cuando lo inten-
taron, fueron reprimidos violentamente.
algunos autores como Dominique Darbon llegan a plantear que 
tuvo lugar un proceso de tutsificación que se inició en los sesenta y 
se sistematizó en los años setenta. no resulta ocioso recordar, como 
certeramente apunta philippe Decraene (1989: 147), que durante la 
presidencia de micombero: “los enfrentamientos sangrientos entre 
etnias rivales habían alcanzado su paroxismo. la preponderancia po-
lítico-militar tutsi pertenecía a la casta de los bahima, originarios de 
la región de bururi, al sur del país”.
El ejército se nutría precisamente de tutsis provenientes de la re-
gión sur, donde se concentraba la población de esta etnia, zona fa-
vorecida por los diversos gobiernos militares, y de donde procedían, 
además de micombero, bagaza y buyoya. al valorar esta situación, 
Zdenek cervenka y colin legum (1994: 3) apuntan que:
la base territorial de esta minoría es la provincia de bururi, zona en 
la que son reclutadas la mayoría de las elites gobernantes. En el sur de 
la provincia hay un grupo muy pequeño de himas tutsi. Es en burundi 
que se estableció la primera escuela militar a principios de los años 
sesenta y el mando del ejército había estado compuesto esencialmente 
porhimas. todos los gobernantes militares de burundi provienen de 
la tribu hima.
a lo largo de muchos años, la política oficial y gubernamental, y los 
resultados violentos de las denominadas crisis étnicas han dado paso, 
por un lado, a la manipulación desmedida del elemento étnico por el 
control y mantenimiento del poder; por el otro, a que paralelamente al 
proceso de democratización en el país, se haga casi imposible subdi-
vidir o clasificar –dada la interrelación de ambos– los acontecimientos 
en dos planos: crisis política y conflicto étnico.
con independencia de la fórmula de gobierno militar o la pro-
clamada república en julio de 1974, con el gobierno de micombero 
fueron arrestados algunos líderes políticos –la mayoría, hutu– y hubo 
algunas ejecuciones. además, se favoreció la zona sur del país y a la 
241
María Elena Álvarez Acosta
población tutsi sobre los hutus. se considera que durante este gobier-
no murieron entre 50 mil y 100 mil personas, y que 40 mil refugiados 
huyeron hacia tanzania y Zaire29.
Durante el gobierno de bagaza se incrementó la política discrimi-
natoria hacia los hutus. El acceso a la educación superior, los puestos 
de la administración pública, la esfera judicial y el ejército continua-
ron siendo un privilegio para los tutsis, al que se integró un pequeño 
grupo de hutus seleccionados para servir al régimen. En 1981 se apro-
bó una nueva constitución y se estableció una república presidencial 
de partido único liderada por la uprona.
la política de los militares tutsis favoreció el poder de ese grupo 
sobre el ejército –18 mil soldados–, el control de la administración pú-
blica, la prensa, los bancos y el poder judicial. solo trece de los vein-
ticuatro magistrados eran hutus30. por supuesto, los hutus no tenían 
acceso a los recursos del país.
por otra parte, la inexistencia del aparato judicial, la impunidad 
de las acciones y las arbitrariedades de la etapa de los gobiernos mi-
litares condujeron a la incapacidad del régimen en ese plano. Esto se 
traduce en la ausencia de investigaciones sobre los asesinatos y masa-
cres a lo largo de muchos años. algunos funcionarios llegan a señalar 
que nunca ocurrieron masacres.
El poderío militar tutsi –favorecido durante años– y la debili-
dad del Gobierno hutu se expresaban en la distancia entre el Go-
bierno y el Ejército. aún en los años noventa, los contactos entre 
ellos se limitaban, en materia de seguridad, a dos niveles: a través 
del ministro de Defensa –comandantes y Gobierno nacional– o a 
través de los Gobiernos y Ejércitos regionales. Entonces, en la prác-
tica había dos poderes –Ejército tutsi y Gobierno hutu–, pero el real 
siguió siendo tutsi. además, existía una separación abismal entre el 
ejército y el pueblo.
indudablemente, los tutsis detentaron el poder tanto en el perío-
do preindependiente, como durante la postindependencia. a ello con-
tribuyeron la política colonial y de descolonización de los belgas y los 
métodos utilizados por las elites tutsis durante los gobiernos militares.
además, habría que añadir la realidad ruandesa postindependen-
cia. la minoría tutsi observó cómo sus vecinos eran gobernados por 
la mayoría hutu y no quería tener la misma experiencia. sin embargo, 
29 Este personaje se consideraba como principal líder y árbitro del extremismo tutsi 
por su dinero y por las milicias con que contaba.
30 En julio de 1974 se aprobó una nueva constitución, bajo la cual el líder de la 
uprona fue proclamado automáticamente presidente de la república y jefe del 
gobierno.
África Subsahariana
242
esto también es válido para la mayoría hutu, que veía la posibilidad de 
gobernar el país como ocurría en la vecina ruanda.
las sistemáticas crisis étnicas y la lucha por el poder exacerbaron 
en el plano psicológico y de convivencia los temores y diferencias entre 
ambos grupos étnicos. la ignorancia y el temor a la muerte son utiliza-
dos por unos y otros. En este sentido, también han tenido una influencia 
directa los sucesos en ruanda. los tutsis temían no solo que los hutus eli-
minaran su posibilidad de mantenerse en el poder, sino también ser ma-
sacrados, como sucedió en ruanda en el primer semestre de 1994. por 
su parte, los hutus temían la represión, de la que ya tenían experiencia.
Durante las diversas crisis étnicas desatadas en el país durante 
más de 30 años, los gobiernos tutsis trataron de debilitar la oposición 
hutu. En 1965, se ejecutaron ochenta y cinco miembros de la elite po-
lítica hutu, y se reafirmó el dominio político tutsi en la vida del país. 
algunos estudios señalan que en 1969 se acusó de complot a integran-
tes hutus del ejército para eliminar a soldados y oficiales del cuerpo 
armado –cientos de hutus fueron ejecutados. se considera que en los 
enfrentamientos de 1972 fueron ejecutados, sobre todo, los hutus edu-
cados y semieducados. a partir de ese momento, muchas propiedades 
de los hutus pasaron a manos tutsis (ibíd.).
El profesor Venant bamboneycho (Quarterly Economic Review of 
Zaire, ruanda, burundi, 1977), de la universidad de burundi, apunta 
que las líneas étnicas divisorias “[…] han sido casi idénticas a las lí-
neas divisorias entre ricos y pobre”. a ello se añaden otras diferencias, 
como las que existen entre bujumbura y el resto del país.
En la práctica, las pugnas por el poder trajeron consigo un vacío 
en este plano, que se expresó en el ascenso del extremismo y su utili-
zación por parte de figuras, según intereses personales.
la pérdida de las elecciones multipartidistas sufrida por los tra-
dicionales poderes tutsis a inicios de los años noventa agravó todas 
las contradicciones al interior del país. la mayoría hutu no podía go-
bernar sola, pero no podía permitir la usurpación del poder que había 
ganado en las elecciones.
En resumen, los factores que contribuyeron y exacerbaron los ni-
veles del fanatismo fueron: los rasgos y características de la sociedad 
que han favorecido la violencia y el papel de los militares –estableci-
dos o reforzados en la etapa colonial–; la “experiencia” histórica acu-
mulada por el golpismo y las crisis étnicas en el país; la debilidad del 
gobierno de unidad nacional, en el que se debatían diversos intereses, 
además de las pugnas entre el poder civil y el militar, y el descontento 
de las facciones extremistas, tanto de los hutus como de los tutsis.
En ese escenario, los niveles de violencia –vinculada a los intere-
ses políticos– eran cada vez mayores y, a la larga, condujeron al esta-
243
María Elena Álvarez Acosta
llido de una guerra civil. paralelamente, se demostraba la deficiente 
actuación de la comunidad internacional y regional hacia la posible 
prevención o solución del conflicto.
El golpe de Estado y la Guerra en Burundi
Desde octubre de 1993 hasta julio de 1996, las alternativas para el des-
envolvimiento de la crisis burundesa se fueron delineando en el plano 
interno en tres sentidos esenciales: la posibilidad de un nuevo golpe 
de Estado, el estallido de una guerra civil y el avance del diálogo y la 
reconciliación nacional. En el plano externo, no se descartaba la in-
tervención de fuerzas extranjeras. los acontecimientos en ese período 
de tiempo llevaron a que triunfara la variable del golpe de Estado y, 
posteriormente, la guerra civil.
como hemos apuntado anteriormente, el 25 de julio de 1996 el 
presidente burundés sylvestre ntibantunganya era derrocado por un 
golpe de Estado que establecía en el poder al mayor pierre buyoya. 
Este hecho complicaba el panorama del país y del entorno regional. 
según pierre buyoya –calificado como tutsi moderado–, efectuó el 
golpe de Estado ante el recrudecimiento de los enfrentamientos entre 
el ejército y el consejo nacional para la defensa de la Democracia 
(cnDD), que hacía temer una abierta guerra civil.
En mayo de 1994, se había efectuado la conferencia internacio-
nal para el Diálogo nacional31. sin embargo, los extremos de las ten-
dencias políticas de hutus y tutsis no estuvieron de acuerdo con el 
arregloentre el gobierno y la oposición.
Estos acuerdos fueron considerados una gran concesión por par-
te del gobierno. El ex ministro del interior leonard nyangoma (hutu) 
rechazó el acuerdo, pasó a la clandestinidad y fundó el consejo nacio-
nal para la Defensa de la Democracia (cnDD), con su correspondiente 
brazo armado. los métodos que enarbolaba para retornar a la situa-
ción de 1993 eran violentos. El cnDD rechazaba un reparto del poder 
entre la mayoría y la oposición, como se definió en la convención de 
1994, pues según leonard nyangoma: “[…] consagraba la victoria de 
los golpistas de 1993”.
las fuerzas del cnDD acamparon en Zaire y en las colinas de 
burundi, atacando regularmente al ejército. se desataron enfren-
tamientos esporádicos entre las milicias extremistas hutus –cono-
cidas también como partido para la liberación del pueblo Hutu 
(palipEHutu)– y el ejército. algunos analistas coincidían en que 
31 El más importante resultado de esta conferencia fue la firma de la convención 
nacional por trece partidos, en septiembre de 1994, y la elección del nuevo presidente 
sylvestre ntimbantuganya.
África Subsahariana
244
los extremistas hutus contaban con el apoyo de los grupos extre-
mistas ruandeses y que su campo de apoyo en el interior, además 
de la propia población hutu, se encontraba en los campamentos de 
refugiados de estos.
En junio aumentaron los rumores de guerra inminente y de un 
eventual golpe de Estado. la rebelión hutu se había extendido a todo 
el país. los efectivos de las fuerzas gubernamentales aumentaban –en-
tre 15 mil y 20 mil hombres– y las dificultades financieras del gobierno 
eran cada vez mayores. El Estado pidió a la población “un esfuerzo 
de guerra”. En ese momento, más de 150 mil personas –incluidos die-
cisiete miembros del parlamento– habían muerto desde 1993 y había 
100 mil refugiados y desplazados (ansa, 1996).
la posición del nuevo gobierno fue definida por buyoya, quien 
planteaba un programa de transición que abarcaría tres años. En 
cuanto a la oposición, “tendió la mano a las facciones armadas”, en 
clara alusión al cnDD y el palipEHutu. asimismo, prometió un de-
bate nacional abierto con todas las fuerzas políticas, el establecimien-
to de un parlamento de transición integrado por todos los partidos, 
que debía redactar una nueva constitución, y que impondría disci-
plina en el ejército. paralelamente, el 25 de agosto, buyoya solicitaba 
a Julius nyerere –mediador en la crisis– que convocara una cumbre 
regional, en la que burundi fuera invitada y su gobierno pudiera ex-
poner sus puntos de vista.
sin embargo, la reacción ante las propuestas del nuevo ga-
binete, como era de esperarse, fue diversa y contradictoria. por 
supuesto, la minoría tutsi lo apoyó. sin embargo, ni las fuerzas 
moderadas depuestas ni los extremistas hutus estaban de acuerdo. 
los hutus moderados (FroDEbu) que, hasta el momento, habían 
aceptado la unidad y reconciliación nacional, mantuvieron su tra-
dicional posición.
la posición de los moderados presentaba diferencias con respec-
to a la de los extremistas. los primeros rechazaban la confrontación 
como medio para resolver la crisis. Esto suponía una gran discre-
pancia, como señaló Jean marie ngandahayo, con su colega leonard 
nyangoma. Este último también pedía que se respetaran las eleccio-
nes de 1993, pero continuó utilizando métodos violentos para lograr-
lo. precisamente, su organización, el cnDD, pidió reforzar la lucha 
contra el nuevo gobierno.
En la práctica, los enfrentamientos militares se intensificaron. 
El ejército reconoció la ejecución de operaciones militares contra los 
extremistas hutus, pero refutaba la denuncia de amnistía internacio-
nal según la cual el ejército había matado a doscientos civiles “hutus” 
desde el golpe de Estado. asimismo, en otro informe de esta orga-
245
María Elena Álvarez Acosta
nización, se señalaba que habían sido ejecutadas 6 mil personas en 
burundi en las tres semanas posteriores al golpe. 
las acciones militares entre el ejército y el cnDD se reportaban 
en el centro-oeste (provincia de muramwiya, región central de Gite-
ga), esencialmente en torno a la frontera entre burundi y ruanda. 
según Jerome ndahiyo –portavoz del cnDD–, su organización inten-
taba controlar la frontera con ruanda “[…] para impedir que el nuevo 
gobierno intente violar el embargo”. según las mismas declaraciones, 
el cnDD temía que el gobierno de ruanda intentara ayudar al de bu-
yoya, pues todos “conocían” sus estrechos vínculos. por esto trataba 
de controlar los movimientos en las dos autopistas que unen burundi 
con ruanda.
asimismo, los extremistas hutus intentaban bloquear bujumbu-
ra, para que los campesinos hutus no bajaran de las colinas a vender 
sus alimentos a la capital –dominada por los tutsis–. mientras tanto, 
el ejército indicó que ese bloqueo iba a ser detenido. los extremistas 
hutus deseaban agregar un “bloqueo interno” al “bloqueo exterior”.
ante esta situación, las colinas –bujumbura rural– se convirtió 
en escenario de operaciones militares, para contrarrestar el bloqueo, 
lo que motivó que más de mil quinientos campesinos huyeran hacia 
la capital, donde se refugiaron en campos de desplazados. también 
se efectuaban combates y acciones militares en la frontera con Zaire.
así continuaría la triste historia de este país. para julio de 1998, 
la asamblea nacional pasó a ser la asamblea nacional de transición 
(ant). se incorporaron cuarenta nuevos representantes de los dos 
partidos políticos más importantes y de otras esferas sociales. Hasta 
ese momento, el FroDEbu tenía sesenta y cinco bancas y el upro-
na, dieciséis.
Finalmente, en abril de 2003, Domitien ndayizaye, se convertía 
en el cuarto presidente hutu del país, pero la situación de enfrenta-
mientos se mantuvo, así como los ataques rebeldes. para el año 2004, 
había en burundi alrededor de treinta y un partidos, de los cuales 
veinte firmaron un trato para participar en el gobierno, mientras que 
los otros once no lo hicieron.
En febrero de 2005 se votó una nueva constitución, que contem-
plaba el beneficio de acceso al poder de la mayoría hutu.
Abandono de Burundi
Francia, bélgica y Zaire eran aliados de las elites hutus en ruanda y 
preferían que estas accedieran al poder en burundi. pero ante la situa-
ción creada, los dos primeros anunciaron su retirada a fines de mayo 
de 1996, lo que presagiaba grandes violencias. a principios de julio, 
Julius nyerere señalaba la regionalización de la guerra civil en burun-
África Subsahariana
246
di. asimismo, la mayoría de las organizaciones humanitarias habían 
reducido al máximo o suspendido su actividad debido al incremento 
de la violencia.
aunque el diálogo trató de continuar y se efectuaron varias confe-
rencias y encuentros regionales, este estaba prácticamente paralizado. 
precisamente, a fines de junio se realizó en arusha una reunión cum-
bre de los Jefes de Estado de África central y oriental para analizar la 
situación de la seguridad en burundi. la cumbre de arusha se realizó 
a raíz de las incrementadas presiones internacionales de intervención 
militar foránea para sofocar la creciente violencia étnica en burundi.
Debemos recordar que, desde hacía meses, boutros boutros-Gha-
li había lanzado un llamado con el objetivo de que estuvieran listos 
para intervenir en burundi, enfoque que apoyó sadako ogata (alta 
comisaria de naciones unidas para los refugiados). todos temían 
que se repitieran los sucesos de ruanda; pero, indudablemente, ya 
la situación interna era prácticamente incontrolable y los intereses 
de las grandes potencian “pujaban” más por controlar la situación en 
ruanda que en burundi.
según el semanario East African (ngabonziza, 1996: 7), en la 
cumbre de arusha, a petición del ejecutivo de burundi, los reunidos 
decidieron crear un comité técnico para que mediara entre los prota-
gonistas de la crisis. asimismo, ante el creciente deterioro interno y el 
aumento de la violencia, se abordó la posible intervención

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