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Analisis literario El cuento del grial

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Cristian Diosdado García 
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 “En todo oficio conviene tener corazón, trabajo y costumbre, y con estos tres 
medios se llega a conocerlo”. Chrétien de Troyes; Perceval. 
 
El cuento del grial 
Perceval o el cuento del Grial es una obra del año 1180 aprox., escrita por Chrétien de 
Troyes. Con 9.234 versos, la novela quedó inconclusa tras la muerte de su autor y narra las 
diferentes búsquedas de Perceval el Galés y del caballero Galván. 
Tras una dedicatoria al conde Felipe de Flandes (donde el autor confunde un pasaje 
de la segunda epístola de Juan con una de Pablo), el realto comienza durante una mañana 
en “el tiempo en que los árboles florecen” en la Yerma Floresta, donde Perceval vive con 
su madre como un muchacho sin conocimiento de las maneras nobles. El hijo de la Dama 
Viuda conoce a tres caballeros, y uno de ellos en particular lo impresiona tanto que decide 
volverse también caballero. La madre de Perceval enseña algunas costumbres nobles a las 
que compromete a su hijo a seguir y lo retiene tres días para intentar detenerlo revelando el 
pasado de su familia. Pese a todo, el muchacho parte en su rocín, y su madre cae al piso sin 
que su hijo regrese a saber si se encuentra bien. 
Perceval, fiel al comportamiento que su madre le indicó, encuentra una doncella en 
una tienda, a la que agravia sin ser consciente a causa de su ignorancia; de ella arrebata 
alimento, un anillo y un beso que causarán problemas a la doncella con su amigo. 
Perceval llega a Carduel, donde se encuentra la corte del rey Arturo, con el 
propósito que se le arme caballero; objetivo que consigue y ante lo cual sus intereses y 
comportamiento parecen cambiar, de un estado donde nada importan los problemas de los 
demás (“Al muchacho no le importa un comino lo que el rey le dice y le cuenta, ni su 
dolor ni su afrenta, y tanto le da de su mujer…”) a uno donde se involucra con atención al 
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más mínimo detalle. Con la armadura bermeja del caballero a quien se la arrebata, por 
engaño del senescal Keu, parte de regreso a casa para saber cómo se encuentra su madre, 
prometiendo a la doncella que le sonrió resarcir la bofetada del senescal. 
En el viaje, lucha con el Caballero Bermejo de la Floresta de Quinquerroi y es el 
comienzo de una serie de envíos a la corte, donde los vencidos se ponen a la orden 
del rey Arturo, nunca sin olvidar enviar un recordatorio a la doncella sobre la 
promesa para vengarla, siempre celebrado por el bufón que profetiza tal 
acontecimiento en quince días. 
Su estancia con Gornemant de Goort afecta para siempre el destino de Perceval, 
pues su anfitrión le hace jurar que se abstendrá de hablar lo más posible; promesa que al 
llegar al castillo del Rey Pescador le evitará salvar a muchos por no preguntar sobre el grial 
y la lanza que sangra. 
Antes, en Belrepeire, Perceval conoce a su futura esposa, la sobrina de Gornemant, 
Blancheflor, a quien promete volver cuando sepa sobre su madre. Aunque en su viaje a 
casa, su prima hermana le avisa sobre su muerte. 
A las afueras del castillo del rey Arturo, Perceval venga, sin saberlo 
inmediatamente, la afrenta del senescal y cumple así la profecía del bufón de la corte . 
Frente a la corte de Arturo, la Fea Doncella de la Mula advierte a Perceval sobre 
las consecuencias de no haber ayudado al rey Pescador, y tanto Perceval como Galván 
parten en intento de solucionar ese error. 
Cambios de personaje se suceden a partir de aquí, entre las aventuras de Galván, 
tanto en el torneo donde sirve a la Doncella de la Mangas Pequeñas, como en el Castillo 
de las Reinas en Escavalón; así también Perceval, tras cinco años infructuosos en 
búsqueda del grial y después de haber enviado ya a sesenta caballeros al rey Arturo, 
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conoce a un ermitaño quien le da la forma de su penitencia y así “alcanzar gran premio 
honor y paraíso”. Perceval teme guardar pregunta alguna “Por Dios, señores, ¿qué 
hicisteis allí? ¿Qué pedisteis? ¿Qué buscasteis?”. 
Las secciones entre personajes son bastante marcadas, por avisos como “El cuento 
aquí no habla más largamente de Perceval, y oiréis hablar mucho de mi señor Galván 
antes de que me oigáis contar nada de él” o “Aquí precisamente el cuento se calla de mi 
señor Gauvain y empieza a tratar de Perceval”. Chrétien sabe bien mantener el interés de 
su auditorio, posponiendo el interesante momento anterior para desear más del extenso 
relato. 
 
Relato 
El tiempo total del relato transcurre en cinco años, quince días y algunos más 
indefinidos a partir de que Galván se encuentra con la doncella orgullosa y no se dice 
cuánto ha pasado. Así también inexactas las medidas que suele utilizar para distancia, como 
“El tiro de una piedra pequeña”, “tiene un tiro de ballesta” y “dos yugadas y media”. 
La influencia de los cuentos medievales resalta en eventos como el de la doncella 
de la tienda, donde la numeración de cosas como los tres pasteles es entre un signo de 
orden y acertijo. La obra está llena de números simbólicos (60, 12, 5, 3). Y la inclusión 
de profecías forma parte de los motivos literarios y así afectan las diferentes funciones 
narrativas, donde los locos dicen la verdad. 
Se llega a producir cierta tensión en cómo se hablan tan fríamente cortés los 
caballeros y señores, como cuidando que cada palabra no ofenda de gravedad y provoque el 
sensible orgullo de los hombres. 
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Es admirable que, durante el relato de las gotas de sangre en la nieve, Chrétien se 
rozó íntimamente la muy futura técnica de cine de corte por zona de cuadros. Y une dos 
planos diferentes, con algo en común: 
“Por la noche acamparon en un prado cercano a una floresta. A la mañana siguiente nevó 
mucho, y toda la comarca estaba muy fría. Perceval se levantó de madrugada, como solía, 
porque quería buscar y encontrar aventura y caballería; y se encaminó al prado, helado y 
nevado, donde había acampado la hueste del rey”. 
 
Lenguaje 
El estilo sintáctico está principalmente construido con frases adjetivas explicativas 
“Donde su madre, doloroso y negro, tenía el corazón por su tardanza”. Al igual que en El 
caballero de la carreta, Chrétien de Troyes, no concreta casi ningún nombre. Los recursos 
de su estilo no dejan de parecer en ciertos momentos similares a los del teatro, 
especialmente a las marcas de acción narrativa, más cercanas a la acotación del guion 
teatral: “se va solo por un jardín que había al lado de la sala y sale por una poterna”. 
Las frases de época y los referentes culturales de lenguaje en su sociedad son 
diversos “Es villanía burlarse de otro y prometer sin dar”, “a gran viento poca lluvia”; y 
así los usa con elocuencia para la creación de nuevas imágenes “de día era puente y da 
noche puerta.” Y su lectura llega a requerir conocimiento del vocabulario medieval, con 
palabras como “arredrar”, “gonfalones”, “mesnada”, “boato”, u “otero”… 
No teme describir imágenes explícitas “de modo que por la nuca se le derramaron la 
sangre y los sesos”. Tampoco escatima en recursos en beneficio de la verosimilitud, como 
el pleonasmo que expresa la incultura del personaje “hagáis entrar aquí dentro”; aun cuando 
se le escape por un momento que las armas de Perceval son suyas: “pero antes conseguiré 
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descuartizar al muerto para hacer chuletas, que llevarme una de sus armas, pues están tan 
pegadas al cuerpo”. Y ciertamente llegaa abusar de la caracterización de los lugares y 
objetos, formando imágenes casi paródicas para el lector contemporáneo: el Lecho de la 
Maravilla, el Vado Peligroso. 
Chrétien gusta de explicar su poética, quizá más a modo de los recursos de la 
literatura oral que ser consiente de algún adelanto moderno “Y él le cuenta lo que ya habéis 
oído en el cuento. Si lo contara yo otra vez sería enojoso y aburrido, y con ello ningún 
cuento gana nada”. 
No insinúa el acto sexual, en su lugar construye oraciones cargadas de ligero 
erotismo, como “Así estuvieron toda la noche acostados, uno al lado del otro, boca con 
boca”, o “Mi señor Galván la requiere de amores, y los encontró besándose”. 
El lenguaje es, en resumen, exquisito y cortés, como entre los mejores ejemplos está 
“Señor, he oído hablar de vos muy bien en muchos sitios, y deseaba que entre nosotros dos 
hubiera amistad, si os place y os conviene”. 
 
Personajes 
Las genealogías comienzan a ser más claras en esta obra de Chrétien, gracias a 
los vínculos que establece entre los padres y sus hijos; como Ygraine, madre del rey 
Arturo; o Lot, padre de Galván. 
Perceval es, pese a todo, una persona de carácter humilde que preferiría no cambiar 
los vestidos que le dio su madre aun cuando “con las abarcas y la cota de ciervo, mal hecha 
y mal cortada, que le había dado su madre”. Así también es generoso: “Amigo, tomad mi 
corcel y lleváoslo, es muy bueno, y os lo doy porque ya no lo necesito más”. 
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Es destacable que durante el episodio en el Castillo de las Reinas, Chrétien focaliza 
el interior de la reina madre y otorga por un momento la importancia que da a Galván y a 
Perceval. 
Los personajes incidentales suelen estar más enfocados en los personajes 
masculinos (balance contrario con los femeninos de La carreta): el amigo doncella de la 
tienda, el carbonero, Yonet, el Orgulloso de la Roca del Angosto Camino, y guarda los 
desfiladeros de Galvoya....). 
El senescal Keu en esta obra es ahora menos noble “Keu, que nunca se podía 
abstener de decir sarcasmos, se burla y dice al rey…”. 
La montura de los caballeros es común como “todos los caballos, excepto 
Gringalet”, el corcel de Galván. No así el rocín de la doncella de los pasteles a quien 
Chrétien describe de manera infame. 
En esta obra ganan importancia las armas únicas o raras, como la Lanza Sangrante o 
la Espada del Extraño Tahalí o Excalibur, “la mejor espada que jamás existió y que taja el 
hierro como si fuera madera”. o la espada “de la que sólo hay tres más”. Así mismo los 
objetos sagrados como el grial: “No os imaginéis que en él haya lucio, lamprea ni salmón; 
con una sola hostia, que se le lleva en este grial, el santo varón su vida sostiene y 
vigoriza: tan santa cosa es el grial”, 
La obra se corta con la petición del mensajero de Galván al rey Arturo, para 
reunir en Orcania a su corte durante el Pentecostés.

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