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Anatomía y fisiología del cuerpo humano98 fragmento C 3b del complemento. Los linfocitos B reciben este nombre porque se identificaron por primera vez en la bolsa de Fabricio en las aves, un paquete de tejido linfático asociado a su aparato digestivo. Por el contrario, las células T inmaduras migran desde la médula ósea hasta el timo en el período fetal y posnatal tem- prano, donde maduran bajo la influencia de hormonas tími- cas. En este proceso de maduración que dura 2 ó 3 días, los linfocitos T se dividen con gran rapidez, su número aumenta enormemente y adquieren receptores o proteínas de superficie específicos, tanto de reconocimiento antigénico (los recepto- res TCR), como marcadores de las distintas subpoblaciones de linfocitos T (los receptores CD4+ y CD8+). Los receptores TCR (del inglés T cell receptor) son moléculas que varían en su composición química para adaptarse a antígenos concretos. Los linfocitos T maduros son capaces de responder a un antígeno extraño (se han hecho inmunológicamente competentes). Du- rante este proceso de maduración los linfocitos que son capaces de unirse a antígenos propios (proteínas de la superficie de las células) son destruidos. De este modo se desarrolla la denomi- nada tolerancia inmunológica o falta de respuesta a los antígenos propios. Cuando un linfocito B o T se vuelve inmunocompetente, es decir, es capaz de reaccionar con su antígeno correspondiente, presenta en su membrana celular un gran número de receptores (104 a 105), que son de un solo tipo, para reconocer y unirse a un antígeno específico. Por ejemplo, los receptores de un linfocito pueden reconocer solamente el virus de la hepatitis A, y los re- ceptores de otro linfocito pueden unirse al neumococo. Aunque los receptores antigénicos de los linfocitos B y T difieren en su es- tructura, muchas veces pueden responder a la misma variedad de antígeno. El sistema inmunitario tiene capacidad para reconocer y unirse a un billón de determinantes antigénicos distintos, por- que existe la misma diversidad de receptores de reconocimiento antigénico en los linfocitos B y T. Una vez que las células B y T se han vuelto inmunocompeten- tes en los órganos linfoides primarios o centrales (médula ósea y timo), se dirigen a los órganos linfoides secundarios o periféricos (ganglios linfáticos, bazo, tejido linfoide periférico asociado a las mucosas de los aparatos digestivo, respiratorio y genitourinario). En los órganos linfoides periféricos los linfocitos contactan con los antígenos, proliferan en gran cantidad y se diferencian en los distintos clones de linfocitos B o T funcionales (véanse apartados 6.3.1 y 6.4.1). Los linfocitos circulan continuamente en la sangre y la linfa (véase Capítulo 5), lo que permite que los linfocitos vayan de un órgano linfoide a otro. Este movimiento continuo también favorece que los linfocitos contacten rápidamente con los antígenos que entran por distintas vías y en distintos lugares del organismo. A través de la sangre llegan a los órganos linfoides periféricos, lugar donde se producen la mayor parte de las reaccio- nes inmunitarias. Por eso, cuando entra un antígeno en un lugar determinado, el tejido linfoide periférico más próximo aumenta de tamaño (se inflama), inflamación que cesa cuando la infección desaparece. Por ejemplo, las amígdalas actúan fundamentalmente contra los microorganismos que entran por la boca o la nariz, mientras que el bazo actúa como un filtro para atrapar antígenos que circulan por la sangre. 6.3. INMUNIDAD HUMORAL Cuando un antígeno entra en el organismo y se encuentra con un linfocito B maduro o inmunocompetente, lo que suele ocu- rrir en los órganos linfoides secundarios, se desencadena una respuesta inmunitaria humoral que conduce a la formación de anticuerpos específicos contra ese antígeno. Ya se ha mencio- nado anteriormente que los linfocitos B inmunocompetentes expresan en su membrana moléculas de Ig, capaces de reconocer a un único tipo de antígeno. Antes de exponerse a un antígeno específico, los linfocitos B permanecen inactivos en los órganos linfoides. 6.3.1. Reconocimiento antigénico Cuando los antígenos no son proteicos, como los polisacáridos y los lípidos, los linfocitos B no necesitan de los linfocitos T colaboradores específicos de ese antígeno, para producir anti- cuerpos específicos. Por eso, a esos antígenos se les llama timo- independientes o T-independientes. La mayoría de los antígenos son proteicos e inducen la participación tanto de los linfocitos B como T. Por eso, a estas proteínas se las llama antígeno timo o T-dependientes. Cuando el antígeno es una proteína, se une al receptor (Ig) del linfocito B y lo internaliza en vesículas endosó- micas. El antígeno es procesado en péptidos, los cuales son pre- sentados en la superficie de la célula B para ser reconocidos por la célula T colaboradora específica. Los linfocitos B actúan por lo tanto, como células presentadoras de antígeno, presentando el péptido antigénico en el contexto de su CMH-II al linfocito T, que lo reconoce y se activa (véase apartado 6.4.1). Al activarse, los linfocitos T colaboradores secretan linfoquinas que estimulan la proliferación y diferenciación de los linfocitos B. Por lo tanto, la mayoría de los antígenos activan a ambos tipos de linfocitos, induciendo ambos tipos de respuestas inmunitarias, humorales y celulares. 6.3.2. Proliferación y diferenciación de los linfocitos B Cuando un linfocito B se activa tras la unión del Ag a sus Ig de membrana específicas para ese antígeno, el linfocito B com- pleta su diferenciación (Fig. 4.9). La estimulación del linfocito B le lleva en primer lugar a multiplicarse rápidamente y formar muchas células B idénticas y, por tanto, portadoras de los mis- mos receptores antigénicos de membrana específicos (Ig) (clon = familia de células idénticas que proceden de una célula única). A continuación, los linfocitos B idénticos formados se diferencian en células plasmáticas, que no expresan Ig en su membrana sino que las secretan de forma intensa, unas 2000 moléculas por se- gundo durante 4 ó 5 días, y después mueren. Estos anticuerpos se desplazan por la linfa y la sangre circulante. Algunos linfocitos del clon no se diferencian en células plas- máticas, sino que se quedan como células de memoria que viven mucho tiempo circulando entre la sangre y la linfa, y que se activan rápidamente si vuelven a encontrar al mismo antígeno que desen- cadenó su formación. https://booksmedicos.org booksmedicos.org Push Button0:
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