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Inmunidad - J Arturo Corrales Hernández

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BIOLOGIA 
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INGRESO 2021 
 
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UNIDAD 6: REGULACIÓN, INTEGRACIÓN Y CONTROL 
 
UBICACIÓN TEMÁTICA: 
 
Estamos finalizando la Unidad 6 del programa de Biología. Anteriormente hemos abordado el estudio de la 
Homeostasis, Sistema Nervioso, Sistema Endocrino y Termorregulación. En este momento continuaremos con el 
último sistema de la Unidad 6: el Sistema Inmunológico. Si bien podrás encontrar este tema en el libro Biología de 
Helena Curtis, con fines pedagógicos hemos elaborado este documento donde se desarrolla el Sistema 
Inmunológico. Recuerda que debes leer “El desafío de los transplantes de tejidos” en las páginas 772 a 774 del 
capítulo 40 del libro Biología, H. Curtis, 7ma edición. 
 
SISTEMA INMUNOLÓGICO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El sistema inmune está formado por un conjunto de células, estructuras y órganos linfoides cuya función 
fundamental es defender al organismo humano contra agentes patógenos como bacterias, hongos, parásitos y 
virus. También protege al individuo contra células del propio cuerpo infectadas por virus o que han sufrido una 
transformación maligna (cáncer). 
 
Para cumplir su cometido, las células componentes del sistema inmune deben distinguir entre células propias 
normales, cuya integridad debe preservarse, células propias anormales y patógenos, que deben destruirse. La 
distinción es química, ya que las células normales presentan en su membrana plasmática moléculas 
características, diferentes de las presentes en células anormales o en la superficie de los patógenos. El sistema 
inmune debe atacar selectivamente a los agentes patógenos y a las células propias anormales, respetando la 
integridad de las células normales (“lo propio”) y evitar reaccionar contra agentes ajenos al organismo, pero 
incapaces de causar enfermedad. 
 
Para que este sistema actúe, los agentes patógenos deben atravesar las barreras anatómicas, que constituyen 
la primera línea de defensa del organismo. Ellas son: la epidermis, los epitelios simples que tapizan los 
órganos huecos y las mucosas. Algunos líquidos que producen distintos órganos ayudan a proteger la superficie 
de la piel y las mucosas; por ejemplo, el aparato lagrimal secreta lágrimas sobre la superficie del globo ocular en 
respuesta a agentes irritantes; la saliva producida por las glándulas salivales barre los microbios de la superficie 
de los dientes y la mucosa de la boca; las secreciones vaginales inhiben la proliferación bacteriana porque son 
Glosario 
 
Le ofrecemos un pequeño glosario para favorecer la comprensión del tema: 
 
- BCR: receptor antigénico de células B (B cell receptor). 
- CAM: complejo de ataque a membrana. 
- CMH: complejo mayor de histocompatibilidad. 
- HLA: sistema de antígenos leucocitarios humanos. 
- IFN: interferones. 
- Ig: inmunoglobulina. 
- IL: interleucina, IL-1, IL-6, IL-12. 
- LB: linfocito B. 
- LT: linfocito T. 
- NK: linfocitos asesinos naturales (natural killer). 
- PMAP: patrones moleculares asociados con los patógenos. 
- RRP: receptores de reconocimiento de patrones. 
- TCR: receptores específicos de los linfocitos T (T cell receptor). 
- TH1: T helper 1. 
- TH2: T helper 2. 
- TNF: factor de necrosis tumoral (tumor necrosis factor). 
 
 
 
 
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levemente ácidas; pero, además, desplazan los microbios fuera del cuerpo. La defecación y el vómito pueden 
expulsar microorganismos cuando se producen en respuesta a toxinas microbianas que irritan el revestimiento de 
la porción inferior del tubo digestivo. Las glándulas sebáceas cutáneas secretan una sustancia aceitosa (sebo) que 
inhibe el crecimiento de ciertos hongos y bacterias patógenas. El sudor arrastra microbios de la superficie de la 
piel, además de contener la lisozima, enzima que daña la pared celular de ciertas bacterias. Esta enzima también 
se encuentra en las lágrimas, la saliva, las secreciones nasales y los líquidos corporales. Por último, el jugo 
gástrico destruye muchas bacterias y gran parte de las toxinas bacterianas. 
 
Cuando la primera línea de defensa del organismo es atravesada, los microorganismos ingresan al interior del 
cuerpo y se desencadenan mecanismos de defensa presentes desde el nacimiento, llamados en su conjunto 
inmunidad innata, a veces denominada “natural” (espontánea) o “inespecífica”, porque produce una respuesta 
defensiva estereotipada contra una gran variedad de patógenos. En contraste, hay otro conjunto de mecanismos 
que se activan frente a un patógeno determinado y generan respuestas específicas para éste, llamándose a 
estos últimos, inmunidad adaptativa, “específica” o adquirida. Esta inmunidad le permite al individuo adaptarse 
a su ambiente al generar respuestas que no sólo son específicas para los patógenos que encuentra, sino también 
duraderas. Esto significa que, frente a una nueva exposición al mismo patógeno, la respuesta inmune será más 
rápida y eficaz (a esto se denomina memoria inmunológica). 
 
En el organismo, la inmunidad innata y la adaptativa son complementarias e implementan respuestas conjuntas 
integrales contra los patógenos. Cada una de ellas consta de ciertas células, receptores de membrana y 
sustancias químicas características. 
 
El siguiente esquema presenta un resumen de los componentes del sistema: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Por motivos didácticos, desarrollaremos en primer lugar, la inmunidad innata y posteriormente, la 
inmunidad adaptativa, pero recuerde que ambas están interrelacionadas y trabajan en forma 
complementaria. 
 
 
INMUNIDAD INNATA 
 
La inmunidad innata se caracteriza por la existencia de receptores de reconocimiento de patrones (RRP) que 
reconocen patrones moleculares asociados con los patógenos (PMAP). Los PMAP son carbohidratos o lípidos 
únicos de la pared de la célula bacteriana y sustancias características de las células tumorales y de transplante. 
Los RRP pueden encontrarse circulando por el torrente sanguíneo o constituir receptores de membrana en 
algunas células, principalmente en células que intervienen en la respuesta inmunitaria innata. 
 
Cuando las primeras barreras de defensa (barreras anatómicas) son atravesadas; por ejemplo, por un corte, 
pinchazo o picadura; los microorganismos presentes cerca de la herida ingresan en el interior del cuerpo. Allí se 
encuentran con células y moléculas que pueden desencadenar la respuesta innata. Los macrófagos fagocíticos 
dirigen la defensa contra bacterias mediante receptores de superficie que son capaces de reconocer y unirse a 
componentes comunes de muchas células bacterianas. Las moléculas bacterianas que se unen a dichos 
receptores activan a los macrófagos para que engloben y destruyan la bacteria, e inducen la secreción de 
INMUNIDAD 
INNATA 
ADAPTATIVA 
COMPONENTE CELULAR 
COMPONENTE HUMORAL 
RESPUESTA HUMORAL 
RESPUESTA CELULAR 
RESPUESTA 
INFLAMATORIA
A 
 
 
 
 
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citocinas, proteínas que afectan el comportamiento de otras células (que tengan receptores para citocinas). Un 
tipo de citocinas, las quimiocinas, atraen a los neutrófilos y monocitos del torrente sanguíneo. 
 
Las citocinas secretadas por los macrófagos inician un proceso conocido como inflamación que se define 
tradicionalmente por 4 signos: calor, dolor, rubor y tumor (o hinchazón); siendo todos ellos consecuencia de los 
efectos que producen las citocinas y otros mediadores inflamatorios al actuar sobre los vasos sanguíneos locales: 
vasodilatación, incremento del flujo de sangre en el área y aumento de la permeabilidad. 
 
Los glóbulos blancos circulantes atraídos por estas sustancias químicas atraviesan las paredes de los capilares y 
se aglomeran en el sitio de la herida. Entre los leucocitos encontramos monocitos (que se diferencian en 
macrófagos) y neutrófilos, quienes englobanpor fagocitosis a los invasores extraños y, a menudo, son destruidos 
por autodigestión (figura 1). 
 
 
 
Figura 1. Inflamación. Fuente: CAMPBELL Neil; REECE Jane. 2007. 
 
 
Al mismo tiempo, algunas proteínas plasmáticas conocidas como proteínas de fase aguda interactúan con los 
polisacáridos de la superficie de la bacteria e inducen la activación del sistema de complemento, activando una 
serie de reacciones que intensifican la inflamación, la fagocitosis y la citólisis microbiana. 
 
Esta respuesta inflamatoria local se acompaña de una respuesta sistémica, caracterizada por la inducción de 
fiebre que se produce ante la liberación de sustancias químicas (citocinas e interferones) producidas por la 
activación de las células de la inmunidad innata. 
 
Entonces, se puede reconocer en la inmunidad innata: 
• un componente celular (células): granulocitos, mastocitos, monocitos, macrófagos, células 
dendríticas y los linfocitos asesinos naturales (NK). 
• un componente humoral (sustancias químicas): proteínas de fase aguda, proteínas del sistema de 
complemento, citocinas e interferones. 
 
El componente celular 
 
Las células del sistema inmunitario innato son los granulocitos, mastocitos, monocitos, macrófagos, las 
células dendríticas y los linfocitos asesinos naturales (NK, del inglés “natural killer”). Estas células pueden 
reconocer diversos patógenos debido a la presencia de un número limitado y fijo de moléculas receptoras 
 
 
 
 
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expuestas sobre su membrana celular, los denominados receptores de reconocimiento de patrones (RRP), que 
son capaces de detectar, patrones moleculares asociados con los patógenos (PMAP). Como su nombre lo indica, 
los PMAP no están presentes en los hospedadores sino en los patógenos. 
 
• GRANULOCITOS O POLIMORFONUCLEARES (PMN) 
Son leucocitos que presentan un núcleo lobulado (de allí la denominación de “polimorfonucleares”) y contienen en 
su citoplasma gránulos específicos. 
 
❖ Neutrófilos: 
Circulan por la sangre, se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos y emiten seudópodos que les permiten 
pasar entre las células endoteliales de los capilares. De allí van a los tejidos infectados donde fagocitan 
microorganismos y partículas extrañas. 
 
❖ Eosinófilos: 
Se multiplican principalmente frente a una infección parasitaria, localizan al agresor y liberan el contenido de sus 
lisosomas lesionando la membrana del parásito, eventualmente destruyéndolo. El exceso de eosinófilos se 
observa también en condiciones alérgicas. 
 
❖ Basófilos: 
Liberan compuestos químicos como la histamina, que incrementan la respuesta inflamatoria. Participan en las 
reacciones alérgicas. 
 
• MASTOCITOS 
Son células que tienen el mismo origen de los basófilos, pero permanecen en el tejido conjuntivo o en mucosas. 
Liberan histamina cuando los tejidos son dañados. 
 
• MONOCITOS 
Son leucocitos que pueden ser atraídos al sitio de la infección por compuestos químicos liberados por las células 
bacterianas y por las células infectadas. Una vez allí, los monocitos se transforman en macrófagos. 
 
• MACRÓFAGOS 
Residen en los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado, los pulmones y los tejidos conjuntivos donde fagocitan a 
microorganismos o partículas extrañas que hayan superado las defensas iniciales. Activan a los linfocitos T. 
 
• CÉLULAS DENDRÍTICAS 
Residen en mucosas, epitelios, ganglios linfáticos y bazo donde fagocitan microorganismos o partículas extrañas. 
Se caracterizan por presentar numerosas prolongaciones citoplasmáticas. En la piel y mucosas se llaman células 
de Langerhans. Sus formas inmaduras tienen capacidad fagocítica y responden a infecciones virales produciendo 
un tipo de interferón, por lo cual participan en la inmunidad innata. Las células dendríticas maduras son, junto con 
los macrófagos, las principales células presentadoras de antígenos a los linfocitos T (un antígeno es cualquier 
configuración molecular que pueda inducir la respuesta inmunitaria). También participan en la maduración de los 
linfocitos B, por lo que tienen un papel destacado en la inmunidad adquirida. 
 
• NATURAL KILLER (NK): 
Inducen la muerte celular por medio de proteínas de acción citotóxica. Actúan sobre células infectadas por virus u 
otros microorganismos de vida intracelular y sobre células cancerosas. 
 
 
El componente humoral 
 
El componente humoral de la respuesta innata comprende: 
 
 
 
 
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• PROTEÍNAS HEPÁTICAS DE FASE AGUDA: son proteínas plasmáticas que actúan como receptores de 
reconocimiento de patrones (RRP) uniéndose a la superficie del microorganismo e induciendo la 
activación del sistema de complemento. 
• EL SISTEMA DE COMPLEMENTO: es un conjunto de proteínas plasmáticas, de membrana, enzimas y 
complejos multiproteicos que puede activarse, generalmente, por uno de dos mecanismos, clásico y 
alterno, los cuales inician una secuencia ordenada o cascada de reacciones. Ambos producen los mismos 
fenómenos: inflamación, intensificación de la fagocitosis y citólisis microbiana. 
 
El mecanismo clásico empieza con la unión del antígeno (que puede ser una bacteria u otra célula extraña) y el 
anticuerpo (glucoproteínas sintetizadas por los linfocitos B que participan en la inmunidad adaptativa). El complejo 
antígeno-anticuerpo activa la proteína C1 del complemento y se inicia la cascada. 
 
El mecanismo alterno, en cambio, pertenece a la inmunidad innata, ya que no incluye la participación de 
anticuerpos. Comienza con la interacción de polisacáridos de la superficie de una bacteria o virus con otras 
proteínas del complemento (los factores B, D y P), lo que activa la proteína C3 del complemento y empieza la 
cascada. 
 
Las consecuencias de la activación de los mecanismos clásico y alterno son: 
 
❖ Activación de la inflamación: Algunas proteínas del complemento dilatan arteriolas, lo cual aumenta el flujo 
sanguíneo local y hacen que se libere histamina de los mastocitos, basófilos y plaquetas. La histamina 
aumenta la permeabilidad de los capilares sanguíneos, de modo que los leucocitos pueden pasar más 
fácilmente a los tejidos para combatir las infecciones o alergias. Otras proteínas del complemento sirven como 
agentes quimiotáxicos, que atraen fagocitos hacia el sitio de la invasión microbiana. 
 
❖ Opsonización: El fragmento C3b del complemento se fija en la superficie de los microbios y luego interactúa 
con receptores en los fagocitos para estimular la fagocitosis. 
 
❖ Citólisis: Varias proteínas del complemento se juntan y forman un complejo de ataque a membrana (CAM), 
que se inserta en la membrana plasmática microbiana y forma grandes orificios. Ello permite que fluya líquido 
hacia el interior de la célula, con lo que el microbio se hincha y estalla (citólisis) (figura 2). 
 
 
 
Figura 2. Activación del sistema de complemento. 
 
 
VÍA CLÁSICA 
Inmunidad adaptativa 
Unión Antígeno- Anticuerpo 
VÍA ALTERNA 
Inmunidad innata 
Polisacáridos de patógenos-
Proteínas del complemento 
C3 
 
 
 
 
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• CITOCINAS: Se denominan citocinas a un conjunto de péptidos y proteínas que intervienen en la 
comunicación de las células del sistema inmune entre sí y con otras células (células endoteliales, 
fibroblastos, etc). Regulan el crecimiento, desarrollo y actividad de las células inmunes (entre otras) y la 
respuesta inflamatoria. Bajo el término general de citocinas se agrupan las proteínas que participan tanto 
en la respuesta innata como las que intervienen en la respuesta adaptativa. Según la fuente productora de 
cada citocina se describen las monocinas (producidas por macrófagos y monocitos) y las linfocinas 
(producidas por linfocitos B y T). A su vez, las monocinas ylas linfocinas que interactúan con células del 
sistema inmunitario se denominan interleucinas. Sin embargo, el criterio de clasificación más utilizado se 
basa en el agrupamiento de citocinas que realizan funciones biológicas similares, es decir, familias de 
citocinas proinflamatorias, antiinflamatorias, quimiotácticas e inmunorreguladoras, entre otras. 
 
El componente humoral de la respuesta innata comprende citocinas que integran varias de las familias 
mencionadas, excepto las citocinas inmunorreguladoras que se destacan en la respuesta adaptativa. 
 
Las citocinas proinflamatorias estimulan la inflamación aguda, local y sistémica. Este grupo incluye las 
interleucinas IL-1, IL-6, IL-12 y el factor de necrosis tumoral (TNF, del inglés, tumor necrosis factor), producidas 
por los macrófagos. 
 
Las citocinas quimiotácticas o quimiocinas inducen la migración de células (que tienen receptor para ellas) 
hacia la fuente de la quimiocina. Así, cuando una célula que posee receptores de reconocimiento de patrones en 
su membrana reconoce un patrón molecular asociado con los patógenos (PMAP), se “activa” y comienza a 
producir quimiocinas que promueven el reclutamiento de monocitos, linfocitos T y neutrófilos. Un ejemplo de estas 
citocinas lo constituye la IL-8. 
 
Otra de las funciones de las citocinas es desactivar a las células responsables de elaborar la respuesta 
inflamatoria (citocinas antiinflamatorias). La existencia de mecanismos de desactivación de la respuesta 
inmunitaria autolimita los mecanismos de defensa una vez que el patógeno ha sido controlado y evita respuestas 
que podrían provocar un daño en nuestras propias células. 
 
• INTERFERONES (IFN): son glucoproteínas que pueden ser de distintos tipos. Los de tipo I (por ej. IFN-α e 
IFN-β) son producidos en respuesta a la infección viral y tienen efectos sobre esa misma célula y sus 
vecinas, así como sobre otras células del sistema inmunitario. Una vez liberados por la célula infectada, 
los interferones se unen a receptores específicos en la membrana de células vecinas e interfieren en la 
replicación viral. Activan los linfocitos NK (natural killer), estimulan células de la inmunidad adaptativa y 
aumentan su potencial destructor de células infectadas. Los de tipo II, como el IFN-γ, además de ser 
mediador de la respuesta innata antiviral, cumple una función inmunorreguladora importante en la 
respuesta adaptativa. 
 
 
INMUNIDAD ADAPTATIVA 
 
La inmunidad adaptativa incluye: la respuesta inmunitaria humoral y la respuesta inmunitaria mediada por células. 
La respuesta inmunitaria humoral implica la activación y selección clonal de las células B, dando como resultado la 
producción de anticuerpos secretados que circulan en la sangre y en la linfa. La respuesta inmunitaria mediada 
por células implica la activación y selección clonal de las células T que, de modo directo, destruyen ciertas células. 
 
Mientras la inmunidad innata enfrenta un proceso infeccioso incipiente, comienza a generarse la respuesta 
adaptativa. A diferencia de las células de la inmunidad innata capaces de reconocer un número limitado de 
patrones moleculares conservados, cada linfocito T o B reconoce a uno por medio de un receptor. 
 
 
 
 
 
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Por otra parte, el primer contacto específico con un antígeno desencadena una respuesta primaria durante la 
cual una fracción de linfocitos genera células de memoria “preadaptadas” a un nuevo contacto con el mismo 
antígeno. La memoria inmunológica es una característica propia de la respuesta adaptativa. El encuentro posterior 
con el mismo antígeno da lugar a una respuesta secundaria, más rápida y de mayor magnitud. 
 
En la respuesta adaptativa se reconocen tres etapas: 
 
 1. Reconocimiento específico del antígeno: cualquier configuración molecular que pueda inducir la 
respuesta inmunitaria es un antígeno. 
 2. Activación, expansión y diferenciación de un linfocito específico: etapa durante la cual el linfocito migra 
al sitio en que debe cumplir su función efectora. Es esencial que la célula que reconoció al antígeno atraviese un 
período de proliferación por mitosis denominado “expansión clonal”. Este período es característico de la respuesta 
adaptativa y necesario para enfrentar la presencia del antígeno. 
 3. Fase final efectora de eliminación del antígeno. 
 
 
Los órganos linfáticos 
 
Los linfocitos B y T se originan en la médula ósea, pero sólo los primeros maduran allí; los linfocitos T migran al 
timo para realizar en él su maduración. A estos órganos, médula ósea y timo, donde se originan los linfocitos y se 
especifica su tipo se los denomina órganos linfáticos primarios. Los órganos linfáticos secundarios son el 
bazo, los ganglios linfáticos y los cúmulos de tejido linfoide asociado con mucosas (MALT, del inglés, mucosa-
associated lymphoreticular tissue) que incluye el anillo de Waldeyer, el apéndice, las placas de Peyer, y cúmulos 
asociados con los bronquios (figura 3). En ellos se dispara la respuesta adaptativa, luego del reconocimiento 
antigénico, y se mantienen los linfocitos. 
 
Los ganglios linfáticos, localizados estratégicamente dentro 
del sistema de vasos, están constituidos por masas de 
tejido esponjoso (separadas en compartimientos por tejido 
conjuntivo) que filtran la linfa. Los vasos linfáticos son las 
vías de retorno del líquido intersticial al sistema circulatorio. 
Microorganismos, desechos tisulares o partículas extrañas 
que entran en los espacios extracelulares de cualquier 
tejido son “barridos” a los canales del sistema linfático y 
quedan atrapados en los ganglios. Si bien en los 
vertebrados hay ganglios linfáticos distribuidos en forma 
aislada en todo el organismo, la mayoría se concentran en 
el cuello, las axilas y la ingle. Se encuentran densamente 
poblados por linfocitos, macrófagos y células 
dendríticas. Estas últimas capturan y procesan 
antígenos en los tejidos periféricos y luego migran 
pasivamente arrastradas por la linfa hasta arribar a los 
órganos linfáticos secundarios más cercanos al sitio de 
infección. Por su parte, los linfocitos alcanzan los órganos 
linfáticos secundarios a través de vénulas poscapilares. 
Debido a su localización, el bazo es un órgano fundamental 
para combatir infecciones que se propagan a través de la 
sangre. Las amígdalas atrapan partículas que ingresan por 
vía nasal o bucal. En la pared del intestino se encuentran 
las placas de Peyer que nos defienden de los miles de 
millones de microorganismos potencialmente patógenos 
que habitan el tracto intestinal y de los que ingresan por 
Figura 3. Órganos linfáticos. 
Fuente: CURTIS, Helena [et al.], 2008. 
 
 
 
 
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Amígdala 
Lingual
Amígdalas 
Palatinas
Amígdalas 
Tubaricas
Amígdala 
Faríngea
esta vía. El apéndice, las adenoides y otros cúmulos linfoides cumplen la misma función frente a microorganismos 
que ingresan en el cuerpo mediante diferentes vías de entrada. 
 
 
¿Qué es el Anillo de Waldeyer? 
 
Las amígdalas palatinas, linguales, tubáricas y faríngeas forman el anillo amigdalino (anillo de Waldeyer), una 
banda circular incompleta de tejido linfático alrededor de la porción superior de la faringe (figura 4). La porción 
anteroinferior del anillo está creada por la amígdala lingual, acúmulo de tejido linfático en la porción posterior de la 
lengua. Las porciones laterales de este anillo están creadas por las amígdalas palatinas y tubáricas, y las 
porciones posterior y superior, por la amígdala faríngea, también conocida como adenoides. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Figura 4: Anillo de Waldeyer 
Fuente: http://pixshark.com/waldeyers-ring.htm 
 
 
¿Cómo se desarrollan las células que intervienen en la inmunidad adaptativa?... 
 
Durante el desarrollo fetal, los precursores linfocíticosprovienen de la médula ósea. Algunos de ellos, se dirigen al 
timo y se transforman en los linfocitos T. La transformación de los linfocitos B se lleva a cabo en el hígado fetal y 
después del nacimiento, en la médula ósea. 
 
Después de su maduración, muchos de los linfocitos T y B migran hacia los órganos linfáticos secundarios. La 
mayoría del procesamiento de los precursores linfocíticos en el timo y en la médula ósea, y la migración a ganglios 
linfáticos y otros tejidos linfoides, ocurre durante la vida fetal y neonatal. Después del nacimiento, existe también 
una producción lenta y continua de algunos linfocitos en la médula ósea, aunque la mayoría se forman en los 
ganglios linfáticos, timo y bazo, a partir de precursores que originalmente vinieron de la médula ósea. 
 
La mayor parte de los linfocitos entran al torrente sanguíneo a través de los vasos linfáticos. En cualquier 
momento dado, solo el 2% de los linfocitos del cuerpo se encuentran en la sangre periférica, el resto está en los 
órganos linfoides. 
 
Los linfocitos completamente maduros, mientras no hayan entrado en contacto específico con un antígeno 
de denominan vírgenes. 
 
Si bien tienen funciones distintas, ambos tipos de linfocitos tienen características comunes: 
 
 
 
 
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❖ Pueden recircular (o sea, pasar de la circulación a los tejidos y volver por vía linfática a la circulación), a 
diferencia de otros leucocitos que sólo abandonan el torrente sanguíneo para “morir en el campo de batalla”. 
❖ Poseen receptores capaces de reconocer el antígeno. 
❖ Presentan proliferación clonal cuando se activan (se producen clones de la célula activada). 
❖ Poseen memoria, lo que determina que la respuesta inmune sea más rápida y de mayor magnitud ante la 
segunda entrada del patógeno. 
 
 
Los linfocitos B y la respuesta humoral 
 
Los linfocitos T y B son morfológicamente indistinguibles. Sin embargo, los linfocitos B (LB) son protagonistas de 
la respuesta inmunitaria humoral, función que realizan a través de la síntesis de anticuerpos o 
inmunoglobulinas. En el organismo existen millones de linfocitos B diferenciados a partir de células 
pluripotenciales presentes en la médula ósea. 
 
 Los anticuerpos o inmunoglobulinas (Ig), son glucoproteínas globulares con una estructura tridimensional 
que les permite interactuar de manera específica con ciertos antígenos solubles. Pueden encontrarse insertados 
en la membrana del linfocito B, formando parte, junto con otras cadenas polipeptídicas, del receptor antigénico 
denominado BCR (del inglés, B cell receptor); o bien pueden ser secretados por los linfocitos B. Estos últimos 
tienen similar estructura a la de los receptores, pero carecen de regiones de membrana que los anclan a la 
membrana plasmática. 
 
 Existen 5 clases de anticuerpos o inmunoglobulinas (IgG, IgA, IgM, IgD e IgE). Para todas ellas, la unidad 
estructural es semejante, constituida por cuatro cadenas polipeptídicas dispuestas espacialmente en forma 
simétrica; asemejando una letra Y. Dos de esas cadenas tienen mayor masa, por lo que se las denomina 
“pesadas”; las otras dos se denominan “livianas”. Además, en cada inmunoglobulina se pueden reconocer zonas 
variables y una zona constante. Las zonas variables forman un “nicho” en el cual puede alojarse el antígeno. En 
esta región, llamada paratopo, reside la especificidad de la Ig (figura 5). Esos paratopos son capaces de unirse 
sólo a regiones pequeñas específicas de los antígenos, llamadas epitopos (o determinantes antigénicos). En la 
figura 6, tres anticuerpos (con paratopos diferentes) reaccionan con epitopos distintos de la misma molécula 
antigénica grande. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 5. Inmunoglobulinas. Fuente: CAMPBELL Neil; REECE Jane. 2007. 
 
 
 
 
 
 
 
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Figura 6. Epitopos. Fuente: CAMPBELL Neil; REECE Jane. 2007 
 
 
Uno de los hechos más llamativos de la respuesta inmunitaria es la capacidad de los linfocitos B para producir 
anticuerpos contra una enorme variedad de antígenos naturales –que el linfocito B puede encontrar durante su 
vida-, como también contra antígenos sintéticos químicamente distintos de cualquier sustancia conocida y con los 
que nunca antes ha tenido contacto, hecho que ocurre por una serie de reordenamientos genéticos. 
 
Según “la teoría de la selección clonal”, cada individuo presenta una inmensa diversidad de linfocitos B, cada uno 
equipado genéticamente para sintetizar un solo tipo de anticuerpo; y un antígeno particular sólo puede ser 
reconocido por el linfocito B que posea en su membrana el anticuerpo complementario 
 
El linfocito B puede activarse y producir anticuerpos de dos maneras diferentes: 
a) Con ayuda de un linfocito T (esta forma se desarrollará más adelante, cuando se haya explicado la función de 
los linfocitos T). 
b) En forma independiente del linfocito T, por activación directa del linfocito B. Esta forma se representa en la 
figura 7: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Un estímulo antigénico 
dado no afecta a la 
totalidad de los linfocitos 
B, sino a aquellos que 
exponen en su superficie 
un anticuerpo capaz de 
unirse a ese antígeno 
específico. 
 
Luego de la unión 
antígeno-anticuerpo, la 
célula B se activa. Esas 
células proliferan 
produciendo clones de 
células plasmáticas y 
células de memoria con 
capacidad de sintetizar el 
anticuerpo presente en el 
linfocito B original. 
 
Las células plasmáticas 
secretan anticuerpos 
circulantes, todos con 
una especificidad idéntica 
a la de los anticuerpos 
sobre la superficie del 
linfocito B virgen. 
Las células de 
memoria que 
llevan los mismos 
anticuerpos 
persisten 
indefinidamente 
en la circulación; 
ellas secretan 
anticuerpos sólo 
después de un 
encuentro 
posterior con el 
mismo antígeno y 
de diferenciarse en 
células 
plasmáticas. 
Figura 7. Selección clonal de los linfocitos B. 
Fuente: Adaptación de CAMPBELL Neil; REECE 
Jane. 2007. 
 
 
 
 
 
 
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De esta forma, los linfocitos pueden responder rápido (en horas) y sin ayuda de los linfocitos T, pero la respuesta 
es breve (días) y sus anticuerpos son de baja afinidad. Se cree que dan tiempo para la respuesta más específica y 
prolongada que requiere la colaboración de linfocitos T. 
 
Los anticuerpos 
 
La respuesta humoral se basa en los distintos isotipos de anticuerpos: 
 
• IgG: Comprende casi 75 a 85% del total de las inmunoglobulinas plasmáticas. Son capaces de unirse a 
macrófagos y neutrófilos, y activar el sistema de complemento. Atraviesan la placenta y confieren 
inmunidad al feto. 
• IgM: Es la primera inmunoglobulina que aparece en la reacción inmunitaria. Y el tipo inicial de anticuerpo 
sintetizado por el recién nacido. La IgM de membrana actúa como un importante receptor de antígenos en 
la superficie de los linfocitos B maduros. 
• IgA: Constituye sólo el 7 a 15% de las inmunoglobulinas séricas, pero es la clase de Ig predominante en 
las mucosas y secreciones (lágrimas, saliva, secreciones nasales y del aparato digestivo y leche humana), 
impidiendo la adherencia de los patógenos a las mucosas. 
• IgD: Es uno de los principales receptores de antígenos de la superficie de los linfocitos B, junto con las 
IgM. 
• IgE: Es la principal clase de Ig implicada en “armar” a los mastocitos y a los basófilos, uniéndose a estas 
células. Intervienen en las reacciones alérgicas y en la defensa contra los parásitos. 
 
La función de los anticuerpos 
 
Las principales funciones de los anticuerpos son: 
 1. Unión a partículas extrañas, lo que provoca su aglutinación, favoreciendo la captura por células 
fagocíticas. Por esta función de denominananticuerpos opsonizantes. 
 2. Unión a patógenos o toxinas microbianas, lo que interfiere en la penetración del patógeno en la célula. 
Por esta función se denominan anticuerpos neutralizantes. 
 3. Interacción con antígenos presentes en la membrana de microorganismos. Esta interacción induce la 
unión a proteínas del sistema de complemento, que expone a los complejos inmunitarios a la acción de células 
fagocíticas o inicia el reclutamiento de leucocitos que participan en la respuesta inflamatoria. Por esta función se 
denominan anticuerpos activadores del complemento. 
 4. Unión a células infectadas o tumorales, lo que desencadena en células NK su actividad citolítica. Los 
anticuerpos actúan como un nexo entre la célula infectada o tumoral y estas células citotóxicas. Esta función se 
define como citotoxicidad dependiente de anticuerpos. 
 
 
Los linfocitos T y la inmunidad mediada por células 
 
Los linfocitos T intervienen en la “respuesta celular”. Hay tres poblaciones de linfocitos T maduros: T 
citotóxicos, T colaboradores, cooperadores o helper y T reguladores (o supresores). Todos expresan la 
proteína de superficie CD3, que acompaña a los receptores específicos de los linfocitos T llamados TCR (del 
inglés T cell receptor); los citotóxicos expresan además proteína CD8 y los colaboradores expresan proteína CD4. 
 
La función del linfocito T maduro es semejante a la del linfocito B: reconocer antígenos que se adapten a sus 
receptores de membrana. Pero, a diferencia de los linfocitos B, que reconocen al antígeno soluble y en su 
conformación nativa, los linfocitos T requieren que el antígeno esté expuesto sobre la superficie de una 
célula presentadora de antígenos, unido a proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). 
 
En la Figura 8 presentamos un panorama general de la respuesta inmunitaria adaptativa: la activación de las 
células B por antígenos en su conformación nativa (intactos) y la activación de las células T helper, por un 
 
 
 
 
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antígeno presentado por una célula presentadora de antígenos, en una respuesta primaria. Una vez activada la 
célula T helper, estimula la respuesta humoral en forma directa al colaborar con la activación de las células B, y en 
forma indirecta al secretar citocinas. 
 
 
 
 
 
 
Como vimos, los linfocitos T requieren que el antígeno esté expuesto sobre la superficie de una célula 
presentadora de antígenos, unido a proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). ¿Qué es 
este complejo? ¿Para qué sirve? 
 
El complejo mayor de histocompatibilidad (CMH), fue descubierto en ratones y luego en seres humanos, en los 
que se denominó sistema de antígenos leucocitarios humanos (HLA). El CMH comprende, entre muchas otras, 
un grupo de moléculas glucoproteicas que se expresan en la superficie de las células con núcleo. 
 
El complejo mayor de histocompatibilidad comprende, entre otros, los genes del sistema HLA de clases I, II y III. 
Las dos primeras clases codifican cadenas peptídicas involucradas en el procesamiento y la presentación de 
antígenos, los productos de los genes del sistema HLA de clase III participan en aspectos de la respuesta 
inmunitaria no relacionados con la presentación de antígenos (que no se desarrollan en este curso). 
 
Las moléculas del HLA de clase I se encuentran presentes en casi todas las células con núcleo. Las moléculas de 
clase II se expresan en células del sistema inmune que cumplen la función especializada de presentar antígenos a 
los linfocitos T, razón por la cual se las llama “células presentadoras de antígenos”. Ellas son los linfocitos B, los 
macrófagos y las células dendríticas. 
 
Figura 8. Esquema general de la respuesta inmunitaria adaptativa. 
Fuente: Adaptación de CAMPBELL Neil; REECE Jane. 2007. 
 
 
 
 
Activan Activan Activan 
Defienden contra las células infectadas, 
células cancerosas y tejidos transplantados 
 
 
 
Secretan anticuerpos contra patógenos y 
toxinas presentes en el líquido extracelular 
 
 
 
Células T 
citotóxicas 
activas 
 
 
 
Células T 
citotóxicas y 
de memoria 
 
 
 
Células T 
helper activas y 
de memoria 
 
 
 
Células B de 
memoria 
 
 
 
Células 
plasmáticas 
 
 
 
Da lugar a 
 
 
 
Da lugar a 
 
 
 
Da lugar a 
 
 
 
Célula T 
citotóxica 
 
 
 
Célula T 
helper 
Célula B 
Antígenos 
intactos 
Primera exposición al antígeno 
Respuesta inmunitaria mediada por células Respuesta inmunitaria humoral 
Actúa en la 
activación de 
 
 
 
Actúa en la 
activación de 
 
 
 
Antígenos englobados y exhibidos 
por las células presentadoras de antígenos 
 
 
 
 
 
 
 
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El ciclo de vida de los linfocitos T 
 
Los linfocitos T se originan a partir de células hematopoyéticas pluripotenciales presentes en la médula ósea. 
Pero en la octava semana de vida del feto humano, las células precursoras de linfocitos T comienzan a dirigirse 
hacia el timo donde completan su maduración. Una vez expresado el receptor para antígenos TCR en la 
membrana del linfocito T, se pone en marcha un mecanismo de control que analiza célula por célula la 
especificidad de estos receptores. El primer control que sufre el TCR se denomina selección positiva y se 
relaciona con su capacidad para interactuar con las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) 
propias del individuo (que se expresan en la superficie de las células con núcleo). La falta de interacción con 
moléculas de CMH propias induce su eliminación, ya que estas no serían útiles para reconocer, en un futuro, 
péptidos derivados de los patógenos en combinación con esas moléculas del CMH propias. Un segundo proceso, 
la selección negativa, elimina a aquellos linfocitos T que expresen un TCR con afinidad muy alta por moléculas 
del CMH propias, dado que éstos serían linfocitos potencialmente autorreactivos. Los linfocitos T que no fueron 
eliminados luego de las dos etapas de selección se vierten al torrente sanguíneo; y desde allí continuamente 
pasan a los órganos linfáticos y de vuelta a la sangre. En su recorrido pueden encontrar una célula presentadora 
de antígenos que alguno de los linfocitos T reconoce específicamente. 
 
 
La activación de los linfocitos T (LT) 
 
El proceso que se desencadena luego del reconocimiento antigénico es similar al que ocurre en los linfocitos B: 
activación y diferenciación celular que conduce a la producción de clones de células efectoras y células 
de memoria. El primer encuentro de un linfocito virgen con el antígeno resulta en una respuesta primaria y 
genera células de memoria, que proveen protección en posteriores invasiones del mismo patógeno. 
 
La activación de un linfocito T virgen (sea citotóxico o colaborador) ocurre en los tejidos y órganos linfáticos, y 
requiere de dos señales (figura 9): 
 
a) dada por el TCR que reconoce el péptido sobre la molécula de HLA presente en una célula presentadora de 
antígenos (APC en la figura 8). 
 
b) dada por la presencia de moléculas coestimulatorias sobre la célula presentadora de antígenos, que interactúan 
con otra molécula sobre la superficie del linfocito T, denominada co-receptora. Esto significa que, si no hay 
coestimulación, no hay activación. 
 
La activación del linfocito T lleva a la producción de IL-2 y a la síntesis del receptor para IL-2 sobre el mismo LT, 
por lo tanto, comienza su proliferación. 
 
 
Figura 9. Señales requeridas para la activación de un linfocito T. Fuente: Adaptación de Jeneway, Ch. 2003. 
 
 
 
 
 
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Las células presentadoras de antígenos más importantes son las células dendríticas, que ingieren antígenos en 
los tejidos, en los sitios de infeccióny se activan como parte de la respuesta inmunitaria innata. Migran a los 
tejidos linfoides locales, y tras su maduración, se convierten en células muy eficaces en la presentación de 
antígenos a las células T circulantes. 
 
A continuación, se detalla la activación específica de los linfocitos T citotóxicos y de los linfocitos T 
colaboradores: 
 
• Los linfocitos T citotóxicos pueden activarse de dos maneras: 
 
❖ Una es sólo por la interacción de sus TCR con complejos antígeno-HLA de clase I en células dendríticas (que 
presentan moléculas coestimulatorias) (figura 10). 
 
 
 
Figura 10. Activación de un linfocito T citotóxico sin interacción con el linfocito colaborador. Fuente: Fuente: Adaptación de 
Jeneway, Ch. 2003. 
 
 
❖ Otra es por la interacción con células dendríticas (que 
presentan moléculas coestimulatorias) y con linfocitos T 
colaboradores: en este caso, se requiere que tanto el linfocito 
T citotóxico como el T colaborador reconozcan antígenos en la 
superficie de la misma célula presentadora de antígeno. El 
receptor del linfocito T colaborador debe unirse con complejos 
antígeno-HLA de clase II de la célula presentadora de 
antígenos (figura 11). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 11. Activación de un linfocito T citotóxico con interacción del 
linfocito colaborador. Fuente: Adaptación de Jeneway, Ch. 2003. 
 
 
 
 
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El linfocito T citotóxico activado interactúa con complejos antígeno-HLA de clase I presentes en células 
infectadas, anormales y cancerosas (en las células infectadas, los antígenos provienen de patógenos que se están 
multiplicando en esa célula). Como consecuencia de esta interacción, el linfocito T citotóxico libera moléculas 
perforinas, que forman poros en las membranas de las células diana y enzimas proteolíticas (granzimas), que 
entran a esa célula por endocitosis y provocan la muerte celular. El linfocito liberado, luego puede atacar a otras 
células diana (figura 12). 
 
 
Figura 12. Acción del linfocito T citotóxico activado. Fuente: Adaptación de Jeneway, Ch. 2003. 
 
 
• Los linfocitos T colaboradores o helper (que presentan glucoproteínas de superficie CD4) se 
activan cuando el receptor TCR interactúa con células presentadoras de antígenos; específicamente, con 
moléculas HLA de clase II que presentan péptidos extraños a esas células. Una vez activados, estos 
linfocitos pueden diferenciarse en dos subtipos de células T helper. Las T helper 1 (TH1), median la muerte 
de células infectadas (por actuar en la activación de los linfocitos T citotóxicos), activan las propiedades 
microbicidas de los macrófagos e inducen a los linfocitos B a producir IgG, que son muy efectivas 
opsonizando patógenos extracelulares para ser capturados por células fagocíticas. Las células T helper 2 
(TH2), provocan la activación de los linfocitos B para producir anticuerpos y, de esta forma, iniciar la 
respuesta inmune humoral (figura 13). 
 
 
 
 
 
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Figura 13. Acción de los linfocitos TH1 y TH2. Fuente: Adaptación de Jeneway, Ch. 2003. 
 
 
Activación de macrófagos por TH1: 
 
En muchos casos, los macrófagos son capaces de destruir agentes patógenos que han fagocitado, sin necesidad 
de ser activados por células T; sin embargo, en varias infecciones clínicamente importantes, se necesitan células 
TH1 para proporcionar señales de activación, entre las que se destaca la liberación de IFN-γ. Cuando el 
macrófago se activa se producen cambios en su comportamiento, principalmente aumento de su actividad 
fagocítica y citotóxica. 
 
Activación de linfocitos B por Linfocitos TH2: 
 
Como vimos (cuando se desarrolló la activación de los linfocitos B), los linfocitos B pueden activarse 
independientemente del linfocito T, o con la ayuda de un linfocito T, específicamente de un TH2. Para ello, el 
linfocito B y el TH2 deben reconocer epitopos (determinantes antigénicos) del mismo complejo molecular para que 
puedan interaccionar, y esto requiere que las células TH2 deben haber sido activadas por la interacción con células 
dendríticas presentadoras de antígeno que hayan fagocitado al mismo agente patógeno. Ésto se denomina 
reconocimiento ligado. Las moléculas coestimuladoras conducen la secreción de citocinas estimulatorias que 
dirigen la proliferación y diferenciación del linfocito B en célula plasmática, productora de anticuerpos. En la figura 
14 se presenta la activación de linfocitos B por linfocitos TH2 en una infección vírica y en una infección bacteriana. 
 
 
 
 
 
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Figura 14. Activación del linfocito B por célula TH2 en una infección vírica y en una infección bacteriana. Fuente: Adaptación de 
Jeneway, Ch. 2003. 
 
Una vez que se ha eliminado una infección, es fundamental regular la respuesta. En este proceso es muy 
importante la acción de interleucinas y la actividad de linfocitos T reguladores capaces de suprimir la respuesta 
inmunitaria. 
 
 
Fuente Bibliográfica de Sistema inmune: 
CAMPBELL Neil; REECE Jane. Biología. 7a. ed. Madrid: Médica Panamericana, 2007. 
CURTIS Helena [et al.], Biología, 7a. ed. en español. Buenos Aires: Médica Panamericana, 2008. 
GANONG William. Fisiología Médica, 17a edición. México: El manual moderno. 2000. 
JANEWAY Charles A. [et al.], Inmunobiología. El sistema inmunitario en condiciones de salud y enfermedad, 2a. 
ed. Barcelona: MASSON S.A. 2003. 
CARDINALI Daniel; DVORKIN Mario. BEST Y TAYLOR. Bases Fisiológicas de la Práctica Médica. 13a. ed. 
Madrid: Médica Panamericana. 2003. 
CUNIGLIO, F; BARDERI, M; CAPURRO, E. Educación para la salud. 1ª ed. 9ª reimp. Buenos Aires: ed. Santillana 
Polimodal, 2009. 
MOORE KEITH L., Dalley Arthur F., 4ta Edición Ed Panamericana 2005

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