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474 Parte 3. Faringología d) La adenoidectomía es perentoria, asimismo, en los pacientes pediátricos que han desarro- llado etmoiditis con o sin complicación en for- ma de celulitis periorbitaria. 2. Indicaciones relativas: Son aquellas que se establecen basándose en la sintomatología. Por tanto, es necesaria la valora- ción de cada paciente de modo individual. Para hacer semejante valoración es preciso basarse no solamente en los datos de la clínica sino también, y de modo notable, en los datos obtenidos en la anamnesis que, habitualmente, se realiza a través de los padres y que tiene que ver con la valoración del modus vivendi del paciente y de su capacidad para poder desarrollar una vida normal. Por regla general, se debe tener en cuenta la cuantía de los síntomas, así como su repercusión. Por ejemplo, la capacidad respiratoria que influirá en el juego y el ejercicio físico, la halitosis, la rinorrea, la pre- sencia de adenopatías, etc. En la valoración de la indicación se debe tener en cuenta la edad del paciente. En efecto, la tendencia debe ser no intervenir a niños menores de 3 años. Se debe tener en cuenta que a partir de los 9 años se produce una regresión espontánea en el volumen de la vegetación y, por tanto, mejoran también los fenó- menos infecciosos. Lo que se ha señalado sitúa la edad óptima de adenoidectomía entre los 3 y los 7 años. No obstante, en niños de mayor edad con indicación de amigdalectomía y que además presen- ten sintomatología adenoidea se practicará también la adenoidectomía. Contraindicaciones de la adenoidectomía La adenoidectomía no debe realizarse en niños con hendiduras palatinas, por cuanto supone un aumento del espacio rinofaríngeo y, por tanto, de la sintomato- logía propia de las hendiduras (v. cap. 25). Otras contraindicaciones proceden de las enfer- medades sistémicas, si las hubiera. Técnica quirúrgica Antes de realizar una adenoidectomía se deben tener en cuenta una serie de aspectos: La adenoidectomía es una técnica relativamente sencilla, pero, sin embargo, puede presentar com- plicaciones muy graves. Por ello, no debe minusva- lorarse ni la una ni las otras y deben ser explicadas detenidamente a los padres del paciente con tiempo suficiente antes de la intervención. Debe practicarse siempre en un ámbito hospitala- rio adecuado, con anestesia general. La opción de ci- rugía ambulatoria es factible si el paciente reúne las condiciones biológicas, familiares, domiciliarias y de entorno social adecuadas. En caso contrario, el pa- ciente debe permanecer hospitalizado por lo menos 24 horas bajo observación del especialista otorrinola- ringólogo y pediatra si fuera necesario. Cuando se dé el alta hospitalaria, los padres deben tener instruccio- nes precisas acerca de los cuidados que se deben seguir y de modo especial acerca de las posibles complicacio- nes que pueden surgir, de las que ya fueron informa- dos (v. más adelante). Se indicará a los padres igualmente, el procedi- miento de actuación inmediato en caso de que surjan estas complicaciones. Técnica quirúrgica (v. figs. 35-6 y 35-7). Una vez que el paciente ha sido intubado y se encuentra en situación anestesiológica adecuada, se procede a la colocación del abrebocas con sistema autoestático de palas, que abatirá la lengua en sentido caudal. Se debe considerar el tamaño de la arcada mandibular y del istmo de las fauces, al efecto de elegir el tamaño de pala adecuado, porque en caso de colocar una pala excesivamente grande, los bordes de ésta se apoyan traumáticamente sobre la superficie de la pared in- terna de la arcada mandibular produciendo un dolor postoperatorio innecesario. Una vez fijado el sistema de pala y abrebocas a los arbotantes, quedará la boca abierta y el cuello discre- tamente extendido poniendo la cabeza en una posi- ción de deflexión. A partir de este momento, se elegirá un adenoto- mo, que actúa como una legra, de tamaño adecuado a la capacidad de la rinofaringe. Si es más grande de lo debido, cuando se realice el legrado de la vegeta- ción, es posible que se produzca un desgarro del ro- dete tubárico situado en la pared lateral de la rino- faringe; ello producirá un sangrado que requerirá un tiempo añadido a la hemostasia mediante com- presión con gasas. El adenotomo se coloca detrás del velo del pala- dar «a ciegas» mediante el tacto instrumental, com- probando que se sitúa en contacto con el borde pos- terior del vómer. La mano ejercerá un movimiento inicial en sentido cefálico y rotatorio que recorrerá la bóveda rinofaríngea hasta salir hacia la pared farín- gea posterior. La vegetación habrá quedado legrada y vendrá arrastrada por el adenotomo. En este tiempo, la faringe se llenará de sangre que deberá ser aspirada. Esta maniobra puede ser repetida a criterio del ciru- jano al objeto de comprobar la permanencia de restos adenoideos. Si el legrado es excesivo, se producirán daños en la musculatura faríngea. Si es deficitario, existe el riesgo de dejar restos de tejido adenoideo; es una cuestión de experiencia. Como en todos los actos quirúrgicos, debe prevalecer el sentido común, en esta técnica referido a repetición de la maniobra y presión ejercida por el adenotomo. Una vez que la rinofaringe se encuentra libre de tejido adenoideo, se procede a la colocación de