Metabolismo en el contexto de enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias

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Metabolismo en el contexto de enfermedades 
autoinmunes y autoinflamatorias. 
El metabolismo desempeña un papel crucial en el contexto 
de enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias. Estas 
condiciones están relacionadas con el sistema 
inmunológico y la inflamación crónica, y pueden influir en 
la regulación metabólica del organismo. A continuación, 
exploraremos cómo el metabolismo se relaciona con las 
enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias. 
Las enfermedades autoinmunes ocurren cuando el sistema 
inmunológico ataca por error a los propios tejidos del 
cuerpo, causando inflamación y daño. Ejemplos de 
enfermedades autoinmunes incluyen el lupus eritematoso 
sistémico, la artritis reumatoide y la enfermedad de Crohn. 
La inflamación crónica es un rasgo común en estas 
enfermedades y puede tener un impacto en el 
metabolismo. 
La inflamación crónica puede influir en la regulación de la 
glucosa en sangre y aumentar la resistencia a la insulina, lo 
que puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en 
personas con enfermedades autoinmunes. Además, la 
inflamación crónica puede afectar el equilibrio de lípidos en 
sangre y aumentar el riesgo de enfermedades 
cardiovasculares. Por lo tanto, es importante monitorear y 
controlar la salud metabólica en personas con 
enfermedades autoinmunes. 
Las enfermedades autoinflamatorias, por otro lado, son 
trastornos caracterizados por episodios recurrentes de 
inflamación sin la participación del sistema inmunológico 
adaptativo. Ejemplos de estas enfermedades incluyen la 
fiebre familiar del Mediterráneo y el síndrome de 
inflamación sistémica. La inflamación crónica en estas 
condiciones también puede influir en el metabolismo y 
aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas. 
El tratamiento de las enfermedades autoinmunes y 
autoinflamatorias a menudo involucra el uso de 
medicamentos inmunosupresores para controlar la 
inflamación y el daño tisular. Estos medicamentos pueden 
tener efectos secundarios metabólicos, como el aumento 
de peso y la alteración de la glucosa en sangre, que deben 
ser monitoreados y tratados.