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LAMUJERENELCRISTIANISMOPRIMITIVO

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La mujer en el cristianismo primitivo
Chapter · January 2012
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1 author:
Patricia González
Complutense University of Madrid
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HISTORIA, IDENTIDAD Y ALTERIDAD
ACTAS DEL III CONGRESO INTERDISCIPLINAR DE JÓVENES HISTORIADORES
José Manuel Aldea Celada
Paula Ortega Martínez
Iván Pérez Miranda 
Mª de los Reyes de Soto García 
(Editores)
Pablo C. Díaz
(Prólogo)
Salamanca • 2012
Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 2
 
Editores: José Manuel Aldea Celada, Paula Ortega Martínez, Iván Pérez Miranda, Mª de los Reyes 
de Soto García.
Comité editorial: Álvaro Carvajal Castro, Gonzalo García Queipo, Ana González-Muriel Valle, 
Javier González-Tablas Nieto, Amaia Goñi Zabelegui, Carmen López San Segundo, Isaac Martín 
Nieto, Alejandra Sánchez Polo, Francisco José Vicente Santos.
Consejo asesor: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Javier Baena Preysler (Universidad 
Autónoma de Madrid), Valentín Cabero Diéguez (Universidad de Salamanca), Antonela Cagnolatti 
(Università di Bologna), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Rosa Cid López 
(Universidad de Oviedo), Mª Soledad Corchón Rodríguez (Universidad de Salamanca), Pablo de la 
C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), 
José María Hernández Díaz (Universidad de Salamanca), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad 
de Salamanca), Ana Iriarte Goñi (Universidad del País Vasco), Miguel Ángel Manzano (Universidad 
de Salamanca), Esther Martínez Quinteiro (Universidad de Salamanca), Manuel Redero San Román 
(Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca). 
 
Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos.
© Los autores
© AJHIS
© De la presente edición: Los editores
I.S.B.N.: 978-84-940214-3-5
Depósito legal: S. 495-2012
Maquetación y cubierta: Iván Pérez Miranda
Edita: Hergar ediciones Antema
Realiza: Gráficas LOPE
 C/ Laguna Grande, 2-12 Polígono «El Montalvo II»
 37008 Salamanca. España
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden re-
producirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en 
ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético 
o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito 
de los titulares del Copyright.
999
LA MUJER EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO
Women in Primitive Christianity
Patricia González Gutiérrez
Universidad Complutense de Madrid
patriciagonzalezgutierrez@gmail.com
Resumen: El cristianismo necesita crear nuevas identidades y definir roles e identidades 
de género, para ello debe conseguir aunar coherentemente las tradiciones y conceptos 
clásicos, que se dan por naturales, y las nuevas ideas. Los nuevos conceptos sobre la mujer 
y la sexualidad se asentarán con fuerza, dotados de una doble justificación «natural» o 
científica y religiosa, llegando muchos de ellos con fuerza hasta nuestros días.
Palabras clave: Mujer, Género, Cristianismo.
AbstRAct: Christianism needs to create new identities and to define gender roles. For 
that reason it must coherently unify the tradition with its classic concepts, that are believed 
natural, and the new ideas. The new concepts about women and sexuality will settle roundly, 
provided with a double justification, scientific (natural) and religious, and many of them 
will prevail strongly until modern times.
Keywords: Women, Gender, Christianity.
Ninguna concepción de la realidad y de la naturaleza es neutra, cada 
grupo y sociedad crea un modelo ordenado de su mundo, de su realidad 
social y de sus conocimientos. Cuando surge un nuevo grupo éste debe 
reordenar todo su universo sobre nuevas ideas y viejas bases.
No es diferente el caso del cristianismo, que debe también intentar 
crear un sistema coherente de pensamiento, que cumpla sus necesidades de 
diferenciación, justificación y creación de identidad.
Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
PAtRiciA González GutiéRRez
1000 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
Algunas ideas serán recicladas, otras eliminadas y otras aceptadas sin 
cuestionamiento alguno. En general las bases consideradas «naturales» serán 
las menos cuestionadas, por el concepto mismo de su supuesta naturalidad. 
Y aunque se les dote de refuerzos ideológicos nuevos y explicaciones 
religiosas más acordes con el nuevo pensamiento que los que ya tenían, no 
se van a preguntar si se ajustan a la realidad o no.
Una de las ideas más fundamentales va a ser la dualidad de géneros, así 
como la inferioridad femenina y la necesidad de su sumisión al hombre. En 
un grupo sin tabúes alimenticios, sin señales físicas y que pretende abrirse 
a cualquier sociedad, las ideas sobre la relación entre géneros, la pureza de 
cuerpo y las reglas sexuales van volviéndose cada vez más importantes.
Con ello surge una mentalidad cada vez más fuerte de desprecio y miedo 
a la sexualidad, considerada fuente de todas las impurezas. Este peligro 
de la sexualidad se une también a la idea de mujer, como tentadora, como 
sucesora de Eva, como perdición de los hombres débiles.
Así se exacerba en ocasiones la retórica, a veces demasiado entusiasta 
contra la mujer, en general, y contra las menos adaptadas al rol social que se 
les impone, en particular.
Vemos, por ejemplo, la diatriba de Tertuliano que dice
Vive la sentencia de Dios sobre este sexo aun en este mundo: que viva 
también la culpa. Tú eres la puerta del diablo; tú eres la que abrió el sello 
de aquel árbol; tú eres la primera transgresora de la leydivina, tú eres la 
que persuadiste a aquél a quien el diablo no pudo atacar; tú destruiste tan 
fácilmente al hombre, imagen de Dios; por tú merecimiento, esto es, por la 
muerte, incluso tuvo que morir el Hijo de Dios: ¿y se te puede ocurrir cubrir 
con adornos tus túnicas de piel?1
No podemos pensar, como se ha dicho a veces, que la mujer buscara en el 
cristianismo la emancipación social o una nueva independencia o dignidad, 
al menos no en el sentido que hoy le daríamos a esas palabras. Tampoco el 
cristianismo fue una religión de pobres y oprimidos que buscaban una nueva 
salvación o una ideología revolucionaria, y de hecho queda claro que el 
orden social no solo será respetado sino, de hecho, nuevamente justificado. 
Así tenemos a San Pablo ordenando a las mujeres sumisión2 y a los esclavos 
1 TERTULIANO. De habitu muliebri. 1,2.
2 Efesios, 5, 22- 23; Timoteo 2, 11- 15
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1001Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
obediencia temerosa a sus amos3, así como a toda persona el acatamiento 
de la autoridad4.
La justificación de la sumisión femenina llega al punto de disculpar el 
maltrato y la violencia contra la mujer, achacándolo a la indisciplina o al 
descaro femenino.
De este modo, San Agustín alaba a su madre Mónica no solo por su 
sumisión absoluta sino por enseñar a otras mujeres que la violencia recibida 
era culpa suya.
Finalmente, cuando muchas matronas, que tenían maridos más mansos 
que ella, traían los rostros afeados con las señales de los golpes y comenzaban 
a murmurar de la conducta de ellos en sus charlas amigables, ésta, achacándolo 
a su lengua, advertíales seriamente entre bromas que desde el punto que oyeron 
leerlas las tablas llamadas matrimoniales debían haberlas considerado como 
un documento que las constituía en siervas de éstos; y así recordando esta su 
condición, no debían ensordecerse contra sus señores […]. Las que la imitaban 
experimentaban dichos efectos y le daban las gracias; las que no la seguían, 
esclavizadas, eran maltratadas5.
El orden social se verá pues reforzado con una doble justificación, natural 
y divina, que hará que muchos de sus planteamientos lleguen intocados hasta 
nuestros días o que solo se hayan cuestionado algunos principios en épocas 
muy recientes. 
Esto no quiere decir que no haya contradicciones internas tanto en los 
textos como en las ideas, choques entre nuevos y viejos conceptos o amplios 
debates sobre el alcance de cada palabra, frase o creencia.
Así mismo, con la creciente complejidad a la que tiene que hacer frente el 
cristianismo, la casuística se va ampliando, van surgiendo nuevas dudas y las 
normas se vuelven cada vez más complejas. Los debates que surgen a lo largo 
de este desarrollo pueden llegar a parece absurdos en su contenido y forma, 
pero no hay que engañarse sobre ellos, pues traen detrás temas realmente 
serios de derechos, posiciones sociales o luchas de poder. Discusiones sobre 
si la mujer es o no imagen de Dios van a marcar su status durante siglos. De 
hecho, es una de las principales justificaciones de la sumisión femenina al 
3 Efesios, 6, 5.
4 1 San Pedro, 2, 13-17.
5 SAN AGUSTÍN. Confesiones. IX, 9. 
PAtRiciA González GutiéRRez
1002 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
hombre, estudiado junto con el relato del Génesis sobre la creación de Adán 
y Eva.
En general la conclusión es que la mujer no es imagen de Dios, sino del 
varón, y por tanto debe obediencia. Se basaron los diversos autores para 
ello en relatos como el del segundo capítulo del Génesis en que la mujer 
es creada como ayuda para el hombre y a partir de su imagen. San Pablo 
viene a reforzar estas ideas diciendo que «El hombre, no debe cubrir su 
cabeza, porque él es la imagen y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es 
el reflejo del hombre»6. Gregorio Niseno será de los pocos que destaquen 
que el primer capítulo del Génesis dice claramente que Dios, al crear el ser 
humano, lo «hizo macho y hembra»7.
La primacía en la creación por parte de Adán y el relato de la creación 
de Eva justifica en numerosos textos la necesidad de sumisión femenina. 
Se dice claramente que es Eva la que es creada para ayuda de Adán y no al 
revés, además de recordarse la culpa de Eva en el pecado original, que llega 
a identificarse con la sexualidad8.
El mismo argumento de la mujer intrínsecamente malvada, o, como 
poco, menos capacitada para el bien que el hombre, y creada después de 
éstos, lo encontramos en el relato de Pandora, por lo que las tesis cristianas 
tienen un fácil acomodo en la mentalidad clásica.
Aun así, hay que tener en cuenta que cualquiera que hubiera sido el relato, 
se hubiera encontrado la forma de justificar el orden social existente. De 
hecho, cuando se descubrió que el embrión se desarrolla en principio como 
hembra y solo se masculiniza luego, la teoría se invirtió, y se consideró que 
la mujer era inferior por estar menos evolucionada9.
Hoy el catecismo de la Iglesia católica tiende a destacar ese primer 
capítulo del Génesis, y considera así que hombre y mujer son iguales en 
dignidad, pero afirma también de ese modo su intrínseca diferencia sexual, 
que marca que, en realidad, no puedan ser considerados nunca iguales en 
funciones, roles o acceso a cargos10.
6 1 Corintios 11, 7.
7 GARCÍA ESTÉBANEZ, E. 1992: 119 y ss.
8 KÜNG, H. 2002: 48 y ss.
9 KNIBIEHLER, Y. y FOUQUET, C. 1983: 214 y ss.
10 Catecismo de la Iglesia Católica, 369; 2333. 
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1003Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
Santo Tomás dedicará también una quaestio de cuatro artículos en su 
Summa Theologiae sobre esta fabricación de Eva, y por qué es creada inferior. 
Lo mismo pasa con otros autores11. La creación de un ser inferior como 
ayuda y compañía no tiene mucho sentido, a menos que se vuelva al ámbito 
sexual y procreativo. La mujer será creada pues, con la única intención de 
que procree. Así la mujer encontrará su salvación en la maternidad, en traer 
nuevos cristianos al mundo. El dolor de la maternidad será destacado por 
autores como Tertuliano o Pedro Crisólogo como única forma de hacerse 
perdonar la falta de Eva12.
La maternidad, como destaca Nicole Loraux, era en la Antigüedad la 
contrapartida, en cuanto a deber cívico en la mujer, al servicio como soldado 
de los hombres. Y la muerte en el parto será equiparada no pocas veces 
a la muerte en el campo de batalla, como podemos ver, por ejemplo, en 
los epitafios de la necrópolis ateniense del Cerámico, en los que se usa un 
lenguaje heroico y homérico para las mujeres muertas en ese trance13. En 
la representación iconográfica también serán estas dos muertes las únicas 
representadas explícitamente, aunque algunos autores hayan comentado que, 
en algunos casos, puede que la muerta sea la matrona y no la parturienta.14
Aún en la actualidad puede verse reflejada esta concepción en la doctrina 
de la Iglesia. En el mensaje de Pablo VI a las mujeres en la clausura del 
concilio Vaticano II dice que «nuestra técnica [de los hombres] lleva el riesgo 
de convertirse en inhumana. Reconciliad a los hombres con la vida. Y, sobre 
todo, velad, os lo suplicamos, por el porvenir de nuestra especie»15. En la 
encíclica Casti Conubi (1931) se vuelve a insistir en eso, criticando a quienes 
«quieren que las mujeres, a su arbitrio, estén libres o que se las libre de 
las cargas conyugales o maternales propias de una esposa (emancipación 
ésta que ya dijimos suficientemente no ser tal, sino un crimen horrendo)» 
y afirmando que la verdadera libertad es someterse al marido y tener hijos. 
De hecho se considera que «tal libertad falsa e igualdad antinatural con el 
marido tórnase en daño de la mujer misma» que caerá, paradójicamente, en 
11 KÜNG, H. 2002: 56 y ss.
12 PEDREGAL, A. 2010: 111-131.
13 LORAUX, N. 2004: 46 y ss.
14 DEMAND, N.1994.:130 y ss.
15 PABLO VI. Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Mensaje del Concilio a los 
mujeres. 
PAtRiciA González GutiéRRez
1004 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
la esclavitud, y que es una «es corrupción del carácter propio de la mujer y 
de su dignidad de madre»16.
En fechas tan recientes como es diciembre de 1972 Pablo VI, al dirigirse 
a la Unión de juristas católicos italianos, decía que: 
La verdadera emancipación femenina no se encuentra en una igualdad 
formalista o materialista, sino en el reconocimiento de lo que la personalidad 
femenina tiene de esencialmente específico, la vocación de la mujer para ser 
madre17.
En relación con la vocación femenina de esposa (de un marido humano o 
de Cristo) y de madre, el concepto de desobediencia de los planes divinos se 
encuentra el tema de la anticoncepción y el aborto. A ello se une el concepto 
de la impureza y pecado de cualquier placer o relación sexual, en las que 
influyen fuertemente las teorías estoicas de la necesidad de contener toda 
pasión y las neoplatónicas que consideran el cuerpo tan solo como la prisión 
del alma.
La unión de todo ello hará que la anticoncepción sea considerada como 
un pecado mayor que el mismo asesinato, y en los libros penitenciales tenga 
un gran peso. En el libro penitencial de Teodoro (690-710) el sexo oral 
(entendido como anticoncepción) tendrá un castigo de siete a quince años, 
mientras que el aborto solo ciento veinte días y el asesinato un máximo de 
siete años. Lo mismo con los Canones Gregorii (690-710), que castigan el sexo 
anal con quince años y el asesinato solo con siete. El libro de Egbert (766) 
castiga incluso la postura de la mujer sobre el hombre, que podría dificultar 
la concepción, con una penitencia de uno a tres años, mientras el asesinato 
premeditado tiene un castigo apenas mayor, de cuatro a cinco años18.
El aborto se verá además unido mentalmente al adulterio, con lo cual la 
gravedad es aun mayor. En el Concilio de Iliberis (s. IV) si una mujer aborta 
no podrá ser bautizada, o en caso de estarlo, no podrá ser reconciliada, y lo 
mismo con una mujer que toma la iniciativa en un divorcio. En cambio, si 
mata a una esclava tiene una pena entre cinco y siete años19.
16 PÍO XI, Casti Connubii. 31 de diciembre de 1930.
17 PABLO VI en el PABLO VI en el XXIII Congresso Nazionale dell’Unione Giuristi Cattolici Italiani, 9 de 
diciembre de 1972.
18 RANKE-HEINEMANN, U. 1994:137 y ss.RANKE-HEINEMANN, U. 1994:137 y ss.
19 DUBY, G. y PERROT, M. 1991: 361 y ss.
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1005Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
Hay que tener en cuenta que en el mundo clásico el aborto es considerado 
un delito grave, pero no por los posibles derechos del nasciturus, sino por el 
ataque al derecho del padre en el caso de que el aborto sea realizado sin su 
consentimiento. Si es decisión del padre, no hay ningún problema, y vemos 
numerosas recetas y consejos recogidos en los libros médicos de autores 
como Sorano o Dioscórides. También Plinio recoge métodos y recetas con 
la mayor naturalidad.
Las prohibiciones en torno a las drogas anticonceptivas (incluida 
posiblemente la prohibición hipocrática) están más relacionadas con la 
protección a la madre frente a envenenamientos y, de nuevo, con el derecho 
del padre, que con la anticoncepción en si misma. De hecho, a veces veremos 
unida la prohibición de anticonceptivos a la de drogas afrodisíacas, amatorias 
o potenciadoras de la fertilidad20.
La anticoncepción en el cristianismo será equiparada frecuentemente al 
asesinato, pero paradójicamente se deja clara una diferencia entre el aborto 
del feto animado o inanimado, no siendo considerado este último asesinato 
como tal, pues aun no tendría alma. El propio Jerónimo, que calificaba de 
asesinato la anticoncepción, en una de sus cartas reflexiona sobre el feto y 
dice que «el semen va tomando forma poco a poco en el útero materno y 
su destrucción no puede considerarse como asesinato hasta que cada uno 
de los elementos adquiera su forma exterior y sus miembros»21. El dogma 
de la animación inmediata solo será definitivamente impuesto en 1869 por 
Pío IX en la Constitución Apostolica Sedis, con la consideración de la animación 
inmediata y la excomunión de toda persona relacionada con un aborto22. 
Aun así, a veces se usan textos contra el aborto en que se ve claramente 
la distinción que existía en el pasado, como en el caso de un discurso de 
Benedicto XVI, en que usa una frase de San Cirilo en que dice «¿Quién es 
el que ha preparado la cavidad del útero para la procreación de los hijos?, 
¿quién ha animado en él al feto inanimado?»23.
Algunas cuestiones han planteado problemas, como por ejemplo el caso 
de los gemelos, sobre si Dios crea más de un alma y luego se dividen o un 
alma que se divide. Sobre ello discuten apasionadamente en 1986 en un 
20 Digesto 48, 19, 38, 5.
21 RANKE-HEINEMANN, U 1994: 72.
22 IBAÑEZ Y GARCÍA-VELASCO, J.L. 1992: 66 y ss.
23 BENEDICTO XVI. Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a un congreso organizado por la 
Academia Pontificia para la vida. 27 de febrero de 2006. 
PAtRiciA González GutiéRRez
1006 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
congreso suizo de bioética titulado «El embrión: un hombre»24. Tampoco 
permite la Iglesia la inseminación artificial (mucho menos la que usa esperma 
de otro hombre), o la investigación con embriones o células madre.
Aun hoy, la anticoncepción está penada por la doctrina de la Iglesia, con 
cualquier acto sexual que no lleve aparejada la intención procreadora. Se ha 
intentado hacer una excepción en épocas muy recientes con las relaciones 
dentro del matrimonio en periodos infecundos, justificándolo como abierto 
al plan de Dios. La encíclica Humanae Vitae, en contra de la anticoncepción 
en un ambiente que parecía mostrarse al menos abierto en el Concilio 
Vaticano II, formó bastante revuelo. Y la distinción entre una contracepción 
calificada de natural y otra artificial no queda muy clara a muchos. En ella 
se dice: 
La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a 
los periodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de 
medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones 
aparentemente honestas y serias. En realidad, entre ambos casos existe una 
diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de 
una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos 
naturales25.
Los diferentes autores se sentirán además en la obligación de justificar, 
más o menos biológicamente, la inferioridad femenina, desarrollándose 
una amplia literatura sobre el tema. Alberto Magno, por ejemplo, en 
Quaestiones super de animalibus XV, considera que la mujer «es menos apta 
para la moralidad porque ella contiene más líquido que el varón y propiedad 
del líquido es la recibir con facilidad y retener mal», y por ello la considera 
voluble, caprichosa, taimada e incapaz de tender a lo bueno26. Por supuesto 
eso significa, en el juego de dualidades, que el hombre es exactamente lo 
contrario.
Se sigue en esto las ideas de Aristóteles, que considera en su obra La 
reproducción de los animales, a la mujer como un macho fallido, un error de la 
naturaleza, como más fría y húmeda, como imperfección al fin y al cabo27. 
Pero también se sigue la más pura tradición judía, en la que las mujeres eran 
24 VILA-CORO, Mª. D. 1995: 89 y ss.
25 PABLO VI. Encíclica Humanae Vitae, 25 julio 1968.
26 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 164.RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 164.
27 TOMMASI, W. 2002: 53 y ss.TOMMASI, W. 2002: 53 y ss.
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1007Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
consideradas naturalmente inferiores en todo, hasta el punto de liberarlade ciertos preceptos religiosos pues de ella no se espera que observe 
todos los mandamientos. Autores como Flavio Josefo o Filón recuerdan 
frecuentemente que la mujer es inferior en todo al hombre, y que le debe 
obediencia28.
Las justificaciones de la inferioridad femenina se fundan en hechos 
que se cargan de significado social. La barba será considerada ejemplo 
de superioridad masculina y símbolo de autoridad, comparándola con la 
melena del león29 en un argumento circular en que es símbolo de poder 
porque está en el hombre y está en el hombre porque es símbolo de poder. 
El tema de la barba tenía ya una amplia tradición en la cultura clásica, siendo 
tratado por Musonio, Epicteto o Aristóteles, siendo considerada como muy 
inconveniente una barba escasa30.
En estos razonamientos se llega a veces a absurdos que son difíciles de 
comprender desde nuestra mentalidad, pero que debemos asumir que en 
su momento fueron considerados completamente racionales y lógicos. Se 
afirma por ejemplo que la mujer tiene el pelo naturalmente largo y el hombre 
naturalmente corto31, y que ese pelo largo de la mujer es dado por Dios 
como muestra de su sumisión, y como señal de que debe llevar, además un 
velo artificial sobre ese «velo natural». En un concilio celebrado en Gangres 
en el siglo IV se critica que en ciertas comunidades ascéticas orientales de 
Capadocia y el Ponto mujeres y hombres se vistan igual, y que éstas se corten 
el pelo, acusándolas de romper el voto de obediencia al desobedecer el deseo 
divino de que lleven el pelo largo32. Aun hoy muchos grupos cristianos más 
o menos radicales mantienen ideas parecidas.
Todas estas conceptualizaciones sobre la clara y natural inferioridad 
femenina plantean ciertas dificultades con pasajes de las Sagradas Escrituras 
como el de San Pablo cuando afirma que «ya no hay judío ni pagano, esclavo 
ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno 
en Cristo»33 o con los ejemplos que dan las mujeres valientes y poderosas 
o las mártires cristianas. La contradicción es evidente, la solución a la que 
se llega, coherente con las ideas de la época, aunque hoy pueda parecer un 
28 DUBY, G. y PERROT, M. 1991: 471 y ss.
29 AGACINSKI, S. 2007: 176 y ss.
30 KUNG, H. 2008: 153 – 168.
31 1 Corintios 11, 3 y 11, 14.
32 BROWN, P. 1993: 390 y ss.
33 Gálatas 3, 28.
PAtRiciA González GutiéRRez
1008 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
contrasentido. El alma femenina puede ser igual a la del hombre, pero su 
sexo físico es un impedimento. La solución pues es que ya que la perfección 
es masculina, las mujeres que llegan a ese estado no son ya mujeres, sino 
hombres34. Nace el tópico de la mulier virilis.
Tampoco es algo completamente nuevo, ya que la comparación con el 
varón era usado como enorme halago en el mundo grecorromano y así, 
Sócrates exclama asombrado «¡Por Hera!, Isómaco, me estás dando a conocer 
una mentalidad viril en tu mujer»35 cuando oye lo bien que reacciona ésta a la 
educación por parte de su marido Isómaco.
Este tópico de la mulier virilis será repetido en numerosas ocasiones por 
Clemente de Alejandría, Jerónimo, Ambrosio o en hagiografías tardías36. 
Se presenta así una idea de evolución de la mujer para alcanzar el estadio 
superior de la masculinidad, como superando y rompiendo su propia 
naturaleza. Pero no deja de ser, en el fondo, un concepto engañoso, pues 
se «premia» a la mujer más adaptada a su nuevo rol social y religioso, 
presentando como modelo a mujeres que jamás miraron a un hombre, a las 
que fueron más religiosamente castas, a las que renunciaron a sus familias 
por el cristianismo… 
Este tópico además funcionará solo como la excepción que confirma 
la regla, pues se considera que el común de las mujeres debe comportarse, 
precisamente, de forma común. La mujer poco sumisa solo será aceptada 
cuando lo es por defender los valores considerados superiores, no por 
un interés o ética personal. Lo mismo pasa en la ideología clásica, en la 
que Antígona puede ser vista de modo positivo, pero, desde luego, no 
Clitemnestra.
Las mártires serán comúnmente comparadas con atletas y soldados. En 
las Actas del martirio de Santa Perpetua y Felicidad, que parecen ser de las 
pocas de primera mano que conservamos, la misma Perpetua sueña con que 
tiene que enfrentarse al diablo en forma de gladiador egipcio, convertida ella 
misma en hombre y gladiador.37 Aun así las mártires estarán en un segundo 
plano normalmente respecto a sus compañeros varones, siendo muy pocas 
veces las protagonistas. Son modelos problemáticos en cuanto subvierten el 
34 AGACINSKI, S. 2007: 142 y ss.
35 JENOFONTE, Económico X, 1.
36 PEDREGAL, A. 2000: 277-294.
37 ASPERGEN, K. 1990:133 y ss.
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1009Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
modelo femenino, alejándose de esas mujeres calladas, sumisas y débiles, así 
como de sus obligaciones familiares, incluso con sus hijos pequeños38.
De hecho incluso en los casos más reconocidos no puede verse una 
exaltación o igualdad real. En el caso de Perpetua, que parece liderar a su 
grupo en el martirio, aparecerá en la inscripción de Mzida, encontrada a 
las afueras de Cartago, por detrás de sus compañeros varones. E incluso se 
minimizará su papel en algunas traducciones posteriores39.
Así mismo las historias de los martirios irán siendo erotizadas, y serán 
cada vez más frecuentes las historias de mujeres desnudadas en público, 
condenadas a un burdel, intentos de violación… que provocan habitualmente 
la intervención divina evitando el «deshonor», apareciendo velos milagrosos, 
creciendo el pelo o quedando cegados quienes las miran40. El mantenimiento 
de la pureza será más importante que el de la vida.
Pero este modelo, como hemos dicho, debe reducirse a un ámbito muy 
concreto de persecución, y no puede extrapolarse más allá. La superación de 
la debilidad y el presentar testimonio (siguiendo la etimología de la palabra 
mártir) es solo admisible hasta un punto. Si va más allá será duramente 
criticado. 
Historias como la de Tecla en los Hechos de Tecla y Pablo, en que la joven 
se viste de hombre para seguir a Pablo, se bautiza a sí misma y a otros y se 
dedica a enseñar serán incluidas entre los textos apócrifos. Tertuliano niega 
por ejemplo la autenticidad del documento, burlándose de quienes lo usan 
para justificar un papel más activo de las mujeres en la Iglesia41.
La virginidad irá sustituyendo al martirio como una especie de «martirio 
blanco», y el ascetismo femenino en el desierto sustituido por un monacato 
férreamente controlado por el obispo.
El papel de la mujer en la iglesia primitiva, que si bien no se corresponde 
con la idea de liberación tópica, como ya hemos dicho, si fue importante 
va diluyéndose conforme la jerarquización de la Iglesia se hace más rígida. 
En los hechos de los apóstoles y las cartas nos encontramos a numerosas 
38 PEDREGAL, A. 2000: 277-294.
39 RIVAS REBOQUE, F. 2005: 210-264.
40 CHAPPUISS, L. 2008: 43-58.CHAPPUISS, L. 2008: 43-58.
41 ASPERGEN, K. 1990: 99 y ss.ASPERGEN, K. 1990: 99 y ss.
PAtRiciA González GutiéRRez
1010 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
mujeres ejerciendo papeles de responsabilidad como la diaconisa Febe42, 
profetizando como las hijas de Felipe43, o dirigiendo iglesias domésticas.
Es curioso como, con la relegación de la mujer, se dan hechos muy 
particulares, como convertir a Junia44, a la que Pablo define como «ilustre 
entre los apóstoles» en un hombre a partir de la Edad Media, ignorando 
a todos los autores anteriores que no habían tenido ninguna duda sobre 
su feminidad. De hecho en una Biblia de 1951 aun aclara que «Junias» es, 
claramente, un nombre de varón y no de mujer45. También se va modificando 
la traducción e interpretación del pasaje de la primera Carta a los Corintios 
(9, 5), enque se permite a los apóstoles ir a predicar con sus mujeres, para 
convertirlas en ayudantes y no esposas46.
Estas diaconisas y profetisas también irán quedando incluidas en el 
monacato más controlado, junto con las vírgenes consagradas y las viudas.
Sobre estas vírgenes consagradas hay que tener en cuenta que en ningún 
momento les supone un ámbito de libertad. De hecho no es decisión suya si 
se casan o se quedan vírgenes, sino de sus padres, pudiendo anular la decisión 
de la hija aunque ésta haya contraído matrimonio o tomado el velo47.
La capacidad de decisión de los padres sobre la vida de su futura hija 
queda bien reflejada en la naturalidad con que se trata en los apócrifos Hechos 
de Pedro la enfermedad de su hija. Ésta es convertida en paralítica por Dios 
a petición de Pedro, pues su belleza hacía que fuese muy pretendida, y ya se 
había tomado la decisión de consagrarla como virgen. Ante las preguntas 
de la gente de por qué no la curaba, Pedro lo hace para demostrar el poder 
divino, pero acto seguido vuelve a dejarla paralizada, para afirmar su decisión 
primera48. Hay que tener en cuenta que los Apócrifos son textos que quedan 
fuera del canon, pero no por ello dejan de ser muy conocidos y usados, 
aportando mucha tradición a la Iglesia, como la escena del Quo Vadis de 
Pedro.
42 Romanos 16, 1.Romanos 16, 1.
43 Hechos 21, 9.
44 Romanos 16, 7.
45 Sagrada Biblia. Versión crítica sobre textos hebreos y griegos. Traducción por José María Jover 
y Francisco Cantera Burgos. Biblioteca de Autores cristianos. Madrid 1951. En la nota 
sobre Junias, en Romanos 16,7.
46 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 39 y ss.
47 1 Corintios 7, 38.
48 DEL CERRO CALDERÓN, G. 2003: 79 y ss.
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1011Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
La autoridad paterna sobre la vida de los hijos era una constante en el 
mundo clásico, teniendo el paterfamilias romano poder de vida y muerte 
sobre los hijos. Las mujeres nunca llegaban a liberarse del todo de esta 
autoridad, pues pasaban de la tutela del padre a la tutela del marido, y en 
caso de fallecimiento de ambos a un tutor. Pero durante el Imperio habían 
ido consiguiendo librarse mediante permisos o tretas legales de esa tutela, 
bien por el ius trius liberorum, que las eximía tras tener tres hijos las libres o 
cuatro las libertas, o por la argucia de ir cambiando de tutor.
Además las sacerdotisas podían llegar a tener un considerable ámbito 
de independencia y autoridad. La sacerdotisa de Démeter era la única que 
podía acudir a los Juegos en Olimpia, como afirman Pausanias o Suetonio, 
y las vestales se acercaban mucho en sus atribuciones y capacidades a los 
varones49. Lo mismo pasaba con las flamínicas, mujeres poderosas que 
accedían a ciertos ámbitos de la vida pública mediante el culto imperial y el 
evergetismo.
Las estrictas normas de pureza de las vírgenes vestales llevaron incluso 
a acusaciones de adulterio o incesto por el mero hecho de tener un 
comportamiento más descarado de lo considerado adecuado50. Pero donde 
esas restricciones dieron libertad en el mundo clásico, en el mundo cristiano 
naciente solo dan prestigio, pero cierran aun más el mundo femenino.
Sobre la virginidad y la educación de las vírgenes se redactarán numerosos 
tratados que inciden en su encierro, su alejamiento del mundo, el desprecio 
del cuerpo… Las cartas de Jerónimo sobre el tema rozan habitualmente la 
tortura, recomendando por ejemplo en su epístola 107 que no se deje nunca 
a la niña sola, para que sienta miedo cuando su madre no esté, o que no 
salga nunca de la casa, no sea que la violen51. En su epístola 128, dirigida a 
una niña pequeña (a la que aun no le han salido los dientes), o, más bien, a 
sus padres, se recomienda que la niña se acostumbre a esa edad a manejar el 
huso, y que se vista de oscuro desde pequeña52. 
De hecho se culpará a Jerónimo de la muerte de Blaesilla, hija de Paula, 
que muere de hambre por el duro régimen ascético que se le impone53.
49 SCHMITT, P. 1991: 421 y ss.
50 Ver en este caso, por ejemplo, la historia de Postumia, en Tito Livio IV, 44.
51 Ep. 107, 11, 1 y 7,3.
52 Ep. 128, 1,3 y 2, 1.
53 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 59 y ss.RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 59 y ss.
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1012 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
Las vírgenes, que suponían para la comunidad una especie de amuleto 
que atraía la bendición de Dios, formarán agrupamientos más o menos 
amplios en las ciudades, bajo la protección de las más ricas y poderosas y 
serán una fuente de prestigio para clérigos y obispos, por lo que la lucha por 
su control y por la perpetuidad de los votos, contra el derecho de los padres 
a sacarlas de su estado y casarlas será cada vez más denodado54.
La importancia de las vírgenes y de la virginidad se verá reflejada en 
el debate creciente sobre el alcance de la virginidad de María. Los textos 
que hablan de los hermanos de Jesús55 se van modificando para eliminarlos 
de la historia, bien afirmando que son hijos de un matrimonio anterior de 
José, bien convirtiéndolos en primos, ya que se considera que la virginidad 
de María debería extenderse mucho después de la concepción y parto de 
Jesús, pues cualquier relación, aunque fuera posterior, hubiera contaminado 
a María. Ambrosio o Jerónimo defenderán esta virginidad perpetua contra 
la opinión de algunos como Helvidio o Joviniano.56 El asunto llegará a los 
aspectos más biológicos con la identificación de virginidad con el himen, 
surgiendo un debate, ya no sobre si María se mantiene virgen o no, sino 
sobre si el himen permanece intacto durante el parto, considerando que 
si no, no sería realmente virgen aunque no mantuviese relaciones con un 
varón57.
Con toda la discusión sobre la virginidad perpetua o no de María, 
ninguno parece preguntarse por qué el Evangelio de Mateo, cuando detalla 
la genealogía de Jesús, no recoge los parientes de María, sino los de José58, 
que no tiene en teoría nada que ver con la concepción del niño. El modelo 
familiar en el que el cabeza de familia, pase lo que pase, es el varón, resulta 
algo tremendamente lógico.
La inferioridad femenina se verá también reflejada en la prohibición que 
se establece de enseñar a los varones59 (pues sería absurdo) y su alejamiento 
cada vez mayor de la parte nuclear de las iglesias, el altar. 
El papel de las diaconisas ha sido negado durante mucho tiempo, como 
podemos ver, de nuevo, en las notas aclaratorias de la citada Biblia de 1951, 
54 BROWN, P. 1993: 120 y ss.
55 Marcos 6, 3 y Mateo 13, 55.
56 PEDREGAl, A. 2007: 417-434.PEDREGAl, A. 2007: 417-434.
57 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 59 y ss.RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 59 y ss.
58 Mateo 1, 17.Mateo 1, 17.
59 Timoteo 2, 11- 15.
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1013Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
en la que se dice que son tan solo las esposas de los diáconos, y no tienen 
papel alguno.
Las Constituciones apostólicas, del siglo IV, que se precian de tener 
como autores a los apóstoles argumentan que «nuestro maestro y el mismo 
señor Jesús nos ha enviado solamente a nosotros doce» y por ello no se 
permite a las mujeres enseñar. 60 Es exactamente lo mismo que se afirma en 
la declaración Inter Insigniores, dada por la Congregación para la Doctrina de 
la Fe en 1976, aclarando por qué la mujer no puede ser sacerdote, y donde 
se aduce que «Jesucristo no llamó a ninguna mujer a formar parte de los 
Doce»61.
Otra de las razones que se fueron aduciendo para alejar a la mujer de los 
altares es la impureza que traería la menstruación, el embarazo o el puerperio. 
Idea claramente heredada de las tradiciones tanto judía como clásica. 
La tradición judía apartaba a la mujer de la comunidad durante su 
menstruación, y no solo ella resultaba impura durante siete días, sino 
también cualquier persona u objeto que la toque, o inclusocualquiera que 
entre en contacto con su lecho62. También es considerada impura en caso 
de parto, con un periodo más largo para las niñas que para los niños (con 
mayor posibilidad para el infanticidio, directo o indirecto, para las niñas) y 
con la necesidad de realizar un rito de purificación63.
En la tradición clásica se atribuye también propiedades mágicas a la 
sangre menstrual, como algo poderoso y peligroso a la vez. Plinio en su 
Historia Natural, o Columela en De Re Rustica advierten de ello, diciendo que 
la sangre menstrual puede arruinar cosechas, matar abejas o hacer abortar 
a las mujeres, aunque el tópico no aparece en los textos más antiguos64. 
La sangre como portadora de miasma, especialmente la menstrual influye 
el concepto de impureza cristiana en todo lo relacionado con los ciclos 
femeninos o el parto.
60 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 122.
61 Congregación para la Doctrina de la Fe. Inter Insigniores. 15 octubre 1976. 
62 Levítico 15, 19-29.
63 Levítico 12, 2-8.
64 DEAN – JONES, L. A. 1996: 230 y ss.
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1014 Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
La sangre menstrual no solo alejará a la mujer del altar, metafórica y 
físicamente, sino incluso de la comunión, considerándola tan impura como 
si hubiera mantenido relaciones sexuales o hubiera pecado65.
Al igual que una mujer a punto de dar a luz no podía entrar en los 
templos, tampoco una mujer recién parida podrá entrar en la Iglesia, por ser 
considerada impura. Posteriormente, en numerosos concilios (Tréveris en 
1227, Rouen en 1074 o Colonia en 1279), se afirmará la necesidad de que 
la puérpera se purifique tras un periodo más o menos largo, antes de poder 
entrar en la Iglesia, por lo que las madres llegan a no poder acudir al bautizo 
de sus propios hijos66.
En la actualidad se recurre también a la inherente diferencia entre hombre 
y mujer para afirmar que una mujer no podría representar adecuadamente 
a Cristo en la misa. Cuando, por parte de laicos y de teólogas feministas, 
que difícilmente hubiera podido predicar en su época siendo mujer, la 
Iglesia critica esa tendencia «que consideraría sin importancia e irrelevante 
el hecho de que el Hijo Dios haya asumido la naturaleza humana en su 
forma masculina»67 y que «hay que admitir que, en las acciones que exigen el 
carácter de la ordenación y donde se representa a Cristo mismo, autor de la 
Alianza, esposo y jefe de la Iglesia, ejerciendo su ministerio de salvación –lo 
cual sucede en la forma más alta en la Eucaristía– su papel lo debe realizar 
un hombre»68.
Para evitar que se acuda a la culturalidad de algunas prescripciones 
paulinas se afirma que mientras algunas normas de Pablo son propias de 
su tiempo, como el caso del velo, la prohibición de enseñar, no es tal, sino 
mandato divino69.
Decir como conclusión que en la formación social del género se unen los 
dos factores que más difícil hacen el cambiar una idea, el de la pretendida 
naturalidad de un concepto (que permite asumir como presupuesto algo 
que dista mucho de estar probada) y el de una religiosidad dogmática, que 
no necesita justificación y a veces ni siquiera una coherencia interna muy 
65 KÜNG, H. 2002: 50 y ssKÜNG, H. 2002: 50 y ss
66 RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 26 y ss.RANKE-HEINEMANN, U. 1994: 26 y ss.
67 Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la 
colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo. 31 de mayo de 2004.
68 Congregación para la Doctrina de la Fe. Inter Insigniores. 15 octubre 1976. 
69 Congregación para la Doctrina de la Fe. Inter Insigniores. 15 octubre 1976. 
lA mujeR en el cRistiAnismo PRimitivo
1015Historia, Identidad y Alteridad
Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores
fuerte gracias al recurso de la verdad revelada. La lucha de grupos o de 
teólogas feministas, unidas muchas veces a la teología de la liberación, 
chocará invariablemente con un muro difícilmente salvable. De hecho las 
primeras alegaciones a favor de una mayor igualdad de la mujer recurrirán 
simplemente a darle la vuelta a dichos argumentos, como el caso de las 
primeras feministas españolas, o de Edith Stein.
Ya hemos dicho que el cristianismo no supuso una liberación para la 
mujer, ni siquiera una conceptualización de su identidad y rol social muy 
diferente al que ya tenía. De hecho, frente a la libertad de la que podían 
gozar muchas mujeres en la Roma Imperial, la mujer perdió autonomía, si 
bien la amplia difusión que el cristianismo tuvo entre las mujeres debe hacer 
que nos planteemos que sí tenía un atractivo ideológico y religioso en la 
sociedad. Además, aunque con la jerarquización de la Iglesia la mujer es cada 
vez menos considerada, si se encuentran espacios de libertad o de expresión 
en las comunidades más primitivas.
Las continuas quejas de los padres de la Iglesia sobre la autoridad, aunque 
sea informal de la mujer, las menciones de la presencia femenina en las 
comunidades ascéticas, la importancia de las iglesias domésticas o de las 
grandes viudas romanas nos permiten ver que no todo era tan canónico 
como hubiera gustado.
Terminaremos con las palabras de un asceta del siglo IV, Evagrio del 
Ponto, que nos permiten hacernos una idea de cuán difícil resultaba a veces 
adecuarse a los modelos teóricos de pureza impuestos canónicamente. Nos 
deja constancia de ello en su libro Antirrethikos, en el que se esfuerza por dar 
respuesta a las «tentaciones» que le acechaban.
Contra el pensamiento que adopta la forma de una hermosa mujer 
que sostiene con nosotros una conversación seria, mientras estamos 
deseando hacer cosas perversas y vergonzosas con ella.
Contra el demonio que mete en la cabeza que debo contraer 
matrimonio, tener esposa y ser padre de mis hijos, y no perder el tiempo 
aquí, pasando hambre y peleando con ideas inmundas70.
70 EVAGRIO Antirrhetikos 2, 36 y 2,49 en PETER BROWN. 1993: 501.
PAtRiciA González GutiéRRez
1016 Historia, Identidad y Alteridad
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Escuela Universidad Nacional

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alonso Garzón

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Vicente Riva Palacio

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