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CAPITULO 9 Chile ha tenido un rápido paso de una pre transi- ción, a una post transición epidemiológica en sus problemas de salud, al lograr disminuir la mortali- dad general e infantil, eliminar la desnutrición caló- rico-proteica primaria y bajar las tasas de natalidad, lo que se asoció con un considerable aumento de la expectativa de vida de la población. Un resultado de este proceso ha sido el aumento de las enferme- dades crónicas no transmisibles (ECNT) del adulto y adulto mayor, entre ellas la osteoporosis (1). Los factores que influyen en el proceso de minera- lización ósea (MO) son múltiples, e incluyen el pa- trimonio genético, la edad, el sexo, la nutrición, la actividad física, la adecuada absorción intestinal de vitaminas y minerales y las patologías que el indivi- duo puede haber sufrido durante su vida, así como el uso de ciertos medicamentos. Para lograr un nivel de MO normal, es fundamental mantener una nutrición adecuada, lo que se vuelve especialmente crítico durante aquellos períodos en que el crecimiento es rápido, como son el último tri- mestre del embarazo y, en la vida postnatal, los dos primeros años de vida del lactante y la adolescencia. De acuerdo con las recomendaciones del consenso del NIH (National Institutes of Health, USA), la inges- ta adecuada de calcio y de vitamina D y la exposición a la luz solar junto con un nivel adecuado de activi- dad física permiten obtener una Masa Ósea Máxi- ma del Adulto Joven (MOMAJ) de calidad óptima. La MOMAJ representa un “capital de reserva” de masa ósea para el adulto y, por lo tanto, es la meta que se debe tratar de conseguir. Una MOMAJ lo más alta posible es un objetivo importante para los jóvenes, porque disminuye el riesgo futuro de osteoporosis. La figura 1 muestra la evolución de la masa ósea a lo largo de la vida en función de ingestas de calcio bajas y alta (2,3). Desde el punto de vista de la nutrición, el calcio, el fósforo y la vitamina D son fundamentales para una MO adecuada. El calcio es el principal catión que for- ma la estructura cristalina del depósito de minerales del hueso. El calcio cumple además muchas otras funciones en el organismo, entre ellas actuar como cofactor en reacciones enzimáticas, participar en los procesos de señalización celular y en la secreción de hormonas, en los procesos de neurotransmisón y en la contracción muscular, tanto estriada como lisa, y en la coagulación sanguínea. Los niveles bajos de in- gesta de calcio resultan en una menor masa ósea, así como en una Densidad Mineral Ósea (DMO) más baja que favorecen la aparición de la osteoporosis a edades más tempranas, con su asociación con tasas altas de fracturas y morbimortalidad en los adultos mayores (4). En la adolescencia las necesidades de calcio aumen- tan debido al rápido crecimiento y al aumento de la masa corporal y como resultado la absorción neta de calcio aumenta al 30%. En el adulto joven la ab- sorción de calcio disminuye y su excreción aumenta por lo que la retención de este elemento es menor. El balance de calcio se vuelve negativo con niveles de ingesta inferiores a 700 mg/día y por el contrario, es positivo cuando se elevan sobre los 1.000 mg/día, situación en que se logran retenciones de aproxima- damente 100 mg/día. Matkovic definió el concepto de ingesta umbral de calcio como aquella por debajo de la cual la acu- mulación de calcio en el esqueleto es función de la Absorción de calcio, fósforo y vitamina D Santiago Muzzo Benavides otro LIBRO Cap.9(FINAL)
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