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Complicaciones cardiovasculares de los fármacos para el cáncer

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69 Complicaciones cardiovasculares 
de los fármacos para el cáncer
Ming Huí Chen y Thomas Force
Fármacos quim ioterapéuticas 
tradicionales, 1613 
Tratam ientos dirig idos, 1617 
Complicaciones de la radioterapia, 1620
Tratam iento de la insuficiencia 
cardíaca inducida por los fármacos 
para el cáncer, 1622 
Perspectivas futuras, 1622
Bibliografía, 1622
Debido a los avances en los tratamientos modernos para el cáncer, 
los resultados de los pacientes han mejorado sustancialmente, por lo 
que su esperanza de vida ha aumentado. Sin embargo, al prolongarse 
la supervivencia, más pacientes de cáncer tienen riesgo de desarro­
llar problemas cardiovasculares, como insuficiencia cardíaca (IC). De 
hecho, se ha observado que la incidencia acumulada de enfermedad 
cardiovascular a los 10 años llega al 22% en los pacientes que se han 
tratado de un tumor maligno.1 Por tanto, cada vez es más importante 
para los cardiólogos familiarizarse con las cuestiones relacionadas con 
las complicaciones cardiovasculares del tratamiento contra el cáncer, 
así como aprender a m anejar estas consecuencias del tratamiento a 
largo plazo.
Para complicar la situación, el desarrollo de fármacos para el tratamien­
to del cáncer ha cambiado mucho más en la última década que en cual­
quier otra época. Este capítulo presenta una visión general de la toxicidad 
cardiovascular de los fármacos quimioterapéuticos tradicionales y también 
de los fármacos dirigidos más nuevos. Para estos últimos, el mensaje 
clave es que debe considerarse cada uno de ellos de forma individual en 
términos de objetivos específicos y mecanismos de acción.2 Puede espe­
rarse que este enfoque se distancie del concepto de «efectos de clase» de 
estos fármacos.
F Á R M A C O S QU IM IOTERAPÉUTICOS 
TRA D IC IO N A LES
Los fármacos quimioterapéuticos que se utilizan habitualmente se enu­
meran en la tabla 69-1.
Antraciclinas
Las antraciclinas que están actualm ente aprobadas en EE. UU., la 
doxorrubicina, la daunorrubicina, la epirrubicina y la idarrubicina, y 
un compuesto relacionado, la mitoxantrona, son componentes clave 
de muchos regímenes de quimioterapia, que han demostrado su efi­
cacia en los linfomas y en muchos tumores sólidos, como el cáncer de 
mama y el cáncer de pulmón de células pequeñas (CPCP).3 Esta clase 
de fármacos es, claramente, la más cardiotóxica hasta la fecha; de forma 
aguda, produce arritmias, disfunción del ventrículo izquierdo (VI) y 
pericarditis, y de forma crónica, causa disfunción VI e IC. La toxicidad 
está muy relacionada con la dosis. Los análisis retrospectivos iniciales 
indicaron que la incidencia de IC fue del 2,2% en general y del 7,5% 
en los pacientes que recibieron una dosis acumulativa de 550 mg/m2. 
Sin embargo, análisis más exhaustivos indican que la incidencia es 
más alta.4 Estos valores aumentan significativamente para las dosis 
acumuladas de doxorrubicina por encima de 400-450 mg/m2 (fig. 69-1). 
En consecuencia, los oncólogos suelen limitar la dosis a 450-500 mg/m2 
en la mayoría de los tumores.3 Si se desarrolla miocardiopatía por antra- 
ciclina, suele aparece en el primer año tras terminar el tratamiento, 
con un promedio de 5-9 meses, y sigue avanzando. La miocardiopatía 
inducida por antraciclina también puede ser de aparición tardía, y, si es 
así, generalmente es crónica.
Los factores de riesgo de la cardiotoxicidad, además de dosis superiores 
a 450 mg/m2, son la edad avanzada, los antecedentes de enfermedad 
cardíaca y la irradiación previa del mediastino (v. fig. 69-1 y tabla 69-1). 
Los factores predictivos de la cardiotoxicidad basados en la evaluación de 
la función delVI son una fracción de eyección delVI (FEVI) menor del 50% 
y una disminución de la FEVI de más del 10% durante el tratamiento hasta 
un nivel inferior al 50%. La disfunción diastólica puede ser la primera
© 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos
anomalía que se observe. Los niños son especialmente sensibles a la 
cardiotoxicidad de la antraciclina; en una serie, se desarrolló IC en el 5% 
a los 15 años de seguimiento, y la incidencia aumentó al 10% para las 
dosis acumuladas de 550 mg/m2.5 Además de la dosis y la irradiación del 
mediastino, la edad en el momento del diagnóstico y el sexo femenino 
son factores predictivos de resultados adversos en los niños. La IC puede 
hacerse clínicamente evidente años después del tratamiento, cuando estos 
niños se han convertido en adultos.6
La biopsia endomiocárdica es el método más sensible para detectar la 
cardiotoxicidad de la antraciclina, con hallazgos típicos de vacuolización 
citosólica, lisis de las miofibrillas e inflamación celular (las caracterís­
ticas m ás típicas de una forma necrosante de m uerte celular). Sin 
embargo, no se ha demostrado que las anomalías en la microscopía 
electrónica tengan mucha relación con el riesgo de desarrollar IC y, con 
frecuencia, se observan en pacientes que recibieron dosis acumulativas 
muy por debajo de las que se asocian a un riesgo mayor de IC. Debido 
a los conocimientos técnicos necesarios para realizar esta prueba y a 
sus riesgos inherentes, la biopsia endomiocárdica no es una forma 
práctica de detectar la cardiotoxicidad de la antraciclina o de hacer el 
seguimiento de los pacientes, y la determinación en serie de la función 
del VI, aunque insensible, es el método que se acepta actualmente. 
Recientemente, se ha informado del uso de biomarcadores de la lesión, 
principalmente hs-Tnl (troponina I altamente sensible), para identi­
ficar a los pacientes con riesgo de desarrollar disfunción del VI. En un 
estudio, una concentración elevada de Tnl después del tratamiento con 
antraciclinas pudo predecir qué pacientes estaban en situación de ries­
go para el desarrollo de disfunción del VI, y el tratamiento profiláctico 
inhibidor de la enzima conversora de la angiotensina (ECA) limitó la 
disfunción.7'8 También se ha demostrado que las nuevas estrategias de 
las técnicas de imagen, como la ecografía con deformación longitudinal 
del pico sistólico, pueden ser útiles, añadiendo ventajas a los biomar­
cadores, aunque se necesita más validación antes de implantar estos 
métodos en la clínica.9
Se han utilizado otras estrategias para limitar la cardiotoxicidad 
de la antraciclina, como el uso de epirrubicina, un estereoisómero de 
la doxorrubicina. Este fármaco produce menos cardiotoxicidad que la 
doxorrubicina en dosis comparables; 900-1.000 mg/m2 de epirrubicina 
producen una cardiotoxicidad similar a 450-500 mg/m2 de doxorrubicina, 
pero parece que la eficacia de los dos fármacos es comparable en dosis 
equivalentes. Existe información previa sobre el uso de la ECA, pero 
estudios seleccionados con bloqueantes del receptor de la angiotensi­
na II y 0 -bloqueantes también indican efectos cardioprotectores.1" De 
momento, es probable que sea razonable utilizar estos tratamientos de 
forma profiláctica en los pacientes de alto riesgo hasta que se disponga 
de más información.
Debido a los grandes avances, se están empezando a identificar los meca­
nismos celulares que dan lugar a la cardiotoxicidad de la antraciclina. La 
doxorrubicina se une tan to al ADN como a la topoisomerasa de tipo II, y 
este complejo ternario provoca la escisión del ADN y la muerte celular.11 
Zhang et al. descubrieron que la isoforma IIB de la topoisomerasa es 
el mediador específico que produce la ro tura del filam ento doble del 
ADN inducida por la doxorrubicina y los cambios del transcriptoma que 
producen disfunción m itocondrial y la producción de especies reactivas 
de oxígeno (hace tiem po se propuso que desempeña una función en la 
cardiotoxicidad de la antraciclina).11 Cabe destacar que la supresión de 
la topoisomerasa IIB en ratones evitó, en gran medida, la cardiotoxicidad 
inducida por la antraciclina. Así, la inhibición de la topoisomerasa IIB
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T A B L A 69-1 Quimioterapéuticos relacionados con los síndrom es clínicos de cardiotoxicidad
FÁRM ACO
FRECUENCIA 
DE LA 
CARDIO TO XIC IDAD OBSERVACIONES
Disfunción ventricular izquierda-insuficiencia cardíaca
Quimioterapéuticos
Antracidinas
Doxorrubicina
Epirrubicina
Idarrubicina
+++
+
++
Muy dependiente de la dosis
Los factores de riesgo comprenden la edad (jóvenes y ancianos), la radiación previa del mediastino, 
los antecedentes de cardiopatía, la disminución de la fracción de eyección, la caída de la 
fracción de eyección durante la farmacoterapia, el sexo femenino (en las niñas) y otros fármacos 
(especialmente, el trastuzumab)
El riesgo disminuye por encapsulación liposomal o con dexrazoxano
Fármacos alquilantes
Ciclofosfamida
Ifosfamida
+++
+++
Se observa principalmente con regímenes de «acondicionamiento» en altas dosis 
Los factores de riesgo son la irradiación previa del mediastino y la farmacoterapia con 
antracidinas
También pueden producir miocarditis, pericarditis y necrosis del miocardio
Taxanos
Paclitaxel
Docetaxel
+/++
+
También se utilizan en endoprótesis que liberan paclitaxel
Inhibidor del proteasoma
Bortezomib +/++ En los estudios se han observado tasas moderadamente altas de IC (5%), pero estas tasas solo son 
un poco más altas que las de los pacientes que recibieron dexametasona
Fármacos dirig idos
Anticuerpos monodonales
Trastuzumab ++ No es frecuente como fármaco único
El riesgo aumenta con las antracidinas, el paclitaxel, la ciclofosfamida
Pertuzumab +/++ Dirigido a HER2
En una serie, la tasa de disfunción del VI llegó hasta ~25%
Bevacizumab +/++ Dirigido a VEGF-A (ligando para el VEGFR) y actúa como una trampa, impidiendo la interacción 
con su receptor
Puede observarse IC cuando existe hipertensión grave, que se produce en el 10-25% de los 
pacientes, dependiendo de la dosis; las antracidinas pueden aumentar el riesgo de IC
Inhibidores de la tirosina cinasa
Imatinib, nilotinib + Pueden causar retención de líquidos grave con edema periférico, derrame pleural y pericárdico no 
secundario a la disfunción del VI
Dasatinib ++ Retención de líquidos igual que el anterior
Puede causar hipertensión pulmonar grave; el mecanismo no está claro
Sunitinib +++ Disfunción del VI frecuente; es probable que la hipertensión desempeñe una función
Sorafenib ++ Todavía no se conoce la tasa de cardiotoxicidad
Síndromes isquémicos
Fluorouracilo, capecitabina ++ SCA; los pacientes con EAC tienen más riesgo
Se repite con la reexposición; se han propuesto varios mecanismos; la etiología sigue siendo 
desconocida
Cisplatino, carboplatino + SCA causada por vasoespasmo o lesión vascular
Hipertensión frecuente; tromboembolia más frecuente (v. más adelante)
Interferón a + Riesgo de aumento de la isquemia en pacientes con EAC; hipertensión frecuente
Paclitaxel + Isquemia de miocardio en el 1-5% de los casos; los episodios cardíacos isquémicos graves no son 
frecuentes
Docetaxel + Datos limitados, pero es probable que la tasa sea ~1 %
Bevacizumab ++ Episodios de trombosis arterial, como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular
Alcaloides de la vinca + ~1 % de riesgo de episodios cardíacos; isquemia, posiblemente causada por espasmo coronario
Sorafenib +/++ ~2,5% de riesgo de SCA
Erlotinib
Nilotinib
+/++ Datos limitados, pero la tasa es ~2%
Preocupación por un posible aumento de los episodios vasculares periféricos
Hipertensión
Cisplatino ++++
Bevacizumab ++++ Extremadamente frecuente en todos los tratamientos anti-VEGF hasta la fecha
Sunitinib ++++ Intrínseca al mecanismo de acción de estos fármacos
Sorafenib +++
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T A B L A 69-1 Quimioterapéuticos relacionados con los síndrom es clínicos de cardiotoxicidad (cont.)
FÁRMACO
FRECUENCIA 
DE LA 
CARDIOTOXICIDAD OBSERVACIONES
Trombosis venosa
Cisplatino +++ Trombosis venosa profunda o embolia pulmonar en el 8,5% de los casos; la mayoría de los 
episodios se producen al principio del tratamiento 
Suelen existir otros factores de riesgo para la trombosis venosa profunda
Talidomida ++++ Poco frecuente con la monoterapia, pero el riesgo aumenta con la quimioterapia concurrente
Lenalidomida +++ Véanse las observaciones para la talidomida
Erlotinib ++ Con el erlotinib y la gemcitabina, la tasa es ~2% más que con gemcitabina sola
EAC, enfermedad coronaria; HER2, receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano; IM, infarto de miocardio; SCA, síndrome coronario agudo; VEGF, factor de 
crecimiento celular endotelial vascular; VEGFR, receptor del factor de crecimiento celular endotelial vascular; VI, ventrículo izquierdo.
*La frecuencia relativa de la cardiotoxicidad se clasifica de la siguiente forma: +, <1%; ++, 1-5%; +++, 6-10%; ++++, >10%.
Modificado de Yeh ET, Bickford CL: Cardiovascular complications o f cancer therapy: Incidence, pathogenesis, diagnosis, and management. J Am Coll Cardiol 53:2231, 2009.
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Cociente de riesgo (>65:<65) = 2,25 
IC a l 95% (1,04-4,86)
Valor P de l rango logarítmico =0 ,029 
Valor P de Wilcoxon = 0,79
~ i ~ — i " ' I ' 1 1 I 1 I 1 I 1 I 1 I 1 I 
0 100 200 300 400 500 600 700 800 9001.000
DOSIS ACUMULATIVA DE DOXORRUBICINA (mg/m2)
Edad <65* 458 431 345 206 103 50 20 6 4
Edad >65* 172 161 119 92 28 12 3 1 1
FIGURA 69-1 Riesgo de IC asociada a la doxorrubicina en función de la edad del 
paciente. Este gráfico representa la dosis acumulada de doxorrubicina en el momento 
de iniciarse la insuficiencia cardíaca congestiva asociada al fármaco en 630 pacientes 
distribuidos según la edad en mayores de 65 años y con 65 años o menos. (Modificado 
de Swain SM, Whaley FS, Ewer MS: Congestive heart failure in patients treated with 
doxorubicin: a retrospective analysis o f three trials. Cancer 97:2869, 2003.)
quimioterapia. En estos pacientes, un nivel elevado de Tnl predijo el 
posterior desarrollo de disfunción delVI con una alta sensibilidad, aun­
que con baja precisión predictiva. Un resultado negativo de la prueba de 
la Tnl predijo, en gran medida, la probabilidad de que la función 
del VI no se deteriorase.8 En estudios anteriores de la cardiotoxicidad 
de la antraciclina se ha observado una mortalidad elevada, pero con los 
abordajes más modernos para el tratamiento de los pacientes con IC, 
el pronóstico es mejor.
Taxanos
El mecanism o de acción de los taxanos, el paclitaxel y su análogo 
semisintético el docetaxel, consiste en alterar las redes microtubula- 
res, y son eficaces para el cáncer de mama. Si se utilizan solos, estos 
fármacos tienen relativamente poca cardiotoxicidad, causan sobre todo 
bradicardia asintom ática y, con m ucha m enos frecuencia, bloqueo 
cardíaco. Sin embargo, cuando se administró paclitaxel en estrecha 
com binación con altas dosis de doxorrubicina, se observaron tasas 
elevadas de insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) (21%).13 Se des­
cubrió que la causa era la alteración del m etabolism o de la doxo­
rrubicina por los taxanos. En otros estudios se demostró que las dosis 
de doxorrubicina inferiores a 380 mg/m2 y administrar la infusión de 
paclitaxel hasta 4 h después de la administración de doxorrubicina 
disminuyen el riesgo de IC a menos del 5% .14 Se ha observado que, 
cuando se adm inistra docetaxel con antraciclinas, el riesgo de IC 
aumenta solo ligeramente, y se cree que se debe a las diferencias en 
la farmacocinética y la farmacodinámica.13
podría prevenir la cardiotoxicidad inducida por la antraciclina, aunque 
queda por ver si la manipulación de la topoisomerasa IIB podría afectar 
a la actividad tumoricida. Los últimos estudios también han proporciona­
do pruebas de los efectos de las antraciclinas sobre células que no son 
miocardiocitos, como el endotelio vascular, los fibroblastos y las células 
madre cardíacas6 (fig. 69-2).
Estos resultados tam biénpueden ser consistentes con la hipótesis 
del hierro oxidado, que ha llevado al uso de dexrazoxano, un quelante del 
hierro intracelular, que puede lim itar la cardiotoxicidad de la antraciclina.12 
Sin embargo, al menos en un estudio surgieron dudas sobre si también 
podría reducir la eficacia de la antraciclina. En 2011, la Food and Drug 
Administration (FDA) restringió el uso del fármaco a pacientes adultos con 
cáncer de mama que habían recibido más de 300 mg/m2 de doxorrubicina 
o el equivalente.
A ntes de empezar el tratam iento con antraciclina está indicado 
determ inar los valores basales de la función del VI del paciente, y 
hay que hacer un seguimiento de estos parámetros periódicamente, 
especialmente cuando la dosis acumulada se eleva por encima de 300- 
350 mg/m2 para la doxorrubicina o por encima de las dosis comparables 
para las otras antraciclinas. Los criterios mencionados antes sobre los 
factores de riesgo, la función basal del VI y el deterioro de la función 
del VI, en combinación con las consideraciones sobre la dosis, pueden 
utilizarse para clasificar el riesgo de los pacientes de desarrollar IC. 
Medir la hs-Tnl puede m ejorar la exactitud de la predicción y p ue­
de ser especialmente útil en los pacientes que reciben dosis altas de
Fárm acos a lqu ilantes y an tim etabo lito s
Los alquilantes y los antimetabolitos son clases de fármacos que general­
mente se asocian a una baja incidencia de cardiotoxicidad (v. tabla 69-1).
La ciclofosfamida se tolera relativamente bien cuando se utiliza en dosis 
convencionales, pero, en pacientes que reciben regímenes de acondi­
cionamiento antes del trasplante de células madre autólogas, con altas 
dosis de ciclofosfamida, puede producirse cardiotoxicidad aguda.13 A 
diferencia de la dosis acumulativa total en el caso de las antraciclinas, 
la dosis de un ciclo individual de tratamiento es más predictiva de la 
toxicidad de la ciclofosfamida. Los factores de riesgo son el tratamiento 
previo con antraciclinas y la irradiación del mediastino, y posiblemente 
el tratamiento anterior con imatinib.1 Clínicamente, los pacientes pueden 
presentarse con IC, miocarditis o pericarditis. En una serie de 17 pacientes 
consecutivos que recibieron tratamiento de inducción y no desarrollaron 
insuficiencia cardíaca, fue evidente la dilatación del VI desde el inicio, 
según reveló la resonancia magnética cardíaca (RMC). Se cree que los 
mecanismos que subyacen a la toxicidad son las lesiones de las células 
endoteliales y de los miocitos, y puede aparecer un cuadro de necrosis 
miocárdica hemorrágica. Generalmente, los pacientes que sobreviven a 
la fase aguda no tienen disfunción delVI residual. La ifosfamida en dosis 
altas produjo IC en el 17% de los pacientes.
Los regímenes basados en el cisplatino son la piedra angular del 
tratamiento para el cáncer testicular de células germinales, la neopla­
sia maligna más frecuente en los hombres de 20 a 40 años de edad; el 
80% de los que tienen tumores no seminoma diseminados logran una 1615
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E fecto s de la antraciclina so b re el s istem a ca rd io vascu la r que p roducen m iocard iopatía e IC
FIG URA 69-2 Efectos de la antraciclina sobre el sistema cardiovascular que producen miocardiopatía e IC. El tratamiento con antraciclina provoca pérdida directa de los 
miocardiocitos, disminución de la contractilidad y compromiso de la microvasculatura. Además, el efecto de la antraciclina sobre las células progenitoras cardíacas y los fibroblastos 
reduce la capacidad del corazón, ya comprometido, para recuperarse de otros factores de estrés o lesiones cardíacos. (Tomado de Chen MH, Colan SD, Diller L: Cardiovascular 
disease: cause o f morbidity and mortality in adult survivors o f childhood cancers. Circ Res 108:619, 2011.)
supervivencia a largo plazo. Por tanto, además de la toxicidad a corto 
plazo, la toxicidad a largo plazo puede ser un problema en este grupo. 
El cisplatino se caracteriza por causar hipertensión, que a veces es grave. 
También se han observado síndromes de dolor torácico agudo, como 
infarto de miocardio (IM), posiblem ente relacionados con espasmo 
coronario. Debido a que el cisplatino suele utilizarse combinado con 
bleomicina, un fármaco que puede producir el fenómeno de Raynaud 
en aproximadamente un tercio de los pacientes, la toxicidad vascular a 
largo plazo es un problema especial. En efecto, después de un período 
de seguimiento promedio de 10 años tras el tratamiento con regímenes 
basados en el platino (cisplatino o carboplatino) frente a la radioterapia, 
el 6,7% de los pacientes del grupo de la quimioterapia y el 10% de los 
del grupo de la irradiación sufrieron episodios cardíacos, con un riesgo 
relativo de 2,4-2,8 veces en comparación con los pacientes tratados solo 
con cirugía. Se detectaron cambios en la proporción entre el espesor 
de la íntima y de la media de la carótida ya a las 10 semanas después de 
un ciclo de quimioterapia basada en el cisplatino. Debido a los datos 
de la morbilidad, ahora se utilizan enfoques más conservadores en los 
pacientes con bajo riesgo de recurrencia del cáncer. La nefrotoxicidad 
también es frecuente.
El fluorouracilo se ha utilizado en el tratamiento de muchos tumores 
sólidos, y los regím enes basados en este fármaco han sido el pilar 
del tratamiento del cáncer colorrectal. El fluorouracilo puede causar 
síndrom es isquém icos agudos cuya gravedad varía desde la angi­
na de pecho al IM. Estos síndromes pueden afectar a pacientes sin 
enfermedad arterial coronaria (EAC) (aproximadamente el 1% de los 
pacientes), aunque son más frecuentes en pacientes con enfermedad 
preexistente (4-5% ). En general, las tasas van del 0,55 al 8%, aunque 
con los métodos más sensibles de detección de una posible isque­
mia subclínica (monitorización electrocardiográfica ambulatoria) se 
encuentran tasas mucho más altas. Los síntomas suelen resolverse si 
se interrumpe el tratamiento y se administran antianginosos estándar, 
pero la isquemia suele recurrir si se reinicia el tratamiento. Un fármaco 
alternativo, la capecitabina, se metaboliza a fluorouracilo, preferente­
mente en las células tumorales, lo que indica que puede tener menos 
cardiotoxicidad. Sin embargo, en una revisión retrospectiva (que exclu­
yó a los pacientes con enfermedad cardíaca «significativa»), se observó 
una incidencia del 6,5% de episodios cardíacos mayores cuando se
utilizó una com binación de capecitabina y oxaliplatino, que com ­
prendían la angina de pecho (4,6% ), el IM, la taquicardia ventricular 
y la m uerte súbita.1 Se cree que el vasoespasm o es el m ecanism o 
que desencadenó la isquemia, aunque también habían aumentado 
los episodios trom boem bólicos. No está claro en este punto si los 
nitratos profilácticos previenen los eventos isquémicos. Parece que la 
monoterapia con capecitabina se asocia a una menor toxicidad cardíaca 
que la monoterapia con fluorouracilo.
Inh ib idores del p roteasom a
El bortezomib es un inhibidor del sistema del proteasoma responsable 
de la degradación de las proteínas plegadas incorrectamente y de las 
proteínas que ya no son necesarias en la célula. El fármaco está aprobado 
para su uso en pacientes con mieloma múltiple. El concepto por el que se 
utiliza es que las células malignas alteran las proteínas que regulan el ciclo 
celular, por lo que la división celular es más rápida y, como consecuencia, 
aumenta la acumulación de proteínas dañadas. Por tanto, la salud de las 
células malignas, a diferencia de las células normales, puede ser más 
dependiente de la degradación de las proteínas dañadas. En apoyo a 
este concepto, los inhibidores del proteasoma son más tóxicos para la 
proliferación de células malignas en los cultivosque en células normales. 
Los objetivos son la activación de las rutas de estrés del retículo endoplás- 
mico que conducen a la activación de los factores proapoptósicos y a la 
inactivación de los factores de supervivencia. Los miocardiocitos tienen 
un sistema de proteasoma activo, lo que aumenta la inquietud de que 
los inhibidores puedan ser cardiotóxicos. Sin embargo, en los estudios 
de fase III del bortezomib, se desarrolló IC en el 5% de los pacientes 
tratados, así como en el 4% de los del grupo de dexametasona.16 Se han 
observado tasas más altas, y en los ratones tratados con este fármaco se 
produjeron disfunción delVI significativa, anomalías ultraestructurales y 
disfunción mitocondrial.17
Otros fárm acos
La cardiotoxicidad de otros fármacos quimioterapéuticos, como las cito- 
cinas (interleucina-2 pL-2], aldesleucina y denileucina diftitox), los inter- 
ferones y el ácido hidroxámico suberoilanilida, así como los inhibidores 
de la topoisomerasa (etopósido y tenipósido), los análogos de la purina 
(pentostatina y cladribina), el ácido transretinoico (ATRA), el trióxido de
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arsénico, y la talidomida y la lenalidomida, se analiza en el suplemento 
en línea de este capítulo («Cardiovascular Complications of Additional 
Cancer Therapeutic Agents»).
TRATAM IENTO S D IR IG ID O S
En la literatura médica pueden encontrarse revisiones que cubren los 
temas de los fármacos dirigidos y la cardiooncología en general.1,18'19 
El tratamiento de una serie de tumores malignos ha cambiado radi­
calmente durante los últimos años con la aparición de las llamadas 
terapias dirigidas. A diferencia de los fármacos quimioterapéuticos 
tradicionales, que se dirigen a los procesos celulares básicos presentes 
en la mayoría de las células, estas terapias se dirigen a factores que 
están mal regulados específicam ente en las células cancerosas. Se 
esperaba que este enfoque redujera los efectos tóxicos que se observan 
típicamente con la quimioterapia estándar (p. ej., alopecia, toxicidad 
gastrointestinal, mielotoxicidad) y, al mismo tiempo, fuera más eficaz 
para el tratamiento del cáncer. En algunas situaciones, este ha sido el 
caso, pero la cardiotoxicidad de algunos de estos fármacos ha generado 
inquietud.1,19'22
M e can ism o de acción
La mayoría de los fármacos contra el cáncer dirigidos inhiben la acti­
vidad de las tirosina cinasas (TC). Estas cinasas unen grupos fosfato a 
residuos de tirosina de otras proteínas, cambiando así la actividad, la 
localización subcelular, la velocidad de degradación y otras caracterís­
ticas de la proteína. En la célula normal, estas TC de tipo salvaje (es 
decir, normales) desempeñan muchas actividades en la regulación de 
las funciones celulares básicas. Sin embargo, en las leucemias y los 
cánceres, el gen que codifica laTC causal (o contribuyente) se amplifica 
(lo que conduce a la sobreexpresión) o muta, lo que lleva a un estado 
activado de forma constitutiva que impulsa la proliferación de las células 
clónales o impide su muerte normal23 (fig. 69-3; tab la 69-2). Así, la 
inhibición de estas cinasas podría retardar la proliferación de las células 
tumorales o inducir la muerte celular. La cardiotoxicidad se produce 
cuando la cinasa normal, que suele estar presente en los miocardiocitos 
y también es inhibida por el fármaco, desempeña un papel central en 
el mantenimiento de la homeostasis de los miocardiocitos. En algunos 
casos, la cardiotoxicidad de estos fármacos puede ser predecible, pero 
por lo general no lo es, porque normalmente no se sabe si la cinasa 
objetivo tiene una función importante en el corazón, o porque puede 
tener otros objetivos distintos (es decir, la inhibición de otras TC distintas 
que no eran el objetivo del fármaco cuando se diseñó). La mayoría de 
los inhibidores de las TC (ITC) compiten con el ATP por la unión a un 
bolsillo en la cinasa que se conserva moderadamente bien a través de 
muchas TC. Hay aproximadamente 500 proteínas cinasas en el genoma 
humano, de las cuales alrededor de 90 son TC. Aunque estos fármacos 
normalmente están diseñados para dirigirse a entre dos y cinco cinasas, 
en realidad es inusual que inhiban menos de 10 cinasas, y algunos de 
los que se utilizan inhiben 30 o más cinasas. Además, también pueden 
inhibirse otras TC, así como muchas otras serina o treonina cinasas 
(la otra familia principal), y el oncólogo y el cardiólogo que cuidan al 
paciente no suelen conocer esto. Por tanto, si los pacientes se presentan 
con IC después de iniciar el tratamiento, debe considerarse la posibilidad 
de que los efectos fuera del objetivo sean responsables de la toxicidad 
frente a otras causas de la IC.
Fárm acos específicos y sus objetivos
Moduladores del RE 
Tam oxifeno
Los primeros tratamientos para el cáncer dirigidos molecularmente 
fueron los fármacos que inhiben el receptor de estrógeno (RE) en 
pacientes con cánceres RE-positivos. Entre estos fármacos están los 
moduladores selectivos del RE (MSRE) (p. ej., tamoxifeno, que impide 
la unión de los estrógenos al RE) y los inhibidores de la aromatasa 
(p. e j., anastrozol, letrozol), que disminuyen las concentraciones de 
estrógenos. El tamoxifeno se utiliza mucho en el tratamiento del cáncer 
de mama. Basándose en gran medida en los datos experimentales, se 
ha propuesto que tiene efectos cardioprotectores. Sin embargo, en un 
amplio estudio de 13.388 pacientes, mujeres con y sin enfermedad 
arterial coronaria (EAC), el tratamiento con tamoxifeno no disminuyó 
ni aumentó la incidencia de IM mortal, IM no mortal, angina ines­
table o angina grave.24 Hay que destacar que el riesgo de accidente
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Respuestas celulares
FIGURA 69-3 Mecanismos de acción de los anticuerpos monoclonales (AcM) frente 
a los inhibidores de las tlroslnas cinasas (ITC) de molécula pequeña. El ligando (L) se une 
al receptor de tirosina cinasa (RTC) produciendo dimerización del receptor, fosforilación 
cruzada (P; líneas de color morado) y activación del dominio de tirosina cinasa intracelular 
(recuadros con bordes morados). Entonces los sustratos se fosforilizan, y se producen res­
puestas celulares. Parte superior. Los AcM interfieren en la unión del ligando al receptor 
y/o la dimerización del receptor y la fosforilación cruzada, bloqueando la activación del 
RTC.17 Parte inferior. Los ITC no impiden la unión del ligando o la dimerización. Al 
impedir que el ATP se una al dominio de la cinasa, bloquean la fosforilación cruzada de 
los receptores y la fosforilación de los sustratos. (Tomado de Chen MH, Kerkelá R, Force 
T: Mechanisms o f cardiac dysfunction associated with tyrosine kinase inhibitor cancer 
therapeutics. Circulation 118:86, 2008.)
cerebrovascular aumentó a partir de los 60 años de edad en esta pobla­
ción.25 El raloxifeno también puede aumentar el riesgo de accidente 
cerebrovascular.
Inhibidores de la cinasa y anticuerpos monoclonales
El enfoque principal en el cáncer, sin embargo, ha sido el desarrollo de 
fármacos diseñados para dirigirse específicamente a las proteínas cinasas 
mutadas o sobreexpresadas que impulsan el cáncer. En la tabla 69-2 se 
ofrece una lista de los ITC aprobados, de otros que están en una fase 
avanzada de desarrollo y de los anticuerpos monoclonales más relevantes 
para el corazón. Puede encontrar más información sobre los tratamientos 
dirigidos en la hoja informativa en línea del National Cancer Institute 
(http ://www. cancer, govi cancertopics/factsheet/Therapy).
El trastuzumab y el imatinib ilustran las dos clases generales de estos 
fármacos: anticuerpos monoclonales humanizados dirigidos a los recep­
tores del factor de crecimiento en la superficie de las células cancerosas 
(trastuzumab) e inhibidores de molécula pequeña de receptores o de 
rutas intracelulares que regulan el crecimiento de las células cancerosas 
(imatinib)26 (v. fig. 69-3).Todos los nombres genéricos de los anticuerpos 
monoclonales terminanen -máb, y todos los nombres de los inhibidores 
de molécula pequeña, en -nib.
Receptor de HER2 y sus antagonistas: trastuzumab 
y lapatinib
El receptor del factor de crecimiento HER2 (receptor 2 del factor de cre­
cimiento epidérmico humano) se amplifica en el 15-30% de los cánceres 
de mama, y los cánceres HER2 positivos tienen un pronóstico peor. Esta 
amplificación y la sobreexpresión resultante (hasta 100 veces) y la acti­
vación de HER2 aumentan la progresión del ciclo celular (y, por tanto, 1617
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TABLA 69-2 Inhibidores de las cinasas y anticuerpos monoclonales en el tratamiento del cáncer, sus objetivos y neoplasias 
malignas representativas
FÁRMACO OBJETIVO(S) CLASE
APROBACIÓN DE LA FDA/ 
INDICACIONES
Afatinib EGFR, Her2 Molécula pequeña No
Axitinib FR1-3, PDGFR, c-Kit Molécula pequeña 2012
CCR
Bevacizumab VEGF Anticuerpo monoclonal 2004
Cáncer colorrectal
Bosutinib Bcr-Abl, SRC Molécula pequeña 2012
LMC
Cetuximab EGFR, Her2 Anticuerpo monoclonal 2006
CCECC/cáncer de colon
Crizotinib ALK/Met Molécula pequeña 2011
CPCNP con mutación AILK
Dasatinib Bcr-Abl, Src, c-Kit y muchos otros Molécula pequeña 2010
LMC
Erlotinib EGFR Molécula pequeña 2004
CPCNP, cáncer de páncreas
Fostamatinib Syk Molécula pequeña No
Propuesto: AR, PTI, linfoma de 
linfocitos B
Gefitinib EGFR, Her2 Molécula pequeña 2003
Cáncer de pulmón/mama
Imatinib Bcr-Abl, C-Kit, PDGFR Molécula pequeña 2001
LMC, TEGI
Lapatinib EGFR, Her2 Molécula pequeña 2007
Cáncer de mama HER2+
Lenvatinib VEGFR2-3, otros Molécula pequeña No
Mubritinib Suspendido Molécula pequeña No
Nilotinib Bcr-Abl, c-Kit, PDGFR Molécula pequeña 2007
LMC/TEGI
Panitumumab EGFR Anticuerpo monoclonal 2006
Colon
Pazopanib VEGFR, c-Kit, PDGFR Molécula pequeña 2009
CCR/sarcomas
Pegaptanib VEGF aptámero VEGF165 Aptámero de ARN 2004
Degeneración macular
Ranibizumab VEGF Anticuerpo monoclonal 2006
Degeneración macular
Ruxolitinib JAK Molécula pequeña 2011
Mielofibrosis
So raf en ib Múltiples objetivos: Raf, B-Raf, 
VEGFR, PDGFR
Molécula pequeña 2005
CCR/hígado
Sunitinib Múltiples objetivos: VEGFR, PDGFR, 
c-Kit, RET
Molécula pequeña 2006
CCR/TEGI
Trastuzumab Her2 Anticuerpo monoclonal 1998
Cáncer de mama HER2+
Vandetanib RET, VEGFR, EGFR Molécula pequeña 2011
Glándula tiroidea
Ve mu raf en ib B-Raf Molécula pequeña 2011
Melanoma (mutación V600E)
Objetivos: Abl, tirosina cinasa Abl; ALK, linfoma anaplásico cinasa; Bcr, región de fractura (del inglés breakpoint duster region)] EGFR, receptor del factor de crecimiento 
epidérmico; JAK, Janus tirosina cinasa; Met, receptor para el factor de crecimiento de hepatocitos; PDGFR, receptor del factor de crecimiento derivado de plaquetas; Raf, 
fibrosarcoma de crecimiento acelerado; RET, receptor de tirosina cinasa; SRC, tirosina cinasa Src; Syk, tirosina cinasa esplénica; VEGFR, receptor del factor de crecimiento 
endotelial vascular.
Indicaciones/cánceres: AR, artritis reumatoide; CCECC, cáncer de células escamosas de cabeza y cuello; CCR, carcinoma de células renales; CPCNP, cáncer de pulmón de células 
no pequeñas; LMC, leucemia mieloide crónica; PTI, púrpura trombocitopénica idiopática; TEGI, tumor del estroma gastrointestinal.
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la proliferación) e inhibe la apoptosis de las células cancerosas. El tras- 
tuzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que se une al receptor 
Her2 e inhibe su actividad.27 El tratamiento con trastuzumab mejora la 
supervivencia en pacientes con enfermedad metastásica y, cuando se usa 
como tratamiento adyuvante después de la cirugía, reduce las recurrencias 
del cáncer.
El trastuzumab se tolera bien en cuanto a su perfil de efectos adversos. 
Sin embargo, puede producir IC en un porcentaje de los pacientes. En 
los estudios originales del trastuzumab, se desarrolló disfunción del VI 
en el 3-7% de los pacientes, y esta incidencia aumentó al 27% con el uso 
concomitante de doxorrubicina (el 16% de los pacientes con clase III o 
IV según la New York Heart Association [NYHA]).27 Esto se compara con 
las tasas de IC total del 8% y de IC de clase III o IV de la NYHA del 3% 
cuando se utilizan antraciclinas con ciclofosfamida. Cuando se utilizó 
trastuzumab con paclitaxel, se produjo cardiotoxicidad en el 13% de los 
pacientes, y solo en el 1% cuando se utilizó solamente paclitaxel.
Más recientemente, la cardiotoxicidad del trastuzumab se ha analizado 
en varios estudios de pacientes con cáncer de mama en los que se evaluó 
la eficacia del fármaco como tratamiento adyuvante (revisado por Ewer y 
Ewer27). En un estudio, los pacientes que se sometieron a la cirugía más 
quimioterapia adyuvante o neoadyuvante o radioterapia se clasificaron de 
forma aleatoria para recibir trastuzumab o simplemente para observación. 
Después de 1 año de seguimiento, en el 7,1% de los pacientes del grupo de 
trastuzumab frente al 2,2% en el grupo de observación se produjo una dis­
minución significativa de la FEVI, y solo el 1,7% del grupo de trastuzumab 
y el 0% del grupo de observación desarrollaron IC sintomática. Estas cifras 
representan los riesgos a corto plazo del trastuzumab en pacientes que, 
por otro lado, están sanos, sin morbilidad cardíaca y con la función del 
VI normal, que recibieron quimioterapia adyuvante en dosis moderadas 
y sin irradiación del mediastino.
En otros estudios que excluyeron a los pacientes con antecedentes 
cardíacos y fracción de eyección baja o una disminución de la fracción 
de eyección durante el tratamiento con doxorrubicina-ciclofosfamida, se 
examinó a pacientes tratados con regímenes más intensivos. En el estudio 
NASBP B-31, donde el seguimiento fue de una media de 27 meses, se 
desarrolló IC sintomática en el 8,7% de los pacientes del grupo de tras­
tuzumab, en comparación con el 1,6% en el grupo no trastuzumab.28 
Además, la IC fue grave en el 2,2-4,1% de los del grupo de trastuzumab, 
en comparación con el 0 ,2-0,8% de los del grupo placebo. Las tasas 
más bajas en los estudios clínicos más recientes, en comparación con 
los estudios anteriores, no solo reflejan la participación de pacientes 
más seleccionados, sino también la administración de doxorrubicina y 
trastuzumab secuencialmente, en lugar de simultáneamente. A pesar de 
las tasas más bajas, alrededor del 20% de los pacientes se retiraron del 
estudio NASBP B-31 por causas cardíacas.28 En los estudios más recientes 
han participado muchos pacientes con nodo positivo. Sin embargo, 
es posible que la práctica clínica se mueva hacia el tratamiento de los 
pacientes con nodo negativo, en los que la importancia de la positivi­
dad de HER2 para el pronóstico solo es modesta. Por tanto, un aspecto 
importante del tratamiento será el análisis del riesgo frente al beneficio 
en estos pacientes, en los que incluso las tasas relativamente bajas de IC 
pueden pesar más que los beneficios del tratamiento. Hasta ahora, no 
hay un consenso claro.29
Mecanismos de la cardiotoxicidad del trastuzumab. Que el tras­
tuzumab sea cardiotóxico no es del todo sorprendente, porque los ratones 
en los que se eliminó el gen HER2 (que se denomina ErbB2 en los ratones) 
desarrollaron una miocardiopatía dilatada.30 Así, parece que el receptor de 
ErbB2, al menos en los ratones, tiene una función de «mantenimiento» en 
los miocardiocitos. Además, los miocardiocitos aislados a partir de corazones 
knockout eran más susceptibles a la toxicidad de la antraciclina, que es 
consistente con el concepto de que la inhibición de HER2 en los pacientes 
puede haber amplificado la gravedad de la toxicidad de la doxorrubicina e 
impedido la reparación. En consonancia con este hallazgo, la neurregulina, 
el ligando endógeno para Her2, puede disminuir la cardiotoxicidadde la 
antraciclina.3' Los mecanismos celulares de la toxicidad de la inhibición 
de ErbB2 siguen debatiéndose.32 En las revisiones de los datos sobre el 
lapatinib, otro ITC que se dirige a Her2, se han observado índices menores 
de disfunción del VI (1,4% ) y de IC (0,2% ),33 aunque otros estudios dis­
crepan.34 Estos hallazgos indican que no todos los antagonistas de Her2 
son equivalentes en cuanto a la inducción de disfunción del VI. Aunque las 
diferencias aparentes podrían deberse a los diferentes mecanismos de acción 
de los ITC frente a los anticuerpos monoclonales (v. fig . 69-3), también 
pueden contribuir las diferencias del diseño de los estudios, la selección de 
los pacientes o ambos.
Evolución natu ra l de la toxicidad del trastuzum ab. Continúa el 
debate sobre en qué grado es reversible la cardiotoxicidad del trastuzumab. 
Claramente, en la biopsia, las anomalías ultraestructurales parecen ser 
mínimas, y los pacientes responden bien a regímenes estándar para la IC.27 
Algunos pueden continuar con su tratamiento sin recurrencia de la IC. En 
uno de los estudios complementarios, de 27 pacientes con IC inducida 
por trastuzumab (trastuzumab administrado después de antraciclina más 
ciclofosfamida, con o sin paclitaxel), en la evaluación de seguimiento los 
síntomas fueron persistentes solo en 1 paciente. Además, después de más 
de 6 meses de seguimiento, la función general del VI mejoró en el grupo 
teniendo en cuenta los valores durante el tratam iento. Sin embargo, la 
fundón del VI siguió siendo peor en comparación con los valores basales 
en 17 de 24 pacientes. Hay que hacer un seguimiento a más largo plazo 
para evaluar mejor esta cuestión.27
Imatinib
El primer inhibidor de la cinasa de molécula pequeña dirigido que se 
utilizó con éxito en tumores malignos fue el imatinib. Este fármaco inhibe 
la actividad de la proteína de fusión Bcr-Abl, que surge de la translocadón 
cromosómica que crea el cromosoma Filadelfia y es el factor causal apro­
ximadamente en el 90% de los casos de leucemia mieloide crónica y en 
algunos casos de leucemia linfoblástica aguda de linfocitos B.23 Esta trans­
locación crea una proteína cinasa constitutivamente activa que impulsa 
la proliferación e inhibe la apoptosis de las células mieloides inmaduras, 
causando las leucemias. El imatinib ha revolucionado el tratamiento de 
la leucemia mieloide crónica, y ahora el 90% de los pacientes siguen 
vivos 5 años después del diagnóstico de una enfermedad que era mortal 
en todos los casos antes del desarrollo de este fármaco. El imatinib fue el 
primer ITC que se asoció a la IC, aunque la incidenda general es baja.1
El dasatinib y el nilotinib también son inhibidores de Bcr-Abl, pero 
el dasatinib es decididamente menos selectivo que los otros. La IC es 
infrecuente con el imatinib y el nilotinib, pero pueden producirse dis­
función delVI e IC hasta en el 4% de los pacientes que reciben dasatinib.1 
Además, la duración media del tratamiento en este estudio fue de solo 6 
meses. En este contexto, hay que destacar que los pacientes deben estar 
en tratamiento toda la vida, ya que la leucemia mieloide crónica recurre 
cuando se suspende el fármaco. Los pacientes con anomalías de la función 
cardíaca se excluyeron del estudio, lo que una vez más destaca el hecho 
de que los pacientes que participan en los estudios clínicos pueden no ser 
representativos de toda la población que recibirá el fármaco. El nilotinib 
también puede prolongar el intervalo QT moderadamente.35 Últimamente 
han surgido nuevas inquietudes sobre el uso del dasatinib. En Francia, 
los investigadores identificaron varios pacientes que se presentaron con 
hipertensión pulmonar grave, solo parcialmente reversible, mientras se 
les administraba dasatinib.36,37 Este hallazgo ha llevado a la recomenda­
ción de que el dasatinib solo debe utilizarse en pacientes en los que el 
tratamiento con imatinib y nilotinib no ha producido mejoría. Descifrar 
los mecanismos es muy difícil, porque el dasatinib, al contrario que el 
imatinib y el nilotinib, no es un fármaco muy selectivo e inhibe hasta 30 
cinasas diferentes, y cualquiera de ellas podría ser la causa de la hiper­
tensión pulmonar.36 Además, según los últimos informes38 publicados, 
parece que el tratamiento con nilotinib está relacionado con la aparición 
de enfermedad oclusiva arterial periférica. No se ha confirmado si este 
hallazgo es cierto y cuáles podrían ser los mecanismos.
Antagonistas del receptor del factor de crecimiento 
epidérmico
Los antagonistas del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) 
son de uso bastante extendido para el tratamiento de varios tumores 
sólidos. Estos fármacos son anticuerpos monoclonales (p. ej., cetuximab, 
panitumumab) o inhibidores de molécula pequeña (gefitinib o erlotinib).
En contraste con la inhibición de HER2, parece que la cardiotoxicidad 
con los inhibidores del EGFR es bastante infrecuente. Así, deben bus­
carse intensivamente otras causas de la IC en los pacientes que reciben 
estos fármacos y que se presentan con IC. Sin embargo, se ha observado 
IM agudo con el erlotinib (riesgo, 2,3 frente a 1,2% en los pacientes que 
reciben gemcitabina). El erlotinib también se asocia a tromboembolia 
venosa, con tasas de alrededor del 4-10%.
Factor de crecimiento endotelial vascular y antagonistas 
del receptor del factor de crecimiento endotelial vascular
Existe un gran interés en el desarrollo de fármacos para sustancias dirigi­
das a la vascularización de los tumores. Dado que el factor de crecimiento 
celular endotelial vascular (VEGF) y dos de sus receptores, RFCEV1 y 1619
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RFCEV2, son reguladores clave de la angiogenia y se sobreexpresan 
en muchos tumores sólidos, son los candidatos principales.39,40 El anti­
cuerpo monoclonal bevacizumab se dirige alVEGF-Ay, combinado con 
la quimioterapia, aumentó la supervivencia en pacientes con cáncer 
colorrectal metastásico y cáncer de pulmón de células no pequeñas, no 
escamosas, metastásico, lo que ha llevado a muchos investigadores a 
indicar que las terapias «antivasculares» se podrán incorporar pronto 
en muchos regímenes para tumores sólidos. El sunitinib y el sorafenib 
son ITC que también se dirigen a los receptores de VEGF (VEGFR), y se 
están desarrollando muchos más (v. tablas 69-1 y 69-2). El sunitinib y el 
sorafenib son parte de una tendencia clara hacia que los objetivos sean 
múltiples cinasas que participan en la progresión del cáncer. Aunque esto 
tiene sentido para el tratamiento de los cánceres, los ITC con múltiples 
objetivos plantean más problemas sobre la cardiotoxicidad. Los fármacos 
de múltiples objetivos más recientes son el axitinib y el pazopanib. El 
pegaptanib es un aptámero de ARN que también se dirige al VEGF y que 
se utiliza en la degeneración macular. La hipertensión es muy frecuente 
cuando se utilizan antagonistas del VEGF/VEGFR, y puede ser grave en 
el 8-20% de los pacientes.39,40 Parece que la hipertensión es un efecto 
de clase relacionado con la inhibición del VEGFR. Es de destacar que 
varios estudios han indicado que la hipertensión con un fármaco dirigido 
al VEGFR predice una mayor eficacia contra el cáncer, posiblemente 
sirviendo como un «biomarcador». En una serie de casos de pacientes 
con tumor del estroma gastrointestinal (TEGI) tratados con sunitinib, 
el 8% desarrolló IC de clase III o IV según la NYHA, y otro 10% sufrió 
descensos asintomáticos pero significativos de la fracción de eyección.41
El bevacizumab, el sunitinib y el sorafenib se han asociado a IC; el 
bevacizumab y el sorafenib parecen ser algo menos problemáticos que 
el sunitinib. Las tasas de IC con la monoterapia con bevacizumab son 
bajas, pero aumentan cuando los pacientes han recibido antracidinas 
o irradiaciónprevias. Basándose en un metaanálisis de cinco estudios, 
también han surgido inquietudes sobre el aumento de aproximadamente 
al doble de episodios tromboembólicos arteriales (pero no venosos) 
con el bevacizumab. Los episodios tromboembólicos previos fueron 
factores de riesgo. Entre los pacientes mayores de 65 años, el 7,1% desa­
rrollaron eventos tromboembólicos arteriales frente al 2,5% en el grupo 
de quimioterapia sola. El riesgo de accidente cerebrovascular aumentó 
aproximadamente cuatro veces (1,7 frente a 0,5%).42 El sorafenib también 
se asocia a síndromes coronarios agudos (SCA); en un estudio, la tasa fue 
del 2,9% para los pacientes que recibieron sorafenib, en comparación con 
el 0,4% en los asignados para recibir placebo (www.univgraph.com/bayer/ 
inserts/nexavar.pdf; Bayer Pharmaceuticals, Inc., 2006). Lamentablemente, 
los métodos actuales de presentación de informes de los estudios clínicos 
sobre la cardiotoxicidad parecen ser inadecuados y subestiman la verda­
dera incidencia de la toxicidad.43,44 Por tanto, es prudente desconfiar de las 
primeras afirmaciones sobre la cardiotoxicidad limitada de un fármaco y 
reservarse la opinión hasta que el fármaco se haya utilizado en pacientes 
con comorbilidad cardiovascular (es decir, los pacientes que normalmente 
se excluyen de los primeros estudios clínicos).
Todavía no se han formulado las verdaderas directrices relativas a las 
evaluaciones de detección y seguimiento de los pacientes que recibirán 
tratamientos dirigidos alVEGF/VEGFR, o cualquier tratamiento con ITC. 
Tres grupos de investigadores han tratado de hacerlo (y se remite al lector 
a sus informes publicados18,39,40), pero la abrumadora complejidad de la 
cardiooncología, como se denomina ahora esta disciplina, y los pocos 
conocimientos actuales sobre los mecanismos de la IC y la disfunción 
del VI inducidas por los fármacos para el cáncer limitan el éxito. Hasta 
que se disponga de más datos, debe considerarse la evaluación inicial de 
la función del VI en los pacientes que van a recibir sunitinib, especial­
mente en los que tienen factores de riesgo significativos. Los pacientes 
que reciben el tratamiento, especialmente los que tienen enfermedades 
cardíacas, deben observarse estrechamente y, obviamente, hay que prestar 
una atención estricta al tratamiento de la hipertensión cuando se utiliza 
cualquier fármaco dirigido alVEGF/VEGFR.
Fármacos vasculares dirigidos
Otra clase de fármacos, los llamados fármacos vasculares dirigidos (FVD), 
tienen como objetivo las células endoteliales. Un estudio de fase I de uno 
de estos fármacos, el ZD6126, que se dirige a la red de la tubulina de la 
célula endotelial, se complicó por tromboembolia pulmonar, liberación de 
creatina cinasa MB asintomática y disminución de la FEVI. En otro estudio 
clínico de este fármaco, que parece que se dirige a la vasculatura normal, 
así como a la del tumor, se observó una incidencia del 11% de episodios
cardíacos. Sin embargo, parece probable que estos fármacos se potencien 
y se utilicen combinados con quimioterapéuticos estándar. Subbiah et al. 
añadieron una nota de advertencia.45
Inhibidores de la histona desacetilasa
Los inhibidores de la histona desacetilasa (HDAC) son una clase de 
fármacos que regulan negativamente la proliferación celular, impidiendo 
la eliminación de fracciones de acetilo por la HDAC. El vorinostat se ha 
aprobado para su uso en el linfoma cutáneo de linfocitos T, pero se están 
realizando varios estudios de este y de otros fármacos de la misma clase. 
En un estudio, se observó embolia pulmonar en el 5,4% de los pacientes 
(http://www.cancer.gov/cancertopics/druginfo/fda-vorinostat). No está 
claro si se trata de un efecto por el objetivo o fuera de objetivo o si repre­
senta una aberración. En general, estos fármacos se toleran bien, y en la 
literatura científica sobre trastornos cardiovasculares se ha demostrado 
que los inhibidores de la HDAC son cardioprotectores.46
Cuestiones sobre los fárm acos en desarrollo
Literalmente, se están desarrollando cientos de fármacos contra el cáncer, 
pero un área de gran interés es la inhibición de múltiples factores a lo largo 
de la ruta de la fosfoinositol 3-dnasa (PI3K)/Akt. De hecho, algunos de 
los esfuerzos más activos en el desarrollo de fármacos en la investigación 
del cáncer se dirigen a los muchos componentes de esta ruta, que es 
excepcional porque se ha descubierto que todos sus factores principales 
mutan o se amplifican en una amplia gama de tipos de cáncer. Así, la ruta 
PI3K/Akt es un objetivo ideal en el tratamiento para el cáncer.47 Por otra 
parte, el tratamiento eficaz presumiblemente requerirá dirigirse a múlti­
ples componentes de la ruta.47 Aunque esto es indudablemente cierto 
desde una perspectiva fisiopatológica del cáncer, en la que la PI3K/Akt 
desempeña la función principal en la supervivencia de los miocardiocitos 
en un entorno de estrés, las preocupaciones con respecto a la orientación 
agresiva de esta vía son evidentes. No obstante, actualmente se están 
realizando estudios clínicos de varios fármacos.
C O M PL IC A C IO N ES DE LA RA D IO TER A P IA
Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de 
mortalidad en los que sobreviven al cáncer a largo plazo que se trataron 
con irradiación del mediastino. Los pacientes con linfoma y con cáncer de 
mama, de pulmón, de testículo y de esófago suelen recibir altas dosis de 
radiación en el corazón y en la vasculatura como parte del tratamiento. Los 
efectos cardiovasculares tardíos van desde valvulopatía a EAC prematura, 
accidente cerebrovascular, miocardiopatía, IC, pericarditis constrictiva y 
bloqueo cardíaco completo.48 Como en la miocardiopatía por antraciclina, 
la disfunción cardiovascular inducida por la radiación es progresiva en el 
tiempo, y los episodios cardíacos se producen generalmente 10-20 años 
después de la radioterapia.6 Por tanto, una anamnesis completa de todos 
los tratamientos contra el cáncer, incluso los que recibió el paciente hace 
décadas, es importante para el diagnóstico clínico de la cardiotoxicidad 
asociada al tratamiento. Sin embargo, cuando se abordan las complicacio­
nes cardíacas en pacientes expuestos a radiación torácica, es importante 
reconocer que la distribución de la enfermedad se define por la geometría 
del portal de radiación. En otras palabras, la enfermedad cardiovascular 
afecta predominantemente a las estructuras cardíacas que se encuen­
tran dentro del portal, dejando las estructuras adyacentes no irradiadas 
relativamente intactas, dando lugar así, en ocasiones, a presentaciones 
clínicas atípicas6
F isiopato log ía
La radiación hace que se produzcan radicales libres y daña el ADN, y se 
cree que causa disfunción endotelial de la microvasculatura, que produce 
trombosis y enfermedad de los vasos pequeños. Además, la irradiación 
de los vasos más grandes incluidos en el campo, como las arterias coro­
narias proximales, produce hiperplasia de la íntima, que posteriormente 
causa ateroesclerosis prematura y estenosis coronaria.49 La irradiación del 
miocardio produce fibrosis progresiva, que causa disfunción diastólica y, 
al final, miocardiopatía restrictiva en los supervivientes a largo plazo.50,31
Gran parte de nuestros conocimientos sobre los efectos cardíacos 
tardíos de la radioterapia provienen del estudio del linfoma de Hodgkin, 
porque el tratamiento de este tipo de cáncer implica un portal de radiación 
relativamente estereotipado y, en general, una buena supervivencia a largo 
plazo, lo que permite reconocer con más claridad la presencia de efectos 
tardíos no cancerosos. Además, muchos de los supervivientes a largo plazo
http://www.univgraph.com/bayer/
http://www.cancer.gov/cancertopics/druginfo/fda-vorinostat
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del linfoma de Hodgkin habían recibido radioterapia sola sin antraciclina, 
por lo que las secuelas de la radioterapia pueden separarse más fácilmentede los efectos aditivos de la quimioterapia sobre el corazón.6,51,52 Por tanto, 
aunque los supervivientes del linfoma de Hodgkin son una población 
relativamente pequeña, las lecciones aprendidas de estos pacientes han 
mejorado mucho nuestra comprensión de los efectos cardíacos tardíos 
de la irradiación del mediastino.
Los factores de riesgo importantes para la cardiotoxicidad asociada a 
la radiación comprenden más tiempo transcurrido desde la exposición 
a la radiación, una dosis de radiación de 40 Gy o superior en los pacientes 
tratados con radioterapia sola, una dosis de radiación de 30 Gy o superior 
en los pacientes tratados con radiación y antraciclina, los protocolos 
de radiación más antiguos, edad del paciente menor en el momento de 
la exposición y enferm edad cardiovascular preexistente o factores 
de riesgo.6,53
A ccidente cerebrovascular y episodios isquémicos trans ito rios. En
los supervivientes al cáncer a largo plazo que han recibido irradiación en 
la cabeza y el cuello, el riesgo de accidente cerebrovascular y de episodios 
isquémicos transitorios aumenta de dos a tres veces.54,55 A los 25 años 
después del tratam iento, el riesgo acumulativo de episodios isquémicos 
cerebrales (accidente cerebrovascular, ataque isquémico transitorio) se 
aproxima al 6-7% .54'55 Es importante tener en cuenta que las complicaciones 
vasculares periféricas de la radioterapia también pueden comprender las 
estenosis arteriales y la oclusión de cualquier vaso en los campos de radia­
ción. Dependiendo del tipo de cáncer, también pueden haberse irradiado 
las arterias subclavia, mamaria interna y coronarias.
Enfe rm edad a rte r ia l co rona ria . Las enfermedades cardiovasculares 
prematuras son responsables del 25% de las muertes no oncológicas en 
los supervivientes a largo plazo a la radiación del manto.56 El riesgo de 
enfermedades cardiovasculares aumenta con el tiempo transcurrido desde 
la exposición a la radiación. El riesgo relativo de isquemia, muerte súbita 
o IC asociadas a la radiación es del 2,9% a los 10 años y aumenta con el 
tiempo desde la exposición hasta el 24,7% a los 25 años.57 En un estudio, 
19 años después de la exposición a la radioterapia, la tasa de incidencia 
estandarizada de EAC en supervivientes al linfoma de Hodgkin era 3,6 veces 
mayor que en la población del mismo sexo y la misma edad.58 Hay que des­
tacar que la enfermedad coronaria asociada a la radiación puede ser difícil 
de diagnosticar, debido a que muchos pacientes no experimentan síntomas de 
angina de «alerta» después de la irradiación del mediastino, al parecer como 
consecuencia del deterioro de los nervios sensitivos torácicos debido a las 
lesiones por radiación.6 Por tanto, es importante un alto índice de sospecha, 
junto con una comprensión del riesgo cardiovascular de EAC, en la atención 
de esta población de pacientes. La combinación de la radioterapia con la 
exposición a las antraciclinas y la presencia de factores de riesgo cardíacos 
tradicionales aumenta aún más el riesgo de enfermedad cardiovascular en 
los supervivientes a largo plazo.58-59 
V a lvu lo p a tía . La irradiación torácica también aumenta el riesgo de 
valvulopatía clínicamente significativa, en especial la que afecta a la válvula 
aórtica. En comparación con los controles pareados, en los supervivientes 
al linfoma de Hodgkin tratados con radiación en dosis elevadas (superiores 
a 35 Gy), la necesidad de la cirugía valvular aumenta nueve veces;60 el 60% 
de los supervivientes al linfoma de Hodgkin tienen disfunción valvular de 
moderada a grave 20 años después de la radioterapia.56 Los pacientes 
que han recibido menos de 30 Gy de radiación son menos propensos a 
tener valvulopatía significativa.50 La quimioterapia con antraciclina también 
aumenta aún más el riesgo de valvulopatía e IC después de la radioterapia 
sobre el mediastino.48,58 Por tanto, se ha recomendado la detección periódica 
habitual de las valvulopatías en los pacientes tratados con radiación, porque 
las valvulopatías subclínicas no son infrecuentes.61
M ioca rd iop a tía . Los pacientes que han recibido radioterapia tienen 
riesgo de desarrollar disfunción diastólica, miocardiopatía restrictiva e IC 
consecuente. La disfunción sistólica es relativamente poco frecuente con 
la radioterapia sola, y se produce en menos del 10% de los pacientes.50,56 
La disfunción diastólica suele producirse pronto .6,62 Los niños que han 
sobrevivido al cáncer que se han tratado con radioterapia muestran una 
combinación de disminución de la masa del ventrículo izquierdo, disminu­
ción del tamaño de la cámara y disminución del grosor de la pared.63 La 
disfunción diastólica también es frecuente en adultos supervivientes a largo 
plazo y se asocia a empeoramiento de la supervivencia libre de eventos.48 
Además, en el 30% de los niños que han sobrevivido al linfoma de Hodgkin 
se ha observado una captación máxima de oxígeno de menos de 20 ml/kg/m2, 
valores que se consideran gravemente reducidos en poblaciones típicas de 
IC.50 La disminución de la capacidad para hacer ejercicio puede provenir 
tanto de la disfunción cardíaca como de la dísfunción pulmonar asociadas 
a la radioterapia.53,64,65
B loqueo de la conducc ión . Puede producirse un bloqueo de rama 
o incluso un bloqueo cardíaco completo, que requieren la colocación de 
© un marcapasos, y es de suponer que reflejen la fibrosis del sistema de
conducción inducida por la radiación. La tasa de incidencia estándar de la 
colocación de un marcapasos o un dispositivo es 19,1 veces mayor que en 
la población general60 
Enferm edad pericárdica. La inflamación del pericardio es una de las 
complicaciones más reconocida de la radioterapia. La pericarditis suele 
producirse pronto después del tratamiento y, por lo general, tiene una dura­
ción limitada. Sin embargo, en algunos pacientes se desarrolla pericarditis 
recurrente, que generalmente es sensible a los fármacos antiinflamatorios 
no esteroideos. La complicación más grave es la constricción pericárdica 
secundaria a la cicatrización crónica y la fibrosis del pericardio -u n proceso 
que puede ser clínicamente silente o casi silente- Los supervivientes que 
reciben irradiación torácica tienen una incidencia 12,9 veces superior a la 
estandarizada de pericardiectomía.60 Los pacientes con constricción inducida 
por la radiación también tienen peores resultados en comparación con 
otras causas de la constricción. Se cree que los perores resultados en los 
supervivientes al cáncer son secundarios a la presencia concomitante de 
miocardiopatía restrictiva, valvulopatía y/o enfermedad coronaria.
Los supervivientes al cáncer de mama también pueden tener riesgo 
de enfermedad cardiovascular asociada a la radiación, como IM;1,53 sin 
embargo, en esta población, los efectos cardíacos tardíos pueden variar en 
función de la dosis, la lateralidad del campo de radiación (mama izquierda 
frente a derecha) y la época en la que se trató al paciente.66 Al mejorar 
las técnicas de radiación, las muertes por enfermedades cardiovasculares 
disminuyeron del 13 al 5,5%, comparando a los pacientes tratados antes 
de 1980 con los pacientes tratados después de 1 98567 Los supervivientes 
tratados con técnicas de radiación más antiguas tienen un mayor riesgo 
de enfermedad cardiovascular mortal que los pacientes tratados hace 
menos tiempo. Por el contrario, en los supervivientes tratados con téc­
nicas modernas de radioterapia no se ha observado un aumento de las 
EAC después de 10-15 años, en comparación con los que no recibieron 
irradiación de la mama.67 Sin embargo, el riesgo de IC y de valvulopatía 
es elevado en los pacientes que han recibido radiación mamaria interna 
izquierda o derecha.68 Puesto que los efectos de la radiación aumentan 
con el tiempo, es necesario realizar estudios con un seguimiento más 
largo para determinar el verdadero riesgo de los protocolos de radiación 
más modernos en los supervivientes al cáncer de mama.
Vigilancia
La enfermedad cardiovascularsubclínica es frecuente en los supervivientes 
al cáncer a largo plazo. De hecho, debe considerarse que los pacientes que 
han recibido tratamiento contra el cáncer cardiotóxico tienen IC en la fase 
A .56,69 Las técnicas de imagen cardíacas no invasivas son importantes en la 
evaluación de seguimiento a largo plazo de los supervivientes al cáncer.6 La 
ecocardiografía con Doppler tisular es importante para detectar la disfunción 
sistólica y para evaluar las valvulopatías y la enfermedad pericárdica.70 
Además, recientemente se ha demostrado que las técnicas ecocardiográficas 
más nuevas, como la deformación del miocardio y la tasa de deformación 
(tensión y tasa de tensión), son indicadores más sensibles de la cardiotoxi­
cidad que el uso tradicional de la FEVI.71 Las pruebas de esfuerzo, con o sin 
técnicas de imagen, deben considerarse en los supervivientes a largo plazo 
de la irradiación del mediastino, debido a que el riesgo de EAC se incrementa 
significativamente. La RMC es útil para determinar la fibrosis en pacientes 
con miocardiopatía y enfermedad pericárdica. Sin embargo, debido a su 
disponibilidad lim itada y su alto precio, la RMC no se recomienda en la 
evaluación habitual o para la detección en los supervivientes al cáncer.
Por otra parte, la persona que proporciona los cuidados sanitarios debe 
hacer todos los esfuerzos posibles para reducir al mínimo la exposición a 
la radiación en las pruebas de diagnóstico en esta población, en la que el 
riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca asociada a la radiación ya 
es alto. Existen recomendaciones para la evaluación cardíaca periódica en 
los niños y los adultos.1,61,72
Es necesario realizar estudios observacionales longitudinales para pre­
decir mejor qué pacientes tienen más riesgo de cardiotoxicidad a largo 
plazo debido a la radioterapia. Una mejor comprensión de la función de la 
variabilidad genética también puede ayudar a identificar a los que tienen 
más riesgo. Además, los estudios prospectivos de los factores de riesgo 
cardíacos modifícables, específicamente en los supervivientes al cáncer 
tratados con irradiación torácica, son de vital im portancia para mejorar 
nuestros conocimientos sobre la función de esta última en las poblaciones 
de supervivientes, en comparación con la población general.
Prevención
Las modificaciones de la técnica de la radioterapia, como la disminución de 
la dosis-volumen y del tamaño del campo, y una mejor protección cardíaca, 
han disminuido la irradiación del corazón.61,72,73 Otro abordaje para reducir 
la irradiación cardíaca en el momento del tratamiento comprende contener la 
respiración en la inspiración profunda, lo que disminuye la cantidad de 
miocardio en el campo sin alterar la irradiación de la mama o el pulmón.74'76 1 621
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1622
Estas técnicas se han validado en estudios clínicos y se están empezando a 
aplicar en los protocolos de radioterapia (www.ClinicalTrials.gov). Además 
de las mejoras en la administración de la radiación y en el momento de 
realizarla, el tratam iento de los factores de riesgo cardíacos modificables 
en los supervivientes a largo plazo sigue siendo fundamental para reducir 
el riesgo cardiovascular global.5861 Hay que destacar que los supervivientes 
adultos a un cáncer infantil que recibieron irradiación craneal tienen un ries­
go mayor de desarrollar síndrome metabólico y obesidad, lo que aumenta 
su riesgo de enfermedad cardiovascular.
TRATAM IENTO DE LA IN SU F IC IEN C IA C A R D ÍA C A 
IN D U C ID A POR LOS F Á R M A C O S PA RA EL CÁN CER
En la actualidad, las directrices de la Heart Failure Society of America y la 
American Heart Association/American College of Cardiology (AHA/ACC) 
no contienen recomendaciones específicas para el abordaje de los pacien­
tes que se cree que tienen IC producida por el tratamiento. Sin embargo, 
en este momento es probable que sea más razonable abordar al paciente 
como a cualquier paciente con un diagnóstico reciente de IC, como se dis­
cute en los capítulos 23,25 y 27. En este sentido, es fundamental excluir 
otras causas de IC antes de asumir que la quimioterapia es la causa. Para 
varios de los fármacos que se han analizado antes, como el trastuzumab 
y el sunitinib, la disfunción del VI asociada aparentemente es reversible 
hasta cierto punto con un tratamiento intensivo con inhibidores de la 
ECA y (3-bloqueantes. En muchos casos, los pacientes pueden necesitar 
continuar con el tratamiento para el cáncer a largo plazo. Varios informes 
de casos anecdóticos indican que los pacientes con disfunción delVI que 
se resuelve en gran medida después de retirar los fármacos dirigidos y 
de instituir un régimen para tratar la IC pueden volver a tratarse con 
seguridad con estos nuevos fármacos, mientras se continúa con el régimen 
para la IC. Sin embargo, es evidente que las pruebas disponibles son 
insuficientes en este punto para concluir si este enfoque es generalmente 
seguro, por lo que no pueden hacerse recomendaciones claras, y cualquier 
nuevo desafío debe realizarse con precaución. Es fundamental investigar 
más sobre los fármacos más adecuados para tratar los efectos cardíacos 
del tratamiento para el cáncer, porque la fisiopatología de la enfermedad 
cardíaca asociada al tratamiento puede ser diferente de la de la población 
general.
PERSPECTIVAS FUTURAS
Existen muchos más objetivos para el desarrollo de fármacos para el 
tratamiento de leucemias y tumores sólidos. En vista del gran interés en 
esta área, tanto para los oncólogos como para la industria farmacéutica, 
es probable que los cardiólogos se enfrenten a una avalancha de nuevos 
fármacos. La perspectiva de tratar de predecir cuál de ellos tendrá efectos 
adversos en el sistema cardiovascular es desalentadora. La clave para el 
futuro es el desarrollo de mejores estrategias para identificar los objetivos 
que deben evitarse, limitando así la cardiotoxicidad. Cuando el objetivo 
no se puede evitar (es decir, cuando es causal), la meta es desarrollar 
tratamientos profilácticos para prevenir o minimizar la cardiotoxicidad en 
los pacientes de alto riesgo. También es necesario desarrollar abordajes 
eficaces para el tratamiento de los pacientes con cardiotoxicidad, para que 
pueda prevenirse el progreso de la IC y pueda continuarse el tratamiento 
que suele salvar vidas. En esta tarea, la colaboración entre los oncólogos 
y los cardiólogos es esencial.
B ib lio g ra f ía
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