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78 Embarazo y enfermedades cardiovasculares Q CaroleA. Warnes Asesoramiento previo al embarazo, 1755 Cambios hemodinámicos, 1755 Evaluación, 1756 Tratamiento durante el embarazo, 1757 Enfermedades cardiovasculares, 1758 Tratamiento farmacológico cardiovascular, 1765 Anticoncepción, 1765 Perspectivas futuras, 1766 Bibliografía, 1766 Directrices, 1767 En 2011, las directrices sobre prevención de las enfermedades cardiovas culares en mujeres identificaron complicaciones gestacionales como factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.1 Los trastornos hiper- tensivos de la gestación y la diabetes mellitus relacionada con la ges tación se asocian de forma independiente con un aumento del riesgo cardiovascular a 10 años.2 Por tanto, cuando aparecen en la práctica clínica, las complicaciones de la gestación pueden suponer una oportunidad para la identificación precoz de las mujeres con un aumento del riesgo de desarrollo de enfermedad cardiovascular más tardíamente en la vida y, quizá, tales mujeres deberían ser remitidas a un médico de atención primaria o a un cardiólogo para la monitorización de los factores de riesgo cardiovascular.3 Las enfermedades cardiovasculares afectan aproximadamente al 2% de las mujeres embarazadas, lo que se asocia a un aumento del riesgo tanto para la madre como para el feto. La mayor parte de las mujeres con enfermedades cardiovasculares pueden tolerar el embarazo cuando reciben una asistencia sanitaria adecuada, aunque han de someterse a una exploración minuciosa previa al mismo. En algunos casos, la cardiopatía se manifiesta por primera vez durante la gestación, ya que las alteraciones hemodinámicas pueden superponerse a una reserva cardíaca limitada.4 Por el contrario, los signos y síntomas de una gestación normal pueden asemejarse a los de una cardiopatía: aturdimiento, mareos, disnea, edemas periféricos e incluso síncope aparecen con frecuencia durante el curso de una gestación normal, lo que lleva a médicos poco atentos a sospechar una cardiopatía cuando ninguno está presente. Por consiguiente, es preciso comprender los parámetros cardíacos normales de la embarazada. Los médicos que asesoran a pacientes con cardiopatías acerca de los posibles riesgos que entrañaría un embarazo deben conocer detalladamente la anomalía de base, además de los cambios hemodinámicos asociados a la gestación. Con la incidencia decreciente de la cardiopatía reumática en los países occidentales, las cardiopatías maternas tienen actualmente un origen predominantemente congénito, aunque, en el momento actual, las causas principales de fallecimiento materno sean patologías adquiridas, recono ciéndose infarto de miocardio, disección aórtica y miocardiopatía como los principales síndromes clínicos.5 A SE SO R A M IE N T O PREVIO A L E M B A R A ZO El asesoramiento previo al embarazo reviste una gran importancia a la hora de ofrecer información a futuras madres acerca de la viabilidad de la gestación y abordar los riesgos que supondría tanto para ella como para el feto. Se debe atender a estas pacientes en unidades de embarazo de riesgo, y se someterán a una exploración clínica, electrocardiograma y radiografía de tórax. El ecocardiograma permite evaluar de manera deta llada la función miocárdica, la enfermedad valvular y la presión arterial pulmonar. Las pacientes aquejadas de una cardiopatía congénita pueden tener una idea distorsionada de lo que constituye una actividad normal, por lo que la realización de una prueba de esfuerzo resulta de utilidad para definir su verdadera capacidad aeróbica funcional. Por lo general, es poco probable que las mujeres que no alcanzan el 70% de la capacidad aeróbica funcional estimada toleren de manera segura la gestación. Es importante una cuidadosa historia clínica familiar para evaluar si exis te cualquier cardiopatía congénita no solo en la familia de la paciente, sino también en la de su compañero. También se puede ofrecer consejo genético. Está indicada una exposición detallada de los riesgos matemos y fetales y de si estos riesgos pueden modificarse o no con el tiempo o el tratamiento. Debe considerarse la posibilidad de que la gestación pueda producir un deterioro hemodinámico irreversible, así como la dificultosa cuestión de las perspectivas a largo plazo para la madre. Si la mujer va a buscar gestación, hay que diseñar una estrategia respecto a la frecuencia de la evaluación de seguimiento por el cardiólogo y trazar un plan para el tratamiento obstétrico y cardiovascular durante la gestación, así como durante el parto.6 Se puede predecir una evaluación del riesgo cardíaco materno mediante la utilización de un índice de riesgo, habiéndose publicado varios de ellos. Entre los predictores que ocasionan preocupación de episodios cardíacos matemos están: 1) episodio cardíaco (p. ej., insuficiencia cardíaca, acciden te isquémico transitorio o accidente cerebrovascular antes de la gestación) o arritmia previos; 2) una clase basal de la New York Heart Association (NYHA) mayor de II o cianosis; 3) obstrucción cardíaca izquierda (área de la válvula mitral menor de 2 cm2, área de la válvula aórtica inferior a 1,5 cm2 o un gradiente pico en el tracto de salida del ventrículo izquierdo mayor de 30 mmHg, según valoración ecocardiográfica), y 4) una función sis tólica ventricular sistémica reducida (fracción de eyección inferior al 40%) 7 Publicaciones más recientes hacen énfasis en los considerables riesgos cuando la madre es portadora de una prótesis valvular mecánica.8 El uso de estos índices de riesgo tiene, sin embargo, limitaciones, porque son muy dependientes de la población. Algunas series, por ejemplo, solo incluyen a pacientes con una cardiopatía congénita;9 otras incluyen a pacientes con cardiopatías adquiridas, y los llamados pacientes de alto riesgo, como aquellos con hipertensión pulmonar clínicamente significativa o dilatación de la aorta, pueden no encontrarse identificados y su representación es escasa. De acuerdo con esto, estos «predictores» solo pueden utilizarse como una guía, y se debe considerar cada caso de forma individual. Se recomienda aplicar un abordaje multidisciplinar a lo largo del emba razo en el que participe activamente el ginecólogo, de modo que se pueda programar la modalidad, el momento y el lugar en el que tendrá lugar el expulsivo. Se debe adaptar el tratamiento a las necesidades específicas de cada mujer. El equipo de ginecología controlará el desarrollo fetal durante la gestación y se prestará a efectuar un ecocardiograma fetal entre las semanas 22 y 26 con el fin de descartar la presencia de una anomalía cardíaca congénita en el feto. C A M B IO S H E M O D IN A M IC O S A LO LARGO DEL EMBARAZO Los cambios hemodinámicos son acusados y comienzan en una etapa tem prana del primer trimestre gestacional. El volumen plasmático comienza a incrementarse durante la sexta semana y se sitúa un 50% por encima del valor inicial hacia el segundo trimestre (fig . 78-1). A partir de entonces, el volumen plasmático tiende a estabilizarse hasta el momento del expulsivo. Este incremento se sigue de un aumento ligeramente inferior de la masa eritrocítica, lo que da lugar a la anemia relativa del embarazo. La frecuencia cardíaca se incrementa aproximadamente un 20% por encima de su valor inicial con el fin de facilitar el ascenso del gasto cardíaco (fig . 78-2). El flujo sanguíneo uterino aumenta con el crecimiento placentario, y una caída acompañante de la resistencia periférica puede dar lugar a una ligera disminución de la presión sanguínea, que también comienza en el primer trimestre. La presión venosa de las extremidades inferiores se incrementa, por lo que alrededor del 80% de las gestantes desarrolla edema pretibial. Los cambios adaptativos asociados a un embarazo normal provocan un aumento del gasto cardíaco, el cual alcanza un valor entre el 30 y el 50% por encima del inicial a lo largo del segundotrimestre. Estas modificaciones de la hemodinámica pueden ser problemáticas en mujeres con cardiopatías. No cabe duda que el aumento de la carga de volumen puede afectar hemodinámicamente a cualquier paciente con una alteración de la función ventricular y una reserva cardíaca limitada. Las lesiones valvulares estenóticas (p. ej., estenosis aórtica) se toleran peor 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos E n f e r m e d a d e s c a r d io v a s c u l a r e s en p o b l a c io n e s e s p e c ia l e s EL EMBARAZO Y EL CORAZÓN Cambios de volumen TRIMESTRE F IG U R A 7 8-1 Aumento del volumen plasmático y de los eritrocitos durante los trimestres del embarazo. El volumen plasmático se aproxima a un 50% con relación al valor inicial en el segundo trimestre y a partir de entonces se estabiliza hasta el parto. EL EMBARAZO Y EL CORAZÓN Hemodinámica durante el embarazo Resistencia periférica i T Irrigación uterina l Gasto Volumen T 40-45% r cardíaco T 30% sanguíneo Frecuencia T 10-20% J cardíaca Presión arterial -> o i Resistencia vascular pulmonar 4- Presión venosa en extremidades inferiores T FIG URA 7 8-2 Las alteraciones hemodinámicas que se detectan a lo largo de la gestación se deben al aumento del gasto cardíaco y a la disminución de la resistencia periférica. En la mayor parte de las pacientes, la presión arterial se mantiene o disminuye ligeramente. La presión venosa de las extremidades inferiores registra un aumento, lo que da lugar a edema pretibial en un gran número de pacientes. que las lesiones por insuficiencia, ya que la disminución de la resistencia periférica acentúa el gradiente existente a lo largo de la válvula aórtica. Por el contrario, la reducción de la poscarga ayuda a compensar la carga de volumen ventricular izquierdo impuesta por el embarazo en mujeres con insuficiencia mitral. DURANTE EL PARTO Los cambios hemodinámicos que tienen lugar a lo largo del parto y el expulsivo se producen con gran rapidez. Cada contracción uterina libera hasta 500 mi de sangre hacia el torrente circulatorio, lo que ocasiona un aumento súbito del gasto cardíaco y la presión arterial. A menudo, el gasto cardíaco registra un incremento por encima del 50% del valor basal durante la segunda fase del parto y puede alcanzar unas cifras aún mayores en el expulsivo. Habitualmente, en el expulsivo vaginal normal se pierden unos 400 mi de sangre. Por el contrario, con frecuencia la cesárea implica la pérdida de unos 800 mi de sangre, por lo que puede suponer un problema hemodinámico de mayor relevancia para la parturienta. Tras el nacimiento del niño se registra un aumento súbito del retorno venoso, el cual se debe en parte a la autotransfusión desde el útero, pero también a la desaparición de la compresión de la vena cava in ferior por el feto. Por otra parte, la autotransfusión de sangre continúa a lo largo de las 24 a 72 h posteriores al nacimiento, lo que puede originar edema pulmonar. Todas estas alteraciones repentinas destacan la importancia de un abordaje multidisciplinar durante el parto y el expulsivo en pacientes de riesgo alto afec tadas por cardiopatías. El cardiólogo y el ginecólogo han de colaborar con el anestesiólogo con el fin de decidir cuál será la modalidad más segura de parto. En casi todas las mujeres afectadas por una cardiopatía, el parto por vía vaginal constituye una modalidad posible y preferible, mientras que la cesárea tan solo está indicada por causas ginecológicas. Una excepción importante a esta regla es la de la paciente que está anticoagulada con 1756 warfarina, porque el feto también está anticoagulado y presenta, por tanto, un mayor riesgo de hemorragia intracraneal a causa del estrés de un parto vaginal. Además, se puede considerar la cesárea en pacientes con una aorta dilatada inestable (p. ej., en el síndrome de Marfan), hipertensión pulmonar grave o una lesión obstructiva grave como una estenosis aórtica. En estos escenarios de alto riesgo, el parto debe tener lugar en un centro con experiencia en la monitorización de los cambios hemodinámicos del trabajo del parto y el parto mismo, y con posibilidad de intervenir si es necesario. Cuando se escoja la vía vaginal, tanto la madre como el feto se someterán a un control ecocardiográfico. Durante el parto, la madre puede recostarse en posición lateral izquierda para evitar la compresión de la vena cava inferior por el feto, lo que favorece el mantenimiento del retomo venoso. Si fuera necesario, se facilitará la segunda fase (p. ej., por medio de pinzas o ventosa) con el objetivo de evitar un expulsivo prolongado. Se debe reponer sin dilación la pérdida de sangre y de volumen. En pacientes con parámetros hemodinámicos deprimidos, el cateterismo de Swan- Ganz previo al inicio del parto activo permite optimizar la hemodinámica y debe mantenerse a lo largo de, al menos, las 24 h siguientes al parto, ya que durante este período se desarrolla de manera frecuente el edema pulmonar. No existe consenso universal aún respecto a la administración de profilaxis antibiótica en el momento del parto para las pacientes con lesiones vulnerables para endocarditis infecciosa. Como se puede producir una bacteriemia incluso durante un parto sin complicaciones, la profilaxis antibiótica sigue siendo opcional para las pacientes más vulnerables a los efectos deletéreos de la endocarditis -es decir, aquellas con cardiopatías cianóticas y prótesis valvulares-.10 EVALUACIÓN Exploración física La evaluación de una mujer gestante comienza con una exploración física detallada que incluya una evaluación cardíaca (v. capítulo 11). Como consecuencia de la alteración de los parámetros hemodinámi cos asociados al embarazo, la exploración física de una gestante sana refleja estos cambios y sus hallazgos pueden remedar los asociados a una cardiopatía. La frecuencia cardíaca aumenta y, con frecuencia, el pulso del volumen es saltón. Hacia la mitad del segundo trimestre, la presión venosa yugular puede registrar un ascenso que se acompaña de descensos súbitos debido a la sobrecarga de volumen y la reducción de la resistencia periférica. El impulso apical es más prominente y el primer sonido puede ser alto en la auscultación. Habitualmente, se puede escuchar un soplo sistólico de expulsión en el margen esternal izquierdo, cuya intensidad nunca supera 3/6, que se relaciona con el aumento del flujo a través del tracto de salida del ventrículo izquierdo o derecho. Muy a menudo se percibe un tercer ruido. No debe apreciarse un soplo diastólico. Igualmente, el segundo tono puede aparecer acentuado y todos estos rasgos auscultatorios pueden suscitar la sospecha de una anomalía del tabique auricular y/o hipertensión pulmonar. Asimismo, se pueden escuchar soplos continuos, bien por un zumbido venoso cervical o soplo mamario. El edema periférico se convierte en un hallazgo habitual conforme avanza la gestación. Se debe llevar a cabo una ecocardiogra fía transtorácica si cualquier hallazgo de la exploración física sugiere la existencia de una cardiopatía. Este estudio facilita la evaluación del tamaño y la función ventriculares, la existencia de una valvulopatía, cualquier posible derivación (p. ej., anomalía del tabique auricular o ven tricular), así como una valoración no invasora de la presión en la arteria pulmonar. Pruebas de laboratorio A pesar de la carga hemodinámica de volumen de la gestación, la mayoría de las mujeres embarazadas sanas muestran concentraciones bajas y estables del péptido natriurético de tipo B (BNP) durante la gestación y tras el parto. En comparación, las mujeres con cardiopatía presentan niveles más elevados de BNP durante la gestación en comparación con las mujeres no gestantes, y unos niveles de BNP por debajo de 100 pg/ml pueden tener un buen valor predictivo negativo en la predicción de epi sodios cardíacos adversos.11 Estud ios de im agen A continuaciónse muestra una perspectiva general de algunas considera ciones importantes con varios estudios de imagen de pacientes gestantes (v. capítulos 14 a 18 para detalles adicionales de estas modalidades). El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. Radiografía de tórax No se obtienen de rutina radiografías de tórax en pacientes embarazadas por la preocupación sobre la exposición a la radiación del feto, pero debe considerarse cuando los antecedentes y los hallazgos clínicos despierten preocupaciones sobre el estado cardíaco materno y en los casos de disnea o insuficiencia cardíaca de nueva aparición. En una mujer normal sana, la radiografía de tórax puede revelar una ligera prominencia de la arteria pulmonar, mientras que la elevación del diafragma conforme avanza la gestación puede indicar un aumento del índice cardiotorácico. Ecocardiograma transtorácico Constituye el elemento central de la evaluación cardíaca en el embarazo y permite distinguir los rasgos de una cardiopatía de los asociados a un embarazo normal. Se utiliza más a menudo para determinar la presencia o la ausencia de una función ventricular normal, valorar la afectación de las válvulas nativas o las prótesis valvulares mecánicas y, a través de la velocidad del flujo durante la insuficiencia tricuspídea, determinar la presión en la arteria pulmonar. Las pacientes afectadas por una cardiopa tía congénita han de someterse a una evaluación detallada de cualquier derivación y un estudio anatómico completo. A lo largo de la gestación, las velocidades del tracto de salida de los ventrículos izquierdo y derecho registran un aumento, lo que puede remedar un incremento del gradiente del cono debido al mayor gasto cardíaco. La comparación minuciosa de las imágenes anatómicas bidi- mensionales permite diferenciar este hallazgo de una anomalía valvular verdadera y puede ser conveniente calcular el área valvular. Asimismo, debido al aumento del volumen sistólico, cualquier insuficiencia valvular aparecerá aumentada. Los ecocardiogramas sucesivos pueden revestir un interés especial en las mujeres portadoras de prótesis valvulares mecánicas y susceptibles a desarrollar episodios trombóticos durante el embarazo. La definición del área valvular puede presentar una utilidad mayor que la mera determinación del gradiente valvular; este último parámetro puede mostrar un supuesto aumento conforme avanza el embarazo como consecuencia de la situación hiperdinámica y el aumento del gasto cardíaco. La utilidad del ecocardiograma es máxima en la evaluación de la fun dón ventricular izquierda en pacientes con una alteración de la función ventricular, en particular aquellas afectadas por una miocardiopatía. En un embarazo normal se incrementa la presión telediastólica ventricular izquierda y se puede registrar un aumento similar tanto en el ventrículo derecho como en los volúmenes de ambas aurículas. El resultado de la fracción de eyección depende de los cambios sufridos por la precarga y la poscarga; con las pacientes en decúbito supino, la precarga se puede reducir debido a la compresión de la vena cava por el feto. Ecocardiograma transesofágico Rara vez se lleva a cabo un ecocardiograma transtorácico durante el embarazo, aunque este estudio puede ser necesario para aportar imágenes más detalladas de una valvulopatía o para determinar la presencia o la ausencia de un cortocircuito o de un trombo intracardíaco. Por otra parte, puede resultar útil para confirmar o descartar la presencia de endocarditis y para facilitar la detección de una vegetación valvular o un absceso perivalvular. Esta prueba se realiza de manera segura, aunque es preciso controlar estrechamente la saturación de oxígeno en la madre cuando se emplee midazolam para sedarla. Ecocardiograma fetal Generalmente permite obtener imágenes de gran calidad del corazón fetal hacia la semana 20 de gestación. En la mayoría de los casos se puede capturar una imagen de las cuatro cámaras, en la que deberían apreciarse las válvulas aórticas, la cruz cardíaca y la presencia de dos ventrículos de tamaño equivalente. De igual modo, se debería visualizar un agujero oval permeable. Normalmente, el tamaño del corazón debe ser menor de una tercera parte del tamaño del tórax fetal. Resonancia magnética y tomografía computarizada Hay disponibles datos limitados sobre la resonancia magnética (RM) durante la gestación, pero probablemente resulte segura, especialmente pasado el primer trimestre. Hay que evitar el gadolinio. Debido a los riesgos de la exposición del feto a la radiación, no se recomienda la tomografía computarizada (TC) a no ser que resulte absolutamente © necesaria. TRATAM IENTO DURANTE EL E M B A R A ZO Tratam iento farm aco lóg ico Las pacientes que se encuentran, por lo demás, sanas apenas requieren tratamiento alguno, o no lo necesitan en absoluto, aparte de las recomen daciones y el control ginecológicos habituales. Las embarazadas calificadas como clase I o II de la NYHA pueden verse obligadas a limitar el ejercicio físico intenso y observar un reposo adecuado, recibir complementos de hierro y vitaminas con el fin de minimizar la anemia asociada a la ges tación, observar una dieta hiposódica en caso de una posible disfunción ventricular y someterse de manera regular a evaluaciones cardíacas y ginecológicas, cuya frecuencia se debe adaptar a cada caso. En las mujeres con clase III o IV de la NYHA puede ser necesario el ingreso hospitalario para someterse a reposo en cama y controles estrechos, así como un parto prematuro cuando exista afectación de los parámetros hemodinámicos. Tratam iento qu irúrg ico Raras veces resulta necesaria la cirugía cardíaca durante la gestación y debe evitarse siempre que resulte posible. Se ha documentado un mayor riesgo de malformación fetal y de pérdida de gestaciones cuando se practica una derivación cardiopulmonar en el primer trimestre; si se lleva a cabo en el último trimestre, la probabilidad de precipitar prematuramente el parto es mayor. El «momento óptimo» para tal intervención parece ser entre las semanas 20 y 28 de gestación, y el pronóstico fetal puede mejorarse mediante el uso de circulación extracorpórea normotérmica en vez de hipotérmica, mayores flujos de bomba, mayores presiones (presión sanguínea media de 60 mmHg) y un tiempo de derivación tan corto como sea posible. Se recomienda la monitorización obstétrica del feto durante el procedimiento, de manera que se pueda abordar una bradicardia fetal con rapidez y se controlen las contracciones uterinas. Los estudios iniciales sugerían que la mortalidad materna asociada con una derivación cardiopulmonar durante la gestación se situaba en un índice del 3-15% . En la era actual, sin embargo, con el uso de las intervenciones que se acaban de esbozar, se puede llevar a cabo una cirugía cardiotorácica con relativa seguridad durante el embarazo, con una tasa de mortalidad similar a la de una situación de no gestación, a no ser que la cirugía se realice de urgencia. La clase funcional materna es un importante factor predictivo de fallecimiento materno. Las complicaciones fetales (prematuridad y fallecimiento) se asocian con cirugía de alto riesgo urgente, comorbilidades maternas y edad gestacional temprana.12 Resulta preferible una aproximación multidisciplinar para optimizar el pronóstico tanto de la madre como del feto. Em barazos de r ie sgo alto En algunas situaciones, el riesgo materno durante la gestación es muy elevado y se debe aconsejar a la paciente que evite el embarazo y, a veces, incluso plantear la interrupción del mismo (tabla 78-1). No se dispone de datos referentes al valor de hipertensión pulmonar que supone un riesgo significativo para la madre, aunque de acuerdo con mi experiencia las presiones sistólicas en la arteria pulmonar por encima del 60 al 70% de la presión sistémica pueden provocar afectación en la madre; en estos casos, esconveniente evitar el embarazo. Es probable que las mujeres con una fracción de eyección ventricular izquierda menor del 40% debido a cualquier motivo no soporten la carga de volumen impuesta por la ges tación, por lo que se debería recomendar que eviten el embarazo. La gestación se asocia a una disminución de la resistencia periférica, de modo que es probable que el estado de las mujeres sintomáticas con lesiones cardíacas estenóticas importantes (v. tabla 78-1) se deteriore a lo largo de la misma. Las pacientes con una dilatación de la raíz aórtica mayor de T A B L A 7 8 -1 Em barazos de riesgo a lto Hipertensión pulmonar Miocardiopatía dilatada, fracción de eyección < 40% Lesiones obstructivas sintomáticas Estenosis aórtica Estenosis mitral Estenosis pulmonar Estrechamiento aórtico Síndrome de Marfan con raíz aórtica > 40 mm Lesiones cianóticas Prótesis valvulares mecánicas Em barazo y enferm edades cardiovasculares E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s en po b l a c io n es e sp e c ia l e s FIG URA 78-3 A y B. Imágenes ecocardiográficas bidimensionales paraesternales, con eje largo, de una mujer de 30 años con una válvula aórtica bicúspide normal funcionante. La aorta ascendente mide 4,25 cm en la unión sinotubular (B) y 5 ,35 cm en la parte central de la aorta descendente (A). Se aconsejó la sustitución de la raíz aórtica (con preservación valvular) antes del embarazo. 45 mm de diámetro pueden desarrollar una dilatación aórtica progresiva, disección y rotura durante la gestación, en especial las afectadas por el síndrome de Marfan. Esta complicación no se debe tan solo al aumento de volumen sistólico, sino probablemente también a que los cambios hormonales asociados a la gestación pueden acentuar la anomalía his tológica de base en la aorta media. E N F ER M ED A D ES C A RD IO V A SCU LA RES C ard iopatía s congén itas Actualmente, la patología cardíaca materna en las sociedades occidentales es principalmente de origen congénito. Esta predominancia está relacio nada tanto con la frecuencia de la cardiopatía congénita (casi 1 de cada 100 niños; v. capítulo 62) como con los avances en la cirugía cardíaca reparadora durante los últimos 50 años. Algunas mujeres presentarán síntomas por primera vez durante el embarazo y tan solo entonces sabrán que padecen una cardiopatía congénita. Otras pacientes sometidas a intervenciones de reparación de las anomalías pueden desarrollar com plicaciones cardíacas a lo largo de la gestación, en particular insuficiencia cardíaca y arritmias. Todas las mujeres, con independencia de la reparación previa de las lesiones, han de someterse a una evaluación detallada y un asesoramiento adecuado antes de plantear el embarazo. Comunicación interauricular La comunicación interauricular constituye una de las cardiopatías congé nitas más frecuentes. Por lo general, incluso las pacientes con una comuni cación interauricular externa toleran el embarazo sin complicaciones, a no ser que presenten hipertensión pulmonar o fibrilación auricular. Normal mente toleran bien la carga de volumen en el ventrículo derecho. Se debe prestar una atención especial a las venas de las extremidades inferiores en la madre, en particular durante y después del parto, debido a que la trombosis venosa profunda podría desencadenar una embolia paradójica y un accidente cerebrovascular. Se recomienda realizar una intervención programada de cierre de la comunicación interauricular mediante un dis positivo o reparación quirúrgica con anterioridad al embarazo. Comunicación interventricular Las pacientes con una comunicación interventricular pequeña suelen tolerar la gestación sin dificultad. Se debe desaconsejar el embarazo a mujeres con una extensa comunicación interventricular e hipertensión pulmonar (v. una descripción posterior del síndrome de Eisenmenger). Conducto arterial persistente En pacientes con un ductos o conducto arterial persistente, normalmente, los conductos pequeños con presiones normales o casi normales no dan lugar a alteraciones hemodinámicas durante la gestación. Si existiera un cortocircuito grande, el aumento de la carga de volumen asociado al embarazo podría desencadenar una insuficiencia ventricular izquierda. Se debe recomendar a las mujeres afectadas por hipertensión pulmonar que el embarazo está contraindicado. Estenosis aórtica congénita Por lo general, la estenosis aórtica en mujeres en edad de procrear se 1758 relaciona con una válvula aórtica bicúspide. Se deben llevar a cabo una valoración anatóm ica bidim ensional porm enorizada y un ecocardiograma Doppler de la función valvular antes de plantear la posibilidad de un embarazo. Además, está indicada una exploración detallada de toda la aorta torácica en busca de aortopatía asociada; incluso con válvulas funcionalmente normales puede existir una dilatación aórtica o un aneurisma de la aorta ascendente. Se suele considerar una dimensión aórtica mayor de 4,5 cm como contraindicación de embarazo, y hay que considerar la reparación quirúrgica si la aorta es mayor de 5 cm (27,5 mm/m2) (fig. 78-3). H abitualmente, la estenosis aórtica leve se asocia a una tolerancia buena, siempre y cuando la paciente conserve una capacidad normal de ejercicio físico y esté asintomática.13 La estenosis moderada se tolera bien en ciertos casos, si bien es necesario efectuar una evaluación completa de la paciente con anterioridad al embarazo. En ausencia de síntomas, con un resultado normal de las pruebas de ejercicio sin cambios en el segmento ST-onda T, resulta probable con un tratamiento cuidadoso el buen término de un embarazo en una paciente monitorizada colaboradora. Las mujeres con estenosis aórtica grave (área valvular menor de 1 cm2) o un gradiente medio mayor de 50 mmHg deben evitar quedar embarazadas. La dis minución de la resistencia periférica asociada a la gestación acentúa el gradiente aórtico y puede desencadenar los síntomas. Las pacientes pue den responder al reposo en cama y la administración de p-bloqueantes, aunque es posible que sea necesario un parto prematuro. Se debe considerar el riesgo que la continuación de la gestación supone para la madre frente al riesgo que entraña el parto prematuro por cesárea. El parto puede tener una complejidad mayor en estas pacientes como consecuencia de los cambios hemodinámicos súbitos, en especial la disminución repentina de la poscarga tras el nacimiento del niño. De igual modo, la pérdida de sangre que tiene lugar durante el parto puede provocar un shock materno. Se debe administrar la analgesia epidural con una velocidad lenta y bajo control, y debe evitar el bloqueo espinal debido a la posibilidad de hipotensión. La vigilancia de la presión venosa central o la aplicación de un catéter de Swan-Ganz para mantener una hemo dinámica óptima pueden facilitar el expulsivo, estas medidas se deben mantener durante, al menos, las 24 h posteriores al parto. Un estudio de 35 mujeres con estenosis aórtica y 58 gestaciones (53 con éxito) encontró complicaciones cardíacas en el 9,4%, y se hallaron complicaciones tanto obstétricas (22,6%) como perinatales (24,5%) con mayor frecuencia de lo normal.14 Es más, se produjeron 7 nacimientos prematuros (13,2%) y 7 nacimientos de fetos pequeños para la edad gestacional (13,2%). La gestación en mujeres con estenosis aórtica grave se caracterizaba por una mayor incidencia de insuficiencia cardíaca y el trabajo de parto prematuro, y una menor duración del embarazo. Además, las mujeres con una estenosis aórtica de moderada a grave que se encuentran sintomáticas durante la gestación tienen mayor probabilidad de requerir intervenciones quirúrgicas cardíacas.15 Algunos estudios de pequeño tamaño han revisado la valvuloplastia percutánea aórtica con balón durante el embarazo; esta intervención se puede llevar a cabo de forma segura, siempre y cuando la anatomía de la válvula sea adecuaday un equipo con experiencia se ocupe de la reparación. Se puede minimizar la exposición fetal a la radiación mediante placa de plomo situada sobre el abdomen y la pelvis de la madre. La intervención se debe efectuar en instituciones con gran experiencia y refuerzo quirúrgico y, después de la semana 26 de la gestación, se debe contar con un equipo ginecológico de guardia por si se produjera un parto prematuro. Coartación de aorta Las mujeres con coartación de la aorta pueden acudir con síntomas por vez primera durante el embarazo, normalmente con hipertensión arterial. La coartación importante impide el flujo hacia el útero y el feto, pudiendo originar bebés pequeños para la edad gestacional o incluso la muerte fetal. Entre las opciones terapéuticas se encuentran tratamientos antihipertensivos, derivaciones percutáneas de la coartación e interven ciones quirúrgicas (v. capítulos 57 y 62). Debe evitarse un tratamiento El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. antihipertensivo agresivo por la probabilidad de hipoperfusión placen- taria. Dada la aortopatía asociada, toda la aorta resulta vulnerable a la dilatación, aneurismas y disección. Si se conoce la presencia de coartación, durante el asesoramiento previo al embarazo debe visualizarse la aorta entera. No obstante, el desenlace del embarazo de la mayoría de las mujeres es satisfactorio con una atención adecuada. Estenosis pulmonar Generalmente, la estenosis pulmonar se tolera bien en el embarazo, en particular cuando la presión ventricular derecha sea inferior al 70% de la presión sistémica y se mantenga el ritmo sinusal. Si fuera necesario, se puede realizar una valvuloplastia pulmonar con balón protegiendo al feto de la radiación. Cardiopatía cianótica La cianosis supone un riesgo tanto para la madre como para el feto.16 La disminución de la resistencia periférica que acompaña a la gestación incrementa la derivación izquierda-derecha y puede agravar la cianosis materna. Las mujeres con trombosis venosa presentan un riesgo de embolia paradójica y accidente cerebrovascular debido a la eritrocitosis asociada a la cianosis y a la propensión a la trombosis. La hipoxia materna constituye un notable impedimento para el desarrollo y la supervivencia fetales. Presbítero et al.17 han evaluado a 44 mujeres y 96 embarazos (los autores excluyeron a pacientes con síndrome de Eisenmenger) y confirmaron que el grado de cianosis materna influía notablemente en el desenlace fetal. Este desenlace es desfavorable cuando la saturación m aterna de oxígeno se encuentra por debajo del 85%, de modo que solamente dos de 17 gestaciones (12%) dieron lugar a un recién nacido vivo (tabla 78-2). A la inversa, cuando la saturación materna de oxígeno es > 90%, el 92% de los embarazos da lugar a un recién nacido vivo. Se observaron complicaciones cardiovasculares en 14 gestantes (32%). Ocho participantes presentaron insuficiencia cardíaca y dos se vieron afectadas por endocarditis de etiología bacteriana; ambas presentaban tetralogía de Fallot aliviada quirúrgicamente. Dos mujeres desarrollaron complicaciones trombóticas, en un caso de tipo pulmonar y en otro de tipo cerebral. Además del grado de cianosis materna, es preciso evaluar la función ventricular derecha con anterioridad al embarazo mediante estudios ecocardiográficos o de resonancia magnética. De igual forma, el tipo de lesión cardíaca materna afectará a la probabilidad de heredar la car diopatía congénita por parte del feto. Se recomienda el cribado de la deleción 2 2 q l l en mujeres con anomalías conotroncales (tetralogía o atresia pulmonar), ya que se transmite con un modelo autosómico dominante y la descendencia presenta una probabilidad del 50% de heredar la anomalía congénita. Anomalía de Ebstein La seguridad de la gestación en mujeres con anomalía de Ebstein depen de del tamaño y la función del ventrículo derecho, el grado de insuficien cia tricúspide y la presencia o la ausencia de comunicación auricular. Esta última aparece aproximadamente en el 50% de las pacientes y el riesgo T ABLA 78-2 Desenlace fetal en la cardiopatía congénita cianótica y relación con la cianosis materna N.° DE EMBARAZOS N.° DE RECIÉN NACIDOS VIVOS % DE RECIÉN NACIDOS VIVOS H e m o g lo b in a (g /d l)* <16 28 20 71 17-19 40 18 45 >20 26 2 8 S a t u r a c ió n a r t e r ia l d e o x íg e n o ( % ) f <85 17 2 12 85-89 22 10 45 >90 13 12 92 *Se desconoce la concentración de hemoglobina en dos gestaciones. fSe desconoce la saturación arterial de oxígeno en 44 gestaciones. Tomado de Presbítero P, Somerville J, Stone S, et al: Pregnancy in cyanotic congenital © heart disease. Outcome o f mother and fetus. Circulation 89:2673, 1994. que supone para el embarazo se incrementa de forma notable cuando la paciente presenta cianosis en reposo. La comunicación auricular supone un posible riesgo de accidente cerebrovascular por embolia paradójica, por lo que se debe prestar una atención especial a la posibilidad de una trombosis venosa profunda de la madre. Es posible que las embarazadas afectadas por esta anomalía no toleren bien las arritmias auriculares y, con frecuencia, presentan tanto fibrilación auricular como taquicardia por reentrada. Las vías accesorias que causan preexcitación pueden inducir taquicardias rápidas, las cuales increm entan la carga en un ventrículo derecho de funcionamiento incorrecto. Tras una reparación o sustitución con éxito de la válvula tricúspide, se puede tolerar bien la gestación. Transposición corregida congénitamente (L-transposición) Esta anomalía se caracteriza por discordancia auriculoventricular y dis cordancia ventriculoarterial; por tanto, el ventrículo sistémico se considera el ventrículo derecho desde el punto de vista morfológico. El embarazo de las pacientes puede ser satisfactorio en tanto en cuanto conserven la fracción de eyección del ventrículo sistémico y no existan anomalías asociadas relevantes. Las anomalías más frecuentes son la insuficiencia de la válvula auriculoventricular sistémica (tricúspide), la cual influye en la disfunción ventricular sistémica. Esta entidad puede acompañarse de otras lesiones, la comunicación interventricular, la estenosis pulmonar y el bloqueo cardíaco completo, las cuales afectan al desarrollo de una gestación normal. C ard iopatía s congén itas reparadas Hay muy pocas operaciones de las cardiopatías congénitas que se puedan considerar curativas y casi todas las pacientes sufren residuos y secuelas que conviene examinar con atención durante el asesoramiento previo a la gestación. (V. capítulo 62 para una exposición detallada sobre este tema.) Tetralogía de Fallot La mayor parte de las mujeres afectadas por la tetralogía de Fallot se han sometido a una reparación quirúrgica previa de la anomalía, por lo que no presentan cianosis. De manera infrecuente se observan mujeres adultas que no se han sometido a una intervención anteriormente o portan un cortocircuito creado por vía quirúrgica (p. ej., Blalock-Taussig). En estas pacientes, la gestación puede suponer un riesgo en función del grado de cianosis, como se ha referido anteriormente. La disminución de la resis tencia periférica potencia la derivación derecha-izquierda a través de la anomalía del tabique ventricular, lo que acentúa la cianosis y supone un riesgo tanto para la madre como para el feto. En las pacientes que se hayan sometido anteriormente a una reparación quirúrgica definitiva se debe efectuar una evaluación detallada de cual quier secuela hemodinámica antes de valorar la seguridad del embarazo. La evaluación clínica y ecocardiográfica ha de centrarse en la presencia de lesiones, como insuficiencia valvular pulmonar residual, la cual suele ser una complicación frecuente de la reparación, y disfunción ventricular derecha asociada e insuficiencia tricúspide. Es posible que en estos casos no se tolere bien la carga de volumen delembarazo, y las arritmias auri cular e, incluso, ventricular superpuestas pueden intensificar el estrés hemodinámico. Se deben estudiar otras «lesiones del volumen», como anomalías del tabique ventricular e insuficiencia aórtica, además de la obs trucción del tracto de salida del ventrículo derecho. Las mujeres sometidas a una reparación quirúrgica efectiva, con una capacidad adecuada de ejercicio físico, y secuelas mínimas, pueden tolerar bien el embarazo, siempre y cuando reciban un tratamiento apropiado.18 Se debe ofrecer la posibilidad de un asesoramiento genético con el fin de detectar una deleción 2 2 q ll. Cuando no exista ninguna anomalía cromosómica en los padres ni antecedentes familiares de otras cardiopatías congénitas, el ries go fetal de desarrollo de una anomalía cardíaca congénita se situará entre el 5 y el 6%, unas cifras semejantes al riesgo de muchas otras lesiones cardíacas congénitas. Transposición de los grandes vasos (D-transposición) Todas las p a c ie n tes con tra n sp o sic ió n de lo s gran d es vaso s (D-transposición) habrán sido operadas en la infancia, y llevarán de ordinario un parche auricular (operación de Mustard o Senning) por el que el ventrículo derecho morfológico actúa como bomba sistémica. Hay que realizar una exploración clínica y ecocardiográfica de la función 1759 Em barazo y enferm edades cardiovasculares E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s en po b l a c io n es e sp e c ia l e s del ventrículo sistémico antes de la gestación, así como del grado de insuficiencia de la válvula auriculoventricular tricúspide (sistémica) y del grado de obstrucción del parche, la comunicación interauricular residual y la presencia o ausencia de arritmias auriculares, que son complicaciones frecuentes. La disfunción del ventrículo sistémico puede representar una contraindicación del embarazo. En la era quirúrgica más reciente, es más probable que las pacientes hayan sido sometidas a un procedimiento de intercambio arterial. Las complicaciones residuales incluyen insuficiencia aórtica y pulmonar, así como estenosis de las arterias coronarias trans- locadas. Todas estas alteraciones hemodinámicas deben ser valoradas en el momento del consejo preembarazo. Coartación La evaluación de las mujeres con una coartación corregida abarca el estudio de la zona reparada de la coartación para descartar una coartación residual o recidivante o la formación de un aneurisma, así como un estudio de imagen para examinar toda la aorta y descartar una dilatación o un aneurisma, que son más frecuentes en la aorta ascendente. Hay que explorar también la válvula aórtica y la función ventricular izquierda. En general, el desenlace resulta favorable para la madre y el bebé. El parto vaginal con una segunda etapa breve parece razonable si la paciente presenta una ligera dilatación de la aorta, pero se prefiere la cesárea cuando hay signos de inestabilidad aórtica. Corazón univentricular y operaciones de Fontan Las mujeres con corazón univentricular y operaciones de Fontan corren más riesgo de complicaciones maternas, sobre todo arritmias auriculares, que pueden ocasionar un deterioro hemodinámico profundo. Son muy vulnerables al desarrollo de trombosis del circuito de Fontan debido al flujo perezoso y al estado protrombótico de la gestación. La función del ventrículo único puede deteriorarse por la sobrecarga de volumen del embarazo y, en principio, también aumenta de forma significativa el riesgo de aborto espontáneo.19 Hipertensión pu lm onar Independiente de su origen, la hipertensión pulmonar (v. capítulo 74) se asocia a una elevada tasa de mortalidad en el embarazo. La causa más frecuente en las mujeres en edad de procrear es una derivación cardíaca congénita (p. ej., comunicaciones interventriculares, conducto arterioso permeable o comunicaciones interauriculares). La probabi lidad de aparición de complicaciones en el embarazo se incrementa cuando la hipertensión pulmonar supera aproximadamente el 60% de la presión sistémica. En pacientes con una vasculopatía pulmonar grave (síndrome de Eisenmenger; v. capítulo 62), la tasa de mortalidad materna puede acercarse al 50%. La carga de volumen asociada a la ges tación puede alterar la disfunción ventricular derecha y desencadenar una insuficiencia cardíaca. La disminución de la resistencia periférica favorece la derivación derecha-izquierda, lo que contribuye al desarrollo de cianosis. El período del parto entraña un peligro mayor y la incidencia máxima de muerte materna corresponde al parto y el puerperio. Se puede regis trar una disminución súbita de la poscarga durante el expulsivo y la hipovolemia producida por la pérdida de sangre puede originar hipoxia, síncope y muerte repentina. De igual manera, las respuestas vagales al dolor pueden poner en peligro la vida. La muerte puede ser consecuencia de una embolia pulmonar o un infarto pulmonar in situ. En la revisión retrospectiva más extensa realizada hasta ahora, Gleicher et al.20 des cribieron 44 casos de síndrome de Eisenmenger y 70 embarazos; el 52% de las pacientes falleció por una causa relacionada con el embarazo y el 34% de los partos por vía vaginal provocó la muerte de la madre. Asimismo, tres o cuatro cesáreas produjeron la muerte de la madre; sin embargo, es probable que las participantes constituyeran una cohorte de riesgo alto, ya que sus parámetros hemodinámicos presentaban la máxima inestabilidad. Solamente el 25,6% de las gestaciones llegó a término y más de la mitad de los partos fueron prematuros. La mortalidad perinatal se situó en el 28,3% y mostró una asociación significativa con la premadurez. La inte rrupción del embarazo constituye la opción más segura, si bien se trataría de una intervención más compleja en mujeres con hipertensión pulmonar, en las que la anestesia cardíaca resultaría útil. Se pueden administrar dosis bajas de heparina subcutánea durante el reposo en cama, pero la evidencia disponible no logra demostrar que mejore la supervivencia materna. Hay 1760 que determinar el tipo de parto tras una consideración cuidadosa de los médicos a cargo. Si se elige la vía vaginal, debe realizarse en una unidad de cuidados intensivos. Hay que administrar analgesia epidural con la debida preocupación para minimizar la vasodilatación periférica. Hay que evitar una segunda fase prolongada. La utilización de dispositivos frente a la trombosis venosa profunda (p. ej., Thrombo Guard®) o una bomba de compresión pueden ayudar a prevenir la trombosis venosa periférica. Probablemente resulta preferible un parto por cesárea con anestesia cardíaca. Hay que mantener la monitorización intrahospitalaria durante al menos 2 semanas tras el parto. Casos recientemente publicados han sugerido un pronóstico materno mejor con la utilización de fármacos vasomoduladores pulmonares. Se puede administrar óxido nítrico a través de una cánula nasal o una mas carilla, y el uso de epoprostenol intravenoso se ha asociado, igualmente, a embarazos con resultados satisfactorios. Asimismo, se ha empleado sildenafilo, aunque la muerte materna puede tener lugar varios días o semanas después del parto con estos fármacos.211 En resumen, la mortalidad de las embarazadas con hipertensión pul monar es excesivamente alta. Se debe ofrecer un asesoramiento adecuado acerca de la anticoncepción a todas las pacientes. Los anticonceptivos basados en estrógenos están contraindicados en esta población. Valvu lopatía Debido a la incidencia decreciente de la cardiopatía reumática en los países occidentales, la enfermedad valvular cardíaca (v. capítu lo 63) es infrecuente en Norteamérica, pero sigue siendo prevalente en los países en desarrollo. Los problemas más habituales son la estenosis de la aorta bicúspide (expuesta anteriormente) y la estenosis mitral, la cual tiende a agravarse a lo largo del embarazo debido al incremento del gasto cardíacoy la frecuencia cardíaca; estos aumentos acortan el tiempo de rellenado diastólico y acentúan el gradiente de la válvula mitral. Cualquier disminución del volumen sistólico produce una taquicardia refleja adicional, todo lo cual incide en el aumento de la presión en la aurícula izquierda. El debut de la fibrilación auricular puede originar edema pulmonar agudo. Las pacientes deben someterse a una evaluación ecocardiográfica detallada del gradiente de la válvula mitral, el área de la misma y las presiones pulmonares antes de proseguir un embarazo. De igual forma, el ecocardiograma de esfuerzo puede permitir definir la respuesta hemodinámica respecto al gradiente mitral y la presencia o la ausencia de hipertensión pulmonar. El elemento clave del tratamiento de las pacientes sintomáticas son los ^-bloqueantes.21 Estos fármacos ralentizan la frecuencia cardíaca, prolongan el tiempo de llenado diastólico y pueden dar lugar a una notable mejora clínica con el control de la sintomatología. Igualmente, el reposo en cama puede ser relevante para ralentizar dicha frecuencia y minimizar las necesidades cardíacas. Se pueden administrar diuréticos con cautela en presencia de edema pulmonar. Las pacientes encamadas pueden requerir anticoagulantes, los cuales se deben administrar sin género de dudas a aquellas con fibrilación auricular. Cuando la madre no responde adecuadamente al tratamiento médico, se puede realizar una valvuloplastia con balón si la anatomía de la válvula es favorable,22 y se ha descartado insuficiencia mitral concomitante. Se puede llevar a cabo una valvulotomía quirúrgica, pero debe reservarse para las pacientes con síntomas refractarios al tratamiento médico en quienes esté con traindicada la valvulotomía con balón. La insuficiencia mitral y aórtica se tolera relativamente bien en el emba razo, siempre y cuando sea leve o moderada, la madre no haya presentado síntomas con anterioridad al mismo y se conserve la función ventricular. Por lo general, las pacientes han de someterse a un control estrecho a lo largo de la gestación, en particular las afectadas por insuficiencia mitral, ya que el ventrículo izquierdo tiende a dilatarse conforme avanza el embarazo y podría intensificar el grado de insuficiencia mitral. Puede ser necesario un parto prematuro en pacientes con afectación hemodinámica. Prótesis valvulares El embarazo en mujeres portadoras de una prótesis valvular supone diversos riesgos tanto para la madre como para el feto. El proceso de selección de una prótesis valvular en una mujer en edad de procrear debe incluir una descripción detallada de los riesgos relativos de este tratamiento, de modo que pueda tomar una decisión informada sobre la implantación de una prótesis tisular o mecánica. Las prótesis tisulares tienen una menor capacidad trombógena que las mecánicas, por lo que se relacionan a un número menor de dificultades durante el embarazo, ya que no requieren la administración habitual de warfarina. Su tendencia El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. a la degeneración tras un período promedio de 10 años representa su principal desventaja, ya que obliga a realizar una nueva intervención que se asociará a diversos riesgos y posible mortalidad. Por el contrario, las prótesis mecánicas son más longevas, pero precisan de anticoagulación y se vinculan con una probabilidad mayor de muerte fetal, hemorragia placentaria y trombosis de la prótesis de forma independiente de la anticoagulación seleccionada. Por consiguiente, existe una relación riesgo- beneficio específica, diferente para cada tipo de válvula; las opciones existentes se describen a continuación. Prótesis tisulares Las clases más frecuentes de válvulas tisulares utilizadas en la actualidad son las válvulas porcinas o pericárdicas. En pacientes que conservan el ritmo sinusal, estas válvulas permiten prescindir de la warfarina, si bien muchos sujetos han de tomar ácido acetilsalicílico infantil (81 mg) a diario. Estas válvulas son susceptibles de degeneración estructural y calcificación, las cuales se producen con una rapidez mayor en pacientes más jóvenes. Por otra parte, las prótesis mitrales tienden a degenerar con mayor rapidez que las aórticas. Algunos indicios disponibles hacen pensar que el embarazo podría acelerar la dehiscencia valvular; este dato no disfruta de aceptación general, y una serie extensa no ha detectado ninguna diferencia en la tasa de degeneración estructural de la válvula en mujeres jóvenes que tuvieron un embarazo en comparación con las que no lo tuvieron.23 No obstante, las válvulas tisulares degeneran y obligan a realizar una segunda intervención en la que el riesgo quirúrgico suele ser mayor que el asociado a la primera. En algunas cohortes, la mortalidad de la segunda intervención de sustitución de la prótesis ha alcanzado un 6%, y se debe recordar que si la muerte tuviera lugar tras un embarazo satisfactorio, el niño de corta edad perdería a su madre. En consecuencia, al asesorar a las mujeres en edad de procrear acerca de la selección de una válvula, se deben revisar los resultados quirúrgicos del centro en el que se realizará la intervención. Estos datos pueden mostrar una variabilidad considerable en función del volumen de intervenciones y la experiencia del equipo encargado de las mismas. La utilización de homoinjertos presenta imas limitaciones similares de degeneración estructural y necesidad de una nueva intervención. La intervención de Ross, en la que un autoinjerto de la válvula pulmonar se coloca en posición aórtica y una prótesis tisular (por lo general, de origen porcino) se implanta en posición pulmonar, se ha asociado a resultados favorables en el embarazo en pacientes con índices hemodinámicos adecuados. No obstante, la intervención de Ross sustituye un problema valvular por dos, y en última instancia será preciso reemplazar la prótesis tisular además de la aórtica. Prótesis mecánicas y tratam iento anticoagulante El abordaje médico-terapéutico a emplear en una mujer embarazada portadora de una prótesis valvular mecánica es objeto de controversia y no existe un acuerdo general al respecto. No existe ninguna estrategia perfecta y cada modalidad se asocia a ciertos riesgos para la madre y/o el feto. Se deben explicar los posibles riesgos a la paciente antes de adoptar ningún abordaje. La sangre de la madre muestra propensión a la trom- bogenia durante la gestación debido al aumento de la concentración de factores de coagulación y la capacidad de adhesión de los trombocitos junto a la disminución de la fibrinólisis. Estos cambios en los parámetros de coagulación contribuyen a un riesgo significativo de trombosis en las válvulas maternas y de tromboembolia. La magnitud del riesgo materno depende de la válvula que está afectada (la válvula de disco angulado en posición mitral es la más problemática) y del régimen de anticoagulación elegido, junto con la calidad del control de la anticoagulación. Con todos los regímenes anticoagulantes, la adición de bajas dosis de ácido acetil salicílico, 75-162 mg/día, puede conferir un beneficio materno adicional, pero los datos son escasos. Todos los regímenes anticoagulantes, a pesar de lo cuidadoso de su control, comportan un mayor riesgo para el feto por la posibilidad de complicaciones hemorrágicas que incluyen hemorragias placentarias, abortos y muertes fetales. Todas las madres con prótesis mecánicas son mejor tratadas por un equipo multidisciplinario en un centro que tenga formación y experiencia en el tratamiento de cardiopatías complejas y gestaciones. H eparina no fraccionada La heparina no fraccionada es una molécula de gran tamaño que no © atraviesa la barrera placentaria ni origina anomalías congénitas en el feto. Sin embargo, el control analítico del tiempo de tromboplastina parcial activado (TTPa) entraña diversas complicaciones, lo que se debe en parte a la variabilidadobservada en la respuesta a las dosis estanda rizadas y al amplio abanico de reactivos empleados para controlar las dosis. El índice TTPa debe mantenerse a nivel del intervalo medio pos tinyección o al menos en 2, o a nivel del antifactor Xa (anti-Xa) de 0,35 a 0,7 unidades/ml.24 La heparina no fraccionada se ha utilizado por vía subcutánea e intravenosa y, a menudo, se instaura a lo largo del primer trimestre gestacional tras realizar el diagnóstico de embarazo, con el fin de minimizar la exposición fetal a warfarina durante el período crítico de embriogenia. Por lo general, el tratamiento se m antiene hasta la semana 13 o 14 del embarazo, momento en el que la embriogenia fetal ha finalizado, y a continuación se sustituye por warfarina. Algunos médicos mantienen la heparina a lo largo de la gestación para evitar cualquier exposición del feto a la warfarina, aunque la heparina no fraccionada es un anticoagulante poco eficaz en el embarazo. Estudios en los que se han comparado distintos abordajes de anticoagulación han demostrado que la mayor parte de las complicaciones maternas (p. ej., trombosis valvular, accidente cerebrovascular, muerte) tienen lugar mientras las madres reciben heparina. Un metaanálisis de Chan et al.25 ha demos trado que el uso precoz de heparina en el primer trimestre prácticamente eliminaba el riesgo de embriopatía fetal, pero más que duplicaba el riesgo de trombosis valvular materna, que se producía con una frecuencia del 9% en comparación con el 3,9% con los anticoagulantes orales. Cuando se utilizaba heparina a lo largo de la gestación, el riesgo de trombosis valvular aumentaba hasta el 33%. H eparina de bajo peso m olecu lar La heparina de bajo peso molecular es una atractiva alternativa para la heparina no fraccionada por su facilidad de uso y superior biodis- ponibilidad. No atraviesa la placenta, de forma que no produce embrio- patías. Se han descrito, sin embargo, fallecimientos matemos con su uso, habitualmente asociados a trombosis valvular. Un estudio retrospectivo ha revisado las series publicadas con utilización de heparina de bajo peso molecular entre 1989 y 2004.26 Este estudio revisó datos de 74 mujeres con 81 gestaciones, la mayor parte de las cuales portaba prótesis mitral. Se produjo tromboembolia en 10 de las 81 gestaciones (12%) y todas las pacientes tenían prótesis mitral. La heparina de bajo peso molecular se utilizó en 60 gestaciones; en 21 de ellas se utilizó solo en el primer trimestre y nuevamente a término. En 51 gestaciones se monitorizaron los niveles de anti-Xa y en 30 gestaciones se empleó una dosis fija. Todas las 10 pacientes con tromboembolia estuvieron recibiendo heparina a lo largo de toda la gestación, y 9 de ellas, siguiendo un régimen de dosis fija. Estudios recientes han resaltado la importancia de evitar un régimen de heparina basado en el peso y recomiendan, en su lugar, una optimi zación de la anticoagulación mediante la monitorización de los niveles anti-Xa. Sin embargo, este abordaje también es problemático, porque las dosis requeridas cambian espectacularmente a lo largo de la gestación debido a los cambios del aclaramiento renal y el volumen plasmático. Los datos aún son limitados respecto a los niveles de anti-Xa óptimos, el momento de su medición (pico frente a niveles promediados o ambos) y la frecuencia de los mismos. Incluso con una monitorización cuidadosa y frecuente se producen aún trombosis valvulares, con un riesgo hasta del 17% en algunas series contemporáneas.27'29 Aunque una anticoagulación y cumplimiento subóptimos pueden haber contribuido a la trombosis valvular en algunos casos, esta no es la única explicación, y se han descrito tanto trombosis valvular como fallecimiento materno a pesar de niveles anti-Xa terapéuticos.311 Si se utiliza una heparina de bajo peso molecular, debe administrarse por vía subcutánea cada 12 h y ajustar la dosis de forma que el nivel de anti-Xa durante 4 h después de la inyección se mantenga en aproximadamente 1-1,2 unidades/ml, quizá con mediciones semanales.31 Los niveles de anti-Xa preinyección pueden encontrarse aún subterapéuticos cuando el nivel postinyección se halla entre 0,8 y 1,2 unidades/ml.32 Sin embargo, no se han llevado a cabo grandes ensayos clínicos prospectivos que confirmen la utilidad de la heparina de bajo peso molecular en este contexto, y los estudios realizados se encuentran confinados a pequeños grupos. Por tanto, el uso de la heparina de bajo peso molecular sigue siendo controvertido, sin grandes series prospectivas ni datos basados en la evidencia que apoyen que niveles de anti-Xa deben mantenerse. Hay que suspender el anti-Xa con certeza al menos 36 h antes del parto. Esta precaución resulta particularmente importante si se va a aplicar anestesia epidural, porque su efecto prolongado aumenta 1761 Em b arazo y e n fe rm e d a d e s ca rd io va sc u la re s E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s en po b l a c io n es e sp e c ia l e s el riesgo de un hematoma espinal. Se puede sustituir la heparina no fraccionada en tom o al momento del parto, porque puede aplicarse y suspenderse de forma brusca. Hay que volver a administrar la heparina no fraccionada tan pronto como sea posible tras un parto en ausencia de complicaciones hemorrágicas. W arfarina La exposición fetal a warfarina a lo largo del primer trimestre gestacional puede asociarse a una embriopatía fetal. En su forma más leve puede dar lugar a condrodisplasia punteada, si bien en sus variantes más graves las características patológicas incluyen hipoplasia nasal, atrofia óptica y retraso mental. El riesgo publicado de embriopatía presenta una notable variabilidad, aunque podría situarse alrededor del 6 %. La instauración de un tratamiento con heparina antes de la sexta semana de gestación puede reducir esta cifra, aunque supone un riesgo más alto de trombosis valvular en la madre. De igual forma, warfarina parece incrementar los riesgos de muerte fetal y aborto espontáneo. El riesgo de embriopatía fetal puede presentar una relación con la dosis, y un trabajo de Vitale et al.33 ha señalado que este riesgo sería muy bajo con una dosis materna de warfarina <5 mg. A la vista de estos datos, se debe individualizar la anticoagulación en las mujeres portadoras de una válvula mecánica. Como la warfarina comporta el mínimo riesgo de trombosis valvular y de fallecimiento maternos, las directrices actuales de la European Society of Cardiology han recomendado el uso de anticoagulantes orales en los trimestres segundo y tercero hasta la semana 36 de ges tación con un estricto control de los valores del cociente internacional normalizado (INR) (p. ej., clase 1C) . 34 Como el riesgo fetal en el primer trimestre parece estar relacionado con la dosis, este grupo recomienda considerar la continuación de los anticoagulantes orales durante el primer trimestre en mujeres cuya dosis de warfarina sea inferior a 5 mg/día (clase Ha C). Estas opciones deben ser expuestas en detalle a la paciente antes de que quede embarazada, no solo por las implicaciones médico- legales, sino para garantizar que comprende todos los riesgos y bene ficios para la madre y el feto. Hasta ahora no hay datos disponibles sobre los nuevos anti-Xa e inhibidores directos de la trombina en las prótesis valvulares. Enferm edades del tejido conectivo La enfermedad más frecuente del tejido conectivo es el síndrome de Marfan, producido por una mutación en el gen FBN-1 que codifica la glucoproteína fibrilina, la cual se hereda siguiendo un patrón autosómico dominante (v. capítulo 57). Es esencial el consejo previo a la gestación, junto con la evaluación genética (v. capítu lo 8 ), para asesorar sobre los riesgos de la transmisión al feto y los riesgos de complicaciones cardiovasculares para la madre. Hay que llevar a cabo una evaluación detallada clínica y ecocardiográfica. Estaevaluación típicamente incluye una valoración por RM o TC de toda la aorta en busca de dilatación o disección aórtica. Se ha sugerido que la gestación suele estar con traindicada si la aorta ascendente tiene un diámetro mayor de 4 cm, 35 aunque la dimensión exacta es aún motivo de debate .36 Parece existir una baja incidencia de complicaciones aórticas durante la gestación si el diámetro de la aorta es inferior a los 4,5 cm; sin embargo, la gestación sí aumenta el riesgo de complicaciones aórticas a largo plazo .37 Debe subrayarse a todas las mujeres con el síndrome de Marfan y a aquellas con una disección aórtica previa que la gestación no es uniformemente segura. Una consideración importante es el área de superficie corporal, en particular en mujeres pequeñas, ya que un índice del diámetro aórtico mayor de 27 mm/m2 se asocia con un alto riesgo de disección y hay que valorar la sustitución profiláctica de la raíz aórtica. Las complicaciones aórticas durante la gestación comportan una tasa de mortalidad materna elevada hasta del 11%. También hay que evaluar problemas cardiovas culares asociados, que incluyen la posibilidad de insuficiencia aórtica y de prolapso de la válvula mitral con insuficiencia asociada. Muchas pacientes ya están en tratamiento con bloqueantes p-adrenérgicos para enlentecer la progresión de la insuficiencia aórtica. Estas medicaciones deben mantenerse durante la gestación si existe cualquier grado de dilatación aórtica. Se recomienda la valoración ecocardiográfica periódica cada 6 - 8 semanas para monitorizar el tamaño de la raíz aórtica de la madre, siendo el intervalo dependiente de los hallazgos ecocardiográficos iniciales. Cualquier dolor torácico debe ser valorado urgentemente para descartar disección. Durante el trabajo del parto y el parto hay que evitar 1762 los empujones, con ayuda para la segunda etapa si resulta necesaria. En las pacientes con una aorta dilatada, el parto debe realizarse en un centro sanitario terciario donde se disponga de experiencia quirúrgica cardiotorácica experta. M iocard iopatía s (V. capítulos 23 ,25 , 65 y 6 6 .) Miocardiopatía dilatada Habitualmente, el embarazo está contraindicado en pacientes afectadas por una miocardiopatía dilatada idiopática y una fracción de eyección menor del 40%.38 Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA) están contraindicados en el embarazo, por lo que se debe valorar la función ventricular en ausencia de estos fármacos. Las pacientes han de someterse a un estudio ecocardiográfico detallado con anterioridad al embarazo. De igual manera, las pruebas de esfuerzo pueden ser de interés, ya que es posible que las mujeres con fracciones de expulsión del 40 o el 50% no toleren bien la gestación cuando su capacidad aeróbica funcional sea baja. Las pacientes sintomáticas que queden embarazadas pueden requerir hidralacina para la reducción de la poscarga, reposo en cama y diuréticos en dosis bajas para evitar una insuficiencia cardíaca. Puede tam bién resultar necesario un parto precoz. En un estudio de 36 gestaciones de 32 mujeres con miocardiopatía dilatada, 14 de las 36 gestaciones (39%) se complicaron con al menos un episodio cardíaco materno.39 La disfunción del ventrículo izquierdo de moderada a grave fue el principal determinante de los resultados cardíacos matemos adversos, y la supervivencia a 16 meses libre de episodios fue peor en las mujeres gestantes que en las no gestantes. Miocardiopatía periparto La miocardiopatía periparto (MCPP) es una enfermedad de riesgo vital que se asocia a disfunción ventricular izquierda que se produce durante los últimos meses de gestación o en los 5 primeros meses tras el parto en mujeres previamente sanas. Con frecuencia existe incertidumbre sobre si los casos cumplen los criterios diagnósticos o si la enfermedad representa una miocardiopatía preexistente que se hizo evidente durante el emba razo. Los estudios de imagen cardíaca (habitualmente la ecocardiografía transtorácica) son esenciales para establecer el diagnóstico. La incidencia exacta de la MCPP resulta desconocida, pero parece ser de aproximadamente 1 de cada 2.500 a 1 de cada 4.000 en EE. UU., y de alrededor de 1 de cada 300 en Haití.40 La mayor incidencia en algunos países sugiere la influencia de factores de riesgo medioambientales o de una mutación genética común. Entre los factores de riesgo conocidos se incluyen multiparidad, raza negra, edad materna avanzada y, en particular, preeclampsia. En un estudio retrospectivo de 123 mujeres con MCPP, 41 se obtuvo una historia previa de hipertensión en el 43% de las pacientes, y hubo gestación gemelar en el 13%. En consistencia con estudios previos, la mayoría de las pacientes (75%) debutaba en el primer mes posparto, lo que quizá sugiere una causa autoinmune más que una miocardiopatía preexistente exacerbada por la gestación. Se conoce poco de la etiología y la fisiopatología, pero la inflamación puede tener un papel, porque los marcadores séricos de inflamación (proteína C reactiva, interferón 7 [IFN-'y] e interleucina 6 ) se encuentran elevados en muchas pacientes. Procesos autoinmunes, apoptosis y disfunción endotelial también desempeñan un papel. Estudios recientes sugieren que la MCPP es una enfermedad vascular, con un desequilibrio angiógeno cardíaco y un exceso de señalización antiangiógena que se acentúa por la preeclampsia. La placenta al final de la gestación secreta inhibidores del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), como el F Itl soluble (sFItl), y los niveles plasmáti cos de sFItl se han mostrado anómalamente elevados en mujeres con M CPP Además, la preeclampsia y las gestaciones múltiples también se caracterizan por una marcada elevación de los niveles de sFItl, lo que podría explicar por qué son factores de riesgo importantes para el desarrollo de MCPP La susceptibilidad de la huésped con unas defensas proangiógenas locales inadecuadas en el corazón también podría ser un factor contribuyente, y modelos animales han demostrado el rescate de la miocardiopatía mediante tratamientos proangiógenos.42 Otros estudios sugieren que un estrés oxidativo periparto desequili brado conduce a la escisión proteolítica de la hormona prolactina, con la formación resultante de una subforma de 16 kDa que es un potente agente antiangiógeno, proapoptósico y proinflamatorio. 43 Estos efectos pueden llevar a la enfermedad al afectar al endotelio, así como a la vas culatura cardíaca y a la función de los miocitos cardíacos. Esta hipótesis El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. ha llevado a la potencia estrategia terapéutica del bloqueo de la prolactina con bromocriptina, un agonista del receptor de dopamina D2. Se ha demostrado que este tratamiento previene la enfermedad en modelos en animales de experimentación y parece lograr buenos resultados en pequeños estudios pilotos respecto a la prevención y el tratamiento de las pacientes.44,45 Sin embargo, como la prolactina actúa como un «barredora» de la trombina, su eliminación por la bromocriptina puede aumentar los riesgos de tromboembolia, por lo que se ha recomendado la anticoagu lación concomitante con heparina.45 Se necesitan estudios aleatorizados para establecer estrategias de tratamiento seguras y efectivas. En otros aspectos, el tratamiento de la MCPP es el mismo que para otras formas de insuficiencia cardíaca congestiva (v. capítulo 25), exceptuando que los inhibidores de la ECA y los agentes bloqueantes del receptor de angiotensina están contraindicados en la gestación. Es importante la restricción de sodio y líquidos. Se han utilizado hidralacina, (3-bloqueantes y digoxina, y resultan seguros, y los diuréticos pueden reducir la precarga y aliviar los síntomas, aunque potencialmente redu cen el flujo sanguíneo placentario y, por tanto, deben emplearse con precaución.46 Los antagonistas de la aldosterona puedentener efectos antiandrógenos sobre el feto y deben evitarse. Los nitratos y los agentes inotrópicos también pueden resultar necesarios en los casos más graves. Son frecuentes los trombos intracardíacos y las embolias, y hay que considerar la anticoagulación con heparina de pacientes con una fracción de eyección inferior al 35%. Puede resultar necesario el parto prematuro en las mujeres que precisen hospitalización por insuficiencia cardíaca, pero el momento y el modo del parto dependen del estado clínico de la madre. El parto por cesárea es la modalidad de elección en pacientes ines tables hemodinámicamente. Puede ser necesario un soporte circulatorio temporal, con una bomba balón intraaórtica o con un dispositivo de ayuda al ventrículo izquierdo, o la oxigenación a través de una mem brana extracorpórea en aquellas pacientes con shock cardiógeno. Hay que considerar el trasplante cardíaco en aquellos casos refractarios al soporte circulatorio mecánico. El papel de la biopsia endomiocárdica es controvertido, porque se carece de una clasificación histológica que confirme el diagnóstico. Se puede con siderar y llevar a cabo dicho procedimiento por médicos intervencionistas que tengan experiencia considerable. Se puede plantear un tratamiento inmunodepresor en los pacientes con miocarditis demostrada. La función ventricular se normaliza en alrededor del 23-54% de las pacientes con MCPP47 y este fenómeno es más probable en aquellas con una fracción de eyección mayor del 30% en el diagnóstico. La mayoría de los médicos desaconseja un segundo embarazo, incluso en mujeres con normalización de la función ventricular, puesto que la MCPP recidiva aproximadamente en el 30% de los casos.48 Esta recurrencia puede pro vocar un deterioro clínico significativo e, incluso, la muerte.46 Miocardiopatía hipertrófica La miocardiopatía hipertrófica cursa con un amplio abanico de anomalías anatómicas y hemodinámicas, como obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo, insuficiencia mitral, arritmias y disfunción diastólica. Algunas pacientes están asintomáticas con alteraciones hemodinámicas de escasa relevancia, mientras que otras presentan limitaciones funcio nales notables con cambios hemodinámicos acusados. Se deben obtener los antecedentes personales, revisar los antecedentes familiares y efectuar un ecocardiograma, una prueba de esfuerzo y un ecocardiograma trans torácico antes de valorar la conveniencia de un embarazo. Los futuros padres han de conocer el patrón de herencia autosómica dominante con una penetrancia variable. En la actualidad, se han identificado más de 200 mutaciones genéticas y se recomiendan tanto el asesoramiento genético como el cribado familiar con anterioridad al embarazo. La tolerancia al embarazo es buena en la mayor parte de las mujeres afectadas por una miocardiopatía hipertrófica. La disminución de la pos- carga que podría acentuar el gradiente del tracto de salida se compensa en gran medida a través del aumento del volumen plasmático materno. Se pueden administrar a lo largo de toda la gestación ciertos fármacos, como los (3-bloqueantes, que alivian la obstrucción del tracto de salida, aunque podría ser necesario incrementar las dosis. Las pacientes que presenten síntomas relevantes antes de quedar embarazadas (los cuales se relacionan normalmente con una obstrucción grave del tracto de salida del ventrículo izquierdo) podrían mostrar una evolución desfavorable y desarrollar inestabilidad hemodinámica. Los síntomas más frecuentes son las palpitaciones, la angina y la disnea. En un análisis de 127 mujeres © y 271 gestaciones, 36 pacientes (28,3%) refirieron síntomas cardíacos y el 90% estaba sintomático con anterioridad al embarazo.49 Dos mujeres presentaron insuficiencia cardíaca después del parto, aunque no se regis tró ninguna muerte materna. No obstante, se han descrito fallecimientos producidos por arritmias durante el embarazo La administración de diuréticos en dosis bajas puede resultar de utilidad frente a la insuficiencia cardíaca en el embarazo, aunque es preciso no reducir excesivamen te el volumen ni acentuar el gradiente del tracto de salida ventricular izquierdo. El control de la paciente se debe intensificar durante el parto. Se deben evitar la anestesia epidural y el bloqueo raquídeo en pacientes con hipotensión y se deben reponer sin demora las pérdidas de sangre. Se recomienda evitar la maniobra de Valsalva y facilitar la segunda etapa en función de las necesidades de la paciente. La cesárea únicamente está indicada por motivos ginecológicos. Enferm edad arterial coronaria La enfermedad arterial coronaria (v. capítulos 51 a 55) constituye una entidad poco frecuente en mujeres en edad de procrear, aunque puede afectar a este grupo, en especial en diabéticas y fumadoras. El infarto agudo de miocardio es poco frecuente, pero, con el aumento de la edad materna y el creciente número de mujeres de alto riesgo gestantes, la inci dencia está incrementándose. Cuando se produce, la gestación aumenta la tasa de mortalidad materna hasta un 5-10% estimado. La causa más frecuente es la disección de una arteria coronaria,50 y la localización más habitual es la arteria coronaria descendente anterior izquierda. Tiende a producirse más habitualmente en un momento alrededor del parto o durante el período posparto, y puede estar relacionado con la presencia de hipertensión y también con la síntesis alterada de elastina y colágeno inducida por los cambios hormonales de la gestación. Cuando se produce un síndrome coronario agudo, hay que remitir inmediatamente a la paciente a un centro sanitario experimentado para una angiografía diagnóstica con la posibilidad de intervención y derivación coronaria percutánea.34 Esta estrategia de tratamiento resulta preferible a la trombólisis, debido a la mayor probabilidad de disección coronaria durante la gestación. El activador del plasminógeno tisular no atraviesa la placenta, pero puede producir una hemorragia placentaria, por lo que debe evitarse salvo en situaciones de riesgo vital. Las deriva ciones liberadoras de fármacos requieren un tratamiento antiplaquetario dual prolongado y deben evitarse. Los datos sobre el clopidogrel son limitados, de forma que este agente solo debe utilizarse cuando sea absolutamente necesario (p. ej., tras una derivación) y durante el menor tiempo posible. Un estudio poblacional estadounidense31 ha descrito 44 muertes por infarto agudo de miocardio de 2000 a 2002 y una tasa de mortalidad del 5,1%. La probabilidad de esta entidad fue 30 veces mayor en mujeres de más de 40 años de edad que en aquellas menores de 20 años. La probabilidad fue cinco veces mayor en mujeres afroamericanas de edad > 35 años de edad. Igualmente, la formación de trombos puede aparecer en ausencia de enfermedad ateroesclerótica, lo que podría ser consecuencia de la diátesis trombótica asociada al embarazo. H ipertensión La hipertensión (v. capítulos 43 y 44) es el problema médico más habitual durante la gestación y es un contribuyente bien conocido a la morbilidad y mortalidad maternas. La definición está basada en valores de presión sanguínea sistólica absoluta mayores de 140 mmHg o de valores dias- tólicos superiores a 90 mmHg. Los diferentes tipos de hipertensión que se ven en la gestación están definidos en la tabla 78-3.52 La hipertensión de la gestación se diferencia de la preeclampsia por la ausencia de proteinu ria. Sin embargo, aproximadamente el 50% de las pacientes desarrollará preeclampsia, de forma que se requiere una monitorización estrecha. Se desarrolla aproximadamente en el 25% de las pacientes con hipertensión crónica. La preeclampsia es un desarrollo más preocupante y tiende a producirse más habitualmente en mujeres primíparas y en aquellas con gestaciones gemelares y diabetes. La hipertensión franca, cuando aparece, no se suele desarrollar hasta la segunda mitad de la gestación, acompaña da de
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