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Enfermedades reumáticas y el sistema cardiovascular Justin C. Mason Introducción, 1843 Anomalías de la conducción cardíaca, 1855 Fármacos antirreum áticos y enfermedad Vasculitis, 1846 Hipertensión arterial pulmonar, 1856 cardiovascular, 1859 Pericarditis y m iocarditis, 1853 Trombosis en las enfermedades Perspectivas futuras, 1861 Valvulopatías cardíacas, 1855 reumáticas, 1858 Bibliografía, 1861 INTRODUCCIÓ N La relación existente entre las enfermedades reumáticas inflamatorias y el sistema cardiovascular se conoce desde hace mucho tiempo. Al haber mejorado notablemente a lo largo de los últimos 15 años el tratamiento de muchas enfermedades reumáticas, así como la supervivencia a las mismas, la importancia y la complejidad de estas interrelaciones han ido adquiriendo cada vez más relevancia. En algunas ocasiones, los pacientes con enfermedades reumáticas multisistémicas son evaluados inicialmente por un especialista en enfermedades cardiovasculares, un cardiólogo, o un cirujano vascular o torácico, y la detección precoz del origen inmunitario de la enfermedad cardiovascular contribuye a reducir la morbilidad y mortalidad. El sistema vascular constituye un órgano diana primario para la enfermedad reumática subyacente, y puede verse afectado en diferentes localizaciones y grados. Así, las vasculitis de los grandes vasos pueden afectar a la pared completa de la arteria aorta. La esclerosis sis témica (ES) suele originar una vasculopatía de la arteria pulmonar, así como hipertensión de la arteria pulmonar (HAP). Las vasculitis sistémicas asociadas a anticuerpos frente a citoplasma de neutrófilos (ANCA; VSAA) afectan principalmente a las arteriolas. El síndrome antifosfolipídico (SAF) provoca tanto trombosis venosas como arteriales. Entre las com plicaciones cardíacas del lupus eritematoso sistémico (LES) se encuen tran la arteritis coronaria, la pericarditis, la miocarditis y las valvulopatías cardíacas. Una de las manifestaciones de la arteritis de Takayasu (AT), que induce hipertensión no controlable, es la estenosis arterial renal, y los pacientes con AT y arteritis de células gigantes (ACG) pueden desa rrollar lesiones oclusivas en las arterias subclavias, axilares o ilíacas, que pueden dar lugar a claudicación de las extremidades. Las enfermedades reumáticas ejercen también importantes efectos secundarios sobre el sistema cardiovascular. La inflamación sistémica crónica predispone a padecer trastornos endoteliales y aumenta la rigidez arterial, lo que incrementa el riesgo de desarrollo de ateroesclerosis. Los especialistas en enfermedades cardiovasculares son cada día más conscientes del aumento de la prevalencia de los infartos de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares a edades tempranas en pacientes aquejados de artritis reumatoide (AR) y LES. Quedan muchos aspectos clínicos por mejorar, entre los que destacan la identificación y diagnóstico precoces de los pacientes con enfermedad reumática que presentan mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares, así como una mejor comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes y el desarrollo de estrategias de prevención. Ateroesclerosis acelerada en las enferm edades reum áticas El esclarecimiento del papel que desempeña la inflamación en la ateroes clerosis ha puesto de manifiesto la importancia de la posible relación entre las enfermedades inflamatorias sistémicas y la ateroesclerosis acelerada, y fomentado su estudio. Gracias a estos esfuerzos, nuestros conocimientos de los mecanismos patogénicos subyacentes, así como de la epidemiología, han aumentado considerablemente. Entre las prio ridades actuales figuran la identificación de los pacientes que presentan mayor riesgo y el desarrollo de estrategias terapéuticas de prevención.1 La evidencia de una asociación entre las enfermedades inflamatorias y la ateroesclerosis acelerada está bien documentada en los casos de AR y LES. Además, tanto la espondilitis anquilosante como la artritis psoriá- sica, las VSAA, la AT y el SAF pueden estar asociadas con ateroesclerosis prematura. Los especialistas en enfermedades cardiovasculares deben © 2016. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos considerar siempre la posible existencia de una enfermedad inflamatoria subyacente ante una angina, un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular en un paciente joven no explicable por otros motivos. Los pacientes con enfermedades reumáticas que sufren un infarto de miocardio presentan peor pronóstico que la población general ajustada por edad en lo que respecta al desarrollo de insuficiencia cardíaca y a la mortalidad.2 Alteraciones endoteliales y lesión vascular Los mecanismos homeostáticos promueven la existencia de un endotelio vascular sin turbulencias, antitrombótico y antiadherente, y controlan la vasodilatación y la permeabilidad (v. capítu los 41 y 49). La infla mación sistémica de larga duración, como la que se produce en la AR y el LES, puede inducir lesiones del endotelio, aumento de la apoptosis celular en el mismo y alteraciones de los mecanismos de vasodilatación endoteliales. Los factores de riesgo tradicionales no explican por sí solos esta mayor actividad ateroesclerótica, pero es posible que la inflamación exacerbe los efectos de estos factores de riesgo clásicos.3 Al compararlos con la población general, los pacientes con enfermedades inflamatorias sis témicas suelen mostrar alteraciones endoteliales y mayor rigidez aórtica. Aunque los resultados varían entre los diferentes estudios, es posible que el tratamiento eficaz de la inflamación subyacente no siempre solucione la alteración endotelial o mejore la elasticidad aórtica.4,5 Esta observación ha conducido a la hipótesis de que un entorno inflamatorio sistémico puede predisponer a la inestabilidad y rotura de la placa, una conjetura que corrobora un estudio post mortem.6 Debido a este hecho, es posible que la mayor incidencia de acontecimientos cardiovasculares prematuros observada sea debida tanto a una aterogenia acelerada como a unas placas con mayor riesgo de rotura. El aumento del riesgo de enfermedad ateroesclerótica y acontecimien tos cardiovasculares es debido a varios mecanismos moleculares. Además de los factores de riesgo cardiovascular clásicos, otros factores relacionados con la enfermedad que pueden aumentar también el riesgo son los efectos de las citocinas proinflamatorias factor de necrosis tumoral a (TNF-a), interleucina 1 (IL-1) e IL-6 sobre la activación endotelial, la adherencia leucocítica, las lesiones endoteliales y la permeabilidad. El mayor grado de apoptosis de las células endoteliales y una menor capacidad de reparación también pueden tener importancia, así como los autoanticuerpos (p. ej., anticuerpos antifosfolipídicos), las células citotóxicas CD4+CD28~, el dese quilibrio Thl7/TREG, el déficit o activación excesiva del complemento, los polimorfismos genéticos y los efectos adversos de algunos medicamentos, como los corticoesteroides y la ciclosporina.2,7 A rtritis reumatoide La AR es una poliartritis inflamatoria simétrica, de origen autoinmuni- tario, tres veces más frecuente en las mujeres que en los hombres, que afecta hasta a un 1% de la población en los países occidentales, y cuyos síntomas suelen aparecer entre los 30 y los 50 años. Hasta un 80% de los pacientes presentan resultados positivos en las pruebas de detección en suero de factor reumatoide y/o de anticuerpos frente a péptidos cíclicos citrulinados (PCC). La respuesta inflamatoria sistémica es notoria, y va acompañada de febrícula, pérdida de peso, aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG) y de la concentración de proteína C reactiva (CRP), hipoalbuminemia, anemia normocítica y normocrómica, y trombocitosis. E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s Enfermedad ateroesclerótica en la artritisreumatoide En diversos estudios se ha puesto de manifiesto una enfermedad arterial subclínica con aumento del espesor intima-media carotídeo (EIM) y desarrollo precoz de placas. Aunque la AR aumenta de manera inde pendiente el riesgo de ateroesclerosis, aún no se conocen con detalle los mecanismos que relacionan la AR con la aterogenia. De la misma manera, también es preciso esclarecer cuáles son los mecanismos y las consecuencias a largo plazo de las anomalías de la perfusión miocárdica y de la reserva del flujo coronario que se han observado en pacientes con AR y arterias epicárdicas normales.8 Un estudio reciente acerca del funcionamiento micro- y macrovascular en la AR sugiere que los factores de riesgo cardiovascular clásicos pueden influir en el funcionamiento endotelial en mayor medida que la inflamación propia de la enferme dad. 9 Las anomalías iniciales de la función vascular pueden aparecer al comienzo de los síntomas de AR o con anterioridad a los mismos. El efecto directo de la inflamación crónica sobre el endotelio vascular puede inducir aterogenia por sí solo, además de promover la acción de los factores de riesgo cardiovascular tradicionales. Además, el entorno inflamatorio sistémico puede contribuir a que las placas y la sangre adquieran las características que inducen acontecimientos cardiovas culares en pacientes con AR. Los factores de riesgo clásicos de ateroesclerosis son más prominentes en los pacientes con AR. El tabaquismo está asociado tanto al riesgo cardiovascular como al desarrollo de AR. De la misma forma, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico son más frecuentes en individuos con AR. Estos pacientes pueden presentar un patrón dislipidémico espe cial, consistente en una elevación de la concentración de triglicéridos asociada a niveles bajos del colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y de baja densidad (LDL) . 7 El riesgo de infarto de miocardio en individuos con AR es parecido al de los que padecen diabetes mellitus, 10 y las mujeres con AR presentan un riesgo de sufrir infarto de miocardio doble al de un grupo control ajustado por edad. Aunque la mortalidad por ataque cardíaco y por accidente cerebrovascular es parecida a la de la población general, estos acontecimientos se presentan a edades más tempranas, siendo el 50% de los fallecimientos prematuros de pacientes con AR consecuencia directa de alguna enfermedad cardiovascular. Esta mortalidad excesiva se detecta transcurridos entre 7 y 10 años tras el diag nóstico inicial, y se ha asociado a actividad persistente de la enfermedad y a la presencia de factor reumatoide y anticuerpos anti-PCC. Los datos de que disponemos sugieren que los pacientes con AR que sufren un infarto de miocardio tienen menor probabilidad de ser tratados mediante técnicas de reperfusión aguda y medidas preventivas secundarias, por lo que presentan peor pronóstico.11 Tratamiento El tratamiento farmacológico de la AR ha evolucionado notablemente a lo largo de los últimos 15 años, estando centrado, en la actualidad, en las terapias biológicas y en el abordaje agresivo del mismo en fases tempranas de la enfermedad. Los ensayos clínicos han demostrado que, de esta manera, se reducen los síntomas y las lesiones estructurales de las articulaciones. Sin embargo, sigue sin saberse con certeza si los fármacos para controlar la sinovitis ejercen también una acción protectora vascular. En la actualidad, el metotrexato es el fármaco antirreumático modifi cador de la enfermedad (FARME) más utilizado y, desde que se comen zó a utilizar, la mortalidad por infarto de miocardio en pacientes con AR se ha reducido. Los mismos efectos se han observado en los casos de la sulfasalacina y la hidroxicloroquina. Los pacientes que no responden adecuadamente a los FARME deben ser tratados mediante terapias biológicas. Entre los fármacos utilizados en las mismas se encuentran los dirigidos frente al TN F-a (infliximab, adalimumab, etanercept, cer- tolizumab y golimumab), al receptor de IL - 6 (tocilizumab) y a CTLA4Ig (abatacept), así como el anticuerpo monoclonal destructor de linfocitos B rituximab. Esta estrategia agresiva modificadora de la enfermedad también permite reducir al mínimo la utilización de fármacos antiin flamatorios no esteroideos (AINE) y la necesidad de administración de corticoesteroides. Los glucocorticoides pueden influir de forma negativa en los factores de riesgo clásicos, como la resistencia a la insulina, la hipertensión y el perfil lipídico, y pueden fomentar la formación de placas carotídeas en la AR. Los AINE, ya sean específicos de la cicloo- xigenasa 2 (COX-2) o no, son eficaces, pero pueden elevar la presión arterial y aumentar la frecuencia de acontecimientos cardiovasculares de naturaleza trombótica, por lo que su uso en pacientes con complica ciones cardiovasculares debidas a una enfermedad inflamatoria se debe hacer con mucha precaución. Pese a todo, parece que la utilización de AINE en pacientes con AR no incrementa el riesgo de acontecimientos cardiovasculares, lo que indica que predominan sus efectos antiin flamatorios.12 La constatación de los posibles efectos beneficiosos de las terapias biológicas requerirá disponer de los resultados de estudios prospectivos a largo plazo (v. más adelante). El T N F-a promueve la activación y disfunción del endotelio vascular, y puede inducir la desestabilización de las placas, por lo que su bloqueo parece una opción terapéutica interesante. De acuerdo con las medidas de dilatación mediada por flujo obtenidas entre 4 y 12 semanas después de la infusión de infliximab, este tratamiento puede mejorar el funcionamiento endotelial, m ien tras que se ha observado que el etanercept reduce la rigidez aórtica. Por el contrario, en un estudio reciente no se ha observado cambio alguno en el funcionamiento macrovascular a los 3 meses del bloqueo del TN F-a , 9 y el tratamiento con infliximab durante 3 años no puso de manifiesto ningún efecto sobre el EIM carotídeo en pacientes con AR comparados con controles. Los datos del British Society of Rheu matology Biologies Register son más alentadores. Pese a que no se ha observado una disminución de la incidencia de infarto de miocardio en pacientes tratados con un antagonista del TN F-a frente a los tra tados con FARME (metotrexato, sulfasalacina e hidroxicloroquina), el infarto fue considerablemente menos frecuente en los pacientes que respondieron al anti-TN F-a que en los que no respondieron . 13 Por tanto, parece que el m antenimiento de un estrecho control sobre la actividad de la AR presenta un efecto beneficioso per se sobre el riesgo de infarto de miocardio. El tratamiento de la artritis debe ir asociado a una meticulosa revisión de los factores de riesgo clásicos, debiendo tomarse las medidas necesarias para modificarlos si es preciso. Aunque nos encontramos a la espera de la publicación de directrices concretas, la mayoría de los reumatólogos son partidarios de asociar al tratamiento una estatina, con objeto de reducir la concentración de colesterol LDL por debajo de los 3,37 mmol/l y aumentar la de colesterol HDL hasta más de 1,04 mmol/l.7 Lupus eritem atoso sistémico El LES, una enfermedad sistémica de origen autoinmunitario, afecta más a mujeres que a hombres, en una proporción de 9:1, y, aunque está presente en todas las razas, es más frecuente entre individuos de origen afrocaribeño, asiático o chino. La prevalencia observada oscila entre 4 y 280 casos por cada 100.000 habitantes. Entre los síntomas constitucionales que se observan en la evaluación inicial se encuentran sudoradón noctur na, letargo, malestar y pérdida de peso. Las características mucocutáneas más frecuentes son el clásico eritema facial en forma de mariposa, las úlceras orales y la alopecia. Los pacientes pueden presentar también serositis, mialgia, artralgia y artropatía no erosiva de Jaccoud. Entre las complicacionesque pueden amenazar la vida del paciente se encuen tran la glomerulonefritis, que puede conducir a insuficiencia renal, la afectación del sistema nervioso central (SNC) con vasculitis cerebral, la neumonitis, el síndrome del pulmón encogido y la hipertensión de la arteria pulmonar (HAP). Entre las manifestaciones hematológicas aparece linfopenia en casi todos los casos, y muchas veces anemia hemolítica, neutropenia y trombocitopenia. Las complicaciones cardíacas del LES son relativamente poco frecuentes, pero pueden aparecer pericarditis, miocarditis, endocarditis, aortitis y arteritis coronaria. La comprensión de la patogenia del LES ha mejorado extraordinariamente en los últimos años. Un defecto en la eliminación de las células apoptóticas origina la exposición de antígenos nucleares a un sistema inmunitario con linfo citos B hiperactivos. La pérdida de la tolerancia inmunitaria da lugar a producción de autoanticuerpos e inmunocomplejos. El depósito de estos últimos en los órganos diana induce la activación del complemento y las lesiones tisulares.14 La mayoría de los pacientes presentan altos títulos de anticuerpos antinucleares y de anticuerpos frente a ADN bicatenario (ADNbc). Estos últimos son más específicos para el diagnóstico del LES, diagnóstico que queda reforzado por la presencia de anticuerpos frente a uno o más de los antígenos nucleares, como Sm, Ro, La y ribonucleoproteína (RNP). La enfermedad activa se caracteriza por la activación del complemento, con el consiguiente consumo de C3 y C4 y la disminución de sus concen traciones plasmáticas. La VSG también se encuentra elevada cuando la 1844 El se vi er . Fo to co pi ar sin au to ri za ci ón es un de lit o. enfermedad presenta actividad, pero es habitual que la concentración de CRP permanezca dentro de los límites de normalidad, excepto en pacientes con serositis o infecciones secundarias. Enfermedad ateroesclerótica en e l lupus eritematoso sistémico En la década de los setenta se describió por vez primera la existencia de una distribución bimodal en la mortalidad por LES. El primer pico iba asociado principalmente con LES activo y complicaciones infeccio sas debidas al tratamiento inmunodepresor, mientras que la mayoría de los fallecimientos reflejados en el segundo pico eran atribuibles a enfermedad arterial coronaria. Desde entonces, diversos estudios han sugerido un riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular entre 2 y 10 veces superior en pacientes con LES en comparación con la población general, riesgo que en algunos estudios ha resultado ser hasta 50 veces mayor. La juventud de los pacientes con LES y enfer medad cardiovascular (el 67% de las mujeres con LES y un episodio de enfermedad cardíaca suelen ser menores de 55 años) sugiere que el LES acelera la enfermedad arterial. En un grupo de 1.249 pacientes diagnosticados por primera vez y seguidos durante 8 años se regis traron 97 acontecimientos vasculares, 31 de ellos como consecuencia de enfermedad ateroesclerótica .15 Aunque parece que el patrón de la enfermedad arterial coronaria en el LES no difiere del normal (fig. 84-1), es posible que la placa presente mayor fragilidad. Los pacientes con LES evolucionan peor tras un infarto de miocardio que la población general ajustada por edad, siendo mayor el riesgo de desarrollo de insuficiencia cardíaca y la mortalidad.2 Esta diferencia puede ser consecuencia de una detección más tardía de la isquemia cardíaca y de la reticencia a aplicar tratamientos agresivos. La hipertensión es frecuente en el LES debido a la presencia de enfer medad renal y a la utilización de glucocorticoides en muchos pacientes. De la misma manera, los pacientes con LES suelen presentar síndrome metabólico, que va asociado a alteraciones renales, altas dosis de corti coesteroides y pertenencia a las etnias coreana o hispánica.16 Los pacientes con LES también presentan anomalías lipídicas, como concentraciones elevadas de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y triglicéridos, colesterol LDL normal o alto y colesterol HDL bajo. Además, en un 45% de los pacientes con LES se detectaron HDL proinflamatorias causantes de un aumento del LDL colesterol modificado oxidativamente, fenómeno que solamente se observó en un 20% de los pacientes con AR y en el 4% de la población general.2,7 En el LES se producen también anticuerpos frente a LDL oxidadas que pueden promover la aterogenia. Tratamiento El LES leve que cursa únicamente con eritema y artralgias se puede tratar con analgésicos simples y AINE, a los que se puede agregar hidroxicloro- quina si es preciso. Cuando los órganos se ven afectados de forma leve a moderada, dando lugar a insuficiencia renal, anomalías hematológicas, miositis, artritis y lesiones cutáneas leves, es preciso administrar además prednisona y, generalmente, un inmunodepresor como azatioprina, micofenolato de mofetilo (MFM) o metotrexato, para controlar mejor la enfermedad y reducir la cantidad necesaria de esferoides. Cuando aparecen complicaciones como miocarditis, cerebritis, hemorragias graves H o glomerulonefritis que supongan una amenaza para la vida del paciente, I el tratamiento de primera línea consiste en ciclofosfamida y corticoes- l L teroides administrados en altas dosis. La nefritis del LES se trata cada vez ™ con más frecuencia con MFM en lugar de ciclofosfamida, dada su parecida jg* eficacia y el riesgo de infertilidad irreversible que conlleva la adminis- ^ tración de ciclofosfamida, que puede llegar a afectar hasta al 50% de los <d pacientes tratados con este fármaco. La mayoría de los reumatólogos considera adecuada la utilización de rituximab para el tratamiento del LES grave, aunque los ensayos clínicos llevados a cabo hasta la fecha v» no corroboran esta opinión; esta contradicción puede ser debida a que o las altas dosis de corticoesteroides que se han administrado en estos E ensayos clínicos pueden haber enmascarado los efectos beneficiosos qj, del rituximab. Se han utilizado varias pautas de administración, entre —■ las que se encuentran diversas asociaciones de rituximab, prednisona y ciclofosfamida. El belimumab es un anticuerpo monoclonal que se une «< al estimulante soluble de los linfocitos B e impide que interaccionen o_ con los receptores de la superficie de los linfocitos B; presenta una ligera actividad modificadora de la enfermedad en pacientes con LES moderado JQ. y sin implicación renal. jg El establecimiento de estrategias eficaces para la prevención de las íu enfermedades cardiovasculares en pacientes con LES requerirá ensayos g clínicos prospectivos a largo plazo con puntos finales cardiovascula- res bien definidos. El tratamiento insuficiente y/o la persistencia de 5" enfermedad activa se han relacionado con aterogenia acelerada. Por ^ tanto, un tratamiento inmunodepresor adecuado para cada individuo debería reducir al mínimo las com plicaciones cardiovasculares. La E . hidroxicloroquina reduce la concentración de colesterol LDL y la mor- Sí talidad debida a complicaciones cardiovasculares en pacientes con LES. También se ha propugnado el tratamiento agresivo de los factores de riesgo tradicionales, incluyendo en el mismo un seguimiento exhaus tivo y un estricto control de la presión arterial. Las estatinas se han utilizado mucho, especialmente en pacientes con problemas renales. D e todas maneras, se debe tener una precaución especial en el caso de pacientes con miositis activa, ya que el tratamiento con estatinas puede exacerbar este trastorno. Los datos clínicos de que disponemos no ponen de m anifiesto que las estatinas ofrezcan una protección significativa frente a la ateroesclerosis durante los primeros 2 -3 años de tratamiento, aunque se debe esperar hasta disponer de resultados a más largo plazo . 14 Ateroesclerosis asociada a otras enferm edades reumáticas La relación entre inflamación crónica y aterogenia implica que muchasenfermedades reumáticas pueden ir asociadas con un mayor y más precoz riesgo cardiovascular (tabla 84-1). Como los datos que apoyan esta hipótesis se han obtenido en estudios relativamente reducidos, nos enfrentam os al reto de determinar: 1 ) qué enferm edades reu máticas plantean un mayor riesgo cardiovascular; 2 ) qué subgrupos de pacientes presentan mayor riesgo, y 3) cuáles son las estrategias preventivas útiles para reducir los acontecimientos cardiovasculares al mínimo. FIGURA 84-1 Ateroesclerosis en el LES. A. RMC transaxial ponderada en T2 de la bifurcación carotídea en la que se aprecia una placa ateroesclerótica (flecha). Se observan el núcleo repleto de lípidos y una caperuza fibrosa, así como señales de calcificación. B. RMC en la que se observan dos cavidades en la última fase tras la inyección de gadolinio. El realce subendocárdico debido al contraste aparece en la región anteroseptal del ventrículo izquierdo (flechas) y se extiende desde la base del corazón hasta la región ventricular media, lo que es compatible con un infarto de miocardio subendocárdico previo. E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s Ateroesclerosis prematura Lupus eritematoso sistémico Artritis reumatoide Espondilitis anquilosante Artritis psoriásica Gota Arteritis de Takayasu Arteritis de células gigantes A rteritis coronaria Lupus eritematoso sistémico Arteritis de Takayasu Enfermedad de Kawasaki Síndrome de Churg-Strauss Poliarteritis nudosa Poliangitis granulomatosa Artritis reumatoide T A B L A 84-1 Afectación de la arteria coronaria y enfermedades reumáticas La espondilitis anquilosante, la artritis psoriásica y la gota también pueden estar asociadas a ateroesclerosis. La hiperuricemia constituye un factor de predicción independiente de enfermedad cardiovascular, y los pacientes con gota suelen presentar hipertensión, hiperlipidemia, obesidad y diabetes mellitus. Muchos de los fármacos utilizados para el tratamiento de las enfermedades cardíacas, entre los que se encuen tran los diuréticos, los p-bloqueantes, y el ácido acetilsalicílico en bajas dosis, pueden incrementar la concentración de ácido úrico en suero. Por el contrario, el losartán, los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (IECA), la atorvastatina y el fenofibrato pueden disminuirla . 17 El alopurinol puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca congestiva y de fallecim ientos asociados a problemas car diovasculares. Se debe procurar que la concentración de ácido úrico en suero de los pacientes con gota perm anezca por debajo de los 0,36 mmol/1, y estos pacientes deben ser asesorados en cuestiones dietéticas y tratados agresivamente en lo que respecta a los factores de riesgo cardiovascular. En una revisión sistemática de artículos sobre enfermedad cardiovas cular en pacientes con artritis psoriásica se han puesto de manifiesto factores tradicionales de riesgo cardiovascular, anomalías endoteliales, rigidez aórtica y ateroesclerosis subclínica. Pese a que se dispone de pocos datos, parece que una supresión adecuada de la actividad de la enfermedad inflamatoria conduce a una mejoría de las anomalías endoteliales y del EIM carotídeo .18 En los pacientes con espondilitis anquilosante se han detectado anomalías del funcionamiento endotelial y aumentos del EIM carotídeo y de la velocidad de la onda de pulso, todos ellos parámetros indicadores de un mayor riesgo de ateroesclero sis.19 La utilización cada vez más extendida de tratamientos anti-TNF-a en estos pacientes debería verse reflejada en los registros biológicos internacionales. VASCULIT IS Las vasculitis, un grupo heterogéneo de enfermedades, plantean un importante reto clínico, tanto desde el punto de vista diagnóstico como terapéutico. Las vasculitis sistémicas primarias se dividen en vasculitis de vasos grandes, medianos y pequeños. Hay una pequeña cantidad de trastornos que no se pueden encuadrar en ninguno de los grupos de esta clasificación, entre los que se encuentran la enfermedad de Beh^et, la policondritis recidivante, las vasculitis primarias del SNC y el síndrome de Cogan.20 Entre los hallazgos histológicos propios de las vasculitis se encuen tran los infiltrados inflamatorios perivasculares que pueden invadir la pared arterial, la necrosis fibrinoide, la trombosis, la fibrosis y la formación de tejido cicatricial. La necrosis fibrinoide es característica de las vasculitis de medianos y pequeños vasos, y afecta típicamente a la capa interna de la túnica media. Entre sus complicaciones se encuen tran la estenosis y las oclusiones, que dan lugar a isquemia, trombosis, formación de aneurismas y hemorragias. Aunque una biopsia es idónea para el establecimiento del diagnóstico, no siempre es posible obtener 1846 el tejido adecuado, o la biopsia arterial puede considerarse una técnica demasiado peligrosa, como ocurre en el caso de pacientes con AT. Por ello, en muchas ocasiones, el diagnóstico ha de establecerse recurriendo a los hallazgos clínicos, a los resultados de laboratorio y a técnicas de imagen. La inmunopatogenia de las vasculitis es compleja, multifactorial y poco conocida. En la poliarteritis nudosa (PAN), o vasculitis reumatoide, el endotelio se puede ver sometido a agresiones mediadas por el sis tema del complemento, como consecuencia del depósito de complejos inmunitarios. En las vasculitis de los medianos y pequeños vasos, los ANCA pueden activar a los neutrófilos, con las consiguientes lesiones endoteliales. Las citocinas proinflamatoriasTNF-a, IL-1 e IL-6 , así como el interferón y (IFN-7 ), pueden activar el endotelio e inducir la expresión de moléculas de adherencia, como la E-selectina, la molécula de adhe rencia de las células vasculares de tipo 1 (VCAM-1) y la molécula de adherencia intercelular de tipo 1 (ICAM-1), lo que promueve la adhesión de los leucocitos y su penetración en los tejidos circundantes a través de las paredes de los vasos. Las enfermedades cardiovasculares no son frecuentes en los pacientes con vasculitis, pero, cuando aparecen, pueden suponer un peligro para la vida del enfermo. Pueden producirse aortitis, hipertensión, arteritis coronaria, valvulopatías cardíacas, pericarditis, miocarditis, anomalías de la conducción, ateroesclerosis acelerada e insuficiencia cardíaca. En esta sección se abordan las vasculitis con que se encuentran los especialistas en enfermedades cardiovasculares con más frecuencia. Vasculitis de los g ran des vasos Arteritis de células g igantes La ACG afecta a las arterias de tamaño mediano y grande. Es propia de personas de más de 50 años, y su incidencia aumenta con la edad. La ACG es especialmente frecuente en el norte de Europa y en la península escandinava; en EE. UU., aparece sobre todo en individuos procedentes de estas zonas. La ACG afecta típicamente a las ramas extracraneales de la aorta y, además de las arterias temporales, pueden estar también impli cadas las arterias subclavias y axilares, la aorta torácica y, en ocasiones, las arterias ilíacas y femorales. Las características clínicas consisten en fiebre, pérdida de peso, malestar, cefaleas, engrosamiento de la arteria temporal con atenuación del pulso, hipersensibilidad del cuero cabe lludo y claudicación mandibular. La complicación más temible es la neuropatía isquémica óptica anterior (NIOA), que puede manifestarse como amaurosis fugaz o como una súbita pérdida de visión permanente. Hasta un 25% de los pacientes presentan inicialmente afectación sis témica en ausencia del signo clásico de dolor e implicación de la arteria temporal. La tomografía por emisión de positrones con 18F-fluorodesoxi- glucosa (FDG-PET) ha confirmado los hallazgos previos obtenidos en las autopsias, mostrando la presencia de una extensa arteritis con aumento de la captación de FDG en las arterias aorta, subclavias e ilíacas en másdel 50% de los pacientes. Patogenia En el estudio histopatológico se observa una fragmentación localizada de la lámina elástica interna íntimamente asociada a un infiltrado inflamato rio en el que predominan los linfocitos T CD4+ productores de IFN - 7 y los monodtos/macrófagos, y en el que aparecen de forma ocasional células gigantes multinucleares características. En estudios recientes se ha demos trado que la inflamación de la pared arterial es iniciada por las células dendríticas CD83+ activadas, que se localizan en los mismos lugares que los linfocitos T activados. La síntesis local de factores de crecimiento, como el factor de crecimiento derivado de plaquetas, da lugar a la proliferación concéntrica de células musculares lisas y a la oclusión de la luz arterial (fig. 84-2). En algunas ocasiones, la liberación de metaloproteinasas de matriz y la producción de derivados reactivos del oxígeno inducen lesiones de la pared arterial y formación de aneurismas. Diagnóstico El diagnóstico definitivo se obtiene mediante biopsia, cuya realización debe ser considerada en todos los casos. Sin embargo, el hecho de que la biopsia sea necesaria no debe retrasar el tratamiento. La biopsia de la arteria temporal da lugar a resultados positivos hasta en el 80% de los pacientes. Recientem ente, la atención se ha dirigido hacia la ecografía de la arteria temporal, que puede poner de manifiesto un signo característico en forma de halo con engrosamiento concéntrico y homogéneo de la pared arterial, y señales de alteraciones del flujo y estenosis (v. fig. 84-2). El se vi er . Fo to co pi ar sin au to ri za ci ón es un de lit o. FIGURA 84-2 ACG. A. Biopsia de arteria temporal teñida con hematoxilina-eosina en la que se aprecian proliferación miofibroblástica y oclusión vascular, un infiltrado inflama torio focal de células mononucleares y la presencia de células gigantes muninucleares (flecha). B. Tanto en la vista transversal como en la longitudinal se observa el engrosamiento circunferencial, oscuro e hipoecoico de la pared (signo del halo) (flechas) alrededor de la luz de la arteria temporal en un caso de ACG activa. C. Tomografía 18F-FDG-PET en la que se pone de manifiesto la captación en la aorta torácica y en las arterias subclavias (flechas), compatible con arteritis activa. D. Angiograma obtenido mediante resonancia magnética en el que se observa estenosis de la arteria axilar izquierda (flecha) en una mujer de 70 años con síntomas de isquemia en las extremidades superiores. (B, por cortesía del Dr. Wolfgang Schmidt, Medical Center for Rheumatology Berlin-Buch, Berlin, Germany.) Complicaciones cardiovasculares Aunque no son frecuentes, en algunas ocasiones pueden aparecer graves complicaciones cardiovasculares, entre las que se encuentran los aneurismas disecantes de la aorta torácica (ta b la 84-2). Los estudios de imagen y las autopsias sugieren que la aortitis y el engrosamiento de la pared aórtica son frecuentes en la ACG, aunque su relación con el desarrollo del aneurisma aórtico no está bien aclarada. El incremento de captación de FDG en la aorta torácica se ha relacionado con un mayor riesgo de dilatación aórtica .21 En conjunto, los pacientes con ACG presentan un riesgo de aneurisma de la aorta torácica 17 veces mayor que el de la población general. Este riesgo es aún mayor en los individuos que presentan otros factores de riesgo cardiovascular clásicos, en los casos en que la enfermedad no está bien controlada y en la insuficiencia de la válvula aórtica. Al no existir directrices concretas, recomendamos que los pacientes con captación de FDG en la aorta torácica en la FDG-PET, así como aquellos que muestren engrosa miento de la pared aórtica en la angiografía con resonancia magnética (ARM) o en la angiografía con tomografía computarizada (ATC), sean sometidos anualmente a una revisión de la aorta torácica; en el resto © de los pacientes, esta revisión deberá realizarse cada 2-3 años. La ATC y la ARM son las técnicas de imagen idóneas. La ACG también está asociada con la pericarditis, la arteritis coronaria, la isquemia de las extremidades, la ateroesclerosis acelerada, el infarto de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, en la mayoría de los estu dios no se ha detectado una mayor mortalidad debida a estas causas, por lo que parece que la incidencia de complicaciones cardiovasculares graves es pequeña. Arteritis de Takayasu La AT es una panarteritis granulomatosa que afecta a la aorta y a sus ramas principales, típicamente antes de los 40 años. La enfermedad es más prevalente entre las mujeres, con una proporción mujer/hombre de hasta 10:1. Como el diagnóstico suele ser tardío, cuando este se lleva a cabo se suelen haber ido acumulando importantes lesiones arteriales. Los criterios diagnósticos actuales dependen de la detección de enfermedad estenótica manifiesta, y aún no se han adaptado a la creciente sensibilidad de las técnicas no invasivas de diagnóstico por imagen .22 Los síntomas iniciales son inespecíficos, y entre ellos se encuen tran, habitualmente, fiebre, sudoración nocturna, artralgia, malestar, agotamiento y letargo. La AT puede ir acompañada de síntomas del 1847 E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s TABLA 84-2 Enfermedades cardiovasculares en las vasculitis sistémicas VASCULITIS COM PLICACIONES CARDIO VASCU LARES Vasculitis de los grandes vasos Arteritis de células gigantes Aneurisma de arterias torácicas/abdominales, isquemia en las extremidades, pericarditis, arteritis coronaria, EIC, IM Arteritis de Takayasu Valvulopatía aórtica, isquemia en las extremidades, estenosis aórtica, aneurisma aórtico, accidente cerebrovascular, hipertensión, arteritis y aneurisma coronarios, EIC, IM, miocarditis, insuficiencia cardíaca Enfermedad de Kawasaki Aneurisma de arteria coronaria, IM, miocarditis, pericarditis, valvulopatía, insuficiencia cardíaca Vasculitis de los vasos medianos Síndrome de Churg-Strauss Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, miocardiopatía, fibrosis cardíaca, valvulopatía, IM Poliarteritis nudosa Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, aneurisma coronario, hipertensión, insuficiencia cardíaca Poliangitis granulomatosa Miocarditis, pericarditis, arteritis coronaria, valvulopatía, insuficiencia cardíaca Poliangitis microscópica Pericarditis, microaneurismas coronarios, IM EIC, enfermedad isquémica cardíaca; IM, infarto de miocardio. fenómeno de Raynaud o de claudicación de las extremidades superiores, y hasta un 25% de los pacientes presenta carotidinia. La aorta puede estar afectada en toda su longitud y, aunque la vasculitis puede exten derse a cualquiera de sus ramificaciones, las que se ven afectadas con más frecuencia son las arterias subclavias y carótidas comunes. Más de un 90% de los pacientes presentan lesiones arteriales estenóticas y/u oclusivas, mientras que los aneurismas afectan aproximadamente al 25% de los mismos. Las arterias pulmonares se ven implicadas hasta en el 50% de los pacientes, y también pueden aparecer insuficiencia valvular aórtica y arteritis coronaria. Las consecuencias de la AT suelen ser graves, viéndose alteradas las actividades cotidianas del 74% de los pacientes y siendo incapaces de trabajar un 23% de los mismos. En nuestro grupo, la supervivencia a los 10 años resultó ser mayor del 95%; de la misma manera, en EE. UU. se han observado supervivencias del 94 y el 96%, mientras que en Corea la supervivencia a los 10 años fue del 87%. En Japón, la supervivencia a los 15 años fue aún mayor, alcanzando el 96,5%. Sin embargo, esta cifra se redujo hasta el 67% en un subgrupo de pacientes con complicaciones graves y/o enfermedad progresiva. Patogenia Las lesiones de la arteritis muestran engrosamiento de la adventicia e infiltración leucocítica focal de la media, conhiperplasia de la íntima. El infiltrado está compuesto de células dendríticas activadas, linfocitos T y B, macrófagos y células gigantes multinucleares (fig . 84-3). La proliferación de miofibroblastos inducida por factores de crecimiento conduce a hiper plasia y fibrosis de la íntima, con la consiguiente estenosis u oclusión arterial. La síntesis local de metaloproteinasas de matriz puede predis poner a una dilatación aneurismática. V > v r \ j FIGURA 84-3 AT. A. Tinción con hematoxilina-eosina de una muestra de arteria carótida común obtenida mediante biopsia durante un procedimiento quirúrgico en la que se observa un infiltrado inflamatorio focal mixto de células mononucleares y una célula gigante multinuclear. B. Estudio mediante ecografía Doppler en color en el que se muestra un engrosamiento concéntrico homogéneo de la pared arterial con aumento del EIM y un flujo arterial muy reducido (flecha). C. Tomografía 18F-FDG-PET en la que se observa captación en el cayado aórtico (flecha), compatible con arteritis activa. D. ARM que pone de manifiesto estenosis de la arteria subclavia izquierda con formación colateral (flecha larga), 1848 estenosis proximales de las arterias subclavia derecha y carótida común izquierda (estrellas), estenosis proximal de la arteria renal derecha (flecha corta) y atrofia del riñón izquierdo. El se vi er . Fo to co pi ar sin au to ri za ci ón es un de lit o. En padentes menores de 40 años, las siguientes características pueden indicar arteritis de Takayasu: Respuesta de fase aguda inexplicable por otros motivos (aumento de VSG y/o CRP) Carotidinia Hipertensión Discrepancias de presión arterial entre un brazo y otro (>10 mmHg) Pulso o pulsos periféricos débiles o ausentes Claudicación de las extremidades Ruidos arteriales Angina T A B L A 84 -3 «Señales de alarma» de la arteritis de Takayasu Diagnóstico El que se establezca un diagnóstico de AT depende, fundamentalmente, de que el médico considere o no la enfermedad al llevar a cabo el diagnós tico diferencial. La naturaleza variable de las características de la AT y la ausencia de síntomas constitucionales iniciales en el 30-50% de los pacientes dificulta considerablemente el diagnóstico precoz. Además de una mayor atención por parte de los médicos, también resulta útil una serie de «señales de alarma» que alertan de la posible existencia de una AT (tabla 84-3).23 La sospecha está especialmente fundada ante pacientes jóvenes con una respuesta de fase aguda o una hipertensión inexplicables por otras causas. El diagnóstico también puede ser sugerido por los signos iniciales más frecuentes, como la atenuación o ausencia del pulso o la existencia de ruidos arteriales. Entre las alteraciones de las pruebas de laboratorio durante la enferme dad activa se encuentran los incrementos de la VSG y de la CRP (en el 75% de los pacientes), frecuentemente acompañados de anemia normocrómica y normodtica, trombocitosis, hipergammaglobulinemia e hipoalbumine- mia. Sin embargo, no se detectan autoanticuerpos específicos ni ninguna otra anomalía serológica. En la actualidad, las herramientas idóneas para el diagnóstico son las técnicas de imagen no invasivas, ya que la biopsia tisular no se suele llevar a cabo. Se han estudiado la ecografía de alta resolución, la resonancia magnética cardíaca (RMC), la ARM, la ATC y la PET. Aunque la utilidad de estas técnicas no ha sido puesta en duda, aún es preciso determinar cuáles son su sensibilidad y especificidad en el estu dio de la AT. La 18F-FDG-PET-TC puede poner de manifiesto una arteritis activa y detectar la enfermedad antes de que aparezca la estenosis. Una reciente revisión de consenso sugiere que esta técnica es especialmente útil para detectar arteritis activa en pacientes no sometidos a tratamiento inmunodepresor24 La detección de crecimiento, edema o engrosamiento de la pared arterial mediante ARM o ATC puede facilitar el diagnóstico de la enfermedad en la fase previa a la estenosis, y la detección y seguimiento de las estenosis y los aneurismas no presentan dificultades. La ecografía dúplex en color es especialmente útil para verificar el estado de las arterias carótidas comunes y subclavias proximales en la AT. Un hallazgo típico en las arterias carótidas comunes afectadas es un engrosamiento homogéneo, concéntrico y brillante de la pared arterial (v. fig. 84-3). Complicaciones cardiovasculares Además de las secuelas relacionadas con la isquemia cerebral, de órganos internos y de las extremidades, también se pueden producir aneurismas, HAP o roturas aórticas. Entre las complicaciones cardíacas se encuen tran la insuficiencia de la válvula aórtica, la ateroesclerosis acelerada, la isquemia cardíaca, el infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca. La arteritis coronaria no es fácilmente detectable mediante ARM ni 18F-FDG- PET-TC. La enfermedad coronaria suele ser asintomática, como demuestra la detección de lesiones debidas a infartos de miocardio silentes en el 27% de los pacientes de un grupo que hemos estudiado.25 Los pacientes con AT presentan también riesgo de ateroesclerosis acelerada secundaria. La gammagrafía con talio bajo estrés revela defectos de perfusión en un 53% de los pacientes, mientras que mediante angiografía intraarterial se ha observado que hasta el 30% de los mismos presentan lesiones en las arterias coronarias que afectan principalmente a los agujeros y a los segmentos proximales, y que son más frecuentes en la arteria coronaria principal izquierda.26 La inflamación de la aorta ascendente predispone a la implicación de las arterias coronarias, así como a la dilatación del cayado aórtico, con la consiguiente insuficiencia de la válvula aórtica. En nuestro grupo de 110 pacientes, el 15% requirieron sustitución de © la válvula aórtica. El funcionamiento anómalo del ventrículo izquierdo puede afectar hasta al 20% de los pacientes, y se cree que es un reflejo de I la miocarditis, la isquemia cardíaca y la hipertensión que se asocian con I frecuencia a la estenosis de la arteria renal en pacientes con AT. l il im Enferm edad de Kaw asaki ^ La enfermedad de Kawasaki (EK) afecta principalmente a niños de ^ menos de 5 años, encontrándose la máxima incidencia entre los 6 y n> los 24 meses de edad. La vasculitis afecta a las medianas y pequeñas arterias, especialmente a las coronarias. Todos los grupos étnicos se ven Q- afectados, habiéndose detectado la mayor incidencia en Asia (entre 20 y v» 100 casos por cada 100.000 niños < 5 años). La EK es una enfermedad o aguda autolimitada que suele resolverse transcurridos 1-2 meses después £ de su inicio, si bien la mortalidad se mantiene comprendida entre el 1 y qj, el 2%. Entre las características iniciales se encuentran fiebre de 5 o más —■ días de duración, conjuntivitis bilateral y lesiones mucocutáneas, como labios rojizos y agrietados y lengua de fresa. Pueden aparecer importantes «< adenopatías cervicales, eritema en las palmas de las manos y las plantas o_ de los pies, y un exantema polimórfico. Ü5"r+ Patogenia ^ La causa de la EK no se conoce, si bien es posible que la enfermedad qj sea desencadenada por una infección que conduzca a una respuesta g inmunitaria desmesurada y no controlada en un huésped genéticamente susceptible. Esta hipótesis del origen infeccioso se ve corroborada por la 5 ’ presencia ocasional de epidemias estacionales, así como por una mayor ^ incidencia entre hermanos. Se ha sugerido el papel causal de diversos microorganismos, como estreptococos, estafilococos y Propionibacterium E . acnés. Pese al interés despertado, no existen aún pruebas definitivas que SJ avalen el origen infeccioso de la enfermedad. Las muestras de tejidos muestran lesiones endoteliales, probablemente debidas a atocinas proin- flamatorias y a neutrófilos activados. La infiltración de la pared arterial por parte de neutrófilos, linfocitos T y macrófagos va asociada aldesarrollo de estenosis arterial o, con más frecuencia, aneurismas. Hasta un 20% de los pacientes desarrollan aneurismas de la arteria coronaria durante el primer mes de la enfermedad, y un 50% experimentan una regresión en años posteriores. Diagnóstico Durante el período agudo de la enfermedad se producen neutrofilia, trombocitosis y un incremento de los marcadores de la respuesta de fase aguda. En las ecocardiografías se puede detectar afectación coronaria a partir de la segunda semana de la enfermedad, que puede ser utilizada para el seguimiento de la misma. La angiografía coronaria está con traindicada durante la fase aguda, debido al riesgo de desencadenar un infarto de miocardio, pero transcurridos 6 meses se puede utilizar esta técnica para determinar el grado de afectación de las arterias coronarias. El electrocardiograma (ECG) se encuentra alterado hasta en un 50% de los pacientes, detectándose taquicardia, inversión de la ondaT, depresión del segmento ST, bloqueo auriculoventricular y, en raras ocasiones, arritmia ventricular. Complicaciones cardiovasculares Hasta un 25% de los pacientes con EK no tratada desarrollan aneurismas de la arteria coronaria. Se puede producir muerte súbita como consecuen cia de infartos de miocardio subsiguientes a trombosis coronarias agudas o a aneurismas de arterias coronarias. También pueden aparecer pericarditis, derrames pericárdicos, miocarditis, valvulopatías e insuficiencia cardíaca. La afectación de las arterias periféricas es menos frecuente, pero, en algunas ocasiones, pueden verse implicadas arterias de las extremidades, los riñones y otras visceras. Tratamiento Se recomienda el tratamiento con cuatro dosis diarias de ácido acetilsali cílico (80-100 mg/kg/día), así como la administración de inmunoglobulina por vía intravenosa (IGIV). Este tratamiento combinado reduce en un 5% el desarrollo de aneurismas en las arterias coronarias, con una impor tante disminución de la mortalidad. Sin embargo, un 20% de los casos presentan resistencia a la IGIV, pudiendo estos pacientes ser tratados con corticoesteroides, aunque los resultados observados han sido variables. El pronóstico de la mayoría de pacientes con EK es bueno. Sin embargo, hasta en un 20% de los que presentan aneurismas en las arterias corona rias se terminan desarrollando estenosis coronarias, siendo preciso que estos pacientes sean sometidos a un seguimiento a largo plazo por parte 1849 E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s F I G U R A 8 4 - 4 Aortitis idiopática. A. Tomografía 18F-FDG-PET en la que se observa captación intensa (flecha) en la aorta desde debajo del cayado hasta justo encima de la bifurcación aórtica, compatible con aortitis. La actividad alrededor de la luz arterial es fundamentalmente concéntrica. B. ARM en la que se aprecia estasis aórtica. de un cardiólogo experimentado. Aunque el riesgo de complicaciones a largo plazo, como infarto de miocardio y muerte súbita, es mayor en los pacientes que presentan aneurismas gigantes, 27 el riesgo de trombosis e infarto de miocardio sigue siendo elevado en aquellos con aneurismas en regresión. A ortitis idiopática La aortitis puede aparecer en casos de LES, síndrome de Cogan, enfer medad de Behget, espondiloartropatía asociada al antígeno leucocítico humano (HLA) B27, EKyA CG . La aortitis también puede ser de natu raleza idiopática. Las características clínicas son inespecíficas, y entre ellas se encuentran malestar, letargo, dolor torácico, fiebre y pérdida de peso, estableciéndose muchas veces el diagnóstico en el momento de la intervención quirúrgica. LaVSG y la CRP se encuentran habitualmente elevadas, y el estadio de la enfermedad se puede determinar mediante tomografía 18F-FD G -TC -PET y ARM o ATC aórticas (fig . 84-4). La dilatación de la raíz aórtica puede requerir sustitución de la válvula y de la raíz aórtica, precedida siempre que sea posible de tratamiento inmunodepresor para controlar la inflamación de la pared aórtica. El tratamiento se lleva a cabo con corticoesteroides y un fármaco inmuno- depresor ahorrador de esteroides, como la azatioprina, el metotrexato o el MFM. Tratamiento de las vasculitis de los grandes vasos Los datos de que disponemos relativos al tratamiento de las vasculitis de los grandes vasos son notablemente escasos. Aunque la ACG y la AT suelen responder a los esteroides, las dosis precisas para alcanzar una remisión son elevadas y los efectos adversos considerables. La ACG tiende a ser tratada en exceso, debido a la dependencia de la prednisona y a los datos contradictorios relativos a la eficacia de los fármacos ahorradores de esteroides, así como a la preocupación por la NIOA, lo que tiene como consecuencia el desarrollo de importantes efectos adversos. De hecho, en un seguimiento a lo largo de 1 0 años, el 8 6 % de los pacientes presentaron efectos adversos relacionados con los glucocorticoides. Al irse reduciendo las dosis, la frecuencia de recidiva es alta en ambas enfermedades, lo que sugiere que la vasculitis persiste. Un estudio reciente sobre una posible dualidad de vías en la patogenia de la ACG arroja algo de luz sobre el mecanismo por el que esto ocurre. El tratamiento con prednisona provocó una rápida vuelta a la normalidad de los aumentos de la concentración del IL-17 y del número de linfocitos T h l7 infiltrados en la pared arterial, supresión que se mantuvo al ir reduciéndose la dosis. Por el contrario IL-12, una citocina promotora de respuestas Thl, y los propios linfocitos 1850 Thl productoras de IFN- 7 presentaron resistencia a los corticoesteroides, y pueden ser la causa de las recidivas de la enfermedad.28 El tratamiento de la ACG con corticoesteroides debe ir siendo retirado con precaución para que no se produzcan recidivas y reducir los efectos adversos al mínimo. Aunque los datos de que disponemos son contradictorios hasta cierto punto, el metotrexato y la azatioprina parecen fármacos ahorradores de corticoesteroides adecuados para pacientes en los que no se consi gue reducir las dosis de prednisona, y en la actualidad se recomienda la administración de ácido acetilsalicílico en dosis bajas a todos los pacien tes en los que no esté contraindicado.29 La administración de fármacos inmunodepresores ahorradores de corticoesteroides es necesaria en casi todos los pacientes con AT activa. Los más prescritos son el metotrexato y la azatioprina, y su utilización está avalada por estudios abiertos con un número reducido de pacientes. Para los individuos que no responden o que padecen una enfermedad potencialmente mortal, como arteritis coronaria, se recomienda un tratamiento agresivo con pulsos intravenosos de ciclofosfamida.29 Algunos casos anecdóticos sugieren que el tratamiento anti-TNF-a podría ser eficaz para el tratamiento de la ACG refractaria. Sin embargo, un ensayo clínico aleatorizado y controlado con placebo sobre el uso del infliximab en 44 pacientes con ACG en remisión tras tratamiento con corticoesteroides hubo de ser interrumpido prematuramente al no detectarse beneficio alguno, ni en cuanto a la prevención de recidivas ni a su valor como fármaco ahorrador de corticoesteroides, mientras que en otro ensayo clínico en que se utilizó etanercept solo se detectó un ligero efecto ahorrador de corticoesteroides.30 Hay datos recientes que sugieren que el tocilizumab, un anticuerpo monoclonal frente a los receptores de IL -6 , es útil para el tratamiento de la ACG .31 Hay estudios abiertos que sugieren que el bloqueo del TN F-a es un tratamiento eficaz para los pacientes con AT que no responden adecuadamente al tratamiento combinado con prednisona y fármacos inmunodepresores ahorradores de corticoesteroides, incluida la ciclofosfamida. Una revisión reciente de todos los casos publicados de AT tratada con antagonistas del TN F-a muestra una remisión completaen el 37% de los pacientes, remisión parcial en el 53,5%, y ausencia de respuesta en el 9,5% .32 Hay muy pocos casos en que se haya utilizado tocilizumab en pacientes con AT. La res puesta de los pacientes ha sido buena, en general, al menos a corto plazo, por lo que existe gran interés en conocer nuevos datos.31 El tocilizumab suprime los síntomas constitucionales y la síntesis de CRP, por lo que puede complicar el seguimiento de la enfermedad y aparentar una mejoría inexistente. Por ello, se recomienda que el seguimiento de los pacientes con AT se lleve a cabo mediante angiografía, preferiblemente con RMC, para evitar la exposición a radiación. Un análisis crítico de los resultados publicados sugiere que se debe ser cauto en lo relativo a la angioplastia percutánea o a las técnicas quirúrgicas de derivación en pacientes con AT o ACG. Entre las circunstancias en que está indicada la intervención quirúrgica se encuentran el aumento de tamaño de un aneurisma con riesgo de rotura, la coartación aórtica, la insuficiencia valvular aórtica, lesiones estenóticas u oclusivas causantes de trastornos coronarios o cerebrovasculares sintomáticos y de gravedad, hipertensión no controlada como consecuencia de estenosis de la arteria renal, y estenosis que conduzcan a isquemia grave en las extremidades. Siempre que sea posible, la cirugía se debe aplazar hasta que se alcance una remisión clínica mediante la inmunodepresión.33 Vasculitis de los v a so s m ed ianos Entre las vasculitis de los vasos medianos se encuentran el síndrome de Churg-Strauss (SCS; poliangitis granulomatosa alérgica), la poliangitis granulomatosa (PAG; granulomatosis de Wegener) y la poliangitis micros cópica (PAM). Aunque las características de estas enfermedades se sola pan entre sí, constituyen entidades clínicas diferenciadas. La PAG suele ir asociada a un patrón de tinción de ANCA citoplasmáticos (ANCAc), que reconocen el antígeno proteinasa 3, mientras que en la PAM este patrón es perinuclear (ANCAp) y el antígeno reconocido es la mieloperoxidasa. Síndrome de Churg-Strauss (poliangitis granulomatosa alérgica) El SCS es una vasculitis sistémica que cursa con necrosis de los pequeños vasos, y cuya prevalencia es de entre 10 y 14 casos por cada millón de individuos. Se han descrito tres fases de la enfermedad. Un pródromo inicial, caracterizado por rinitis alérgica, sinusitis y asma, es seguido de eosinofilia en sangre periférica y de lesiones infiltrantes en el pulmón y el miocardio, y, generalmente y algunos años más tarde, de una fase sistémi ca con vasculitis necrosante que afecta a la piel, a los nervios periféricos, FIGURA 84-5 SCS. A. Tinción con hematoxilina-eosina de una pequeña arteria (flecha) en la que se observa necrosis fibrinoide y un denso infiltrado perivascular de células mononucleares. B. A mayor aumento, se observa que las células inflamatorias son en su mayoría eosinófilos (flecha larga), con algunos macrófagos entre ellos. ^ al tubo digestivo y a los riñones (en el 30% de los casos). Hasta el 40% de los pacientes con SCS presentan ANCA en suero, típicamente ANCAp. Los pacientes sin ANCA son más propensos a padecer complicaciones cardiopulmonares, mientras que los que presentan ANCAp parecen tener mayor riesgo de afectación renal y de los nervios periféricos. El diagnóstico depende de las características clínicas, de estudios mediante imagen, de la determinación de ANCA y, cuando sea posible, de los resultados de las biopsias. Los pacientes presentan un recuento elevado de eosinófilos en sangre periférica y evidencia de vasculitis necrosante, con infiltración eosinófila (fig. 84-5). Cuando se tome en consideración un diagnóstico de SCS, es preciso tener en cuenta varias alternativas, como la ACG y la PAM. Los antece dentes de asma, una eosinofilia periférica significativa y la presencia de infiltrados eosinófilos densos son signos que sugieren fuertemente la exis tencia de SCS. Deben descartarse infecciones víricas, como las causadas por citomegalovirus y los virus de la hepatitis B y C. Dada la eosinofilia presente, también deben investigarse y descartarse posibles infecciones parasitarias, especialmente las causadas por helmintos. En ausencia de vas culitis manifiesta, una eosinofilia puede ser consecuencia de un síndrome hipereosinófilo idiopático o de un trastorno linfoproliferativo subyacente. Complicaciones cardiovasculares El SCS es la vasculitis que con más frecuencia se asocia a enfermedades cardíacas graves (v. tabla 84-2). La afectación cardíaca complica hasta un 60% de los casos, y entre los trastornos que se producen se encuentran pericarditis, miocarditis, arteritis coronaria, infarto de miocardio, fibrosis cardíaca, trombosis arterial y valvulopatías. La enfermedad cardíaca es una importante causa de muerte. La miocardiopatía se produce como consecuencia de la isquemia secundaria a la arteritis que afecta a las arterias intramiocárdicas o, con menor frecuencia, a las arterias coronarias epicárdicas. La miocarditis va asociada a infiltración eosinófila, fibrosis y, algunas veces, infiltración granulomatosa. La liberación de proteína básica principal y de neurotoxina eosinófila por parte de los eosinófilos infiltrados puede provocar directamente lesiones tisulares. La miocarditis puede poner en peligro la vida del paciente, así como dar lugar a una miocardiopatía restrictiva, congestiva o dilatada.34 Diagnóstico .■§ La implicación cardíaca en el SCS requiere ser estudiada con rapidez y •S tratada agresivamente (v. fig. 84-5). En principio, son precisos un ECG de § 12 derivaciones y una ecocardiografía transtorácica. Entre los hallazgos 8 más frecuentes se encuentran la dilatación del ventrículo izquierdo, que v§ afecta al 30% de los pacientes, una disminución de la fracción de acórta le miento y un aumento de la ecogenicidad de la pared cardíaca. Siempre ■g que sea posible se debe llevar a cabo una RMC con contraste, ya que es la 15 técnica más sensible para la detección de la afectación miocárdica.35'36 Si el g diagnóstico no resulta claro, una biopsia endomiocárdica puede poner de £ manifiesto infiltración eosinófila con o sin fibrosis, aunque la vasculitis rara 'o, vez se puede visualizar y la distribución irregular de las lesiones reduce g considerablemente el rendimiento diagnóstico. Ph g Tratamiento > La respuesta a dosis altas de corticoesteroides suele ser buena, conducien- do a la remisión de la enfermedad en el 90% de los casos. Las recaídas © al ir reduciéndose la dosis de esferoides son frecuentes, como también lo son los efectos adversos de la prednisona. Cuando la enfermedad es JQ. de carácter grave, como cuando hay afectación cardíaca, gastrointes- g tinal, del SNC o renal, se debe administrar al mismo tiempo un fármaco qj inmunodepresor. Aunque es preciso llevar a cabo más ensayos clínicos, g el fármaco de elección es la ciclofosfamida administrada mediante pulsos intravenosos. Una vez que se alcanza la remisión, habitualmente entre 3 y 5" 6 meses después, la ciclofosfamida puede ser sustituida por azatioprina o ^ metotrexato. En algunos pacientes con enfermedad de carácter más leve, o especialmente afectados por los efectos adversos de los esferoides, se E . deben utilizar azatioprina o metotrexato para acelerar la disminución ^ de las dosis de esferoides. Se conocen unos pocos casos de enfermedad refractaria al tratamiento en que aparentemente el tratamiento con IGIV o con bloqueantes delTNF-a ha resultado eficaz. También se ha utilizado con éxito variable la depletion de linfocitos B, por lo que se esperan con gran interés los resultados de los ensayos clínicos en curso. Poliarteritis nudosa La PAN es una enfermedad poco frecuente que se caracteriza por una vasculitis necrosante sistémica de las arterias de mediano tamaño que se complica con la aparición de nódulos aneurismáticos. Es preciso estudiar y descartar la presencia de enfermedades víricas, especialmentede las causadas por citomegalovirus, el virus de la inmunodeficiencia huma na, y los de las hepatitis B y C. La PAN clásica es una vasculitis en que no se detectan ANCA y cuyas características clínicas más prominentes son fiebre, malestar, artralgia, pérdida de peso, lividez reticular, nódulos cutáneos y un exantema vasculítico. También puede aparecer dolor abdo minal, cardíaco o testicular, y algunos pacientes desarrollan mononeuritis múltiple. La presencia de hematuria, proteinuria y/o hipertensión indica afectación renal. La patogenia de la PAN no se conoce bien. Las lesiones iniciales del endotelio vascular van seguidas de la liberación local de IL-1 y TNF-a, lo que predispone a la inflamación crónica y a la promoción de la síntesis de moléculas de adherencia celular. Al reclutamiento de neutrófilos sigue la infiltración por parte de monocitos, la ruptura del endotelio a nivel local, trombosis y necrosis fibrinoide (fig. 84-6). Las lesiones consiguientes de la pared arterial predisponen a la formación de aneurismas. El diagnós tico de la PAN no es sencillo. Aunque la biopsia puede conducir a un diagnóstico definitivo, esto no siempre es así, y en algunas ocasiones no existe posibilidad de acceder a ninguna lesión. La muestra ideal es una biopsia cutánea profunda obtenida a partir de un nodulo. También pueden ser útiles las biopsias combinadas de nervio y músculo sural. En algunas ocasiones se detectan nódulos en las arterias periféricas de tamaño medio, a partir de los cuales se puede obtener una biopsia sin problemas. La biopsia renal se debe llevar a cabo con gran precaución debido al riesgo de hemorragia por microaneurismas. Aunque cada vez se utilizan más las técnicas de imagen no invasivas, como la ATC o la ARM, la mejor manera de detectar microaneurismas renales o hepáticos sigue siendo la arteriografía mesentérica. Complicaciones cardiovasculares La afectación cardíaca en la PAN suele ser subclínica, manifestándose clínicamente solo en el 10% de los pacientes. El trastorno más frecuente es la insuficiencia cardíaca congestiva, y puede ser consecuencia de una miocarditis o arteritis coronaria concreta. Otra posibilidad es que sea debida a enfermedad renal relacionada con la PAN y complicada con 1851 F I G U R A 8 4 - 6 PAN. A. Fotografía microscópica a bajo aumento de cortes de un nódulo de arteria temporal obtenidos mediante biopsia y teñidos con hematoxilina-eosina pertenecientes a un paciente con PAN. Se aprecia la infiltración de células inflamatorias en todo el espesor de la pared arterial. B. A mayor aumento, se observa que las células inflamatorias son predominantemente linfocitos y que existe evidencia de necrosis fibrinoide. C. Angiograma renal derecho en el que se observan múltiples aneurismas de pequeño tamaño (flecha blanca) y un sistema calicial normal (flecha negra). (Tomado de Mason JC, Cowie MR, Davies KA, et al: Familial polyarteritis nodosa. Arthritis Rheum 37:1249, 1994.) F I G U R A 8 4 - 7 PAG. Radiografía de tórax de un hombre de 36 años en la que se aprecia afectación respiratoria con signos de opacificación y cavitación en la lesión del lóbulo superior izquierdo (flechas). hipertensión. En el 5% de los pacientes se ha observado pericarditis, así como taquicardia supraventricular y valvulopatías. La angiogra fía coronaria puede poner de manifiesto microaneurismas de las arterias coronarias, arteritis coronarias o espasmos coronarios. Recientemente se ha estudiado la ATC como método diagnóstico alternativo, habiéndose confirmado su utilidad para la detección de aneurismas de las arterias coronarias. Tratamiento El elemento fundamental del tratamiento de la PAN son los glucocorti coides. En pacientes con enfermedades cardíacas, proteinuria importante con o sin trastorno renal, afectación del SNC, enfermedades gastrointes tinales o mononeuritis múltiple, el tratamiento inicial se lleva a cabo con ciclofosfamida. Algunos médicos prefieren administrar la ciclofosfamida por vía oral y, a pesar de que los efectos adversos son más frecuentes, los períodos de remisión pueden ser más prolongados. Normalmente, un tratamiento de 6 meses es suficiente para conseguir la remisión de la enfermedad, y el tratamiento con ciclofosfamida puede sustituirse por azatioprina por vía oral. En los pacientes con enfermedad refractaria, el tratamiento con infliximab asociado a metotrexato o azatioprina puede resultar de utilidad. Poliangitis granulomatosa (granulomatosis de Wegener) La PAG es una vasculitis necrosante granulomatosa que suele afectar a los senos nasales, las vías respiratorias altas, los pulmones, la piel, las articulaciones y los riñones. El diagnóstico se lleva a cabo atendiendo a los hallazgos clínicos, los datos obtenidos mediante biopsia y, típicamente, por la presencia de ANCAc frente a la proteinasa 3. La enfermedad puede estar limitada a las vías respiratorias altas o ser más generalizada, pudien- do aparecer inflamación ocular, vasculitis cutánea, artralgias, lesiones pulmonares cavitadas (fig. 84-7), hemorragias pulmonares e insuficiencia renal aguda. La implicación clínica del corazón es rara, aunque se ha detectado en el 30% de las autopsias practicadas. La complicación más frecuente es la pericarditis, que puede conducir a una crisis hemodiná mica y a taponamiento cardíaco. La presencia de insuficiencia cardíaca congestiva es signo de mal pronóstico, y va asociada a una mortalidad del 25% en el primer año. Entre las causas subyacentes se encuentran la arteritis coronaria, la miocarditis y, en algunas ocasiones, las valvulopatías cardíacas. Poliangitis microscópica La PAM va asociada habitualmente a glomerulonefritis, insuficiencia renal y hemorragias pulmonares. La afectación cardíaca rara vez tiene El se vi er . F ot oc op ia r sin au to riz ac ió n es un de lit o. importancia clínica, pero el 1 0 % de los pacientes desarrollan pericarditis, y el 18%, insuficiencia cardíaca congestiva. También se han detectado infartos agudos de miocardio subclínicos y, algunas veces, sintomáticos. Datos procedentes de casos aislados y de pequeñas series de pacientes indican que esta enfermedad también puede ir asociada a aortitis sinto mática y a microaneurismas de las arterias coronarias. Diagnóstico La posible afectación cardíaca debe estudiarse, en primer lugar, de forma no invasiva mediante técnicas ecocardiográficas en reposo o bajo estrés. La RMC con contraste constituye un medio sensible de detección de patología coronaria, mientras que la ATC sirve para diagnosticar arteritis coronarias y microaneurismas. La ecocardiografía sugiere que el engro samiento valvular es un hallazgo frecuente y típicamente asintomático en la PAG. Se puede producir insuficiencia de la válvula aórtica debido a la distorsión y engrosamiento de las cúspides valvulares o a la dilatación de la raíz aórtica. En algunas ocasiones puede ser preciso el cateterismo de las arterias coronarias que, al igual que en otras vasculitis, se debe llevar a cabo con precaución en pacientes en los que se sospeche la existencia de arteritis coronaria activa. Siempre que sea posible, se debe intentar anular la actividad de la enfermedad mediante tratamiento inmunode presor antes de llevar a cabo la angiografía. La arteritis coronaria provoca múltiples y pequeñas zonas de infarto de miocardio, que no suelen dar lugar a manifestaciones clínicas hasta que se desarrolla la insuficiencia cardíaca congestiva. En algunas ocasiones, aparecen granulomas en el tejido conductor que pueden dar lugar a arritmias cardíacas. Tratamiento El tratamiento recomendado tanto para la PAG como para la PAM es prednisona en altas dosis (1 mg/kg/día), que puede ir precedida cuando esté indicado de la administración en pulsos intravenosos de metil- prednisolona. Los pacientes más graves, con hemorragias pulmonares, enfermedad cardíaca grave o insuficiencia renal acusada, deben ser tra tados conpulsos intravenosos de ciclofosfamida para inducir la remisión en los primeros 3 -6 meses. A continuación, la ciclofosfamida se puede sustituir por azatioprina, metotrexato o MFM. Cuando la enfermedad es más leve y limitada, la remisión se puede conseguir sin problemas con prednisolona asociada a azatioprina o metotrexato.37 Hay cada vez más datos que avalan la eficacia de la depleción de linfocitos B para el tratamiento de las VSAA, siendo la velocidad de remisión al utilizar este sistema comparable a la obtenida con la ciclofosfamida.38,39 PER ICARD IT IS Y M IO C A R D IT IS Pericarditis La pericarditis complica con frecuencia las enfermedades autoinmunita- rias del tejido conjuntivo, especialmente el LES, la ES y la AR. De todas formas, m enos del 30% de los pacientes desarrollan una pericarditis con importancia clínica. Las prevalencias observadas oscilan entre el 1 1 y el 85%, dependiendo de la metodología utilizada para detectar la enfermedad. Así, en los estudios con necropsias, la prevalencia es alta, presentando afectación pericárdica el 40% de los individuos con AR, entre el 40 y el 80% de los que padecían LES, y hasta el 70% de los pacientes con ES. La pericarditis se diagnostica mediante ecocardiografía, técnica con la que se puede detectar engrosamiento pericárdico o pequeños derrames hasta en el 50% de estos pacientes. La RMC también permite apreciar con detalle el grado de afectación pericárdica. Lupus eritematoso sistémico En el LES, la pericarditis suele ir asociada con una exacerbación de la enfermedad, y muchas veces con poliserositis. Los síntomas suelen ser de carácter leve y consisten en dolor torácico, que se agudiza al tumbarse, y disnea, que puede presentar un componente pleurítico. La pericarditis complicada es poco frecuente, y los derrames suficientemente importantes como para provocar un taponamiento cardíaco se producen solo en el 1-2% de los casos. La pericarditis constrictiva y la infecciosa solo se ven en raras ocasiones. Artritis reumatoide La pericarditis con importancia clínica afecta solamente al 1-2% de los pacientes con AR y se da, preferentemente, en hombres con pruebas sero- lógicas positivas. El desarrollo de la pericarditis constrictiva puede proion - © garse durante varios meses. Aunque se han descrito casos, la pericarditis hemodinámicamente significativa es extremadamente rara en pacientes reumáticos en tratamiento. De hecho, parece que los tratamientos cada vez más agresivos de la AR y el uso creciente de terapias biológicas han reducido la incidencia de pericarditis sintomática. Esclerosis sistémica Las esclerodermias son enfermedades poco frecuentes, cuyas formas más habituales son la ES cutánea difusa (ESd) y la ES cutánea limitada (ESI).Tras una fase inicial de inflamación vascular, la lesión principal es la fibrosis, que afecta a múltiples órganos.411 Además de por las graves mani festaciones cutáneas, la ES se caracteriza clínicamente por la presencia de artralgias, telangiectasias, fibrosis pulmonar, HAP y anomalías de la movilidad esofágica. Las crisis renales son frecuentes y complicadas por la hipertensión. Es esencial la instauración de un tratamiento agresivo, para lo que se utilizan inhibidores de la ECA y antagonistas de los canales de calcio. Esta estrategia ha mejorado notablemente el pronóstico. Los tras tornos pericárdicos son comunes y más frecuentes en pacientes con ESd y antecedentes renales. En la ecocardiografía se suelen revelar pequeños derrames pericárdicos, que rara vez tienen importancia hemodinámica. En algunas ocasiones se pueden producir grandes derrames que se acumulan rápidamente. Análisis del líquido pericárdico El análisis del líquido pericárdico no suele tener utilidad diagnóstica salvo en los casos en que existe sospecha de pericarditis infecciosa. En exudados pericárdicos de pacientes con LES se han detectado inmunocomplejos, anticuerpos antinucleares y anti-ADNbc, consumo del complemento y concentraciones de glucosa dentro de la normalidad. En la AR, la concen tración de glucosa del líquido pericárdico puede ser menor que la del plas ma, y aunque con frecuencia se detecta la presencia de factor reumatoide, este hallazgo no se considera confirmatorio del diagnóstico. Tratamiento En la mayoría de los casos se localiza en una radiografía de tórax o en un ecocardiograma rutinario un pequeño derrame pericárdico que no requiere ser tratado de forma específica. Aquellos pacientes en los que la pericarditis origine síntomas problemáticos pueden ser tratados con AINE, si no están contraindicados. Puede ser preciso administrar también prednisona en dosis bajas por vía oral, o bien puede utilizarse esta como alternativa. Además, y especialmente en los casos recurrentes, es necesario optimizar el tratamiento inmunodepresor estándar. La acumulación de líquido pericárdico puede ser de una magnitud suficiente como para provocar problemas hemodinámicos e incluso un taponamiento cardíaco que requiera pericardiocentesis o, en los casos recurrentes, una ventana pericárdica. En pacientes inmunodeprimidos, el líquido pericárdico debe ser analizado para descartar una patología infecciosa. Se deben solicitar instrucciones a los microbiólogos para remitir las muestras más adecua das, entre las que deben figurar las destinadas a descartar tuberculosis. M iocard itis La miocarditis es una causa poco frecuente, pero bien documentada, de mortalidad en pacientes con enfermedades reumáticas de origen autoinmunitario, y suele afectar a individuos con LES, ES, y polimiositis o dermatomiositis. Es importante tener en cuenta que, aunque suele apa recer en pacientes con enfermedad reumática conocida, también puede tratarse de una manifestación inicial, por lo que estas enfermedades deben incluirse en el diagnóstico diferencial de los individuos con insuficiencia cardíaca de origen desconocido. El síntoma más típico de la miocarditis es la disnea de esfuerzo de aparición reciente con evidencia de hipoxia.41 No es frecuente que los pacientes presenten una insuficiencia cardíaca grave en la evaluación inicial, y la ecocardiografía suele poner de manifiesto alteraciones relativamente pequeñas del tamaño y funcionamiento ven tricular. Se debe excluir la HAP. Además de las determinaciones habituales en sangre, se deben solicitar también VSG, anticuerpos antinucleares, anticuerpos frente a ADNbc y antígenos nucleares extraíbles, factor reu matoide, cribado de miositis mediante inmunotransferencia, y concen traciones de los factores C3 y C4 del complemento. Lupus eritematoso sistémico Aunque la utilización cada vez más extendida de tratamientos inmunode presores de alta eficacia ha reducido la prevalencia de la miocarditis en los pacientes con LES a menos de un 10%, siendo en muchos casos sub- clínica, este trastorno sigue constituyendo una complicación importante 1853 9 E n fe r m e d a d e s c a r d io v a sc u l a r e s y t r a st o r n o s de o tr o s ó r g a n o s É 1854 necrosis fibrinoide infiltradas con linfocitos y células plasmáticas, así como depósitos de inmunocom- plejos asociados íntimamente a haces de miocitos. Las técnicas de inmunofluorescencia pueden revelar un patrón de tinción granular y el depósito de com plemento en los vasos sanguíneos miocárdicos y a su alrededor. La biopsia sirve también para descartar otras posibles causas de miocardiopatía. Esclerosis sistémica La miocarditis inflamatoria raramente da lugar a mio cardiopatía sintomática en pacientes con ES; afecta, principalmente, a aquellos con miositis acusada de la musculatura esquelética. La ecocardiografía puede revelar anomalías sistólicas y diastólicas, y una dis minución de la fracción de eyección, que en algunos casos es lo suficientemente grave como para originar insuficiencia cardíaca. En la biopsia endomiocárdica se suele apreciar fibrosis miocárdica. La fibrosis es de naturaleza focal y afecta a
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