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Reporte de lectura Jose Fouche

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Reporte de lectura 
“JOSÉ FOUCHÉ”
ÍNDICE
Introducción…………………………………………………………………………………3
Capítulo primero. Ascenso…………………………………………………………………4
Capítulo II. El mitrailleur de Lyon…………………………………………………7
Capítulo III. El duelo con Robespierre…………………………………………….9
Capítulo IV. Ministro del Directorio y del Consulado……………………………..11
Capítulo V. Ministro del Emperador……………………………………………….14
Capítulo VI. La lucha contra el Emperador………………………………………...16 
Capítulo VII. Intermezzo involuntario…………………………………………….17 
Capítulo VIII. La lucha final contra Napoleón……………………………………….19 
Capítulo IX. Caída y muerte………………………………………………………...21
 
Conclusión………………………………………………………………………………….23
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo, que ahora tiene en sus manos, resultó a raíz, de servirle a usted, como instrumento de evaluación, sobre los conocimientos adquiridos sobre el mismo. Atendiendo al libro de elección libre que nos autorizara.
Tal disposición tuvo como resultado la tarea de realizar un reporte de lectura del libro, “José Fouché” de Stephan Zweig. Así las cosas, para la elaboración del proyecto, me vi en la necesidad, de leerlo, analizarlo e interpretarlo.
Entonces pues, trataremos de manera breve pero profunda de un ser muy codiciado que así como amado, así odiado. Simulando el juego de la oca, veces subió por la escalera, veces hubo serpiente que lo hizo descender hasta la miseria. Todo por conseguir un poco más de poder.
 
CAPITULO 1
Ascenso (1759-1793)
31 de Mayo de 1759, podría haber sido cualquier fecha sin importancia pero no, como era tradición familiar, se esperaba que él fuera marinero o mercante. Sin embargo, pronto llegó la preocupación de sus padres al ver que no tenía ninguna aptitud física para dicha profesión, y fue entonces que no le quedó más opción que la Iglesia.
Fue maestro de Matemáticas y Física, al mismo tiempo que ejercía como inspector y prefecto. A sus veinte años José Fouché, estando en su primer escalón se comenzaba a destacar peculiares características de su personalidad, la antipatía total de ligarse a algo o alguien por completo.
Diez años se mantuvo en esa condición, sin cambio alguno pero adaptable a cualquier situación, pues ni con Dios, describe la autora, podía mantenerse fiel para siempre. Antisocial y apartado de todo bien se podría pensar que no tener aspiraciones de crecer o que su vida era una rutina al pasar tantos años solo y viviendo de la misma manera pero no, fue cuando aprendió realmente lo que ha de ser “infinitamente útil al diplomático: el arte de callar, la ciencia magistral de ocultase a sí mismo, la maestría para observar y conocer el corazón humano”[footnoteRef:1] [1: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.6] 
Y fue debido a la disciplina de dominio sobre sí mismo que recibió en la religión. Teniendo una resistencia absoluta al lujo y con un arte sutil de guardar la vida privada de tal suerte que no fueron años en vano, aprendió enseñado.
Fue hasta 1778 cuando comienzan a haber cambios en Francia con los nuevos avances en distintas materias, llamando la atención de los religiosos incluyendo a Fouché, y fue gracias a los religiosos que buscaron inmiscuirse en círculos intelectuales que los “Rosatis”, la burguesía intelectual lo recibieron con agrado, es interesante las veladas que realizaban porque era como el escape de su vida cotidiana, los hombres de profesiones fuertes y rudas, expresaban su sentimentalismo en novelas o versos de amor.
Es así como José Fouché entabla amistad con el abogado Maximiliano de Robespierre, quien en vez de sentencias de muerte redactaba versos graciosos y con el teniente Bonaparte.
Quién diría que de ser amigos de antaño, después lucharían a muerte. Pues en uno de los viajes de Robespierre, fue Fouché quien le financió y después tendría el valor para darle la espalda y traicionarlo.
Como la política dominaba al mundo, a la política se acercó. Para esto, se casó joven con la hija de un burgués asegurando su posición para después ganar elecciones y ser diputado a sus cortos treinta y dos años. Su frialdad, el rechazo a cualquier vicio y su control absoluto sobre sí, constituían su fuerza, no vivía más que de su estudio y tenía su método “esperaba pacientemente a que se agotara a pasión de los otros o que apareciera un momento de flaqueza para dar entonces el golpe inexorable”[footnoteRef:2] [2: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México 2008. Pág. 10] 
Era tanto así su habilidad para engañar y ocultar sus verdaderas intenciones. No guardaba más celosamente y lúgubre que su disfraz de hombre honesto. 
José Fouché no conocía más que un partido, a cual siempre le fue fiel y este era el más fuerte, donde estuviera la mayoría, allí estaría él.
Sabía esperar el momento adecuado, nunca se precipitaba, nada de agitarse demasiado pronto y aparecer a la luz, prefería que los demás se desgastaran por él y sabía bien lo que hacía. Así nunca pertenecía al primero sino al último, al que quedaba y triunfaba por eso para decidirse por un partido primero escuchaba, analizaba y observando quien tenía más a su favor ese, era el que elegía. 
Siempre estuvo preparado para cambiar de convicciones hasta de último momento y excusarse de su traición de la manera más fría. Habiendo traicionado a sus primeros dos amigos y estando la Revolución francesa en pleno auge le bastaba esperar para saber qué partido quedaría al final, para esto consiguió ser uno de los doscientos delegados enviados a provincias ejerciendo como la autoridad máxima de esos lugares.
En este cargo tenía muchas facultades pero de igual manera sabía que debía rendir cuentas claras sobre el presupuesto que se le asignaba y todo lo concerniente a su administración.
Se trazó un programa de gobierno radical, socialista y se destaca en la en esta obra el hecho de que fue él y no Marx ni Buechner quien escribiera los primeros escritos sobre el socialismo en su obra que fue opacada en la oscuridad por los historiadores modernos “Intruction de Lyon” es cuando Fouché aparece como el primer socialista radical.
Dentro de este escrito mencionó que los ricos jamás serían unos republicanos fieles. Hablaba de que lo más importante era la libertad y debía regiré por ella “estáis oprimidos y debéis aniquilar a nuestros opresores: habéis sido esclavos y no debéis tener otro culto que el de la Libertad”[footnoteRef:3] [3: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.24] 
Consideraba que nadie debía tener más de lo necesario y que debía contribuir al estado proporcionalmente a sus riquezas y si no actuaban los ciudadanos de manera voluntaria, se les quitaría por la fuerza lo que no necesitara.
Este documento nos sirve como base para saber lo que hubiera hecho José Fouché en el caso de haber estado en un puesto público donde tomara estas mismas decisiones pero en toda Francia. 
Y no sólo atacaba a la riqueza, después de haberse casado por segunda ocasión y a través de la Iglesia, convirtió al cristianismo en uno de sus enemigos pues no le bastaba a él ser el más alto funcionario de justicia en la provincia sino que también arremetió contra los sacerdotes obligándolos a casarse o adoptar hijos. No podían vestir el hábito fuera de las Iglesias, quitaron toda imagen, escultura y cruz referente a la religión, su propósito fue exterminar el fanatismo.
Como recordaba de rendir cuentas ante la Convención, les envió cajones llenos de objetos religiosos de oro, monedas y barras de plata entre otros materiales preciosos y como era un acto nunca antes visto fue tal la sorpresa de los burócratas que cuando regresó de su misión, no lohizo como el diputado pequeño de 1792 ahora era reconocido y admirado.
Es entonces cuando entra a la historia José Fouché.
CAPITULO II
El “mitrailleur de Lyon” (1793)
	Dentro de la historia francesa nos dice la autora que una de las más sangrientas fue la de la protesta de Lyon. Siendo el 12 de octubre, el Presidente de la Convención presenta un documento que aterrorizaría a los habitantes franceses.
Dentro de los preceptos se encontraba el desarmar a los habitantes de Lyon para ser entregadas al ejército Francés, que la ciudad fuera devastada por completo, el nombre de Lyon desaparecería de la lista de ciudades de la República.
Era un decreto sangriento que la Convención creó y que para sus efectos, designaron a Couthon, amigo de Robespierre.
No tuvo nuca la intención de llevar a cabo tan macabro acto sin embargo buscó la manera de revestirlo y alargarlo lo máximo que pudiera hasta que la Convención sospechó y decidieron buscar alguien capaz de actuar sin remordimiento, alguien que sirviera de verdugo y quien mejor que José Fouché y Collot d´Herbois, hombres radicales. 
Nadie había podido conseguir lo que Fouché pero a diferencia de los demás, él lo hizo con palabras sin derramar una gota de sangre de cabeza ajena. Su consciencia estaba limpia.
Y aunque Fouché llegó a ser el verdugo de Lyon no formaba parte de sus pensamientos el ser sangriento, pero en la historia no cuentan los pensamientos más que los hechos por lo que se le quedó el nombre de “Mitrailleur de Lyon”.
Pasó un mes de la llegada de Fouché y Collot d´Herbois para comenzar con la masacre, con los cañones preparados para una matanza colectiva y enterrando los cuerpos en fosas preparadas, todo por la madrugada. Nadie tenía derecho a pedir clemencia y quien lo hacía, le esperaba su lugar sobre la guillotina. Y sus palabras “sí, nos atrevemos a decirlo, hemos vertido mucha sangre impura que habéis puesto en nuestras manos hasta que no lo manifestéis por vuestra voluntad. Hasta entonces seguiremos sin interrupción, la lucha contra nuestros enemigos de la manera más radical, terrible y rápida, hasta aniquilarlos”[footnoteRef:4] temblaban alrededor de las personas gimiendo. [4: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.40] 
Hasta que unos ciudadanos con valor deciden acudir a París y presentar una solicitud ante la convención para que la cuidad no quedé totalmente destruida. Pero los procónsules son advertidos e inmediatamente se mueven y actúan. Ejecutando en un mismo día a todos los traidores.
Es increíble el ingenio de Fouché, pues aprovechándose de esta situación acordó con Collot d´Herbois que se quedara en París para estar al pendiente de lo que dijera la Convención, mientras tanto el continuó con la matanza para después cargar todas las muertes a su amigo.
Y dicho y hecho, sintiéndose amenazado por Robespierre, pues éste último habiendo conseguido poner ante el tribunal a otros personajes que actuaron igual que Fouché para su proceso, hizo que cambiara de bando inmediata y astutamente ahora aparentaría ser indulgente. Atacó y exterminó a quienes habían seguido sus órdenes de cuanta masacre se realizó. Fue sorprendente que ahora eran los habitantes quienes lo veían como un héroe de as “miltraillades”, como un salvador y los revolucionarios escribiendo carta tras carta a la Convención, acusándole de traidor.
Él estaba preparado para cualquier supuesto, si le incriminaban como cruel asesino tenía pruebas de dar clemencia, y por el contrario si se le acusaba de benevolencia igual tenía pruebas de ser un sanguinario. Estaba protegido.
Sin embargo, no consiguió engañar a todos, Robespierre, enemigo de antaño conocía su táctica. Entonces ya en el tribunal se conoce más a fondo el cinismo y lo descarado de Fouché, pues siendo un verdugo que asesinó a más de dos mil víctimas, de manera ilógica es acusado de piedad excesiva. 
CAPITULLO III
El duelo con Robespierre (1794)
Entonces un 3 de abril se entera José Fouché que es requerido en París por la Comisión de la Salud Pública para justificar sus actos. Mientras dura su viaje, ignorante de que todos los procónsules comenzaban a caer, y todos por sólo un hombre, Robespierre.
A todos los corruptos ha desterrado este abogado, delgaducho. Entones estando frente a la tribuna Fouché leyó un informe que dejó paralizados a los presentes, pues no era cualquier hombre, no se olvidaban sus méritos y les provoco el peor de los miedos, el miedo a lo invisible, pero sin prevenirlo, este informe llegó a las manos que el tanto quería evitar, a las de Maximiliano.
Y así planea ir a su casa para implorar perdón pero de esta entrevista nada se supo, Fouché sólo concibe una solución. Podría salvar su cabeza si conseguía que cayera la de su enemigo.
Ahora ya eran contrarios declarados, el primer golpe lo da Robespierre al exponerlo al público denigrándolo por sus actos contra la religión y predicciones ateístas que tuvo Fouché. Quedándose mudo, sabía que esta primera batalla la había perdido.
Es entonces que se desaparece por días pero no en vano, pues planeaba el contra ataque, comienza a hacer amistades a tal grado que es nombrado Presidente de los jacobinos, algo que no esperaba Robespierre pues era con ellos con quien acudía Robespierre para sus enemigos. Y tener que pedir permiso a Fouché para dar un discurso no lo podía soportar.
Inmediatamente se prepara de nuevo Robespierre y lo vuelve a exponer, ahora con los hechos en Lyon frente a los jacobinos, lo que por poco le costó la presidencia. Sin embargo Robespierre ya sabía la técnica que empleaba su enemigo, el prepararse en la oscuridad y el evitar el público. 
De esta manera insistente ante los jacobinos repite el acto, sin la presencia de Fouché, constándole la presidencia, sin más que hacer, se vuelve a refugiar en los subterráneos para planear su venganza pues no podía llegar a la guillotina y era objetivo de detención, se ocultó en casa de un amigo. 
Era el diputado más amenazado, no había solución para él. Y buscó entre las virtudes de Robespierre, y la encontró. No perdió tiempo y comenzó a buscar a todos los enemigos de Robespierre, y como dicen “los enemigos de mi enemigos, son mis amigos” trato de hablar con cada uno de ellos y generarles un miedo artificial para que tomaran valor y le acompañen a derrocarlo. 
Era como el director, donde decidía las actuaciones de cada uno, hacía conspiraciones y debido a esto Robespierre le nombro “Chef de la conspiración” 
Llego a manos del enemigo de Fouché, a través de espías una carta dirigía a su hermano, quedando por enterado Robespierre de que algo se tramaba en su contra.
Pero un golpe duro y bajo le llegó a Fouché, esta vez era de su vida privada. A pesar de ser el hombre más frío e incomunicativo, en su hogar era un esposo cariñoso padre de una pequeña que amaba y era ésta misma quien le provoco el más grande dolor jamás sentido, pues debido a que enfermo su deceso no tardó en llegar, dándole un impulso a Fouché pues ya no tenía nada que perder más que su vida.
Avisando a su equipo que el golpe final se daría. Entrando Robespierre en sesión vio sentados a sus pocos amigos pero faltaba uno el más importante hombre, su enemigo José Fouché, y después de leer un gran discurso a la Convención, comenzaron los revuelos y ataques por parte de los presentes, imputándole que su discurso carecía de claridad y caso extraño que exigiéndole que diera nombres, se reservó el exponer a Fouché.
Después de este hecho, Robespierre es encarcelado y golpeado para después terminar en la guillotina junto a sus amigos. Fouché quedó a salvo en seguida.
Como no le gustaba exponerse, pronto encontró a alguien quien le cubriera con su sombra, Graco Baboeuf, hombre del proletariado con ideas socialistas quien comenzó a relucir por los consejos de Fouché, pero la Convención no tardó en darse cuenta de quién estaba detrás de Baboeuf, llamando de nuevo a la tribuna Fouché. Quien negó conocerle, más sólo de vista lo que en consecuente provocó el fusilamientode Baboeuf.
A pesar de salir libre de este suceso, sigue la acusación de terrorismo contra Fouché y o le quedó más, que darse por muerto. “ya no es José Fouché de Nantes, diputado del pueblo; ya no es profesor del Oratorio; no es sino un hombre olvidado, despreciado, sin rango, sin fortuna, insignificante”[footnoteRef:5] [5: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.69] 
CAPITULO IV
Ministro del Directorio y del Consulado (1799-1811)
Este genio, necesitaba este aislamiento forzado para saber realmente cuál era su misión. Pues es en los momentos más difíciles cuando se conocen nuestras verdaderas fortalezas y agallas. “nunca es el destierro para el verdadero fuerte una mengua: es siempre un tónico de su fuerza”[footnoteRef:6] [6: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.72] 
José Fouché duró tres años en el exilio y el único que pudo verle fue Barras quien describió su miserable situación. Pues todos los amigos le habían abandonado. Convirtiéndose en poco tiempo espía de Barras, un hombre poderoso con proyectos políticos. Perteneciendo al Directorio, un Consejo de 5 políticos que dominaba ahora en Estado.
Residiendo ahora una Francia con una economía estable, buena época para hacer dinero. Vendiendo cosas de mala calidad al mismo precio que una original, y era José Fouché el ideal para negocios sucios, creando al mismo tiempo las mejores relaciones con Barras el ahora Presidente del Directorio.
Y es así como con su ayuda, Fouché forma una fundación para la venta de aprovisionamiento para el ejército. Dejando a un lado la repulsión hacia el dinero que antes como socialista marcó mucho sus actos, volviéndose rico de nuevo.
Sus negocios sucios que hacía con su amigo le trajeron como beneficio el ser mandado como representante del Gobierno de Italia, al igual que en Holanda, pues sabía bien Barras que lo que más destacaba de Fouché era su aptitud para llevar acabo todo en secreto.
Un escalón más de Fouché fue ser nombrado ministro de policía de la República Francesa. París estaba asustado por los antecedentes en Lyon y los burgueses temían por sus riquezas, pero al cabo de tres meses sus superiores notaron en él su astucia para trabajar quedando asombrados.
Para Fouché lo más importante era estar enterado antes que nadie de las noticias que acontecían, colocando así miles de espías alrededor de Francia que diariamente le traían lo más nuevo y relevante. Teniendo a su servicio hasta la mujer del hombre que después sería un nuevo enemigo de Fouché, la esposa de Napoleón Bonaparte, Josefina.
Su sistema era infalible. Sólo por su mano se movía todo, daba a conocer lo que es consideraba necesario no más por lo que era aún más peligroso. Ahora lo que lo había hecho más poderoso que antes en las masacres de Lyon era que no actuaba con violencia, se ganó a todos los ciudadanos con actuaciones benevolentes, pues para qué ser ingrato si aún no sabía quién gobernaría luego.
Sabía la mala situación del Directorio y que pronto colapsaría, él y Barras sabían que sólo un dictador podría cambiar la situación, enfocando la mirada hacia el entonces general Bonaparte. 
Desde su primer encuentro con él en persona le confía pero no se le entrega. Ya que recordando su norma de vida él no tomaba decisiones apresuradas antes de saber con quién estaría la victoria.
Ni el mismo Fouché sabía de qué lado estaría, y hasta que Napoleón consigue ser el nuevo cónsul que Fouché se pone a su servicio siguiendo en su cargo como ministro. Quedando como Bonaparte el héroe, Fouché como el colaborador secreto y la víctima, Barras, indignado de haber sido éste último quien saco de la miseria a los dos que ahora le daban la espalda.
La primera prueba de desconfianza de Bonaparte hacia Fouché fue cuando estando en batalla el primero, reciben noticias de que perdió la batalla, todos lo reunidos piensan en que no podían tener de cónsul a alguien derrocado pero Fouché permaneció en silencio, llegando luego otra noticia dando a conocer lo contrario, que recibió ayuda oportuna y que la victoria fue más de dos veces mayor.
Entonces llegando Bonaparte enterado de lo sucedido entre los políticos, no podía imputarle nada a Fouché sólo la pérdida de confianza.
Después de un atentado contra el cónsul, éste pierde todos los estribos y arremetió contra Fouché, pues su cargo le obligaba a saber con anticipación de cualquier complot. Es después de éste suceso que José Fouché se da cuenta de las verdaderas intenciones del cónsul, que era posesión vitalicia del cargo y tan fuerte era el apoyo a Bonaparte que consigue su objetivo. 
Solo le restaba un clavo perdido al cónsul para obrar sin preocupaciones, sacar a Fouché e su cargo pero sin despedirlo, pensó astutamente en una forma, agradecerle por tan buen servicio que hizo con la ciudad que ya no sería necesario tener un ministro de la Policía, lo cual daba por entendido el despido maquillado de Fouché. Y para evitar cualquier disgusto, conociendo que ahora conciliado con el dinero, le ofreció una cuantiosa cantidad más aparte un cargo en la senaduría con un plus de un principado. Ahora sí, Fouché no era más problema.
CAPITULO V
Ministro del Emperador (1804-1811)
Fue en 1802 que José Fouché se retiró con los honores que le confirió el cónsul Bonaparte, ahora ya no quedaría refugiado de nuevo en la miseria, al contrario vivió durante ese tiempo en una casa que habría sido ocupada antes que su familia por un burgués rico.
A pesar de que Fouché sabía disimilar ante la sociedad y ser buen padre y esposo, por dentro sentía esa necesidad de volver al juego “como no puede el jugador dejar el juego; el bebedor dejar la bebida, no puede dejar José Fouché dejar la política”[footnoteRef:7]. [7: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.106] 
Tras un pequeño error de Bonaparte evidenciado por Fouché, le obliga a solicitarle de nuevo a éste último su reingreso como ministro de la policía, de esta manera pasaron los años, trabajando juntos para lo mejor y lo peor, lo que les faltaba para hacer el equipo perfecto fue el jurarse fidelidad pero claro estaba que Fouché no sería jamás un servidor fiel de nada ni nadie.
Gracias a la esposa de Napoleón Bonaparte, Josefina, sabía este ministro de la policía los más recónditos secretos de la vida personal del emperador. De su vida política, Fouché recibe copia directa de todo lo que emite y firma en privado Bonaparte. Tiene a su cargo espías que lo vigilan día y noche. No se podía subestimar la astucia del emperador, sin embargo por este mismo motivo estaba obligado a contárselo todo a su ministro de policía.
Es gracioso que esto era recíproco, así como Fouché tenía a su cargo espías para vigilar sigilosamente cada paso que realizaba el emperador, éste último también vigilaba los movimientos que realizaba Fouché. 
Y fue así que llegó en momento de las divisiones entre el emperador y sus dos mejores servidores, todos enemigos entre sí. Fouché y Talleyrand los más astutos e inteligentes ministros que podía tener Napoleón. Ambos grandes devotos de Maquiavelo.
Para Talleyrand el poder solo era medio para conseguir los mejores placeres y lujos, entre ellos destacaban su gusto por las mujeres por lo que era un despilfarrador de dinero en cambio Fouché era multimillonario, ahorrador por excelencia y controlaba cualquier gasto innecesario. 
La manera de trabajar de Fouché era analítica, meticulosa a diferencia de su compañero de trabajo que era visionario. Afirma el autor que en ninguna parte surgen más crueles odios que entre las especies distintas de la misma casta.
Repentinamente dejan de seguirse los pasos uno al otro, actitud que parece sospechosa ante los ojos de los demás, pero Napoleón se encontraba ausente en guerra, unas de las más absurdas e inútiles que haya llevado a cabo. Sus dos ministros la desaprobaron por completo, y en un intento de protesta pública, realizan una fiesta en casa de Talleyrand.
Y si algo disfrutaba Fouchéera la ausencia del emperador, no desaprovechó la oportunidad, “demostremos a Europa que aunque presta sus fulgores a Francia el genio Napoleón, no es necesaria su presencia para rechazar al enemigo”[footnoteRef:8] [8: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.123] 
A la llegada de Bonaparte, no se perdió más tiempo para los reproches hacia los actos de insubordinación por parte de su ministro de justicia al atribuirse facultades que no le corresponde, pero sorpresivamente no pasó así, como siempre Fouché uso un escudero para encubrir sus actos.
Después de este acontecimiento el ministro de policía, se quedó deseando con más sed, el poder tener en sus manos el total control sobre Francia, actuando de manera compulsiva sin medirse. Excediéndose siendo expuesto públicamente. Pues había llegado de guerra el emperador. Y para tenerlo bien cuidado le nombraron Duque de Otranto a pesar de que jamás vivió allí, sólo era para que la gente al nombrarlo no recordara las masacres de Lyon. Y pudiera alardear como un verdadero caballero.
CAPITULO VI
La lucha contra el Emperador (1810)
Napoleón, fue el tipo de persona que no toleraba las opiniones contrarias a su voluntad, así que eras su esclavo o su rival pues para él no existía un término menos.
Y recuerda Fouché lo excitante que fue vivir esos días, decidiendo sobre temas importantes en la ausencia del emperador. Entonces emprende una empresa totalmente descabellada, busca actuar en nombre del emperador de manera artificial sin medir las consecuencias de sus hechos, buscó la paz contra el país vecino, Inglaterra, negociando.
Esta vez colmó la paciencia de Bonaparte pero como no podía despedirlo, tenía que cubrirlo de alguna manera y que mejor. Le cambió de cargo ahora como honorífico consejero de Estado y le nombró también, embajador del Imperio en Roma.
Pero obvio que después de diez años no iba a dejar el puesto tan fácil a cargo de un sacerdote torpe. Entonces decidió jugarse una pequeña bromita. Fingió prestarle ayuda para de esta forma poder sacar toda la información que consideraba valiosa y útil, cartas e informes, al darse por enterado el emperador y su subordinado torpe, inmediatamente le buscan y mandan cartas con orden de que devuelva lo que ha ultrajado a lo que Fouché se negó rotundamente.
Comienza a sentirse inseguro Fouché, desaparece, vuelve a aparecer. Entonces por fin tiene que irse a su senaduría a Aix, pues el ambicioso tuvo que pagar su bromita. Permaneciendo tres años sin honores y sin cargos. Este fue su tercer destierro.
CAPITULO VII
Intermezzo involuntario (1810-1815)
Ahora tiene 52 años, ha sentido toda clase de experiencias, toda clase de emociones, estar arriba y caer súbitamente, dependiendo únicamente de su voluntad.
Como a Fouché lo que más le gustaba era estar en medio de todo, sabiéndolo todo por igual y el no ocupar un cargo dentro del gobierno le hacía sentir un vacío tremendo y más aun sabiendo lo poderoso que se estaba convirtiendo Bonaparte pues ya no le consideraría necesario. Ahora si Fouché estaba aniquilado. 
Y justo en esos momentos de angustia, le llegó otra flecha provocándole un dolor profundo, perdió a la única mujer que el en verdad amó. Y que le acompañó durante todas sus aventuras. 
Sus amigos, los que le eran fieles le trataron de convencer para que recuperara su puesto pero él no tenía en esos momentos el ánimo suficiente, había dejado de un lado su necesidad de poder “mi corazón se ha cerrado a todas esas tonterías humanas. El poder ya no tiene una atracción para mí, el reposo no es solamente un estado adecuado a mi situación actual, sino el único necesario”[footnoteRef:9] [9: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.148] 
De manera sorprendente, ahora que Fouché busca alejarse sin desear cargo alguno, viene a imponérselo por la fuerza su mayor contrincante, el emperador Bonaparte.
No lo hizo por simpatía, simplemente por desconfianza. Y se decide a amarrarle las manos a un cargo. Fouché supo de inmediato de lo que se trataba y no puso pretexto alguno. Dirigiéndose hacia Iliria, un Estado sin idea común, con pocos soldados, pocos habitantes que no esperaban más que solo la retirada de los franceses.
Después de cuatro meses regresa, pero tarde entonces tiene que marcharse de nuevo a su finca, a su descanso. Pero no sería por mucho tiempo ya que Bonaparte encontrándose en peligro de perder el imperio por causa del rey Luis XVIII, éste último manda apresar a Fouché sin lograr su objetivo. Demostrando un tipo de lealtad rara dirigida a Bonaparte.
CAPITULO VIII
La lucha final contra Napoleón (1815, los cien días)
Noche 19 de Marzo de 1815, doce carros recogen al rey Luis XVIII, frenético, con asma, dejando impactados a todos aquellos que estuvieron en el acto. Huyendo a toda prisa y es cuando comienzan los cien días del emperador fugitivo.
Vuelven a oler la guerra, presentándose ante él un gran tumulto, todos de gala. Desaparecen todo emblema relacionado con el rey y vuelven a colocar las insignias que representaban el imperio napoleónico. 
Realizaron una fiesta, donde sorpresivamente asistió Fouché, que para el pueblo ya era aceptado como como el hombre que necesitaba el emperador. Después de una charla privada, regresa otra vez como ministro de la policía por tercera ocasión. Y ya se arrepentían ambos de haberse aliado de nuevo.
Pero Bonaparte le necesita, no le conviene de ninguna manera tenerlo a sus espaldas, teniendo Fouché la oportunidad de engañarle le rechaza a esa tentación pues porque simplemente no era por convicción propia, lo que a él le gustaba era el juego doble pero no impuesto por alguien más como Luis XVIII. 
Si Napoleón tenía espías que vigilaban a Fouché, también Fouché lo hacía con él. A pesar de la astucia y meticulosidad para maquinar secretamente de Fouché, fue descubierto el plan que tramaba para el emperador. Era cuestión de tiempo.
Ante una más de las ausencias del emperador, se levantó sesión en la Cámara donde se propuso un jefe de Estado provisional y que bajo engaños y después de elecciones, quitó Fouché de la silla a Carnot.
Había llegado a su meta, a sus 56 años “Mirabeu, muerto; Marat, asesinado; Robespierre, Desmoulins, Danton, guillotinados; su compañero del consulado, Collot, desterrado a los penales infectos de Guayana; Lafayette, eliminado; todos, todos sus camaradas de la Revolución desaparecieron”[footnoteRef:10] [10: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.182] 
Obligado a huir con papeles falsos, Bonaparte abandona el territorio francés. Por su parte Fouché, simula ser el amigo del pueblo, ayudando al hijo de su enemigo en el parlamento, ante Carnot disimula un buen gobierno pero en realidad lo que pretendía era ofreceré secretamente el trono al rey Luis XVIII, a cambio del puesto de ministro de policía.
Ya después de veinte años no le quedaba más a Napoleón, que traicionarse a sí mismo. Y fue lo peor que pudo haber hecho. Pero el rey Luis XVIII fue astuto y solo le fue fiel hasta tener seguro el poder. De nueva cuenta vuelve a ser humillado, pues fue evidente lo que hizo Fouché, había vendido su patria.
Y fue en esas fechas que el paso de Napoleón por la historia terminó, ahora comenzaba la época de la burguesía. 
Capítulo IX
Caída y muerte (1815-1820)
28 de julio de 1815, pasados los cien días del intermezzo volvió Luis XVIII para ocupar el poder nuevamente. José Fouché ha hecho buen trabajo y viudo desde hace cinco años, decidió volverse a casar, con una joven condesa.
El mismo hombre que hace quince años se declaró ateo y destruyó todas las cruces en Lyon, ahora pasaba por la iglesia para unirse en sagrado matrimonio, irónico. 
Y son estos hechos en Lyon que comienzan a resurgir y es que en ese tiempo, Fouché el mismo que trabaja bajo las ordenes de Luis XVIII, el mismo en esas masacres, estuvo de acuerdo con la muerte de su rey, el mismo que mató a su hermano.Como el rey le debía el puesto a Fouché podía concederle el perdón, pero aprovechándose de que su sobrina no le olvida como asesino de su padre, salen de la boca del Rey las siguientes palabras: “la pobre no debe estar expuesta a encontrarse con esta cara tan repugnante”[footnoteRef:11] [11: ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.195] 
 Y es así como se le destituye del cargo, sustituyéndolo su antiguo enemigo y colega, Talleyrand. Otra vez para cubrir este despido injustificado, le promocionan otro puesto. Embajador en la Corte de Dresde, obedeciendo sin decir una palabra. Hizo maletas y se instaló en el pueblo hasta el fin de su vida. Acompañado de su esposa e hija que parecían hermanas en edad. 
Un solo sentimiento o mantiene vivo, la esperanza de algún día volver a ascender al poder, y se esfuerza para conseguirlo sin obtener ningún resultado, sus cartas y solicitudes a sus conocidos quedan ignoradas.
Tres años pasaron y el nombre de José Fouché no suena más en las conversaciones d los franceses. Como es de esperarse al llegar a una edad madura comienza el desgaste físico, y en Fouché fueron sus pulmones los primeros afectados. 
Las hermanas y hermanos de Bonaparte le visitaron, con el paso de los años se olvidaron de su enemistad, charlaron con confianza de manera tranquila. Un último acto de Fouché, que confundió, fue el que haya quemado toda evidencia de lo que había hecho, que lo incriminaban a él y a muchos políticos, dejando la duda si lo hizo con un gesto benevolente o por alguna otra causa.
Su muerte no causó revuelo alguno, pues ya era un hombre rico y olvidado. El 26 de diciembre de 1820, terminó esta vida singular. “de quien fue el más de excepcional de los hombres políticos”[footnoteRef:12] [12: 
 ZWEIG, Stephan. El Genio Tenebroso. Editorial Nuevo Talento, México, 2008 Pág.204] 
CONCLUSIÓN
Este tipo de obras, me parecen muy interesantes, previo al presente reporte de lectura que tiene en su manos, consumé otro; “El príncipe” de autor, Nicolás Maquiavelo y de la misma manera en la que me fascinó dicha obra, ha vuelto a pasar con esta.
Me atrapa mucho la capacidad que tuvieron estos personajes históricos y la trascendencia de sus actos. Bueno, entonces pues, hablando particularmente de José Fouché, desde niño pareció que no tendría vocación alguna, ya que lo describen como un hombre delgaducho y sin aptitudes para continuar con la tradición familiar de ser un marinero, prefiriéndose dedicar a la enseñanza, sin embargo durante esos años es cuando más aprendió lo que en realidad debía ser y tener, importante y poder respectivamente. 
La psicología toma un lugar muy importante, jugar con la mente de las personas es lo que más gustó a Fouché, en el ámbito político. Vemos la cacería que se realiza para llegar al poder y al lugar que se quiere, y, es que para él nunca fue suficiente, era como su enervante predilecto. 
Nada distinto con la realidad que vivimos, pues políticos como él, no les importa lo que tengan que hacer para llegar al poder, traicionar hasta sus más íntimos amigos para conseguirlo o venderse al mejor comprador, sólo para tener poder y poder. Lo curioso del caso es que Fouché siempre encontró un escudo que recibiera los golpes, sin importarle que tan allegados fueran a él, utilizaba a las personas según conviniera. Y siempre salía de la situación sin ser objeto de la mira.
Lastimosamente vivimos en un mundo donde se práctica esto día con día, y no sólo en el gobierno, las personas tendemos a querer manipular y utilizar a los demás para nuestros fines. 
Fue un hombre muy astuto que siempre planeaba todo meticulosamente que también merece el reconocerle ciertos hechos que realizó. A pesar de sus capacidades y aptitudes se cegó por completo. Y ¿qué es lo que pasa? Terminamos excediéndolo como lo hizo Fouché, queriendo cada vez más y más poder. Tal es así que nos viciamos de manera interesante, olvidándonos de toda lógica e ignorando que mientras más arriba se está, más dura será la caída, al primer error, o ambición negativa, ejemplo de ello, José Fouché.
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