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Reporte de lectura la bruja, el diablo y el inquisido

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La bruja, el diablo y el inquisidor. Reporte de lectura escrito por Daniel Baeza 
 
En este pequeño texto, hablaré sobre un capítulo del libro: Con el diablo en el cuerpo, de la 
investigadora mexicana Esther Cohen, el cual habla de la naturaleza de las brujas, de su 
relación con el diablo, y de los autores que las escribieron. 
 
La autora comienza afirmando que el renacimiento no inventó a las brujas, pero si las 
describió y las escribió. Para esto, se encargo de recrearlas, moldeándolas a la imagen y 
semejanza de sus mayores miedos y obsesiones, y de sus fantasías y excentricidades. La 
autora del texto también afirma, que para poder entender a las brujas, debemos estudiar a 
los hombres que las persiguieron. (Cohen, 2003) 
 
En el siglo XVI, la persecución contra las brujas alcanzó los niveles más altos, y la literatura 
escrita en contra de ellas se volvió mas frecuente y más vehemente. Por lo tanto las brujas 
fueron herederas de una tradición popular y fueron personajes que respondieron a una 
historia subterránea de una época. Las brujas, quedaron asociadas fiel y denigrantemente 
con la figura del diablo. Esto hizo que se les concediera el lugar protagónico en la historia 
del mal. (Cohen, 2003) 
 
La lectura menciona que los autores del renacimiento, al escribir sobre las brujas, les dieron 
una dimensión que no habían tenido antes. Los autores, al escribir sobre las brujas las 
convirtieron en un chivo expiatorio para la sociedad, la cual buscaba algo o alguien, a quien 
culpar por la razón de todos los males. (Cohen, 2003) 
 
Tanto fue así que 1484, el papa Inocencio VIII otorgó a unos inquisidores alemanes, el 
permiso para escribir el “manual del perfecto cazador de brujas”. En el, se trazaban 
finamente los perfiles de las brujas. Además, se le señalaba como figuras subordinadas del 
diablo. Esto, hizo que la Iglesia coincidiera, en que estas hechiceras practicantes de magia 
negra, eran la fuente de todo mal, y por lo tanto debían ser exterminadas. Su muerte, 
dictaba que debía ser por fuego. Para realizar este manual, los inquisidores se basaron en 
el pensamiento teológico de San Agustín y Santo Tomás. (Cohen, 2003) 
 
La figura del diablo, la cual ya era reconocida oficialmente por el cristianismo, le planteo 
grandes interrogantes teológicas a la Iglesia. Una de ellas, fue ¿por qué Dios omnipotente 
permite la existencia misma del mal?. También surgieron contradicciones como: Dios no 
quiere que el mal exista, pero tampoco quiere que deje de existir. La razón de esto, es que 
a pesar de los poderes del diablo, todo mal que se lleve a cabo esta, paradójicamente 
alabado por Dios; pues nada escapa de su dominio. Otra contradicción era, ¿por qué Dios 
permite que el dominio del diablo actúe, para después intervenir en su castigo? El manual 
del perfecto cazador de brujas, esta lleno de estas ambigüedades. A cada paso de la 
argumentación, los inquisidores alemanes parecían estar atrapados en estos círculos sin 
salida. Como el diablo no tenía un cuerpo físico que justificara su existencia, los escritores 
renacentistas se lo adjudicaron a las brujas. Y a través de sus cuerpos, descargaban la ira de 
Dios. (Cohen, 2003) 
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Sin embargo, a diferencia de los leprosos o los locos, las brujas no eran fáciles de identificar. 
La razón de esto, es que carecían de marcas que las identificaran; lo cual hacía que 
representaran un peligro mayor. Podían aparecer en un sueño, en una tempestad, durante 
una epidemia, en alguna fantasía nocturna, en medio de alguna pareja que procreaba, o en 
el aire. Por lo tanto, si el aire era su dominio y podían desplazarse con el viento, había que 
desconfiar de todas y cada una de las mujeres. Y si no era posible identificar a una en 
particular, debían de señalarse todas en conjunto. Fue por esta razón, que desde ese 
momento, todas las mujeres se convirtieron en potenciales brujas satánicas. (Cohen, 2003) 
 
El motivo por el cual las brujas eran llevadas a la hoguera, era porque su aniquilación debía 
ser un espectáculo que debía ser visto por toda la sociedad. Por que la brujería, a pesar de 
su carácter secreto y clandestino, necesitaba de ojos acusadores que las observaran; pues 
esas prácticas representaban la parte oscura de la sociedad. Por otra parte, las 
descripciones que los inquisidores renacentistas hacían sobre estas hechiceras, no eran 
sacadas totalmente de su imaginación, sino también de la cultura mágica popular y de la 
mitología griega y romana. (Cohen, 2003) 
 
Según los inquisidores, la sabiduría con la cual las brujas practicaban su magia, les llegaba 
desde un lugar muy lejano, desde un horizonte que siempre estaba cancelado y obscurecido 
por las nuevas culturas. Se consideraba que las brujas, no se podían articular discursos 
coherentes y razonados, sino mas bien se regían por prácticas eficaces y perturbadoras. Por 
esta razón, se tenía la concepción de que las brujas era entes que no hablaban por si 
mismos, sino que existía alguien más que hablaba por ellas. Es decir, eran figuras pasivas 
que estaban sujetas a la palabra de otro. (Cohen, 2003) 
 
Otra creencia que se tenía de estas hechiceras, es que causaban mal de ojo; pues tenían 
una fuerza incalculable en su mirada. Se pensaba que la mirada de una bruja era capaz de 
robar el alma, además de seducir, usurpar y arrojar al abismo. Los ojos de las brujas también 
podían provocar la locura, el desvarío y la muerte. Por estas razones, era necesario evadir 
el contacto y no permitir que estos ojos se fijaran en su objetivo. Para defenderse de esto, 
se tenían amuletos como la cruz o los espejos, los cuales servían para repeler al ojo 
enemigo. (Cohen, 2003) 
 
Referencia bibliográfica: 
 
Cohen, Esther (2003). Con el diablo en el cuerpo, México: Editorial Taurus.

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