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Los libros de autoayuda, vaya timo! Eparquio Delgado

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Los libros de autoayuda
¡vaya timo!
Colección dirigida por Javier Armentia
y editada en colaboración con la
Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico
LOS LIBROS 
DE AUTOAYUDA
¡VAYA TIMO!
Eparquio Delgado
LAETOLI
Prólogo de Carlos A. Álvarez
1ª edición: marzo 2014
Diseño de portada: Serafín Senosiáin
Maquetación: Carlos Álvarez, www.estudiooberon.com
© Eparquio A. Delgado, 2014
© del prólogo, Carlos A. Álvarez, 2014
© Editorial Laetoli, 2014
Paseo Anelier, 31, 4º D
31014 Pamplona
www.laetoli.es
ISBN: 978-84-92422-69-2
Depósito legal: NA-
Impreso por: Ulzama Digital 
Pol. Ind. Areta, calle A, 33
31620 Huarte, Navarra
Printed in the European Union
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación 
de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción 
prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) 
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 
91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Pedir
los
dos
7
Permítame, querido lector, que mi primer párrafo parezca un com-
pendio de conceptos propios de un libro de autoayuda. Cuando
Eparquio Delgado me pidió que prologara este libro que tiene en-
tre las manos, me invadieron varios sentimientos muy positivos.
En primer lugar, un gran placer y una enorme alegría, acompaña-
dos por sensaciones de satisfacción y orgullo. En segundo, el con-
vencimiento sincero de que estaba ante una obra excelente, basado
en mi conocimiento del autor y corroborado después por su lec-
tura. Y en tercer lugar, una sensación de plenitud y disfrute a me-
dida que iba avanzando por los distintos capítulos... Pero aunque
todo esto sea cierto, dejaré por un momento de parecer un autor
de la Nueva Era para explicarme algo más.
Tanto Eparquio como yo pertenecemos al mismo gremio: so-
mos psicólogos. Debido a factores muy diferentes, qué es científi-
co y qué no lo es en psicología es algo debatido hasta la saciedad
tanto dentro como fuera de la disciplina. Todavía puede uno es-
cuchar a personas que dicen que la psicología no es o no puede ser
una ciencia. Sin embargo, la pregunta clave es qué entiende esa
persona por psicología. Uno de los factores que fomenta esta du-
da es la diversidad de enfoques (conductual, cognitivo, neuro-
científico...), especialidades (psicología clínica, educativa o laboral
frente a psicología básica o psicobiología), metodologías de inves-
tigación (experimental u observacional-correlacional), etcétera. Y
esto incluyendo sólo orientaciones científicas, que considero son
Prólogo
Carlos A. Álvarez
8
las únicas que pueden llamarse psicológicas. En sentido estricto,
un psicólogo que practica el psicoanálisis es igual a un médico ho-
meópata. Pero, aún hablando dentro del terreno “empírico”, esta
diversidad hace que a un psicólogo experimental que trabaje en
neurocognición le cueste mucho, por ejemplo, entenderse con un
psicólogo clínico.
Por esta razón, y volviendo a mis sensaciones, tengo mucho que
agradecer a este libro. Me ha reconciliado con el resto de mi disci-
plina y con la psicología clínica. Resulta que quien escribe este pró-
logo es el psicólogo experimental de laboratorio al que Eparquio
Delgado alude mientras él trabaja en el ámbito clínico. ¡Y nos en-
tendemos perfectamente! Mientras leía el libro me di cuenta de
que hablamos el mismo lenguaje. Su lectura me ha reafirmado en
que el método científico —en general y sin entrar en disquisicio-
nes puntuales— es lo que “unifica” a la psicología, a pesar de la di-
versidad mencionada y, aunque parezca algo extremista, lo que
demarca nuestra disciplina. 
En esta línea, me parece que esta obra tiene dos enormes virtu-
des. Está escrita en un estilo divulgativo, para todo el mundo, de
fácil lectura. Es sencillo, directo y claro. Y al mismo tiempo —al-
go esperable cuando se conoce al autor—, posee el rigor y varias
características de la comunicación científica. Destaca su exhausti-
vidad al revisar los tipos de libros de autoayuda y de orientaciones
pseudocientíficas diversas —coaching, tendencias esotéricas, PNL—
que afectan al objeto de estudio de la psicología. Además, esa re-
visión, precisa y completa a la vez, está muy documentada y ac-
tualizada.
A pesar de las intenciones del autor, hay que decir que este li-
bro es también un libro de autoayuda, pues nos ayuda magistral-
mente a separar el trigo de la paja (qué es ciencia y qué no lo es en
el campo del bienestar mental). Y no sólo eso: es también una obra
de divulgación de la auténtica psicología y nos ayuda a entender
muchas cosas. Por ejemplo, nos cuenta cómo funciona el método
científico en psicología clínica. Nos explica los problema que sur-
gen cuando nos fiamos del “amimefunciona” o de la experiencia
personal y los mecanismos de la misma. Describe tratamientos psi-
9
cológicos científicamente validados. Nos presenta datos actualiza-
dos y resultados científicos sobre la eficacia de tratamientos o pro-
cedimientos tales como la meditación, por poner un ejemplo.
Explica qué son, desde la ciencia, procesos o fenómenos como el
placebo, la ansiedad, los rasgos de personalidad, los procesos de
persuasión y diferentes fenómenos cognitivos como las atribucio-
nes, y creencias o sesgos como la ilusión de causalidad. Nos relata
qué son la felicidad, el bienestar, la ansiedad o la indefensión des-
de la psicología “de verdad”. Y un larguísimo etcétera.
Seguramente, querido lector, tras leer este libro acabará como
yo con una sensación de “buen rollo” y optimismo. Resulta que
conocernos a nosotros mismos y solucionar nuestros más graves
problemas es posible. Pero lo es gracias a la ciencia. Este es el
concepto fundamental de autoayuda que podemos extraer de este
libro genial.
10
11
Todas las cosas importantes de este mundo han surgido gracias a
la colaboración. Este libro, una modesta aportación al análisis de
los libros de autoayuda, es también hijo de la participación de mu-
chas personas, la mayoría de ellas expertas en sus respectivas disci-
plinas, que han colaborado asesorando, enviando documentación
y resolviendo dudas, sin lo cual no habría sido posible. 
Mi primer agradecimiento debe ser para mi querido amigo y
profesor Carlos A. Álvarez, quien, además de proponerme la idea,
me ayudó a darle el primer empujón y aceptó escribir el prólogo.
Junto a él quiero reconocer la colaboración de Luis Vilela, Carlos
Santamaría, Helena Matute, Mauricio Schwarz, Wenceslao Peña-
te, Miguel Ángel Vadillo, Blas Elicio León, Alejandro Agostinelli,
Carlos Domínguez, Sami Rozembaum, Jorge J. Frías, Xavier Lu-
ri, Marino Pérez y Edgar Cabanas. Todos ellos han aportado in-
formación fundamental para su elaboración.
El arduo trabajo de corrección y revisión ha recaído en los hom-
bros de cinco titanes: Helena Matute, Carmen Delia Rodríguez,
Luis Alfonso Gámez, Edgar Cabanas y Jorge Gómez. Sus aporta-
ciones han mejorado enormemente el borrador que les entregué,
tanto en su forma como en su contenido. A todos ellos mi más sin-
cero agradecimiento por su colaboración desinteresada.
Pero la vida es más compleja que escribir y revisar un texto. Uno
es, en gran medida, el resultado de su historia y sus circunstancias.
Por ello quiero agradecer a mis padres todo el esfuerzo que han he-
Agradecimientos
12
cho —y siguen haciendo— para que llegase a convertirme en la
persona que soy; y a Carmen Delia haber aguantado estoicamen-
te un año largo en el que he dedicado buena parte de mi tiempo a
leer, resumir, escribir, hablar por teléfono y todo lo demás. Sin ellos
nada habría sido posible.
Por último, quiero agradecer a Serafín Senosiáin, director de
Editorial Laetoli, y a todas las personas que participaron en el crowd-
funding, haber apostado por este libro incluso antes de que estu-
viese escrito. Gracias por el apoyo y la paciencia, que ha sido mucha.
Espero que se cumpla la máxima de que todo lo bueno se hace es-
perar. Pero, sobre todo, espero que disfrutéis del libro al menosla
mitad de lo que yo he disfrutado escribiéndolo. Vamos allá.
13
Una tarde de 1998 recibí una llamada inesperada. Dos amigos ha-
bían decidido independizarse y, de la noche a la mañana, se habí-
an ido a vivir a un piso en un pueblo cercano. Esa misma tarde fui
a visitarles y descubrí que, entre los pocos libros que tenían, esta-
ba el famoso Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, del que
tanto había oído hablar. Por aquel entonces yo estaba comenzan-
do la carrera de psicología y, mientras leía el índice, uno de ellos
me hizo una pregunta que he seguido escuchando constantemen-
te durante años: “Oye, tú que eres psicólogo, ¿qué opinas de este
libro?” No supe responderle. No sabía nada sobre la inteligencia
emocional ni sobre la utilidad de los libros para solucionar pro-
blemas o aumentar la felicidad.
A lo largo de mi vida profesional, muchas personas me han pre-
guntado por la seriedad o utilidad de todo tipo de libros de auto-
ayuda. Como seguramente también le habrá ocurrido, bienvenido
lector, he conocido a verdaderos aficionados a estas publicaciones,
personas que cada cierto tiempo descubren apasionadamente uno
nuevo y dicen que han encontrado el mejor libro que se han leído
en sus vidas. También me he topado con personas que los recha-
zan y desprecian categóricamente. Pero la mayoría de la gente que
conozco entra en un tercer grupo, el de aquellos que hemos leído
alguno sin prestarle demasiada credibilidad ni interés. Sin embar-
go, la pregunta ha seguido apareciendo insistentemente en boca de
pacientes, amigos, estudiantes de psicología e incluso colegas. Mu-
Introducción
14
chas personas vienen a mi consulta con uno de estos libros bajo de
brazo, y en los medios de comunicación aparecen a menudo en-
trevistas a sus autores, donde suelen mezclar afirmaciones sensatas
con otras disparatadas.
Este libro pretende ser una respuesta a la pregunta de mi ami-
go, pero también a otras que han surgido a partir de la lectura de
cientos de libros de autoayuda. Haremos un repaso por los dife-
rentes tipos que podemos encontrar en el mercado y analizaremos
cuáles son sus planteamientos básicos, y si existe evidencia cientí-
fica que los avale. También veremos por qué hay personas a las que
les sirven y algunas explicaciones de por qué resulta difícil encon-
trar una librería que no cuente con una sección específica de au-
toayuda.
Aunque la mayor parte de los capítulos se dedican a analizar li-
bros publicados, no puede entenderse su éxito sin estudiar el fe-
nómeno más amplio de la autoayuda. De hecho, en un principio
este libro se iba a titular La autoayuda, ¡vaya timo!, pero hemos de-
cidido centrarnos en los libros por considerar que tienen suficien-
te relevancia en sí mismos para ser objeto de análisis. 
Me gustaría que este libro llegara a todas aquellas personas in-
teresadas en el fenómeno, al margen de su opinión previa sobre el
asunto, pero sospecho que el título y la temática pueden atraer más
a los detractores del género que a los aficionados. De cualquier forma,
espero que lo disfruten. 
15
Un paseo por la librería del barrio
Le propongo que comencemos este viaje por el mundo de la au-
toayuda haciendo una parada en su librería más cercana. La dis-
tribución de las secciones suele ser muy parecida. Nada más
traspasar el umbral, encontraremos la sección de Novedades, con
sus columnas de libros coronadas con ejemplares en posición ver-
tical para que podamos ojearlos sin ni siquiera bajar la cabeza. En-
tre los más recientes, veremos probablemente algunos de esos libros
que suelen formar parte del género de autoayuda, donde autores
de todo tipo nos ofrecen sus fórmulas para conseguir la felicidad,
el bienestar, la solución a problemas psicológicos o económicos y
el desarrollo personal, aunque no sepamos exactamente qué signi-
fica esto. Para profundizar un poco en el tema, nos dirigimos a la
sección donde se suelen encontrar este tipo de libros, y ahí hace-
mos el segundo descubrimiento. Aunque el volumen de publica-
ciones hace que hasta en las librerías pequeñas podamos encontrar
una sección de Autoayuda, quizá nos sorprenda que algunos au-
tores habituales de estos libros cuentan también con ejemplares en
las secciones de Psicología, Medicina, Empresa y Divulgación Cien-
tífica, hasta el punto de que un mismo libro puede estar presente
en varias de ellas al mismo tiempo. 
En ocasiones he preguntado a los responsables de las tiendas có-
mo deciden si un libro acaba en la sección de Autoayuda o pasa a
1
Disección de los libros 
de autoayuda
16
formar parte de otra. Parece que no hay un criterio único. Cuan-
do el título pertenece a alguna de las editoriales especializadas en
el género, va directamente a las estanterías de Autoayuda. Es el ca-
so de Ediciones Urano y Gaia Ediciones. En otros casos, las edito-
riales cuentan con sellos específicos o colecciones dedicadas en
exclusiva a la autoayuda, aunque suele ocurrir que un mismo sello
tenga varias colecciones que pueden ser consideradas de autoayu-
da o bien de otro género en función de la impresión que causan al
responsable de la tienda (aquí empieza a complicarse la cosa). Por
ejemplo, el Grupo Santillana cuenta con el sello Alamah, que, se-
gún explica la propia editorial en su página web, publica “temas de
sobrenatural, autoayuda, religiones, espiritualidad, desarrollo hu-
mano, esoterismo, superación personal, medicina alternativa, re-
lajación, feng shui, yoga y culturas orientales” 1. Lo mismo ocurre
con RBA, que publica bajo el sello Integral libros acerca de medi-
taciones terapéuticas, alimentación ecológica y terapias pseudo-
científicas como la iridología. 
No es de extrañar que los responsables de las librerías tengan di-
ficultades para colocar sus libros en una sección u otra, ya que no
existe una definición clara de lo que es un libro de autoayuda. ¿Tie-
ne algo en común El libro de la sabiduría de Osho 2 con El monje
que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma 3? ¿Son los libros de
Eduard Punset libros de autoayuda o de divulgación científica? Ve-
amos algunas claves que nos pueden ayudar a determinar de qué
hablamos cuando hablamos de libros de autoayuda.
Aumentar la satisfacción con la vida 
Para empezar, los libros de autoayuda son manuales dirigidos a au-
mentar el bienestar subjetivo de quien los lee sin necesidad del ase-
soramiento o la intervención de otra persona. A pesar de la variedad
de temas que tratan, estos libros tienen en común la pretensión de
ayudar al lector a aumentar su satisfacción con la vida a partir de
la reflexión de las ideas que presentan o la puesta en práctica de
una serie de técnicas. Sea lo que fuere lo que le impide estar a gus-
17
to con su paso por el mundo, encontrará un libro que le enseñará
a superarlo. Si su problema es que le han educado para creer en la
trascendencia más allá de la vida, pero tiene dificultades para acep-
tar unos dogmas demasiado restrictivos, puede encontrar una “es-
piritualidad laxa” en libros esotérico-religiosos que mezclan
interpretaciones del budismo, taoísmo, hinduismo y otras filoso-
fías orientales con mantras, meditación y terapias pseudocientífi-
cas, de manera que usted pueda desarrollar una espiritualidad
personal que le aporte alegrías y le exonere de los sacrificios que
imponen tradicionalmente el cristianismo y el islam. ¡Y todo ello
sin tener que abandonar lo que más le guste de sus antiguas cre-
encias! Es posible que usted rechace que alguien intente modificar
sus ideas respecto a la religión para alcanzar ese bienestar. En este
caso, quizá se sienta más cómodo con la llamada literatura inspi-
racional, a la que también recurren en ocasiones los autores esoté-
ricos —un ejemplo es la novela Los señores de la luz, de Deepak
Chopra 4—, donde encontrará cuentos y novelas con personajes
con los que podrá identificarse y que le enseñarán cómo enfren-
tarse a cualquier circunstancia vital. 
Si este tipo de libros le resulta demasiado simples y busca algo
más profesional, no se preocupe: también hay algo parausted. Da
igual que pretenda medrar en su empresa, organizar el tiempo de
forma más eficiente, aprender a eliminar los pensamientos negati-
vos, superar cualquier trastorno psicopatológico o alcanzar la feli-
cidad absoluta: hay una multitud de psicólogos, médicos, coaches,
filósofos y divulgadores científicos que se han puesto manos a la
obra para ofrecerle soluciones presuntamente eficaces para todo,
desde aprender a controlar la ansiedad a encontrar la pasión o el
sentido a la vida. La característica principal de esos libros es que
asumen que toda la ayuda que precisa para sus problemas está en
ellos, sin necesidad de tener que acudir a una consulta. En este sen-
tido, y aunque se suelen utilizar de manera indistinta, diferencia-
remos los conceptos de autoayuda y biblioterapia, reservando este
último para aquellos libros diseñados con el fin de acompañar a
un tratamiento psicológico con un profesional.
18
Todo tiene solución
Una de las características principales de estos libros es que nos ayu-
dan a reducir el estrés asociado a determinados sucesos, sean in-
ternos o externos. Hace casi cuatro décadas, los psicólogos Richard
S. Lazarus y Susan Folkman 5 nos explicaron que el estrés surge
cuando nos enfrentamos a un acontecimiento que consideramos
amenazante. En ese momento realizamos una segunda evaluación;
en este caso, de la eficacia de los recursos con que contamos para
enfrentarnos a la situación, a los que se denomina estrategias de
afrontamiento. El nivel de estrés asociado a una situación concreta
surgirá de la relación entre las dos evaluaciones. Así, si una situa-
ción es percibida como altamente dañina, y la persona considera
que no cuenta con los recursos necesarios para afrontarla, el estrés
será muy alto. Si, por el contrario, esa situación se percibe como
poco amenazante y la persona considera que cuenta con las habi-
lidades suficientes para enfrentarse a ella de forma eficaz, el estrés
será bajo. Como podemos ver, las consecuencias negativas del es-
trés y la perturbación emocional asociada pueden ser reguladas me-
diante las estrategias de afrontamiento, que vienen a ser los esfuerzos
de la persona para manejar, reducir, minimizar, dominar o tolerar
las demandas que impone la situación. La lista de las más habi-
tuales es larga:
• Afrontamiento directo
• Búsqueda de apoyo social
• Planificación y solución de problemas
• Reevaluación o interpretación positiva
• Autocontrol
• Escape-evitación
• Distanciamiento
• Aceptación
• Distracción
• Redefinición de la situación
• Desahogo de emociones
• Relajación
19
• Religión
• Catarsis
• Conductas de autocuidado
• Consumo de alcohol o drogas 
• Posposición del afrontamiento
A la hora de analizar las estrategias de afrontamiento, tenemos
que diferenciar dos cuestiones relativamente independientes: la efi-
cacia real de una estrategia y las creencias sobre su eficacia. En ge-
neral, las estrategias centradas en las emociones y la evitación suelen
ser consideradas más efectivas a corto plazo, y probablemente lo
son cuando nos enfrentamos a problemas de corta duración o so-
bre los que no tenemos control, como pueden ser esos meses en
los que suele aumentar la carga de trabajo o el período de espera
de un importante diagnóstico médico. Utilizar técnicas de relaja-
ción o distraerse puede servir para aliviar la ansiedad que provoca
a algunas personas tener que hablar en público, pero en general no
resultan muy adaptativas a largo plazo, en la medida en que no in-
tervienen sobre los factores que hacen que el miedo persista. De
igual manera, refugiarse en la religión puede provocar alivio en el
período de duelo por la muerte de un familiar cercano, pero no
parece una opción muy eficaz si tenemos que enfrentarnos a un
examen. En los libros de autoayuda encontramos todo tipo de pro-
puestas, desde estrategias concretas para determinadas situacio-
nes hasta otras que aseguran que son útiles para superar cualquier
problema que nos provoque malestar, independientemente del
tipo que sea. A lo largo de estas páginas repasaremos algunas de
esas técnicas y veremos si hay estudios que permiten afirmar su
eficacia.
De entre todas las estrategias posibles, la reevaluación o inter-
pretación positiva es característica de la mayoría de los libros de
autoayuda. La estrategia de reevaluar los problemas como solucio-
nables o incluso como eventos positivos es una constante en ellos.
Cuando Alex Rovira nos cuenta en La buena crisis 6 que estamos
ante una “oportunidad para reinventarnos”, lo que busca es fo-
mentar emociones positivas asociadas a la idea de que, aunque es-
20
temos pasando por un período difícil, vamos a superarlo con un
mayor nivel de bienestar que el que teníamos antes de comenzar
la crisis. Es decir, nos vende la idea de que cualquiera que sea nues-
tro problema, tiene solución. Nos vende esperanza. La creencia de
que podemos solucionar nuestro problema es en sí misma una for-
ma de aliviar el malestar, al igual que ocurre cuando asistimos a
una primera sesión de psicología o visitamos a un curandero. Pe-
ro los libros de autoayuda tienen una particularidad, y es que, más
allá de la mejoría inmediata que nos provoca pensar que nuestro
problema se puede resolver, la solución, cualquiera que sea, está en
nuestras manos.
Auténticas cajas de herramientas
Pongamos que usted sufre una terrible depresión porque un com-
pañero de su empresa lleva meses difamándole a sus espaldas, bur-
lándose de usted ante el resto, boicoteando su trabajo y haciendo
desaparecer sus papeles. Para empeorar las cosas, su jefe ha decidi-
do aliarse con su compañero y cada día le reduce o aumenta las res-
ponsabilidades sin ninguna coherencia, le cambia de puesto antes
de que pueda terminar cualquier tarea o decide directamente sen-
tarle frente a una mesa vacía a la entrada de su oficina durante to-
da la jornada laboral. Usted sabe que, si responde a esta violencia
psicológica con una agresión, la empresa le abrirá un expediente
que acabará en despido, y su compañero se saldrá con la suya. Le-
vantarse cada día para ir a trabajar le resulta tan insoportable que
ha pensando incluso en abandonar, pero el desempleo dejaría a su
familia en una situación demasiado difícil y no es justo que ellos
tengan que sufrir por sus problemas laborales. La desesperación le
ha llevado hasta el punto de pensar en quitarse la vida y, en este es-
tado, decide buscar alguna ayuda para sobrellevar la situación. Un
íntimo amigo le recomienda que busque alguno de esos libros de
autoayuda de los que tanto se habla. Decide probar. A fin de cuen-
tas, no tiene nada que perder. Se acerca a una biblioteca y elige uno
que parece interesante, cuyo título podría ser: Su desesperación tie-
21
ne solución. En ese momento se agarra al libro como a un clavo ar-
diendo y comienza a leerlo con avidez, pero lo que encuentra no
es precisamente lo que esperaba. El autor sostiene que enfrentarse
a problemas en la vida es algo normal, que a veces uno tiene la ma-
la suerte de encontrarse con personas que le hacen daño y que no
hay nada que uno pueda hacer, que el sufrimiento es una vía para
crecer y fortalecerse, que con el tiempo todo se arregla y que hay
que tener paciencia y esperanza. ¿Qué cree que haría usted con el
libro? En el mejor de los casos, lo devolverá a la biblioteca aún más
desesperanzado.
Para que un libro pueda ser considerado de autoayuda debe
cumplir con la máxima de ser eminentemente práctico. No vale
con que nos diga que todo se va a solucionar y nos proporcione el
alivio inmediato de interpretar un problema como una oportuni-
dad para hacernos más fuertes. Un genuino manual de autoayuda
debe permitir al lector llevar lo leído a su circunstancia, interpre-
tarlo desde esta y aplicar lo aprendido, proporcionando lo que Da-
vid Viñas, profesor de Teoría de la literatura en la Universidad de
Barcelona y autor de Erótica de la autoayuda, denomina material
transferible 7. Seguramente todos hemos disfrutado alguna vez de
novelas o poemas y hemos sentido que su lectura nosha propor-
cionado ideas o procedimientos para mejorar nuestra vida en al-
gún aspecto, pero no por ello vamos a considerar que cualquier
libro de cuentos es de autoayuda. Lo que resulta definitorio de es-
te género es que “invita a una lectura aplicativa” de la introspec-
ción, en forma de claves para entender o manejar nuestras
emociones o de técnicas que pueden ser utilizadas en situaciones
concretas. 
En nuestro paseo por la sección de Autoayuda descubrimos rá-
pidamente que muchos libros utilizan un imperativo en el título
que nos incita —e incluso nos obliga— a la acción, como Apren-
da a hablar sin miedo, de Graham Davies 8, o Haz tu vida más fá-
cil, de Ana Fernández 9. También es frecuente el uso del adverbio
cómo para indicarnos que estamos ante un manual de instruccio-
nes que podemos trasladar a nuestra experiencia. Algunos de los
autores más conocidos no han dudado en utilizar esta fórmula, co-
22
mo Dale Cargenie en Cómo ganar amigos e influir sobre las perso-
nas 10 y Nicholas Boothman en Cómo hacer que alguien se enamore
de ti en 90 minutos o menos 11, hasta el punto de que se ha conver-
tido en un cliché del género frecuente en las parodias, como el di-
vertido How an idiot writes a self-help book (Cómo escribe un idiota
un libro de autoayuda), de David S. Chandler y Elliot Kay12.
Sin embargo, no hace falta que el libro tenga un título tan di-
recto para incluirlo en el género. De manera más o menos explíci-
ta, las obras de las que nos ocupamos se ofrecen como una especie
de caja de herramientas dirigidas a que el lector pueda mejorar su
vida. Cuando Eckhart Tolle afirma, en El poder del ahora, que con-
fía “en que este libro se abra camino hasta los que están prepara-
dos para una transformación interna tan radical y sirva de
catalizador para ella” 13, deja claro que su intención no es solamen-
te hacernos conocedores de sus reflexiones e ideas, sino también
que busca que las compartamos y las llevemos a nuestra experien-
cia. Es importante señalar que, siguiendo el criterio de la aplicabi-
lidad, podríamos incluir libros de lo más variopinto, pero vamos
a dejar fuera aquellos que nos enseñan a realizar determinadas ta-
reas sin necesidad de una ayuda externa, como los que nos expli-
can cómo tener nuestro propio huerto urbano o trucos de bricolaje.
Estos libros comparten con los de autoayuda el “hágalo usted mis-
mo”, pero no se dirigen a mejorar el bienestar individual o a al-
canzar la felicidad (lo que no quita que hacer sus propios muebles
pueda proporcionar grandes satisfacciones).
Tú puedes 
Imaginemos que hoy nos hemos levantado con pocos escrúpulos
y deseosos de hacer experimentos dudosamente éticos con anima-
les. Pongamos, por ejemplo, que decidimos colocar a dos perros
en sendas jaulas y administrarles descargas eléctricas aleatorias, con
la particularidad de que uno de ellos dispone de una palanca que,
al accionarla, detiene ambas descargas, tanto la suya como la de su
compañero de tortura. Tras una serie de ensayos, intercambiamos
23
a los perros en las jaulas para ver qué ocurre y descubrimos con
asombro que el que había estado en la jaula sin palanca no hace
nada para parar la descarga. Aunque ahora tiene la opción real de
detener el sufrimiento, el perro que había aprendido que las des-
cargas estaban fuera de su control queda abatido y asustado, sin
hacer nada por evitar el shock. 
A pesar de que hoy día un experimento de este tipo resultaría
impensable, fue a partir de estudios como este que el psicólogo es-
tadounidense Martin Seligman acuñó su modelo atribucional de
la indefensión aprendida 14, con el que explicaba que, cuando un or-
ganismo es expuesto a situaciones donde no puede controlar las
consecuencias, aprende que en el futuro tampoco podrá hacer na-
da por reducir el impacto de esos sucesos y desarrolla déficits mo-
tivacionales, cognitivos y afectivos. Una de las particularidades de
la teoría de Seligman es que se centra principalmente en la falta de
control real que se da cuando un individuo descubre que no pue-
de hacer nada para librarse de las consecuencias negativas de un
acontecimiento desagradable, pero presta poca atención a otra va-
riable que se ha asociado con la capacidad de afrontar de forma
más adaptativa el estrés y las perturbaciones emocionales, el lla-
mado control percibido. No sólo importa si una persona es capaz
de controlar una situación sino también si cree que es capaz de
hacerlo.
Ya en 1954 el psicólogo Julian B. Rotter había planteado la exis-
tencia de un rasgo de personalidad llamado locus de control, que se
refiere al grado en que una persona cree controlar su vida y los
acontecimientos que influyen en ella 15. Posteriormente, en 1977,
Albert Bandura propuso el modelo de autoeficacia, que establecía
la importancia que tienen sobre el comportamiento y las emocio-
nes de una persona las evaluaciones sobre lo que se cree capaz de
hacer y lo que no16. A partir de estos modelos se empezó a estudiar
cómo influye este control percibido sobre el comportamiento de
los individuos, su capacidad para afrontar las situaciones de estrés
y la aparición de problemas emocionales. En general, podemos de-
cir que, a medida que crece la percepción de control de una per-
sona, el impacto emocional que provocan las situaciones de
24
infelicidad y sufrimiento se reduce, aunque no necesariamente au-
mente el control objetivo sobre ellas. De hecho, la mayoría de las
personas tiende a creer que tiene mayor capacidad de influir sobre
lo que le ocurre de la que realmente tiene, un fenómeno que se ha
denominado ilusión de control y que es considerado como adapta-
tivo cuando aparece en pequeño grado, pero tremendamente pe-
ligroso cuando nos aleja demasiado de la realidad. 
A pesar de la diversidad de temas, estilos y formatos, la prácti-
ca totalidad de los libros de autoayuda que hemos visto procura
aumentar la percepción de control que tiene el lector sobre la si-
tuación que le provoca el malestar. El simple hecho de reconcide-
rar como solucionable cualquier problema —haciendo creer al
lector que la solución está en sus manos—, y de afirmar que ofre-
ce las herramientas necesarias para ello, puede llevarle a percibir
que su capacidad para afrontarlo será mayor tras la lectura del li-
bro, antes incluso de descubrir si sus propuestas son realmente efi-
caces en su caso concreto. 
La idea del “tú puedes” ha sido hasta ahora el blanco de la ma-
yoría de los análisis críticos de los libros de autoayuda, sobre todo
por reducir cualquier problema a sus manifestaciones subjetivas.
Como afirma la socióloga Vanina Papalini, “el grueso de la litera-
tura de autoayuda está dirigido a disolver los síntomas del males-
tar cotidiano sin preocuparse por la modificación de sus causas. Se
presenta como una solución rápida a problemas cuyo origen iden-
tifica en el individuo y cuya solución depende igualmente y en su
totalidad de acciones personales, dejando fuera de consideración
los condicionamientos socioculturales y económicos en los que es-
tas situaciones pudieran inscribirse” 17. En consonancia con el in-
dividualismo cultural propio del llamado capitalismo tardío, los
libros de autoayuda limitan los problemas a sus consecuencias psi-
cológicas, atribuyendo el éxito o fracaso exclusivamente a las ac-
ciones de la persona e ignorando las causas externas o materiales,
que en muchos casos no pueden ser abordadas sin recurrir a los
otros, a la política o a la acción grupal. Cualquier situación se pue-
de afrontar simplificándola como un problema relacionado con el
desarrollo personal o la elevación de la conciencia. 
25
En un contexto cultural donde el éxito económico se interpre-
ta como dependiente exclusivamente de la actitud y la autoestima
de la persona, obviándose la existencia de desigualdades, y donde
se afirma gratuitamente que cualquier enfermedad tiene su origen
en la mente —la relación entre la curación del cáncer de mama y
la actitud positiva que denuncia Barbara Ehrenreich en su libro
Sonríe o muere: la trampa del pensamientopositivo 18 es uno de sus
ejemplos más sangrantes—, no resulta difícil que un libro de au-
toayuda pueda hacerle creer a alguien que tiene el control absolu-
to de todo lo que le ocurre, solamente por considerar que la realidad
se circunscribe a las vivencias subjetivas de la propia persona.
Be simple, my friend
Nos gustan las explicaciones sencillas. Los autores de libros de au-
toayuda lo saben y no dudan en explotarlo como un recurso para
hacerlos más atractivos. Sus explicaciones suelen ser lo suficiente-
mente simples como para que cualquier persona sin conocimien-
to previo sobre ninguno de los temas tratados pueda entenderlas.
Para ello utilizan un lenguaje accesible, repiten la misma idea una
y otra vez, y abusan de anécdotas, ejemplos y resúmenes.
La sencillez no es una característica exclusiva de los libros de au-
toayuda. En el mundo de la ciencia es bien conocido el denomi-
nado principio de parsimonia o navaja de Ockham, que establece
que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele
ser la correcta”. Supongamos que tenemos sed y nos apetece tomar
un buen trago de agua fría, pero al abrir el frigorífico descubrimos
que la botella de agua no está allí. En ese momento, nuestro razo-
namiento se pone en marcha y propone diferentes alternativas pa-
ra explicar esa extraña desaparición. Entre ellas podrían estar las
siguientes:
• Hipótesis 1. Alguien ha tomado la botella y se ha olvidado de
colocarla en su sitio.
• Hipótesis 2. Alguien ha tomado la botella y la ha roto.
26
• Hipótesis 3. Un extraterrestre ha venido a mi nevera y se ha lle-
vado la botella de agua a su planeta.
Según el principio de la navaja de Ockham, tomaremos las hi-
pótesis 1 y 2 como más probables, porque en la número 3 tendrí-
amos que asumir la existencia de seres extraterrestres que, además,
tienen la capacidad de venir a nuestro planeta (dándose la casuali-
dad de que lleguen precisamente a nuestra casa), conocer qué es
un frigorífico y tener algún interés especial por nuestra botella de
agua. Como la probabilidad de que todo esto ocurra es realmente
muy baja, la descartamos automáticamente y optamos por una de
las dos primeras. Por eso, en lugar de llamar enseguida al progra-
ma de televisión Cuarto Milenio para anunciar la misteriosa desa-
parición, preferimos preguntar a nuestra pareja o nuestros hijos
por la botella de agua, mirar en otros lugares o buscar en la basu-
ra para comprobar si hay restos de cristales rotos. 
El principio de parsimonia parece a simple vista una guía útil
para la toma de decisiones cuando queremos explicar un suceso,
pero no debe ser tomado como una medida irrefutable del grado
de certeza de la explicación puesto que no necesariamente la res-
puesta más sencilla es siempre la correcta. 
En la actualidad sabemos bien que la mayoría de las decisiones
que tomamos a diario no conlleva un análisis empírico o racional
de cada uno de los datos y argumentos. Cuando tenemos hambre,
no nos paramos a analizar el contenido de cada uno de los alimen-
tos para averiguar cuál será el más eficaz para saciarnos. Tampoco
hacemos un análisis racional de la cartelera de cine para elegir la
película que vamos a ver. Muchas de las decisiones las tomamos en
función de otros criterios, y en muchas ocasiones optamos por la
simplicidad, aunque nos dejemos parte de los datos por el camino.
Cuando nos enfrentamos a una situación para la que no tene-
mos respuesta, los seres humanos tendemos a elegir las explicacio-
nes más sencillas. Pero más importante aun es que recientes estudios
han hallado que el nivel de complejidad de las explicaciones in-
fluye en el grado de veracidad que otorgamos a cada una de ellas.
En una serie de experimentos desarrollados por la psicóloga Tania
27
Lombrozo, de la Universidad de California, se encontró que las ex-
plicaciones más simples no son sólo más aceptadas que las más
complejas sino que además son tomadas como más ciertas, hasta
el punto de que hace falta una cantidad de pruebas desproporcio-
nadas para que la persona prefiera la que contiene mayor número
de causas 19. Tomemos, por ejemplo, el famoso libro Los hombres
son de Marte, las mujeres de Venus, de John Gray 20. 
El autor, que se vende a sí mismo como un experto en relacio-
nes, fundamenta su libro en que las mujeres y los hombres somos
tan diferentes a la hora de afrontar los problemas y el estrés, en la
forma de expresar y recibir el amor, en la necesidad de intimidad
e incluso en el lenguaje, que puede afirmarse metafóricamente que
venimos de planetas distintos. Somos diferentes y tenemos que
aceptarlo. Los hombres prefieren las carreras de coches; las muje-
res fantasean con una relación sentimental. Las mujeres disfrutan
poniéndose ropa distinta todos los días; los hombres prefieren los
uniformes. No conocer y aceptar estas diferencias es la causa de
que las relaciones no lleguen a buen puerto. Con estas y otras afir-
maciones sin fundamento, el autor parece tener la clave para ex-
plicar y resolver cualquier problema que surja en una relación
heterosexual —parece que otras no le interesan demasiado—, des-
de las peleas hasta la falta de confianza de los hombres, y poseer
además el pack completo de herramientas simples para cada caso:
“Abrácela cuatro veces al día”, “Lave su coche...”
Gray ignora que la realidad es más compleja, que la personali-
dad, los gustos, las creencias, las actitudes, los valores y otras mu-
chas variables hacen que sea casi imposible esbozar un perfil
mínimamente cercano a la realidad del hombre o la mujer sin caer
en burdos estereotipos. Sin embargo, una persona que no tenga
una explicación sobre las diferencias en el comportamiento de hom-
bres y mujeres elegirá probablemente las simplificaciones de ese li-
bro antes que otras más complejas y, además, tenderá a pensar que
son más ciertas. Los autores de libros de autoayuda sacrifican ge-
neralmente el rigor a explicaciones sencillas y comprensibles para
cualquiera. ¿A quién le importa el rigor cuando el único objetivo
es vender libros?
28
La atracción de la autoayuda
Poco a poco y sin que nos hayamos dado cuenta, la autoayuda ha
venido a instalarse entre nosotros en forma de libros, revistas, pá-
ginas web, gurús televisivos, sanadores y profesionales de la salud
que han decidido enseñarnos el método para ser felices. Como he-
mos visto, los libros de autoayuda son aquellos dirigidos expresa-
mente a mejorar nuestro bienestar o satisfacción vital a partir de la
idea de que todos los problemas que nos ocurren o nos pueden
ocurrir son solucionables por nosotros mismos sin necesidad de
que alguien nos asesore personalmente. La autoayuda se centra en
las causas o consecuencias individuales de esos problemas, y sus so-
luciones se dirigen casi exclusivamente a modificar las emociones,
los pensamientos y las conductas de la persona, dejando al margen
los condicionantes que aparentemente están más alejados de su ca-
pacidad de control, como pueden ser los sociales y biológicos. Pa-
ra acercarse a más lectores y hacer más aceptables sus propuestas,
las explicaciones que ofrece de los problemas y las estrategias para
afrontarlos son tremendamente simples, aun a riesgo de alejarse de
la realidad. 
Las características expuestas pueden explicar en gran parte por
qué los libros de autoayuda resultan atractivos para mucha gente,
pero no agotan las respuestas. Además, dejan en el aire otra pre-
gunta y es por qué hay también tanta gente que los rechaza y los
critica. A continuación vamos a repasar los distintos tipos que po-
demos encontrar, analizar cuáles son las posibles razones que lle-
van a que los libros de autoayuda nos gusten o no, y entender por
qué es tan fácil encontrar tanto personas que opinan que funcio-
nan como otras que los consideran una tomadura de pelo que só-
lo sirve para llenar los bolsillos de sus autores.
29
Comprender el comportamiento humano ha sido probablemente
uno de los mayores retos en la historia de la Humanidad. Desde
los antiguos griegos, los filósofos se han preguntadocómo llega el
ser humano a conocer el mundo, lo que dio lugar a la epistemolo-
gía. Otro de los temas abordados por la filosofía ha sido la felici-
dad: en qué consiste, cuáles son sus fuentes y cómo alcanzarla. La
psicología básica y la aplicada han asumido en nuestros días am-
bas cuestiones vinculando la filosofía con el método científico pa-
ra crear una ciencia del ser humano, diferente de la pura
especulación del pasado. Sin embargo, la psicología científica ac-
tual no es monolítica. La dificultad de estudiar el comportamien-
to humano en todos sus frentes hace que podamos encontrarnos a
un psicólogo haciendo experimentos en un laboratorio y a otro re-
alizando una intervención con jóvenes en un centro de medidas
judiciales, cada uno trabajando mano a mano con otros profesio-
nales —biólogos, matemáticos, economistas, etcétera— y publi-
cando sus hallazgos en revistas especializadas sin que uno sepa qué
está haciendo el otro. Sin embargo, la psicología está empezando
a desarrollar modelos que nos permiten explicar y predecir la con-
ducta humana a partir del conocimiento de sus bases biológicas y
fisiológicas, observable en individuos y en grupos situados en di-
ferentes contextos, ofreciendo explicaciones a muchos fenómenos
psicológicos.
2
Libros esotérico-místicos
30
Pero no sólo la psicología científica desarrolla teorías sobre la
conducta humana. Todas las personas, la mayoría sin formación
en psicología, utilizamos un lenguaje informal para dar explica-
ciones sobre el comportamiento y las emociones a partir de creen-
cias socialmente compartidas, que conforman lo que se conoce
como psicología pop. Con mucha frecuencia esta psicología pop in-
terpreta de manera libre e incoherente conceptos que provienen de
escuelas científicas y no científicas —como el condicionamiento
del conductismo o la libido del psicoanálisis— y los mezcla con
otros nacidos en campos tan dispares como la física (la famosa
“energía”) o ciertas tradiciones orientales (el caso del ki o fuerza vi-
tal). Buena parte de esta psicología pop y de los libros de autoa-
yuda que podemos encontrar en las librerías proviene de una misma
fuente: el llamado movimiento Nueva Era o New Age. 
La Nueva Era
Sin duda alguna, el siglo XX ha sido el siglo de la ciencia y la tec-
nología. Es incontable el número de descubrimientos e inventos
que han modificado las vidas de los seres humanos en un período
tan corto de la historia: el plástico, la penicilina, el coche, el poder
del átomo, la radio, la insulina, la ingeniería genética, el cine, la la-
vadora, Internet... El impacto del desarrollo científico en la vida
cotidiana de millones de personas contrasta con el hecho de que la
mayoría no sabe cómo funciona un teléfono móvil, por qué enfría
el frigorífico o en qué consisten esos rayos invisibles de la tomo-
grafía axial computerizada que permiten a los médicos saber si te-
nemos una lesión o un tumor en alguna parte del cuerpo sin
abrirnos en canal. Probablemente por esto los científicos son el gru-
po social en que la gente dice tener más confianza 1. Parece lógico,
cuando los avances de la ciencia han permitido aumentar la espe-
ranza de vida en el mundo occidental desde 31 años a 80 entre
1900 y 2005 2. Gracias a la ciencia vivimos más y mejor.
Sin embargo, el siglo de la ciencia también ha sido el del auge
de numerosas creencias mágicas, pseudocientíficas y anticientífi-
31
cas, muchas de las cuáles tienen una raíz común en ese conglome-
rado de la New Age o Nueva Era.
Principios de la Nueva Era
A mediados de la década de 1960 apareció en Estados Unidos un
gran movimiento de protesta y reivindicación de los derechos ci-
viles que aglutinó nuevas manifestaciones del feminismo, el movi-
miento de liberación gay y el de los derechos de los negros, a los
que vinieron a sumarse grupos contra el uso irresponsable de la tec-
nología y la ciencia, y el movimiento ecologista. Al mismo tiempo
surgió en Europa, Estados Unidos y América Latina una ola de
movimientos estudiantiles de carácter antiautoritario que tuvo su
máxima expresión en el Mayo francés y la movilización contra la
guerra de Vietnam. Aunque la disparidad de temas era grande, y
su composición variada, hay un elemento común en todos estos
grupos: el rechazo a las instituciones y la reivindicación de su au-
tonomía respecto de ellas —el Estado, las Iglesias, las empresas,
los partidos y todos aquellos grupos organizados de manera je-
rárquica— como causa, método y modelo de organización 3. 
La Nueva Era surge como el ala terapéutico-religiosa de este ma-
cromovimiento de protesta de mano de una generación de clase
media y alto nivel educativo que reivindica una nueva espirituali-
dad, donde la autonomía se contrapone a las instituciones religio-
sas jerárquicas, la conservación de una naturaleza equilibrada a la
acción de la tecnología, el desarrollo de la sensibilidad a la racio-
nalidad, Oriente a Occidente y el cuerpo al espíritu. El término
Nueva Era toma su nombre de la era de Acuario, en referencia a la
creencia astrológica de que el Sol pasa un período en cada uno de
los signos del zodíaco. Aunque no hay acuerdo sobre su duración,
se suele citar el 4 de febrero de 1962 como fecha de paso de la era
de Piscis a la de Acuario, suceso que, según quienes creen en ello,
vendría acompañado por grandes cambios sociopolíticos. 
Como movimiento, la Nueva Era no es una entidad organiza-
da con una administración central, por lo que no se puede consi-
32
derar como una religión ni como una iglesia. Se trata más bien de
un conjunto de nuevos movimientos espirituales. En su seno po-
demos encontrar todo tipo de creencias provenientes del esoteris-
mo, el ocultismo, la astrología, la teosofía, la antroposofía y los
rosacruces; escuelas y propuestas no científicas de la psicología, co-
mo la psicología transpersonal, la terapia Gestalt, el inconsciente
colectivo de Jung y la bioenergética de Reich; creencias del hin-
duismo, el budismo y el zen; influencias cristianas de los gnósticos
y teorías como la resonancia mórfica de Sheldrake, la teoría de las
estructuras disipadas o la de sistemas. 
Todas estas creencias y teorías son interpretadas y combinadas
a placer por cada grupo, secta o autor para dar su explicación so-
bre el funcionamiento del mundo, los problemas psicológicos o lo
que haga falta. La flexibilidad es una de sus características princi-
pales, como si se tratara de un juego de piezas de madera que uno
monta como quiere y en el que puede introducir nuevas piezas a
placer. Es importante señalar que estas ideas encajaron en una so-
ciedad estadounidense influida poderosamente por las ideas y pos-
tulados del llamado Nuevo Pensamiento y el trascendentalismo de
Ralph Waldo Emerson, que analizaremos con más detenimiento en
el capítulo dedicado al pensamiento positivo y el buenrtollismo. Una
interesante síntesis de los principios de la Nueva Era es la que pro-
pone S. Rozembaum en este decálogo 4:
1. Preterismo. “Todo lo antiguo es válido y todo lo contempo-
ráneo es perverso”. Según este principio, disciplinas como la as-
trología son valoradas, mientras la ciencia y la tecnología son
rechazadas.
2. Orientalismo. “Todo lo oriental es válido y todo lo occiden-
tal es perverso”. Se asumen principios de filosofías orientales, en
muchos casos reinterpretados libremente, y se admiten procedi-
mientos terapéuticos como la acupuntura, la medicina tradicional
china, el ayurveda y el reiki (que, por cierto, ni es ni oriental ni mi-
lenario).
3. Naturismo. “Todo lo que proviene de la naturaleza es bueno
y todo lo artificial (creado por el ser humano) es perverso”. Se pro-
33
mociona el uso de sustancias naturales, vitaminas y aminoácidos
en lugar de fármacos.
4. Holismo. “Todo está relacionado con todo”. Idea que se lleva
frecuentemente a límites absurdos.
5. Sincretismo. Se concilian doctrinas distintas, aunque no exis-
ta coherencia entre ellas. Cada cual utiliza lo que quiere —tarot,
runas vikingas, péndulos, etcétera— y, como muchos lo interpre-
tan asu manera, acabamos encontrando innumerables astrologías
o feng shuis.
6. Simplismo. Las explicaciones de la Nueva Era tienden a sim-
plificarse al extremo, lo que contrasta con la complejidad de la cien-
cia: “El hemisferio izquierdo es el lógico; el derecho, el emocional”.
7. Emocionalismo. Lo importante no es lo que sucede sino lo
que se siente sobre ello. Las emociones pasan a primer plano y los
acontecimientos son explicados en función de ellas. Tenemos un
buen ejemplo reciente de esto en la reinterpretación y el abuso del
concepto de inteligencia emocional por parte de la Nueva Era.
8. Dualismo. El concepto de cuerpo y alma separados es im-
prescindible para una cosmovisión que venera las doctrinas espiri-
tualistas.
9. Platonismo. La Nueva Era es profundamente idealista en el
sentido platónico: no es de extrañar su irreconciliable antagonis-
mo con la ciencia y su exigencia de pruebas.
10. Relativismo. Reduciendo al absurdo los hallazgos de Eins-
tein y las propuestas de Kuhn, se plantea que “hay tantas verdades
como personas piensen en ellas”, por lo que no existe una realidad
fuera de los constructos de nuestras mentes. 
El Instituto Esalen
En 1962, dos antiguos estudiantes de Psicología de la Universidad
de Stanford, Michael Murphy y Dick Price, pusieron en marcha
en el área de Big Sur, en California, el Instituto Esalen, una insti-
tución que se convertiría en la cuna del movimiento de la Nueva
Era 5. El interés de Murphy por fusionar el pensamiento occiden-
34
tal y el oriental le llevó a pasar 18 meses practicando meditación
en la India, donde probablemente desarrolló sus ideas sobre la evo-
lución humana y el crecimiento espiritual. En 1961 decidió crear
junto a Price un foro abierto a formas de pensar más allá de las
constricciones del mundo académico. En su seno se encontraron
autores que fueron dando forma a un conjunto de ideas que mez-
claba religiones orientales, psicologías varias y medicinas “alterna-
tivas”, lo que convirtió a Esalen en una especie de think tank que
dio forma a las principales propuestas filosóficas y terapéuticas de
la Nueva Era, y en las que aún hoy se basan gran cantidad de li-
bros de autoayuda. 
Una de las primeras influencias del Instituto Esalen vino de la
mano del escritor Aldous Huxley. Sus ideas sobre el potencial hu-
mano, basadas en el mito de que sólo utilizamos el 10% de nues-
tro cerebro, ejercieron una influencia poderosa sobre Murphy y
Price. Según Huxley, existe una capacidad potencial en las perso-
nas que puede ser desarrollada y llevar a un conocimiento que va
más allá de la experiencia personal. En su famoso libro Las puertas
de la percepción—del que tomó su nombre el legendario grupo de
rock The Doors—, el autor explica cómo el ser humano busca tras-
cenderse a sí mismo mediante cultos o ejercicios espirituales, y có-
mo el consumo de ciertas sustancias psicodélicas permiten al cerebro
ir más allá de sus propias limitaciones y alcanzar la experiencia del
infinito, el conocimiento del universo en su totalidad 6.
Las propuestas de Huxley encontraron su referente psicológico
cuando entró en Esalen Abraham Maslow, uno de los padres de la
llamada psicología humanista. Esta corriente psicológica nació en
el mismo contexto de rechazo a la autoridad y defensa de la liber-
tad del ser humano que dio lugar a los movimientos contracultu-
rales de la década de 1960. Sus autores consideraban que el
psicoanálisis y el conductismo, las dos corrientes psicológicas prin-
cipales hasta ese momento, eran reduccionistas y convertían al ser
humano en un simple engranaje de la maquinaria social. Ante es-
to, planteaban la necesidad de humanizar la psicología recuperan-
do al sujeto consciente e intencional y acentuando la experiencia
humana y los valores 7. La propuesta del potencial humano defen-
35
dida por Huxley conectaba perfectamente con la teoría jerárquica
de la motivación de Maslow, según la cuál la motivación humana
está dirigida hacia la autorrealización, y no sólo a satisfacer las ne-
cesidades primarias de comida, sexo, afecto y seguridad. De algu-
na manera, la autorrealización vendría a ser el equivalente
psicológico del desarrollo de ese potencial que llevaría a un supuesto
estado superior de conciencia. 
Los talleres del Instituto Esalen se convirtieron en un laborato-
rio donde se combinaban todo tipo de técnicas dirigidas a alcan-
zar ese estado, como el yoga, la terapia Gestalt de Fritz Perls y la
sensopercepción. La psicología iba de la mano del esoterismo y
buscaba métodos para llevar a las personas a las llamadas experien-
cias pico de éxtasis y paz, que Maslow definía como “un estado de
unidad con características místicas; una experiencia en la que el
tiempo tiende a desvanecerse y el sentimiento que sobrecoge hace
parecer que todas las necesidades se hallan colmadas” 8. Todo valía
si servía para desarrollar el potencial oculto, incluido el uso del
LSD y otras drogas psicodélicas, el movimiento no dirigido, la aten-
ción a las sensaciones, el contacto corporal, la armonía con la na-
turaleza y la creencia en la energía universal 9. 
Cuando en 1976 el Instituto Esalen dejó de ser una comunidad
y comenzó a llevar sus talleres a todos los rincones de Estados Uni-
dos, el movimiento social de protesta de los derechos civiles había
adoptado ya en su seno las concepciones de la nueva espirituali-
dad, y las había convertido en una nueva especie de religión que
sacralizaba la individualidad y convertía la sanación y la amplia-
ción de la conciencia en un suceso de dimensiones cósmicas. 
El boom de la Nueva Era
A comienzo de la década de 1970, como decía, el movimiento de
la Nueva Era se extendió por todo Estados Unidos y comenzó a te-
jerse una red de centros de religiones ocultas, orientales y místicas,
negocios de comida saludable, librerías metafísicas, organizaciones
de investigación parapsicológica, comunidades contraculturales,
36
centros de terapias alternativas y grupos interesados en el desarro-
llo de poderes psíquicos. Aparecieron publicaciones periódicas co-
mo The New Age Journal y New Realities. En los centros y
comunidades se utilizaban prácticas tales como las flores de Bach,
la cirugía psíquica, la acupuntura y la hipnosis regresiva. Las redes
se fueron haciendo cada vez más grandes e incluyeron a otros co-
lectivos fuera de Estados Unidos, como la comunidad Findhorn
en Escocia. La Nueva Era se convirtió en un movimiento interna-
cional con sus lugares de peregrinación y sus nuevos maestros, per-
sonas que supuestamente habían alcanzado un estado superior de
conciencia y se dedicaban a compartir sus conocimientos en con-
ferencias y talleres o probando suerte en el mundo editorial. Pro-
gresivamente se incorporaron los planteamientos milenaristas y la
ampliación de conciencia buscó el objetivo de instaurar una nue-
va era para la humanidad. También aparecieron las primeras sec-
tas de la Nueva Era.
La configuración como movimiento horizontal donde no hay
jerarquía y al que uno puede sumarse a título personal como prac-
ticante, organizando una comunidad o poniendo en marcha un
centro de terapias “alternativas”, favoreció su expansión y dio lu-
gar al nacimiento de un fenómeno contracultural cuya idealización
de lo exótico y lo natural resultó muy rentable. El escapismo de las
ataduras de Occidente y los males de la modernidad hicieron fre-
cuentes los viajes a la India o Nepal. Y en caso de que no se dis-
pusiera de dinero, siempre se podía viajar al interior guiado por
algún gurú en un taller de desarrollo personal o gracias a alguno
de sus libros 10. Como era previsible, el capitalismo absorbió las
nuevas demandas espirituales y comenzó a ofertar productos y ser-
vicios para un mercado cada vez mayor de seguidores de la Nueva
Era. Los libros de autoayuda son un buen ejemplo de ello. 
Pseudociencia 
Es habitual que los lectores de libros de autoayuda consideren que
hay pruebas fehacientes de que lo que leen es cierto. Esto no de-
37
bería resultarnos extraño, si tenemos en cuenta que muchasde las
creencias que en nuestra cultura tenemos como ciertas realmente
no lo son. Si le preguntamos a un cristiano por Jesucristo, nos di-
rá que es un personaje histórico a pesar de que no hay pruebas de
que así sea. Mucha gente considera que puede alterar el azar con
amuletos o comprando un décimo de la lotería de Navidad en de-
terminadas administraciones, y es normal debido a nuestra ten-
dencia psicológica a establecer causalidad —que no casualidad—
entre dos hechos aunque no tengan relación entre sí. Si lo que pre-
tendemos es evaluar la veracidad de lo que encontramos en los li-
bros de autoayuda, la cosa se complica. Las explicaciones que
aparecen en esos libros se venden como ciencia y tienen aparien-
cia de científicas, aunque en muchos casos no lo son: es lo que se
denomina pseudociencia. La astrología, la grafología, el psicoanáli-
sis y la parapsicología son ejemplos de pseudociencias. El filósofo
Mario Bunge señala una serie de características de la pseudocien-
cia para aprender a diferenciarla de la ciencia 11:
• Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al exa-
men empírico (fuerza vital, alma, superego, destino...).
• Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna.
• Es dogmática: no cambia sus principios cuando estos fallan,
ni como resultado de nuevos hallazgos.
• Rechaza la crítica, alegando que está motivada por la igno-
rancia o por resistencias psicológicas.
• Sus principios son incompatibles con algunos de los princi-
pios más seguros de la ciencia (por ejemplo, la telequinesia con-
tradice el principio de conservación de la energía).
• Es fácil: no requiere un largo aprendizaje.
Las explicaciones pseudocientíficas de la Nueva Era están muy
presentes en la psicología pop. ¿Quién no ha oído que todas las en-
fermedades nacen de la mente o que hay personas que emiten
“energía negativa”? La expansión de la autoayuda esotérico-místi-
ca ha llegado a convertirse en un fenómeno de dimensiones prác-
ticamente globales, y sus propuestas resultan tan familiares que
38
pocas veces se ponen en cuestión, a pesar de ser incorrectas o ab-
surdas. Veamos algunos ejemplos. 
Ideas místico-esotéricas
La mente es el enemigo
La auténtica visión intuitiva no puede darse en una mente que
no está abierta para recibirla. La entrega es un proceso de va-
ciamiento de la mente.
Marianne Williamson, 
Volver al amor: un curso de milagros 12
Aunque en los libros de autoayuda nacidos al calor de la Nueva Era
hay tantas ideas distintas como autores, la mayoría comparte una
explicación similar del sufrimiento y el camino a seguir para su-
perarlo. Para este mundo esotérico, la causa de la desdicha es la
mente, que se asocia con la racionalidad y es la fuente de los pen-
samientos negativos, los celos, la envidia, el odio, la tristeza, la an-
siedad y una lista interminable de sentimientos desagradables. El
aprendizaje y la cultura nos aportan conocimientos que nos pue-
den permitir investigar la cura del cáncer o recordar dónde pusi-
mos las llaves la noche anterior, pero no acceder a la verdadera
realidad. La enfermedad es concebida como la consecuencia de la
negatividad que nace de la mente, lo que de alguna manera res-
ponsabiliza a los enfermos de sus propios males. Para explicar có-
mo la mente produce la enfermedad física se parte de la idea
psicoanalítica de que muchas enfermedades del cuerpo tienen su
origen en el inconsciente (son psicosomáticas) y que los pensa-
mientos negativos atraen energías negativas del universo, que dan
lugar a las distintas dolencias.
Pero afortunadamente el ser humano es algo más que su men-
te. Algunos lo denominan ser, otros amor, aunque el término con-
ciencia es el más extendido. La conciencia representa esa parte de
nosotros que nos permite controlar la mente e ir más allá del co-
39
nocimiento para alcanzar la sabiduría o la iluminación. Se relacio-
na con pensamientos de perdón y aceptación y con sentimientos
agradables de paz y alegría, y conecta con la esencia a la que no se
puede acceder por la vía del conocimiento. Alcanzar un estado su-
perior de conciencia supone establecer relación y atraer las energí-
as positivas, liberando a la persona de la enfermedad y llevándola
a un estado de bienestar físico, psicológico y espiritual. Para ello
se ofrecen todo tipo de técnicas, que van desde la oración hasta la
meditación, y una variedad de terapias pseudocientíficas, como el
reiki o la acupuntura, que prometen canalizar hacia las personas
las energías positivas y liberarlas de las negativas.
Cuidado con las energías
Toda la energía, toda la sabiduría, viene de la misma fuente, que
normalmente llamamos Dios.
Paulo Coelho, El Zahir 13
Si hiciéramos un concurso para elegir la idea más genial de la Nue-
va Era, sin duda el premio gordo se lo llevaría la interpretación que
los esotéricos hacen del concepto de “energía”. Aunque nadie la ha
definido y resulta imposible de detectar, la “energía” es la clave pa-
ra entender todo lo que nos pasa, y constituye una de las nociones
fundamentales de la psicología pop. Si enfermamos es porque atrae-
mos energía negativa o porque nuestros centros de energía están
bloqueados. Cuando conocemos a alguien que no nos gusta o te-
nemos emociones o pensamientos negativos es por causa de esa
energía negativa. Al contrario, si nos esforzamos en pensar en po-
sitivo y desarrollar sentimientos de alegría o perdón, nos liberamos
de las energías negativas y atraemos las positivas, que son sanado-
ras y se corresponden con todo lo que resulta agradable. La felici-
dad, el amor e incluso el sexo son fuentes de energía positiva. 
Este concepto de energía posee la mayoría de las características
que definen las propuestas de la Nueva Era. Es simple, pues todo
se explica por una especie de fluido universal que puede ser utili-
40
zado a nuestra conveniencia. Es dualista, pues habla de energías
positivas y negativas. Comparte una visión orientalista (es el equi-
valente al ki o al prana). Es holista, ya que la “energía” permite que
todo esté en conexión con todo. Y es emocional, ya que podemos
sentirla a través de nuestros estados de ánimo. Por encima de to-
do, esta “energía” es la explicación fundamental que legitima el uso
de decenas de terapias y procedimientos dirigidos a utilizar ese su-
puesto flujo universal a nuestro favor, como ocurre con el feng shui
y la meditación. 
Mucha gente se sorprenderá al saber que el concepto de ener-
gía no proviene de las religiones o prácticas orientales, sino que fue
acuñado por primera vez por Aristóteles y no volvió a ser utiliza-
do hasta el siglo XIX, cuando Thomas Young lo recuperó para ha-
blar de la energía cinética. Hoy en día podemos encontrarlo en
cualquier libro sobre medicina tradicional china, yoga o aikido, a
pesar de que los textos antiguos nunca hablaron de “energía” (la
traducción correcta de ki sería algo así como sabiduría y prana ven-
dría a significar aire inspirado o simplemente respiración). Enton-
ces, ¿de dónde proviene la idea de que existe un fluido universal
que ejerce una poderosa influencia sobre la salud física y emocio-
nal de las personas?
La confusión comenzó cuando el biólogo y filósofo alemán Ernst
Haeckel propuso que debía existir una sustancia original del uni-
verso que actuaba como un principio vital energético de los seres
vivos 14. Aunque esta explicación quedó descartada tras el descu-
brimiento del átomo, un sector de la pseudociencia siguió utili-
zando el término tal cómo lo había descrito Haeckel, traduciendo
de forma incorrecta los textos tradicionales del chino y el sánscri-
to, y popularizando una noción de energía de la que no hay nin-
guna prueba, ni se corresponde en absoluto con las definiciones de
la física.
La energía es realmente una propiedad de los cuerpos que se
puede medir, como el peso y el tamaño, y su unidad de medida es
el julio. No se trata de ningún tipo de fluido que vaya de un lado
para otro, por lo que tampoco podemos hablar de canales energé-
ticos o centros de energía en el organismo.Realmente sólo hay dos
41
tipos de energía, que no son, por supuesto, la positiva y la negati-
va, sino la cinética y la potencial, que a su vez dan lugar a las cua-
tro fuerzas que conocemos actualmente en el universo: la
gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear dé-
bil. La energía, tal como la define la física, no tiene nada que ver
con una especie de sustancia que constituye todas las cosas, y mu-
cho menos que puede ser modificada o utilizada a conveniencia,
por mucho que los defensores de estas ideas sigan insistiendo en
que la física cuántica ha unificado la investigación científica y el
espiritualismo oriental. Pero aunque no existe prueba alguna de la
existencia de esa supuesta energía universal, los libros de autoayu-
da de la Nueva Era nos ofrecen todo tipo de técnicas para mane-
jarla a voluntad y sanar nuestras vidas.
Pensamientos que curan
Cada célula de su cuerpo responde a cada una de las cosas que
usted piensa y a cada palabra que dice. 
Louise L. Hay, Usted puede sanar su vida 15
En mi último año de instituto tuve un profesor bastante peculiar,
de esos que, sin disminuir la exigencia de su asignatura, hacen lo
posible para que sus clases sean animadas. Un día dejó sobre la me-
sa un calendario en que se podía leer una frase positiva cada día.
Por las mañanas, antes de que comenzaran las clases, alguien pa-
saba la página y nos leía la frase del día para empezar la jornada
con actitud positiva: “Todo me lleva a experiencias gratificantes y
satisfactorias”, “Quiero para mí una vida llena de recompensas”,
“Siempre me resulta fácil cambiar”, “Soy flexible y dúctil”, “Quie-
ro aprender a amarme”, “Estoy dispuesto”... Las frases habían si-
do escritas por una mujer muy sonriente que aparecía en la portada,
llamada Louise L. Hay.
La señora Hay es una de las autoras más famosas del género de
libros de autoayuda Nueva Era. Su primer libro, titulado Sana tu
cuerpo, vendió más de un millón de ejemplares, pero su gran éxi-
42
to comercial vino con la publicación de Usted puede sanar su vida.
Hay es la representante más famosa de una serie de autores que ase-
guran que la mente es la causa de la felicidad pero también de la
enfermedad, tal como plantean los místicos de la Nueva Era. La
idea fundamental de su obra es que todos los problemas de la vi-
da, desde los relacionados con la salud hasta los sentimentales y los
laborales, tienen una causa común: los pensamientos negativos,
que son elegidos por nosotros mismos, como todo lo que nos ocu-
rre en la vida (“Si los demás no le tratan a usted como le gustaría
que le trataran, quiere decir que en su conciencia hay algo que pro-
voca ese comportamiento”), llegando incluso a afirmar que “cada
uno de nosotros elige encarnarse en este planeta en un determina-
do punto del tiempo y del espacio” 16. 
Más allá de estas extravagancias, su obra va dirigida a enseñar-
nos cómo cambiar nuestros “modelos mentales” y suprimir los pen-
samientos negativos mediante prácticas frente al espejo, el ejercicio
del perdón, la aceptación del momento presente, y la meditación
y repetición incesante de autoafirmaciones positivas, todo lo cual,
junto al uso de vitaminas, hierbas, homeopatía, flores de Bach, re-
gresión a vidas pasadas y grupos espirituales (el lote completo de
autoayuda Nueva Era) nos lleva a un estado de salud y bienestar.
No vamos a entrar a discutir el respaldo que proporciona Hay a las
llamadas “medicinas alternativas”, ya que su supuesta eficacia ha
sido amplia y sistemáticamente desmontada. Tampoco es objetivo
de este libro discutir la existencia del alma y de presuntas vidas an-
teriores o posteriores a esta. Pero sí tiene sentido preguntarnos has-
ta qué punto puede tener razón la autora al hablar del papel de los
pensamientos sobre la salud en función de los conocimientos que
tenemos en la actualidad.
La relación entre factores psicológicos (no sólo pensamientos)
y problemas de salud no es tan simple como la que plantea Hay en
sus libros. En la últimas décadas hemos comenzado a conocer el
impacto del estrés en la salud física y mental, y sabemos que una
parte de él tiene que ver con la evaluación cognitiva que hace la
persona de los llamados eventos estresantes, la cual varía en función
de los rasgos de personalidad, la autoeficacia percibida, la expe-
43
riencia anterior con el estímulo estresante y el nivel de apoyo so-
cial 17. Este factor coexiste con otros de carácter hereditario, am-
biental y relacionados con el estilo de vida que no podemos obviar
si queremos analizar con rigor hasta qué punto el estrés puede afec-
tar la salud. 
Imaginemos, por ejemplo, a dos personas. La primera tiene 45
años y presenta una tendencia hereditaria a unos elevados niveles
de triglicéridos en sangre. Además, lleva una vida sedentaria, es
obesa, fumadora y tiene antecedentes familiares de enfermedades
cardíacas y circulatorias antes de los 55 años. Por si fuera poco, su
actividad profesional en el departamento de recursos humanos de
una gran empresa le exige un sobreesfuerzo diario para poder com-
pletar sus tareas con éxito. Sin embargo, esta persona se siente ha-
bitualmente capaz de afrontar cualquier problema que se le ponga
por delante, y suele tomar el impacto de los cambios que ocurren
en su vida como poco estresantes. 
Por otro lado tenemos a otra persona, en este caso de 25 años,
que hace ejercicio físico moderado de forma regular, lleva unas ru-
tinas alimentarias saludables, no fuma ni bebe, no tiene antece-
dentes de problemas cardíacos en su familia, y su trabajo a media
jornada está bien remunerado y le permite llevar una vida en la que
tiene suficiente tiempo para hacerse cargo de todas sus ocupacio-
nes. A pesar de todo, está continuamente preocupada por su falta
de tiempo y siente que cualquier demanda le desborda. Con esta
información, ¿cuál de estas dos personas diríamos que tiene más
probabilidades de sufrir un infarto en los próximos cinco años? Si
nos atenemos a lo que sabemos sobre riesgo cardiovascular, apos-
taríamos seguramente por la primera, pero si seguimos las indica-
ciones de la señora Hay, tendremos que elegir sin duda alguna la
segunda. Afirmar que todo lo que nos pasa está causado exclusi-
vamente por los pensamientos es confundir un ladrillo con la ca-
sa entera, y supone una generalización que no sólo es injusta sino
también peligrosa.
Si tomamos como cierto lo que se plantea en libros de autoa-
yuda como los de Louise L. Hay, no es necesario que hagamos mu-
chas más cosas para tener buena salud que ocuparnos en “pensar
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en positivo”, olvidando que hay otros muchos factores que debe-
mos tener en cuenta si queremos prevenir las enfermedades. Pero,
además, la idea de que todo lo que nos sucede depende de nosotros
mismos oculta una ideología individualista que convierte a las víc-
timas en responsables de su sufrimiento. Para Hay, si uno sufre
maltrato o acoso es porque lo está provocando con su pensamien-
to; si uno es pobre, es el responsable de su pobreza; si es abando-
nado, es porque está alejando el amor con su pensamiento; y si
enferma, se convierte automáticamente en el causante de su en-
fermedad. Esta atribución a uno mismo de la responsabilidad de
todo lo que le pasa no es un planteamiento infrecuente en los li-
bros de autoayuda. La autora del famoso libro El Secreto dijo en
una ocasión que desastres como el tsunami de 2006 sólo pueden
ocurrir a personas que están “en la misma frecuencia que el acon-
tecimiento” 18, culpando a los fallecidos y damnificados por haber
atraído la catástrofe con su pensamiento. 
En resumen, la idea de que los pensamientos son la causa de las
enfermedades no sólo no tiene ningún fundamento sino que, ade-
más, sostiene una visión individualista donde los pensamientos y
emociones de las personas tienen más peso en su vida que sus pro-
pios comportamientos y otras circunstancias de carácter socioeco-
nómico, a pesar de que hoy día sabemos bien que estos son los
principales factores de riesgo en muchos problemas de salud físicay mental 19. 
¿Qué sabemos realmente sobre la meditación?
La meditación es el proceso de alcanzar la inmortalidad, es el
único secreto de alquimia; transforma a los seres mortales en
inmortales, cambia el polvo por lo divino. La meditación es el
puente entre el cielo y la tierra.
Deepak Chopra, Conocer a Dios 20
No es posible hablar del mundo de la autoayuda esotérica sin ha-
blar de la meditación. Todo libro de autoayuda que se precie pro-
45
pone algún tipo de meditación, sea para alcanzar un estado supe-
rior de conciencia, llegar al conocimiento de Dios, reducir el es-
trés o todo al mismo tiempo. La expansión de la Nueva Era provocó
que se multiplicaran los ashram, lugares de enseñanza del hinduis-
mo donde se imparten clases de meditación y terapias orientales,
y actualmente cualquier ciudad o pueblo cuenta con un centro pri-
vado de yoga donde se practica regularmente la meditación. Esta se
puede definir como un estado acrítico de autoobservación en que
se contemplan los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones
de forma pasiva, sin involucrarnos en ellos 21. Aunque hay muchos
tipos de meditación —samadhi, vipassana, zen, sufi, trascendental,
etcétera—, cada una con sus propias características y procedimien-
tos, todas tienen en común el hecho de dirigir la atención sobre al-
go concreto: un objeto, un mantra, un sentimiento o lo que emerge
del momento presente. 
Sin embargo, y a pesar de que la imagen de monjes tibetanos
meditando resulta atractiva a buena parte de la población occi-
dental, la meditación no comenzó a convertirse en un fenómeno
aceptado de forma generalizada hasta que se alejó de sus postula-
dos religiosos y empezó a presentarse como una técnica útil para
manejar el estrés. Resulta irónico que actualmente podamos en-
contrar miles de páginas web que se apoyan en los resultados de
supuestos estudios para legitimar afirmaciones y creencias espiri-
tuales que nos venden alguna de las meditaciones disponibles co-
mo la panacea para (casi) todos los males. Como es lógico, no
vamos a entrar a discutir si la meditación es una forma adecuada
de alcanzar supuestos estados de conciencia sobre los que no hay
prueba alguna, o si constituye un método adecuado para llegar a
esa “sabiduría” que se describe en los textos de los gurús con múl-
tiples metáforas.
En general existe la creencia de que la meditación en cualquie-
ra de sus formas es un procedimiento eficaz para obtener tranqui-
lidad mental y mejorar la salud. La gran cantidad de libros
publicados sobre meditación contrasta con la escasez de citas so-
bre estudios científicos rigurosos que hayan investigado los efectos
de su práctica, y no es de extrañar vistos los resultados obtenidos.
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Hoy día la meditación no está considerada como un tratamiento
eficaz para ninguno de los trastornos mentales descritos en ma-
nuales de diagnóstico como la CIE-10 y el DSM-V. Algunos es-
tudios han encontrado que puede ser eficaz para mejorar la
adaptación psicosocial de los pacientes de cáncer 22 y de esclerosis
múltiple 23, reducir el estrés en personas saludables 24 y la presión
sanguínea en individuos con problemas de hipertensión 25, y pre-
venir recaídas en personas con depresión mayor en remisión 26. En
cuanto al manejo de la ansiedad, hay ciertos datos, aunque no su-
ficientes, que apoyan la meditación como un procedimiento real-
mente eficaz 27, pero no puede afirmarse que sea mejor que otras
técnicas de control de la ansiedad, como la relajación 28. Las prue-
bas sobre la eficacia de la meditación son limitadas, aunque pare-
ce que podría ser útil como complemento en el tratamiento
psicológico de algunas patologías y se la considera como una in-
tervención prometedora 29 para mejorar los síntomas depresivos,
aunque no más que realizar otras actividades, como, por ejemplo,
bailar tangos argentinos 30.
No todos los estudios sobre los efectos de la meditación son po-
sitivos. La alta tasa de abandono, reconocida incluso por los de-
fensores de esta técnica, es uno de los grandes problemas que
encontramos para evaluar su eficacia. En general, parece que bue-
na parte de los que comienzan a practicarla dejan de acudir pron-
to a las sesiones, lo que genera serias dudas sobre la viabilidad de
la técnica. ¿Vale la pena recomendar a la gente que practique me-
ditación cuando los efectos que tiene son escasísimos y hay una al-
ta probabilidad de que se abandone pronto? Y no acaban aquí las
dudas sobre la meditación. Junto a los citados efectos positivos,
también se ha observado que la meditación se asocia a efectos ne-
gativos en ciertas personas, como confusión, conducta antisocial,
ansiedad y frustración, entre otros 31, además del riesgo a ser vícti-
ma de la manipulación y el control por parte de otros, incluidos
maestros delirantes o sin escrúpulos 32.
Como suele ocurrir cuando aparece un nuevo tratamiento o téc-
nica, el entusiasmo inicial va dando paso a unas expectativas más
modestas a medida que comienzan a hacerse más y mejores estu-
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dios para evaluar la eficacia del procedimiento. No podemos re-
chazar de plano el uso de la meditación como un método que pue-
de ayudar a algunas personas a reducir el estrés, sobre todo a
individuos sanos, o como técnica añadida a un tratamiento psico-
lógico para manejar algunos síntomas, pero no está justificado que
se siga vendiendo como un método útil para controlar la ira, el pe-
so corporal o la ansiedad ni para mejorar la memoria y la creativi-
dad, como ocurre en la actualidad, a pesar de que los libros de
autoayuda sigan presentándola como una técnica fundamental para
llevar una vida plena, feliz y libre de sufrimiento psicológico. 
¿El fin de la Nueva Era?
El impacto del movimiento de la Nueva Era ha sido enorme. Su
nacimiento al calor de los movimientos antiautoritarios de la dé-
cada de 1960 le permitió extender por todo Occidente sus ideas y
métodos. Pero lo que inicialmente pasó por una respuesta contra-
cultural fue enseguida absorbida por el propio capitalismo, crean-
do un negocio millonario que necesita de su difusión permanente
para seguir vivo. De esta manera, lo que surgió como respuesta al
sistema pasó a ser parte del propio sistema, que no tiene problema
alguno en convertir en negocio cualquier idea que no ponga en te-
la de juicio sus fundamentos. 
La Nueva Era se ha ido desinflando con el paso de los años. La
moda de los gurús hindúes como el Maharishi Mahesh Yogi y el
controvertido Osho, convertido hoy en una marca registrada de la
que sus herederos siguen obteniendo beneficios, ha dado paso a
nuevos autores que siguen difundiendo muchas de las ideas del
movimiento, arropadas ahora con un lenguaje más cercano a la psi-
cología que a la espiritualidad. Pero a pesar de su presencia cada
vez más modesta, el impacto de la Nueva Era sobre la cultura oc-
cidental ha sido enorme, sobre todo en lo que concierne a la ex-
pansión de las terapias “alternativas”, fundadas en la idea de que
puede existir una medicina alejada de la ciencia, y a la psicología
pop, introduciendo conceptos como el de “energía”, explotados
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tanto por autores esotéricos como por profesionales titulados que
se han animado también a publicar libros de autoayuda.
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Cuentacuentos
Cuando llega el mes de noviembre, el pueblo de Los Silos, al nor-
deste de Tenerife, se transforma súbitamente. Brujas y duendes de
cartón y hojalata toman las calles para anunciar su ya tradicional
Festival Internacional del Cuento. Durante varios días, Los Silos
se llena de gente que desea escuchar las historias de cuentacuentos
venidos de varios continentes. Historias humorísticas, de amor y
terror, contadas en la penumbra de un antiguo complejo azucare-
ro que sólo se abre para la ocasión entretienen a quienes acudimos
sin necesidad de grandes medios técnicos: solamente hace falta un
micrófono y algo de luz. A lo largo y ancho del mundo, más de
una treintena de países organiza cada año festivales similares, con
miles de personas que asisten para disfrutar de cuentos nuevos y
antiguos, algunos

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