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i 
 
PREFACIO. 
 
El maíz es el cereal más importante de la región. Su inclusión en la rotación junto con 
un manejo adecuado posee efectos benéficos para el suelo y para los cultivos 
posteriores. Debido a su utilización como grano y forraje para la alimentación animal 
juega un rol estratégico en los sistemas de producción en San Luis. 
El objetivo de esta obra fue elaborar una guía práctica para productores, profesionales 
y alumnos de las ciencias agrarias interesados en el cultivo de maíz en el ámbito de los 
sistemas productivos de la región. La misma posee una serie de trabajos relacionados 
con pautas de manejo, enfocados en procesos y con información agronómica 
elaborada a través del análisis de ensayos técnicos de más de diez años e información 
básica. Esta publicación es obra de las actividades de investigadores y extensionistas 
del INTA, docentes universitarios y profesionales de la actividad privada. 
 
ii 
 
PRÓLOGO. 
 
La publicación que se presenta titulado El cultivo de maíz en la provincia de San Luis es 
un actualizado trabajo de información para la toma de decisiones relacionado con el 
cultivo. 
El índice nos señala un recorrido de datos, información y resultados de ensayos 
demostrativos localizados realizado por un grupo interdisciplinario público-privado. 
El cultivo de maíz muestra nuevamente la flexibilidad de sus múltiples usos y 
adaptación a las diferentes agro-ecoregiones de la provincia y su importancia en los 
sistemas productivos. 
Felicitamos a los autores y editores por el trabajo realizado y, seguramente el texto 
será muy bien recibido por los lectores interesados. 
 
 
 
Ing. Agr. (Dr.) Ricardo D. Thornton 
Director Regional La Pampa- San Luis 
iii 
 
EDITORES. 
 
Jorge Garay 
Ingeniero Agrónomo, Facultad de Ingeniería y Ciencias Económicas Sociales de la 
Universidad Nacional de San Luis. Posgrado en Dirigencia Agroindustrial del CEIDA. Ex 
Profesor efectivo de la Cátedra de Terapéutica Vegetal de la Facultad de Agronomía, 
de la Universidad Nacional de San Luis. Miembro del grupo de agricultura del área de 
Investigación, de la EEA San Luis. Actualmente participa en Proyectos nacionales y 
regionales relacionados con el manejo de Malezas resistentes y tolerantes en cultivos 
agrícolas y forrajeros. 
 
Juan Cruz Colazo 
Ingeniero Agrónomo, Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa; 
Doctor en Agronomía, Departamento de Agronomía de la Universidad Nacional del 
Sur. Investigador en manejo de suelos de la EEA INTA San Luis. Actualmente es 
coordinador interino del área de investigación de la EEA INTA San Luis y del módulo 
erosión eólica del programa nacional de suelos. También participa en proyectos 
regionales y nacionales, relacionados con la problemática de los sistemas de 
producción mixtos, la gestión del agua en el suelo y los procesos de degradación 
relacionados con el uso inadecuado de los suelos. 
 
iv 
 
INDICE. 
 
PREFACIO. I 
PRÓLOGO. II 
EDITORES. III 
1. PRODUCCION DE MAÍZ EN LA PROVINCIA DE SAN LUIS. 
Juan Cruz Colazo y Ricardo Rivarola 
1 
2.1. ECOFISIOLOGÍA DEL CULTIVO DE MAÍZ. 
Diego Martínez Álvarez 
7 
2.2. RENDIMIENTO POTENCIAL DE MAÍZ. 
Gabriel Esposito, Guillermo Balboa, Cecilia Cerliani & Ricardo Balboa 
32 
2.3. Ensayo técnico. Respuesta a la densidad de siembra de híbridos de maíz 
en Villa Mercedes (San Luis), campaña 2011/2012. 
Diego Martínez Álvarez, Juan Pablo Odetti, Cristián Guerra, Marcelo Bongiovanni & 
Gabriel Martínez Bologna 
53 
2.4. Ensayo técnico. Rendimiento y comportamiento sanitario de híbridos de 
maíz conducidos en franjas demostrativas en el establecimiento Curalicó (Villa 
Mercedes – San Luis). 
Diego Martínez Álvarez, Juan Pablo Odetti, Cristián Guerra & Gabriel Martínez Bologna 
60 
2.5. Ensayo técnico. Crecimiento comparado de dos híbridos de maíz en Villa 
Mercedes (S. L.). 
Diego Martínez Alvarez, Fernando Luna & Marcelo Bongiovanni 
66 
3.1. NUTRICIÓN MINERAL Y FERTILIZACIÓN. 
Juan Cruz Colazo 
73 
3.2. Ensayo técnico. Fertilización con nitrógeno, azufre y cinc en maíz en 
secano en San Luis. 
Juan Cruz Colazo 
86 
3.3. Ensayo técnico. Fertilización con nitrógeno y cinc en maíz bajo riego en 
San Luis. 
Juan Cruz Colazo 
92 
3.4. Ensayo técnico. Fertilización con cinc quelatado en la provincia de San 
Luis. 
Hernán Gómez 
98 
4.1. CONTROL DE MALEZAS EN EL CULTIVO DE MAÍZ. 
Jorge Garay, Elena Scapini, Juan Cruz Colazo & Edgardo Jaeggi 
102 
4.2. CONTROL DE MAL DE RÍO CUARTO EN EL CULTIVO DE MAÍZ EN SAN LUIS. 
Anselmo Ávila & Jorge Garay 
113 
5.1. ENSAYOS COMPARATIVOS DE RENDIMIENTO. 
Juan Pablo Odetti, Jorge Garay & Juan Cruz Colazo 
119 
5.2. EL CULTIVO DEL MAÍZ EN EL VALLE DEL CONLARA (SAN LUIS). 
Marcelo Bongiovanni, Diego Martínez Alvarez, Susana Bologna & Elizabeth Rojas. 
135 
v 
 
5.2.1. Ensayo técnico. Ensayos comparativos de rendimiento en la campaña 
agrícola 2009/10 en las localidades de Los Molles y Tilisarao. 
Marcelo Bongiovanni, Jorge Garay, Ricardo Rivarola, Hugo Bernasconi, Daniel Pizzio, 
Guillermo Ordoñez, Juan Pablo Odetti, Diego Martínez Alvarez, Susana Bologna & 
Elizabeth Rojas. 
139 
5.2.2. Ensayo técnico. Ensayos comparativos de rendimiento en la campaña 
agrícola 2010/11 en las localidades de Los Molles y Tilisarao. 
Marcelo Bongiovanni, Jorge Garay, Ricardo Rivarola, Hugo Bernasconi, Daniel Pizzio, 
Guillermo Ordoñez, Juan Pablo Odetti, Diego Martínez Alvarez, Susana Bologna & 
Elizabeth Rojas. 
147 
5.2.3. Ensayo técnico. Ensayos comparativos de rendimiento en la campaña 
agrícola 2011/12 en las localidades de Los Molles y Tilisarao. 
Marcelo Bongiovanni, Jorge Garay, Ricardo Rivarola, Hugo Bernasconi, Daniel Pizzio, 
Guillermo Ordoñez, Juan Pablo Odetti, Diego Martínez Alvarez, Susana Bologna & 
Elizabeth Rojas. 
154 
5.2.4. Ensayo técnico. Ensayos comparativos de rendimiento en la campaña 
agrícola 2012/13 en la localidad de Tilisarao. 
Marcelo Bongiovanni, Jorge Garay, Ricardo Rivarola, Hugo Bernasconi, Alejandro 
Verges, Eduardo Montiel, Sergio Bangert, Juan Pablo Odetti, Guillermo Grancara, 
Eduardo Pollachi, Diego Martínez Alvarez, Susana Bologna & Elizabeth Rojas. 
158 
1 
 
PRODUCCIÓN DE MAÍZ EN LA PROVINCIA DE SAN LUIS. 
Juan Cruz Colazo1 & Ricardo Rivarola2 
 
1. EEA INTA San Luis 
2. UE & DT Villa Mercedes 
 
1. Análisis mundial y nacional. 
La producción mundial de maíz es en promedio de 875 millones de toneladas 
(FAOSTAT, 2013). La contribución media de la producción nacional es de 2,4%, con 
mínimos de 1% (1989) y máximos de 3,52% (1970), ocupando en la actualidad el 
puesto de cuarto productor mundial (Figura 1). 
 
Figura 1. Producción mundial y nacional de maíz (1961 – 2012). Elaboración propia con datos de 
FAOSTAT (2013). 
 
La contribución media de San Luis a la producción nacional ha sido de 
aproximadamente 2,2 %, con un valor máximo de participación del 6,4 % en 1983/84 
(Figura 2). 
2 
 
 
Figura 2. Producción nacional y provincial de maíz (1970 – 2013). Elaboración propia con datos de SIIA 
(2014). 
 
 
2. Análisis provincial. 
 
2.1. Superficie sembrada. 
La Figura 3 muestra la superficie sembrada con maíz en la provincia de San Luis 
durante el período 1970 – 2013 (SIIA, 2014). La misma indica un valor medio cercano a 
las 150000 ha. En general se observa que la superficie se mantuvo por encima del 
promedio, a excepción de 1978, hasta finales de la década del 80, a partir de donde 
disminuye, fluctuando entre valores de 50000 – 100000 ha, aumentando y alcanzando 
valores próximos al promedio en los últimos años. Esta disminución se asocia con el 
incremento exponencial de la superficie de soja en la provincia a partir de 1990. Sin 
embargo, en la campaña 2013-14 se ha producido un incremento por encima del 
promedio, alcanzando una superficie record cercana a las 350000 ha (Es probable que 
parte de este incremento se deba a una actualización en la metodología de muestreo), 
siendo el segundo cultivo en importancia,por detrás de la soja. 
3 
 
 
Figura 3. Área sembrada del cultivo de maíz en la provincia de San Luis. Periodo 1970 – 2013. La línea 
punteada indica el valor promedio. Elaboración propia con datos de SIIA (2014). 
 
 
2.2. Rendimiento en grano. 
El rendimiento medio (1970-2013) del cultivo de maíz en la provincia de San Luis fue 
de 2455 kg ha-1 ± 1418 kg ha-1, con un máximo de 5321 kg ha-1 en la campaña 2010/11 
y un mínimo de 651 kg ha-1 en 1971/72. Durante este periodo existió una tendencia 
lineal positiva, con un incremento anual de 89 kg ha-1 (Figura 4). Estos resultados 
concuerdan con las tendencias registradas a nivel mundial en los últimos cuarenta 
años (Hafner, 2003), y las tasas a las que se produjeron en los Estados Unidos en 
durante el periodo 1939-2009 (Assefa et al., 2012). Estos autores afirman que este 
crecimiento se debe a la mejora genética, mayores tasas de fertilización, aumentos de 
precipitaciones y adopción de sistemas de labranza conservacionistas. 
Sin embargo, en esta tendencia se observan dos períodos con tasas de crecimiento y 
niveles de rendimientos medios diferentes. Por un lado, antes del año 1998, la tasa de 
crecimiento fue de 15 kg ha-1 año-1 y los niveles medios de rendimiento en grano 
fueron de 1538 kg ha-1. Mientras que en el periodo 1998 – 2013 estos valores fueron 
de 125 kg ha-1 año-1 y 4060 kg ha-1, respectivamente. Estas diferencias se deberían a 
una mayor difusión del riego, especialmente los sistemas presurizados, una mayor 
aplicación de fertilizantes y a la estabilización de los planteos de siembra directa en 
4 
 
sistemas de secano (Garay et al., 2008). También posiblemente la mayor difusión de 
híbridos simples haya colaborado a estos mayores rendimientos (Basso et al., 2013). 
 
 
Figura 4. Rendimiento en grano del cultivo de maíz en la provincia de San Luis. Periodo 1970 – 2013. Las 
líneas punteadas indican las tendencias lineales de incremento de rendimiento. Elaboración propia con 
datos de SIIA (2014). 
 
 
3. Análisis departamental. 
La Figura 5 muestra una estimación del rendimiento promedio y la superficie cultivada 
por departamento en la provincia de San Luis para la campaña 2012-13. Los máximos 
rendimientos se registran en el departamento Ayacucho, ya que la totalidad de la 
superficie cultivada se produce bajo riego, mientras que en los restantes 
departamentos predomina la producción en secano, con menores rendimientos en el 
departamento Gobernador Dupuy. El 60% del área sembrada se encuentra en el 
departamento General Pedernera. 
 
5 
 
 
Figura 5. a) Rendimiento medio de grano (kg ha-1) y b) Superficie sembrada (ha), de maíz por 
departamentos durante la campaña 2012-2013. Elaboración propia con datos de SIIA (2014). 
 
 
4. Consideraciones finales. 
 
• El cultivo de maíz es el segundo cultivo en importancia por detrás de la soja. 
• En esta última campaña la siembra de maíz fue mayor al doble de su promedio 
histórico. 
• El rendimiento de maíz se ha incrementado linealmente a lo largo del tiempo, 
sin embargo este aumento fue mayor en los últimos 20 años tanto en el 
incremento como niveles medios de rendimiento. 
 
5. Bibliografía consultada. 
 
• Assefa, Y; KL Roozeboom; SA Staggenborg & J Du. 2012. Dryland and irrigated 
corn yield with climate, management, and hybrid change from 1939 through 
2009. Agron. J. 104(2): 473-482. 
• Basso, LR; C Pascale Medina; ES de Obschatko & J Preciado Patiño. 2013. 
Agricultura inteligente: la iniciativa de la Argentina para la sustentabilidad en la 
producción de alimentos y energía. MINAGRI-IICA. Buenos Aires. 124 pp. 
• FAOSTAT. 2013. Disponible en: http://faostat.fao.org. 
• Garay, J & J Veneciano. 2005. La agricultura de cosecha en San Luis. 
Información técnica 170. EEA INTA San Luis. 16 pp. 
6 
 
• Garay, J; Veneciano J & CA Peña Zubiate. 2009. Áreas agroecológicas y 
superficie cultivada. Pp 07 – 15. En: AR Quiroga; Casagrande J & JC Colazo 
(Eds.). Aspectos de la evaluación y el manejo de los suelos en el este de San Luis. 
Información Técnica 173. EEA INTA San Luis. 
• Hafner, S. 2003. Trends in maize, rice and wheat yields for 188 nations over the 
past 40 years: a prevalence of linear growth. Agric. Eco. & Env. 97: 275-283. 
• SIIA (Sistema integrado de Información Agropecuaria). 2014. Agricultura. 
Disponible en: http://www.siia.gov.ar/index.php/series-por-tema/agricultura. 
7 
 
ECOFISIOLOGÍA DEL CULTIVO DE MAÍZ. 
Diego Martínez Alvarez1 
 
1. UNSL 
 
Introducción. 
La ecofisiología vegetal evidencia un importante desarrollo en los últimos 35 años en 
la Argentina, con numerosos trabajos publicados en revistas científicas de la 
especialidad de difusión nacional e internacional. Docentes e investigadores formados 
en las universidades públicas y privadas de la República Argentina desarrollan sus 
actividades en reconocidas instituciones del exterior, prestigiando a nuestro país. 
En la actualidad, gran parte de los resultados de estas investigaciones son aplicados en 
aspectos asociados tanto al mejoramiento como al manejo tecnológico de los distintos 
cultivos de granos. 
La ecofisiología vegetal estudia el funcionamiento de los cultivos y comunidades 
vegetales de interés agropecuario y forestal en relación con la productividad. Toma en 
cuenta los procesos y mecanismos que determinan el crecimiento y desarrollo de los 
cultivos, la partición de la materia seca hacia los destinos metabólicos de las plantas, la 
determinación del rendimiento y sus componentes, los factores determinantes de la 
fotosíntesis y la respiración del cultivo, las relaciones hídricas y nutricionales en el 
sistema suelo-planta, y sus efectos sobre la productividad. El conocimiento así 
obtenido es crítico y estratégico para mejorar la producción en cantidad y calidad, 
producir de manera eficiente y sustentable, asistir y orientar al mejoramiento genético 
y proveer el marco conceptual para el desarrollo de modelos y estudios de los sistemas 
de producción. 
Posiblemente, una de las contribuciones más importantes de la ecofisiología al 
mejoramiento genético vegetal haya sido la identificación de aquellas etapas donde el 
desarrollo del cultivo es más sensible al estrés, denominadas comúnmente “períodos 
críticos” (Sala & Andrade, 2010). Un ejemplo de la aplicación de estos conceptos, es la 
utilización del intervalo antesis-floración en maíz en los programas de mejora como 
criterio de selección bajo condiciones de estrés (Edmeades et al., 1993). 
Por su conexión con otros campos del conocimiento agronómico, la ecofisiología 
vegetal es de carácter integrador y es útil para identificar procesos y mecanismos 
determinantes del crecimiento de las plantas. Constituye una herramienta básica para 
elaborar modelos agronómicos que permitan explicar situaciones de producción y 
predecir su impacto en el clima, en el suelo o sobre la productividad de los sistemas. 
La ecofisiología vegetal se diferencia de la fisiología vegetal (disciplina que en el 
laboratorio manipula las condiciones del crecimiento de la planta individual, midiendo 
8 
 
la respuesta de un determinado proceso) porque estudia los fenómenos fisiológicos en 
su medio ambiente natural (a campo), el cual está sujeto a cambios y alteraciones, 
como resultado de fenómenos naturales o producto de la actividad humana. 
 
Bases ecofisiológicas para el manejo del cultivo. 
La ecofisiología vegetal contribuye al conocimiento de los procesos y mecanismos 
determinantes del crecimiento y desarrollo de los cultivos, siendo necesario su 
comprensión para aumentar la producción de manera sostenible y para orientarnos en 
las prácticas de manejo del cultivo más apropiadas. 
Para el caso del maíz, se sabe que la temperatura controla la duración del ciclo del 
cultivo entre la siembra y la madurez fisiológica, mientras que el fotoperíodo afecta el 
tiempo entre la emergencia y la floración. Estos dos factorestienen una gran influencia 
sobre el desarrollo del ciclo ontogénico del cultivo en función de la elección de la fecha 
de siembra. 
 
Características fisiológicas del cultivo de maíz. 
El maíz (Zea mays L.) es una especie perteneciente a la familia de las Poáceas 
(Gramíneas) que no se la encuentra en estado silvestre, siendo su origen aún no 
dilucidado por los botánicos, ya que existen discrepancias respecto a varios detalles 
todavía en estudio. La evidencia más antigua del maíz como alimento humano 
proviene de algunos lugares arqueológicos en México, con antigüedades superiores a 
los 5000 años. 
Según Galinat (1988) el maíz deriva del Teosinte (el teosinte y el maíz se cruzan 
libremente y los genes para resistencia y tolerancia a los estreses naturales presentes 
en el teosinte, han sido transferidos al maíz). El maíz fue domesticado en un período 
comprendido entre los 7000 y 10000 años atrás, en el Sur de México y su cultivo se 
expandió por toda América con anterioridad a la colonización europea (Mangelsdorf, 
1974). 
El maíz es una planta de metabolismo C4, que no presenta foto-respiración detectable, 
muy eficiente en la producción de biomasa superando ampliamente a otros cultivos 
como el girasol, la soja o el trigo (Figura 1). Esta capacidad de alta producción de 
biomasa y elevado índice de cosecha (alrededor de la mitad de su peso seco en 
biomasa aérea corresponde a órganos reproductivos) se debe a una elevada tasa 
fotosintética, a un bajo valor energético de la materia seca producida y a una 
adecuada estructura del cultivo. En ambientes con alta radiación solar y elevada 
9 
 
amplitud térmica el maíz produce, en ausencia de estreses bióticos y abióticos, muy 
buenos potenciales de rendimiento (Andrade et al., 1996). 
La espiga del maíz (principal órgano de interés comercial en los cultivos para grano) se 
encuentra en una posición axial sujeta a dominancia apical durante el período crítico 
(alrededor de la floración, momento en el cual se determina el principal componente 
del rendimiento: el número de granos por unidad de superficie). Este hecho sumado al 
hábito de crecimiento de la planta (tipo determinado) le confiere al maíz una alta 
inestabilidad en el rendimiento en grano y en el índice de cosecha frente a situaciones 
de estrés durante el período crítico. 
El elevado potencial de crecimiento sumado a la alta sensibilidad del rendimiento 
frente a estreses durante su período crítico (hídrico, nutricional y/o de otro tipo) hacen 
que el maíz (Figura 2) presente una gran capacidad de respuesta al manejo adecuado 
del cultivo (riego, fertilización, etc.). Su reducida plasticidad foliar, baja producción de 
macollos y escasa prolificidad reducen la capacidad de compensar bajas densidades de 
plantas. Por otro lado su marcada sensibilidad al estrés le confiere intolerancia a 
densidades superiores a la óptima y a retrasos en la fecha de siembra (Andrade et al., 
1996). 
 
Figura 1. Potencial de producción de biomasa (crecimiento 
comparado) de maíz, soja y girasol (extraído de Andrade, 
2010). 
 
10 
 
 
Figura 2. Densidad óptima de plantas de maíz en función del ambiente hídrico 
(izquierda) y nutricional (derecha), según Andrade (2010). 
 
Desarrollo del cultivo. 
El rendimiento final del cultivo de maíz (grano cosechado) es el resultado de dos 
procesos simultáneos e interdependientes: el crecimiento y el desarrollo. Se entiende 
por crecimiento al aumento en el número y tamaño de las células que constituyen los 
diferentes órganos de la planta. Por desarrollo en cambio, se considera a la sucesión 
progresiva de las etapas que establecen la morfología propia del organismo adulto a 
medida que avanza el ciclo ontogénico del cultivo. 
La fenología agrícola es una disciplina que estudia las fases del desarrollo por las que 
atraviesa un cultivo, basándose en cambios morfológicos y fisiológicos de las plantas, a 
medida que transcurre su ciclo ontogénico. 
Los primeros estudios fenológicos en maíz se circunscribían a la observación de 
cambios morfológicos o fenómenos visuales como la aparición de hojas o de 
inflorescencias masculinas y femeninas, propuesto por Hanway (1963). Posteriormente 
comenzaron estudios sobre los cambios que se producían en la actividad de los puntos 
de crecimiento (meristemas), lo que llevó a establecer relaciones entre esos cambios 
microscópicos y las transformaciones más visibles, que permitieron una mayor 
comprensión de la generación del rendimiento y de las decisiones de manejo del 
cultivo. 
La profundización del estudio de las fases fenológicas que transcurren a través del ciclo 
ontogénico del maíz nos permite conocer los componentes del rendimiento que 
quedan fijados en cada una de ellas y analizar los factores ambientales que controlan 
la duración de dichas fases. 
La escala fenológica más utilizada para describir el ciclo de un cultivo de maíz es la 
propuesta por Ritchie & Hanway (1982), que utiliza caracteres morfológicos externos o 
macroscópicos. En ella se identifican dos grandes períodos: el vegetativo, subdividido 
en estadios identificados con la letra V y un subíndice, correspondiente al orden de la 
última hoja completamente extendida (lígula visible) al momento de la observación 
11 
 
(VE: emergencia, V1, V2, .....Vn y VT o panojamiento), y el reproductivo, identificado con 
la letra R y un subíndice que comienza en R1 (emergencia de los estigmas), R2 (cuaje o 
estado de ampolla), R3 (grano lechoso), R4 (grano pastoso), R5 (grano duro o 
indentado) y R6 (madurez fisiológica). Desde los estadios R3 hasta R5, inclusive, 
corresponde al llenado de los granos (Tabla 1). 
 
Tabla 1. Estados fenológicos de maíz de acuerdo a la Escala de Ritchie & Hanway (1982). 
 
 
 
 
 
 
 
La planta de maíz es de crecimiento determinado, marcando el inicio de la floración la 
finalización del crecimiento vegetativo, no obstante ello, la diferenciación de las 
estructuras reproductivas comienza en las etapas tempranas del desarrollo del cultivo, 
a partir de V4-V6. 
En el embrión de la semilla de maíz se encuentran diferenciadas generalmente, las 5 
primeras hojas y la radícula (de allí la importancia que adquiere el Test de Tetrazolio en 
el análisis de calidad de las semillas, que permite valorar las futuras estructuras de la 
planta). 
Para una adecuada germinación la semilla necesita absorber un 30 a 40% de su peso 
en agua. Al final de la etapa de germinación la plántula tiene 2 hojas emergidas, y el 
ápice o meristema apical todavía se encuentra ubicado bajo el nivel de la superficie del 
suelo (situación que le permite tolerar heladas tardías). Durante esta etapa, el 
meristema va formando primordios de hojas y yemas, a una tasa relativamente 
constante denominada plastocrono (con valores de 20-21 °C día, con temperatura base 
de 8 °C). Los primeros 4-5 entrenudos no presentan elongación y comienzan a 
aparecer las raíces nodales que van reemplazando a las raíces seminales. La elongación 
de los entrenudos comienza a partir de V6 continuando hasta la aparición de los 
estigmas (R1), momento en el cual queda determinada la altura máxima de la planta y 
el área foliar máxima (todas las hojas ya se han desplegado completamente). 
Simultáneamente a los cambios externos descritos por la escala de Ritchie & Hanway 
(1982), el meristema apical y las yemas axilares sufren grandes modificaciones (Figura 
3). Cuando las plantas tienen entre 4 y 6 hojas completamente expandidas, el 
Estados Fenológicos de Maíz
Estados Vegetativos Estados Reproductivos
VE Emergencia R1 Emergencia de estigmas
V1 1
ª Hoja R2 Cuaje
V2 2
ª Hoja R3 Grano lechoso
… R4 Grano pastoso
Vn N
a hoja R5 Grano dentado
VT Panojamiento R6 Madurez fisiológica
12 
 
meristema apical finaliza con la diferenciación de hojas y comienza a diferenciar las 
espiguillas estaminadas de la futura panoja. En ese momento queda determinado elnúmero total de hojas que tendrá la planta, y por lo tanto el área foliar potencial que 
podrá alcanzar. Luego de iniciada la panoja, comienza la diferenciación de los 
primordios foliares de la yema axilar que dará origen a la espiga. La primera de ellas 
que sufre este cambio es la yema superior, generalmente ubicada entre la quinta y 
séptima hoja por debajo de la panoja. Las yemas axilares de las hojas basales (cuyos 
entrenudos nunca se elongan) permanecen en estado vegetativo y pueden, según las 
circunstancias (genotipo, ambiente, densidad de plantas, etc.), dar lugar a 
ramificaciones (macollos). Las hojas superiores, ubicadas por encima de la yema de la 
espiga superior no presentan yemas axilares visibles (competencia intra-planta 
generada por la dominancia apical de la panoja sobre la espiga). 
 
 
Figura 3. Representación esquemática del ciclo ontogénico del maíz, indicando las características 
morfológicas externas según la escala de Ritchie & Hanway (1982) y los momentos en que se fijan las 
principales estructuras de la planta (extraído de Cárcova et al., 2003). 
El panojamiento (VT) se completa con la aparición de las anteras de las flores de la 
panoja comenzando la liberación del polen que se extiende por unos días. Este proceso 
comienza unos días previos a la aparición de los estigmas (protandria). Tanto la 
liberación del polen como la receptividad de los estigmas se encuentran acotadas a un 
corto período de tiempo. A mayor sincronía floral entre las inflorescencias masculinas 
y femeninas, aumenta las probabilidades de fecundación de la mayoría de las 
13 
 
espiguillas. Hay casos (condiciones ambientales muy favorables, baja densidad de 
plantas, algunos genotipos en particular) en los que puede darse el fenómeno inverso, 
conocido como protoginia (aparecen primero los estigmas y luego se libera el polen). 
La liberación del polen ocurre exclusivamente durante las horas de luz, en especial 
durante la mañana hasta antes del mediodía. La receptividad de los estigmas decae 
rápidamente después de los siete días de su aparición, siendo nula a los 14 días de su 
emergencia. 
En consecuencia, el período de emisión de polen y aparición de los estigmas se 
extiende por varios días. En los híbridos modernos (híbridos simples de última 
generación) este proceso se completa en tres a cuatro días (Andrade et al., inédito). 
Condiciones ambientales desfavorables, como sequía, baja radiación solar (días 
nublados), estrés hídrico o térmico, deficiencias de nutrientes y densidades de plantas 
por encima de la óptima, pueden postergar ligeramente la liberación del polen, pero 
su efecto más marcado es en el retraso de la floración femenina (aumentando el 
efecto de protandria), afectando el número final de granos por espiga. Temperaturas 
muy elevadas entre 10 y 20 días posteriores a la floración también pueden disminuir el 
número de granos por espiga. Por lo tanto el número de granos (principal componente 
del rendimiento del maíz) queda establecido en esta etapa. 
Si bien la planta pudo haber diferenciado varias yemas axilares, sólo una o dos espigas 
por planta producirán granos. El número de espigas por planta (conocido como 
prolificidad) depende del genotipo y del ambiente. 
El período de llenado de los granos comienza desde el mismo momento de producida 
la fecundación hasta la formación de la “capa negra” o tejido de abscisión que indica la 
necrosis de los haces vasculares que conectan al grano con los tejidos maternos. Este 
período presenta tres etapas bien diferenciadas en cuanto a la velocidad o tasa de 
acumulación de la materia seca. 
La fase I es de acumulación muy lenta de materia seca y corresponde al período de 
cuaje de los granos (R2), que se extiende unos 10 a 20 días posterior a la floración, 
según la temperatura y el genotipo (Cirilo & Andrade, 1994). En ese momento queda 
definido el principal componente del rendimiento: el número de granos por espiga. 
La fase II, o fase efectiva de llenado de grano, es de crecimiento lineal y a tasa máxima. 
Esta etapa generalmente dura más de la mitad del período total de llenado de los 
granos. 
La fase III o etapa final (crecimiento no lineal), es la etapa donde la tasa de llenado va 
declinando durante una o dos semanas, hasta hacerse nula, completándose el 
crecimiento del grano que alcanza su madurez fisiológica y por ende su máximo peso 
14 
 
seco. Simultáneamente el grano va perdiendo humedad y a la semana de finalizada la 
etapa se visualiza la formación de la “capa negra”. 
 
Factores que afectan el desarrollo. 
La duración de cada una de las etapas ontogénicas descritas anteriormente puede 
presentar una gran variabilidad, dependiendo principalmente del genotipo y del 
ambiente (en especial la temperatura y el fotoperíodo) y de la interacción entre ellos. 
Entendiendo los procesos que regulan la tasa de desarrollo de un cultivo se puede 
predecir su comportamiento agronómico y el rendimiento en aquellas regiones donde 
se conoce perfectamente el régimen climático. 
Es ampliamente conocida la diferencia en el ciclo de los híbridos de maíz, así como el 
número de días desde la emergencia hasta la floración que depende del genotipo y de 
su fecha de siembra. También es notable la variación en el número de hojas de ciertos 
híbridos sembrados en diferentes fechas de siembra o entre años para una misma 
época de siembra. Estas respuestas en la fenología y estructura del cultivo se deben a 
factores tales como la temperatura y el fotoperíodo que pueden variar 
significativamente entre localidades y entre fechas de siembra para una misma 
localidad. 
Además de la temperatura y el fotoperíodo, existen otros factores de carácter 
ambiental (fertilidad, radiación y disponibilidad hídrica) que si bien pueden afectar la 
duración de las etapas ontogénicas, no es tan marcado ni consistente su influencia 
sobre la tasa de desarrollo. 
En el maíz (así como también en soja, girasol o trigo), la temperatura tiene un efecto 
similar sobre el desarrollo (respuesta de tipo universal) que implica que todos los 
períodos son sensibles en mayor o menor medida a la temperatura. Esta respuesta es 
la responsable de que una determinada etapa del desarrollo se acelere o retrase según 
las plantas sean colocadas a temperaturas más altas o más bajas, respectivamente 
(Figura 4). 
 
15 
 
 
Figura 4. Duración (izquierda) y tasa de una etapa de desarrollo (derecha) de un cultivo ante diferentes 
temperaturas (en el eje de las abscisas se indican las temperaturas base, óptima y crítica). Adaptado de 
Miralles et al. (2003). 
En el maíz, así como en el resto de los cultivos, el pasaje de una etapa fenológica a la 
siguiente se produce en base a una acumulación térmica por encima de un umbral, 
denominado temperatura base (tb). Temperaturas por encima de la temperatura base 
se acumulan como suma térmica o grados día (°C d). Ambos términos son comunes y 
específicos a todos los cultivos. Es así que el tiempo térmico (TT) es aquel que pondera 
el tiempo calendario por la temperatura a la que las plantas están creciendo. 
La temperatura base en el maíz varía entre 5 y 10 °C según el genotipo y la etapa del 
ciclo ontogénico considerada. Así, por ejemplo, para calcular el tiempo térmico de una 
determinada etapa del ciclo ontogénico, es posible utilizar la siguiente ecuación: 
TT (°C d) = ∑n (Tm - Tb) [ecuación 1] 
Donde, TT es el tiempo térmico, Tm la temperatura media diaria y Tb la temperatura base y n el 
número de días. 
Con la ecuación 1 se puede estimar por ejemplo, la duración de la etapa germinación-
emergencia para un cultivo de maíz sembrado en una fecha temprana (setiembre). 
Durante esta etapa, debido a que el meristema se encuentra por debajo del nivel del 
suelo, la influencia estará dada por la temperatura del suelo (Ts) en lugar de la 
temperatura media diaria del aire (utilizada para el resto de las etapasposteriores a la 
emergencia). Para ello, teniendo en cuenta que el maíz necesita acumular 
aproximadamente 58 °C d para completar dicha etapa, y considerando una Ts de 12 °C 
y una Tb de 8 °C, tendremos la emergencia a los 14,5 días. Si se sembrara más tarde, 
por ejemplo en diciembre (con una Ts de 18 °C), la emergencia se produciría a los 5,8 
días posteriores a la siembra. 
0
0.2
0.4
0.6
0.8
1
0 10 20 30 40 50
Temperatura (°C)
T
a
sa
 d
e
 D
e
sa
rr
o
ll
o
 R
e
la
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va
 (
1/
d
)
0 10 20 30 40 50
Temperatura (°C)
D
u
ra
ci
ó
n
 (
d
)
óptima base crítica óptima base crítica 
1/(°C d) = 1/TT 
16 
 
Las limitaciones de este modelo termoperíodico se dan cuando las temperaturas 
medias están por encima o por debajo de la temperatura óptima y base, 
respectivamente. Las temperaturas cardinales del desarrollo (Tb y Tc), por definición 
corresponden a aquellas temperaturas en las cuales no se registra desarrollo alguno 
(se calculan indirectamente por proyección desde la recta de regresión hasta su 
intercepción con el eje de las abscisas), cuando las tasas de desarrollo son igual a cero 
(Figura 4, derecha). 
La temperatura óptima por encima de la cual la velocidad de desarrollo deja de 
incrementarse en forma lineal está entre 30 y 34 °C y la temperatura máxima o crítica 
a la cual cesa el desarrollo se ubica entre 40 y 44 °C, según varios autores. 
En función del genotipo, el requerimiento térmico del período comprendido entre la 
floración y la madurez relativa, varía entre 600 y 900 °C d acumulados sobre una 
temperatura base de 8 °C. En general este carácter es bastante estable y justifica el uso 
de la acumulación de unidades térmicas como criterio para predecir la madurez de los 
granos en las regiones subtropicales y templadas (Fischer & Palmer, 1984). 
El fotoperíodo es también un factor primordial que afecta la tasa de desarrollo del 
maíz. A diferencia de la respuesta a la temperatura (que es de efecto universal y 
responde a modelos sencillos, como el visto anteriormente), las respuestas 
fotoperíodicas son más complejas y varían con el estado de desarrollo del cultivo. 
El maíz responde al fotoperíodo como una especie cuantitativa de días cortos (Fig. 5). 
Esto significa que la velocidad o tasa de progreso hacia la floración (inversa del tiempo 
hasta la floración) se reduce con incrementos del largo del día cuando se excede un 
valor crítico (conocido como umbral fotoperíodico) que es de aproximadamente 12-13 
horas. 
El maíz presenta una fase juvenil insensible al fotoperíodo y que fija un límite mínimo 
para la duración de la etapa vegetativa, asegurando un número mínimo de hojas en el 
ápice de crecimiento. De esta manera, aunque las hojas puedan percibir desde muy 
temprano el estímulo fotoperíodico y transmitirlo al ápice de crecimiento, la fase 
juvenil retrasa el cambio de ápice, permitiendo la diferenciación de primordios foliares 
a una tasa regulada sólo por la temperatura. 
La etapa que prosigue a la juvenil se llama inductiva, donde el meristema sigue 
diferenciando hojas, pero adquiere sensibilidad al fotoperíodo y es capaz de iniciar la 
fase de diferenciación de estructuras reproductivas. Si esta etapa se desarrolla con 
fotoperíodos cortos (altamente inductivos) será más corta. Si el fotoperíodo en 
cambio, es mayor, el tiempo hasta la iniciación floral del ápice se irá incrementando a 
medida que se va incrementando la duración del día por encima de un valor de 
fotoperíodo crítico o umbral (Kiniry et al., 1983). 
17 
 
En la Figura 5, el rango catalogado como período óptimo para la respuesta 
fotoperíodica, hace referencia a las condiciones en las cuales la tasa de desarrollo se 
hace máxima y por lo tanto, una determinada etapa ontogénica se alcanza en un 
tiempo mínimo. En el período indicado como sub-óptimo, la velocidad de progreso 
hacia una nueva etapa se reduce a medida que el fotoperíodo se alarga (respuesta 
cuantitativa de días cortos). 
En las zonas productoras de maíz de latitudes altas (Balcarce, por ejemplo), retrasos en 
la fecha de siembra exponen al cultivo a mayores temperaturas y fotoperíodos más 
largos durante su período sensible, lo que se traduce en una iniciación anticipada de la 
panoja, debido al efecto predominante de la temperatura sobre la velocidad de 
desarrollo. 
 
Figura 5. Esquema de la respuesta del desarrollo fásico al fotoperíodo mostrando respuestas cualitativas 
y cuantitativas para una especie de días cortos (maíz). Adaptado de Miralles et al. (2003). 
 
Crecimiento y rendimiento. 
La radiación solar es la fuente de energía necesaria para que las plantas fijen el 
carbono del aire a través de la fotosíntesis, actuando conjuntamente con otros 
recursos ambientales, como los nutrientes y el agua, generando el crecimiento y 
rendimiento de los cultivos. 
El crecimiento y rendimiento de un cultivo de grano se explica a través de un modelo 
general y sencillo que puede desglosarse en componentes ecofisiológicos como los 
expresados en la siguiente ecuación: 
RTO = Rinc * ei * ec * ep [ecuación 2] 
De la ecuación 2 se desprende que el rendimiento del cultivo depende de la cantidad 
de radiación solar que incide sobre el mismo (Rinc), de la capacidad del canopeo para 
Respuesta a días cortos
- Duración del fotoperíodo (h) +
-
L
o
n
g
it
u
d
 d
el
 p
er
ío
d
o
 (
d
) 
 
+
Período
óptimo
Período
Sub-óptimo
R
es
pu
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 c
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ita
tiv
a
Umbral crítico
R
e
s
p
u
e
s
ta
 c
u
a
lit
a
ti
v
a
Precocidad
intrínseca
Sensibilidad
18 
 
interceptarla (ei) y de la eficiencia con que el cultivo transforma la radiación 
interceptada en materia seca (ec), que luego particiona hacia los órganos de cosecha y 
resto de la planta (ep). 
El rendimiento también puede ser expresado a través de sus componentes numéricos 
(número de granos por unidad de superficie y peso individual de los granos), los que se 
originan en momentos diferentes del ciclo del maíz y bajo distintas condiciones 
ambientales. 
RTO = pl/m2 * esp/pl * gr/esp * pg [ecuación 3] 
donde, pl/m2, es el número de plantas por unidad de superficie; esp/pl, es el número de 
espigas por planta; gr/esp, es el número de granos por espiga y pg, es el peso de los granos. 
El desglose en los componentes numéricos principales (número de granos y peso de 
granos) es la forma más simple y menos especie-dependiente de describir el 
rendimiento. La ecuación 3 es válida específicamente para el cultivo de maíz y permite 
jerarquizar los distintos componentes en función de su importancia o peso en el 
rendimiento final del cultivo. Por ejemplo, facilita la comprensión de los cambios 
producidos en el rendimiento ante una determinada práctica de manejo (fertilización, 
densidad, fecha de siembra, etc.). Por otro lado entre los componentes numéricos del 
rendimiento existen mecanismos compensatorios, como por ejemplo cuando se 
producen incrementos en el número de granos por unidad de superficie acompañados 
por disminuciones en el peso de los granos. 
Respecto de la radiación solar incidente (Rinc), en nuestro hemisferio llega a un 
máximo valor el día 21 de diciembre, fecha a partir de la cual comienza a disminuir 
hasta un valor mínimo, el 21 de junio. 
Un factor muy influyente sobre la Rinc es la latitud, que afecta principalmente la 
duración del día y la intensidad de radiación que llega a un determinado lugar, debido 
al ángulo de incidencia de los rayos solares sobre el suelo. En nuestro hemisferio, la 
mayor oferta de Rinc se registra a los 40° de latitud sur. La nubosidad de cada zona 
puede generar diferencias en los valores de radiación para una misma latitud, así como 
la altitud del terreno y la inclinación del mismo (terrenos con pendientes que miran al 
norte en el hemisferio sur, reciben más radiación solar). Al respecto, un sitio con alta 
radiación astronómica puede tener baja heliofanía relativa (por alta nubosidad) lo quese traduce en una menor radiación solar incidente diaria. 
Los rendimientos máximos, es decir aquellos que se obtienen bajo condiciones de 
manejo óptimas, son una expresión del comportamiento potencial de un cultivo, y 
pueden ser tomados como punto de referencia para comparar localidades o 
ambientes, híbridos, técnicas de manejo, etc. (Andrade et al., 1996). 
19 
 
La eficiencia de intercepción de la radiación por los tejidos verdes del cultivo y su 
evolución a través del ciclo ontogénico, está determinada por las tasas de aparición, 
expansión y senescencia de las hojas, por la estructura de la planta (planófila o 
erectófila) y por factores de manejo tales como fecha de siembra, densidad, distancia 
entre surcos, etc. Por lo que la cantidad de radiación solar interceptada acumulada por 
un cultivo de maíz dependerá de la duración del ciclo y de la dinámica de intercepción 
de dicho cultivo. 
La evolución del índice de área foliar (IAF) será en definitiva quien defina la dinámica 
de intercepción de radiación solar por el cultivo. El IAF se va generando con la 
aparición y expansión de las hojas (producto del número de hojas por el tamaño de las 
mismas). El ritmo con el cual van apareciendo las hojas responde a un tiempo térmico 
relativamente constante denominado filocrono, cuyo valor depende del híbrido 
considerado. 
La temperatura modifica sustancialmente el IAF debido a que influye sobre la duración 
del período de diferenciación de hojas, la tasa de aparición y el tamaño de las hojas. La 
tasa de expansión de hojas depende sustancialmente de los recursos de los que 
dispone el cultivo, principalmente de la disponibilidad hídrica y de los nutrientes. 
En definitiva, para que el maíz logre una alta producción de materia seca, el cultivo 
debe generar tempranamente altos valores de IAF (Figura 6) que permitan interceptar 
rápidamente la máxima proporción de radiación solar incidente (que se logra una vez 
alcanzado el valor mínimo de IAF con el cual el 95 % de la radiación solar incidente es 
interceptada, denominado IAF crítico) y a su vez debe tratar de mantener ese valor de 
IAF durante la mayor cantidad de tiempo posible (duración del área foliar). 
La tasa de crecimiento del cultivo (TCC) está estrechamente relacionada con la 
radiación diaria interceptada. De igual manera, la materia seca total producida desde 
la emergencia del cultivo de maíz hasta su madurez fisiológica, está directamente 
relacionada con la cantidad total de energía solar interceptada durante el ciclo del 
cultivo, por lo que un híbrido de ciclo más largo tendrá mayor oportunidad de 
interceptar radiación solar durante su desarrollo ontogénico. En general, híbridos de 
ciclo largo interceptan durante la estación de crecimiento entre 900 y 1000 MJ de 
radiación fotosintéticamente activa, mientras que híbridos de ciclo corto, para una 
misma localidad, estarían interceptando alrededor de 800 MJ. Estas diferencias de 
intercepción de la radiación son las responsables de las diferencias encontradas, tanto 
en producción de materia seca como en rendimiento en grano, a favor de los híbridos 
de ciclo largo. 
Los incrementos de densidades de siembra y/o arreglos espaciales más uniformes 
también redundan en una mayor intercepción de la radiación solar, 
fundamentalmente porque a densidades más altas, se logran cultivos que permiten 
20 
 
una cobertura del entresurco más temprana, que se traduce en una mayor producción 
de biomasa, siempre y cuando no exista otro tipo de limitación (hídrica o nutricional). 
Las densidades bajas en el maíz, aumentan el tiempo requerido para lograr el IAF 
crítico, dándose situaciones donde dicho valor no se alcanza nunca. 
 
 
Figura 6. Índice de área foliar, intercepción de radiación fotosintéticamente activa por el cultivo, materia 
seca área acumulada y tasa de crecimiento del cultivo en función de los días después de la emergencia. 
Adaptado de Gadner et al. (1980) y de Uhart et al. (1996). 
 
La eficiencia de conversión (ec), tercer componente de la ecuación 2, muestra en el 
maíz valores más altos respecto de las demás especies estivales cultivadas. Existe una 
relación lineal entre la producción de materia seca acumulada y la radiación 
interceptada acumulada (Figura 7). La pendiente de esta relación es una medida de 
eficiencia de la conversión de radiación en biomasa. 
Varios autores coinciden que el maíz en el sudeste bonaerense presenta eficiencias de 
conversión entre 2,20 y 3,40 g/MJ. Las menores eficiencias de conversión 
corresponden a ambientes con temperaturas medias diarias más bajas o con mayores 
deficiencias de presión de vapor (Andrade et al., 1996). 
La mejor ec del maíz, respecto de otros cultivos agrícolas, está dada por ser una planta 
de metabolismo C4 que no presenta foto-respiración detectable (esto le confiere un 
ritmo fotosintético entre un 30 y un 40 % mayor que las plantas C3). Por otro lado el 
maíz tiene una estructura de canopeo más erectófila y mayor separación vertical entre 
21 
 
hojas, confiriéndole un menor coeficiente de extinción lumínico que le posibilita una 
mayor penetración y distribución más uniforme de la radiación en el perfil del 
canopeo. El maíz presenta además, un bajo costo de producción de su materia seca 
debido a que posee reducidos contenidos de aceite y proteína y un alto porcentaje de 
hidratos de carbono que lo hace más económico en cuanto a la energía necesaria para 
producir su materia seca, respecto de otros cultivos, como la soja o el girasol. 
 
 
Figura 7. Materia seca aérea acumulada en función de la radiación fotosintéticamente activa 
interceptada por un cultivo de maíz durante su ciclo de crecimiento. La pendiente (b) de la recta es la 
eficiencia de conversión de la radiación solar en materia seca (elaborado a partir de datos de Uhart et 
al., 1995). 
La ec puede variar de acuerdo a los híbridos, por la diferente estructura de planta (más 
erectófila o planófila), por la tasa fotosintética de hoja, y por la relación fuente/destino 
(balance entre fotosíntesis y demanda de asimilados). Climas con altas temperaturas 
diurnas (dentro del rango óptimo para maíz) favorecen la fotosíntesis y bajas 
temperaturas nocturnas disminuyen la respiración. La combinación de ambas permite 
incrementar la ec. 
En el maíz la partición de la materia seca a grano o eficiencia de partición (cuarto 
componente de la ecuación 2) es mayor que en el resto de los cultivos y está 
determinada por la cantidad de destinos reproductivos fijados (número de granos) y 
por la actividad de los mismos (tasa de llenado). 
La cantidad de destinos reproductivos (número de granos) en el maíz se fija durante su 
período crítico (Figura 8), es decir en el lapso que se extiende desde unos 15 días antes 
hasta unos 20 días después de la floración (V13 a R3). Por lo tanto, la partición de la 
materia seca hacia los granos va a estar influenciada por la cantidad de radiación solar 
durante el período crítico y por la temperatura (si esta es menor, el ciclo del cultivo se 
22 
 
alarga y le permite interceptar más radiación y a su vez, reducir la respiración de 
mantenimiento). 
 
Figura 8. Variaciones del número y del peso de los granos de un cultivo de maíz sometido a estrés 
hídrico, donde puede apreciarse el período crítico en la generación del rendimiento (extraído de 
Maddonni, 2011). 
Al índice de cosecha (IC) se lo define como la proporción del peso seco total que se 
acumula en los órganos cosechados (granos). En general para su cálculo sólo se toma 
la cantidad de materia seca aérea. Para el caso del cultivo de maíz el valor del IC oscila 
entre 0,43 y 0,52, con variaciones atribuidas al genotipo, al ambiente y a la interacción 
genotipo x ambiente. 
Debido a que la fotosíntesis en el maíz es función de la temperatura diurna, mientras 
que el desarrollo lo es de la temperatura diurna y nocturna, lo ideal para el cultivo escontar con ambientes de alta amplitud térmica. Por otro lado, cuanto mayor es la 
radiación solar incidente diaria durante el ciclo del cultivo, mayor es el crecimiento y, 
por lo tanto, el rendimiento potencial. 
En base a los efectos de la radiación solar y la temperatura sobre la fijación de granos, 
Andrade (1996) ha propuesto en maíz un indicador (cociente fototermal) que permite 
estimar la productividad del cultivo en un ambiente determinado como una función 
lineal positiva del mismo (ecuación 4). 
RTO = 0.38 + 6.87 Q [ecuación 4] 
Donde, 0.38 y 6.87 son la ordenada al origen y la pendiente de la recta de regresión, 
respectivamente y Q, es el coeficiente fototermal, calculado a partir de la ecuación 5. 
Q = Rad/(Tm - Tb) [ecuación 5] 
Donde, Q es el cociente fototermal; Rad, es la radiación solar incidente media diaria durante la 
estación de crecimiento; Tm, es la temperatura media diaria durante la estación de crecimiento 
y Tb, es la temperatura base del híbrido de maíz utilizado. 
23 
 
El cociente fototermal adquiere un sentido más biológico que otras estimaciones de 
rendimiento basadas en variables climáticas pues, indica la cantidad de radiación 
incidente por unidad de tiempo térmico y estima por lo tanto, la radiación total 
disponible para el cultivo en toda la estación de crecimiento (Andrade, 1992). 
La utilización práctica de este cociente en el maíz se da en la elección de la fecha de 
siembra, que determinará el ambiente fototermal que el cultivo explorará a lo largo de 
su ciclo, especialmente, durante la etapa crítica del mismo. En consecuencia, tomando 
los recaudos necesarios para evitar restricciones permanentes como ser heladas 
(durante todo o parte del ciclo) y cuando el agua, los nutrientes y las enfermedades no 
impongan limitaciones, el cociente fototermal durante el período crítico para la 
determinación del rendimiento será un índice adecuado para la elección de la fecha de 
siembra si el objetivo en maximizar el rendimiento potencial. 
Como síntesis de los puntos abordados anteriormente, se puede concluir que: 
• Para producir altos niveles de biomasa (materia seca), el maíz requiere 
alcanzar rápidamente su IAF crítico y mantenerlo durante el mayor tiempo 
posible, dentro de los límites que establezca ambiente. 
• Cuanto mayor sea la duración del ciclo del híbrido mayor será la cantidad 
de radiación interceptada durante la estación de crecimiento y por ende su 
rendimiento. 
• La velocidad con la que un cultivo de maíz alcance su IAF crítico dependerá 
además del genotipo, de la fecha de siembra, densidad de plantas y arreglo 
espacial (distancia entre plantas y entre hileras), es decir de condiciones de 
manejo. 
• Las siembras tempranas en las zonas templadas (cuando las condiciones 
climáticas lo permiten y/o cuando se disponga de riego) favorecen un 
crecimiento reproductivo más vigoroso que las siembras tardías, porque 
logran aprovechar mejor la oferta de radiación solar y térmica durante el 
período considerado crítico para el maíz. 
• Las zonas donde el maíz puede expresar mejor su rendimiento potencial 
(para planteos de riego y fertilización) son las que reciben alta radiación 
incidente y presentan una elevada amplitud térmica diaria. 
 
Fecha de siembra. 
La elección de la fecha de siembra (FS) es una de las prácticas agronómicas de manejo 
que mayor impacto tienen en la expresión del rendimiento, y a diferencia de otras 
24 
 
(fertilización, control de malezas o plagas, elección del híbrido, etc.) no implican 
cambios en los costos de producción (Otegui & López Pereira, 2003). 
La fecha de siembra determinará cambios en los regímenes fototermal (Figura 9) e 
hídrico a los que el cultivo estará expuesto durante su ciclo y afectará 
fundamentalmente al período crítico para la determinación del rendimiento. 
La fecha de siembra nos permitirá hacer coincidir el momento crítico del maíz (V13-R3) 
con las mejores condiciones de radiación y temperatura, en planteos bajo riego. 
Cuando se trate de cultivos conducidos en secano, la estrategia de manejo consistirá 
en hacer coincidir el momento crítico de la determinación del rendimiento con las 
probabilidades más bajas de ocurrencia de un estrés hídrico. 
En la Figura 9 puede observarse como se afecta la duración del ciclo de un híbrido a 
medida que se va retrasando la fecha de siembra desde el 1° de septiembre (Andrade 
et al., 1996). Con retrasos en la siembra, las mayores temperaturas que experimenta el 
cultivo durante sus etapas iniciales de crecimiento, aceleran su desarrollo, en especial 
se produce una reducción del período siembra-floración, debido principalmente a una 
aceleración del cambio de estado del ápice. 
 
Figura 9. Evolución de los valores diarios de radiación total incidente, temperatura media del aire y 
fotoperíodo, durante la estación de crecimiento del maíz en Balcarce (extraído y adaptado de Andrade 
et al., 1996). 
Existen restricciones ambientales (fundamentalmente en la provincia de San Luis) que 
deben ser tenidas en cuenta al momento de elegir la fecha de siembra del maíz, ya que 
esta decisión, modifica el ambiente explorado por el híbrido, y por lo tanto, su 
productividad. 
S O N D E F M A M 
S
0
E
E
E
E
I
I
I
I
F
F
F
F
M
M
M
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Radiaci—n
Temperatura
Fotoper’odo
90 180 270
30 
20 
10 
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D’as desde el 1¼ de septiembre
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 (
M
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),
 
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Días a partir del 1° de septiembre
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d
ia
ci
ó
n
 (
°C
, M
J 
m
-2
)
Radiación
Temperatura 
Fotoperíodo
25 
 
La estación de crecimiento disponible para el cultivo de maíz queda definida por la 
época de ocurrencia de heladas, aunque este cultivo en el período inicial pueda 
soportar sin mayores daños heladas leves (cuando su punto de crecimiento se 
encuentra a nivel o bajo el nivel de la superficie del suelo). 
Para la elección de la fecha de siembra entonces, se deberán establecer las fechas 
medias de primeras y últimas heladas, con su correspondiente desvío estándar, a los 
efectos de acotar el período libre de heladas con un criterio probabilístico. 
En el caso de las siembras de maíz en nuestra zona, se puede asumir el riesgo de 
heladas tardías cuando el meristema apical se encuentra ubicado a nivel o bajo la 
superficie del suelo, ya que la temperatura que experimenta el punto de crecimiento 
ante una helada de carácter leve es más cercana a la que tiene en ese momento el 
suelo (más elevada y estable que la del aire). 
Las heladas tardías pueden provocar en el maíz la pérdida de algunas plantas y la 
senescencia de las hojas ya emergidas. Las heladas tempranas, al final del ciclo del 
cultivo, dependiendo de su intensidad y duración, pueden acortar el período de 
llenado de granos y disminuir por ende, el peso de los mismos. 
Para la localidad de Villa Mercedes (San Luis), Orta & Federigi (1997) determinaron la 
fecha media de ocurrencia de la primera helada el día 22 de abril ± 20 días y la fecha 
media de última helada el 15 de Octubre ± 17 días. Esto determina para dicha localidad 
un período medio libre de heladas para el lapso 1968-1996, de 189 días (temperatura 
medida a 1,5 metros de altura, en abrigo meteorológico). 
Una vez que quedó establecido el período en el que el cultivo de maíz puede crecer 
con un bajo riesgo de sufrir heladas, se deberán conocer otros aspectos, como ser el 
ciclo del híbrido a sembrar y sus requerimientos térmicos (suma térmica) para cumplir 
con las etapas de su desarrollo, y también el efecto de fotoperíodo. 
En el maíz también hay que tener en cuenta que atrasos en la fecha de siembra 
respecto de la normal para la zona, exponen a las plantas a fotoperíodos menos 
inductivos para el cambio de estado del meristema apical, de vegetativo a 
reproductivo (en general los híbridos más sensibles diferencian un mayor númerode 
hojas, pero por efecto de mayores temperaturas, las etapas de aparición de hojas 
tienden a acortarse, reduciéndose el ciclo del híbrido). 
La fecha de siembra modifica también las condiciones ambientales que determinarán 
la presencia de plagas y enfermedades que atacan al maíz, modificando su dinámica 
poblacional. Un caso muy común es la enfermedad del Mal de Río IV, que tiene mayor 
incidencia en siembras de noviembre, por cambios en la dinámica poblacional del 
insecto vector. 
26 
 
La siembra tardía (diciembre) aumenta la probabilidad de ataques del barrenador del 
tallo (Diatraea saccharalis), la oruga de la espiga (Heliothis zea) y la oruga cogollera 
(Spodoptera frugiperda). Para estas fechas de siembra, es imprescindible elegir un 
híbrido con resistencia al barrenador del tallo (Bt), ya que la tercera generación de la 
plaga (más abundante) ocurre en el mes de febrero y los adultos prefieren oviponer en 
los maíces más verdes, incrementando la presión de Diatraea, respecto de los maíces 
tempranos. También aumenta la presión de otras plagas como Spodoptera spp. y 
Helicoverpa spp., por lo que habría que elegir híbridos con el gen Hérculex (agrega 
tolerancia a la isoca cogollera) o Víptera (suma resistencia a la isoca de la espiga), para 
ahorrar aplicaciones de insecticidas. 
La dinámica poblacional de las malezas también se modifica con los cambios en la 
fecha de siembra, por un lado porque siembras tempranas en maíz determinan un 
mayor número de días para la etapa siembra-emergencia, y por el otro al haber un 
crecimiento inicial del cultivo más lento, la maleza tiene ventajas competitivas y logran 
instalarse rápidamente. 
Todos los aspectos mencionados deben ser considerados al elegir la fecha de siembra 
más adecuada para el cultivo de maíz en una determinada zona. 
En los cultivos conducidos en secano, la disponibilidad hídrica al momento de la 
siembra es también un aspecto a tener en cuenta en la zona, al igual que la 
coincidencia temporal del período crítico del cultivo con la menor probabilidad de 
estrés hídrico. El manejo de la fecha de siembra impacta tanto en el agua almacenada 
en el perfil durante el barbecho, como en la oferta durante su ciclo y en especial 
durante el período crítico de floración. 
A su vez, también existen otros factores, denominados empresariales que pueden 
incidir en la elección de la fecha de siembra, como ser cuando se realiza doble cultivo, 
aunque en el caso del maíz, esta práctica no es muy difundida en la provincia de San 
Luis. 
Como ya se ha comentado anteriormente, la fecha de siembra determina el ambiente 
fototermal que cada cultivo explorará durante todo su ciclo. En los cultivos con 
temperaturas base alrededor de 8 °C, los máximos coeficientes fototermales se logran 
en los meses de primavera, pero en nuestra zona, las fechas de siembra muy 
tempranas, están restringidas por heladas tardías y temperaturas del suelo que no 
garantizan una buena emergencia y distribución de plantas, hecho que se agrava por la 
falta de humedad a la siembra (en cultivos conducidos en secano). 
En la provincia de San Luis, se ha reportado para la zona de Fraga y Granville, como 
mejor época de siembra promedio de 11 campañas agrícolas, el 25 de octubre en 
cultivos bajo riego (con medias de rendimiento de 104 qq/ha) y el 15 de octubre para 
27 
 
siembras de secano, con promedios históricos de 10 campañas de 49 qq/ha (Ríos 
Centeno, comunicación personal). Para el Valle del Conlara se menciona como mejor 
fecha de siembra para cultivos de maíz bajo riego y fertilizados, la comprendida entre 
el 10 y el 20 de octubre (con rendimientos promedios de 90 a 100 qq/ha). Para cultivos 
de secano, con promedios de rendimiento de 50 a 55 qq/ha, la mejor época para la 
siembra es la tardía, durante la primera década de diciembre (Bongiovanni, 
comunicación personal). 
La siembra postergada de maíz en diversas zonas del país, en especial en San Luis, 
comenzó por el riesgo que implica sembrarlo sin suficiente agua acumulada en el perfil 
durante el barbecho. El maíz tardío (sembrado en diciembre) se adapta muy bien a 
zonas como la nuestra donde las precipitaciones son menos abundantes y los inviernos 
muy secos. El maíz así sembrado vegeta en diciembre y enero, con un menor consumo 
de agua, permitiendo una recarga del perfil durante la primavera, escapando así a la 
sequía y elevadas temperaturas de esos meses. De esta manera, en años secos 
muestran una mayor estabilidad en el rendimiento, superando incluso a lo maíces 
sembrados en fechas de siembra tempranas. 
Para fechas de siembra de diciembre no es necesario elegir un híbrido de alto 
potencial de rendimiento ya que éste, difícilmente se expresará en ese ambiente, con 
menor radiación y temperatura durante el período crítico, a consecuencia del atraso 
de la fecha de siembra. 
 
Densidad de siembra. 
Como ya ha sido mencionado, el cultivo de maíz es altamente denso-dependiente, es 
decir que no puede compensar el menor número de plantas con mayor producción por 
planta. Esto se debe en general, a que el maíz no macolla, es poco prolífico y presenta 
reducida capacidad de compensar un bajo número de granos (principal componente 
del rendimiento) con mayor peso individual de los mismos. Por otro lado, en 
densidades superiores a la óptima, cada planta dispone de menores recursos, por lo 
que el cultivo presenta importantes disminuciones del rendimiento y la espiga quedará 
relegada en la asignación de los mismos (competencia intraplanta). Por lo tanto, la 
densidad óptima varía marcadamente en función de la oferta ambiental y del genotipo 
(ver Fig. 2), por lo que esta especie presenta escasa estabilidad ante variaciones en la 
densidad de plantas. 
El incremento de plantas por unidad de superficie permite al cultivo de maíz alcanzar 
más rápidamente su IAF crítico, y por lo tanto tener una mayor captación de radiación 
solar en los momentos iniciales de su ciclo, generando una mayor biomasa. La relación 
entre materia seca producida y la densidad de plantas es lineal hasta una densidad 
28 
 
óptima, a partir de la cual, el aumento de plantas es compensado con una caída en el 
peso individual de las mismas. 
Los híbridos prolíficos y plásticos en el tamaño de la espiga, presentan mayor 
estabilidad en el rendimiento frente a disminuciones en la densidad de plantas. Se ha 
determinado que la disminución del número de plantas por hectárea puede generar 
incrementos en el peso del grano de hasta un 40%, indicando una escasa posibilidad 
de ajuste del rendimiento a través de este componente (Uhart & Andrade, 1995). 
Hay evidencias que muestran que el aumento de la densidad no sólo incrementa la 
captura de radiación, sino también la de los recursos del suelo. Sin embargo, a medida 
que el cultivo avanza en su ciclo, en ambientes con restricciones, la tasa de 
crecimiento dependerá más de la disponibilidad de recursos que de la densidad (Kruk 
& Satorre, 2006). 
Cuando el número de plantas es superior a la densidad óptima, el rendimiento se 
reduce debido a una caída en el número de granos/ha y en el peso de los granos. En 
este caso se producen importantes disminuciones en la tasa de crecimiento por planta 
en floración que se traducen en disminuciones del número de granos por planta que 
no pueden ser compensadas por aumentos de la densidad (Figura 10). 
 
 
Figura 10. Tasa de crecimiento por planta durante el período crítico del maíz (V13-R3), número de 
granos fijados por planta y rendimiento de materia seca de grano por unidad de superficie en función de 
la densidad de plantas (adaptado de Andrade et al., 1996 por Kruk y Satorre, 2003). 
 
Los híbridos modernos son tolerantes a alta densidad y se caracterizan según Uhart 
(2005) por: a) corto intervalo entre panojamiento y aparición de estigmas (menor 
dominancia apical); b) panoja chica y poco ramificada (menor producción de polen,principal responsable de la dominancia apical); c) alta prolificidad (menor dominancia 
29 
 
apical); d) tamaño reducido de planta, con disminuciones del crecimiento del tallo y la 
panoja durante el período de floración (disminuye la competencia entre órganos 
vegetativos y reproductivos y aumenta la tolerancia a la competencia entre plantas); e) 
altas tasa de crecimiento por planta en floración; f) mayor fijación de granos por 
unidad de tasa de crecimiento por planta; g) tasa de crecimiento por planta mínima 
(umbral mínimo) para producir granos; h) tolerancia al estrés nitrogenado (más 
eficientes en el uso del nitrógeno) y i) tolerancia al estrés hídrico (con características 
como sensibilidad osmótica, ajuste estomático, densidad y profundización de raíces, 
etc.), que permite una mayor estabilidad en el rendimiento. 
En San Luis (zonas de Fraga y Granville), las densidades en siembras de secano que han 
dado los mejores rendimientos (promedio de varias campañas agrícolas) dependen de 
la calidad del lote a sembrar: en los de alta calidad se puede sembrar hasta 60000 
pl/ha y en los regulares a malos, se recomienda no sobrepasar las 45000 pl/ha. En 
planteos bajo riego, la densidad de siembra oscila entre 66000 y 71000 pl/ha (Ríos 
Centeno, comunicación personal). En el Valle del Conlara, para maíz de secano se 
recomiendan densidades de plantas a cosecha entre 45000 y 50000 pl/ha y en lotes 
bajo riego, entre 65000 y 70000 pl/ha (Bongiovanni, comunicación personal). 
Como síntesis de los aspectos relacionados con la fecha de siembra y la densidad, se 
puede concluir que: 
• El cultivo de maíz es muy sensible a la densidad de plantas, en 
consecuencia, esta debe ser seleccionada con el objetivo de maximizar la 
producción teniendo en cuenta cada situación en particular. 
• Cuanto mayor es la disponibilidad de recursos y el nivel tecnológico de 
producción utilizado, mayor será la densidad óptima del cultivo. 
• Los maíces sembrados en fechas más tempranas toleran mayores 
densidades. 
• Los híbridos prolíficos presentan mayor estabilidad de rendimiento ante 
reducciones en densidad de plantas. 
• Los híbridos que toleran mayores densidades son aquellos que presentan 
buena uniformidad, mayor sincronía floral, y mayores tasas de crecimiento 
y partición a espigas durante su período crítico. 
• La densidad óptima de plantas variará de acuerdo a aspectos tecnológicos 
tales como fecha de siembra, riego, fertilización, etc. 
 
 
 
30 
 
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32 
 
RENDIMIENTO POTENCIAL DE MAIZ. 
Gabriel Esposito1, Guillermo Balboa1, Cecilia Cerliani1 & Ricardo Balboa1 
1. Facultad de Agronomía y Veterinaria. Universidad Nacional de Río Cuarto. 
 
Introducción. 
Las demandas de productos agrícolas continúan creciendo debido al aumento de la 
población, la mejora en la calidad de la dieta de muchos habitantes y los crecientes 
requerimientos de biocombustibles y biomateriales. Se ha estimado que la demanda 
agregada de cereales para el año 2050 oscile entre las 3 500 a 4 000 millones de 
toneladas, lo cual representa un aumento de entre el 75 al 100 % de la producción 
generada en el año 2000 (Andrade, 2011). 
Para abastecer esta demanda se necesita mantener la tasa de incremento en la 
producción global de cereales de 31 millones de toneladas por año (FAO, 2011). Estos 
incrementos deberán originarse por aumento de la superficie agrícola, aumentos del 
número de cultivos sembrados anualmente o por mayores rendimientos por unidad de 
superficie. 
Si bien aún es posible incrementar la superficie cultivada, los requerimientos de 
urbanización, la pérdida de tierras por erosión, la fragilidad de los ecosistemas que aún 
no han sido incorporados a la agricultura y las actuales preocupaciones y legislaciones 
sobre la expansión de la superficie cultivada hacia regiones más susceptibles (Bringezu 
et al., 2010) definen que los principales esfuerzos deban realizarse principalmente 
sobre la productividad por superficie, es decir sobre el rendimiento. En este sentido, 
Bruinsma (2009) estima que los incrementos en los rendimientos deberán aportar 
cerca del 80% del aumento requerido enproducción agrícola para el 2050. 
Los rendimientos de los cultivos pueden aumentar por incrementos en los 
rendimientos potenciales o por el cierre de la brecha entre los rendimientos reales y 
los potenciales (Huang et al., 2002). Los rendimientos potenciales de los cultivos 
pueden seguir creciendo tal como lo hicieron durante las últimas décadas, en las que 
se registraron aumentos de 0,7 a más de 1 qq ha-1 año-1 de maíz en EE.UU. (Fischer & 
Edmeades, 2010). 
El rendimiento potencial de un cultivo se define como la producción alcanzada cuando 
las plantas crecen con condiciones no limitante de agua y nutrientes, empleando un 
cultivar adaptado a ese ambiente y con un control efectivo de factores causantes de 
estrés como malezas, plagas, y enfermedades (Sinclair, 1993; Evans & Fischer, 1999). 
Bajo esta situación el rendimiento de una especie está dado por factores que tienen 
una marcada influencia sobre el desarrollo, crecimiento y rendimiento del cultivo 
33 
 
(Cirilo, 1994; Andrade & Sadras, 2002); así la radiación, que determina la fotosíntesis 
del cultivo y la temperatura, que determina la longitud del ciclo, modifican 
directamente el rendimiento (Andrade et al., 1996). 
Los altos rendimientos en el cultivo de maíz están asociados con ambientes de alta 
radiación solar y temperaturas óptimas, maximizándose el mismo cuando la amplitud 
térmica (diferencia entre la temperatura del día y de la noche) se incrementa 
(Cantarero et al., 1999), debido a que temperaturas diurnas elevadas (alrededor de 
30ºC) posibilitan una alta fotosíntesis (Andrade et al., 1997), y las temperaturas 
nocturnas frescas disminuyen la respiración y retrasan el desarrollo fenológico, 
prolongando los días de aprovechamiento de la radiación incidente (Sadras et al., 
2002). 
Los sistemas de alta producción deben maximizar la radiación interceptada por los 
tejidos fotosintéticos, la eficiencia de conversión en materia seca y la fracción de 
materia seca que es asignada a la formación de grano (Cárcova et al., 2004). Al 
incrementar la radiación interceptada durante el período crítico, se obtiene un mayor 
número de granos por superficie y por ende se incrementan los rendimientos (Barbieri 
et al., 2002). 
La elección de híbridos de elevado potencial de rendimiento es fundamental, ya que 
en esquemas de alta producción encontrarán las condiciones necesarias para su 
expresión (Andrade & Sadras, 2003). En los últimos años los híbridos de maíz liberados 
al mercado presentan un mayor y más estable índice de cosecha y un menor valor 
umbral de tasa de crecimiento por planta para definir el número de granos (Echarte & 
Andrade, 2003). Según Tollenaar & Lee (2002), los aumentos de rendimientos están 
asociados a mejoras en la interacción Genotipo*Ambiente. Coincidiendo con esto 
Bellow (2008), plantea que para llegar a rendimientos de grano de 20 tn ha-1, se 
requieren mejoras simultáneas en genética y prácticas de manejo, para aliviar el estrés 
en las plantas. Este autor enumera y evalúa siete factores que influyen sobre el 
rendimiento, a los que denomina “Las siete maravillas del rendimiento de maíz”. Entre 
estas maravillas menciona al clima como uno de los factores más importantes por su 
difícil control por parte de los agricultores y por su influencia directa en el crecimiento, 
desarrollo y la interacción con otros factores, principalmente la fertilización 
nitrogenada que es la segunda maravilla. En tercer lugar y ganando cada vez más 
importancia, se encuentra la elección del híbrido, en cuarto lugar menciona la rotación 
de cultivos. La densidad y el sistema de siembra directa están en el puesto 5 y 6. Por 
último en el puesto 7 se encuentra lo que este autor denomina “químico”, 
concentrando en este grupo los reguladores del crecimiento y compuestos que ejercen 
efectos reguladores del crecimiento, como son los fungicidas foliares. 
 
34 
 
 
Rendimiento potencial. 
Una de las primeras aproximaciones al rendimiento potencial de maíz puede ser 
evaluada a través de la función ecofisiológica del rendimiento (Andrade et al., 1996), 
donde la principal limitante de la producción se centra en la oferta, captura y 
conversión en biomasa de la radiación fotosintéticamente activa, la cual debe luego 
ser transformada en órganos cosechables mediante el índice de cosecha (ecuación 1). 
 
 incRto RFA ei ec IC= × × × [1] 
 
Donde Rto, es el rendimiento de maíz en g m-2; ei, es la eficiencia de intercepción (%); 
ec, es la eficiencia de conversión de la radiación fotosintéticamente activa en biomasa 
(gMS MJ-1) e IC, es el índice de cosecha (%). 
Mediante el empleo de la ecuación 1, se puede estimar teóricamente el rendimiento 
potencial del maíz para una fecha de siembra determinada y utilizando un material 
genético que defina la máxima longitud del periodo de crecimiento para un lugar 
específico. En la tabla 1 se presenta la producción teórica de grano por metro 
cuadrado en función de la radiación solar disponible durante el ciclo de un cultivo de 
maíz sembrado el 4 de octubre (siembra óptima para la zona de Río Cuarto, Córdoba), 
con un ciclo de 167 días a madurez fisiológica y otro sembrado el 4 de diciembre (fecha 
de siembra de un maíz tardío), con un ciclo de 136 días. Tomando como referencia 
valores observados zonalmente de eficiencia de intercepción de la radiación solar, 
eficiencia de conversión promedio durante el ciclo e índice de cosecha; se obtiene un 
rendimiento teórico de 21,66 t ha-1 (2 166 g m-2) y de 16,46 t ha-1 (1 646 g m-2), para la 
primer y segunda fecha respectivamente. 
 
Tabla 1. Rendimiento en grano de maíz para una fecha de siembra 
óptima y una fecha de siembra tardía para la localidad de Río Cuarto, 
Córdoba (Argentina). 
 Fecha de siembra 
 04/10 (167 días) 04/12 (136 días) 
RFA inc. 2 003 MJ m-2 1 600 MJ m-2 
Ef. Int. Promedio 65 % 70 % 
RFA interceptada 1 302 MJ m-2 1 120 MJ m-2 
Ef. Conv. Promedio 3,2 gMS MJ-1 3,5 gMS MJ-1 
Materia Seca 4 166 gMS m-2 3 920 gMS/m-2 
Índice de cosecha 52 % 42% 
Rendimiento 2 166 g m-2 1 646 g m-2 
RFA, radiación fotosintéticamente activa. Ef. Int. Eficiencia de intercepción. Ef. Conv. 
Eficiencia de conversión 
35 
 
 
Diversos autores han reportado rendimientos cercanos a las 20 tn ha-1, a inicios de los 
´70 en Michigan se cosecharon 19,7 t ha-1, en Illinois se registró un rendimiento de 
19,6 t ha-1 y en el año 2000 Murrell & Childs llegaron a las 20,9 t ha-1 (Tollenaar & Lee, 
2002). En Nebraska (EE.UU.) se han obtenido 18,8 t ha-1, como valor promedio del 
periodo 1984 - 2002 (Cassman et al., 2003). En Argentina Luque et al. (2006) 
encontraron híbridos cuya producción potencial fue de 17 t ha-1. Martínez et al. (2012), 
en la región del norte de la patagónica, alcanzaron rendimientos de 20 t ha-1. 
Durante las campañas 2005/06 y hasta la 2012/13 investigadores del Área Producción 
de Cereales de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de 
Río Cuarto propusieron investigar y diseñar experimentos a campo con el fin de 
explorar la potencialidad de rendimiento del cultivo de maíz en la Región. 
El manejo agronómico del cultivo fue similar en todas las campañas. Los ensayos se 
condujeron bajo un equipo de riego de avance lateral, excepto la campaña 2010-2011 
donde se empleó riego por goteo. En la campaña 2012/13 el ensayo se condujo bajo 
un círculo de riego de 6 ha. La fertilización fosforada se manejó bajo el criterio de 
reposición para un rendimiento objetivo de 20 t ha-1. Para el caso del nitrógeno se 
empleó el método del balance y se aplicó una fuente líquida repartida en al menos dos 
momentos a partir de V6 para acompañar la curva de absorción del cultivo. Se 
realizaron controles exhaustivos de malezas (químicos y manuales) para eliminar 
posibles interferencias durante el ciclo del cultivo. En todas las campañas se aplicó en 
el estadio de V8 y/o R1 fungicidas específicos para el control

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