Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
nerae de seanbrar el odio y renunciar a ciertos tógicos tradicionales, liberando la verdad histó- rica de toda preocupación estrechamente nacio- nalista, buscando objetivamente la verdad e in- tarpretaado comprensivamente los hechoa. Pcro tampoco se ^prepara 1a paz haciendo creer ^ue 1as gutrras no han exiatido o falsifican^do la liistoria ett nombre de 1a cotnprensión interna- cian^al. ITay que convencerse de que la historia de la humanidad no es edificante. Han existido vialencias y crueldades horribles. Son hechos y como tales permanecen. En un posible conflicto entre la verdad y la comprensión internacional debe prevalecer la verdad. I.a importancia que debe concederse a la comprensión y a la coope- ración no debe impedir jamás que se reconozca la legítimidad ^de los sentimientos patrióticos, siempre que estén fundados en la verdad. Más que silenciar las guerras o las rivalidadea inter- naeionales del pasado hay que capacitar a nues- tra juventud para comprender las verdades des- agradables y demostrar el esfuerzo de los pue- bles por adquirir las libertades esenciales. Creer en la paz es canfiar en el esfuerzo del hombre contra la incredulidad y la injusticia. L$ hiatoria aparecerá asf como un relato de la evalución dcl mundo en la qu^e todos los pueblos han contribufdo eficazmente. Loa pueblos y las cazaa no son especies zoológicas, sino miembros conscientes y libres de la gran familia huma- na, que tiene un destino común. Los pueblos han evo]ucionado, las civilizaciones se han sucedi- do, y a trav6s de estos cambios y estas evalucio- nes ha permanecido la herencia común ^de nues- tra Civílizacíón. EI propio país es un eslabón de insnensa cadena humanra que se dirige a un fin cdmún. La historia es más bien la ciencia de la evolución de las sociedades humanas. El pasado está ordenado a una mejor inteligencia de la si- tuación aocial del presente. Este sentido de uni- dad y continuidad histórica llevará a nuestros jóvenes del sentido a^acional a la convivencia in- ternacional. Pero sólo cuando se insis^ más en la récípro- ca influencia de las naciones y de las pueblos en la técnica, en la política, en la cultura y no en ese espfritu carismático de pueblo escogido; cuando desaparezca ese complejo de superiAri- dad que los hábitos y los prejuicios sociales han cre^ado en las generaciones jóvenes. Debe subra- yarse la aportación de los diferentes pueblos a la hiatoria patria, relacionando la historia nacio- nal con la historia universal. 5uprimir enton^cea cuanto fomenta el orgullo nacional, insistir más en lo que une que en lo que divide, hacer dea- aparecer de los libros escolares las excitaciones de odio al extranjero. Quien quiera hacer verda^dera historia no pue- de ocultar los errores de la propia patria y has rafces profundas de sus conflictos, de sus vio- lencias y de sus derrotas militarea. La historia de todo pueblo es una combinación de luces y de sombras. Lo importante es compre^nder su ea- fuerzo por la justioia y au apartacíón a la ci- vilización universal. Cuando los hombres sepan admitir los propios errores aprenderán mejor ^a tolerar a los demás, a comprender a otros hambrea y a apreciar a otros pueblos, a pesar de sus derrotas y de sus crueldades. Convendría aprender mejor a olvi- dar el pasado, sobre todo ciertas circunstancias sociales e históricas, en beneficio de esta com- prensibn y de esta solidaridad presente. Este es- píritu crftico de tolerancia, de ^comprensión, que nos .inciba a comprender antes de juzgar, a ex- plicar ^antes de condenar, será la mejor lección de la historia. ^ Estarán nuestros educadores pre- parados para este sentido de la historia? ENSEÑie►NZA NOCIONAL Y ACTIVA DE LA GEOGRAFIA Por PEDRO PLANS F'rofesor de Goograffa dei Colcgia Gaztelneta. La trascendencia educativa de cada una de las asignaturas de un plan de eatudioa no puede com- prenderse más que en función de las diversas etapas del crecimiento mental del alumno. Por eso la orientación de la enseñanza de la Geogra- ffa., como la de cualquier otra disciplina: Mate- mát3cas, Lengua, Historia, etc., debe variar de acuerdo con las etapas de la educacián. ^Y cuál es la estructura deI pensamiento de un ehi^o a 1os once y doce años? TI p^ensamiento de un chico de esta edad "ea razqnahle, pero aún no ra ra,cional". Está a la^ mitad del camino entre el pensamiento egocén- trico, propio de esa etapa del desarrollo mental que concluye entre los ocho y nueve años, y e1 pensamiento conceptual que posee ya el a^doles- cente de quince y dieciséis años. E1 pensamiento de un chico de once y doce afíos posee una estructura tal que las conexiones,, las relaciones de causa a efecto,las obtiene más por intuición que obedeciendo a un auténtico proceao reflexivo. ^ Con qué espíritu se debe, pues, abordar la enaeñanza de la Geograffa en estoa dos primeroR 6 años de nuestro Bachillerato? Sin duda, con ese miamo espíritu nocional que caracteriza la es- tructura mental del chico que los cursa. 2Y qué aspectos definen la enseñanza nocio- nal de la Geografía? La enseñanza nocional de la Geografía es aqué- lla que se basa a la vez en la observación directa de la^s realidadea que componen el ambiente lo- cal y en la obaervación indirecta-a travéa de mapas y fotografíaa-de las realidades más lej^a- nas. En ella ae conjuga la descripcibn con la ex- plicación de las relaciones más simples entre los hechos geográficos. La enseñanza nacional de la Geografía tiende a enfrentar al chiao con la rea- lidad seneible de los hechos, con el "cómo son" estoa hechos; no con el proceso-complejo siem- pre-de su génesis. Hemos podido constatar durante varios aí^os de enseñanza geográfica lo que ya conocíamos a través de estudios pedagógicos, en un plano teó- rico: que el chico de doce años posee un bagaje de experiencias personales suficientes para ima- ginar ambientes y circunstancias diferentes de las que constituyen el círculo restringido de su experiencia habitual. Por esta razón, en nuestras clases hemos po- dido ver día a día a los chicos de segundo curso hacerae cargo de cómo son las montañas jóvenea y las viejas, distinguir sobre el mapa una cordi- llera de un macizo, saber cómo son las sábanaa africanos y cómo viven los hombres en los oasis del Szhara. El pensamiento del alumno, apoyán- dose en la realidad observable, comienza a ge- neralizar, pero solamente hasta un cierto nivel. En modo alguno se les puede insinuar a los alum- nos algo que haga referencia a la compleja ur- dimbre de relaciones causales sobre la que estos hechos reposan. Ello rebasa por completo el marco cstrecho y aun incierto de sus posibili- dades. A1 orientar así nuestra enseñanza en "Gazte- lueta" procuramos imprimir un tono muy vivo y muy concreto a las lecciones. Para presentarlea a los alumnos, de forma viva, sencilla y realista 1os aspectos de la Naturaleza y de la vida de loa hombres hemos preferido`de acuerdo con el ea- píritu de la escuela francesa de Geografía-los ejemplos concretos y expresivos a las fbrmulas dogmáticas y abatractas. ZY cómo puede ser en la práctica una clase no- cional y activa de ^Geografía? Supongamos, por ejemplo, que se trata de una lección de segundo curso sobre "montaí^aa viejas y jóvenes". Su objetivo no podrá ser otro más que el si- guiente :"Que los alumnos sepan que hay dos olases de montañas, distintas por la forma de su perfil, a las que llamamos viejas y jóvenes. Cómo son cada una de ellas y en dónde ae encuentran situadas las principales". El profesor tiene ^dispuestos en los cuelga-ma- pas un mapa mural de Eapaña y un mapa-mundi físico. Hay variaa fotografí^as colacadas en laa planchas de corcho de la claae; una de la Selva Negra y otra de las Montañas de Inglaterra. I.a atención de los alumnos se dirige a laa fotogra- fías en el sentido que les dicta su curiosidad. Son, en total, seis fotograffas. Eata lianitación de fotos a emplear en cada clase nos parece, en la práctica, necesaria, para que el chico pueda colocar, junto al término geográfico, una ima-gen concreta del fenómeno correspondiente y pa- ra que, en el futuro, este término le sugiera una imagen precisa. Hay que tener presente que una lección no eatá terminad^a cuando los chicos han "aprendido", retenido en su meznoria aquellaa co- sas que debe poseer con claridad, aino cuando son capaces de aplicar a la vida, y de referir a su vi^da, las nociones contenidas ^en ella. Los alumnos tienen sobre su mesa el atlas y el cuaderno. Los mantienen cerrados hasta que los necesitan. No toman notas. En lugar de esto há- blan con el profesor, que formula preguntas que orient+an colectivamente la obaervación y la re- flexión de los alumnos. Observan ahora las fotograffas. Se fijan en las formas recortadas y agudas de los Alp^es y las comparan con las curnbrea suaves y las pendien- tes poco pronunciadas que ven en las fotoa de las montañas de Inglaterra y de la Selva Negra. Luego, guiados por el profesor, dedu^cen, ab- servando las cifras de altitudes que figuran ea el mapa de sus atlas, que las montañas jóvenes alcanzan alturas mucho mayores que las anonta- ñas viej^as. Orientados también por el diálogo con el profesor, localizan sobre el mapa las princi- pales montaíias viejas ^del mundo. ^ Cuál ha sido el papel del profeaor en toda eate diálogo? Orientar, dirigir, provocar interro- grantes que van resolvién^dose ^a medida que ee hacen surgir. Así se lleg^a a cubrir el objetivo de la lección. La lección de Geograffa se construye, pues, med^iante la calaboración, a través del diá- logo, entre e.l profesor y los alumnos. No se trata, por tanto, de dar la idea general para luego concretarla. Pzecisamente el método tipo conferencia o leccibn "ex cátedra" eería da:r la idea general y luego ilustrarla con estas fa tos. En nuestro ejemplo aerfa comenzar por de- cir a los chicoa : -Hay dos clasea de montañas, que se llatnan viejas y jóvenea. Las montaf3ias vitjas son aqué- llas que presentan perfiles suav^es. Las jóvenes 7 son las que poseen muclios picos, etc. Ahora vais a ver fotografías de unas y otras. En el tipo de enseñanza de que venimos ha- blando, la marcha es inversa: hacer surgir la idea general a partir de la observación de casos can- eretoa N^o se trata de inyectar ideaa o de grabar im£genes en la mente de los chicos, sino de cons- trufr, de descubrir, entre todos, algo cada dfa» Una olase a^ctiva de Geograffa no es, pues, una lección ^de un manual, ni siquiera la del mejor manual, que es, casi siempre, una unidad conven- cional: un conjunto de definiciones y clasifica- ciones. Una clase, ^en cambio, es una unidad de actividad, entre otras cosas. Es po^sible, por tanto, enseñar Geografía Ge- neral y Geografía Universal a los doce años, pe- ro con tres condicionea: que 1es sean presentadas en forma de nociones ; que éstas, a su vez, se apoyen cuanto sea posible en la observación de hechos concretos, y, finalmente, que se utilicen los métodos activos, es decir, que en las clases se asocie en un esfuerzo constante la actividad de los alumnos y el trabajo del profesor: Pero las asignaturas de Geograffa de primero y aegundo no pueden asegurar más que una par- te de la formacibn geográfica del futuro bachi- ller, y^a que corresponden salamente a una etapa de su desarollo intelectual. Para que la enseñan- za geográfica adquiera toda su eficacia formati- va es preciso llevarla a años sucesivos. Entonces los alumnos de segundo curso no s^e verían obli- gados a meterse en la cabeza en un solo año toda la Geografía General y toda la Universal, que hasta ahora siempre se habían cuzsado en a ŝios distintos. LA NOVELA CONTEMPORANEA Por JOAQUIN DE ENTRAMBASAGUAS Tal vez uno de los conceptos más difíciles de deterrninar, en relación con la literatura, sea la contemporaneidad que, en realidad, se ha dila- tado manstruosamente y todavía habrá de dila- tarse mucho más si no se acuerda universalmen- te una más expresiva distribución cronológica. Contemparáneos en la literatura, con arreglo a eate siatema, son Galdós, y Carmen Laforet, y Pereda, y Zunzunegui, por ejemplo, cuando la verdad es que hay entre unos y otros varias ge- neraciones españolas en que las transformacio- nes idealógicas y literarias han sido fundamen- tales y decisivas. Sería mucho más exacto, ya que por ahora es imposible prescindir de esta nomenclatura arbitraria adoptada mundialmente, considerar como contemporáneo-pese a la des- articulización semántica implantada a la palabra el período que partiendo de 1898 y 1900 llega hasta nuestro Movimiento Nacional y designar a la producción literaria que ha ido apareciendo desde éste como literatura actual, lo cual per- taite una ,máe ju$ta perspectiva histórica. No obstante, adoptando el viejo y convencio- nal c.riterio, conaideraremos como a novela con- ^mporánea la que ha ido apareciendo desde fi- nales del siglo XIX al actual momento. No es difícil, una vez adoptado este criterio, seífalar en ella unas claras etapas de evolución. Cuando termi^a el siglo ha llegado a su apo- g^eo el renaciariento de la novela e$pañola en el siglo XIX, análogo a otros de Europa y espe- cialmente al de Francia-Daudet, Flaubert, los Goncourt, etc.-, cuyas afinidades y discrepan- cias con el nuestro son muy expresivas. En tor- no al tipo de novela creada por Pérez Galdós van apareciendo a^avelistas que, como él, se afin- can en un realismo tradicional que sirve de ex- presión a un tipo novelesco donde entran dosi- ficados, según praporciones determinadas, con mayor a menor acierto por cada autor, diversos elementos que podemos agrupar de esta suerte y que adquieren mutuas preponderancias confor- me los temas y períodos: el relato directo del aut^or, de raigambre la más antigua que va sien- úo sustituído gradualmente por los otros, las descripciones de paisajes, vida, ciudades, monu^ mentos, seres, que van adquiriendo gradual im- partancia en las n^oveals llamadas de coatumbres -iniciadas por Fernán CabaUero-regionales -Pereda, Alarcón, Valera, Palacio Valdés, Blas- co Ibáñez, Pardo Bazán-de la sociedad de las grandes ciudades can predilección hacia Madrid -los propios Pereda, Alarcón, Pardo Bazán, Co- loma, Palacio Valdĉs-o de teais en que la in- terpretacibn sicológica de los peraonajea y los problemas que plantean son tesna esencial ; las reflexiones que el autor mismo hace sobre los acontecimientos conffdencialmente al lector que, aunque de rancia ascendencia, va desaparecien- do poco a poco en cada autor conforme depura 8
Compartir