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Revista Mexicana de Psicología
ISSN: 0185-6073
sociedad@psicologia.org.mx
Sociedad Mexicana de Psicología A.C.
México
GAXIOLA ROMERO, JOSÉ CONCEPCIÓN; FRÍAS ARMENTA, MARTHA
Las consecuencias del maltrato infantil: Un estudio con madres mexicanas
Revista Mexicana de Psicología, vol. 22, núm. 2, diciembre, 2005, pp. 363-374
Sociedad Mexicana de Psicología A.C.
Distrito Federal, México
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Resumen: El objetivo de la presente investigación es determi-
nar los efectos a largo plazo del maltrato infantil. Se aplicó un
cuestionario a 300 mujeres seleccionadas al azar según un
muestreo estratificado La entrevista midió la historia de mal-
trato, los niveles de violencia hacia la pareja, los niveles de
depresión y ansiedad, los problemas de salud, el consumo de
alcohol y el estilo disciplinario violento con sus propios hijos.
Cada uno de los constructos fueron especificados dentro de un
modelo de ecuaciones estructurales. Los resultados indican que
la historia de abuso tiene efectos a largo plazo en el funciona-
miento físico y psicológico de las mujeres, lo cual repercute en
el estilo disciplinario violento con sus propios hijos.
Palabras clave: abuso infantil, estilo disciplinario violento,
consumo de alcohol, depresión, violencia hacia la mujer, his-
toria de abuso, niveles de salud
LAS CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL:
UN ESTUDIO CON MADRES MEXICANAS
Abstract: The aim of this study was to investigate the long-
term consequences of parental use of physical and emotional
abuse. Three hundred Mexican women were interviewed with
regard to their history of child abuse, their level of partner vio-
lence, depression and anxiety, health problems, alcohol use,
and the abuse of their own children. Factors representing such
constructs were specified within a structural equation model. Data
supported this model, indicating that a history of abuse has long-
term consequences on women’s behavior and their psychologi-
cal and physical health, which in turn cause women’s punitive
behavior with their own children. The results are discussed in
terms of the theoretical framework of intergenerational trans-
mission of violence and social learning theory.
Key words: child abuse, violent disciplinary styles, history of
abuse, depression, physical health, alcohol use, partner violence
Revista Mexicana de Psicología, Dic. 2005
Vol. 22, Núm. 2, 363-374
JOSÉ CONCEPCIÓN GAXIOLA ROMERO¹-²
Y MARTHA FRÍAS ARMENTA²
El Colegio de Sonora¹ y Universidad de Sonora²
THE CONSEQUENCES OF CHILD ABUSE:
A STUDY WITH MEXICAN MOTHERS
El maltrato infantil es considerado un problema de salud
mundial debido a su presencia en todos los países y a las
repercusiones que provoca en la integridad física y psico-
lógica de millones de niños (OMS, 1997). La Organización
Mundial de la Salud define al maltrato o abuso infantil como
cualquier forma de daño físico y/o emocional, abuso
sexual, negligencia o cualquier forma de trato negligen-
te, comercial u explotación, que resulta en daño actual
o potencial a la salud, sobrevivencia o desarrollo de la
dignidad, en el contexto de una relación de responsa-
bilidad, confianza o poder (Organización Mundial de
la Salud/WHO, 1999, pp. 15-16).
De acuerdo con los datos de esta organización mun-
dial en 2000 murieron 57 000 niños menores de 15 años
como consecuencia del maltrato infantil (World Health
Organization, 2002). Además, los datos indican que la
frecuencia de dichas muertes varía de acuerdo con el ni-
vel de ingreso del país o la región del mundo. Para los
países de alto ingreso existe una proporción de 2.2 muer-
tes por cada 100 mil niños y de 1.8 muertes por cada 100
mil niñas; para los países de bajo a mediano ingreso la
proporción es de 2 a 3 veces mayor, es decir, 6.1 muertes
por cada 100 mil niños y 5.1 muertes por cada 100 mil
niñas; por último, las proporciones más altas se encuen-
tran en la región africana, con 17.9 muertes por cada 100
mil niños y 12.7 muertes por cada 100 mil niñas.
En México, hasta la fecha no hay estudios precisos que
muestren la magnitud del problema; sin embargo, se cuenta
con algunos datos que permiten una aproximación. Por
ejemplo, la Procuraduría de la Defensa del Menor reportó
para 1991 un total de 29 192 casos de maltrato infantil
para todo el país (COVAC-UNICEF, 1995), la mayoría de
los cuales (aproximadamente 13 mil) ocurrieron en el Dis-
trito Federal. En esta estadística, Sonora aparece como
uno de los estados con menos casos de maltrato (menos
de mil casos por año), aunque esto tiene que ver con las
diferentes definiciones de maltrato en los estados de la
República Mexicana (Frías & Sales, 1997).
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Por otra parte, una encuesta realizada en el Distrito
Federal por el Instituto Nacional de Estadística, Geogra-
fía e Informática (INEGI, 2000) muestra que el maltrato
infantil tiene lugar en 30.4% de los hogares –casi uno de
cada tres– en la forma de maltrato emocional, intimida-
ción o abuso físico o sexual. En Sonora, según datos de
la Procuraduría de la Defensa del Menor del estado, en
1997 se denunciaron 636 casos, en 1998 esta cifra au-
mentó a 975 y en 1999 se reportaron 966. Las frecuencias
señaladas de abuso físico y emocional en la región justifi-
can la importancia de realizar investigaciones sobre las
consecuencias de este problema. En este sentido, la in-
formación disponible sugiere que el maltrato infantil es
un grave problema en el país y en la región mencionada,
por lo que se hace importante estudiarlo. Reconocer las
consecuencias y los mecanismos del maltrato infantil per-
mitirá elaborar procedimientos correctivos y preventivos
que minimicen sus efectos potencialmente negativos.
CONSECUENCIAS
DEL MALTRATO INFANTIL
De acuerdo con los datos de la Organización Mundial
de la Salud el maltrato infantil presenta en los niños una
serie de repercusiones físicas evidentes a corto plazo,
como lesiones en la piel (heridas, laceraciones y
abrasiones), fracturas en el cuerpo, daños en el sistema
nervioso, traumas severos en las vísceras, daños oculares
y hasta la muerte (World Health Organization, 2002). El
abuso infantil no sólo afecta la salud física y la seguridad
de los niños, sino puede afectar también la visión que
éstos tienen del mundo, las relaciones sociales y el ajuste
psicológico de aquellos que lo experimentan (Cicchetti
& Toth, 2000; Emery & Laumann-Billings, 1998). En este
sentido, Wolfe y Yuan (2001) señalan como consecuen-
cias del maltrato infantil problemas en las relaciones
interpersonales (apego a los cuidadores y a otros) y en la
regulación de las emociones (que afectan el estado de
ánimo y los problemas de conducta). Adicionalmente, se
ha encontrado que los niños maltratados muestran me-
nos adaptación académica y más deficiencias en habili-
dades sociales que los niños no maltratados (Shonk &
Cicchetti, 2001). Asimismo, los niños maltratados pue-
den presentar comportamiento antisocial, retardo en el
desarrollo y trastorno por estrés postraumático (World
Health Organization, 2002).
En una revisión de diez años de la literatura sobre
las consecuencias del maltrato infantil, Kaplan, Pelcovitz
y Labruna (1999) encontraron asociaciones del maltra-
to infantil con problemas interpersonales, bajos logros
académicos, comportamiento agresivo, baja autoestima,
desórdenespsiquiátricos (depresión, ansiedad, déficit de
atención con hiperactividad y abuso de sustancias), ade-
más de consecuencias biológicas como alteraciones en el
desarrollo del cerebro. Por otra parte, en una investiga-
ción reciente se encontró que la severidad del maltrato
físico y la presencia de múltiples tipos de maltrato prede-
cían las ideas suicidas de niños de ocho años de edad
(Thompson et al., 2005).
En los últimos años ha habido un creciente interés en
investigar las consecuencias a largo plazo del maltrato
infantil sobre el ajuste individual (Malinowsky-Rumell &
Hansen, 1993; Wissow, 1995). Cuando se investigan las
consecuencias a largo plazo del maltrato infantil, éste se
constituye en un factor de riesgo para ciertas condicio-
nes, como la conducta agresiva y violenta, el abuso de
alcohol y el ciclo de la violencia.
 Se ha encontrado que el abuso de sustancias (como
el alcohol) puede ser una secuela de la historia de vio-
lencia en la familia (Flanzer, 1990). Por otra parte,
Holmes y Robinson (1988) encontraron que la discipli-
na paterna severa en la niñez es un factor de riesgo para
el subsiguiente abuso del alcohol. En otra investigación
se reportó que las personas con historias de abuso físico
tuvieron mayores porcentajes de desórdenes por el uso
del alcohol que los controles (Brown & Anderson, 1991).
A pesar de las explicaciones que existen sobre el abu-
so del alcohol, pocas investigaciones han evaluado la aso-
ciación entre la victimización infantil y los problemas
subsecuentes con el abuso del alcohol (Widom, Ireland
& Glynn, 1995).
Por otra parte, algunos estudios informan una rela-
ción entre la violencia experimentada durante la niñez y
la posterior depresión. Styron y Janoff-Bullman (1997)
encontraron que víctimas de violencia infantil estuvie-
ron más deprimidas e informaron menos seguridad en las
relaciones sociales infantiles y de adultos. Por otra parte,
Cerezo-Jiménez y Frías (1994) encontraron que las per-
sonas con historias de victimización infantil mostraron
mayores sentimientos de tristeza, baja autoestima y me-
nor autoeficacia en la edad adulta. En una revisión de la
literatura sobre el tema, Malinowsky-Rumell y Hansen
(1993) encontraron que víctimas de abuso desarrollaban
LAS CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL: UN ESTUDIO CON MADRES MEXICANAS 365
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más problemas emocionales, como ansiedad y depresión,
durante la edad adulta. Las investigaciones sobre la de-
presión indican que padres deprimidos tienen propen-
sión a estar insatisfechos con las relaciones sociales,
incluyendo las relaciones con sus hijos (Simons, Withbeck,
Conger & Chyi-In, 1991), lo cual hace más probable el
empleo de prácticas disciplinarias punitivas.
Por otra parte, se ha encontrado que la historia de
abuso puede asociarse a la violencia física recibida en la
edad adulta. McCauley et al. (1997), a partir de la aplica-
ción de 1 931 cuestionarios a mujeres adultas en un hos-
pital de los Estados Unidos, informaron que 50.4% de las
mujeres que habían sido abusadas de niñas informaron
ser abusadas también de adultas.
En un estudio desarrollado por Walker et al. (1999a)
se encontró que mujeres con historia de maltrato en su
niñez informaron más síntomas físicos y sus expedientes
médicos mostraron que también habían sufrido mayor
número de pequeñas infecciones y otras enfermedades,
comparadas con mujeres que no reportaban historia de
maltrato en su niñez. Las mujeres con historia de abuso,
además, pueden experimentar ataques de pánico, ansie-
dad generalizada y pobre salud manifestada en frecuen-
tes resfriados y bajas defensas para protegerse de nuevas
enfermedades (Wolkenstein & Sterman, 1998).
Por otra parte, algunos estudios indican que los adultos
que han sido objeto de violencia física durante su niñez
presentan posterior conducta agresiva (Widom, 1989a;
Howing et al., 1990; Malinowsky-Rummell & Hansen,
1993). Los resultados de varias investigaciones proveen
evidencia sobre la relación entre el abuso infantil experi-
mentado y el empleo posterior de prácticas disciplinarias
abusivas con los propios hijos (Simons et al., 1991;
Haapasalo & Aaltonen, 1999). Dicho fenómeno, denomi-
nado por la literatura especializada como transmisión
intergeneracional de la violencia, se ha encontrado en aproxi-
madamente un tercio de las víctimas del abuso (Oliver,
1993). La hipótesis de la transmisión intergeneracional de
la violencia sostiene que el abuso se transmite a través de
las generaciones por medio de un proceso de mode-
lamiento, en el cual los niños aprenden a usar la violen-
cia física como medio para resolver conflictos (Muller,
1996). La transmisión intergeneracional de la violencia
implica en algunos casos la existencia de un ciclo de la
violencia que posibilita la reproducción del maltrato por
generaciones, agravando con ello la problemática del
maltrato infantil.
Es importante recalcar que no existe inevitabilidad
en la reproducción del maltrato infantil en la edad adul-
ta, debido a que ciertos factores actúan como protectores
y afectan la probabilidad de su influencia (Burgess,
Hartman & MacCormack, 1987; Palermo, 2004, Rutter,
1987; Zuravin, McMillen, De Panfilis, D. & Risley-Curtis,
1996). De hecho, algunas investigaciones indican que no
todos los niños abusados reproducen el abuso en la edad
adulta (Kakar, 1998). Para Belsky (1993), el maltrato infan-
til está determinado por una ecuación que involucra va-
riables estresoras y de apoyo o factores potenciadores y
compensatorios. De tal manera que cuando los estresores
sobrepasen a los apoyos, o bien los factores potenciadores
rebasen a los compensatorios, se producirá el maltrato
infantil.
 La presente investigación se centra, desde esta pers-
pectiva, en las variables estresoras que potencian, en su
carácter de factores de riesgo, la reproducción del mal-
trato infantil. Considerando los estudios mencionados el
objetivo de este trabajo es medir las repercusiones a lar-
go plazo del maltrato infantil en una población de ma-
dres mexicanas.
MÉTODO
Participantes
Se seleccionaron, al azar, 300 familias de la ciudad de
Hermosillo, Sonora, México, la cual tiene una población
de 609 829 habitantes (INEGI, 2001). En la selección de
la muestra se consideraron dos etapas: primero se eligie-
ron tres colonias que representaran los tres estratos
socioeconómicos de la población (bajo, medio, alto). Esta
etapa se realizó empleando los parámetros del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática de Méxi-
co (INEGI, 1992). La segunda etapa consistió en obtener
mapas de las colonias, numerar los lotes y seleccionarlos
al azar, empleando una tabla de números aleatorios para
determinar las casas donde se realizarían las entrevistas.
Procedimiento
Las madres fueron entrevistadas en sus hogares por estu-
diantes de psicología clínica de la Universidad de Sono-
ra. Una vez localizada la vivienda, la cual se seleccionó
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VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
al azar según el tipo de muestreo, se leía una hoja
introductoria donde se explicaban los objetivos de la vi-
sita, el propósito general de la investigación y los crite-
rios de inclusión en el estudio. La entrevista estructurada
duraba aproximadamente 30 minutos y siempre la llena-
ron los entrevistadores. En el caso de las categorías de
respuestas por escrito, se daba apoyo a los entrevistados
según correspondiera a la sección del cuestionario.
Instrumentos
Características demográficas. Se incluyeron preguntas como
la edad de la madre y su estatus matrimonial, el ingreso
familiar mensual, el ingreso por separado de cada uno
de los miembros de la pareja, la ocupación del compañe-
ro y el nivel educativo de los padres. La Escala de Presti-
gio del Trabajo Americano (Stevens & Hoisingnton, 1987)
se utilizó para obtener indicadores del estatus ocupacio-
nal de las madres y los padres. Esta escala se adaptó al
contexto mexicano. Se utilizó una escala ordinal de cin-
co opciones (que va de 0 a 4 puntos) para categorizar lasocupaciones principales de México según el censo mexi-
cano, de ello resultaron las categorías de desempleado,
peón u obrero no especializado, peón u obrero especiali-
zado y empleado administrativo o equivalente, cuadros
medios y cuadros altos de la empresa.
Abuso infantil. Se seleccionaron seis preguntas del In-
ventario de Tácticas de Conflicto de Straus (1979, 1990).
Esta escala fue elaborada en inglés y traducida al espa-
ñol por expertos y vuelta a traducir al inglés, con el fin
de confirmar la correcta traducción. Posteriormente fue
piloteada en población mexicana y se corrigieron los
reactivos que mostraron poca consistencia interna. Los
reactivos presentan un rango de siete opciones, donde
0 = nunca, 1= una vez, 2 = dos veces, 3 = de tres a cinco
veces, 4 = de seis a diez veces, 5 = de once a 20 veces, y 6
= más de 20 veces. Se les preguntó a las madres qué tan
frecuente habían gritado, insultado y golpeado a sus hi-
jos en los últimos seis meses, lo que representa una mo-
dificación de las indicaciones del autor del cuestionario,
dado que Straus recomienda que se pregunte por las ex-
periencias del último año. Dicha modificación obedece
a la búsqueda de mayor precisión en las respuestas a
medida que se acorta el periodo de tiempo evaluado.
Straus (1990) informó de un alfa de Cronbach de .62 para
toda la escala, mientras que Corral, Frías, Romero y
Muñoz (1995) informaron un alfa de .72 basados en siete
reactivos del inventario original.
Historia de abuso. Se seleccionaron seis preguntas de
la Escala de Tácticas de Conflicto de Straus (Straus, 1979).
Las primeras cinco preguntas midieron la frecuencia de
los episodios de abuso recibidos por las encuestadas de
parte de sus padres cuando fueron niñas (historia de abu-
so). Las preguntas midieron la frecuencia de agresión en
una escala de siete puntos (0 = nunca, 1= una vez, 2 =
dos veces..., 6 = más de 20 veces). Para este inventario
Straus reportó un alfa de Cronbach de .72 y Frías (2002)
en una estudio local obtuvo un alfa de .80.
Violencia hacia las mujeres. La violencia hacia las muje-
res se midió con la escala de Tácticas de Conflicto de
Straus (1990). Esta escala fue elaborada en Estados Uni-
dos y traducida al español por expertos; para aumentar
la confiabilidad el cuestionario fue nuevamente conver-
tido al inglés por otro traductor. Los reactivos de la esca-
la miden la frecuencia con que las mujeres recibieron
agresiones por parte de sus parejas en una escala del cero
al seis, en donde 0 = nunca, 1 = una vez, 2 = dos veces,
3 = de tres a cinco veces, 4 = de seis a diez veces, 5 = de
once a 20 veces, y 6 = más de 20 veces. Straus reportó un
alfa de Cronbach de .78 para toda la escala.
Consumo de alcohol de las madres. Se utilizó la versión
para los padres del Inventario Diagnóstico para Niños y
Adolescentes (Reich & Herjanic, 1989) con el fin de eva-
luar el uso de alcohol de las madres de la muestra. Un
reactivo midió la frecuencia del consumo de alcohol en
una escala de ocho puntos ( 0 = nunca, 1 = reuniones
sociales, 2= de vez en cuando, 3= casi todos los fines de
semana, 4 = una vez por semana, 5 = dos veces por
semana, 6 = todos los fines de semana, 7 = todos los
días). Otro midió la cantidad de alcohol ingerido por
las madres en una escala de cinco puntos (de 0 = nada,
a 4 = más de seis bebidas); adicionalmente, un tercer
reactivo midió cuándo fue la última vez que tomó alco-
hol. En un estudio local donde se aplicó la escala se
reportó un alfa de Cronbach de .65 (Castell, Frías, Co-
rral & Sotomayor, 2000).
Depresión y ansiedad. Las preguntas que miden la de-
presión y la ansiedad son parte de la Escala de Depresión
de Hamilton (1959). Se pidió a las madres encuestadas
que informaran el número de veces que tuvieron alguno
de los síntomas de ansiedad o sentimientos de depresión
enumerados en las dos últimas semanas. El instrumento
descrito se ha empleado en estudios previos con valores
LAS CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL: UN ESTUDIO CON MADRES MEXICANAS 367
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
apropiados de confiabilidad y validez. Por ejemplo,
Castell et al. (2000) obtuvieron un alfa de Cronbach de
.69, Figueredo et al. (2001) un alfa de .79 y Frías (2002)
un alfa de .72.
Problemas de salud. Se elaboró expresamente para el
estudio una escala que mide los problemas de salud, em-
pleando como indicadores la frecuencia de las enferme-
dades que padecieron las participantes durante el último
año. Se incluyeron enfermedades comunes en la región,
como resfríos, bronquitis, diarreas y anemias, determi-
nadas a partir de un estudio previo (Frías et al, 2000), el
cual informó un alfa de Cronbach de .81 en dicha escala.
Análisis de datos
Primero se obtuvieron estadísticas univariadas, medias y
desviaciones estándar para las variables continuas y fre-
cuencias para las variables categóricas. Además, se cal-
cularon alfas de Cronbach para todas las escalas con el
fin de determinar su confiabilidad (consistencia interna).
Posteriormente, los datos se analizaron utilizando un
modelo de relaciones estructurales (Bentler, 1995). El
análisis de ecuaciones estructurales contiene dos compo-
nentes principales: el modelo de medición y el modelo
estructural. El modelo de medición es un análisis factorial
confirmatorio, en donde los factores o las variables la-
tentes se construyen por medio de las variables observa-
das. El modelo estructural lo conforman las relaciones
entre las variables latentes o factores (Corral, Frías &
González, 2001). El modelo sometido a prueba contiene
variables latentes y variables observadas. Las variables
latentes fueron: violencia hacia la mujer, historia de abu-
so, abuso infantil, depresión y ansiedad, consumo de al-
cohol y salud, y se construyeron a partir de correlaciones
altas y significativas entre las variables observadas.
 En el modelo a probar la variable historia de abuso
predice la violencia hacia la mujer, la depresión y ansie-
dad, los problemas de salud y el consumo de alcohol, y
las cuatro últimas variables predicen el abuso infantil prac-
ticado por las madres. El modelo se evaluó metodoló-
gicamente considerando el ajuste entre lo observado y lo
esperado; esto último indicado por la bondad de ajuste
del modelo (Corral, Frías & González, 2001).
Los indicadores de bondad de ajuste del modelo fue-
ron chi cuadrada (X2), que determina la diferencia entre
el modelo teórico propuesto y un modelo saturado for-
mado por las relaciones entre todas las variables. Si el
modelo teórico es pertinente, éste no es diferente del sa-
turado, por lo que la X2 tendrá un valor bajo y no signifi-
cativo (p > .05). Otros estadísticos empleados son los
indicadores prácticos, los cuales consisten en una serie
de estadísticos derivados de la X2 que controlan el efecto
del número de sujetos sobre la significatividad de la com-
paración. El nivel mínimo aceptable de los indicadores
prácticos para considerar un modelo con buena bondad
de ajuste es de .90. Estos indicadores son el Índice Bentler-
Bonett de Ajuste Normado (IBAN), el Índice Bentler-
Bonettt de Ajuste No Normado (IBANN) y el Índice de
Ajuste Comparativo (IAC) (Corral, 2002).
RESULTADOS
El ingreso promedio de cada familia fue de 4 660.32 pesos
mensuales, la media de edad fue de 36 años (D.S.= 6), la
media del número de hijos fue de 3 (D.S.= 1), las ma-
dres recibían un ingreso promedio de 819.36 pesos
(D.S.= 1 422.90 pesos). El 2% de ellas no informó de
ningún tipo de instrucción educativa, 19% informó ha-
ber cursado uno o los seis años de primaria, 28% infor-
mó haber estudiado o terminado la secundaria, 38% la
preparatoria y 18% informó tener estudios universitarios.
La mayoría de la mujeres se dedicaba al hogar (70%), y
la mayor parte eran casadas (78%) o vivían en unión li-
bre (16.7%).
Respecto a la pareja de las mujeres entrevistadas, el
promedio del ingreso mensual fue de 3 840.96 pesos
(D.S.= 3 660.089). El 2% no recibió educación, 21% asis-
tió o terminó la escuela primaria, 26% recibió instruc-
ción secundaria, 20% preparatoria y 26%estudios
universitarios. El 8% estaba desempleado, 60% indicó que
trabajaba como obrero, 15% era empleado administrati-
vo o equivalente, 8% trabajaba en niveles medios de la
empresa y 7% en los niveles altos de la empresa.
De los niños seleccionados 48% fue de sexo masculi-
no y 52% de sexo femenino, la media de edad fue de 10
años (D.S.= 2.3). La escolaridad de estos niños osciló entre
preescolar (3%) y preparatoria (1%), la mayoría asistía a
primaria (72%) y 24% a secundaria.
Los niveles del abuso a los hijos reportados por las
mujeres indicaron que 70% de las madres admitió haber
agredido al menos una vez a sus hijos en los últimos seis
meses, y 2.31% informó formas severas de abuso, como
368 GAXIOLA ROMERO & FRÍAS ARMENTA
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
haber quemado a sus hijos una o más veces en ese mis-
mo periodo.
En relación con la historia de abuso, 62.9% de la mues-
tra informó que en su niñez fue golpeada con la mano
por su mamá al menos una vez, y 23.8% señaló que tam-
bién al menos una vez recibió golpes con objetos por
parte del papá. Además, 55.7% al menos una vez fue em-
pujada y/o recibió una cachetada por alguno de sus pa-
dres. Más de 50% de las mujeres ha sido víctima de algún
tipo de agresión en los últimos seis meses por parte de su
pareja.
 El 51.7% de las mujeres encuestadas dijo haber senti-
do al menos una vez en las últimas dos semanas depre-
sión y tristeza. El 78.8% de las madres encuestadas dijo
haber padecido al menos una vez un resfrío y 34% al
menos dos veces en el periodo señalado. Respecto a los
niveles de consumo de alcohol, 41.9% de las mujeres
encuestadas señaló ser consumidora.
La tabla 1 muestra las alfas de las escalas, las medias y
las desviaciones estándar de cada uno de los reactivos.
Las alfas de todas las escalas fueron mayores o iguales a
.60, lo cual implica que las escalas poseen un adecuado
nivel de consistencia interna.
Modelo estructural
La figura 1 muestra los resultados del modelo estimado.
Todos los pesos factoriales de los indicadores con sus
variables latentes fueron significativos.
En el modelo estructural, la historia de abuso influenció
significativa y positivamente a la violencia hacia la mujer
(.28), los niveles de depresión y ansiedad (.14), el consu-
mo de alcohol (.10) y al maltrato infantil (.26). A su vez,
la violencia hacia la mujer y el estado de salud afectaron
positivamente al maltrato infantil con .36 y .16 respecti-
vamente. Las variables latentes consumo de alcohol y
depresión y ansiedad no afectaron directamente al estilo
disciplinario violento, por lo cual no se confirmaron di-
chas hipótesis; sin embargo, la depresión y la ansiedad
afectaron positivamente el estado de salud (.13) y éste a su
vez al estilo disciplinario violento (.16), estableciéndose una
relación indirecta. Lo anterior significa que los estados de
depresión y ansiedad afectarán de manera indirecta al es-
tilo disciplinario violento posibilitando primeramente el
padecimiento de ciertas enfermedades.
Los indicadores de bondad de ajuste del modelo pro-
bado fueron favorables. El valor de la X2 para este mode-
lo fue de 481 (199 g. l., p = 0.001) y los valores de BBN,
BBNFI y el CFI fueron mayores a .90, lo que nos indica
que el modelo y sus interrelaciones se ajustan bien a los
datos. La R2 del modelo fue de .29.
DISCUSIÓN
Los resultados del presente estudio parecen demostrar
algunas de las consecuencias a largo plazo de la historia
de abuso en la muestra seleccionada. La investigación
encontró que algunos de los efectos directos de la histo-
ria de abuso son la violencia hacia la mujer, la depresión
y la ansiedad y el consumo de alcohol. Estos resultados
son consistentes con estudios previos con la historia de
abuso (Widom, 1989b; Ferguson & Lynskey, 1997).
En el modelo sometido a prueba, la transmisión
intergeneracional de la violencia se comprobó de mane-
ra directa mediante la historia de abuso, y de modo indi-
recto por medio de la violencia hacia la mujer. Además,
los problemas de salud afectaron directamente al estilo
disciplinario violento. Por otra parte, la depresión y la
ansiedad tuvieron efectos en el estilo disciplinario vio-
lento, afectando primeramente a los problemas de salud.
Finalmente, el consumo de alcohol no presentó efectos
directos ni indirectos sobre el estilo disciplinario violen-
to. Los datos apoyan el principio de que los estilos disci-
plinarios violentos tienen consecuencias similares a
formas más severas de maltrato (Simons et al., 1991; Frías
2002). En esta investigación la relación resultante entre
la historia de abuso y el empleo de tácticas paternas vio-
lentas empleando el modelo de análisis estructural es di-
recta y significativa con un peso factorial de .26. Dicha
relación es similar al 30% de asociación encontrado en la
literatura por Kaufman y Zigler (1987) y a la correlación
de .31 entre el estilo disciplinario violento de los abuelos
y los padres reportado por Simons et al. (1991).
En el presente estudio la historia de abuso de las madres
se relacionó significativamente con la violencia recibida por
sus parejas en la edad adulta. Esta relación se reportó tam-
bién en una muestra estadounidense por Finklehor y Browne
(1988) y en una muestra local por Frías y Corral (1996). El
proceso de revictimización que presentan las mujeres con
historia de abuso ante sus parejas, en este caso con la ex-
LAS CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL: UN ESTUDIO CON MADRES MEXICANAS 369
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
TABLA 1. Estadísticas univariadas y confiabilidad (consistencia interna)
de las escalas utilizadas en el modelo estructural
ESCALA/ Variables Media Desv. est. Alfa
VIOLENCIA HACIA LA MUJER
.91
Insultado o dicho malas palabras 1.37201 1.86207
Él ha negado hablar de algún problema 1.17007 1.74040
Amenazado con pegar o tirar algo 0.54828 1.31247
Tirado, quebrado alguna cosa 0.70890 1.36003
Tirado con algo a usted 0.33677 1.06512
Empujado, agarrado violentamente 0.46392 1.16615
ESCALA/ Variables Media Desv. Est. Alfa
ABUSO INFANTIL
.82
Usted ha gritado o dicho malas palabras 1.87542 1.91226
Levantado o tirado bruscamente 0.41017 1.04551
Empujado o agarrado violentamente 0.47811 1.03667
Tirado con algo 0.32770 0.90425
Dado cachetada o paliza 0.58249 1.09703
Pegado o tratado de pegar 0.96154 1.44353
HISTORIA DE ABUSO .83
Madre dijo malas palabras, insultó, humilló 0.685029 0.781064
Padre dijo malas palabras, insultó, humilló 0.570256 0.806170
Madre empujó, dio una cachetada 0.627547 0.794257
Padre empujó, dio una cachetada 0.638276 0.794865
Madre pegó con la mano 0.597800 0.808138
Padre pegó con un objeto 0.518302 0.816615
DEPRESIÓN Y ANSIEDAD
.89
Depresión o tristeza 1.45455 2.49555
Culpa por cosas que han pasado 1.15734 6.16211
Mal por haber fallado en algo 1.03497 2.50028
No interés por cosas que solían gustar 0.64336 1.95531
Intranquilidad 1.50877 6.35600
Palpitaciones irregulares 1.09859 6.21501
Opresión en el pecho 1.01399 6.13587
Sin atractivo 1.12057 6.28502
CONSUMO DE ALCOHOL
.76
Frecuencia con que toma alcohol el sujeto 2.68121 3.22903
Cantidad que toma el sujeto 0.76552 1.01213
Última vez que tomó alcohol 2.11565 2.29413
SALUD DE LA MADRE
.61
Resfrío 1.32639 1.14964
Bronquitis 0.13542 0.46373
Diarrea 0.93056 1.41743
370 GAXIOLA ROMERO & FRÍAS ARMENTA
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
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LAS CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL: UN ESTUDIO CON MADRES MEXICANAS 371
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
periencia de estilos disciplinarios violentos, puede estar
relacionado con la inhabilidad para discriminar a los su-
jetos perpetradores de violencia, ante la carencia de mo-
delos alternativos.
Por otro lado, la violencia que sufren las mujeres por
parte desus parejas es un predictor importante del maltra-
to a los propios hijos. Así lo muestran los hallazgos de esta
investigación y los de otras similares (Rumm, Cummings,
Krauss, Bell & Rivara, 2000). En la presente investigación
se encontró una relación entre la violencia hacia la mujer
y el estilo disciplinario violento, mediada a partir del
estatus de salud física y psicológica de las madres. Estos
resultados corresponden a los encontrados por Straus y
Gelles (1990), quienes señalan que las mujeres abusadas
de su muestra reportaron más días de “enfermedad” y
mayor probabilidad de buscar ayuda médica, además de
presentar una probabilidad cuatro veces mayor de pre-
sentar depresión. Una explicación probable de la relación
entre la violencia hacia la mujer, los estados deficientes de
salud y el estilo disciplinario violento es que estos estados
provocan incapacidades que bajan la disposición de aten-
der a los hijos. McCloskey, Figueredo y Koss (1995) pre-
sentan una hipótesis similar, donde la salud física y
psicológica deteriorada de las madres predispone a que
ellas estén menos equipadas para el cuidado de los niños.
Teti y Gelfand (1992) señalan que las mujeres deprimidas
muestran competencias deficientes de crianza infantil, por
lo cual las reacciones ante sus hijos son inapropiadas. Al-
gunas investigaciones sobre la depresión indican que los
padres deprimidos tienen propensión a estar insatisfechos
con las relaciones sociales, incluyendo las relaciones con
sus hijos (Simons et al., 1991), lo cual hace más probable el
empleo de prácticas disciplinarias punitivas.
En el presente estudio se encontró una relación entre
la historia de abuso y la posterior depresión y ansiedad
que sufren las mujeres. Esta relación ya se ha documenta-
do en estudios previos de abuso realizados en Estados
Unidos (McCauley et al., 1997; Dube et al., 2001) y en
investigaciones desarrolladas en la región (Cerezo-Jiménez
& Frías, 1994; Frías, 2002). Algunas investigaciones seña-
lan que las mujeres con historia de abuso muestran más
problemas emocionales, como ansiedad, depresión, baja
autoestima, baja autovalía y sentimientos de tristeza, com-
parados con los controles (Carlin et al., 1994; Malinosky-
Rummell & Hansen, 1993). En el mismo sentido, recientes
investigaciones establecen que la historia de abuso es un
predictor de los estados posteriores de depresión y ansie-
dad (MacMillian et al., 2001; Lansford et al., 2002). Dube
et al. (2001) señalan que la relación entre la historia de
abuso y la depresión puede explicarse por una débil
autorregulación emocional y conductual provocada por
las experiencias violentas vividas en la niñez.
Otras investigaciones señalan que hay una relación
entre la violencia hacia las mujeres y la depresión y la
ansiedad que ellas sufren (McCloskey et al., 1995). Los
hallazgos de este trabajo presentan una correlación entre
dichos factores, la cual puede explicarse porque el estrés
en sí mismo es una de las múltiples consecuencias indivi-
duales que provoca la violencia hacia las mujeres
(Margolin, 2002) y la permanencia de dichos estados de
ansiedad constituye uno de los factores para la aparición
de psicopatologías como la depresión. Además, los esta-
dos permanentes de estrés se relacionan con una respuesta
fisiológica incrementada que provoca debilidad en el sis-
tema inmunológico causando mayor susceptibilidad a las
enfermedades (El-Sheikh & Harnger, 2001), lo cual en
nuestra investigación se encontró para el resfrío, la bron-
quitis y la diarrea. Esta explicación puede usarse también
para la relación directa encontrada entre la historia de
abuso, los estados de depresión y ansiedad y los proble-
mas de salud, donde la historia de abuso se convierte en el
precursor de la alerta fisiológica.
Otro hallazgo es la relación entre la historia de abuso
y el consumo de alcohol, la cual se ha confirmado en
otras investigaciones (MacMillian et al., 2001; Lansford
et al., 2002). A la fecha, aun con los datos disponibles
de diversos estudios es difícil poder explicar si la rela-
ción entre la historia de abuso y el posterior consumo
de alcohol se debe a que el consumo del alcohol puede
servir como estrategia de afrontamiento de los traumas
infantiles (Ireland & Widom, 1994). Aunque el presente
estudio no comprueba ninguna de las tres hipótesis se-
ñaladas, las mismas pueden abordarse en estudios pos-
teriores. Sin embargo, los datos encontrados aquí señalan
la relación clara entre la historia de abuso y el consumo
de alcohol.
Respecto a la hipótesis probada entre el consumo de
alcohol y el estilo disciplinario violento, no se encontró
relación significativa que señale una correlación entre
dichos factores, lo cual implica que las estrategias disci-
plinarias violentas que las madres emplean con sus hijos
pueden estar mediadas por otros factores culturales, como
las creencias regionales sobre el ejercicio de la paterni-
dad (Frías & McCloskey, 1998).
372 GAXIOLA ROMERO & FRÍAS ARMENTA
VOL. 22, NÚM 2, DIC. 2005
Dentro de las limitaciones de este estudio se encuen-
tra el empleo del autorreporte de las participantes como
el único medio de obtención de los datos, el cual pudo
sesgarse hacia respuestas sociales deseables. Los resulta-
dos de este trabajo se circunscriben a los estilos discipli-
narios violentos físicos y emocionales; falta evaluar en
próximas investigaciones el papel de la historia de abuso
sexual y el abuso por negligencia en las variables estu-
diadas. Se requiere, además, que los estudios sucesivos
evalúen el papel de los varones en la transmisión de la
violencia intergeneracional y compararlo con el papel
de las mujeres, para generar acciones futuras de trata-
miento que involucren a ambos sexos.
Los hallazgos encontrados aquí pueden ser represen-
tativos de poblaciones locales con similares característi-
cas a la muestra estudiada, sin embargo, no pueden
generalizarse a otras regiones del país. Por lo tanto, se
requiere de la replicación del estudio con una muestra
nacional representativa para generalizar los hallazgos a toda
la República Mexicana, o bien la replicación del estudio
en muestras regionales de otras entidades para evaluar el
comportamiento del fenómeno en dichas localidades.
Estos resultados nos indican que los niños maltrata-
dos deberán recibir algún tipo de tratamiento psicológi-
co, porque en caso de que éste no se lleve a cabo estarán
en riesgo de tener problemas de salud, de alcoholismo,
ser víctimas de violencia y reproducir el maltrato en la
edad adulta.
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