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324 BÁRBARA YOLANDA PADILLA FERNÁNDEZ Y GERARDO ALFONSO MÁRQUEZ SÁNCHEZ quistes que ocupan difusamente la corteza y la médula, con un contenido líquido o gelatinoso, de color ligeramente amarillo o marrón, mu- coide, purulento o sanguinolento, pero nunca urinoso. No comunican con la vía excretora. El sistema pielocalicial no muestra alteraciones en su estructura, pero puede estar distorsionado por la compresión ejercida por los quistes. Micros- cópicamente, se aprecian quistes originados a lo largo de toda la nefrona, siendo los niveles más afectados las asas de Henle, túbulos proximales y distales, pudiendo también quistificarse los túbu- los colectores y el espacio de Bowman [10, 12]. La etiopatogenia de la enfermedad poliquís- tica del adulto puede explicarse por la teoría de Hildebrandt o falta de unión entre el brote urete- ral y el blastema metanéfrico y el bloqueo de los productos de filtración glomerular consecutivo a la falta de unión provocaría la formación de los quistes [13, 14]. La enfermedad se hace clínicamente aparente entre los 30 y 50 años de vida apareciendo dolor lumbar que se acrecienta por la hemorragia o por la infección. El diagnóstico es mediante ecogra- fía, TC y RM [10]. Nefronoptisis Forma más frecuente de enfermedad renal quística recesiva donde se observan túbulos re- nales anormales, inflamación intersticial y fi- brosis relacionada a las mutaciones NPHP-11, NPHP1L, SDCCAG8. Se presenta lentamente con poliuria, polidipsia y disminución de la ca- pacidad de concentración de orina [4]. 3.3. Ascenso. Riñón ectópico En la 8ª semana de gestación el riñón ya está en su posición y girado 90º en su eje axial en el sentido medial. Cualquier riñón que no ocupe la fosa renal será un riñón ectópico. La incidencia varía de 1 en 500 a 1 en 1 200. El mal desarrollo del brote ureteral, las alteraciones genéticas, las enfermedades maternas o causas teratógenas pue- den impedir el ascenso ordenado y la rotación de los riñones a partir del brote ureteral originado en el conducto de Wolff [1]. El riñón pelviano opuesto al sacro y los riño- nes por debajo de la bifurcación aórtica son las lo- calizaciones ectópicas más frecuentes, pudiendo presentarse en otras posiciones. El riñón ectópico suele ser más pequeño y a veces presenta lobula- ciones fetales [1]. Generalmente, la pelvis renal es anterior al parénquima porque el riñón ha rotado en forma incompleta (4). 56% de ellos presenta un sistema colector hidronefrótico. El diagnósti- co se realiza mediante ecografía, estudio Doppler color de potencia o RM [1]. 3.4. Forma y fusión. Riñón en herradura Constituido por dos masas renales definidas, ubicadas en dirección vertical a uno y otro lado de la línea media, conectadas en sus polos inferio- res por un istmo parenquimatoso o fibroso man- teniéndose por separado las vías urinarias [1, 4]. Incidencia de 1/400 a 1/800 recién nacidos vivos [4] Es la forma más frecuente de las ano- malías renales por fusión y en el 95% de los casos la fusión es por los polos inferiores por lo que el ascenso renal queda detenido por la arteria me- sentérica inferior. El hilio renal tiene una posi- ción anterior debido a defecto de rotación renal. El eje birrenal tiene su ángulo abierto hacia arriba El puente de unión puede ser de tejido normal y funcionante, alojando un cáliz menor o bien puede ser un tejido fibroso o displásico. El uréter tiene una implantación alta cabalgando sobre el istmo lo que explica la frecuencia de los síndro- mes de unión pieloureteral. La vascularización es a través de pedículos arteriales múltiples. Es fre- cuente la asociación con otras anomalías (SNC, gastrointestinales, sistema musculoesquelético, cardiovasculares y Síndrome de Turner) [1, 2]. La fusión total o parcial de los blastemas me- tanéfricos se efectúa generalmente en la 5ta se- mana (entre la 4a y 8a semana), antes de que los riñones asciendan desde la pelvis [1, 4]. Clínicamente suelen ser asintomáticos si no se asocian a otras anomalías (litiasis, hidronefro- sis, reflujo, displasia) aunque a veces se ha consi- derado característico el dolor a la extensión del tronco (signo de Rovsing). Se ha descrito una mayor frecuencia (3-4 veces más) de cáncer de pelvis renal. La frecuencia de las complicaciones es variable. El diagnóstico se realiza por medios de imagen (radiografía, ecografía, Tc y RM) que debe complementarse con cistouretrografía mic- cional secuencial (CUMS) para descartar reflujo vésicoureteral. No precisa tratamiento salvo en
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