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373 TUMORES DE RIÑÓN aparición es 30 años y existe un predominio en mujeres de 2:1, con mayor tendencia a la bilate- ralidad y la multicentricidad (incluso en ganglios linfáticos, sin considerarse extensión metastási- ca), con mayor tasa de crecimiento y presenta- ción sintomática [7, 8]. Aunque se trata de una lesión benigna por antonomasia, se han descrito localizaciones ex- trarrenales en ganglios linfáticos hiliares, retrope- ritoneo e hígado [8]. También se ha descrito una variante epitelioide maligna de angiomiolipoma que puede desarrollar metástasis, aunque es ex- tremadamente rara. Además, algunas de estas tu- moraciones presentan regiones de atipia celular, debiendo realizar un diagnóstico diferencial con fibrosarcomas, leiomiosarcomas y liposarcomas. La inmunorreactividad positiva para HMB-45 (anticuerpo monoclonal frente a un antígeno asociado al melanoma) es característica del angio- miolipoma, lo cual es de gran utilidad en estos casos [2, 8]. Más de la mitad de los angiomiolipomas se diagnostican de manera incidental (sin manifes- tar clínica) y son de morbilidad muy baja. Sin embargo, debemos recordar las características del síndrome de Wünderlich [8], que aparece hasta en el 10% de los casos: Dolor en el flanco, hematuria, masa palpable y shock hipovolémi- co, que pueden llevar a la muerte si no son iden- tificados y tratados rápidamente. Otras manifes- taciones clínicas son la anemia y la hipertensión [3]. Se han identificado como factores de riesgo para el sangrado el tamaño tumoral, el grado del componente angiogénico y la presencia de esclerosis tuberosa. También se ha descrito una mayor tendencia al sangrado durante el emba- razo [7, 8]. La primera sospecha diagnóstica suele rea- lizarse por ecografía, observándose un nódulo intrarrenal de tamaño variable pero característi- camente hiperecogénico y sin calcificaciones, de la misma densidad que la grasa perirrenal. Si se realiza una angiografía renal suele observarse un aumento de la vascularización con dilataciones aneurismáticas que sugieren altamente esta enti- dad patológica. Sin embargo, la TAC se conside- ra una modalidad más útil y fiable para el diag- nóstico, estableciéndose que la presencia de una pequeña cantidad de grasa en una tumoración renal (valor de -25 UH o menor) prácticamente excluye al CCR y es diagnóstica de angiomiolipo- ma [9]. Esta certeza se ve disminuida cuando la proporción de tejido adiposo maduro es peque- ña. En estos casos son de utilidad las imágenes con supresión de grasa de la RMN, utilizándose también en aquellos casos en los que la TAC está contraindicada[3]. La biopsia renal percutánea es un recurso rara vez utilizado; si no es posible asegurar la naturaleza benigna o maligna de la tu- moración, éste debe de ser manejada como un tumor maligno [7]. A la hora de plantear el tratamiento hemos de tener en cuenta la evolución natural de la enfermedad, poniendo especial atención en el ya comentado riesgo de hemorragia. Los an- giomiolipomas sintomáticos suelen ser los más grandes, estableciéndose un punto de corte generalmente aceptado de 4 cm. Los angio- miolipomas multicéntricos y los que aparecen en pacientes con esclerosis tuberosa presentan una velocidad de crecimiento del 20% anual, a diferencia de los esporádicos en los que es del 5%. Debido a esto, se considera que las lesiones menores de 4 cm pueden ser sometidos a ob- servación expectante, con controles cada 6-12 meses para definir la velocidad de crecimiento y la importancia clínica, reservando las medidas invasivas para los tumores más grandes, sobre todo si se presenta clínica, y en mujeres en edad fértil [8]. Dentro de los tratamientos invasivos, se ha de procurar realizar preservación renal, por lo que se prefiere la embolización selectiva o la nefrec- tomía parcial. La embolización arterial selectiva suele asociarse a un mayor riesgo de recurrencia con la consiguiente necesidad de segundos trata- mientos. Sin embargo, cuando nos hallamos ante una hemorragia aguda o potencialmente fatal, la nefrectomía radical es la técnica más utilizada. En aquellos pacientes con esclerosis tuberosa, enfer- medad multicéntrica o insuficiencia renal previa, debe considerarse la embolización selectiva, tanto como tratamiento previo a la cirugía como defi- nitivo. También se ha planteado en algunos ensa- yos clínicos en pacientes con esclerosis tuberosa con lesiones bilaterales la reducción del tamaño de estas con inhibidores de la vía de la mTOR (mammalian target of rapamycin) como el eve- rolimus [3, 7].
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