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508 ANA GÓMEZ GARCÍA, JOSÉ ANTONIO MIRÓN CANELO Y MARÍA FERNANDA LORENZO GÓMEZ o funcional a la salida de la orina, con un aumen- to del volumen postmiccional y una vejiga sobre- distendida o bien por hipoactividad del detrusor en relación con la afectación de musculo liso, fi- brosis, neuropatía [2][3]. Según su duración puede ser [4]. • Transitoria, cuando es limitada en el tiem- po. (delirium, drogas, inflamación, infección, impactación fecal) • Establecida si no desaparece antes de las 4 semanas desde su inicio, una vez actuado sobre sus posibles causas En cuanto a su intensidad puede ser [4]. • Leve (pérdida < 600 ml/día) • Moderada (600-900 ml/día) • Grave (> de 900 ml/día). En el caso de las mujeres la más prevalente es la IUE 2. IMPACTO SANITARIO La IU ha sido históricamente minusvalorada, a pesar de ser un problema médico y sociosanitario de primer orden que afecta a más de 200 millones de pacientes en el mundo. Hasta el año 1998 no fue reconocida como enfermedad por la OMS [5]. Es una condición molesta, que se asocia a una morbilidad significativa, afectando a la calidad de vida social y ocupacional, con repercusión en la salud psicológica, física y sexual: Aislamiento social, soledad, alteraciones de la actividad de la vida diaria, así como relaciones sexuales y trastor- nos del sueño. Se asocia con frecuencia a ciertas condiciones, como son las infecciones por hongos tipo Cándida, irritación cutánea local, celulitis, infección urinaria . En nuestro país está consi- derada una de las principales causas de ingresos prematuros en instituciones de la tercera edad [6]. 3. EPIDEMIOLOGÍA La IU sigue siendo una patología poco con- sultada en los servicios sanitarios, ya que muchas personas la atribuyen al envejecimiento o simple- mente, se avergüenzan de hablar de ella. La IU afecta al 25% de la población mundial y este porcentaje llega a alcanzar el 45% para la población femenina en algunos países [7]. En el hombre la prevalencia oscila entre 1%-39%. Debido a las diferencias en la anatomía y fisiopa- tología entre ambos sexos, hay variaciones en la distribución de los distintos subtipos de inconti- nencia: En el hombre, el subtipo predominante es la IUU (40-80%), seguido por la IUM en sus di- ferentes formas (10-30%) y la IUE (<10%). Ade- más la prevalencia de la IU en los hombres se ve muy influenciada por la asociación de patologías de la próstata y de sus tratamientos [8]. El amplio rango de prevalencia se debe a las diferencias en la definición, metodología y demo- grafía de los diversos estudios. Algún estudio en gemelos apunta a la existencia de un componente genético en la IUE [9]. Troko et al.5 llevaron a cabo una revisión sis- temática con el objetivo de identificar los factores de riesgo relacionados con la IU y concluyeron que los factores de riesgo conocidos para su de- sarrollo son muy variados: la edad, el índice de masa corporal (IMC) excesivo, antecedentes de traumatismos e infecciones perineales, la falta de actividad física (AF) y la presencia de déficits cognitivos, diabetes o enfermedades pulmonares, entre otros. Además, indican la falta de solidez en las investigaciones que señalan factores de riesgo modificables como la práctica de AF. Esta laguna de conocimiento se incrementa en estudios rela- cionados con los hombres [10]. 4. ETIOLOGÍA Factores de riesgo de las mujeres Se ha publicado que existe mayor relación del parto con esta patología si el parto es vagi- nal, instrumentalizado y el feto es macrosómico. Mientras que unos estudios comunican que la IUE después del embarazo depende de la edad de la mujer, de que el parto haya sido prolongado y vía vaginal [11], otros no encuentran ninguna relación entre el parto y la prevalencia de IU [12]. En un estudio realizado en mujeres primíparas, se encontró 13% de IU en el primer año tras un parto vaginal en comparación con 0% de IU des- pués de una cesárea. Se consiguió un seguimiento en el 91% de estas mujeres a 5 años y se encon- tró que hasta el 30% de las mismas presentaban IU [13]. La cesárea podría «proteger» de padecer IU en comparación con el parto vaginal [14]. Si después de un parto, la IU se mantiene 3 meses, existe más riesgo de la paciente sea incontinente a largo plazo. La paridad, el embarazo en edades tardías, el peso elevado del feto al nacer y el uso UROLOGÍA CAPÍTULO 16. INCONTINENCIA URINARIA 2. IMPACTO SANITARIO 3. EPIDEMIOLOGÍA 4. ETIOLOGÍA
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