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536 CRISTINA SALVATIERRA PÉREZ Y ALEJANDRO MARTÍN PARADA Desde este momento comienza a verse la la- paroscopia como la siguiente gran revolución en Urología de manera similar a lo ocurrido en su momento con la endourología y la litotricia extracorpórea por ondas de choque. Se van su- cediendo las publicaciones sobre nuevas aplica- ciones en Urología realizándose técnicas cada vez más complejas. Gaur logra, con la ayuda de un globo neumá- tico, efectuar una disección atraumática del espa- cio [12] lo que hace accesible la vía a través de la que realiza una nefrectomía en 1992, seguida de una pielotomía y una pieloplastia [13]. En 1992 se describieron la liberación ureteral («ureterolisis»), la marsupialización de quistes re- nales sintomáticos, la primera adrenalectomía, la linfadenectomía retroperitoneal en el cáncer de testículo y la primera cistectomía laparoscópica [14] Lowe describe la primera cistectomía parcial en 1992 [15], Das, la primera diverticulectomía vesical y Schuessler la primera prostatectomía radical laparoscópica [16]. Las primeras expe- riencias en prostatectomía radical laparoscópica fueron decepcionantes. Schuessler publicó en 1997 su experiencia en 9 pacientes considerán- dola una técnica posible de realizar, pero des- aconsejando el procedimiento por el excesivo tiempo quirúrgico (en torno a nueve horas) y la morbilidad postoperatoria, no encontrando ventajas sobre la cirugía abierta [17]. Sin embar- go, poco después, Guilleneau publica sus series con resultados prometedores (tiempo quirúrgico en torno a 4,5 horas con morbilidad baja y re- sultados oncológicos y funcionales comparables a la cirugía abierta), describiendo las ventajas de una visión muy mejorada en comparación con la cirugía abierta lo que permitía una disección más precisa [18]. Poco a poco se fue demostrando que prácti- camente cualquier técnica quirúrgica podía rea- lizarse por vía laparoscópica y se fue extendiendo su uso, dando la razón a las palabras de Beling, que, ya en 1939, predijo que la peritoneoscopia acabaría extendiéndose cuando se fueran cono- ciendo sus ventajas. En 1993, para algunos ya se predecía que para el año 2000, la mayor par- te de las intervenciones que en ese momento se realizaban por vía abierta se realizarían por vía laparoscópica. A mediados de los años 90 la alta complejidad de muchas de las técnicas quirúrgicas urológicas, que condicionaba prolongados tiempos quirúr- gicos, y la falta de cirugías simples que posibili- taran el aprendizaje del manejo del instrumental laparoscópico hicieron que durante varios años la evolución y la expansión de la laparoscopia uro- lógica se ralentizasen. Además, la linfadenectomía de estadifica- ción en el cáncer de próstata perdió indicacio- nes tras la aparición de guías de práctica clínica que recomiendan obviar la misma en pacientes seleccionados. Una revisión publicada en 1995 demostraba que, incluso en manos expertas y a pesar de los avances en instrumental, los tiempos eran signi- ficativamente más largos que en cirugía abierta [19]. Además, según algunos trabajos, en el me- jor de los escenarios, la laparoscopia sólo sería capaz de aplicarse al 16% de los pacientes opera- dos en un servicio de Urología de un hospital (el resto son intervenidos por vía endoscópica) y, de hecho, en el año 1994, los urólogos con forma- ción laparoscópica sólo aplicaban dicha técnica al 2,3% de sus pacientes [20]. A pesar de ello se continuó evolucionando en el desarrollo de técnicas, se realizaron las pri- meras nefrectomías de donante vivo y se conti- nuaron ampliando las indicaciones de técnicas previamente desarrolladas [21]. En el año 1993 Sánchez de Badajoz publica el primer caso de cistectomía radical realizando un conducto ileal de forma extracorpórea [22]. En el año 2000 se describió la primera cistoprostatectomía con conducto ileal realizado de forma totalmente laparoscópica [23], en el año 2001 la primera cistoprostatectomía con derivación urinaria con- tinente realizada también completamente lapa- roscópica (Mainz II) [24]. y en el año 2002 la primera neovejiga ileal realizada de forma com- pletamente intracorpórea [25]. En el momento actual el grado (Figura 1) de desarrollo de las técnicas es enorme, si bien la im- plantación de la cirugía urológica laparoscópica presenta una gran variabilidad tanto entre países como entre centros del mismo país.
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