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1 Nefrología y urología (532)

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CRISTINA SALVATIERRA PÉREZ Y ALEJANDRO MARTÍN PARADA
Desde este momento comienza a verse la la-
paroscopia como la siguiente gran revolución 
en Urología de manera similar a lo ocurrido en 
su momento con la endourología y la litotricia 
extracorpórea por ondas de choque. Se van su-
cediendo las publicaciones sobre nuevas aplica-
ciones en Urología realizándose técnicas cada vez 
más complejas.
Gaur logra, con la ayuda de un globo neumá-
tico, efectuar una disección atraumática del espa-
cio [12] lo que hace accesible la vía a través de la 
que realiza una nefrectomía en 1992, seguida de 
una pielotomía y una pieloplastia [13].
En 1992 se describieron la liberación ureteral 
(«ureterolisis»), la marsupialización de quistes re-
nales sintomáticos, la primera adrenalectomía, la 
linfadenectomía retroperitoneal en el cáncer de 
testículo y la primera cistectomía laparoscópica 
[14]
Lowe describe la primera cistectomía parcial 
en 1992 [15], Das, la primera diverticulectomía 
vesical y Schuessler la primera prostatectomía 
radical laparoscópica [16]. Las primeras expe-
riencias en prostatectomía radical laparoscópica 
fueron decepcionantes. Schuessler publicó en 
1997 su experiencia en 9 pacientes considerán-
dola una técnica posible de realizar, pero des-
aconsejando el procedimiento por el excesivo 
tiempo quirúrgico (en torno a nueve horas) y 
la morbilidad postoperatoria, no encontrando 
ventajas sobre la cirugía abierta [17]. Sin embar-
go, poco después, Guilleneau publica sus series 
con resultados prometedores (tiempo quirúrgico 
en torno a 4,5 horas con morbilidad baja y re-
sultados oncológicos y funcionales comparables 
a la cirugía abierta), describiendo las ventajas de 
una visión muy mejorada en comparación con 
la cirugía abierta lo que permitía una disección 
más precisa [18].
Poco a poco se fue demostrando que prácti-
camente cualquier técnica quirúrgica podía rea-
lizarse por vía laparoscópica y se fue extendiendo 
su uso, dando la razón a las palabras de Beling, 
que, ya en 1939, predijo que la peritoneoscopia 
acabaría extendiéndose cuando se fueran cono-
ciendo sus ventajas. En 1993, para algunos ya 
se predecía que para el año 2000, la mayor par-
te de las intervenciones que en ese momento se 
realizaban por vía abierta se realizarían por vía 
laparoscópica.
A mediados de los años 90 la alta complejidad 
de muchas de las técnicas quirúrgicas urológicas, 
que condicionaba prolongados tiempos quirúr-
gicos, y la falta de cirugías simples que posibili-
taran el aprendizaje del manejo del instrumental 
laparoscópico hicieron que durante varios años la 
evolución y la expansión de la laparoscopia uro-
lógica se ralentizasen.
Además, la linfadenectomía de estadifica-
ción en el cáncer de próstata perdió indicacio-
nes tras la aparición de guías de práctica clínica 
que recomiendan obviar la misma en pacientes 
seleccionados.
Una revisión publicada en 1995 demostraba 
que, incluso en manos expertas y a pesar de los 
avances en instrumental, los tiempos eran signi-
ficativamente más largos que en cirugía abierta 
[19]. Además, según algunos trabajos, en el me-
jor de los escenarios, la laparoscopia sólo sería 
capaz de aplicarse al 16% de los pacientes opera-
dos en un servicio de Urología de un hospital (el 
resto son intervenidos por vía endoscópica) y, de 
hecho, en el año 1994, los urólogos con forma-
ción laparoscópica sólo aplicaban dicha técnica al 
2,3% de sus pacientes [20].
A pesar de ello se continuó evolucionando 
en el desarrollo de técnicas, se realizaron las pri-
meras nefrectomías de donante vivo y se conti-
nuaron ampliando las indicaciones de técnicas 
previamente desarrolladas [21]. En el año 1993 
Sánchez de Badajoz publica el primer caso de 
cistectomía radical realizando un conducto ileal 
de forma extracorpórea [22]. En el año 2000 
se describió la primera cistoprostatectomía con 
conducto ileal realizado de forma totalmente 
laparoscópica [23], en el año 2001 la primera 
cistoprostatectomía con derivación urinaria con-
tinente realizada también completamente lapa-
roscópica (Mainz II) [24]. y en el año 2002 la 
primera neovejiga ileal realizada de forma com-
pletamente intracorpórea [25].
En el momento actual el grado (Figura 1) de 
desarrollo de las técnicas es enorme, si bien la im-
plantación de la cirugía urológica laparoscópica 
presenta una gran variabilidad tanto entre países 
como entre centros del mismo país.

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