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ENTRENAR PARA GANAR CONSTRUYE MÁS MÚSCULO, MÁS RÁPIDO Luis Carballo Copyright 2018 Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de este manual, sin el consentimiento expreso y por escrito del autor. Aviso Legal La información presente en este libro es solo material informativo. No soy ningún doctor y el propósito de esta obra no es servir de diagnóstico médico. Todo el material que encontrarás aquí no sustituye a ningún tratamiento prescrito por un profesional competente de la medicina y está orientado solo a adultos sanos. Si padeces cualquier tipo de problema de salud, pregunta a tu médico si este material es apropiado para ti. El autor no se responsabilizará de ningún daño causado por el mal uso del contenido de este libro. Quiero dedicar este libro a todos los que en algún momento confiaron en mí para cambiar su estilo de vida y mejorar su físico. Tabla de Contenidos Prefacio Parte 1: Filosofía del entrenamiento Capítulo 1: El propósito Capítulo 2: No vayas al gimnasio Capítulo 3: La verdad sobre la genética Capítulo 4: La concentración y la visualización - Tus 2 armas más poderosas Capítulo 5: El camino menos transitado Parte 2: Fisiología del entrenamiento Capítulo 6: Mitos del entrenamiento Capítulo 7: Fibras musculares Fibras musculares rojas o lentas Fibras musculares blancas o rápidas Capítulo 8: Sistemas energéticos Adenosín Trifosfato (ATP) Capítulo 9 Agujetas, lo que necesitas saber El dolor bueno El dolor malo El dolor feo (las agujetas) Parte 3: Dentro del gimnasio Capítulo 10: El calentamiento Fase de preparación general Activación específica del sistema nervioso Series de aproximación Capítulo 11: El objetivo del entrenamiento Capítulo 12: Controla tu ego Capítulo 13: ¿Cuánto peso debo utilizar? Series lineales o series rectas Series en pirámide Series a rangos de repeticiones Capítulo 14: Tiempo de descanso entre series Capítulo 15: Cadencia de las repeticiones Capítulo 16: El rango de movimiento Demasiado rango de movimiento Capítulo 17: La intensidad y el fallo muscular Capítulo 18: Recuperación Rellenar los niveles de glucógeno Hidratarse Masajes y técnicas de liberación activa (ART) Sumergirse en agua fría Limitar el consumo de alcohol Estirar los músculos Capítulo 19: Técnicas avanzadas de entrenamiento Series compuestas Entrenamiento en circuito Series Descanso-Pausa Series descendentes o Drop sets Parte 4: Estrategias de entrenamiento para grupos musculares Capítulo 20: Entrenamiento de espalda Errores comunes en el entrenamiento de espalda Consejos para entrenar la espalda Capítulo 21: Entrenamiento de Pectoral Errores comunes en el entrenamiento de pectoral Consejos para entrenar el pectoral Capítulo 22: Entrenamiento de Piernas Errores comunes en el entrenamiento de piernas Consejos para entrenar las piernas Capítulo 23: Entrenamiento de Hombros Errores comunes en el entrenamiento de hombros Consejos para entrenar los hombros Capítulo 24: Entrenamiento de Brazos Errores comunes en el entrenamiento de brazos Consejos para entrenar los brazos Capítulo 25: Entrenamiento de Abdomen Errores comunes en el entrenamiento de abdomen Consejos para entrenar el abdomen Capítulo 26: Entrenamiento de Gemelos Errores comunes en el entrenamiento de gemelos Consejos para entrenar los gemelos Parte 5 Más sobre entrenamiento Capítulo 27: El compañero de entrenamiento El código de honor del compañero de entrenamiento Capítulo 28: Entrenar en casa Ventajas de entrenar en casa Desventajas de entrenar en casa Equipamiento para entrenar en casa Capítulo 29: Entrenamiento Funcional Capítulo 30: El Diario de entrenamiento Parte 6: Despedida Parte 7: Bonus Otros recursos que pueden ayudarte ¿Has probado el coaching? ¿Cómo funciona? ¿Este programa de Coaching es para ti? Con este programa de coaching obtendrás… Referencias Prefacio Hola, soy Luis Carballo, autor de este libro y apasionado del entrenamiento en general. Llevo casi una década entrenando, y durante todo este tiempo, he probado todos los programas de entrenamiento, sistemas de nutrición y suplementos deportivos que puedas imaginar. Ahora, mi objetivo es hacerte mucho más fácil el camino, compartiendo contigo mis experiencias, mis éxitos, mis fracasos y todo lo que he aprendido durante este tiempo. Dicen que la gente inteligente es la que aprende de sus errores, pero aquellos que son realmente inteligentes, aprenden de los errores de los demás. Y aunque yo no tengo todas las respuestas, puedo enseñarte mucho sobre errores. Creo que los he cometido todos. Como mucha otra gente, yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo la primera vez que pisé un gimnasio. Estaba totalmente perdido. Empecé a acudir a las revistas de fitness y culturismo en busca de ayuda pero los resultados fueron bastante pobres. Esa estrategia no funcionaba. Estaba totalmente estancado. Aunque hacía leves progresos, no lo consideraba suficiente. El esfuerzo invertido era desproporcionado a los resultados obtenidos, pero al mismo tiempo, el gimnasio me gustaba demasiado como para plantearme abandonar. Algo tenía que cambiar. Finalmente, decidí guardar por siempre mis viejas revistas de culturismo y buscar otras fuentes de información para aprender a construir mi cuerpo. Leí los libros de los mejores culturistas de todos los tiempos, asistí a valiosos seminarios para escuchar a los ponentes más reputados en materia de acondicionamiento físico, y estudié todo lo que pude para tener un mejor conocimiento de mi cuerpo. De hecho, aun lo hago. Nunca se deja de aprender. A partir de ahí, utilicé todas esas herramientas para mejorar mi físico mucho más rápido de lo que nunca lo había hecho, y durante ese proceso, algunos amigos y conocidos notaron esas mejoras y empezaron a pedirme consejo. Sin darme cuenta, me había convertido en entrenador. Fue entonces cuando empecé a tomar formación académica reglada para convertirme, ahora de forma oficial, en entrenador. Mientras tanto, mis “clientes” (nunca pedí dinero por entrenarles), empezaron a tener resultados extraordinarios, hasta que un día, una persona desconocida contactó conmigo y me ofreció dinero a cambio de ocuparme de su entrenamiento y su alimentación. Con el tiempo, más gente se empezó a interesar y comencé a ofrecer mis servicios dejando a un lado mi faceta de entrenador, para enfocarme en el coaching. Por si no lo sabes, hay una diferencia muy grande entre un entrenador y un coach. Aunque técnicamente ambos conceptos significan lo mismo, mientras que un entrenador trabaja con programas de entrenamiento y puede que de alimentación, un coach trabaja con personas. Saber distinguir entre lo que el cliente quiere y lo que el cliente necesita es la tarea más complicada del coaching. Después de recibir cientos de preguntas de mis clientes (oficiales y no oficiales) sobre entrenamiento, empecé a preguntarme: ─¿Qué hubiera pasado si yo hubiese tenido todas las respuestas a esas preguntas el primer día que entré en un gimnasio? Creo sinceramente que hubiese conseguido ahorrar una cantidad enorme de dinero, tiempo y frustaciones. Y empecé a pensar: ─Quizás podría plasmar todas estas respuestas en un libro. Y así comenzó todo. Parte 1: Filosofía del entrenamiento Capítulo 1: El propósito Comencé a escribir este manual para que mis clientes lo tuvieran de referencia para saber actuar en el gimnasio. No solo se trata de tener una buena rutina de entrenamiento, sino de saber aplicarla, y eso es algo que no suele aparecer en los libros. Como coach online, cuando diseño un entrenamiento para una persona quiero que le saque todo el provecho posible y el problema de entrenar a alguien a distancia es que no puedes estar físicamente con él o ella para poder enseñarle de primera mano las claves que son necesarias para hacer funcionar la rutina de entrenamiento. Por eso, en este libro no encontrarás un programa de entrenamiento, encontrarás muchomás. Encontrarás la información esencial para aplicar en tu rutina de entrenamiento actual y en cualquier programa de entrenamiento que realices en el futuro. Esta información no tiene fecha de caducidad. Debes de tener en cuenta que los programas de entrenamiento están formados por dos partes bien diferenciadas: ● La estrategia: La componen los días que entrenas por semana, el número de series, el número de repeticiones, la frecuencia de entrenamiento de los grupos musculares, el tipo de división que utilizas, el tipo de progresión que se seguirá etc. Son todos los factores que puedes ver en el papel o en la ficha de la rutina de entrenamiento que te da tu entrenador. ● La táctica: Está formada por otro tipo de elementos menos basados en el “qué” y más basados en el “cómo”. Los elementos que componen la táctica son factores como el tiempo de descanso, el rango de recorrido, el tempo o la cadencia, la intensidad, el fallo muscular… La aplicación de la “táctica” del entrenamiento es lo que te hará marcar realmente la diferencia y cuando acabes la lectura de este libro podrás dar respuesta a preguntas como: ● ¿Cuánto tiempo debo descansar entre cada serie? ● ¿Debo entrenar si tengo agujetas? ● ¿Debo entrenar hasta el fallo? ● ¿Qué peso debo escoger para cada ejercicio? Además, a parte de los componentes estratégicos y tácticos existe otro componente mental, al que merece la pena prestarle atención ya que sea cual sea tu objetivo en el gimnasio, el cuerpo siempre seguirá a la mente, y no al revés. Tus pensamientos son los que condicionan tus acciones Capítulo 2: No vayas al gimnasio Si de verdad quieres obtener resultados en tu físico, debes dejar de “ir al gimnasio” y debes empezar a entrenar. Ningún deportista a nivel de élite o incluso amateur sabotea así su mente. Nunca oirás a un ciclista decir “Voy a dar una vuelta con la bici” sino que te dirá “Voy a entrenar”. A entrenar para ser mejor, a entrenar para poder competir o simplemente a entrenar para divertirse, pero siempre a entrenar. Esa es la relación que debes tener con el gimnasio. Aún recuerdo la primera vez que descubrí el concepto de entrenar aplicado al levantamiento de pesas. El primer gimnasio al que me apunté, era un gimnasio de barrio bastante pequeño. Realmente era un gimnasio orientado a las artes marciales, pero tenía lo suficiente para trabajar los músculos. Era un lugar donde se respiraba sudor y sacrificio, algo que no es tan común en los gimnasios actuales. Mientras estuve allí solía coincidir con David, el primer hombre grande y musculoso que había visto fuera de las revistas de culturismo. Realmente, era más parecido a Goliat que a David (si, no he podido resistirme al chiste fácil). El caso es que era bastante impresionante y le veía a diario levantar mancuernas que yo era incapaz incluso de sostener. Un día, mientras manteníamos una conversación, David me dijo que durante una semana, no iba a poder entrenar por motivos de trabajo. Cuando escuché la palabra entrenar, no pude evitar preguntarle: ─¿A qué deporte juegas? No me enorgullezco de esta pregunta, pero en ese momento, no concebía la palabra entrenar fuera del ámbito del fútbol o del baloncesto. Además, debes de recordar que en aquella época, levantar pesas no era algo común y ni siquiera teníamos a Instagram con sus #hashtags para saber que al gimnasio se iba a entrenar. Cuando escuchó mi pregunta, David, me miró bastante sorprendido y respondió: ─Al mismo que tú. Y en ese momento me di cuenta. Él entrenaba, yo solo iba al gimnasio. Entrenar es mucho más que ir al gimnasio. Te ayuda a conocerte mejor a ti mismo. Te enseña de lo que realmente estás hecho y te pone a prueba para trabajar y superar obstáculos constantes. Entrenar es una liberación. Es un momento del día en el que no existen las preocupaciones ni los problemas, solo existes tú. Cuando consigues establecer esta clase de relación con tu programa de entrenamiento consigues algo mucho más poderoso que lo que tienen aquellos que solo van al gimnasio para mirarse al espejo, para ligar o para hablar del último estreno de la cartelera. Ellos van al gimnasio por diferentes razones, pero no saben lo que es entrenar. Tú debes ser parte de la minoría, parte de ese 5% de la población sobre el planeta Tierra que es capaz de comprometerse con sus sueños y deseos. La única receta del éxito es combinar compromiso con trabajo duro y paciencia, y eso es algo que aprendes con el entrenamiento, no con estar en el gimnasio. Entrenar tus músculos tiene un sinfín de beneficios ya no solo a nivel estético sino a nivel de salud. Pero no nos engañemos, nosotros no entrenamos solo por eso. Entrenamos por la sensación de pelear una batalla épica en la que tu único aliado y tu único rival eres tú mismo. Entrenamos porque nos gusta fijar objetivos y perseguirlos hasta el final. Entrenamos porque podemos y porque sabemos, que no todo el mundo tiene el coraje de hacerlo. Por eso hacemos lo que hacemos. Capítulo 3: La verdad sobre la genética ¿Existe la genética perfecta? Si miramos a los grandes campeones de culturismo vemos que la mayoría tienen rasgos en común: Hombros anchos, cintura estrecha, naturalmente musculosos, fuerte estructura ósea.... Si juzgamos estas características, podemos pensar que la única forma de lograr un cuerpo atlético y musculado es elegir bien a tus padres. Sin embargo, la genética va mucho más allá de las cualidades físicas aparentes. La genética es todo aquello que nos define, todo aquello que nuestro cuerpo y nuestra mente son capaces de hacer. Pero hay muchas características genéticas que no pueden apreciarse a simple vista pero que tienen una vital importancia en nuestro desarrollo físico: -Tu capacidad de recuperación: La velocidad a la que somos capaces de recuperarnos de los entrenamientos es un factor determinante y en función de él, deberemos estructurar la rutina de entrenamiento ya que tu carga de trabajo, debe ir alineada con tu capacidad de recuperación. Si no eres capaz de recuperarte de tus entrenamientos, no podrás progresar y eso es algo que varía individualmente. Hay gente que es capaz de recuperarse muy rápidamente, mientras que a otras personas les cuesta mucho más tiempo. -Capacidad de asimilación de nutrientes: Al contrario que el dicho popular: No somos lo que comemos, somos lo que absorbemos. Si no somos capaces de obtener el máximo de los alimentos que consumimos, tampoco podremos crear músculo a una gran velocidad. Y para ello, una óptima salud estomacal e intestinal es necesaria, y eso es algo que no se ve en las fotografías, pero sigue siendo un factor principalmente genético. -Umbral del dolor: Este es otro factor genético bastante importante ya que determina lo lejos que eres capaz de llevar la serie. Hay personas que en cuanto notan la “quemazón” en el músculo, no pueden seguir, y otras que aun sintiendo esa quemazón, son capaces de hacer 4, 5, o 6 repeticiones más. Esto afectará al daño muscular que eres capaz de provocar y repercutirá en la regeneración posterior. Como ves, todos estos factores (y otros muchos) siguen siendo genéticos y aunque se puedan mejorar, siempre tendremos una predisposición genética con respecto a ellos. La buena noticia, es que tus resultados no vienen predeterminados por tu mala o tu buena genética. Tu físico es el resultado de combinar tu genética con tu comportamiento. La dedicación, la disciplina, y el trabajo duro te podrán llevar mucho más lejos que la genética por sí sola. Es cierto que la genética es un factor importante, pero es un factor que no puedes controlar. Mi recomendación es justo la opuesta. Céntrate en las cosas que sí puedes manipular. Si te centras en las cosas que no puedes cambiar, lo único que encontrarás en el camino serán limitaciones y nunca podrás conocer el potencial que realmente tienes, a menos que hagas lo que sugiero y te centres en las cosas que están a tu alcance. No debes pensar en tu genética como una desventaja. Todos tenemos factores genéticos que podemos aprovecharaunque no nos demos cuenta y todos tenemos en nuestra mano la oportunidad de cambiar nuestro físico si nos lo proponemos y trabajamos para ello. Capítulo 4: La concentración y la visualización - Tus 2 armas más poderosas Aunque no tengas todos los factores genéticos a tu favor, siempre puedes controlar el resto de variables con respecto a tu entrenamiento y a tu nutrición, siempre y cuando seas capaz de controlar a tu mente primero. Si observamos la manera en la que nuestro cerebro trabaja, siempre es más acertado concentrarnos en lo que queremos conseguir en lugar de concentrarnos en lo que deseamos evitar. Voy a ponerte un ejemplo para que veas de lo que estoy hablando. Si yo te digo “No pienses en canguros”, tu cerebro inmediatamente va a pensar en canguros porque no puede procesar la negación. Tu mente no tiene filtros y todo lo que le introduzcas, se convertirá automáticamente en una realidad para ella. Por tanto, si eres capaz de introducir los pensamientos adecuados, tu mente actuará en consecuencia. Pero tienes que ser coherente. Si estás tumbado en el sofá comiendo nachos mientras dices ─tengo que perder peso, tus acciones no reflejan tus pensamientos y lo único que consigues con eso, es fallar a tu mente. Piénsalo, cuando conocemos a alguien que siempre nos está contando “batallitas” que nunca son ciertas, al final no creemos ni una sola palabra de lo que dice, aunque en esa ocasión sea verdad. Es lo mismo que ocurre en el viejo cuento de Pedro y el lobo. Si metemos pensamientos en nuestra mente que no respaldamos con el comportamiento adecuado, nuestra mente dejará de tomarnos en serio. Así que, empieza a tener una imagen clara de ti mismo, de tu físico ¿Cómo te gustaría estar? ¿Qué te gustaría conseguir? Si quieres conseguir un cuerpo atlético, saludable y musculoso, deberás empezar a comportarte como una persona con un cuerpo atlético, saludable y musculoso, para que ese objetivo pueda cumplirse. No se trata de pedirle las cosas al universo y de tener fantasías con nuestro físico soñado, sino de alcanzar tu máximo potencial. Solo tú puedes descubrir lo lejos que puedes llegar realizando físicamente el camino y yendo tan lejos como puedas ir. Capítulo 5: El camino menos transitado Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, Yo tomé el menos transitado, Y eso hizo toda la diferencia. Robert Frost (1916) Quiero que imagines una carretera. Una carretera enorme y de una sola dirección. Esa carretera, es la carretera de la vida y está llena de gente. Gente que avanza hacia adelante. Siempre hacia adelante, pero sin saber realmente adónde van. Simplemente cada individuo sigue al individuo de delante. Es una carretera llena de gente que sigue a gente, y eso es lo que hacemos en la vida. Hacemos lo que nos han dicho que tenemos que hacer, sin cuestionar nada, siguiendo el camino que otros recorrieron antes. Sin embargo, la carretera de la vida está llena de caminos adyacentes. Caminos más pequeños, de difícil acceso y por supuesto mucho menos transitados. Y si te aventuras a asomarte a alguno de ellos, siempre habrá alguien que te diga: “No vayas por ahí, es un camino mucho más duro, lleno de obstáculos. Es mucho más sencillo seguir esta carretera tan grande e iluminada. Si vas por ahí tendrás que invertir mucho esfuerzo y sacrificio. Se como nosotros, es mucho más fácil.” La realidad es que hoy en día nadie quiere trabajar duro, nadie quiere esforzarse para conseguir nada, simplemente quieren algo y lo quieren ya. Creen que pueden encontrar las soluciones a cualquiera de sus problemas en una pastilla mágica que se vende en Amazon a 9,99€. Para darte cuenta, solo tienes que ir a cualquier estación de metro, a cualquier centro comercial o incluso mirar en tu misma comunidad de vecinos. La mayoría de la gente coge siempre el ascensor o las escaleras mecánicas en lugar de las escaleras tradicionales. Siempre quieren la ruta más fácil. La gente abandona sus entrenamientos y sus dietas porque son muy duras. También dejan de mejorar en sus carreras profesionales y en sus vidas personales porque requiere de mucho trabajo. Básicamente, no soportan la idea de estar incómodos y tratan naturalmente, de buscar un camino más fácil, un atajo. Una vez que descubren que no existe ninguno, simplemente abandonan. Para evitar esto, debes ser brutalmente honesto contigo mismo. Hazte esta pregunta: ¿Qué deberás sacrificar para alcanzar aquello que realmente quieres? Quizás relaciones personales, horas de tu tiempo libre, sueño, dinero… Y ahora, hazte la siguiente pregunta: ¿Qué estás dispuesto a sacrificar? Si ambas listas no son iguales, es que no lo quieres lo suficiente. Si quieres llevar tu entrenamiento al siguiente nivel, no lo lograrás sin poner el trabajo duro y el compromiso que ello requiere, pero ¿Estás dispuesto a pagar ese precio? La verdad es que no todo el mundo quiere pagarlo. No todos quieren sacrificar tiempo con la familia y amigos, prefieren salir de fiesta hasta altas horas de la noche a costa de su descanso y prefieren tomarse unas cervezas después de trabajar en lugar de ir a entrenar. Es algo que entiendo perfectamente, es una forma mucho más fácil de experimentar la vida. Lo único que no entiendo es que esas personas son las mismas que te susurran cuando te ven desviarte hacia un camino distinto. Son las mismas que al ver a alguien con éxito tienden a decir: “¡Que suerte tiene! Yo también podría haber conseguido eso si…(escribe aquí cualquier excusa). Tu podrías haber conseguido eso si... ¿Qué? ¿Si hubieras puesto más tiempo y más esfuerzo? ¿Si te hubieras comprometido con tus objetivos? ¿Si hubieras estado dispuesto a pagar el precio que él o ella está pagando? Cuando veas a alguien con éxito, pregúntate ¿Qué está haciendo él que no pueda hacer yo? Incluso si no puedes hacer lo mismo ¿Por qué deberías hacerlo igual? Simplemente, hazlo a tu manera, pero no seas como esas personas. Nunca tengas celos de alguien si tú tuviste la misma oportunidad y la dejaste escapar ¿Desde cuándo el trabajo duro es una habilidad? No se requiere talento para trabajar duro, eso es algo que todo el mundo puede hacer y es la única opción que tienes si realmente quieres sacarle partido a este libro. Ahora dime una cosa ¿Quieres cosas fáciles o quieres cosas extraordinarias? Si has elegido lo segundo, te espero en el siguiente capítulo. Parte 2: Fisiología del entrenamiento El principio fundamental para construir un físico más musculoso y atlético es la presión. La presión de superar resistencias, de superar el estrés. En el gimnasio, forzamos a nuestros músculos a trabajar, y ese esfuerzo que ponemos hace que los músculos se adapten al trabajo y por tanto, crezcan. Si no ponemos el esfuerzo necesario, los músculos no tendrán ninguna razón para crecer. Este mismo principio, aplica a cualquier ámbito de tu vida. A través de la presión y los obstáculos, eres capaz de sacar la mejor versión de ti mismo y crecer interiormente. Piénsalo, la presión y el estrés no son necesariamente algo malo. Superman solo era “super” en situaciones de máximo estrés. El resto del tiempo solo era Clark Kent. Sin embargo, la cara opuesta de la moneda tampoco es para nada beneficiosa. Debes de ver el estrés como una espada de doble filo. Sin estrés no puedes crecer (ni interiormente ni físicamente), pero mucho estrés puede hacerte daño, mucho daño. Es por ello, que nuestro objetivo debe ser encontrar la cantidad exacta de estrés que nos hace mejorar sin perjudicarnos, y eso no siempre es fácil. Por eso, conseguir un físico atlético no es cuestión de “comer bien y hacer ejercicio”. Esa no es la respuesta. Si fuera tan simple, solo habría una manera de lograrlo y todos la conoceríamos. Pero la realidad es más complicada. Ahora hay cientos de expertos en internet con métodos únicos y revolucionarios que encima se contradicen entre ellos. Toda esa excesiva cantidad de información que puede parecer beneficiosa, realmente no lo es, ya que cuesta trabajo decidir a quién hacer caso.Por eso, quiero que lo primero que hagas sea limpiar tu mente de toda la información que hayas podido leer o escuchar con respecto al entrenamiento. Créeme que en ocasiones es mejor empezar de nuevo a pintar un cuadro, que retocar uno ya existente. Y ya que vas a empezar a pintar un cuadro en blanco ¿Qué tal si hablamos de los mitos más frecuentes que rodean al entrenamiento? Capítulo 6: Mitos del entrenamiento Mito: Más entrenamiento = Mejores ganancias Realidad: Entrenar en exceso puede ser contraproducente Es muy habitual ver en el gimnasio todos los días a la misma gente. Un día tras otro, las mismas personas entrenando “duro” y sin embargo no se aprecia apenas cambio en ellos. Si el entrenamiento construyera músculo ¿No crees que el que más entrenara tendría más masa muscular? Es de lógica aplastante, pero la realidad es que esto no ocurre. Yo le llamo a esto tener el síndrome de Peter Pan, porque parece que por más que entrenen, no quieren crecer. Como hemos visto antes, si sometes a tu cuerpo a un estrés excesivo, tu cuerpo se revelará y no cooperará. Esto está estrechamente ligado al sobreentrenamiento, un concepto que se utiliza para describir la disminución del rendimiento de un atleta debido a un entrenamiento excesivo durante un periodo de tiempo prolongado. Podemos verlo como un tirachinas. Al entrenar duro y someter a nuestro cuerpo a más estrés, estamos tirando de la goma. Cuanto más tensemos la goma, más lejos llegará la piedra, pero si tensamos tanto que la goma se rompe, la piedra no irá a ninguna parte. Por eso entrenar más, no significa necesariamente que vayas a obtener mejores resultados. Todo dependerá de tu capacidad de trabajo y también de tu capacidad de recuperación (de las que hablaremos más adelante). Tu misión es estimular los músculos para que crezcan y para ello tienes que entrenar duro. Sin embargo, intensidad y duración tienen una relación inversa. Puedes entrenar duro o puedes entrenar durante mucho tiempo. Tienes que elegir. Dicho esto, tengo que añadir que tampoco hay que tenerle miedo a entrenar ni al sobreentrenamiento. Simplemente tienes que saber que existe una máxima cantidad de trabajo tolerable que es distinta para cada uno de nosotros, y que sobrepasarla, no te llevará a obtener mejores resultados. Además, el 99% de la población debería preocuparse más por no infra- entrenar que por sobreentrenar. Mito: Tienes que “confundir al músculo” para que crezca Realidad: El músculo no se confunde, solo se estira y se contrae Si te paras a pensar durante un rato, verás que este mito es bastante gracioso ¿Realmente crees que por cambiar un curl de bíceps de pie por un curl de bíceps sentado vas a sorprender a tu cuerpo? Los músculos no tienen ojos que puedan recompensarte esa “confusión” que les estás aplicando. Ellos solo entienden de movimiento: tirar, empujar, flexionar, extender, rotar... Eso es todo. Da igual que hagas curl de bíceps con garrafas de agua o con una barra olímpica homologada, la respuesta de tus músculos será la misma, pues responden al estímulo. Si que es cierto que tener un amplio arsenal de ejercicios conseguirá estimular el cuerpo en diferentes rangos y planos de movimiento, activando distintas unidades motoras para obtener un desarrollo más completo. Pero, ¿Confusión muscular? Si tratas de engañar a tu cuerpo, el único que acabará confundido serás tú. Mito: Quiero tonificar mi cuerpo Realidad: No existe tal cosa como tonificar un músculo Decir esto va en contra de la anatomía muscular. Los músculos tienen un punto de origen y de inserción determinado por tu genética, y eso determinará la manera en la que esos músculos se ven. No se puede tonificar ningún músculo cambiando su forma. Y es más ¿Qué es tonificar? Según la Real Academia de la Lengua (RAE): Tonificar: Fortalecer, vigorizar el organismo. Una persona que quiera tonificar su musculatura, lo que quiere es ver sus músculos más duros, más fuertes al estar en reposo. Pero la realidad que hay detrás de esto es simplemente la relación entre la cantidad de masa muscular y de grasa corporal. Cuanta más masa muscular tengas en relación a tu grasa corporal, más tonificados tendrás los músculos. No puedes tonificar un brazo flácido. O te deshaces de la grasa corporal que lo rodea, o construyes más masa muscular, pero no existe otro camino para tonificar tu cuerpo. Por eso, lo que realmente se esconde tras la tonificación, es la composición corporal: Más músculo y menos grasa. Y para ello, entrenar duro es una obligación. Mito: Cuando dejas de entrenar, los músculos se caen Realidad: Los músculos ni se caen ni se levantan Cuando vemos a un atleta grande y musculoso, hay mucha gente que tiende a decir que cuando este atleta deje de entrenar, todo ese músculo que ahora luce orgulloso se caerá y tendrá un aspecto parecido a los perros “Shar Pei”. La realidad no podría ser más distinta. Cuando entrenamos nuestros músculos para ganar masa muscular, no estamos creando más células musculares (a eso se le denomina hiperplasia), sino que estamos haciendo que nuestras células musculares ya existentes se hagan más grandes y más fuertes a través del estímulo y la adaptación (hipertrofia). Así es como los músculos funcionan. Al dejar de entrenar, tu masa muscular realmente ya deja de ser necesaria, no requiere tanto flujo sanguíneo y las fibras musculares empiezan a reducirse en tamaño. Pero en ningún caso estas fibras musculares se transforman en grasa. Ni la grasa puede transformarse en músculo ni los músculos pueden transformarse en grasa. Si al dejar de entrenar perdemos nuestra musculatura y ganamos mucha grasa corporal, es debido al estilo de vida sedentario que estamos desarrollando, y a otros factores de la edad como la sarcopenia que nos está haciendo almacenar una mayor cantidad de tejido adiposo. Pero tu musculatura no tiene la culpa de ello. Mito: Si entrenas con pesas pierdes flexibilidad Realidad: Levantar pesas mejora tu flexibilidad Entrenar con pesas no solo no te va a hacer perder flexibilidad sino que la vas a mejorar. La prueba viviente de ello son las atletas femeninas que puedes ver en cualquier show de la categoría Fitness Olympia. Verás a unas de las atletas más flexibles del mundo aunque entrenen con pesas igual de duro que los hombres. Para explicar esto debemos comprender que la longitud de los músculos no depende de los estiramientos. Al estirar un grupo muscular, no estás alargando el músculo ni los tendones ya que la longitud de la fascia muscular permanece exactamente igual. Lo único que estás consiguiendo al estirar es mejorar la tolerancia neural a ese estiramiento. Básicamente le estás diciendo a tu sistema nervioso que está bien relajar los músculos un poco más cuando estás estirando. Muchas de estas adaptaciones neurales, son simplemente aumentos en la tolerancia al dolor, pero esto no tiene nada que ver con la longitud de tus músculos. Sin embargo, al entrenar con pesas y trabajar el músculo en su rango completo de movimiento sí que estás modificando la estructura muscular(1) y mejorando tu flexibilidad(2). Por tanto, si temes perder tu flexibilidad por entrenar con pesas, debes saber que la única manera cierta de perderla es estar sentado en el sofá las 24 horas sin hacer nada con tu cuerpo. Mito: Muchas repeticiones con poco peso para definir un músculo y pocas repeticiones con mucho peso para ganar masa muscular. Realidad: El número de repeticiones ni crea ni define músculo. Este es un mito interesante. Normalmente al comenzar los meses previos al verano, vemos como mucha gente invierte por completo su estilo de entrenamiento pasando de hacer pocas repeticiones con mucho peso a hacer muchas repeticiones con poco peso con el objetivo de definir la musculatura. Sin embargo, esto carece de sentido puesto que el número de repeticiones no influye en la forma del músculo. La única diferencia entre altas vs bajas repeticiones es el número de calorías gastadas. Si entrenamos con repeticiones altas, gastaremos más calorías, pero ladiferencia es tan residual que no merece la pena utilizar este medio como forma de perder grasa. Los músculos necesitan estímulo, y para ello, tanto altas como bajas repeticiones son una buena opción siempre y cuando el factor esfuerzo esté presente. Todo el conjunto de publicaciones(3,4,5,6) sugiere que mientras que el esfuerzo aplicado sea suficientemente alto y el entrenamiento sea realizado cerca del fallo muscular se darán efectos similares en cuanto a ganancias de músculo tanto entrenando a repeticiones altas, medias o bajas. Por tanto, combinar altas y bajas repeticiones sería lo más óptimo para conseguir un desarrollo equilibrado y trabajar el mayor número de fibras musculares posibles (como veremos más adelante) Mito: Entrenar con pesas es solo para gente joven Realidad: Entrenar con pesas es la mejor actividad para combatir los efectos de la edad A medida que cumplimos años, vamos notando cambios en nuestro cuerpo, principalmente debidos a la sarcopenia. La sarcopenia es básicamente la pérdida de masa muscular, movilidad articular, fuerza y vigorosidad asociada a la edad. Es como si la juventud se escapara lentamente. La mala noticia es que no se puede revertir, pues la sarcopenia es un proceso natural. La buena noticia es que si se puede combatir y retrasar. Para combatir la sarcopenia, la mejor actividad que puedes hacer es ejercicio con resistencias externas y así lo confirma la ciencia(7,8). Es indiferente el tipo de resistencia que utilices. Da igual si son pesas, tu propio peso corporal, entrenamiento en suspensión etc. Lo importante es aplicar tensión sobre los músculos para que el cuerpo entienda que aún son útiles y necesarios. Es cierto que cumplir años requerirá ciertas modificaciones en la forma de entrenar, pero lo que es indiscutible es que el entrenamiento con resistencias es tu mejor aliado contra los efectos de la edad. Nunca es tarde para cuidar tu cuerpo. Mito: Si soy mujer y entreno con pesas, me pondré muy musculosa y perderé mi feminidad. Realidad: El entrenamiento con pesas ayuda a las mujeres a tener un cuerpo firme y estético. Aunque el número de mujeres que entrenan con pesas ha aumentado en los últimos años, aún quedan muchas con miedo a convertirse de repente en el Increíble Hulk y perder su feminidad si entrenan en la sala de musculación. Déjame decirte que eso no va a ocurrir, principalmente porque la testosterona no te lo va a permitir. La testosterona tiene un papel fundamental en la ganancia de masa muscular. Es la principal hormona masculina, responsable además entre otras cosas del vello facial y del tono de voz. Las mujeres, por su parte, también segregan testosterona, pero en unas cantidades mucho más bajas que los hombres (entre 20 y 40 veces menos), por lo que esos aumentos desmesurados de masa muscular con tan poca testosterona son muy poco probables o más bien, imposibles. Las mujeres, por norma general, quieren un cuerpo más firme y moldeado y ¿Sabes qué? La mejor forma de conseguirlo es mediante el entrenamiento con pesas. Así que, si eres mujer, no le tengas miedo al gimnasio ¡No vas a mutar tu cuerpo por hacer pesas! Mito: Si quieres perder grasa, haz cardio Realidad: No necesitas hacer cardio para perder grasa Este mito está muy extendido e instaurado en la mentalidad de la gente. Si quieres perder grasa, haz cardio. Así de simple. Por eso, es natural ver en los gimnasios salas dedicadas exclusivamente al entrenamiento cardiovascular, con decenas de máquinas de último modelo y la mayoría de ellas, utilizadas por personas cuyo objetivo principal es la pérdida de grasa. Mala idea. El razonamiento que hay detrás de esto, es que el cardio potencia la quema de grasa e incluso hay gente que lo lleva más lejos y afirma que el cardio aumenta tu metabolismo (nada más lejos de la realidad). Sin embargo, lo que el cardio consigue, es hacerte más eficiente en la quema de grasa, y aunque eso puede parecer algo bueno, vamos a ver lo que significa ser eficiente en realidad. Ser eficiente utilizando grasa significa que cada vez eres capaz de utilizar grasa a un ritmo más lento y durante más tiempo. En otras palabras, que conforme te vas adaptando al ejercicio cardiovascular, quemas menos grasa. Y esto ya no suena tan bien. El cardio puede ser una herramienta útil utilizado de manera inteligente, pero nunca como sistema principal de entrenamiento si lo que quieres es mejorar tu composición corporal. Obviamente, si tu objetivo es mejorar tu capacidad de resistencia para algún otro deporte, el cardio tendrá mucha más importancia, pero si lo único que quieres es verte mejor, el cardio es en lo último en lo que deberías confiar. En un estudio publicado en The Journal of Sport Nutrition(9), se dividió a los sujetos (91 mujeres obesas) en 4 grupos. Un grupo solamente hizo dieta (1.200-1.300 kcal), otro grupo solo hizo ejercicio cardiovascular (45 minutos de duración), el tercer grupo hizo una combinación de dieta y ejercicio cardiovascular, y el último grupo fue un grupo de control. Los resultados mostraron como no hubo diferencias significativas en cuanto a la pérdida de grasa entre los grupos que hicieron solamente ejercicio cardiovascular y el grupo de control. Demostrando que el ejercicio cardiovascular no es un sistema adecuado para perder grasa corporal. Si aún quieres más pruebas para confirmar la ineficacia del ejercicio cardiovascular en la pérdida de grasa, puedes mirar a tu alrededor. No verás a nadie que haya forjado un gran físico a base simplemente de cardio. Además, muchos otros entrenadores de talla mundial opinan lo mismo. En palabras de Mike Boyle: “¿Para qué es bueno el ejercicio cardiovascular? Para nada… Creo que el concepto de entrenamiento aeróbico es una gran mentira y no creo que haya ninguna necesidad para realizarlo. Creo que para estar en forma solo existe la necesidad de aumentar la capacidad de trabajo. El ejercicio aeróbico es para conseguir que alguien esté lo suficientemente en forma como para poder hacer entrenamiento anaeróbico.”(10) Alwyn Cosgrove también tiene clara su opinión respecto al cardio: “Simplemente, el ejercicio cardiovascular está muy sobrevalorado. Sobrevalorado para la salud, sobrevalorado para el rendimiento y por supuesto, sobrevalorado para la pérdida de grasa. Mi opinión personal es que es prácticamente inútil para la pérdida de grasa, pero el problema real es el efecto perjudicial que tiene en el trabajo de fuerza y de hipertrofia”(11) Ahora ya tienes la información necesaria para que tú también tengas tu propia opinión sobre el ejercicio aeróbico. Si quieres perder grasa, el entrenamiento con pesas y la nutrición deberían ser tus 2 armas más poderosas. Capítulo 7: Fibras musculares Los músculos están compuestos de fibras musculares que debemos contraer para que podamos generar un estímulo y aumentar así nuestra masa muscular. Pero antes de diseccionar las fibras musculares, debemos comprender que los músculos están controlados por las unidades motoras, que son las encargadas de emitir los impulsos nerviosos que hacen que las fibras musculares se contraigan. Las contracciones musculares, por tanto, dependen del sistema nervioso. El punto de partida de esos impulsos nerviosos se encuentra en el cerebro, que a través de la médula espinal, le dice a los músculos como de fuerte se deben contraer. Todos hemos escuchado la leyenda de que bajo condiciones de extrema emergencia, los seres humanos podemos generar una fuerza sobrehumana que nos permita nuestra supervivencia o la de nuestros seres queridos. Existen evidencias de casos en los que madres han levantado coches para poder salvar a sus hijos (ese fue el origen del Increíble Hulk por cierto). Pero ¿Por qué no expresamos ese poder de forma habitual? Una posible explicación es la misma inhibición muscular procedente de nuestro cerebro. Este mecanismo nos previene de dañar nuestros propios cuerpos por la acción de nuestros músculos. Básicamente prohíbe a nuestras unidades motoras que se activen impidiendo conseguir ese máximopotencial del músculo. También debes saber, que las unidades motoras funcionan siguiendo el principio del todo o nada, de tal forma que si el músculo está poco contraído, hay unidades motoras que funcionan al 100% mientras que otras no están activadas. Además, los humanos nos hemos ido adaptando a nuestro entorno a lo largo de los años dando como resultado un sistema muscular más débil. Nuestro cuerpo no necesita ya de ciertas habilidades físicas que miles de años atrás nos servían para sobrevivir. Nuestros ancestros estaban más preparados para los retos físicos que nosotros, eran más fuertes de lo que somos nosotros hoy en día. Esto tiene sentido, ya que el cuerpo humano es extremadamente eficiente, ¿Para qué utilizar toda nuestra masa muscular para levantar una taza de café? Pero no todas las unidades motoras tienen el mismo tamaño, las más pequeñas son responsables de movimientos poco exigentes como pestañear o bostezar, y las más grandes se encargan de inervar las fibras musculares de los músculos más poderosos. Por eso, es importante conocer las diferentes fibras musculares que tenemos y cómo trabajarlas según nuestro objetivo. Fibras musculares rojas o lentas También se denominan fibras Tipo I. Son muy resistentes a la fatiga y utilizan la grasa como fuente de energía ya que cuentan con más mitocondrias (parte de la célula donde la grasa finalmente se utiliza como energía). Por tanto, son las que predominan en atletas que compiten en deportes de resistencia. Su desventaja es que carecen de fuerza y velocidad. Estas fibras musculares son las que trabajan cuando realizamos ejercicio aeróbico. Características de las fibras rojas (12) 1. Son inervadas por unidades motoras más pequeñas 2. Generan menos fuerza de contracción (porque tienen menos miofibrillas) 3. Mayor número de mitocondrias 4. Muy buen riego sanguíneo 5. Predisposición para utilizar grasa como fuente de energía. 6. Son fibras musculares más pequeñas que no crecerán en respuesta al ejercicio aeróbico Fibras musculares blancas o rápidas Son las fibras Tipo II y se clasifican en Tipo II-a y Tipo II-b dependiendo del sustrato energético que utilicen. ● Fibras Tipo II-a: Son capaces de utilizar tanto grasa como glucosa y se emplean para realizar ejercicios con rangos de repeticiones altos (entre 12 y 20). Tienen un potencial de crecimiento de entorno al 25% de su tamaño original. ● Fibras Tipo II-b: Son puramente glucolíticas por lo que su preferencia para trabajar es la glucosa. Son las más grandes, las más fuertes y las más rápidas, pero carecen de resistencia. Pueden crecer hasta un 100% de su tamaño original. Estas fibras ejercen más fuerza que las fibras musculares rojas y por tanto, son las que utilizamos durante una sesión de entrenamiento en el gimnasio. Características de las fibras blancas (12) 1. Son inervadas por unidades motoras más grandes 2. Tienen menos resistencia a la fatiga 3. Generan más fuerza, más rápido. 4. Utilizan la glucosa de forma eficiente (sobre todo las Tipo II-b) 5. Mayor capacidad de crecimiento (hipertrofia) Todos nosotros tenemos una distribución de fibras única, pero conocer la distribución exacta es bastante complicado. Por norma general, los músculos posturales que necesitan estar activos durante muchas horas a lo largo del día y no se pueden permitir el lujo de fatigarse fácilmente, como los músculos de la espalda, tienen mayor predominio de fibras Tipo I, mientras que los músculos encargados de realizar acciones más potentes o hacernos huir ante algún peligro (como los femorales o los tríceps) tienen más cantidad de fibras blancas que son más fuertes y explosivas que las rojas. Genéticamente, la mayoría de la población tiene una mezcla de fibras, mientras que hay gente que tiene una clara predominancia de alguna de ellas. Los corredores de maratón tienen mayor cantidad de fibras Tipo I que Tipo II, lo que explicaría su habilidad exclusiva en deportes de resistencia. Mientras que otros atletas, como los velocistas, tienen más fibras blancas que rojas, lo que les hace ser muy potentes pero no podrían destacar en actividades de resistencia. Nosotros en el gimnasio, deberíamos centrarnos en estimular las fibras blancas ya que son las que más potencial de crecimiento tienen y por tanto, las que más hipertrofia nos aportarán. Ahora bien, como ya has visto hay 2 tipos distintos de fibras musculares dentro de la categoría de fibras blancas. Las fibras Tipo II-b son las más grandes y fuertes. Y para trabajarlas deberemos utilizar altas cargas (entre 4 y 12 repeticiones). Observa que he dicho altas cargas ya que si el peso que usamos no nos supone un reto, no estaremos trabajando las fibras Tipo II-b sino las Tipo II-a que son las que se activan primero. Solo cuando llevamos la serie cerca del fallo entrarán en acción las fibras Tipo II-b. Esto, como veremos más adelante, no significa que entrenar con más peso sea necesariamente mejor, pero el factor esfuerzo siempre debes de tenerlo en cuenta. Sin embargo, no hay que menospreciar de ningún modo las fibras Tipo II-a ya que, aunque tengan menos potencial de crecimiento siguen siendo bastante interesantes de trabajar. Antropológicamente, las fibras Tipo II-a tuvieron mucha utilidad en el pasado ¿Alguna vez te has preguntado qué hacía a los soldados romanos, griegos o espartanos tan duros y fuertes? Piénsalo, como un soldado romano de 65 kilos podía hacer largas marchas de kilómetros cargado con un equipo de 30 kilos y después enzarzarse en combates cuerpo a cuerpo durante horas. Ten en cuenta que una coraza podría pesar cerca de 15 kilos y un escudo alrededor de 8. Con todo eso encima ¿Cuántos mandobles de espada crees que podrías aguantar? Yo personalmente creo que no aguantaría muchos. Una de las posibles razones de esta fuerza es que estos soldados desarrollaron un tipo de fibras diferente a la mayoría de la población y esas fibras eran las Tipo II-a. Cuando los músculos se someten a un estrés intenso y repetitivo tu cuerpo transforma las fibras rápidas de un tipo a otro. Pero lo hace de una manera muy peculiar, sólo se transforman en una dirección: De Tipo II-b a Tipo II-a(13). Es una calle de único sentido. Esto nos indica que las fibras Tipo II-a son las favoritas de nuestro cuerpo para las situaciones de acción y que prefiere desarrollarlas antes que deshacerse de ellas. Tiene sentido, pues son rápidas, fuertes y resistentes a la fatiga. Cualidades que nuestro cuerpo quiere mantener para poder sobrevivir. Por tanto, las fibras musculares tienen un papel muy importante a la hora de ganar masa muscular, pero tampoco debes olvidarte del poder que ejerce el sistema nervioso en la activación de las distintas fibras ya que un sistema nervioso ineficiente no conseguirá reclutar muchas fibras musculares y el rendimiento y los resultados obtenidos serán bastante pobres. Esta es la razón de que un principiante absoluto aumente la fuerza en los ejercicios prácticamente de forma diaria. Esas son las ganancias neurales, su sistema nervioso se está haciendo más eficiente ya que su cuerpo prefiere utilizar mejor la masa muscular que ya tiene, antes de crear nueva masa muscular. Por eso, esa base de fuerza es tan importante para poder utilizarla más adelante y desarrollar más musculatura. Capítulo 8: Sistemas energéticos Para cualquier actividad que queramos llevar a cabo, necesitamos energía, la cual extraemos de los nutrientes de los alimentos que consumimos. Al fin y al cabo nuestra alimentación proporciona nuestro sustrato energético. El sistema muscular requiere gran parte de esa energía ya que la necesitamos para contraer los músculos. Es decir, que cuando entrenamos en el gimnasio, nuestra necesidad de energía se dispara. Pero contrariamente a lo que se piensa de forma general, la principal fuente de energía para soportar los entrenamientos en el gimnasio, no son los carbohidratos ni es la proteína, es el ATP. Adenosín Trifosfato (ATP) El ATP es la moneda de cambio energético universal del organismo. Es una moléculadonde se guarda la energía generada con la degradación de los nutrientes para ser utilizada cuando sea necesario. Es como un intermediario entre los alimentos que ingerimos y la energía que producimos. Como su nombre nos indica, el Adenosín Trifosfato (ATP) está formado por 3 moléculas de fosfato y cuando uno de estos fosfatos se rompe, se libera una gran cantidad de energía. Gráficamente podríamos verlo así: ATP = Adenosín + fosfato + fosfato + fosfato Adenosín + fosfato + fosfato + fosfato = Energía Este proceso metabólico nos deja ahora una molécula compuesta solo por adenosín y 2 fosfatos, o lo que es lo mismo Adenosín difosfato (ADP). Pero para poder seguir produciendo energía necesitamos ese fosfato que hemos perdido en la producción inicial de energía y es ahí donde entra en juego la fosfocreatina. La fosfocreatina junto con el ATP forman el sistema anaeróbico aláctico, ya que aunque el ATP nos provee de energía, su duración está limitada a unos pocos segundos por lo que necesitamos seguir generando ATP de forma continua para poder mantener la producción de energía y por eso es necesaria la fosfocreatina, que lo que hace es donar el fosfato que el ATP había perdido inicialmente para poder convertir el ADP en ATP de nuevo y así seguir produciendo energía. ADP = Adenosín + fosfato + fosfato Fosfocreatina + ADP = Nuevo ATP Con esta nueva creación de ATP, conseguimos obtener unos pocos segundo más de energía. Si contamos la utilización inicial del ATP y la posterior regeneración, podríamos estar hablando de alrededor de 15 segundos de energía. No parece mucha energía, pero si te paras a pensar, 15 segundos es lo que normalmente duran las series cuando entrenamos en el gimnasio a los rangos de repeticiones convencionales (entre 6 y 12 repeticiones). Por eso, para entrenar en el gimnasio nuestra principal fuente de energía proviene del sistema anaeróbico aláctico (ATP + Fosfocreatina). Sin embargo, la fosfocreatina no es la única vía para conseguir regenerar el ATP ya que también se puede obtener mediante la glucosa. Conforme te alejas de esos 15 segundos orientativos que nos provee el sistema anaeróbico aláctico, tu cuerpo debe empezar a confiar en la glucosa para seguir produciendo ATP. A esto se le llama sistema energético láctico. Existen 2 fuentes de glucosa que se pueden utilizar para generar más ATP. La primera es la glucosa existente en el torrente sanguíneo procedente de alguna comida previa, normalmente alta en carbohidratos, y la segunda es el glucógeno (forma almacenada de la glucosa) que contienen los músculos y el hígado. Entonces, los carbohidratos que se convierten en glucosa y que posteriormente se almacenan en los músculos y en el hígado serían la fuente de energía de repuesto que utilizamos cuando alargamos nuestros esfuerzos en el gimnasio. Por tanto, el sistema energético aláctico y el sistema energético láctico serían los 2 sistemas energéticos mayoritarios que utilizamos en nuestras sesiones de pesas. He dejado al margen el sistema aeróbico porque su utilización práctica en nuestros entrenamientos de musculación es muy baja, aunque depende también del tipo de entrenamiento que se lleve a cabo. Pero con esto, tienes una base bastante sólida para entender de dónde viene la energía que utilizamos en el gimnasio. Capítulo 9: Agujetas, lo que necesitas saber El mundo de la actividad física está muy ligado al dolor. ¿Te suena la frase No pain, no gain? El tan esgrimido Sin dolor no hay victoria lleva implícito que si quieres triunfar, si quieres tener grandes resultados en el gimnasio, necesitas sufrir. El dolor no deja de ser una respuesta natural del cuerpo a una lesión o a una lesión inminente. Sin embargo, no todo el dolor significa lo mismo y necesitamos distinguir las diferencias entre el dolor bueno, el dolor malo y… El dolor feo. El dolor bueno Aquí es donde se debería encajar la frase del No pain, no gain, ya que para aumentar la musculatura, necesitamos poner al cuerpo bajo un nivel de estrés, y ese estrés produce dolor. Es el tipo de dolor que identificarás como “quemazón” o “congestión” que al acabar la serie te hace estar muy bien. Sientes la sangre fluyendo y el músculo estimulado. Pero este dolor tiene una duración muy corta, es muy efímero y así debería ser. Cuando terminas de entrenar, te duchas y sales del gimnasio, notas una sensación de bienestar difícil de describir con palabras. El dolor se ha ido y nos sentimos genial, muy enérgicos y muy concentrados. Esa es la sensación que debe dejarte cada entrenamiento. Ese dolor que has pasado habrá creado un daño muscular que te ayudará a reconstruir posteriormente las fibras de ese músculo y hacer que aumente su tamaño y fuerza. Sin ese dolor, el músculo no recibiría el estímulo necesario para crecer y nuestro tiempo en el gimnasio habría sido malgastado. Por eso es el dolor bueno. El dolor malo El dolor malo es el tipo de dolor que nos “mosquea”, nos hace darle vueltas a la cabeza. Sabemos que algo no va bien. Normalmente es un tipo de dolor que no ubicamos en ningún músculo en concreto, sino más bien en alguna articulación o cualquier otra parte de nuestra estructura, pero sabemos que no es algo bueno. Con este tipo de dolor, estaremos cerca de traspasar la barrera de la lesión o quizás incluso la hayamos traspasado ya, y nos costará más tiempo y puede que tengamos que utilizar hasta métodos específicos, para recuperarnos de ese daño que hemos producido. Por eso es importante conocer a tu cuerpo e interpretar los mensajes que te manda. Si algo te duele, no lo hagas. Las lesiones son en muchos casos inevitables, pero eso no significa que se lo tengas que poner fácil. Debes saber cuándo parar y cuando cambiar. Si algún ejercicio no te deja las buenas sensaciones que hemos visto con el “dolor bueno”, simplemente cámbialo. Como dice el dicho popular: Más vale prevenir que curar. El dolor feo (las agujetas) Todos hemos experimentado agujetas alguna vez en nuestra vida. Algunas veces, agujetas tan fuertes que te impiden incluso moverte de forma humana. Es tan común, que mucha gente cree que necesita obtener esas agujetas para progresar, para ser más fuerte. Más agujetas = músculos mejor trabajados. Yo era una de esas personas, solía pensar que cuantas más agujetas tuviera, más productivo había sido el entrenamiento anterior. Incluso pensaba que si tardaban más tiempo en aparecer (algunas veces tardan más de 24 horas en notarse), más me crecerían los músculos. Error. Tener agujetas destructivas después de un entrenamiento, no significa que el entrenamiento haya sido un éxito, solo son un indicador de haber producido un gran micro-trauma en los músculos, pero nada más. Las agujetas son una respuesta inflamatoria al ejercicio. Normalmente cuanto más intenso es el ejercicio, más agujetas nos produce y esa es la razón de que mucha gente y muchos sistemas de entrenamiento tengan como único objetivo dejarte lleno de agujetas al día siguiente. Más que entrenamientos parecen test de supervivencia. La realidad es, que no necesitas esas agujetas terroríficas para progresar. De hecho, tener agujetas muy fuertes hace que la recuperación del entrenamiento sea más lenta, por lo que te impide entrenar de forma más frecuente, y aunque las agujetas son algo con lo que tenemos que lidiar las personas que realizamos actividad física intensa, el objetivo del entrenamiento nunca debe ser buscarlas, aunque a veces sea sádicamente placentero sentir esas molestias al levantarnos del sofá el día después de entrenar piernas. Por eso, si no te salen agujetas, no significa necesariamente que hayas realizado un mal entrenamiento. Es más, puede ser algo bastante bueno. Con el paso del tiempo entrenando en el gimnasio, me he dado cuenta de que la gente sigue un patrón curioso en cuanto a sus rutinas de entrenamiento. Una vez que dejan de producirles agujetas, cambian la rutina. Como si la anterior hubiese dejado de funcionar, como si fuese un yogur caducado que ya no se puede comer, simplemente se deshacende ella en el momento menos indicado. El momento en el que tu programa de entrenamiento deja de producirte agujetas (o las agujetas son minúsculas), es el clímax del entrenamiento, la cúspide de la montaña podríamos decir. A mí me gusta referirme a esta fase como la fase de maestría del programa de entrenamiento, y es una fase que lejos de acabar, solo está empezando. La fase de maestría la solemos experimentar a las 7-9 semanas después de empezar una rutina de entrenamiento. Precisamente, en ese momento es cuando las agujetas empiezan a desaparecer y es justo cuando la gente cambia rápidamente de entrenamiento para volver a sentir esa sensación de estar “agujeteado”. Pero esto es un error, cambiar un programa de entrenamiento simplemente porque ya no estás obteniendo agujetas es un razonamiento muy simplista. Las agujetas posteriores a un entrenamiento son en muchas ocasiones inevitables (sobre todo en las primeras semanas tras empezar un nuevo programa de entrenamiento), pero eso no significa que debamos perseguirlas. Además, cuando comienza la fase de maestría (que es justo el momento cuando la gente cambia su rutina de entrenamiento), es precisamente el periodo en el que le vas a sacar más partido a tu entrenamiento. Es un indicador de estar trabajando dentro de tu capacidad de trabajo óptima, en lugar de estar trabajando a tu capacidad de trabajo máxima. Eso significa que a lo largo de las semanas has logrado aumentar tu capacidad de trabajo, has logrado progresar y es ahora cuando más respuestas adaptativas vas a ser capaz de generar, aunque no tengas agujetas. Otra de las preguntas que suelo recibir de algunos clientes con relación a las agujetas es: “Luis, tengo que entrenar esta tarde pero sigo teniendo agujetas del entrenamiento anterior, ¿Debo entrenar hoy?”. La respuesta es SÍ. Entrenar un músculo en el que sientes agujetas, puede ayudar a eliminar toxinas acumuladas por la fatiga y eso se traduce en una mejor recuperación. Además, también te ayuda a adherirte más a tu programa de entrenamiento. Si toca entrenar, tienes que entrenar. No sirve de nada ejercitarse muy muy duro el lunes y tener unas agujetas bestiales que te impidan entrenar hasta el lunes siguiente. Si sacrificas días de entrenamiento por tener agujetas, tardarás mucho más en alcanzar esa fase de maestría, estarás retrasando tu recuperación y no estarás optimizando tu capacidad de trabajo. Ahora bien, si tus músculos están completamente destrozados, entonces entrenar a una intensidad descomunal no es necesario y es incluso perjudicial. Pero seguir con tu estructura de entrenamientos quizás realizando los ejercicios con menos peso, descansando más entre series o sustituyendo los ejercicios que más te molesten, sigue siendo la mejor opción. Las adaptaciones que debemos buscar procedentes del entrenamiento, no tienen nada que ver con las agujetas y mucho menos con las agujetas monstruosas. Es importante tener presente que estas adaptaciones que buscamos se dividen en 3 fases: ● La fase inmediata: 24-36 horas después del entrenamiento. Esta fase es la que más ligada está a la aparición de las, para algunos temidas, agujetas. También aumenta nuestra tasa de captación de oxígeno, nuestras pulsaciones… Son el resultado de una sola sesión de entrenamiento. ● La fase residual: Una semana o dos después del entrenamiento. Es la retención de los cambios físicos producidos más allá de la fase inmediata. ● La fase acumulativa: 12 o incluso 16 semanas tras el entrenamiento. Cuando las sesiones de entrenamiento se suceden en una progresión adecuada y con unas cargas óptimas, se produce una suma de los efectos parciales anteriores que "se acumulan" en nuestro cuerpo. Como ves, esto no tiene nada que ver con las agujetas. Las agujetas son parte del juego, pero nada más. Tener agujetas no significa necesariamente haber entrenado de una forma eficiente y perseguirlas a toda costa es un gran error. Un error muy común de hecho. Resumiendo: 1. El “dolor bueno” es necesario para el desarrollo muscular. Es muy efímero, acaba tan rápido como acaba el entrenamiento. 2. El “dolor malo” ¡Duele de verdad! Piensa en molestias en las articulaciones, calambres, desgarros musculares… 3. Escucha a tu cuerpo, si te duele (dolor malo), no lo hagas. 4. Las agujetas no son una respuesta que debamos buscar de forma intencionada. 5. Tener pequeñas agujetas tras los entrenamientos está bien, forma parte del proceso. 6. Tener agujetas sumamente dolorosas no es un buen indicador. Parte 3: Dentro del gimnasio Capítulo 10: El calentamiento El calentamiento, aunque no lo creas, es la base del entrenamiento. Es el primer paso que damos una vez que hemos entrado en el gimnasio y por ello, debemos de darle la importancia que se merece. Pero lamentablemente, esto no siempre es así. Hasta ahora, la manera clásica de calentar antes de realizar una sesión de pesas era subirse a la cinta o a la elíptica. Es lo primero que te dice el monitor de la sala: ─Súbete a la bici 10 minutos para calentar. Pero ese enfoque solo es útil para perder tiempo valioso de entrenamiento. Piénsalo, ¿Qué sentido tiene hacer 10 minutos de cardio antes de entrenar? ¿Dónde está la explicación? Lo hacemos porque es lo que vemos hacer a otra gente, porque es lo que nos han enseñado. Es una de esas cosas que se hacen por inercia, sin cuestionar nada, pero yo te animo a lo contrario, te animo a cuestionarlo todo. Si encendemos la televisión y ponemos un partido de fútbol, vemos que los jugadores empiezan el calentamiento trotando de forma suave, o sea, haciendo cardio. Si cambiamos de canal y ponemos un partido de baloncesto, la dinámica es la misma, antes de tocar balón, se hace cardio. Lo mismo ocurre en cualquier otro deporte, o incluso en el colegio en la clase de educación física. El calentamiento siempre es igual, no concebimos otra forma de calentar porque nunca hemos visto otra forma de hacerlo. Pero que no la hayamos visto, no significa que no exista. Es más, el tipo de calentamiento siempre dependerá de la actividad que vayamos a realizar después. Antes de calentar de una determinada manera, pregúntate ¿Qué es lo que voy a hacer en la próxima hora? Si lo que vas a hacer en la próxima hora no tiene nada que ver con el calentamiento que estás haciendo, probablemente no sea un calentamiento adecuado para esa actividad. Como ya viste en el capítulo 8 (los sistemas energéticos), en un entrenamiento de musculación, nuestra principal fuente de energía viene del sistema anaeróbico (láctico y aláctico), y realizar una actividad de componente aeróbico, como correr en la cinta, para prepararnos para hacer una de componente anaeróbico como entrenar con pesas, no parece tener mucho sentido. Si, el motivo que te dirán para que calientes haciendo 10 minutos de cardio, es que así consigues elevar la temperatura del cuerpo y lubricar las articulaciones para entrenar después. Pero esto es una verdad a medias. Entrenar en cualquier máquina de cardio (bicicleta, elíptica, remo...) implica movernos en un rango de movimiento limitado, haciendo que músculos como el psoas se acorten más aún. Algo que puede perjudicarnos más tarde mientras estamos entrenando. El objetivo del calentamiento es prepararnos de forma gradual para la actividad intensa que realizaremos posteriormente, ya sea de fuerza, de explosividad, o simplemente de movimiento (un entrenamiento normal de hipertrofia), y para ello elevar la temperatura del cuerpo y lubricar las articulaciones no es suficiente, ya que el principal problema del cardio utilizado para calentar, es que no hace nada por preparar al sistema nervioso. Por eso no es la forma más adecuada de calentar. Para calentar adecuadamente para una sesión de pesas, necesitamos activar nuestro sistema nervioso poco a poco y eso lo conseguimos con movimiento, pero con movimiento activo. Movimientos en múltiples planos y ángulos (flexión, extensión, rotación…) son los que conseguirán aumentar tu temperatura corporal y lubricar las articulacionesmientras que activas el sistema nervioso. Una estrategia “win-win”. Pero esa activación del sistema nervioso la tenemos que hacer de forma gradual y mediante fases. Fase de preparación general Esta es la primera fase del calentamiento y puede durar desde 5 hasta 15 minutos. Su objetivo principal es aumentar la movilidad de las articulaciones y “despertarlas” para poder trabajar después a más intensidad. Se deben priorizar articulaciones como las rodillas, caderas y hombros y de forma más secundaria los tobillos, codos y muñecas. Como ves, esta fase está orientada a las articulaciones y no a los músculos. Para mejorar el rango de movimiento de estas articulaciones se pueden realizar círculos de hombro, lanzamientos de piernas, trabajo de la posición de sentadilla… Si vas a https://www.fitnessenlanube.com/videoteca-de-ejercicios/, podrás ver un ejemplo de fase de preparación general que puedes tomar como referencia para construir tu propio calentamiento basado en tus necesidades. Activación específica del sistema nervioso Esta fase no es siempre necesaria y solo suelo recomendarla cuando posteriormente se va a trabajar a rangos de repeticiones más bajos (4-6 repeticiones), ya que para manejar cargas tan altas, activar específicamente el sistema nervioso puede suponer una gran ventaja. Esto es así, porque al fin y al cabo, todo el poder que emana de nuestros músculos viene del sistema nervioso. Por eso es tan importante tener el sistema nervioso completamente listo para trabajar. El problema de esto, es que su activación no es automática. No es como el interruptor de la luz, que lo pulsamos y de inmediato se enciende la bombilla. Encender el sistema nervioso es un proceso gradual, se va activando a medida que vamos trabajando. Por eso muchas veces notamos más pesada la primera serie del primer ejercicio que la tercera incluso utilizando la misma cantidad de peso. Para activar el sistema nervioso puedes utilizar ejercicios pliométricos o de potencia como sentadillas con salto, flexiones explosivas, lanzamientos.. En definitiva, esfuerzos cortos pero que requieran una gran explosividad y que no nos perjudiquen luego a nivel de fatiga para nuestro entrenamiento. Sin embargo, como he dicho al principio, esta fase no es siempre necesaria e incluso puede llegar a ser perjudicial para según qué personas. Por lo general, con personas de más de 40, 50 años o con personas totalmente novatas en el gimnasio o en la actividad física, no considero https://www.fitnessenlanube.com/videoteca-de-ejercicios/ necesario el trabajo explosivo porque puede suponer mucha presión sobre las articulaciones. Series de aproximación Una vez que hemos realizado la primera fase y puede que la segunda, aún no hemos terminado de calentar, todavía nos queda realizar la última fase: Las series de aproximación. Realizar este tipo de trabajo es muy sencillo, basta con ejecutar el primer ejercicio de tu entrenamiento con pesos progresivamente más pesados hasta llegar al peso con el que piensas entrenar ese día. Una de las claves de las series de aproximación es no hacer demasiadas repeticiones para evitar la fatiga ya que estas series no forman parte de nuestro entrenamiento sino del calentamiento. Este tipo de trabajo te permitirá practicar la técnica del ejercicio y sentirte cómodo para empezar a entrenar con la primera serie efectiva de tu entrenamiento. Como ves, estas son las tres fases (dos si no realizas la activación específica del sistema nervioso) que debería tener tu calentamiento. Muy distinto a los 10 minutos de cinta que se prescribe por norma general en los gimnasios. Ahora bien, el tiempo empleado para calentar puede ser muy variable dependiendo de distintos factores. La edad, por ejemplo, es un factor clave a la hora de calentar ya que una persona de 45 años necesitará mucho más tiempo de calentamiento que una persona de 20 porque la salud y movilidad articular entre otras cosas van a variar mucho entre ellos. Pero la duración del calentamiento no varía solamente entre personas, también influyen las condiciones individuales. Por ejemplo, si un día vas a entrenar y no te encuentras cómodo, has dormido mal la noche anterior, tienes la cabeza en otro sitio, estás entrenando en unas condiciones climáticas poco habituales o simplemente te notas falto de energía, necesitarás invertir más tiempo en tu calentamiento para poder realizar un entrenamiento óptimo. No te preocupes, el cuerpo te dirá cuánto tiempo necesita cada día para estar preparado, tú solo tienes que escucharlo. Por eso, durante el calentamiento debes estar concentrado visualizando tu entrenamiento posterior y alargar las fases del calentamiento tanto como sea necesario. ¿Y qué pasa con estirar antes de entrenar? Mucha gente confunde el calentamiento con una sesión de estiramiento, pero esto es otro error. Estirar los músculos antes de un entreno solo los hará más débiles. En palabras de Vern Gambetta: “Se calienta para estirar, no se estira para calentar”(14). Los estiramientos pasivos tienen un efecto relajante y por tanto no son apropiados para un calentamiento y pueden tener efectos negativos en nuestra explosividad, velocidad o agilidad. Después de estirar los músculos son menos sensibles a la estimulación y la contracción es más débil, algo que no quieres que ocurra precisamente antes de entrenar. Los estiramientos estáticos solo servirían para calentar si en nuestro entrenamiento posterior fuéramos a hacer alguna actividad que necesitara específicamente que estirásemos los músculos, como por ejemplo el yoga o alguna otra actividad parecida. El mismo razonamiento podemos aplicar al ejercicio cardiovascular como calentamiento, solo serviría si en nuestro entrenamiento posterior fuéramos a hacer alguna actividad que fuera cardio- dominante. O dicho de otra manera, calentar en la cinta de correr solo sería útil si tu entrenamiento consistiera en correr sobre la cinta. Capítulo 11: El objetivo del entrenamiento Se trata de estimular, no aniquilar -Lee Haney- La mentalidad de muchas personas al acudir al gimnasio, es darlo todo, hasta el último aliento, y eso está bien, es más, está genial. El esfuerzo siempre debe estar presente. Sin embargo, todos nosotros tenemos un volumen de trabajo máximo tolerable del que podemos recuperarnos. No hay una cifra exacta para todo el mundo ya que dependerá de varios factores muy personales: Edad, alimentación, descanso, genética, años de entrenamiento a las espaldas… Todos estos elementos juegan un papel fundamental en tu capacidad de trabajo. Para estimular de forma óptima nuestros músculos necesitamos entrenar dentro de nuestro umbral de trabajo. Un umbral que nos permita una estimulación máxima, una recuperación óptima y una adaptación sostenida. Esta adaptación se irá produciendo semana tras semana, mes tras mes y año tras año, haciendo que nuestra capacidad de trabajo vaya aumentando progresivamente. La capacidad máxima de trabajo explica por qué algunos métodos de entrenamiento no funcionan y nunca funcionarán. Esto ocurre porque no tienen en cuenta que la capacidad de trabajo es una variable muy individual. Cuando yo empecé a entrenar en el gimnasio, la información sobre los sistemas y los métodos de entrenamiento era bastante escasa. Internet no estaba tan plagado de gurús y el gimnasio no era una actividad que fuera tendencia en absoluto. En aquellos momentos, prácticamente la única fuente de información “fiable” que tenía eran las revistas de fitness y culturismo. El problema de estas revistas, o mejor dicho, de estos catálogos de suplementos con algo de lectura, es que comparten rutinas y métodos de entrenamiento de atletas profesionales, con décadas de experiencia en el gimnasio y con una alimentación y recuperación óptimas, además de otras ayudas adicionales. Y por si fuera poco, las rutinas que aparecen en estas revistas muchas veces son falsas. Pero independientemente de eso, para el público general, este tipo de rutinas no harán otra cosa que dejarte exhausto. No podrásrecuperarte de esos entrenamientos tan salvajes porque tu capacidad de trabajo no está alineada con la de esos culturistas profesionales. Ellos juegan en otra división. Durante mucho tiempo, ese tipo de revistas eran mi Biblia particular y seguía sus consejos al pie de la letra. Incluso llegué a comprar muchos de los suplementos que anunciaban (¿¡Cómo resistirse a esos anuncios tan llamativos!?) Como podrás imaginar, los resultados siguiendo ese tipo de consejos fueron inexistentes o en todo caso mínimos. Fue toda una pérdida de tiempo. Para que esto nunca te ocurra a ti, debes asegurarte de trabajar siempre dentro del umbral que tu capacidad de trabajo te permite y nunca sobrepasarlo. El factor “esfuerzo” siempre debe estar presente pero traspasar esa barrera te impedirá recuperarte y por tanto, no podrás crear las adaptaciones necesarias para aumentar tu masa muscular ¿Recuerdas el paralelismo del tirachinas que usamos en el capítulo 6 para explicar el sobreentrenamiento? ¡Nunca rompas la goma de tu tirachinas! Siempre que abandones el gimnasio te debes sentir con más energía de la que entraste, más fuerte, más concentrado. Eso es una señal de haber entrenado dentro de tu límite tolerable y es lo que debes esperar de cada entrenamiento. Particularmente, yo realizo mi trabajo más creativo justo al acabar de entrenar porque el entrenamiento me aporta, no me quita. Esto es importante, un estilo de vida fitness debería potenciar el resto de aspectos de tu vida, no hacerlos más difíciles. Cualquier tipo de entrenamiento debe tener un objetivo, debe tener una programación. Olvida esos entrenamientos que se venden como “test de supervivencia”. No se trata de sobrevivir, sino de progresar. Capítulo 12: Controla tu ego Si entrenas para obtener un cuerpo atlético y desarrollado, el objetivo que deberías perseguir es aumentar progresivamente tu capacidad de trabajo, no aumentar tu 1RM (repetición máxima). Lamentablemente, si entrenas por pura estética, las películas de Star Wars se equivocaban: El secreto NO está en la fuerza. La relación entre el aumento de la fuerza y el aumento de la masa muscular no es tan estrecha como se suele pensar. El deporte rey de la fuerza (powerlifting) no tiene nada que ver con el desarrollo físico. De hecho, aunque tienen elementos comunes, el objetivo final es completamente opuesto. Solo tienes que ver el desarrollo muscular de la mayoría de los powerlifters más exitosos de las categorías más pequeñas. Su fuerza en los movimientos reglamentarios (press de banca, sentadilla y peso muerto) es impresionante, pero su desarrollo muscular no lo es tanto. Esto tiene sentido puesto que no entrenan para ese fin. Si los powerlifters fueran las personas con más masa muscular del mundo, no necesitaríamos a los culturistas. Por tanto, la típica frase de ¿Cuánto levantas en el press de banca? es tan innecesaria como absurda si tu objetivo no es mejorar tus números en el press de banca. Entrenar tratando de mover el máximo peso posible del punto A al punto B, no te llevará muy lejos si lo que buscas es aumentar tu masa muscular. Es como pensar que nadar te hará mejor corredor. Sí, quizás mejores tu capacidad pulmonar, tu resistencia aeróbica, tu potencia muscular y eso repercuta positivamente en la carrera. Pero eso no significa que debas entrenar la natación para ser mejor corredor. Cuando entres en el gimnasio, debes utilizar los pesos para trabajar los músculos y no al revés. Si entrenas con esta mentalidad, la fuerza llegará. Pero ese aumento de fuerza, será un beneficio adicional de tu entrenamiento, no el objetivo mismo. Hacerse más fuerte no siempre significa añadir peso a la barra. No te preocupes tanto por cuánto peso levantas, y preocúpate más por cómo levantas el peso, que es algo mucho más importante. Esto te puede resultar duro de escuchar porque a todos nos gusta demostrar lo fuertes que somos en el gimnasio, pero tienes que estar por encima de eso. Tienes que dejar el ego en la puerta. De hecho, esta frase me encanta, si en algún momento de mi vida abriera un gimnasio, tendría un cartel enorme en la entrada que dijera justo eso: Deja tu ego en la puerta El ser humano es competitivo por naturaleza, somos así desde nuestros orígenes. Lo primero que tuvimos que hacer para venir a este mundo fue superar a otros miles de microorganismos para llegar primero a nuestro objetivo. Pero controlar tu ego es una ventaja. Controlar tu ego significa ser consciente de tus capacidades físicas actuales para que puedas aprender y progresar. Debes ser lo suficientemente firme como para decirte a ti mismo: ─No, aun no soy capaz de manejar esa cantidad de peso. Pronto podré, pero hoy no es ese día. Voy a coger un peso que de verdad pueda manejar con buena técnica, para sacarle todo el partido a mi entrenamiento. Créeme que progresarás mucho más rápido con este enfoque, sin mencionar que también tendrás menos riesgo de lesión que siempre es importante. Cuando yo me saqué el carné de conducir, mi madre me dijo que no debía tenerle miedo a conducir pero tampoco debía perderle el respeto al coche. Lo mismo ocurre con los pesos en el gimnasio, no debes temerlos, pero debes respetarlos. Tienes que aprender a ver el peso utilizado como una herramienta más. Un electricista no se preocupa de utilizar un solo destornillador, sino de utilizarlo correctamente junto con el resto de utensilios de su caja de herramientas. Aprende de los electricistas. No se trata de levantar más, sino de levantar mejor. Capítulo 13: ¿Cuánto peso debo utilizar? Esta pregunta es una de las dudas que más recibo de mis clientes y seguro que es una de las cuestiones que más veces se te ha pasado por la cabeza a la hora de entrenar en el gimnasio ¿Cómo diablos puedo saber qué peso utilizar? En realidad, no hay una respuesta universal y el peso a utilizar dependerá de lo que diga tu programa de entrenamiento. Sin embargo, si el programa de entrenamiento que estás siguiendo está enfocado para potenciar tu composición corporal, la manera más sencilla de determinar el peso a utilizar, es fijarnos en el número de repeticiones y en la distribución de las series. Lo más común, es que en cualquier programa de entrenamiento tengas 3 estructuras de series y repeticiones: Series lineales o series rectas En este tipo de series, debes realizar un número prefijado de repeticiones. En tu rutina de entrenamiento, dirá algo como: 3 x 12 (3 series de 12 repeticiones cada una). Esto significa que debes utilizar un peso que te permita llegar a hacer 12 repeticiones en cada serie, manteniendo un peso constante para cada una de ellas. Como hemos visto en el capítulo anterior, el peso es una mera herramienta, por lo que tendrás que ajustar esa herramienta a las necesidades del programa. Pero eso no significa que tengamos que llegar a la repetición número 12 sin ningún tipo de esfuerzo ¡Al contrario! De forma general, deberás seleccionar un peso que te permita levantar CON SEGURIDAD, más o menos un 80% de las repeticiones establecidas, y el 20% restante debería ser el verdadero reto de la serie. Series en pirámide Esta es una ligera variación de las series lineales o rectas, pero a diferencia de ellas, el peso varía en cada serie. Podemos verlo representado de la siguiente manera: 3 x 12, 10, 8. Esto significa que en la primera serie deberemos utilizar el peso necesario para llegar a 12 repeticiones, luego en la segunda serie, incrementaríamos el peso para llegar a 10 repeticiones y en la última serie, aumentaríamos de nuevo el peso para hacer 8 repeticiones. Este tipo de pirámide se denomina pirámide ascendente porque el peso se aumenta en cada serie para ajustarse a las repeticiones marcadas, manteniendo la intensidad. También se podría hacer de manera inversa, ejecutando una pirámide descendente, por ejemplo 3 x 8, 10, 12. En este caso se iría disminuyendo el peso en cada serie para poder llegar al número de repeticiones indicado. Las pirámides descendentes son un sistema de entrenamiento bastante interesante
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