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Índice
Portada
Dedicatoria
Agradecimientos
Introducción. La verdadera delgadez: más allá de los tópicos
1. NEUROCIENCIAS Y PÉRDIDA DE PESO
Descubrir las neurociencias
Una amplia red de pasarelas
Las herramientas prácticas de las neurociencias aplicadas
Todo el organismo está «bajo control»
Muchos ámbitos implicados
Investigaciones muy prometedoras
La «meditación médica»: un nuevo espacio terapéutico
Una aventura humana fuera de lo común
Los cinco factores que rigen la vida y… ¡la pérdida de peso!
Un nuevo enfoque de la nutrición
2. PSICO-NEURO-NUTRICIÓN: LA CLAVE DE UNA DELGADEZ SALUDABLE DURADERA
El laborioso camino de un descubrimiento
Una nueva visión de nuestras hormonas
De la neuro-nutrición a la psico-neuro-nutrición
Pensamientos y emociones «celulares»
El impacto del estrés en el metabolismo
Crear nuestro «cerebro socio»
Sufrimiento y compensación: un círculo vicioso
El programa neuro-adelgazante que restablece el orden
Apruebe su nuevo «permiso de conducir»
3. LA NEURO DELGADEZ: MODO DE EMPLEO
Su programa en dos fases
4. ¡MALDITA CELULITIS!:LA RESPUESTA DE LA NEUROCIENCIA
Las diversas caras de la celulitis
¡No hay maldita celulitis sin maldito estrés!
La estrategia anticelulitis: actuar a dos niveles
Su programa neuro-adelganzante «especial celulitis»
Los gestos anticelulitis complementarios
5. SU PROGRAMA DÍA A DÍA
Fase 1: La reprogramación psico-neuro-metabólica
Fase 2: La integración de los consejos alimenticios
2
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Conclusión
Epílogo
Anexos. Para ir más allá
Notas
Créditos
 
3
A mi mujer Valérie, mis dos hijos Loïc y Jauffrey; mis amores, mi energía motriz y
creativa.
A Alice, mi abuela: la luz y la dulzura de mi infancia, mi amor por la naturaleza. Tú me
llevaste a tu universo de maravillas. Todavía hoy, mi corazón lleva la huella de tu
dedicación y de tu bondad.
A los doctores y profesores M. Lallement, H. Castel, C. Jasmin, M. Rosenzweig, A.
Leiman, S. Breedlove, C. y S. Simonton, J. Creighton, B. Siegel, D.T. Jaffe, A. Guyton, J.
Kabat-Zinn, L. Schwartz, J.H. Schultz, A. Weil, M.-L. Schultz, David Servan-Schreiber y
Deepak Chopra.
Vuestro saber, vuestros textos o vuestra amistad me recuerdan cada día que el
agradecimiento de mis pacientes no me pertenece; que cuando curo o enseño, no hago
más que transmitir vuestra ciencia en consciencia y vuestra humanidad.
4
Agradecimientos
A la editorial Albin Michel, a Marc de Smedt, Laure Paoli, Caroline Signol por su
interés y su confianza… a lo largo del tiempo.
A Marie Borrel, por su talento humano y su vida de experiencia y consciencia al
servicio de la salud.
A Marylène y Jean-Pierre por su bondadosa fidelidad a mis ideas.
A Pascale, Tiffany y todo mi departamento científico de R y D por su
profesionalidad, su motivación y su amistad.
A todos aquellos y aquellas que son sensibles a esta pequeña frase de Saint-Exupéry
: «Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón».
Con varios colegas, todos voluntarios, el doctor Yann Rougier ha creado la W-Health
Foundation dedicada a la enseñanza de las neurociencias aplicadas para profesionales
y particulares.
En la página web neuro-minceur.org encontrará todos los ejercicios prácticos de
este libro, desarrollados y comentados: archivos de audio, descargables gratuitamente,
que permitirán ampliar, un poco más cada día, su «espacio delgadez» y su «espacio
bienestar».
Rediseñando su cuerpo, rediseña su vida.
Una web reservada a personas que sufren patologías crónicas que desarrolla un
acompañamiento terapéutico coordinado con los equipos de cuidados: delta-
medecine.org.
Descubrirá las cinco herramientas más importantes de las neurociencias aplicadas,
al servicio de la prevención y de su proceso de salud global, con el leitmotiv clave de
este libro: conviértase en actor de su delgadez, conviértase en actor de su salud.
5
Introducción
LA VERDADERA DELGADEZ: 
MÁS ALLÁ DE LOS TÓPICOS
«La locura es hacer todos los días lo mismo 
y esperar un resultado diferente».
ALBERT EINSTEIN
No puede haber mejor introducción a este libro que esta cita llena de sentido común y
de sabiduría formulada por Albert Einstein. ¡Mismas causas, mismos efectos! ¡Misma
visión de la delgadez, mismos resultados decepcionantes sobre la duración, incluso a
corto plazo! Como la mayor parte de candidato(a)s al adelgazamiento, usted está sin
duda convencido(a) de que adelgazar es lo mismo que perder peso «en su cuerpo». Esta
idea única de la delgadez, por no decir esta casi obnubilación, ha dominado los medios
de comunicación y los ámbitos científicos durante los tres últimos decenios, hasta el
punto de enraizarse profundamente en todas las mentes e incluso en las conciencias. ¡Sin
embargo, las conclusiones más recientes de las investigaciones en neurociencias
aplicadas demuestran que no tiene nada que ver! Ya sea el programa X o el método Y el
que haya adoptado para adelgazar, su sistema está abocado al fracaso si se contenta con
centrarse en los errores alimenticios que le han conducido a acumular kilos superfluos.
No vea en esta afirmación ningún deseo de desanimarle de antemano (o peor, de
culpabilizarle con otro leitmotiv emblemático: ¡si no se consigue adelgazar es que no hay
voluntad de hacerlo!). ¡Todo lo contrario, a la vista de los nuevos indicios científicos que
han aparecido! Modificando radicalmente la visión de las «causas» de su sobrepeso,
podrá modificar los «efectos» sobre su metabolismo. Esta visión totalmente nueva de la
delgadez le permitirá perder por fin todos los kilos superfluos, pero sobre todo no
recuperarlos. Y, lo más importante, esta pérdida de peso se hará desde el respeto a su
salud y a su «personalidad metabólica» (su «cordial» forma de asimilar y de transformar
o de acumular sus alimentos).
Entre todas las autoridades sanitarias esta constatación es actualmente inapelable:
desde hace más de medio siglo, innumerables regímenes y métodos de adelgazamiento
han invadido y saturado los medios de comunicación, y sus resultados duraderos (a largo
y medio plazo) brillan por su ausencia: régimen hipocalórico o hiperproteico, régimen
6
disociado o monodietas… (Hay más de 17.000 enlaces de regímenes en Internet,
afirmando una cosa y la contraria. ¡Alucinante!). La experiencia dice que todos estos
enfoques acaban siendo a menudo desequilibrantes, a veces agotadores (física y
moralmente) y en buena parte incluso peligrosos. Además, a menudo comportan una
recuperación de peso superior a la pérdida conseguida con tanto esfuerzo: es el
tristemente célebre «efecto yo-yo».
¿Por qué estos fracasos sistemáticos? Porque la pérdida de peso duradera no se
limita a la modificación (infinita) de la alimentación, combinada con un poco de
ejercicio físico. ¡De ser así haría décadas que los investigadores en nutrición más
importantes del planeta habrían conseguido crear «EL régimen» perfectamente
sistematizado y eficaz al cien por cien!
Así pues, cambiemos un segundo nuestro punto de vista para descubrir que la
delgadez no es solamente una cuestión de sistema digestivo, de metabolismo alimenticio
y de opciones nutricionales.
Fundamentalmente, el aumento de peso y por tanto su control, implican también a
nuestro sistema nervioso, nuestra mentalidad y nuestras emociones. Esto es lo que
demuestra de manera irrefutable la investigación en neurociencias, aplicada a la ingesta
alimenticia (véase también).
He dedicado más de treinta años de mi vida profesional a la «salud plena» (en la
cual incluyo el bienestar de una delgadez duradera) y, más globalmente, a la «felicidad
biológica humana» (un término menos técnico, pero también menos limitado que
«equilibrio metabólico»). He podido participar regularmente en numerosos programas de
investigaciones pluridisciplinares, en colaboración con colegas de diversas
especialidades (endocrinólogos, hematólogos, psicólogos, diabetólogos…) y en distintos
países (Estados Unidos, Japón, Canadá, España, China…). Esta trayectoria profesional
me ha llevado a interesarme por todas las teorías científicasválidas en materia de
adelgazamiento. No he seguido esa vía con ideas preconcebidas (y menos aún fijas), sino
con la mente abierta y una curiosidad insaciable, esforzándome siempre por mantener el
contacto directo con el «ser humano global»: cuerpo, mente y emociones. ¡Así he
llegado a la convicción de que el verdadero control de peso concierne a la totalidad de su
ser! A lo largo de mi trabajo y de mi experiencia clínica, he podido verificar que su
búsqueda de la delgadez no implica solamente la evolución de su silueta, la fuerza de su
deseo o el poder de su voluntad.
En realidad, cada vez que usted se lleva un alimento a la boca, lo hace bajo la
influencia de una cascada de neurotransmisores1 que «se abren paso a codazos» a cada
segundo, en los meandros de su cerebro. Ahora bien, esos mismos neurotransmisores son
también «esclavos dóciles» de sus pensamientos y sus emociones. Lo cual explica por
qué sus emociones mal gestionadas y sus pensamientos recurrentes (a menudo debidos al
estrés y a diferentes presiones inevitables que soporta en su vida) interfieren en su
7
comportamiento alimenticio y su metabolismo, haciendo fracasar la práctica totalidad de
regímenes adelgazantes, desde los más clásicos a los más disparatados.
De pronto, adelgazar ya no es solo una cuestión de «régimen» eficaz, de «buen
coach» o de «pastilla milagrosa». ¡Ningún régimen para adelgazar puede dar resultados
duraderos mientras la alimentación siga siendo su principal preocupación!
Me gustaría que dedicara tiempo a releer la frase precedente y a comprender este
concepto fundamental: ¡mucho antes de estar en su cuerpo, su sobrepeso está integrado
en su cerebro endocrino (el que gestiona el equilibro de sus neuronas) como estado
normal, incluso óptimo! Su peso ideal está así mentalmente desfasado, o más
exactamente desviado. Mientras esta creencia (errónea sin duda) no se corrija, todos sus
intentos de perder peso seguirán condenados al fracaso. Para perder peso de forma
duradera debe, en primer lugar, desprogramar estos esquemas distorsionados de su
cerebro, después reequilibrarlos y, finalmente, establecerlos como duraderos. Para que su
cuerpo se despoje de los kilos que ha acumulado, en primer lugar, debe recrear en su
consciencia, más que en su mente, un «espacio adelgazante» que luego será adoptado
por todo su metabolismo.
Inmediatamente, todo el concepto de delgadez, eso que parecía hasta entonces muy
complejo y muy laborioso, se simplifica. Visto desde ese ángulo innovador, el aumento
de peso se convierte en el «síntoma» banal de un desequilibrio neuro metabólico global,
y es así como hay que abordarlo.
Es ahí donde interviene la clave principal de las neurociencias aplicadas: «los cinco
factores del ser vivo» (presentados y explicados más detalladamente en el capítulo 1).
Las últimas síntesis pluridisciplinares manifiestan que todo aquello «vivo y humano» de
nuestra tierra, desde la célula más pequeña al organismo más complejo,
1. respira,
2. se nutre,
3. elimina sus desechos,
4. piensa y
5. experimenta emociones.
Hay un punto esencial, que me dispongo a subrayar inmediatamente: ¡todos estos
factores tienen la misma importancia! Es por tanto sobre esos cinco niveles sobre los que
habrá que actuar simultáneamente, para reequilibrarlos. Eso es lo que al final conducirá a
su cuerpo a despojarse naturalmente, sin sufrimiento ni carencia, de la grasa excedente
que se ha visto abocado a almacenar «por error» de programación metabólica. Todo
sobrepeso crónico está siempre ligado a un desequilibrio de estos «cinco factores del ser
vivo». Esa es la regla de oro del sobrepeso humano, descifrada en base a las
neurociencias.
Nuestro metabolismo energético, digestivo y adipocitario (el almacenaje de grasas
sucede en los adipocitos)2 interactúa de forma permanente con la manera como
8
pensamos, vivimos nuestras emociones, respiramos, nos nutrimos, y gestionamos
nuestros desechos (toxinas, contaminantes…). ¡No tener en cuenta, cada día, cada uno de
estos factores, es conservar y anclar profundamente los desequilibrios que han facilitado
acomodo al sobrepeso! ¡Y eso conduce forzosamente al fracaso, sea cual sea su
programa alimenticio, su disciplina, su voluntad e incluso la fama de su coach
adelgazante!
Puedo por tanto anunciar muy claramente esta regla número 1 neuro-adelgazante: la
causa fundamental del sobrepeso crónico no implica directamente nuestra alimentación,
sino nuestra manera de nutrirnos; implicando esta última a su vez a nuestros
pensamientos, nuestras emociones, nuestra forma de respirar y de gestionar nuestros
desechos interiores.
Le propongo por tanto descubrir este programa neuro-adelgazante innovador, eficaz
y práctico. ¡Gracias a él, va a entrar de lleno en la medicina nutricional del tercer
milenio! Va a descubrir que el control del peso ideal no puede ser más que la
consecuencia directa de un reequilibrio psico-neuro-metabólico global, y no un simple
objetivo de nutrición adelgazante.
Mi programa asocia cinco herramientas de salud metabólica complementarias que
funcionan en sinergia, en un proceso global de «psico-neuro-nutrición». La alimentación
tiene un papel determinante, por supuesto, ya que es imposible adelgazar sin modificar
positivamente su forma de nutrirse. ¡Pero no es prioritario, ni mucho menos! Otros
gestos adelgazantes esenciales preceden y complementan el programa alimenticio. El
adelgazamiento, y luego el mantenimiento del peso ideal, se convierten así en las
consecuencias lógicas de este reequilibrio metabólico global (habiendo demostrado las
neurociencias aplicadas que lo mental, las emociones y el cuerpo funcionan siempre en
conjunto, sin que sea posible disociar su actividad).
Este primer programa de adelgazamiento neurohormonal asocia a los
descubrimientos más recientes en materia de alimentación (índice glucémico, SLIM-
dataTM1,3 equilibrio ácido-básico, crono-dietética…), herramientas prácticas destinadas
a equilibrar y seguidamente a modular, la producción de los neurotransmisores
cerebrales que participan directamente en el aumento de peso. En este libro, pues,
aprenderá a gestionar su peso actuando simultáneamente sobre sus «cinco factores del
ser vivo».
Estas son las CINCO HERRAMIENTAS ADELGAZANTES que va a utilizar:
• 1. Respirar bien a diario: un protocolo de respiración sistematizada y
rítmica, para combatir el estrés y reequilibrar la producción de determinados
neurotransmisores cerebrales y hormonas responsables de las «falsas
hambres» y de los «desfallecimientos».
• 2. Eliminar toxinas de su cuerpo: un programa para ayudar a regenerar sus
órganos de digestión, de asimilación y de eliminación, a fin de frenar la
9
sobreacumulación de grasas y favorecer la eliminación de kilos inútiles.
• 3. Armonizar mentalmente su esquema corporal y remodelar las zonas
que lo necesiten: un protocolo de visualización mental, práctico e ilustrado,
para influir en el metabolismo lipídico y la plasticidad grasa.
• 4. Mejorar su gestión emocional: gracias a un ejercicio lúdico de
«espectador en consciencia» de su día a día; permite salir de los esquemas
psicoemocionales negativos que se traducen en el plano corporal en hambre
irrefrenable y en una sobreacumulación global. Para ir más lejos (si fuera
necesario) un «protocolo de intenciones», basado en un trabajo de escritura
simple y sistematizado, que permite derribar determinados «muros
adelgazantes» más profundamente enquistados.
• 5. Y finalmente, modificar poco a poco su alimentación: una vez que haya
preparado su cuerpo, su cerebro y su sistema nervioso para reconocer, y luego
aceptar serenamente, la necesidad de su peso ideal.
Llegados a este punto puedo enunciar la regla de oro neuro-adelgazante: todas las
herramientas tienen la misma importancia metabólica; es la sinergia de estas cinco
herramientas adelgazantes la que dará resultados duraderos (allí donde todos sus
antiguos regímenes han fracasado) desarrollando efectos metabólicos óptimos de
almacenaje y de remodelación. Su adelgazamiento se convertirá deeste modo en la
manifestación infalible de su bienestar biológico global.
Este libro le propone crear, paso a paso, este espacio adelgazante sólido y estable en
el seno de su cerebro, además de en su sistema nervioso y en su sistema digestivo. Su
«delgadez-bienestar garantizada de por vida» está al final de esta cadena beneficiosa.
¿Está preparado(a)? Pues en marcha hacia el apasionante país de las neurociencias y
de lo que estas nos han permitido descubrir y comprender sobre la delgadez. Yo le
llevaré seguidamente a descubrir consejos prácticos y el programa completo. Pero no nos
precipitemos…Usted acaba de cambiar en pocas líneas todos sus «puntos de vista sobre
la delgadez»… ¡Hay que darle tiempo para «digerir» esta nueva visión!
10
1
NEUROCIENCIAS Y PÉRDIDA DE PESO
«Los kilos de más en tu cuerpo traducen 
el peso del estrés excesivo en tu cerebro».
«Mens sana in corpore sano».
JUVENAL
¡Definitivamente, una mente sana necesita un cuerpo sano…, y la recíproca es
igualmente importante! El ser humano no es un individuo dividido en dos, en un lado su
cuerpo (corpore) y en el otro su mente (mens), funcionando cada uno por su lado de
forma libre e independiente. Esta visión fragmentada del ser humano ha prevalecido sin
embargo en el mundo occidental durante muchos siglos. Al mismo tiempo, otras
civilizaciones (en China, en India, en Japón, en determinados países de África, del
mundo árabe o de América del Sur…) consideraban al ser humano como un todo, una
entidad global nutrida por interacciones constantes entre sus dos vertientes: siendo una
(muy real), el cuerpo; la otra (más virtual) el universo de los pensamientos y de las
emociones.
A mediados del siglo pasado, los avances de la psicología y de la neuro física
tendieron un primer puente entre el cuerpo y la mente a través de una disciplina nueva: la
psicosomática. Este primer paso llevó a determinados médicos (escasos todavía en esa
época) a admitir que las enfermedades del cuerpo podrían provenir, en parte, de los
desequilibrios de la mente. Hoy en día, la ciencia confirma las intuiciones de los
antiguos gracias a una disciplina nueva: las neurociencias. La evolución pareja de los
conocimientos neurobiológicos y de las técnicas de diagnóstico por la imagen, han
permitido a los investigadores del mundo entero objetivar los efectos de nuestros
pensamientos y de nuestras emociones sobre nuestro cuerpo, y, al mismo tiempo, el
impacto de aquello que sucede en nuestro organismo sobre lo que tiene lugar en nuestra
preciosa caja craneal y nuestro sistema nervioso.
Más que una evolución, se trata de una verdadera revolución que nos permite tener
otra visión de todos los desequilibrios, pequeños y grandes, que perturban el buen
funcionamiento de nuestro organismo. El sobrepeso no es ajeno a ello. De lo cual se
deriva una primera constatación fundamental de la que ya he hablado: ¡la acumulación
11
de kilos superfluos no está ligada únicamente a aquello que comemos! El fracaso
permanente de los incontables regímenes que ha surgido a lo largo de los últimos
cincuenta años lo demuestra perfectamente. El exceso de peso no es ya imputable
únicamente a nuestros desórdenes emocionales. Es un individuo global quien aumenta de
peso. Es ese mismo individuo global a quien hay que tomar en consideración cuando se
trata de perderlo. Este es todo el propósito de este libro. Pero antes de presentarles con
detalle las herramientas que le permitirán actuar de forma coordinada en todos los frentes
(cuerpo, mente y emociones) para conseguir una pérdida de peso duradera, le propongo,
brevemente, conocer de manera más amplia el sorprendente universo de las
neurociencias, de sus descubrimientos y de sus aplicaciones prácticas. Al estar más
familiarizado con este nuevo espacio diagnóstico y terapéutico, usted podrá comprender
mejor, y por tanto aplicar mejor, cada una de las herramientas adelgazantes siguientes.
12
DESCUBRIR LAS NEUROCIENCIAS
El término «neurociencias» apareció en la lengua inglesa a finales de la década de los
sesenta, para designar la rama de la neurología que se dedicaba al estudio del sistema
nervioso desde un punto de vista «electrofisiológico». Es decir: el estudio de las señales
eléctricas en relación con las grandes funciones cerebrales, y cuyo electroencefalograma
(EEG) permite la traducción en forma de gráfico (las diversas ondas cerebrales). El
término fue seguidamente perpetuado gracias a los trabajos de dos premios Nobel: David
Hubel y Torsten Wiesel.4
Hoy en día, las nuevas herramientas de diagnóstico por la imagen (IRM, PET-Scan,
EEG cuantificado…) cada vez más sofisticadas, permiten objetivar con precisión las
diferentes zonas del cerebro activadas por nuestros estados mentales y emocionales. Es
asimismo posible observar con precisión los flujos de neurotransmisores5 poniendo de
manifiesto los pensamientos y las emociones que «agitan» nuestro sistema nervioso
central. Estos neurotransmisores son sustancias (algunas segregadas por las células
cerebrales, otras mayoritariamente producidas fuera del cerebro) que aseguran el paso de
las diferentes informaciones de una neurona a la otra, o de una neurona a un órgano.
Están presentes en mayor o menor cantidad en función de las situaciones a las cuales nos
enfrentamos, y de la forma en la que reaccionamos.
Midiendo su presencia y visualizando las regiones del cerebro concernidas, los
investigadores pueden ver, en tiempo real, de que forma funcionan nuestros dos
hemisferios cerebrales cuando estamos en situación de reflexión, de memorización, de
estrés, cuando sentimos emociones positivas o negativas… Esta auténtica revolución
científica, este «milagro en marcha» es cada vez mejor comprendido, traducido y luego
codificado, de forma que genera soluciones terapéuticas cada vez más eficaces y, lo más
fundamental en mi opinión, más y más humanas.
Actualmente, las neurociencias constituyen un «espacio científico» tecnológico y
médico perteneciente al ámbito de la investigación universitaria y hospitalaria. Si han
estado fuertemente mediatizadas desde principios de los años 2000, es porque han
permitido describir, con el rigor ético necesario, los estrechos vínculos que unen el
cuerpo físico, los pensamientos y las emociones (especialmente mediante el sistema
neuro hormonal). Así, las neurociencias permiten tender un puente, científico y
sistematizado, entre lo virtual de nuestros pensamientos y de nuestras emociones, y
nuestra realidad biológica, metabólica y digestiva.
Nuestros pensamientos y emociones participan muy estrechamente de eso que hace
de nosotros seres humanos. Ya era hora de que ocuparan una posición central en nuestro
equilibrio global y nuestra salud. Las neurociencias han permitido poner de manifiesto
su impacto directo, y a veces prioritario, en numerosos ámbitos (defensas inmunitarias,
sistema hormonal, metabolismos degenerativos, alergias diversas…), como el aumento y
la pérdida de peso. Investigaciones más específicas han revelado asimismo el papel
13
considerable y negativo del estrés crónico en la producción de dos hormonas
importantes: la insulina6 y la serotonina7 (lo retomaremos con detalle en los capítulos
siguientes). Las neurociencias aplicadas se derivan de estos descubrimientos. Su
finalidad es restablecer los equilibrios rotos, gracias a simples gestos cotidianos, a
herramientas de salud y de adelgazamiento cuyo impacto sobre la pérdida de peso ha
quedado claramente demostrado, y cuya eficacia duradera está reconocida hoy en día.
14
UNA AMPLIA RED DE PASARELAS
¡Las neurociencias como tales… no existen! Nadie puede ser «especialista en
neurociencia». Las neurociencias son un «espacio de diálogo». ¡Por eso hablamos de
neurociencias (en plural) mientras que nos referimos a la cardiología, la dermatología o
la reumatología (en singular)! Este plural expresa la vocación pluridisciplinar de esta
nueva vía de investigación. Puesto que las neurociencias agrupan el conjunto de
especialidades vinculadas con el funcionamiento del sistema nervioso ensu conjunto: el
cerebro, la médula espinal, los nervios, los órganos de los sentidos y el sistema nervioso
autónomo (el que gestiona nuestras funciones vitales ajenas a nuestro pensamiento
consciente: respiración, digestión…). Así, pertenecen al ámbito de las neurociencias
disciplinas como la neurología, la neurofisiología, la neuro radiología, la psicobiología o
la neuropsiquiatría. Otras especialidades, aunque parezcan más alejadas, conservan de
todos modos un vínculo de parentesco directo con estas investigaciones. Es el caso por
ejemplo de las ciencias cognitivas que agrupan, también, diversas disciplinas cuyo
objetivo común es describir, explicar y aclarar los mecanismos del pensamiento, de la
inteligencia, del lenguaje, de las percepciones sensoriales, de la memoria, de las
emociones, e incluso, progresivamente, de la consciencia.
Todas están disciplinas se cruzan, se influyen, se complementan y se enriquecen
mutuamente. De este modo desde hace una veintena de años, han surgido pasarelas que
permiten a los científicos comunicarse allí donde, en otro tiempo, cada uno trabajaba su
propio campo sin preocuparse de los descubrimientos de los demás. El cardiólogo se
ocupaba del corazón, el nefrólogo de los riñones, el dermatólogo de la piel, el psiquiatra
de los trastornos mentales… Gracias a las neurociencias y a lo que revelan sobre el
funcionamiento global de nuestro organismo, es posible hoy en día reunificar el «arte
médico» en sus diferentes facetas, tanto en lo concerniente a la comprensión de los
trastornos como a su diagnóstico, a su pronóstico y a los medios susceptibles de ser
utilizados para mejorar, e incluso curar.
Estas neurociencias constituyen pues, en sí mismas, un nuevo espacio de diálogo
científico y humano que interpela a las diferentes especialidades médicas vinculadas con
el cerebro y el sistema nervioso. Se puede decir que todo el ámbito médico está
implicado. Porque nada, en nuestro organismo, escapa completamente al control del
sistema neurocerebral. Todas nuestras funciones, todos nuestros metabolismos, todos
nuestros órganos funcionan bajo la dirección de nuestro equipamiento nervioso y
cerebral. Este también es el caso, sin duda, de nuestro sistema metabólico que controla el
cien por cien de nuestros procesos de control del peso, a través de la combustión, la
acumulación y la pérdida de grasas en el interior de nuestros adipocitos.
15
LAS HERRAMIENTAS PRÁCTICAS DE LAS NEUROCIENCIAS APLICADAS
Esta nueva vía de investigación ya ha permitido ayudar y aliviar a un importante número
de personas, médica, social, y moralmente de forma simultánea. Si bien las sobre
especializaciones médicas8 «fragmentan» al hombre en unidades funcionales cada vez
más y más pequeñas (hasta el punto de que, por debajo de un determinado nivel, ya no
tienen ningún vínculo directo con el ser humano), las neurociencias describen
científicamente el esquema coherente de un «hombre global», en el que el cuerpo, la
mente y las emociones están en permanente interacción.
El filósofo griego Platón ya lo había formulado intuitivamente, cuando afirmó que
la parte no puede funcionar bien cuando el todo no funciona. Ese todo, es el ser vivo. En
el tema que nos preocupa aquí (la delgadez), se trata del «ser vivo humano»: un cuerpo,
una mente y una moral indisociablemente unidos. Ahora lo comprenderán: todos sus
pensamientos y sus emociones dejan rastros biológicos perceptibles y cuantificables en
el interior de las neuronas (las células cerebrales) y de todos los tejidos orgánicos que
estas ponen en movimiento.9 Los investigadores demostraron en primer lugar el vínculo
existente entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario, dando lugar a la neuro
inmunología. Seguidamente, nuevos descubrimientos validaron el mismo vínculo
estrecho entre nuestro sistema nervioso y nuestras funciones hormonales y
metabólicas.10 Finalmente, los descubrimientos más recientes en síntesis pluridisciplinar
han permitido desarrollar, después de sistematizar, programas dedicados al control de
nuestras ingestas alimenticias y a la forma cómo nuestro metabolismo gestiona la
combustión, el almacenaje y la pérdida de grasas. El espacio de las «neurociencias
aplicadas» ha generado de este modo herramientas prácticas que ponen en contacto
nuestro sistema nervioso y nuestros sistemas de control de peso, a fin de restablecer el
equilibrio. Los anglosajones los han llamado HGT (Health Giving Tools, «Herramientas
Promotoras de Salud»).
Estas HGT naturales, fáciles de comprender y por tanto de integrar en su
cotidianidad, desarrollarán día tras día un espacio de equilibrio más y más amplio en el
seno de su metabolismo adelgazante. El impacto positivo y duradero de estas
«herramientas promotoras de salud» ha sido claramente demostrado por numerosos
estudios clínicos, en diferentes universidades.
16
TODO EL ORGANISMO ESTÁ «BAJO CONTROL»
Usted quizás se dice: bien, pero eso no debe concernir la totalidad de nuestras funciones
corporales. No se engañe. El conjunto de nuestro cuerpo está definitivamente implicado.
Veamos un ejemplo simple: el exceso de colesterol. Hace unos años, la mayoría de los
médicos generalistas se contentaban con prescribir un medicamento: una molécula capaz
de neutralizar la disfunción metabólica. Posteriormente han adoptado la costumbre de
combinar su receta con consejos alimenticios centrándose en las grasas y después los
azúcares. Actualmente sabemos que el metabolismo del colesterol sobrepasa de largo
este marco nutricional y orgánico. El sistema nervioso participa en la producción de
colesterol actuando directamente sobre el hígado, y las situaciones de estrés la modifican
ampliamente (¡a veces puede pasar de simple a doble!). Resultado: frente a un paciente
afectado de hipercolesterolemia, las neurociencias nos enseñan que conviene promover
prioritariamente11 consejos alimenticios, pero también gestos cotidianos antiestrés
(ejercicios respiratorios, sesiones de relajación, sofrología, formación en
autohipnosis…).
El ejemplo de la úlcera de estómago también es muy elocuente. Hace unas décadas
se recomendaban protectores gástricos, después, durante los años 1990, «inhibidores de
protones» (IPP); medicamentos destinados a disminuir la producción de sustancias
ácidas en el estómago. Pero estos tratamientos no bastaban para calmar el sufrimiento a
veces intenso de los enfermos. En ocasiones se realizaba una intervención quirúrgica
para eliminar la parte de la pared estomacal afectada por la úlcera. Más adelante, se
descubrió que había una bacteria implicada: Helicobacter pylori. Entonces se empezaron
a recetar curas antibióticas a los enfermos. Actualmente se sabe que estas herramientas,
por separado, son insuficientes. El estómago está muy inervado y las relaciones entre
estómago, sistema nervioso y cerebro se han demostrado claramente. La composición de
nuestra sangre, nuestras enzimas digestivas y nuestras bacterias intestinales se relaciona
casi directamente con nuestras emociones y con el estrés que soportamos. Para acabar
con esta patología, es necesario por tanto combinar estos distintos enfoques. Además de
los medicamentos (antibióticos cuando hay presencia de bacterias; IPP cuando es
necesario…), es conveniente transmitir a los pacientes consejos alimenticios adaptados,
y sobre todo proponerles sesiones de relajación y de respiración para ayudarles a
gestionar mejor su estrés de cara a limitar su impacto negativo directo sobre el
estómago: la hiperacidez.
Hasta un problema en apariencia tan física (e incluso mecánica) como la artrosis se
beneficia, desde hace poco, de este nuevo enfoque pluridisciplinar. La dietética juega un
papel, ya que determinadas opciones alimenticias permiten limitar la acidez del interior
de nuestro cuerpo. Ahora bien, el exceso de acidez aumenta la inflamación crónica
responsable de los dolores articulares. Por otro lado, el estrés intensifica a la vez la
acidez interna y la percepción de los dolores. La acumulación de desechos metabólicos
17
en las articulacionesintensifica los síntomas. Un programa anti-artrosis completo sumará
por tanto a los tratamientos localizados, consejos alimenticios, hábitos detox , y prácticas
procedentes de las neurociencias destinadas a limitar el estrés, a gestionar mejor los
dolores y a recuperar la armonía del esquema corporal global.
En todos los casos, es la asociación de estos distintos hábitos terapéuticos lo que
permitirá conseguir un resultado duradero; ese que ninguna de esas herramientas habría
permitido lograr por sí sola. La hipercolesterolemia concierne pues al cardiólogo, como
la úlcera incumbe al gastroenterólogo y la artrosis al reumatólogo. Pero estos tres
trastornos implican también al nutricionista, y al psicoterapeuta o al relaxólogo
(especializado en entrenamientos autógenos).12 Esta constante se verifica en todas las
situaciones que comprometen a nuestro metabolismo corporal. Cada célula, cada tejido,
cada órgano está implicado. Empezando por el sistema que construye cada día nuestro
cuerpo: el sistema digestivo. O más exactamente, el sistema neurodigestivo que gestiona
con mano de hierro la asimilación de los alimentos que ingerimos, controlando de este
modo la acumulación y la pérdida de grasa. Toda la regulación del peso depende de ello
(ver las explicaciones en el capítulo siguiente). Este sistema constituirá por tanto el
objetivo prioritario de las herramientas adelgazantes de nuestro programa.
18
MUCHOS ÁMBITOS IMPLICADOS
Las interacciones entre los estados mentales y emocionales por un lado, y el sistema
cardiovascular por otro, ocupan el centro de numerosas investigaciones. Una de ellas
demuestra claramente que el estrés psicosocial es un factor agravante de las patologías
cardíacas. Un estudio norteamericano,13 publicado por The Lancet,14 revela que más del
cuarenta por ciento del riesgo de infarto de miocardio es imputable al estrés y a los
desórdenes psicoemocionales que se derivan de este.
Otro estudio permitió observar a personas afectadas de coronariopatía (vasos
cardíacos afectados) en una situación de estrés mental leve: se les pide que hagan
ejercicios aritméticos sencillos mientras se estudian las variaciones del flujo sanguíneo
en sus arterias coronarias. Resultado: este estrés mental, aunque breve y leve, basta para
conllevar un estrechamiento del vaso sanguíneo afectado por la enfermedad.15 ¡Con
todas las consecuencias (y el aumento del riesgo) que se pueden imaginar! Otros
estudios permiten constatar que el riesgo de crisis cardíaca es tanto más elevado cuantos
más episodios de cólera o de frustración sufran las personas controladas. Todas estas
publicaciones científicas muestran hasta qué punto nuestro sistema cardiovascular está
afectado por lo que pasa «en nuestra cabeza». Las páginas siguientes le permitirán ver
que el impacto diario de nuestros pensamientos, estrés y emociones mal gestionadas
constituye el «eslabón perdido» de todos los conceptos que atañen al control duradero
del peso.
Los conocimientos en materia de medicina están en constante progresión. Ya lo he
señalado: en el siglo XVIII, los médicos trataban intuitivamente de curar a un paciente
«en su conjunto», porque sus limitadas herramientas de investigación no les permitían
una aproximación más elaborada. En el siglo XX, los avances técnicos permitieron
comprender mejor lo que pasaba en el cuerpo de los pacientes. Pero, por un efecto
perverso, eso llevó a la medicina a curar a un «hombre fragmentado» utilizando
herramientas hiper especializadas. La neuro medicina del siglo XXI reúne de nuevo los
fragmentos de ese hombre atomizado por la hiper tecnicidad. Devuelve a ese hombre su
condición humana, su coherencia orgánica y su armonía celular, sin perder una sola
parcela de los conocimientos adquiridos anteriormente.
Ese es, el «milagro» de las neurociencias aplicadas a las diferentes especialidades
médicas: liberan al médico de los excesos (y a veces de la ceguera) de la hiper
especialización y devuelven al paciente un papel central en la prevención de la
enfermedad y el mantenimiento de su salud. Este es uno de los puntos clave de la
eficacia terapéutica a largo plazo de las neurociencias aplicadas.
Esto me permite enunciar la tercera regla de oro de las neurociencias aplicadas:
para una delgadez duradera, el paciente16 debe convertirse en actor de su delgadez o de
su curación.
19
INVESTIGACIONES MUY PROMETEDORAS
Se han realizado experimentos en numerosos ámbitos, desde la psico-neuro-medicina al
vasto campo del dolor. ¡En el centro hospitalario universitario de Lieja, Bélgica, la
doctora Marie-Élisabeth Faymonville opera regularmente pacientes, no bajo anestesia
farmacológica intensa, sino bajo hipnosis! Varios miles de pacientes han sido tratados
así, y el recurso de la anestesia clásica durante la intervención solo ha sido necesario en
menos de veinte casos. ¿Cómo es posible eso? La observación, en tiempo real, del
cerebro de pacientes operados con hipnosis muestra una activación, o al contrario una
inhibición, de determinadas zonas cerebrales implicadas en la percepción del dolor, a
nivel a la vez sensorial y emocional. El simple hecho de cambiar el estado de
consciencia y de modificar la focalización de sus pensamientos (por tanto, modificar la
actividad del cerebro) permite de este modo transformar los mensajes de la sensación
dolorosa, hasta el punto de hacerla desaparecer totalmente.
El impacto de nuestros pensamientos, imágenes y esquemas mentales se manifiesta
a veces de manera extremadamente precisa y palpable. En la Clinic Foundation de
Cleveland, Ohio, el doctor Guang Yue sometió a veinticuatro personas a una experiencia
asombrosa que duró tres meses, a razón de quince minutos, cinco veces por semana.17 A
las personas se las invitaba a «imaginar» que contraían el músculo abductor de su
aurícula. Otra muestra de participantes no recibía las indicaciones para el ejercicio
mental, pero era colocada en las mismas condiciones (entorno, postura, respiración…).
Se observaba el cerebro de todos las personas en tiempo real. Resultado: las personas
que realizaban el ejercicio de imaginación vieron aumentar un treinta y cinco por ciento
su fuerza muscular en el dedo meñique. La observación de su cerebro permitió constatar
que el músculo en cuestión recibía una señal que comprometía todas las zonas
habitualmente implicadas en el movimiento: el córtex prefrontal utilizado por la idea del
gesto, después el córtex premotor movilizado por la intención, y finalmente el córtex
motor implicado en su realización. ¡Y esto sin que ellos movieran… el dedo meñique!
20
LA «MEDITACIÓN MÉDICA»: UN NUEVO ESPACIO TERAPÉUTICO
Nuestros pensamientos y nuestras emociones pueden así, según su contenido (intensidad,
persistencia…) perturbar nuestro buen funcionamiento corporal o, al contrario,
favorecerlo. Quedaba por saber cuáles son los pensamientos y las emociones favorables
tanto para nuestra mente como para nuestro cuerpo. Desde hace unos años, la meditación
«de consciencia plena» ha ganado numerosos adeptos en el mundo occidental después de
haber sido ampliamente aceptada en el ámbito médico anglosajón. Hasta el punto de que
más de doscientos hospitales la han integrado en todos sus protocolos terapéuticos. Este
modelo fue puesto a punto y popularizado por un investigador norteamericano, Jon
Kabat-Zinn, que se inspiró en determinadas prácticas orientales ancestrales. Las despojó
de todo «folklore» y sistematizó científicamente los principales gestos de cara a
organizar una técnica simple y accesible para todos. Consiste, esquemáticamente, en
focalizar su atención en el momento presente concentrándose en sus percepciones
corporales (y prioritariamente en su respiración pautada) para relajar las corrientes de
pensamientos y hacer que baje el nivel de tensión interior. Las bases son fáciles de
aprender. Luego basta con practicarlo regularmente, durante periodos de tiempo bastante
cortos (quince minutos aproximadamente) compatibles con nuestra vida.
«Los términos «meditación» y «medicina» tienen la misma raíz indoeuropea»,18subraya Jon Kabat-Zinn. ¿Existiría un vínculo inmemorial entre esas dos disciplinas? El
caso es que los efectos de esta técnica de «reducción del estrés» han sido objeto de
numerosas investigaciones en neurofisiología y en psicobiología médicas. Así, ha
quedado demostrado que la práctica regular de esta meditación-respiración influye en
nuestro cuerpo de múltiples maneras. La reducción del estrés que conlleva mejora el
funcionamiento cardiovascular, regula favorablemente el metabolismo, disminuye el
dolor… Incluso parece que contrarresta la aceleración del envejecimiento celular
frenando el efecto nocivo del estrés en los telómeros.19 Este último término designa
segmentos del ADN, situados en los extremos de los cromosomas. Los telómeros están
involucrados en la división celular y en la reparación de las anomalías genéticas.
También contrarrestan todos los procesos de envejecimiento. El estrés favorece una
disminución de estos telómeros, lo cual provoca una aceleración del envejecimiento
celular. La práctica regular de la meditación de consciencia plena ralentiza por el
contrario su disminución, protegiendo así a las células con mayor eficacia que cualquier
medicamento antienvejecimiento.
Veamos otro ejemplo significativo: un equipo de investigadores de la universidad
de Oxford, en Gran Bretaña, analizó los resultados de nueve estudios dedicados al
impacto de la meditación de consciencia plena sobre la depresión, comparándolo con los
tratamientos tradicionales (incluidos los medicamentos químicos antidepresivos).20 ¡La
mejora de los pacientes se demostró tan importante como con los otros tratamientos, y
21
sobre todo mucho más duradera, ya que el riesgo de recaída disminuyó en más de un
treinta por ciento, y los efectos secundarios en más de un cien por cien!
De este modo, la evolución tecnológica de las neurociencias ha permitido que sea
observable y palpable esta idea ampliamente difundida por las medicinas tradicionales
en todas partes del mundo: es imposible separar, escindir, las interacciones entre el
cuerpo y la mente. Y eso, tanto en relación con las manifestaciones sintomáticas de las
enfermedades como con su tratamiento. La meditación de consciencia plena no es más
que una herramienta entre otras. Lo esencial es conseguir relajar el sistema nervioso para
reducir el impacto del exceso de estrés, y para regular los flujos emocionales, a fin de
reprogramar los elementos neuro orgánicos capaces de perturbar nuestra vida tanto
psíquica como corporal.
22
UNA AVENTURA HUMANA FUERA DE LO COMÚN
Antes de volver al tema central que nos preocupa a todos y todas aquí, la pérdida
duradera de peso, querría contarle una historia muy sorprendente, casi increíble, pero que
convertirá en realmente viva y humana esta presentación de las neurociencias aplicadas.
Phakyab Rinpoché es un monje tibetano formado junto a los más grandes sabios, y cerca
del Dalai Lama.21 Pasó varios meses en las cárceles chinas donde sufrió, como muchos
otros antes que él, torturas inimaginables. Tras conseguir salir milagrosamente del Tíbet
y llegar al norte de la India, fue enviado a Estados Unidos para organizar cursos y
difundir la enseñanza de la cultura tibetana. Pero cuando logró llegar a tierras
norteamericanas, su estado de salud era muy inquietante. Fue por tanto hospitalizado
inmediatamente en Nueva York, en una unidad especial dedicada a personas que habían
sido torturadas. Los médicos le diagnosticaron una tuberculosis ósea que había afectado
la columna vertebral22 y un principio de gangrena en el pie derecho, cuyos huesos en su
mayoría habían sido triturados por las torturas. Después de haber intentado diversos
tratamientos antibióticos sin resultado, llegó el mazazo: todos los médicos estaban de
acuerdo en recomendarle la amputación de la pierna por debajo de la rodilla y la
colocación permanente y definitiva de un corsé.
El monje dudó durante mucho tiempo. Los médicos insistían, advirtiéndole de que
el mal solo podía empeorar y que, si esperaba demasiado, habría que amputar a la altura
de la cadera. Sin embargo, una vocecita interior le decía que no aceptara. Entonces pidió
opinión al Dalai lama, que le contestó simplemente: «¿Por qué buscas la curación fuera
de ti? Posees en ti la sabiduría que cura y, una vez curado, enseñarás al mundo cómo
curar». Phakyab Rinpoché abandonó el hospital, suspendió los tratamientos y organizó
su propio programa de meditación basado en los conocimientos que había acumulado
durante su formación en la India y en el Tíbet. Durante meses, meditó largamente cada
día, siguiendo protocolos muy antiguos y de una gran precisión reservados a los
iniciados. Su estado mejoró muy gradualmente. Su gangrena y su tuberculosis
remitieron. La articulación de su tobillo, totalmente destruida por la necrosis celular,
empezó enseguida a «brotar», lo cual es increíble desde el punto de vista de la medicina
occidental. Hoy en día, el monje está totalmente curado y lleva una vida normal. Si bien
la reconstrucción de su tobillo no ha generado una articulación idéntica a la original,
puede andar como todo el mundo.
Esta extraordinaria historia no tiene nada de cuento. Los médicos hospitalarios
norteamericanos entregaron informes regulares que certificaban y documentos médicos
que apoyaban (radiografías y exámenes biológicos) la increíble curación de Phakyab
Rinpoché. Es verdad que todo el mundo no puede esperar ese tipo de resultados. ¡Y yo
no le propondré que se convierta en un monje tibetano para perder los kilos que le
sobran! Pero este caso demuestra hasta qué punto nuestro cerebro (vía nuestros estados
23
mentales y emocionales) es capaz de actuar poderosamente sobre nuestro cuerpo,
transformarlo y regenerarlo.
24
LOS CINCO FACTORES QUE RIGEN LA VIDA Y… ¡LA PÉRDIDA DE PESO!
Hasta la fecha las neurociencias han demostrado claramente las constantes interacciones
entre nuestro funcionamiento biológico, nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro. Y
eso en todos los ámbitos de nuestro metabolismo, incluido el aumento y la pérdida de
peso. Esta constatación lleva a enunciar la «regla fundamental de la delgadez», esa que
guiará todo este libro y a establecer la base de eficacia de su programa de pérdida de
peso: usted solo puede adelgazar de forma duradera y respetando su salud si colabora
con «el espacio metabólico» de su cerebro, a fin de que este pueda aceptar (a nivel
neurobiológico) su pérdida de peso y posteriormente decidir ponerla en práctica.
Repito: todos los regímenes (desde los más serios a los más descabellados, y
desgraciadamente, a los más peligrosos) que quieren imponer la delgadez a su
organismo antes de haberla «inscrito» en el espacio de delgadez asignado en el cerebro
están destinados al fracaso. Y lo que es peor: imponen a su cuerpo y a su mente un
«sobre estrés» de vigilancia permanente, de frustración, además de culpabilidad y de
duda cuando usted se «rinde». Este círculo infernal puede incluso generar, a corto y
medio plazo, un estado de fatiga crónica física y psíquica, llegando a veces a la
subdepresión (depresión leve). ¡Comprenderá que el reto es importante! Sobrepasa
ampliamente su deseo de adelgazar. Concierne a su calidad de vida en todo su conjunto.
Recuerde: todo sucede como si un determinado esquema corporal y ponderal
estuviera «inscrito» en su cerebro, como si el «peso ideal» registrado fuera erróneo. Para
perder peso de manera eficaz y duradera, primero hay que «desprogramar» este esquema
y reequilibrarlo. Y esto solo se puede hacer si usted actúa, simultáneamente, sobre
diversos factores de su ámbito gracias a herramientas de adelgazamiento útiles
perfectamente adaptadas, escogidas en función de su eficacia y sobre todo de su sinergia.
Como decía el filósofo griego Aristóteles: «El todo es más que la suma de las partes».23
Una forma de aludir al efecto sinérgico mucho antes de que esta idea tuviera un nombre
oficial.
¿De qué herramientas de salud cotidianas se trata? Para entenderlo, hay que volver
a esta noción esencial de las neurociencias aplicadas,mencionada ya al principio de este
libro. Recuerden los «cinco factores del ser vivo»: todo lo que está vivo y es humano en
esta tierra, hasta la más pequeña de las células,
1. se nutre,
2. respira,
3. elimina sus desechos y se protege,
4. piensa y
5. experimenta emociones.
25
Esta «carta de las neurociencias aplicadas» fue desarrollada por mi grupo de
colaboradores (Estados Unidos, Japón, España, Francia). Juntos establecimos que cada
célula se alimenta ingiriendo los nutrientes acarreados por la sangre y proporcionados
por la alimentación. Ella respira absorbiendo el oxígeno que le es aportado por la misma
vía. Seguidamente se desprende de sus desechos (gas carbónico, residuos metabólicos…)
Hasta ahí, todo muy comprensible. A estas tres dimensiones, conviene sin embargo
añadir otras dos, fundamentales. Las células dialogan sin cesar entre ellas a través de
intercambios nerviosos y hormonales (es el equivalente al pensamiento). En resumen,
reciben el impacto de nuestras emociones, las cuales les influyen por medio de una red
muy abundante de conexiones y de comunicación entre los grupos de neuronas (véanse
las explicaciones en el capítulo 2).
 
Estos cinco factores esenciales se hallan en todos los niveles de nuestra
organización corporal, de los más simples a los más complejos. Cuando un desequilibrio
se instala (por ejemplo, el aumento de peso), afecta enormemente a la armonía de estos
cinco factores. Para acabar con ello (y perder los kilos superfluos de forma duradera),
será necesario por tanto actuar simultáneamente a todos esos niveles, vía la alimentación
naturalmente, pero también la respiración, la eliminación de toxinas, el control de los
pensamientos ligados al estrés y la gestión de las emociones perturbadoras. Es este
conjunto de actos reflejos saludables lo que permitirá restablecer el equilibrio de
delgadez roto, ya que todo sobrepeso crónico y duradero está siempre ligado a un
desequilibrio más o menos profundo, más o menos antiguo y más o menos enraizado de
los «cinco factores del ser vivo».
26
UN NUEVO ENFOQUE DE LA NUTRICIÓN
El programa que yo le propongo asocia pues cinco herramientas para la delgadez
complementarias y sinérgicas, dentro de un marco global de psico-neuro-nutrición. La
alimentación tiene su papel, sin duda, porque es imposible adelgazar sin reequilibrar al
mismo tiempo la manera de nutrirse (los consejos alimenticios van en primer lugar
dirigidos a una alimentación saludable, y no a un régimen restrictivo fuente de
frustración y de sobre estrés). ¡Pero el programa no se limita a eso, ni mucho menos!
Pequeños ejercicios de respiración, de eliminación de toxinas, de relajación antiestrés, de
reprogramación del esquema corporal y de gestión de las turbulencias psíquicas,
preceden y complementan el programa alimenticio. Dado que antes de pensar en comer
mejor, primero, necesariamente, hay que «preparar el cerebro» para la pérdida de peso.
De lo contrario todos los esfuerzos alimenticios estarán abocados al fracaso.
Ha llegado la hora de entrar en el detalle y en la práctica de este nuevo enfoque del
sobrepeso y de la delgadez: la psico-neuro-nutrición al servicio de su nueva silueta, pero
también de su nuevo bienestar y de su nueva vitalidad.
LO QUE HAY QUE RECORDAR
• Es un individuo global (cuerpo, pensamientos y emociones) quien aumenta de peso. Es este mismo
individuo global el que hay que tener en cuenta cuando se quiere adelgazar.
• Las neurociencias se sitúan en la confluencia de numerosas especialidades médicas, que se aúnan en un
enfoque global de la salud.
• Utilizan herramientas de observación muy sofisticadas para visualizar in situ y en tiempo real, el
funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, sobre todo en las situaciones de estrés y de tensión
psicológica.
• Han permitido comprender mejor los vínculos cuerpo/mente, y elaborar herramientas prácticas capaces
de mejorar el bienestar psíquico y psicoemocional. La delgadez forma parte de ello.
• Las neurociencias aplicadas invitan a cada uno a convertirse de lleno en «actor de su curación». Y, por
tanto, de su salud y de su pérdida de peso.
• Todo ser vivo y humano, desde la más pequeña célula al organismo más complejo, respira, se nutre,
evacúa sus desechos, piensa y experimenta emociones. Estos son los «cinco factores del ser vivo».
• El aumento de peso implica un desequilibrio de estos cinco factores complementarios y sinérgicos. Para
perder kilos superfluos, hay que actuar sobre estos cinco niveles al mismo tiempo.
• Este nuevo método «neuro-adelgazante» propone cinco herramientas prácticas, que permiten reequilibrar
estos cinco factores.
• La alimentación forma parte de ello, pero no constituye más que una quinta parte del enfoque. Recupera
un lugar más justo en el dispositivo de pérdida de peso.
• Las tres reglas de oro de las neurociencias aplicadas a la pérdida de peso: primero, el sobrepeso crónico
no concierne directamente a los desequilibrios de nuestra alimentación, sino a los de nuestras
neurohormonas. Segundo, es la sinergia de estas cinco herramientas adelgazantes lo que dará resultado,
allí donde la alimentación sola fracasa desde hace décadas. Finalmente, para conseguir una delgadez
duradera, cada uno debe convertirse de lleno en «actor de su adelgazamiento».
27
28
2
PSICO-NEURO-NUTRICIÓN: 
LA CLAVE DE UNA DELGADEZ 
SALUDABLE DURADERA
«Cuando una emoción es demasiado pesada de digerir, la mente busca la ayuda del cuerpo: ¡esto se llama
kilos de más!».
«El sobrepeso no es la consecuencia de un consumo excesivo de alimentos. Este consumo excesivo de
alimentos es la consecuencia de la verdadera causa del sobrepeso: el desequilibrio psico-neuro-metabólico».
Todos aquellos (y aquellas) que han intentado ya perder peso —y son muy numerosos,
lo sé— saben hasta qué punto puede resultar difícil, frustrante, estresante, agotador,
física y a menudo moralmente. Hay que hacer esfuerzos constantes, pasar momentos de
depresión y de desánimo que en muchos casos llevan a «rendirse» y saltarse las estrictas
normas que uno se ha impuesto. De ello se deriva con frecuencia una culpabilidad que
no arregla en absoluto las cosas. Uno se fustiga. Se recrimina su falta de voluntad. Trata
de recuperar otra vez la motivación y renueva sus esfuerzos. Oscila así durante un
tiempo más o menos largo, a menudo en un estado de estrés latente en el que se instalan
tanto los esfuerzos y las privaciones como las carencias nutricionales: alimentación
demasiado escasa en los regímenes hipocalóricos, falta de fibra y de micronutrientes en
los regímenes hiperproteicos, etc.
Y en el momento en el que se consigue por fin el peso deseado (si es que se
consigue), ¡plof! Todo se hunde. Porque los kilos vuelven de forma subrepticia,
insidiosa, a veces incluso hasta superar la cantidad que se había perdido. Es el famoso
efecto yoyó, sobre el que ya se ha escrito mucho sin que los nutricionistas hayan
conseguido nunca un consenso, ni siquiera un principio de solución. Es que, hasta la
fecha, los programas adelgazantes se centraban únicamente en la alimentación. Un
«precepto delgadez» se impuso desde mediados del siglo XX, hasta el punto de
convertirse en una norma ineludible para todos los programas de pérdida de peso:
• Comer demasiado sin moverse = acumulación de peso.
• Comer menos y hacer deporte = pérdida de peso.
Estas dos ecuaciones simplistas (matemáticamente correctas, pero psico-neuro-
biológicamente erróneas) han puesto de manifiesto sus límites. Todos los «regímenes»
29
han dado pruebas claras de su ineficacia a largo plazo. Hoy sabemos, gracias a las
neurociencias, que la realidad es mucho más compleja e implica la intervención de otros
factores desatendidos durante mucho tiempo, e incluso olvidados. Lo repito: es un ser
completo quien acumula peso. Para perder estos kilos superfluos, habrá que tener en
cuenta todas las dimensiones de su personalidad neuro-psico-metabólica. Por eso le
propongo hoy un programa que, no solo no está totalmente centrado en la alimentación,
sinoque incluso la coloca en segundo plano. Y, sin embargo, este programa es
extremadamente eficaz. Responde a todos los «bloqueos del adelgazamiento», a todas
las «desesperaciones del adelgazamiento» e, incluso, a la «maldita celulitis».24
Se acabaron las frustraciones, las pulsiones, las «rendiciones», el desánimo, la
culpabilidad… Recuerde los cinco factores del ser vivo: sus células se nutren, respiran,
eliminan sus desechos, «piensan», y «experimentan emociones». Empezará por
reequilibrar los factores no alimenticios, sin preocuparse de su forma de comer. Luego
únicamente, cuando haya reprogramado su cerebro, integrará en su cotidianidad
algunos consejos nutricionales sencillos. Y su organismo reaccionará por igual a este
ligero ajuste alimenticio, beneficioso para su salud antes incluso de serlo para su silueta.
Pero no vayamos tan rápido…
30
EL LABORIOSO CAMINO DE UN DESCUBRIMIENTO
Fue durante mi primera estancia en Estados Unidos en la década de 1980, cuando
descubrí el territorio vasto y prometedor de las neurociencias aplicadas. Sobre todo, a
través de una primera constatación revolucionaria para la época: la manera de comer y
cómo el cuerpo utiliza los alimentos está estrechamente ligada a nuestro sistema
nervioso. No se puede disociar la nutrición de la neurobiología. Lo cual condujo a
algunos investigadores a establecer las bases de la neuro nutrición.
Todo ello empezó con el (re) descubrimiento de un «segundo cerebro» en nuestro
tubo digestivo. Después del cerebro encefálico (alojado en nuestra cavidad craneal), es
en el tubo digestivo donde se sitúa la mayor concentración de neuronas, parecidas desde
todo punto de vista a las que forman nuestro «cerebro de arriba». Nuestras paredes
digestivas (sobre todo intestinales) contienen aproximadamente doscientos millones de
neuronas (¡algunos investigadores hablan de una cifra cercana a los quinientos
millones!). Esto es, cinco veces más que nuestro corazón, que posee, también, su
«pequeño cerebro». Tanto como en la cavidad craneal de un animal doméstico pequeño,
perro o gato.
Estas neuronas contribuyen a la secreción de las enzimas digestivas y a la
modulación del apetito, ya que producen neurohormonas que intervienen en el
dispositivo de la saciedad: son ellas las que le dicen a nuestro cerebro que hemos comido
suficiente para cubrir nuestras necesidades energéticas. Estas células nerviosas
intervienen también en el desarrollo de la digestión (un proceso muy complejo).
También están implicadas en la asimilación de los nutrientes que el cuerpo ha extraído
de los alimentos ingeridos. No es por tanto sorprendente que el estrés, la tensión
nerviosa, la ansiedad y las emociones perturbadoras tengan un impacto directo y muy
importante en el apetito, la digestión y la asimilación de los alimentos (acumulación y
pérdida). Y por eso mismo, en todos los mecanismos de aumento y pérdida de peso.
31
UNA NUEVA VISIÓN DE NUESTRAS HORMONAS
Este descubrimiento también puso en evidencia el papel central de una sustancia esencial
de nuestro dispositivo nutricional: la insulina. Desde hace mucho tiempo sabemos que
esta hormona, producida por el páncreas, es ante todo la encargada de mantener nuestro
nivel de azúcar sanguíneo en una horquilla estable. Este primer punto merece ya algunos
comentarios.
Muchos alimentos contienen glúcidos, tengan o no sabor azucarado: frutas,
verduras, cereales, legumbres, dulces, pasteles… Durante la digestión, estos glúcidos son
«quebrados» y transformados para quedar reducidos a unidades más simples: moléculas
de glucosa. Estas pasan seguidamente a la sangre, que las conduce hasta las células y
constituyen su principal carburante. Las células se sirven de eso, y después el excedente
(si hay excedente) se encamina hacia el hígado que almacenará una parte en forma de
reserva rápidamente disponible: el glicógeno. Y si todavía hay, la insulina continua su
trabajo estimulando el hígado para que transforme estos azúcares en moléculas más
fáciles de transportar: los triglicéridos (grasas circulantes). Seguidamente, favorece su
almacenaje en nuestras células grasas (los adipocitos).
Es más: la insulina es capaz de «forzar» este almacenaje incluso cuando las células
grasas ya están llenas. Los investigadores hablan de «exceso adipocitario». En resumen,
tendrá tendencia a oponerse a la pérdida de grasas, incluso cuando al organismo le falte
energía y tenga necesidad de recurrir a sus reservas. Esta es una de las claves del primer
«obstáculo ante la delgadez» que se tratará de saltar. Además, ella está en el origen de
las «falsas hambres»: cuando la insulina hace bajar el nivel de azúcar en la sangre,
generalmente lo hace «un poco demasiado», sobre todo si los picoteos intempestivos se
repiten. Se produce una «hipoglucemia reactiva»: el cuerpo envía un mensaje
notificándole el orden de comer otra vez para compensar esta falta de azúcar aparente (es
el mecanismo de las «falsas hambres» que volveremos a ver más adelante).
Esta es la razón por la que la insulina es calificada a menudo como «directora de
orquesta de los azúcares y de las grasas». Se trata de una hormona triplemente
anabólica:25 hace penetrar la glucosa en las células, favorece el almacenaje de
triglicéridos en los adipocitos, y frena su pérdida. Esta hormona esencial para nuestra
supervivencia está por tanto enormemente implicada en el aumento y la pérdida de peso.
Los investigadores en nutrición y endocrinología conocen desde hace mucho
tiempo este papel fundamental de la insulina. Lo que las neurociencias han permitido
actualizar es que nuestras neurohormonas influyen directamente sobre esta insulina. El
estrés, los pensamientos obsesivos, la tensión nerviosa, las emociones mal gestionadas
modulan (y, por eso mismo, pueden perturbar) el impacto de la insulina sobre el
organismo vía nuestras secreciones cerebrales. Por el contrario, la insulina ha
demostrado tener un papel moderador entre dos parejas de neurohormonas esenciales
para el equilibrio psicoemocional: por un lado, las de la relajación, del buen ánimo y de
32
la vida en sociedad (serotonina y dopamina); por otro las del estrés, de la tensión
nerviosa y del malestar (adrenalina y cortisol). Una vez más, la dimensión biológica pura
(la gestión de los azúcares y de las grasas) confluye con la dimensión psicoemocional (la
estabilidad de nuestro humor).
Este ir y venir permanente entre lo que pasa en nuestra cabeza y lo que se desarrolla
en nuestro cuerpo (particularmente en nuestro sistema digestivo) juega un papel clave en
el aumento y la pérdida de peso. Por eso, desde hace décadas, los programas de
adelgazamiento serios integran cada vez más a menudo ejercicios de gestión del estrés.
Es un primer paso, ya que resulta muy difícil llevar a buen término un régimen, o incluso
adoptar un programa de higiene alimentaria, sin trabajar sobre el propio estrés. Pero eso
no bastaba para una delgadez duradera y respetuosa con su salud. Ahora descubrirá por
qué.
33
DE LA NEURO-NUTRICIÓN A LA PSICO-NEURO-NUTRICIÓN
Estas primeras tomas de consciencia científicas permitieron pasar de la nutrición a la
neuro-nutrición. Pero los investigadores de las neurociencias no se detuvieron ahí.
Diversos equipos hospitalarios reunidos en departamentos (neurobiólogos, neuro
psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos…), llevados por una motivación común,
siguieron profundizando en su interés por un terreno hasta ese momento totalmente
virtual y que parecía demasiado subjetivo para ser científico: el de los pensamientos y las
emociones.
Recuerde: gracias a las herramientas de investigación de las neurociencias, fue
posible «visualizarlas» en directo, observar las distintas zonas del cerebro implicadas en
los procesos de pensamiento, las reacciones emocionales o los ataques de ansiedad…;
gracias a los análisis cuantitativos de los flujos de neurohormonas y al diagnóstico por la
imagen, hoy en día podemos «trazar» la forma en que nuestros estados mentales y
emocionales se inscriben en nuestro cerebro, antes de aparecer en larealidad de nuestro
cuerpo (recuerde el ejemplo de las úlceras gástricas o de las enfermedades cardíacas).
Pensamientos y emociones no son más que fenómenos que atañen exclusivamente a lo
íntimo. Se han convertido en observables lo mismo que su impacto sobre nuestros
equilibrios corporales, empezando por el peso.
Es así como hemos pasado progresivamente de la neuro-nutrición a la psico-neuro-
nutrición, siguiendo el camino trazado por la «carta de las neurociencias» que identifica
los cinco factores del ser vivo (que a estas alturas ya le resultan familiares).
34
 
Estos cincos factores son indisociables. O mejor, deberían serlo, porque cuando
olvidamos algunos, los otros pierden gran parte de su coordinación biológica. Imagine
un puente que reposa sobre cinco pilares. Si uno de ellos se derrumba, el puente sigue
aguantando. Pero cada vez que un vehículo se adentra en él, la presión que se ejerce se
desequilibra y lo debilita poco a poco. Si hay dos pilares afectados, el puente se vuelve
claramente inestable. Y si faltan tres, el puente se derrumba. Y los mismo pasa con estos
cinco polos. La respiración, la nutrición, la eliminación de los desechos, la gestión de los
pensamientos y el control de las emociones son igualmente importantes para nuestra
salud y, por tanto, para el equilibrio de nuestro peso. Conclusión: para perder los kilos
superfluos, hay que actuar simultáneamente sobre esos cinco factores de cara a
restablecer el equilibrio cuya ruptura ha provocado el aumento de peso. Esto es la psico-
neuro-nutrición: un método que devuelve a la alimentación a su lugar apropiado en los
procesos alternos de aumento y pérdida de peso.
35
PENSAMIENTOS Y EMOCIONES «CELULARES»
Cuando se dice que una célula se nutre, respira y elimina sus desechos, a nadie le cuesta
imaginar lo que eso representa. Es verdad que no tiene boca para ingerir los alimentos, ni
nariz para absorber el aire, pero podemos imaginar fácilmente cómo funciona eso.
Nuestras células están inmersas en un entorno llamado «líquido intersticial». Es allí
donde obtienen los nutrientes que han sido enviados por la sangre (azúcar, pero también
ácidos grasos, aminoácidos, vitaminas, oligoelementos…). Este líquido conduce también
el oxígeno obtenido por la respiración, así como sustancias indispensables para la vida
celular. El líquido intersticial es una especie de supermercado donde las células hacen
sus compras.
El metabolismo celular genera numerosos desechos: gas carbónico, urea, ácido
úrico… que son asimismo esparcidos por las células en el líquido intersticial.
Seguidamente son eliminados ya sea por el sistema sanguíneo, o por la linfa, un líquido
que circula por canales específicos, paralelos al sistema sanguíneo. La linfa circula de
abajo arriba del cuerpo. Cuando llega a la altura de la clavícula, se esparce por la sangre.
Seguidamente, los desechos son transportados por vía sanguínea hacia el hígado que
transforma lo que puede. El resto es conducido hasta los riñones que lo eliminan con la
orina. Esta presentación, muy esquemática, permite entender de manera simple cómo
nuestras células se nutren, respiran y eliminan sus desechos, siempre con la colaboración
del sistema cardiovascular. Estas funciones implican directamente el modo en que nos
alimentamos, respiramos y también cuidamos de nuestros órganos de eliminación.
Sin embargo, cuando abordamos la idea según la cual una célula podría «pensar y
experimentar emociones», la realidad parece más confusa. ¿Cómo una simple célula
conseguiría elaborar pensamientos, sentir tristeza o ira? Para entenderlo, hay que
cambiar nuestro punto de vista. Una célula está efectivamente desprovista de cerebro, de
órganos sensoriales, de aptitud para el lenguaje o de memoria emocional, pero está
estrechamente conectada con las células que la rodean, intercambia con ellas mensajes
incesantes y modula su actividad en función de estas informaciones.
Cada una de los cien mil millones de células que constituyen un cuerpo humano
está conectada al sistema neuro cerebral, ya sea directamente por una conexión nerviosa
o, indirectamente, a través de la actuación de los mensajes hormonales. Estos circulan
por el sistema sanguíneo, al cual están conectadas todas las células ya que ese es el
líquido vital que les proporciona el oxígeno y los nutrientes que necesitan para vivir.
Ellas reciben pues, inevitablemente, los mensajes de las hormonas producidos por orden
del cerebro y del sistema nervioso. Y las moléculas de esas hormonas constituyen un
verdadero alfabeto, que da vida a un lenguaje biológico que las células comprenden y
que modula un número impresionante de estos mensajes. Las células responden
ajustando su funcionamiento a las órdenes que reciben.
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Así, todas las células se comunican entre sí y están en contacto con el cerebro. El
conjunto forma una especie de «discusión molecular» que permite a nuestra arquitectura
celular comunicarse permanentemente (el pensamiento) y modular sus innumerables
interrelaciones (las emociones). Por otra parte, actualmente se habla cada vez más de
«perfil hormonal» y también de «personalidad inmunitaria».
 
37
EL IMPACTO DEL ESTRÉS EN EL METABOLISMO
En el origen de nuestros trastornos nerviosos y psicoemocionales siempre hay un factor
del que se habla mucho, a menudo sin saber lo que el término define: el estrés. ¡Seamos
claros, el estrés no es un enemigo total! A menos que sea demasiado brutal, intenso y
frecuente. Gracias a él actuamos, nos inventamos, creamos… Mientras nuestro nivel de
estrés permanezca dentro de los límites de lo razonable, nos incita a manifestar nuestras
cualidades y a veces a dar lo mejor de nosotros mismos, más allá de nuestros bloqueos
íntimos. ¡Por desgracia, hoy en día adquiere con frecuencia tales proporciones que
nuestro organismo queda «confundido», desestabilizado, desprogramado! Es el exceso
de estrés crónico lo que conduce a enfermedades del estrés: ¡Agotamiento, depresión… y
sobrepeso!
El estrés es una respuesta neuro hormonal del organismo frente a una presión, un
miedo, una agresión, una contrariedad intensa… Es un conjunto de reacciones que
permite al cuerpo aumentar su actuación global (de lucha o de huida). Imagine una
persona que está ante un toro que la ataca (¡sobre todo si va vestida de rojo!). Solo tiene
dos soluciones: enfrentarse al animal o huir. Si bien la primera opción no es realista, la
segunda puede suponer la salvación. Pero será necesario que esa persona decida eso en
una fracción de segundo y que corra muy aprisa. Podrá hacerlo gracias a una hormona,
segregada tras la emoción brutal que acaba de experimentar: la adrenalina.
Esta hormona aumentará la presión sanguínea en las venas, acelerará el ritmo
cardíaco e intensificará los intercambios respiratorios incrementando la ventilación.
Gracias a ella, la sangre fluye por los músculos y el cerebro. Paralelamente, la adrenalina
modifica la actuación de la insulina (que se ocupa de las reservas metabólicas)
provocando una liberación de azúcares a fin de aprovisionar de energía a las células. El
problema es que una vez que nuestro fugitivo esté a salvo, otra hormona, el cortisol,
vendrá a «reparar» los efectos nocivos de este esfuerzo intenso, sobre todo facilitando la
reconstitución de las reservas (es el contragolpe: cansancio, calambres en las piernas…).
Este equipamiento hormono-metabólico y neuromuscular no ha cambiado desde
hace decenas de milenios. Si bien estaba perfectamente adaptado a la vida de nuestros
antepasados lejanos, que debían enfrentarse a mamuts que les perseguían o proteger su
cueva contra el ataque de tigres con fauces de sable, ya no está en total consonancia con
nuestra vida actual. Actualmente, apenas tenemos ocasión de encontrarnos con un toro
furioso en un prado. La mayor parte del tiempo, estamos sometidos simplemente a
«pequeños estrés» solapados, repetidos, insidiosos, para los cuales ni la lucha ni la huida
son una solución válida para nuestro sistema nervioso. De modo que, cotidianamente,
sufrimos centenaresde pequeñas descargas de adrenalina inútiles. Al final del día,
nuestro cuerpo ha producido mucha más adrenalina que si nos hubiéramos enfrentado a
un pavor auténtico.
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El problema viene del hecho de que esta producción repetida acaba por «irritar» al
organismo y, especialmente, a nuestras glándulas endocrinas: las suprarrenales que
fabrican el cortisol, y la médula suprarrenal que segrega la adrenalina. Su
funcionamiento se desarregla progresivamente. Lo mismo pasa con el páncreas, que se
ve obligado a producir ante cada estrés un poco de insulina para estabilizar los aportes de
azúcar en la sangre, provocando como reacción pequeñas hipoglucemias. Ahora bien,
respecto al cerebro, estas modificaciones incesantes del nivel de azúcar sanguíneo
suponen un «sufrimiento», sobre todo durante las fases de hipoglucemia. Este reacciona
entonces en modo urgencia (emergency mode): bloquea las hormonas de la satisfacción y
del placer (serotonina y dopamina), y estimula la adrenalina y luego la insulina que
genera progresivamente falsas hambres debidas al estrés. Así, nosotros consumimos de
forma incontenible alimentos que nuestro cuerpo no necesita. Nuestra «codificación
cerebral» de ingesta alimenticia está primero alterada y luego distorsionada. Y eso,
ningún régimen puede reprogramarlo.
Hace varias decenas de miles de años, este mecanismo era útil porque el alimento
rara vez estaba al alcance de la mano. Había que ir de caza para satisfacer esa necesidad,
y el cazador debía movilizar en cada ocasión todos sus recursos físicos y mentales. Pero
hoy en día, nos basta con ir a la cocina y abrir la puerta de la nevera. Demostrando, una
vez más, que el dispositivo ancestral no está adaptado a nuestra vida actual.
Último efecto perverso del estrés. La repetición de pequeños estreses y la oleada de
reacciones neurobiológicas que estos provocan acaban perturbando el equilibro entre las
dos parejas de hormonas principales: cortisol y adrenalina por un lado (las hormonas de
la acción), dopamina y serotonina del otro (las hormonas de la relajación y el placer).
Progresivamente, las primeras prevalecen sobre las segundas, provocando un círculo
vicioso de tensión nerviosa permanente. La serotonina y la dopamina son cada vez
menos eficaces. Nos sentimos menos en forma, el ánimo queda rápidamente afectado, la
paciencia disminuye, lo mismo que la atención y la concentración… Además, serotonina
y dopamina están estrechamente implicadas en el control del hambre y de la saciedad.
Cuando pierden su eficacia (regulación de los flujos) en detrimento de la adrenalina y el
cortisol, acabamos por no percibir los mensajes que nos envía nuestro cuerpo y comemos
siempre demasiado sin darnos cuenta realmente. Este nuevo error de codificación
aumenta aún más la sensación de falsa hambre. Las pulsiones que nos empujan a comer
ya no son la manifestación de una necesidad real de nuestro cuerpo, sino una reacción
errónea del organismo ante un desequilibrio de nuestra programación hormonal.
De modo que, no acumulamos esos kilos superfluos porque comamos demasiado,
sino por nuestras condiciones de vida estresantes, que nos empujan a ingerir a menudo
de forma fraccionada y repetida (las falsas hambres), y por tanto difícilmente
controlable. Esta es la razón por la que hay que ocuparse primero de este estrés
perturbador, de los pensamientos irritantes que provoca y de las emociones negativas
que lo acompañan, de cara a gestionarlo mejor antes de pensar en una regulación
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alimentaria (o peor aún, en un régimen restrictivo). Ya que mientras esta dimensión no
se haya reequilibrado, todos los esfuerzos que se pueda hacer para supervisar su
alimentación chocan con órdenes contrarias que da el cerebro para hacer frente a esta
situación que le perturba, le agrede y luego le trastorna.
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CREAR NUESTRO «CEREBRO SOCIO»
Es necesario que usted integre totalmente este elemento sorprendente pero esencial: ¡si le
cuesta adelgazar, es porque su cerebro está de acuerdo con su sobrepeso! En caso
contrario, este «general en jefe», eficaz y reactivo, pondría en marcha todos los medios
de los que dispone para liberarle de los kilos superfluos. Puesto que él sabe, cuando eso
le parece necesario, ordenar una disminución de ingestas alimenticias o un aumento de
reservas energéticas de base, por medio especialmente de las hormonas cuya producción
gestiona (sobre todo las hormonas neuro metabólicas y tiroidinas). Si no lo hace, es
porque no siente la necesidad. Peor aún: percibe los esfuerzos que usted hace para
adelgazar como una agresión contra la cual debe defenderse. Y nadie puede ganar esa
batalla, puesto que las opciones vitales son contrarias al instinto de supervivencia. Trate
de retener estas nociones fundamentales, puesto que ellas le permitirán penetrar en un
nuevo espacio delgadez donde podrá saltar a la vez los cinco obstáculos que entorpecen
su peso ideal, y su delgadez saludable y duradera.
Comentario: ¡hay que hacer coincidir 
los deseos de su cerebro con su deseo de delgadez!
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De modo que su sobrepeso está siempre asociado a una «autorización» de un
cerebro, que se siente en equilibrio con esos kilos que usted desearía perder con tanto
afán. Por lo tanto, cada vez que empieza un régimen, choca frontalmente con su cerebro,
con sus convicciones distorsionadas y con su instinto de supervivencia. Y ante cada uno
de sus esfuerzos él se resiste. ¡Y en esta pelea encarnizada, siempre acaba ganando él! Es
ilusorio iniciar un conflicto con su cerebro. La única solución es por tanto convertirle en
un socio y no en un adversario. Y para conseguirlo, todos los esfuerzos y todos los trucos
alimenticios del mundo nunca bastarán. Usted no podrá conseguir una victoria duradera
mientras siga oponiéndose a las intenciones de su cerebro, limitándose a modificar su
alimentación.
Afortunadamente, existe una solución muy real que permite cambiar las cosas: si
bien, en la inmensa mayoría de los casos, el cerebro se siente en equilibrio con el
sobrepeso, nunca lo está con el exceso de estrés, los pensamientos negativos y las
emociones mal gestionadas. Y son estos elementos lo que le han incitado a poner en
marcha los procesos encaminados a la acumulación de peso vía la distorsión de los
códigos neurohormonales. Pero nada está perdido, ya que basta con reprogramar poco a
poco estos mecanismos para que el cerebro ponga en marcha, por sí mismo, la pérdida
progresiva de kilos. Convirtiéndose de este modo en el socio en la delgadez que usted
tanto esperaba. Con la ayuda, naturalmente, de un ligero reencuadre alimenticio que no
será un régimen restrictivo en absoluto. Se tratará solo de adoptar una «alimentación
saludable», sin prohibir ningún alimento natural.
Último punto importante: en esta concepción del adelgazamiento, no hay lugar para
la culpabilidad debida a una supuesta falta de voluntad. Cuando vemos el equilibrio
cerebro-cuerpo bajo este ángulo, percibimos que las «caídas» que uno se reprocha
amargamente cuando hace un régimen estricto son en realidad un síntoma de «buena
salud» cerebral. El cerebro apoya lo que él considera «adecuado» (por tanto, bien
programado) y nos empuja a infringir las normas alimenticias que nosotros nos hemos
impuesto. Lo hace «de buena fe» para mantener a distancia el peligro que representa para
él la pérdida de esos kilos que hasta ese momento ha aceptado. De manera que genera
ansias brutales, pulsiones alimenticias, con el objetivo de preservar su supervivencia, o,
al menos, lo que él considera como tal. Y si bien unas pocas personas consiguen
«aguantar», es a costa de esfuerzos que acaban «rompiendo» las barreras psicológicas,
provocando finalmente problemas graves de comportamiento alimenticio como la
ortorexia, e incluso la tristemente famosa pareja anorexia/bulimia. En estos casos
extremos, la codificación neuro psíquica prevalece sobre la codificación alimenticia, y la
ingesta de alimentos se convierte en un simple síntoma de un trastorno neuro psíquico.
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SUFRIMIENTO Y COMPENSACIÓN: UN CÍRCULO VICIOSO

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