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CISAV05 ESTRATEGIASMEDIOAMBIENTALESDELAARQ VERNACULA

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eStrAteGiAS MeDiOAMBientAleS De lA ArquitecturA VernáculA 
cOMO FunDAMentO De SOSteniBiliDAD FuturA. neceSiDAD De lA 
APlicAciÓn De lOS PrinciPiOS cientíFicOS De lA ArquitecturA
beniTo sánchez-MonTañés Macías
Universidad de Sevilla. España
 la sostenibilidad es uno de los retos inapelables 
de nuestra sociedad contemporánea. Por la propia 
definición del término “sostenibilidad”, la pervi-
vencia de la sociedad y cultura que conocemos e 
incluso probablemente de buena parte de la espe-
cie humana como tal, dependerá de que consigamos 
que cada una de nuestras actividades, como seres 
individuales y como colectivo, sean sostenibles, es 
decir, puedan desarrollarse en el tiempo sin agotar 
los recursos en los que se basan.
 Los hombres y las sociedades han confiado a la 
arquitectura la construcción del hábitat artificial del 
que se rodean. esta disciplina se plantea como pro-
blema crítico servir a ese propósito general de sos-
tenibilidad, puesto que es responsable de un porcen-
taje muy elevado de los impactos que la ponen en 
peligro. Hay que insistir en un dato crucial del que la 
sociedad y sus dirigentes no parecen ser conscientes: 
más de la mitad de la energía que se consume en el 
planeta está relacionada de una u otra forma con la 
edificación: sea en fase de producción de materiales, 
de urbanización y construcción, o de mantenimiento 
de los inmuebles en acondicionamiento (calor y frío), 
iluminación, potabilización de aguas y todas las ope-
raciones de mantenimiento que, en general los hacen 
habitables, han sido cifrados en un 53% de de la ener-
gía que el ser humano consume sobre la tierra en el 
desenvolvimiento de sus actividades1. Otras, como la 
industria y el transporte, parecen llamar más atención 
en aspectos energéticos; y sin embargo no, es la edi-
ficación la principal causante del gasto.
 Hoy día es un criterio universalmente aceptado, en 
el terreno de las ciencias ambientales, que el parámetro 
1. Fuente: World Watch institute report. 2003.
energético funciona eficazmente, además, a modo de 
indicador ambiental. Podemos afirmar en términos ge-
nerales que la cantidad de consumo energético de cier-
ta actividad revela el nivel de impacto que la misma 
tiene, bien sea en su entorno, bien en focos remotos, 
dependiendo de su naturaleza. Siendo así que pode-
mos afirmar, en consecuencia, que la edificación es la 
actividad humana que, directa o indirectamente, causa 
el mayor porcentaje de impacto en el planeta.
 en este panorama, la arquitectura viene desarro-
llando un número importante de técnicas y protoco-
los que componen un cuerpo de conocimientos en 
desarrollo (bioclimática, bioconstrucción, reciclaje, 
reutilización, gestión de residuos…) destinados a 
encontrar vías en las que la sostenibilidad del há-
bitat humano sea posible. lo que, dicho lo dicho, 
requiere evidentemente un radical cambio de pautas 
y técnicas en el pensamiento y materialización de 
los edificios y las ciudades, que reduzcan dramáti-
camente los consumos de energía y, en general, el 
impacto derivado de la actividad.
 con frecuencia estos conocimientos que persi-
guen un mejor comportamiento ambiental, se en-
tienden como avances “ex-novo” de la ciencia con-
temporánea; sin embargo, están dando respuesta a 
los problemas fundamentales del habitar humano: 
protección, bienestar, seguridad, refugio, dominio 
del espacio físico y simbólico y muchos otros, que 
son tan antiguos como la especie. Sabemos que 
esos problemas estaban resueltos con eficacia en 
las arquitecturas vernáculas, que se construyeron a 
lo largo de siglos, en épocas caracterizadas por la 
escasez de la disponibilidad de los recursos, cuyo 
consumo pone precisamente en peligro la sostenibi-
lidad (energía, materiales, agua...)
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estrategias medioambientales de la arquitectura vernácula como fundamento de sostenibilidad futura. necesidad de la aplicación...
 Si esas arquitecturas se han desarrollado en un 
mundo en que era imprescindible la meticulosa ges-
tión de unos recursos escasísimos y con frecuencia 
disponibles sólo con gran esfuerzo, es lícito pensar 
que en la raíz del desarrollo de esas “arquitectu-
ras espontáneas”2, hay un buen número de claves 
que permitirá optimizar el funcionamiento am-
biental de la arquitectura actual y, por ende, su 
sostenibilidad.
 la contemporaneidad (sólo cronológica) ha pro-
ducido gran número de revivals vernáculos, desde 
el regionalismo crítico, el pintoresquismo, hasta el 
ecologismo actual. en este panorama, un ejército 
de epígonos de Fray Antonio de Guevara parecen 
haber entonado su propio Desprecio de corte y ala-
banza de aldea, con el vernáculo como fondo escé-
nico, pero su fundamento ha ido de lo meramente 
cultural o estilístico a, en el mejor de los casos, la 
constatación de ciertos fenómenos puntuales que se 
intentaban reproducir.
 Parece que estas actitudes han considerado la 
arquitectura espontánea como un cierto “object 
trouvè” duchampiano, desposeído de su función (y, 
por tanto, de su funcionamiento), al que exponer a 
la mera contemplación formal3.
 Proponemos sin embargo que la sostenibili-
dad arquitectónica tiene un patrimonio incalcu-
lable en las estrategias medioambientales (apro-
vechamiento del medio, el lugar, el clima, los 
materiales y las circunstancias de muy diversa 
índole) que durante siglos desarrollaron las ar-
quitecturas vernáculas.
 Y, sobre todo, creemos que el núcleo fundamen-
tal de la originalidad de nuestra propuesta radica 
en que afirmamos que ese “PATRIMONIO AM-
BIENTAL” no puede recuperarse ni ponerse al 
servicio de la edificación en nuestros días sin el 
uso de los PRINCIPIOS CIENTÍFICOS DE LA 
ARQUITECTURA; sin recabar para esta tarea 
todo el rigor de la ciencia, que se fundamenta en 
sus tres pilares maestros: objetividad, inteligibili-
dad y renovación, que permiten la extrapolación y 
la comunicación de resultados, acciones en las que 
basamos la difusión de los logros obtenidos4.
2. el debate sobre cual es el término más conveniente: 
arquitectura “vernácula”, “espontánea”, “sin arquitecto”, etc, 
tiene vida propia y no vamos a dedicarle espacio en este breve 
artículo. los intercambiaremos a nuestra comodidad sin mayor 
rigor en este aspecto.
3. no vamos a decir que este trato lo haya sufrido sólo la ar-
quitectura vernácula, evidentemente; pero hoy es nuestro tema.
4. Sobre la influencia determinante de la aproximación 
científica a la arquitectura en el comportamiento ambiental de 
 Más allá de los lugares comunes que menudean 
en el acervo arquitectónico de cada cultura, quere-
mos hacer en estas notas una propuesta objetiva: 
el análisis sistemático de los parámetro particu-
lares que de cada arquitectura se pueden extraer, 
con el necesario tejido científico como para poder 
objetivar los resultados y hacerlos comunicables 
y extrapolables a las arquitecturas de hoy y del 
futuro. esta extrapolación necesita caracterizar 
los fenómenos ambientales del vernáculo y deter-
minar de que forma los podemos reproducir con 
técnicas y medios contemporáneos, para lo cual 
se hace clave el uso de procedimientos objetivos 
como el cálculo de modelos y la simulación. con 
este procedimiento podremos construir un cuerpo 
ambiental sobre el que basar el desarrollo ambien-
tal futuro, como resultado de una evolución fun-
damentada en una sabiduría colectiva y un funcio-
namiento contrastado.
 esta propuesta que se acaba de hacer, es claro, 
prefigura un esfuerzo enorme, que debería consti-
tuir el fundamento de un buen número de estudios 
dedicados a constituir el cuerpo de conocimientos 
descritos. el número se multiplica puesto que la 
misma naturaleza del vernáculo, unido íntimamen-
te a los factores locales, como clima, orografía, 
etc, hace que el estudio deba de ser particularizado 
para cada tipo de arquitectura, extrayendo conclu-
siones que, en principio, sólo serán válidas para 
cada ubicación concreta. el propósito que ahora 
nos ocupa es mucho más modesto, y se limitará a 
justificar adecuadamentela pertinencia del estudio 
y a ejemplificar brevemente algunos casos que nos 
permiten pensar en las enormes posibilidades de 
sus conclusiones.
Clima y arquitectura vernácula.
 la arquitectura espontánea ha ejercido siempre 
una notable fascinación tanto entre los estudiosos 
de la historia de la arquitectura, como en antropólo-
gos y sociólogos.
 A partir del inicio de los años 70, cuando tuvo 
lugar la explosión de la crisis energética, otra cate-
goría de estudiosos se vio atraída por las obras de ar-
quitectura espontánea: la categoría de los promoto-
res de una arquitectura de bajo consumo energético; 
arquitectura que los americanos entonces llamaron 
la misma, véase “el espíritu de la tragedia”, del profesor cabe-
za (V. Bibliografía).
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BenitO SáncHeZ-MOntAñÉS MAcíAS
“pasiva” y los europeos, quizá con mejor fortuna, 
“bioclimática”.
 Se descubrió de hecho que (como algunos precur-
sores tales como rapoport5 u Olgyay6 habían puesto 
ya en evidencia) la arquitectura sin arquitectos había 
asumido desde siempre las reglas para construir una 
envolvente confortable sobre la base un uso cons-
ciente del conocimiento de las características climá-
ticas del lugar de los materiales disponibles.
 Se descubrió que en localidades que estaban 
situadas en continentes distintos y habitadas por 
hombres con culturas profundamente diferentes, 
que nunca habían tenido contacto, pero que estaban 
caracterizadas por condiciones climáticas análogas, 
se había llegado a soluciones arquitectónicas idénti-
cas o muy similares.
 Muchos hablaron de determinismo climático, 
otros lo negaron pero, sobre todo, se formó una co-
rriente cultural que se basaba sobre una sistemática 
y a menudo acrítica exaltación de la “perfección” 
de la arquitectura vernácula, desde el punto de vista 
bioclimático, esto es, de adaptación al clima. toda-
vía hoy -después de todo, no hace tanto de esto- la 
tendencia a exaltar “la sabiduría de los simples” está 
muy viva. esta actitud tiene mucho de hipérbaton 
histórico de estirpe romántica, por el que situamos 
en una “edad de oro” ideal del pasado valores que 
deberíamos procurar para el futuro7.
5. Ver Bibliografía.
6. Ver Bibliografía.
7. Paradójicamente, esta perversión ha arraigado en esque-
mas de pensamiento supuestamente progresistas, como ciertos 
tipos de ecologismo o regionalismo postmoderno, pese a lo 
 Sin embargo, esta postura cultural se presta a 
equívocos peligrosos si no viene matizada en la fase 
de formación de nuevas arquitecturas energética-
mente conscientes.
 De hecho es fácil, y ya ha sucedido, caer en la 
imitación mimética de soluciones constructivas típi-
cas de la arquitectura vernácula, del todo inadapta-
das a las exigencias contemporáneas. “lo vernácu-
lo funciona” no puede ser aceptado como filosofía, 
aunque es cierto que muchas de las enseñanzas que 
se pueden derivar del análisis de esta arquitectura 
son transferibles, con las debidas adaptaciones, a las 
metodologías y modelos proyectuales de hoy.
 Precisamente, esta copia sin análisis ha produ-
cido y puede producir gran cantidad de problemas 
en las arquitecturas que las han sufrido; lo que ha 
acarreado, a la inversa, cierta desconfianza sobre la 
validez contemporánea de la arquitectura espontá-
nea, más allá del mero pintoresquismo o de la mu-
seificación antropológica.
 El llamamiento que hacemos al rigor científico, 
como herramienta imprescindible para actualizar 
los mecanismos de control ambiental del vernácu-
lo, viene precisamente a reivindicar su validez y a 
situar estos mecanismos en la mesa de trabajo del 
arquitecto, con una carga de operatividad que el fol-
clore les había negado.
 lo que nos sirve, de hecho, es una metodología 
de proyecto arquitectónico que tenga en cuenta la 
exigencia de reducir los consumos energéticos man-
teniendo (o aumentando) el confort. esta exigencia 
cual no podemos dejar de constatar sus matices marcadamente 
reaccionarios.
casa Ghirardi. Arq. luis Barragán. 
México DF. la arquitectura de 
Barragán alcanza ejemplos notables de 
integración de los valores tradicionales 
de la arquitectura mexicana (color, 
luz, masividad, texturas…) con las 
necesidades del habitar contemporáneo. 
Foto del autor.
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estrategias medioambientales de la arquitectura vernácula como fundamento de sostenibilidad futura. necesidad de la aplicación...
está viva tanto en los países desarrollados como 
en los que se encuentran en vía de desarrollo: más 
quizá en estos últimos que en los primeros.
Habitación y medio
 El criterio ecológico usado por Köppen8 para 
elaborar su clasificación climática, consistente en la 
adaptación de unidades biológicas a una determinada 
situación ambiental, parece perfectamente adaptado 
al análisis bioclimático de la arquitectura vernácula.
 De hecho, es fácil verificar9 que a los cinco princi-
pales grupos biológicos, utilizados para definir otras 
tantas clases de clima, se pueden asociar cinco tipos 
principales de arquitecturas vernáculas. cada uno de 
los tipos edilicios está caracterizado por una notable 
homogeneidad constructiva y formal y, sobre todo, 
por una sorprendente homogeneidad funcional. estas 
homogeneidades (subrayamos: constructiva, formal 
y funcional) también se entrelazan estrechamente 
considerando el fuerte vínculo existente entre clima 
y materiales disponibles en el lugar.
 Sobrevolando el esquema de relación entre estos 
climas y sus arquitecturas espontáneas, vamos a re-
pasar algunos casos tan conocidos como represen-
tativos (esta aparente obviedad demuestra su fuerza 
probatoria), con algunas consideraciones a su funcio-
namiento. ello puede aportar ejemplos de cómo en-
tendemos la aproximación que pretendemos al tema:
 en los climas templados cálidos subtropicales10 
los inviernos son breves y templados o apenas fres-
cos y lluviosos, mientras los veranos son calientes 
y secos; en montaña las excursiones térmicas esta-
cionales se incrementan; por último, exagerando sus 
características, en estas zonas se dan los desiertos 
del mundo.
 en estos climas encontramos las viviendas sub-
terráneas, ya que disfrutar de la inercia térmica del 
terreno es el medio más inmediato y eficaz para ate-
nuar las excursiones térmicas día-noche y verano-
invierno. Existen excavadas en el flanco de una co-
lina o perpendicularmente al suelo, en especial si el 
terreno es llanura. el primer tipo se encuentra en las 
franjas límite entre la zona cálida-seca desértica y 
la cálida-templada; es el caso más aproximado a los 
ejemplos andaluces, como el de Guadix o Setenil de 
8. Consideramos que la Clasificación Climática de Wla-
dimir Köpen, patrimonio del acervo general de la ciencia, no 
necesita ser descrita ni referenciada. Para cualquier duda, todo 
manual básico de Climatología la desarrolla suficientemente.
9. lo ha hecho, entre otos, Federico Butera (v. bibliografía).
10. Köppen: Grupo C.
las Bodegas, también presente en muchas islas del 
mediterráneo (Santorini, Basilicata, Sicilia orien-
tal…) y en otros altiplanos de esta zona (túnez, 
turquía, donde quizá la habitación excavada ha al-
canzado el más alto nivel), en la que la función de la 
habitación en caverna no es sólo la de crear ambien-
tes con temperatura próxima a la media noche-día 
en verano, sino también la de limar las puntas de 
frío nocturno en invierno.
 en América la función de defensa de los climas 
extremos se une a las necesidades defensivas. en 
el S.Xiii los indios Pueblos se retiraron a las cavi-
dades naturales de las paredes rocosas, escogiendo 
situaciones que garantizasen no sólo defensa de los 
enemigos, sino también buenas condiciones de con-
fort térmico. el pueblo está encastrado en la roca y 
expuesto al sur; el voladizo natural de roca mantie-
ne las viviendas al sol en invierno y en sombra en 
verano; el apoyo en la roca garantiza el aprovecha-
miento de su inercia térmica.
 estas habitaciones en roca americanas pertene-
cen al pasado, pero las de la región del Shensi, en 
china, todavía se usan.las viviendas excavadas en llanura (con eje ver-
tical) podemos clasificarlas según estén parcial o 
totalmente enterradas y por la presencia de patio.
 en general pertenecen a climas extremadamente 
cálidos y secos, fundamentalmente desérticos. las 
que no tienen patio son formas subterráneas de la 
cabaña elemental, con una cubierta por lo general 
vegetal (salvo raros casos megalíticos).
 las más interesantes arquitectónicamente, con 
patio central, tienen el ejemplo más conocido en 
Matmata (túnez), encontrándose también en algu-
nas zonas de china (provincia de Honnan).
calle en Setenil de las Bodegas (cádiz), donde el carácter 
de cueva de las casas viene conferido por la singular 
orografía del enclave. Foto del autor.
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BenitO SáncHeZ-MOntAñÉS MAcíAS
 la vivienda en caverna, aunque presenta induda-
bles ventajas ligadas a su funcionamiento descrito, 
da lugar a un número igual o mayor de desventajas: 
escasa ventilación, poca luz, humedad. este hábitat 
responde de la mejor manera posible a las escasas 
posibilidades tecnológicas de quien lo ha creado 
y, tal y como es, no es reproponible hoy día. Sus 
intrínsecas cualidades de control climático, no obs-
tante, han llevado a una reciente revalorización de 
viviendas parcialmente enterradas. en este proceso 
es muy amplio el empleo de tecnologías y materia-
les más bien sofisticados, al objeto de eliminar la 
mayor parte del lado negativo de esta arquitectura, 
aprovechando el positivo.
 Vale la pena observar que el habitar en caver-
na (aunque sea ocasionalmente) fue retomado hace 
dos o tres siglos por la nobleza siciliana. en mu-
chas villas entorno a Palermo, donde los nobles de 
la ciudad se mudaban en verano, fueron construidas 
las llamadas “camere dello sciroco” (habitaciones 
del siroco). Se trata de grandes cámaras excavadas 
bajo tierra, pero no enteramente, de modo que se 
pueda disfrutar de la iluminación natural, a menudo 
atravesadas por el agua de un manantial. estos espa-
cios se amueblaban y se hacía crecer la vegetación. 
cuando soplaba el temido siroco, los dueños y sus 
huéspedes pasaban las horas más tórridas en aquel 
ambiente agradable.
 este es sin duda un ejemplo ya histórico de cómo 
las virtudes de la arquitectura vernácula pueden ser 
retomados por una arquitectura culta, tal y como 
proponemos para nuestro momento.
 en los climas cálido-secos del Grupo B, las edi-
ficaciones en tierra constituyen la más característica 
aportación de la arquitectura espontánea. el uso de 
la tierra estabilizada deriva de dos factoras, a me-
nudo concatenados: por un lado la naturaleza árida 
y a menudo arenosa de los lugares, sin árboles de 
fuste ni canteras de piedra; por otro la incapacidad 
tecnológica de elaborar la piedra, sobre todo ligado 
a la escala económica del pequeño pueblo.
 el clima seco al mismo tiempo permite el tipo de 
construcción, que se desharía materialmente en un 
clima más lluvioso.
 estas arquitecturas han sabido crear ejemplos 
de una gran belleza, además de estar perfectamente 
adaptados al clima. Malí, níger y Yemen son paí-
ses donde la arquitectura de tierra ha alcanzado su 
máximo esplendor monumental, pero está presente 
en toda la franja del Sahel.
 el notable espesor de las paredes y las reducidas 
dimensiones de las ventanas, unen las ventajas del 
habitar bajo tierra, en lo que respecta a la inercia 
térmica, con las del habitar en superficie, en lo que 
se refiere a ventilación y (relativamente11) ilumina-
ción. es una arquitectura que huye de la luz, ges-
tionándola meticulosamente, al tiempo que utiliza 
la agregación de las construcciones para exponer 
la menor facción posible de piel a la insolación, lo 
que podemos verificar tanto en los qsour magrebíes, 
11. Decimos “relativamente” porque el conseguir una gran 
iluminación no es precisamente uno de los objetivos de esta 
arquitectura, dado el clima; sin embargo tienen la ventaja de 
poder conseguir los focos de luz, aunque sean pequeños, en el 
lugar donde sean necesarios, no como en la caverna, que vienen 
forzados a una única fachada.
calle en la medina de Fez (Marruecos), que fuga hacia 
el cielo, dejando penetrar un mínimo de luz, apenas 
suficiente para deambular. Foto del autor.
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estrategias medioambientales de la arquitectura vernácula como fundamento de sostenibilidad futura. necesidad de la aplicación...
como en los castillos yemeníes o todas las medinas 
del mundo islámico.
 Dentro de este grupo climático no podemos ol-
vidar, por supuesto, toda la construcción en piedra, 
que constituye un nivel más elevado de tecnología y 
complejidad de las estructuras económico-sociales. 
es característica de las sociedades islámicas más 
evolucionadas y aunque permite un mayor refina-
miento de la arquitectura, ligado a su capacidad de 
labra y resistencia (estructural y al desgaste), el es-
quema de funcionamiento ambiental es muy simi-
lar, basado en la inercia térmica de la masa, control 
de la radiación, reemisión de radiación a la bóveda 
celeste, y ventilación.
 La mayor sofisticación lleva igualmente apare-
jada una evolución en el conocimiento de técnicas 
de climatización pasiva, y así aparecen elementos 
como la mashrabyya (celosía tupida de madera) 
que aúna ventilación y sombra; la torre de vien-
to iraní, que permite ventilar en condiciones de 
aglomeración urbana y práctica ausencia de vien-
to; mecanismos de evaporación, como pequeñas 
fuentes o complejos sistemas a base de conductos 
humectados; los techos se elevan, permitiendo una 
mayor estratificación del aire caliente, que man-
tiene el confort en la altura habitable; por último, 
hay que mencionar la consagración del patio como 
elemento central de esta arquitectura y su relación 
con el medio. Aunque evidentemente presente en 
otras muchas arquitecturas (fundamentalmente del 
arco mediterráneo), nunca como hasta este mo-
mento alcanza su mayor elaboración en esta fun-
ción ambiental.
 En definitiva, el edificio islámico “vive”, respira 
y transpira como un ser biológico y mantiene a una 
temperatura aceptable sus órganos internos (los ha-
bitantes), exactamente como haría una piel. esta piel 
es en ocasiones incluso más eficiente y sofisticada, 
en especial en lo que se refiere a la ventilación.
 queriendo sintetizar las características de la ar-
quitectura islámica tradicional, se puede observar 
que tiene en cuenta –con increíble maestría- tanto 
las características del clima en el que se desarrolla 
(elevadas excursiones térmicas y baja humedad re-
lativa), como la respuesta fisiológica del organismo 
humano a las solicitaciones microambientales.
 De hecho, los objetivos que se persiguen son tres:
Aumento de los intercambios radiantes hom-1. 
bre-ambiente mediante la reducción de la 
temperatura media de las paredes, gracia a la 
inercia térmica de las estructuras, al sombrea-
miento de paramentos y a la función de pozo 
frío del patio.
Aumento de los intercambios convectivos y 2. 
evaporativos hombre-ambiente mediante el au-
mento de la velocidad del aire (ventilación).
Aumento de los intercambios convectivos y 3. 
evaporativos hombre-ambiente mediante la 
disminución de la temperatura del aire (en-
friamiento por evaporación).
 los climas cálido-húmedos12 se caracterizan, 
más allá de un elevado valor de la humedad rela-
tiva y de la temperatura, por una excursión térmica 
día-noche muy reducida y por elevados valores de 
la radiación solar difusa. Más allá de este dato, las 
estaciones se diferencian fundamentalmente por la 
mayor o menor cantidad de precipitaciones.
 la vivienda en estas zonas, que se distribuyen 
en la franja tropical, debe satisfacer por lo tanto dos 
condiciones:
Garantizar un nivel de bienestar térmico su-1. 
perior al que se tendría en el exterior.
Proteger eficientemente de la lluvia.2. 
 Dadas las condiciones, el confort sólo se puede 
mejorar reduciendo la radiación que penetra en los 
ambientes vivideros y favoreciendo la ventilación. 
con estas premisas, la arquitectura espontánea en 
las zonastropicales se ha estabilizado sobre formas 
y estructuras óptimas que se encuentran, sustancial-
mente idénticas en su funcionalidad, en las más di-
versas partes del mundo con el mismo clima.
 en todos los casos, la vivienda se eleva del suelo 
y las paredes son total o parcialmente permeables al 
viento, las cubiertas están muy verticales para favo-
recer la evacuación del aguay voladas para proteger 
de la radiación solar difusa.
 cuando nos encontramos a cierta altura sobre el 
nivel del mar, lo que puede aumentar la excursión 
térmica hacia valores nocturnos más bajos, aparece 
el empleo de la tierra proveyendo cierta cantidad de 
masa térmica.
 Es significativo que en estos climas es normal 
considerar que la “casa” está constituida por dos es-
tructuras separadas: la cabaña, donde se conservan 
los bienes y se duerme y un espacio abierto pero 
con un tejado de hojas, donde se desarrolla la acti-
vidad diurna. Podemos comparar esta dualidad del 
espacio exterior-interior, con la de la casa patio, lle-
gando a conclusiones sobre la posición de la luz y 
la necesidad de protección lateral-superior según el 
clima y las circunstancias.
12. Köppen: Grupo A.
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BenitO SáncHeZ-MOntAñÉS MAcíAS
 en las áreas climáticas de tipo continental con 
dominante fría13 sufren inviernos largos con tempe-
ratura constantemente baja, escasa excursión térmi-
ca y pocas horas de sol. el verano es breve, cálido y 
húmedo. las estaciones medias frescas y lluviosas.
 los materiales son madera abundante y piedra. 
Se puede resumir que la historia de la arquitectura 
espontánea en estas zonas se centra en la evolución 
de la dialéctica entre fuente de calor y envolvente 
del edificio.
 el fuego como continua fuente de calor, una en-
volvente de madera primero y de piedra después 
(que permite la importantísima aparición de la chi-
menea, antes de la cual, el humo llenaba la cabaña y 
la fuente de calor era el punto radiante de la llama, 
no todo un muro calentado) y poquísimas ventanas 
en origen para evitar la dispersión térmica14, cons-
tituyen la esencia de esta arquitectura. Su principal 
tipo de aislamiento es el resistivo, que proporciona 
la madera o mantos vegetales secos.
 Se puede concluir que, en general, la vivienda 
nórdica es una segunda piel defensiva, lo más im-
permeable posible a las hostiles condiciones am-
bientales, que sólo puede funcionar eficazmente si 
está dotada de una fuente de energía.
 el refugio de los pueblos nómadas merece un 
comentario aparte. Habitualmente viven en climas 
extremos, que fuerzan su nomadismo, impidiéndo-
les un asiento continuo con recursos suficientes. Los 
esquimales del ártico, los beduinos del Sahara o los 
mongoles de la tundra, han desarrollado habitacio-
nes temporales (el iglú15, la jaima y la yurta), que les 
permiten vivir en las mejores condiciones posibles, 
dados los medios disponibles y el clima en el que 
se desenvuelven. con frecuencia esas condiciones 
no son de confort, sino simplemente de superviven-
cia, pero sólo ese logro es ya notable en un hábitat 
tan inverosímil como el invierno ártico; podemos 
afirmar, por tanto, que son pieles excepcionalmente 
eficaces en la protección frente al medio.
 Por la misma naturaleza del clima, en estos re-
fugios, que podemos considerar con todo derecho 
13. Köppen: Templado-frío; Grupo C.
14. la arquitectura nórdica histórica de grandes ventana-
les, desde ámsterdam a estocolmo, es ya una arquitectura culta 
evolucionada, que se basa en una disponibilidad casi ilimitada 
de combustible para la calefacción y que responde a otros pa-
rámetros no ambientales. en cualquier caso, no podemos con-
siderarla vernácula.
15. el iglú es una estructura estable, evidentemente, pero 
se construye sólo para una estación. en la estación cálida los 
esquimales se desplazan tras la caza y la pesca, volviendo a 
instalarse en un nuevo emplazamiento cuando vuelve a llegar 
la estación más fría.
arquitecturas vernáculas pese a su temporalidad, en-
contramos los puntos extremos del gradiente de me-
canismos de adaptación al medio. Por ello, aunque 
como se ha dicho las condiciones que consiguen no 
sean suficientes hoy día, estas arquitecturas son un 
excelente laboratorio en el que estudiar mecanismos 
de funcionamiento bioclimático.
Habitar vernáculo hoy
 Por último, no podemos olvidar que las arquitec-
turas espontáneas son aún un porcentaje elevadísimo 
de las viviendas en no pocas partes del mundo, por lo 
tanto, además de una fuente de inspiración para arqui-
tecturas actuales, son una cuestión habitacional viva y 
presente, que tenemos que considerar como tal.
 creemos que la arquitectura vernácula constitu-
ye (y debe constituir en su pervivencia) un hábitat 
real, no solo un museo antropológico. Y un hábitat 
quiere decir un lugar donde desarrollar la vida de sus 
habitantes con todas las condiciones y expectativas 
que los modos de vida contemporáneos les permi-
ten albergar. entre esas condiciones se encuentran 
evidentemente las de confort. Y es por ello que las 
arquitecturas espontáneas se constituyen en objeto 
de estudio de especial interés, puesto que no pode-
mos admitir que queden relegadas a condiciones 
inadmisibles en virtud de su valor museístico, sino 
que todo su potencial (que es mucho) debe desarro-
llarse con las mejoras que la ciencia arquitectónica 
contemporánea sea capaz de aportar.
 Y hablamos de desarrollar potencialidades pro-
pias, no de superponer sistemas extraños al funcio-
namiento original, para lo cual la primera condición 
consiste en el análisis y conocimiento de la realidad 
preexistente.
 Por tanto, podemos decir para concluir, que el 
estudio científico de la arquitectura vernácula 
es, además, imprescindible para su conservación 
viva, más allá de la museificación y de su uso como 
base de datos, permitiendo desarrollar sus virtudes 
hasta niveles de confort asumibles hoy.
Conclusiones
 los ejemplos de arquitectura vernácula son el 
fruto de un lento proceso de ajuste que ha durado 
centenares y miles de años, destinado a la creación 
de condiciones de confort ambiental, utilizando del 
mejor modo los recursos locales. en algunos casos 
(véanse las arquitecturas árabes) se han alcanzado 
— 413 —
estrategias medioambientales de la arquitectura vernácula como fundamento de sostenibilidad futura. necesidad de la aplicación...
resultados sorprendentes que unen un extremado 
refinamiento arquitectónico a un sofisticado uso 
de materiales y principios físicos. este patrimonio, 
que en gran parte del siglo pasado y hasta hoy está 
en gran parte abandonado, representa una mina 
inagotable de información y sugerencias. A pesar 
de ello hay señales de una tendencia arquitectóni-
ca contraria que, aunque aún minoritaria, se inspi-
ra en esa sabiduría que ofrece la arquitectura sin 
arquitectos.
 en los países industrializados se ha asistido a 
una recuperación parcial de los principios inspira-
dores de defensa del clima y del empleo racional de 
la radiación solar en el desarrollo de la arquitectura 
bioclimática (bioregionalismo). Se ha tratado ob-
viamente de un uso inteligente de este patrimonio, 
tomando algunos principios inspiradores y revitali-
zándolos en función de la disponibilidad de nuevos 
materiales y conocimientos, con el fin de garantizar 
el bienestar térmico con una notable reducción del 
empleo de combustibles fósiles.
 Pero en los países en vías de desarrollo, la rique-
za de las enseñanzas de la arquitectura espontánea 
corre el riesgo de disolverse bajo el empuje de una 
“modernidad” importada irreflexivamente. Y es pre-
cisamente en estos países donde una recuperación 
inteligente de las sugestiones arquitectónicas loca-
les, más allá de un indudable valor cultural, puede 
representar la condición que aúne la creciente nece-
sidad de mantener o mejorar la calidad de vida con 
un uso racional de los escasos recursos disponibles.
 como ejemplo de un proceso mucho más com-
plejo, pensamos en el rapidísima difusión, en las 
grandes ciudades del tercermundo, de instalacio-
nes de climatización. es el resultado del naufragio 
de una arquitectura que ha abandonado cualquier 
referencia a la interacción con las condiciones cli-
máticas externas, confiando al control térmico a las 
instalaciones. esta enorme sobrecarga en la deman-
da eléctrica está provocando un colapso de las redes 
energéticas de estos países, que constituye uno de 
los más graves lastres a su precaria situación eco-
nómica y social; los cortes de suministro energético 
son constantes y durante ellos, estas nuevas arqui-
tecturas, que precisamente han provocado la crisis, 
son absolutamente inhabitables frente a las viejas 
casas tradicionales, que subsisten razonablemente 
sin la climatización que nunca tuvieron, en una pa-
radoja sobre el progreso de la que deberíamos sacar 
no pocas enseñanzas.
 este panorama ya no nos permite pensar en un 
progreso ilimitado e inconsciente, como finalmen-
te parece que todas las autoridades mundiales han 
reconocido16. la necesidad de tomar un nuevo rumbo 
hacia la sostenibilidad, encuentra un aliado de enor-
me capacidad en la sabiduría inmemorial acumulada 
en las arquitecturas tradicionales; un patrimonio que 
no podemos abandonar ni menospreciar a menos que 
queramos volver a inventar la rueda; y esta es una 
estupidez que no tenemos tiempo de permitirnos, 
porque la estabilidad del planeta que nos sustenta no 
va a mantenernos el tiempo suficiente.
 urge por tanto avanzar en un modo sostenible 
y, para ello, no podemos abandonar en el camino 
ninguna buena práctica que ya tengamos aprendida, 
como son las de las arquitecturas vernáculas.
 Pero este conocimiento acumulado no es opera-
tivo sin una correcta transposición a las necesidades 
y técnicas contemporáneas y, lo que es más comple-
jo, a una operativa que permita su pervivencia en 
escenarios futuros. es por tanto imprescindible un 
conocimiento objetivo y comunicable (esto es, cien-
tífico) de los parámetros que caracterizan las arqui-
tecturas vernáculas, en relación con todos aquellos 
aspectos que incidan en la sostenibilidad de nuestro 
hábitat construido.
 esos parámetros deben obtenerse por medios y 
con protocolos científicos adecuados, de forma que 
determinen invariantes extrapolables al acervo ar-
quitectónico general, y no dependan de una forma o 
un material concreto, sino que constituyan objetivos 
precisos y principios físicos generalizables.
 un ejemplo: si en los climas cálidos secos se cons-
truye tradicionalmente con gruesos muros de piedra 
o adobe, este dato no es la enseñanza que nos intere-
sa, nos importará sin embargo saber que esos muros 
tienen una alta difusibilidad por la que consiguen una 
elevada inercia térmica, que en combinación con una 
adecuada ventilación selectiva, permite disipar los 
excedentes de calor diurnos, manteniendo medias de 
temperatura dentro de los límites de confort.
 Por supuesto que no podemos aspirar a seguir 
construyendo con adobe todos los edificios contem-
poráneos en esos climas (aunque para algunos de 
ellos siga siendo una magnífica solución que se ha 
desechado demasiado fácilmente), pero si tenemos 
el dato anterior y sabemos manejarlo17, podremos 
16. Solo estamos esperando que se decidan a tomar medi-
das proporcionadas a la gravedad de la situación, y que reúnan 
el valor suficiente para llevarlas a cabo. Paciencia.
17. es hora ya de que los arquitectos entonemos un” mea 
culpa ambiental”, porque buena parte de la inercia contra la 
sostenibilidad que muestra nuestra arquitectura es debida sim-
plemente a la iGnOrAnciA de muchos compañeros que se 
niegan a asimilar los conocimientos necesarios para integrar 
estos parámetros en sus proyectos.
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BenitO SáncHeZ-MOntAñÉS MAcíAS
 conseguir un efecto idéntico con materiales y proce-
sos adecuados a la economía y medios contemporá-
neos. Y también, como antes decíamos, será un dato 
físico, objetivo e intemporal, que en el futuro podrá 
igualmente perseguirse y conseguirse con medios 
técnicos y materiales totalmente distintos.
 Se trata de un ejemplo absolutamente puntual en 
un mar de conocimientos, tan vasto como diversos 
son los climas, las culturas y las geografías. la tarea 
es esta y, en consecuencia, ingente. urge acometerla 
e implementar los procesos que permitan que co-
mience a dar frutos, en beneficio de la conservación 
del patrimonio, material e inmaterial, que constitu-
ye la arquitectura vernácula y en beneficio de todos 
los que habitamos este planeta.
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