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Estrategia-de-Lectura-en-voz-alta-El-zorro-Pitiflú-04-al-08-de-octubre

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El zorro Pitiflú era el más pequeño de los zorros del bosque. Era 
rápido, divertido, inteligente... A todos engatusaba Pitiflú, que hablaba 
sin parar. Le encantaba contar historias y también gastar algunas 
bromas. Adoraba ser escuchado. No había nada que le gustase más 
que el espectáculo de las caras boquiabiertas de asombro cuando él 
contaba algo. 
Según se iba haciendo mayor, Pitiflú se iba haciendo más 
astuto. Inventaba las historias más disparatadas con tal de ser el 
protagonista de cada reunión. A Pitiflú lo que le gustaba era dejar a 
todo el mundo pasmado, fascinado, flipado, anonadado, estupefacto, 
maravillado... 
- Caminando por el bosque, se me ha acercado un humano - contó un 
día - Era un humano más grande que los árboles. Me iba a disparar 
con un pistolón gigante, pero yo, valiente, le dije: '¡¡¡ALTO!!!'... Y salió 
huyendo tan rápido como un avión. 
Otro día se inventó que tenía un hermano zorro que se le parecía 
tanto, que seguro que a veces pensaban que estaban hablando con él, 
y hablaban con su hermano. 
- ¡Hola todos! - sorprendió en una ocasión - ¡Soy el hermano de Pitiflú! 
Luego reía, a solas. Con nadie podía compartir esa diversión. 
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Así las cosas, el zorro se fue haciendo famoso en el bosque. No 
por ser un gran atleta, ni un valiente, ni siquiera un excelente 
narrador, sino por ser un embustero. Cuando sus amigos jugaban con 
él, siempre acababan desconcertados: no sabían en qué 
momento decía la verdad y en qué momento mentía. 
- Estás mintiendo, Pitiflú... - le decía su amiga Rosalía, que era la que 
más paciencia tenía. 
- ¡De ninguna manera! ¡Yo no miento! - y volvía a mentir Pitiflú. 
Su propia telaraña de mentiras iba creciendo y creciendo, le 
perseguía. 
Una noche, la mamá de Pitiflú salió a cazar como de costumbre, con 
tan mala suerte que metió una de sus patas en una trampa cerca de 
una granja. 
- ¡¡¡Pitiflú!!! ¡Estoy atrapada! ¡Pide ayuda! ¡Por favor! 
Pitiflú, muy asustado, acudió a las madrigueras de todos sus amigos y 
conocidos: 
- Mi mamá está en peligro, por favor, ¡ayudadme! 
Todos desconfiaron de él. Nadie le creía. Esto debía ser otra de sus 
mentiras para armar alboroto. 
Con la cabeza gacha y asustado, volvía Pitiflú a intentar él solo ayudar 
a su mamá. 
- Espera. - la voz de Rosalía resonó entre los robles del bosque - Si 
esto que has contado ahora es cierto, yo te acompañaré. 
Pitiflú sonrió a su amiga, con agradecimiento. Estaba muy 
avergonzado. Nunca jamás volvería a mentir. 
 
 
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