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3922 Medicine. 2006;9(60):3922-3926 Al interpretar una radiografía múscu- lo-esquelética, el médico debe ser capaz, en primer lugar, de identifi- car la lesión ósea, para lo que es pre- ciso ejecutar una lectura sistemati- zada que nos ayude a diferenciarla de la normalidad, y establecer un diagnóstico diferencial razonable de la lesión, sin olvidarnos en ningún momento del cuadro clínico del pa- ciente. Los cuatro aspectos funda- mentales a tener en cuenta para la valoración de lesiones óseas son: anomalías de densidad, alteraciones de la estructura, signos de prolifera- ción y topografía de las lesiones. La densidad ósea puede estar alterada por exceso o por defecto. Una disminución de densidad ósea es perceptible en radiografía cuan- do hay una pérdida de al menos el 30% de la masa ósea. Esta dismi- nución de la densidad puede distri- buirse de forma localizada o difusa (fig. 1). Entre las formas generalizadas hay que tener en cuenta alteraciones del meta- bolismo óseo y procesos linfoproliferativos, principalmente. La osteopenia localizada puede ser secundaria al desuso por inmovilización prolongada, distrofia simpático-refleja o Sü- deck, infecciones o neoplasias. En algunos casos de osteope- nia localizada, ésta puede ser bilateral. Las lesiones óseas originadas por un aumento de la densi- dad se denominan lesiones blásticas. Una lesión blástica se puede producir como reacción a tratamientos radioterápicos, quimioterápicos y de terapia hormonal. Podemos encontrar lesiones blásticas benignas generalizadas en la enfermedad de Paget (fig. 2), la sarcoidosis (ambas pueden dar patrones dife- rentes de densidad, tanto líticos como blásticos, de múltiples localizaciones), la esclerosis tuberosa, la osteopetrosis y la os- teoesclerosis. Entre las lesiones blásticas localizadas podemos destacar: el granuloma eosinófilo, el infarto óseo, la osteomie- litis, fibroma osificante, osteoma, osteoma osteoide, osteoblas- toma y osteocondroma. Para diferenciar cada una de estas le- siones debemos tener en cuenta la clínica acompañante y la localización, que en algunas es característica. Entre las causas de lesiones blásticas malignas encontramos, en primer lugar, las metástasis (fundamentalmente de próstata, pulmón, vejiga, nasofaríngea, estómago, neuroblastoma y meduloblastoma); también podemos hallarlas en el sarcoma osteogénico, el mie- loma (localización múltiple), el linfoma y el adamantinoma. La sospecha de malignidad debe hacerse por la coexistencia de otras alteraciones como la reacción perióstica, el acompaña- miento de lesiones líticas y la integridad de la cortical. Las anomalías de la estructura ósea se pueden dividir en dos tipos fundamentales: alteraciones de la textura y destruc- ción o pérdida de sustancia ósea. 1. Una disminución global del número de trabéculas, que puede apreciarse como una trabeculación grosera del hueso, puede ser consecuencia de fenómenos de resorción, que al- ternan con reacciones de aposición ósea (por ejemplo, en la enfermedad de Paget), o de una sustitución de las trabéculas óseas por otros elementos, como pueden ser médula ósea (anemia de células falciformes, talasemias, hemofilias, proce- sos mieloproliferativos) o vasos sanguíneos (hemangioma). 2. La pérdida de sustancia ósea debida a destrucción (le- siones líticas) es el resultado de uno o varios factores, entre los que destacan la resorción osteoclástica, la invasión ósea direc- ta, la alteración de la fisiología ósea, etc. Las lesiones líticas PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL Protocolo diagnóstico de las lesiones osteoblásticas y osteolíticas A. Torrijos Eslavaa y A. Hernández Sanzb Servicio de Reumatología. aHospital Universitario La Paz. Madrid. bHospital Virgen de la Salud. Toledo. Fig. 1. Imagen de lesión lítica: tumor de células gi- gantes. Fig. 2. Imagen de lesión esclerosa: enfermedad de Paget.
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