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Capítulo 10 LA ARGUMENTACIÓN EN LA MATEMÁTICA ESCOLAR: DOS EJEMPLOS PARA LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO Núria Planas y Laura Morera1 Universidad Autónoma de Barcelona E-mail: Nuria.Planas@uab.cat, Laura.Morera@uab.cat RESUMEN En este capítulo presentamos reflexiones teóricas y prácticas sobre la noción de argumentación en el contexto de la matemática escolar. Se trata de reflexiones de tipo general aunque los ejemplos con los que se ilustran provengan de la etapa de educación secundaria y se centren en el manejo de contenidos de aritmética y geometría. Nos basamos en un triple marco dado por la noción de argumentación situada simultáneamente dentro de la disciplina –la matemática–, dentro de la institución –la matemática escolar– y dentro de la práctica de aula –la matemática en uso–. Esta triple mirada se corresponde con nuestro interés global por explorar: 1) la complejidad de la noción matemática de argumentación; 2) los procesos de transferencia de la matemática a la matemática escolar; y 3) el papel de la interacción en la co-construcción de argumentaciones en el aula de matemáticas. PALABRAS CLAVE: argumentación matemática, competencia de argumentación, prácticas argumentativas de aula, formación del profesorado de matemáticas. 1. INTRODUCCIÓN En enero de 2010 se ha iniciado el Proyecto de Investigación ‘Estudio sobre el desarrollo de competencias discursivas en el aula de matemáticas’, financiado por el 1 N. Planas es investigadora del Proyecto ‘Estudio sobre el desarrollo de competencias discursivas en el aula de matemáticas’, EDU2009-07713/EDUC, Ministerio de Ciencia e Innovación, España. L. Morera es becaria FPI, BES-2009-022687, del Proyecto ‘Contribución al análisis y mejora de las competencias matemáticas en la enseñanza secundaria con un nuevo entorno tecnológico’, EDU2008-01963/EDUC, del mismo Ministerio. Ministerio de Ciencia e Innovación de España, que se está desarrollando en colaboración con otro Proyecto vigente, ‘Contribución al análisis y mejora de las competencias matemáticas en la enseñanza secundaria con un nuevo entorno tecnológico’. Una de las finalidades de ambos estudios es profundizar en la noción de argumentación matemática de acuerdo con dos de sus acepciones: la estrictamente disciplinaria y la dada por el enfoque competencial, centrándonos aquí dentro en la práctica educativa del aula. Aunque en el ámbito de la Didáctica de la Matemática no tiene mucho sentido establecer distinciones extremas entre los aspectos que fundamentan estas interpretaciones y de hecho plantearemos ejemplos que muestren su complementariedad, es preciso empezar resumiendo qué se entiende por: 1) argumentación matemática, y 2) competencia argumentativa. A ello dedicamos las siguientes secciones. Antes, comentamos características de nuestro contexto particular –el de práctica docente y el de investigación– para ubicar mejor nuestras reflexiones. Desde la perspectiva de la práctica docente, las dos autoras estamos familiarizadas con la enseñanza de las matemáticas en aulas de secundaria con estudiantes de distintas edades, desde los 12 a los 18 años. En el caso de Núria Planas, esta experiencia profesional ha sido sustituida hace más de una década por la docencia a tiempo completo en las aulas universitarias de Didáctica de la Matemática en Titulaciones de Magisterio y en Posgrados de Formación Permanente del Profesorado. Haciendo una mirada retrospectiva al tiempo dedicado a la enseñanza de las matemáticas, ya sea en aulas de secundaria o universitarias, puede verse cómo se han sucedido cambios en las leyes educativas, en los discursos y en las prácticas. Un cambio significativo ha sido la introducción del denominado enfoque por competencias, como propuesta de modelo para avanzar en el conocimiento teórico de lo pedagógico y didáctico y, a su vez, mejorar la práctica docente y la formación del profesorado. Los currículos de las distintas materias escolares se han reescrito tomando la compleja familia de términos derivados de la noción de competencia. No vamos a entrar a discutir sobre la ambigüedad en la interpretación de la noción de competencia porque más adelante centramos la discusión en la noción más específica de competencia argumentativa. El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas Desde la perspectiva de la investigación, las dos autoras nos dedicamos a analizar cuestiones de argumentación en el aula de matemáticas de secundaria, pero lo hacemos con dos aproximaciones sensiblemente distintas si se tiene en cuenta el objeto de estudio principal. Por un lado, Núria Planas ha llegado a interesarse por la temática de la argumentación a partir de trabajos sobre la interacción social en el aula de matemáticas y la influencia de esta interacción en los procesos de aprendizaje de los estudiantes; esto explica en parte el énfasis actual en la exploración de prácticas interactivas de argumentación. Por otro lado, Laura Morera está realizando su trabajo de tesis doctoral con datos obtenidos por medio de la implementación de una secuencia didáctica sobre transformaciones en el plano; en el diseño de los problemas de esta secuencia se ha dado prioridad al criterio de facilitación de la competencia argumentativa en matemáticas. Las dos aproximaciones, por tanto, requieren una comprensión precisa de la noción matemática de argumentación, que está en la base misma de la identificación y el análisis de la calidad de cualquier texto producido individual o conjuntamente en la clase de matemáticas. La próxima sección fija la noción matemática de argumentación compartida por los dos Proyectos de referencia. 2. LA NOCIÓN DE ARGUMENTACIÓN MATEMÁTICA Antes de entrar en el contexto de la disciplina matemática, es preciso establecer qué entendemos por la noción más amplia de argumentación. Sardà (2003, p. 123) habla de la argumentación como “actividad social, intelectual y verbal que sirve para justificar o refutar una opinión, y que consiste en hacer declaraciones teniendo en cuenta al receptor y la finalidad con la cual se emiten. Para argumentar hace falta elegir entre diferentes opciones o explicaciones y razonar los criterios que permiten evaluar como más adecuada la opción elegida”. Así, puede decirse que la argumentación es un discurso dirigido a un receptor con el fin de justificar una opinión partiendo de hechos o datos y razonando los criterios sobre los que se decide la adecuación de la opción elegida. Desde un punto de vista más formal y ya referido al ámbito de las matemáticas, resulta útil el esquema argumentativo mínimo de Plantin (1998). Este esquema sintetiza el paso de unos datos, que constituyen la premisa, a una conclusión esgrimiendo al menos una razón 3 matemática que valide dicho paso. Una vez establecida esta unidad mínima, debemos contar con un marco conceptual que contemple otras casuísticas en el discurso argumentativo. Para ello, conviene adoptar el esquema más complejo de Toulmin (1958), con cuatro nociones clave: datos, conclusión, garantía y refutación. La primera línea de la Figura 1 ilustra el paso de la argumentación matemática consistente en la elaboración de un enunciado que, a partir de datos iniciales, aporte veracidad a un enunciado final o conclusión. Esta primera línea indica, por tanto, la inferencia realizada. El esquema se completa con garantías y refutaciones. Por una parte, la inferencia necesita ser legitimada en el campo del conocimiento matemático, de modo que deben aportarse enunciados básicos que supongan garantías. Por otra parte, puede ocurrir que existan circunstancias específicas en las cuales la inferencia no sea cierta, de modo que deben aportarse enunciados también básicos que informen sobre las posibles refutaciones o salvedades. Cualquier argumentación matemáticaadmite ser reducible por medio del esquema de la Figura 1. No obstante, lo que suele suceder es que una argumentación matemática desarrollada en el aula acaba siendo el resultado de una cadena de argumentaciones simples sucesivas reducibles, cada una de ellas por separado, por medio del esquema de Toulmin. Esto hace que lo que es una conclusión para una primera argumentación, pase a representar el papel de premisa o datos en un segundo proceso de argumentación, y así sucesivamente. Todavía en el contexto del aula, se tiende a esperar que sean los estudiantes quienes realicen las inferencias con la aplicación de leyes de paso y que sea el profesor quien intervenga para clarificar las garantías o refutaciones, según convenga en cada caso. Figura 1. Esquema argumentativo de Toulmin (1958) Ley de paso / Razones Conocimientos básicos Contra-argumentaciones Conclusión Garantía -G Datos / Premisa Refutación -R El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas Apliquemos este esquema a un ejemplo de argumentación matemática: “La suma de los ángulos interiores de un polígono de n lados es 180º·(n-2) porque cualquier polígono puede triangularse y la suma de los ángulos internos de un triángulo es 180º” (ver Figura 2). Como es habitual, el enunciado de la argumentación empieza con la conclusión (¿qué se afirma?): “La suma de los ángulos interiores de un polígono de n lados es 180º·(n-2)”. A la conclusión le siguen dos enunciados con razones que aportan veracidad a la conclusión. En primer lugar, hay un enunciado que representa los datos que se conocen (¿por qué se dice eso?): “[porque] cualquier polígono puede triangularse”. En segundo lugar, se aporta otro enunciado que ‘garantiza’ la relación entre los datos y la conclusión (¿y eso qué tiene que ver?): “[porque se sabe que] la suma de los ángulos internos de un triángulo es 180º”. Este último enunciado es una garantía de la legitimidad en la inferencia de los datos a la conclusión. Aunque datos y garantías puede intercambiarse, se suele usar el término ‘garantía’ para aquellos conocimientos matemáticos que se supone que el estudiante tiene bien asimilados, mientras que los ‘datos’ acostumbran a referirse a conocimientos más recientes y en proceso de construcción menos consolidado. Figura 2. Ejemplo de aplicación del esquema de Toulmin (1958) CONCLUSIÓN: La suma de los ángulos interiores de un polígono de n lados es 180º·(n-2) DATOS: Todo polígono puede triangularse REFUTACIÓN: ¿Hay algún polígono no triangulable? GARANTÍA: La suma de los ángulos internos de un triángulo es 180º Continuando con el caso del ejemplo anterior, tiene sentido preguntarse sobre la posibilidad de salvedades o refutaciones (¿necesita matices la conclusión o el proceso mismo de inferencia?, ¿existe alguna posibilidad de que el argumento falle?, ¿hay excepciones?). Es bastante evidente que cualquier cuadrilátero, pentágono o hexágono son 5 triangulables, pero ¿puede decirse esto para un polígono cualquiera? Éstas son algunas preguntas que podrían atenderse en la búsqueda de matices, o bien para justificar la fuerza de la argumentación realizada. 3. LA NOCIÓN DE COMPETENCIA ARGUMENTATIVA Para llegar hasta la elaboración final de una argumentación matemáticamente correcta, se requieren distintas fases discursivas de aproximación, que son las que constituyen la competencia argumentativa. En general, por tanto, no basta con saber reconocer la argumentación como producto acabado, sino que se tiene que ser capaz de reconocer las distintas capacidades que conforman esta competencia: las capacidades de describir, narrar, explicar, argumentar (parcialmente) y justificar. En Jorba (2000), a estas capacidades se las llama habilidades cognitivo-lingüísticas y se las considera como parte esencial de la argumentación en cualquier área de conocimiento. Hay otras habilidades cognitivo- lingüísticas, como por ejemplo resumir, definir o demostrar. Sin embargo, no pretendemos ofrecer una lista exhaustiva de todas las capacidades que preparan y confluyen en el desarrollo de la denominada competencia argumentativa. De acuerdo con lo anterior, entendemos por competencia argumentativa la capacidad en construcción de comprender y producir textos (orales y escritos) con componentes descriptivas, narrativas, explicativas, argumentativas y justificativas. Los textos más sencillos de producir son los descriptivos y los narrativos. Por una parte, describir significa organizar ciertos elementos en el espacio y, por otra, narrar equivale a organizarlos en el tiempo. Tanto las descripciones como las narraciones recurren a menudo a las definiciones, enumeraciones, comparaciones y clasificaciones. Un ejemplo de descripción en el ámbito de las matemáticas sería: “El cuadrado, el rectángulo, el rombo y el romboide son tipos de paralelogramos”. Mientras que un ejemplo de narración matemática sería: “Si se reduce la longitud de la base de un rectángulo hasta que coincida con la longitud de la altura, se obtiene un cuadrado”. A pesar de tratarse de habilidades relativamente sencillas, quien describe y narra tiene que decidir sobre qué información hablar y cómo organizarla. El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas Explicar, argumentar y justificar son habilidades muy relacionadas entre ellas, y en general tienen un nivel de complejidad mayor que el requerido al describir y narrar. Ya no sólo hay información, sino que se trata de dar información bien fundamentada, en base a razones. Los textos explicativos dan razones pero su objetivo no es cuestionarlas. Por el contrario, los textos argumentativos hacen referencia a la posibilidad de excepciones, salvedades, modificaciones. Y del mismo modo, los textos justificativos son aquellos que llevan las excepciones hasta sus últimas consecuencias y, por medio de contra-argumentos, contribuyen a modificar la aceptabilidad de algunas de las razones inicialmente aportadas. En esta idea se basa el principio según el cual todo argumento matemático inválido tiene como mínimo un contra-argumento (nos referimos al caso de la matemática escolar). Es común refutar la conclusión falsa “Las alturas de todo triángulo siempre son interiores”, con un contra-argumento fundamentado en el dibujo de un triángulo obtusángulo. En concreto, la argumentación y la explicación comparten el esquema básico de paso de una premisa a una conclusión, pero se diferencian en las razones que validan este paso. En la argumentación, las razones comunican su fuerza a las afirmaciones, convirtiéndolas en argumentos y haciendo del enunciado final una conclusión, mientras que en la explicación las razones tienen una función descriptiva al presentar el sistema de relaciones en las que la premisa se produce. Por ejemplo, tomando como premisa la existencia de clasificaciones de triángulos basadas en sus tipos de lados y en sus tipos de ángulos, una explicación sería: “Los triángulos equiláteros son distintos a los triángulos rectángulos, ya que en un triángulo equilátero los tres lados tienen la misma medida, mientras que en un triángulo rectángulo al menos uno de sus tres ángulos mide 90º”. En cambio, una argumentación sería: “Los triángulos equiláteros son distintos a los triángulos rectángulos ya que no puede haber un triángulo que sea equilátero y rectángulo a la vez, dado que en un triángulo rectángulo se cumple el Teorema de Pitágoras, que relaciona sus tres lados a, b y c según la ecuación a2=b2+c2 (siendo a la hipotenusa, el lado opuesto al ángulo recto) y es imposible que esta ecuación se cumpla si a = b = c,salvo en el caso trivial a = b = c = 0”. Si bien la noción de argumentación matemática caracterizada en el apartado anterior adquiere sentido como actividad interna del sujeto, esto no es así en el caso de la noción de 7 competencia argumentativa. En el desarrollo de esta competencia hay una necesidad de comunicación de quien argumenta con su entorno, precedida por una necesidad de interacción social (Planas e Iranzo, 2009). Son por tanto interpretaciones complementarias. La interpretación a partir del uso del esquema argumentativo de Toulmin (ver Figuras 1 y 2) ayuda a comprender la actividad matemática de las personas, mientras que la interpretación a partir del uso de habilidades cognitivo-lingüísticas ayuda a comprender la construcción conjunta de conocimiento matemático. 4. IDENTIFICACIÓN DE PRÁCTICAS DE ARGUMENTACIÓN Partiendo de datos de aula, en este segundo bloque del capítulo, proponemos una manera de identificar prácticas de argumentación de acuerdo con las nociones de argumentación matemática y la de competencia argumentativa, presentadas en el primer bloque. La tarea de identificación de los múltiples momentos que configuran la práctica de argumentación es de gran importancia en la formación del profesorado de matemáticas. El trabajo sistemático en torno a este tipo de tareas permite desarrollar el conocimiento profesional necesario para reconocer el aprendizaje de la argumentación matemática como un continuo que se inicia con la descripción de hechos e ideas y se perfecciona con la justificación de argumentaciones parciales y la elaboración de contra-argumentaciones. Todavía muchos profesores de matemáticas esperan de sus estudiantes que muestren la argumentación como un producto final y acabado, sin haber, por tanto, articulado un conocimiento didáctico suficiente sobre los indicadores progresivos de la práctica argumentativa, tales como describir, definir, explicar, argumentar (parcialmente) y justificar, que pueden darse tanto en situaciones de razonamiento individual como en situaciones de interacción en grupo. Nuestra propuesta, pensada como una tarea para contribuir a la formación del profesorado de matemáticas, consiste en mostrar a los profesores ejemplos de problemas llevados a cabo en un grupo clase, con tablas asociadas de datos donde se indique: 1) la argumentación matemática que el profesor del aula espera que sus estudiantes lleguen a elaborar –datos sobre el ideal de argumentación; y 2) la competencia argumentativa que estudiantes y profesor muestran en algunas de sus intervenciones –datos sobre la El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas adquisición progresiva de habilidades cognitivo-lingüísticas. A modo de ejemplo, en los dos apartados que siguen se dan dos problemas con tablas de datos asociadas. El planteamiento a un grupo de profesores de actividades aparentemente tan simples como las que planteamos a continuación, tiene que ayudar a elaborar una comprensión más profunda de la argumentación, desde la doble perspectiva de la enseñanza y del aprendizaje. 4.1. PRIMER EJEMPLO: EL PROBLEMA DEL SOBRE VACÍO El problema del sobre vacío (ver Cuadro 1) se propuso en una clase de primer curso de secundaria obligatoria (12-13 años) en diciembre de 2008. La primera aproximación fue usar la balanza para poner un sobre fijo en uno de los platillos e ir poniendo los otros sobres en el segundo platillo hasta encontrar dos sobres que desequilibraran la balanza. Esto, sin embargo, puede llegar a ser un poco largo porque en el peor de los casos habrá que pesar hasta siete parejas de sobres. Por este motivo, después de seguir el procedimiento anterior, el profesor pidió a los alumnos que pensaran una manera que requiriera menos pasos. Otra aproximación que surgió fue distribuir los sobres en cuatro parejas de modo que el sobre vacío tenía que estar, seguro, en una de las parejas. De nuevo, se tiene que poner una pareja fija de sobres en uno de los platillos e ir poniendo las otras parejas en el segundo platillo hasta encontrar las dos parejas que desequilibren la balanza. El profesor explicó que esta idea es mejor porque reduce los siete pasos iniciales a cuatro. Tras aceptar el reto de ir encontrando procedimientos cada vez más rápidos, llegó la duda sobre si cuatro era el número mínimo de pasos para resolver el problema. PROBLEMA 1. Una familia está preparando ocho sobres para enviar postales de sus vacaciones a los amigos. Después de enganchar los sellos, escribir las direcciones y cerrar los sobres, la madre se da cuenta de que ha quedado una postal encima de la mesa. Para no tener que comprar más sobres, sellos y postales, deciden averiguar cuál es el sobre vacío. Si disponen de una balanza de platillos, ¿qué recomiendas que hagan? Cuadro 1. Enunciado del problema del sobre vacío 9 La siguiente aproximación consistió en distribuir los sobres en dos grupos de cuatro y poner cada grupo en un platillo de la balanza. Con seguridad, los platillos estarán desequilibrados porque uno de ellos, el que está más alto, contiene el sobre vacío. Sabiendo esto, ya sólo es necesario manipular estos cuatros sobres y se reduce considerablemente el problema inicial. Ahora se reparten los cuatro sobres en dos parejas y se pone cada pareja en uno de los platillos. Vuelve a ocurrir que el platillo que queda más alto es el que contiene el sobre vacío. Se separa la pareja de sobres con uno en cada platillo y se localiza el sobre vacío. Al sumar se comprueba que han sido suficientes tres pasos, uno menos que en la aproximación anterior. Llegados a este punto, en clase volvió a surgir la duda sobre si tres era el número mínimo de pasos. Después de dedicar tiempo a pensar en pequeños grupos, los alumnos pidieron al profesor que les proporcionara alguna orientación adicional para resolver el problema. El profesor planteó pensar el problema a partir de situaciones más simples con menos sobres, y de forma conjunta se elaboraron varios razonamientos. A continuación, mostramos parte de una conversación que tuvo lugar en unos de los grupos de estudiantes, durante el tiempo dedicado a la resolución del problema. Después de haber estado resolviendo casos particulares con uno, dos, tres, cuatro… sobres, los estudiantes discuten sobre cómo generalizar a partir de los resultados obtenidos: A: Si hemos visto que esto siempre sale igual, tenemos que encontrar una manera de no tener que ir pensando cada vez cuántos pasos se necesitan. B: Sí, se ve que siempre es igual, uno, uno, uno, dos, dos, dos, dos, dos, dos, tres, tres, tres, tres, tres, tres, con nueve sobres se necesitan tres pasos. Esto es lo que da. A: Bueno, pues eso, hay tres unos, hay cinco con dos pasos… ¿cuántos tres hay? C: A lo mejor se tiene que ir sumando dos cada vez. A: Pero eso cómo se explica. No lo veo claro. ¿Por qué dos cada vez? B: ¿Y si buscamos más casos? Hacemos por ejemplo hasta quince sobres. A: ¿Cuántos tenemos que hacer para estar seguros? B: Depende. Lo que está claro es que con nueve sobres todavía no vemos qué pasa. Porque si vamos sumando de dos en dos, lo hacemos a ciegas, no sabemos por qué es así, y a lo mejor resulta que no es así. Tenemos que fijarnos en lo que hemos hecho hasta nueve. A: Primero miramos hasta quince sobres, para tener más, y luego miramos lo que hemos hecho hasta quince. C: Pero si no vemos lo que hemos hecho, volverá a ser adivinar. El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas A: Nada de adivinar. A ver, ¿siempre todo depende de los dos casos anteriores? ¿Con sólo mirar los dos casos anteriores basta y alguna vez hemos mirado hasta tres hacia atrás? La Tabla 1 resume prácticas argumentativas vinculadas a este problema. Los textos literales son traducciones de los originales en catalán, mientras que el ‘ideal de argumentaciónmatemática’ proviene de un texto escrito por el profesor cuando se le pidió que sintetizara en un papel algunas de las argumentaciones que desearía escuchar en el aula. En el interior de esta tabla, también incluimos dos preguntas dirigidas al profesorado de matemáticas en formación, inicial o permanente. Con una primera cuestión se pide al profesorado que elabore un fragmento de la cadena de argumentaciones sucesivas dadas por el ideal de argumentación matemática de acuerdo con el esquema de Toulmin de la Figura 1. Con una segunda cuestión se pide imaginar y redactar un ejemplo para cada tipo de competencia argumentativa –describir, narrar, explicar, argumentar (parcialmente) y justificar–. Prácticas argumentativas en torno al Problema 1 Id ea l d e ar gu m en ta ci ón m at em át ic a Para dos sobres, basta con un único paso ya que al pesar un sobre en cada platillo se decide que el platillo más alto contiene el sobre vacío. Para tres sobres, se pone un sobre en cada platillo y queda uno fuera; si los platillos quedan desequilibrados, se sabe cuál es el sobre vacío, y si no, el sobre vacío es el que no se ha pesado, por lo que basta un paso. Para cuatro sobres, se distribuyen los sobres en dos parejas y se pesan; el platillo que queda más alto contiene el sobre vacío y, con dos sobres, basta un paso más de modo que en total son dos pasos. Para cinco sobres, se piensan dos parejas de sobres y uno se deja fuera; si las parejas quedan equilibradas, el sobre vacío es el que no se ha pesado, y si no, se está en una situación con cuatro sobres para la cual se necesitan dos pasos. Para seis sobres, se distribuyen los sobres en dos ternas y se decide en cual está el sobre vacío viendo el platillo más alto; ahora se está en una situación con tres sobres y con un paso basta; en total, como mucho se requieren dos pasos. Para siete sobres, se vuelven a distribuir y pesar los sobres en dos ternas y un sobre queda fuera; si los platillos están equilibrados, el sobre vacío es el que no se ha pesado; si quedan desequilibrados, se tienen seis sobres y bastan dos pasos. Para ocho sobres, se distribuyen los sobres en dos grupos de cuatro y se pesan. Los cuatro sobres que están en el platillo más alto contienen el sobre vacío y ahora se reduce el problema a cuatro sobres y, por tanto, tres pasos. 11 Id ea l d e ar gu m en ta ci ón m at em át ic a CUESTIÓN 1. Usa cuantas veces necesites el esquema argumentativo de Toulmin para representar un fragmento de las argumentaciones que configuran parte del ideal de argumentación anterior. Incluye, si lo consideras necesario, conocimientos matemáticos básicos que podrían usarse como garantía o bien como refutación en cada paso. Datos Conclusión Conclusión Conclusión Conclusión Conclusión G / R G / R G / RG / R G / R El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas C om pe te nc ia s a rg um en ta tiv as Describir: “Se ve que siempre es igual, uno, uno, uno, dos, dos, dos, dos, dos, dos, tres, tres, tres, tres, tres, tres, con nueve sobres se necesitan tres pasos. Esto es lo que da” [se recita la serie numérica 1, 1, 1, 2, 2, 2, 2, 2, 3, 3, 3, 3, 3, 3… pero no se llega a identificar ninguna regularidad durante la sesión de clase]. Narrar: “Primero se miran los tres primeros casos, que se parecen mucho, y luego se miran los otros casos donde no basta con un paso. Se necesitan dos pasos. Siempre hay que ir mirando cuántos pasos” [se organiza lo que se dice en base al orden seguido en el análisis de similitudes y diferencias entre grupos de casos]. Explicar: “Se tiene que buscar un caso más simple que ya se haya resuelto, por eso es siempre mirar hacia atrás, pero no mucho hacia atrás” [se menciona el principio de la recurrencia hacia atrás como forma algorítmica de resolución]. Argumentar: “Basta con mirar hacia atrás porque el ocho se puede descomponer como suma de otros números más pequeños” [se da la descomposición del ocho como una razón para fundamentar el principio recursivo, pero no se completa esta razón con otras razones necesarias]. Justificar: “Con siete sobres, si no se encuentra enseguida el sobre vacío porque no se ha dejado a parte, ya tienes seis sobres y son sólo dos pasos. Bueno, eso si se ha visto que con seis se separan en tres y tres y se pesan” [se refuerza lo primero que se dice dando una razón que, a su vez, se refuerza con otra razón]. CUESTIÓN 2. Imagina para cada habilidad, un enunciado matemático que tenga sentido en el contexto de la reflexión en torno al problema dado a los estudiantes de este ejemplo. Explica qué condiciones se cumplen para que los distintos enunciados sean de tipo: o Descriptivo o Narrativo o Explicativo o Argumentativo o Justificativo Tabla 1. Reflexión sobre la argumentación matemática en la resolución del Problema 1 4.2. SEGUNDO EJEMPLO: EL PROBLEMA DE LA MÁQUINA DE GIRO El problema de la máquina de giro (ver Cuadro 2) se propuso en una clase de tercer curso de secundaria obligatoria (14-15 años) en febrero de 2010. Los alumnos lo resolvieron por parejas con la ayuda del programa GeoGebra –software de geometría dinámica– y luego se hizo una puesta en común. El uso del GeoGebra explica que en el enunciado del problema que reproducimos se mencione la animación del dibujo que aquí aparece estático. 13 PROBLEMA 2. Hay una máquina que gira las piezas de un sitio a otro, como se muestra en la animación, pero la llevan a arreglar, y ahora que ya funciona perfectamente, no saben dónde la tienen que colocar para que siga transportando las piezas como lo hacía antes. Poned la máquina de giro en su sitio y argumentad cómo lo habéis hecho con la ayuda del Geogebra. Cuadro 2. Enunciado del problema de la máquina de giro La primera aproximación fue determinar visualmente una franja donde se tendría que encontrar el centro de giro. Con esta aproximación, los estudiantes no resolvían el problema, pero se facilitaba el hecho de empezar a trabajar con el GeoGebra. Hay que notar que este problema tiene dos grados de libertad, el punto donde se encontrará el centro y los grados del ángulo de giro, por eso es muy difícil resolverlo “probando”, lo que dio lugar a la segunda aproximación. Los alumnos aplican un giro alpha al segmento respecto de un punto y con la barra deslizadora van variando el ángulo alpha y el punto, hasta que se puede conseguir una buena aproximación. La profesora sugirió que en lugar de encontrar la solución para aquel caso concreto, intentaran construir una solución que aunque variara la situación inicial, se siguieran conservando las propiedades. El siguiente paso fue encontrar el centro de giro construyendo las mediatrices de puntos homólogos y escogiendo como centro el punto de corte de dichas mediatrices. Surgió la duda sobre si esta solución valdría para cualquier posición inicial de los segmentos. Se vio que había tres opciones –que las mediatrices se cortaran en un punto, que fuesen paralelas o que fuesen coincidentes–, y que no era evidente que la solución funcionara para todas ellas. El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas Figura 3. Posibles posiciones relativas de las mediatrices Los estudiantes empezaron a experimentar con la ayuda del GeoGebra cada una de las opciones y vieron que si las mediatrices eran paralelas o se cortaban en un solo punto, su solución –corte de las mediatrices de los puntos homólogos– sí que funcionaba. Sin embargo, para poder generalizar necesitaban añadir otra condición: si las mediatrices se cortan en infinitos puntos, es decir, son coincidentes, el centro de giro no se puede situar en cualquiera de los infinitos puntos de la mediatriz como primero habían supuesto, sino donde se corte la prolongación de los segmentos y la mediatriz. A continuación, mostramos partede una conversación que tuvo lugar en la puesta en común en el momento de ver que no había infinitas soluciones: P: ¿En este caso (ver Figura 4), todos afirmáis que se puede poner el centro en cualquier punto de las mediatrices? Figura 4. Segmentos alineados E: Sí, porque las mediatrices coinciden en todos los puntos. H: No, tienen que estar en el punto medio de los dos segmentos. P: ¿Si ponemos la máquina aquí? ( ----- · ----- ) H: ¡Entonces funciona! E: Sí. P: ¿Y cuántos grados lo haríais girar? E: Ciento ochenta grados. 15 P: ¿Y si ponemos el centro aquí? ( ----- . ----- ) E: También funcionaría, pero que gire menos grados. H: No. Si haces menos grados te quedará… como así, hacia arriba (hace el movimiento con las manos. Luego hay una pausa y usan la barra deslizadora del GeoGebra) E: ¡Ah! Entonces es imposible. P: Entonces acabáis de refutar vuestra propia conjetura… Prácticas argumentativas en torno al Problema 2 El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas Para dos segmentos cualesquiera el centro de giro estará en el punto donde se corten las dos mediatrices de puntos homólogos, porque son los puntos que equidistan de los dos pares de homólogos a la vez. Notar que no existirá un giro si las mediatrices son paralelas. Si las mediatrices son coincidentes, cuando los segmentos son simétricos, el centro de giro estará en el punto de corte de la mediatriz con la prolongación de los segmentos ya que es el único punto que a parte de ser el centro de dos circunferencias concéntricas que pasan por los pares de puntos homólogos, mantienen el ángulo de giro como se puede observar en la Figura 5. Figura 5. Caso de mediatrices coincidentes Esta argumentación ideal, tendría que completarse con la demostración de que cuando las mediatrices se cortan en un punto, ese punto siempre conserva el ángulo de giro. CUESTIÓN 1. Usa cuantas veces necesites el esquema argumentativo de Toulmin para representar un fragmento de las argumentaciones que configuran parte del ideal de argumentación anterior. Incluye, si lo consideras necesario, conocimientos matemáticos básicos que podrían usarse como garantía o bien como refutación en cada paso. Id ea l d e ar gu m en ta ci ón m at em át ic a Datos Conclusión Conclusión Conclusión Conclusión Conclusión G / R G / R G / RG / R G / R 17 Describir: “Tiene que estar en el punto medio de los dos segmentos” [se afirma pero no se llega a convencer a los compañeros]. Narrar: “Primero se hace una mediatriz de los dos puntos aparejados y luego la otra. El punto donde se corten es el centro de giro” [se organiza el procedimiento para encontrar la solución como una receta]. Explicar: “Si hemos encontrado dos casos que son: si se cruzan o si son coincidentes, también nos podemos encontrar que sean paralelos y que no se encuentren en ningún punto” [se tiene en cuenta la búsqueda de casos particulares como método para poder aceptar o refutar la conjetura]. C om pe te nc ia s a rg um en ta tiv as Argumentar: “El centro de giro estará en el punto donde se crucen las mediatrices porque si te fijas en cada extremo, para pasar de un extremo al otro podrías poner el centro en cualquier punto de la mediatriz y lo mismo con el otro par de extremos” [se argumenta siguiendo el esquema de Toulmin, pero no está completo, porque falta tener en cuenta posibles refutaciones, como cuando las mediatrices son coincidentes]. Justificar: “Pensamos que si queríamos llevar este punto aquí, y estos dos puntos formaban parte de una circunferencia, el centro de esta circunferencia estaba en la mediatriz del segmento que los unía” [se justifica el pensamiento que defienden]. CUESTIÓN 2. Imagina para cada habilidad, un enunciado matemático que tenga sentido en el contexto de la reflexión en torno al problema dado a los estudiantes de este ejemplo. Explica qué condiciones se cumplen para que los distintos enunciados sean de tipo: o Descriptivo o Narrativo o Explicativo o Argumentativo o Justificativo Tabla 2. Reflexión sobre la argumentación matemática en la resolución del Problema 2 5. CONSIDERACIONES FINALES De los dos ejemplos anteriores, puede observarse que el concepto de generalización tiene un papel importante en el grado de competencia argumentativa en tanto que la búsqueda de generalizaciones parece estar en la base del desarrollo de varias argumentaciones. Los estudiantes hallan soluciones resolviendo casos concretos, pero en ciertos momentos algunos se plantean qué pasaría para una situación genérica cuya resolución informara sobre todos los distintos casos. En el ejemplo con el problema del sobre vacío, en la conversación entre los estudiantes se ve cómo A motiva a sus compañeros a elaborar argumentaciones cuando pregunta sobre cómo generalizar y llegar a El desarrollo de competencias en las clases de ciencias y matemáticas saber la solución para cualquier cantidad de sobres: “Tenemos que encontrar una manera de no tener que ir pensando cada vez cuántos pasos se necesitan”. En el ejemplo con el problema de la máquina de giro, cuando los estudiantes empiezan a generalizar, se dan cuenta de que necesitan conocer y aplicar propiedades matemáticas; de otro modo, podrían haber resuelto el problema con la ayuda del GeoGebra y sin recurrir a ninguna propiedad. Podemos continuar comentando consideraciones sobre el papel de la generalización en la construcción de la competencia de argumentación matemática, tal como se muestra en (Morera, 2010). Sin embargo, ésta no es la intención del capítulo. Intencionadamente hemos querido ofrecer un capítulo que sea al mismo tiempo introductorio y reflexivo, dirigido al profesorado de matemáticas de enseñanza secundaria, para contribuir a revisar y ampliar nuestra mirada profesional al concepto de argumentación matemática y a su uso en el aula. En el contexto de los dos Proyectos de Investigación mencionados al inicio de este capítulo, se están recogiendo y analizando datos de aula sobre procesos de argumentación en entornos de resolución de problemas. Para los respectivos análisis, se están realizando distintas acciones, entre ellas la reconstrucción de los esquemas de Krummheuer (2007), sobre relaciones entre argumentación e interacción social en el aula. Este capítulo responde a los esfuerzos en paralelo para hacer llegar al profesorado algunos de los supuestos básicos sobre los que estamos trabajando y, sobre todo, para poner de relieve que las prácticas de argumentación matemática se inician en el momento mismo de descripción de los elementos que constituyen una situación problemática. Generalizar, por ejemplo, es sin duda una habilidad que debe trabajarse y que ayuda a la elaboración de argumentaciones; pero también debemos fijarnos en el trabajo de otras habilidades –describir, narrar, explicar, argumentar parcialmente, justificar…–, además de tener en cuenta qué garantías y refutaciones aportamos en cada cadena de construcción de conclusiones. AGRADECIMIENTOS Además de los agradecimientos al Ministerio de Ciencia e Innovación de España por la financiación a los dos Proyectos mencionados en la nota a pie de página, queremos dejar constancia de los comentarios de Josep Maria Fortuny a una versión inicial del texto. 19 BIBLIOGRAFÍA JORBA, J. (2000). La comunicación y las habilidades cognitivo-lingüísticas. En J. Jorba, I. Gómez y À. Prat (coords.), Hablar y escribir para aprender: Uso de la lengua en situación de enseñanza-aprendizaje desde las áreas curriculares, pp. 29-49. Madrid: Síntesis. KRUMMHEUER, G. (2007). Argumentation and participation in the primary mathematics classroom: Two episodes and related theoretical abductions. The Journal of Mathematical Behavior, 26 (1), 60-82. MORERA, L. (2010). Momentos clave en el aprendizaje de isometrías. Trabajo de Maestría.Bellaterra: Universidad Autónoma de Barcelona. PLANAS, N.; IRANZO, N. (2009). Cuestiones metodológicas para la interpretación de procesos de interacción en el aula de matemáticas. RELIME-Revista Latinoamericana de Investigación en Matemática Educativa, 12 (2), 7-28. PLANTIN, C. (1998). La argumentación. Barcelona: Ariel. SARDÀ, A. (2003). Argumentar: propasar i validar models. En N. Sanmartí (coord.), Aprendre ciències tot aprenent a escriure ciència, pp. 121-148. Barcelona: Edicions 62. TOULMIN, S. (1958). The uses of argument. Cambridge: Cambridge University Press [publicado en español por Ediciones Península, 2007].
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