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Neuroética - Mariel Kalkach Aparicio

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Neuroética:
una guía multifacética
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Neuroética:
una guía multifacética
 
 
 
Mariel Kalkach Aparicio
Coordinación General de Bioética Clínica y Neuroética Anáhuac.
Investigador Afiliado a la Cátedra Interdisciplinaria de Bioética Clínica.
Facultad de Bioética, Universidad Anáhuac México.
Departamento de Neurología, Universidad de Wisconsin-Madison.
Research Scholar of UNESCO Chair in Bioethics and Human Rights, Rome, Italy.
 
José Damián Carrillo Ruíz
Coordinación General de Bioética Clínica y Neuroética Anáhuac.
Dirección de Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Anáhuac México.
Dirección de Investigación, Hospital General de México
Unidad de Neurología y Neurocirugía, Hospital General de México
Sociedad Mexicana de Cirugía Neurológica.
 
 
 
Editor Responsable:
Lic. Georgina Moreno Zarco
Editorial El Manual Moderno
 
5
 
Nos interesa su opinión, comuníquese con nosotros:
Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
 
Av. Sonora 206, Col. Hipódromo, Alcaldía Cuauhtémoc, 06100, Ciudad de México, México
 
(52-55) 52-65-11-00
 
info@manualmoderno.com
 
quejas@manualmoderno.com
 
Neuroética: una guía multifacética
D.R. © 2020 por Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
 
ISBN: 978-607-448-858-6 versión electrónica
 
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm.
39
 
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser
reproducida, almacenada o transmitida sin permiso previo por escrito de la
Editorial.
 
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Director editorial:
Dr. José Luis Morales Saavedra
 
Editora de desarrollo:
Lic. Tania Flor García San Juan
 
Diseño de portada:
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mailto:info@manualmoderno.com
mailto:quejas@manuamoderno.com
http://www.manualmoderno.com/
D.P. Cynthia Karina Oropeza Heredia
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AGRADECIMIENTOS
A nuestras familias y seres queridos por entendernos en tiempos de sacrificios y
apoyarnos en lo emprendido; a nuestros estudiantes y colaboradores BINCA,
especialmente a Alicia Sarahi Ojeda Yuren y a Mariana Vargas Hoyo por su
colaboración en la elaboración de este libro, y a las instituciones que nos
respaldan y han apoyado en este proyecto.
 
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PRÓLOGO
Antonio Cabrera Cabrera
 
 
 
El análisis de las múltiples interrelaciones existentes en una sociedad global
cosmopolita, muestran una realidad donde predominan conflictos multinivel. Las
nuevas tecnologías aplicadas al campo de la mente han generado un conflicto
ético y médico que no existía hace unas décadas de años.
Sin duda, el aumento de la complejidad de las problemáticas está exigiendo un
replanteamiento de los procesos de investigación tradicionales. Un camino para
ello sería desarrollar una Metodología Interdisciplinaria con una intención
aplicativa, es decir, orientada a la resolución de los problemas que aquejan a la
Sociedad actual.
La interdisciplinariedad surge, por tanto, como una respuesta a las necesidades de
la evolución acelerada de la Ciencia, en un intento de dar solución a escenarios
complejos y globalizados desde los diferentes campos del conocimiento.
La práctica actual de las Neurociencias, Neurotecnologías, Neurotécnicas y
Neuroinformación que de éstas se deriva, genera dilemas en escenarios clínicos,
legales, políticos, psicológicos sociales y espirituales, entre muchos otros. De
entre estos existe un hilo híbrido de consideraciones éticas y filosóficas que ata a
dichos escenarios al campo de la Neuroética.
Son numerosos los objetos complejos de estudio, de los que se ocupa la
Neuroética, y que este libro aborda, entre ellos la conciencia, el libre albedrío,
transhumanismo, investigación con seres humanos, la muerte desde diversas
perspectivas y la toma de decisiones sobre temas muy selectos y delicados.
También las implicaciones religiosas, filosóficas, éticas, legales y sociales,
presentadas en esta obra, reclaman un método de carácter interdisciplinario para la
Neuroética.
Es por ello por lo que la Neuroética se convierte en un campo muy peculiar,
donde se puede desarrollar, no sólo desde la teoría y desde la Investigación, sino
en los terrenos prácticos de la Enseñanza-Formación y de la Gestión-Acción, un
tipo de colaboración que privilegie la aplicación de una Metodología Práctica
Interdisciplinaria clave para el abordaje de los problemas y situaciones que se
presenta en su campo.
11
Por su multi e interdisciplinaria consistencia, este libro es de utilidad para
cualquier neurocientífico o personas con interés en las neurociencias y para
filósofos, abogados, investigadores, bioeticistas. Algunos capítulos son de interés
para otras áreas específicas, como el arte, la mercadotecnia y la teología. Otros, se
refieren a temas pertenecientes a la filosofía, por lo cual tienen relación con los
fundamentos de ética; unos más, son tema de reflexión para la bioética en las
neurociencias y neurotecnologías. No obstante, por las novedosas utilidades e
implicaciones del campo, el libro está escrito para el investigador, docente,
alumno o profesional de cualquier área interesado en todos o algún tema en
particular.
Los autores que participan en este libro cuentan con una formación específica de
base y posgrados o especializaciones en Neurociencias, Medicina, Derecho,
Economía, Teología o Psicología, y Bioética.
Se presenta la gran oportunidad de que se conviertan en lo que podríamos llamar
“Sujetos de Cambio” donde, a través del trabajo en equipo y colaborativo, la
flexibilidad y el pensamiento creativo, reflexionen y trabajen como profesionales
de diversas disciplinas contribuyendo al establecimiento de una manera nueva e
integrativa que podría denominarse Mentalidad Interdisciplinaria, necesaria para
la creación de una “Cultura Interdisciplinaria de la Neuroética".
Este texto, escrito en español, contribuiría de forma significativa, a esta cultura
Interdisciplinaria de la Neuroética construyendo redes, más o menos complejas,
en y entre las Instituciones de Educación Superior, de habla hispana, que deseen
incursionar en el campo de la Neuroética con esta nueva visión interdisciplinaria.
12
 
13
INTRODUCCIÓN
Mariel Kalkach Aparicio, José Damián Carrillo Ruíz
 
 
 
Por encima de la profesión que uno practique, todos, como personas, pacientes,
familiares e individuos de alguna sociedad, alguna cultura o algún estado que nos
reconoce derechos y obligaciones, vivimos en un siglo que podría considerarse el
gestor de la revolución de la información. Aquella, precedida de la revolución
científica y, después de muchos años de integrar y procesar información, tal vez
seguida de la revolución del conocimiento. Las herramientas que el hombre
común de este siglo utiliza a diario en muchos lugares del mundo han pasado de
tener únicamente un objetivo mecánico, a ser un objeto por medio del cual se
busca información. Por lo tanto, no sorprende que también para los científicos, las
tecnologías que, generan, obtienen, almacenan o procesan información, tengan un
valor primordial.
En dicho contexto, se entiende que las biotecnologías, como las utilizadas en
genética y genómica, neurociencia, ciencias de la mente y del comportamiento,
tengan un valor especial debido a que confieren varias formas de indagar
profundamente sobre la naturaleza biológica humana y de intervenir sobre ella.
Este tipo de información es valiosísima para el individuo y para la especie por sus
diferentes significados y los usos que se le puede dar. Por una parte, ésta tiene un
gran impacto en la investigación médica para la comprensión y tratamiento de
enfermedades. Por otra parte, dichos datos constituyen una fuente de
conocimiento sobre la constitución y la condición humana, en cuanto a lo que son
y lo que deberían o podrían ser. Tal conocimiento arroja preguntas sobre qué
factores intervienen o condicionan la procreación, la formación de identidad, el
libre albedrío, la consciencia, la conciencia y la toma de decisiones,y acerca de la
naturaleza de dichos fenómenos o conceptos. Además, generan dudas sobre sus
razones de ser y si éstos pueden cambiarse o manipularse y, de ser así, cuáles
deberían de ser los límites de dichas alteraciones o control. Las conclusiones que
se deriven de dichas reflexiones son trascendentes en la medida en que esos
conceptos forman los pilares de la sociedad en que se vive.
Esta obra se sitúa en el contexto anterior al enfocar su atención en el uso de las
neurociencias, neuroinformación, neurotecnologías, y neurotécnicas novedosas
(neuroCITT); cuyos fines han sobrepasado su relación con el sector de salud. La
hiperconectividad y el acercamiento generado por el Internet han abierto la puerta
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al uso prematuro de las neuroCITT en la población general. Hasta hace poco, el
proceso que seguía la ciencia y la tecnología dilataba su disponibilidad para áreas
del conocimiento que no eran las que le generaban o estudiaban, así como para
áreas comerciales o de estilo de vida. Una forma sencilla de observar dicho
traspaso, así como los temores y expectativas reales y potenciales que de éste se
desprenden, es a partir de las populares temáticas abordadas por la literatura, el
cine y la televisión.
A través de la visita de profundos anhelos que han acompañado la curiosidad e
imaginación del hombre desde antaño, los medios de comunicación promueven la
reflexión y opinión en el público general sobre el uso de las neuroCITT. Con un
aire novedoso, se propone a la audiencia que las neuroCITT ofrecen una vía para
cumplir dichos sueños. La ciencia ficción plantea que éstas surten su efecto en
uno mismo o en otros, con el objetivo de obtener ventaja, control o poder sobre
uno mismo o los demás; es decir, suelen ocuparse como armas o medios de
manipulación dentro de diversos sectores. Por ejemplo, un(os) individuo(s)
puede(n) buscar controlar: la agencia de otros en el sector militar (p. ej.
Divergent); la consciencia propia para incrementar la funcionalidad ejecutiva y
sobresalir dentro del sector laboral (p. ej. Limitless), o bien, disrumpir la de otros
para utilizarle como arma dentro de un sector terrorista (p. ej. Batman Begins); las
emociones de los ciudadanos como medio de control social dentro del sector
gubernamental (p. ej. Equals); las memorias propias para superar el sufrimiento
romántico dentro del sector comercial (p. ej. Eternal Sunshine of a Spotless
Mind); el subconsciente de otros para manipular su comportamiento en un sector
criminal supremacista (p. ej. Get Out); la experiencia no consciente o sueños de
otros en el sector de inteligencia y espionaje (p. ej. Inception) o como forma de
psicoterapia en el sector clínico (p. ej. Paprika). Otros temas exploran el uso de las
neuroCITT para estudiar o adquirir: experiencias cercanas a la muerte (Flatliners),
el deseo de inmortalidad (Black Mirror: I’ll be right back) e, incluso, la
resurrección (The Lazarus Effect).
Desde la segunda mitad del siglo pasado y a partir del mejor entendimiento de la
neurobiología, las ciencias computacionales han sacado provecho y traído
promesas que han retornado el interés y la especulación en la construcción de
realidades virtuales e inteligencia artificial. A partir de esto, se abre lugar para
preguntas sobre cuáles serán el o los uso(s) o categoría(s) que se les dé a las
nuevas creaciones a las cuales se les han otorgado capacidades de procesos
operacionales basadas en los procesos cerebrales que el hombre posee (p. ej. 2001,
A. I., Lucy, Westworld) y la reflexión se vuelve cada vez más compleja al
respecto. Por otro lado, con el predominio de posturas materialistas, se generan
preguntas sobre las implicaciones de lo anterior para la consciencia humana:
¿existe la posibilidad de transferir la consciencia humana a un dispositivo
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exógeno? (p. ej. Transcendence; Altered Carbon). Si esto fuera posible, ¿qué
implicaciones tendría esto para el concepto y determinación de vida y muerte de
una persona?
Este libro no habla de ciencia ficción, pero los ejemplos descritos permiten
comunicar de modo simple la temática de fondo que abordan las NeuroCITT y la
Neuroética. Adicionalmente estos ejemplos son interesantes porque revelan dos
cuestiones reales. Primero, éstos recuerdan que, con el avance de la tecnología y
las ciencias, las dificultades conceptuales filosóficas y epistemológicas no
resueltas hasta ahora, como la definición del inicio y el final de la vida de la
persona, sólo se tornarán más complejas. Aún no sabemos en qué consiste la
consciencia, o no existe consenso, pero ya se pretende desarrollar una de tipo
artificial. Aún no sabemos cómo funciona el cerebro exactamente pero ya se
pretende potenciarle con fines de competir contra otros a nivel individual, y
nacional. Aún se desconocen las precisas relaciones entre cerebro-pensamiento-
conducta, pero se pretende trasladar la completa experiencia subjetiva humana a
un chip.
Aunado a esto, y lo más importante para la construcción de este libro, es que los
escenarios ficticios están basados en increíbles avances reales o propuestas
perseguidas actualmente por académicos e investigadores en alguna parte del
mundo y con gran apoyo económico. Los temas relacionados con el uso de las
neuroCITT pueden generar muchísimas preguntas interesantes; no obstante,
mientras que algunos países consolidan comités dedicados a reflexionar sobre
algunas de las posibilidades que la ficción ha venido planteando desde el siglo
pasado, para muchos países esto permanece como ciencia ficción.
Para países sin abundante acceso a la tecnología, las preguntas y la reflexión sobre
el uso de las neuroCITT residen en la experiencia clínica del dolor, del
sufrimiento, de la continuidad, de los relapsos, de la periodicidad y de las
alteraciones en la consciencia y en los parámetros “normales” del comportamiento
que presentan los pacientes con enfermedades que afectan al cerebro y, o la
mente. La comprensión de éstos y la generación de tratamientos adecuados son las
cuestiones que ocupan a los países sin un acceso a las neuroCITT que primero
satisfaga los requerimientos básicos de salud. Los avances en el tratamiento para
las patologías estudiadas por la neurología, la neurocirugía, la psiquiatría, la
neuropsicología, y otras áreas de las neurociencias clínicas y del comportamiento,
se benefician del aumento en el conocimiento del sistema nervioso, así como de la
generación avances biotecnológicos y la invención de técnicas novedosas de
abordaje. Los dilemas y consideraciones éticos en estos escenarios existen a nivel
de sistemas de salud (p.ej. conflictos entre beneficio para la salud pública y
políticas sociales), a nivel institucional (p.ej. distribución de recursos) y a nivel de
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la práctica clínica individual (p.ej. conflicto entre paternalismo y respeto de
autonomía).
Ya la literatura y los medios de comunicación habían capturado desde hace mucho
también el interés de la población general por dilemas clínicos como las
patologías de la consciencia (p. ej. Le Scaphandre et le Papillon y Coma), uso de
tratamientos novedosos (p. ej. Awakenings o Gifted Hands) y la experiencia
subjetiva en la enfermedad (p. ej. My Stroke of Insight o A leg to stand on). No
obstante, más allá del entretenimiento, el involucro social en estos temas por parte
de la comunidad latinoamericana también se ha manifestado recientemente por
medio de la participación en políticas de salud pública sobre las neuroCITT. En
México, como en otros países los tratamientos novedosos como son el uso de
neurodrogas, la neuromodulación o la estimulación cerebral profunda han
generado interés y reflexión general. Por ejemplo, el uso del cannabis para el
control de algunos padecimientos como dolor crónico o la epilepsia refractaria en
pacientes pediátricos han sido controvertidos, frente a las asociaciones sociales de
la sustancia y complicada situación política nacional; la selección de pacientes
para estimulación cerebral profunda en el tratamiento de Enfermedad de
Parkinson frente a la escasez de recursos;el tratamiento de pacientes agresivos a
partir de psicocirugías ante el riesgo de afectar su “identidad”; y el uso de
neuroestimulantes como medio para generar o incrementar la “concentración” y, o
desempeño entre profesionales y estudiantes de alto rendimiento.
Como es de esperarse, cualquier aplicación de sustancias, intervenciones, etc.
conlleva ciertos efectos adversos. De tal forma que, al tratarse del sistema
nervioso, el cual controla la recepción y el procesamiento de información con el
entorno y con nosotros mismos, los efectos adversos de cualquier intervención en
éste serán más notables y en esa medida, más importantes para la vida de la
persona. Por ejemplo, el análisis del caso de un paciente al que se propone
someter al procedimiento de estimulación cerebral profunda debe contemplar los
potenciales cambios en lo que el médico, el paciente y la sociedad perciben como
identidad, agencia, consciencia, conciencia, voluntad, etc. No se tiene que tomar
una posición necesariamente reduccionista para reconocer que existe un sistema
neurobiológico que forma parte del sustento de dichos conceptos filosóficos,
psicológicos y legales. Y es esta acepción y la forma en cómo se entienda, yacen,
por un lado, la importancia del tema para múltiples disciplinas y, por otro, el
acalorado sobre la naturaleza de la persona. Con estos tipos de problemas en
mente se confirma de sobra el zeitgeist de la neuro-era a la que nos adentramos.
No es absurdo ni coincidencia que los países más importantes del mundo estén
realizando importantes inversiones en este campo en este preciso momento. Un
representante de la enorme atención que los gobiernos están prestando al campo
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en la Unión Europea es el denominado Human Brain Project (HBP), el cual, por
ser uno de los proyectos Flagships, está siendo financiado con aproximadamente
1 billón de euros durante 10 años. A éste lo caracteriza la enorme participación de
116 instituciones en 19 países de Europa y otros lugares del mundo. Por su parte,
el análogo del HBP en los Estados Unidos, el proyecto Brain Research through
Advancing Innovative Neurotechnologies o BRAIN Initiative, fue lanzado en el
2013 por el gobierno estadounidense para descifrar “los secretos del cerebro”.
Con éste, el entonces presidente Barack Obama llamó a los científicos a descubrir
una imagen dinámica cerebral del cómo pensamos, aprendemos y recordamos.
Dicho proyecto cuenta con la colaboración de organismos federales, no federales
y los Institutos y los Centros de Salud Nacionales (NIH Institutes and Centers).
Aun siendo capaces de estimar las cantidades de poblaciones y conexiones
neuronales, el misterio sobre el funcionamiento del cerebro continúa. Esto dice el
proyecto BRAIN, sin embargo, no parece que el mero deseo por conocimiento
fisiológico sea razón suficiente para justificar semejantes esfuerzos y conmoción.
Más bien, se pone de manifiesto que las motivaciones para avanzar en este campo
son diversas, poderosas y no del todo claras. Al respecto se puede señalar que el
proyecto estadounidense enlista un plan de acciones claramente articulado sobre
los objetivos de las diversas líneas y proyectos de investigación, en su Reporte al
Comité Asesor del director del NIH 2025. Por su parte el BHP a pesar de haber
sido criticado por ser menos claro o abierto con respecto a sus avances, objetivos
y administración de proyectos, se reconoce como un lugar en el que se deposita el
desarrollo de conocimiento y tecnología y que interconecta los avances en el área
de las neurociencias. No obstante, nadie es ingenuo sobre el poder que puede
conferir el tener conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro.
El uso de neuroCITT para la comprensión de la toma de decisiones ha generado el
área de neuroeconomía, y de ésta se ha aventajado la neuromercadotecnia. Al
poder indagar qué ocasionan ciertos estímulos en el cerebro, los expertos en
ventas pueden presentar al consumidor, de todas las edades (niños, ancianos,
personas con depresión), cualquier producto (incluyendo aquellos nocivos para la
salud) y de cualquier calidad y ponerle en más predisposición para comprarle.
Esto lleva a preguntar por derechos que aún no son estipulados por políticas de
muchos países, y que tienen un impacto en la salud pública y bienestar social y
económico de sus individuos. Por ejemplo, ¿debería de haber un derecho a la no
invasión en la toma de decisiones del consumidor en el mercado, especialmente
mediante herramientas invisibles, ¿podría esto considerarse el uso de una
neuroarma contra el consumidor? Estos son potenciales temas para la neuroética y
el neuroderecho y aún no profundamente explorados.
El avance de las neuroCITT ha progresado a diferentes sectores y ello pone de
manifiesto su utilidad para diversos contextos profesionales. Por ejemplo, la
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neutroantropología, el neuroderecho, la neuroestética, la neuroeducación, la
neuropolítica, el área militar y la neuroeconomía entre otras han mostrado hasta
dónde puede llegar y explotarse el interés por las neuroCITT. No obstante, dicho
avance viene acompañado de la Neuroética.
Desde el nacimiento formal de la Neuroética en el 2002, y durante ya 18 años, se
han retroalimentado de manera innovadora los campos de la filosofía y de las
neurociencias por medio del puente interdisciplinario que este campo constituye.
Es así como se entiende la relación que tiene la neuroética cada uno de los temas y
dilemas anteriormente mencionados. Por un lado, un ámbito, realiza preguntas
sobre las implicaciones éticas, legales y sociales del desarrollo y uso de las
neuroCITT, y acompaña al discernimiento clínico ante los problemas relacionados
con el sistema nervioso. Por otro lado, en el otro ámbito se realizan preguntas,
reflexiones y modelos sobre temas de conciencia, identidad, toma de decisiones
morales, libre albedrío, a la luz de los hallazgos provenientes de neuroCITT.
Ambos son abordados en la obra.
Las metodologías trans, multi- e interdisciplinarias son utilizadas en la
Neuroética. Éstas dan lugar a correlaciones complejas que, por cierto, que parece
la única forma aceptable para comprender al cerebro y los fenómenos que de éste
se desprenden en una forma más cercana a la realidad. Se necesita del esfuerzo
multidisciplinario de las neurociencias moleculares, celulares, electrofisiológicas
y del comportamiento, tal y como lo dice el proyecto BRAIN. No obstante, para
lograr la solución de problemas, el siguiente paso es el diálogo interdisciplinario y
multinivel. La integración de información mediante el diálogo y la reflexión entre
profesionales, a nivel conceptual, de investigación y práctico es necesaria para el
abordaje de los problemas y conceptos que están en el corazón de la Neuroética.
De tal modo que este libro contiene información, reflexiones y propuestas sobre
temas variados pero relacionados entre ellos, y articula en los capítulos: filosofía y
clínica, ciencias y arte, método científico y reflexión espiritual. Algunos capítulos
han sido escritos por profesionales con formación en diversas áreas, por lo cual
integran propuestas interdisciplinarias. Otros, representan colaboraciones en
equipos de diálogo para generar sus ideas interdisciplinarias. Todos pretenden
comunicarse con una audiencia que trasciende barreras disciplinarias. Por esto, se
propone una metodología de comunicación y orientación para que quien es nuevo
en la Neuroética pueda situarse en ella. Al mismo tiempo, dicha metodología sirve
como una guía para que aquellos que publican sus trabajos en este campo,
comuniquen concreta y sistemáticamente los aspectos relevantes para otros, tal
vez ajenos a su especialidad.
Falta crecimiento en términos de validez científica para que la consolidación de
los modelos neurocientíficos relevantes para otros campos como el Derecho. No
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obstante, la ciencia continúa y los intentos por consolidar esa integración
interdisciplinaria requieren de reflexión actual no en cinco años. El invitar a
tiempo a la filosofía, la ética y la bioética a acompañarel crecimiento de las
neurociencias sienta precedente en la historia humana. Este hecho es testimonio
de la humanización en las ciencias y de la apertura científica en las humanidades,
a las que hemos llegado. Si este acompañamiento perdura, la tecnología estará
siendo puesta al servicio del hombre íntegramente, con el objetivo y en un marco
de auto-entendimiento profundo, ad hoc para la continuación de su existencia.
Estas reflexiones, a más de 15 años del nacimiento de la Neuroética, buscan
continuar a) consolidándole como una “Tercera Cultura” dentro de la propuesta de
C. P. Snow, un nicho en el que el desarrollo de las actividades interdisciplinarias
es necesario y constitutivo, y b) propulsarle teniendo las palabras de Nikola Tesla
en mente: “El día que la ciencia comience a estudiar fenómenos no-físicos, hará
más progreso en una década que en todos los previos siglos de su existencia”.
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COLABORADORES
 
 
 
José Carlos Abellán Salort
Facultad de CC. Jurídicas y Sociales, Universidad Rey Juan Carlos
jose.abellan@urjc.es
Capítulo 9, 16
 
María Teresa Araiza Hoyos
Facultad de Psicología, Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
mtaraiza@anahuac.mx
Capítulo 19, 24
 
Chiara Ariano
Faculta de Filosofía en Istituto Pastorale Redemptor Hominis
Pontificia Università Lateranense.
ariano@pul.it
Capítulo 26
 
Alberto Carrara
Facultad de Filosofía, Universidad Regina Apostolorum. Facultad de Psicología, Università Europea di Roma.
Fellow of UNESCO Chair of Bioethics and Human Rights, Rome, Italy.
acarrara@legionaries.org
Capítulo 3
 
Luis Alberto Carrillo Reid
Investigador en Laboratorio de reprogramación de circuitos funcionales, Instituto de Neurobiología.
UNAM, Campus Juriquilla.
carrillo.reid@comunidad.unam.mx
Capítulo 2
 
José Alberto Castilla Barajas
Facultad de Ciencias de la Salud. Coordinador de Programa de Liderazgo en Medicina, Alpha.
Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
alberto.castilla@anahuac.mx
Capítulo 1, 4, 22
 
Antonia Cervantes Barrios
Servicio de Rehabilitación, Hospital General de México.
ance1960@live.com.mx
Capítulo 23
 
Enrique Chávez León
Facultad de Psicología, Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
Asociación Psiquiátrica de América Latina y Asociación Psiquiátrica Mexicana.
ecleon@anahuac.mx
Capítulo 18
 
María Elizabeth de los Ríos Uriarte
Facultad de Bioética, Cátedra de Bioética Clínica Gerardo del Valle Toca, Universidad Anáhuac México, Campus
22
Norte.
elizabeth.delosrios@anahuac.mx
Capítulo 6
 
Alberto García Gómez
Chairholder de UNESCO Chair in Bioethics and Human Rights, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum-
Università Europea di Roma (Chair).
agarcia@unescobiochair.org
Capítulo 9, 16, 26
 
Luis García Muñoz
Servicio de Neurocirugía Funcional, Hospital General de México
drlgmnc@gmail.com
Capítulo 1, 4, 22
 
Nicéforo Guerrero Espinosa
Facultad de Derecho, Universidad
Anáhuac México.
niceforo.guerreroe@anahuac.mx
Capítulo 17
 
Manuel Hernández Salazar
Centro Médico Nacional “20 de Noviembre”.
Presidente del Colegio Mexicano de Neuroética.
neuroetica.mexico@gmail.com
Capítulo 13
 
Fiacro Jiménez Ponce
Subdirección de Regulación y Atención Hospitalaria, ISSSTE.
fiacrojimenez@yahoo.com
Capítulo 15
 
Diego Alberto Manjarrez Garduño
Facultad de Psicología, UNAM, Campus CU.
Investigación y atención clínica en el Departamento de Neuropsicología y Neurociencias Cognitivas, Hospital
General de México.
diego.manjarrez@enp.unam.mx
Capítulo 11
 
Luis Gabriel Méndez Mondragón
Posgrados Empresariales
Universidad Panamericana
lgmendez@avastama.site
Capítulo 20
 
J. Tomás Moncada Habib
Coordinador de investigación BINCA
Facultad de Bioética
Universidad Anahuac México, Campus Norte.
Capítulo 13
 
Carlos Montemayor
Department of Philosophy,
San Francisco State University.
cmontema@sfsu.edu
23
Capítulo 7.1
 
Peter Mullan
Posgrado en Filosofía y Pensamiento, Departamento de Humanidades en el mundo contemporáneo
Universitat Abat Oliba CEU.
petermullanlc@gmail.com
Capítulo 10
 
Thelma Peón Hernández
Dirección Académica de Formación Integral, Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
thelma.peon@anahuac.mx
Capítulo 21
 
Rodrigo Ramos Zúñiga
Instituto de Neurociencias Traslacionales. Departamento de Neurociencias, CUCS.
Universidad de Guadalajara, México.
rodrigorz13@gmail.com
Capítulo 14
 
Lorea Sagasti Pazos
Facultad de Bioética. Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
lorea.sagastipa@anahuac.mx
Capítulo 1, 22
 
Juan Manuel Salgado Camacho
Servicio de Neurocirugía, Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca; UNAM, Campus CU. Casa
Lamm
jmsc71@exalumno.unam.mx
Capítulo 12
 
Martha Tarasco Michel
Facultad de Bioética. Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
mtarasco@anahuac.mx
Capítulo 23
 
Manuel Velázquez de León Calvillo
Facultad de Ciencias de la Salud (posgrado), Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
dilion23@gmail.com
Capítulo 27
 
Yael Zonenszain Laiter
Facultad de Bioética, Universidad Anáhuac México, Campus Norte.
yael.zonenszainl@anahuac.mx
Capítulo 25
 
 
Para acceder a los resúmenes de cada capítulo en su versión en inglés, por favor, ingresar al siguiente
sitio web: www.manualmoderno.com/kalkach
 
24
http://www.manualmoderno.com/kalkach
 
25
CONTENIDO
 
 
 
Prólogo
Introducción
Colaboradores
 
I. INTRODUCCIÓN A LA NEUROÉTICA
Capítulo 1. La persona: base fundamental de la neuroética
Capítulo 2. Introducción a las neurociencias: actividad
neuronal básica
Capítulo 3. Neuroética o neurobioética: origen, desarrollo y
definición
Capítulo 4. Historia y prehistoria de la neuroética en México
Capítulo 5. Un sistema de ubicación para la neuroética, un
campo interdisciplinario
Capítulo 6. Identidad frente al reduccionismo neurobiológico
 
II. TEMAS DE NEUROÉTICA ÁMBITO A
Capítulo 7. La consciencia: un modelo teórico
interdisciplinario con relevancia clínica
Capítulo 7.1  De consciencia a conciencia moral
Capítulo 8. La conciencia
Capítulo 9. Libre albedrío y neurociencias
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Capítulo 10. Neuroteología: la filosofía como puente entre las
neurociencias, la religión y la teología
Capítulo 11. Neuroteología: aspectos cognitivos de las
creencias y experiencias religiosas y espirituales
Capítulo 12. Neuroestética y ética
 
III. TEMAS DE NEUROÉTICA ÁMBITO B
Capítulo 13. Dilemas morales en la neurocirugía: sesgos y
soluciones
Capítulo 14. Bioética para los avances tecnológicos en las
neurociencias traslacionales
Capítulo 15. Ética en la estimulación cerebral profunda en un
contexto del sistema de salud
Capítulo 16. Implicaciones jurídicas de los avances
neurotecnológicos
Capítulo 17. Neuroley desde el derecho: neurociencias
aplicadas al derecho penal en méxico
Capítulo 18. Dilemas éticos actuales en psiquiatría
Capítulo 19. Ética en la psicología: dilemas que se esclarecen
en la reflexión filosófica
Capítulo 20. Neuromercadotecnia y ética: promesas y
amenazas
Capítulo 21. Transhumanismo y neuropotenciamiento desde
la bioética personalista
Capítulo 22. Dolor y sufrimiento: trascender ante el
transhumanismo en dos manifestaciones prevalentes en la
práctica clínica
Capítulo 23. Dilemas bioéticos en la práctica de la
neurorrehabilitación
27
Capítulo 24. Experiencias cercanas a la muerte: reportes,
teorías y relevancia para los profesionales
Capítulo 25. Muerte encefálica (cerebral): ¿muerte de la
persona?
Capítulo 26. Neurobioética y la incidencia de las neuro-
tecnologías en los derechos humanos y justicia
Capítulo 27. Aspectos éticos en la investigación
neurocientífica con sujetos humanos
Glosario interdisciplinario
28
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29
CAPÍTULO 1 
LA PERSONA: BASE FUNDAMENTAL DE LA
NEUROÉTICA
José Damián Carrillo Ruiz, Lorea Sagasti Pazos, José Alberto Castilla Barajas
 
 
 
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▸ INTRODUCCIÓN
En el ámbito de la bioética el concepto más importante es el de persona. Sin duda,
puede afirmarse, el hombre es el fin de la filosofía, la medicina y el derecho. La
bioética, como campo interdisciplinario, que principalmente conjuga a las
disciplinas mencionadas, debe necesariamenterecurrir al concepto de persona
para encontrar el fundamento y fin de su objeto de estudio. Por su parte, la
neuroética está sustentada inequívocamente en el concepto de persona; será a
partir del cual surgirán muchos otros conceptos tales como identidad, consciencia,
conciencia y naturaleza humana. De igual forma, podemos afirmar que varios de
los dilemas neuroéticos hoy en día encuentran a la persona como objeto de
estudio. Tales dilemas ocurren en ambos ámbitos de la neuroética.
Este capítulo pretende ejemplificar cuál es el significado de persona y sus
diferentes aristas. De este modo, el lector tendrá en mente una idea del sujeto
sobre el cual inciden las neurociencias, las neurotecnologías, la neuroinformación
y las neurotécnicas (neuroCITT). Además, tener una noción sobre las diferentes
formas de entender a la persona presta al lector distintos lentes para la lectura del
presente libro, de los cuales se obtienen diferentes dilemas e implicaciones en
cada tema. Cabe mencionar que las definiciones del concepto de persona que
podemos encontrar en los diversos ámbitos son múltiples y complejas, y la
mayoría se enfoca en uno u otro aspecto de las diversas dimensiones del ser
humano. En este capítulo se hará un breve esbozo de las que se consideran las
definiciones más representativas, a fin de que el lector pueda encontrar un
panorama general que le permita analizar con criterio propio los diversos temas de
la neuroética.
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▸ ANTECEDENTES
La etimología de la palabra es de origen griego Prósopon (πρóσωπον) y hace
referencia al verbo personare ‘resonar’. Alude a la máscara que los actores griegos
usaban en el teatro. Esta máscara tenía un orificio a la altura de la boca y daba a la
voz un sonido penetrante y vibrante: personare, ‘resonar’. Por lo que se entiende,
la persona o la personalidad es la característica que hace que un ser se manifieste
en el mundo (teatro).1 De manera metafórica, la máscara griega revelaba el papel
que el hombre representa en la vida o el drama.2 La persona en aquel contexto era
el sujeto que tomaba un rol o un papel dentro de la sociedad. Posteriormente, en la
civilización romana clásica, únicamente podían ser personas los hombres
(varones), sui iuris (no sometidos a la patria potestad de un progenitor), nacidos
como ciudadanos romanos, según el Ius Civile.3 Los esclavos nacidos en esa
condición o que eran capturados y vendidos durante las guerras, así como las
mujeres y los menores no eran considerados personas en la Roma de entonces y,
por lo tanto, no gozaban de todos los derechos. El fenómeno de la esclavitud y la
restricción de los derechos para la mujer ha sido una constante que data desde
entonces hasta tiempos modernos.
De lo anterior, puede afirmarse que, desde sus inicios en la historia, un sujeto
puede ser considerado diferente (en valor o derechos) por los de su misma
especie, debido a ciertas condiciones tales como el sexo, que impactan su relación
con el Estado (como nacer fuera de él). El término “persona” nació para realizar el
marcaje de sujetos con un determinado valor en una sociedad o comunidad
determinada. El establecimiento de estos criterios surgió de una necesidad jurídica
y no tanto de una comprensión filosófica. Entonces ¿de dónde surge el concepto
más amplio de persona que se tiene hoy en día?
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▸ PERSONA: CONCEPTO MULTIDISCIPLINARIO
No sólo la filosofía intenta definir a la persona, diversas disciplinas desde sus
métodos centran su atención en el concepto de persona. La persona puede ser
entendida en diferentes circunstancias y contextos, como un término coloquial,
psicológico, jurídico, gramatical o filosófico. Coloquialmente, el concepto
corresponde a cualquier sujeto que se encuentra en este planeta, es decir a cada
uno de los elementos que juntos conforman a un conglomerado de gente. Cuando
uno camina por la calle, las plazas, el mercado o en el cine siempre encontrará a
otros sujetos que están a lado de uno. Morfológicamente son similares a nosotros
mismos: una cabeza, cuatro extremidades, dos ojos, una nariz, una boca y orejas.
Es decir, dichos sujetos poseen elementos visualmente símiles y entre ellos
conforman una familia, una comuna, una sociedad y una nación. No obstante, hoy
y a la luz de los acontecimientos del siglo XXI, la persona no puede entenderse
únicamente como una especie que se rige sólo bajo principios biológicos, el
reconocimiento de otras dimensiones que contemplan el análisis del
comportamiento humano es necesario para una aproximación a la realidad de la
persona.
La persona desde la psicología
La psicología trata a la persona como a alguien específico en sus aspectos físicos
y psíquicos, los cuales lo definen en función de sus condiciones de sujeto singular
y único. La gran aportación al concepto por parte del padre del psicoanálisis,
Freud, es añadir al elemento racional clásico de las definiciones realistas, la
importancia de lo psíquico y, por lo tanto, la supremacía del inconsciente al
concepto de lo humano.4 En la integración de las tres esferas del humano:
inconsciente, consciente y preconsciente y sus manifestaciones en el YO,5 Freud
reivindica de algún modo a la psique y a los sentimientos, proponiendo que la
persona, además de tener los atributos físicos ya mencionados, también presenta
una dimensión mental. Posteriormente Jung, en su psicología analítica, contribuye
al concepto de hombre, añadiendo a la ecuación el llamado “inconsciente
colectivo” y su contenido, los arquetipos, entre los cuales destacan el de “madre”
y el propio arquetipo de “persona”. Jung reconoce de este modo en el
psicoanálisis la inmersión del hombre en una colectividad.
“Un estrato en cierta medida superficial del inconsciente es, sin duda, personal. Lo llamamos
inconsciente personal. Pero ese estrato descansa sobre otro más profundo que no se origina en la
experiencia y adquisición personal, sino que es innato: lo llamado inconsciente colectivo. He
elegido la expresión colectivo porque este inconsciente no es de naturaleza individual sino
universal… En otras palabras, es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así, un
fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre…”6
Desde la psicología, la definición y cómo se explique el funcionamiento y
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estructura de esta parte inmaterial que constituye la mente, dependerá de la
corriente que se utilice. No obstante, estos conceptos son importantes
históricamente para esta disciplina, y para los especialistas en psicoanálisis
continúan siendo vigentes, conceptos sobre los cuales se basan diversas terapias
que tratan la dimensión mental de la persona.
La persona desde el derecho
Para el derecho, el fin y el principio de la ciencia y la práctica yace en la persona.
Las legislaciones del mundo se alinean con la definición que de la misma adopte
cada una. Debemos recordar que el derecho cimienta sus principios generales en
la filosofía, especialmente en la ética, para dotarlos de contenido normativo y
axiológico en las normas que de ella emanen. Para la tradición occidental
napoleónica, la persona es todo ente sujeto de derechos y obligaciones.7 La
persona no es una creación jurídico-normativa sino un reconocimiento legal de la
existencia de sujetos con derechos y obligaciones que actúan en el mundo del
derecho; estos son los seres humanos. En el siglo XX, es Christian Atias en su
libro de “Les Personnes: les incapacités”, de 1985 quien expone que las personas
son un valor metajurídico y no una simple construcción del derecho. Para este
abogado, la persona trasciende en valor del ser y el deber ser, y no sólo como una
definición concreta, sino que hace pensar en su sentido de infinitud.8
La justicia no puede entenderse sin el concepto de persona; es la base del derecho
mismo y, por lo tanto, es el primer concepto estudiado en toda facultad.
Originariamente, esta característica sólo se otorgaba a los seres humanos, es decir
a personas individuales, desde su nacimiento, pero posteriormente se le otorgó a
través de una “Ficción Jurídica”a las personas morales (sociedades, asociaciones
y al Estado)9 reconociendo de este modo otro aspecto de la naturaleza humana, su
sociabilidad.
En el momento en que alguien es considerado persona, tiene, por esta sola razón,
una serie de derechos propios del derecho internacional y nacional moderno, los
derechos humanos consagrados en tratados internacionales y acogidos por la
mayoría las legislaciones del mundo. Por lo que, en 1948, la Declaración
Universal de Derechos Humanos en su artículo 6 consagra lo siguiente:
“Artículo 6
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.”10
El derecho es por definición una disciplina práctica. Más allá de los tratados
doctrinales respecto al concepto de justicia, la ciencia jurídica funciona sólo en en
cuanto a su aplicabilidad en el mundo. Es por lo que, justamente, en el derecho,
podemos ver reflejada la evolución del concepto de persona en sus diferentes
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aristas. A partir de la Segunda Guerra Mundial y la firma en 1948 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, mucho se ha avanzado, por lo
menos formalmente, en el reconocimiento de derechos que el individuo tiene por
el solo hecho de ser persona. Mientras que la Declaración mencionada resguarda
derechos básicos fundamentales relacionados con su propia personalidad y
encaminados al resguardo de su corporeidad, a lo largo del siglo XX y XXI se han
firmado convenciones que resguardan más aspectos de lo humano. El
reconocimiento jurídico de esferas distintas a la simple preservación de la vida e
integridad física denota, en nuestra opinión, la afirmación en el derecho
internacional público de las distintas esferas del ser humano como una realidad
inmanente a la persona que requiere de protección. Mientras que en la Declaración
Universal de Derechos Humanos se protege la dignidad, la libertad y la vida del
hombre, posteriores convenciones protegen aspectos políticos, sociales, psíquicos,
mentales, de autodeterminación y privacidad, y otorgan derecho a la educación, al
esparcimiento y a la creación artística. Convenciones adoptadas por consenso tales
como la “Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y
discriminación fundadas en la religión o las convicciones” (1981), la “Declaración
sobre el Derecho al Desarrollo” (1986), que instituye como derecho humano
inalienable la facultad de participar en un desarrollo económico, social, cultural y
político en el que la persona pueda realizarse plenamente y el “Pacto Internacional
sobre Derechos Civiles y Políticos” (1976) permiten señalar que la visión general
reconoce como humano (inmanente a la persona) aspectos sociales, culturales y
espirituales propios de las definiciones que diversos autores en ámbitos
filosóficos, sociológicos o psicológicos nos proporcionan sobre lo que es la
persona. Es por ello de vital importancia reconocer que el concepto de persona es
de carácter multidisciplinario, equívoco e inacabado.
La persona desde la lingüística
En cuanto a lo lingüístico se puede usar el término “persona” como el rasgo
gramatical básico que reflejan los denominados pronombres personales. Desde la
escuela primaria, en la mayoría de los sistemas educativos, se instruye sobre el
uso de los pronombres singulares, Yo, Tú y Él. De igual modo, se enseñan los
pronombres plurales que de forma clásica abarcan, Nosotros, Ustedes y Ellos.
Esta enseñanza incrustada en la comunicación humana devela la realidad de la
persona como individuo.
La persona desde la filosofía
Este término en el sentido estricto es retomado durante el medievo por los valores
propios del cristianismo. En consecuencia, hoy en día si se piensa de una manera
agnóstica este término podría ser motivo de poca aceptación. Existen algunos
autores importantes que formaron parte de dicha evolución léxica del término
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durante el medievo. Por un lado, la opinión de San Agustín con su pensamiento
neoplatónico, en su obra Trinitates, en la cual en el siglo V expone que la persona
es un individuo con capacidad de autorreflexión.11 Según este autor, la persona,
siendo consciente de sus limitaciones y responsabilidades frente a Dios, debe
analizar cada uno de sus actos para que ellos no lo delaten y lo alejen del camino
de la verdad y la felicidad. El pensamiento agustino hace referencia hacia la
mismidad del yo, con tres propiedades importantes: el entendimiento, la memoria
y el amor. El comprender a la persona hace alusión a la semejanza del Dios uno y
trino: la presencia de tres personas en un solo Dios. Es decir, existen tres
modalidades diferentes de un solo ser que son diferentes entre sí, pero constituyen
un solo ente. A partir de lo anterior, se genera la presencia de otras dos personas
más además de la divina, la angelical propia de los seres de luz y mensajeros entre
el Ser Superior y los hombres, y la persona humana que corresponde al hombre.
Los conceptos iniciales son por lo tanto teológicos cristianos.
Si se entiende de una forma filosófica se sabe que existen diversos seres en este
mundo: los objetos inertes, las plantas, los animales y los hombres, tomando por
ejemplo un abordaje aristotélico. Primero, todos son seres, es decir, son entes,
quiere decir que existen. Desde el punto de vista ontológico lo mejor que le puede
pasar a algo o alguien es simplemente eso: existir. Lo peor que pudiera suceder es
no existir, es decir, formar parte de la nada. Este argumento es poderosísimo
sabiendo que lo más negativo para alguien es no estar en este mundo, o viceversa,
lo más positivo es ocupar un lugar en este planeta. Lo segundo es, el que tenga
una esencia, lo que significa es que posee una funcionalidad: un objeto inanimado
es material y tiene una naturaleza que hace ocuparla para algo, así existe
clásicamente el finis operis, que es para lo que algo está hecho y el finis operantis,
que es para lo que es usado. Una silla sirve para sentarse, pero puede ser empleada
como caballete de cuadros de arte. En la planta su aspecto esencial es el de ser
vivo que siente. Los animales generalmente son sintientes, pero además poseen
una capacidad emocional y cognoscitiva básica, y esto dependerá de su escala
filogenética. Una bacteria no tendrá estos procesos desarrollados, a diferencia de
un homínido que tendrá memoria e intuición para hacer ciertas tareas. En el caso
del hombre, además de lo anteriormente dicho, en su forma material se encuentran
establecidos otros aspectos como sus procesos mentales y espirituales, entendidos
los primeros como su capacidad de abstracción y los segundos como el centro de
sus valores, según lo ha definido Max Scheler.12
En el siglo VI un autor llamado Boecio, en su obra “Sobre la persona y sus dos
naturalezas”, da una definición que actualmente es considerada como clásica de lo
que significa la persona.13 En dicha obra se establece que una persona es una
substancia individual de naturaleza racional. Esto quiere decir que el modo más
propio para hablar del “ser” es a partir de “una substancia”. Este vocablo implica
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que es “el ser” el que existe en el mundo y, por lo tanto, no es predicado de nada,
siempre es sujeto.
Con respecto a la individualidad que describe a la substancia, se refiere a su
unicidad, es decir a que la persona es un ser único e irrepetible. De esta manera se
entiende en sí su aspecto particular. La naturaleza es la esencia que se expresa
como racional y refleja las capacidades de entendimiento y de libre elección. Esta
definición puede asimilarse de manera asequible observando a cualquier persona
al lado de nosotros; no obstante, los problemas surgen cuando se trata de aplicarla
a seres humanos en etapas tempranas de la vida y a otros que presentan ciertas
condiciones como son: embriones, fetos, sujetos con demencia en fases
terminales, o bien, pacientes en estado de coma. El ser individual se entiende
perfectamente, pero lo de la racionalidad causa en algunos autores confusión.
¿Cómo puede existir una persona cuando el sujeto no tiene la capacidad de
razonar,o esta facultad se ha perdido o se encuentra dañada? Cuando Boecio
menciona que se trata de una naturaleza racional, se refiere a que ese individuo
por su sola constitución pertenece a un grupo de entes y, por el simple hecho de
pertenecer a este grupo, tiene capacidad de raciocinio. La idea es que la expresión
de esta capacidad no es necesaria, para que se le otorgue el valor que se le da al
resto del grupo. Todos los seres de la especie humana tienen una capacidad para
poder “razonar” en algún grado. Además, los términos frecuentemente utilizados
en debates filosóficos en este tema como “razonar” o “inteligencia” deben ser
definidos, ya que las funciones mentales que les subyacen podrían constituir
formas muy diferentes de entender esta capacidad del hombre. Un niño recién
nacido pertenece a la especie humana, pero, coloquialmente, se entiende que no
puede expresar mucho intelecto a esta edad; habría que esperar 15 años tal vez
para poder verla y tal vez otros 15 más para poder observarla en pleno. Un
embrión o un feto, definitivamente al igual que un neonato o un niño de 4 años, no
podrán expresar o manifestar su raciocinio de manera plena. Hay diferencias en
las capacidades mentales posibles entre cada etapa. Del mismo modo, habrá
enfermos que tampoco puedan manifestar dicha capacidad; no obstante, con base
en lo dicho anteriormente, no serán menos personas. Ahora bien, no todos los
autores en los campos de la bioética, el derecho y la filosofía están de acuerdo con
esta visión, lo cual genera importantes dilemas bioéticos que tienen su base en la
diversidad de nociones de lo que es una persona.
Algunos otros autores en el medievo, como Ricardo De San Víctor, en su obra
Trinité,14 expone que la persona es un existente por sí mismo con cierto modo
singular de existencia racional. Nuevamente, se menciona la existencia con tintes
de abstracción. Hacia el siglo XV, con un pensamiento neoaristotélico, Santo
Tomás de Aquino expone en su Summa Teológica15 que la persona es lo más
perfecto en la naturaleza y otorga tres atributos a la persona. Por un lado, habla de
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la naturaleza racional de la que ya se ha hecho hincapié líneas arriba. También
incluye un aspecto de subsistencia en que no se necesita de accidentes para existir.
Esto quiere decir, que ante la presencia del ser (la existencia), también existen
accidentes los cuales son todos aquellos atributos superfluos (cualidad, cantidad,
relación, situación, etc.) u otras formas de ser que no son necesarias para existir.
Así, un individuo que tiene todos sus miembros será persona, igual que una
persona que va a la guerra y pierde todos sus miembros, porque no es necesaria la
presencia de los brazos y piernas para demarcar quién es. Por último, Aquino
describe la incomunicabilidad, que se refiere a que la persona es perfecta, porque
es un fin en sí mismo, lo que significa que no necesita algo más para concluir su
evolución. Esta idea la retomaría más adelante Immanuel Kant.
Posteriormente, durante un largo periodo de casi dos siglos el tema prácticamente
fue olvidado hasta ser retomado por John Locke en 1690. En su libro Ensayos
sobre el entendimiento humano16 expresa que la persona es ser pensante que
puede razonar y reflexionar, y se considera como él mismo, como una misma cosa
que piensa en diferentes lugares y tiempos.
En 1798, Immanuel Kant en su Antropología en sentido pragmático,17 estableció
que la persona es un concepto empírico de un sujeto de experiencias. Lo
interesante es que hace referencia a la consciencia y a la experiencia del mundo.
Para Kant, la persona puede sacar la información de su medio externo y es capaz
de producir sus vivencias. Más adelante, Max Scheler en 1929, en su libro El
puesto del hombre en el cosmos,12 estableció que la persona es la unidad concreta,
real en sí, de actos de diversa esencia e índole. No son los meros actos racionales
o de la voluntad, sino que es la realidad donde se verifican dichos actos.
Entre las dos grandes guerras surgió el gran movimiento del personalismo, o la
ética de la persona, en este momento este capítulo escapa de una revisión al
respecto, pero se desea hacer notar lo siguiente: un grupo de autores de diversas
formaciones, incluidos filósofos europeos con creencias cristianas, judías,
católicas, ortodoxas y algunos agnósticos, se incluyeron en esta corriente que
impulsó a la figura de la persona. Dentro de estos escritores se encuentran los
siguientes: Jacques Maritain, Martin Buber, Emmanuel Mounier, Maurice
Nedoncelle, Gabriel Marcel, Karol Wojtyla, Edith Stein, Romano Gaurdini,
Carlos Díaz, Juan Manuel Burgos, Pedro Lain-Entralgo, entre otros.
Se rescata la definición que emplea Emmanuel Mounier y que posteriormente
Ramón Lucas retomaría en sus libros: la persona es un espíritu encarnado.18 Se
entiende que este centro de los valores al que se ha hecho mención se ve
cristalizado en una corporeidad, en un conjunto de células que componen la parte
meramente material, unida a una parte etérea que es inmaterial.
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En 1950, Nicolai Hartmann pregona que la persona es un sujeto dotado de
voluntad y de razón; es un individuo cuya conducta es susceptible de realizar
valores morales. Todo esto se encuentra desarrollado en su libro Filosofía de la
naturaleza.19
En ocasiones pueden sorprender las definiciones del término de persona que se
encuentran en escritos de políticos. Tal es el caso de Manuel Espino20 quien en su
libro Volver a empezar del 2009 expone en su primer capítulo quién es la persona.
Dice lo siguiente: “Es el ser humano de una eminente dignidad con cuerpo
material y alma espiritual, con inteligencia y libre albedrío que los hacen
responsable de sus propias acciones y gestor de su progreso”. Aquí, se menciona
algo que es intrínseco a la persona, que es la presencia de dignidad, y corresponde
al respeto que se debe tener por el simple hecho de ser persona.
Julián Marías21 también establece que la persona es alguien corporal. Esta
definición sigue la misma dirección expresada por Mounier. Cuando se habla de
alguien, hace referencia no sólo a un conjunto volumétrico de tejidos, sino a un
individuo con raciocinio y voluntad que se encuentra también incrustado en un
cuerpo.
Hay otra característica que el personalismo hace notar de la persona: la dignidad.
Entendido como cualidad, significa el respeto que es intrínseco. El Dr. Del
Barco22 menciona que la dignidad es el valor no venal de la persona; es el valor
que no tiene precio y que es irrevocable. Todo el que lea estas líneas es
susceptible de tener dignidad por el simple hecho de existir y es profundamente
irrenunciable y, por lo tanto, no se vende.
La persona desde la bioética
Si bien es cierto que la bioética funda muchos de sus principios en la filosofía, es
momento, en nuestra opinión, de asignarle un papel distinto y distinguirla de esta
manera de las disciplinas que la integran. La definición de persona que la bioética
integra dependerá mucho de la corriente a la que cada autor pertenezca. Ya sea
que se trate de principialistas, utilitaristas o personalistas, el enfoque que cada uno
dé estará fundamentado en su propia visión antropológica. Para efectos del
presente capítulo, no es nuestra pretensión agotar la doctrina propia de cada
corriente sino hacer un esbozo de algunos bioeticistas cuya voz se escucha en el
ambiente.
Algunos bioeticistas, desde el utilitarismo, han cuestionado el concepto tradicional
de persona y han intentado distinguir a la “persona” del concepto de “ser
humano”. Para Peter Singer, bioeticista y gran defensor de los derechos de los
animales y la “liberación animal”, las personas en la especie humana sólo son
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aquellas que, en acto, no en potencia, son autoconscientes y racionales. De
acuerdo con este pensador, existen tres categorías de seres vivos:
“… encontramos tres categorías Fundamentales: a) Los animales-personas como los mamíferos
superiores y quizás ballenas, delfines, elefantes, perros, cerdos y otros animales; b) los seres
humanos personas, es decir, los sereshumanos autoconscientes y racionales y c) los miembros de
la especie humana no personas: Fetos, embriones, personas en coma, etc…”23
Todos, en opinión de Singer merecen respeto, pero no con fundamento en su
dignidad (término que considera irrelevante), sino debido a la capacidad que todos
estos seres comparten de sentir dolor y, por lo tanto, de sufrir.24 Por lo que, de
acuerdo con este autor, todos los miembros de la especie humana son seres
humanos y sólo los que han podido desarrollar el raciocinio y son autoconscientes
deben considerarse como personas. Entonces, los pacientes con discapacidades
intelectuales, por ejemplo, por enfermedades neurodegenerativas, niños con
parálisis cerebral o pacientes en estado de coma, no son personas. El anterior
argumento deja una ventana abierta para cuestionar si en alguien que se encuentre
bajo influjo de alguna sustancia como medicamentos o drogas se suspendería su
estatus de ser persona.
En una línea de pensamiento similar, encontramos a Hugo Tristam Engelhardt,
quien desde su “moral secular” niega a los animales derechos, pero establece que
sólo la persona debe ser especial. La persona para este autor es el “agente moral”.
No todo ser humano es persona, sólo aquel que tiene autorreflexión y sentido
moral puede tener todo nuestro respeto y formar parte de lo que denomina “la
comunidad secular”. Los fetos, embriones o personas en coma o con grave
discapacidad no tienen derechos por sí mismos; son, en algunos casos, personas
en potencia o personas en sentido lato. Los derechos de esta categoría de seres
humanos existen en la medida en la que la comunidad moral decida dárselos.23
La bioética personalista, por su parte, jamás pretende clasificar al ser humano, ni
restringir el concepto de persona a cualidades actuales del sujeto. Siguiendo la
línea realista, afirma, la naturaleza racional de la persona no es un acto, sino
potencia. En la bioética personalista, definida por Burgos como la corriente que se
fundamenta en el personalismo filosófico del siglo XX, con tradición realista, se
retoma el concepto de persona realista (Aristotélico-Tomista), pero incorporando
avances filosóficos de la modernidad, integrándoles al concepto más relevante
para el personalismo, la dignidad humana.25
Más recientemente, en el año 2012, las hermanas Myrna y Nelly Altamirano
exponen en su libro Ética Clínica, como definición de persona la siguiente:
“Es una unidad de sustancia libre, responsable, llamada a superarse con vocación, ser apertura a
los valores y apertura a los otros. Es un despertar a una conciencia, a través del fortalecimiento de
la voluntad, descubrir su llamada personal y su vocación al bien. La persona es una fuente
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perpetua de posibilidades.”26
Llama la atención que la primera parte está expresada siguiendo el inicio de la
definición de Boecio para, posteriormente, dar una aportación original diciendo
que la persona también es vocación, es decir, llamado, cosa que ningún otro autor
había dicho de esta forma. Ese llamado está dado a los valores que son
preconizados por Scheler y que se proyectan en el otro, concepto enormemente
manejado en los personalistas.
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▸ INTEGRACIÓN DEL CONCEPTO
Los que escriben también quieren contribuir al respecto: nos parece que otra
definición actualizada de persona sería una unidad temporal auto determinable. Lo
que significa esto es que, una persona es un sujeto, la fusión corpórea espiritual,
única, que tiene una caducidad, es decir, que nacerá y morirá. La parte de
autodeterminación implica la capacidad de libre elección de ir con su vida hacia
donde considera que deba hacerlo, por lo que en esto se contiene al libre albedrío,
la voluntad y la inteligencia.
También quisiéramos mencionar otra forma de expresar lo que es la persona
completando la idea anterior. La persona es un ser emocional que piensa. Aquí, se
resalta una de las características del personalismo o de la ética de la persona, que
es que la persona tiene sentimientos y emociones, cosa que ninguna otra especie
de este planeta puede manifestar. Los animales sienten cariño por sus amos,
mostrando emociones. La combinación de ambas cosas: las emociones que son los
signos objetivos y los sentimientos que son los subjetivos, hacen muchas veces de
las personas lo que son, inclusive más que el raciocinio. Evidentemente el ser
humano piensa, pero es en este equilibrio donde surge el pleno de la persona.
Hasta ahora, hemos procurado hacer un breve esbozo de las aportaciones que cada
disciplina hace al concepto de persona. No es la intención del presente determinar
cuál de todas las mencionadas efectivamente define al ser humano, sino sólo
mostrar el panorama general de lo que se ha entendido por persona y recalcar la
importancia que dicho concepto reviste en el estudio que nos atañe. Tanto en la
neuroética como en la bioética, el inicio del estudio está siempre dado por la
visión antropológica del expositor; es la definición de persona o la discusión
alrededor de la misma la que determinará las posteriores reflexiones. El problema
del inicio de la persona es característico de la discusión bioética; es sencillo
entender quién es la persona adulta, pero es difícil entenderlo con claridad en las
etapas iniciales y finales de la vida. Este problema también se enfrenta para las
personas con enfermedades neurológicas y psiquiátricas graves que impactan el
pensamiento, sobre todo en aquellas con edad avanzada; problemas como estos
tienen su punto de partida precisamente en el tema que se nos presenta. La
comprensión del concepto de persona cimienta a la neuroética y la catapulta en su
desarrollo. Los autores consideran que la persona es el punto de partida para
comprender posteriormente a profundidad los temas de ambos ámbitos de la
neuroética (véase cap. 5) como el transhumanismo (véase cap. 17), la
implantación de electrodos en el cerebro para modificar síntomas o signos
neurológicos y psiquiátricos (véanse caps. 13, 14, 15, 16), las nuevas tecnologías
imagenológicas para el estudio del pensamiento y de la conducta (véanse caps. 11,
12, 18, 24, 26), la moralidad en la psicopatía (véase cap. 8), entre varios de los
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fascinantes temas.
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▸ CONCLUSIONES
A lo largo del presente capítulo se han esbozado definiciones de lo que diversos
pensadores de múltiples disciplinas conciben es la persona. Es importante recalcar
que cada uno hace una aportación desde distintos enfoques del ser humano. Como
se sabe, la neuroética está conformada por aspectos sociales, médicos, culturales,
psicológicos, legales y, sobre todo, filosóficos (véase cap. 3), pero su punto de
partida y destino final siempre será la persona. En nuestra opinión, la neuroética
como disciplina, no sólo se fundamenta en la persona, sino que aportará a la
propia definición elementos hasta ahora desconocidos. Como se puede ver a lo
largo del presente capítulo, la definición de persona no está terminada; son tantos
los aspectos que la conforman y de tal complejidad las esferas en las que el
hombre (persona) tiene relevancia que sería absurdo pensar que la discusión ha
terminado. La neuroética en su ámbito “ética de las neurociencias” debe concebir
a la persona como a un ser único de naturaleza racional, que nace, tiene
sensaciones y percepciones, da sentido a sus emociones y que puede
autodeterminarse para posteriormente morir y, por tanto, debe defender la
dignidad intrínseca que la misma tiene. De igual forma, en el ámbito
“neurociencias de la ética” la persona reviste una vital importancia, no como fin,
sino como objeto de estudio y punto de partida. Es de esperarse que las
neurociencias aportarán gran cantidad de información al concepto de persona en el
ámbito moral, la cual deberá ser interpretada por los especialistas en neuroética a
fin de garantizar que sea utilizada en beneficio de la humanidad y siempre para
preservar la dignidad del hombre. En conclusión, la neuroética debe establecerse
en la persona y enriquecer, al mismo tiempo, el concepto que la humanidad tiene
de la misma.
44▸ REFERENCIAS
1. Domínguez Martínez J. Derecho civil: parte general, personas, cosas, negocio jurídico e invalidez.
México: Editorial Porrúa; 2000.
2. Sgreccia E. “Persona humana y personalismo”. Cuadernos de bioética, 24(1), 115-123; 2013.
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cuadernos del Instituto Filosófico de Balmesiana, 59(139), 91-116; 2010
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7. Pacheco Escobedo A. La persona en el derecho civil mexicano. México: Panorama; 1991.
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9. Rojina Villegas R. Derecho civil mexicano: Introducción y personas. México: Ed. Porrúa; 1949.
10. “Declaración Universal de Derechos Humanos” Aprobada y proclamada por la Asamblea General en
su resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948.
11. Arias, L. Obras de San Agustín. 5a ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2019.
12. Scheler, M. El puesto del hombre en el cosmos. 20a ed. Buenos Aires: José Gaos, 1994.
13. Boecio. La consolación de la filosofía. Clásicos de Grecia y Roma. Buenos Aires: Ed. Alianza, 1998.
14. De San Victor, R. La Trinidad. 1a ed. México: Ediciones Sígueme, 2015.
15. De Aquino, S. Summa Teológica. 2a ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2016.
16. Locke J. Ensayos sobre el entendimiento humano. México: Ed. Porrúa, 2015.
17. Kant E. Antropología en sentido pragmático. Ed. Alianza, 1991.
18. Mounier E. “Nuestro humanismo”. Declaración colectiva, octubre de 1935, en Mounier en Esprit,
Caparrós, Madrid, 1997, p.7.
19. Hartmann N, Ontología IV. Filosofía de la naturaleza. Teoría especial de las categorías. Categorías
dimensionales. Categorías cosmológicas. México: Fondo de Cultura Económica 1986.
20. Espino M. Volver a empezar. México: Ed. Debolsillo, 2010, pp. 1-25.
21. Marías J. Persona. 3a ed. España: Ed. Alianza, 1997.
22. Del Barco JL. “La índole tecnológica del ser humano”. Cuadernos de Bioética, 20(68), 11-20, 2009.
23. Burgos Velasco JM. “Persona versus ser humano: un análisis del esquema argumentativo básico del
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24. Singer P. Liberación animal: el clásico definitivo del movimiento animalista. Taurus; 2018.
25. Burgos Velasco JM. “¿Qué es la bioética personalista? Un análisis de su especificidad y de sus
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45
 
46
CAPÍTULO 2 
INTRODUCCIÓN A LAS NEUROCIENCIAS:
ACTIVIDAD NEURONAL BÁSICA
Luis Carrillo Reid
 
 
 
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▸ INTRODUCCIÓN
A pesar de varias décadas de investigaciones en neurociencias, todavía no
entendemos cómo la actividad cerebral genera una representación interna del
mundo circundante y cómo los cambios en los patrones de actividad neuronal (de
una neurona o varias) pueden producir condiciones patológicas tan devastadoras
como la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia, el Alzheimer, la depresión,
entre otras. La mayoría de nuestro conocimiento acerca de las funciones del
cerebro está basado en técnicas que permiten realizar registros individuales de una
sola célula o en cambios en los niveles de oxígeno y glucosa de algún área
cerebral. No obstante, dichas aproximaciones experimentales no han sido capaces
de generar protocolos que permitan manipular la actividad cerebral a través del
control preciso de la actividad neuronal. Recientemente, el desarrollo de
diferentes técnicas que permiten hacer mediciones de la actividad individual de las
neuronas ha permitido estudiar la actividad cerebral con una precisión temporal y
espacial sin precedentes. Estas nuevas tecnologías nos permitirán entender el
funcionamiento de circuitos neuronales específicos, lo cual establecerá un puente
entre los patrones de actividad neuronal y el comportamiento, gracias a la
descripción de los bloques estructurales y funcionales del cerebro. El objetivo de
este capítulo es proporcionar un panorama general sobre la evolución de las
neurociencias, lo cual permitirá entender los desafíos experimentales y éticos que
se presentarán en las próximas décadas.
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▸ ANATOMÍA NEURONAL
El cerebro humano está integrado por alrededor de 1011 neuronas de muy diversos
tipos, las cuales establecen conexiones entre sí y están organizadas en múltiples
estructuras que presentan una gran variedad anatómica y funcional. A pesar de
que existen muchas clases de estas células, una neurona típica está constituida por
cuatro partes principales: el soma, las dendritas, el axón y las terminales
presinápticas.
El soma está formado por la membrana plasmática, el núcleo y otros organelos
necesarios para nutrir a la neurona. Es similar al cuerpo de cualquier otra célula;
lo que hace diferente a una neurona de otras células es que su soma presenta
prolongaciones llamadas dendritas y un tubo largo conocido como axón que
conecta al cuerpo de la célula con las terminales presinápticas, las cuales a su vez
se conectan con otras células.
Las dendritas tienen la función de transmitir la información que llega del entorno
al soma; en ellas se reciben las terminales presinápticas de otras neuronas, dichos
puntos de unión son conocidos como sinapsis. Es importante señalar que también
pueden existir sinapsis en el cuerpo de la célula. Las neuronas aproximadamente
tienen entre 104 y 105 sinapsis.
El propósito del axón es servir como una línea de transmisión para mover
información de una neurona hacia otra a grandes velocidades. El axón de una
neurona puede medir hasta un metro en el cordón espinal de los seres humanos o
sólo unas cuantas micras en la retina. En general, mientras mayor sea el diámetro
del axón mayor será la velocidad de transmisión de la señal.
Las velocidades del impulso nervioso están comprendidas en un rango que abarca
desde los 0.5 m/s hasta los 150 m/s. El impulso nervioso es una corriente eléctrica,
sin embargo, sus cargas no son electrones que se propagan en un medio conductor
homogéneo, sino iones en solución que se propagan en un medio que puede ser
altamente heterogéneo.
Al final del axón se encuentra una red de ramificaciones conocidas como
terminales presinápticas, las cuales son las unidades de transmisión de la neurona.
Éstas se encuentran conectadas en sitios especializados con otras neuronas
formando redes complejas. Cuando el impulso nervioso llega a una terminal
presináptica ésta libera un neurotransmisor que actúa en la postsinapsis
estableciendo la comunicación entre diferentes neuronas.
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▸ BIOELECTRICIDAD
Al no poder entenderse los mecanismos que gobernaban a los procesos cerebrales,
por mucho tiempo se atribuyeron a una esencia o a un alma metafísica cuya
descripción fue hecha por varios pensadores a lo largo de muchos siglos: ya
Hipócrates en su tratado sobre los sueños decía que el alma cuando estaba al
servicio del cuerpo despierto no era dueña de sí misma, sino que estaba dividida
dentro de las diferentes partes del cuerpo, por el contrario, cuando el cuerpo
estaba en reposo el alma realizaba todas las actividades de éste y era capaz de
trascender lo material sin las limitaciones humanas; Platón en su Crátilo
emparentaba al espíritu humano con lo divino, mientras que Homero en su Ilíada
atribuía la muerte al abandono de la esencia inmaterial del cuerpo.
Por mucho tiempo se pensó que los pensamientos, movimientos y sentimientos se
producían por fuerzas divinas hasta que, en el año de 1791, apareció un artículo en
las “Actas de la Academia de Boloña” en el cual se reportaban resultados
experimentales que afirmaban y probaban la existencia de electricidad en los
tejidos animales. Este descubrimientofue de gran importancia para el desarrollo
de las neurociencias ya que demostraba que los procesos fisiológicos podrían ser
explicados por medio de las leyes de la física. Esta famosa publicación fue hecha
por Luigi Galvani. Una vez que salieron a la luz sus experimentos, la comunidad
intelectual fue sacudida y se creó una controversia que finalmente resultó en la
creación de dos disciplinas distintas: la electrofisiología y la ingeniería eléctrica.
La disputa se generó debido a las diferentes interpretaciones de los resultados
presentados por Galvani, quien estaba convencido de que las contracciones
musculares que él observaba en las ancas de las ranas se debían a alguna forma de
energía eléctrica que provenía del animal. Sin embargo, Allesandro Volta,
profesor de Física de la Universidad de Padua estaba convencido de que la
supuesta electricidad descrita en los experimentos de Galvani no era originada por
el animal, sino que era un artefacto debido a la presencia de los diferentes metales
utilizados en el experimento.
Ambas interpretaciones fueron de crucial importancia para el desarrollo de las dos
disciplinas. Por un lado, se demostró que las células son capaces de transmitir
impulsos eléctricos y, por otra parte, Volta desarrolló la pila que lleva su nombre,
gracias a la cual se dispuso por primera vez de una corriente eléctrica continua, lo
que inició la era de las aplicaciones prácticas de la electricidad.
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▸ REGISTROS ELÉCTRICOS EN CÉLULAS INDIVIDUALES
Las neuronas adquieren sus propiedades eléctricas a partir de las propiedades de
su membrana externa, la más importante de las cuales es la permeabilidad
selectiva a diferentes iones, por ello es necesario conocer un poco más acerca de
la manera en la cual está constituida la membrana plasmática.
La membrana está compuesta por una doble capa de fosfolípidos la cual contiene
proteínas y colesterol. Los fosfolípidos están formados por una cabeza polar
(hidrofílica) y por una cola de ácido graso (hidrofóbica), es decir, por una parte
buscan estar en contacto con el agua y, por la otra, buscan el contacto con los
lípidos, por ello, al colocar una bicapa de fosfolípidos en el agua, éstos se
acomodarán de tal manera que las partes lipofílicas apuntarán hacia el interior de
la membrana y las partes hidrofílicas apuntarán por un lado hacia el interior de la
célula y por el otro hacia el exterior de la misma.
Las proteínas funcionan o bien como sitios de unión con neurotransmisores, o
como canales que sirven para transportar iones a través de la membrana
plasmática. Las moléculas de colesterol actúan como estabilizadores para limitar
el movimiento lateral de las moléculas de lípidos.
El doble arreglo de fosfolípidos atravesado por canales de proteínas o canales
iónicos ayuda a mantener el ambiente interno de la célula controlando las
substancias que se mueven a través de la membrana; ésta separa dos medios de
distinta composición y ayuda a que esa diferencia sea mantenida.
La membrana ofrece una alta impedancia a la corriente directa, dicha impedancia
disminuye cuando se presentan corrientes alternas de bajas frecuencias y decrece
más conforme aumenta la frecuencia de la estimulación. Tales hechos demuestran
que la membrana tiene las propiedades de un capacitor, pues la impedancia
capacitiva disminuye al aumentar la frecuencia de la corriente exterior. Como la
membrana también conduce la corriente directa puede ser modelada como una
resistencia puesta en paralelo con un capacitor. En electrofisiología es conveniente
hablar en términos de conductancias debido a que, estando lado a lado o en
paralelo, cuando muchos canales iónicos están abiertos simultáneamente dentro de
la membrana, la conductancia total es simplemente la suma de conductancias de
cada canal abierto.
Es interesante resaltar que las células tienen una diferencia de potencial entre el
interior y el exterior de la membrana plasmática. Esta tensión es de gran
importancia porque permite registrar fenómenos eléctricos que ayudan a entender
el funcionamiento de la neurona. Dicho potencial de membrana se ve
continuamente afectado por varios estímulos procedentes de otras neuronas.
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Una neurona puede cambiar el potencial de membrana de otra neurona a la cual
está conectada por medio de la liberación de un neurotransmisor. Éste, cruza el
espacio sináptico e interactúa con las moléculas receptoras alojadas en la
membrana postsináptica de las dendritas o del soma de una neurona adyacente, lo
cual provoca un cambio en el potencial de membrana de la neurona receptora. El
cambio de potencial en la membrana postsináptica se debe a la transformación de
la energía química del neurotransmisor en energía eléctrica proveniente de la
generación de corrientes transmembranales.
Las modificaciones en el potencial de membrana dependen de la cantidad de
neurotransmisor recibido y pueden resultar en un fenómeno de despolarización o
de hiperpolarización. Este tipo de cambio en el potencial, que varía de acuerdo
con la cantidad de neurotransmisor recibido, es conocido como potencial local ya
que presenta las características de una señal de amplitud modulada, a mayor
estímulo (más cantidad de neurotransmisor recibido) mayor amplitud.
Existe otro potencial que es resultado de la activación de una neurona, se conoce
como potencial de acción. Este consiste en una señal despolarizante conocida
como disparo o espiga de voltaje, de más de 100 mV de amplitud, que se propaga
a través del axón y dura aproximadamente de 1 a 5 ms. Se trata de una respuesta
“todo o nada” que se propaga activamente sin decremento en la amplitud; es decir,
presenta las características de una señal de frecuencia modulada, a mayor estímulo
mayor frecuencia. Cuando la señal alcanza el final del axón en la terminal
presináptica, se produce un cambio en el potencial que, junto con la entrada de
calcio, provoca la liberación del neurotransmisor. Éste activa canales en la célula
postsináptica y con esto se establece la comunicación entre las neuronas. Este tipo
de diálogo presenta un método muy eficiente para transmitir señales a largas
distancias.
Los factores fisicoquímicos capaces de provocar respuestas como el potencial de
acción se llaman estímulos, los cuales pueden ser de diversas clases como:
mecánicos, químicos o luminosos. Para que un estímulo provoque un potencial de
acción es necesario que su intensidad alcance o sobrepase un determinado valor
mínimo conocido como potencial umbral.
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▸ CAMBIO DE PARADIGMA ENTRE LA DOCTRINA
NEURONAL Y LA DOCTRINA DE ENSAMBLES NEURONALES
La doctrina neuronal propuesta por Santiago Ramón y Cajal postula que la unidad
fundamental del cerebro es la neurona.1 Siguiendo dicha propuesta, por varias
décadas la mayoría de los estudios sobre el funcionamiento cerebral se basó en el
registro eléctrico de neuronas individuales para tratar de conocer sus propiedades.
El registro y la estimulación eléctrica de neuronas individuales relacionadas con
sensaciones, percepciones y la ejecución de tareas ha contribuido de manera
sustancial a las neurociencias. No obstante, dichos estudios han demostrado que
no es posible entender procesos de memoria, toma de decisiones y estados de
consciencia analizando por separado la actividad de neuronas individuales. Para
lograr entender cómo funciona el cerebro es necesario entender cómo la actividad
de grupos neuronales específicos, conocidos como ensambles neuronales, se
encarga de interpretar el mundo y actuar sobre él.
Un ensamble neuronal está definido por un grupo de neuronas con actividad
coordinada en una ventana de tiempo específica que representa estímulos
sensoriales, programas motores o estados de consciencia.2 Cada ensamble
neuronal está a cargo de un proceso específico, de tal forma que la composición
de varios ensambles permite generar funciones distintas.3 Los sistemas sensoriales
utilizan algoritmos de codificación en donde la actividad conjunta de varios
ensambles neuronales genera una representación interna del mundo circundante.
Este cambio

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