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Arte románico

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Arte románico
Arte románico, estilo artístico que floreció en Europa desde aproximadamente el año 1000 d.C. hasta la aparición, en la segunda mitad del siglo XII, del estilo gótico. Se desarrolló principalmente en el campo de la arquitectura, aunque también se aplicó a la escultura, la pintura y las artes decorativas.
Desde el siglo V, la Iglesia, único vínculo supranacional que agrupaba a los Estados cristianos de Europa occidental, había contribuido a la difusión de la cultura clásica desde su centro en Roma. Las tradiciones romanas se conservaron en otras regiones fuera de Italia, como en el valle del río Mosa, que había sido romanizado mucho tiempo antes de la caída del Imperio, y en Provenza, en la Francia meridional. Esto, unido en ciertas zonas a la influencia del arte bizantino y a los estilos prerrománicos locales, dio lugar en Europa a lo que se conoce por nombre genérico de románico, que quiere decir ‘a la manera de los romanos’. Véase Prerrománico (arte y arquitectura).
LA ARQUITECTURA 
La desintegración de la cultura y economía romanas trajo consigo la desaparición de la estructura social capaz de generar un cierto número de arquitectos cualificados y artesanos especializados. Sin sus técnicas, restringidas al arte religioso, los intentos de construir edificios monumentales dieron como resultado unas estructuras que fueron a menudo toscas y de proporciones relativamente modestas. La excepción a este tipo de arquitectura, que desde finales de los siglos V al VIII fue extremadamente sencilla, fue la desarrollada en la ciudad de Ravena (Italia), entonces bajo dominio bizantino. Las edificaciones de la ciudad a menudo se realizaron o decoraron con elementos procedentes de las construcciones romanas.
El estilo prerrománico en muchas regiones fue una prolongación del arte y arquitectura paleocristianas. Así ocurrió por ejemplo con las iglesias de Roma, construidas en planta basilical.
Durante el periodo prerrománico se construyeron también iglesias centralizadas con cúpulas inspiradas en los modelos de la arquitectura bizantina. Avanzando en el tiempo, en la región de Aquitania (en el suroeste de Francia) y en Escandinavia se construyó de esta manera. San Vital de Ravena (526-548), construida para el emperador bizantino Justiniano, y la capilla del palacio construido para Carlomagno en Aix la Chapelle (hoy Aquisgrán, Alemania) entre el 792 y el 805 según el modelo de San Vital (también en Aquisgrán) son los ejemplos más complejos y mejor conocidos. El desarrollo del cuerpo occidental de las basílicas cristianas a modo de fachada monumental, flanqueada por torres de campanarios, fue una de las creaciones de los arquitectos carolingios. Este cuerpo occidental (Westwerk) se convirtió en el prototipo para las grandes fachadas de las catedrales románicas y góticas.
Las órdenes monásticas construyeron también importantes edificios. El monaquismo, manifestación social y religiosa característica del periodo, necesitaba grandes complejos residenciales que incluyeran capillas, claustros, bibliotecas, talleres, cocinas, refectorios y dormitorios para los monjes. Los arquitectos, particularmente los cluniacences idearon nuevas técnicas constructivas. Se edificaron complejos monasterios prerrománicos para los benedictinos de Saint-Gall (Suiza), la isla de Reichneau (en el lado alemán del lago Constanza) y Montecassino (Italia).
El desarrollo de las bóvedas de piedra fue uno de los logros excepcionales de la arquitectura románica. La razón principal para el empleo de las bóvedas fue la necesidad de encontrar una alternativa a las cubiertas de madera de las estructuras prerrománicas, expuestas al fuego y la humedad. Los intentos para solucionar los nuevos problemas estructurales variaron infinitamente. Se utilizaron cúpulas, bóvedas de cañón semicirculares y apuntadas y bóvedas de arista. Sin embargo, hasta el periodo gótico, no se consiguió una estructura de mampostería en la que los empujes de las bóvedas estuvieran contenidos exclusivamente por pilares exentos y contrafuertes.
Como las bóvedas de piedra eran más pesadas que las cubiertas de madera, se utilizaron muros más gruesos y columnas más robustas. En el estilo románico pleno, particularmente en el francés, el uso de muros con contrafuertes y pilares macizos como soportes para las pesadas bóvedas de piedra produjo un modelo característico de edificio en el que la estructura se compone de unidades más pequeñas articuladas. Estas unidades, llamadas crujías, son los espacios de planta cuadrada o rectangular cubiertos por cada bóveda de arista. En la arquitectura románica tardía las crujías tendieron a ser tratadas como unidades fundamentales del edificio y estos espacios rectangulares se convirtieron en un rasgo característico importante del estilo imperante. La solidez de las estructuras en piedra es otra de las características más notorias de la arquitectura románica. El espacio de las iglesias románicas era generalmente alto y estrecho, iluminado por ventanas de claraboya abiertas en lo alto de la nave central, bajo la bóveda. Las puertas y ventanas presentaban arcos de medio punto ligeramente apuntados. Estas aberturas fueron pequeñas y estuvieron decoradas con molduras, tallas y esculturas que se hicieron más ricas y variadas a medida que el periodo románico fue avanzando hacia su final.
FRANCIA 
La arquitectura románica en Francia se caracteriza por las diferentes soluciones que adoptó en la construcción de bóvedas. Incluso en Provenza, donde se encuentra la arquitectura románica más clasicista: la nave central se cubrió generalmente con bóveda de cañón. Sin embargo, los edificios provenzales siguen estrechamente los modelos romanos en sus proporciones y detalles decorativos. De todos los edificios románicos realizados fuera de Italia, la iglesia que más emuló los órdenes clásicos fue la de Saint-Trophîme de Arlés (antigua catedral). Sus construcciones principales datan del siglo XII. Existe un magnífico claustro contiguo a la iglesia (iniciado el año 1183 y concluido en el siglo XIV), excepcional por la decoración de sus columnas. En Aquitania, en el suroeste de Francia, los arquitectos adoptaron la disposición bizantina de iglesia centralizada cubierta con cúpulas, como se observa en Saint-Front de Périgueux (iniciada el año 1120) y en las catedrales del siglo XII de Cahors y Angulema. Sus características principales fueron el uso de cúpulas apuntadas y fachadas de hileras de arcos ciegos decoradas con motivos escultóricos.
La variante estilística que se desarrolló en Auvernia, en la parte central de Francia, representa una evolución provinciana del románico borgoñón y es importante por la experimentación que realizó para resolver el problema funcional de las iglesias de peregrinación. La iglesia de Saint-Sernin de Toulouse (c. 1080-1120), situada en la provincia principal de la región del Languedoc al sur de Francia, y la iglesia de Saint-Martin de Tours son los ejemplos más antiguos de iglesias con una larga tribuna sobre las naves laterales y un ábside semicircular con deambulatorio (pasillo semicircular) y capillas radiales. Este modelo de planta fue más tarde adoptado y complicado en el periodo gótico. Saint-Sernin de Toulouse es famosa también por tener una imponente torre central sobre el crucero (terminada en fechas posteriores), nave principal cubierta con bóveda de cañón y composición simétrica.
En Borgoña, las iglesias basilicales de tres naves cubiertas por bóvedas de cañón se desarrollaron enormemente, sobre todo gracias a las órdenes monásticas cisterciense y benedictina, la primera originada en la abadía de Cîteaux (siglo XI) cerca de Nuits-Saint-Georges, y la segunda encabezada por el monasterio de Cluny. La expansión de estas órdenes hizo que los métodos constructivos borgoñones se extendieran por toda Europa. Un ejemplo temprano de este estilo es la gran iglesia de Saint-Philibert de Tournus (siglo XI), extraordinaria por su nártex o pórtico de acceso de dos niveles cubierto con bóvedas de arista, que contribuyó a la difusiónde las fachadas de doble torre. Otra iglesia monástica de impresionante tamaño y sencillez es la de Saint-Benoît-sur-Loire (terminada en el siglo XII). La iglesia más grande de la cristiandad medieval, demolida en tiempos de la Revolución Francesa, fue la abacial de Cluny, que se construyó entre los años 1080 y 1130 y que influyó decisivamente en las construcciones de Normandía, Lombardía y la zona del Rin.
Los arquitectos normandos asimilaron los métodos de la construcción de bóvedas desarrollados en Lombardía y crearon un estilo original, ejemplificado en las iglesias abaciales de Caen, de Saint-Étienne o abadía de los hombres y Sainte-Trinité o abadía de las mujeres (ambas iniciadas a finales del siglo XI), en las que las bóvedas de crucería componen espacios bien proporcionados. Las innovaciones estructurales normandas, así como la composición de sus fachadas, caracterizadas por dos torres altas en los flancos, fueron adoptadas en la región de la Île-de-France, en el norte y centro de Francia, conformando las bases para la evolución de la arquitectura gótica temprana. La abadía de Saint-Denis, cerca de París, está estrechamente asociada con la aparición del estilo gótico. Su reconstrucción desde el año 1136 hasta el 1147, marca el final del periodo románico.
Alemania o el Sacro Imperio Romano Germánico 
El estilo románico en Alemania evolucionó a partir de la arquitectura otónica. La relevancia tradicional del cuerpo occidental fue particularmente notable en los edificios que presentan torres emparejadas, como en la primitiva catedral de Estrasburgo, del primer románico (iniciada en el 1015), donde se prefigura la disposición de las típicas fachadas góticas. Las iglesias románicas alemanas estuvieron proyectadas a menudo con gran amplitud, pero las construidas fuera de la región del Rin no suelen presentar bóvedas sobre la nave central. Las catedrales renanas se construyeron con cubiertas de madera, que más tarde se sustituyeron por bóvedas. Las catedrales de Espira (iniciada el 1030 y abovedada aproximadamente en el año 1125) y Maguncia (reconstruida a finales de los siglos XII y XIII) contaban con bóvedas de crucería sobre planta cuadrada. Muchas iglesias renanas tienen una considerable altura y, a menudo, un ábside a cada lado. Las torres octogonales y circulares están agrupadas en los extremos del transepto, mientras que las torres más prominentes se sitúan en la fachada y sobre el crucero. Entre los ejemplos de catedrales de este tipo se incluyen las de Colonia, sobre todo la iglesia de los Apóstoles (siglo XII) y las catedrales e iglesias del siglo XII en Tréveris, Worms, Laach, Reichnau, Quedlinburg y Hildesheim.
El reino anglonormando 
Se conservan pocos ejemplos de arquitectura prerrománica en Inglaterra. Antes del siglo X la mayoría de los edificios se construían en madera y los primeros de piedra (en los siglos X y XI) fueron edificios toscos, como la torre de Todos los Santos (principios del siglo XI) de Earls Barton en Northampton. Después de la conquista normanda en el año 1066, el estilo románico, conocido en las islas Británicas con el nombre de normando, reemplazó al sajón. Desde aproximadamente el año 1120 al 1200 se construyeron la mayoría de las estructuras monumentales normandas, como las partes principales de las catedrales de Ely, Durham, Lincoln, Winchester y Gloucester y las grandes iglesias abaciales en Fountains (Yorkshire) y Malmesbury (Wiltshire). Las naves principales se cubrieron con techumbres planas, que más tarde se sustituyeron por bóvedas pétreas, como en la catedral de Durham, mientras que las naves laterales presentaban bóvedas de crucería. Otras características del estilo incluyen muros y pilares macizos, edificios largos y estrechos, ábsides rectangulares, transeptos dobles y pórticos profundamente retranqueados que se decoraron con molduras denticulares y en zigzag.
Los reinos hispano-cristianos 
Dentro de la arquitectura románica de los diferentes reinos que conforman la península Ibérica durante el periodo románico, debemos distinguir tres momentos constructivos atendiendo a su desarrollo cronológico y a las diversas escuelas regionales. Un primer románico durante el siglo XI, un románico pleno que se desarrolla entre el último tercio del siglo XI y durante la primera mitad del siglo XII, y un tardorrománico que engloba las iglesias románicas con elementos protogóticos centrado en la segunda mitad del siglo XII.
Primer románico 
En los condados catalanes del siglo XI, gracias sobre todo al impulso del abad Oliva (970-1046), tiene lugar la construcción de una serie de edificios de estructura simple en los que se emplean las novedades arquitectónicas introducidas en Europa por los monjes cluniacenses, caracterizadas por el uso de un aparejo rústico, naves cubiertas con techumbres de madera o bóvedas de cañón, zonas absidiales en sus cabeceras, soportes en forma de columnas o pilares, fachadas torreadas y una característica decoración exterior a base de arcos ciegos y lesenas o bandas decorativas de tradición lombarda. Los edificios más representativos de este primer románico catalán son Sant Pere de Rodes, San Vicente de Cardona, el monasterio de Santa María de Ripoll y San Pere de Casserres.
Románico pleno 
La configuración del denominado románico pleno conlleva la creación de un estilo uniforme, con un lenguaje arquitectónico común, que se extendió por los diferentes reinos de la península Ibérica a lo largo de toda una serie de edificios religiosos compuestos con una misma sintaxis plástica y constructiva.
La expansión de la orden cluniacense en España, la interrelación de las diferentes zonas geográficas a través de las nuevas vías de comunicación, la sustitución de la liturgia visigoda por la romana y el establecimiento de grandes rutas de peregrinación como el Camino de Santiago, ayudaron a la difusión del estilo románico pleno.
La catedral de Santiago de Compostela, construida sobre el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, se inicia el año 1075 bajo los auspicios del obispo Diego Peláez. Como iglesia de peregrinación, recoge en su distribución los precedentes de las iglesias francesas de Saint-Martin de Tours, Sainte-Foy de Conques, Saint-Sernin de Toulouse y Saint-Martial de Limoges. Se compone de una planta de cruz latina de tres naves, amplio transepto también de tres naves, cabecera con girola y cinco capillas absidiales, torres en su fachada occidental y tribuna en el interior. Su nave central está cubierta con bóveda de cañón, las naves laterales con bóvedas de arista y las tribunas con bóvedas de cuarto de cañón.
En el área castellano-leonesa la peregrinación jacobea determinó la edificación de toda una serie de iglesias en la ruta hasta las reliquias del apóstol. En la colegiata de San Isidoro de León, de planta basilical con tres naves, tres ábsides semicirculares y bóvedas de cañón y arista, a cuyos pies se sitúa el panteón de los Reyes de Castilla, destacan además los arcos lobulados de influencia árabe que aparecen en el crucero. En San Martín de Frómista, construida con el apoyo de doña Mayor, viuda de Sancho el Mayor, se realizó una de las iglesias románicas mejor conservadas, con planta basilical de tres naves separadas por pilares cruciformes, tres ábsides semicirculares, un cimborrio de tambor octogonal sobre trompas cubierto con una cúpula y torres circulares en su fachada occidental. Otros conjuntos importantes son los monasterios de Silos y de San Pedro de Arlanza, ambos en la provincia de Burgos.
En las regiones aragonesa y navarra destacan la catedral de Jaca, con sus naves divididas por columnas y pilares cruciformes dispuestos alternamente, el conjunto fortificado de Loarre con sus murallas y su cripta, y la iglesia de Leyre, con su cripta configurada por pilares que soportan unos macizos capiteles y arcos de medio punto peraltados.
Románico tardío 
Por último, debemos referirnos a un conjunto de edificios realizados o iniciados en la segunda mitad del siglo XII, considerados por algunos especialistas como edificiosplenamente románicos, mientras que para otros presentan algunos avances constructivos del periodo gótico (protogóticos). Se trata de la catedral de Zamora, la catedral vieja de Salamanca y la colegiata de Toro. El elemento más destacado de los tres edificios es el empleo del cimborrio agallonado sobre el crucero, inspirado probablemente en los modelos bizantinos.
ITALIA 
En las provincias italianas aparecieron durante el periodo románico una gran variedad de estilos. En Lombardía, se desarrolló un estilo italiano caracterizado por un notable ingenio estructural. Entre sus elementos destacan el uso continuado de la bóveda de arista y la invención de la bóveda de crucería, la realización de edificios sombríos, impresionantes por sus macizas proporciones, y los detalles decorativos que acompañaron a sus bóvedas. Entre los ejemplos más antiguos de este estilo se conservan las iglesias de San Ambrosio de Milán y San Miguel, en Pavía (ambas del siglo XII). Las catedrales y baptisterios de Parma, Cremona, Piacenza, Ferrara y Módena, fechadas en el siglo XII, son también ejemplos importantes.
Otro modelo románico sumamente importante fue el de la parte central de Italia. Exhibió pocas innovaciones estructurales, pero continuó la tradición de las basílicas paleocristianas al emplear los elementos decorativos clásicos. En las provincias cercanas a la ciudad eterna, el estilo está tipificado por las basílicas medievales, como la de San Clemente en Roma (siglo XII).
Las iglesias de Toscana fueron menos monumentales y generalmente tuvieron una decoración más profusa que las de Roma, pero ambas utilizaron libremente los motivos clásicos, como capiteles corintios, hojas de acanto y molduras de ovas y flechas. La utilización de mármoles polícromos en diseños geométricos, creando bandas alternativas de colores fue característica. La fachada de la iglesia de San Miniato al Monte de Florencia (iniciada el año 1013), por ejemplo, está revestida con mármoles negros, blancos y verdes. Los pórticos abiertos, las columnatas y las tribunas son otros elementos característicos, así como las fachadas decoradas con relieves escultóricos. Entre los ejemplos característicos del románico toscano destaca la catedral de Pisa, formada por el duomo, iniciado en 1063, el baptisterio construido en 1153 y el campanile (la famosa torre inclinada), un campanario exento empezado a construir en 1173. En este conjunto la utilización de capiteles derivados de prototipos romanos pone en evidencia el predominio de los modelos clásicos precedentes.
En la Italia meridional, sobre todo en la región de Apulia y en Sicilia, se desarrolló un estilo peculiar que combinó elementos bizantinos, romanos, musulmanes, lombardos y normandos. Su característica principal es el uso decorativo de mosaicos y arcos apuntados entrelazados. Los ejemplos mejor conocidos son del siglo XII: catedrales de Monreale y Cefalú y capilla Palatina de Palermo.
LA ESCULTURA 
La escultura a pequeña escala en marfil, bronce y oro de la época prerrománica estuvo influenciada por el arte paleocristiano y bizantino. Adoptaron también otros elementos de los diferentes estilos locales de Oriente Próximo, conocidos a través de la importación de manuscritos miniados, eboraria, orfebrería, cerámica y tejidos. Los motivos originados en los pueblos nómadas, como las figuras grotescas del bestiario y los diseños geométricos entrelazados, fueron muy importantes, sobre todo en las regiones del norte de los Alpes. Entre las obras escultóricas más excepcionales del periodo se encuentran los marfiles ejecutados por el monje Tutilo en el siglo IX en el monasterio de Saint-Gall (Suiza) y los realizados en los talleres de Reims (Francia).
En el periodo prerrománico es muy raro encontrar escultura monumental independiente de un contexto arquitectónico. La mayor parte de la escultura románica estuvo integrada en la propia arquitectura, y tuvo una doble función estructural y decorativa. Así, las esculturas románicas integran el conjunto de la arquitectura religiosa. Los mejores trabajos se realizaron en Hildesheim (Alemania) en el siglo XI, incluyendo puertas de bronce, pilas bautismales, lápidas funerarias y otros objetos de mobiliario litúrgico. También en el sur (siglo XI) y norte de Italia (siglo XII) se hicieron hermosas puertas fundidas en bronce, destacando notablemente las de San Zenón el Mayor de Verona. En el valle del Mosela, Bélgica y la Francia septentrional, a comienzos del siglo XII, la escuela del Mosela produjo un gran número de esculturas en bronce, incluyendo la gran pila bautismal (1107-1112) de San Bartolomé de Lieja (Bélgica), realizada por Rainiero de Huy.
Las decoraciones escultóricas en piedra a gran escala fueron usuales en el siglo XII en toda Europa. En las iglesias románicas francesas de Provenza, Borgoña y Aquitania las esculturas decoraron con profusión las fachadas de los edificios, y las estatuas labradas sobre pilastras dieron un énfasis visual a los elementos verticales. En las catedrales de Toulouse, Autum y Poitiers pueden verse ejemplos excepcionales de la escultura arquitectónica francesa, conservada casi por completo en su estado original. En su composición y materia temática anticipan directamente las obras maestras de Chartres, Amiens y el resto de las catedrales góticas. En Lombardía y Toscana se hicieron trabajos escultóricos interesantes, sobre todo para las fachadas de las catedrales de Módena, Ferrara, Verona y Parma.
En la península Ibérica, dentro del primer románico de principios del siglo XI, destacan los dinteles o retablos de altar de San Genis les Fons (Rosellón) y de San Andrés de Sureda, donde aparece representada la maiestas domini acompañada por los doce apóstoles. El románico pleno se caracterizó por la escultura monumental en piedra para la decoración de los templos, tanto en las arquivoltas, tímpanos y jambas de sus fachadas como en los claustros de los monasterios, en los capiteles de las columnas o los canecillos y modillones de los aleros salientes. Destacan la puerta de las Platerías en Santiago de Compostela, con escenas del Nuevo Testamento, realizada a principios del siglo XII; las portadas del Cordero y del Perdón de San Isidoro de León, donde se representan el sacrificio de Isaac y el Cordero portado por ángeles dentro de su mandorla; los temas de la Crucifixión, las tres Marías ante el sepulcro y la Ascensión de Cristo, la fachada del monasterio de Ripoll y el tímpano del Crismón flanqueado por leones de la catedral de Jaca. El claustro de Silos presenta en sus columnas pareadas relieves escultóricos referidos a la pasión de Cristo y sus capiteles están decorados con representaciones vegetales y animalísticas. También en el claustro de la antigua catedral románica de Pamplona existieron capiteles interesantes, especialmente entre los dedicados a Job y a la pasión de Cristo (Museo de Navarra en Pamplona).
Un elemento clave en la transición hacia el estilo gótico son las estatuas-columna del famoso pórtico de la Gloria (fachada occidental) de la catedral de Santiago de Compostela (España, último tercio del siglo XII), obra atribuida al maestro Mateo. La organización del conjunto se hace eco del nuevo sentido naturalista idealizado de finales del siglo XII, al tiempo que las figuras que lo integran expresan sus sentimientos y empiezan a entablar lo que se denomina sacra conversazione, es decir, la comunicación entre los personajes sagrados.
En el ámbito de la escultura exenta o de bulto redondo destacan las representaciones de la Virgen sedente, entronizada con el Niño Jesús acomodado en su regazo y del Cristo crucificado o en Majestad, realizadas en madera y en la mayoría de los casos policromadas. Los más conocidos son los Cristos de Caldes de Montbuy y Batlló (en el Museo Nacional de Arte de Cataluña) y las Vírgenes de la catedral de Gerona o la de Covet, también en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
LA PINTURA 
La pintura al fresco evolucionó durante el periodo carolingio. Entre los ejemplos conservados más antiguos depintura mural prerrománica alemana destacan los de la iglesia abacial de San Jorge en Oberzel, en Reichneau; los de la capilla de San Silvestre en Goldbach, en la orilla alemana del lago Constanza; los de San Andrés, cerca de la antigua ciudad de Fulda, al noreste de Frankfurt. Sin embargo, el estilo de las pinturas murales que no se han conservado puede deducirse por los manuscritos miniados de la época. Estas obras continuaron en gran medida las tradiciones del arte paleocristiano y bizantino, pero incorporaron decoraciones muy complicadas, con motivos entrelazados de origen irlandés y zoomorfos germanos. Los ejemplos de pintura mural conservados incluyen motivos abstractos en los elementos arquitectónicos aislados, tales como columnas, y representaciones de escenas bíblicas y de las vidas de los santos en las grandes superficies murales. En estas composiciones, influidas por las pinturas y mosaicos orientales, las figuras son estilizadas y delicadas, ya que se concibieron como símbolos más que como representaciones naturalistas. De la extensa decoración mural realizada en otras zonas de la Europa occidental sólo se conservan algunos ejemplos, entre los que destacan los frescos, fechados en los siglos XI y XII, de las iglesias de San Juan de Poitiers y de Saint-Savin-sur-Gartempe, en la antigua provincia de Poitiers.
En el ámbito de la península Ibérica la pintura románica está muy bien representada en las áreas catalano-aragonesa y castellana. Se conservan importantes restos pictóricos murales de muchos templos. En algunos casos todavía se pueden observar in situ las decoraciones murales de la edad media, pero la mayoría de las pinturas han sido trasladadas a lienzos y se conservan en diferentes museos del país.
Deben distinguirse por una parte las representaciones murales pintadas al temple que cubrieron el interior de las iglesias, realizada sobre la superficie de los ábsides, la nave central y laterales o incluso el muro occidental, y por otra las pinturas sobre tabla de los antependios, piezas de madera rectangular que, con temas como el pantocrátor y el tetramorfo, la Virgen o las vidas de los santos, cubrieron los frentes de los altares principales.
Dentro de la pintura mural se distinguen dos corrientes pictóricas. Por una parte, la corriente ítalo-bizantina desarrollada en el área catalana que recoge las fórmulas orientales, y por otra la corriente francesa, que continúa las formas del arte carolingio u otónico, centrada fundamentalmente en el área castellana.
En la corriente ítalo-bizantina los conjuntos de pintura mural más importantes proceden de Cataluña, de las iglesias de Santa María y Sant Climent de Taüll, Santa María de Esterri de Aneu y San Pedro de Burgal conservados en Barcelona (siglo XII, Museo Nacional de Arte de Cataluña). Las pinturas de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), conservadas en el Museo del Prado de Madrid, aunque pertenecientes al área castellana participan también de esta tendencia estilística, al igual que los frescos de la iglesia de San Baudelio de Berlanga (Soria), que se conservan en parte en el Museo del Prado y en diferentes museos y colecciones privadas estadounidenses.
La corriente de influencia francesa está representada por las pinturas de la primera mitad del siglo XII del Panteón de los Reyes de la colegiata de San Isidoro de León, así como por los frescos aragoneses procedentes de la iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés (Zaragoza), conservados en el Museo Diocesano de Jaca.
Respecto a la pintura sobre tabla debemos de destacar los frontales de la Seo de Urgell y de Ix, el primero con la representación del Cristo en majestad con los apóstoles y el segundo con escenas alusivas a san Martín (ambos en Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña).
Los mosaicos tuvieron una influencia bizantina incluso mayor que la pintura y se usaron extensamente en la decoración de las iglesias románicas italianas, especialmente en la basílica de San Marcos de Venecia y en las iglesias sicilianas de Cefalú y Monreale.
LAS ARTES DECORATIVAS 
El periodo prerrománico produjo hermosos manuscritos miniados. En Lindisfarne (Holy Island, Inglaterra) apareció ya en el siglo VII una importante escuela de ilustradores de manuscritos. La labor de dicha escuela, ejemplificada por los Evangelios de Lindisfarne (finales del siglo VII, Museo Británico de Londres), se caracterizó por los dibujos geométricos entrelazados, a menudo completados con figuras humanas grotescas, pájaros y bestias que decoraban las letras capitales, los márgenes e incluso páginas enteras. Los manuscritos de estilo celta ejercieron una fuerte influencia en las escuelas románicas que aparecieron posteriormente en el resto de Europa. En los manuscritos carolingios, por ejemplo, los complicados motivos celtas están utilizados muchas veces en combinación con elementos y figuras decorativas clásicas, que derivan de los últimos manuscritos de la antigüedad. El salterio de Utrecht, hermoso ejemplo de este periodo, muestra una técnica e imaginación excepcionales (c. 830-835, Biblioteca Universitaria de Utrecht, Países Bajos). Después del periodo carolingio, con la llegada de la época otoniana, los entrelazos célticos se abandonaron y se fue incrementando la influencia bizantina. Las escuelas regionales de manuscritos miniados en el sur y el oeste de Europa desarrollaron sus propias características y estilos distintivos, como se puede ver por ejemplo en el Beatus Apocalypse o Comentario del Apocalipsis (Biblioteca Nacional de París), realizado a mediados del siglo XI en el monasterio de Saint-Sever, al sur de Francia. A principios del siglo XII la ilustración de manuscritos en el norte de Europa llegó a compartir las mismas características de la escultura coetánea. En Italia la influencia bizantina se mantuvo dominante tanto en la decoración miniada como en la pintura mural y los mosaicos.
El arte de la metalistería progresó enormemente durante los periodos prerrománico y románico. Se utilizó principalmente para elaborar objetos de uso litúrgico, así como para los atributos reales. Gran parte de la metalistería francesa se destruyó con el saqueo de las catedrales que tuvo lugar durante la Revolución Francesa, pero el resto de las catedrales europeas conservan todavía muchas de estas piezas. Entre las obras de estos periodos se incluyen trabajos de joyería y de plata labrada de origen celta. Los trabajos de los orfebres y las vajillas de plata germanas e italianas posteriores estuvieron influenciadas por la metalistería bizantina. Los notables esmaltes, sobre todo el esmalte alveolado y el esmalte campeado o excavado, se produjeron en las regiones de los ríos Mosela y Rin. Roger de Helmarshausen, un orfebre alemán famoso por sus fundiciones de bronce y el esmaltador flamenco Godofredo de Clarier fueron dos famosos artífices del siglo XII. En España hay que citar los frontales de San Miguel de Excelsis (Navarra), de exquisita policromía, el que se conserva en el Museo Arqueológico Provincial de Burgos y el de la catedral de Orense, de extraordinaria belleza.
El tapiz de Bayeux, realizado con la técnica del bordado, es el ejemplo mejor conocido del trabajo textil del siglo XI. Otra pieza importante de esta época es el Bordado del Génesis o Tapiz de la Creación en Gerona, realizado en punto de cadeneta con lanas de colores sobre un tejido de lino (véase Bordado). Los atuendos eclesiásticos y las cortinas de altar representan otros ejemplos conservados de telas románicas. Los tejidos más apreciados en Europa central no fueron los producidos por artesanos locales, sino los importados del Imperio bizantino, la España musulmana y Oriente Próximo.

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