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1 Fisiología del ejercicio aeróbico El ejercicio aeróbico, también conocido como ejercicio cardiovascular, se caracteriza por ser de baja a moderada intensidad y sostenido durante un período prolongado. Durante el ejercicio aeróbico, el cuerpo utiliza el oxígeno como fuente principal de energía para producir ATP (trifosfato de adenosina), la molécula de energía celular. La fisiología del ejercicio aeróbico implica una serie de adaptaciones y procesos que permiten al cuerpo mantener un suministro constante de oxígeno a los músculos activos. Durante el ejercicio aeróbico, la demanda de oxígeno aumenta a medida que los músculos trabajan. El corazón responde aumentando la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico, lo que resulta en un mayor gasto cardíaco. La sangre oxigenada es bombeada a través de los vasos sanguíneos y llega a los músculos activos, donde se utiliza para producir energía a través de la oxidación de los nutrientes, como los ácidos grasos y los carbohidratos. 2 Además, el ejercicio aeróbico desencadena adaptaciones en el sistema cardiovascular y pulmonar. El corazón se vuelve más eficiente en su capacidad para bombear sangre y el sistema respiratorio se adapta para permitir una mayor entrada de oxígeno en los pulmones. Los músculos involucrados en la respiración también se fortalecen. El ejercicio aeróbico tiene beneficios significativos para la salud, como la mejora de la resistencia cardiovascular, la reducción de la presión arterial y la promoción de la quema de grasa como fuente de energía. También es eficaz para mejorar la capacidad pulmonar y fortalecer el corazón. En resumen, la fisiología del ejercicio aeróbico se centra en la utilización de oxígeno como fuente de energía durante el ejercicio sostenido y las adaptaciones del sistema cardiovascular y respiratorio que permiten al cuerpo mantener el suministro de oxígeno a los músculos activos.
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